Por Pepe Escobar

Putin nunca sacrificará las demandas de “indivisibilidad de la seguridad” que Rusia planteó a Washington en diciembre de 2021 y que no recibieron respuesta alguna.

El “alto el fuego” anunciado con su característica grandilocuencia por el equipo de Trump 2.0 debería verse como un kabuki de mal gusto dentro de una matrioska barata.

A medida que vamos quitando las máscaras sucesivas, la última que queda en el interior de la matrioska es una pequeña bailarina travesti despierta: una Minsk 3 disfrazada de drag.

Ahora es el momento de un nuevo “alto el fuego”: el presidente Putin, solo en uniforme por segunda vez desde el inicio de la SMO, muy serio, visita la línea del frente en Kursk.

Finalmente, la clave para la verdadera operación de desprendimiento: la conferencia de prensa de Putin después de su reunión con Lukashenko en Moscú.

¿Alto el fuego? Por supuesto. Lo apoyamos. Y luego, metódica y diplomáticamente, el presidente ruso, con un estilo Caravaggio, aplicó un claroscuro total a cada detalle geopolítico y militar de la estrategia estadounidense. Una deconstrucción artística y consumada.

Resultado final: la pelota vuelve a estar en manos de Donald Trump. Dicho sea de paso, el líder del Imperio del Caos, en proceso de renovación, no tiene (la cursiva es mía) la última palabra.

El arte del matiz diplomático

Así es como funciona la diplomacia al más alto nivel: algo fuera del alcance de los patanes norteamericanos como Rubio.

Putin tuvo la gentileza de agradecer “al presidente de los Estados Unidos, el señor Trump, por prestar tanta atención a la resolución del conflicto”.

Al fin y al cabo, los estadounidenses también parecen estar implicados en “lograr una noble misión, una misión para detener las hostilidades y la pérdida de vidas humanas”.

Luego pasó al grano: “Este alto el fuego debería conducir a una paz duradera y eliminar las causas iniciales de esta crisis”.

Como en todos los casos, Rusia deberá satisfacer sus imperativos clave, ampliamente conocidos desde al menos junio de 2024. Al fin y al cabo, es Rusia quien está ganando la guerra en el campo de batalla, no Estados Unidos, ni la ya fragmentada OTAN, ni mucho menos Ucrania.

Putin se mantuvo firme respecto del alto el fuego: “Estamos a favor”.

Pero hay matices; una vez más, se llama diplomacia. Empezando por la verificación, posiblemente el núcleo del razonamiento de Putin:

¿Cómo se usarán estos 30 días? ¿Para continuar la movilización forzada en Ucrania? ¿Para recibir más armas? ¿Para entrenar a las unidades recién movilizadas? ¿O no se hará nada de esto?

¿Cómo se resolverán los problemas de control y verificación? ¿Cómo podemos garantizar que nada de esto ocurra? ¿Cómo se organizará el control?

Espero que todos entiendan esto con sentido común. Son asuntos muy serios.

No: la eurocracia colectiva, sumida en una rusofobia demente, no entiende el “sentido común”.

Una vez más, Putin se remitió diplomáticamente a la «necesidad de colaborar con nuestros socios estadounidenses. Quizás hable con el presidente Trump».

Así que habrá otra llamada telefónica pronto.

Trump, por su parte, perennemente flotando en las nubes de grandilocuencia, ya aplicó su “influencia” en las negociaciones, incluso antes de la respuesta detallada de Putin al kabuki del alto el fuego.

Intensificó las sanciones al petróleo, al gas y al sector bancario de Rusia, permitiendo que la exención a las ventas de petróleo ruso expire esta semana.

Esto significa en la práctica que los vasallos de la UE y otros “aliados” de ese tipo ya no pueden comprar petróleo ruso sin evadir las sanciones estadounidenses.

Incluso antes de eso, elementos de la banda criminal de Kiev pedían más sanciones contra Rusia como parte de un plan de «paz». Trump, obviamente, accedió, eludiendo una vez más la diplomacia básica. Solo aquellos con un coeficiente intelectual inferior a cero pueden creer que Moscú apoyará un alto el fuego/»proceso de paz» donde se le sancione por intentar poner fin a una guerra que, de hecho, está ganando en el campo de batalla, desde el Donbás hasta Kursk.

Las sanciones deberán ser el eje central de las posibles negociaciones entre Estados Unidos y Rusia. Al menos una parte de esos miles tendrá que desaparecer desde el principio. Lo mismo ocurre con los aproximadamente 300.000 millones de dólares en activos rusos «incautados» (es decir, robados), la mayoría de los cuales se encuentran en Bruselas.

Anexo, luego existo

El cuadro de alto el fuego de Caravaggio realizado por Putin revela que no tiene absolutamente ningún interés en antagonizar al notoriamente volcánico Trump, o en poner en peligro la posibilidad de una distensión entre Estados Unidos y Rusia en ciernes.

En cuanto a Kiev y los euro-chihuahuas, permanecen en el menú, y no en la mesa.

Como era de esperar, los principales medios de comunicación occidentales, como una ola de detritos tóxicos que golpea una costa prístina, están haciendo girar la idea de que Putin dijo “Nyet” a la táctica del cese del fuego como preludio para frustrar cualquier negociación al respecto.

Estos especímenes no entenderían el significado de “diplomacia” ni siquiera si fuera un cometa perforando el cielo.

En cuanto a la historia sobre los británicos “ayudando” a los estadounidenses y a los ucranianos a urdir la táctica del cese del fuego, eso ni siquiera puede considerarse un sketch de mala calidad de Monty Python.

Las clases dirigentes británicas, el MI6, sus medios de comunicación y centros de investigación, simplemente aborrecen cualquier negociación. Están en guerra frontal con Rusia, y su plan A —no hay plan B— sigue siendo el mismo: infligir una «derrota estratégica» a Moscú, como bien sabe el SVR.

El meollo del asunto es el Mar Negro. El análisis de Vladimir Karasev, según explicó a TASS, es acertado: «Los británicos ya han entrado en la ciudad de Odesa, que consideran un lugar clave. Sus servicios especiales están muy involucrados allí. Los británicos no ocultan su deseo de establecer una base naval en Odesa».

Odessa forma parte del amplio menú de recursos de Ucrania, en tesis, ya entregados a los británicos en virtud del turbio –y completamente ilegal– acuerdo de 100 años firmado entre Starmer y la sudadera sudorosa de Kiev.

Según las notas al pie del turbio acuerdo y de la nota «hecha en la sombra», Zelensky ya entregó a los británicos todo tipo de control sobre minerales, plantas de energía nuclear, instalaciones subterráneas de almacenamiento de gas, puertos clave (incluido Odessa) y plantas de energía hidroeléctrica.

En cuanto a la saga de minerales y tierras raras en curso en 404, o lo que quede de ella, los británicos compiten ferozmente con los estadounidenses. La CIA, obviamente, está al tanto. Todo esto se va a complicar enseguida.

Un debate serio en círculos bien informados de Moscú es que Putin jamás sacrificará las exigencias de «indivisibilidad de la seguridad» que Rusia planteó a Washington en diciembre de 2021, y que no obtuvo respuesta. La OTAN, por supuesto, jamás las aceptará. La decisión final la tendrá que tomar el presidente de Estados Unidos.

Y eso nos lleva al papel finalmente patético de la OTAN, ilustrado gráficamente por el Presidente de Estados Unidos, en la Oficina Oval, expandiendo alegremente su impulso para anexar tanto a Canadá como a Groenlandia (ambos parte de la OTAN) justo en frente del lamentable títere holandés Tutti Frutti o-Rutti, el Secretario General de la OTAN.

Aquella losa amorfa de rancio queso gouda holandés no sólo no dijo ni pío sobre las anexiones: brillaba como un bebé delante de Trump.

Eso fue la OTAN al desnudo: la Voz de su Amo gobierna a su antojo, y decida lo que decida, incluso la «seguridad» y la integridad territorial de los Estados miembros podrían estar en peligro. Así que vuelvan a jugar en su arenero. Adelante, a la próxima llamada telefónica entre Putin y Trump.

FUENTE : https://strategic-culture.su/news/2025/03/14/putin-peels-off-masks-of-the-ceasefire-kabuki/

Las opiniones de los colaboradores individuales no representan necesariamente las de la Fundación Cultura Estratégica y las de DOSSIER GEOPOLITICO/

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

Si la conquista y colonización forzada fue una desgracia para los pueblos del sur, el que a vastas regiones de América hayan llegado los españoles primero que otras potencias coloniales fue una doble desgracia. A finales del siglo XV, España se encontraba en un proceso de transición hacia la Edad Moderna, marchando a la zaga de buena parte de Europa en este sentido.

La culminación de la Reconquista a fines del siglo XV tuvo como resultado la expulsión violenta de los musulmanes de la península ibérica y la convergencia política y territorial de las principales coronas españolas, las de Castilla y Aragón. A esa unión monárquica se incorporaron poco después otros reinos lográndo así la completa unión peninsular hispánica, o ibérica, en el marco de una monarquía común.

El título de Católicos concedido a los reyes de España por el papa Alejandro VI en 1496,  hizo referencia en su momento a la concreta adscripción religiosa de la monarquía y a su defensa de la fe católica. Con ello, los procesos de conquista y colonización se realizaron no solo en nombre de un poder político, también de un poder divino. Ambos fueron usados para desatar el peor genocidio cometido jamás en la historia de la humanidad. 

Así, la historia nos enseña con lujo de detalles, lo que hizo esa raza maldita venida de allende los mares. Tal vez no sería correcto culpar a los españoles de hoy de los desmanes que cometieron sus antepasados, salvo porque lo siguen reivindicando como si fuera un pretérito glorioso que además niega la consumación del asesinato de  alrededor de 56 millones de seres humanos, el 90% de la población del Abya Yala de entonces.

Después de 332 años de ocupación salvaje fueron derrotados y se tuvieron que ir. Pero aun se quedaron en Cuba y Puerto Rico por 74 años más. Todo esto vino a mi mente cuando leí que el actual presidente del gobierno español Pedro Sánchez, intentando rechazar las recientes medidas tomadas contra Europa por la administración del presidente Donald Trump,  dijera palabras más, palabras menos, que buena parte de la riqueza de Estados Unidos había sido obtenida gracias a Europa… y vaya que España ha jugado un papel relevante en ese sentido. Lo que extraña es que sus líderes lo reivindiquen como algo positivo.

Ya  en febrero de 1819, España cedió gustosamente a Estados Unidos los territorios de Florida y Oregón y la navegación por el río Misisipi  a cambio de que Washington la apoyara en su lucha contra los independentistas del sur. A través del Tratado Adams-Onis o Tratado Transcontinental, España aceptó algunas migajas, entre otras que Estados Unidos “respetará” su posesión de Texas y los límites de California. Sabemos lo que ocurrió después con estos territorios, que incrementaron la “riqueza” de Estados Unidos. Pero el secretario de Estado John Quincy Adams, posteriormente presidente de Estados Unidos ni siquiera aceptó hacer una promesa formal,  se limitó solo a una declaración verbal  sobre estos asuntos. 

Mucho antes, por lo menos desde 1801, Estados Unidos había mostrado su interés en apoderarse de Cuba. Algunas décadas después, una vez más, España acudió gustosa a incrementar la riqueza de Estados Unidos. En diciembre de 1898, una España acostumbrada a que se le impusieran acuerdos ignominiosos, firmó con Estados Unidos el Tratado de París mediante el cual renunció a la “soberanía y propiedad de Cuba” al tiempo que cedía -en favor de la riqueza de Estados Unidos-  Puerto Rico, las islas Guam y el archipiélago de las Filipinas. Claro, España permitió que Estados Unidos se introdujera en la guerra de independencia de Cuba cuando los irredentos mambises tenían prácticamente ganada la contienda. 

