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Ante las próximas derrotas en Ucrania y Medio Oriente y la desdolarización creciente, un EE.UU. dividido ocupa Latinoamérica para frenar a China

Por Eduardo J. Vior(*)
analista internacional

La combinación de previsibles derrotas político-militares, pérdida de competitividad, desdolarización de vastas regiones del mundo y la creciente división ideológica y cultural dentro del campo occidental conducen a un aceleramiento de los movimientos tectónicos que están haciendo temblar el mundo desde hace dos años. En particular, del modo en que se resuelva la lucha por el poder en Estados Unidos dependerá el curso de su confrontación con la República Popular de China por la organización del mundo, es decir, entre la competencia pacífica y la guerra nuclear.

El fracaso de la contraofensiva ucraniana en el pasado verano boreal y la interrupción de las transferencias legales de fondos de Estados Unidos al país europeo permiten aseverar que Ucrania no puede ganar la guerra que inició contra Rusia hace diez años. Después del fracaso de la contraofensiva en Zaporiyia y la pérdida de decenas de miles de efectivos, los avances rusos en Donetsk, Lugansk y Járkov han puesto al ejército de Kiev a la defensiva. 

Fracturada por intensas luchas de poder, que, en realidad, reflejan las diferentes estrategias que compiten en Washington, Ucrania sólo puede retrasar la ofensiva rusa, si construye una eficiente línea defensiva. Aun así, su derrota militar es una cuestión de tiempo. En algún momento de los próximos meses su frente cederá y deberá aceptar las condiciones que Rusia imponga para firmar la paz. Probablemente, en ese momento los servicios occidentales comenzarán una guerra de guerrillas con los restos del ejército ucraniano, pero no podrán ocultar la derrota política y militar de la OTAN.

Entre tanto, en Asia Occidental el Imperio también está retrasando su derrota. Al plantearse objetivos desmedidos y demasiado ligados a la supervivencia personal del primer ministro Benyamin Netanyahu, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se empantanaron en una guerra en varios frentes que no pueden ganar y la masacre contra la población de la Franja de Gaza ha cambiado la visión que… 

la opinión pública mundial tenía de Israel: ahora lo ve mayoritariamente como un Estado genocida.

Mientras tanto, EE.UU. insiste en multiplicar los frentes. Primero, atacó a Yemen junto con Gran Bretaña y un puñado de aliados, pero no pudo evitar que el comercio israelí tuviera que abandonar el estrecho de Bab el Mandeb y se desviará por el Cabo de Buena Esperanza (4.500km más). Las pérdidas del Estado sionista ascienden entre tanto a decenas de miles de millones de dólares.

Al bombardear este viernes 2 bases de milicias pro iraníes en Siria e Irak, los norteamericanos cayeron en la trampa del Eje de la Resistencia liderado por Irán y extendieron la guerra de Gaza

Su presencia en ambos países representa una cuña en el frente de la Resistencia y le permite desde hace doce años robar el petróleo de Siria. Para peor, su Fuerza Aérea esperó cinco días para bombardear, tiempo suficiente para que las milicias vaciaran las instalaciones. Evidentemente, Washington quiso enviar a Teherán una advertencia sin dañarla, pero es peor, ya que los bombardeos justifican a las milicias que los atacan permanentemente en ambos países y amplían la guerra de Gaza.

Después de cuatro meses de guerra, Israel no ha podido vencer a la resistencia palestina, la mitad de sus fuerzas están comprometidas en la frontera con Líbano, la guerrilla palestina en Cisjordania no cesa en sus ataques y los yemeníes han dañado su comercio. 

Además, la división de su liderazgo y la oposición de gran parte de la población al gobierno de Benyamin Netanyahu ponen un serio límite a su esfuerzo de guerra. Si, además, sus aliados occidentales insisten en ampliar el teatro de operaciones, más integral y abarcadora será la negociación que el Eje de la Resistencia imponga a Israel y los norteamericanos. EE.UU. está a punto de perder su hegemonía en Asia Occidental e Israel ha quedado a la defensiva, con el consecuente fracaso de su proyecto expansionista.

La estrategia neoconservadora de guerra permanente es desde la presidencia de Ronald Reagan (1981-89) el correlato necesario de la hegemonía del capital financiero especulativo concentrado, no sólo, porque la guerra continua alimenta la industria armamentista, sino también, porque abrir a los tiros nuevas posibilidades de inversión en el exterior resultaba hasta hace poco más rápido que invertir en el desarrollo de la tecnología y la industria nacionales. Expandiendo la deuda pública se podía comprar todo a precio vil en el exterior y se fomentaba un lucrativo negocio para bancos y fondos de inversión que se enriquecen con las obligaciones del Estado. Además evitaba el crecimiento de clases trabajadoras que luego obligaran a los más ricos a ceder algo de su poder y propiedad.

Cuarenta años de concentración de la riqueza en una ínfima oligarquía super rica creó una mayoría empobrecida e impulsó la resistencia de sectores productivos que consideran tanta guerra un despilfarro y reclaman el cierre del mercado norteamericano para recuperar su competitividad. Razones históricas y anclajes ideológicos hicieron que los neoconservadores globalistas vayan de la mano con liberales universalistas y todo tipo de corrección política (la llamada cultura woke). Quienes defienden el mercado interno, en cambio, se vistieron de reaccionarios, racistas, xenófobos y machistas.

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Desde principios de la década pasada Estados Unidos está irremisiblemente partido en dos facciones irreconciliables. En el comienzo de la campaña para las elecciones presidenciales de noviembre próximo, entonces, la fractura se agravó y el país está en pleno conflicto constitucional por la grave crisis migratoria en la frontera sur. 

En medio de la campaña electoral ambos partidos aprovechan la tragedia de los inmigrantes para ganar puntos. Durante meses se negoció en el Senado un compromiso bipartidista por el cual los demócratas se avendrían a un cierre total de la frontera mexicana a cambio de que los republicanos votarán nuevas partidas de ayuda a Ucrania. Este compromiso se desinfló en la medida en que Donald Trump se fue perfilando como el futuro candidato presidencial republicano. Tanto él como Joe Biden tienen ahora más interés en polarizar que en resolver la crisis. Al hacerlo, empero, llevaron el país al borde de la ruptura.

Los gobernadores de 25 estados (la mitad del país) y los fiscales federales de 26 de ellos han manifestado su apoyo a la rebeldía de Texas contra la orden de la Corte Suprema de EE.UU., para que el estado de la Estrella Solitaria (de su bandera) retire el alambre de púas que ha colocado en un tramo de su frontera con México en el litoral del Río Bravo. La cerca de 48 kilómetros a orillas del río Bravo forma parte de la estrategia del gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, para evitar la llegada de migrantes. Su colega de Florida, el republicano Ron DeSantis, y la precandidata del mismo partido Nikki Haley se han solidarizado con la rebeldía texana.

Demócratas y republicanos insisten en agudizar la fractura del país, sin hacerse cargo de las consecuencias que puedan sobrevenir. En el resto del mundo, en tanto, cunde la desconfianza. 

No sólo Estados Unidos se caracteriza por incumplir sus compromisos y promesas, sino que su división actual permite dudar de la solidez de los compromisos que sus gobiernos contraigan, ya que no se sabe si el próximo gobierno los honrará. 

Si la política estadounidense suscita desconfianza, es lógico que su moneda pierda credibilidad. 

El secuestro de 300.000 millones de dólares de depósitos privados y públicos de Rusia en bancos occidentales como resultado de las sanciones de 2022 y el robo de las reservas áureas de Venezuela en Londres muestran un sistema económico y financiero occidental que incumple sistemáticamente las reglas de la economía capitalista mundial. No puede reclamar previsibilidad quien actúa arbitrariamente y cambia sus decisiones de un día a otro.

Esta pérdida de la confianza de muchos países hacia EE.UU. está llevando a cada vez más naciones emergentes a abandonar el dólar y buscar asociaciones internacionales más respetuosas de las reglas. Por eso BRICS ha duplicado este año la cantidad de sus miembros. La presidencia rotativa rusa de BRICS 10 durante 2024 ha puesto los términos del intercambio entre sus miembros en el tope de agenda. Un grupo de expertos está analizando los posibles mecanismos de pago dentro del bloque, incluyendo las monedas digitales y la interacción de los sistemas de pago, pero por lo pronto se dará prioridad al pago en monedas nacionales. Rusia y China así como Rusia  Irán ya comercian en sus monedas nacionales. Dentro de la Unión Económica Euroasiática se está implementando un mecanismo de conversión entre las monedas nacionales y otros países del Sur están siguiendo el ejemplo. Aunque todavía minoritaria, la desdolarización avanza en el mundo.

Ante su pérdida de influencia en Europa, Asia y África, EE.UU. se está haciendo fuerte en América Latina y el Caribe. 

Mientras acuerda con Ecuador, Perú y Paraguay el ingreso de fuerzas militares, retoma las sanciones contra Venezuela, impide la normalización de Haití, incrementa su intervención militar en Guyana y desequilibra Argentina. El Comando Sur está aumentando la militarización de la región de un modo como no sucedía desde la década de 1970. Al mismo tiempo, la militarización de las fuerzas de seguridad de los países de la región y la intervención de sus ejércitos en tareas policiales desguarnecen el territorio y favorecen a las redes de narcotráfico.

No sólo los recursos minerales, sino especialmente el transporte y las comunicaciones son de especial interés para la intervención norteamericana. Incapacitados para competir con China, los Estados Unidos busca desmembrar los estados latinoamericanos y anular su control del territorio, para impedir a futuro el surgimiento en la región de un bloque defensivo. Cualquiera que sea el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre próximo, esta política se mantendrá en lo sustancial. 

Sin embargo, esta actitud propia del perro del hortelano es de patas cortas. Quien mucho abarca, poco aprieta. Mucho menos, si no ofrece alternativas de desarrollo a cambio del sometimiento. En algún momento se relaja la vigilancia y/o se combinan dos o más crisis simultáneas y el mecanismo de control salta por los aires.

De acuerdo a la mayoría de las previsiones de los organismos internacionales en la próxima década China superará a EE.UU. como primera potencia del mundo y en 2037 será la mayor economía del mundo. Ya adelantada tecnológicamente a su competidor en 35 de 37 sectores de vanguardia. Aunque EE.UU. sigue teniendo el mayor PBI total, China ya en 2022 lo superó en cuanto al poder adquisitivo por persona. Mientras que en 2023 su PBI creció en 5,5%, la economía norteamericana se incrementó en 2,5% y la del resto de los miembros del G7 permaneció estancada.

En la última década y media China ha sido el motor principal del crecimiento económico del mundo, aportando el 35% del crecimiento del PBI nominal del globo, mientras que Estados Unidos ha contribuido en un 27%. Aunque ambos países tienen un serio problema de deuda pública, las acreencias totales contra China ascendían en septiembre pasado a U$S 47,5 billones, mientras que Estados Unidos debía U$S 70 billones. Para refinanciar su deuda, EE.UU. depende de mantener una política de altas tasas de interés que, si bien benefician a su economía, dañan el crecimiento global. China, por el contrario, sigue aumentando el consumo e incrementando su presencia internacional como forma de sobrellevar la deuda.

La competencia entre ambas potencias se centra actualmente en el comercio, las finanzas y las tecnologías de punta. 

Estados Unidos tiene serios problemas para competir con China en los mercados del Sur Global y por eso busca cerrarlos a las inversiones chinas. Al mismo tiempo bloquea el acceso de su competidor a los últimos desarrollos tecnológicos, aunque sin resultados duraderos. Algo más de éxito tiene en el mercado financiero, si bien, gracias a la ampliación de BRICS 10 y al proyecto de la Franja y la Ruta, la República Popular puede encarar emprendimientos de grandes dimensiones que atraen inversiones importantes.

En la rivalidad entre ambos centros del mundo asoma ya India que, a punto de superar al tercero en retroceso (Alemania)..

…se apresta a disputar con ambos mercados e inversiones. Todavía no representa un problema, pero se prevé que las pujas por desplazar a uno u otro comenzarán antes del fin de la década.

