Lo que Occidente llama Medio Oriente renace mediante múltiples acuerdos de integración.

Por el Dr. Gabriel Merino

El mundo musulmán, extendido desde Indonesia al Magreb y con centro en Asia occidental, fue durante siglos un gran articulador comercial de Afro-Eurasia por su ubicación y geografía. El declive de China, de India y del conjunto de Asia a partir de la colonización europea y su incorporación subordinada al sistema mundial dominado por las potencias atlantistas, significó el declive de ese mundo. El desarrollo de nuevas rutas marítimas por parte de las flotas occidentales en detrimento de las ya existentes dominadas por los pueblos asiáticos, así como el declive de las rutas terrestres que atravesaban las estepas y desiertos del «megacontinente», eclipsó también la famosa Ruta de la Seda, cuyo centro productivo principal era China. Conformada en el siglo I, la ruta comercial milenaria se conoció por su producto estrella, la seda proveniente del Reino Medio, aunque por sus caminos también se comercializaba oro, plata, piedras preciosas, pieles, cerámica, porcelana, hierro, tintes, bronce, textiles, etc. 

En el mes de abril de este año, Jon B. Alterman, vicepresidente del influyente think thank estadounidense CSIS, advirtió: “Subestimamos hasta qué punto nuestros socios de Oriente Medio acogen con satisfacción la influencia china como un freno a lo que consideran excesos estadounidenses. Pretenden mantener sus fuertes lazos con nosotros y, al mismo tiempo, estrecharlos con China. El mensaje constante de China es que hacerlo es posible y deseable, y que deben socavar los esfuerzos de Estados Unidos por separarlos de China. En este proceso, China pretende alejar a la región de Estados Unidos y avanzar en el objetivo estratégico chino de un mundo más no-alineado en términos globales.

Este párrafo ilustra con bastante claridad una mirada bastante extendida en el Occidente geopolítico sobre lo que está ocurriendo en la región central de Afro-Eurasia y el peligro que ello representa para la primacía estadounidense, enfocada desde los años de 1950 en controlar de forma primordial tres regiones fundamentales (además de sostener la hegemonía en el continente americano como imperativo estratégico principal): Europa, “Oriente Medio” y Asia oriental. Dichas palabras también muestran cómo piensan bajo la lógica amigo-enemigo el orden mundial y las relaciones con otros países y regiones las élites anglosajonas: Alterman observa como algo negativo que los países tengan una buena relación tanto con Estados Unidos como con China y también que crezca el no-alineamiento en un mundo crecientemente multipolar, algo que Beijing favorece (lo cual debería ser visto como positivo, ya que no promueve un esquema bipolar, con alineamientos rígidos).

Es cierto que, bajo su lógica, la preocupación de las elites anglo-estadounidenses es justificada, por decirlo de algún modo. En el sentido de que es cierto que en la región central de afro-eurasia y sus alrededores se están produciendo cambios estructurales, que apuntan a un nuevo equilibrio político y estratégico. Para los neoconservadores del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (conocido como PNAC por sus siglas en inglés), que dominaron en la administración de George W. Bush, esta región se estableció como un territorio prioritario a controlar para mantener la supremacía estadounidense en el siglo XXI, ya que entre otras custiones es donde se produce la energía que necesita Europa y Asia Oriental, las otras dos grandes áreas productivas del mundo junto a los Estados Unidos. Obviamente, en dicho imperativo hay  una continuidad, aunque con imortantes matices geoestratégicos, en la tradición geopolítica clásica anglosajona de pensar dicha región clave del tablero euroasiático como un shatterbelt o cinturón de quiebra, fragmentado e inestable y, sobre todo, en disputa, donde Iran aparece como el gran enemigo a vencer. 

Sin embargo, las guerras en las que ha intervenido Washington y sus aliados, cuyo fin último era sostener el dominio regional, parecieran haber generado el efecto contrario. Ese es un problema habitual de las perspectivas unilaterales y militaristas, que priorizan lo instrumental sobre lo político. En este sentido, hace algunos años el ministro indio de Asuntos Exteriores, Subrahmanyam Jaishankar, afirmó: “Durante los últimos 20 años, los Estados Unidos han estado luchando pero no ganando en Oriente Próximo, y China ha estado ganando pero no luchando”. Unos años antes, Giovanni Arrighi había llegado a una conclusión similar: China fue el gran ganador de la ‘Guerra Global contra el Terrorismo. 

Lo mismo podríamos decir en términos más generales: la mayoría de las estrategias y tácticas del viejo polo de poder dominante para frenar a los poderes emergentes, “contenerlos” e intentar detener las tendencias fundamentales de la transición histórico-espacial del sistema mundial –que necesariamente es también una transición de poder— han generado el efecto contrario, acelerando incluso las tendencias. 

Acuerdos en la post-pandemia

En diciembre de 2022, en una visita del mandatario chino Xi Jinping al rey saudí Salmán bin Abdulaziz Al Saud, se estableció el Acuerdo de Asociación Estratégica Integral entre la República Popular China y el Reino de Arabia Saudita. Fue todo un indicador, junto al acuerdo con Irán de 2021, del nuevo momento geopolítico en la transición de poder que se abrió post-pandemia. 

Este mismo tipo de acuerdo de máximo nivel es el que Beijing también tiene con Emiratos Árabes Unidos, Iran y Egipto; y si nos extendemos hacia lo que se conoce como el «Gran Medio Oriente», también se puede incluir a Argelia. En un escalón menor, China a su vez ha establecido asociaciones estratégicas con Turquía, Jordania, Qatar, Irak, Kuwait y Omán. A su vez, con Marruecos y Yibuti, que son países del mencionado «Gran Medio Oriente». Por otra parte, China tiene un mecanismo de diálogo estratégico con el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCG) —integrado por varios de los países mencionados—, con quienes el intercambio comercial anual ronda los 200.000 millones de dólares. Estos acuerdos y asociaciones, sostenidas por un gran vínculo económico, incluyen también aspectos tecnológicos, científicos y militares.

Si lo delimintamos en términos político-culturales, 14 países árabes de un total de 22 —donde quedan excluidos Irán o Turquía— han establecido una asociación estratégica integral o una asociación estratégica con China, lo que convierte a la región árabe en uno de los mayores grupos culturales con socios estratégicos de Beijing. Además, los 22 países son miembros de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y han emitido una declaración conjunta sobre la implementación de la Iniciativa para la Civilización Global. Hay que recordar que China fue el primer país no árabe en reconocer a Palestina como Estado, un elemento político histórico fundamental para entender la situación actual o la posición de Beijing a favor de que Palestina sea miembro pleno de la ONU. Incluso fue más allá, como señalara Néstor Restivo en una nota anterior de Tektónikos, al afirmar el derecho de los palestinos a la resistencia armada en la Corte Internacional de Justicia durante el mes de febrero último, donde el delegado Ma Xinmi señaló que “muchas resoluciones reconocen la legitimidad de la lucha por todos los medios disponibles, incluida la lucha armada, de los pueblos bajo dominación colonial u ocupación extranjera, para hacer realidad el derecho de autodeterminación”.

Complementariedad, conectividad e inversiones

Para China y para los paíes de la región, la profundización de la relación es muy importante en varios aspectos. 

Obviamente, al ser China el principal país importador de hidrocarburos (11,3 millones de barriles diarios en 2023) hay una complementariedad natural con una región que se caracteriza por su capacidad en la exportación de hidrocarburos, en donde se destaca Arabia Saudita. 

La nueva gran fábrica del mundo (o su recuperación luego de un impase de dos siglos) tiene un “matrimonio inevitable” con los grandes países productores de materias primas –como definiera Hamilton Mourau el vicepresidente del Brasil de Jair Bolsonaro en relación a su país. Eso constituye una fuerza motriz que tracciona a la política. Además, con Europa y Japón estancados desde 2008, y con los Estados Unidos logrando el autoabastecimiento hidrocarburífero, resulta una necesidad estratégica para los países exportadores de petróleo fortalecer el vínculo con el principal poder emergente, que crece a un ritmo vertiginoso para su tamaño: su PBI nominal pasó de ser un cuarto del PBI estadounidense a ser equivalente a tres cuartas partes en apenas 15 años y en términos de paridad de poder adquisitivo ya es 30% mayor.

China también es una gran oportunidad de inversiones para los países de la región demandantes de infraestructura, tecnología y producción con mayor valor agregado. Por ejemplo, en 2012, China y Saudi Aramco acordaron construir juntas una enorme refinería en Yanbu, en el mar Rojo. En cuatro años, la refinería estaba procesando unos 400.000 barriles diarios de petróleo, equivalente a un poco menos de todo lo que refina Argentina en sus plantas. Además, empresas chinas han construido otras de las refinerías más importantes en dicho país. Por otro lado, el acuerdo entre China e Irán de hace tres años también fue muy importante para inversiones en el sector de hidrocarburos e infraestructura. A su vez, sirvió para desarticular en parte la guerra económica y la política de aislamiento contra el país persa impulsada por los Estados Unidos, Reino Unido e Israel, como parte de la guerra híbrida contra el país persa. 

A su vez, más allá de los hidrocarburos, también otras áreas se están volviendo cada vez más relevantes, como las inversiones chinas en infraestructura ferroviaria, plantas desalinizadoras, polígonos industriales, informática y cuestiones militares. 

Otro aspecto que resulta fundamental para China en relación con la región es respecto a la seguridad, con motivo de contener y desalentar el islamismo radical que tiene ramificaciones hacia Asia central. Esto constitye un elemento de desestabilización de su región oriental, particularmnete la provincia de Xinjiang o Sinkiang,  y puede ser instrumentalizado por poderes rivales interesados en promover tensiones políticas en China y en agitar conflictos territoriales que debiliten geopolíticamente al gigante emergente.

Por otro lado, como ya se ha señalado, resulta evidente que la región es estratégica en términos logísiticos e instraestructurales para la articulación de Eurasia o, en términos más amplios, de Afro-Eurasia. En ese sentido, por varios de sus países está proyectado el Corredor Económico China-Asia Central-Asia Occidental de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Como advierte el propio Henry Kissinger en 2017, al pretender conectar China con Asia Central y eventualmente con Europa, Beijing desplazará de hecho el centro de gravedad mundial del Atlántico a la masa continental euroasiática. Esto, por un lado, terminaría de deshacer la primacía mundial de las potencias del Atlántico Norte, establecida en el siglo XIX, y por otro lado, volvería nuevamente central (como ya está sucediendo) a los países y ciudades clave de ‘Oriente Medio’, pero ya no como mera periferia exportadora de materias primas o un shatterbelt en términos geopolíticos. Por eso también es tan importante el reestablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita, propiciado por Beijing, cada vez más un actor clave de la diplomacia mundial. 

Volviendo al aspecto logístico-comercial, resulta interesante observar el siguiente ejemplo. Acorde a su lugar histórico como centro portuario- comercial, en la actualidad el 60% del comercio chino con Europa y África, pasa por los Emiratos Árabes Unidos, principalmente por la ciudad de Dubai, donde viven alrededor de 250.000 chinos.

No puedo dejar de mencionar la cuestión monetaria como otro de los aspectos estratégicos de la relación, obviamente relacionado con el petróleo. Las iniciativas de China de internacionalizar su moneda, el renmimbí o yuan, tiene como uno de sus focos los países del Golfo y del «Gran Medio Oriente». Esto también está directamente relacionado con la seguridad nacional, ya que se anticipan a posibles sanciones estadounidenses-occidentales, como se vieron en el caso de Rusia, que obstaculicen la comercialización de hidrocarburos. De esta forma, ya se van estableciendo y lubricando los mecanismos de comerciales y financieros para ese escenario, impulsando la creación de condiciones geopolíticas y geoeconómicas para un escenario de desdolarización «obligada». Los estados del Golfo, en particular Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, están reforzando su cooperación financiera con China mediante acuerdos de intercambio de divisas, acuerdos de liquidación comercial transfronteriza y esfuerzos de colaboración en materia de moneda digital. 

En este sentido, a principios de junio se conoció la noticia de que Arabia Saudita no había renovado el acuerdo establecido hace 50 años con los Estados Unidos, por el cual se comprometía a vender su petróleo en dólares, estableciendo la piedra angular del petro-dólar, luego del abandono del patrón dólar-oro. No fue oficial la noticia y entiendo que tampoco podría serlo por la naturaleza del acuerdo. Pero la confirmación llegó rápidamente. Hace unos días se conoció la primera compra oficial de petróleo saudí en yuanes por parte de China. 

Esto formaliza u oficializa algo que avanza desde 2022: la venta de petróleo saudí, el mayor exportador del mundo, en otras monedas y especialmente en yuanes (algo que ya tiene China con Rusia, el otro gran jugador en los hidrocarburos). 

Hay 3 cuestiones claves para resaltar:

— avanza el desarrollo de las condiciones geopolíticas y geoconómicas para la «desdolarización», probablemente la próxima gran batalla en esta etapa de ‘caos sistémico’.

— sigue cambiando notoriamente el mapa político y estratégico de «Oriente Medio», donde 4 países se sumaron a BRICS+ y gana peso la presencia de China (también de Rusia e India).

— se consolida una OPEP + Rusia que mira hacia el este y sur de Asia, sobre todo a China, la fábrica del mundo. 

* Nota: Imagen, detalle de una obra del artista iraquí-estadounidense Michael Rakowitz.

¿Existe un sistema democrático en Irán?

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

Se suele suponer que el concepto de democracia tiene carácter universal a partir del prototipo occidental que tuvo sus prolegómenos en Atenas hace alrededor de 25 siglos atrás, y que adquirió características modernas tras el triunfo de la revolución francesa en 1789. Unos años antes, la independencia de Estados Unidos había conducido a que en 1787 se elaborara, y en 1789 se pusiera en vigor, la Constitución  de ese país.  

La fuerza transformadora de la Francia revolucionaria de fines del siglo XVIII y el potencial económico de Estados Unidos que logró la primacía mundial en la penúltima década del siglo XIX, fueron convirtiendo los paradigmas emanados de estos hechos históricos en cuasi “verdades absolutas” para Occidente  y, eventualmente para todo el mundo.

No obstante, los procesos modernizadores fueron adquiriendo singularidades, ritmos  y definiciones propias a partir de características idiosincráticas, concepciones filosóficas y fundamentos históricos en cada región y país del planeta. El no reconocimiento  y, peor aún, la no aceptación de esta verdad inspira prácticas agresivas e intervencionistas de países poderosos que intentan imponer su lógica por cualquier vía, incluyendo aquellas que emanan del uso de la fuerza.

Pero la democracia es muy diversa. Daré algunos ejemplos para recrear esta aseveración. En Estados Unidos, los ciudadanos no eligen a su presidente sino a unos electores que lo hacen por ellos. El problema es que, salvo en dos estados (Minnesota y Maine), puede ocurrir que la decisión de la mitad menos uno de los votantes no tenga ningún valor porque el ganador se lleva el voto de todos. Ello permite que un presidente pueda ser elegido por una minoría como ocurrió en el año 2000 cuando fue elegido George W. Bush a pesar que Al Gore obtuvo mayor cantidad de votos populares. 

En las recientes elecciones en el Reino Unido, el partido Reform UK obtuvo 5 diputados con el 14.3% de los votos, la misma cantidad que el Unionista Democrático que solo obtuvo el 0,6% de la votación. De igual manera, el partido Liberal Demócrata que obtuvo 12,2% de los votos logró ganar 72 diputados. Como se puede observar la matemática electoral es muy extraña, sobre todo cuando se auto cataloga como democrática.

En Francia, con el objetivo de buscar objetivos macros tanto la izquierda como la derecha -burlando a sus electores- anunciaron que en segunda vuelta, los terceros candidatos de la primera ronda declinaban su participación. Sin querer hacer juicios de valor en términos políticos (en este caso que había que impedir la victoria de la extrema derecha), en términos de eso que se ha dado en llamar “democracia”, que según su definición es el gobierno del pueblo, debe recordarse que la misma se expresa a través del voto, que en este caso fue violentado. Esta situación que casi que se ha establecido como norma,  ha inaugurado el concepto de “mal menor” para beneplácito casi siempre de la extrema derecha no fascista.

En Chile se ha llegado al absurdo de un candidato que fue elegido con un programa de izquierda y gobierna con uno de derecha, lo cual ya es habitual en Perú donde siete de los últimos ocho presidentes hicieron campaña con una propuesta y gobernaron con  otra. Todos estas situaciones tienen su origen en situaciones que no viene al caso debatir en este trabajo. Mi intención es poner sobre la mesa que cuando se habla de democracia se está haciendo referencia a un concepto en construcción, inacabado, disímil, heterogéneo en el que no es viable establecer legitimidades únicas. Por ahora es una utopía deseable, por la cual vale la pena luchar.

