Estamos por comenzar el tercer año de la tercera década del tercer milenio. Una vez repasado lo que fue 2022 y su significado en el cambio de época que vivimos, proyectemos aquello a lo que debemos poner atención en 2023 en política internacional, economía y finanzas globales y desarrollo científico y tecnológico. Comencemos con la agenda política.

La guerra en Ucrania es el conflicto vivo más importante por su riesgo potencial de precipitar el orden mundial hacia el abismo; es un choque, indirecto hasta ahora, entre las principales potencias nucleares del orbe. Para Rusia es vital ofrecer en febrero, a un año de la «operación militar especial», una narrativa optimista con el afianzamiento de su control en las provincias ucranianas de Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk. La apertura de una línea de diálogo para la paz por parte de Moscú depende del fortalecimiento de sus posiciones en dichos territorios y del desgaste del gobierno y la sociedad ucranianas producto de los continuos ataques rusos a la infraestructura energética y civil. Hay que estar atentos al ritmo del flujo de la ayuda económica y militar de la Unión Europea y la OTAN, de la cual depende la capacidad de resistencia y contraataque de Ucrania y la cual está subordinada a la agenda interna de los países integrantes de ambos organismos supranacionales que ya registran los primeros signos de desgaste por las consecuencias económicas y energéticas de la desvinculación con Rusia. Hay que seguir el impacto de las sanciones occidentales en la economía rusa, la cual hasta ahora se ha mostrado resiliente con una caída mucho menor a la esperada; la capacidad del Kremlin de sostener la invasión militar depende de su fortaleza económica y sus vínculos comerciales con países no alineados con Estados Unidos, como China.

Debemos observar si la posición de Pekín se mantiene como hasta ahora en una neutralidad explícita, pero con un apoyo implícito a Moscú. No obstante, no es lo principal en la agenda china. En marzo se dará la renovación del mandato de Xi Jinping como presidente, con lo que iniciará su tercer quinquenio al frente de la potencia asiática. Seis asuntos acaparan la atención del régimen chino: 1) la gestión de las nuevas políticas relacionadas con la pandemia tras el descontento social provocado por las restricciones; 2) la recuperación del ritmo de crecimiento económico y la consolidación del liderazgo tecnológico; 3) la relación con las autoridades de Taiwán y el posible choque con EUA por la anulación de la autonomía de la isla; 4) el afianzamiento de un orden global multipolar ajeno a la hegemonía estadounidense a través de las instituciones de gobernanza internacional promovidos por Pekín; 5) el sostenimiento de su expansión comercial dentro del marco de la Nueva Ruta de la Seda y la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés), la zona de libre comercio más grande del mundo, y 6) la construcción de una nueva relación política y comercial con Europa y Norteamérica en medio de una globalización fragmentada y de tensiones geopolíticas entre las grandes potencias.

En Occidente, no debemos perder de vista los devenires internos y externos de Europa y sus instituciones de gobernanza. Croacia, miembro de la UE desde 2013, entrará en 2023 a la zona Euro y al espacio Schengen en momentos turbulentos para las instituciones europeas. Hay que seguir de cerca la evolución del escándalo de corrupción que ha estallado en el seno del Parlamento Europeo por los presuntos sobornos recibidos por eurodiputados de manos de autoridades de Qatar y Marruecos para impulsar agendas afines a dichos países. También debemos observar si queda atrás la debacle del euro, la moneda común de 20 países, frente al dólar y otras monedas. En cuanto el espacio Schengen, la frontera común de 26 estados, se trata de una de las instituciones más criticadas por algunos gobiernos y sectores conservadores a raíz del aumento del flujo migratorio externo e interno. Pero los puntos más álgidos para la Europa comunitaria son: 1) la nueva relación en construcción con el Reino Unido y su futuro tras el Brexit; 2) la revisión de la candidatura de Ucrania como posible miembro de la UE en medio de la guerra emprendida por Rusia; 3) la construcción de una política exterior y de defensa centrada en los intereses europeos y no estadounidenses bajo la sombra de la amenaza rusa, y 4) la creación de una nueva relación comercial y política con China y Rusia en medio de las tensiones globales existentes y dada la necesidad de la UE de mantener la paz en Eurasia.

Dentro de este último punto, la posible reactivación del acuerdo nuclear con Irán, país en convulsión social, es determinante para Europa.  

Reactivar el acuerdo con Irán depende de EUA y las condiciones que el gobierno de Biden imponga. Para el presidente demócrata de la potencia americana, 2023 será crucial, ya que enfrentará su tercer año de gobierno con una Cámara de Representantes de mayoría republicana, con procesos legales abiertos contra Donald Trump, quien está recomponiendo sus bases sociales de cara a la elección de 2024, y en medio de una creciente polarización. Es importante observar si la recuperación económica de EUA se consolida en 2023 en medio de las tormentas que azotan al mundo. En política exterior, Washington tiene frente a sí el reto de mantener su hegemonía global y fortalecer sus alianzas dentro y más allá de Occidente. La relación con China cobra relevancia en virtud del diálogo de acercamiento que ensayan actualmente ambas potencias para establecer puntos en común de una agenda mínima global, a pesar de la guerra comercial y tecnológica y de las tensiones políticas, principalmente por Taiwán y Rusia, con la cual Washington debe recomponer la estructura de tratados de control nuclear. Pero EUA también tiene un ojo puesto en América Latina, en donde se han sucedido los triunfos de gobiernos de izquierda distantes de los intereses de Washington, y en donde la presencia comercial de China se ha consolidado. La crisis en Perú, el autoritarismo en Venezuela y Nicaragua, el regreso de Lula en Brasil y la relación comercial, migratoria y de seguridad con México son focos de atención para EUA en la región.

No debemos desatender el curso que tome la pandemia de Covid-19, que en 2023 pudiera entrar en la fase de normalización, y hay que observar si se concreta un frente global para prevenir pandemias cuando experimentamos la reactivación masiva del turismo y la movilidad internacional, en la que la migración seguirá jugando un papel económico, político y social relevante. Es previsible que los incrementos en los presupuestos de defensa se mantengan el próximo año por el clima belicista que prevalece, mientras que el mundo batalla para consolidar una estrategia común de contención del calentamiento global con miras a la COP 28 de Dubái.

Por: ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

FUENTE: https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/2022/2023-en-clave-geopolitica.html

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