Por TIBERIO GRAZIANI VISIÓN Y TENDENCIAS GLOBALES (PROYECTO “SOCIETÀ ITALIANA DI GEOPOLITICA”) y miembro de Dossier Geopolitico

Resumen – El artículo propone un intento de aplicar el modelo de arco de crisis a los dos conflictos en curso (Rusia – Ucrania e Israel – Gaza) dentro del contexto más amplio de la transición geopolítica del llamado sistema unipolar a lo que se define como multipolar o policéntrico. . El modelo parece encajar muy bien en el caso del choque entre Moscú y Kiev. La situación parece más compleja en el caso de Israel-Gaza. Sin embargo, la expansión del conflicto en el Mar Rojo parece apoyar la hipótesis de la aplicabilidad del modelo. Se expresan sucintamente algunas breves consideraciones sobre la fragilidad de la Unión Europea . Palabras clave: Arcos de crisis, Choque de civilizaciones, Ucrania, Franja de Gaza

Las dos guerras en curso tienen orígenes diferentes y lejanos en el tiempo.

Las causas de la guerra ruso-ucraniana, si las limitamos al contexto regional, se remontan a los disturbios de Euromaidan en noviembre de hace diez años, la posterior anexión de Crimea por parte de la Federación Rusa, las políticas contra los rusófonos implementadas en Donbass por Kiev y las autoproclamadas repúblicas separatistas de Donetsk y Luhansk. En cambio, el conflicto palestino-israelí, considerando únicamente el alcance regional, se remonta a la guerra civil de junio de 2007, cuando Hamás logró asegurarse el control total de la Franja de Gaza.

En realidad, ambas guerras tienen orígenes mucho más antiguos y, sobre todo, no pueden limitarse simplemente, no sólo en lo que respecta a las causas sino también a los efectos internacionales, a sus respectivas dimensiones regionales. Esto se debe a los importantes intereses de otros actores involucrados, que son tanto locales como globales.

La larga posguerra fría y el momento unipolar

El choque entre la Federación de Rusia y Ucrania es una manifestación dramática del largo período posterior a la Guerra Fría que siguió al colapso soviético; en algunos aspectos, marca su final. Este período de posguerra es, además, extraño y trágico, ya que está marcado por una impresionante serie de acontecimientos militares.

El comienzo de este período de posguerra, tan dramático como su conclusión, se remonta a las guerras de los Balcanes de la década de 1991-2001, que culminaron con la operación de las Fuerzas Aliadas lideradas por la OTAN. Los europeos, todavía bajo los efectos de la breve pero intensa euforia optimista relacionada con la espectacular caída del Muro de Berlín (noviembre de 1989), despertaron abruptamente. En lugar de presenciar el “fin de la historia” (Fukuyama F., The End of the History? en “The National Interest”, verano de 1989, The End of History and the Last Man, 1992), presenciaron, en su propio continente y durante toda una década, una sangrienta guerra civil y las acciones devastadoras de dos operaciones de la Alianza Atlántica, la citada Fuerza Aliada en 2001 y Fuerza Deliberada en 1995.

Situado temporalmente al final de la larga era posterior a la Guerra Fría, el conflicto actual entre rusos y ucranianos es también una guerra civil entre poblaciones eslavas y un choque entre repúblicas postsoviéticas. Sin embargo, a diferencia de las guerras de los Balcanes que estallaron en el momento más crítico del terremoto geopolítico desencadenado por la caída del Muro de Berlín, la disolución de la URSS y el Pacto de Varsovia, esta guerra ocurre después de tres décadas de hegemonía global estadounidense. La conclusión a la que se llega es que representa otro ejemplo de la incapacidad del mundo occidental, particularmente el liderado por Estados Unidos, para gestionar el llamado “momento unipolar”.

En los últimos treinta años, la “Nación Indispensable” –como la definió con orgullo el Presidente Clinton en su segundo discurso inaugural el 20 de enero de 1997 (“ Estados Unidos es la única nación indispensable del mundo ”)- ha demostrado repetidamente tal incapacidad. Esto quedó ampliamente demostrado en el contexto de la guerra contra el terrorismo y la “exportación de democracia con bombas” durante las presidencias de Bush. ¿El ejemplo más reciente? El abandono de Afganistán tras veinte años de guerra, dejando atrás un país devastado y miles de muertos, heridos y discapacitados.

La “Operación Militar Especial” –tal como la definió el Kremlin para la invasión de territorio ucraniano– que comenzó el 24 de febrero de 2022, constituye sin duda una dura respuesta rusa a la penetración gradual de Occidente en la masa continental euroasiática, en particular a la expansión de La OTAN hacia las fronteras occidentales del Estado ruso. Es una respuesta predecible, considerando el breve conflicto ruso-georgiano de agosto de 2008 y la anexión de Crimea en 2014.

La “Operación Militar Especial” de 2022 pone de relieve la irrelevancia de la Unión Europea en términos de planificación de seguridad, su limitada capacidad para definir un papel geopolítico estabilizador distinto en el mundo posbipolar y, en última instancia, su subordinación total y acrítica a Estados Unidos. –su principal aliado– y la OTAN. Esta guerra nos dice, una vez más, que la Unión Europea no sabe concebirse como una entidad autónoma e independiente al margen del contexto occidental dominado por Estados Unidos. Además, al no comprender o no querer comprender el proceso histórico actual, la UE no ve lo que está sucediendo en sus fronteras ni contempla lo que podría ocurrir en el futuro inmediato. Como resultado, constantemente se encuentra dramáticamente desprevenido y, por lo tanto, moralmente culpable por al menos cuatro desastres que persisten o han ocurrido en su vecindad inmediata: a) las guerras de los Balcanes de 1991-2001; b) la desestabilización de Libia en 2011; c) la guerra ruso-ucraniana de 2022; d) la guerra palestino-israelí de 2023, sin mencionar la incapacidad de encontrar una solución al grave problema migratorio a lo largo de tres décadas desde su surgimiento.

En lo que respecta a los países de Europa del Este, directa e indirectamente involucrados, el conflicto ruso-ucraniano ha demostrado, después de tres décadas, que sus clases dominantes –ya sean políticas, económicas o intelectuales– encerradas en su neonacionalismo estrecho y miope, han no han podido desarrollar un proyecto regional autónomo ni presentar una propuesta útil para su papel geopolítico y geoestratégico específico en el nuevo contexto surgido de la disolución de la Unión Soviética, caracterizado por el concurrente proceso de globalización.

Atrapadas entre la seducción ejercida por Bruselas y las presiones atlánticas ejercidas por Londres y Washington, por un lado, y la reinterpretación y reconstrucción de sus identidades nacionales basadas en la rusofobia, por el otro, estas clases dominantes no han aprovechado la oportunidad histórica que les ofrece la Colapso soviético: la opción de emanciparse tanto del Este como del Oeste, de presentarse como un área cohesionada y autónoma, desempeñando el papel de pivote y bisagra entre los países miembros de la Unión Europea y la Federación Rusa.