La República Islámica de Irán, expresión actual del antiguo imperio persa ha heredado una práctica democrática de su historia que recuerda que hace más de 2.000 años, casi en paralelo con Atenas,  estableció un sistema político democrático que constaba de dos asambleas: una conformada por los miembros de alto nivel  de la sociedad (monarcas y sus familias, generales y sacerdotes) y otra configurada por el pueblo. Cuando debía tomarse una decisión de gran trascendencia como declarar la guerra u otro hecho de impacto superior, debía consultarse a ambas asambleas. Esto existía mucho antes de la introducción del islam en Persia durante el siglo VII d.C. 

Vale la pena hacer un “paneo” por el entorno geográfico de Irán para establecer la situación de la región en términos de democracia: en Omán, Emiratos Árabes Unidos, Catar y Arabia Saudita existen regímenes monárquicos autocráticos protegidos por las bases militares de Estados Unidos. Lo mismo ocurre, en Bahréin, Kuwait y Jordania, con la salvedad que son monarquías parlamentarias. En unos y otros casos, los ciudadanos nunca han elegido a su jefe de Estado. En el caso particular de Bahréin, una minoría sunita protegida por la V Flota de Estados Unidos gobierna por la fuerza a una mayoría chiita.

En Irak hay una democracia parlamentaria, al igual que en Siria y Pakistán, está última protegida por el Ejército y el poderoso Servicio de Inteligencia.  De Afganistán no digo nada, todo el mundo sabe quiénes son los talibán. Israel es una “democracia sionista” propiedad de los judíos mientras la población palestina es marginada, perseguida, asesinada y excluida.

Turkmenistán es un país cerrado del que se sabe poco y nada. Está aislado del exterior, posee un gobierno con presidentes vitalicios. No se conoce que haya habido elecciones desde 2007. El país se ha declarado permanentemente neutral.  Azerbaiyán fue un país gobernado desde 1993 y hasta 2003 por Heydar Alíyev que cedió el poder a su hijo Ilham Alíyev, quien se mantiene gobernando hasta hoy. Armenia es la única democracia estable de la región. 

De manera que si se analiza la situación de la democracia occidental de esta área del planeta, habría que concluir que es bastante precaria. El déficit democrático, incluso si se mide desde la fallida perspectiva occidental, es bastante alto. Entonces surge la pregunta de ¿por qué Estados Unidos y Occidente propugnan su democracia para unos países y para otros no? Como puede observarse, el entorno de Irán está conformado por una mayoría de países que no conocen la democracia como expresión de la decisión popular manifestada en las urnas.  En general, el voto y la participación popular son inexistentes.

Vale entonces revisar cómo se verifica la democracia en Irán. Ella se confirma a partir de tres premisas:

  1. En la Constitución Nacional de Irán (CN) todas las autoridades deben ser electas.
  2. Nadie puede ser elegido de forma vitalicia. Todos los cargos tienen lapsos finitos de duración.
  3. Las elecciones deben hacerse en una fecha establecida en la CN, incluso si el país está en situación de guerra, tal como ocurrió entre 1980 y 1988 cuando en el marco de la fuerte confrontación bélica con Irak, se hicieron dos elecciones presidenciales y dos parlamentarias.

En una situación inesperada como la recientemente creada por el fallecimiento del presidente Raisi, la Constitución establece que se debe elegir un nuevo presidente en un plazo no mayor de 50 días y así se hizo. Vale decir que todo ocurrió en un ambiente de extremo pesar por el gran apoyo popular que tenía Raisi.  Su gobierno organizó la elección y en ella ganó la oposición con una participación de 40% en primera vuelta y casi 50% en el repechaje. La campaña  se desarrolló en el marco de un total equilibrio informativo, todos los candidatos tuvieron el mismo acceso a los medios de comunicación.

Las posibilidades de cometer fraude es prácticamente imposible. Todos los ciudadanos mayores de 18 años tienen derecho al voto. A diferencia de muchos países occidentales donde el elector está adscrito a un centro de votación específico, en Irán lo puede hacer en cualquier mesa habilitada al respecto. Cuando el votante presenta su documento de identidad, después de ser reconocido, es habilitado, quedando registrado electrónicamente su voto, anulando de esa manera cualquier posibilidad de hacerlo nuevamente en otro lugar.

En otro ámbito, el tiempo de votación desde el momento que se abren los centros, es de 10 horas, pudiéndose extender el plazo si en el momento del cierre, aún hay votantes en las filas. No obstante a eso, improrrogablemente  a las 12 de la noche se cierran los recintos.

¿Quiénes están presentes en los centros de votación? Hay tres grupos de participantes: funcionarios electorales que en Irán son miembros del ministerio del interior y que ejercen labores logísticas,  representantes de los candidatos que se encargan de controlar que no haya favoritismos ni situación anómalas y, funcionarios de supervisión que son miembros del Consejo de Guardianes, un órgano autónomo del Estado responsable de que los comicios se desarrollen en el marco constitucional. 

Una vez que estas tres instancias en conjunto certifican que las urnas están vacías al comenzar el proceso, el mismo se realiza hasta su conclusión y la apertura de urnas con presencia también de las tres instancias: la que cuenta, la que controla y la que supervisa.  Al finalizar el acto, se procede a elaborar un acta  que debe ser firmada por todas las partes. Si hubiera algún reclamo, este se envía a través de los supervisores al órgano competente que está obligado por ley a dar respuesta a la impugnación. Este modelo impide que haya fraudes al garantizar la presencia de los comandos de campaña de los candidatos y las instancias de supervisión y de control que deben llegar a un consenso en cuanto a la correcta realización del proceso. 

Una vez que los votos son contados, el Comité Electoral del Ministerio del Interior elabora un acta que informa de los votos obtenidos por cada candidato. Esta instancia es la única autorizada para dar resultados oficiales. Estas actas son enviadas al Consejo de Guardianes que debe revisar las reclamaciones e impugnaciones. Si las hay, debe resolverlas antes de informar definitivamente. Si no las hay, da el visto bueno para que el Comité Electoral anuncie al vencedor.

A continuación, el Líder Supremo ratifica la victoria del presidente elegido sobre la base de dos consideraciones: que  se haya garantizado la participación del pueblo y que el resultado refleje la decisión electoral del pueblo. Ello, incluso si  las cifras arrojan un resultado distinto al que el Líder Supremo esperaba, es decir cuando -como en este último caso- su candidato preferido no ha sido electo. En el pasado, esto ya había ocurrido cuando en 2013 fue elegido Hasán Rohaní.

El presidente es elegido por un período de 4 años pudiendo ser reelecto para un nuevo período. En el momento de su inscripción el candidato debe tener entre 40 y 75 años.  La juramentación del presidente se hace en el parlamento con la presencia de los máximos dirigentes de los poderes legislativo, judicial y del Consejo de Guardianes. El nuevo presidente no puede imponer los ministros, solo proponerlos y es el poder legislativo quien decide su aceptación o rechazo. Cada ministro propuesto, debe presentar su programa al parlamento que lo aprueba con el voto del 50% +1 de los miembros del poder legislativo. Los ministros pueden ser removidos por el presidente o por el parlamento con el mismo porcentaje. A su vez, el parlamento puede destituir al presidente con la aprobación de 2/3 de sus integrantes como ocurrió con Abolhasán Banisadr en junio de 1981. 

Es bueno también conocer la institucionalidad democrática de Irán.  El proceso de la revolución islámica se inició el 11 de febrero de 1979 pocos días después de la huida del emperador Mohammad Reza Pahlevi que dio fin a la monarquía.  El 31 de mayo se hizo un referendo en el que el 98,12% de la población votó a favor de instaurar la república islámica.  En agosto, dieron inicio los trabajos de la Asamblea Constituyente  que elaboró una nueva Carta Magna aprobada en referéndum popular el 1° de diciembre de 1979.

La constitución de Irán está por encima de todo y de todos incluso del Líder Supremo (LS) quién es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y tiene entre sus responsabilidades la ratificación de la victoria electoral y la destitución del presidente. Así mismo, es el encargado de declarar la guerra y el cese del fuego, designar al presidente del Poder Judicial y de la Asamblea de Discernimiento de la Convivencia del Estado (ADCE) que cumple funciones como órgano asesor del LS y está formada por 47 miembros designados por él. Generalmente la constituyen ex presidentes (de todas las corrientes políticas), los miembros del poderes del Estado y líderes políticos, militares, culturales, económicos y religiosos. Cuando  este órgano delibera, generalmente es invitado un ciudadano con conocimiento específico del tema en cuestión. Los miembros de esta asamblea duran 5 años en su cargo.

Todas las sesiones de la ADCE son públicas, de manera que el pueblo pueda conocer lo que allí se debate, incluso las contradicciones que surgen entre sus miembros son de conocimiento popular.  Nunca ha ocurrido que el LS haya destituido a un miembro de la ADCE por exponer opiniones distintas a las de él. Esto sería inaceptable y un escándalo dentro de la institucionalidad del país,

Otras instancias estatales son el poder ejecutivo, el poder judicial (cuyo líder dura 4 años en su responsabilidad) y el poder legislativo en el que sus miembros son elegidos por cuatro años, pudiendo repetir dos veces, y retirarse por un período, si desearan volver a ser candidatos para el legislativo. Así mismo,  existe una Asamblea de Sabios constituida por 88 miembros que son expertos en el conocimiento del islam y que son conocidos como ayatolás Los miembros de la Asamblea de Sabios son elegidos para un período de 8 años por el voto directo del pueblo. Su misiones son supervisar las labores del Líder Supremo, destituirlo si está incapacitado para cumplir sus funciones y designar uno nuevo en caso de su fallecimiento.

Por otra parte, en la Constitución iraní existe la figura del Consejo de Guardianes (CG) compuesto por 12 miembros elegidos por 6 años, de ellos, seis son constitucionalistas  propuestos por el poder judicial al legislativo que los aprueba y los otros seis son ayatolás designados por el Líder Supremo. Las leyes que emanan del poder legislativo deben pasar por la supervisión del CG que verifica su apego a las normas jurídicas y religiosas del Estado  y las envía al presidente para que sean decretadas.

Si una ley no es aprobada en el CG, es devuelta al legislativo para que corrija las observaciones. En caso que no se llegue a un acuerdo entre las dos instancias se envía a la Asamblea de Discernimiento quien debe dirimir la controversia

Otras funciones del Consejo de Guardianes son la aceptación de los candidatos a cualquier cargo del Estado que deben ser electos por el voto popular, incluyendo al presidente y los miembros  de la Asamblea de Sabios. Los candidatos pasan primero por el ministerio del interior que los acepta o no, para después enviarlos al CG que realiza una verificación más profunda y los reenvía al ministerio del interior para que se inicie el proceso electoral. Todo este proceso (en el caso de los candidatos para la presidencia de la república) se denomina “Rayol Siasi” una palabra persa que no tiene traducción y que se refiere entre otras a la elección de personas con altas cualidades morales, educativas, de honestidad y eficiencia.  

Se ha dado el caso de algunos candidatos que en una elección han sido aprobados por el CG siendo rechazados posteriormente cuando se han propuesto en otros comicios. Algunos ejemplos son los de Mahmud Ahmadineyad  que fue presidente de la república entre 2005 y 2013 y posteriormente rechazado cuando se propuso nuevamente para el cargo. Así mismo, Abdol Nasser Hearat, ex presidente del Banco Central cuya designación no fue aprobada a pesar de su alta investidura anterior o Eshagh Jahangiri, ex vicepresidente de la república que en una elección previa recibió la aprobación del  CG para ser candidato presidencial pero en ocasión posterior, se le denegó esa posibilidad. Es decir que, la aprobación de los candidatos depende de su comportamiento en todo momento, no valen de nada las “glorias pasadas”.   

Si se quisiera establecer una comparación, podría decirse que, la democracia occidental se propone la separación de poderes, mientras  que en Irán, el sistema apunta el equilibrio de los poderes. Así, la Asamblea de Sabios puede destituir al Líder Supremo. Éste designa a los ayatolás del Consejo de Guardianes y a la máxima autoridad del Poder Judicial A su vez, el líder del Poder Judicial es quien propone a los constitucionalistas que van a formar parte del Consejo de Guardianes. De igual manera, los candidatos a la Asamblea de Sabios deben ser aprobados por el Consejo de Guardianes. Se puede concluir que no hay ninguna autoridad  con poder eterno, no hay autoridad que no haya sido electa y no hay autoridad que posea el poder absoluto. El mismo debe ser compartido a través del equilibrio en el funcionamiento de todos para que no haya ninguno que esté por encima de los demás. 

La democracia en Irán como en cualquier país del mundo no es absoluta ni infalible, es un proceso en construcción permanente, pero ha establecido preceptos inamovibles. En el reciente acto electoral, fue elegido un candidato de la oposición al gobierno sin que la sociedad tuviera que sufrir traumas por ello. La continuidad del proceso, su carácter anti imperialista y anti sionista, su apoyo a la lucha del pueblo palestino y al eje de la resistencia, está garantizado por las líneas generales establecidas en la Constitución Nacional.

No obstante, el presidente dirige y ejecuta la política interior y exterior del país y maneja los  elementos atingentes a la realización práctica de ellas. Por ejemplo, en las negociaciones con Estados Unidos y Europa, se han manifestado diversas tendencias que expresan la diversidad política del país. De hecho, es muy probable que en este ámbito el nuevo presidente Masoud Pezeshkian mantenga parámetros de conducta política distintos de los de su antecesor, pero no cambiarán el curso de la revolución iraní como espera Occidente para intentar debilitarla y destruirla. 

www.sergioro07.blogspot.com

Por Leonid Savin para Geopolitika.ru

¿Puede Rusia reforzar la condición de Estado de una república amiga y mejorar la integración euroasiática?

Entre los países de la Unión Económica Euroasiática, cada Estado tiene sus propias características, ventajas y vulnerabilidades, que son utilizadas por nuestros adversarios geopolíticos para desestabilizar. En este sentido, hay que prestar atención a la República de Kirguistán, que recientemente ha sufrido una serie de graves pruebas. No sólo el propio estatus geopolítico y la posición estratégica obligan a los dirigentes del país a mantener un equilibrio (al menos entre Rusia y China), sino que también existe una influencia significativa de otros actores: desde Turquía y los países árabes, hasta Estados Unidos, el Reino Unido y la UE. Y estos últimos muestran una obstinada persistencia.

El año pasado fue un punto de inflexión en la lucha por la soberanía de Kirguistán y la limitación de la influencia occidental. No es casualidad el aumento de la actividad de agentes extranjeros en el país y los casos de presión directa de políticos de Estados Unidos y la UE. No sólo expresaron su preocupación y organizaron protestas, sino que también presionaron directamente para que se instalaran laboratorios biológicos bajo la dirección de Estados Unidos. [i]

En 2023, se intentó incitar a enfrentamientos interétnicos por parte de Occidente. [ii]

Como escribió Rossiyskaya Gazeta de Rusia: «Los confidentes y conductores de la propaganda occidental en Kirguistán son bien conocidos. Según el recurso de información StanRadar, se trata de la rama local de Radio Liberty Azattyk Media. En Rusia, Radio Liberty es reconocida como un agente extranjero, financiado por varias fundaciones e instituciones occidentales, los llamados recursos de información independientes Kloop Media, Kaktus Media, «24.kg», «Salaam Radio», » Govori.TV «, «Political Clinic» y otros, así como una serie de organizaciones no gubernamentales (ONG) – «Media Policy Institute «, » Media Development Center «, «Ginomic Media» y otros. El colectivo West no escatima «cookies» para su mantenimiento. [iii]

Los periodistas locales también llamaron la atención sobre el hecho de que hay muchos proyectos en el país que existen principalmente con fondos de donantes extranjeros – la Fundación Soros, USAID, Sigrid Rausing Trust, NED (National Endowment for Democracy) y otros. Tras examinar los informes de las ONG que reciben subvenciones de fundaciones extranjeras, se descubrió que la sección «Sanidad» de la Fundación Soros ocupa los principales puestos, pero cifras significativas de esta sección (más de 200 mil dólares) están formadas, entre otras, por organizaciones que protegen los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, asexuales e intersexuales.

«Es decir, en la sección «Salud pública» se indican las subvenciones, incluidas las transferidas a ONG que trabajan en favor del colectivo LGBT en Kirguistán», declararon los periodistas. Otra ONG promovió una película que insultaba los sentimientos de los creyentes, ignorando las advertencias de las autoridades y los teólogos, lo que provocó que los organizadores fueran demandados. Al mismo tiempo, la organización califica su misión de protección de los derechos humanos y las libertades[iv].

Este tipo de distorsión y falsificación deliberadas es una práctica habitual en el trabajo de las estructuras occidentales, cuyo propósito es transformar dolorosamente la sociedad según sus propios patrones, que invariablemente se basan en intereses económicos (acceso a recursos naturales, entrada en el mercado y expulsión de competidores).

