Por Sebastián Schulz para Tektonikos que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico
Una pelea clave del siglo XXI en la que China y su modelo dan pasos gigantes.
El sistema mundial contemporáneo atraviesa por un conjunto de cambios y transiciones de carácter estructural que, probablemente, reconfiguren la dinámica del poder en las relaciones internacionales venideras. No solo está en crisis el orden mundial configurado luego de los acuerdos de Bretton Woods en 1944, sino que estamos ante la emergencia de un nuevo ciclo histórico, que viene a reemplazar aquel cimentado, por lo menos, desde finales del siglo XV.
Nos referimos al cambio del centro del dinamismo económico internacional experimentado a partir de la crisis de las economías occidentales y el ascenso de China y la India (entre otros) como nuevos polos de acumulación, una mudanza del centro del dinamismo geopolítico desde el Atlántico hacia el Pacífico, una mudanza civilizatoria desde Occidente hacia Oriente y una mudanza tendencial del poder desde el Norte Global hacia el Sur Global. En estos procesos, se visualiza un aumento del umbral de poder de los países emergentes y en desarrollo, que comienzan a disputar en áreas clave del poder internacional.
La capacidad de encabezar y conducir la transición histórica en curso está dada por la posibilidad de posicionarse a la vanguardia del proceso de cambio tecnológico. Quien pueda dominar las tecnologías de última generación será, en última instancia, quien tenga la capacidad de articular y coordinar los ciclos productivos y financieros, quien pueda desarrollar tecnologías militares de última generación y quien pueda tener la capacidad de construir y moldear nuevas subjetividades sociales.
Es por ello que la llamada “carrera tecnológica” ha adquirido una preponderancia especial en el siglo XXI. No basta con alcanzar el primer lugar en los indicadores de PIB nacional, ser el mayor exportador e importador mundial de bienes y servicios ni ser el motor manufacturero global, si eso no va a acompañado de un desarrollo científico y tecnológico que permita encabezar la nueva revolución industrial. Posicionarse a la vanguardia de los nuevos ciclos tecnológicos permite a Estados y/o corporaciones coordinar y administrar el régimen de acumulación a escala planetaria. Es por ello que la carrera/guerra tecnológica es la principal puja geopolítica del siglo XXI.
La República Popular China se encuentra actualmente encabezando varios de los procesos vinculados con los nuevos ciclos tecnológicos, lo que ha despertado las alarmas en las potencias occidentales.
Según un informe publicado por Le Monde, durante 2022 las empresas chinas alcanzaron el 34% de las patentes de 5G, mientras las surcoreanas representaron el 24,5%. En cuanto a las empresas norteamericanas, entre las que se destacan Intel y Qualcomm, su proporción pasó de 17% en relación a las patentes 4G a solo 13% de las 5G. Además, China también encabeza el rubro de solicitud de patentes, lo que habla del rol que está teniendo la innovación en el proceso económico chino.
La Inteligencia Artificial
La avanzada del nuevo ciclo tecnológico es la Inteligencia Artificial (IA), que se ha llevado gran parte de la investigación y el desarrollo en los últimos años. La posibilidad de dotar a las máquinas de herramientas para el procesamiento de datos y gestión de operaciones de forma automática sin dudas revolucionará no solo la producción sino la sociedad misma.
Para posicionarse a la vanguardia del desarrollo de la Inteligencia Artificial se requiere fundamentalmente una cosa: datos. Son el insumo necesario para que los algoritmos puedan desarrollarse de una mejor manera y perfeccionar sus operaciones. Los datos, como se dice, son el “nuevo petróleo”. Por ello, las aplicaciones de redes sociales (y todas las aplicaciones en general) buscan de forma desesperada acceder a nuestros datos, pujando por captar nuestra atención y que interactuemos dejando “huellas” que son utilizadas para el perfeccionamiento de sus algoritmos.
Pero en este punto, Occidente tiene un problema. Los 276 millones de personas que cuentan con su propio dispositivo móvil en Estados Unidos no se comparan con los cerca de 975 millones de usuarios en China. Las aplicaciones chinas, en este marco, tienen más del triple de posibilidades de perfeccionar sus algoritmos y encabezar la carrera por la IA. China no es solo la “Arabia Saudita de los datos”, como bien sostiene Kai Fu Lee, sino que las aplicaciones estadounidenses (y occidentales en general) tienen vetado el acceso al público chino. Los datos en China son un recurso de interés nacional.