El miedo al imponente vecino, percibido como peligroso y agresivo (aunque a principios de los años 1990 Rusia difícilmente podía ser considerada un país “peligroso” para sus vecinos), junto con las presiones de la OTAN, llevaron a estos países a unirse primero a la Alianza Atlántica y posteriormente a la Unión Europea. Las clases dominantes de Europa del Este, por tanto, tomaron la decisión no tan sutil de abandonar un campo –el rusocéntrico– para llegar a otro, el euroatlántico, perdiendo así una oportunidad difícil de recuperar: la de posicionarse como centro de intercambio y compensación entre Oriente y Occidente.

Europa del Este, vista en una perspectiva histórica de mediano plazo, pasó de la esfera de influencia soviética a la esfera de influencia atlántica, es decir, de la jaula del Pacto de Varsovia a la jaula del Pacto Atlántico, de un amo a otro. Al elegir el destino de convertirse en la extrema periferia oriental del campo occidental hegemonizado por los Estados Unidos, esta parte de Europa ha elegido convertirse en un arco de crisis permanente entre Occidente y la Federación Rusa.

Choque de civilizaciones: ¿ cui prodest?

Por supuesto, se podría objetar lo escrito hasta ahora de que el conflicto entre Moscú y Kiev es parte de un posible proyecto del Kremlin destinado a restablecer el dominio de Moscú sobre un territorio que primero perteneció al Imperio zarista y luego a la Unión Soviética. . Aunque ciertamente no faltan ecos neoimperiales en el discurso público ruso (por otra parte marginales, pero dignos de atención por su fuerza movilizadora), algunos de los cuales incluso están teñidos de un cierto espiritualismo civilizador ambiguo que interpreta el choque actual en el humeante lenguaje escatológico. términos de enfrentamiento entre el Bien, la Luz y la Tradición (Rusia ortodoxa) y el Mal, la Oscuridad y la Decadencia (el Occidente materialista y ateo); Sin embargo, este posible proyecto, esta hipotética estrategia del Kremlin no resiste una lectura menos emotiva y romántica de los acontecimientos actuales y un análisis de sus causas, así como, en particular, una descripción más objetiva y realista de la situación. los “valores” actuales expresados ​​desde Rusia y Occidente.

Algunas aclaraciones del presidente Putin sobre la superioridad de Rusia en valores respecto a Occidente –que a primera vista parecería respaldar los ecos neoimperialistas y civilizadores mencionados anteriormente– se remontan al choque dialéctico con los principales exponentes políticos del bando contrario. (el “Occidente colectivo”), que equiparan el gobierno de la Federación con una autocracia siguiendo la tradición zarista, acusan al Kremlin de promover teorías oscurantistas y de ejercer un régimen liberticida y opresivo.

Más importantes y llenas de realismo político son las continuas declaraciones de Putin, al menos a partir de su discurso durante la Conferencia de Múnich (2007), sobre la neutralidad de las zonas vecinas a la Federación por sus necesidades de seguridad.

Volviendo al supuesto deseo del Kremlin de restablecer la Rusia imperial o una reedición de lo que fue la Unión Soviética, cabe señalar que la narrativa neoimperial y civilizadora, paradójicamente, se vuelve funcional a la estrategia norteamericana encaminada a mantener el equilibrio global. hegemonía, así como amplia y magistralmente definida por los dos textos canónicos que son sin duda los de Samuel P. Huntington y Zbigniew Brzezinski, autores respectivamente de El choque de civilizaciones y la reconstrucción del orden mundial (1996) y El gran tablero de ajedrez. La primacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos (1997).

En el caso de que el Kremlin sucumbiera a la tentación de la narrativa civilizadora “neoimperial” y – sobre esta base – tomara decisiones estratégicas, caería irremediablemente en la trampa del choque de civilizaciones, exponiéndose a sí mismo y a toda Eurasia. a la proliferación de las crisis previstas por Brzezinski y al peligro de fragmentación de su espacio nacional y de todo el continente, según líneas divisorias religiosas y etnoculturales: en última instancia, cumpliría el sueño, hegemónico y mesiánico al mismo tiempo, de la Estados Unidos, el de ser la nación indispensable, la única dispensadora de civilización y valores.

De la guerra árabe-israelí al conflicto Israel-Hamás

La actual guerra entre la Franja de Gaza y el Estado de Israel comenzó el 7 de octubre de este año con la operación Inundación de Al Aqsa, deseada y organizada por Hamás, a la que Israel reaccionó rápidamente implementando una respuesta desproporcionada con la operación Espadas de Hierro, es una episodio del conflicto árabe-israelí más amplio que comenzó allá por 1948. Constituye la tercera fase del choque directo entre Israel y Gaza. Es decir, sigue a las operaciones Plomo Fundido y Margen Protector, lanzadas por Israel contra Gaza en 2008 y 2014, respectivamente.

Conviene repasar rápidamente el recorrido histórico de este largo conflicto, del que la guerra actual constituye una parte significativa, debido a algunos elementos que lo distinguen de episodios anteriores: la asimetría de los contendientes, la impresionante cantidad de víctimas, en su mayoría niños, la pasividad de la llamada comunidad internacional y de los países árabes, la hibridación entre guerra religiosa y liberación nacional, la estrategia del Eje de resistencia auspiciada por Irán.

Las tres guerras de 1948, 1967 y 1973 son conflictos entre coaliciones árabes e Israel. Son guerras que expresan la voluntad de algunas naciones árabes de resolver la cuestión del pueblo palestino, mediante un enfrentamiento militar, tras la proclamación del Estado de Israel en 1948 por las autoridades sionistas en Palestina. En cierto modo, estas guerras árabe-israelíes son hijas de la Thawra Filasṭīn (Revolución Palestina), la gran revuelta de los árabes palestinos, que duró unos tres años, de 1936 a 1939, contra la política de asentamientos judíos, permitida por los siguientes ingleses. la Declaración Balfour de 1917. La política de asentamientos hizo que la población judía pasara de 80.000 a alrededor de 360.000 unidades en sólo 18 años, creando una importante agitación demográfica y socioeconómica en detrimento de las poblaciones nativas. Palestina, tras la derrota del Imperio Otomano y su disolución, estuvo gobernada de 1920 a 1948 por los británicos (Palestina Mandataria) y se extendió sobre un territorio de aproximadamente 28.000 kilómetros cuadrados. Tras la partición de 1947, el nacimiento del Estado de Israel y los resultados de las tres guerras árabe-israelíes (48, 67, 73), el territorio de lo que fue Palestina bajo el mandato británico está hoy dividido entre Israel (20.770 km2) y el Estado de Palestina (6.020 km2), que incluye Cisjordania (5.655 km2) y la antigua Franja de Gaza (365 km2).