En el artículo 7 del tratado, España renunciaba a todo reclamo de indemnización de “cualquier género” y en el artículo 8 entregaba todas sus haciendas y patrimonios en estos territorios. Es tan grande la estulticia y la cobardía de las élites españolas a lo largo de la historia que el Tratado de París en su artículo 16 dice textualmente: “Queda entendido que cualquier obligación aceptada en este Tratado por los Estados Unidos con respecto a Cuba está limitada  al tiempo que dure su ocupación en esta isla; pero al terminar dicha ocupación aconsejarán al gobierno que se establezca en la isla que acepte las mismas obligaciones”.

Así, en 1901 se estableció la Enmienda Platt que fue incorporada a la Constitución de Cuba limitando su independencia y entronizando un sistema neocolonial para el control y dominio de la isla. Este engendro tuvo “validez” hasta 1934, pero desapareció en realidad  del horizonte político de Cuba, con el triunfo de la revolución en 1959. El Tratado de París fue una gran contribución de  España -una vez más- para aumentar la riqueza de Estados Unidos, tan necesitado de ello.

Siguiendo su práctica entreguista, años después, en 1975, España ya ni siquiera sin firmar un tratado, entregó su posesión en el Sahara Occidental a la putrefacta monarquía marroquí. Parecía que su absoluta carencia de dignidad manifestada en favor de Estados Unidos, también se expresaría en África en apoyo a otros entes que también “necesitaban” la ayuda de Europa para incrementar su riqueza. En noviembre de ese año a través de la Operación Golondrina prepararon la evacuación urgente del territorio saharaui de las fuerzas armadas hasta entonces ocupantes y sus propiedades.

A través de un oscuro personaje llamado José Solís, España le manifestó al monarca alauita de Marruecos, Hassan II, su disposición de abandonar el Sahara de inmediato, solo a cambio de que Marruecos “cubriera las formas y salvara los compromisos de España” y que la monarquía borbónica estaba de acuerdo en que el Sahara pasara a estar bajo soberanía marroquí. Fue una actuación tan deshonrosa que hasta las propias fuerzas armadas españolas ocupantes la rechazaron. 

Después de eso, Hassan II y su hijo, el actual monarca, han tenido el dinero suficiente para comprar a las élites españolas, esta vez para contribuir a elevar su propia riqueza y la de otros líderes europeos necesitados de alimentar su pecunio personal. No se ha podido hacer nada, para cambiar la situación. La ignominia y la desvergüenza está presente en el ADN de las élites españolas sean estas monárquicas o políticas. Es una condición natural para su repulsiva existencia. 

A mediados del siglo pasado, cuando finalizó la segunda guerra mundial, Estados Unidos ideó el Plan Marshall que fue “vendido” como el esfuerzo de Washington para la reconstrucción de la Europa devastada por la guerra. En realidad, el Plan Marshall fue el instrumento mediante el cual – en medio de la guerra fría- Estados Unidos se compró Europa para confrontar a la Unión Soviética.

Pero una vez desaparecida ésta y finalizada la contienda ideológica del siglo XX, Europa dejó de ser necesaria para Washington. Sin embargo las élites atlantistas que han gobernado en ambos lados del océano durante los últimos 35 años, siguieron construyendo la ficción de que seguían siendo aliados, socios y amigos.

Hoy, cuando el presidente Trump está poniendo las cosas en su sitio, Europa está tomando nota de un carácter parásito y dependiente que la llevó a nutrir el poder de  Estados Unidos  en detrimento de sus propios pueblos. Ahora, constata que, como ciertos adminículos que se usan y se botan, Estados Unidos la está lanzando al estercolero de la historia de donde nunca más podrá salir.

Europa habida cuenta de la decisión de sus élites, es nadie, entre otras cosas porque no tiene ninguna riqueza material: dependía de Rusia para tener energía barata que le servía para  garantizar su desarrollo industrial y tecnológico y renunció a ello para -contribuyendo a la riqueza de Estados Unidos- comprarla tres veces más cara. Ahora, están sumidos en una profunda crisis económica de la que no saben cómo salir.

Depende de China para su intercambio económico, sobre todo desde 2021 cuando Beijing se transformó en su principal socio comercial y aún cuando en 2023 cedió ese sitial nuevamente a Estados Unidos, hoy, en medio de su crisis, se han visto obligados a recurrir al gigante asiático para no profundizar su dependencia de Washington.

Depende de Estados Unidos para su defensa. Ese sometimiento le salía muy barato mientras enarbolaban el fantasma de una probable invasión rusa que nunca ha ocurrido pero que las élites atlantistas de Washington “compraban” porque les interesaba. No obstante, cuando a partir de las más elementales normas del capitalismo, Trump se ha propuesto cobrar por el servicio prestado, se han desmoronado y no tienen respuesta por lo que han optado por exhibir su mediocridad con total desfachatez. 

Además, como no tienen una robusta industria militar propia, en el momento en que se han propuesto reforzar su potencial militar, tendrán que comprar armas en Estados Unidos -por lo menos en la primera etapa- contribuyendo de esa manera con la ampliación de la riqueza de Estados Unidos.

Si Pedro Sánchez cree que decirle esto a Trump, va a cambiar el estado de las cosas, solo expone su pequeñez mental, su carencia de comprensión de lo que está ocurriendo en el mundo y su insignificancia como político y estadista. 

No se podría esperar otra cosa de él habida cuenta de la sangre que corre por sus venas y el ADN de su estirpe … si lo sabremos nosotros aquí, en Nuestra América.

sergioro07.blogspot.com 

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Por Sergio Pintado de Sputnik que entrevista a Silvina Romano y a Carlos Pereyra Mele

Luego de 10 años, Luis Almagro culmina un ciclo al frente de la OEA marcado por la «sumisión total a Washington», el apoyo a un golpe de Estado en Bolivia y la amenaza de una invasión a Venezuela. Dos analistas consultados por Sputnik reflexionaron sobre cómo Almagro «llevó al límite» a la OEA como herramienta de EEUU contra los «díscolos».

Con la inminente elección de un nuevo secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro se encamina a abandonar el puesto que ocupó durante una década y que lo tuvo como uno de los principales portavoces de las presiones de Washington contra los países latinoamericanos, incrementando el descrédito de una organización cada vez menos confiable.

Si bien Almagro llegó a la OEA impulsado, entre otros, por el Gobierno uruguayo de José Mujica (2010-2025) del que había sido canciller, pronto demostró su frecuente coincidencia con la política exterior estadounidense y, particularmente, con la agenda de Donald Trump, que alcanzó la Casa Blanca por primera vez poco después.

«Durante la gestión de Almagro se consolidaron algunas tendencias históricas de la OEA como la sumisión a EEUU, el principal ‘accionista’ de la organización. Pero, además, Almagro construyó una marca propia, muy personalista y en la línea del primer Gobierno de Trump y con el núcleo de republicanos afines a Trump en Miami», afirmó a Sputnik la politóloga argentina Silvina Romano.

La experta, una de las autoras del libro La OEA en tiempos de Almagro, admitió que la OEA siempre fue, desde su creación en 1948, un instrumento a través del cual Washington buscó imponer al resto del continente «su noción de la democracia y el desarrollo» y el american way of life. Aun así, consideró que el organismo aún era visto por algunos países como un instrumento «de diplomacia» que podía servir para la solución de controversias.

América Latina Bolivia preside el Consejo Permanente de la OEA para implementar una «reforma impostergable»

Romano subrayó que Almagro «eliminó esa característica del organismo y en vez de hacer diplomacia ejerció el intervencionismo directo en la política interna de los países y generó discordia», lo que en definitiva es «todo lo contrario a lo que debería esperarse de un organismo interamericano».

Para la analista, el episodio «más bochornoso» de la gestión de Almagro se dio con el apoyo de la OEA al golpe de Estado en Bolivia en 2019, cuando el propio secretario general acusó al entonces presidente boliviano Evo Morales (2006-2019) de fraude electoral, sin datos fehacientes que sustentaran esa hipótesis.

«Almagro profundizó la inestabilidad y propició un golpe de Estado convencional puro y duro en Bolivia, con un legado de violencia, muertes y desinstitucionalización muy fuerte. La OEA es responsable de eso y todos esperábamos que Almagro tuviera que rendir cuentas, pero parece que se irá impune», afirmó Romano.

La analista también apuntó como otro de los puntos oscuros de la gestión Almagro el apoyo explícito a una posible intervención armada en Venezuela en 2018, con el objetivo de derrocar al presidente Nicolás Maduro. «Se plegó a EEUU en esa amenaza que prácticamente planteó una situación de guerra que hacía mucho no se veía en la región«, recordó.

¿Por qué la OEA no funciona?

También en diálogo con Sputnik, el analista geopolítico Carlos Pereyra Mele definió al período de Almagro al frente de la OEA como una época de «sumisión total a las directivas de Washington» pero contextualizó esto dentro de la historia de una organización que nunca se apartó demasiado de ese camino.

Para el experto, el organismo tiene un problema desde su origen, cuando EEUU se aseguró el control sobre esa plataforma al financiarla y asegurar que su sede estuviera en la capital estadounidense. El debilitamiento se acentuó, de acuerdo al experto, cuando se incorporaron las excolonias europeas en el Caribe, diluyendo el poder que tenían los estados soberanos latinoamericanos al otorgar «un voto por país».

«El voto de Brasil tiene la misma potestad que el de Trinidad y Tobago, cuando sabemos que esa no es la real dimensión del poder en nuestra América. Por lo tanto, el poder latinoamericano se fue diluyendo y quedando a la saga de esta organización, que es fruto de la Guerra Fría», sostuvo Pereyra Mele.

El experto advirtió que, si bien en la actualidad EEUU ya no es el «Estado hegemónico» en la región como lo era en la época de postguerra en la nación la OEA, el organismo «siguió siendo una herramienta muy útil para los gobiernos norteamericanos de turno», especialmente en la tarea de «bloquear a todos los países díscolos de la región». Ello explica, fundamentalmente, el «castigo a Cuba», expulsada de la organización en 1962, o los más recientes embates contra Venezuela o Bolivia.

Pereyra Mele aseguró que la OEA «ha perdido credibilidad» al punto en que países como Venezuela han decidido directamente dejar de participar y «es un reflejo de algo que no existe más» porque «no representa los intereses reales de la región». «Todo esto genera un descrédito que ha llevado a una pérdida sustancial de importancia que terminará, seguramente, con el deterioro final de esta organización«, auguró.

América Latina Boric y Lula ante embates de Trump: buscan que Uruguay se una al «mapa progresista»

En efecto, el experto comparó la pérdida de relevancia de la OEA con la del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que «ha perdido la influencia que tenía» en la región en favor, por ejemplo, del Banco de los BRICS y la consolidación de China como principal socio comercial de la mayoría de los países latinoamericanos.

La CELAC, alternativa natural a la OEA

Para Romano, los diez años de Almagro en la OEA «terminaron de borrar» las pocas esperanzas de que la OEA tuviera, al menos, una apuesta por la diplomacia en la región americana. Por eso, consideró que la gestión del uruguayo «ha presionado para el nacimiento o el refuerzo de organismos de diplomacia y encuentro regional por fuera de la OEA».

«Es muy difícil que la OEA vuelva a revestirse de legitimidad luego de la gestión de Almagro y es urgente que encontremos institucionalidades alternativas porque en el tablero geopolítico de hoy, una de las únicas vías para que América Latina tenga voz y voto y pueda mejorar sus condiciones es la unidad regional», afirmó la analista.

Pereyra Mele apuntó especialmente a la presencia de EEUU y Canadá como uno de los grandes problemas de la OEA. «Mientras tengamos organismos donde la anglosfera tenga suficiente poder y suficiente relación desequilibrada, como en la OEA con EEUU y Canadá, no servirá porque será un mal espejo en el que se reflejan mal las situaciones de la región«, explicó.

