La caravana migrante en la filosofía de la historia
Por Norberto Emmerich
Arnold Toynbee, el notable historiador británico, reflexionó en su obra «Estudio de la historia» sobre los problemas centrales de la humanidad y adjudicó un rol central a dos procesos civilizatorios a los que denominó «la embriaguez de la victoria» y la «migración de pueblos», un doble mecanismo que lleva a la caída de los imperios y de las civilizaciones a partir del estudio del Imperio Romano.
Las civilizaciones atraviesan su mayor momento de peligro en el preciso instante en que experimentan su mejor posición, en el punto más alto de su desarrollo, cuando el mundo parece re-crearse a su imagen y semejanza. En ese momento los imperios se ven sin enemigos a su alrededor, exportan el «american way of life» y dominan sin oprimir. A partir de allí comienza su irrefrenable decadencia, crisis y desaparición, la victoria produce una embriaguez imposible de evadir, cuando los frutos del esfuerzo le son otorgados al vencedor, que se retira a disfrutar del ocio y la riqueza merecidos.
El aspecto característico en el proceso de desintegración de una civilización ocurre en el ámbito social y se manifiesta en una descomposición interna que tiene por protagonista a una minoría dominante creadora de un Estado universal legitimado casi siempre por la fuerza. Desde las primeras experiencias americanas en la guerra contra España por la independencia de Cuba en 1898 hasta el desarrollo obtenido tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, se fue cimentando y construyendo paulatinamente el poderío externo de Estados Unidos.
La acción combinada del proletariado interno (la América profunda) y del proletariado externo (las corrientes migratorias) amenaza desde adentro y desde fuera al Imperio, hasta que llega su extinción. El ciclo vital de una civilización concluye en el momento en el que empieza a nacer el que dará lugar a una nueva civilización. Este proceso genético, alumbrado por la irremediable decadencia de la minoría dominante desde adentro y las sucesivas oleadas migratorias (Volkerwanderungen) desde afuera, da paso a un “interregno”, un tiempo caótico previo a la posterior época estable de formación y desarrollo. Ese «interregno» parece ser la característica dominante del momento actual.
En el Imperio Romano el proletariado externo llegó como una inundación desde más allá de las fronteras de la antigua sociedad: germanos y eslavos de Europa Septentrional, sármatas y hunos de la estepa euroasiática, sarracenos de la península arábiga, bereberes del Atlas y del Sahara se fueron agolpando contra las murallas del Imperio triunfante. Ya no pretendían participar de los beneficios imitando la cultura del vencedor, estaban alistándose para un asalto final a la fortaleza debilitada. Durante largas décadas Estados Unidos fue, y en gran medida sigue siendo, un lugar de inmigración de ciudadanos de todos los países. Pero las oleadas migratorias hispanas, la mexicana en primer lugar, fueron perforando su identidad. Con mucha razón Samuel Huntington se preguntó ¿Quiénes somos?, luego de haber escrito El choque de las civilizaciones.
Cuando la civilización está en crecimiento, el territorio nativo donde se asienta su fuerza está resguardado del impacto de la barbarie externa por un amplio umbral o zona amortiguadora a través de la cual la civilización fluctúa en varias capas de distintos salvajismos. Desde el avanzado norte mexicano hasta la decadencia salvadoreña, la barbarie externa se despedaza en una innumerable cantidad de capas y variantes de pobreza, crimen y corrupción.
Pero cuando una civilización entra en colapso y las hostilidades entre el interior y el exterior van creciendo, esta zona amortiguadora desaparece. El umbral es sustituido por una frontera militar, una línea que no tiene ancho, un muro, una alambrada, una cerca. A lo largo de esa línea, una minoría dominante frustrada y un proletariado externo furioso se miran frente a frente bajo el ojo de las armas. Este frente militar ya no deja irradiar cultura ni imitación, sólo la técnica militar da las respuestas, un artículo de cambio social que trae guerra. Brillantemente Toynbee afirma que «este equilibrio temporal y precario de fuerzas, inevitablemente se inclina con el paso del tiempo, a favor de los bárbaros».
La carava migratoria centroamericana, sumando simpatías y apoyos a su paso, es el principal dilema global del momento. En medio del último tramo de la larga transición presidencial en México y la cercanía de las elecciones de medio término en Estados Unidos, los «bárbaros» están obligando a la militarización de la frontera americana y a respuestas tan improvisadas como encendidas del presidente Donald Trump.
La guerra comercial con China y la Unión Europea son pálidas escaramuzas frente al dilema civilizatorio que nuevamente se coloca a empujones en el centro de las preocupaciones estratégicas. Ahora no es Medio Oriente, es el «patio trasero» golpeando la puerta.
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