Después de los decepcionantes resultados de las tres guerras árabe-israelíes mencionadas anteriormente, las coaliciones árabes, por diversas razones, se desmoronaron y la población palestina quedó, por así decirlo, abandonada a su propia suerte. De hecho, Egipto y Jordania llegaron a un acuerdo con Israel y firmaron tratados de paz con el Estado judío en 1979 y 1994 respectivamente. Mientras que Siria, Líbano e Irak no reconocieron al Estado de Israel y continuaron apoyando la causa palestina.

A partir de la Guerra de Yom Kippur (1973), la resistencia palestina se expresó de manera asimétrica y con acciones esporádicas, cuyos episodios más relevantes fueron los largos y sangrientos levantamientos que pasaron a la historia como intifadas: la primera intifada o intifada de las piedras, que comenzó el 8 de diciembre de 1987 finalizará aproximadamente seis años después, el 13 de julio de 1993 y la segunda intifada o intifada de al-Aqsa, que comenzó en 2000 y finalizó en 2005.

Es precisamente con las intifadas, en particular la de 1987, que la resistencia palestina más radical comenzará a oponerse al Estado de Israel no sólo en el contexto de una lucha de liberación nacional, sino también en términos de una guerra religiosa. Este es precisamente el caso de la organización islamista Hamás, de inspiración sunita, que nació durante la primera Intifada y logró, a partir de la segunda mitad de 2007, controlar la Franja de Gaza. Este es también el caso de la organización islamista libanesa Hezbollah, de inspiración chiita.

El paso del modelo tradicional de luchas de liberación nacional, basado en el principio de autodeterminación de los pueblos, que logró un claro éxito en la independencia de Argelia y Túnez y constituyó un punto de referencia teórico para la OLP, a la práctica del “ La guerra santa” se debe a varios factores. Entre ellas, es importante destacar las crecientes influencias de Irán, especialmente después de la conclusión de la guerra con Irak, y de los Hermanos Musulmanes en las organizaciones políticas palestinas. Si hasta 1973 la lucha por establecer un Estado palestino involucraba a actores estatales, es decir, los principales Estados de la región (Egipto, Jordania, Siria, Líbano), hoy involucra principalmente a organizaciones radicales, motivadas ideológicamente, que participan en el Eje de Resistencia. Cuyo objetivo no es sólo la liberación de Palestina, sino la lucha total contra Israel y las influencias políticas de Estados Unidos y del propio Israel en la región de Cercano y Medio Oriente.

La fuerte disparidad de fuerzas y de apoyo internacional entre Israel –que goza, recordemos, del apoyo de los EE.UU. y de todo Occidente– y la Franja de Gaza, que cuenta con un apoyo regional, tan radical como fragmentado, vuelve a proponer trágicamente el principio bíblico. Lucha entre el gigante Goliat y David.

Las dos guerras en curso y la transición unimultipolar

Las dos guerras actualmente en curso constituyen dos focos de crisis localizados en regiones específicas de la masa euroasiática capaces de reescribir las estructuras geopolíticas globales.

La desestabilización prolongada de dichas áreas, junto con posibles focos de tensión en otras partes de la masa continental euroasiática, como en el Indo-Pacífico o Asia Central, podrían contribuir a una transición compleja del orden unipolar dominado por Estados Unidos a un mundo más equilibrado, orientado hacia contener la competencia entre naciones y promover la cooperación internacional.

La crisis ruso-ucraniana representa un primer factor que exacerba la fractura entre Europa continental y centrooriental y la Federación de Rusia. De hecho, con el tiempo distancia las posibilidades de colaboración entre Rusia, rica en recursos energéticos, y los países europeos, altamente industrializados pero dependientes de la energía. También retrasa la necesidad de desarrollar una arquitectura de seguridad compartida. Los principales beneficiarios de esta posible división duradera entre Europa y la Federación de Rusia parecen ser Estados Unidos, tanto desde el punto de vista geopolítico como geoestratégico.

El foco de crisis, nunca amainado y recientemente reavivado en Palestina, constituye un segundo factor que a largo plazo interviene para complicar la transición de un orden unipolar a uno multipolar, debido también a la actual equidistancia entre actores globales como Rusia, China y India. Hipotéticamente, si por un lado una actitud pro-Gaza de estos tres países y del Sur global podría acelerar el proceso de transición, por otro lado podría aumentar el riesgo de un conflicto generalizado, si no desencadenarlo con consecuencias impredecibles. Al involucrar indirectamente a las potencias regionales del llamado Sur global, como Irán, Siria y, en ciertos aspectos, también la Turquía de Erdogan (últimamente divergiendo de las indicaciones de Occidente liderado por Estados Unidos), el estallido de la actual crisis palestino-israelí obstaculizaría la capacidad de estos países para avanzar activamente hacia la construcción de un nuevo sistema multipolar o policéntrico. Además, la continuación de esta situación crítica y fuertemente desequilibrada a favor de Israel brindaría a Estados Unidos la oportunidad de utilizar a Israel como fuerza estabilizadora armada (y nuclear) en la región del Cercano y Medio Oriente. Por lo tanto, Israel se posicionaría como un pilar necesario –en sinergia con Turquía o como una alternativa a Ankara en caso de que esta última continúe con su excentricidad con respecto a la alianza atlántica– de la política norteamericana en el Mediterráneo oriental y en la región de Medio Oriente. Una vez más, entre los actores globales, el principal beneficiario geopolítico parece ser la potencia extranjera.

Como se destacó, la aplicación del modelo del arco de crisis para comprender las guerras actuales nos permite analizarlas en el contexto de la transición del orden unipolar al orden generalmente multipolar. También subraya la necesidad de que la potencia en decadencia, Estados Unidos – visiblemente en crisis por la pérdida del papel hegemónico desempeñado hasta ahora, debido a nuevos actores como China e India – adopte una estrategia generalizada para promover áreas de tensión ( geopolítica del caos) en la masa euroasiática. Como era de esperar, este escenario también se extendería a África para contrarrestar las influencias rusas y chinas, con el objetivo de obstaculizar, si no desempoderar, a quienes están dando forma al nuevo orden mundial.

En conclusión, el modelo de foco de crisis nos ayuda a comprender la transición del unipolar al multipolar, aún en proceso de definición. Desde esta perspectiva, los “centros de crisis” parecen ser funcionales a la estrategia estadounidense de frenar la transición en curso hacia un sistema multipolar y apuntar a prolongar la hegemonía unipolar de Washington.

FUENTE: Theory of the Arc of Crisis: Geopolitics and Geostrategy https://www.vision-gt.eu/news/theory-of-the-arc-of-crisis-geopolitics-and-geostrategy/

Por Gianmarco Serino Dissipatio

La «finlandización» de Ucrania, la guerra en las sombras entre Estados Unidos y Rusia, las consecuencias de la escalada, es decir, la continuación de la crisis de 2014, que nunca terminó realmente y que a su vez tiene orígenes antiguos.