A esta altura de la competencia hegemónica pesan mucho las diferentes estrategias políticas y culturales. Mientras que EE.UU. sigue recurriendo a su fuerza militar y a la imposición de su voluntad, China está desarrollando un entretejido de redes concéntricas y multipolares en las que todos los actores ganan a la vez. Si bien Beijing carece de la ideología universalista de su contrincante, la confianza que genera su tratamiento respetuoso de las diferencias le está deparando grandes éxitos.En el corto plazo, hasta las elecciones presidenciales de noviembre próximo, puede anticiparse que Estados Unidos intentará sostener a la vez el esfuerzo militar en Ucrania, Asia Occidental y en el Mar de la China Meridional. Al mismo tiempo mantendrá la presión sobre América Latina y el Caribe y sobre Europa. En esta sobreextensión de su esfuerzo de guerra reside precisamente su debilidad. Cualquier evento que se produzca en algún escenario de conflicto puede quebrar su línea defensiva y tendrá repercusiones en el resto del mundo. Habrá que armarse de paciencia y estar atentos a cualquier grieta que aparezca en la armadura.

(*) Dr. Eduardo Vior es miembro de Dossier Geopolitico

Por Omar Ruiz(*)

“… Hoy todo es política internacional, que juega

dentro o fuera de los países, influenciando la vida de las naciones y de los pueblos en forma decisiva”.

Juan D. Perón, La Hora de los Pueblos, 1968

La política exterior de Argentina durante el gobierno del presidente Alberto Fernández, estuvo contextualizada por la pandemia, la guerra entre Rusia y Ucrania, el endeudamiento heredado y la sequía; y enmarcada en un mundo de interdependencia hegemónica, transición de la dominación económica- financiera anglosajona hacia el poder ascendente de China, resurgimiento de la geopolítica y el nacionalismo, expresada tanto en la disputa en Asia-Pacífico por el control del Mar de China y Taiwán, como en el anticolonialismo en Africa noroccidental, la guerra en Palestina y la proyección global de la OTAN como alianza ofensiva. En esta etapa analizar y, en el plano regional, por la vigencia de proyectos soberanistas en algunos países de América Latina, los intentos de recrear UNASUR y el debate del acuerdo MERCOSUR-UE; y se caracterizó por promover no sin algunas contradicciones, el interés nacional, los principios de soberanía, multipolaridad, multilateralismo, respeto al derecho internacional, integración regional, e inserción comercial.

Si bien el proyecto de Unión por la Patria fue derrotado electoralmente, en el balance de la política exterior de estos cuatro años se pueden destacar muchos logros, señalar errores y reafirmar desafíos para un futuro gobierno de este espacio político renovado.

En estos cuatro años Argentina estuvo integrada al mundo, tanto a Occidente como a Oriente, lejos de la crítica opositora que hoy gobierna y nos aleja de más de la mitad de la humanidad.

Las acciones del gobierno podrían enmarcarse en lo que Juan Carlos Puig denominó “autonomía heterodoxa”, enfoque apropiado para un país de tamaño medio como el nuestro, que reconoce la existencia de distintas potencias globales, no comparte algunos de sus lineamientos y preserva para sí intereses propios, teniendo presente que: 1) no hay políticas de poder sin poder, 2) que las necesidades del país en términos de intereses comerciales y/o renegociación de deudas implican en algunos casos ciertos condicionamientos geopolíticos y 3) que la política exterior y la política interna se influyen mutuamente según la relación de fuerza entre gobierno y factores de poder. 

Comenzando con la prioridad de la Política Exterior Argentina, respecto de “Malvinas” se desarrolló una política soberana que reafirmó en todo momento nuestros derechos sobre las dichas Islas, como también sobre Georgias del Sur, Sándwich del Sur y espacios marítimos correspondientes. Se denunció formalmente el acuerdo Foradori–Duncan de 2016 que era perjudicial para nuestros intereses, y se lo desactivó en la práctica en forma previa; además se logró una victoria diplomática sobre el Reino Unido al conseguir la inclusión del tema Malvinas en la declaración de la Cumbre CELAC – UE de 2023. Se crearon y aprobaron por ley, el Consejo de Estado de Malvinas con representación estatal y civil, la nueva Plataforma Continental y la capacitación obligatoria sobre Malvinas, acciones que mostraron la voluntad del gobierno de concientizar y transitar el camino de la recuperación pacífica del ejercicio efectivo de la soberanía sobre las Islas. Argentina, país marítimo, bicontinental y bioceánico debe profundizar sus acciones geoestratégicas y geoeconómicas en Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, por su importancia geopolítica y sus recursos naturales para el desarrollo del país.

El regreso de Luis Ignacio “Lula” Da Silva a la presidencia de Brasil permitió una sintonía fina entre los dos países más importantes de América del Sur sobre cuestiones tales como los desafíos de la multipolaridad, BRICS, UNASUR, CELAC y el proyecto de una moneda común para intercambios comerciales, entre otros temas.

Desde la presidencia Pro tempore de Argentina en el MERCOSUR, se impulsó un fortalecimiento del bloque regional, un aumento en el comercio intra regional, y la construcción de un bloque para contrapesar las asimetrías en las negociaciones comerciales con la Unión Europea y otros Estados. 

Alberto Fernández promovió el diálogo desde el “Grupo de Puebla” apoyando los procesos de integración regional.

Con el presidente Andrés Manuel López Obrador se acordó la iniciativa para la creación de la agencia espacial latinoamericana y hubo numerosas coincidencias en la Agenda de América Latina y el mundo. 

Asimismo, se profundizó la integración con los gobiernos de Uruguay, Paraguay y Chile, con este último se acordó continuar el proyecto de la red de fibra óptica para conectar el sur de nuestro continente con el sudeste asiático.

En estos cuatro años, Argentina, repudió el golpe de Estado en Bolivia, coordinó con México el salvoconducto del ex Presidente Evo Morales y su posterior asilo; apoyó al actual presidente Luis Arce e impulsó la incorporación plena de Bolivia al MERCOSUR. 

La victoria de Gustavo Petro, celebrada por nuestro gobierno, ha sido muy significativa para poner a Colombia en la línea de presidentes comprometidos con la Patria Grande.

El informe “Bachelet” sobre Venezuela tuvo a Argentina en su posición histórica en defensa de los derechos humanos, al mismo tiempo que rechazó a Juan Guaidó como presidente por su origen no democrático e ilegítimo. 

El presidente Alberto Fernández expresó en distintas reuniones, encuentros y foros virtuales, la necesidad de construir un orden mundial más justo y se pronunció por un capitalismo con rostro humano. 

Un logro importante de la gestión ha sido la decisión, demorada, de incorporarse al grupo de países BRICS, como una forma de adherir a los principios de un mundo multipolar y policéntrico. De mantenerse esta decisión, nos permitiría comerciar con un conjunto de países que representan el 22% de la superficie continental, el 42% de la población mundial, el 24% del PBI mundial y contribuyen con el 16% de las exportaciones y el 15% de las importaciones mundiales de bienes y servicios.

Con China, potencia en ascenso y destino principal de nuestras exportaciones, Argentina sostuvo sus relaciones políticas y comerciales no sin titubeos en temas como la energía nuclear y las centrales hidroeléctricas. Durante estos años China ha sido solidaria con Argentina en la Cuestión Malvinas. 

Con EE.UU., la agenda estuvo ocupada principalmente por el tema de la renegociación de la deuda externa, hubo coincidencias en temas como la lucha contra el cambio climático, y disputas por la Secretaría General de la OEA y la presidencia del BID. 

En el caso de Europa se puso un foco crítico sobre el acuerdo comercial MERCOSUR – Unión Europea, analizando su impacto sobre nuestro sector industrial y laboral, no obstante, la negativa de países como Francia para avanzar.

El presidente Alberto Fernández tuvo una diplomacia activa ante los principales países europeos, promoviendo el reclamo por un trato justo con las deudas de los países en desarrollo.

Con Rusia, que también ha manifestado un apoyo permanente a nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, se estrechó la relación a partir de la entrega solidaria de la vacuna “Sputnik” y se coordinó la solicitud de nuestro ingreso a los BRICS. Tenemos por delante el desafío de aumentar el intercambio comercial y avanzar en proyectos de integración espacial, militar y energética. 

Argentina expresó su apoyo al principio de integridad territorial de los Estados ante la intervención militar de Rusia en Ucrania, llamó a un cese de hostilidades, y pidió una mesa de negociaciones para alcanzar la paz en este conflicto, provocado por la pretensión de la OTAN de expandirse hacia las fronteras de Rusia.

En la guerra entre Israel y Palestina, Argentina condenó tanto los ataques del grupo Hamas contra la población israelí como la represalia de Israel en Gaza exigiendo el cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario. Este conflicto tiene un principio de solución, en el cumplimiento de las distintas resoluciones de Naciones Unidas que reconocen la existencia de dos Estados. Asimismo, Argentina, en el marco de la operación denominada “Regreso Seguro”, envió aviones Hércules C-130 con destino a Tel Aviv, para evacuar a más de mil argentinos.

Con India nuestro país avanzó en el fortalecimiento de la cooperación bilateral para incrementar el intercambio comercial y las inversiones, muestra de ello es la cifra récord de más de 5600 millones de dólares en el último año. India es el cuarto socio comercial de Argentina a nivel global (considerando el comercio bilateral total), luego de Brasil, China y Estados Unidos, y también cuarto destino de nuestras exportaciones. 

Durante estos años, ha sido evidente la falta de decisión para concretar e implementar algunas “declaraciones”, sirva como ejemplo la demora en la incorporación a los BRICS, la falta de decisión para impulsar el funcionamiento nuevamente de UNASUR, la indefinición en la compra de los aviones caza polivalentes y otras decisiones que debieron tomarse en materia de defensa. Estos titubeos no son sólo atribuibles a problemas presupuestarios, como siempre se intenta explicar, sino, producto de no saber qué hacer, ante las presiones geopolíticas. Es preciso definir, en que áreas y temas se avanzará con cada potencia internacional.

En Argentina el signo político de gobierno ha cambiado, y todo confirma un alineamiento absoluto con el mundo anglosajón, en un regreso a las “relaciones carnales” de los años 90 con la consiguiente pérdida de autonomía en materia de política exterior y las consecuencias económicas por el debilitamiento de las relaciones con China y Brasil. La violencia verbal (agresión al Presidente de Colombia, Gustavo Petro), las concesiones en materia de soberanía en Malvinas (diálogo con David Cameron) y la torpeza diplomática (poner en cuestión el principio de una sola China con el acercamiento a Taiwán), son muestras claras del delirio y la deriva; y de una posición alejada del interés nacional y que conduce claramente al aislamiento internacional.

A pesar del péndulo de nuestra política exterior, seguimos pensando que Argentina debe asumir como Política de Estado, liderar junto a Brasil un proceso definitivo de integración política, institucional, social, energética, militar, financiera, comercial y ambiental que permita a nuestra región convertirse en un actor con capacidad de influencia mundial. Argentina, para poder incidir en los grandes temas de la agenda internacional como la seguridad internacional y la paz, la crisis climática y el cambio energético, la deuda externa, necesariamente deberá hacerlo desde la integración regional. En este camino resulta clave el fortalecimiento del MERCOSUR, recuperar UNASUR y la incorporación definitiva de Argentina a los BRICS, para contribuir a la construcción de un mundo más humano, sostenible e igualitario.

Omar Ruiz

Magister en Relaciones Internacionales

Ex Legislador Provincial Provincia Cordoba

Red de Capacidades Nacionales

Colaborador de Dossier Geopolitico

¡¡ EL 2024 SERÁ EL AÑO BISAGRA DE LOS GRANDES CAMBIOS GEOPOLÍTICOS !!

Lo afirma el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, a cuyo directores agradece su valiente militancia en la comunicación social, en tiempos tan peligrosos de esta Argentina de Milei, donde todo ha saltado por los aires, con una gravísima situación política y económica y con un final tan abierto como impredecible. Y que adquiere ribetes estrambóticos con la “ridícula clase de anarco liberalismo” que este personaje dio en Davos, a los corruptos capitalistas millonarios globales que dominan este mundo de injusticias y de guerras.