Anteriormente, en otoño de 2022, el gobierno de Kirguistán suspendió durante dos meses la actividad del sitio web Azattyk Media. El motivo fue la publicación de material poco fiable sobre el conflicto armado entre Tayikistán y Kirguistán. El 23 de octubre, las fuerzas de seguridad kirguisas detuvieron a varios políticos y dirigentes de organizaciones no gubernamentales, 12 personas fueron detenidas durante dos meses como sospechosas de organizar disturbios masivos. [v]

La ley sobre agentes extranjeros, aprobada en marzo de 2024, puso fin por fin a la cuestión de la influencia abierta de Occidente, pero esto no significa que vaya a desaparecer por completo. Algunos agentes volverán a registrarse, otros se pasarán a la financiación en la sombra y las embajadas occidentales cambiarán sus planteamientos a la hora de trabajar con las autoridades. También es probable que aumente el número de intermediarios. A veces, para no «ser descubierto», Occidente utiliza apoderados turcos en la región, que comprometen a diversas fuerzas a través de las ideas de panturquismo y panturanismo[vi].

También se aplicarán métodos de impacto indirecto. Como ejemplo, podemos citar el departamento de análisis de la edición británica de The Economist, que hace unos meses publicó un pronóstico bastante extraño sobre la situación en Kirguistán, haciendo hincapié en el atractivo de las inversiones.

Así, el resumen dice que «los riesgos para la estabilidad son altos, ya que el Presidente Sadyr Dzhaparov refuerza su gobierno. Es probable que se produzcan nuevas protestas. La posición del Sr. Dzhaparov se verá socavada por una estructura de élite fragmentada. En 2024, la política se centrará principalmente en reforzar la estabilidad financiera. La actividad económica se ralentizará en 2024 como consecuencia de la suspensión temporal de las exportaciones de oro por parte del Gobierno para aumentar la capacidad de producción y exportación. La caída de los precios mundiales del petróleo reducirá parcialmente el déficit comercial. Seguirán existiendo importantes vulnerabilidades estructurales en la economía. El riesgo de impago soberano es muy elevado»[vii].

Dado que la publicación es británica y que el oro de Kirguistán cotiza en la Bolsa de Londres, es bastante obvio que esta «previsión» tenía un trasfondo político con determinados intereses.

De hecho, Kirguistán reanudó la venta de oro al Reino Unido en abril de 2024, ya que anteriormente, en 2021, la London Bullion Market Association excluyó temporalmente a la refinería de metales preciosos Kyrgyzaltyn de la lista de proveedores fiables.

El Instituto Republicano Internacional (IRI) de EE.UU., indeseable en Rusia, hizo lo mismo, rellenando sobre los resultados de otra «Encuesta Nacional» con datos sobre la popularidad de los políticos del país. Así, intentó contrastar explícitamente a los dos principales políticos de la república: el presidente Sadyr Dzhaparov y el jefe del Comité Estatal para la Seguridad Nacional (GKNB) Kamchybek Tashiev.

En realidad, en dos años, los resultados de la investigación han cambiado dentro del margen de error estadístico, pero se han interpretado de forma muy definida. Por ejemplo, se afirma que el nivel de confianza en Dzhaparov ha disminuido supuestamente hasta… un 1% en dos años (del 38% al 37%), mientras que el de Tashiev ha aumentado del 18% al 22%. Otro 12% simpatiza con el oriundo de la región de Osh, el diputado Nurjigit Kadyrbekov. Los votos restantes «han ido a parar» a otros 17 políticos, entre ellos dos mujeres (Elvira Surabaldieva y Roza Otunbayeva), así como, nótese, al Presidente ruso Vladimir Putin. La desconfianza hacia todos los políticos también ha aumentado drásticamente. Si en mayo de 2023 sólo el 8% de los encuestados respondieron que no confiaban en nadie, en enero de 2024 su número aumentó al 20%. [ix]

El interés de tales manipulaciones es obvio – se trata de una disminución artificial de la calificación y el atractivo del país, creando la apariencia de una situación desfavorable con los consiguientes cambios políticos. Dado que Kirguistán ha pasado por dos revoluciones de colores, la gente de allí conoce el precio de tales desestabilizaciones.

Y ahora preguntémonos: ¿qué interés tiene Rusia en la estabilidad de Kirguistán? ¿Es la presencia de un gran número de trabajadores emigrantes de Kirguistán en Rusia un indicador de nuestras relaciones bilaterales? ¿Qué importancia tienen las relaciones ruso-kirguisas en el contexto de la integración euroasiática y nuestra memoria histórica común?

Es obvio que ahora Rusia puede y debe ayudar a reforzar la soberanía de Kirguistán y proporcionar incentivos adicionales a la sociedad kirguisa a partir de la integración euroasiática. No sólo a nivel de oportunidades económicas, prescritas en los tratados de la Unión Económica Euroasiática, sino también a nivel de narrativas. De hecho, en la vecindad de Kazajstán, que es geográficamente varias veces mayor que Kirguistán, y teniendo en cuenta las ideas de Nursultan Nazarbayev sobre la Unión Euroasiática, surgen ciertos celos. Los kirguisos se interesan naturalmente por lo que tenemos que ver con ella.
Y aquí la explicación es la historia tanto de los kirguises yenisei, que les da una fuerte conexión con la Siberia rusa, como de la antigua condición de Estado de los kirguises, con la epopeya «Manas» y otros elementos del orgullo histórico de los kirguises.

Y el hecho de que, desde la época del Imperio ruso, los investigadores y científicos rusos hayan hecho una enorme contribución a Kirguizistán sirve como lazo adicional de un destino histórico común.

Basta recordar los nombres de Ivan Unkovsky (que se dedicó a la investigación de los kirguises de Asia Central en la primera mitad del siglo XVIII) y Peter Rychkov (cuyas investigaciones sobre los kirguises de Altai se remontan a la primera mitad del siglo XVIII), Philip Efremov (Osh y Kashgar) y Vasily Radlov (desciframiento de las letras de la escritura orkhon-yenisei), [x] Nikolai Aristov (finales del siglo XIX) y Vasily Bartold (ya en la época soviética, su obra fundamental «Los kirguises: Un ensayo histórico»).

Sin duda alguna, Nikolai Przhevalsky, cuya tumba y monumento se encuentran en la ciudad de Karakol, es de gran importancia tanto para los rusos como para los kirguises. El pueblo de Przhevalsky Pier, en Kirguistán, fue bautizado en honor de este destacado viajero y general ruso.

La época soviética también marca la contribución de los científicos rusos a las ciencias y las artes de Kirguistán. Piotr Fedorovich Shubin está considerado el fundador de la música clásica kirguís y el creador de la primera orquesta de instrumentos nacionales kirguís. E Igor Alekseevich Batmanov es el fundador de la gramática kirguís, uno de los iniciadores de la reforma de la transición de la lengua kirguís del latín al cirílico. Por cierto, en abril de 2024, varios diputados del Parlamento de la república propusieron pasar del cirílico al latín[xi], pero más tarde este tema se retiró del orden del día, aunque en determinadas condiciones volverá a haber instigadores presionando por esta cuestión.

Aunque en los años 90 hubo un auge de la fascinación por el nacionalismo y la creación de una identidad propia, Kirguistán no llegó tan lejos como en Ucrania y el vecino Kazajstán (por desgracia, también hubo falsas teorías históricas con un contexto político). Y en las condiciones actuales y el nuevo concepto de la política exterior de Rusia, Moscú puede ampliar significativamente el apoyo informativo a la integración euroasiática. Y la atención prestada al pasado histórico común y a las antigüedades kirguisas desempeñará un papel positivo.

[i] https://www.fondsk.ru/news/2023/01/29/amerikanskoe-lobbi-v-kirgizii-i-biolaboratorii.html
[iihttps://vz.ru/world/2023/8/29/1227954.html
[iiihttps://rg.ru/2023/08/16/kto-raskachivaet-lodku.html
[ivhttps://ru.sputnik.kz/20240206/chem-zanyaty-v-teni-zapada-nko-kyrgyzstana-42089801.html
[vhttps://regnum.ru/news/3736319
[vihttp://berlek-nkp.com/analitics/13019-zapad-vydavlivaet-rossiyu-iz-centralnoy-azii-ispolzuya-turciyu.html
[vii https://country.eiu.com/Kyrgyz%20Republic
[viii] https:/ /ru.sputnik.kg/20240617/kyrgyzstan-ehksport-zoloto-1086133976.html?ysclid=lxlid1hjap20155737
[ix https://www.ritmeurasia.ru/news-2024-03-11-kyrgyzstan-zapad-pytaetsja-sprovocirovat-raskol-vo-vlasti-72018
[x] https://cyberleninka.ru/article/n/russkie-vostokovedy-o-kyrgyzah-i-kyrgyzstane
[xi https://ru.sputnik.kg/20230419/kyrgyzstan-centralnaya-aziya-zapad-latinica-vvedenie-yazyk-perekhod-alfavit-1074579267.html

FUENTE: https://www.geopolitika.ru/es/article/kirguistan-en-su-lucha-por-la-soberania

Tras la segunda fase de las elecciones indias, se confirma que Narendra Modi será electo para un tercer mandato gracias al crecimiento económico, el antiislamismo y su retórica nacionalista

Por Eduardo J. Vior
analista internacional

El pasado 19 de abril comenzaron las elecciones para el Lok Sabha (el Parlamento indio) que se realizan en siete fases durante 44 días y en las que se prevé que el primer ministro Narendra Modi consiga un tercer mandato consecutivo. Desde hace diez años su partido Popular Indio (BJP, por el nombre en hindi) viene obteniendo altas tasas de crecimiento económico, aunque al mismo tiempo concentrando extremadamente la riqueza y agravando la fractura social, regional, religiosa y étnica del país. Esta política se justifica con un agresivo nacionalismo hindú que difunde el odio antimusulmán y anticristiano así como el temor hacia el vecino chino. Para dar a sus contrarreformas suficiente espacio de maniobra internacional, al mismo tiempo mantiene buenas relaciones con EE.UU. y Rusia y convive con China en BRICS10. Esta vez el BJP trata de conquistar 400 de las 543 bancas del Parlamento, para poder reformar la Constitución y erigir un Estado autoritario inspirado por el hinduismo, pero la  maniobra va a desatar tensiones que pueden amenazar la unidad nacional.


El Primer Ministro Narendra Modi durante el espectáculo itinerante organizado en apoyo de los contendientes del BJP para las elecciones al Lok Sabha en Pondi Bazaar, Chennai, capital del estado de Tamil Nadu

Ya se realizaron la primera y segunda ronda de las elecciones generales para la elección de los 543 miembros de la Lok Sabha, la cámara baja del Parlamento de India. La primera fase tuvo lugar el 19 de abril y abarcó 102 circunscripciones de 17 Estados y cuatro territorios de la Unión. La segunda, en tanto, se realizó el pasado jueves 26 en 89 distritos de 13 estados. Las próximas citas son el 7 de mayo, el 13, el 20, el 27 y el 1º de junio. Teniendo en cuenta la extensión del país (3,287 millones de km2) y la cantidad de votantes habilitados (970 millones sobre una población de 1.400 millones), las elecciones se escalonan, para facilitar su organización, logística y custodia. 

La votación enfrenta al Partido Bharatiya Janata (BJP) del primer ministro Narendra Modi al frente de la coalición de derecha Alianza Democrática Nacional (NDA, por su nombre en inglés) con la Alianza Nacional India Democrática e Inclusiva (INDIA, por su nombre en inglés), compuesta por el tradicional Congreso Nacional Indio (INC, por su nombre en inglés) y casi dos docenas de partidos de la oposición. Todas las encuestas preelectorales coinciden en que el primer ministro Narendra Modi obtendrá el triunfo reivindicando el crecimiento reciente de la economía, el bienestar de grandes sectores de las clases medias y el nacionalismo hindú.

India tiene un sistema multipartidista en el que dos grandes partidos, el BJP y el INC, dominan la política nacional. El BJP ha gobernado el país con Narendra Modi al frente desde 2014 y lo ha reelegido en 2019. Las elecciones a la Lok Sabha se celebran cada cinco años y, fiel a la tradición colonial británica, los 543 diputados son elegidos en circunscripciones uninominales mediante mayoría simple, o sea que el ganador se lleva todo.

El BJP mantiene estrechos vínculos ideológicos y organizativos con la organización paramilitar de voluntarios Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS, Asociación de Voluntarios Nacionales o Asociación Patriótica Nacional), una milicia nacionalista hindú fundada en 1925 que, a lo largo de su historia, se ha caracterizado por su agresivo antiislamismo. El nacionalismo hindú es una ideología política basada en la creencia de que la identidad nacional y la cultura indias son inseparables de la religión hindú. Hindutva -término acuñado en la década de 1920 que significa “hinduidad”- es la forma predominante de este nacionalismo, que trata de definir al país como hindú, rechazando su multietnicidad, multirreligiosidad y diversidad regional. Los hindúes se consideran más un grupo étnico que religioso. 

El BJP moderó un poco su postura tras la formación de la coalición NDA en 1998, para poder convocar a un espectro ideológico más amplio. Sin embargo, sus tendencias autoritarias se manifestaron nuevamente tras la reelección de Modi en 2019. Los nacionalistas hindúes se han propuesto la misión de descolonizar el país y borrar tanto el legado de la “conquista islámica” de India (en distintas épocas, pero especialmente entre los siglos XVI y XVIII) como la del Imperio Británico (1757-1947). El lema nacionalista hindú “un país, una cultura, una ley” conduce a la homogeneización y a la imposición de la cultura de la elite de la comunidad mayoritaria como si fuera la única aceptable.

El partido fue fundado en 1980 sobre la base de la RSS y la experiencia de un primer gobierno nacionalista entre 1977 y 1979. Aunque en las elecciones generales de 1984 sólo obtuvo dos escaños, su fuerza creció gracias a su agresiva agitación antiislámica. Tras ganar varias elecciones estatales, el BJP se convirtió en 1996 en el mayor partido político del Parlamento. Sin embargo, recién en 1999 pudo formar, como parte de la NDA, un gobierno que duró hasta 2004, cuando fue derrotado por el Partido del Congreso. 

Hasta 2014 fue el principal partido de la oposición y desde entonces gobierna ininterrumpidamente con Narendra Modi (hasta entonces primer ministro en Gujarat) como primer ministro. Actualmente la alianza NDA gobierna 17 estados y territorios de la Unión. El partido aboga por el conservadurismo social y una política exterior nacionalista. En estos diez años el BJP ha convertido en ley varias de las prioridades del RSS. La interrelación entre el gobierno y la milicia es muy estrecha. 

También la política económica del BJP ha cambiado considerablemente desde su fundación. En la década de 1980 todavía apoyaba el swadeshi (la promoción de industrias y productos autóctonos) y una política de exportación proteccionista. Sin embargo, impulsaba la liberalización económica interna y se oponía a la vasta red de empresas del Estado favorecida por el INC. Sin embargo, en 1996 pasó a promover la globalización. Los dos gobiernos del NDA en el periodo 1998-2004 introdujeron, entonces, una importante desregulación y privatización de empresas públicas. También redujeron aranceles. El crecimiento del PIB de India aumentó sustancialmente durante ese mandato. 

Las políticas del gobierno de Modi a partir de 2014 se centraron en la privatización y la desregulación de la economía. El primer ministro liberalizó la inversión extranjera directa, permitiéndole participar en varias industrias, incluidas las de defensa y ferrocarriles. También intentó dificultar a los trabajadores la formación de sindicatos y facilitar a los empresarios su contratación y despido, pero, fuertes protestas sindicales se lo impidieron.

La mayoría de los analistas políticos explica el éxito de Modi, primero, por la pérdida de apoyo al Partido del Congreso debido a los escándalos de corrupción durante su anterior mandato. También, porque el BJP amplió su base de apoyo, tradicionalmente de castas y clases altas, y recibió un apoyo significativo de la clase media y los dalit (los sin casta), así como entre las otras clases desposeídas, aunque su apoyo entre los musulmanes siguió siendo escaso. El Partido Popular tuvo as imismo mucho éxito al movilizar masivamente a sus partidarios y aumentar su participación electoral.

Indian National Congress leader Mallikarjun Kharge.
Mallikarjun Kharge, de 80 años de edad, desde 2022 presidente del Partido del Congreso (INC), es el primero que no pertenece a la familia Gandhi

Por su parte, el INC tiene enormes dificultades para adaptarse al nuevo modelo económico y social. El prestigio que tuvo desde la independencia como representante policlasista, multiétnico y multirreligioso de la nación india está deslucido. Para estas elecciones el Partido del Congreso no ha presentado candidato a primer ministro y sólo tiene postulantes en 330 de los 543 distritos electorales. Además, trata de no mostrar a Rajul Gandhi, heredero de la histórica familia, ni a su madre Sonia, viuda del asesinado Rajiv Gandhi. Por el contrario, el partido se cuelga de la popularidad de algunos líderes regionales, para mantener una base electoral mínima. 

