Por Sergio Pintado de Sputnik que entrevista a Silvina Romano y a Carlos Pereyra Mele

Luego de 10 años, Luis Almagro culmina un ciclo al frente de la OEA marcado por la «sumisión total a Washington», el apoyo a un golpe de Estado en Bolivia y la amenaza de una invasión a Venezuela. Dos analistas consultados por Sputnik reflexionaron sobre cómo Almagro «llevó al límite» a la OEA como herramienta de EEUU contra los «díscolos».

Con la inminente elección de un nuevo secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro se encamina a abandonar el puesto que ocupó durante una década y que lo tuvo como uno de los principales portavoces de las presiones de Washington contra los países latinoamericanos, incrementando el descrédito de una organización cada vez menos confiable.

Si bien Almagro llegó a la OEA impulsado, entre otros, por el Gobierno uruguayo de José Mujica (2010-2025) del que había sido canciller, pronto demostró su frecuente coincidencia con la política exterior estadounidense y, particularmente, con la agenda de Donald Trump, que alcanzó la Casa Blanca por primera vez poco después.

«Durante la gestión de Almagro se consolidaron algunas tendencias históricas de la OEA como la sumisión a EEUU, el principal ‘accionista’ de la organización. Pero, además, Almagro construyó una marca propia, muy personalista y en la línea del primer Gobierno de Trump y con el núcleo de republicanos afines a Trump en Miami», afirmó a Sputnik la politóloga argentina Silvina Romano.

La experta, una de las autoras del libro La OEA en tiempos de Almagro, admitió que la OEA siempre fue, desde su creación en 1948, un instrumento a través del cual Washington buscó imponer al resto del continente «su noción de la democracia y el desarrollo» y el american way of life. Aun así, consideró que el organismo aún era visto por algunos países como un instrumento «de diplomacia» que podía servir para la solución de controversias.

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Romano subrayó que Almagro «eliminó esa característica del organismo y en vez de hacer diplomacia ejerció el intervencionismo directo en la política interna de los países y generó discordia», lo que en definitiva es «todo lo contrario a lo que debería esperarse de un organismo interamericano».

Para la analista, el episodio «más bochornoso» de la gestión de Almagro se dio con el apoyo de la OEA al golpe de Estado en Bolivia en 2019, cuando el propio secretario general acusó al entonces presidente boliviano Evo Morales (2006-2019) de fraude electoral, sin datos fehacientes que sustentaran esa hipótesis.

«Almagro profundizó la inestabilidad y propició un golpe de Estado convencional puro y duro en Bolivia, con un legado de violencia, muertes y desinstitucionalización muy fuerte. La OEA es responsable de eso y todos esperábamos que Almagro tuviera que rendir cuentas, pero parece que se irá impune», afirmó Romano.

La analista también apuntó como otro de los puntos oscuros de la gestión Almagro el apoyo explícito a una posible intervención armada en Venezuela en 2018, con el objetivo de derrocar al presidente Nicolás Maduro. «Se plegó a EEUU en esa amenaza que prácticamente planteó una situación de guerra que hacía mucho no se veía en la región«, recordó.

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También en diálogo con Sputnik, el analista geopolítico Carlos Pereyra Mele definió al período de Almagro al frente de la OEA como una época de «sumisión total a las directivas de Washington» pero contextualizó esto dentro de la historia de una organización que nunca se apartó demasiado de ese camino.

Para el experto, el organismo tiene un problema desde su origen, cuando EEUU se aseguró el control sobre esa plataforma al financiarla y asegurar que su sede estuviera en la capital estadounidense. El debilitamiento se acentuó, de acuerdo al experto, cuando se incorporaron las excolonias europeas en el Caribe, diluyendo el poder que tenían los estados soberanos latinoamericanos al otorgar «un voto por país».

«El voto de Brasil tiene la misma potestad que el de Trinidad y Tobago, cuando sabemos que esa no es la real dimensión del poder en nuestra América. Por lo tanto, el poder latinoamericano se fue diluyendo y quedando a la saga de esta organización, que es fruto de la Guerra Fría», sostuvo Pereyra Mele.

El experto advirtió que, si bien en la actualidad EEUU ya no es el «Estado hegemónico» en la región como lo era en la época de postguerra en la nación la OEA, el organismo «siguió siendo una herramienta muy útil para los gobiernos norteamericanos de turno», especialmente en la tarea de «bloquear a todos los países díscolos de la región». Ello explica, fundamentalmente, el «castigo a Cuba», expulsada de la organización en 1962, o los más recientes embates contra Venezuela o Bolivia.

Pereyra Mele aseguró que la OEA «ha perdido credibilidad» al punto en que países como Venezuela han decidido directamente dejar de participar y «es un reflejo de algo que no existe más» porque «no representa los intereses reales de la región». «Todo esto genera un descrédito que ha llevado a una pérdida sustancial de importancia que terminará, seguramente, con el deterioro final de esta organización«, auguró.

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En efecto, el experto comparó la pérdida de relevancia de la OEA con la del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que «ha perdido la influencia que tenía» en la región en favor, por ejemplo, del Banco de los BRICS y la consolidación de China como principal socio comercial de la mayoría de los países latinoamericanos.

La CELAC, alternativa natural a la OEA

Para Romano, los diez años de Almagro en la OEA «terminaron de borrar» las pocas esperanzas de que la OEA tuviera, al menos, una apuesta por la diplomacia en la región americana. Por eso, consideró que la gestión del uruguayo «ha presionado para el nacimiento o el refuerzo de organismos de diplomacia y encuentro regional por fuera de la OEA».

«Es muy difícil que la OEA vuelva a revestirse de legitimidad luego de la gestión de Almagro y es urgente que encontremos institucionalidades alternativas porque en el tablero geopolítico de hoy, una de las únicas vías para que América Latina tenga voz y voto y pueda mejorar sus condiciones es la unidad regional», afirmó la analista.

Pereyra Mele apuntó especialmente a la presencia de EEUU y Canadá como uno de los grandes problemas de la OEA. «Mientras tengamos organismos donde la anglosfera tenga suficiente poder y suficiente relación desequilibrada, como en la OEA con EEUU y Canadá, no servirá porque será un mal espejo en el que se reflejan mal las situaciones de la región«, explicó.

Tras la desaparición de la Unasur, ese foco se ha colocado, remarcó Romano, sobre la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), organización que nuclea a los 33 países de las Américas, excepto EEUU y Canadá.

Pereyra Mele consideró, en tanto, que la CELAC podría agrupar a su vez a «organismos regionales» que contemplen de forma más específica las realidades de los diferentes «subcontinentes» de América y que, juntos, puedan «desarrollar una política más acorde a nuestros modelos de soberanía si queremos formar parte del nuevo orden mundial«.

Por: Prof Dr. Anthony Medina Rivas Plata (1) especial para Dossier Geopolitico

Una anécdota poco conocida en la historia de la diplomacia digital se produjo en el año 2020 en Perú; cuando las cuentas de Twitter de las Embajadas de Estados Unidos y China empezaron a acusarse mutuamente de depredar los recursos pesqueros del mar peruano. El 22 de septiembre, la Embajada de EE. UU en Perú a través de un tweet realizó una alerta sobre la presencia de una flota de más de 300 barcos procedentes de China en la costa peruana; informando que dichos barcos estaban realizando una sobrepesca en la zona, generando enormes daños ecológicos y económicos. Pocos minutos después la Embajada China salía no sólo a desmentir lo señalado por la Embajada estadounidense, sino a acusarla de difundir fake news. 

Las tensiones entre ambos países por la situación peruana, si bien siempre han sido de bajo perfil, han ido en aumento; debido a la presencia cada vez más grande de China en la economía peruana. Dicha presencia se ha consolidado con la inauguración del nuevo Megapuerto de Chancay en noviembre de 2024; del cual la empresa Cosco Shipping, una empresa estatal china, posee la titularidad de sus activos. 

Pero no es solamente Chancay. Desde el año 2014, China se ha convertido en el principal socio comercial del Perú, y la “relación estratégica” que establecieron en consecuencia de ello alcanza a los principales sectores de la economía peruana: agrícola, pesquero, energético y portuario. Esto se ha logrado de manera asimétrica, permitiendo el control por parte de empresas chinas (muchas de ellas estatales) de activos estratégicos peruanos sin una mayor supervisión o presencia del Estado Peruano. En ese sentido, las empresas estatales peruanas son pocas y débiles, y la crisis de régimen que actualmente vive el país (6 presidentes en 9 años) ha debilitado de manera crítica la capacidad del Estado para regular la inversión extranjera. La política peruana de acercamiento a China ha sido una consecuencia de dos políticas de Estado: la proyección a la región Asia-Pacífico desde el ingreso del Perú a APEC en 1997 (Fujimori) y su política de apertura a través de Tratados de Libre Comercio Bilaterales, tendencia seguida por el Perú al menos desde el año 2002 (Toledo-García-Humala).  

Para entender la importancia que China ha venido logrando en la economía del Perú, comparémosla con la balanza comercial que dicho país tiene con los Estados Unidos. Desde la implementación del TLC Perú-EE.UU. en 2009, las exportaciones peruanas hacia Estados Unidos han mostrado un crecimiento sostenido, alcanzando un total de 101.005 millones de dólares en los primeros quince años de vigencia del acuerdo. De este total, el 51,1% correspondió a productos no tradicionales (manufacturas e industria). En el último año evaluado (febrero 2023 – enero 2024), las exportaciones peruanas a Estados Unidos sumaron 9.090,7 millones de dólares, lo que representó un incremento del 5,3% en comparación con el año anterior. Del monto total exportado en ese período, el 98,7% correspondió a subpartidas con acceso libre de aranceles.

Entre los productos tradicionales que exporta el Perú, la minería es uno de los principales. En el último año evaluado, las exportaciones de cátodos y secciones de cátodos de cobre refinado aumentaron en 255,5 millones de dólares. Asimismo, los derivados del petróleo registraron un crecimiento significativo, con un incremento del 165,5% en comparación con el año anterior. Por otro lado, dentro de los productos no tradicionales, el sector agropecuario ha mostrado un crecimiento notable, con un aumento de 362,1 millones de dólares en las exportaciones durante el último año. Destacan productos como los arándanos frescos y las uvas frescas, con incrementos de 360,4 millones y 194,1 millones de dólares, respectivamente. En el año 2023, Estados Unidos se consolidó como el segundo socio comercial de Perú, representando el 13,6% del total de las exportaciones peruanas, con un valor de 8.602 millones de dólares y un crecimiento del 19,8% en comparación con 2022; siendo una relación comercial por épocas deficitaria y por épocas superavitaria para ambos países.

Esta relación económica, que es sumamente importante para el Perú, empezó a ser disputada por China. El TLC firmado en 2009 y en vigor desde marzo de 2010 ha permitido un crecimiento sostenido del intercambio comercial. Desde 1998 hasta 2023, las exportaciones peruanas a China han experimentado una tasa promedio anual de crecimiento del 19.3%, mientras que las importaciones desde China han crecido a una tasa promedio anual del 17.3%. Este dinamismo ha hecho que China se posicione como el destino principal de las exportaciones peruanas y la fuente primaria de sus importaciones. El volumen de comercio bilateral ha alcanzado niveles históricos. En 2022, las exportaciones peruanas a China totalizaron 20,891 millones de dólares, representando el 33% del total de exportaciones del país. Al mismo tiempo, las importaciones desde China sumaron 15,789 millones de dólares, equivalentes al 26.2% del total de importaciones peruanas. Estos valores reflejan el rol preponderante que ha adquirido China en la economía peruana, tanto como mercado de destino para sus productos primarios como en la provisión de bienes manufacturados esenciales para la industria y el consumo interno.

Las exportaciones peruanas a China están fuertemente concentradas en productos tradicionales, con la minería como el sector predominante. En 2022, el 91% de las exportaciones a China correspondieron a minerales, con el cobre como el principal producto exportado, alcanzando un valor de 14,291 millones de dólares, lo que representó el 70.8% del total del rubro. Otros minerales importantes en la canasta exportadora incluyen el hierro, con 1,691 millones de dólares (8.4%), el plomo con 1,304 millones de dólares (6.5%) y el zinc con 770 millones de dólares (3.8%). Además, el sector pesquero ha jugado un papel relevante en las exportaciones, con la harina de pescado alcanzando los 1,416 millones de dólares en ventas a China, lo que representa el 7% del total de exportaciones tradicionales hacia ese país.