Tras la desaparición de la Unasur, ese foco se ha colocado, remarcó Romano, sobre la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), organización que nuclea a los 33 países de las Américas, excepto EEUU y Canadá.

Pereyra Mele consideró, en tanto, que la CELAC podría agrupar a su vez a «organismos regionales» que contemplen de forma más específica las realidades de los diferentes «subcontinentes» de América y que, juntos, puedan «desarrollar una política más acorde a nuestros modelos de soberanía si queremos formar parte del nuevo orden mundial«.

Ajedrez de geopolítica: Movimientos inesperados, movimientos que esconden otros, o que distraen. Hay peones, hay caballos, hay alfiles, torres, reina y rey. Todos juegan, todos tienen su rol. En Radio Sputnik, ‘Ajedrez de geopolítica’. Donde conocemos todo lo que se juega y todo lo que se decide. Conduce Javier Benítez. que entrevista al Director de Dossier Geopolitico Carlos Pereyra Mele.

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, destacó las acciones del Ejército ruso que condujeron al inicio de conversaciones entre el gigante euroasiático y Occidente. Y mientras representantes de Moscú y Washington volvieron a reunirse, ahora en Estambul, el mandatario de EEUU, Donald Trump, humilló al primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer.

AUDIO:

Honor a quienes lo merecen

«Los cambios dinámicos que se producen hoy en el panorama internacional son en gran parte resultado del coraje y la resiliencia de nuestras Fuerzas Armadas, nuestros héroes. Fueron ellos, con su valor, con sus victorias diarias, quienes crearon las condiciones para el inicio de un diálogo serio, un diálogo sobre una solución fundamental a la crisis ucraniana y a otras crisis», manifestó Putin durante una reunión de la junta directiva del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB, por sus siglas en ruso).

Al respecto, el Dr. Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico, expresa que en la política exterior y en la diplomacia hay dos vías para alcanzar los objetivos. El analista apunta que «una es la vía diplomática, de negociación, de arreglo, de concesiones, de diálogo, y la otra es a través del sistema de defensa y seguridad militar».

«Es evidente que la primera opción fue imposible con el régimen de Kiev, que no es justamente el principal jugador de todo este gran conflicto, sino que es una parte utilizable por parte de la OTAN, y en su momento, por las distintas administraciones estadounidenses, que impidieron todo accionar de tipo diplomático para llegar a un acuerdo. Y cuando se llegó a un acuerdo, lo traicionaron, como fue el caso de Minsk I y Minsk II, con los que se intentó una vía pacífica para solucionar el conflicto interno que ocurría en Ucrania. Todos ya sabemos perfectamente que fueron boicoteados por los mismos que tenían que ser garantes, diplomáticamente hablando, porque Angela Merkel, excanciller alemana, y el expresidente francés François Hollande, reconocieron públicamente que fue una trampa montada contra el Gobierno ruso», detalla el experto.

En este sentido, el analista añade que «entonces ocurrió lo que siempre ocurre con una potencia: se pasa a la fase dos que es la del enfrentamiento militar directo, que ha sido la consecuencia no haber dialogado y de no haber llegado a acuerdos firmes y haberlos respetado [por parte de Ucrania, Francia y Alemania]». «En esa situación es muy clara la declaración de Vladímir Putin al elogiar los éxitos y la valentía de sus tropas que enfrentan a uno de los ejércitos más numerosos de Europa», subraya Pereyra Mele.

En este sentido, también el jueves 27 de febrero, tuvo lugar una reunión Estambul entre representantes de Rusia y EEUU, en la que se acordaron medidas para garantizar la financiación de las actividades de las misiones diplomáticas de ambos países sobre la base de la reciprocidad, y crear las condiciones necesarias para que los diplomáticos cumplan con sus obligaciones, informó el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso el 28 de febrero.

El diálogo avanzó en formato experto entre el director del Departamento del Atlántico Norte del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Alexandr Darchiev, y la subsecretaria adjunta de Estado estadounidense, Sonata Coulter. Se debatieron en profundidad las formas de superar los numerosos aspectos «irritantes heredados de anteriores administraciones estadounidenses», según la Cancillería rusa.

En este escenario, también el pasado 27 de febrero, el primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, visitó al presidente de EEUU, Donald Trump. Según medios estadounidenses, el líder británico no recibió lo que esperaba de esta reunión. «Trump no pareció conmoverse ante el pedido desesperado de Starmer de un compromiso más firme de EEUU para proteger a Ucrania», afirma el medio, señalando que el líder estadounidense dijo no a todo.

Tal vez lo más preocupante para Starmer y otros aliados de la OTAN fue la «indiferencia» del presidente sobre si Washington respondería militarmente en caso de que las tropas británicas fueran atacadas en Ucrania. «No necesitan mucha ayuda. Pueden cuidarse muy bien», dijo Trump.

FUENTE SPUTNIK https://noticiaslatam.lat/20250302/putin-honra-a-los-soldados-rusos-crearon-las-condiciones-para-resolver-la-crisis-ucraniana-1161399485.html

¡¡ ESTÚPIDOS: ES LA REALPOLITIK !!

En su columna del Club de La Pluma -y parafraseando a Bill Clinton- el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, se dirige con honesta crudeza a los desinformados y espantados europeos, señalando el camino del pragmatismo para que entiendan “¿los por qué de la guerra de Ucrania?” y el terrible fracaso militar que están sufriendo. También, para que vean las claves de su grave crisis económica en aumento, de sus déficit energéticos y de recursos, del atraso tecnológico, de su insignificancia internacional y -en definitiva- de la evidente traición de los líderes de la Unión Europea, entregados conciente y corruptamente a EEUU. 

AUDIO:

Es que, la gran conmoción ha estallado tras conocerse las intenciones de Trump de sellar el final de una guerra perdida, aceptando que Rusia legitime los territorios conquistados, cancelando las ayudas militares a Kiev, negando la entrada de Ucrania a la OTAN y obligando a Europa a asumir la defensa del derrotado. Y además, a pagar los astronómicos costes de su reconstrucción. Un escenario desolador para “El Jardín del Mundo” que afronta UNA TOTAL DERROTA y el posible desprecio, tanto a Bruselas como a su endiosado “Zelensky/Simbol” de ser excluidos de las negociaciones principales. En suma, se ha hecho realidad la peor de las pesadillas para los millones de europeos convencidos -por su prensa- de que destruir a Rusia era un hecho predestinado y la guerra… apenas un trámite.

También resalta en el audio que la realidad demuestra los vaticinios y análisis hechos por éste espacio geopolítico, desde que Putín le marcará sus líneas rojas a Occidente en el 2007, cuando los planes de la CIA eran desguazar a Rusia. Y enumera una a una, las denuncias y análisis lanzados desde aquí, cómo las Revoluciones de Colores y el golpe del  Euromaidán del 2014, financiadas con fondos de la ahora desmascarada USAID, organización terrorista genocida norteamericana para someter a las democracias del mundo, con 700 medios y 7.000 periodistas a sueldo y más su variada legión de ONG. Luego aborda la masacre de miles de civiles ucranianos de habla Rusa en  El Donabas. El boicot -reconocido por Europa- a los acuerdos de paz de Disk para dar tiempo al armado de Ucrania por la OTAN, y la farsa del “Guaidó ruso”, Alexander Navalni. Hasta llegar a la insoportable provocación bélica de occidente contra Rusia en el 2022, que desencadenó el inicio de la guerra. Y por supuesto, el fraude mediático y masivo de los tres últimos años alrededor de la burla infantil de que ”Rusia era solo una gasolinera con bombas atómicas” 

También aborda los amargos trances que pasa hoy la oligarquía comunitaria, las urgencias de Trump por apagar los fuegos externos ante la guerra civil interna de sus elites. Y sobretodo, que el mundo es otro con las nuevas potencias asiáticas más el Sur Global. 

Con lo que confirma que ha llegado la hora de la verdad:

LA HORA DE LA REALPOLITIK… ESTÚPIDOS !!

Eduardo Bonugli

Madrid, 16/02/25

Las ultimas reuniones entre superpotencia donde participo un «aliado» de EEUU en una Reunion importante fua antes del FIN DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Stalin (URSS) Rossevelt (USA) y Churchill (UK) 1943/1945

Sec Gral de la ex URSS Nikita Sergeyevich Khrushchev junto al asesinado Presidente de USA John F. Kennedy, reunidos algun «aliado» europeo en la reunion!!!

Presidente de USA Gerald R. Ford, detras el mayor geopolitico norteamericano Henry Kissinger norteamericano, junto al Sec Gral del PC de la ex URSS Leonid Brezhnev, algun aliado de EEUU Europeo en las reunion, pues bien esto es LA REALPOLITIK… ESTÚPIDOS !!

LA HORA DE LA REALPOLITIK… ESTÚPIDOS !! SIGLO XXIPUTIN-TRUMP-XI

Consciente del retraso norteamericano frente a China, el líder republicano se concentra en controlar su area de influencia para ganar tiempo, pero para ello necesita un capital que no tiene

Eduardo J. Vior
analista internacional especial para Dossier Geopolitico

Las iniciativas del presidente Donald Trump, anunciadas poco antes del traspaso del mando, para comprar Groenlandia, incorporar Canadá y reocupar el Canal de Panamá causaron estupor internacional y la mayoría de los observadores las tildaron de fanfarronadas típicas del neoyorquino. Sin embargo, como subrayaron varios de sus colaboradores más estrechos, tienen sentido dentro de la estrategia general de repliegue y concentración del poder norteamericano en el subcontinente norteamericano que implementa el caudillo reaccionario. Trump va a tratar de llegar a un acuerdo con Rusia sobre áreas de influencia en Europa y Asia Occidental, va a respaldar a Israel, pero le va a impedir que inicie una nueva guerra y va a competir rudamente con China, pero no piensa ir a la guerra con la potencia asiática.

El jefe de la Casa Blanca es consciente del retraso norteamericano ante China y busca ganar tiempo, para que EE.UU. encuentre una nueva fórmula de desarrollo que le permita recuperar la delantera mundial. Para ello, quiere expandir al resto de América del Norte y el Caribe y acordonar el área de control exclusivo de los capitales norteamericanos. Ahora bien, ya que no puede expandir su poder militarmente, aprendiendo de China, quiere hacerlo desarrollando en ese inmenso área una red de transporte y comunicaciones centrada en EE.UU. Sin embargo, para hacerla necesita desarmar la “espiral de la deuda” que absorbe todos los recursos de la economía occidental

El arancel del 10 por ciento impuesto por Trump a todos los productos chinos entró en vigor el martes 4 como resultado de una orden ejecutiva (decreto) emitida durante el fin de semana con el objetivo de presionar a Beijing, para que tomara decisiones enérgicas contra los envíos de fentanilo a Estados Unidos. El gobierno chino respondió el mismo día con una serie de medidas de represalia, incluidos aranceles adicionales sobre el gas natural licuado, el carbón, la maquinaria agrícola y otros productos procedentes de Estados Unidos, que entrarán en vigor el próximo lunes 10. También aplicó inmediatamente restricciones a la exportación de determinados minerales críticos, muchos de los cuales se utilizan en la fabricación de bienes de alta tecnología. Además, los reguladores del mercado chino dijeron que habían iniciado una investigación antimonopólica contra Google que, si bien está bloqueado en el Internet en China, mantiene relaciones con compañías chinas. El país ha presentado asimismo una demanda contra la subida de aranceles de EE.UU. ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). 


El puerto de Yangshan, cerca de Shanghai. El presidente Trump ha acusado a China de no hacer lo suficiente para detener la exportación de fentanilo y los productos químicos que se utilizan para fabricarlo

Las medidas arancelarias de ambas partes aumentan el riesgo de una guerra comercial que perjudicaría a todo el mundo. Sin embargo, algunos en Wall Street ven la respuesta china como una muestra de moderación que abre la puerta a un compromiso. En la misma dirección Trump manifestó su disposición a conversar con el presidente de China, Xi Jinping. La perspectiva de que Trump va a negociar con Trudeau y Sheinbaum trajo también cierta calma a los mercados. 

