TAIWÁN COMO FACTOR DE CONFLICTO ENTRE ESTADOS UNIDOS Y CHINA Por: Anthony Medina Rivas Plata Director de la Escuela Profesional de Ciencia Política y Gobierno UCSM especial para Dossier Geopolitico
La guerra entre Rusia y Ucrania que inició en febrero de este año reavivó un viejo debate sobre la posibilidad de que los movimientos de Moscú puedan animar a la República Popular China (RPC) a tomar la isla de Taiwán para lograr la reunificación con la que considera su ‘provincia rebelde’ desde 1949. A causa de la reciente crisis diplomática generada por la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a Taiwán, han vuelto las viejas preocupaciones de analistas políticos alrededor del mundo sobre la posibilidad del surgimiento de un conflicto militar entre China y Estados Unidos debido a la situación en Taiwán. China jamás ha descartado usar la fuerza para lograr la reunificación, a la vez que Estados Unidos tampoco ha descartado defender a Taiwán si China ataca. El Departamento (Ministerio) de Defensa de EE.UU. señaló en un informe del año 2021 que el Ejército Popular de Liberación de China (EPL) se estaría preparando para una contingencia en torno a una reunificación forzosa; al mismo tiempo que viene formulando un conjunto de medidas para ‘disuadir, retrasar o negar cualquier intervención de terceros’, como los Estados Unidos. Sobre el tema, el presidente chino, Xi Jinping, ha declarado en varias ocasiones que la reunificación con Taiwán llegará ‘tarde o temprano’, ya que ésta es esencial para lograr lo que él llama el ‘Sueño Chino’ (‘The Chinese Dream’), que restaurará el estatus de gran potencia mundial para China en el año 2049.
Esta controversia no es nueva, y tiene como origen la discrecional ambivalencia de los Estados Unidos con respecto al status de Taiwán luego del reconocimiento formal de la RPC. En 1979, bajo el gobierno del presidente Jimmy Carter, Estados Unidos estableció relaciones diplomáticas oficiales con la RPC; a la vez que ponía fin a dichos vínculos con la República de China (RDC-Taiwán). No obstante, hasta el día de hoy, Estados Unidos tiene una fuerte relación extraoficial con la isla y continúa vendiéndole equipos de defensa militar. Esto, por supuesto, enfurece al gobierno de la RPC en Beijing, el cual continuamente viene exigiendo a Washington que deje de vender armas y cese el contacto diplomático con el gobierno de la RDC en Taipéi.
Formalmente, el enfoque estadounidense hasta el día de hoy se rige por su política de Una Sola China (‘One China Policy’). Dicho enfoque se basa en varios documentos, así como en tres comunicados formales entre Estados Unidos y la RPC que datan de los años 1972, 1978 y 1982; la Ley de Relaciones Exteriores con Taiwán, aprobada por el Congreso de los Estados Unidos en 1979; y el documento de las ‘Seis garantías’, que el presidente norteamericano Ronald Reagan transmitió a Taiwán en 1982. Estos documentos establecen que Estados Unidos efectivamente reconocen la posición de la República Popular China de que existe ‘Una Sola China’ y que Taiwán es parte ésta, siendo el gobierno de la RPC en Beijing el único gobierno legal de China. En ese sentido, algunos altos funcionarios estadounidenses han querido desentenderse de sus compromisos con la RPC indicando que su ‘reconocimiento’ no implica necesariamente que Estados Unidos acepte la posición de Beijing sobre Taiwán; a la vez que afirma no apoyar la independencia de Taiwán. Esta ambigüedad en el uso de los conceptos diplomáticos ha llevado a los Estados Unidos a establecer vínculos políticos, culturales, comerciales y militares a través del Instituto Americano en Taiwán (AIT); que de facto funciona como la Embajada de los Estados Unidos en Taipéi. En principio el AIT se presenta como una organización ‘sin fines de lucro’, pero a la vez es financiado enteramente por el gobierno federal de los Estados Unidos y su funcionamiento es supervisado por el Congreso de dicho país. A través de dicha política exterior, Estados Unidos ha mantenido a Taiwán como carta de negociación en sus relaciones con China.