En 2015 publicó el volumen  El conflicto ruso-ucraniano, Geopolítica del nuevo (des)orden mundial  publicado por Rubettino: un texto tan breve como preciso para describir el pasado de Ucrania y, sobre todo, para anticipar el escenario que hoy ocupa el portadas de periódicos internacionales a raíz de la tesis de Huntington sobre el nuevo orden mundial. El endurecimiento de las fuerzas militares rusas en la frontera con Ucrania y la creciente asertividad de la flota rusa en el Mar Negro es la continuación de la crisis de 2014, que nunca terminó realmente y que a su vez tiene orígenes antiguos, como la historia de los habitantes de esta región, durante buena parte de las negociaciones de hoy entre Rusia y Estados Unidos, quedó de lado en las mesas de negociación. Tomémoslo desde lejos: ¿quiénes son hoy y cuál es la historia de los habitantes de Ucrania y Crimea?

Cuando el territorio de Ucrania fue dividido entre los imperios ruso y Habsburgo se produjo una fractura dentro de este país, ya que la parte noreste miraba hacia Kiev, el oeste, mientras que la parte sureste miraba hacia Rusia, y acogía predominantemente a pueblos de habla rusa. los ciudadanos. Otro asunto es el de Crimea, que es rusa desde 1792. Volviendo a la escisión, ésta ha continuado a lo largo de los siglos y en 1918 la Ucrania de Kiev se independizó  de jure , pero no  de facto , como estado satélite de la era alemana. Desde 1922, Ucrania es una República Soviética , la más importante, quizás, de las muchas que componían la URSS.

En la Segunda Guerra Mundial, cuando el territorio ucraniano fue invadido por tropas alemanas, esta división se repitió nuevamente y la Rus de Kiev volvió a convertirse en un estado satélite de la Alemania nazi. Incluso se formó una División de las SS compuesta por ciudadanos ucranianos que lucharon junto a los nazis junto con la Guardia Nacional de Ucrania. Es importante recordar que estos dos grupos armados apoyaron la persecución de los judíos. Después de la muerte de Stalin en 1954, Moscú cedió Crimea a Ucrania, que en ese momento todavía formaba parte de la Unión Soviética. 

Fue como un regalo que le das a una esposa, todo quedó en la familia. Tras la caída del Muro y ante la implosión de la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia, Gorbachov -quien obligó al gobierno de Berlín Oriental a no reprimir las manifestaciones pro-occidentales en la RDA-  aseguró que Rusia permitiría a sus propios estados satélites a elegir su sistema político preferido, siempre que nunca entren en la OTAN ni en la Unión Europea. En cuanto a la OTAN, en la reunión de Malta, pocos meses después de la caída del Muro, Bush padre aceptó el pacto que hoy se recuerda con el aforismo «ni un centímetro». Estos acuerdos, que eran sólo verbales (es decir, que nunca se incorporaron a un protocolo diplomático, pero de los que existe una transcripción) siempre fueron ignorados por la OTAN.  

El avance progresivo de las fronteras de las bases de la alianza atlántica ha cercado así a Rusia. La revolución -o golpe de Estado según se mire- del Euromajdan de 2014, apoyado por Estados Unidos, Alemania y Polonia, prefiguró la entrada de Ucrania en la OTAN. Si Ucrania entrara en la OTAN, Crimea también se habría unido efectivamente, y para Rusia esto habría significado perder su puerto más importante, el de Sebastopol, el único acceso a los «mares cálidos», es decir, al Mediterráneo, a través del Mar Negro y el Mar Turco. Estrecho, porque como sabemos los puertos del Mar Báltico están congelados la mayor parte del año. Rusia se habría encontrado, en la hipótesis de una Ucrania en la OTAN, con sus fronteras (ahora en disputa) completamente indefensas. Desde Ucrania hay sólo 500 kilómetros hasta Moscú y 200 hasta Volgogrado, la antigua Stalingrado. La situación se parece en cierto modo a lo que ocurrió en el patio trasero de Estados Unidos con la crisis de los misiles en Cuba: así, Moscú ocupó Crimea en 2014 y favoreció la insurrección prorrusa en la región de Donbass. 

Este punto muerto de la sangrienta guerra de guerrillas en la parte sudoriental de Ucrania duró hasta que, hacia finales del año pasado, Rusia volvió a concentrar sus tropas en las fronteras ucranianas. La pregunta que cabe hacerse es ¿qué pasará? Yo, que soy historiador y no profeta, creo que estamos ante la clásica guerra de nervios, pero que forma parte de una precisa doctrina militar rusa, la llamada  Maskirovka , también apodada «guerra de las sombras». Es una guerra disfrazada, disfrazada, una guerra de  desinformatia  (desinformación) En el verano de 1943, no lejos de Ucrania, se libró una gran batalla entre tanques soviéticos y alemanes, la famosa Batalla de Kursk. Lo ganaron los rusos, gracias a  Maskirovka . A partir de ese momento, la ofensiva de Alemania contra Rusia cesó. La peculiaridad de esta batalla fue el hecho de que se ocultó cuidadosamente la superioridad de los medios soviéticos. Así hubo un primer ataque alemán que tuvo éxito, pero la poderosa contraofensiva rusa derrotó a las fuerzas nazis. Hoy en día, los objetivos de las tácticas rusas son los mismos, cuidadosamente envueltos en sombras y nieblas, aunque en un contexto que no es el de una guerra abierta. 

¿Qué quiere hacer Putin? Me gustaría señalar lo que está sucediendo anómalo en este período. Mientras Occidente afirma que Rusia está a punto de atacar a Ucrania, los líderes ucranianos lo niegan y destacan cómo esta actitud sólo puede agravar la tensión. Al intentar devolver todo esto a los objetivos de Putin, está claro que el objetivo es evitar una mayor ampliación del cinturón de bases de la OTAN y muy probablemente llegar a un acuerdo ruso-ucraniano,  con la Francia de Macron en el papel de mediadora, saltándose todos los las otras intermediaciones, garantizando la neutralidad de Ucrania, exactamente como ocurrió con Finlandia, que permaneció neutral durante toda la Guerra Fría.

Tanto Bush padre, que pronunció un discurso sobre el tema en Kiev dirigido a los ucranianos, habló de la llamada finlandización de Ucrania, como el propio Kissinger apoyó a Kissinger durante la crisis de 2014. Estados Unidos habría asegurado, en este último mes , a Rusia a través de un mensaje secreto – y aquí estamos realmente en la guerra de las sombras – que habría garantizado durante al menos los próximos diez años que Ucrania no sería aceptada en la OTAN debido a la corrupción de su clase dominante. Las palabras de Kissinger, si se retomaran hoy, evitarían la masacre de una guerra civil, que en cualquier caso todavía se está gestando en Ucrania. Precisamente en Donbass se encuentran los mayores depósitos de carbón y las mayores industrias, que son fundamentales para Rusia. Esta tensión y la guerra civil no han hecho más que empeorar la situación económica, provocando la retirada de los principales inversores. 