Empresas y Estado. Innovación, dirección y planificación
Existe una similitud importante entre el desarrollo de la Inteligencia Artificial tanto en China como en Occidente. En ambos lugares, la investigación y el desarrollo de IA es llevada adelante prácticamente en su totalidad por empresas privadas. Para el caso chino, se destacan los casos de Baidu, Huawei, Alibaba, Tencent o ByteDance (TikTok). No es que no existan desarrollos estatales de IA, pero los grandes desarrollos corresponden a corporaciones privadas.
Sin embargo, una diferencia importante radica en el tamaño de cada conglomerado. Según el ranking Global 500 elaborado por la Revista Forbes, mientras que las estadounidenses como Apple, Alphabet (Google), Microsoft o Meta, contaron en 2023 con ingresos anuales cercanos a los 393,3 mil millones de dólares (mmd), 282,8 mmd, 198,3 mmd y 116,6 mmd respectivamente, las corporaciones chinas tuvieron en general desempeños más modestos: Alibaba 126,8 mmd, Huawei 95,5 mmd y Tencent 82,4 mmd. Las empresas estadounidenses son hoy mucho más grandes en escala que las chinas, aunque las empresas de China vienen creciendo a un ritmo constante desde hace más de 10 años.
Sin embargo, la principal diferencia entre el desarrollo de IA en China y en Occidente es la fuerte dirección estatal en el fomento, regulación y guía de la innovación en el sector. En el país asiático, es el Estado el que promueve la competencia, regula los estándares, guía los principios y objetivos, financia y promueve el desarrollo de IA siguiendo las directrices guiadas por el interés nacional y planteadas por el Comité Nacional de Desarrollo y Reforma y otras áreas del Estado.
El gobierno de China ha creado en los últimos años diferentes organismos y legislaciones para promover el uso éticamente adecuado de la IA. Por ejemplo, China solicitó públicamente opiniones sobre las «Medidas para la gestión de servicios de inteligencia artificial generativa» en abril de 2023 y publicó oficialmente los resultados en julio del mismo año. En diciembre de 2023 la Academia China de Tecnología de la Información y las Comunicaciones creó el «Grupo de Trabajo de Ética Tecnológica» con el objetivo de llevar a cabo investigaciones sobre la gobernanza ética de la Inteligencia Artificial, así como también publicitar, educar y capacitar sobre la ética de la IA.
El impulso de la innovación como principal vector del crecimiento económico chino está claramente planteado en el nuevo concepto de desarrollo de Xi Jinping, mediante el cual se alienta fuertemente a empresas e individuos a ser creativos en la innovación tecnológica, con el objetivo explícito de liderar la nueva revolución industrial. Según Xi Jinping, la innovación es el motor que debe guiar el desarrollo de China en las próximas décadas.
Bajo estos parámetros, el Consejo de Estado de China publicó en 2017 el Plan de Desarrollo de la Nueva Generación de Inteligencia Artificial, en el cual no solo se señala que la inteligencia artificial se ha convertido en un nuevo foco de competencia internacional, sino que también plantea que liderar el desarrollo de la misma es clave para mantener la estabilidad social.
Desde 2017 a esta parte, China ha destinado una enorme cantidad de recursos a la investigación y el desarrollo de IA, y para 2022 cinco Universidades chinas estaban entre las 10 mejores instituciones de desarrollo de IA. A su vez, por iniciativa gubernamental, en 2020 se montó la llamada “isla de la IA” (AIsland, por su acrónimo en inglés) en la ciudad de Zhangjiang, un laboratorio a cielo abierto de experimentación que cubre un área de 66 mil metros cuadrados y en la cual están radicadas múltiples empresas de alto nivel que se especializan en IA, inteligencia de datos (big data), computación en la nube, cadena de bloques (blockchain) y otras tecnologías de vanguardia. El área de Pudong, a su vez, tiene hoy casi 500 empresas de IA, lo que representa más de un tercio de las empresas de IA de Shanghái.