Esta polarización política e ideológica se correlaciona con la creciente concentración de la riqueza y fractura social. Ya desde las reformas neoliberales de hace 30 años el crecimiento económico se ha visto impulsado por la expansión de los servicios, que han crecido más rápido que otros sectores. Este crecimiento desigual se debe al abandono del proteccionismo y a la apertura de cada vez más sectores económicos a la inversión extranjera. Consecuentemente, se ha desestimulado la inversión en industrias que requieren una alta concentración de capital fijo y/o que generan muchos puestos de trabajo. Por el contrario, se han visto beneficiados los servicios tecnológicos. 

No obstante, casi el 70% del PIB de India se debe al consumo interno y el país sigue siendo el cuarto mayor mercado de consumo del mundo. Ya sólo por el tamaño del mismo, las políticas neoliberales no pudieron acabar con la industria. Aparte del consumo privado, el PIB de India también se alimenta del gasto público, las inversiones y las exportaciones. En 2022 India era el octavo mayor importador del mundo y el décimo mayor exportador. Sin embargo, al mismo tiempo es uno de los países más desiguales del mundo. Aunque la tasa de pobreza disminuyó tras las reformas económicas de 1991, la desigualdad ha aumentado: según Oxfam, sólo el 5% de los indios posee más del 60% de la riqueza del país, mientras que el 50% de la población más pobre sólo posee el 3% de la riqueza. Entre 2012 y 2021 el 40% de la riqueza generada en India ha ido a parar a sólo el 1% de la población total y el 3% de la riqueza ha ido a parar al 50% más pobre. El número de indios hambrientos aumentó de 190 millones en 2018 a 350 millones en 2022, mientras que el número de multimillonarios ha pasado de 102 en 2020 a 166 en 2022. La riqueza combinada de los 100 más ricos de India supera ya los 600.000 millones de dólares, lo que equivale al presupuesto de la Unión para 18 meses. 

Esta extrema desigualdad está permitiendo alcanzar enormes tasas de crecimiento global gracias a la expansión demográfica que permite tener muchos trabajadores jóvenes dispuestos a trabajar por salarios mínimos. Para 2024 la calificadora de riesgo Moody estima que el PIB crecerá al 8% anual, convirtiendo a India en el país de más rápido crecimiento. 

En 2014 India era la décima economía mundial, pero actualmente, con un PIB de 3,8 billones de dólares, ya es la quinta más grande después de Estados Unidos (26,8 billones), China (19,3), Japón (4,4) y Alemania (4,3). En los próximos cuatro años, el PIB de la India alcanzará los 5 billones de dólares, convirtiéndola para 2027 en la tercera economía más grande, superando a Japón y Alemania. No obstante, sus principales problemas económico-sociales no hacen más que agravarse: pobreza y desigualdad de ingresos, desempleo y subempleo, déficit de infraestructuras, déficit fiscal y deuda pública, inflación, corrupción y burocracia y el deterioro medioambiental.

India tiene una sociedad jerarquizada. Todas las cosas, personas y grupos sociales están clasificados según diversas cualidades esenciales. Aunque tiene un sistema democrático, no prima el principio de igualdad. A pesar de que la ley no las reconoce, sobre todo la población hindú (80% del total) se clasifica en cuatro castas principales: los brahmanes (sacerdotes, maestros), los kshatriyas (gobernantes, guerreros), los vaishyas (terratenientes, comerciantes) y los sudras (sirvientes) y el quinto grupo es el de los intocables o desposeídos, los llamados dalits. A su vez las castas se subdividen múltiplemente, de modo que la sociedad está fracturada en una enorme cantidad de casilleros intraspasables.

Si bien el sistema de castas fue hecho más rígido por la dominación británica (1757-1947) como modo de dividir a la población y dominarla más fácilmente, ya las reformas de hace unos cien años introdujeron la discriminación positiva, hoy incluida en la Constitución de la Unión India. De este modo, las castas y subcastas gozan de ciertos privilegios por los que compiten entre sí en el acceso a medios públicos escasos. La desigualdad producida por el sistema de castas y agravada por las políticas neoliberales se combina con las diferencias regionales. 

El aumento de la desigualdad entre las castas, etnias, regiones y religiones tiene su correlato en la representación política. Como el Partido del Congreso (INC) a principios de la década de 1990 abandonó el nacionalismo igualitario que había aplicado desde la independencia, dejó de representar transversalmente a las castas, regiones y etnias. Además carece de propuestas para la nueva masa de prestadores de servicios imbuida de individualismo, resentimientos y odios raciales y religiosos por la continua propaganda del BJP y su aparato mediático. 

Narendra Modi y su elite de ultramillonarios confían su futuro a la hasta ahora interminable cantera demográfica del país que los provee permanentemente de mano de obra baratísima. Una eficaz combinación de neoliberalismo e intervencionismo estatal les permite, además, mantener una cierta estabilidad del mercado e impulsar el desarrollo de una amplísima clase media en el sector servicios. Combinando pragmáticamente su alineamiento con EE.UU. en el área del Océano Índico con la cooperación con Rusia en el área asiática, que data de la independencia en 1947, y balanceando las diferencias con China con la convivencia con ella en BRICS10, la política exterior del BJP asegura a India mantener abiertos todos los mercados asiáticos.

Si bien todavía faltan cinco fases hasta terminar las elecciones para el próximo Parlamento de la Unión India el 1º de junio, todo parece apuntar a un triunfo del BJP aún mayor que el de 2019. El Partido del Congreso tiende, por su parte, a estancarse en el 30% de los votos. La continuidad de la política hindú depende, por un lado, de su capacidad para maniobrar entre la multitud de conflictos que suscita y, por el otro, de un escenario asiático que en cualquier momento puede explotar. La permanente agudización de las fricciones internos alienta un clima de creciente violencia desestabilizadora. Consciente del peligro, para su tercer gobierno Narendra Modi apuesta a la reforma constitucional y a la instauración de un régimen autoritario. Si lo logra, se agudizará  enfrentamiento civil. Por el contrario, si no consigue los 400 diputados necesarios para reformar la Ley Fundamental desde el Parlamento, se verá fuertemente limitado por la Justicia y las tensiones pueden paralizar al Estado. En cualquiera de los dos casos, se avecinan tiempos tormentosos para la mayor democracia del mundo, que seguramente van a repercutir en la vasta región de Surasia.

¡¡ IRÁN: UNA POTENCIA EN DESARROLLO !!

Es el título de la columna del Club de La Pluma del director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, poniendo luz y realismo sobre este gigante asiático apenas conocido en Occidente, salvo por la discriminación aleatoria anglosajona entre “Buenos y Malos”, a pesar de ser socio fundador de la ONU, miembro de la Organización de Cooperación de Shangai, de la OPEP, de los BRICS, de la Organización de Cooperación de los Países Islámicos y de haber integrado los Países No alineados. También por las más de 2.500 sanciones y varias guerras impuestas por EEUU desde la caída del Sha de Persia en 1979, que actuaron como un boomerang en el tiempo, ya que Irán se obligó a desarrollar un sólido y autosuficiente sistema tecnológico, militar y nuclear y lograr una extensa industria que abarca aviones, armas, vehículos, fármacos y todo tipo de insumos para necesidades internas. Además de ser la cuarta reserva mundial de petróleo y la primera de gas.

Unas realidades incontestables que confirman el fracaso estratégico de Occidente y el temor cada vez mayor de Israel en la región, acentuado con los recientes choques bélicos entre ambos, que llevaron al régimen sionista -y al timorato Occidente- a comprender que no son ni infalibles ni invulnerables, además de toparse con un freno insuperable a sus desmanes imperiales en la región.

Por otra parte, el audio destaca la constatación de que Irán es ahora la nueva y más sólida alternativa de China en la región gracias al programa de Asociación Estratégica por 25 años firmado entre ambos, que le aseguran al “Gran Dragón” un petróleo barato y suficiente a cambio de una inversión en el “País Persa” de 400.000 millones de dólares en infraestructuras, complejos militares y de inteligencia. Además de que sus fronteras comunes con Pakistán garantizan a China la seguridad de los futuros oleoductos y gasoductos con Irán y el paso por aquel país de la Ruta de La Seda en busca de la salida al Océano Índico, evitando el Estrecho de Malaca, el Mar de la China y la provocación de la flota norteamericana.

AUDIO:

Y si a esto se le suma la cartelización del precio mundial del petróleo entre Rusia, Arabia Saudita e Irán (Brics), se dibuja así el más negro escenario con las peores pesadilla para los geopolíticos e ideólogos neoliberales norteamericanos, agravada por la consolidación del eje moral islámico-confuncional y el negro pronóstico para la achacosa economía de los EEUU. Además de que la realidad en Asia por el conflicto con Israel, demuestra que Irán tiene bien cubiertas las espaldas por Rusia y China, creando una sinergia exponencial en la región, que profundiza los cambios globales  donde el país persa es un actor primordial.

Por último nos deja el dato incontestable de que en Irán las matrículas universitarias femeninas son el 60% de todo el alumnado superior, lo que deja el desnudo las falsedades y las exageraciones de las campañas – cliché para demonizar a su gobierno.Todo ello en un momento muy particular de la historia y de la humanidad, ante el cambio tectónico y el tránsito civilizatorio desde el mundo occidental hacia el asiático que viene anunciando desde hace 15 años y que ahora puede confirmar que EL FUTURO LLEGÓ.

Eduardo Bonugli (Madrid, 28/04/24)

ANEXOS: 

  1. Entrevista de la cadena internacional HispanTv de Irán al Sheik Karim Paz y al director de Dossier Geopolitico Carlos Pereyra Mele sobre los efectos inversos logrado por el mal llamado «occidente colectivo» (deberia decirse EEUU, los anglosajones y la UE) con las SANCIONES que imponen ilegalmente a los Paises que se resisten y combaten su injusto modelo globalizador unipolar, hoy no solo cuestionado por el Sur Global, sino que logró que los sancionados se FORTALEZCAN y se unan en estructuras superiores multipolares, que están cambiando la historia de 5 siglos de dominio occidental…https://videos.hispantv.com/hispantv/20240425/detras-de-la-razon—p2180.mp4 
  2. Precisión sobre poder: cómo los misiles ‘obsoletos’ de Irán penetraron las defensas aéreas de Israel – La exitosa violación por parte de Irán de las muy respetadas defensas aéreas de Israel, a pesar de la alianza multinacional que se unió a esos últimos esfuerzos de defensa, sirvió en instancia como un mensaje político iraní a Tel Aviv. The Cradle https://thecradle-co.translate.goog/articles/precision-over-power-how-irans-obsolete-missiles-penetrated-israels-air-defenses?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=wapp 

Noticias de hace 3 años atrás que demuestran que todo cambio y rápidamente en el frente de Asia sudoccidental de Palestina, la Península Arábiga, Golfo Pérsico y Mar Rojo en contra de los intereses Occidentales e Israel DOSSIER GEOPOLITICO Redaccion

Hombros cubiertos iraníes – por: Emanuel Pietrobon

Volvemos a publicar una contribución de 2021 publicada al margen de la firma de un acuerdo de cooperación entre Beijing y Teherán. Un momento crucial que vio la formación de un eje dispuesto a oponerse a los deseos hegemónicos de Israel y Estados Unidos. La libertad de respuesta iraní surge también y sobre todo de la conciencia de tener las espaldas cubiertas por sus aliados chinos y rusos. DISSIPATIO.IT

La administración Trump ha abandonado la escena, pero la estrategia de máxima presión sigue ahí, esperando ser superada por planes de acción más adecuados a la realidad fáctica: Irán se somete, sufre y sufre, pero no se quiebra. Este año, de hecho, a pesar del aumento de la presión de las sanciones, la eliminación de Qassem Soleimani y el asesinato en Hollywood de Mohsen Fakhrizadeh , la revolución jomeinista apagará la vela número cuarenta y dos. Este año, en comparación con años anteriores, habrá más motivos para celebrar: lo peor – Trump – ya pasó, el diálogo con Rusia podría llevar a Irán a entrar en el mercado de la Unión Económica Euroasiática y las relaciones con China, la única potencia verdaderamente capaz de desafiar (y ganar) la hegemonía estadounidense, se elevó de manera extraordinaria el 27 de marzo de 2021.

Ese día sucedió que Mohammad Javad Zarif y Wang Yi , jefes de la diplomacia de Irán y China, hicieron realidad el llamado Programa de Cooperación de Veinticinco Años, también conocido como Asociación Estratégica Integral China-Irán, una rica y multifacética Acuerdo de cooperación omnidireccional esbozado en junio del año pasado. El documento prevé, entre otras cosas, que Irán venderá petróleo a China a precios bajos durante veinticinco años, inversiones del Dragón en la economía iraní de cuatrocientos mil millones de dólares en el mismo período -especialmente en infraestructuras- y una inversión crítica Ampliación de la cooperación en el ámbito militar (incluida la producción de armamento) y en inteligencia (es decir, el intercambio de información entre servicios secretos). El acuerdo brilla por sí solo, ya que está claramente creado para crear una sinergia operativa a medio camino entre una asociación estratégica y una alianza, pero aún requiere una explicación para los no expertos. El acontecimiento es histórico porque, oro negro y dinero a un lado, podría sentar las bases para la materialización de las pesadillas geopolíticas de Zbigniew Brzezinski y Samuel Huntington de un «eje islámico-confuciano» , que, a su vez, sería preparatorio y funcional para la destrucción de los sueños hegemónicos del triángulo Estados Unidos-Israel-petromonarquías en Medio Oriente y la repercusión de sus efectos en toda Eurasia, principalmente en Rusia, secundis en el mundo turco y tertiis en la Indosfera.

El acuerdo, inicialmente deseado más por Teherán que por Pekín , fue firmado con un objetivo concreto: enviar un mensaje a la Casa Blanca. Ese mensaje es el siguiente: “Irán ya no está solo”. Y, de hecho, Irán, si el acuerdo se implementara realmente, dejaría de ser una potencia en solitario y se transformaría en un protectorado informal de China, una potencial «línea roja» cuya integridad debería preservarse con el fin de reescribir las relaciones con las organizaciones internacionales. en Asia y la salvaguardia de la Nueva Ruta de la Seda . Por lo tanto, no se trata de un acuerdo cualquiera, sino de un instrumento con el que Pekín hipoteca su control sobre Teherán, evitando que éste caiga debido al estrangulamiento económico occidental y a la guerra poderosa e ilimitada librada por Tel Aviv: excelentes asesinatos, destrucción de puestos de avanzada a lo largo del llamado llamado eje de resistencia y sabotaje de infraestructuras estratégicas. Porque cooperación en inteligencia significa esto: ayuda directa para contrarrestar operaciones hostiles tramadas desde el exterior con la complicidad de quintas columnas, desde ataques hasta asesinatos, ergo entrada indirecta del Imperio Medio en la guerra fría entre Irán e Israel (y Estados Unidos) y elección clara y clara del campo donde hasta ayer se prefería una posición aislada.

Evidentemente, Pekín debe haber tomado conciencia de que el enfrentamiento con la Casa Blanca no fue extemporáneo, es decir, un capricho de Donald Trump , sino que se trata de un fenómeno destinado a perdurar en el tiempo y tomar la forma de una auténtica guerra fría. Irán juega un papel fundamental en este contexto de belicosidad: puede ser utilizado en Medio Oriente de la misma manera que Estados Unidos usa a Israel y/o las petromonarquías, es decir, como un ariete cuyos movimientos pueden estabilizar o desestabilizar. China también ha comprendido la última verdad, además de la más importante: la Guerra Fría 2.0 sólo puede ganarse con la condición de crear una coalición antihegemónica, de ahí el cordial acuerdo con Rusia y el pacto de veinticinco años con Irán. . Lo que falta ahora es la unificación de las asociaciones paralelas en un todo hiper poderoso: un ser mitológico para un tercer oso, un tercer dragón y un tercer león .

Dissipatio Italia: https://www.dissipatio.it/le-spalle-coperte-iraniane/ 

GABRIEL MERINO, JULIÁN BILMES Y AMANDA BARRENENGOA

El Dr. Gabriel Merino autoriza su difusion en el sitio de Dossier Geopolitico

Publicado en: The Tricontinental.org


El siguiente trabajo aborda la última de las tendencias presentadas en una serie de cuadernos en los que se trabajaron distintas dimensiones de los procesos de crisis de hegemonía y transición histórico-espacial en curso, con particular foco en el ascenso de China. Nos proponemos culminarlos enfocándonos en las condiciones emergentes y en las perspectivas que se abren para Nuestra América y el conjunto del Sur Global en medio de estas transiciones y procesos de carácter estructural. La transición histórico-espacial a la que asistimos hoy abre un conjunto de reconfiguraciones y, con estas, posibilidades y nuevos desafíos que a continuación se busca abordar. Se trata de una transformación del propio sistema mundial y así debe entenderse el ascenso de China, inmenso país que hace sólo 70 años era uno de los más pobres del planeta luego del “siglo de humillación”.  Consideramos el escenario actual como una oportunidad histórica para los pueblos del Sur Global,  para volver a construir y fortalecer un proyecto nacional latinoamericano de soberanía, autonomía y justicia social. ARRIBA

Introducción

Como señalamos en los cuadernos anteriores, la referencia al ascenso de China en relación con el declive de EE.UU. como potencia unipolar ha sido el marco general a partir del cual estudiamos la transición histórico-espacial actual. En medio de estos procesos es que situamos la disyuntiva y tensión que recorre nuestra región, entre la profundización de la condición periférica, dependiente y “subdesarrollada” de nuestros países, o la posibilidad para recuperar la apuesta por la autonomía, la integración, la soberanía y la justicia social. Ambas se erigen en posiciones y construcciones opuestas que vienen generando distintas problemáticas, desafíos y oportunidades para los pueblos del Sur Global.