Sin embargo, Rusia, a diferencia de lo que leemos en los periódicos, ya no tiene la fuerza de la Unión Soviética para comprometerse en la reconquista de Polonia y los países bálticos, y lo mismo ocurre con Ucrania, sobre todo con Ucrania. La propia ocupación de Ucrania sería una carga insoportable para Moscú, muy grave. Desde un punto de vista militar, Putin ganaría fácilmente la guerra, pero mantener el control de este territorio sería muy complejo y costoso. Ucrania tiene el tamaño de Francia y está poblada por 40 millones de personas.  Es un territorio inmenso pero carece de grandes arterias ferroviarias y viales. Ni siquiera los alemanes lograron controlar completamente la parte sureste durante la Segunda Guerra Mundial.

Hablando de sombras. Hasta ahora, Turquía ha permanecido en la sombra de los medios de comunicación, pero ha seguido con gran atención la evolución de los acontecimientos en Ucrania y Crimea. ¿Cuáles son los temores e intereses de Ankara en esta región?

Crimea estuvo bajo el Imperio Otomano hasta 1787. El Mar Negro es fundamental para Turquía, evidentemente, que nunca se ha olvidado de Crimea. Además, es miembro de la OTAN. Un miembro muy especial de la OTAN. Recordamos que cuando se produjo el golpe de Estado contra Erdogan, los aviones que partieron para bombardear su residencia de verano partieron de bases de la OTAN. En este caso quedó claro que los objetivos imperiales del líder turco no convenían a Washington, hasta el punto de que los propios Estados Unidos invirtieron miles de millones en Rumania para modernizar su flota, también en el Mar Negro. flota, siempre ha contado con pequeños buques destinados a tareas de policía marítima. La flota rumana modernizada y ampliada que hoy está presente en el Mar Negro se debe en cualquier caso al dinero estadounidense.

Entre las peticiones rusas estaba también la de retroceder la situación de ampliación de las bases a 1997 , es decir, que las tropas de la OTAN abandonaran Rumanía y Bulgaria. Naturalmente esta es la clásica pregunta que surge al pedir mil y recibir cien. Sin embargo, es interesante considerar las respuestas de Sofía y Bucarest, que rechazaron la petición rusa de abandonar la OTAN, pero dejaron claro que no tienen intención de declarar la guerra a Rusia. Croacia dijo explícitamente lo mismo. Implícitamente adoptaron la misma posición, Hungría, Francia, Italia y Alemania, que negaron apoyo bélico ofensivo al gobierno de Kiev, pero ofrecieron herramientas de protección individual, asegurando, sin embargo, una cantidad ínfima de cascos y chalecos antibalas al Ejército ucraniano.  

Alemania mantiene relaciones tradicionales  de ostpolitik  con Rusia y está interesada, como toda la Unión Europea, en  Nord Stream 2  -dejando de lado el gasoducto ruso-ucraniano, que antaño aseguraba gas para toda Europa, hoy casi en desuso-, que, sin embargo, Estados Unidos lo ha vetado, y esto, naturalmente, es perjudicial para toda Europa, no sólo para Alemania. Con esto Putin logró mostrar al mundo que los frentes de la OTAN y la UE están divididos. Macron ha dicho que enviará tropas a las Repúblicas Bálticas y a Polonia, pero no a Ucrania, y de hecho lidera el frente de aquellos países que descaradamente quieren mantener relaciones diplomáticas con Rusia. Incluso los estadounidenses, aunque parezca lo contrario, no quieren una guerra con Rusia. Los entre 2.000 y 3.000 soldados estadounidenses que llegarán a Europa del Este no irán a Ucrania, sino a Polonia y la región del Báltico. Los materiales de Washington y Londres llegarán a Ucrania y ya lo están haciendo, pero ciertamente no a coste cero para Kiev.

Hoy en día, el «frente» rusofóbico liderado por Inglaterra y Polonia junto con los Estados bálticos parece ser el «frente que apoya más activamente a Ucrania contra una futura e hipotética invasión rusa». Estos países, aparte de Inglaterra, se han dividido varias veces en los últimos siglos entre Rusia y Alemania. ¿Cuáles son hoy los objetivos reales pero no declarados en esta zona geográfica, además de los rusos?

Hay raíces históricas que no son de segundo orden. Kiev formaba parte de la Unión Polaco-Lituana establecida en 1569 con el Tratado de Lublin y hoy Varsovia sueña con una confederación que se extienda también a Estonia y Letonia. Los países bálticos se liberaron de Rusia después de 1918, y se crearon Estonia, Letonia y Lituania, para ser invadidas nuevamente por Moscú tras la firma del Tratado Ribbentrop-Molotov. Lo mismo ocurre con Polonia, que después de la guerra relámpago de Hitler en 1941 quedó dividida entre Alemania y Rusia. El temor de estos países, y de otros similares en Estocolmo y Helsinki, que parecen seriamente dispuestos a unirse a la OTAN, es comprensible, pero no está justificado en comparación con el poder de Rusia hoy.

La crisis demográfica de Rusia es desastrosa y esto se refleja en sus fuerzas armadas. Para concentrar todas estas tropas en la frontera con Ucrania, Rusia dejó el frente oriental completamente indefenso. Estos soldados proceden de Siberia y de las fronteras con Asia Central. Por el momento, por supuesto, Moscú no teme nada en la frontera oriental con China. Rusia y China , sin embargo, más allá del idilio que existió inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, son dos países que siempre han sido rivales, como siempre lo han sido Rusia e Irán. Hoy se habla de un ejercicio conjunto chino-ruso-iraní. Por lo tanto, Estados Unidos ha logrado reunir a tres enemigos centenarios.

Quizás habría sido mejor para Washington no burlarse de los rusos, sino mantenerlos como aliados para jugar contra China. Rusia es un país euroasiático , pero tiene una vocación occidental que siempre le ha sido negada. En un bello poema de Pushkin sobre  la rusofobia,  es decir, el odio que los occidentales tienen hacia Rusia, se escribe: «¿Realmente nos odiáis a nosotros, que somos los centinelas de Oriente? ¡Nosotros los que impedimos que los pueblos del Este invadan Europa! Pushkin se refería a las invasiones mongolas del siglo XIII llevadas a cabo por los herederos de Genghis Khan y a la función histórica de Rusia como bastión oriental para Europa. Dostoievski repitió lo mismo en 1863. 