A pesar de la fuerte dependencia de los productos tradicionales, las exportaciones no tradicionales han mostrado un crecimiento sostenido, aunque aún representan una porción menor del comercio bilateral. En 2022, las exportaciones no tradicionales a China sumaron 706 millones de dólares, con los sectores agropecuario, pesquero y textil como los más destacados. El sector agropecuario lideró estas exportaciones con un valor de 356 millones de dólares, equivalente al 50.4% del total de productos no tradicionales exportados a China. Los productos pesqueros representaron el 32.6% con 230 millones de dólares, mientras que el sector textil aportó 46.6 millones de dólares, equivalente al 6.6%. Estos datos reflejan un esfuerzo por diversificar la canasta exportadora y aprovechar las oportunidades en nuevos mercados dentro de China, aunque el peso de las exportaciones sigue estando fuertemente inclinado hacia los productos básicos. Finalmente, en el ámbito de las importaciones, Perú ha consolidado a China como su principal proveedor de bienes manufacturados. Los productos importados desde China incluyen maquinaria, productos electrónicos, textiles y juguetes, siendo una fuente clave para el abastecimiento de bienes industriales y de consumo. 

Estados Unidos ha visto de manera crítica la creciente relación económica de China con Perú. A pesar de que Estados Unidos es el cuarto mayor inversor extranjero en el Perú (con un 11%) frente a Reino Unido (18%), España (17%) y Chile (12%); dicho país ha sido crítico con el rol que han cobrado las empresas chinas (especialmente las estatales) en sectores como los de electricidad y minería. En abril de 2023, la empresa italiana Enel vendió la totalidad de sus activos en Perú a China Southern Grid International para dar energía eléctrica al norte de Lima; mientras que la empresa chilena Luz del Sur fue vendida a Three Gorges Corporation; con lo cual el 100% de la energía eléctrica de la capital del Perú (una de las capitales más grandes de Sudamérica, con casi 13 millones de personas) es controlada por un solo país: la República Popular China. La preocupación de Estados Unidos con la inversión china trasciende el tema económico y se convierte en uno de seguridad; siendo que China ya dejó de ser un socio meramente comercial para el intercambio de productos. En la última visita de Xi Jingping a Lima durante la cumbre de APEC del pasado Noviembre de 2024; la presidenta peruana Dina Boluarte destacó la promoción de la inversión china en Perú como un objetivo estratégico de su gobierno. No le falta razón, considerando que la relación con China es una de las muy pocas cosas que se han mantenido constantes a nivel de política pública en el Perú en las últimas dos décadas. 

Aunque no debería serlo, esta situación empieza a volverse problemática para el Perú. Asesores cercanos al presidente Donald Trump han criticado abiertamente el proyecto chino del Megapuerto en Chancay y han señalado que podrían imponer aranceles de hasta 60% a todos los productos que ingresen al mercado estadounidense a través de Chancay; a pesar de que los productos que van a los Estados Unidos salen principalmente por el puerto del Callao, mientras que por Chancay salen principalmente productos destinados a China y viceversa.

Al mismo tiempo, el Congreso Peruano aprobó un acuerdo para el ingreso de tropas norteamericanas armadas al Perú, con el objetivo de realizar ejercicios militares en 16 localidades peruanas durante todo el año 2025. Considerando que algunos funcionarios clave del gobierno de Trump han opinado que Chancay puede servir como una base militar china (el Djibouti de Sudamérica) para suministros, logística y reparación de buques; en Perú deben tener claro que su neutralidad política en medio del conflicto entre China y Estados Unidos puede ser forzada a terminar en algún momento. ¿Pero cuándo llegará ese momento?

Varios analistas suelen ver un “alineamiento” de los estados sudamericanos con China como un resultado automático de su peso económico, y esto no es necesariamente cierto. La ‘gran estrategia’ de Trump en el Hemisferio Occidental se extiende desde Groenlandia hasta Panamá; pero no incluye a Sudamérica dentro de ella; por lo que puede ser más flexible en su política comercial con países pequeños cuyo déficit comercial no le es excesivamente oneroso (como es el caso de Perú; a diferencia de Argentina y Brasil con quien ya tiene conflictos por los nuevos aranceles impuestos al acero). Trump sabe que es imposible lograr superávit en el 100% de sus balanzas comerciales; por lo que puede seguir manteniendo sus preferencias arancelarias con Perú a cambio de presencia militar y de un cambio en los patrones de la cooperación internacional más orientados a la inversión extranjera directa de cara a contrapesar los proyectos Belt and Road en América del Sur. Si, por el contrario, el gobierno de Trump decide imponer aranceles a las exportaciones peruanas o sanciones a empresas peruanas en el marco del TLC; las posiciones pro-chinas en el establishment peruano se fortalecerán. Sin duda, este ha sido un difícil equilibrio que hasta el momento el gobierno peruano ha sabido mantener. Lo que no sabemos es por cuánto tiempo este equilibrio será posible, y por cuál de los dos países se decantará la posición final del Perú. 

1 Licenciado en Ciencia Política y Magíster en Políticas Públicas.

Doctorando en Relaciones Internacionales del IRI-UNLP.

El repliegue norteamericano sobre América del Norte y el Caribe y sus dificultades para financiar proyectos de infraestructura dejan el espacio sudamericano vacante para que lo ocupe China

Eduardo J. Vior
analista internacional especial para Dossier Geopolitico

La segunda presidencia de Donald Trump se inició con sucesivos llamados al realismo que despertaron brutalmente a Occidente de su ensoñación de cuatro décadas. Buscando el acuerdo con Rusia, EE.UU. quiere terminar con la guerra en Ucrania y delegar en los europeos la responsabilidad principal por su propia defensa. Las negociaciones comerciales con China, por su parte, apuntan a acotar la competencia entre ambas potencias de un modo mutuamente beneficioso y así reducir las tensiones en torno a Taiwan. De este modo, EE.UU. podría también retirar fuerzas del Extremo Oriente. Mientras tanto, con duros gestos el presidente estadounidense intenta tomar el control sobre América del Norte y el Caribe, a los que EE.UU. históricamente ha considerado como su hinterland. Disminuyendo gastos y ampliando el ámbito de negocios de su propia economía, el gobierno republicano espera ir bajando el gigantesco déficit del Estado norteamericano y liberando recursos, para invertirlos en la necesaria renovación de su economía con la esperanza de, en pocas décadas, poder competir nuevamente con China por el liderazgo mundial. 

Sin embargo, este gran repliegue estratégico y concentración de fuerzas dejan vacante el control sobre enormes espacios geográficos y sectoriales donde puede avanzar la influencia de China. Un caso ejemplar es el de la inversión en infraestructura en América Latina. Los dirigentes y medios occidentales así como sus aliados regionales se quejan por la “invasión china”, pero ¿de quién es la culpa?


“El que se fue a Sevilla perdió su silla”

la “economía política de las inversiones en infraestructura” –en especial en la región latinoamericana– es central en las luchas entre estas potencias por el liderazgo mundial en los albores del siglo XXI.

La infraestructura de América Latina (AL) está conformada por obras públicas, instalaciones, sistemas y redes que permiten el funcionamiento de ciudades, países y organizaciones. Entre las obras de infraestructura pueden clasificarse las redes viales, los sistemas de telecomunicaciones, la construcción y el mantenimiento de edificios públicos, las redes de distribución de servicios, los sistemas de gestión de desechos, el abastecimiento de agua, el tratamiento de residuos sólidos y aguas servidas y la generación y transmisión de energía.

Desde la primera década del siglo empresas chinas vienen invirtiendo fuertemente en estos sectores. De esta manera solventan las dificultades presupuestarias de los estados latinoamericanos y sus déficits de gestión que han generado en su historia contemporánea numerosos altibajos en la inversión en infraestructura. Al mismo tiempo los países occidentales han reducido mucho sus créditos para el sector. Los remplazan los organismos multilaterales de crédito (Banco Mundial –BM-, Banco Interamericano de Desarrollo –BID-  y Banco de Desarrollo de América Latina –CAF-, entre los más importantes), pero sus prestaciones se realizan a valor de mercado y están vinculadas a condicionamientos políticos y constelaciones continentales de poder que estrechan el margen de maniobra de los estados nacionales.

Como los organismos chinos de crédito para el desarrollo en principio sólo están ligados a las prioridades de su Estado, pueden gestionar sus líneas de financiamiento con menos conflictos políticos y de interés. Pueden, por lo tanto, ofrecer más fondos, más baratos y a más largo plazo. Además, como la República Popular aplica un criterio totalizante en sus relaciones con actores en el Sur Global, no le importa demasiado obtener beneficios inmediatos en uno u otro crédito en particular sino en el conjunto de la política de cooperación para el desarrollo de un determinado país o sector.

Estas diferencias entre ambos sistemas han dado al chino una ventaja inusitada sobre el norteamericano, difundiendo la percepción de que el continente está sufriendo una “invasión china”. 

Con un enorme potencial para ser eficiente y competitiva a escala mundial, América Latina y el Caribe (ALC) se enfrentan a importantes desafíos, para reducir las brechas de infraestructura física y digital que debe superar, si pretende integrarse y aumentar su productividad. Para 2030, ALC necesita invertir más de USD 2,220.736 billones en los sectores de agua y saneamiento, energía, transporte y telecomunicaciones, para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. De este total, el 59% debe destinarse a inversiones para nuevas infraestructuras y el 41% al mantenimiento y la sustitución de activos al final de su vida útil. 

En otras palabras, la región debe invertir al menos el 3,12% de su PIB cada año en el mantenimiento y desarrollo de su infraestructura. Hasta el momento Estados Unidos es el principal inversor extranjero en este sector, pero la inversión norteamericana se ha concentrado en México, Brasil y los territorios británicos del Caribe (BCT, por su nombre en inglés). 

Por otra parte, la inversión estadounidense en infraestructura se realiza mayormente a través de empresas privadas financiadas por créditos bilaterales o multilaterales (principalmente del BID, la CAF o el Banco Mundial). Por lo tanto, se dirige a regiones y sectores que potencialmente puedan arrojar un rápido beneficio y deja numerosos sectores y regiones sin cobertura. Allí es donde se cuela la inversión china.

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Proyectos chinos de infraestructura en América Latina y el Caribe 2021

Por su parte, la inversión china en la infraestructura de América Latina se concentró en la década pasada en grandes proyectos de infraestructuras (carreteras, ferrocarriles, represas y puertos, entre otros) frecuentemente respaldados por financiamiento estatal. Sin embargo, en los últimos años han empezado a cambiar las formas y el estilo de estas inversiones. Las empresas chinas han asumido por sí mismas crecientemente los riesgos financieros y han comenzado a fondearse para financiarlas, con especial atención a los sectores de las nuevas tecnologías.

“Vemos una caída en el monto global de las inversiones de China en la región y también a nivel global, tanto de parte de las nuevas inversiones como de las operaciones de adquisiciones y fusiones. Pero al mismo tiempo, hay un aumento en el número de proyectos enfocados en los nuevos sectores de tecnología de punta”, explica Margaret Myers, directora del Programa de Asia y América Latina del Diálogo Interamericano.

Desde 2015 se redujeron sensiblemente los préstamos para América Latina del China Development Bank (CDB) y del Export-Import Bank of China (CHEXIM), dos de los tres bancos públicos chinos propiedad del Consejo de Estado que históricamente han ofrecido más fondos a la región. Aprovechando el aprendizaje sobre las cuestiones regulatorias, laborales y de idiosincrasia que tanto el Estado como las empresas chinas hicieron desde 2000 proveyendo créditos para obras de infraestructura, las empresas chinas comenzaron a invertir sin financiamiento bancario. Al mismo tiempo, los grandes bancos públicos están ahora más ocupados en financiar la economía interna en la propia China.

La baja de los créditos de las instituciones públicas chinas ha sido mayor que el incremento de la inversión por parte de las empresas privadas, de modo que el monto total de la inversión de China en la región se ha reducido. De acuerdo a los datos del Monitor de las Inversiones de China en América Latina y el Caribe, en 2023 la inversión extranjera directa (IED) de China en ALC se ubicó en 8.748 millones de dólares, es decir poco menos del 10% del total de la IED recibida de todo el mundo.

