Al reemplazar a Hasina por Yunus en Bangladesh, EE.UU. interrumpe el nexo entre China e India en el Sur de Asia, desestabiliza aún más Myanmar y amenaza la independencia de Tailandia
Por Eduardo J. Vior
analista internacional, especial para Dossier Geopolitico
El golpe de estado del 5 de agosto en Bangladesh es un éxito momentáneo de la venganza de la vieja oligarquía colonial bengalí contra el movimiento nacional que al mismo tiempo inserta una cuña imperial en el proyecto de asociación indo-chino. La destitución de Hasina Wazed y la designación de Muhamad Yunus, cercano a Hillary Clinton y a George Soros, es la culminación de un enfrentamiento que ya lleva décadas.
En una reunión a puertas cerradas con líderes de 14 partidos que la ex primera ministra de Bangladesh, la Jeque Hasina Wazed, mantuvo en la noche del 24 de mayo en Ganabhaban, la residencia oficial del jefe de gobierno, les advirtió sobre una conspiración que se preparaba para destituirla. El complot estaría siendo orquestado por “un país extranjero” (así se expresó entonces) que le había dejado claro que no estaba contento con su vuelta al poder en las elecciones de enero pasado. Durante la conversación la líder nacionalista contó que el representante de ese país (un hombre blanco, como lo describió) se había reunido con ella antes de los comicios y le había dicho que su reelección y su mandato serían más fáciles, si permitía que ocurrieran “ciertas cosas” como, por ejemplo, “la creación de un Estado cristiano con partes de Bangladesh (Chattogram) y de Myanmar”, y el primer paso sería permitirles construir una base aérea en la isla de Saint Martín, en el golfo de Bengala.
En el encuentro con los líderes políticos Hasina dijo que creía que sería derrocada y podría sufrir la misma persecución que su padre, el Jeque Mujibur Rahman, depuesto y asesinado en 1975. Todas sus preocupaciones se demostraron ciertas el pasado 5 de agosto, cuando tuvo que abandonar abruptamente Dhaka y huir en un helicóptero a India, después de que violentas protestas encabezadas por estudiantes, pero respaldadas por múltiples actores, le dejaron claro que, si se quedaba, seguiría el destino de su padre. Es evidente que funcionarios del Departamento de Estado de Estados Unidos fueron los principales protagonistas de la destitución de Hasina.
Tras su renuncia y huida a India, Hasina Wajed viajó a Beijing, donde el pasado viernes 9 fue recibida por el presidente Xi Jinping
Consecuentemente, el nombramiento la semana pasada del banquero y premio Nobel Muhammad Yunus como nuevo jefe interino de Bangladesh no hizo más que confirmar las sospechas sobre el papel del Departamento de Estado en el derrocamiento del gobierno bangladesí. Yunus mantenía desde hace tiempo una tensa relación con Hasina y el enfrentamiento entre ambos aumentó durante el gobierno de Joe Biden, cuando Washington presionó reiteradamente a Dacca para que detuviera los procesos contra Yunus por fraude fiscal y blanqueo de dinero.
Muhammad Yunus, jefe del gobierno interino de Bangla Desh
Muhammad Yunus es un emprendedor social, banquero, economista y líder social que fue condecorado en 2006 con el Premio Nobel de la Paz por desarrollar el Banco Grameen y ser el desarrollador de los conceptos de microcrédito y microfinanzas. Estos créditos son otorgados a emprendedores que son muy pobres para calificar a un crédito en un banco tradicional.
En marzo del 2011 el gobierno de Bangladesh desplazó a Yunus de su posición en el Banco Grameen argumentando violaciones legales y haber sobrepasado la edad límite fijada por la ley para ejercer su función. Las acusaciones contra Yunus, ex becario Fulbright de Estados Unidos, llevaron a la formación de un comité dirigido por el ex secretario Mamun Ur Rashid, denominado “Comisión del Banco Grameen”, que fue constituida por Hasina en mayo de 2012 y presentó su informe provisional en enero del año siguiente.
Desde 2010 muchas declaraciones se han hecho en contra de Yunus. Comenzaron con una crítica a los supuestos beneficios de las microfinanzas y sus efectos en la disminución de la pobreza, cuestionando especialmente el desempeño de varias instituciones microfinancieras en India y México. Las alegaciones contra Yunus se convirtieron en políticas cuando el gobierno de la Jeque Hasina Wajed cuestionó su concepto de microfinanzas, acusándolo de “chupar sangre de los pobres”.
No casualmente, apenas comenzadas las críticas y persecuciones legales contra Yunus, éste recibió el apoyo del matrimonio Clinton que aún se mantiene.