Mientras el presidente escenificaba su campaña arancelaria contra China, Canadá y México e inducía a Xi Jinping a negociar, su secretario de Estado, Marco Rubio, conseguía en Panamá, El Salvador, Costa Rica, Guatemala y República Dominicana avances sustanciales contra la influencia económica de la República Popular. 

En el primer alto de Rubio en la región se reunió el sábado 1° con el presidente panameño José Raúl Mulino. Si bien el mandatario sigue firme en su posición de que no habrá negociaciones sobre la soberanía del Canal, la visita del secretario de Estado estadounidense ya tuvo sus primeros frutos. Así, Mulino anunció que su gobierno no renovará el memorándum de entendimiento de la “Iniciativa de la Franja y la Ruta”, firmado con China en 2017, y que incluso estudiaría la posibilidad de rescindirlo antes de tiempo.

Además, Panamá inició una auditoría sobre varios puertos que operan en el Canal, propiedad de una empresa china. Desde su ampliación en 2016 el Canal de Panamá ha manejado más del 6% del comercio marítimo mundial, con China y EE. UU. como los principales usuarios. Por la vía pasan más de 14,000 buques al año, facilitando más de $270.000 millones de dólares en comercio anual. Sus principales usuarios son EE.UU. (66% de la carga transportada), China (16%), Japón, Corea del Sur y la UE (resto de la carga). El tráfico de mercancías entre Asia y la costa este de EE. UU. depende críticamente del Canal. 

La salida de China de ciertos proyectos en Panamá puede tener efectos mixtos: 1) proyectos como el tren Panamá-David (inversión prevista de $4.100 millones) quedan en el aire. 2) EE. UU. esbozó la posibilidad de compensar los créditos que pierde Panamá con nuevas líneas y apoyo del Banco Mundial y el BID. Sin embargo, la mayoría de las veces estos créditos no se equiparan con los que ofrece China y el propio Estado norteamericano no tiene medios para financiar a nadie. 3) Panamá evita sanciones o restricciones comerciales que podrían afectar el 13% de su PIB vinculado al canal y la logística. 

La cuestión de la migración, en tanto, se abordó entre los dos países de una manera mucho más fluida. Debido a las políticas restrictivas de Mulino el año pasado cruzaron por el Tapón del Darién (el enclave selvático en la frontera con Colombia) 300.000 migrantes, o sea un 42 % menos que el año anterior.

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Marco Rubio (d) junto al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, el lunes 3 en San Salvador

El lunes Rubio anunció en El Salvador que había recibido una oferta extraordinaria del presidente Nayib Bukele, para confinar en una megacárcel a los migrantes “criminales” y a los estadounidenses enviados desde Estados Unidos. Al llegar más tarde a Costa Rica, Rubio señaló que la propuesta de Bukele fue “una oferta muy generosa” que “nunca nadie” les había hecho. 

También tras un encuentro con el presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, y con el canciller Arnoldo Andre Tinoco, el secretario estadounidense dijo que el mandatario del país centroamericano le indicó que no iba a permitir la entrada de compañías chinas con tecnología 5G. La migración también estuvo sobre la mesa.

Luego, el diplomático estadounidense se trasladó a Guatemala, donde se reunió con el presidente Bernardo Arévalo y el canciller Carlos Ramiro Martínez. Arévalo calificó la presencia de Rubio como la chancc para abrir “nuevas oportunidades”. Además dijo, que “Guatemala es y seguirá siendo un socio para EE.UU.”. El presidente se comprometió a aumentar en 40 % el número de vuelos de deportados desde suelo estadounidense y de preparar políticas para el retorno de los migrantes. Por su parte, Rubio felicitó a Arévalo y le agradeció por su compromiso con el tema migratorio. El secretario también anunció que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE.UU. construirá dos puertos y otras obras de infraestructura en Guatemala. 

Por su parte, en República Dominicana, Rubio sostuvo el miércoles 5 una reunión con el mandatario Luis Abinader, con quien habló sobre la suspensión de la colaboración económica que entregaba la Agencia Norteamericana de Ayuda para el Desarrollo (USAID, hoy intervenida por el gobierno y comisariamente a cargo del mismo Rubio) para atender la migración, la seguridad regional y la grave crisis de Haití. En la posterior rueda de prensa conjunta, Abinader anunció la explotación de tierras raras en alianza con Washington, al tiempo que clamó por más recursos para la misión internacional desplegada en Haití.

Sobre lo último, Rubio manifestó su interés en trabajar en conjunto, con el apoyo del Cuerpo Ingenieros del Ejército de su país. 

Breve reseña sobre Luis Abinader - Elecciones 2020
Luis Abinader, presidente de la República Dominicana

Sin estridencias ni amenazas estentóreas Washington ha marcado mucho más durante este solo viaje los límites que los países del Caribe y América Central no deben traspasar en la relación con China que los militares estadounidenses en muchos viajes de años anteriores. Fiel a su trayectoria empresaria, el presidente norteamericano exige, amenaza e inventa conflictos para distraer la atención. Mientras tanto, avanza sus posiciones en otra dirección. Cuando sus interlocutores se dan cuenta, deben rendirse a las nuevas circunstancias. 

Del mismo modo, mientras que China y EE.UU. elevaban el tono de su litigio comercial, a cambio de sustanciales concesiones de sus vecinos el gobierno estadounidense pactó el lunes en sucesivos acuerdos con sus pares de México y Canadá posponer por 30 días la imposición de aranceles del 25% a las importaciones de esos países. 

“La pausa arancelaria de un mes da tiempo a México para dialogar y convencer a la administración de Donald Trump que la relación comercial fortalece a América del Norte frente a otras regiones del mundo”, aseveró la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. En un encuentro con empresarios en el Palacio Nacional la mandataria pidió el martes 4 a la iniciativa privada que acelere el Plan México para aumentar la proporción de componentes mexicanos en los productos que se exportan. También aprovechó el evento para agradecer a los jerarcas empresarios el apoyo que le brindaron el fin de semana, pues la comunicación de respaldo del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y de otros sectores le dieron fortaleza para la llamada que sostuvo el lunes 3 con su homólogo estadunidense. Señaló que en el diálogo con Trump también obtuvo el analizar qué es lo que se planteará exactamente y el seguir fortaleciendo la economía nacional. Celebró, además, que, pese a la decisión que había anunciado el presidente estadunidense, el peso apenas se devaluó en relación al dólar. 

En otra declaración, el mismo martes, la presidenta reveló que, durante la conversación que sostuvo con su colega estadounidense no abordaron la polémica sobre la definición de los cárteles como “terroristas”, con la que ella está en desacuerdo. Y advirtió que EE.UU. no ha dicho qué va a pasar con los fabricantes de armamento cuyo arsenal termina de manera ilegal en manos de las organizaciones delictivas. 

Entre tanto, México inició el despliegue de 10.000 elementos de las fuerzas federales en la frontera con EE.UU., que reforzarán los operativos de seguridad y que, en particular, tendrán la misión de frenar el tráfico de fentanilo. Otros objetivos prioritarios son el control de la migración irregular así como del tráfico de armas de EE.UU. a México. 

El aplazamiento por 30 días en la imposición de aranceles comerciales se alcanzó en una llamada en la que se acordó que México reforzará la frontera norte con 10 mil elementos de la Guardia Nacional, para evitar el tráfico de drogas, en particular fentanilo, a Estados Unidos. Éste trabajará para evitar el trasiego de armas de alto poder que acaban en manos del crimen organizado y ambas partes dialogarán en mesas de trabajo en torno a temas de interés común con el objetivo de eliminar la amenaza arancelaria.


La presidenta Claudia Sheinbaum, al dirigirse a empresarios en un encuentro realizado en Palacio Nacional, el 4 de febrero de 2025

El gobierno mexicano teme la intervención de militares estadounidenses en territorio mexicano. No es casual que a las pocas horas del anuncio arancelario tuviera lugar una llamada entre el secretario de la Defensa de EE.UU., Pete Hegseth, y los secretarios de la Defensa y de la Marina de México. En esa comunicación Hegseth trasmitió la lógica de Trump: si el gobierno mexicano no acepta una mayor intervención de EE.UU., es porque esconde algún tipo de colusión con el crimen organizado. 

Desde hace algunas semanas las nociones de cooperación se ven reemplazadas por una vocación intervencionista cada vez más evidente. Para el gobierno de Claudia Sheinbaum esta pulsión implica un enorme desafío a su defensa de la soberanía nacional y, sobre todo, suscita el temor de que, ante una embestida frontal el narco pueda atacar a la población civil. Sin embargo, el sendero de la guerra comercial también es muy complicado para Sheinbaum. La semana pasada el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) confirmó que el año pasado la economía mexicana solo creció 1,4%, muy lejos del 3% que había pronosticado la secretaría de Hacienda, mientras que en 2023 el crecimiento había sido del 3,2%. Los proyectos desplegados por la presidenta, como el Plan México, pierden fuerza por los aranceles que, según estimó el BBVA, podrían llevar el tipo de cambio hasta los 24 pesos.

A caballo del acuerdo entre EE.UU. y México, el saliente primer ministro canadiense Justin Trudeau negoció con Donald Trump una postergación análoga, aunque a cambio de aceptar catalogar a los grupos del crimen organizado como “organizaciones terroristas”, una clasificación que socava el papel de la Justicia en la lucha contra la delincuencia y busca vulnerar la soberanía mexicana. Con esta actitud del canadiense Trump consiguió dividir a sus socios en el T-MEC y se prepara a negociar con ellos por separado.


Donald Trump, presidente de Estados Unidos de América

El presidente norteamericano ha mantenido el decreto que sugiere la complicidad de autoridades mexicanas con el narcotráfico y ha aprovechado la debilidad actual de Canadá, para imponer su tesis de que los cárteles del narcotráfico son “organizaciones terroristas”. Esta calificación justificaría la intromisión de militares norteamericanos en los asuntos internos de sus vecinos y la detención de personas sin intervención judicial.

Para iniciar su maniobra de ocupación de todo el subcontinente norteamericano, el presidente Donald Trump había anunciado ya el 23 de enero la creación de un sistema de defensa antiaérea “Cúpula de Hierro”. Las fuerzas armadas de Estados Unidos han tomado conciencia recientemente de que el sistema actual protege sólo ciertas partes del territorio estadounidense y no es capaz de destruir drones ni cohetes hipersónicos. 

Sin embargo, el problema principal de Trump no reside ni en los aranceles impuestos a sus vecinos y a China ni en el escudo de seguridad que el Pentágono quiere montar. Su verdadero problema está en la deuda pública norteamericana. Washington ha acumulado una deuda de 36 billones de dólares, pero sólo tiene ingresos anuales por impuestos de algo así como 5,5 billones. Desde 2021 el endeudamiento ha aumentado en 80%. Esta deuda es un gigantesco negocio para los grandes bancos, porque el Tesoro norteamericano nunca declarará la bancarrota y, por lo tanto, el pago de los intereses por los bonos de la deuda que coloca en la Bolsa está asegurado. Desde 1971, cuando se decretó la flotación libre del dólar, EE.UU. transfirió a todo el mundo el pago de su deuda imprimiendo dólares. Con la baja de la cotización de su divisa frente al oro, la Reserva Federal licuó la deuda pública del país y al mismo tiempo inundó el planeta con papeles verdes sin valor, pero que sirven para especular. 