También se han modificado las prioridades sectoriales de la inversión china. Los créditos del CDB y el CHEXIM en los primeros veinte años del siglo fueron mayormente dirigidos a apoyar la infraestructura de los sectores extractivos de materias primas, gasoductos y oleoductos, energía eléctrica y manufacturas. A partir de esas operaciones China se fue convirtiendo en un desarrollador y constructor líder de proyectos de infraestructura no sólo en la región sino en todo el Sur Global.

Ahora, sostiene Myers, China considera otros sectores prioritarios para su desarrollo. “Nosotros los llamamos la ‘Nueva Infraestructura’, para referirnos a los sectores de innovación. Hay que recordar que en las últimas dos décadas el crecimiento de China ha dependido muy fuertemente de los sectores de venta, manufacturas y la construcción, pero ahora la innovación en sectores de alta tecnología son las áreas que China quiere priorizar para crecer e impulsar su competitividad global”, sostiene.

Los nuevos rubros priorizados son autos eléctricos, paneles solares, baterías, digitalización, telecomunicaciones, fintech, electrificación e inteligencia artificial. En varios de los sectores China ocupa un lugar dominante a nivel global. Estos sectores representaron el 58% de la inversión externa de China en la región en 2022 y más del 60% de la cantidad de proyectos anunciados por compañías chinas en ese año.


IED de China en “nuevas infraestructuras” en ALC 2003-22

En el sector de autos eléctricos y baterías las compañías chinas líderes en el mundo y en la región son BYD, Beiqi Foton y Chery. Solamente BYD apunta a producir en Brasil más de 150 mil vehículos eléctricos e híbridos por año y ya inició la producción de un autobús eléctrico que funciona con una batería de litio fabricada en Manaos, Amazonas.

Un gran foco de las inversiones de China está en el sector de energías renovables, en particular la solar. Ocho de los diez mayores proveedores de paneles solares en la región son chinos, liderados por Longi, Jinko, Trina y JA. El parque solar Cauchari, uno de los más grandes de la región, ubicado en Jujuy, se financió con un crédito del CDB y fue construido por contratistas chinos.

Algunas de las mayores operaciones de fusiones y adquisiciones por parte de capitales chinos en la región se dieron en el sector del litio de Argentina. La explotación del litio, si bien es una actividad minera, está directamente vinculada a la electrificación del transporte. Se han destacado en 2022 la compra por la minera china Ganfeng Lithium de la argentina Lithea, para desarrollar el proyecto Pozuelos-Pastos Grandes por 962 millones de dólares, y la operación de Zijin Mining Group en 2021 para adquirir la canadiense Neo Lithium y explotar el yacimiento de Tres Quebradas por 737 millones de dólares. También en 2021 Great Wall Motor compró en Brasil una fábrica de Daimler donde desarrolla autos eléctricos.


Vista satelital de la planta de litio Cauchari-Olaroz de Ganfeng Lithium en la provincia de Jujuy, Argentina. La empresa china compró la firma argentina Lithea en 2022 para desarrollar otro proyecto de litio en la provincia de Salta

Asimismo, en el terreno de las telecomunicaciones la firma Huawei se expande por la región, especialmente en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, instalando centros de datos y expandiendo su cloud computing.

Entre tanto, el relevamiento de la UNAM que dirigió Enrique Dussel Peters resume de esta forma el escenario: “Los sectores vinculados a las materias primas ―metales, minerales y minería― siguen predominando en la inversión de China en América Latina, con el 34% del total durante 2020-2023, aunque muy por debajo de su participación en 2005-2009, del 81%. Como contraparte, los sectores de energía, en particular la no-fósil, y automotriz y autopartes se han convertido en los más dinámicos en la última década”.

Durante los primeros veinte años del siglo la táctica de acercamiento de China a la región a través de créditos de instituciones financieras tuvo gran impacto sobre aquellos países de la región que transitaban dificultades para acceder a otro tipo de financiamiento, como Venezuela, Argentina y Ecuador. “Se daban créditos a los gobiernos pero con exigencias de equipamiento chino, lo cual también era una forma de abrir mercados y de propiciar la inserción de las empresas en la región”, agrega Myers.

El Monitor de las Inversiones de China en América Latina y el Caribe marca asimismo que ha habido una diversificación en cuanto a “países, sectores y propiedad de las empresas chinas”. Detalla que entre 2020 y 2023 Brasil ha seguido siendo el principal receptor, con el 34% de las inversiones, seguido de Argentina con el 22,5%, México (15%), Perú (11%) y Chile (8,7%). En los casos de Argentina y Perú se destaca la participación del sector minero, del litio y cobre, respectivamente, mientras que en Chile al atractivo del litio se suma la transición energética. En México, en tanto, el mayor interés se centra en el sector automotor.

Otra característica relevante de la inversión de China en la región es su gran concentración en un reducido número de firmas. La UNAM relevó que “tan solo 5 empresas chinas ―State Power Investment Corporation Limited (SPIC), State Grid Corporation, Tibet Summit Resources, Jiangxi Ganfeng Lithium y Zijin Mining Group― concentraron el 46% de la IED china en América Latina y el Caribe durante 2020-2023”.

La confrontación entre Estados Unidos y China desde 2017 bajo el lema de “la competencia entre grandes potencias” y con la administración de Biden (“invertir, competir y alinear”) ha hecho que el primero subordine el comercio, las inversiones y el financiamiento, pero también otros aspectos como la educación y la cultura, a criterios de seguridad nacional. Este proceso incluye explícitamente a los proyectos de infraestructura de China en el mundo y particularmente la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

Los 268 proyectos de infraestructura realizados por China en ALC hasta 2023 generaron más de 777.000 empleos y continúan con una importante tendencia a la alza. Por un lado, el monto por proyecto ha aumentado significativamente, pero los realizados por China en ALC en 2020-2023  generaron muchos menos empleos que en períodos anteriores, es decir que son de mayor tamaño medidos en dólares y crecientemente más intensivos en capital.

Las empresas chinas que realizan los proyectos de infraestructura en ALC son mayoritariamente de propiedad pública. En 2005-2023 el sector público participó con el 89.25% y 78.23% del monto de los proyectos de infraestructura y del empleo generado por China en ALC.


Puede concluirse que la alarma de los dirigentes y medios norteamericanos y de sus aliados en el continente por la amplitud, diversidad y profunda imbricación de las inversiones chinas en ALC está justificada, pero advirtiendo que la mayor responsabilidad le cabe a ellos. La concentración de las inversiones norteamericanas y europeas en el sector financiero y en servicios no productivos durante las últimas cuatro décadas ha creado un vacío que las empresas chinas fueron llenando desde principios del siglo XXI. 

Por un lado, el retroceso tecnológico relativo de los países occidentales, el deslocamiento de sus inversiones productivas hacia Asia y el endeudamiento público de EE.UU. le han restado herramientas para competir por los mercados regionales frente a China. Por otro lado, el costo financiero y los condicionamientos políticos que acompañan los créditos de los organismos multilaterales controlados por Occidente han forzado a muchos países de la región a recurrir al crédito chino.

Por cierto, en la medida en que ALC insiste en negociar con China por separado, que en la mayoría de los casos las inversiones chinas no se insertan en ningún plan sistemático de desarrollo y no surgen liderazgos con vocación soberana y visiones de largo plazo, persiste el riesgo de que las inversiones de ese origen sólo multipliquen la desigualdad estructural entre regiones y clases sociales, profundicen la concentración de la riqueza y, por un efecto búmerang, fortalezcan a las mismas elites oligárquicas que perpetúan la dominación anglonorteamericana sobre América Latina y el Caribe.

La culpa no es de China, sino de Estados Unidos y sus aliados continentales que han perpetuado el atraso y la dependencia. El que se fue a Sevilla perdió su silla.

Pereyra Mele es entrevistado por el programa “Detrás de la Razón”, que conduce el afamado periodista mexicano Roberto de la Madrid Analizamos la crisis política abierta en Argentina por la estafa con la criptomoneda $Libra que promociono el Presidente Javier Milei. Fecha de estreno: 20 feb 2025 LADRÓN, IGNORANTE O SIERVO 

Qué esconde su hermana, Cuál es la conexión con los memes coins de la primera dama de EEUU, Red de Neoliberalismo o red de ladrones solitarios, ¿Javier Milei encabezó la estafa piramidal más rápida y grande de la historia?, ¿Qué significa la criptomoneda o Crypto, Libra? Será su Cisne Negro?

Las nuevas derechas buscan deshumanizar en favor de minorías violentas y ultrapoderosas.

Por Gianni Tognoni (*)

Puede parecer un poco extraño dedicar un momento de atención a la situación de un país como Argentina, mientras el despliegue diario de “inhumanidad” por parte de Israel en Gaza, disfrazado de crónica y más allá de la “tregua” de estos días, hace intolerables incluso los ejercicios de calificación de gravedad criminal, en tanto de fondo tenemos los “normales” tiempos largos de la diplomacia ante el horror-masacre de las guerras: desde los escenarios de Oriente Medio, a Ucrania, Sudán, Myanmar…

De hecho, los informes oficiales afirman que la situación en Argentina y, más aún, su importancia para las relaciones con Italia-Europa-Mundo, no plantean ningún problema, y mucho menos preocupación. La presidenta del Consejo del Gobierno italiano donó, en una demostración de afecto ciertamente nada ceremonial, la ciudadanía italiana al presidente argentino cuando este visitó recientemente Roma, y Milei le había obsequiado unos días antes un modelo de motosierra como resumen de su propia concepción de las relaciones con la sociedad: todos ellos signos inequívocos, más allá de los acuerdos poco perfectos en las negociaciones del Mercosur sobre productos agrícolas, de una sólida coincidencia de objetivos y estilos de trabajo. Las últimas declaraciones políticas y económicas de los gobiernos de ambos países confirman que hay buenas razones para mirar al futuro con menos pesimismo.

Con sus problemas, y a pesar de los muchos misterios (por ejemplo el “descubrimiento” de los fondos para un ya más que mítico puente sobre el estrecho de Messina, al que corresponden increíbles recortes presupuestarios en escuelas e investigación), el presupuesto italiano ha sido aprobado, bien que exento de los pasajes parlamentarios propios de un sistema democrático.

Del otro lado del océano, algunos indicadores macroeconómicos dicen que el “riesgo país” ha disminuido, y que Argentina va por buen camino, si persiste en su obediencia rigurosa, sin peros, a los actores–controladores financieros nacionales e internacionales. Pero Dos Observatorios complementarios —Observatorio de la Deuda Social y Observatorio de Trabajo, Economía y Sociedad— plantean algunas dudas con datos que cuentan lo que ocurre cuando la vida de las personas atraviesa la economía de la motosierra.

La suma de pobreza e indigencia afecta hasta a 73% de la población; la gente puede morir, incluso suicidarse, porque varios medicamentos ya no son reembolsables, y han aumentado hasta 300% su precio; en un país exportador mundial de alimentos, la urgencia es una campaña nacional contra el hambre lanzada contra las políticas gubernamentales con un llamamiento del Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel; los sueldos de los empleados del Estado sufren un recorte constante de 22%; otra campaña pide, como parte de la resistencia a los recortes en un sistema universitario que siempre ha sido un modelo de accesibilidad y con altos niveles de investigación, que los sueldos de ningún profesor universitario, en caída libre, se sitúen por debajo del nivel de pobreza; se suspenden todos los fondos destinados a apoyar a los pueblos originarios, etc.

No es éste el lugar para elaborar extensas estadísticas, estratificadas aún más por las desigualdades de los territorios, de las poblaciones más o menos frágiles. Tampoco se trata de olvidar la línea más fundamental que pretende devolver los derechos a la verdad, justicia y memoria, y no sólo a los protagonistas de una de las dictaduras más trágicas de la historia (la dictadura de Assad en Siria lo recuerda ante los ojos de todos…), así como hacer inviables los instrumentos de investigación promovidos por Madres y Abuelas de desaparecidos (que se han convertido en un verdadero tesoro metodológico y operativo a nivel internacional) destinados a reconocer los grupos humanos que han tomado su nombre de aquellos miles, tantos, de “desaparecidos” de las represiones y masacres de los casi diez años de dictadura entre los años setenta y ochenta del siglo pasado.