En 2017 Charles E. Grassley, presidente del Comité Judicial del Senado de Estados Unidos, escribió una explosiva carta a Rex W. Tillerson, entonces secretario de Estado, en la que exponía cómo la exsecretaria de Estado Hillary Clinton había presionado al gobierno de Bangladesh, para que pusiera fin a una investigación por corrupción sobre Yunus, que era, según la carta, un importante donante de la Iniciativa Global Clinton (CGI). En la carta se detallaba, además, la cercanía entre Yunus y los Clinton y cómo éstos presionaron para que en 2006 se concediera el Premio Nobel a Yunus.
La República Popular de Bangladesh es un país soberano ubicado en Asia del Sur. Su territorio se encuentra rodeado casi por completo por India, a excepción de una pequeña franja al sureste donde limita con Myanmar. Geográficamente, el país se sitúa en el terreno fértil del delta del Ganges, por lo que está sujeto a las inundaciones anuales provocadas por los monzones y los ciclones. Junto con la provincia india de Bengala Occidental constituye la región etnolingüística de Bengala.
Sus fronteras actuales fueron establecidas por el decadente Imperio Británico con la segunda partición de Bengala en 1947, cuando la región se convirtió en la parte oriental del recién formado Pakistán. Sin embargo, al estar separado de la parte occidental del país por 1.600 km de territorio indio, la discriminación política y lingüística, así como el abandono económico generaron en 1971 una serie de conflictos con Islamabad que condujeron a la guerra de independencia y al establecimiento de Bangladesh como una nación autónoma. Después de la independencia el nuevo Estado sufrió hambrunas, desastres naturales y pobreza generalizada, así como agitación política y golpes militares.
Con 148.460 km2 y 172.954.320 habitantes, Bangladesh es el país más densamente poblado del mundo. Su renta per cápita en 2010 era de 590 dólares. La propiedad de la tierra es muy desigual, ya que el 60% del territorio está en manos del 16% de los propietarios. La mayor parte del alimento producido en el país es exportado debido a la alianza entre los terratenientes y la industria exportadora. En consecuencia, en el interior predominan la inflación y el hambre.
Gracias a los bajísimos costos laborales, dada la alta tasa de pobreza y la baja o inexistente protección social y laboral, las principales compañías multinacionales de la indumentaria están instaladas en Bangladesh. Desde 2005 se han producido al menos 700 muertes de trabajadores por incendios en fábricas.
A pesar de que dos tercios de la población se dedican a la agricultura, más de las tres cuartas partes de los ingresos de exportación proceden de la industria textil, que actualmente emplea a cerca de tres millones de trabajadores, de los cuales el 90 % son mujeres. Una gran parte de las divisas que obtiene el país también provienen de las remesas enviadas por los bangladesíes emigrados.
Sin embargo, desde la incorporación de Bangladesh a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, su economía está cambiando aceleradamente. Con carreteras y ferrocarriles, pasando por puertos y aeropuertos, el túnel bajo el río y la autopista elevada, el suministro de agua y la gobernanza electrónica, el carbón y la energía solar, China hace sentir su presencia en todo Bangladesh con fondos, tecnología y experiencia.
Hace un año la inversión total de China en el país ascendía a 7.070 millones de dólares. Además, empresas chinas han recibido contratos de construcción en diferentes sectores por valor de 22.940 millones de dólares. En los últimos 10 años China ha destinado 4.450 millones de dólares a 35 proyectos en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
China está ejecutando 21 puentes y 27 proyectos energéticos en Bangladesh. Unas 670 empresas chinas han invertido en el país. Beijing participará asimismo en muchas de las 100 zonas económicas de Bangladesh. Además del gobierno, el sector privado del pequeño país también ha recibido préstamos de China. Según datos del Banco de Bangladesh, los préstamos chinos en el sector privado del país superan ligeramente los 2.330 millones de dólares. La mayoría de los préstamos se destina al sector eléctrico y energético.
China es ahora el mayor socio comercial de Bangladesh. El volumen de comercio entre ambos países ronda los 25.000 millones de dólares. La nación surasiática importa de China principalmente maquinaria de capital y materias primas. Por otro lado, Bangladesh exporta hortalizas, pescado congelado y vivo, cuero y productos de cuero, fibras textiles, hilo de papel y tejidos, prendas de vestir y artículos de confección.
Tras la caída de Hasina el general Waker-Uz-Zaman anunció la formación de un gobierno de transición. La comunidad internacional, incluidas la Unión Europea y las Naciones Unidas, pidieron una transición pacífica hacia un gobierno elegido democráticamente e hicieron hincapié en la necesidad de respetar los derechos humanos durante este periodo. El golpe ha suscitado una gran inquietud sobre el futuro de la democracia en Bangladesh. El país tiene un historial de golpes militares y en la opinión pública internacional predomina el escepticismo sobre si la actual cúpula militar facilitará un auténtico retorno al gobierno civil. Las acciones del gobierno provisional en los próximos meses serán cruciales para determinar la trayectoria política de Bangladesh.