Sin embargo, el problema amenaza con desbordar todo control. La economía occidental ha entrado en lo que los especialistas llaman “la espiral de la deuda”: para atraer interesados en comprar bonos de la deuda norteamericana, las tasas de interés internas deben mantenerse altas. Esta suba en el costo de la divisa internacional de cambio más usada encarece tanto los insumos transados en el mercado internacional como el crédito del que muchos países dependen, precisamente, para pagar las deudas que se han generado en etapas anteriores. La exacción del trabajo colonial del Sur Global (y ahora también de Europa) permite “rascar el fondo de la olla”, para proveer a Wall Street de dólares frescos, sin que se produzca (todavía) una explosión inflacionaria. No obstante, este juego tiene su límite en la paciencia de los pueblos, ya pronta a agotarse.

Con escaramuzas como la de este fin de semana Donald Trump puede alcanzar rápidamente el control político-militar del subcontinente y relativizar la influencia china, pero, si no puede utilizar la renta pública para el desarrollo de la infraestructura de comunicaciones y transportes a lo largo y a lo ancho de todo su área de dominio, no se creará el mercado continental que su industria necesita, para recuperar la vanguardia mundial. El presidente necesita imponer a los banqueros la baja de la deuda pública y la reconducción del crédito hacia la producción.

No va a ser tan fácil. En la primera reunión de política monetaria de la era Trump, después de tres recortes sucesivos en los tres últimos cónclaves, el miércoles 29 la FED mantuvo la tasa sin cambios en 4,50%. 

Sin plata el dominio norteamericano sobre su subcontinente será una cáscara vacía que pronto será rellenada por los chinos. Si Donald Trump quiere disputar a China el liderazgo mundial, tiene que doblegar a los banqueros y financistas. De lo contrario, “la espiral de la deuda” va a estallar en el futuro próximo en algún lado y va a desmoronar el edificio de papel del capitalismo norteamericano y ningún “cordón sanitario” en torno a América del Norte podrá evitarlo.

Las apresuradas declaraciones de miembros del futuro gobierno demuestran que toman en serio la advertencia con la que Vladimir Putin presentó el ataque hipersónico contra Dnipró

Eduardo J. Vior
analista internacional, artículo para Dossier Geopolitico

En una entrevista con Fox News el futuro Asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Mike Waltz, reconoció este domingo 24 que es urgente poner fin negociadamente a la guerra en Ucrania. Con su gesto desautorizó el desafío que el gobierno norteamericano actuante hizo a Rusia autorizando oficialmente a Ucrania el uso de los cohetes ATACSM contra objetivos en territorio ruso. El futuro consejero de Donald Trump se distanció también del Reino Unido y de Francia, quienes dispararon desde Ucrania respectivas salvas de Storm Shadow y Scalp. Las tres potencias intentaron provocar una respuesta nuclear de Rusia que imposibilitara toda negociación por largo tiempo. Moscú, sin embargo, dobló la apuesta atacando el jueves 21 con un cohete hipersónico intercontinental imperceptible para los radares e imparable para la defensa antiaérea. Vladimir Putin explicó el ataque en un discurso a la nación en el que advirtió a Occidente que el próximo lanzamiento será contra sus propias centrales. No obstante, no es de esperar que el anuncio ruso calme al “Estado profundo” y la propuesta republicana de tratativas está aún en pañales.. A menos de que Rusia fuerce antes la decisión en el campo de batalla, hasta el 20 de enero y después viviremos en vilo, atentos a que alguno de los contendientes pase la línea roja.

Mientras los ministros de Relaciones Exteriores del G 7 se reúnían este lunes 25 y martes 26 en Fiuggi y Agnani, dos villas vecinas en el Lacio, con la guerra en Ucrania al tope de su agenda, Michael Waltz, nominado por Donald Trump como Asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, aprovechó para exponer en una entrevista con Fox News la estrategia del gobierno entrante para el conflicto ucraniano. “Tenemos que poner fin a esto de forma responsable. Necesitamos restaurar la disuasión, restaurar la paz y adelantarnos a esta escalada en lugar de responder a ella”, aseguró. Dando una señal a los congregados en Italia, el representante republicano destacó la importancia de implicar en el proceso a los países europeos. “Todos nuestros aliados y socios tienen que asumir esta carga”, declaró.

El nivel de generalidad de las declaraciones del futuro primer consejero presidencial muestra su falte de ideas elaboradas. Entre tanto, mientras que el equipo de Donald Trump recién está empezando a pensar cómo encarar las tratativas de paz con Rusia, el “Estado profundo” sigue provocando. Todavía en vísperas de la reunión de ministros, el titular francés de Asuntos Exteriores, Jean-Noel Barrot, manifestó a la BBC que Ucrania puede disparar misiles franceses de mayor alcance contra Rusia en “lógica de autodefensa”. 

Por su parte, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zajárova, declaró este mismo lunes 25 a los medios estatales rusos que los comentarios de Barrot “no son un apoyo a Ucrania, sino más bien un toque de difuntos”. 

En su discurso del jueves 21 el presidente ruso informó sobre el ataque realizado por Rusia contra una fábrica de cohetes en Dnipró (la rusa Dnipropetrovsk, la segunda ciudad de Ucrania y mayormente rusohablante) utilizando un cohete hipersónico llamado Oréshnik (avellana). Por un lado, el bombardeo se hizo como represalia por el lanzamiento ucraniano el martes anterior de un cohete norteamericano ATACSM contra un objetivo en la provincia rusa de Briansk. Por el otro, empero, mucho más importante, fue un aviso explícito a los aliados occidentales de que Rusia puede atacarlos con este proyectil, “sin que tengan forma de detenerlo”, como explicó el jefe moscovita. “Los cohetes atacan objetivos a una velocidad de Mach 10, de 2,5 a 3 kilómetros por segundo. Los modernos sistemas de defensa aérea y el sistema de defensa anti cohetes estadounidense no intercepta estos cohetes. Esto es imposible”, dijo.

El cohete RS-26 Rubezh Balístico ICBM que Rusia probó con éxito en Ucrania es un gran cohete intercontinental que al interior lleva muchos cohetes pequeños capaces de llevar ojivas nucleares y abarcar una gran extensión de terreno.

El cohete fue lanzado desde Volgograd (la antigua Stalingrad), a orillas del Volga, recorrió 840 km en poco más de 3:30 minutos y destruyó su objetivo en la ciudad de Dnipró, a orillas del Dniéper:

De este modo, el Alto Mando ruso respondió drásticamente a la provocación norteamericana, pero sin caer en la trampa de usar su arsenal nuclear. 

La utilización de los ATACMS indica el grado de involucramiento de fuerzas norteamericanas en la guerra, ya que Ucrania no puede operarlos sin ayuda de los militares de EEUU, sostienen los expertos. Los ATACMS utilizan datos de navegación por satélite que proporciona el Ejército de EEUU; la selección de objetivos y sus coordenadas corre a cargo de especialistas técnico-militares estadounidenses y el proceso de carga de la misión de vuelo en la cabeza de guiado del cohete lo llevan a cabo soldados norteamericanos.

La autorización que Joe Biden dio a Ucrania el fin de semana del día 16 fue festejada en ambas orillas del Atlántico. En el Parlamento Europeo la saludaron con aplausos y una ovación de pie. Por el contrario, críticos dentro del Partido Republicano han calificado la medida de Biden como loca. Por ejemplo, el representante Thomas Massie ha afirmado que autorizar ataques dentro de Rusia es un “acto de guerra inconstitucional” y un “delito impugnable”, 

El broche de oro de las discusiones sobre la escalada actual en la guerra en Ucrania lo puso el famoso periodista estadounidense Tucker Carlson, quien comentó su percepción acerca de futuras posibles acciones del presidente ruso, Vladímir Putin, en caso de que se sienta amenazado.

“Creo que la gente en Washington malinterpreta a Vladímir Putin y piensa que es un monarca con poder absoluto, lo cual no es cierto, dijo. La política rusa es compleja y animada. Y Putin está muy preocupado por su índice de aprobación dentro de Rusia. No puede parecer débil”, afirmó. Entre otras cosas, el periodista resaltó que, si bien durante la Guerra Fría las autoridades estadounidenses tampoco estaban de acuerdo con la postura de los dirigentes soviéticos y no aprobaban sus acciones, “ningún presidente estadounidense, demócrata o republicano en el cargo durante esos periodos respondió atacando Rusia”. “Quiero decir, nunca ha pasado nada como esto. Nunca nadie ha estado tan loco “», sintetizó Carlson.

El lanzamiento del cohete hipersónico ruso suscitó gran alarma en Occidente. La OTAN y Ucrania han informado que mantendrán conversaciones de emergencia. “El conflicto está entrando en una fase decisiva”, dijo el viernes 22 el primer ministro polaco, Donald Tusk, y “adquiriendo dimensiones muy dramáticas”. 

El intercambio de cohetes entre ambos contendientes es parte del agravamiento general de la crisis en el este de Europa que está signando los últimos días del gobierno demócrata en Washington, probablemente con la intención de crear hechos irreparables que impidan al futuro presidente Donald Trump alcanzar la paz con Rusia. 

Confirmando que la decisión de Biden no es una respuesta a la supuesta presencia de tropas norcoreanas en el frente de Kursk –como alegó la propaganda occidental-, el viernes 22 AP difundió una información de The New York Post (afín al Pentágono) dando cuenta de que “documentos secretos filtrados esta semana muestran que Berlín se está preparando para movilizar a Ucrania hasta 800.000 soldados de la OTAN, incluidas tropas estadounidenses, cuando la amenaza nuclear de Rusia alcance niveles sin precedentes”.


Gestación del plan de la “Operación Alemania” según la Bundeswehr

Sin embargo, lejos de ser secreto, el plan apareció este viernes 22 en la página web oficial de la Bundeswehr como OPLAN DEU. El texto oficial explica del siguiente modo la finalidad del plan: 

“El OPLAN DEU es una reacción al empeoramiento de la seguridad situación de la seguridad en Europa. Reúne los principales componentes militares centrales de la defensa nacional y de la alianza defensa en Alemania con los necesarios servicios civiles de apoyo en un plan ejecutable desde el punto de vista operativo. De este modo, establece las disposiciones de planificación para garantizar que en caso de crisis o conflicto, tras una decisión política pueda adoptarse de forma selectiva y ajustada al marco constitucional. Establece procedimientos, procesos y responsabilidades con el fin de proteger Alemania, su integridad territorial y a sus ciudadanos, así como asegurar el despliegue de las fuerzas armadas aliadas a través de Alemania hasta el flanco oriental de la OTAN.”

La publicación del plan confirma la preparación de la Alianza Atlántica para un avance hacia el este desde mucho antes del supuesto despliegue de fuerzas norcoreanas en territorio ruso.

En el mismo sentido se supo este lunes 25 que Alemania está trabajando en la elaboración de una lista de búnkeres que podrían servir de refugio de emergencia a la población civil, según informa el semanario Der Spiegel. El Ministerio del Interior informó que los sótanos, los estacionamientos subterráneos, las propiedades privadas y las estaciones de subte podrían convertirse en refugios, con una aplicación especial que indique dónde se encuentra el búnker más cercano.

Con el lanzamiento del cohete hipersónico Oréshnik Rusia ha revuelto el gallinero: los estrategas occidentales venían aumentando el grado de sus provocaciones, para obligar al Kremlin a jugar la carta nuclear y así justificar una guerra general que aniquilaría el intento de Donald Trump por negociar una retirada honorable. El disparo del proyectil y el discurso del líder ruso que lo acompañó pusieron los puntos sobre las íes. Los aliados saben ahora que Moscú puede responder con un poder de destrucción inigualable, a cualquier distancia, sin poder ser detenido y sin necesidad de echar mano al arsenal nuclear. 

La falta de respuestas en Occidente abarca a ambos bandos. Los belicistas no saben cómo seguir provocando sin sufrir golpes demoledores. Los realistas, a su vez, quieren hallar la puerta de salida del conflicto, pero la superioridad del adversario no les da paso. En la fase actual de la guerra, a Rusia no le conviene negociar hasta vencer en la batalla decisiva y alcanzar sus objetivos. Sin embargo, las provocaciones no van a cesar y pueden crear situaciones de alto riesgo para la paz mundial.