Ciertamente, no sería difícil proponer datos que hagan decididamente coherentes las realidades argentina e italiana, más allá de las muchas diferencias, que reflejan historias infinitamente distintas: los crecientes y bien documentados niveles de pobreza, las crisis de la escuela a todos los niveles y de un sistema sanitario ejemplar, las privatizaciones… Añadimos otro dato no trivial, que es el capítulo de los migrantes, que en Argentina proceden de muchos países latinoamericanos, y son, como en Italia, poblaciones sin ninguna garantía jurídica.

La coherencia más fundamental, sin embargo, no está en los datos concretos, sino en los objetivos y en la lógica, de acuerdo con lo que también se ha destacado explícitamente de diversas maneras en las últimas semanas (como el Atreju, el festival de la juventud conservadora de Italia que asistió a Milei en Roma). La democracia es el enemigo lógico y estructural que hay que neutralizar en sus aspectos más fundamentales, como paso urgente, para dar paso a toda la violencia y rapidez necesarias para impedir cualquier oposición significativa, en el camino hacia una concentración de poderes políticos, perfectamente alineados y funcionales a los poderes económicos, sustancialmente privados, que imponen sus reglas. Nada nuevo, de hecho, en la lógica de estos mecanismos. Se trata de una sustitución progresiva, implícita, que se hace explícita, sin dar espacio a una dialéctica real con oposiciones que, por su propia falta de perspectivas, y por una cultura-memoria de dialécticas “democráticas”, se encuentran en una posición de inferioridad (¿temporal?), y de credibilidad por no poder jugar a “mentir” sistemáticamente con promesas de cambios imaginarios, que podrían atraer consensos.

La supresión de lo público en su acepción de “bien común” es esencial: la motosierra como símbolo de choque exhibida por Milei, y entregada a Meloni como signo recíproco de reconocimiento de papel y estilo, indica el diseño de una derecha en la que no hay lugar para las personas que son sujetos de derecho, y por tanto de palabra-autonomía-proyecto.

Ciertamente las “apuestas” de la democracia que existen en Italia, en su memoria y en las instituciones, imponen a los distintos diseños de Meloni tiempos de espera y alianzas. Milei es uno de los “mimos”, que puede y por lo tanto debe ser incluido-exhibido en una rosa de estados que aspira a convertirse en una plataforma capaz de crear, sin esfuerzo de pensamiento, por inercia-imitación, un área “afirmativa”, de todos los matices del negro: me refiero a un poder que vacíe la política de sus residuos de democracia sustantiva, para ser el interlocutor de las oligarquías privadas globales. Pensadas como aliadas, pero practicando, cada vez más abiertamente, ser las colonizadoras de un orden global libre de pueblos que “todavía” aspiran a tener un destino distinto al de “materias primas”.

La expresión más clara, más violenta, dada como evidente, del mimetismo de las democracias cero propuesto por Milei, y de hecho dominante, y evidente, en todos los modelos de desarrollo, es la desigualdad. Dice que el “paréntesis” de tiempo que siguió a la Segunda Guerra Mundial se ha cerrado. Los seres humanos ya no son todos iguales. Desde luego, no es Milei quien enseña esto. El Estado de Milei dice al Estado italiano, que desde hace años ha subido rápidamente en el ranking de los países más estructuralmente (es decir: programáticamente, inevitablemente) desiguales, y al partido político italiano en el poder, que la única verdadera reforma constitucional es posible, y por lo tanto necesaria, y que no se hace suprimiendo artículos, sino haciéndolos obsoletos: por olvido, o, mejor aún, porque son “ofensivos e impensables” para los poderes fácticos, nacionales y mundiales. El artículo 3 puede seguir vigente. Basta con no aplicarlo, ni siquiera citarlo, porque es confuso y ajeno, complejo. Sobre todo en sectores tan terrenales, cercanos a la gente, como la escolarización, la sanidad, los salarios, la vivienda: la Economía con mayúsculas no puede correr el riesgo de considerarlo una llave para deslegitimar todas las legalidades que le son independientes.

Al colonialismo de los oligarcas no le interesan las ideas ni los valores: el “pueblo” puede creer en ellos, puede perseguirlos, siempre que no fije plazos precisos. La desigualdad es perfecta como descriptor del desarrollo selectivo: transversal a todos los campos, siempre que su sostenibilidad sólo pueda ser evaluada por los que mandan; quienes, por tanto, deben garantizar, con normas precisas, la legalidad de la seguridad, que es un manto que puede extenderse más allá de lo imaginable.

Vuelvo al principio de esta reflexión. El silencio de la política de Estado, la impotencia del derecho internacional, la connivencia muy activa de las economías de guerra —al declarar punibles por razones de seguridad los pensamientos y prácticas de paz—, la evidencia de un genocidio negado por la prensa, hasta el asesinato de periodistas, personal de sanidad, con preferencia por los niños, por las bombas, el hambre, el frío, la mutilación, son el tejido de la manta extendida porque el 7 de octubre de 2023 se violó la seguridad de la marioneta de la democracia occidental.

Gaza es el pro memoriam de hasta dónde puede llegar la desigualdad: cuando la vida de las personas se asume como variable irrelevante, hasta la inexistencia, dependiente de definiciones como las de enemigo (declinada en todas sus definiciones “legalmente” reconocidas, como terrorista, o extranjero, etc), es la más omnicomprensiva, invade muy fácilmente la de lo no humano: desechable, descartado, producto inevitable de una u otra guerra.

(*) El autor es epidemiólogo, doctor en Filosofía y en Medicina y uno de los mayores especialistas mundiales en políticas sanitarias. Preside el Instituto de Investigaciones Farmacológicas Mario Negri en Milán, es desde hace muchos años el secretario general del Tribunal Permanente de los Pueblos, ex Tribunal Russell, y ha sido de consultor de numerosos organismos, entre ellos la Organización Mundial de la Salud.

FUENTE https://tektonikos.website/la-linea-milei-meloni-pasando-en-su-punto-mas-cruel-por-gaza/

Un actor cada día más clave, pero cuya relevancia se ignora o se intenta ocultar, en vano.

Por Enrique Dussel Peters (*)

Desde 2017, en la Red ALC-China venimos realizando un esfuerzo con el Monitor de la OFDI para recolectar datos de toda América Latina, país por país, y analizamos 633 transacciones sobre las inversiones chinas en nuestra región. Para el caso de México, hay diferentes metodologías, que deben hacerse explícitas. Según la fuente oficial mexicana, China ha invertido un acumulado de 2.495 millones de dólares hasta 2023, mientras el Monitor de la OFDI registra invertidos 22.470 millones de dólares, es decir, casi diez veces más. En los debates con Estados Unidos, China aparece como el décimo octavo inversionista en México, pero con nuestras fuentes, es el sexto y creciendo rápidamente.

Sin instituciones, el conocimiento en América Latina y el Caribe sobre China no va a funcionar. Sorprendentemente, hay una gran brecha entre la relación socioeconómica entre nuestra región y las instituciones públicas académicas y sobre todo las privadas. Con la gran excepción del Consejo Empresarial Brasil-China, que hace todas las semanas informes sobre China, las instituciones privadas tienen una limitada capacidad de análisis, capacidad propositiva muy pobre y, menos, de implementar proyectos específicos.

También hay problemas en China, donde en los últimos 25 años el cambio generacional prácticamente es inexistente en lo que hace al trabajo sobre América Latina.

Proyectos de infraestructura

Acabamos de ver en el marco del foro APEC realizado en Lima, Perú, la inauguración del puerto de Chancay —y la reacción de, por ejemplo, el titular del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el estadounidense Mauricio Claver Carone, quien señaló que todo producto que pase por ese puerto va a tener un arancel del 60%. Margaret Myers, la directora del Programa de Asia y América Latina del Diálogo Interamericano, publicó este año el documento “Nueva infraestructura – Tendencias emergentes en la inversión extranjera directa china en América Latina y el Caribe”, en el cual ya desde el título se observa que no entendió la diferencia entre inversiones y proyectos de infraestructura. No lee en chino, no lee en español, no lee lo que se está haciendo en instituciones públicas privadas y menos académicas, cantidad de publicaciones sobre el tema de infraestructura, docenas de estudios de casos en Costa Rica, en México, en Argentina, etc.

Empleo

Con base en un esfuerzo reciente, los cuadernos de trabajo del CECHIMEX (Centro de Estudios China-México) de la UNAM  generados para el largo periodo 1995 a 2021, observamos que 8,1 millones de empleos en toda la región (cuadro 1) son resultado, en 85% de los casos, de la vía del comercio neto (no es que las exportaciones generen empleo); 8%, por vía de proyectos infraestructura, y 7%, vía OFDI (Outward foreign direct investment).

Cuadro 1

Estos 8,1 millones de empleos representan casi el 15% del empleo generado en América Latina y el Caribe. Brasil es el gran ganador, México es el gran perdedor. Casi 1 de cada 6 empleos en América Latina durante este largo periodo está asociado con China. El país asiático genera en la región más empleo que Estados Unidos; no hay buenos ni malos, pero estos temas no pueden desconocerse.

El impacto en la cotidianidad

Hace 20 años se filmó la película Un día sin mexicanos. Propongo hacer una película hoy de un día sin China en América Latina. Estaríamos descalzos, sin calzoncillos, sin computadoras, el metro que acaban de renovar en varios países no funcionaría, no habría 5G, en fin, somos cientos de millones de usuarios en América Latina que usamos servicios de infraestructura e inversiones chinas.

Proyecto de globalización con características chinas

No es ni bueno ni malo, pero es chino y China, a diferencia de otros países, está planteando un proyecto alternativo a las instituciones vigentes desde Bretton Woods lideradas por Estados Unidos (cuadro 2). Hay un grupo de instituciones regionales globales para América Latina y el Caribe, como el foro CELAC-China, que tienen, primero, un grado de cooperación y certidumbre dramático en comparación con Estados Unidos, con la iniciativa de la Franja y la Ruta como institución paraguas que organiza cientos de iniciativas, con un marco temporal de largo plazo, y segundo, que tienen a los proyectos de infraestructura bajo el tema de la interconectividad como centro.

Cuadro 2

Este último tema es foco de análisis y debates en China desde hace más de 40 años, involucrando los proyectos de infraestructura de hospitales, de redes inalámbricas, escuelas, carreteras, subterráneos, puertos, aeropuertos, etc. Ha sido un factor crítico para la erradicación de la pobreza que se dio en China y, por cierto, también para el desarrollo tecnológico de propias empresas públicas.

Los proyectos de interconexión juegan un papel relevante no sólo en el plano económico, sino también en otros órdenes. Los institutos Confucio, por ejemplo, bien juegan un papel importante para explicar qué es China, qué se habla en China, etc.

Esto es una de las manzanas de discordia ente EE.UU. y China. El primero se da cuenta de que el segundo tiene un proyecto diferente al suyo, razón por la cual, en fin, reacciona como reacciona.

El sector público

Hay en China una omnipresencia del sector público —no el Estado, no las empresas paraestatales—, que no existe en otro lugar del mundo, menos en América Latina. Si no se entiende el sector público es muy difícil entender la socioeconomía china, su economía política y su relación con América Latina. Estudios que hemos hecho hace 10 años y hemos actualizado recientemente muestran que el sector público chino tiene la propiedad de más de 45% del Producto Interno Bruto. No hay economía de las Top 20 que tengan el 5% de la propiedad del sector público.

El sector público en China tiene un factor de altísima competencia entre el gobierno central, ciudades, municipios y provincias. Entre estas jurisdicciones se sacan los ojos. Una automotriz puede entrar a China y festejar por adelantado que va a venderle autos a 1.400 millones de habitantes, pero luego se encuentra con que la competencia es más dura que en Alemania, en la Unión Europea y en EE.UU. Un segundo factor es la coordinación bajo el Partido Comunista Chino y una cantidad de instituciones. Hace 15 años, China decidió hacer autos eléctricos y entonces asigna entre capitales privados y públicos —no todos del gobierno central, sino que pueden ser provincias y ciudades— para montar cinco empresas, no 500, para evitar un proceso de destrucción del capital, que hagan baterías eléctricas. Han creado una cadena global de valor automotriz, con una producción de 30 millones de autos, el doble de los estadounidenses. El partido ahí juega un papel de relevancia en la cadena global de valor. Puede estudiarse el caso de la BAIC, anteriormente Beijing Automotive Industry Corporation, propiedad única no del gobierno central, sino de la ciudad de Beijing, y produce más autos que todo México junto.
Si no se entiende este sector público no vamos a entender la cooperación con universidades, ni el turismo, el comercio, la OFDI, ni los proyectos de infraestructura.