El golpe de Estado en Bangladesh tiene importantes implicaciones para sus vecinos, en particular India, China y Myanmar. India, que comparte una larga frontera con el país en el delta del Ganges, tiene un gran interés en la estabilidad de su vecino. Las dos naciones mantienen sólidas relaciones bilaterales, especialmente durante el gobierno de Hasina, que ha cooperado estrechamente con India en cuestiones económicas y de seguridad. El golpe de Estado podría perturbar esta cooperación, especialmente, si el nuevo régimen adopta un enfoque diferente de las relaciones bilaterales. A India también le preocupa que la inestabilidad y la violencia se extiendan a través de la frontera, lo que podría agravar los problemas de seguridad en sus estados del noreste. Además, la agitación política en Bangladesh puede afectar las inversiones y los intereses económicos indios en el país.
La implicación de China en Bangladesh, sobre todo a través de su Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por su nombre en inglés), hace que Beijing también siga de cerca los acontecimientos. Bangladesh se adhirió a la BRI en 2016 y China ha realizado en el país grandes inversiones en proyectos de infraestructuras. La inestabilidad política podría ahora plantear riesgos para estas inversiones y proyectos. Además, China ha apoyado históricamente a gobiernos estables que puedan garantizar la realización de los proyectos de la BRI. El periodo de transición en Bangladesh podrían por lo tanto, generar incertidumbres sobre la continuación y la seguridad de estos proyectos.
La agitación política de Bangladesh también tiene implicaciones para su relación con Myanmar, especialmente en lo que respecta a la crisis de los refugiados rohingya. Bangladesh acoge a más de un millón de refugiados de ese grupo que huyeron de la persecución en Myanmar. La inestabilidad en Dakha podría afectar a su capacidad para gestionar la situación de los refugiados y a sus compromisos diplomáticos con Myanmar en materia de repatriación y otras cuestiones relacionadas.
Es probable que el golpe de Estado en Bangladesh tenga implicaciones regionales en todo el sur de Asia. La inestabilidad política en este país podría influir sobre la seguridad regional, la estabilidad económica y los patrones migratorios. La crisis política allí, por ejemplo, puede envalentonar a los grupos extremistas dentro del país, acarreando efectos indirectos en la seguridad regional…
…Los países vecinos, en particular India y Myanmar, pueden enfrentarse a mayores amenazas de seguridad, si la inestabilidad en Bangladesh conduce a un resurgimiento de las actividades de grupos militantes.
Al mismo tiempo, Bangladesh es un actor económico importante en el sur de Asia, con contribuciones significativas al comercio regional. La inestabilidad política podría perturbar las actividades económicas, afectando los flujos comerciales y el clima de inversión en la región. Los países con fuertes lazos económicos con Bangladesh, como India y China, podrían entonces tener que reevaluar sus estrategias económicas e inversiones a la luz del nuevo panorama político.
La inestabilidad en Bangladesh podría también desencadenar flujos migratorios, tanto internos como transfronterizos. Los países vecinos podrían experimentar una afluencia de refugiados y migrantes en busca de seguridad y oportunidades económicas. Esto podría sobrecargar los recursos y exacerbar los problemas humanitarios existentes en la región.
Puede concluirse que el reciente golpe de estado en Bangladesh marca un momento crucial en la historia política del país. La dimisión de la primera ministra Hasina Wazed en medio de protestas generalizadas y la posterior toma del poder por los militares han sentado las bases para cambios significativos en la gobernanza del país. El llamamiento de la comunidad internacional a una transición pacífica y al respeto de los derechos humanos subraya la importancia de un Bangladesh estable y democrático para la estabilidad regional y mundial. Las implicaciones del golpe de Estado se extienden más allá de las fronteras nacionales, afectando a sus relaciones con los países vecinos y a la región de Asia Meridional en general.
Con el golpe de estado EE.UU. intentó, sobre todo, introducir una cuña en la cooperación indio-china que se materializaría mediante el desarrollo de un nuevo ramal de la Franja y la Ruta que, partiendo de la región autónoma sur china de Yunnan, debería atravesar Myanmar y Bangladesh, para llegar a Calcuta. Si este proyecto se concreta, al mismo tiempo que India refuerza su asociación con Rusia, todo el sur de Asia quedaría en la esfera de BRICS y EE.UU. estaría excluido.
No es previsible que Washington pueda ofrecer a los militares golpistas alguna alternativa constructiva, ya que carece de medios y proyectos. El nuevo régimen, por consiguiente, pronto se enfrentará a los reclamos de una sociedad que en los últimos años comenzó a vislumbrar una salida para su atraso y miseria. Si a esta previsible reacción popular se suma la presión de las grandes potencias regionales para que el país retorne pronto a la normalidad institucional, es poco probable que los golpistas puedan afianzarse en el poder. Es la hora de Asia y los occidentales no tienen allí nada que decir.