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Y señala muy especialmente la cantidad récord de elecciones a jefes de estado en todo el orbe, que convocan al 50% de la población mundial y que acompañarán los históricos cambios tectónicos del año 2024. Unos comicios que abarcaran a Rusia, India, EEUU, la Unión Europea, posiblemente el Reino Unidos y muchos otros estados, cuando ya se produjeron las de Taiwán, donde el partido separatista pro OTAN no consiguió la mayoría absoluta, en perjuicio de la estrategia estadounidense de profundizar el conflicto interno creado para dividir China.

También aborda la actualidad geopolítica analizando los más importantes escenarios mundiales tales como:

  • LA GUERRA DE UCRANIA, su derrota tácita, la tragedia demográfica y el fin de la ayuda económica de EEUU y la UE.
  • LOS HUTÍES DE YEMEN han puesto en jaque a las estructuras geoeconómicas del mundo con medios baratísimos, a pesar de la parafernalia militar de Washington, quién además ha desnudado su soledad internacional con una coalición raquítica de aliados.
  • EL CRIMEN DE LESA HUMANIDAD DE ISRAEL por el genocidio de palestinos, que ha pesar del rechazo mundial, sigue contando con la complicidad de EEUU y Europa y especialmente de una aplastante mayoría de hebreos.
  • LA RESPUESTA MILITAR DE IRÁN con su contundente ataque a las bases terroristas pro OTAN, en Irak, en Siria y en la propia Pakistán. Dando un fortísimo mensaje a Israel y a su vieja y fallida obsesión por crear una coalición junto a EEUU para destruirle.

Finalmente, Pereyra Mele anuncia que en próximos programas abordará la grave situación en América del Sur ante el accionar de “supuestos narco terroristas” en Ecuador, que puede propiciar y justificar la intervención norteamericana en toda la región, como fórmula para aislar a los estados e impedir su unificación geopolítica.

Eduardo Bonugli (Madrid, (21/01/24)

Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolitico columna Radial de Geopolitica

Por Alastair Crooke

China y Rusia han estado notablemente tranquilas, observando atentamente el movimiento de las placas tectónicas globales en respuesta a las «dos guerras».

China y Rusia han estado notablemente silenciosas, observando atentamente el movimiento de las placas tectónicas globales en respuesta a las «dos guerras» (la «multiguerra» de Ucrania e Israel). Realmente no es de extrañar; ambos estados pueden sentarse y simplemente observar cómo Biden y su equipo persisten en sus errores estratégicos en Ucrania y en las múltiples guerras de Israel.

El entrelazamiento de las dos guerras, por supuesto, dará forma a la nueva era. Hay riesgos sustanciales, pero por ahora pueden observar cómodamente desde lejos cómo se desarrolla una coyuntura climática en la política mundial, elevando gradualmente el ritmo del desgaste hasta convertirlo en un círculo de fuego.

El punto aquí es que Biden, en el centro de la tormenta, no es un Sun-Tzu sereno. Su política es personal y muy visceral: como escribió Noah Lanard en su análisis forense de Cómo Joe Biden se convirtió en el mejor halcón de Estados Unidos , su propio equipo lo dice claramente: la política de Biden se asienta en sus ‘ kishkes ‘: sus entrañas.

Esto se puede ver en la forma desdeñosa y gráfica en la que Biden se burla del presidente Putin llamándolo «autócrata», y en la forma en que habla de las víctimas del ataque de Hamás que fueron masacradas, agredidas sexualmente y tomadas como rehenes, mientras «el sufrimiento palestino queda vago – si es que se menciona en absoluto”. «Realmente no creo que vea a los palestinos en absoluto» , dice Rashid Khalidi, profesor de Estudios Árabes Modernos en la Universidad de Columbia.

Hay una larga y respetable historia de líderes que toman la decisión correcta espontáneamente desde su inconsciente, sin un cuidadoso cálculo racional. En el mundo antiguo ésta era una cualidad muy apreciada. Odiseo lo exudaba. Se llamaba mêtis. Pero esta capacidad dependía de tener un temperamento desapasionado y la capacidad de ver las cosas «en redondo»; para captar ambas caras de una moneda, diríamos.

Pero, ¿qué sucede si, como da a entender el profesor Khalidi, los ‘ kishkes ‘ están llenos de ira y bilis; simpatía instintiva por Israel, alimentada por una visión anticuada del escenario interno israelí. “Simplemente no parece reconocer la humanidad de [otros]” , como le dijo a Lanard un ex miembro del Equipo Biden.

Bueno, los errores –errores estratégicos– se vuelven inevitables. Y estos errores están atrayendo a Estados Unidos hacia adentro, cada vez más profundamente (como previó la Resistencia). Michael Knights, académico del grupo de expertos neoconservadores del Instituto Washington, señaló :

“Los hutíes están entusiasmados con sus éxitos y no será fácil disuadirlos. Están pasando el mejor momento de sus vidas, enfrentándose a una superpotencia que probablemente no pueda disuadirlos”.

Esto se produce a raíz de una guerra en Ucrania que ya está llegando a su conclusión inevitable. Tanto en Estados Unidos como entre sus aliados en Europa, se reconoce que Rusia ha prevalecido de manera abrumadora y en todos los «ámbitos de conflicto». No hay prácticamente ninguna posibilidad de que esta situación pueda recuperarse, independientemente del dinero o del nuevo «apoyo» occidental.

Los militares ucranianos prueban a diario los frutos amargos de este hecho. Muchos miembros de las clases dominantes de Kiev también lo entienden, pero tienen miedo de hablar. Sin embargo, el grupo de línea dura detrás de Zelensky insiste en seguir adelante con su ilusión de montar una nueva ofensiva.

Sería una muestra de amabilidad para con «aquellos a punto de morir» en otra inútil movilización que Occidente detuviera. El final es inevitable: un acuerdo para poner fin al conflicto en los términos de Rusia.

Ahhh, pero no olvidemos los ‘ kishkes’ de Biden : este resultado significaría que Putin ‘ganará’ y la esperanza de Biden de una guirnalda de victoria se reduciría a cenizas. La guerra debe continuar, incluso si su único logro es disparar misiles de largo alcance directamente contra las ciudades civiles de Rusia (un crimen de guerra).

Es obvio hacia dónde va esto. Biden está en un agujero que sólo puede profundizarse. ¿No puede dejar de cavar? Algunos en Estados Unidos tal vez deseen que lo haga, a medida que las perspectivas electorales demócratas se oscurecen. Pero parece probable que no pueda, porque entonces su enemigo (Putin) «ganaría».

Por supuesto, su némesis ya ganó.

Sobre Israel, Lanard continúa :

“…Biden a menudo ha atribuido su inquebrantable apoyo a Israel… a “una muy, muy larga discusión” con Henry “Scoop” Jackson, un senador notoriamente halcón (una vez descrito como ‘más sionista que los sionistas’).

“Después de que Biden se convirtió en vicepresidente, se mantuvo con su creencia de que ‘no hay luz del día’: («que la paz sólo vendrá si no hay ‘luz del día’ entre Israel y Estados Unidos»). En una memoria publicada el año pasado, Netanyahu escribió que Biden dejó clara su voluntad de ayudar desde el principio: “No tienes demasiados amigos aquí, amigo”, supuestamente dijo Biden . “Soy el único amigo que tienes. Así que llámame cuando lo necesites”.

En 2010, cuando Netanyahu enfureció a Obama con una importante expansión de los asentamientos mientras Biden estaba en Israel; Peter Beinart informó que mientras Biden y su equipo querían manejar la disputa en privado, el bando de Obama tomó una ruta completamente diferente: la Secretaria Clinton le dio a Netanyahu 24 horas para responder, advirtiendo : «Si no cumplen, podría tener consecuencias sin precedentes en las relaciones bilaterales». relaciones, de un tipo nunca antes visto”.

“Biden pronto se puso en contacto con un Netanayhu atónito… Biden socavó completamente al Secretario de Estado [Clinton] y le dio a [Netanyahu] una fuerte indicación de que cualquier cosa que se estuviera planeando en Washington era exaltación – y [que] podía desactivarlo cuando lo consiguiera. atrás».

Cuando Clinton vio la transcripción, “se dio cuenta de que Biden la había arrojado debajo del autobús”, dijo un funcionario. Beinart concluyó:

“que durante un período crítico a principios de la administración Obama, cuando la Casa Blanca contemplaba ejercer una presión real sobre Netanyahu para mantener viva la posibilidad de un Estado palestino, Biden hizo más que cualquier otro funcionario del gabinete para proteger a Netanyahu de esa presión”.

Claramente, tales relatos sitúan a Biden visceralmente a la derecha de algunos miembros del Gabinete de Guerra de Netanyahu: “No vamos a hacer nada más que proteger a Israel”, dijo Biden en un evento para recaudar fondos en diciembre “Ni una sola cosa”.

Ese respaldo inquebrantable es una receta segura para futuros errores estratégicos de Estados Unidos, como habrán supuesto Moscú, Teherán y Beijing.

El ex diplomático israelí y actual conocedor de Washington, Alon Pinkas, considera que aunque una guerra entre Israel y Hezbolá sería devastadora para ambas partes, “¿por qué parece inevitable?”

“Aunque Washington desconfía de tal acontecimiento… Israel parece resignado a la idea. Tanto es así, que un artículo del Washington Post citó a funcionarios estadounidenses expresando “alarma” y estimando que [Netanyahu] está fomentando la escalada como clave para su supervivencia política”.

Sin embargo, ¿qué le dicen los kishkes de Biden? Si una operación militar israelí para ‘mover’ a Hezbolá al norte del Litani ‘parece’ inevitable para Pinkas; y con Israel «resignado a ello», ¿no sería también probable -dado el respaldo inquebrantable de Biden a Israel- que Biden también esté de alguna manera resignado a una guerra?

¿Qué pasa con el informe del Washington Post del domingo de que Biden ha encargado a su personal la tarea de evitar una guerra total entre Israel y Hezbolá?

Ese informe –claramente filtrado a propósito– probablemente tenía más bien como objetivo vacunar a Estados Unidos de la culpa por la complicidad, en caso de que estallara una guerra en el Norte.

¿Fue un mensaje bastante diferente el que se transmitió a través del senador Lindsay Graham a Netanyahu en su reunión del jueves pasado –y a Mohamed Bin Salman (a quien Graham conoció más tarde en su tienda de campaña en el desierto)?, al igual que en 2010, Biden estaba “en silencio” diciéndole a Netanyahu que ¿Ignorar el mensaje de Obama sobre la necesidad de un Estado palestino?

(Las altas figuras estadounidenses no suelen reunirse con el Primer Ministro israelí y posteriormente con el Príncipe Heredero sin tocar la base con el comando de la Casa Blanca).

La clave para comprender la complejidad de lanzar una acción militar en el Líbano reside en la necesidad de verlo desde una perspectiva más amplia: desde la perspectiva de los neoconservadores, enfrentar a Hezbolá invoca los pros y los contras de una «guerra» más amplia de Estados Unidos con Irán. Un conflicto así implicaría aspectos geopolíticos y estratégicos diferentes y más explosivos, ya que tanto China como Rusia tienen una asociación estratégica con Irán.

El enviado estadounidense Hochstein se encuentra en Beirut esta semana y, según se informa, se le ha encomendado la tarea de obligar a las partes libanesa e israelí a cumplir las disposiciones de la (nunca implementada) Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de 2006.

El gobierno libanés ha propuesto a la ONU una hoja de ruta para implementar la 1701. El ‘mapa’ prevé finalizar un acuerdo sobre los trece puntos fronterizos en disputa y propone demarcar la frontera entre Líbano e Israel en consecuencia. Pero, como señala Pinkas, tal configuración de la cuestión es totalmente engañosa, ya que la Resolución 1701 no es simplemente una disputa territorial no resuelta en el Líbano. El principal foco de la Resolución 1701 fue (y es) el desarme y desplazamiento de Hezbollah, sin embargo, el plan del gobierno libanés no menciona a Hezbollah en absoluto, lo que plantea dudas claras sobre su realismo y propósito.