Nuevas relaciones triangulares

¿Qué quieren decir con nueva “guerra fría”? Pues si se piensa en la Unión Soviética contra Estados Unidos, la Unión Soviética ya ni existe, y entonces es contra una China que se asimila a Rusia… no se entiende nada, porque se manejan pobres conceptos. Lo que estamos viviendo es una durísima confrontación entre EE.UU. y China a todos los niveles, que va a proseguir y nos va a sobrevivir. El gran reto es qué van a hacer terceros países o las regiones, Latinoamérica, África, Asia, o Argentina, Vietnam, México.

Shorings

Hay un show de “shorings” de todo tipo para referirse a la relocalización de procesos. Desde los años 1970 existen estos procesos de relocalización. Invito al concepto de security shoring. Desde 2022 la propia Casa Blanca destaca que, en la relación con China, la seguridad nacional va a estar por encima de temas de comercio, de cultura, de semiconductores, autos eléctricos, etc. Se le propone a México sumarse al security shoring en contra de China. México se va a beneficiar con sus autos eléctricos de 7.500 dólares siempre y cuando no tengan componentes chinos, porque si tiene valor agregado chino no recibe subsidios. Esto va a tener un impacto relevante. Los estudios que hicimos sobre el valor agregado de ocho economías latinoamericanas (Cuadro 3) han arrojado resultados espectaculares. En el caso de México el valor agregado en las exportaciones mexicanas totales y prácticamente lo mismo para Estados Unidos aumenta del 0% en 1995 al 21.2% en 2020. Es decir 21.2% de lo que México exporta son componentes chinos.

Cuadro 3

La investigación sobre China

Un primer tema es invitar a los especialistas e investigadores en política internacional a que se integren a los debates relacionados con China.

La experiencia de casi 25 años de haber examinado a China desde América Latina nos enseña que es un tema de corte horizontal y no debe ser un tema sólo para sinólogos. No está en los cursos de licenciatura, maestría, doctorados, lo cual tiene un costo alto, porque en América Latina no estamos preparados. Hay que meterse con el tema de China, que no es otro país más, no es “de la A a la Z, de Argentina hasta Zambia y en medio está China”, sino que es un país que está generando una enorme riqueza en América Latina. Debemos, necesitamos meternos con él.

(*)  Dussel Peters es uno de los mayores especialistas latinoamericanos en las relaciones económicas entre China y América Latina. Coordina el Centro de Estudios China-México (CECHIMEX) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Red ALC-China. A fines de noviembre de 2024 participó del “Seminario de intercambio y cooperación América Latina – China” organizado por el Programa China-CONICET. Su disertación es la base de este artículo que publica Tektónikos.

FUENTE TEKTONICOS: https://tektonikos.website/china-en-america-latina-inversiones-y-desconocimiento/

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

Cuando el Libertador Simón Bolívar llegó al Perú el 1° de septiembre de 1823 se encontró un escenario muy complicado. Existían fuertes contradicciones entre José de la Riva-Agüero y el Marqués de Torre Tagle. El país tenía dos presidentes, dos gobiernos y dos Congresos. En Colombia, aunque la situación era mejor, también había dificultades que retrasaron la autorización a Bolívar para que pudiera marchar al Perú.

Bolívar lo sintetizó diciendo que: “Los Pizarro y Almagros pelearon; peleó La Serna con Pezuela; peleó Riva Agüero con el Congreso, Torre Tagle con Riva Agüero, y con su patria Torre Tagle; ahora, pues, Olañeta está peleando con La Serna y, por lo mismo, hemos tenido tiempo de rehacernos y de plantarnos en la palestra armados de los pies a la cabeza”.

Cuatro meses después de haber llegado al país, el Libertador logró estabilizar la situación y se propuso comenzar a preparar la campaña que permitiría liberar definitivamente al Perú del dominio español. Pero enfermó gravemente y se tuvo que establecer en Pativilca por dos meses a fin de restablecerse. El tabardillo o enfermedad del desierto lo afectó de tal manera que el diplomático colombiano Joaquín Mosquera que lo visitó en esos días, al ver su estado físico, pensó que el Libertador vivía sus últimas horas.

Al observarlo en tal situación y después que Bolívar le relatara las grandes dificultades que encaraba en el Perú, Mosquera le preguntó qué iba a hacer. Mirándolo fijamente y con brillo en sus ojos casi apagados, el Libertador sin dudar, le respondió: ¡Vencer!

En esos primeros meses del año 1824, mientras restablecía su salud se dedicó a ganar tiempo, negociar con las fuerzas en pugna y esperar que Colombia le enviara los tan ansiados refuerzos. Al mismo tiempo, diseñaba la estrategia para derrotar a los españoles. En carta a Tomás de Heres el 9 de enero le dice que: “…a los enemigos no se le engaña sino lisonjeándolos”.

El 10 de febrero, ante la crítica situación del país y cuando parecía no haber otras opciones, el Congreso del Perú le concede poderes dictatoriales, a fin de que Bolívar -con absoluta libertad- tomara las decisiones que considerara correctas para la conducción del Estado y adoptara las medidas necesarias que condujeran a resolver exitosamente la confrontación con el ejército español.

A fines de ese mes, comienza a impartir órdenes a sus generales. Su plan consistía en “limpiar” al país del ejército, dejando solo a las fuerzas guerrilleras sobre el terreno; establece tres regiones: una, la más grande, era la que debía ser “limpiada”; la segunda, al este de Trujillo, donde se proponía obtener los recursos necesarios para la sobrevivencia del ejército y, la tercera, el propio Trujillo, en la que se deberían concentrar los recursos obtenidos.

Para el logro de estos objetivos, un papel determinante lo jugó el líder cusqueño Marcelino Carreño que al mando de las guerrillas montoneras le propinó cuantiosas pérdidas en fuerzas y medios a los españoles. Este contingente, al igual que negros criollos que habían sido esclavos y que configuraron el batallón 8, vendrían a cumplir importantes misiones en pro de la causa independentista.

El 7 de marzo, el Libertador instala su puesto de mando en Trujillo. El 12 de abril ocurrió un hecho aparentemente irrelevante. No obstante, el Libertador con su característica visión estratégica, captó la trascendencia del mismo. El general español Pedro Antonio Olañeta, tomando nota de que en octubre de 1823, en España se había restablecido la monarquía, manifestó su lealtad al rey, rechazando la conducción que daban al ejército los generales ibéricos en el Perú, en su mayoría liberales. Olañeta se separó del ejército y se retiró al Alto Perú con su división. En su persecución, el virrey envió al general Jerónimo Valdés al mando de 4.000 hombres. 

Bolívar detectó que este hecho exponía al bando contrario a una situación de debilidad ordenando pasar a la ofensiva sin pérdida de tiempo. Muchos, incluso la mayoría de sus generales lo consideraron una quimera y una locura, pero finalmente, su convincente retórica y la confianza en un hombre que muchas veces los había llevado a la victoria, terminó por persuadir a sus subordinados quienes más por lealtad que por convicción, aceptaron las instrucciones emitidas desde el puesto de mando.

La orden de combate estableció que las tropas harían lo mismo que en julio de 1819 pero en sentido contrario. En Nueva Granada, los patriotas habían subido la cordillera para atravesarla de este a oeste a fin de tomar a los españoles por sorpresa. Ahora, irían desde el oeste al este para intentar repetir la hazaña.

Bolívar vislumbraba dos escenarios: el primero, que Valdés abandonara la persecución de Olañeta y regresara al escenario del conflicto, en cuyo caso la ofensiva patriota se desarrollaría en condiciones desventajosas, pero, si Valdés no retornaba con sus tropas, la victoria sería segura. 

En mayo, el ejército se puso en marcha hacia el sur. Debía recorrer casi 1000 km. a través de elevadas montañas, algunas con nieve en esa ápoca del año hasta llegar a Pasco que había sido designado como lugar de concentración del contingente patriota. El general José De la Mar comandaba el ejército peruano, teniendo como jefe de Estado Mayor al general altoperuano Andrés de Santa Cruz mientras que el general Sucre conducía al ejército colombiano, llevando bajo sus órdenes los destacamentos al mando de los generales Jacinto Lara (venezolano) y José María Córdova (neogranadino). Su jefe de Estado Mayor era el coronel irlandés Francisco Burdett O´Connor.

El Alto Mando del Ejército Libertador Unido era dirigido personalmente por el Libertador Simón Bolívar contando para la conducción estratégica con el doctor José Faustino Sánchez Carrión, tal vez el más eminente, capaz y eficiente entre todos los patriotas peruanos a cargo de los asuntos políticos y civiles con rango de ministro. Bolívar siempre mantuvo a Sánchez Carrión a su lado para garantizar la conducción estratégica de la guerra.

En tanto ocurría el desplazamiento del ejército, Bolívar, usando aquel antiguo adagio de Julio César de “Divide y vencerás”, le escribió dos cartas al general Olañeta, instándolo a unir fuerzas para luchar contra el “enemigo común”. En otro plano, se debe destacar la extraordinaria labor de aseguramiento logístico organizada por el general Sucre a lo largo de toda la ruta de la marcha, garantizando el abastecimiento con alimentos para la tropa y los caballos.

Los patriotas marchaban de norte a sur y los españoles en dirección contraria y en paralelo. En algún momento se cruzaron a poca distancia. El general español de origen francés José de Canterac que estaba al frente del ejército realista, jamás imaginó que Bolívar había podido organizar un contingente de gran dimensión, que el propio Bolívar estaría al mando de este y que marcharía al sur por la sierra y no por la costa que era considerada la maniobra lógica para el desplazamiento. Una vez más la argucia y la brillantez estratégica de Bolívar habían permitido lograr el objetivo: la sorpresa fue total.

Cuando Canterac descubrió la maniobra del ejército patriota, ya era tarde y ordenó retirada. Desde la altura, los republicanos observaron el movimiento realista. Bolívar dio la orden de ataque con la caballería contra el flanco del orden de marcha español. Presistiendo el inminente desastre, Canterac ordenó poner a salvo a la infantería y enfrentar a los patriotas con la caballería. Había comenzado la batalla de Junín. Era el 6 de agosto de 1824. Ante la cercanía entre ambos ejércitos esta confrontación se dio lanzas y espadas, no se disparó un solo proyectil.

Papel determinante vino a jugar el sargento mayor peruano Juan Andrés Razuri quien fue enviado por su jefe el coronel rioplatense Manuel Isidro Suárez al puesto de mando a recibir instrucciones del general De la Mar. En el fragor del combate, el escuadrón al mando de Suárez había permanecido oculto y guarecido por el terreno accidentado. La instrucción de De la Mar para Suárez fue que salvara su unidad. Pero al regresar Rázuri desde el puesto de mando y observar desde la altura que los realistas se habían desarticulado y que su dispositivo de combate se había trastornado, contrariamente a la disposición recibida, le indicó a su jefe que De la Mar había ordenado pasar a la ofensiva. El oficial rioplatense actuó en consecuencia golpeando a las atribuladas tropas españolas que no sabían de donde había salido este escuadrón. Tal acción motivó el ataque generalizado de los patriotas que consiguieron la victoria en solo 45 minutos.

En Junín, el ejército patriota obtuvo 700 fusiles y capturó un gran territorio. Bolívar prefirió no perseguir a los españoles tras la llegada de la noche. Además, los soldados estaban extremadamente agotados no solo por el combate, sobre todo por las largas jornadas de marchas forzadas antes de llegar a Junín. 

A pesar de la contundente derrota, los españoles habían salvado el grueso de su ejército al proteger la infantería. Sabedores de esta situación, Bolívar y los generales republicanos se orientaron a recuperar los heridos, explorar el terreno y hacer acopio de armamento. Así mismo, era vital saber qué había ocurrido con Olañeta.