Pero a la par de promover la innovación, el Estado ejerce un fuerte control sobre las corporaciones chinas, para que se ajusten al interés nacional y no afecten áreas sensibles de la sociedad y la economía nacional. Esto ha llevado al gobierno a importantes enfrentamientos con las grandes empresas tecnológicas, como fueron por ejemplo los casos de Tencent, Ant Group (Alibaba), Didi, entre otros.
Desde fines del 2020 se endurecieron las leyes antimonopolio y se presentaron nuevas directrices para controlar a las principales empresas del sector. A su vez, mediante la Administración Estatal de Regulación del Mercado, se crearon dos herramientas clave para encuadrarlas: fuerte lucha en contra de la competencia desleal y limitación del uso que las empresas hacen de los datos de los usuarios.
De hecho, recientemente el gobierno chino ha establecido regulaciones a las corporaciones que están desarrollando programas de IA generativa (similares a ChatGPT), entre ellas, la más importante es la obligatoriedad de registrar sus algoritmos ante el gobierno si sus servicios pueden influir en la opinión pública o pueden “movilizar” al público.
Otro ejemplo de la manera en que China pone por delante el bienestar social y el desarrollo con equidad es la regulación de los videojuegos online. El gobierno los calificó de “opio espiritual” y estableció límites a la cantidad de tiempo que los jóvenes chinos pueden estar frente a las pantallas. En el Economic Information Daily de Xinhua un teórico experto fue más allá indicando en un artículo que “ninguna industria puede desarrollarse de forma que destruya una generación”. En el caso de Didi, el gobierno acusó a la empresa de violar la protección de datos personales de sus usuarios y prohibió la descarga de la aplicación hasta no regularizar la situación.
Por otra parte, el gobierno chino ha obligado a las grandes corporaciones, como Alibaba y Tencent, a aportar parte de sus ganancias para el achicamiento de la brecha digital, el desarrollo de zonas industriales en conjunto con los gobiernos locales, y el sistema de atención primaria de la salud, entre otras mejoras.
Pueblocentrismo y ética de la prosperidad común para una comunidad de destino compartido
El desarrollo de la Inteligencia Artificial en China difiere claramente de Occidente, al señalar el Gobierno que está guiado por la ética de la prosperidad común. Una ética que pone al ser humano y su bienestar espiritual y material en el centro de las políticas de Estado. Pero no al ser humano en tanto sujeto individual, sino en tanto miembro de una comunidad. Por ello, la IA en China tiene el objetivo de potenciar a la comunidad cuidando el interés nacional, propiciar la armonía y la estabilidad, en un orden internacional plagado de tensiones, conflictos y amenazas.
La agencia de noticias Xinhua definió a la prosperidad común como un objetivo básico del marxismo y un ideal del pueblo chino desde la antigüedad. Esta idea recupera la concepción “pueblocentrista” de Xi Jinping, es decir, que las personas son el núcleo sobre el que se sustentan las políticas del gobierno de China.
La ética de la prosperidad común se contrapone con varios principios básicos de la cosmovisión occidental, entre ellos, en que no es el ánimo de lucro el que guía el desarrollo de la Inteligencia Artificial china, ya que, a pesar de ser desarrollada por corporaciones privadas, la innovación se da en un marco de regulación estatal que pondera, por sobre todas las cosas, el interés nacional.
En 2017, el entonces viceministro de Ciencia y Tecnología, Wang Zhigang, afirmó que “como cualquier otra tecnología nueva, la IA puede traer problemas como el desempleo, la alteración de la ética social e incluso un desafío a los principios de las relaciones internacionales”. El Estado chino ha planteado que a medida que los modelos de IA se vuelvan más poderosos, la cooperación internacional para establecer límites éticos será fundamental. En noviembre de 2023, durante la Cumbre Mundial de Internet en Wuzhen, el Presidente Xi propuso la Iniciativa Global de Gobernanza de la Inteligencia Artificial, y llamó a poner las tecnologías de IA a disposición del público en términos de código abierto.
De este modo, la propuesta china en materia de Inteligencia Artificial está en plena sintonía con la iniciativa del líder chino de construir una “comunidad de destino compartido para la humanidad”, en la cual el ser humano sea el que domine a las máquinas, y no las máquinas (como un eufemismo para ocultar que, detrás de los algoritmos, están las corporaciones) dominen al ser humano.
Fuente https://tektonikos.website/la-geopolitica-de-la-inteligencia-artificial/
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