¿Por qué se persuadiría a Hezbolá para que se desarmara, cuando Netanyahu, junto con el Ministro de Defensa Gallant, han anunciado a través de una declaración conjunta este fin de semana que “la guerra no está llegando a su fin: tanto en Gaza como en las fronteras del norte” con el Líbano?

Gallant, el fin de semana pasado, advirtió claramente que Israel no tolerará que aproximadamente 100.000 residentes israelíes sean desplazados de sus hogares en el norte de Israel y se les impida regresar a sus hogares debido a las amenazas de Hezbolá. Si no surge la solución diplomática de Hochstein (con Hezbolá desarmado y expulsado del sur), entonces Israel, prometió Gallant, tomará acciones militares . “El reloj de arena pronto cambiará”, advirtió.

Quizás lo más desalentador y siniestro de una confrontación militar entre Israel y Hezbollah es su aparente inevitabilidad, concluye Pinkas:

“La sensación de que es una conclusión inevitable. En ausencia de un acuerdo político duradero y mutuamente acordado, y dada la razón de ser de Hezbollah y las motivaciones regionales de Irán, una guerra así puede ser sólo una cuestión de tiempo”.

Entonces, cuando Blinken llegó a Israel, como era de esperar, se enfrentó a un profundo escepticismo sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo con el Líbano para que Hezbolá se retirara al otro lado del río Litani, informa el comentarista israelí Ben Caspit . (¡Bueno, ciertamente, si el tema no se ha planteado en absoluto a Hezbolá!).

Si Israel invadiera el Líbano para intentar expulsar a Hezbolá de la frontera, estaría, por supuesto, invadiendo un Estado miembro soberano de la ONU. Independientemente de las circunstancias, inmediatamente sería denunciado internacionalmente como una agresión ilegal.

Entonces, ¿el objetivo de estas negociaciones es tratar de lograr que el Estado libanés acepte un acuerdo «simplificado» (ignoradas las granjas de Sheba’a) que acepte la 1701 en principio, de modo que no se pueda acusar a Israel de invadir un Estado soberano?

¿Podría ser esto también una táctica, a la que Hezbolá accedió, para evitar la culpa en los círculos libaneses por desencadenar una guerra que dañaría al Estado, al hacer recaer sobre Israel la responsabilidad de lanzar un ataque contra el Líbano? ¿Esta iniciativa 1701 no es más que una farsa centrada en posibles consecuencias legales?

Si es así, ¿cómo afecta esto a cualquier mensaje que Biden pueda estar enviando a Israel por canales secundarios? Sabemos que un conjunto de mensajes estadounidenses enviados a Irán es que Estados Unidos no quiere una guerra con Irán. ¿Está esto preparando el escenario para que Biden vuelva a indicar que su propio apoyo inquebrantable a Israel permanece intacto? Casi con certeza.

Rusia, Irán y China y gran parte del mundo, naturalmente, están observando cómo Estados Unidos se deja arrastrar a una serie de errores estratégicos superpuestos –uno que lleva a otro– que sin duda remodelarán el orden global en su beneficio.

FUENTE https://strategic-culture.su/news/2024/01/15/gut-feelings-make-for-strategic-errors-us-lured-into-battlescape-in-gaza-yemen-and-now-iraq/

Las opiniones individuales no representan necesariamente las de DOSSIER GEOPOLITICO

Por Pepe Escobar

Incluso si el país 404 es completamente derrotado en 2024, una vez más es imperativo subrayarlo: esto está lejos de terminar.

Jugadores seleccionados diseminados por los silos de poder de Beltway, trabajando diligentemente como mensajeros para las personas que realmente dirigen el espectáculo en la Hegemonía, han llegado a la conclusión de que una confrontación sin límites con Rusia llevaría al colapso de toda la OTAN; deshacer décadas de férreo control estadounidense sobre Europa; y, en última instancia, provocar la caída del Imperio.

Tarde o temprano, jugar juegos arriesgados encontraría las líneas rojas indestructibles incorporadas en el objeto ruso inamovible.

Las élites estadounidenses son más inteligentes que eso. Pueden sobresalir en el riesgo calculado. Pero cuando hay tanto en juego, saben cuándo protegerse y cuándo retirarse.

No vale la pena arriesgar la “pérdida” de Ucrania –ahora un imperativo gráfico– con la pérdida de todo el viaje hegemónico. Sería demasiado que perder para el Imperio.

Así que, incluso cuando se desesperan cada vez más por la acelerada caída imperial en un abismo geopolítico y geoeconómico, están cambiando frenéticamente la narrativa, un ámbito en el que sobresalen.

Y eso explica por qué los desconcertados vasallos europeos en la UE controlada por la OTAN están ahora en pánico total.

Esta semana Davos ofreció montones de ensalada orwelliana. Los mensajes clave y frenéticos: la guerra es paz. Ucrania no está perdiendo (las cursivas son mías) y Rusia no está ganando. Por lo tanto, Ucrania necesita mucho más armamentismo.

Sin embargo, incluso al noruego Wood Stoltenberg se le dijo que siguiera la nueva línea que importa: “La OTAN no se está moviendo hacia Asia. Es China la que se está acercando a nosotros”. Esto ciertamente añade un nuevo significado extraño a la noción de placas tectónicas en movimiento.

Mantenga el motor de Forever Wars en funcionamiento

Hay un vacío total de “liderazgo” en Washington. No existe ningún “Biden”. Just Team Biden: una combinación corporativa que incluye mensajeros de bajo costo como el neoconservador de facto Little Blinkie. Hacen lo que les dicen los “donantes” ricos y los intereses financieros-militares que realmente dirigen el espectáculo, recitando las mismas viejas líneas saturadas de clichés día tras día, actores secundarios en un Teatro del Absurdo.

Sólo una exposición es suficiente.

Periodista: “¿Están funcionando los ataques aéreos en Yemen?”

El Presidente de los Estados Unidos: “Bueno, cuando usted dice trabajar, ¿están deteniendo a los hutíes? No. ¿Van a continuar? Sí.»

Lo mismo que pasa por “pensamiento estratégico” se aplica a Ucrania.

La potencia hegemónica no está siendo atraída a luchar en Asia occidental, por mucho que el acuerdo genocida en Tel Aviv, junto con los sioconservadores estadounidenses, quiera arrastrarla a una guerra contra Irán.

Aún así, la máquina imperial está siendo dirigida para mantener el motor de Forever Wars funcionando, sin parar, a diferentes velocidades.

Las élites a cargo son mucho más clínicas que todo el Equipo Biden. Saben que no ganarán en lo que pronto será el país 404. Pero la victoria táctica, hasta ahora, es enorme: enormes ganancias gracias al frenético uso de armas; destripar totalmente la industria y la soberanía europeas; reducir a la UE al subestatus de un humilde vasallo; y de ahora en adelante habrá mucho tiempo para encontrar nuevos guerreros sustitutos contra Rusia, desde fanáticos polacos y bálticos hasta toda la galaxia takfiri-neo ISIS.

Desde Platón hasta la OTAN , puede que sea demasiado pronto para afirmar que todo ha terminado para Occidente. Lo que casi ha terminado es la batalla actual, centrada en el país 404. Como subraya el propio Andrei Martyanov, correspondía a Rusia, una vez más, “comenzar a desmantelar lo que hoy se ha convertido en la casa de los demonios y del horror en Occidente y por Occidente”. , y lo está haciendo nuevamente al estilo ruso: derrotándolo en el campo de batalla”.

Esto complementa el análisis detallado expresado sobre la nueva granada de mano en un libro del historiador francés Emmanuel Todd.

Sin embargo, la guerra está lejos de terminar. Como dejó muy claro Davos una vez más, no se darán por vencidos.

La sabiduría china dicta que “cuando quieras herir a un hombre con una flecha, primero golpea a su caballo. Cuando quieras capturar a todos los bandidos, primero captura a su jefe”.

El “jefe” –o jefes– ciertamente están lejos de ser capturados. BRICS+ y la desdolarización pueden tener una oportunidad de lograrlo a partir de este año.

El final plutocrático

Bajo este marco, incluso la corrupción masiva entre Estados Unidos y Ucrania que implica círculos y círculos de robo de la generosa “ayuda” estadounidense, como reveló recientemente el ex parlamentario ucraniano Andrey Derkach, es un mero detalle.

No se ha hecho ni se hará nada al respecto. Después de todo, el propio Pentágono no pasa todas las auditorías. Estas auditorías, por cierto, ni siquiera incluyeron los ingresos de la enorme operación multimillonaria de heroína en Afganistán, con Camp Bondsteel en Kosovo establecido como centro de distribución para Europa. Las ganancias fueron embolsadas por agentes de inteligencia estadounidenses de forma clandestina.

Cuando el fentanilo reemplazó a la heroína como plaga interna de Estados Unidos, no tenía sentido seguir ocupando Afganistán, que posteriormente fue abandonado después de dos décadas en puro estilo Helter Skelter, dejando atrás más de 7 mil millones de dólares en armas.

Es imposible describir todos estos anillos concéntricos de corrupción y crimen organizado institucionalizado centrados en el Imperio a un Occidente colectivo con lavado de cerebro. Los chinos, una vez más, al rescate. Taoísta Zhuangzi (369 – 286 aC): “No se puede hablar del océano con una rana que vive en un pozo, no se puede describir el hielo a un mosquito estival y no se puede razonar con un ignorante”.

A pesar de la humillación cósmica de la OTAN en Ucrania, esta guerra indirecta contra Rusia, contra Europa y contra China sigue siendo la mecha que podría encender una Tercera Guerra Mundial antes del final de esta década. Quien lo decidirá es una plutocracia extremadamente enrarecida. No, Davos no: estos son sólo sus portavoces payasos.

Rusia ha reactivado un sistema de fábrica militar a la velocidad del rayo, con una capacidad que ahora es aproximadamente 15 veces mayor que en enero de 2022. A lo largo de la línea del frente hay alrededor de 300.000 soldados, además de en la retaguardia dos ejércitos de pinzas de cientos de miles de tropas móviles en cada pinza. estar preparado para crear un doble envolvimiento del ejército ucraniano y aniquilarlo.

Incluso si el país 404 es completamente derrotado en 2024, una vez más es imperativo subrayarlo: esto está lejos de terminar. Los dirigentes de Beijing entienden perfectamente que la hegemonía es un desastre en tal desintegración, en camino a la secesión, que la única manera de mantenerlo unido sería una guerra mundial. Es hora de releer a TS Eliot en más de un sentido: “Tuvimos la experiencia pero perdimos el significado, / y el acercamiento al significado restaura la experiencia”.

FUENTE: https://strategic-culture.su/news/2024/01/19/the-ukraine-charade-revisited/

Las opiniones dindividuales no representan necesariamente las de DOSSIER GEOPOLITICO



POR TYLER DURDEN

Emmanuel Todd, historiador, demógrafo, antropólogo, sociólogo y analista político, forma parte de una especie en extinción: uno de los pocos exponentes que quedan de la intelectualidad francesa de la vieja escuela, heredero de aquellos como Braudel, Sartre, Deleuze y Foucault que deslumbraron a sucesivos jóvenes. Generaciones de la Guerra Fría desde Occidente hasta Oriente.

La primera pepita de su último libro,  La Défaite de L’Occident  (“La derrota de Occidente”) es el pequeño milagro de haber sido publicado la semana pasada en Francia, justo dentro de la esfera de la OTAN: un libro como una granada de mano, de un pensador independiente, basado en hechos y datos verificados, que hace saltar por los aires todo el edificio de la rusofobia erigido en torno a la “agresión” del “zar” Putin.

Otra razón clave fue su libro de 2002  Apres L’Empire , una especie de avance de la decadencia y caída del Imperio publicado unos meses antes de Shock & Awe in Iraq.

Ahora Todd, en lo que ha definido como su último libro (“Cerré el círculo”) se permite ir a por todas y describir meticulosamente la derrota no sólo de Estados Unidos sino de Occidente en su conjunto, centrándose su investigación en y en torno a la guerra en Ucrania.