Al llegar el mes de octubre, Santander no había enviado los refuerzos prometidos. En el contexto creado dicho contingente podría jugar un papel decisivo en el combate final que indudablemente se avecinaba. El 6 de octubre Bolívar reúne al Alto Mando y le informa que era de la opinión que debía desplazarse a la costa a atender asuntos de Estado y organizar una nueva fuerza que reforzara al ejército.

El Libertador designa al general De la Mar para sustituirlo en el mando del ejército por ser el oficial de mayor antigüedad, pero éste, en un acto de extrema generosidad declina en favor de Sucre, argumentando que el cumanés tenía mayor trayectoria y experiencia. Bolívar le ordenó a Sucre no presentar combate hasta no estar seguro de la victoria. En ese momento debería ser él quien decidiera el lugar del combate, no los españoles.

Así, se inicia una suerte de juego “del gato y el ratón” en el que Sucre con gran habilidad táctica, así como astucia y visión estratégica, burla una y otra vez la rabiosa persecución de los españoles que le querían dar caza a él y al ejército.

En algún momento no determinado de su viaje a la costa, Bolívar recibe un mensaje en el que se le comunica que el Congreso de Colombia lo había destituido de su cargo de jefe del ejército de su país. De igual manera, se le suprimieron las facultades extraordinarias que le habían concedido para el cumplimiento de su misión a través de un decreto del 9 de octubre de 1821. El Libertador aceptó la decisión, designando a Sucre como nuevo jefe del ejército de Colombia. A partir de entonces, continuó actuando únicamente como dictador del Perú. La comunicación recibida indicaba que también se había suprimido la Secretaría General y el Estado Mayor y que las facultades que estas instancias poseían se le habían entregado al vicepresidente Santander, encargado del poder ejecutivo. Bolívar conmina a Sucre y a los generales a aceptar la decisión del Congreso que en primera instancia había sido resistida por los altos oficiales del ejército. Así de forma intempestiva y sin desearlo, había llegado el tiempo de Antonio José de Sucre.

Su táctica de escabullirse y no enfrentar el combate estaba dando resultado al mismo tiempo que generaba ansiedad y desesperación en el bando español. El 6 de diciembre, después de más de dos meses de continuo movimiento, Sucre y De la Mar deciden que la batalla se libraría en la Pampa de Quinua.

El 9 de diciembre, muy temprano en la mañana, Sucre arengó a las tropas, uno por uno a cada batallón. A continuación, le dio la orden de ataque a la 2da. División al mando del general José María Córdova, colombiano, nacido en Antioquia, quien levantándose y apuntando con su espada hacia el frente, arengó a sus soldados al grito de ¡Adelante, a paso de vencedores! 

Veinticinco años tenía el antioqueño, 29 Sucre. Eran generales hechos en la guerra y las batallas. La extraordinaria conducción estratégica de las tropas por parte de Sucre, resultó decisiva, todos los generales y altos oficiales tuvieron igualmente una gran participación, lo cual unido al heroísmo sinigual y la alta solidez moral de los soldados, condujeron a la victoria. Sucre cumplió su plan sin alteraciones, exponiéndose él mismo en los combates.  La batalla no duró más de una hora.

Esa misma noche se produjo la capitulación de los españoles. Los generales patriotas y Sucre personalmente, se preocuparon de proteger a los prisioneros, curar a los heridos y respetar las jerarquías de los oficiales detenidos.

En la noche, el virrey La Serna que había sido herido y capturado en el combate se apersonó ante Sucre. Al entregarle su espada como símbolo de la derrota, le dijo ¡Gloria al vencedor! Sucre, negándose a recibir el trofeo, le respondió ¡Gloria al vencido! y le pidió que conservara su arma.

Unas semanas después, el 20 de diciembre, Bolívar le ordenó a Sucre dirigirse al Cusco para posteriormente seguir al Alto Perú que todavía estaba en poder de los españoles. El 10 de febrero de 1825, al cumplirse un año de la designación de Bolívar por el Congreso como dictador del Perú, el Libertador compareció ante la máxima representación del pueblo peruano para rendir cuentas de su actuación. Dijo que le parecía peligroso que un solo hombre concentrara todos los poderes del Estado. Le informó al Congreso que aún faltaba por rendir algunas fuerzas españolas que resistían la derrota, pero que cumplida esa misión, regresaría a Colombia para informar al Congreso de su país sobre el cumplimiento de la misión.

El Congreso no aceptó su dimisión, pero Bolívar insistió en ello. Así mismo, rechazó recibir una contribución de un millón de pesos que el Congreso había decidido concederle. Una y otra vez los congresistas insistieron, una y otra vez, Bolívar objetó el emolumento pero ante la insistencia, pidió que dicha suma se le entregara a Caracas, su ciudad natal. Ese mismo día, 10 de febrero, el Congreso del Perú, le otorgo a Sucre, el título de Gran Mariscal de Ayacucho.

Dos días antes de la batalla, sin saber cuándo ocurriría pero convencido de que la misma y su resultado eran inevitables, el Libertador dirigió un llamamiento a los Jefes de Estado de las nuevas repúblicas americanas antes españolas para reunirse en Panamá a fin de comenzar a construir la necesaria unidad americana. Una nueva batalla comenzaba. A doscientos años de Junín y Ayacucho, seguimos empeñados en ella. 

www.sergioro07.blogspot.com

Esta semana Dossier Geopolitico realizó un análisis de una serie de Foros internacionales de los cuales 3 especialmente se realizaron en nuestro subcontinente suramericano, bajo el Título: EL CAMINO DEL INCA SE CONECTA CON LA NUEVA RUTA DE  SEDA DEL SIGLO XXI En una primera aproximación diremos que estos Foros internacionales han perdido el valor desde su creación desde la globalización que conocimos en los 90s y también hablamos del despliegue del Asia sobre la región.

1 la Cumbre Iberoamericana en Ecuador la cual pasó prácticamente intrascendentemente y con la ausencia de todos los Jefe de Estado de desde México hasta la Patagonia solo asistieron los Jefe de Estado de ecuador y de España y Portugal

2 La Cumbre de la APEC (Foro Económico asia pacifico) en Lima, Peru, escaso en conclusiones y también con menor participacion de muchos Jefes de Estado o Primer Ministros o Monarcas de esa extensa región, que mostró que la reducción de la importancia del mismo y las divisiones de intereses de sus miembros, por ello fueron mucho mas importantes los acuerdos y la participacion de la reunión del BRICS+ -del que ya hicimos una columna- (con un presidente Joe  Biden extraviado) y un Presidente de China XI Jinping exultante (que es justamente el motivo de está charla radial con la importancia estratégica  de la inauguración del Mega Puerto de Chancay y que da origen al Titulo de está columna)

3 Un G20 en Rio de janeiro, Brasil, que demostró nuevamente la importancia y el desacople de los países emergentes y que se han transformado en mas importante que los otrora poderosisimos  G7 y que ya no manejan la agenda global a su gusto y placer y no pueden imponer sus “normas y reglas” pues no logran que por consenso imponer “su” agenda. 

Los BRICS+ en Kazan fueron mas concretos, productivos y eficaces y con mayor asistencia de jefes de estados que los Foros anteriores creados en la unipolaridad de EEUU de los 90s

AUDIO:

La Ruta del Inca se conecta con la Nva. Ruta de la seda S XXI:

Xi Jinping en Perú con la Presidenta Boluarte inauguraron el mega puerto de Chancay (que concentra el mayor intercambio comercial de suramerica con Asia) que opera en un Océano que representa cerca del 60 % del PBI global y casi 50 % del comercio.

CHANCAY: Este megaproyecto, financiado mayoritariamente por capital chino y que permitirá el ingreso de los barcos más grandes del mundo, reducirá los costos (fletes) y tiempos de transporte entre Asia y América Latina, consolidando al país como un punto de entrada estratégico para las mercancías en la región. Además, se plantea generar una zona franca que, como en otros países, inicie con cero impuestos para que atraiga inversión internacional. 

Este Mega Puerto reduce 3 semanas la navegación entre los 2 continentes y además desconecta de la dependencia de las rutas al Asia con América del Norte pues hasta la fecha había que hacer escala en Mexico o en EEUU para nuestros intercambios con Asia y por ello el Presidente Xi lo denomino certeramente: El Camino del Inca se conecta con la Nueva Ruta Marítima de la Seda S XXI y que tendrá ademas un despliegue y coneccion con la Ruta ferroviaria Bioceánica Chancay-Santos pasando por Bolivia…y deja en el olvido el proyecto IIRSA del Banco Mundial que jamas paso del papeleo pero nada concreto. Estos son los BRICS en suramerica. Ademas este mega puerto está disenado para ser usados por los super buques portacontenedores Post Panamax y movilizara la friolera de un millón y medio de contenedores anualmente. Gigantesco proyecto geoeconomico que también es geopolitico si los políticos nuestros no lo entienden y participamos en su planificación regional (para ello es necesario nada mas y nada menos que la coordinación de Argentina y Brasil) quedara Argentina fuera del S XXI. Decimos de participar por lo siguiente: …”En condiciones de estrategias de desarrollo nacional y regional de largo plazo, estas inversiones deberían estar pensadas no en términos de extractivismo y exportación de materias primas más veloces por menor recorrido de la carga, sino como integración de los territorios ricos en esos recursos, complementando las obras este-oeste con otras norte-sur que repartan los beneficios más equitativamente…” (Tektónikos.)

Carlos A. Pereyra Mele

Director de Dossier Geopolitico

Corredor Bioceanico ferroviario Brasil Peru

Por: Anthony Medina Rivas Plata (Perú). Lic. en Ciencia Política y Mg. en Políticas Públicas. Profesor de Ciencia Política de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Universidad Católica de Santa María. Egresado del U.S. Foreign Policy Program de la Universidad de Delaware (Estados Unidos). Que autoriza a Dossier Geopolitico a publicar su articulo

Las discusiones sobre temas internacionales en el Perú suelen estar mal enfocadas, tanto por la propia dinámica de las redes sociales (en donde las voces autorizadas suelen tener el mismo peso que las de influencers, trolls y comentaristas de ocasión), como del efecto que estas generan en las filias y fobias que nacieron como producto de la segunda vuelta del 2021 y de la coyuntura posterior a la caída del gobierno de Pedro Castillo. Evaluamos conflictos internacionales asumiendo bandos en países que no son el nuestro (¿eres demócrata o republicano?, ¿estás con Israel o con Hamás?, ¿eres chavista u opositor?, etc.), mientras que a la vez convertimos problemas estrictamente internos/domésticos en problemas de seguridad internacional; como cuando Fernando Belaúnde culpaba a la Unión Soviética y a la Comintern de la aparición de Sendero Luminoso o como cuando Alan García culpaba a los chilenos y al chavismo continental de los conflictos sociales en Bagua y Tía María. Debido a esta antilógica, no podemos evaluar de manera fría y realista las causas de la victoria de Donald Trump como del impacto que su futuro gobierno tendrá en nuestro país.

¿Por qué ganó Trump?


La victoria de Trump se debe principalmente a su agenda proteccionista en política económica y a la incapacidad del Partido Demócrata de ofrecer una alternativa que incluya a los trabajadores “blue collar” que perdieron sus empleos debido a la deslocalización industrial iniciada en los años 70, así como de la creciente privatización de los servicios públicos y del encarecimiento del precio de los alimentos y del costo de la vivienda. El llamado “progresismo”, la “ideología de género”, George Soros y todos los lugares comunes del conservadurismo alt-right pueden haber tenido una cierta influencia en la opinión pública a la hora de votar (sobre todo entre los más jóvenes), pero no son ni de lejos la razón por la cual Trump ganó las elecciones. Pero de ser así, ¿por qué entonces seguimos pensando que las últimas elecciones en Estados Unidos fueron una especie de referéndum anti-izquierdista?


¿El problema es el comunismo o el capitalismo?


Hace más de 10 años, la politóloga norteamericana Nancy Fraser acuñó el concepto “neoliberalismo progresista” para referirse a un conjunto de políticas postmateriales que posteriormente fueron identificadas con el movimiento “woke”: Feminismo, LGTBI, aborto, antirracismo e inclusión forzada de minorías étnicas en los medios y la cultura; las cuales fueron implementadas desde inicios de los 90’s por las administraciones demócratas de Bill Clinton en adelante (inalteradas por sus sucesores republicanos, por cierto). Hasta aquí, parecería que la teoría de Fraser coincidiría con la de influencers alt-right como Agustín Laje, pero esto es un error. Mientras que Laje culpa al “marxismo cultural” de promover una conspiración en contra de la vida, la familia y la propiedad privada; lo que Fraser señala es que el wokismo no es sino la mano izquierda del capitalismo en su variante neoliberal.