Ya ha comenzado el otoño boreal y han caído las primeras nevadas. Todavía faltan las tempestuosas lluvias de la estación, que harán imposible el desplazamiento de las fuerzas terrestres. Es dudoso que en diciembre puedan retomar las operaciones sobre el suelo helado. La situación, entonces, se vuelve dramática: todo retraso de la decisión en el campo de batalla opera a favor de los provocadores que quieren desatar una hecatombe. ¿Quién llegará primero: el ejército ruso hasta el Dniéper o una nueva provocación que obligue a Rusia a responder con aún mayor potencia? No se vayan: la película recién comienza.

La mayoría de los objetivos internacionales del reelecto presidente o no son realistas o suponen cambios internos demasiado profundos o requieren acuerdos difícilmente concretables

por Eduardo J. Vior
analista internacional

Donald Trump fue reelecto el martes 5 como presidente de los Estados Unidos y gobernará, por lo menos los dos primeros años, con una acumulación de poder que debería permitirle cumplir su agenda sin problemas. Sin embargo, al menos en la política exterior sus propuestas no son practicables, dependen de cambios internos demasiado profundos o requieren acuerdos internacionales que al día de hoy no se ven como posibles. Claro que al votante norteamericano medio no le interesa demasiado la política exterior, pero estos temas tienen claras implicaciones internas. ¿Qué chances tiene el futuro mandatario de no decepcionar a sus votantes en este campo?

El núcleo del programa económico electoral (la baja de impuestos y la liberalización del mercado energético) puede concretarse rápidamente dado que el Partido Republicano, ha conquistado la mayoría en ambas cámaras del Congreso. Asimismo, el traspaso de la política educacional a los estados, el pase a disponibilidad de un gran número de funcionarios y empleados del gobierno federal, el fin de la política de género, la derogación de medidas de protección del medio ambiente y muchas decisiones de valor simbólico dirigidas a galvanizar a su base son también sencillas de tomar.


Donald Trump hablando sobre la seguridad fronteriza y la delincuencia migrante durante una parada de campaña en Austin, el mes pasado. Credit…Kenny Holston/The New York Times

Por el contrario, otras –especialmente aquéllas que implican a uno o más países extranjeros- son más difíciles de encarar. Frecuentemente durante la campaña el ahora presidente ha anunciado que el primer día de su gobierno comenzará la deportación de los estimados 11 millones de inmigrantes indocumentados, mayormente procedentes de América Latina y el Caribe. Además de deportaciones masivas, la estrategia incluye expulsiones expeditas, nuevas restricciones para la entrada al país de ciudadanos de países de mayoría musulmana, la restitución del Título 42, el restablecimiento del Programa “Quédate en México” y restringir la política de asilo. 

Analistas y ONG calculan que a Trump le costaría miles de millones de dólares aplicar su plan de deportación. También podría tener un impacto dramático en la economía, ya que industrias como la construcción, la hostelería y la agricultura perderían masas de trabajadores. Asimismo faltan los ingentes recursos humanos y materiales que serían necesarios para detener y deportar a millones de personas. Los expertos dudan también de que pueda hacerlo con ayuda del Ejército y de policías estaduales y locales, como argumentan los republicanos.

Principalmente México se vería afectado. Durante los dos últimos gobiernos de Estados Unidos, Se calcula que unos cuatro millones de los inmigrantes indocumentados proceden de México. Si estas personas son deportadas, esa nación perdería el equivalente a 63 mil millones de dólares en remesas, que es lo que se estima que estos indocumentados enviaron en 2023. México también podría verse presionado, como en el pasado, para aceptar a migrantes venezolanos, nicaragüenses o cubanos, a quienes a veces no puede deportar a sus países de origen. México se ha convertido en una extensión de las políticas fronterizas de la Casa Blanca. Seguramente, el gobierno de Morena buscará retardar, ya que no puede impedir, las deportaciones, pero otras amenazas acechan a  la relación binacional.

Donald Trump prometió en campaña aranceles, acuerdos comerciales renegociados e incluso una intervención militar contra los cárteles mexicanos. Aprovechando la zona de libre comercio de América del Norte, muchas empresas chinas producen ahora en México y este país se ha convertido en la mayor fuente de importaciones de Estados Unidos. 


Numerosas empresas chinas se han establecido en México para aprovechar el libre comercio con EE.UU. y Canadá

Como no puede cancelar el Tratado de Libre Comercio que él mismo actualizó en 2019, el futuro presidente amenaza con implantar aranceles de 25% a las importaciones procedentes de México, si este país no detiene el flujo hacia el norte de migrantes y de precursores para la producción de fentanilo. 

Sin embargo, nada es tan fácil como parece. Trump también ha amenazado con imponer aranceles del 100 por ciento —o incluso del 200 por ciento— a los vehículos importados de su vecino del sur. Esto podría asestar un duro golpe a una industria que exporta a Estados Unidos cerca de 90 mil millones de dólares en vehículos terminados, lo que representa alrededor del 5 por ciento del PIB de México. Sin embargo, dada la estrecha interconexión entre las cadenas de producción de ambos países, una medida como ésta perjudicaría también a las empresas y consumidores estadounidenses. Ya imponer el 25% mencionado le pegaría tremendo empujón a la inflación dentro de EE.UU.

La hace poco asumida presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha dicho en repetidas ocasiones que México colaboraría con cualquier líder de EE.UU., incluido Trump. “Va a haber buena relación con los Estados Unidos, estoy convencida de ello”, afirmó en una de sus “mañaneras”. En su momento, Andrés Manuel López Obrador fue capaz de convencer a Donald Trump que él se encargaría de controlar la frontera. Habrá que ver si la ingeniera gobernante tiene el mismo poder de persuasión.

El segundo capítulo más importante de la política exterior que pretende ejecutar Donald Trump concierne la guerra en Ucrania. El equipo de transición del presidente electo —quien en su discurso de victoria prometió “detener las guerras”— está elaborando escenarios para poner fin al conflicto ucraniano, informó The Wall Street Journal el miércoles 6 con referencia a informantes anónimos.

De acuerdo al medio, el nuevo plan consiste, primero, en que Kiev se comprometa a no unirse a la OTAN durante al menos 20 años; segundo, en que la línea del frente “quedaría básicamente fija” según la situación en el terreno, tercero, que Rusia y Ucrania acordarían una zona desmilitarizada de casi 1.300 kilómetros y, cuarto, que Estados Unidos aportaría los fondos necesarios para la reconstrucción de Ucrania tras la firma del armisticio con Rusia. “A cambio, EE.UU. seguiría bombeando a Ucrania con armas, para disuadir un futuro ataque ruso”, según las fuentes citadas por el diario.

El expresidente Trump y el presidente de Ucrania Zelensky se reúnen en Nueva York el 27 de septiembre de 2024. Alex Kent/Getty Images
Donald Trump y el presidente de Ucrania Zelensky se reunieron en New York el 27 de septiembre de 2024.

La propuesta que trascendió está aún muy lejos de la realidad. Rusia está avanzando en todos los frentes y por el momento no tiene interés en negociar la paz, hasta alcanzar algunos objetivos estratégicos. Cuando los consiga, probablemente exija la rendición de Ucrania, su desarme, su neutralización permanente y la entrega de los principales criminales nazis. Es poco probable que acepte negociar por menos que esto.

En paralelo EE.UU. y la UE deberían acceder a levantar las sanciones económicas y comerciales contra Rusia y devolver los fondos incautados por Bruselas. Precisamente, la elección de Donald Trump ha desatado discusiones en los bancos occidentales sobre el posible levantamiento de las sanciones, según informó el Financial Times. 

Las diferencias entre ambos países son inmensas y nadie espera con realismo que Trump las pueda resolver rápidamente. Cuanto más se cargue la mesa, más difícil serán las negociaciones, pero cada tema que se postergue es el preanuncio de una crisis en el futuro.

La primera llamada telefónica del exterior que Donald Trump aceptó en la noche del triunfo provino de Benyamin Netanyahu. “La conversación fue cálida y cordial. Ambos acordaron trabajar juntos por la seguridad de Israel y hablaron sobre la amenaza iraní”, aseguró un comunicado oficial sobre la conversación. 

Donald Trump y Benjamín Netanyahu durante su último encuentro en Palm Beach, (Florida, Estados Unidos)
Donald Trump y Benjamín Netanyahu durante su último encuentro en Palm Beach, (Florida)

Trump y Netanyahu tienen una relación de larga data, que se movió en zigzag, pero que en los últimos años fluye sin problemas: los dos coinciden en que Irán es el enemigo, que es necesario liberar a los 101 rehenes secuestrados en Gaza que se supone todavía viven y que la situación en Asia Occidental sólo mejorará con un acuerdo diplomático que incluya a Arabia Saudita como pieza clave.

Si pretende tener éxito en esa región, Trump deberá resolver un dilema: para liberar a los rehenes tiene que negociar con Irán y Hamas, pero a la vez autorizaría la provisión de material bélico e información de inteligencia a Israel que Biden había embargado a pocos meses de las elecciones presidenciales para contener el voto de origen árabe. Y a este complejo escenario geopolítico se debe añadir la posibilidad de una nueva represalia ya anunciada por Teherán. Si Irán vuelve a atacar, la respuesta de Netanyahu puede complicar el rol mediador del presidente electo.

La situación regional es muy diferente a la de 2016, cuando Trump ganó su primer mandato y aún a la de 2021, cuando abandonó la Casa Blanca. Los Estados árabes del Golfo tienen hoy una posición mucho más fuerte, son menos dependientes de Estados Unidos y están mucho más interconectados con otras partes del orden multipolar en surgimiento. 


El Consejo de Cooperación del Golfo (GCC, por su nombre en inglés) se ha convertido en un actor potente de la política de Asia Occidental

Al mismo tiempo, el Golfo se ha vuelto más indispensable para la política regional estadounidense. Trump es visto en el Golfo como un hombre sin una noción clara de lo que sucede en la región. Su política regional estará condicionada por el lobby proisraelí, por un lado, y por los grupos de presión del Golfo, por el otro. La cuestión crucial será saber cuán mancomunados trabajarán los lobistas árabes en cuestiones clave como Palestina e Irán y el Eje de la Resistencia.

Trump confía en poder apoyarse en Mohamed bin Salman, el heredero del trono saudita, para firmar un “Acuerdo de Abraham” con los países árabes de la región y con Israel. Sin embargo, aunque Riad finalmente no concretó su incorporación a BRICS+, es consciente de la superioridad militar de Irán y de las ventajas que le ofrece su nueva relación con China. La República Popular ofrece un mercado inagotable para su petróleo, aporta cuantiosas inversiones en infraestructura y ha tendido una red de relaciones regionales y más allá en la que los sauditas se mueven con comodidad. New York y Londres, no obstante, siguen siendo excelentes plazas financieras. Del otro lado, la locura mesiánica de Israel amenaza con hacer estallar una gran guerra regional y la integridad territorial del reino.

Donald Trump's former Iran envoy, Brian Hook
El ex enviado de Donald Trump a Irán, Brian Hook

Mientras tanto, los primeros indicios sobre los posibles nombramientos en el futuro gobierno republicano permiten prever un sensible endurecimiento de la política hacia la República Islámica de Irán. La supuesta participación en el equipo de transición del Departamento de Estado de Brian Hook, ex enviado especial de Trump para Irán, es una señal nítida de endurecimiento hacia Teherán. 

Former US ambassador to Germany Richard Grenell.
El ex embajador de EE.UU. en Alemania, Richard Grenell.