Teniendo en cuenta el ambiente tóxico de la OTAN, donde reinan la rusofobia y la cultura de la cancelación, y cada desviación es punible, Todd ha tenido mucho cuidado de no enmarcar el proceso actual como una victoria rusa en Ucrania (aunque eso está implícito en todo lo que describe, desde varios indicadores de paz social a la estabilidad general del “sistema Putin”, que es “un producto de la historia de Rusia, y no la obra de un solo hombre”).

Más bien, se centra en las razones clave que han llevado a la caída de Occidente. Entre ellos: el fin del Estado-nación; desindustrialización (que explica el déficit de la OTAN en la producción de armas para Ucrania); el “grado cero” de la matriz religiosa de Occidente, el protestantismo; el fuerte aumento de las tasas de mortalidad en Estados Unidos (mucho más altas que en Rusia), junto con los suicidios y homicidios; y la supremacía de un nihilismo imperial expresado por la obsesión con Forever Wars.

El colapso del protestantismo

Todd analiza metódicamente, en secuencia, Rusia, Ucrania, Europa del Este, Alemania, Gran Bretaña, Escandinavia y finalmente El Imperio. Centrémonos en los que serían los 12 Grandes Éxitos de su notable ejercicio.

1. Al inicio de la  Operación Militar Especial  (SMO) en febrero de 2022, el PIB combinado de Rusia y Bielorrusia era sólo el 3,3% del Occidente combinado (en este caso, la esfera de la OTAN más Japón y Corea del Sur). Todd está asombrado de cómo este 3,3% capaz de producir más armas que todo el coloso occidental no sólo está ganando la guerra sino que está reduciendo las nociones dominantes de la “economía política neoliberal” (tasas del PIB) al caos.

2. La “soledad ideológica” y el “narcisismo ideológico” de Occidente, incapaz de comprender, por ejemplo, cómo “todo el  mundo musulmán  parece considerar a Rusia como un socio y no como un adversario”.

3. Todd evita la noción de “estados weberianos”, evocando una deliciosa compatibilidad de visión entre Putin y el practicante de la realpolitik estadounidense John Mearsheimer. Debido a que se ven obligados a sobrevivir en un entorno donde sólo importan las relaciones de poder, los Estados actúan ahora como “agentes hobbesianos”. Y eso nos lleva a la noción rusa de un Estado-nación, centrado en la “soberanía”: la capacidad de un Estado para definir independientemente sus políticas internas y externas, sin interferencia extranjera de ningún tipo.

4. La implosión, paso a paso, de la cultura WASP, que condujo, “desde los años 1960”, a “un imperio privado de centro y de proyecto, un organismo esencialmente militar gestionado por un grupo sin cultura (en el sentido antropológico) ”. Este es Todd definiendo a los neoconservadores estadounidenses.

5. Estados Unidos como entidad “postimperial”: sólo una cáscara de maquinaria militar privada de una cultura impulsada por la inteligencia, que conduce a una “expansión militar acentuada en una fase de contracción masiva de su base industrial”. Como subraya Todd, “la guerra moderna sin industria es un oxímoron”.

6. La trampa demográfica: Todd muestra cómo los estrategas de Washington “olvidaron que un estado cuya población disfruta de un alto nivel educativo y tecnológico, incluso si está disminuyendo, no pierde su poder militar”. Ese es exactamente el caso de Rusia durante los años de Putin.

7. Aquí llegamos al meollo del argumento de Todd: su reinterpretación post-Max Weber de La ética protestante y el espíritu del capitalismo, publicada hace poco más de un siglo, en 1904/1905: “Si el protestantismo fue la matriz para la ascensión del Occidente, su muerte, hoy, es la causa de la desintegración y la derrota”.

Todd define claramente cómo la “Revolución Gloriosa” inglesa de 1688, la Declaración de Independencia Americana de 1776 y la Revolución Francesa de 1789 fueron los verdaderos pilares del Occidente liberal. En consecuencia, un “Occidente” ampliado no es históricamente “liberal”, porque también diseñó el “fascismo italiano, el nazismo alemán y el militarismo japonés”.

En pocas palabras, Todd muestra cómo el protestantismo impuso la alfabetización universal a las poblaciones que controlaba, “porque todos los fieles deben acceder directamente a las Sagradas Escrituras. Una población alfabetizada es capaz de lograr un desarrollo económico y tecnológico. La religión protestante modeló, por accidente, una fuerza laboral superior y eficiente”. Y es en este sentido que Alemania estuvo “en el corazón del desarrollo occidental”, incluso si la Revolución Industrial tuvo lugar en Inglaterra.

La formulación clave de Todd es indiscutible: “El factor crucial del ascenso de Occidente fue el apego del protestantismo a la alfabetización”.

Además, el protestantismo, subraya Todd, está dos veces en el corazón de la historia de Occidente: a través del impulso educativo y económico -con el miedo a la condenación y la necesidad de sentirse elegido por Dios engendrando una ética de trabajo y una moralidad colectiva fuerte- y a través de la idea de que los hombres son desiguales (recordemos la carga del hombre blanco).

El colapso del protestantismo no pudo sino destruir la ética del trabajo en beneficio de la codicia de las masas: es decir, el NEOLIBERALISMO.

Transgenerismo y el culto a lo falso

8. La aguda crítica de Todd al espíritu de 1968 merecería un libro completamente nuevo. Se refiere a “una de las grandes ilusiones de la década de 1960, entre la revolución sexual angloamericana y Mayo del 68 en Francia”; “creer que el individuo sería mayor si se liberara de lo colectivo”. Eso condujo a una debacle inevitable: “Ahora que estamos libres, en masa, de creencias metafísicas, fundacionales y derivadas, comunistas, socialistas o nacionalistas, vivimos la experiencia del vacío”. Y así nos convertimos en “una multitud de enanos miméticos que no se atreven a pensar por sí mismos, pero se revelan tan capaces de intolerancia como los creyentes de la antigüedad”.

9. El breve análisis de Todd sobre el significado más profundo del transgenerismo destroza por completo la Iglesia del Despertar, desde Nueva York hasta la esfera de la UE, y provocará ataques de ira en serie. Muestra cómo el transgénero es “una de las banderas de este nihilismo que ahora define a Occidente, este impulso por destruir, no sólo las cosas y los seres humanos, sino la realidad”.

Y hay una ventaja analítica adicional: “La ideología transgénero dice que un hombre puede convertirse en mujer y una mujer puede convertirse en hombre. Esta es una afirmación falsa y, en este sentido, cercana al corazón teórico del nihilismo occidental”. La cosa empeora cuando se trata de las ramificaciones geopolíticas. Todd establece una conexión mental y social lúdica entre este culto a lo falso y el comportamiento tambaleante del Hegemón en las relaciones internacionales. Ejemplo: el objetivo nuclear iraní logrado con Obama se convirtió en un régimen de sanciones duras con Trump. Todd: “La política exterior estadounidense es, a su manera, fluida en materia de género”.

10. El “suicidio asistido” en Europa. Todd nos recuerda cómo Europa al principio era la pareja franco-alemana. Luego, después de la crisis financiera de 2007/2008, esto se convirtió en “un matrimonio patriarcal, en el que Alemania como cónyuge dominante ya no escucha a su pareja”. La UE abandonó cualquier pretensión de defender los intereses de Europa: se aisló de la energía y el comercio con su socio Rusia y se autosancionó. Todd identifica, correctamente, el eje París-Berlín reemplazado por el eje Londres-Varsovia-Kiev: ese fue “el fin de Europa como actor geopolítico autónomo”. Y eso ocurrió sólo 20 años después de la oposición conjunta de Francia y Alemania a la guerra neoconservadora contra Irak.

11. Todd define correctamente a la OTAN al sumergirse en “su inconsciente”: “Observamos que su mecanismo militar, ideológico y psicológico no existe para proteger a Europa Occidental, sino para controlarla”.

12. Junto con varios analistas en Rusia, China, Irán y entre independientes en Europa, Todd está seguro de que la obsesión de Estados Unidos –desde los años 1990- por aislar a Alemania de Rusia conducirá al fracaso: “Tarde o temprano, colaborarán , ya que “sus especializaciones económicas los definen como complementarios”. La derrota en Ucrania abrirá el camino, ya que una “fuerza gravitacional” seduce recíprocamente a Alemania y Rusia.

Antes de eso, y a diferencia de prácticamente cualquier “analista” occidental en la  esfera principal de la OTAN , Todd entiende que Moscú va a ganar contra toda la OTAN, no solo contra Ucrania, aprovechando una ventana de oportunidad identificada por Putin a principios de 2022. Todd apuesta en una ventana de 5 años, es decir, un final para 2027. Es esclarecedor compararlo con el Ministro de Defensa Shoigu, registrado el año pasado: la SMO terminará en 2025.

Cualquiera que sea el plazo, en todo esto está incorporada una victoria total de Rusia, en la que el ganador dictará todos los términos. Ni negociaciones, ni alto el fuego, ni conflicto congelado, tal y como la Hegemonía está ahora desesperada dando vueltas.

Davos representa El triunfo de Occidente

El amplio mérito de Todd, tan evidente en el libro, es utilizar la historia y la antropología para llevar al diván la falsa conciencia de la sociedad occidental. Y así es como, centrándose, por ejemplo, en el estudio de estructuras familiares muy específicas en Europa, logra explicar la realidad de una manera que escapa por completo a las masas colectivas occidentales con lavado de cerebro que persisten bajo el turboneoliberalismo.

No hace falta decir que el libro de Todd, basado en la realidad, no será un éxito entre las élites de Davos. Lo que está sucediendo esta semana en Davos ha sido inmensamente esclarecedor. Todo está a la vista.

De todos los sospechosos habituales: la tóxica Medusa von der Leyen de la UE; el belicista Stoltenberg de la OTAN ; BlackRock, JP Morgan y una variedad de mandamases estrechando la mano de su sudorosa sudadera de juguete en Kiev: el mensaje del “Triunfo de Occidente” es monolítico.

La guerra es paz. Ucrania  no  está perdiendo (las cursivas son mías) y Rusia no está ganando. Si no está de acuerdo con nosotros (en cualquier aspecto), será censurado por “incitación al odio”. Queremos el Nuevo Orden Mundial, piensen lo que piensen ustedes, humildes campesinos, y lo queremos ahora.

Y si todo lo demás falla, una Enfermedad X prefabricada vendrá a por ti.

FUENTE: https://www.zerohedge.com/geopolitical/escobar-how-west-was-defeated

Las opiniones no representan necesariamente las de DOSSIER GEOPOLITICO

Marco Centaro – Visión y Tendencias Globales (Proyecto Società Italiana di Geopolitica”)

En un contexto globalizado en el que el 80% del comercio total se realiza a través de vías fluviales, lo que estamos experimentando actualmente en el sur del Mar Rojo pone de relieve las vulnerabilidades de los cuellos de botella y las rutas marítimas.

Tras una andanada de misiles sin precedentes lanzada por militantes hutíes proiraníes, una coalición liderada por Estados Unidos y el Reino Unido ha desatado una potencia de fuego que alcanzó varios sitios de lanzamiento, campos de entrenamiento y arsenales militares en territorios controlados por los hutíes.

Esto se produce en medio de crecientes tensiones no sólo en las zonas que rodean el estrecho de Bab el Mandeb, sino también en el conflicto mucho más amplio que persiste entre Israel y Hamas, este último depende en gran medida de Irán y otras milicias chiítas diseminadas en la región MENA.

El grupo yemení, de hecho, expresó su solidaridad con el pueblo palestino después de los acontecimientos del 7 de octubre y amenazó con dañar cualquier barco vinculado a Israel que hubiera cruzado el Mar Rojo. Hasta ahora, el Comando Central de Estados Unidos ha registrado unos 30 ataques llevados a cabo por hutíes contra el transporte marítimo en la región. Las herramientas preferidas de los militantes incluyen drones, barcos suicidas y misiles balísticos o de crucero. Se estima que el grupo proiraní ha lanzado hasta el momento 125 piezas de artillería, empujando a los buques militares de la zona a intervenir y evitar daños a los barcos en el Mar Rojo. Según se informa, las armadas de Francia, Reino Unido y Estados Unidos participaron en este esfuerzo [1] .