En su último libro, titulado “Globalismo”, Laje opina que la soberanía de los Estados está en riesgo como producto de la cooptación de los organismos internacionales por parte del activismo izquierdista global, el cual tendría como objetivo la creación de un régimen comunista mundial controlada por las élites en donde los vínculos sociales tradicionales desaparecen y la soberanía de los Estados es destruida. El libro de Laje intenta justificar teóricamente el discurso que el presidente argentino Javier Milei realizó en el Foro Económico Mundial en Davos el pasado enero: las élites mundiales son de izquierda, controlan los organismos internacionales, y las políticas que proponen son comunistas. Por supuesto, el libro de Laje no señala en qué momento el movimiento comunista mundial posterior a la disolución de la URSS se volvió millonario y logró “cooptar” dichos organismos. Por el contrario, Fraser, menos conocida en el mundo de las redes sociales y de los TikToks de minuto y medio, señala que la destrucción de la vida, la familia y la propiedad no se produce como consecuencia del wokismo, sino como consecuencia de políticas neoliberales de privatización, desregulación, tercerización, financiarización y oligarquización de la economía norteamericana; en la cual la izquierda institucional, representada por el Partido Demócrata, ha seguido al pie de la letra la doctrina económica de republicanos como Ronald Reagan y George H. W. Bush (padre), utilizando al progresismo como una especie de “premio de consuelo” para con sus bases izquierdistas frente a su incapacidad de producir cambios en el modelo económico estadounidense. Aquí tocaría preguntarse si la razón por la cual las generaciones jóvenes (millenials/centennials) deciden no tener hijos tiene más que ver con que no les alcance el dinero para llegar a fin de mes o con el ver a lesbianas o transexuales en alguna película de Netflix o Disney.


¿De qué manera el progresismo refuerza al capitalismo?


Para ilustrar el concepto de neoliberalismo progresista, Fraser en su artículo de 2013 “How feminism became capitalism’s handmaiden” (“¿Cómo el feminismo se convirtió en la mucama del capitalismo?”) señala que el movimiento feminista de los Estados Unidos dejó de defender reivindicaciones colectivas de clase para enfocarse estrictamente en una política neoliberal de “cuotas” de acceso de mujeres al mercado laboral; absolutamente compatibles con las políticas antisindicales y de desregulación de derechos laborales iniciadas por Reagan en los años 80. Efectivamente, si el único cambio que propone el Partido Demócrata es el de reemplazar a los patrones hombres blancos y educados en Universidades Ivy League por patronas mujeres blancas y educadas en Universidades Ivy League, mientras las empleadas latinas que trabajan para ellas no tienen ni para pagar el alquiler; entonces no debería sorprendernos que el mal llamado “voto latino” se haya inclinado por un Trump que propone cortar la competencia de migrantes ilegales y el retorno de los trabajos que se fueron a China y al Sudeste Asiático desde la época de Nixon en adelante. La victoria de Trump por segunda vez es la mayor derrota que el neoliberal-progresismo ha enfrentado en toda su historia; y en consecuencia es el fin de una forma de hacer política que en los Estados Unidos se había vuelto inamovible desde los años 90.


Pero nuevamente, si ya es bastante claro que las preocupaciones de los votantes son principalmente económicas, ¿entonces por qué el movimiento conservador, tan activo en redes sociales, sigue diciendo que su prioridad es la lucha contra de los woke, las ONGs y la izquierda? Obviamente, porque la única forma de hacer que la gente vote por políticas contrarias a sus intereses es desviando su atención con cortinas de humo como las del “marxismo cultural” y la “ideología de género”; dirigiendo sentimientos antiprogresistas, ya sea contra la “casta” en Argentina, los “burócratas de Bruselas” en Reino Unido, las “élites globalistas” en Estados Unidos o contra los “caviares” en el Perú. Si los conservadores dijeran la verdad sobre lo que quieren hacer con la economía no sacarían ni el 1% de los votos. Esto puede llegar a niveles esquizofrénicos, como en el caso de Argentina donde mucha gente es capaz de seguir tolerando políticas económicas abiertamente antipopulares y regresivas, como las que el señor Milei viene ejecutando en contra de ellos. No importa si hoy el costo de vida en Argentina es el más alto de América Latina (superando incluso a algunos países europeos) o que la pobreza haya llegado al 53% como producto de sus políticas de ajuste estructural; al parecer, lo realmente importante para muchos argentinos es que hayan eliminado el Ministerio de la Mujer y el llamado “lenguaje inclusivo” en los documentos de gestión pública. En ese sentido, la llamada “batalla” contra el “marxismo cultural” no es más que una cortina de humo que oculta la verdadera batalla: una de carácter estrictamente económico en la que, por supuesto, el pueblo es el enemigo.


Conclusiones


Vemos entonces que evaluar la victoria de Trump implica evaluar la contradicción entre un patrón de voto y el resultado de las políticas públicas implementadas desde el gobierno una vez tomado el poder. Los norteamericanos quieren más producción local y no más importaciones de China; más regulaciones bancarias y no más derivados financieros; más servicios públicos de calidad y no más privatizaciones. Pero hacer eso implicaría que Trump rompa definitivamente con los sectores libertarios y anarcocapitalistas (los más acérrimos antiizquierdistas existentes en Estados Unidos hoy) que lo apoyaron durante su campaña de 2016, así como con muchos de los amigos millonarios que se beneficiaron de las políticas de desregulación que implementó en su primer gobierno. Aún no sabemos cuáles serán las reales políticas económicas que implementará Trump a partir del 20 de enero de 2025 (ya sabemos que una cosa es la campaña y otra el gobierno), pero por ahora, de acuerdo con el índice de Bloomberg Billionaires Index, magnates como Elon Musk, Jeff Bezos o los “progres” Bill Gates y Mark Zuckerberg han visto multiplicadas sus fortunas en los días posteriores a la victoria de Trump debido al incremento del valor de las acciones de sus empresas. Qué tanto beneficiará al pueblo norteamericano el aumento de la riqueza de los multimillonarios es una pregunta aparte.

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

No había querido emitir opinión sobre la decisión de Brasil y de Lula de vetar el ingreso de Venezuela al BRICS. Me llamó la atención el comunicado de la Cancillería de Venezuela donde exculpa al presidente de Brasil, al canciller e incluso al asesor presidencial Celso Amorim.

Ahora el presidente Maduro ha dado a conocer pormenores del hecho en el que expone que Lula no fue bien informado. Creo que el comunicado de la Cancillería de Venezuela es de altura, expone una posición de Estado, pero con todo respeto no lo comparto.

No sé si la vicepresidenta Delcy Rodríguez lo recuerda pero cuando ella era ministra del despacho y yo director de relaciones internacionales de la presidencia ocurrió un hecho similar bastante dramático. Fue en julio de 2006 cuando se realizó una Cumbre de Mercosur en la que Venezuela se incorporaría a la membresía de esa instancia. Ya los presidentes Néstor Kirchner de Argentina, Lula da Silva de Brasil y Tabaré Vázquez de Uruguay estaban en el país. El Comandante Chávez esperaba que el presidente Nicanor Duarte llegara a Maiquetía para trasladarse al teatro Teresa Carreño donde se verificaría la firma del documento. Ante la premura que emanaba del hecho de que había tres presidentes esperando, el presidente Chávez había ordenado que el mandatario guaraní fuera trasladado a Miraflores en helicóptero tan pronto llegara al aeropuerto a fin de que juntos arribaran al Teresa Carreño.

En ese momento, desde Cancillería nos informaron que un funcionario paraguayo de tercer nivel (algún tiempo después se supo públicamente que trabajaba para una agencia del gobierno de Estados Unidos) se negaba -sin causa conocida- a firmar un documento imprescindible para que finiquitara el proceso. Esta situación amenazaba con hacer fracasar la Cumbre y paralizar el ingreso de Venezuela al organismo subregional.

Para ganar tiempo y posibilitar la solución del inconveniente, el Comandante Chávez cambió su decisión inicial e instruyó que al presidente Duarte lo trasladaran a Miraflores por vía terrestre, lo recibiría y conversaría con él hasta el impasse fuera resuelto. A su vez, la ministra Delcy ordenó que me trasladara al Teresa Carreño, buscara al funcionario paraguayo y resolviera el problema…y el problema se resolvió. Venezuela entró a Mercosur ese día 4 de julio de 2006. Existe la posibilidad de que un funcionario de tercer nivel tomé una decisión de Estado incluso en contra de la opinión de sus jefes, pero una decisión tomada y ejecutada en ese nivel, es débil y se puede revertir si se actúa con celeridad y se toman las medidas adecuadas.

Lo digo porque la diplomacia a veces no transcurre por las vías habituales y es necesario recurrir a mecanismos no tradicionales. Sin dudar en lo más mínimo de la explicación del presidente Maduro y reconociendo que ha manejado esta situación con gran tino en defensa de los intereses estratégicos de Venezuela, me permito discrepar respecto de la responsabilidad de Amorim y de Lula en la decisión que conlleva a esta situación que condujo a que nuestro país no pudiera ingresar a Brics. 

Es posible que el diálogo de Lula con el presidente Putin, lo haya llevado a una reflexión que lo colocara -por un instante- en el escenario de la estrategia para darse cuenta que sus asesores lo condujeron al terreno de la pequeñez coyuntural a fin de servir a los intereses de Europa y Estados Unidos  y que tal deliberación introspectiva le haya dado la pauta del tremendo error cometido, pero a mí me parece que en este caso hay una actuación premeditada sustentada en el marco de definiciones ideológicas que se han venido manifestando desde hace mucho tiempo.

He tratado de dar seguimiento a esas actuaciones. El 5 de abril publiqué un artículo bajo el título “Lula y Petro: Dime con quién andas y te diré quién eres”. En una de sus partes dice: “Lula ha sido, sin duda alguna, un gran luchador social que enfrentó a la dictadura que asoló a su país por más de 20 años, pero no es un revolucionario ni ha confrontado el sistema de dominación de su país; al contrario, es parte de él. Su objetivo es producir reformas que mejoren las condiciones de vida de los brasileños sin tocar los intereses de las grandes empresas extranjeras que permanecen en el país. Como se decía a finales del siglo pasado es un socialdemócrata tradicional al estilo Willy Brandt o Françoise Mitterrand, a quienes adora y admira.

En esa medida, no ha abandonado la idea heredada de sus antecesores de fortalecer al subimperialismo brasileño intentando construir una integración subordinada. Por eso su esfuerzo de aliar Mercosur e incluso América Latina a Europa. Su operador político en estas lides fue y es Celso Amorim, un diplomático de carrera, típico producto de Itamaraty, devenido militante del PT por las circunstancias y los intereses mutuos. Es Amorim quien ha “bombardeado” a Lula -tras recibir instrucciones del Elíseo- acerca de las “carencias democráticas” de Venezuela basadas en la imposibilidad legal y constitucional de la señora Machado de ser candidata en las elecciones.

Hay que decir que es natural que Lula y Amorim actúen así, responde al ADN de la élite brasileña que nunca ha luchado contra nadie. Todo lo han obtenido negociando y cediendo en el marco de una institucionalidad sistémica frente a la cual jamás se han rebelado. Por supuesto que en la historia de Brasil ha habido grandes líderes revolucionarios como Tiradentes, Carlos Marighella y Luis Carlos Prestes entre otros. Lula no es uno de ellos.

La ambigüedad de su discurso (y el de Dilma Rousseff, todavía más acentuado), lo aislaron del pueblo. Ambos abandonaron a los humildes que los llevaron al poder. En este momento recuerdo cuando en 2006 las organizaciones populares y sociales de Brasil le solicitaron al Comandante Chávez que intercediera con Lula a fin de que los escuchara. Con aprobación de éste, Chávez arriesgó su capital político y, aprovechando un viaje a Curitiba se reunió en un teatro lleno con líderes y dirigentes sociales que acudieron de todo el país a plantearle cara a cara tal demanda. Incluso poniendo en riesgo su integridad física porque un pequeño grupito de exaltados quiso acercarse violentamente a él, los escuchó pacientemente, tomó nota y les dijo que entendía sus razones, que iba a hacer lo que le pedían pero que en su parecer, en el momento presente de Brasil, pensaba que se debía apoyar a Lula. No creo que en toda su vida, Chávez haya recibido una rechifla tan grande como la que escuchó con paciencia ese día hasta que una vez calmados los ánimos, les habló largamente a los asistentes de la superior causa de América Latina y el Caribe, cerrando el evento con continuados y efusivos aplausos y vivas.