A continuación, estructuramos tres ejes para pensar, desde Nuestra América, la relación entre el declive del poder angloamericano -con centro en EE.UU.- y el avance de China como centro emergente de expansión de las fuerzas productivas y su estrategia alternativa para proyectarse a nivel mundial. En primer lugar, proponemos una reflexión general sobre las transiciones de poder -o hegemónicas- del capitalismo histórico y las oportunidades que abrieron para las periferias y semiperiferias del sistema mundial. 

En segundo lugar, como parte de la transición actual, nos adentramos en las reconfiguraciones que produce el ascenso chino en el Sur Global -antiguo Tercer Mundo-, en general, y con la región latinoamericana y caribeña, en particular. Se indaga en los instrumentos económicos, financieros y diplomáticos que son parte de la estrategia china de acercamiento a la región, qué discusiones, tensiones y posibilidades abren y cómo situamos a China en el marco de las heterogeneidades que coexisten en el Sur Global hoy. Por último, finalizamos planteando una lectura de las oportunidades, tensiones y desafíos que la actual etapa inaugura para nuestra región en términos geopolíticos y geoeconómicos.ARRIBA

La transición como oportunidad histórica

Una primera tesis a plantear aquí —a modo de “lección histórica”— es que las transiciones hegemónicas o del poder mundial abren condiciones para levantamientos, insurrecciones o insubordinaciones de los pueblos y naciones oprimidos. Son las etapas en donde se extienden en el sistema mundial las revoluciones y contrarrevoluciones. Claro está, no se trata de fenómenos mecánicos, sino que estas transformaciones adquieren sus singularidades en cada país y región, a la vez que se producen tanto flujos como reflujos de la luchas nacionales y sociales.

Siguiendo a Giovanni Arrighi, se pueden observar sucesivos ciclos sistémicos de acumulación del capitalismo mundial, desde sus inicios hacia el siglo XVI, cada uno de los cuales fue liderado por agencias estatales que definieron una hegemonía: España y Portugal junto con las ciudades-estado italianas capitalistas encabezadas por Génova, Holanda y las Provincias Unidas, Gran Bretaña y luego Estados Unidos. Es sólo a partir del ciclo británico en el siglo XIX, con la conquista de la India, la subordinación y declive de China como gran centro económico mundial y el reparto de África, que el sistema-mundo capitalista con centro en el Occidente geopolítico se vuelve mundial.  

Se puede rastrear en ese recorrido el tránsito del dinero como del poder político-militar, a la par que las transformaciones en las relaciones sociales de producción, usufructuando la acumulación originaria producto de la conquista de América: es sólo a partir de esa conquista que Europa occidental puede salir de su condición de periferia en Eurasia durante 1000 años. En esta dimensión económica y tecnológica fueron decisivas también las sucesivas revoluciones industriales, desde los siglos XVIII-XIX hasta la actual transformación del paradigma tecno-económico, pregonada como una “cuarta revolución industrial” (cuyo auge y disputa abordamos en el cuaderno anterior). 

De la mano de estas sucesivas reconfiguraciones en el poder mundial, los cambios políticos, tecnológicos y productivos impactan en las periferias y semiperiferias mediante distintos tipos de modernizaciones, en diferentes ámbitos: económico, productivo, comercial, político, institucional, social, etc. Ello transforma las sociedades periféricas al generar el movimiento de nuevos actores y clases sociales.

Para recuperar algunos ejemplos históricos, ello se puede ver en el marco de la transición hegemónica de 1790-1820, con el auge del movimiento independentista suramericano, frente a la crisis del imperio español desencadenada por la guerra interimperialista entre Francia y Reino Unido, siendo esta última potencia quien lograría instaurarse como potencia hegemónica del sistema mundo moderno-colonial y capitalista. Luego, más cerca en el tiempo, se puede observar con la transición producida hacia 1911-1945, ante el declive británico y el ascenso de sus más próximos competidores, EE.UU., Alemania y Japón, siendo estos dos últimos derrotados en las dos guerras mundiales y saliendo la potencia norteamericana anglosajona como vencedora de esta puja interimperialista. 

Como hemos señalado en un cuaderno previo, en esa transición se produjeron múltiples luchas de liberación nacional y social en las periferias y semiperiferias, como la Revolución Mexicana en 1910, la Revolución Rusa en 1917, la diversidad de expresiones nacional-populares en América Latina por esos años, la independencia en India de 1947, o la particularidad del proceso revolucionario chino, que comienza en 1911 con la “Revolución de Xinhai” y se corona en 1949 con la fundación de la República Popular, bajo el liderazgo del Partido Comunista Chino. Esta oleada emancipatoria o “despertar” de los pueblos del Sur se institucionalizó luego en el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) a raíz de la Conferencia de Bandung de 1955.

Ahora bien, ante la actual transición de este siglo, que se abre hacia fines de siglo XX y principios del XXI y que hemos ido abordando desde sus principales dimensiones a lo largo de estos cuadernos, se produce también un proceso de reemergencia de las naciones y pueblos del Sur. En efecto, en un proceso que inicia en 1998, a medida que comenzaban a manifestarse los primeros síntomas de la crisis de hegemonía del proyecto financiero neoliberal y unipolar dominante, entraron en crisis los neoliberalismos periféricos en Nuestra América a la par que se producían grandes luchas sociales. Como resultado del ascenso de las fuerzas nacionales y populares, la reaparición de sectores neodesarrollistas en los grupos dominantes y un nuevo equilibrio de poder, llegan al gobierno importantes líderes como Hugo Chávez en Venezuela, Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina y Evo Morales en Bolivia. También se produce en ese marco el resurgimiento de Rusia, de la mano de Putin, buscando volver a instituirse como polo de poder, y se produce el acercamiento estratégico con China que se cristaliza en la creación de la Organización de Cooperación de Shanghái en 2001.

Como se viene afirmando, el momento actual vuelve a inaugurar condiciones para la reemergencia de nuevos grupos, clases  sociales, que se articulan como fuerzas sociales y políticas, con las singularidades que este momento histórico presenta, y con las peculiaridades de quienes son parte de dichas dinámicas.ARRIBA

El Sur Global y China en el siglo XXI

Pensamos al Sur Global como un espacio integrado por distintas regiones y zonas del mundo que fueron periferializadas por el colonialismo-imperialismo europeo entre fines del siglo XV, con la conquista de América, hasta el s.XIX, con la conquista de las grandes civilizaciones asiáticas y África. Las potencias del Occidente geopolítico llegaron a controlar el 84% del mundo, hecho clave que explica su ascenso y lo que lleva al propio estadounidense Samuel Huntington a afirmar en su libro “Choque de Civilizaciones” que “Occidente conquistó el mundo, no por la superioridad de sus ideas, valores o religión (a las que se convirtieron pocos miembros de otras civilizaciones) sino más bien por su superioridad en la aplicación de la violencia organizada. Los occidentales a menudo olvidan este hecho; los no occidentales, nunca” . 

El Sur Global no es una categoría geográfica sino política y simbólica, aludiendo a los históricos clivajes Norte-Sur, centro-periferia, que estructuraron desigualmente el sistema mundial. Si bien la propaganda occidental incluiría también aquí el tándem desarrollo-subdesarrollo, el auge en curso de ciertas periferias y semiperiferias, en particular con el ascenso de China y las regiones de Asia-Pacífico y Eurasia, pone en tensión esa visión. 

El sistema mundial capitalista, en su fase de globalización y financiarización, ha profundizado el desarrollo desigual y combinado del proceso de acumulación de riqueza y poder, delineando, a la par, diferentes situaciones a lo interno de las periferias históricas —hoy devenidas en Sur Global—. En ese marco, el Sur Global también contiene en su interior heterogeneidades y jerarquías, entre las que se destaca el rol peculiar de la República Popular China. Como abordamos en el segundo cuaderno, a comienzos del siglo XX, China se encontraba ocupada por distintos imperialismos, con lo cual, se asumía como una “hiper-colonia”, según la definición de Sun Yat-sen. Ya triunfante la Revolución de 1949, Mao incluyó a su país como parte del Tercer Mundo, y China fue uno de los principales impulsores del MNOAL, proponiendo cinco principios para ello que fueron formulados por Zhou Enlai en 1964: respeto mutuo a la soberanía e integridad territorial, no agresión, no intervención de un país en los asuntos internos de otro, igualdad y beneficio mutuo, y coexistencia pacífica. 

En el presente, existe una doble condición paradojal: un país que proviene del Tercer Mundo —devenido Sur Global— resulta la mayor potencia emergente, y ha llegado a disputar las principales dimensiones del poder mundial. Por ello, el caso chino amerita un abordaje particular por los rasgos distintivos de su ascenso, además del modo en el que se materializa su auge en distintas escalas. De hecho, su propia reemergencia está modificando estructuralmente la jerarquía centro-periferia de la economía mundial. 

Como hemos señalado en un cuaderno anterior, luego de la crisis financiera global de 2008 resurgen con fuerza los polos de poder emergentes que se nuclean en los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) e impulsan una reconfiguración del orden mundial de signo multipolar y multilateral. Si bien el acrónimo había sido creado a principios de siglo por un analista del banco Goldman Sachs, en aras de promover nuevos mercados de inversión para la expansión del capital transnacional del Norte Global, estos países asumen ese agrupamiento en plena crisis mundial para avanzar con un proyecto estratégico propio. De este modo, mediante el desarrollo de capacidades estructurales y de fuerzas político-sociales que los respalden, estos nuevos poderes emergentes comenzaron a plantear la redistribución del poder y la riqueza mundial. Así, los BRICS devinieron en actor geopolítico, con base en el ascenso de China y Asia oriental y del sur, el establecimiento de alianzas euroasiáticas con tendencias contrahegemónicas, con un papel muy relevante de la Federación Rusa, y una creciente insubordinación del Sur Global. En aquel cuaderno nos referíamos a  la serie de nuevas instituciones multilaterales y compromisos Sur-Sur globales y regionales que se fueron creando en este sentido con el nuevo siglo.

Luego de 2011, con el recrudecimiento de la contradicción entre polos centrales y emergentes, se profundizan estas iniciativas díscolas, y en 2014 el foro de los BRICS lanza una nueva arquitectura financiera y productiva mundial en su 7° Cumbre, en Brasil, mediante la creación del Nuevo Banco de Desarrollo y el Fondo de Reservas de Contingencia. Si bien en años posteriores la iniciativa del bloque mermó, producto de ciertos cambios políticos de sus miembros (como la asunción de Michel Temer y luego Jair Bolsonaro en Brasil, luego del golpe a Dilma Rousseff en 2016), China volvió a la carga para revigorizar el bloque en 2017 mediante la idea de “BRICS+”. Desde entonces, la apertura a nuevos miembros ha concitado el interés de numerosos países “emergentes” (periféricos o semiperiféricos) provenientes del Sur Global. En la actualidad, ya han sido invitados 6 nuevos miembros para sumarse a partir del 1º de enero de 2024: Arabia Saudita, Argentina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán. Además, hay unos 14 países que aparecen como “candidatos” para integrarse, sea al bloque en su conjunto o a algunas de sus instituciones en particular, como el Nuevo Banco de Desarrollo, precedido por Brasil mediante la figura de la ex Presidenta Rousseff desde el mes de abril de 2023. 

En términos geopolíticos hay que destacar que la ampliación de seis países a los BRICS significa la incorporación de cuatro de ‘Medio Oriente’ —o de la región centro de Afro-Eurasia—, un lugar clave de la disputa política y estratégica mundial, donde predomina la cultura y religión islámica. Además, tres países son actores centrales de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Por otro lado, de confirmarse el proceso, a partir del próximo año serían parte de los BRICS+ tres países africanos y dos sudamericanos, ampliando la representación del Sur Global en dos continentes en disputa y fortaleciendo el proceso de insubordinación tricontinental, que en el caso de América del Sur implica fortalecer la conformación de un polo de poder desde el cual participar con voz propia o mayor autonomía en un escenario multipolar.

China, en particular, ha impulsado con fuerza este proceso, lo cual se aprecia en que, durante su presidencia del bloque en 2022, organizó más de un centenar de eventos con el logo de “BRICS Plus” y atrajo la participación de más de 50 países no pertenecientes al bloque. Según nuestra perspectiva, los BRICS constituyen el puntapié de una nueva institucionalidad multipolar multilateral a partir de la cual delinear un nuevo orden mundial. Allí pueden articularse y converger distintos polos de poder, Estados continentales que vertebren sus propios proyectos nacionales de desarrollo.

Como se viene afirmando, resulta auspicioso para los pueblos y naciones del Sur Global un escenario futuro de alianza de múltiples Estados continentales, en tanto articulación más democrática de los grandes espacios culturales y en pos de una nueva propuesta civilizatoria, máxime en una era de riesgos y amenazas globales y de gran incertidumbre para la humanidad producto del desarrollo desenfrenado del sistema mundial capitalista, moderno y colonial desde el siglo XVI.

En torno a lo anterior, se debe considerar que China viene anunciando en los últimos años un conjunto de Iniciativas: de Desarrollo Global, de Seguridad Global y de Civilización Global, en el marco de su propuesta de Comunidad de Destino Compartido para la Humanidad, todo lo cual se articula y monta sobre la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR, popularmente llamada “nueva ruta de la seda”). No se trata de afirmar aquí que China expresa el liderazgo de la liberación de los pueblos, sino de prestar atención a las perspectivas que se abren para ello ante la actual crisis de hegemonía estadounidense-británica y occidental, el ascenso de China y la transición histórico-espacial del sistema mundial. A la par que, también, pensar estos procesos de manera relacional para las condiciones emergentes para el Sur Global.

En los últimos años, China se ha convertido en el primer socio comercial de la mayoría de los países del mundo, como se puede ver en el gráfico a continuación, y ello se articula con su avance exponencial en materia de inversión (ítem en donde sobresale la IFR y su andamiaje empresarial y bancario asociado) y adquisiciones.

A su vez, la tendencia de la última década de las exportaciones de China para el Sur Global es de claro crecimiento, a la par que disminuye su orientación para EE.UU., Europa y Japón, llegando en la actualidad casi a duplicarse, como se puede apreciar en el siguiente gráfico (aquí se puede consultar su fuente):

En este marco, toma cada vez más fuerza la discusión sobre el carácter de China y lo que implica su ascenso para los pueblos y naciones del Sur Global. Tanto por izquierda como por derecha se acusa a la potencia oriental de ser un nuevo imperialismo y de comportarse de tal modo en su crecientes vínculos con África y América Latina. 

Desde una perspectiva latinoamericana, y coincidiendo con Claudio Katz en torno a correrse de la idealización y/o demonización de China, la estrategia de esta para con la región se corresponde con un proceso sostenido y veloz con distintas propuestas de grandes volúmenes de inversión en áreas estratégicas: tecnología, infraestructura (puertos, corredores bioceánicos, puentes carreteros, etc), petróleo, gas, minería, metales; además de préstamos financieros. Como parte de su “astucia geopolítica”, una diferencia sustancial con Estados Unidos radica en el terreno militar: en lugar de subordinar a los gobiernos latinoamericanos a sus reglas y hacerlo por la fuerza, China ha sabido captar las necesidades locales a partir de toda una batería de propuestas que conforman su estrategia de acercamiento, sin uso de la fuerza militar o presiones políticas. La condición que sí sostiene es romper relaciones con Taiwán (parte de su territorio en conflicto desde la revolución de 1949), lo cual muestra que el modo de hacer negocios de China no va de la mano con lo que Katz considera una “norma imperial”, es decir, no es a través de la imposición forzosa ni del instalamiento de bases militares o tropas que se desarrolla su estrategia de negocios con América Latina. Como señala el autor, es aquí donde radica una distinción fundamental que hace al concepto mismo de imperialismo, el cual conlleva el uso de la fuerza para la imposición en un territorio. Algo diferente de ello es la crítica en torno a la dependencia económica que los acuerdos con China pueden generar para nuestra región, por ello es preciso remarcarlo. 

De esta manera, los distintos actores económicos y empresariales, y los propios Estados de la región vienen aprovechando el nuevo momento, lo cual abre otro conjunto de discusiones en torno a cuál va a ser la estrategia propia para negociar con China. Se trata de un desafío para el Sur Global, en torno a la posibilidad de establecer las propias condiciones para que las relaciones con China puedan contribuir en la promoción de estructuras productivas e institucionales con un padrón inclusivo en términos sociales, y que busque reducir las asimetrías espaciales.   