Además, existe una división de intereses muy fuerte entre Europa y Estados Unidos, que se mantiene cubierta, pero que cíclicamente resurge en momentos de tensión. Basta pensar en las relaciones entre Rusia y la Francia gaullista ya en la Segunda Guerra Mundial  y en el famoso grupo de trabajo «Normandía»  en el que participaron Francia y Rusia. Este grupo de trabajo se llama así porque  la Francia libre de De Gaulle  , aunque ciertamente no era una gran potencia militar, envió el pequeño pero combativo contingente de la fuerza aérea «Normandie-Niémen» para contrarrestar a la  Luftwaffe  en el frente oriental. 

¿Qué posibilidades hay de un escenario de «balcanización» o algo similar de Ucrania, un país muy heterogéneo desde el punto de vista étnico y cultural?

Es probable que si no se llega a un acuerdo ruso-ucraniano, porque las tropas de Moscú no invadirán toda Ucrania, sino que ocuparán la parte donde luchan las milicias separatistas de Donbass, que forman parte de dos repúblicas autoproclamadas independientes de Kiev, , a quienes los residentes de Moscú les otorgaron pasaportes rusos. 

Gianmarco Serino Nacido en 1999 de padre napolitano y madre saboya en Scarnafigi, un pueblo remoto en el corazón del Piamonte, escapó del campo después de terminar la escuela secundaria y se instaló en Turín, donde estudió y obtuvo una licenciatura de tres años en Ciencias Estratégicas y Ciencias de la Seguridad. Hoy vive en Milán donde estudia Política Europea e Internacional en la Universidad Católica del Sagrado Corazón.

Por Boaventura de Sousa Santos *

Traducción de Bryan Vargas Reyes

Me hago la misma pregunta que el gran intelectual comunista portugués, Bento Jesús Caraça, se hizo en 1932 y suscribo el mismo pronóstico. Tras afirmar que, a medida que se acercaba la Primera Guerra Mundial, “los intelectuales (con excepción de Romain Rolland en Francia y, añadiría yo, Karl Kraus en Austria), en lugar de arrojar todo el peso de su prestigio en la balanza para tratar de impedir que estallara la catástrofe y poner orden en un caos de locura, utilizaron ese mismo prestigio para avivar las llamas y aumentar el desorden. Donde debían elevarse, se degradaron; para cumplir una misión noble y humana, prefirieron la traición”.

Las preguntas son: ¿ha cambiado la situación en el presente? ¿Vemos signos claros y precisos de una intención de redimir un pasado oscuro?

La respuesta de BJC es inequívoca: “La verdad es que ¡no! Hay sin duda grupos importantes de ‘hombres firmes’, de ‘hombres de buena voluntad’ que ponen lo mejor de su inteligencia y de su actividad en la lucha contra la guerra, pero desgraciadamente, la mayoría, la inmensa mayoría de los intelectuales se preparan para una nueva renuncia al espíritu. Si estalla una guerra, y nunca hemos estado tan cerca de ella, volveremos a ver surgir por todo el mundo miles de fáciles héroes de escritorio, escupiendo los mismos torrentes de mentiras que llevarán a otros al frente de la batalla… y les asegurarán estar cómodos en la retaguardia.” (Bento de Jesus Caraça, Conferências e Escritos. Lisboa, 2ª edição 1978, 216)

Diez años antes, Karl Kraus escribió en Los últimos días de la humanidad: “El humor no es más que la acusación que se lanza a sí mismo alguien que no se ha vuelto loco ante la idea de haber soportado presenciar las cosas de este tiempo en su sano juicio”. (Os Últimos Dias da Humanidade. Tradução de António Sousa Ribeiro. Lisboa, Antígona, 2023, 17-19.) Y se desahogaba: “una confesión tan completa de culpa por pertenecer a esta humanidad será bienvenida en alguna parte, y siempre será útil”.

Como Caraça, Rolland y Kraus, no me satisface que se produzca una nueva guerra mundial, ya por tercera vez. Y sin duda la última, si se trata, como es probable, de una guerra nuclear. “¡No en mi nombre!” El papel del intelectual es unirse a los ciudadanos activos por la paz, a los partidos políticos y movimientos sociales que desean realmente la paz y denuncian a las fuerzas mundiales que promueven la guerra como medio de perpetuar su poder. Pero la experiencia nos demuestra que esta lucha, para ser eficaz, debe tener una dimensión organizativa. De eso voy a hablar en este texto.

Desde hace cien años, Europa está al borde de la guerra mientras se cura las heridas de la guerra anterior. Cada vez, los motivos son diferentes, pero han tenido en común el hecho de que, aunque nacieron aquí, llevan consigo el mundo y son, por tanto, globales. Así hemos vivido entre guerras. Quizá sea poco conocido que, en cuanto terminó la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas conservadoras, especialmente los católicos y los campesinos, se preguntaban voluntariamente cuándo empezaría la nueva guerra, ahora contra Rusia. La retórica de la incipiente Guerra Fría exaltó los ánimos, y sólo se enfriaron cuando Occidente contempló pasivamente cómo los soviéticos aplastaban el levantamiento húngaro de 1956 La paz iba a durar. La paz que duró fue la que hicieron posible la Guerra Fría y las numerosas guerras calientes regionales en África, Oriente Próximo y Asia. ¿Qué hay de nuevo ahora?

Si analizamos los debates internos en EEUU antes de su intervención en las dos primeras guerras mundiales, vemos que EEUU empezó declarándose neutral; la intervención posterior a favor de los aliados fue algo reticente y contraria a la ideología del aislacionismo que había sido tan popular hasta mediados del siglo XX. Por el contrario, la tercera guerra mundial en ciernes es un proyecto estadounidense. Europa sólo es un aliado menor. ¿Por qué? En las dos primeras guerras, el imperialismo estadounidense se encontraba en una fase ascendente y las guerras se utilizaron únicamente para consolidar esta posición dominante a escala mundial. EEUU salió fortalecido de cada guerra. Basta recordar que en 1948, el PIB estadounidense era casi la mitad del PIB mundial (en 2019 era el 24%). En estos momentos, EEUU está en declive y la guerra ha sido la opción tomada desde la época del presidente Clinton para frenar el declive, porque es en el complejo militar-industrial donde EEUU tiene la superioridad más inequívoca sobre las potencias rivales. Basta pensar en la más de 800 bases militares repartidas por todo el mundo.