Para detener la amenaza, a finales de diciembre Washington lanzó una coalición que se suponía reuniría a más de 20 armadas y patrullaría el sur del Mar Rojo. Al final, esta iniciativa resultó ser un fracaso, ya que su naturaleza defensiva no pudo evitar que los hutíes usaran sus armas contra las rutas marítimas. Además, un segundo fracaso reside en el fracaso del propósito de reunir aliados de todo el mundo. De hecho, muchos socios estadounidenses se echaron atrás en su compromiso inicial, percibiendo la operación Guardián de la Prosperidad como un claro alineamiento con Washington e Israel, un hecho que podría haber desencadenado escaladas aún mayores.

Sin embargo, como lo demuestran los últimos acontecimientos, los hutíes se han vuelto mucho más agresivos, lo que provocó una respuesta más dura por parte de Estados Unidos.

Las crecientes tensiones en torno a Bab el Mandeb han preocupado incluso a las principales compañías navieras, que han decidido detener los envíos dirigidos a este cuello de botella o desviar a sus comerciantes hacia el Cabo de Buena Esperanza.

Los mercados globales no estaban contentos con esta decisión. La combinación de costos de redireccionamiento y aumento de las primas de seguros provocó picos impresionantes en los precios de los contenedores.

Al 11 de enero, el costo promedio de un solo contenedor ascendía a $3.072. Comparado con el precio registrado el 30 de noviembre ($1.382), el costo promedio total aumentó un 122% [2] .

Afortunadamente para los consumidores, este efecto inflacionario no está dirigido a los mercados petroleros: aparentemente, y de momento, las compañías navieras de hidrocarburos prefieren correr el riesgo de transitar por el estrecho de Bab el Mandeb, mientras que las reservas mundiales de petróleo y gas parecen suficientemente recuperadas, lo que genera una demanda. aumento improbable [3] .

Sin embargo, dado que el equilibrio en la región es inestable, no es posible considerar la situación estable.

Además, hay que considerar que los recientes ataques llevados a cabo contra los arsenales de los hutíes no representan una solución definitiva a la amenaza. La milicia todavía puede contar con una gran parte de su arsenal, y no hay que olvidar que su peligrosidad proviene también de armas más asimétricas (como minas navales o drones).

Por lo tanto, es posible que en los próximos días o semanas experimentemos un intercambio intensificado de misiles y ataques entre las partes en conflicto.

De hecho, la presencia naval militar en la zona está aumentando. Italia ya tenía un barco en el sur del Mar Rojo, pero la semana pasada decidió duplicar el número; Mientras tanto, el grupo de ataque de portaaviones guiado por el USS Eisenhower está firmemente desplegado en la zona de Bab el Mandeb, pero otras armadas están presentes: India, Francia, España, Reino Unido, Corea del Sur y Japón están activas, mientras que también la iraní y los barcos chinos navegan por esas aguas.

El hecho de que tal actividad militar esté en marcha ciertamente pondrá a los mercados más nerviosos. Aunque no es fácil delinear escenarios, los gigantes del transporte marítimo internacional todavía se abstienen de restablecer los flujos regulares a través del Mar Rojo.

La mayor dificultad que enfrenta la talasocracia estadounidense en este momento es que no puede reducir fácilmente la fuerza de los hutíes simplemente atacando algunas de las reservas y sitios de lanzamiento localizados. La milicia ha estado luchando contra Arabia Saudita y su coalición árabe desde 2015, lo que la ha acostumbrado a soportar bombardeos y a redesplegar rápidamente sus armas y asentamientos.

Por otro lado, una ofensiva más amplia y más fuerte es claramente cuestionable, porque provocaría una escalada que a ningún actor internacional le agradaría presenciar, especialmente cuando se están llevando a cabo negociaciones entre los hutíes y los Estados del Golfo.

En conclusión, son pocas las opciones que Estados Unidos tiene a su disposición. Su supremacía marítima está limitada entre una milicia local que amenaza su liderazgo global y la imposibilidad de emprender contramedidas más serias para restaurar la seguridad marítima en la región.

Si bien este dilema obsesiona a la administración Biden, los próximos pasos de otros actores involucrados están lejos de ser predecibles.

En un momento en el que los resultados de la situación no están claros, la mejor esperanza para los consumidores y las partes interesadas que dependen de los envíos marítimos es una solución que se obtenga de forma rápida y pacífica.

No hay que olvidar que, además de los aspectos militares de la situación, la prioridad de la comunidad internacional es restablecer los flujos regulares a través del Mar Rojo.


[1] https://rybar.ru/vojna-v-krasnom-more-chto-proishodilo-u-beregov-jemena-14-yanvarya/

[2] https://www.drewry.co.uk/supply-chain-advisors/supply-chain-expertise/world-container-index-assessed-by-drewry

[3]   https://www.nytimes.com/2024/01/05/business/red-sea-oil-houthis.html

ENLACES RELACIONADOS

https://www.drewry.co.uk/supply-chain-advisors/supply-chain-expertise/world-container-index-assessed-by-drewry

https://www.reuters.com/markets/commodities/oil-slips-investors-eye-mideast-developments-2024-01-15/

FUENTE: https://www.vision-gt.eu/news/monitoring-the-red-sea-washingtons-dilemma/

Por TIBERIO GRAZIANI VISIÓN Y TENDENCIAS GLOBALES (PROYECTO “SOCIETÀ ITALIANA DI GEOPOLITICA”) y miembro de Dossier Geopolitico

Resumen – El artículo propone un intento de aplicar el modelo de arco de crisis a los dos conflictos en curso (Rusia – Ucrania e Israel – Gaza) dentro del contexto más amplio de la transición geopolítica del llamado sistema unipolar a lo que se define como multipolar o policéntrico. . El modelo parece encajar muy bien en el caso del choque entre Moscú y Kiev. La situación parece más compleja en el caso de Israel-Gaza. Sin embargo, la expansión del conflicto en el Mar Rojo parece apoyar la hipótesis de la aplicabilidad del modelo. Se expresan sucintamente algunas breves consideraciones sobre la fragilidad de la Unión Europea . Palabras clave: Arcos de crisis, Choque de civilizaciones, Ucrania, Franja de Gaza

Las dos guerras en curso tienen orígenes diferentes y lejanos en el tiempo.

Las causas de la guerra ruso-ucraniana, si las limitamos al contexto regional, se remontan a los disturbios de Euromaidan en noviembre de hace diez años, la posterior anexión de Crimea por parte de la Federación Rusa, las políticas contra los rusófonos implementadas en Donbass por Kiev y las autoproclamadas repúblicas separatistas de Donetsk y Luhansk. En cambio, el conflicto palestino-israelí, considerando únicamente el alcance regional, se remonta a la guerra civil de junio de 2007, cuando Hamás logró asegurarse el control total de la Franja de Gaza.

En realidad, ambas guerras tienen orígenes mucho más antiguos y, sobre todo, no pueden limitarse simplemente, no sólo en lo que respecta a las causas sino también a los efectos internacionales, a sus respectivas dimensiones regionales. Esto se debe a los importantes intereses de otros actores involucrados, que son tanto locales como globales.

La larga posguerra fría y el momento unipolar

El choque entre la Federación de Rusia y Ucrania es una manifestación dramática del largo período posterior a la Guerra Fría que siguió al colapso soviético; en algunos aspectos, marca su final. Este período de posguerra es, además, extraño y trágico, ya que está marcado por una impresionante serie de acontecimientos militares.

El comienzo de este período de posguerra, tan dramático como su conclusión, se remonta a las guerras de los Balcanes de la década de 1991-2001, que culminaron con la operación de las Fuerzas Aliadas lideradas por la OTAN. Los europeos, todavía bajo los efectos de la breve pero intensa euforia optimista relacionada con la espectacular caída del Muro de Berlín (noviembre de 1989), despertaron abruptamente. En lugar de presenciar el “fin de la historia” (Fukuyama F., The End of the History? en “The National Interest”, verano de 1989, The End of History and the Last Man, 1992), presenciaron, en su propio continente y durante toda una década, una sangrienta guerra civil y las acciones devastadoras de dos operaciones de la Alianza Atlántica, la citada Fuerza Aliada en 2001 y Fuerza Deliberada en 1995.

Situado temporalmente al final de la larga era posterior a la Guerra Fría, el conflicto actual entre rusos y ucranianos es también una guerra civil entre poblaciones eslavas y un choque entre repúblicas postsoviéticas. Sin embargo, a diferencia de las guerras de los Balcanes que estallaron en el momento más crítico del terremoto geopolítico desencadenado por la caída del Muro de Berlín, la disolución de la URSS y el Pacto de Varsovia, esta guerra ocurre después de tres décadas de hegemonía global estadounidense. La conclusión a la que se llega es que representa otro ejemplo de la incapacidad del mundo occidental, particularmente el liderado por Estados Unidos, para gestionar el llamado “momento unipolar”.

En los últimos treinta años, la “Nación Indispensable” –como la definió con orgullo el Presidente Clinton en su segundo discurso inaugural el 20 de enero de 1997 (“ Estados Unidos es la única nación indispensable del mundo ”)- ha demostrado repetidamente tal incapacidad. Esto quedó ampliamente demostrado en el contexto de la guerra contra el terrorismo y la “exportación de democracia con bombas” durante las presidencias de Bush. ¿El ejemplo más reciente? El abandono de Afganistán tras veinte años de guerra, dejando atrás un país devastado y miles de muertos, heridos y discapacitados.

La “Operación Militar Especial” –tal como la definió el Kremlin para la invasión de territorio ucraniano– que comenzó el 24 de febrero de 2022, constituye sin duda una dura respuesta rusa a la penetración gradual de Occidente en la masa continental euroasiática, en particular a la expansión de La OTAN hacia las fronteras occidentales del Estado ruso. Es una respuesta predecible, considerando el breve conflicto ruso-georgiano de agosto de 2008 y la anexión de Crimea en 2014.

La “Operación Militar Especial” de 2022 pone de relieve la irrelevancia de la Unión Europea en términos de planificación de seguridad, su limitada capacidad para definir un papel geopolítico estabilizador distinto en el mundo posbipolar y, en última instancia, su subordinación total y acrítica a Estados Unidos. –su principal aliado– y la OTAN. Esta guerra nos dice, una vez más, que la Unión Europea no sabe concebirse como una entidad autónoma e independiente al margen del contexto occidental dominado por Estados Unidos. Además, al no comprender o no querer comprender el proceso histórico actual, la UE no ve lo que está sucediendo en sus fronteras ni contempla lo que podría ocurrir en el futuro inmediato. Como resultado, constantemente se encuentra dramáticamente desprevenido y, por lo tanto, moralmente culpable por al menos cuatro desastres que persisten o han ocurrido en su vecindad inmediata: a) las guerras de los Balcanes de 1991-2001; b) la desestabilización de Libia en 2011; c) la guerra ruso-ucraniana de 2022; d) la guerra palestino-israelí de 2023, sin mencionar la incapacidad de encontrar una solución al grave problema migratorio a lo largo de tres décadas desde su surgimiento.

En lo que respecta a los países de Europa del Este, directa e indirectamente involucrados, el conflicto ruso-ucraniano ha demostrado, después de tres décadas, que sus clases dominantes –ya sean políticas, económicas o intelectuales– encerradas en su neonacionalismo estrecho y miope, han no han podido desarrollar un proyecto regional autónomo ni presentar una propuesta útil para su papel geopolítico y geoestratégico específico en el nuevo contexto surgido de la disolución de la Unión Soviética, caracterizado por el concurrente proceso de globalización.

Atrapadas entre la seducción ejercida por Bruselas y las presiones atlánticas ejercidas por Londres y Washington, por un lado, y la reinterpretación y reconstrucción de sus identidades nacionales basadas en la rusofobia, por el otro, estas clases dominantes no han aprovechado la oportunidad histórica que les ofrece la Colapso soviético: la opción de emanciparse tanto del Este como del Oeste, de presentarse como un área cohesionada y autónoma, desempeñando el papel de pivote y bisagra entre los países miembros de la Unión Europea y la Federación Rusa.