Nos centraremos con más detenimiento en el próximo apartado sobre lo que hace a nuestra región, pero primero viene bien considerar el caso africano, prestando atención al rol de China en ese territorio. 

Por un lado, medios y analistas occidentales repiten la idea de una diplomacia china de “trampa de la deuda”. Sin embargo, China anunció recientemente su decisión de renunciar al cobro de al menos 23 préstamos que habían sido otorgados a 17 países africanos, a la par que redirigió alrededor de 10 mil millones de dólares que mantenía en sus reservas del Fondo Monetario Internacional (FMI) al continente africano. Por otro lado, líderes europeos han “retado” a sus pares africanos por sus crecientes vínculos con China y Rusia, y recibieron fuertes desplantes de sus contrapartes, quienes denunciaron la doble moral y discurso de la propaganda occidental y su enmascaramiento del histórico saqueo imperial colonial europeo en sus territorios. Por último, ante la creciente competencia entre las fuerzas del occidente geopolítico y las fuerzas emergentes con centro en Eurasia por la influencia económica y política en África, los líderes del continente encuentran en los últimos años distinto tipo de ofertas de cooperación: de índole estratégico militar y de seguridad por parte de Rusia (ahora con un auge de actividad en el Sahel), como también en materia de inversiones en desarrollo de hidrocarburos, minería, abastecimiento de granos y proyectos de energía nuclear; de inversión en infraestructura, créditos blandos y tecnología de punta por parte de China, deseosa de energía y materias primas; y las viejas recetas neoliberales de empréstito que ofrecen EE.UU. y Europa, históricamente ligadas al intervencionismo político, social y militar.

Por ello, en el entramado heterogéneo que compone el Sur Global, y teniendo en cuenta su historia, lo que emerge a partir del ascenso de China es una plataforma material de desarrollo que compite con el viejo esquema conducido y sostenido hegemónicamente desde el unipolarismo angloestadounidense. En dicha estrategia, el Sur Global es interpelado como actor y parte fundamental, que ha sido periferializado y fragmentado como consecuencia de un tipo de desarrollo desigual. En el actual contexto de transiciones, interpretamos el momento que atravesamos como clave en términos de posibilidades de diseñar una estrategia propia ante la presente crisis, que tenga a la autonomía como un vector central.ARRIBA

El ascenso chino y los desafíos actuales para Nuestra América

Por último, nos abocamos ahora a detenernos con mayor profundidad en cómo impacta el ascenso de China y las reconfiguraciones dentro del Sur Global a las que hemos hecho referencia para la situación particular de Nuestra América. Nos preguntamos por las lógicas, mecanismos y actores que privilegian la estrategia china y el impacto que ello tiene para el desarrollo de los países de nuestra región. También, si producto de dicha asociación, las históricas asimetrías entre Norte y Sur, centro y periferia, se verán transformadas.

En primer lugar, retomamos someramente la siguiente periodización para lo que fue el giro nacional-popular acontecido en Suramérica con el nuevo siglo, aprovechando la “crisis en las alturas” para la reemergencia de un proyecto propio en la región. Con sus contradicciones y vaivenes, se inicia un proceso de auge nacional popular, con sus características particulares en cada país de la región.

Este proceso se inaugura con las primeras expresiones de la crisis de la hegemonía del proyecto financiero neoliberal y unipolar entre 1999 y 2002, luego de décadas de sostenerse y generar fuertes transformaciones en las sociedades latinoamericanas y caribeñas, produciendo un proceso de periferialización de Nuestra América desde fines de los años 70’ y principios de los 80’. Como marca de época, y como respuesta a la insistencia del Eje Atlántico por predominar y seguir avanzando en nuestra región, se rechaza el proyecto de Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), lo que sintetiza años de resistencias y contrapropuestas que aglutinan fuerzas y actores sociales en 2005. 

En tercer lugar, se desarrolla entre 2005 y 2011 el avance del nacionalismo popular latinoamericano —con sus rasgos específicos— en los distintos países, logrando distintos avances en materia de integración regional sudamericana y latinoamericana. Es también en 2011 que se lanza la Alianza del Pacífico como expresión de un nuevo intento de ofensiva del regionalismo abierto y subordinado a las fuerzas globalistas del Occidente geopolítico. Esto coincide con las primeras señales de freno y límite al regionalismo autónomo y su debilitamiento hacia 2015, luego de la proliferación de distintas iniciativas de integración como la Alianza Bolivariana de los Pueblos (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Con sus matices, se trató de distintos intentos por construir una unidad regional con ciertos grados de institucionalidad que persistiera en el tiempo, desde la autonomía y la defensa de instrumentos regionales ante las consecuencias de la hegemonía neoliberal en la región.

En quinto lugar, una contraofensiva del proyecto neoliberal, unipolar y de carácter financiero, que se profundiza desde entonces hasta los momentos previos a la pandemia en 2020. Quedan en este período en suspenso y desarticulados no sólo los ejes centrales sino las propias fuerzas nacionales y populares que venían haciendo pie en los Estados latinoamericanos, sufriendo un fuerte revés, lo que caracteriza el período a partir de la oscilación entre procesos de integración autónoma y desintegración, signados por pugnas y tensiones constantes que ponen un límite a los intentos de profundización. 

Este breve raconto nos sirve para retomar a partir de nuestras propias limitaciones y oscilaciones, y así poder pensar en proyectos nacionales y regionales de desarrollo autónomo, de modo de efectivizar la oportunidad histórica que implica la transición histórico-espacial en curso. Desde ahí podemos indagar el tipo de vínculo que entabla nuestra región y sus países con China, entendiendo que Nuestra América ha ganado un lugar de creciente peso en el ascenso mundial del gigante asiático y otros polos emergentes. Ello se plasmó institucionalmente con la publicación de los Libros Blancos que elaboró China para sus relaciones con nuestra región, en 2008 y 2016. 

Como se señala en el trabajo “El ascenso de China y el ingreso de la Argentina a la Iniciativa de la Franja y la Ruta”, en tanto gran taller industrial del mundo y enorme mercado de consumo en plena expansión (que ya cuenta con 400 millones de personas con ingresos reales equivalentes a los europeos y podría duplicar esa cifra en la próxima década), China es el gran importador mundial de materias primas. Ya hacia 2017, China consumía el 59% del cemento mundial, 56% del níquel, 50% del cobre, 47% del aluminio, 50% del carbón, 50% del hierro, 47% de la carne de cerdo, 31% del arroz, 27% de la soja, 23% del maíz y 14% del petróleo. En este sentido, la relación con América del Sur, gran productora de materias primas, resulta estructural. En otras palabras, la “super-expansión” material de China, tanto de su mercado interno como a nivel mundial, tiene como consecuencia una transformación sistémica que necesariamente impacta en múltiples dimensiones en América Latina, en tanto China deviene (junto a Asia Pacífico) en el principal polo mundial de desarrollo de las fuerzas productivas, bajo una combinación de modos de producción que se sintetiza en la fórmula “socialismo de mercado” y da lugar a otro modo de “globalización” que coexiste con el viejo proyecto en crisis. Esto se traduce en números: el volumen de comercio entre China y América Latina aumentó 35 veces en este siglo, de $14.000 millones en el 2000 a $500.000 mil millones en 2022. 

Los puntos claves del interés económico chino en nuestra región se pueden sintetizar en energía -en sus distintas formas-, materias primas y recursos naturales estratégicos, y, ligados a ello, obras -y corredores- de infraestructura que permitan y potencien la provisión de estos bienes, así como también consoliden a Beijing como el centro impulsor del desarrollo de infraestructura a nivel mundial. En esto último juega un rol clave la IFR o “nueva ruta de la seda”, la mayor apuesta a nivel mundial de conexión del comercio y los transportes, por tierra y mar, primero pensada para Eurasia pero que se fue ampliando e incorporó a nuestra región hacia 2017-2018. Ya se han sumado 22 países de América Latina a dicha iniciativa. A la par, desde 2009 China se ha convertido en el primer o segundo socio comercial, inversor y acreedor extranjero de la mayoría de los países de la región, y esta constituye, luego de Asia, la segunda en importancia como destino de la inversión china. Entre 2005 y 2019, la inversión extranjera directa (IED) de China en América Latina representó $ 130 mil millones de dólares. 

Este profundo acercamiento y asociación de China con la región —que en términos más amplios cuenta con asociaciones de cooperación en múltiples áreas y la firmas de acuerdos estratégicos con varios países— ha desequilibrado en términos geoeconómicos el histórico poder unipolar estadounidense y “occidental” sobre el continente y, al mismo tiempo, ha generado nuevos conflictos que también impactan en nuestros países reconfigurando las agendas de política interna y externa.

En esta relación juegan un rol de creciente importancia los proyectos de infraestructura. Se trata de una cantidad enorme de proyectos ya realizados, en ejecución o en perspectiva, de puertos, caminos, ferrocarriles, y corredores bioceánicos. También desarrollos en materia energética, ductos y redes. América Latina ya es el segundo mayor destino de ese tipo de obras, que se expanden a un ritmo galopante, debido a la ingente necesidad de inversiones de la región en este aspecto. Incluso van más lento de lo que podrían avanzar por las presiones de Washington en nombre de su “seguridad nacional”. Vinculados también con los objetivos de ampliar el comercio entre América Latina y el Caribe y Asia Pacífico, estas megaobras tienen como característica central la planificación a largo plazo, las inversiones por parte de bancos chinos y la articulación con empresas también chinas. En estos procesos, va también en aumento la internacionalización de las empresas no sólo constructoras, sino también tecnológicas, científicas, de energía, etc; de sus bancos; y de su moneda. Asimismo, los intercambios de monedas entre Bancos Centrales de países como Brasil y Argentina con China, vienen signando la relación en estos tiempos. 

Este tipo de acuerdos financieros permite “aliviar” las delicadas situaciones en las que se encuentran las economías de la región. Ya sea debido a coyunturas de   de restricción externa por caída de las exportaciones, fuga de capitales, o bien a causa de los los condicionamientos impuestos por los organismos multilaterales del Norte Global . Al igual que en el contexto 1999-2001, la dolarización vuelve al debate público en países como Argentina, ante lo cual la asistencia de China para que Argentina le pague al FMI con yuanes y enfrente una situación muy delicada de desplome de las exportaciones por una fuerte sequía y falta de divisas (que hubiera llevado a una mega devaluación y enorme ajuste, como quería el FMI), marca las transformaciones que viene habiendo a nivel también económico financiero (terreno en el que también EE.UU. y China compiten).

A la par de lo anterior, la expansión material china (en términos económico comerciales, financieros, en infraestructura y tecnología) ha ido acompañada de herramientas diplomáticas que contribuyen en la búsqueda de una posición geopolítica de relevancia global. Ejemplo de ello es la conformación en 2014 del Foro China-CELAC (en referencia a la Cumbre de Estados Latinoamericanos y Caribeños, el organismo de integración regional de mayor escala, reuniendo a los 33 países latinoamericanos y caribeños, impulsada por Chávez y los líderes nacional populares nuestroamericanos hacia 2010). 

Como hemos señalado desde los inicios de este equipo de investigación, aparece como un dato de relevancia que China haya sostenido a la CELAC en pleno embate de restauración conservadora neoliberal que se produjo en los años posteriores en Nuestra América y que desarticuló, debilitó y/o paralizó la UNASUR, el Mercosur y la concepción autónoma de la integración regional, reduciendo la misma a un mero agrupamiento para complacer los objetivos geopolíticos estadounidenses y occidentales en la región (como el Foro Prosur o el Grupo de Lima). Es que la potencia asiática ve útil un organismo que reúna a toda la región y con el cual poder entablar proyectos y asociaciones conjuntas a mediano y largo plazo, lo cual constituye una particularidad del accionar chino a lo interno y a lo externo. Para nuestra región resultó algo muy importante, habiendo retomado la conducción estratégica de la CELAC y el regionalismo autónomo desde 2018 de la mano de López Obrador en México y los nuevos gobiernos de la “segunda ola” progresista -y tímidamente nacional-popular, por lo general- en la que nos encontramos en la actualidad.

China genera grandes desafíos para nuestra región, cuya presencia conlleva también importantes tensiones, y por momentos, oscilaciones. Por un lado, aparece como un socio en materia geopolítica, como parte fundamental de las fuerzas  y el creciente mundo multipolar, en pos de ampliar los márgenes de maniobra y autonomía. Tanto las nuevas alianzas internacionales, la inclusión en los BRICS y su banco de desarrollo, la IFR y el BAII, pueden aportar a diversificar fuentes de financiamiento e inversiones, e incluso también cierta eventual cooperación y transferencia tecnológica (en tensión y no de manera lineal). Pero por otro lado, en términos económicos, los tipos de vínculos comerciales entablados reproducen el perfil primario de nuestras exportaciones (con bajo componente de valor agregado – trabajo en origen). Sumada a esta situación —que se corresponde con un proceso de desindustrialización desde el quiebre de los años 70’, que sólo se frenó en parte en los años 2000s—, el ascenso de los vínculos comerciales de China con países de la región, ha ido en detrimento del comercio intrarregional, del cual el MERCOSUR es un ejemplo. 

En este sentido es que se ha planteado la existencia de una “geoeconomía híbrida” de China en Suramérica, que presenta una cooperación paradójica, cuyos beneficios pueden ser también dañinos, implicando tanto desarrollo como dependencia (o desarrollo del subdesarrollo, al decir de Gunder Frank). Es que, en caso de proseguir un tipo de vínculo así con China, aparecen riesgos económicos ciertos de profundizar un perfil primario exportador sin valor agregado en origen, desindustrialización y pérdida de complejidad económica para nuestra matrices productivas. Y al mismo tiempo, se trata de un socio estratégico de gran potencial para superar esta condición periférica, “subdesarrollada” y dependiente de nuestras economías. 

Ahora bien, para superar esta especie de paradoja, hace falta un proyecto nacional y regional de desarrollo sostenido desde nuestro lado, con visión y planificación estratégica, densidad nacional, capacidades estructurales y enraizamiento social popular. Se trata aún de una tarea pendiente, algo a diseñarse, construirse y consolidarse en el tiempo más allá de los vaivenes. Es decir, la relación con China y el mundo emergente con centro en Asia Pacífico va a depender del proyecto que definamos nosotros y nosotras en nuestros propios países y en nuestra propia región. Beijing no posee un patrón de desarrollo imperialista o de tipo “occidental”, por el cual los procesos de acumulación se garantizan y refuerzan mediante la fuerza política y militar. Pero tampoco va a liberar a Nuestra América de la dependencia, del lugar que ocupa en la división internacional del trabajo y en las jerarquías interestatales. Pretender eso es reproducir la mentalidad colonial. Sólo los pueblos pueden liberarse a sí mismos y encontrar sus mejores caminos al desarrollo; en todo caso, en ese camino pueden encontrar mejores oportunidades y socios que le ayuden. Eso significa China para nuestra región y de ahí que la paradoja deba interpelarnos, ante todo, a nosotros mismos. 

Ante la ausencia de un proyecto de integración regional consistente, junto con las crónicas crisis económicas, políticas y sociales que enfrentan nuestros países, el vínculo con China es visto como una posible “solución” o salvación para nuestros problemas. En esta salida intermedia, suelen perderse de vista las consecuencias aún vigentes del hecho de no contar con una perspectiva propia, soberana y autónoma acerca del desarrollo en el mediano y largo plazo. Es decir, cómo prever un desarrollo que coincida con la demanda de productos chinos pero que, a la vez, permita diversificar y multiplicar el comercio intrarregional. Es decir, un tipo de articulación que priorice la complementariedad para un desarrollo autónomo, y que pueda revertir el carácter deficitario y primarizado del vínculo comercial con la potencia asiática. Por ello, la relación con China trae aparejados debates y decisiones estratégicas en dirección a priorizar nuestra soberanía y proponer caminos concretos para ello. En estos, la planificación estatal resulta central para el diseño de políticas que puedan sostenerse en el tiempo en la construcción de una agenda conjunta, para lo cual se puede aprender la misma experiencia china al respecto. 

Por ello, en el marco del ascenso chino en el mapa de poder mundial, es crucial la definición en torno al rol que van a tener los Estados latinoamericanos y caribeños en el nuevo esquema de transición histórico-espacial. Como hemos planteado en cuadernos previos, nos encontramos en lo que podría denominarse como un trilema en Nuestra América: 1) avanzar en una mayor periferialización regional atados y subordinados en términos políticos y estratégicos al  polo de poder angloestadounidense en declive y a un mundo en crisis; 2) ir hacia una neodependencia económica con China, combinada con una subordinación estratégica al establishment occidental (con sus distintas fracciones en pugna), para garantizar el “desarrollo del subdesarrollo” en la fórmula de André Gunder Frank: es decir, otorgar alguna viabilidad a los proyectos de factorías primario-exportadoras de los viejos grupos dominantes; 3) aprovechar el escenario de crisis mundial y multipolaridad relativa, así como las implicancias del ascenso de China y las profundas transformaciones del sistema mundial -en donde aumentan las presiones por democratizar la riqueza y el poder- para resolver las tareas de la segunda independencia.