Se habla asimismo de Richard Grenell, ex embajador de EE.UU. en Alemania durante el primer mandato de Trump, quien tuvo un papel activo durante su reciente campaña y acompañó al líder republicano en su reunión con Volodymir Zelensky en septiembre pasado. A Grenell se lo menciona para algún cargo destacado en el equipo de política exterior de Trump. El ex embajador es un “trumpista” duro que durante su estadía en Berlín chocó con la entonces Canciller Angela Merkel y en una reciente entrevista desaconsejó presionar a Ucrania, para que ceda territorios a Rusia a cambio de la paz. También criticó que el gobierno saliente hubiera autorizado al presidente iraní Masud Pezeshkian a ir a New York, para participar en la Asamblea General de la ONU en octubre pasado.

Former national security advisor Robert O'Brien.
El ex asesor de seguridad nacional Robert O’Brien.

Otro ex alto asesor de seguridad nacional de Trump que está siendo considerado posiblemente para Secretario de Estado es Robert O’Brien, quien anteriormente se desempeñó como negociador de rehenes del presidente electo y más tarde como asesor de seguridad nacional. Es un ferviente crítico del Acuerdo Nuclear de 2015 (JCPOA, por su nombre en inglés). El ex asesor de seguridad nacional sostiene que Irán debe hacer grandes concesiones no sólo en su programa nuclear, sino también en el de cohetes balísticos y en sus intervenciones regionales, puntos concordantes con las exigencias de Trump cuando se retiró del JCPOA.

Con estos o similares nombramientos se acumulan vertiginosamente los indicios de que en los primeros meses del año próximo en Asia Occidental se agudizará el enfrentamiento entre Israel e Irán. No obstante, Trump sigue afirmando querer que la guerra allí termine cuanto antes. En una llamada telefónica antes de las elecciones, el presidente electo dijo al primer ministro israelí que antes del día de la toma de posesión pusiera fin a las principales operaciones militares en Gaza. Para ello es muy probable que Trump y su equipo den a Israel mucho margen de maniobra, incluida la transferencia de ciertas armas para terminar de aniquilar a los gazatíes lo antes posible. Esto implica apoyar a Netanyahu en la aplicación del “plan de los generales” para desplazar a los 300.000 palestinos que todavía sobreviven en el norte de la Franja de Gaza o exterminarlos, si se resisten a la deportación. 

Indudablemente esta escalada de la agresión israelí contra sus vecinos y en los territorios ocupados no va a acabar con la guerra sino todo lo contrario. Israel puede masacrar a los gazatíes en el norte y afirmar su ocupación de la mitad de la Franja, pero la resistencia se va a desplazar y habrá nuevos teatros de operaciones. Si Netanyahu recibe una luz verde de Washington, buscará también ocupar la mitad sur de Líbano, lo que necesariamente provocará una reacción del Eje de la Resistencia. El escalamiento de la guerra está programado, si Trump no frena drásticamente a Israel.

President Donald Trump meets with China's President Xi Jinping at the start of their bilateral meeting at the G20 leaders summit in Osaka, Japan, June 29, 2019.
El presidente Donald Trump se reunió con el presidente Xi Jinping en la cumbre de líderes del G20 en Osaka, Japón, el 29 de junio de 2019. Éste fue su último diálogo personal hasta el momento.

El cuarto capítulo de la política exterior anunciada por Donald Trump que será determinante de la suerte de su gobierno y del devenir mundial concierne la relación con China. En la actualidad, este país es uno de los tres principales mercados de exportación para 32 estados de EE.UU., con más de 70.000 empresas estadounidenses trabajando allí y 930.000 puestos de trabajo en EE.UU. respaldados sólo por las exportaciones a la República Popular. 

Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca la relación entre ambos países se dirige hacia aguas turbulentas. El presidente Xi Jinping envió una felicitación a Trump el jueves 7 haciendo hincapié en la cooperación por encima de la confrontación. Estas manifestaciones insinúan que, por ahora, Beijing tiene la esperanza de conservar cierto diálogo y estabilidad en el vínculo binacional. Sin embargo, es probable que los 100 primeros días de Trump sean una montaña rusa. Bajo Biden los departamentos del Tesoro y de Comercio gestionaban las conversaciones económicas con China a través de grupos de trabajo, centrados en la estabilidad macroeconómica y la cooperación regulatoria. Estos canales estructurados ayudaron a garantizar un diálogo abierto sobre cuestiones como los aranceles, las restricciones tecnológicas y la estabilidad financiera. Por el contrario, la conocida preferencia de Trump por la diplomacia personal podría llevar al desmantelamiento de estos canales.


Durante su sorpresiva visita a China, Elon Musk  se reunió con el primer ministro Li Qiang en Beijing el pasado 28 de abril de 2024.

En este caso Beijing podría buscar canales alternativos para gestionar las relaciones con Trump. Un intermediario potencial es Elon Musk, cuyas profundas inversiones en la República Popular, en particular a través de Tesla, lo convierten en un enlace natural con el liderazgo chino. 

Trump ya ha anunciado que desea aumentar los aranceles sobre los productos chinos en el 10% y en algunos rubros hasta el 60%. Lo justifica no sólo con argumentos comerciales sino especialmente con la necesidad de “desacoplar” ambas economías, es decir, romper la estrecha interrelación desarrollada en los últimos 40 años y que las empresas norteamericanas “relocalicen” sus enteras cadenas de producción dentro de EE.UU.

Las repercusiones económicas a corto plazo podrían ser alarmantes. Las empresas inundarán los puertos para importar mercancías antes de que entren en vigor los aranceles, disparando los costos de transporte y almacenamiento que necesariamente recaerían sobre los hogares estadounidenses de rentas más bajas. Este aumento de los costos se mantendría por muchos años, porque la industria norteamericana no está en condiciones de sustituir rápidamente estas importaciones. Las repercusiones se extenderían a todos los sectores que dependen de las cadenas de suministro transnacionales, desde la electrónica a la automoción, y podrían sacudir la economía estadounidense. Por otra parte, ninguna empresa seria cierra sin más las instalaciones que tanto le costó construir en China, para trasladarlas a Estados Unidos sin garantías de ganancias. Además, por más sanciones que Washington aplique al comercio con y la inversión en China, las posiciones que los norteamericanos abandonen allí serán rápidamente ocupadas por sus competidores. Después de una corta transición el poderío chino aumentará, mientras que no hay certeza de que EE.UU. mejore así su posición internacional.

En síntesis, puede afirmarse que la agenda de política exterior anunciada por Donald Trump durante su campaña electoral es irrealizable y que cualquier paso que dé en esta dirección sólo puede ocasionar el caos y graves crisis internacionales. Quizás pueda imponer a México la militarización de la frontera binacional, como ya lo hizo en 2019, y que el gobierno de Claudia Sheinbaum aumente la presión sobre los cárteles narcos. Puede llegar también a deportar a algunos miles de inmigrantes indocumentados, pero siempre estará lejos de los cacareados once millones. A poco andar tendrá que buscar algún subterfugio para incumplir su promesa.

Tampoco podrá alcanzar una paz rápida en el este de Europa y mucho menos evitar el desmoronamiento de Ucrania. Para ello ya es demasiado tarde. En los meses venideros deberá afrontar una intensificación de la guerra y decidir, si se involucra o deja que Kiev se desmorone.

Mucho más graves pueden ser, empero, las consecuencias de su irrestricto apoyo a los crímenes de Benyamin Netanyahu. Habrá que ver en qué punto de la escalada se baja del bólido que avanza raudo contra el muro, pisa el freno o se deja arrastrar a una catástrofe generalizada.

Finalmente, aunque parezca paradójico, es en la relación con China donde puede ganar más y mejores posiciones, si actúa cuerdamente. Lejos del “desacople” entre ambos países y de la “relocalización” de inversiones norteamericanas, el pragmatismo chino puede ofrecerle suculentas compensaciones que mostrar en casa.

Todo depende, claro, de que deje de lado la retórica electoral y aplique el sentido común.

Carlos Pereyra Mele director de Dossier Geopolitico fue entrevistado por los servicios de radio y television de la Universidad Nacional de Cordoba en el programa «Atardecer de un dia informado», sobre la situaciones geopolítica que enfrentara la administracion de Donald Trump a partir de enero de 2025: y que se desarrollara en un escenario internacional muy distinto al que dejo cuando ejercio su anterior mandato… con potencias emergentes y el sur global más solidificado y un mundo occidental en crisis de sus estructuras ONU, G7, etc. Y con los BRICS+ en creciente poderios y las guerras proxis que organizaron Ucrania y Medio Oriente con horizontes de cada día mayor dificultad y casi nulas esperanzas de revertir seguras derrotas militares que a la postre seran derrotas politicas.

Dossier Geopolítico agradece a su miembro colaborador José Francisco Herrera por las tareas de edición y diseño de este video instalado en este Canal de YouTube

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A escasas tres semanas de la elección los sondeos dan una cierta ventaja a Harris, pero la mayoría del Colegio Electoral sigue indefinida. Cualquier evento repentino podría traer la decisión

Por Eduardo J. Vior especial para Dossier Geopolitico

En la recta final para la elección presidencial norteamericana del 5 de noviembre ambos candidatos, la vicepresidenta demócrata Kamal Harris y el expresidente republicano Donald Trump, están empatados en la simpatía de los votantes. Por ello es que cualquier acontecimiento imprevisto puede influir sobre la opinión pública y decidir la elección. 

Dado que la fecha de las elecciones nacionales (así como de muchas elecciones estaduales y locales) es a principios de noviembre, en la jerga política norteamericana se llama “sorpresa de octubre” a un acontecimiento repentino que puede influir en el resultado de las elecciones (sobre todo en las presidenciales), sea deliberada o espontáneamente. Es por ello que los acontecimientos que tienen lugar en octubre pueden influir más decisivamente en las decisiones de los votantes. El término “sorpresa de octubre” fue acuñado por William Casey, posteriormente director de la CIA, cuando trabajaba como director de campaña de la campaña presidencial de Ronald Reagan en 1980. 

En dichas elecciones el aspirante republicano Ronald Reagan temía que un acuerdo de última hora para liberar a los rehenes estadounidenses retenidos en Irán pudiera dar al presidente Jimmy Carter los votos suficientes para ganar la reelección. Por eso, en los días previos a las elecciones, la prensa se centró en la decisión del gobierno iraní -y el anuncio simultáneo de Carter- de que los rehenes no serían liberados hasta después de las elecciones. 

Después de que en julio pasado el presidente Joe Biden renuncio a candidatearse para la reelección y fue remplazado por su vicepresidenta, ésta recuperó rápidamente el terreno perdido en los meses anteriores frente al expresidente republicano. Sin embargo, con una campaña agresiva, éste recuperó algo del terreno perdido y se acercó a la postulante demócrata. Así, en el promedio de las encuestas (según el portal Real Clear Politics, RCP), al día de hoy Kamala Harris tiene el 49,1% e intención de voto y Donald Trump el 47,4%, es decir, que la demócrata aventaja al republicano  por sólo 1,7 puntos. 

Sin embargo, esta ventaja no se traduce directamente en cantidad de electores. Recordemos que en el sistema norteamericano el pueblo no elige al presidente sino a un Colegio Electoral de 538 miembros, o sea que, para elegir al presidente, un partido necesita reunir 270 votos. Dado que el número de electores que nombra cada estado es igual al tamaño de su delegación en el Congreso, rige un derecho a un mínimo de tres electores independientemente de la población del estado y el reparto del resto fijado por ley es sólo aproximadamente proporcional a la población. De este modo, los estados menos poblados están desproporcionadamente representados en el Colegio y los más poblados quedan subrepresentados.

Por esta razón, ambos candidatos están actualmente empatados en la cantidad de electores que obtendrían:

Tomando el rojo intenso y el azul intenso como señales de decisiones ya tomadas respectivamente por los republicanos o los demócratas, puede verse, primero, cuán equilibradas están las intenciones de voto para uno y otro candidato y, segundo, en gris pueden distinguirse los llamados “estados oscilantes” (toss states) que en las cinco últimas elecciones presidenciales han cambiado una o más veces de opción: Nevada, Arizona, Minnesota, Wisconsin, Michigan, Pennsylvania y Georgia. En estos “estados oscilantes” se está concentrando lógicamente el esfuerzo de ambos candidatos. 