El miedo al imponente vecino, percibido como peligroso y agresivo (aunque a principios de los años 1990 Rusia difícilmente podía ser considerada un país “peligroso” para sus vecinos), junto con las presiones de la OTAN, llevaron a estos países a unirse primero a la Alianza Atlántica y posteriormente a la Unión Europea. Las clases dominantes de Europa del Este, por tanto, tomaron la decisión no tan sutil de abandonar un campo –el rusocéntrico– para llegar a otro, el euroatlántico, perdiendo así una oportunidad difícil de recuperar: la de posicionarse como centro de intercambio y compensación entre Oriente y Occidente.

Europa del Este, vista en una perspectiva histórica de mediano plazo, pasó de la esfera de influencia soviética a la esfera de influencia atlántica, es decir, de la jaula del Pacto de Varsovia a la jaula del Pacto Atlántico, de un amo a otro. Al elegir el destino de convertirse en la extrema periferia oriental del campo occidental hegemonizado por los Estados Unidos, esta parte de Europa ha elegido convertirse en un arco de crisis permanente entre Occidente y la Federación Rusa.

Choque de civilizaciones: ¿ cui prodest?

Por supuesto, se podría objetar lo escrito hasta ahora de que el conflicto entre Moscú y Kiev es parte de un posible proyecto del Kremlin destinado a restablecer el dominio de Moscú sobre un territorio que primero perteneció al Imperio zarista y luego a la Unión Soviética. . Aunque ciertamente no faltan ecos neoimperiales en el discurso público ruso (por otra parte marginales, pero dignos de atención por su fuerza movilizadora), algunos de los cuales incluso están teñidos de un cierto espiritualismo civilizador ambiguo que interpreta el choque actual en el humeante lenguaje escatológico. términos de enfrentamiento entre el Bien, la Luz y la Tradición (Rusia ortodoxa) y el Mal, la Oscuridad y la Decadencia (el Occidente materialista y ateo); Sin embargo, este posible proyecto, esta hipotética estrategia del Kremlin no resiste una lectura menos emotiva y romántica de los acontecimientos actuales y un análisis de sus causas, así como, en particular, una descripción más objetiva y realista de la situación. los “valores” actuales expresados ​​desde Rusia y Occidente.

Algunas aclaraciones del presidente Putin sobre la superioridad de Rusia en valores respecto a Occidente –que a primera vista parecería respaldar los ecos neoimperialistas y civilizadores mencionados anteriormente– se remontan al choque dialéctico con los principales exponentes políticos del bando contrario. (el “Occidente colectivo”), que equiparan el gobierno de la Federación con una autocracia siguiendo la tradición zarista, acusan al Kremlin de promover teorías oscurantistas y de ejercer un régimen liberticida y opresivo.

Más importantes y llenas de realismo político son las continuas declaraciones de Putin, al menos a partir de su discurso durante la Conferencia de Múnich (2007), sobre la neutralidad de las zonas vecinas a la Federación por sus necesidades de seguridad.

Volviendo al supuesto deseo del Kremlin de restablecer la Rusia imperial o una reedición de lo que fue la Unión Soviética, cabe señalar que la narrativa neoimperial y civilizadora, paradójicamente, se vuelve funcional a la estrategia norteamericana encaminada a mantener el equilibrio global. hegemonía, así como amplia y magistralmente definida por los dos textos canónicos que son sin duda los de Samuel P. Huntington y Zbigniew Brzezinski, autores respectivamente de El choque de civilizaciones y la reconstrucción del orden mundial (1996) y El gran tablero de ajedrez. La primacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos (1997).

En el caso de que el Kremlin sucumbiera a la tentación de la narrativa civilizadora “neoimperial” y – sobre esta base – tomara decisiones estratégicas, caería irremediablemente en la trampa del choque de civilizaciones, exponiéndose a sí mismo y a toda Eurasia. a la proliferación de las crisis previstas por Brzezinski y al peligro de fragmentación de su espacio nacional y de todo el continente, según líneas divisorias religiosas y etnoculturales: en última instancia, cumpliría el sueño, hegemónico y mesiánico al mismo tiempo, de la Estados Unidos, el de ser la nación indispensable, la única dispensadora de civilización y valores.

De la guerra árabe-israelí al conflicto Israel-Hamás

La actual guerra entre la Franja de Gaza y el Estado de Israel comenzó el 7 de octubre de este año con la operación Inundación de Al Aqsa, deseada y organizada por Hamás, a la que Israel reaccionó rápidamente implementando una respuesta desproporcionada con la operación Espadas de Hierro, es una episodio del conflicto árabe-israelí más amplio que comenzó allá por 1948. Constituye la tercera fase del choque directo entre Israel y Gaza. Es decir, sigue a las operaciones Plomo Fundido y Margen Protector, lanzadas por Israel contra Gaza en 2008 y 2014, respectivamente.

Conviene repasar rápidamente el recorrido histórico de este largo conflicto, del que la guerra actual constituye una parte significativa, debido a algunos elementos que lo distinguen de episodios anteriores: la asimetría de los contendientes, la impresionante cantidad de víctimas, en su mayoría niños, la pasividad de la llamada comunidad internacional y de los países árabes, la hibridación entre guerra religiosa y liberación nacional, la estrategia del Eje de resistencia auspiciada por Irán.

Las tres guerras de 1948, 1967 y 1973 son conflictos entre coaliciones árabes e Israel. Son guerras que expresan la voluntad de algunas naciones árabes de resolver la cuestión del pueblo palestino, mediante un enfrentamiento militar, tras la proclamación del Estado de Israel en 1948 por las autoridades sionistas en Palestina. En cierto modo, estas guerras árabe-israelíes son hijas de la Thawra Filasṭīn (Revolución Palestina), la gran revuelta de los árabes palestinos, que duró unos tres años, de 1936 a 1939, contra la política de asentamientos judíos, permitida por los siguientes ingleses. la Declaración Balfour de 1917. La política de asentamientos hizo que la población judía pasara de 80.000 a alrededor de 360.000 unidades en sólo 18 años, creando una importante agitación demográfica y socioeconómica en detrimento de las poblaciones nativas. Palestina, tras la derrota del Imperio Otomano y su disolución, estuvo gobernada de 1920 a 1948 por los británicos (Palestina Mandataria) y se extendió sobre un territorio de aproximadamente 28.000 kilómetros cuadrados. Tras la partición de 1947, el nacimiento del Estado de Israel y los resultados de las tres guerras árabe-israelíes (48, 67, 73), el territorio de lo que fue Palestina bajo el mandato británico está hoy dividido entre Israel (20.770 km2) y el Estado de Palestina (6.020 km2), que incluye Cisjordania (5.655 km2) y la antigua Franja de Gaza (365 km2).

Después de los decepcionantes resultados de las tres guerras árabe-israelíes mencionadas anteriormente, las coaliciones árabes, por diversas razones, se desmoronaron y la población palestina quedó, por así decirlo, abandonada a su propia suerte. De hecho, Egipto y Jordania llegaron a un acuerdo con Israel y firmaron tratados de paz con el Estado judío en 1979 y 1994 respectivamente. Mientras que Siria, Líbano e Irak no reconocieron al Estado de Israel y continuaron apoyando la causa palestina.

A partir de la Guerra de Yom Kippur (1973), la resistencia palestina se expresó de manera asimétrica y con acciones esporádicas, cuyos episodios más relevantes fueron los largos y sangrientos levantamientos que pasaron a la historia como intifadas: la primera intifada o intifada de las piedras, que comenzó el 8 de diciembre de 1987 finalizará aproximadamente seis años después, el 13 de julio de 1993 y la segunda intifada o intifada de al-Aqsa, que comenzó en 2000 y finalizó en 2005.

Es precisamente con las intifadas, en particular la de 1987, que la resistencia palestina más radical comenzará a oponerse al Estado de Israel no sólo en el contexto de una lucha de liberación nacional, sino también en términos de una guerra religiosa. Este es precisamente el caso de la organización islamista Hamás, de inspiración sunita, que nació durante la primera Intifada y logró, a partir de la segunda mitad de 2007, controlar la Franja de Gaza. Este es también el caso de la organización islamista libanesa Hezbollah, de inspiración chiita.

El paso del modelo tradicional de luchas de liberación nacional, basado en el principio de autodeterminación de los pueblos, que logró un claro éxito en la independencia de Argelia y Túnez y constituyó un punto de referencia teórico para la OLP, a la práctica del “ La guerra santa” se debe a varios factores. Entre ellas, es importante destacar las crecientes influencias de Irán, especialmente después de la conclusión de la guerra con Irak, y de los Hermanos Musulmanes en las organizaciones políticas palestinas. Si hasta 1973 la lucha por establecer un Estado palestino involucraba a actores estatales, es decir, los principales Estados de la región (Egipto, Jordania, Siria, Líbano), hoy involucra principalmente a organizaciones radicales, motivadas ideológicamente, que participan en el Eje de Resistencia. Cuyo objetivo no es sólo la liberación de Palestina, sino la lucha total contra Israel y las influencias políticas de Estados Unidos y del propio Israel en la región de Cercano y Medio Oriente.

La fuerte disparidad de fuerzas y de apoyo internacional entre Israel –que goza, recordemos, del apoyo de los EE.UU. y de todo Occidente– y la Franja de Gaza, que cuenta con un apoyo regional, tan radical como fragmentado, vuelve a proponer trágicamente el principio bíblico. Lucha entre el gigante Goliat y David.

Las dos guerras en curso y la transición unimultipolar

Las dos guerras actualmente en curso constituyen dos focos de crisis localizados en regiones específicas de la masa euroasiática capaces de reescribir las estructuras geopolíticas globales.

La desestabilización prolongada de dichas áreas, junto con posibles focos de tensión en otras partes de la masa continental euroasiática, como en el Indo-Pacífico o Asia Central, podrían contribuir a una transición compleja del orden unipolar dominado por Estados Unidos a un mundo más equilibrado, orientado hacia contener la competencia entre naciones y promover la cooperación internacional.

La crisis ruso-ucraniana representa un primer factor que exacerba la fractura entre Europa continental y centrooriental y la Federación de Rusia. De hecho, con el tiempo distancia las posibilidades de colaboración entre Rusia, rica en recursos energéticos, y los países europeos, altamente industrializados pero dependientes de la energía. También retrasa la necesidad de desarrollar una arquitectura de seguridad compartida. Los principales beneficiarios de esta posible división duradera entre Europa y la Federación de Rusia parecen ser Estados Unidos, tanto desde el punto de vista geopolítico como geoestratégico.

El foco de crisis, nunca amainado y recientemente reavivado en Palestina, constituye un segundo factor que a largo plazo interviene para complicar la transición de un orden unipolar a uno multipolar, debido también a la actual equidistancia entre actores globales como Rusia, China y India. Hipotéticamente, si por un lado una actitud pro-Gaza de estos tres países y del Sur global podría acelerar el proceso de transición, por otro lado podría aumentar el riesgo de un conflicto generalizado, si no desencadenarlo con consecuencias impredecibles. Al involucrar indirectamente a las potencias regionales del llamado Sur global, como Irán, Siria y, en ciertos aspectos, también la Turquía de Erdogan (últimamente divergiendo de las indicaciones de Occidente liderado por Estados Unidos), el estallido de la actual crisis palestino-israelí obstaculizaría la capacidad de estos países para avanzar activamente hacia la construcción de un nuevo sistema multipolar o policéntrico. Además, la continuación de esta situación crítica y fuertemente desequilibrada a favor de Israel brindaría a Estados Unidos la oportunidad de utilizar a Israel como fuerza estabilizadora armada (y nuclear) en la región del Cercano y Medio Oriente. Por lo tanto, Israel se posicionaría como un pilar necesario –en sinergia con Turquía o como una alternativa a Ankara en caso de que esta última continúe con su excentricidad con respecto a la alianza atlántica– de la política norteamericana en el Mediterráneo oriental y en la región de Medio Oriente. Una vez más, entre los actores globales, el principal beneficiario geopolítico parece ser la potencia extranjera.