En otro sentido, los desafíos se vinculan con el diseño de políticas públicas regionales en áreas estratégicas a partir de las cuales pensar el desarrollo de la región, en un mundo en transición que tiene muy presente la riqueza de nuestros territorios: recursos estratégicos que están en el medio de lo que ha sido denominado como un “nuevo ALCA” (Alimentos, Litio, Combustibles y Agua), dado el manifiesto interés de EE.UU. por asegurarse tales recursos en nuestra región, ante su creciente disputa con China y sus aliados. Si los organismos internacionales se aprestan a promocionar en nuestros países las “ventanas de oportunidad” que representan los cambios tecno-productivos en curso, es importante notar ese exponencial aumento de la desigualdad entre posiciones de centro y de periferia a lo largo del globo. 

Sin embargo, esa ventana de oportunidad puede efectivamente construirse, en tanto opción geopolítica, bajo un proyecto de desarrollo autónomo y soberano. Aparecen, pues, verdaderos desafíos y oportunidades para nuestros países, en determinadas áreas y sectores industriales y tecno-científicos, siempre y cuando se apunte a fortalecer las propias capacidades socio-estatales, el empleo y la producción nacional-regional. La experiencia de China, que se inicia como proceso revolucionario nacional y social a partir de 1911 y tiene como puntos centrales la victoria de las fuerzas del PCCh en 1949 y las reformas de fines de los años 70’,  representa un importante ejemplo, no para copiar pero sí para extraer lecciones al respecto. Sus 14 planes quinquenales, su capacidad para absorber con autonomía el desarrollo científico-técnico del Norte Global o su capacidad para dar enormes saltos tecnológicos en los últimos años a partir de la exitosa planificación estratégica estatal aportan enormes enseñanzas para los pueblos del Sur Global. A la par, puede ser un buen aliado en un camino de este tipo, como demuestran los acuerdos entre instituciones y empresas de países como Argentina y Bolivia para la industrialización y agregado de valor en origen en recursos en auge como el caso del litio.

En nuestro propio contexto latinoamericano, resulta clave para ello la identificación de los sectores productivos con potencialidad para aprovechar las eventuales ventanas de oportunidad, en base a las historias, trayectorias y capacidades construidas en las economías de nuestros países. Esto es, definir en los acuerdos con China y nuestros preciados recursos en auge y disputa, los rubros, sectores, cadenas y/o segmentos donde poner en juego fuerza de trabajo, insumos, empresas y tecnologías, fomentando el aprendizaje, escalamiento e innovación. Resulta clave también poder blindar los objetivos estratégicos que hacen a un proyecto de desarrollo autónomo frente a los consabidos vaivenes político-electorales, mediante una amplia participación popular y el disciplinamiento de actores empresarios concentrados que usufructúan la dependencia. Se trata, en fin, de pensar en un proyecto nacional latinoamericano soberano y autónomo, en tiempos de fuerte reacción neofascista, pero también de crisis y oportunidades.

FUENTE: https://thetricontinental.org/es/argentina/chinacuaderno6/

«Las palabras son contenedores de poder. Tú eliges qué tipo de poder llevan», dijo Joyce Meyer, la autora más vendida de Estados Unidos.

Recientemente, el personal de CNN ha criticado a la red, alegando que su sesgo pro-Israel constituye «negligencia periodística». Insiders revelan que la presión de la alta dirección ha llevado a informes poco críticos sobre las afirmaciones de Israel y la supresión de puntos de vista palestinos, creando una cobertura sesgada del conflicto en Gaza. La presencia del poder es evidente en varios aspectos de la conducta de CNN.

En el reino de las relaciones internacionales, las palabras no son simplemente un conjunto de letras que usamos para escupir de nuestras bocas; son los catalizadores del poder que dan forma a los destinos. Pueden encender o apagar las llamas de cualquier conflicto. A medida que persiste la lucha palestina contra Israel y las atrocidades, las superpotencias contemporáneas y los medios de comunicación principales de estos estados están utilizando adecuadamente su arsenal lingüístico en su contra. Retórica, propaganda y diplomacia se unen en un frente de batalla de alto riesgo donde cada sílaba cuenta. Las palabras llevan un peso y ahora están siendo weaponizadas. Esta guerra lingüística está costando vidas humanas y estados y pérdida de su poder a largo plazo.

Desde el 7 de octubre de 2023, los palestinos asediados han sufrido una de las atrocidades más brutales justificadas por el estado de Israel y sus partidarios. Los palestinos ya estaban privados de necesidades básicas, como alimentos, agua potable limpia y mejores oportunidades de vida en el estado de apartheid. Los Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Alemania y muchos otros estados, a pesar de saber que los israelíes están matando brutalmente a los palestinos, no están presionando por un alto el fuego.

Las palabras son influyentes en la formación de acciones, percepciones y políticas geopolíticas. Pueden enmarcar cualquier narrativa, propagar retórica e evocar emociones para influir en la toma de decisiones. La guerra israelí-palestina de 2023 es un ejemplo pertinente de esto.

Comenzó como un conflicto armado y ahora se está prolongando mediante el uso de palabras. Esto se hace mediante la elección de palabras para describir los eventos del 7 de octubre y lo que debería suceder después. Por ejemplo, referirse a esto como una «guerra» implica un cierto nivel de legitimidad y igualdad entre las dos partes. Sin embargo, este no es el caso porque Hamás e Israel no están en el mismo nivel; uno es un actor no estatal, mientras que el último es un actor estatal.

Del mismo modo, la palabra «ataque sorpresa» se utiliza para respaldar el asesinato de palestinos inocentes. Esta palabra evoca una sensación de amenaza y justifica una ofensiva del ejército israelí, pero ese ataque contra las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) fue el resultado de más de 70 años de brutal ocupación israelí y atrocidades.

Aunque el acto de matar a cualquier inocente es incorrecto, los medios de comunicación internacionales se centran solo en lo que sucedió el 7 de octubre y hacen la vista gorda a lo que la IDF ha estado haciendo desde entonces. Están censurando lo que realmente está sucediendo en Gaza, cómo se está matando a civiles inocentes a quemarropa. Incluso están censurando lo que la IDF está haciendo a los periodistas que están protegidos por el derecho internacional. Ningún estado occidental lo ha condenado, sin embargo, critican a otros estados. Esta es la prueba definitiva de su moralidad.

Las palabras no son solo descriptores; son herramientas que pueden moldear percepciones, influir en políticas y impulsar acciones. Las potencias principales están utilizando sus medios de comunicación mediante la creación de una retórica específica que dice que «los palestinos son terroristas» para justificar por qué destinan dinero de sus contribuyentes para alimentar una guerra. La retórica de los líderes de estas potencias puede influir en la opinión pública e influir en las relaciones internacionales.

Con frecuencia, las potencias principales utilizan el lenguaje como una herramienta estratégica para avanzar en sus intereses geopolíticos. Elaboran cuidadosamente sus discursos, declaraciones oficiales y narrativas mediáticas para enmarcar los problemas de una manera que respalde su postura.

Bajo el pretexto de la palabra «autodefensa», Israel justifica su brutalidad, y las potencias principales apoyan su causa. Estos estados están weaponizando las palabras, pero cuando se comparan sus acciones con lo que sucedió a los judíos en la década de 1940, lo califican como «antisemitismo», que ahora se está utilizando de manera indebida y siempre se saca de contexto para degradar a quienes señalan cualquier crítica válida al estado de Israel.

El presidente de EE. UU., Joe Biden, calificó la retaliación de Hamás como un «acto de pura maldad», lo que retrató a cada palestino como un «terrorista» y los deshumanizó. Los gobiernos occidentales tampoco condenaron ningún ataque a los hospitales en Gaza que realizaron los ataques aéreos israelíes y que mataron a cientos de niños, mujeres, enfermos y ancianos. Sin embargo, fueron rápidos para condenar los pequeños daños causados ​​a Israel en represalia por parte de Hamás.

Desde el 7 de octubre, la mayoría de los canales de noticias principales han preguntado a cada comentarista si «condenan» las acciones de Hamás, pero nunca preguntan si las acciones de Israel son condenables. Esto ha dado la impresión a la audiencia de que solo los palestinos son responsables del estado de las cosas.

Esta retórica de varios estados y las declaraciones de las potencias principales están ayudando al gobierno israelí a eludir el proceso de rendición de cuentas debido al lenguaje diplomático que se está utilizando. A menudo, los palestinos son etiquetados como «muriendo» en lugar de «siendo asesinados» por los medios de comunicación occidentales. Los patrones terminológicos que se han desarrollado a lo largo de los últimos 75 años de existencia y ocupación del estado de Israel: un lenguaje similar a un juego, opresión sistemática, deshumanización de los palestinos y deshistorización de Palestina como estado, todos contribuyen a esta normalización de la violencia.

En el conflicto Israel-Hamás, alrededor de 1,000 israelíes murieron en el ataque original, pero después, Israel mató a más de 27,478 palestinos inocentes, la mayoría de ellos civiles, incluidos más de 10,000 niños. Al menos 152 funcionarios de la ONU y más de 122 periodistas también fueron asesinados, pero no hay palabras de condena adecuadas por parte de los estados que apoyan a Israel; en cambio, están ayudando a Israel con más armas y equipo militar que las FDI están utilizando para desplazar y asesinar a palestinos inocentes.

En conclusión, las palabras tienen un inmenso poder para dar forma a los resultados geopolíticos. El conflicto entre Israel y Palestina no es diferente. La lucha continua de los palestinos contra Israel está siendo suprimida mediante una retórica específica, propaganda y lenguaje diplomático por parte de los estados que respaldan la reacción desproporcionada de Israel al ataque del 7 de octubre. Al enmarcar selectivamente los eventos y utilizar palabras y términos específicos para justificar acciones ilegales contra civiles inocentes, las potencias principales perpetúan la narrativa que sirve a sus intereses a expensas de la justicia y la verdad.

En este campo de batalla lingüístico, cada palabra es un guerrero, cada oración una estrategia, dando forma no solo a las narrativas sino a las naciones. El costo de esta batalla lingüística no es solo tinta en pergamino, sino sangre en la tierra, poder en peligro y la humanidad en la balanza.

Nota: este es un artículo republicado del medio «CGTN» a través de un acuerdo de cooperación entre ambas partes para la difusión de contenido periodístico. Link original.

Por Abdul Wassay

FUENTE EN CASTELLANO: https://reporteasia.com/opinion/2024/02/07/poder-palabras-geopolitica/

+ posts

Por Omar Pereyra

Representa un ejemplo interesante de cómo se comporta en un entorno internacional cambiante un Estado independiente, capaz de «inclinar la balanza mundial en uno u otro sentido», señala un experto ruso.

¿Cómo la India equilibra la geopolítica global en era de cambios?
El primer ministro indio, Narendra Modi, participa en la inauguración de un gran templo dedicado al dios hindú Rama. Ayodhya, India, el 22 de enero de 2024.Pib / www.globallookpress.com

Fuente: https://actualidad.rt.com

La India ya tiene garantizado un lugar destacado en la escena mundial en un futuro próximo, gracias a los «procesos políticos fundamentales que están teniendo lugar en el país y en todo el mundo», opina Fiódor Lukiánov, editor jefe de la revista Russia in Global Affairs y presidente del Consejo ruso para la Política Exterior y de Defensa. Además, su propia ubicación y sus tradiciones culturales la convierten por sí sola en un actor importante.

El primer ministro indio, Narendra Modi, inauguró el lunes un enorme templo hindú en Ayodhya, la ciudad santa donde se cree que nació Rama, uno de los principales dioses del panteón. El acontecimiento no puede atribuirse únicamente al ámbito religioso, ya que demuestra claramente el deseo generalizado de una «identidad específica» tras el fin de la era del universalismo personificada por la globalización político-económica liberal de finales de los años 1980 y 2010, argumenta Lukiánov.

En cuanto al panorama religioso, si bien los hindúes representan el 80% de los más de 1.000 millones de habitantes del país, hay bastantes partidarios de una orientación más laica y menos nacionalista, representada por el segundo partido del país, el Congreso Nacional Indio. Asimismo, la India alberga más de 200 millones de musulmanes, lo que la convierte en el tercer país musulmán del mundo, destacó.

Sin embargo, «es desde que el Partido Bharatiya Janata, liderado por Modi, llegó al poder a mediados de la pasada década cuando se ha apostado por la consolidación ideológica en torno a la identidad hindú», indicó.

En este sentido, el experto recordó que el país vive una campaña electoral de cara a las elecciones generales que se celebrarán en la primavera boreal. «Los retratos de Narendra Modi y sus declaraciones le acompañan por todas las autopistas y los canales de televisión cubren sus actividades con sumo cuidado. La India acaba de concluir con gran éxito su presidencia del G20 y los recordatorios de este periodo también están por todas partes, como testimonio del papel internacional cada vez más importante de la India«, afirmó.

Además, en su opinión, factores externos, como el aumento de las tensiones mundiales y la polarización entre Occidente y Rusia y entre Estados Unidos y China, también desempeñan un papel importante, lo que permite a una India grande y bastante independiente «inclinar la balanza global en un sentido u otro«. Al mismo tiempo, su escala, ubicación y autosuficiencia cultural le garantizan por sí solas un papel importante en la escena mundial, afirmó.

La sesión final de la cumbre del G20 en Nueva Delhi, India, el 10 de septiembre de 2023Dan Kitwood / Gettyimages.ru

«La India es un país complejo, agobiado objetivamente por multitud de problemas, que siempre gastará el máximo de recursos y energía en su autodesarrollo y en mantener la estabilidad interna», señaló Lukiánov. Con todo esto, el intento de Modi de construir una línea vertical ideológica y política pretende, en parte, liberar algo de energía para los empeños exteriores.

«Sin embargo, la India tiene una peculiaridad. En sentido estricto, puede que no haga nada en absoluto, pero su escala (demográfica, de mercado), su ubicación y su tradición cultural (autosuficiencia basada en una fuerte confianza en sí misma, hasta cierto punto incluso en su propia superioridad) le garantizan un lugar significativo en el escenario mundial. Solo el hecho mismo de la existencia de este país», subraya el experto.

«El objetivo de Modi es convertir a la India en una nación desarrollada para el centenario de su independencia, en el 2047«, destacó. Según Lukiánov, aunque ese horizonte es aún lejano, la India resulta un ejemplo interesante de cómo se comporta un Estado independiente en un entorno internacional cambiante.

«Por otro lado, si la visión india de la seguridad internacional tiene una constante, es la desconfianza y el miedo a China», afirmó. Mientras, la actitud del país hacia Rusia es buena, y el legado de las décadas anteriores podría ser la base de una relación sólida. No obstante, «sobre esta base es hora de construir un nuevo edificio, teniendo en cuenta otras circunstancias mundiales. De lo contrario, tarde o temprano la fundación se convertirá en un recuerdo del otrora brillante templo de la interacción bilateral, y no en la base de su renacimiento», concluye Lukiánov.

FUENTE EJU.TV https://eju.tv/2024/01/como-la-india-equilibra-la-geopolitica-global-en-era-de-cambios/

Por  M. K. Bhadrakumar

En menos de tres años, la erosión de la hegemonía estadounidense que comenzó en cascada con la derrota en Afganistán en agosto de 2021 se extendió a Eurasia, seguida de la erupción masiva en Asia Occidental a finales de 2023. Al comenzar 2024, oímos tambores lejanos en Extremo Oriente, mientras el líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong Un, percibe instintivamente una rara alineación de factores positivos que aparecen en los conflictos existenciales de Eurasia y Asia Occidental y la capitaliza con un giro estratégico para desafiar lo que Pyongyang llama una «versión asiática de la OTAN» liderada por Estados Unidos.


La Agencia Central de Noticias Coreana informó de una declaración del Ministerio de Asuntos Exteriores del país en la que se afirmaba que Corea del Norte «da una calurosa bienvenida al Presidente Putin para que visite Pyongyang y está dispuesta a saludar al amigo más cercano del pueblo coreano con la mayor sinceridad».


Kim, un astuto practicante de la geopolítica, pretende crear sinergias mediante una fusión estratégica que en realidad se remonta a Stalin, quien buscó a propósito enredar a Estados Unidos en un conflicto militar en la península coreana y prevenir el estallido de una tercera guerra mundial.
El cálculo de Stalin era que unos EE.UU. agotados por la intervención china en la guerra de Corea «serían incapaces de una tercera guerra mundial en un futuro próximo». Efectivamente, se demostró que tenía razón.
El 27 de agosto de 1950, Stalin escribió una carta altamente confidencial al entonces presidente checoslovaco Klement Gottwald para explicar su toma de decisiones, que llegó a los archivos ex soviéticos en 2005, para aparecer en el original ruso en la revista histórica Novaya I Noveishaya Istoriia.