Bajo la presidencia de Donald Trump, Estados Unidos profundizó los lazos con Taiwán a pesar de las objeciones de Beijing, incluyendo la venta de armas al ejército taiwanés por valor de más de 18 mil millones de dólares, así como la inauguración de un complejo de 250 millones de dólares para el AIT. De igual manera, Trump habló por teléfono con la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-Wen, antes de su toma de posesión, siendo este el nivel más alto de contacto entre las dos partes desde 1979. Durante su gestión también envió a varios altos funcionarios de su administración, incluido un miembro del gabinete, a Taipéi, y durante sus últimos días en el cargo, el Departamento de Estado eliminó viejas las restricciones que rigen dónde y cómo los funcionarios estadounidenses pueden reunirse con sus homólogos taiwaneses. La administración del actual presidente norteamericano, Joe Biden, ha adoptado un enfoque similar, continuando con la venta de armas y afirmando la decisión de la administración Trump de permitir que los funcionarios estadounidenses se reúnan más libremente con los funcionarios taiwaneses. Por ello, Biden fue el primer presidente de los Estados Unidos en invitar a representantes taiwaneses a asistir a su toma de mando como presidente. Recientemente, Biden ha aumentado el tono de sus expresiones, afirmando en varias ocasiones que los Estados Unidos saldrían en defensa de Taiwán si China atacaba. Contradiciendo la versión oficial, posteriormente altos funcionarios de la Casa Blanca se han retractado de los comentarios de Biden, indicando que la ‘One China Policy’ se mantiene.
Ciertamente, Beijing ha tomado nota de los recientes movimientos estadounidenses y se ha vuelto mucho más cauteloso con respecto a sus acciones dentro de su zona de influencia, el Mar de China Meridional, sobre todo luego de presenciar el estancamiento del conflicto ruso-ucraniano. Sin embargo, el EPL ha hecho de Taiwán una de sus principales prioridades; a la vez que el escenario taiwanés ha sido un catalizador importante para la modernización del material militar chino. Por ello, en su ‘Libro Blanco de Defensa’ del año 2019, el EPL declara que ‘derrotará resueltamente a cualquiera que intente separar a Taiwán de China’.
China ha empleado una variedad de tácticas coercitivas que no llegan al conflicto armado, y ha intensificado estas medidas desde la elección de Tsai en 2016. Su objetivo es desgastar a Taiwán y hacer que la gente de la isla llegue a la conclusión de que su mejor opción es la unificación con el continente. Con ese fin, China ha aumentado la frecuencia y la escala de las patrullas de bombarderos, aviones de combate y aviones de vigilancia del EPL sobre Taiwán y sus alrededores. También ha patrullado con mayor frecuencia el Estrecho de Taiwán haciendo uso de sus buques y portaviones. Junto con el aumento de su presencia militar, China ha reforzado su diplomacia económica para ejercer mayor presión sobre Taiwán. En 2016, China suspendió un mecanismo de comunicación a través del Estrecho con la principal oficina de enlace de Taiwán; a la vez que puso límites a las visitas de nacionales chinos a la isla, descendiendo el número de turistas de 4 millones en 2015 a 2,7 millones en 2019. El comercio y las inversiones han sido parte de esta estrategia: China ha logrado exitosamente que varias corporaciones globales, incluidas aerolíneas y cadenas hoteleras, reconozcan a Taiwán como provincia china; a la vez que ha asumido los costos políticos del corte comercio con Lituania, país europeo que abrió una oficina de representación de Taiwán en su capital, Vilna.
Taiwán no tiene la capacidad de defenderse de un ataque chino sin apoyo externo. Si bien el gobierno taiwanés ha aumentado notablemente el gasto en defensa con un presupuesto récord de casi US$17,000 millones para 2022, todavía se estima que el gasto militar de China es alrededor de veintidós veces el de Taiwán. En 2022, los legisladores taiwaneses aprobaron el plan del gobierno de Tsai de gastar US$8,600 millones adicionales en defensa hasta 2027. Parte de este presupuesto ampliado se destinará a la adquisición de misiles de crucero, minas navales y sistemas de vigilancia avanzados para defender las costas de la isla. Taiwán ha declarado que miles de ataques cibernéticos llegan a diario a sus agencias gubernamentales provenientes de China. En 2020, el gobierno acusó a cuatro grupos chinos de hackear al menos a diez agencias gubernamentales taiwanesas y a seis mil cuentas de correo electrónico oficiales desde 2018 para intentar acceder a datos gubernamentales e información personal. Si bien no existe ningún método cien por ciento fiable para demostrar que dichos ataques se realizaron por órdenes directas del gobierno comunista en Beijing, esa ha sido hasta ahora la posición oficial del gobierno taiwanés.
Un interesante artículo de Escobar nos ofrece una mirada para entender la dinámica de la compleja integración euroasiática, que nos obliga a refrescar nuestros conocimientos geográficos. Creo que para los «neófitos» como nosotros que tratamos de acercamos a la geopolítica y deseamos entenderla es fundamental «amigarse» con la geografía y la historia para poder interpretar los hechos políticos actuales y su probable proyección futura.
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