Como se destacó, la aplicación del modelo del arco de crisis para comprender las guerras actuales nos permite analizarlas en el contexto de la transición del orden unipolar al orden generalmente multipolar. También subraya la necesidad de que la potencia en decadencia, Estados Unidos – visiblemente en crisis por la pérdida del papel hegemónico desempeñado hasta ahora, debido a nuevos actores como China e India – adopte una estrategia generalizada para promover áreas de tensión ( geopolítica del caos) en la masa euroasiática. Como era de esperar, este escenario también se extendería a África para contrarrestar las influencias rusas y chinas, con el objetivo de obstaculizar, si no desempoderar, a quienes están dando forma al nuevo orden mundial.

En conclusión, el modelo de foco de crisis nos ayuda a comprender la transición del unipolar al multipolar, aún en proceso de definición. Desde esta perspectiva, los “centros de crisis” parecen ser funcionales a la estrategia estadounidense de frenar la transición en curso hacia un sistema multipolar y apuntar a prolongar la hegemonía unipolar de Washington.

FUENTE: Theory of the Arc of Crisis: Geopolitics and Geostrategy https://www.vision-gt.eu/news/theory-of-the-arc-of-crisis-geopolitics-and-geostrategy/

Por Gino Lanzara Dissipatio

Del Mar Rojo proceden no sólo elementos objetivos de evaluación geopolítica tout corte, sino también indicios y esperanzas de una política exterior participativa, consciente y proactiva. El multilateralismo es bienvenido, pero sin perder de vista la dirección que indica la Estrella Polar de la estrategia y los intereses nacionales.

Un análisis centrado es abrasivo; cuanto más dudas inculcas  al disipar  creencias  sencillas a la página , más da en el blanco. No nos quedaremos atrás. Estamos en el mar; Partiremos de las rutas más conocidas para llegar a la última Thule de lo que se escapa de forma general.   

El conflicto palestino-israelí ha entrado en una dimensión marítima relegada desde 1967 al cierre egipcio del  estrecho de Tirán ; Los  hutíes , seguidores de Nasser y representantes iraníes, están adoptando tácticas agresivas contra el comercio que pasa por el estrecho de Bab-el-Mandeb, el único acceso desde el Océano Índico a Eilat (Israel), Aqaba (Jordania) y Jeddah (Arabia Saudita), y que impactan en  Suez , tácticas como la de recordar lo que el  poeta  Alfred Thayer Mahan  escribió hace poco más de cien años, es decir, que la  estrategia marítima se refiere en última instancia al acceso  destinado a garantizar la libertad de navegación, dado que no se puede decir que sea ningún poder. hegemónico si descuida el mar, y que el control de los estrechos permite abrir y cerrar el acceso económico global. Las guerras de Ucrania y Gaza no amenazan la seguridad estadounidense, que está interesada en la libertad de los mares porque se basa en el control de los  cuellos de botella ; pero la libertad de navegación sigue siendo una base imperial estadounidense, indirectamente útil para los propios intereses chinos que, sin aperturas comerciales, se verían afectados por la falta de crecimiento del PIB. Es una pena que los misiles hutíes hayan sido desarrollados por Teherán basándose en tecnologías de Beijing. 

El concepto marítimo siempre ha estado claro para cualquier sociedad con alelos empapados de agua salada: la proyección comercial y de poder aquea hacia Ilión y el interior de Anatolia todavía está ahí para recordarlo. La talasocracia sigue siendo un presente anclado al futuro; quien la pierde, desprovisto de  ánimo bélico y comercial  , pierde también la hegemonía continental configurada por el poder marítimo, incompatible con la naturaleza jurídica del principio de eficacia . La amenaza, por tanto, no se limita a Eilat israelí, sino que afecta al comercio mundial, dado que los ataques obligan a las empresas comerciales a reorganizar horarios, primas de seguros, consumos e itinerarios condicionados por la necesidad de rodear el  Cabo de Buena Esperanza .

Los  hutíes zaidíes  , poco sensibles a los dictados de Montego Bay, no sólo atacan a los buques afiliados a Israel o que se dirigen allí, hasta el punto de que  Jack Kennedy del S&P  subrayó que, sobre todo , Irán , dominio de los rebeldes y que controla el tráfico proporcionando inteligencia táctica más allá de que el apoyo del Buque Alborz pretende extender allí su capacidad proyectiva, aumentando la influencia geopolítica regional y planetaria, además de tener un impacto marginal en Palestina; en lugar de una expansión de la guerra en Gaza, están resurgiendo procesos paralelos que reflejan la cuestión palestina, pero que mantienen una identidad y un valor local útiles para apoyar la política interna de San’a’; No se excluye que los hutíes pretendan fortalecerse en el contexto de las conversaciones de paz con los sauditas, quienes a su vez buscan una salida digna del atolladero yemení. Riad, acercándose a Irán gracias a la mediación del Dragón, esperaba llegar a un compromiso; pero los hutíes siguen siendo actores esquivos, acostumbrados a atacar de forma asimétrica mientras negocian.

A través de  Bab-el-Mandeb  los portacontenedores (30% del tráfico) llegan al Canal de Suez, la ruta más corta entre Asia y Europa por la que pasa entre el 12 y el 15% de todo el tráfico mercante, cuya potencial inaccesibilidad ha llevado a varias compañías mercantes a considerar la única alternativa marítima viable, la circunnavegación de África, con aumentos de costes de hasta 1 millón de dólares por barco; Un  infarto logístico  requeriría el estudio de nuevas y complejas intermodalidades, que podrían remediarse en el futuro con el  corredor Imec,  una solución económicamente diferenciadora para el transporte, especialmente en términos de de-risking. Aunque no parece concebible un resurgimiento repentino de los problemas logísticos críticos determinados por la situación de pandemia y la política monetaria restrictiva impuesta por los bancos centrales, mientras que el peso de la histéresis comenzará a sentirse globalmente alrededor de febrero, la economía egipcia colapsará más rápidamente. dadas las condiciones precarias y preexistentes. Paradójicamente, de momento el menos afectado es Israel, dado que sólo el 5% de su comercio marítimo pasa por el puerto de Eilat, aunque no se pueden pasar por alto las repercusiones a largo plazo. En un amplio espectro, a medida que prevalecen las asociaciones bilaterales regionales, se reduce la estabilidad de los intercambios comerciales y se dibuja un nuevo mapa de alianzas, con nearshoring  en  países vecinos para evitar amenazas a la cadena de producción, como el desafío que plantean los hutíes.

Si la protección de los convoyes se vuelve difícil y costosa, no se puede excluir ciertamente la opción de solución, es decir, la que apunta a eliminar  la amenaza ab initio  , desencadenando sin embargo el problema político de una ampliación del conflicto, presagio de represalias generalizadas; Por otra parte, una acción diplomática marítima que fortalezca los  Acuerdos de Abraham podría ayudar a Israel a transformar la amenaza hutí en una oportunidad estratégica, especialmente si Estados Unidos logra la  misión imposible  de unir una  coalición de voluntades ya políticamente fragmentada , capaz de suscitar perplejidad en en el mundo del transporte marítimo, pero no en Assoporti y Federpetroli Italia, y para la que ya se ha encontrado un nombre pero no los barcos:  Prosperity guardian,  una operación para la que Europa prefiere navegar bajo la bandera de Operación Atalanta, que opera en coordinación con  el Fuerzas Marítimas Combinadas  lideradas por Estados Unidos para la protección del Mar Rojo, el Golfo Arábigo y el Océano Índico, a pesar de todas las distinciones inevitables, empezando por las reglas de enfrentamiento, y para las cuales, como era de esperar, la India ha desplegado dos cazas en el Golfo de Adén. . Las representaciones de personal militar occidental ofrecidas para apoyar al Centcom tienen el vago tufillo de una broma vergonzosa.  

In cauda venenum : Italia y las incómodas reflexiones que exige, a la luz de un espíritu persistente que tiende a ser gregario o en todo caso atento al patio pero poco versado en el ámbito internacional más amplio, donde el liderazgo debería naturalmente asociarse a la proyección estratégica. de poder. Desprovista de un genuino sentimiento talasocrático, la antigua  Mare Nostrum  se ha convertido en  eorum,  si no en una  Patria Azul  turca en expansión hegemónica,  y nada puede garantizar una estabilidad efectiva como un sistema de alianzas que (pálidamente) reproduzca la histórica división equireal y sectorial romana, permitiendo El dominio de las rutas marítimas. La magnífica idealidad de un  Mediterráneo ampliado , libre de otros adjetivos conceptualmente repetitivos, choca ahora con una realidad histórica que ha visto al país, aunque inmerso en el mar, voluntariamente alejado de lógicas estratégicas y, por tanto, de poca relevancia. Dado que los intereses nacionales también pasan por Bab-el-Mandeb y Suez, y que no es admisible someterse a ningún acoso, deberíamos considerar el Mediterráneo como el fluido de partida para ir más allá de Suez, proyectando una idea estratégica talasocráticamente  profunda  y funcional a los intereses nacionales. Para un talasócrata el mar es lo que es, ni se ensancha ni se estrecha. Fasan, desde el punto de vista de  la política de equilibrio , puede ser un magnífico punto de sinergia político-operacional, capaz, si se desea, de diseñar nuevas trayectorias no oscilantes, aumentando y potenciando constantemente el  peso político decisivo  para frenar de manera realista cualquier decadencia. empezando por el poder blando tal como lo entiende Nye. Por lo tanto, de los acontecimientos políticos en el Mar Rojo sólo podemos esperar una estrategia racional y, abrasivamente, realista. Después de todo, lo dijimos al principio. 

FUENTE: https://www.dissipatio.it/la-morte-della-talassocrazia/

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Carlos Pereyra Mele entrevistado por javier Benitez para Radio Sputnik

AUDIO

Los hutíes de Yemen lo habían anunciado: para tratar de frenar el genocidio que Israel ejecuta en la Franja de Gaza, atacarían sólo a los barcos con bandera de Israel, o cuyo destino fuera algún puerto de ese país. Entonces, EEUU y Reino Unido decidieron que su seguridad nacional estaba en peligro y comenzaron a atacar a Yemen.

Sheriff del mundo, enésimo capítulo

Tras los primeros ataques contra Yemen de EEUU, Reino Unido y demás cómplices, la Casa Blanca comunicó las palabras del presidente, Joe Biden: «Hoy, bajo mi orden, las fuerzas militares de EEUU, junto con el Reino Unido y el apoyo de Australia, Baréin, Canadá y los Países Bajos, llevaron a cabo con éxito ataques contra un número de objetivos en Yemen, usados por los rebeldes hutíes para poner en peligro la libertad de navegación en una de las vías marítimas más vitales del mundo».

Biden mencionó a sus cómplices en estos ataques a uno de los países más pobres del mundo y al que le iniciaron una guerra interpuesta hace 11 años: Australia, Baréin, Canadá y los Países Bajos. Biden justificó estos ataques al puntualizar que fueron bombardeados «objetivos en Yemen, usados por los rebeldes hutíes para poner en peligro la libertad de navegación en una de las vías marítimas más vitales del mundo».

La realidad es que nunca estuvo en peligro esa «libertad de navegación en una de las vías marítimas más vitales del mundo», sino que, como anunciaron los propios hutíes, los buques con bandera de Israel, o cuyo destino fuera algún puerto de ese país, en un intento de que Israel frene el genocidio que está cometiendo en Gaza, según sus propias declaraciones.

Al referirse a EEUU y Reino Unido, el Dr. Carlos Pereyra Mele, director de Dossier geopolítico, apunta que «estas potencias, que en su momento fueron hegemónicas, las que no permitían ningún tipo de contradicción a sus planteos y alineamientos a nivel internacional, hoy en día siguen repitiendo los viejos esquemas que supieron conseguir y que desarrollaron ampliamente desde la década de 1990, hasta mediados de la década de 2010».

Respecto al accionar de las potencias occidentales, Pereyra Mele señala que «han seguido utilizando las mismas técnicas y metodologías, pero los resultados ya van siendo totalmente distintos. El mundo, que ya no es solamente lo que piensa Occidente, tiene claramente definido quiénes son los buenos y los malos esta vez», sentencia el analista.

Simulacros de drones y misiles fabricados por los hutíes de Yemen. EFE/EPA/Yahya Arhab