De acuerdo a un rápido recorrido por la prensa, los temas que podrían dar “sorpresas” y cambiar el voto de los ciudadanos no decididamente partidarios de uno u otro candidato son el huracán Helene, la guerra en Asia Occidental y el proceso contra Donald Trump por el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.

Los huracanes

Flood waters from the Swannanoa River inundated the Biltmore Village area of Asheville, North Carolina following Hurricane Helene’s landfall in Florida.
Hace dos semanas el huracán Helene devastó todo el sureste del país

Tras las devastadoras inundaciones registradas a principios de octubre en muchas regiones del sur, como Georgia, Carolina del Norte y Virginia, la semana pasada un segundo gran huracán azotó la costa del Golfo de Florida. Miles de personas han sido evacuadas y muchas probablemente no estarán de vuelta en sus hogares hasta el día de la elección. Por consiguiente, los estados afectados por las tormentas podrían ver reducida su participación electoral. Las inundaciones afectaron sobre todo a zonas rurales que habitualmente respaldan a Donald Trump. En estados indecisos, como Georgia y Carolina del Norte, donde las elecciones están muy reñidas, incluso una ligera disminución en el número de votantes podría influir sobre los resultados. Poco antes de las tormentas el estado de Carolina del Norte (NC, por su nombre en inglés) había enviado a muchos votantes boletas de voto por correo que pueden haberse perdido en la evacuación. 

Además, el escrutinio público en esos estados se centrará en la eficacia de la respuesta del gobierno de Biden y Harris a los huracanes. Este tema ya ocupa la agenda de las noticias que ambas campañas deberán discutir hasta el día de las elecciones. Los problemas electorales generados por las tormentas son constantes y graves, y se perfilan como una “sorpresa de octubre” en al menos un par de estados indecisos. 


Una calle inundada el jueves 10 en Osprey, Florida.

Donald Trump ha sugerido en repetidas ocasiones que el presidente, Joe Biden, ha reaccionado con lentitud ante el huracán Helene y ha afirmado que el dinero destinado a Fema (la Agencia Federal de Gestión de Emergencias) ha sido “robado” por Kamala Harris para gastarlo en alojar a inmigrantes ilegales. En los márgenes (aún) más conspirativos del movimiento Maga, las afirmaciones son aún más descabelladas. En general la opinión pública ha ridiculizado las teorías conspirativas de la ultraderecha, pero parte de la desinformación de Trump y sus aliados puede estar calando hondo. 

La guerra de Asia Occidental y la campaña electoral

El año transcurrido desde el atentado del 7 de octubre ha demostrado hasta qué punto la política presidencial estadounidense está estrechamente relacionada con la trayectoria de los acontecimientos en Oriente Próximo. Cada una ejerce una fuerza gravitatoria sobre la otra, a menudo de forma perjudicial para ambas. La política exterior no suele tener mucha importancia en las elecciones presidenciales estadounidenses, pero este año podría ser una excepción. En una contienda que probablemente se decida por pequeños márgenes en un puñado de estados, las consecuencias de los conflictos en Gaza, Cisjordania y Líbano, con una posible guerra con Irán en ciernes, podrían tener un impacto significativo en las perspectivas de Kamala Harris. 


Los manifestantes rezan en una protesta antiisraelí en Nueva York, 7 de octubre de 2024

Los conflictos en Asia Occidental continúan, pero ¿se ampliarán a un enfrentamiento directo entre Israel e Irán? Si esto acontece, hay que descontar un involucramiento directo de EE.UU. De hecho ya se anunció el envío de nuevos dispositivos de defensa antiaérea con personal norteamericano. ¿Cómo responderían los votantes estadounidenses, si el conflicto escala a una guerra regional? Los votantes estadounidenses de origen judío han tendido tradicionalmente a votar a los demócratas, ya que cerca del 70% de los ciudadanos judíos se identifican como demócratas. Esto es importante, ya que hay importantes comunidades judías en estados indecisos como Pensilvania (con 433.000), Florida (con 672.000) y Georgia (con 141.000).  Encuestas recientes muestran que el 72% de los votantes judíos apoyan a Harris frente a Trump. Y aunque el 75% de los judíos estadounidenses afirmaron que Israel es importante para ellos, sólo ocupó el noveno lugar en una lista de 11 temas en términos de importancia para configurar su voto. 

No puede decirse lo mismo de las comunidades árabe-estadounidenses, devastadas por el conflicto en Gaza (y ahora en Líbano) y enfurecidas por la respuesta de Biden a Israel. Aunque Estados Unidos ha utilizado la presión diplomática para agitar un alto el fuego, también ha vendido recientemente a Israel otros 20.000 millones de dólares (15.080 millones de libras) en aviones de combate y otras armas. Se trata de uno de los mayores paquetes militares desde el comienzo de la guerra de Gaza.  Cuando se les dio una lista de diez cuestiones y se les pidió que eligieran las tres más importantes, el 60% de los estadounidenses árabes encuestados eligieron Gaza, y el 57% dijeron que la guerra en Gaza influiría en su voto. Esto puede explicar por qué casi el 80% de los votantes árabes estadounidenses tienen una opinión desfavorable de Biden (según una encuesta realizada en mayo). Sólo el 55% tiene una opinión desfavorable de Trump.  

Ya ha habido importantes protestas por los crímenes cometidos por Israel en Gaza que han provocado cierta división entre los votantes demócratas. En Michigan y Georgia vive un número significativo de árabes estadounidenses (respectivamente, más de 200.000 y más de 150.000) que, de acuerdo a las últimas encuestas, estarían dispuestos a castigar el apoyo de los demócratas a Israel, aun sabiendo que el líder republicano es un ferviente partidario de Netanyahu. En las elecciones primarias demócratas, 100.000 de estos empadronados votaron en señal de protesta como “no comprometidos” en lugar de por el Presidente Biden. 


La vicepresidenta Kamala Harris afirmó que «no se callará» sobre la situación humanitaria en Gaza tras su reunión de julio con el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu.

Huelga portuaria

La huelga convocada a principios de octubre por la Asociación Internacional de Estibadores (que representa a 45.000 trabajadores portuarios estadounidenses de las costas oriental y meridional) tenía visos de convertirse en una “Sorpresa de Octubre”, pero fue aplazada temporalmente hasta el 15 de enero. Esto ayuda a Harris. Aunque se ha resuelto la cuestión salarial de estos trabajadores, sigue sin resolverse el espinoso asunto de la automatización y su impacto en las operaciones portuarias y en quienes allí se desempeñan. Si no se resuelve esta cuestión, la huelga se reanudará a mediados de enero. 

Proceso contra Trump por el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021

Tanya S. Chutkan, la jueza federal que supervisa el caso de Donald Trump por el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, emitió el jueves 10 una orden aprobando la publicación de documentos de fuentes redactadas que proporcionarían al fiscal especial Jack Smith material potencialmente incriminatorio sobre los intentos del expresidente por anular las elecciones de 2020. Gran parte de la información contenida en esos documentos fue utilizada por los fiscales en un escrito legal de 165 páginas en el que argumentaban que Trump debía seguir siendo procesado, a pesar de que la Corte Suprema este verano le concedió una amplia inmunidad. 

Tanya Chutkan, an Unflinching Judge in the Trump Jan. 6 Trial - The New  York Times
Jueza Tanya Chutkan

Sin embargo, la jueza pausó la potencialmente embarazosa publicación, para que el equipo legal de Trump pudiera evaluar sus opciones. Trump dispone ahora de un plazo de siete días hábiles para impugnar la publicación de los papeles, que podrían incriminarlo aún más ante la opinión pública, cuando las elecciones de 2024 entran en su recta final.


Donald Trump durante un mitin de campaña en Riverfront Sports el 9 de octubre de 2024, en Scranton, Pensilvania. 

El expresidente está acusado de conspiración para defraudar a Estados Unidos, conspiración para obstruir un procedimiento oficial, obstrucción e intento de obstruir un procedimiento oficial y conspiración contra los derechos en relación con una supuesta campaña de presión sobre funcionarios estatales para revertir los resultados de las elecciones de 2020.

El ex presidente se ha declarado inocente de todos los cargos que se le imputan y ha dicho en repetidas ocasiones que es víctima de una caza de brujas política. Asimismo ha acusado a Smith de intentar interferir en las elecciones presidenciales de 2024. No se ha fijado fecha para el juicio y muchos observadores anticipan que el caso podría acabar de nuevo ante la Corte Suprema. Se espera que, si es elegido presidente, Trump ordene al Departamento de Justicia que abandone el caso.

La economía está estabilizada 

Es poco probable que los principales indicadores y factores económicos cambien de aquí al día de las elecciones. Todavía el 1º de noviembre se publicará un último informe sobre el empleo, pero serán los economistas quienes presten más atención a esos datos, mientras que los votantes se centrarán en la inflación. La economía es citada por los votantes como la cuestión más importante a la hora de determinar su voto, pero es poco probable que en este campo se produzca una alteración seria, a menos que un cambio brusco en la situación en Asia Occidental altere repentinamente los precios de los combustibles y desordene todas las variables económicas.

Voto anticipado 

Alrededor de 3.500.000 estadounidenses han votado ya en los 30 estados que han iniciado el voto anticipado. Otros estados seguirán el ejemplo y permitirán el voto anticipado durante las semanas previas al día de las elecciones. Eventuales “Sorpresas de Octubre”, por consiguiente, no afectarán en absoluto a esos votos. El día de las elecciones más de la mitad de los votantes ya habrá votado. La realidad es que, a medida que más votantes estadounidenses votan anticipadamente, el impacto de las “Sorpresas de Octubre” disminuye. 

Conclusiones

Entre los acontecimientos que podrían dañar las chances electorales de uno u otro candidato, obviamente el más relevante es el relacionado con la guerra en Asia Occidental. Si bien EE.UU. ya ha realizado muchas elecciones presidenciales en tiempo de guerra, corre ahora el riesgo de verse envuelto en una conflagración pocos días antes de la elección, sin haber definido la jefatura del Estado y con el país profundamente dividido.

Si el conflicto estalla antes, la carga de la responsabilidad política recaerá sobre la candidata demócrata como parte del actual gobierno. Habitualmente en casos de guerra ambos partidos tienden a cooperar, pero Kamala Harris no podrá escapar al escrutinio mediático por los múltiples errores que permitieron la radicalización del conflicto en Asia Occidental.

En cambio, si la explosión se produce después del 5 de noviembre, la atribución de responsabilidades dependerá de qué partido haya ganado la elección. Si han sido los demócratas, partiendo de la continuidad política entre el gobierno saliente y el entrante, se demandará de la presidenta Harris que asuma inmediatamente la conducción política y militar. Si, por el contrario, el vencedor ha sido Donald Trump, es poco probable que los demócratas lo llamen a cogobernar antes del cambio de gobierno en enero próximo.

Dada la fractura interna, en todos los casos la transición hacia el nuevo gobierno será larga y conflictiva. Si a ello se le añade el estallido de una gran guerra regional que obligue a la intervención norteamericana, se cierne el peligro de que los militares y oficiales de inteligencia usurpen el poder de decisión y de que se adopten resoluciones que no respondan a la lógica consensual de la política.

Paradójicamente, en una elección que encierra menos riesgo de sorpresas que las anteriores la incertidumbre es mayor. Si EE.UU. no hubiera insistido en tener abiertos tantos frentes políticos, militares y económicos a la vez, bastaría con que la elección resuelva la actual falta de liderazgo para dar certezas al país y al mundo. Pero, como las crisis son tantas, simultáneas y contradictorias entre sí, el intento de arreglar una puede desatar una concatenación de otras crisis incontrolables. El que mucho abarca, poco aprieta. Hasta que EE.UU. no reduzca su exposición mundial, no tendremos tranquilidad.