Años después, cuando le dieron el golpe de Estado, Dilma llamó al pueblo a salir a las calles. Nadie lo hizo. Era normal, no les tomaba el teléfono a los dirigentes sociales, no los recibía, ni los atendía. Su alianza era con los empresarios, uno de ellos, que era su vicepresidente, fue el líder del golpe que la derrocó. El abandono del pueblo se paga caro. Nos daban lecciones, recuerdo la petulancia y soberbia de algunos dirigentes del PT que nos decían lo que debíamos hacer, pero aquí, Chávez resistió el golpe de Estado, porque el pueblo movilizado, lo repuso en el poder.

Ni siquiera se movilizaron a favor de Lula cuando estaba preso. Los grandes eventos que pedían su libertad reunían a 40 mil personas en un país de 215 millones de habitantes. Y es normal que haya sido así. En el momento en que lo estaban llevando a la cárcel, Lula en la versión más acabada de un hombre de las instituciones, dijo: “Confío en el sistema jurídico de Brasil”. No hizo un llamado al pueblo, no, confió en las instituciones.

Tal vez esas sean características positivas: la conciliación, el carácter pusilánime y la debilidad de espíritu, finalmente a ellos, la monarquía les regaló la independencia y la República y es posible que esa historia haya configurado su espíritu conciliador. Pero a Venezuela nadie le regaló nada, nosotros tuvimos que luchar por ellas y a un costo muy alto. Por eso, nosotros en lo nuestro y ellos en lo suyo, pero no es Lula quien nos puede dar lecciones de democracia.

Tampoco de sentimiento y espíritu latinoamericanista puede Lula dar enseñanzas. Dije antes que él piensa en la necesidad de una integración subordinada. No son palabras huecas: ¿Quién impidió que se estableciera una arquitectura financiera en América del Sur? ¿Quién le puso todo tipo de trabas al SUCRE hasta impedir que funcionara? ¿Quién prestó poca atención a la creación de la CELAC hasta que entendieron que la necesitaban como plataforma para lanzarse a la conquista de un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU? ¿Quién apoyó a UNASUR solo cuando Itamaraty estuvo segura que la podía controlar? ¿Quién huyó de Mar del Plata cuando Chávez, Kirchner, Tabaré Vázquez y hasta el conservador Nicanor Duarte le plantaban cara al jefe del imperio? ¿Quién atrasó todo lo que pudo la construcción de la refinería Abreu e Lima que Chávez impulsó para el bienestar del nordeste olvidado y marginado de Brasil? ¿Quién, ante el golpe de Estado contra el presidente Castillo en Perú, dijo que había sido una transición en términos institucionales?

Yo respeto lo que puede haber hecho Lula en favor de su pueblo. No sé si es todo lo que pudo, pero no puede, ni debe estar dando lecciones de democracia a nadie, por lo menos en Venezuela no lo permitimos. Si la señora Machado le concedió ese derecho, se debe entender con ella y asumir la responsabilidad de aliarse con aquellos que hacen apología del terrorismo y favorecen una intervención militar extranjera en el país. ¿Por qué si Bolsonaro lo hace, está mal, pero si lo hace Machado, es correcto? ¿Por qué uno actuó al margen de la ley y otra lo hizo en favor de la democracia? ¿Por qué Bolsonaro es golpista y Machado no? Aclárelo, señor presidente Lula porque si no el presidente Maduro podría tener derecho a pedir que cese la persecución contra el expresidente Bolsonaro. ¿Qué le parece? Claro, el presidente Maduro jamás hará eso, primero porque no se inmiscuye en los asuntos internos de Brasil y segundo porque jamás apoyará a un terrorista violento y golpista como está haciéndolo Usted en Venezuela.

Estimado compañero Lula, quisiera recordarle que el primer presidente en manifestar la solidaridad con Usted tras su injusta prisión fue Nicolás Maduro y el primer presidente en expresar su rechazo y repudio al golpe de Estado contra Dilma Rousseff fue Nicolás Maduro. No hubo cálculo político al decidir esas acciones. Hoy recogemos el ánimo y la solidaridad del pueblo brasileño que rechaza sus manifestaciones de apoyo al terrorismo en Venezuela. También es bueno recordar que el 25 de julio de 2019, la señora Machado tuiteó contra usted y el peligro que significaba que el Foro de Sao Paulo reclamara su libertad.

Como dicen los jóvenes ahora, “usted está en otra” presidente Lula. Mientras los pueblos africanos se rebelan y rompen con Francia, usted le declara su amor a Macron en el mismo lugar en que las empresas francesas devastan la Amazonía sin contratiempos. Más coherencia presidente, porque eso si es grave”.

El 8 de agosto reiteré tales conceptos  en una entrevista para radio y televisión con el periodista Carlos Arellán de Venezuela News y ante la pregunta específica respecto de que me parecía la actuación de Brasil y de Lula respondí: [versión transcripta]  “Hay que entender a Lula en sus circunstancias, fue un gran dirigente sindical, reconocido por su lucha contra la dictadura del siglo pasado en su país, que estuvo preso varias veces, nunca dejó de luchar contra la dictadura y cuando se implantó la democracia en Brasil en los años 80 del siglo pasado y Lula trata de abrirse un espacio mucho más allá de lo local, encuentra a Fidel Castro, descubre a Fidel Castro y al hacerlo, descubre un modelo de comportamiento que en las condiciones que él estaba le pareció positivo asumiendo posiciones  más radicales que sentaron un punto de vista y un comportamiento del Partido de los Trabajadores y de él en todo ese período de alrededor de 20 años desde aproximadamente los años 84-85 hasta que llega al gobierno en el 2003.

Cuando llega al gobierno y comienza por segunda vez a buscar espacios en el mundo se encuentra que está Fidel Castro todavía y ahora Hugo Chávez y entiende que aliarse con ellos le puede ser favorable para que, la condición que siempre ha tenido Brasil como potencia subregional se proyecte en nuevos espacios. De esta manera, asume posiciones que ya los comandantes Fidel Castro y Hugo Chávez estaban impulsando. Lula se pliega a ellas, las asume pero, sin ser un revolucionario ni un transformador.

Lula va a Mar del Plata, pero se escapa. Se puede buscar la foto de ese día para confirmar que no estaba ahí. Nicanor Duarte, el presidente paraguayo que era de derecha estaba ahí, también Maradona y Kirchner, pero no estaba Lula.

Esa es la personalidad de Lula, pusilánime, dubitativo y que además ahora, en la medida que no está Chávez ni está Fidel, se acerca a otros que le acomoden mejor. Hoy por razones que desconozco le ha acomodado mejor Francia y Macron. Eso ha hecho que hoy Lula se asuma como un exponente de la política europea hacia América Latina, como un vocero de la Unión Europea en América Latina.

En esa medida está actuando respecto de Venezuela y como es un tipo sagaz, en un país que es fronterizo con Brasil ha ido cambiando su discurso y su comportamiento de acuerdo con las circunstancias. Es lo que ha hecho, Lula y Brasil siempre: acomodarse a la situación, nunca asumir una posición en nada. Nunca lo ha hecho, nunca ha asumido una posición de vanguardia en nada, espera ver si Estados Unidos tiene más fuerza para acomodarse. Ahora constata que hay países emergentes muy activos y se mete a BRICS. En algún momento pensó que podía hegemonizar América del Sur, entonces se esforzó en crear Unasur pero no aceptó y saboteó la creación del SUCRE y el Banco del Sur. Eso no surgió porque Lula no quiso que surgiera.

En el caso de CELAC donde tenía que enfrentar la influencia de la otra potencia regional, México, considerando que en América del Sur es evidente su poder, pero en el contexto latinoamericano y caribeño debía confrontar con México ¿Cuándo se transformó América Latina y el Caribe en objeto de su interés? Cuando se dio cuenta que para concretar su ambición de ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU necesitaba a los países de la región, entonces comenzó a incrementar su presencia, instaló embajadas en los países del Caribe y fortaleció su presencia en América Central.

No podemos esperar más que eso de Lula porque es una persona acomodaticia, dubitativa, pusilánime, dotado de un gran sentimiento nacionalista, pero más que eso, nada”

El 12 de septiembre, en otro artículo titulado “BRICS. Hacia la Cumbre de Kazán, perspectivas y procesos” expuse que: “La Cumbre de Kazán tendrá que tomar decisiones de cara al futuro. No se debería repetir el chasco que significó que Lula, solo por favorecer a su amigo Alberto Fernández, propusiera e hiciera aprobar el ingreso de Argentina, sabiendo que podría pasar (lo que lamentablemente ocurrió) que la llegada al poder de Javier Milei impidiera la concreción de esa superficial y emocional propuesta.

Aunque la presidencia pro tempore rusa ha dicho que esperaba que representantes de los países latinoamericanos asistieron a la Cumbre del Brics en Kazán, hay que decir que una cosa es asistir a la Cumbre y otra, entrar a la organización. No sabemos si con la frivolidad que lo caracteriza y continuando con su política de favorecer a Estados Unidos y Europa, Lula –que no ha reconocido aún al presidente Maduro- «vete» el ingreso de Venezuela, poniendo a China, a Rusia y a los miembros restantes en una encrucijada que los lleve a tener que decidir entre Brasil y Venezuela. Vale decir que hasta el momento, Brasil es el único país miembro de BRICS que no ha reconocido al presidente Maduro”.

Finalmente, el 25 de septiembre en la segunda parte de un artículo titulado “La izquierda en América Latina. Tendencias y perspectivas” opinaba que: Como siempre, en la victoria las malas costuras quedan ocultas, pero en la derrota todas se ponen a la vista. El reflujo iniciado en 2015 produjo un profundo impacto en la izquierda. Esta vez el esfuerzo mediático imperial sustentado en su poderoso aparato informativo-cultural se transformó en un instrumento principal para acentuar el retroceso, estimulando las percepciones negativas en torno a que en esta ocasión la regresión era definitiva y total. Era, en el fondo, una suerte de “fin de la historia latinoamericana”, la debilidad y la tibieza de algunos emergió, estimulando la derrota por un lado y posiciones acomodaticias e intermedias que postulaban que “si, pero no”, por el otro”. Al finalizar dicho artículo señalaba que Lula era exponente de esta tendencia.

El daño causado por Lula no afecta solo a Venezuela que a pesar de todo recibió el apoyo casi unánime de BRICS (miembros y nuevos ingresos) manifestado en las múltiples reuniones bilaterales del presidente Maduro en Kazán y las posteriores visitas del mismo mandatario a Argelia y de la vicepresidenta Delcy Rodríguez a India y Vietnam.

El daño principal se lo ha asestado al propio Brasil -como lo ha señalado en varios artículos el analista y dirigente político brasileño Valter Pomar- y sobre todo a Brics, sometido a las veleidades de Lula y a las necesidades de Amorim de rendir tributo a sus amos europeos.

Creo que resulta sumamente peligroso para el futuro de Brics que hoy se hable con total naturalidad del “veto de Brasil al ingreso de Venezuela”. Esa institución [la del veto] presente en el Consejo de Seguridad de la ONU es expresión de la dictadura de esa instancia. Si Brics pretende diferenciarse y construir un espacio democrático que tome en cuenta a todos los países y pueblos del mundo, tendrá –de alguna manera- que desprenderse del derecho a veto, causa fundamental de las injusticias, la guerra y la devastación del planeta. 

Más allá de Venezuela que resistirá y vencerá, el reto del Brics es transformarse en la plataforma de construcción de un mundo nuevo. De no eliminarse el derecho a veto, el grupo se paralizará. De cara al futuro, los Brics no puede ni debe permitir el chantaje y la coacción de Brasil. Primero, fue el ingreso de Argentina, ahora el veto a Venezuela ¿hasta cuándo Brasil seguirá imponiendo su irresponsabilidad y su agenda europea al Brics?

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