Al parecer, Stalin siguió en secreto el plan de Kim Il Sung, durante el viaje secreto del líder norcoreano a Moscú en abril de 1950, no porque calculara mal que Estados Unidos no se implicaría en la guerra (como estimaban los historiadores occidentales), sino precisamente porque quería que Estados Unidos se enredara en un conflicto limitado en Asia.
Stalin tranquilizaba a Gottwald, un nervioso aliado, sobre la situación internacional y la decisión de Moscú de retirarse del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) en enero de 1950 y los motivos de la ausencia soviética del CSNU en julio de 1950 cuando se debatió la cuestión coreana, así como la abstención soviética y el no ejercicio de su derecho de veto contra la resolución estadounidense que pretendía el despliegue de una fuerza de la ONU en Corea.


Stalin escribió que «está claro que los Estados Unidos de América están actualmente distraídos de Europa en Extremo Oriente. ¿No nos da esto una ventaja en el equilibrio mundial de poder? Sin duda».
Dicho de otro modo, Europa era la principal prioridad en la estrategia internacional de la Unión Soviética, y la Guerra de Corea se veía como una oportunidad para fortalecer el socialismo en Europa mientras se desviaban los intereses y recursos estadounidenses de ese continente.

Lo que distingue a las grandes potencias como Rusia es la profundidad de su conciencia histórica para relacionar el tiempo pasado con el tiempo presente y comprender que las semillas germinales del tiempo futuro se encuentran en gran medida incrustadas en el tiempo pasado. Al fin y al cabo, el tiempo no puede tratarse como una abstracción, sino como el fundamento vital de la realidad humana. Esta debe ser una de las razones por las que hoy se especula tanto en Estados Unidos sobre el reciente aumento de los lazos entre Rusia y la RPDC.
Pranay Vaddi, director principal de control de armamento de la Casa Blanca, declaró el pasado jueves que la naturaleza de la amenaza a la seguridad que plantea Corea del Norte podría cambiar «drásticamente» en la próxima década como resultado de su cooperación sin precedentes con Rusia. «Lo que estamos viendo entre Rusia y Corea del Norte es un nivel de cooperación sin precedentes en el ámbito militar», declaró Vaddi al think tank Center for Strategic and International Studies de Washington. Y añadió: «Y digo ‘sin precedentes’ muy deliberadamente: nunca habíamos visto esto antes».


Vaddi dijo que era necesario prestar mucha atención no sólo a la ayuda de Corea del Norte, armada nuclearmente, a la guerra de Rusia en Ucrania, principalmente en forma de sistemas de misiles, sino también a «lo que podría estar yendo en la otra dirección».
Preguntó: «¿Cómo podría eso mejorar las capacidades de Corea del Norte? ¿Y qué significa eso para nuestra propia postura de disuasión ampliada en la región, tanto con Corea como con Japón?». Estados Unidos ha captado bien el mensaje de Rusia.
Las declaraciones de Vaddi, que no fueron improvisadas, se produjeron tras la visita oficial de cinco días a Moscú del ministro de Asuntos Exteriores de la RPDC, Choe Son-hui, durante la cual Putin, en un gesto poco habitual, recibió al dignatario visitante en el Kremlin. El comunicado ruso se burló de los estadounidenses al calificar crípticamente las conversaciones del ministro de Asuntos Exteriores, Sergey Lavrov, con Choe como «un intercambio significativo de opiniones sobre asuntos de actualidad relacionados con el desarrollo de los lazos bilaterales, centrado en «cuestiones prácticas» y en «seguir mejorando el marco jurídico contractual». Las lecturas rara vez llegan tan lejos en transparencia.
En cualquier caso, el punto de referencia era la aplicación de los «acuerdos» entre Putin y Kim durante su reunión en septiembre en el Centro de Lanzamientos Espaciales de Vostochny (puerto espacial ruso situado por encima del paralelo 51 Norte, en el oblast de Amur, en el Lejano Oriente ruso).


Al comentar la reunión del ministro Choe con Putin, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, afirmó que Corea del Norte «es nuestro socio más importante, y estamos centrados en seguir desarrollando nuestras relaciones en todos los ámbitos, incluidos los sensibles».
En esencia, como señaló un informe de Reuters, «Moscú dice que desarrollará lazos con los países que quiera… Rusia ha hecho todo lo posible por publicitar el renacimiento de su relación, incluidos los lazos militares, con Corea del Norte….». Para Putin… «cortejar a Kim le permite pinchar a Washington y a sus aliados asiáticos».


De hecho, Kim también está dispuesto a desempeñar su papel. Sólo en la última semana, Corea del Norte realizó una prueba de su sistema submarino de armas nucleares y Kim anunció que la unificación con Corea del Sur ya no es posible. Kim dijo que el Norte «no quería la guerra, pero tampoco tenemos intención de evitarla».
Sin duda, Rusia ha optado por redoblar su alianza con Corea del Norte. Y Kim expresó su interés en estrechar lazos con Moscú de forma muy pública, realizando una visita personal a Rusia en septiembre. El momento elegido para ese viaje fue audaz, dadas las recientes medidas de Estados Unidos para reforzar los esfuerzos trilaterales de disuasión contra el Norte con Corea del Sur y Japón.
Se está creando un «bloque» trilateral de facto con Rusia y China en oposición a la alianza trilateral entre Estados Unidos, Corea del Sur y Japón. El apoyo de la RPDC a Rusia en Ucrania serviría a los intereses de China al contener el poder estadounidense. Y Corea del Norte gana inconmensurablemente en profundidad estratégica, gracias al apoyo de dos miembros del Consejo de Seguridad de la ONU con derecho a veto.
Un comunicado de prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores de Pyongyang tras las conversaciones del ministro Choe en Moscú decía: «La parte norcoreana apreció altamente la importante misión y el papel de la poderosa Federación Rusa en el mantenimiento de la estabilidad y el equilibrio estratégicos del mundo y expresó su esperanza de que la Federación Rusa continúe adhiriéndose a políticas y líneas independientes en todos los campos también en el futuro, y así hacer una gran contribución a la paz y la seguridad internacionales y al establecimiento de un orden internacional equitativo y justo».


Tass exageró el comunicado de prensa, extrayendo de él no menos de 3 interesantes informes. En efecto, aparece un nuevo vector geopolítico en Extremo Oriente, que, a diferencia de Ucrania o Gaza, también es un foco nuclear. Por fin, la geopolítica se mueve en el sentido de Corea del Norte, un país que hace siete años ya soñaba con hundir un portaaviones de propulsión nuclear estadounidense «de un solo golpe». La cuestión es que esa fantasía sigue sin ponerse a prueba.


En política, a menudo es el desvalido el que empieza la lucha, y en ocasiones el superior merece ganar, pero rara vez lo hace. Hamás, los Huties, Kim –siempre es divertido sorprender a la gente. Además, tienen menos presión, y una mentalidad ganadora de batallas que podrían transformar a un desvalido en un campeón y triunfador. El viaje de Putin a Pyongyang será observado atentamente por la administración Biden.
Andrey Sushentsov, un destacado experto ruso, escribió recientemente: «Nuestra confrontación con los estadounidenses durará mucho tiempo, aunque veremos ciertas pausas… La tarea de Rusia consistirá en crear una red de relaciones con Estados afines, que incluso podría llegar a incluir a algunos de Occidente». La estrategia estadounidense consiste en extinguir por la fuerza los puntos de autonomía estratégica, algo que Washington consiguió hacer en Europa Occidental en la primera fase de la crisis ucraniana, pero esa maniobra fue uno de los últimos éxitos en este sentido.
En cualquier caso, se está abriendo un frente oriental en la confrontación entre Estados Unidos y Rusia, que complementa los frentes occidental y meridional en Eurasia y Asia Occidental, respectivamente.

Fuente: https://www.indianpunchline.

Por Eduardo Vior

El presidente electo de Indonesia, general Prabovo Subianto

El 14 de febrero pasado la mayoría de los votantes de Indonesia eligió para la jefatura del Estado a un general con pasado dictatorial, pero reciclado como ministro del gobierno de Joko Widodo (apelado Jokowi). Si el nuevo mandatario continúa la política de su antecesor, mantendrá la paz y la unidad de un país tensionado por conflictos raciales, religiosos y regionales con el riesgo de que su perfil político se diluya.

Si, por el contrario, pretende diferenciarse de la exitosa política desarrollista y popular de Jokowi, polarizará al gigante musulmán en momentos en que EE.UU. y China pujan por la hegemonía en el inmenso espacio insular entre Asia y Oceanía. De la respuesta a este interrogante depende no sólo la transformación de Indonesia en una potencia regional, sino buena parte del mantenimiento de la paz mundial.

El ministro de Defensa indonesio, Prabowo Subianto, es el probable vencedor de la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Según el recuento oficial parcial de la comisión electoral, Prabowo obtuvo 57% de los votos, más del doble que su rival más cercano, Anies Baswedan. Esta ventaja debería permitirle alcanzar la mayoría absoluta y ser declarado presidente sin pasar por una segunda vuelta.

El ministro de Defensa superó ampliamente, por orden, a Anies Baswedan, exgobernador de Yakarta, y a Ganjar Pranowo, exgobernador de Java central. Un conteo rápido realizado por cuatro encuestadoras estima que Prabowo obtuvo 58% de los votos. La Comisión Electoral General tiene un plazo de 35 días para dar los resultados oficiales.

Hubo un tiempo en que la sola mención del nombre de Prabowo Subianto generaba temor en la mayoría de los indonesios. El general, de 72 años de edad, procede de una rica familia que por décadas estuvo ligada a la política. Su padre, un reconocido economista, participó en el gobierno de Sukarno, el fundador de la República (1950-67). En 1957, cuando Prabowo aún era niño, su familia se exilió por una década en Europa. Tras su regreso se unió al ejército y rápidamente ascendió en las filas hasta convertirse en capitán de las fuerzas especiales. Para entonces, Prabowo ya había sido acusado de violaciones de derechos humanos en Timor Oriental, excolonia portuguesa incorporada a Indonesia en 1975 (e independizada en 1998).

En 1983 se casó con una de las hijas del dictador Suharto (1967-98), quien durante 32 años gobernó Indonesia con mano de hierro. En 1998, cuando las protestas prodemocráticas amenazaban a Suharto, Prabowo trasladó sus tropas hasta la capital del país, pero no pudo impedir la caída del régimen. En los últimos meses del gobierno de Suharto ocurrieron también algunos hechos que alimentan las acusaciones por violaciones a los derechos humanos de las que acusan a Prabowo. El general niega todas las imputaciones y no ha sido condenado por ninguno de estos hechos. Sin embargo, como consecuencia de este escándalo, fue expulsado del ejército. Poco después se separó de su esposa y se exilió en Jordania.

En 2008 regresó al país, fundó su propio partido político y se postuló tres veces a la presidencia, siendo derrotado dos veces por el ahora mandatario saliente Joko “Jokowi” Widodo.

¿Qué ha cambiado? Para estas elecciones, Prabowo transformó su apariencia, dejó el tono frecuentemente histérico de sus discursos y comenzó a hablar más suave y pausadamente, como Jokowi, su antiguo rival que en 2019 lo nombró ministro de Defensa. Durante la campaña usó intensivamente las redes sociales para acercarse a los votantes más jóvenes. Más de la mitad de los 205 millones de electores del país son millennials o miembros de la generación Z y parte sustancial de los 167 millones de indonesios que usan redes sociales. En todo caso, el militar hizo su campaña interpelando a una generación que no tiene recuerdos de la era Suharto.

Prabowo también asumió la agenda política de Jokowi, apostando por un desarrollo impulsado por la construcción de infraestructura y una política industrial basada en la explotación y elaboración de las enormes reservas de níquel de su país, mineral indispensable para la fabricación de las baterías de los vehículos eléctricos. Durante su campaña también prometió aumentar los salarios de funcionarios, policías y militares, proporcionar viviendas más asequibles y erradicar la pobreza extrema en dos años. Asimismo presentó un programa de almuerzos gratuitos para escolares y nutrición extra gratuita para embarazadas, con el fin de combatir el retraso del crecimiento de los niños.

Durante su gestión como ministro de Defensa, Prabowo modernizó a las fuerzas armadas y logró un sustancial aumento del gasto en defensa. En el frente diplomático, en tanto, ha prometido mantener la política de ”buena vecindad” con todos los países entre el Océano Índico y el Pacífico. En el plano económico, finalmente, ha declarado que “no se adhiere a la visión neoliberal” y que ha apoyado históricamente las políticas proteccionistas.

Otro elemento clave para explicar su triunfo es que lleva a Gibran Rakabuming Raka, hijo mayor de Jokowi, como candidato a la Vicepresidencia. Según los analistas, la relación entre Prabowo y Widodo -antiguos adversarios electorales convertidos en aliados- será decisiva para el rumbo del gobierno entrante. Dejar de lado a Widodo, que sigue disfrutando de índices de aprobación del 80%, sería políticamente arriesgado. El actual presidente no puede optar a un tercer mandato, pero, con tales índices de aprobación, seguramente intentará mantener su influencia desde afuera del gobierno. Durante sus dos mandatos de cinco años la economía indonesia -la mayor del Sudeste Asiático- ha crecido en torno al 5% anual. Sus políticas de construcción de infraestructuras, ayuda alimentaria y en metálico a los pobres, sanidad y educación han gozado de gran popularidad.

Prabowo ha prometido mantener las políticas de Widodo, incluido el desarrollo de la exportación de materias primas elaboradas. Las empresas chinas han invertido miles de millones de dólares en la industria metalúrgica y minera de Indonesia, sobre todo en el níquel, después de que Widodo prohibiera en 2019 las exportaciones de mineral en bruto. Así, las empresas extranjeras se vieron obligadas a instalar fundiciones y plantas de procesamiento dentro del país. Al mismo tiempo, inversores chinos y occidentales están construyendo por U$S 32.000 millones una nueva capital en Kalimantan (Borneo).

Como su partido Movimiento Gran Indonesia (conocido por su acrónimo Gerindra) salió tercero en la elección legislativa realizada simultáneamente, Prabowo ha prometido formar un gobierno de coalición, tal como hizo Widodo (cuyo Partido Democrático Indonesio en Lucha ganó en la elección parlamentaria). No obstante, es improbable que Pradowo se convierta en la marioneta de Jokowi.

Indonesia, que forma parte del grupo G-20 de las principales economías del mundo, tiene un rol arbitral en la disputa entre Estados Unidos y China por el poder en el Sudeste Asiático. El país se compone de más de 17.000 islas y una superficie de 1.904.569 kilómetros cuadrados. Con alrededor de 280 millones de habitantes, es también el cuarto país más poblado del mundo y de mayor población musulmana. Java, la isla más poblada del mundo, alberga a más de la mitad de los habitantes del país.

Indonesia es una república con un poder legislativo y un presidente elegidos por el voto popular. El gobierno tiene su sede central en la capital, Yakarta, aunque, para desconcentrar un poco la población, actualmente se está construyendo en la vecina isla de Kalimantan la ciudad de Nusantara. El país comparte fronteras terrestres con Papúa Nueva GuineaTimor Oriental y Malasia. En su inmediata vecindad marítima están también SingapurTailandiaFilipinasPalaosAustralia y el territorio indio de las islas de Andamán y Nicobar.

Tras tres siglos y medio de colonialismo neerlandés y de cuatro años de lucha por la liberación, Indonesia obtuvo su independencia en 1949. Hasta 1965 fue gobernada por Kusno Sosrodihardjo, más conocido como Sukarno, quien realizó un gobierno nacionalista apoyado por el entonces poderoso Partido Comunista. Sin embargo, en 1965 se produjo un golpe militar alentado por EE.UU. durante el cual fueron asesinados dos millones de comunistas y aliados. Sukarno fue finalmente depuesto en 1967 y remplazado por Haji Mohammad Soeharto o Suharto, quien rigió férreamente el país hasta 1998, cuando se instauró el régimen democrático. La primera presidenta electa por el voto popular fue Megawati Sukarnoputri, la hija de Sukarno, quien todavía (a los 77 años) ejerce un gran poder como líder del Partido Democrático Indonesio en Lucha (PDI-P). Junto al presidente saliente, Joko Widodo, la lideresa ocupa un lugar central en la política indonesia que Prabowo no podrá soslayar.

El presidente electo se enfrenta al dilema de asegurar la continuidad, manteniendo así la paz y la unidad del país, pero diluyendo su perfil, o tratar de ganar identidad propia, con el riesgo de polarizar la política y agudizar los conflictos que emanan de la diversidad geográfica, étnica y religiosa del país. La inmensa región entre el Índico y el Pacífico está cruzada por la competencia de poder entre China y EE.UU. Si Indonesia se desestabiliza, puede ser la mecha que haga saltar el polvorín regional. El liderazgo indonesio va a tener que medir muy bien sus pasos, si no quiere desatar una catástrofe.

Por Eduardo J. Vior analista internacional miembro de Dossier Geopolitico