De hecho, EEUU ha estado en guerra permanente desde su fundación, pero las guerras nunca son las mismas, y sólo tienen en común que tienen lugar lejos de sus fronteras. Hoy es una guerra de hegemonía; si hasta hace un tiempo la opción nuclear estaba radicalmente excluida, hoy se ha convertido en uno de los escenarios posibles. La gravedad de la situación se deriva del hecho de que el declive de Estados Unidos no sólo es evidente en la política y la economía mundiales. Ahora es descaradamente visible en casa. En el país más rico del mundo, uno de cada seis niños estadounidenses no saben de dónde vendrá su próxima comida. De los jóvenes delincuentes (de entre 10 y 17 años) internados en centros de detención, el 42% son negros, a pesar de que el porcentaje de jóvenes negros en la población juvenil estadounidense es del 15%. En 2023 se produjeron 630 masacres (tiroteos masivos, en los que murieron más de 4 personas). En 2021 murieron casi 50.000 personas por armas de fuego, de las cuales más de la mitad fueron suicidios. En 2023, había 653.100 personas sin hogar, un 12% más que en 2022. Las elecciones de 2024 serán sin duda libres, pero no serán justas, dada la presencia de dinero negro (dark money) en la financiación de las campañas, y puede que ni siquiera sean pacíficas. Ante este declive multidimensional, Estados Unidos centra cada vez más energía en la guerra de hegemonía. La guerra de hegemonía es aquella cuyo objetivo es concentrar y mantener el poder en el Estado hegemónico en cuyos intereses se establece el orden internacional, un orden que es unipolar por naturaleza. La dualidad de criterios en el “orden basado en normas” (compárese Ucrania con Palestina) es la principal característica del orden hegemónico. Con el colapso de la Unión Soviética y el fin del Pacto de Varsovia (1991), la guerra de hegemonía parecía ganada para siempre. Pero como el desarrollo del capitalismo mundial es desigual y combinado, han surgido desafíos a la hegemonía estadounidense, en gran parte derivados del desarrollo de China. En 1949, la China comunista comenzó a prepararse para un siglo de fortalecimiento que devolvería a China la posición en la cúspide del sistema mundial que ocupó hasta 1830, aunque desde el siglo XVI en una cierta multipolaridad con la Europa imperial.

Como afirma Xulio Ríos en La metamorfosis del comunismo en China, Mao Zedong puso a China en pie, Deng Xiaoping la desarrolló y Xi Jinping personifica el impulso final para hacer de China un país poderoso con una posición central en el sistema mundial, que culminará en 2049(A Metamorfose do Comunismo na China, Unha historia do PCCH (1921-2012). Pontevedra, Kalandraka, 2021, 282.)

Mientras Mao dejó de lado la cultura confuciana tradicional y Deng priorizó el desarrollismo por encima del marxismo, el Xiismo busca una síntesis de las tres ideologías fundadoras con la idea de un “socialismo con peculiaridades chinas en la nueva era”. Dado que, durante la época de la globalización, China fue el socio que ayudó a disimular el declive económico de EEUU, las alarmas de la guerra hegemónica sólo empezaron a sonar en tiempos de Bill Clinton.

Pronto los neoconservadores (un grupo ideológico que va desde Hilary Clinton hasta Victoria Nuland y su marido, para quienes no hay que negociar con los rivales de la hegemonía estadounidense; hay que destruirlos) tomaron el control de la política exterior estadounidense. Los rivales tienen eslabones débiles y ahí es donde hay que atacarlos. China tiene dos: su principal aliado, Rusia, y Taiwán. La guerra de Ucrania fue desde el principio una estrategia de cambio de régimen (no en Ucrania, sino en Rusia). El objetivo era desgastar a los líderes políticos rusos (especialmente a Putin), como se hizo en los años 80, hasta que llegó un doble de Gorbachov y convirtió a Rusia en amiga de EEUU, y por tanto enemiga de China, lo que llevaría inmediatamente a China a quedar confinada en Asia. Como está claro hoy, el objetivo fracasó, Rusia se hizo más fuerte y su presencia multisecular en Eurasia se expandió aún más. El martirizado pueblo de Ucrania y los pueblos de Europa, manipulados por una guerra de propaganda sin precedentes, están pagando un alto precio por esta estrategia. Como Volodymyr Zelensky sabe poco de relaciones internacionales, no conocía la frase de Lord Palmerston con los ojos puestos en EEUU: “Las naciones no tienen amigos ni aliados permanentes; sólo tienen intereses permanentes”. Si no puede ser sustituido, Zelensky podría tener un accidente fatal en un futuro próximo.

El otro eslabón débil de China es Taiwán, y es aquí donde la guerra de hegemonía podría librarse con mayor violencia. Será una nueva Ucrania, pero en la que Estados Unidos aprenderá de los errores cometidos en Europa.

Como los amos de la historia desprecian la impertinencia de esta, no previeron la resistencia anticolonial del pueblo palestino, en este caso protagonizado por Hamás. La guerra de Israel contra Palestina es cualitativamente diferente de la guerra de Rusia contra Ucrania por tres razones principales. Por un lado, la primera es una guerra colonial de exterminio, la segunda es una guerra de contención. Por otro lado, EEUU no es un aliado de Israel. EEUU es Israel, porque el lobby pro-israelí controla tanto la política interior como la exterior de EEUU. Por último, la guerra de Israel, lejos de ser una perversión del mundo occidental, es su espejo más cruel y fiable: una civilización que desde el siglo XVI ha creado y celebrado la humanidad mientras deshumanizaba a la mayor parte de ella.

Al otro lado están los perdedores históricos del expansionismo europeo, el mundo islámico. La posibilidad de una escalada global de la guerra es cualitativamente mucho mayor en este caso. De ahí la inmediata desinversión en Ucrania. También en Oriente Medio, los neoconservadores tratarán de encontrar el eslabón débil de las alianzas chinas. Este eslabón es sin duda Irán. Probablemente será el próximo objetivo.

La resistencia contra la Tercera Guerra Mundial

La Historia es siempre contingente, por mucho que algunos factores parezcan determinarla. La tercera guerra no es inevitable. Las fuerzas de la resistencia y de la paz no están en Europa, el continente más violento del mundo. Es cierto que en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial surgió en Europa un poderoso movimiento pacifista, cuya mayor (y última) manifestación fueron las protestas contra la guerra de Irak en 2003. Este movimiento fue especialmente fuerte en Alemania, que, sin embargo, desde la guerra de Ucrania ha vuelto a sus peligrosos impulsos belicistas. La resistencia está en el Sur global.

En este texto, por Norte Global se entiende la Europa de los antiguos proyectos imperiales (sin Rusia), así como Japón y las antiguas colonias donde dominaban el racismo y el nacionalismo blanco (EE.UU., Canadá, Nueva Zelanda y Australia); el Sur Global, por su parte, son todas las demás antiguas colonias europeas y los países que, aunque no eran colonias europeas, estaban dominados por Europa (como China tras las Guerras del Opio).

Es posible que esta denominación sea transitoria y no dure mucho, ya que es subsidiaria de la fase más reciente de la globalización colonial- capitalista que, como sabemos, ha ido perdiendo terreno. El otro problema de esta denominación y de la dicotomía que conlleva es que homogeneiza las diferentes realidades sociohistóricas incluidas en cada uno de los polos de la dicotomía. Un análisis histórico no eurocéntrico mostrará la gran heterogeneidad tanto del Norte global como del Sur global. Basta con tener en cuenta que el Norte global incluye las potencias coloniales europeas y algunas de sus antiguas colonias. Por otra parte, dentro de Europa siempre ha habido asimetrías propias del colonialismo interno, de la Europa del Norte en relación con la Europa del Sur, de la Europa Central en relación con la Europa del Este, de las ciudades italianas y sus plantaciones en Chipre con mano de obra esclava eslava (eslavos que Hitler, siglos más tarde, llamaría Untermenschen, subhumanos), por no hablar de los Balcanes, cuya pertenencia a Europa se ha cuestionado repetidamente.

La misma (o mayor) diversidad puede observarse en lo que hoy es el Sur global. Las temporalidades, las lógicas de intervención e interacción y las economías políticas del extractivismo colonial en el Atlántico Norte, el Atlántico Sur, el Océano Índico y el Mar de China eran muy diferentes, por no mencionar el hecho de que incluían países que no estaban sometidos al colonialismo europeo. Hoy no tenemos la “inocencia” inaugural de principios del siglo XX en Europa, cuando todos los avances de la sociedad industrial y las comunicaciones se consideraban factores de homogeneidad.

Por supuesto, la homogeneización y la convergencia se han producido y siguen produciéndose, pero, contradictoriamente, también han surgido diferencias, desencuentros, reinvenciones de pasados distintos y vocaciones éticas y políticas divergentes. Por tanto, las dicotomías deben utilizarse con la máxima cautela y su utilidad es siempre provisional y limitada.

Con todas estas salvedades, el Sur global cuenta hoy con un actor privilegiado, China, y con una densa red de cooperaciones regionales y temáticas, entre ellas los BRICS+. (El acrónimo designa a los países que originalmente fundaron la organización (Brasil, Rusia, Indica, China y África del Sur) más los países candidatos a entrar en la organización.) ¿Es China comunista? ¿Es China imperialista? ¿En qué dirección llevará China al Sur global como actor privilegiado? Todas estas cuestiones son objeto de debate. China está gobernada por un Partido Comunista muy centralizado con unos noventa millones de militantes; en términos económicos, es hoy una economía mixta: una base capitalista –la gran mayoría de las empresas (61,2%) y del empleo (82,1%) (Números de 2018. Ver Li, Z., & Kotz, D. M. (2021). Is China Imperialist? Economy, State, and Insertion in the Global System. Review of Radical Political Economics, 53(4), 600-610. https://doi.org/10.1177/04866134211018868) pertenecen al sector privado y se rigen por las reglas del mercado– con una parte excepcionalmente grande de empresas estatales y un papel excepcionalmente grande y activo del Estado en la dirección de la economía y en el control financiero. Esta estructura, combinada con las relaciones exteriores de China (contratos de beneficio mutuo), parece indicar un patrón de comportamiento que no coincide con el patrón imperialista (dominación y extracción mediante contratos desiguales, tutela militar o violencia). Independientemente de esta valoración, lo que hay que subrayar es que China opera en conjunción con muchos otros países con un desarrollo intermedio y una fuerte conciencia de su soberanía. La organización BRICS+ es hoy la forma organizativa más densa y operativa del Sur global.

Como no se trata de una nueva edición del Movimiento de Países No Alineados, que buscaba modelos de desarrollo que no fueran ni capitalistas occidentales ni socialistas soviéticos, debemos preguntarnos cuál es el principio rector del Sur Global y hasta qué punto puede ser un hecho de paz y de prevención de la tercera guerra mundial.

En mi opinión, el Sur Global aspira a una alternativa quizá más radical que la alternativa entre capitalismo y socialismo. Se trata de la posibilidad de un capitalismo sin colonialismo. La idea de León Trotsky de que el desarrollo global del capitalismo es desigual y combinado se basa precisamente en las variaciones de la combinación de capitalismo y colonialismo en las distintas regiones del mundo. He argumentado que desde el siglo XVI, la dominación moderna ha consistido en una tríada: capitalismo, colonialismo y patriarcado. También he argumentado que las tres formas de dominación actúan en permanente articulación y que ninguna de ellas es sostenible sin las otras. En otras palabras, no puedo imaginar una sociedad capitalista que no sea colonialista y patriarcal. El colonialismo histórico (ocupación territorial por un país extranjero) aún no ha terminado, como nos muestra el horror cotidiano del genocidio del pueblo de Gaza, y no debemos olvidar el colonialismo al que está sometido el pueblo saharaui. Pero hoy en día el colonialismo continúa bajo muchas otras formas, como el racismo, el saqueo de los recursos naturales, la tala de bosques y el envenenamiento de los ríos, el acaparamiento de tierras, el desplazamiento forzoso de poblaciones, el creciente número de refugiados
medioambientales, el encarcelamiento masivo de personas negras en algunos países, los contratos desiguales, las fronteras con alambradas y fortalezas de hormigón, etc.

La razón de la permanencia del colonialismo y del patriarcado es que el capitalismo no puede sostenerse sin una fracción mayor o menor de mano de obra sobreexplotada o no remunerada, o simplemente desechable.

El colonialismo y el patriarcado, al generar poblaciones racializadas o sexualizadas, son las dominaciones que hacen posible esta sobreexplotación y robo de mano de obra. Y es en el Sur global donde prevalecen con mayor intensidad.

El Sur global es hoy una vasta y compleja red de prácticas e ideologías que exigen el fin de la dualidad entre el capitalismo aparentemente civilizado de las metrópolis del Norte y el capitalismo bárbaro de las colonias y neocolonias. En otras palabras, un capitalismo sin colonialismo a escala mundial. Sospecho que si triunfan, lo que surgirá de su victoria no será el capitalismo tal y como lo conocemos, sino algo diferente que, por ahora, podemos llamar postcapitalismo. La versión bélica del imperialismo neoconservador estadounidense representa un esfuerzo desesperado por impedir ese éxito. Sin embargo, el poder económico que ahora ostenta el Sur global (la gran diferencia con el Movimiento de Países No Alineados) podría obligar a EEUU y a sus aliados del Norte global a negociar. Los BRICS+ representan ahora más del 30% del PIB mundial. La negociación es la única forma de evitar la Tercera Guerra Mundial. Ahí reside nuestra esperanza.

¿Salvará la negociación al mundo?

A principios de 2024, el mundo se enfrenta a cuatro problemas fundamentales: la guerra global, la desigualdad social, el colapso ecológico, el futuro de la ONU y la falta de alternativas creíbles. Veamos cómo los BRICS+ pueden contribuir a resolver estos problemas.

La paz. A lo largo de este texto he intentado demostrar que la única posibilidad de detener la inminente tercera guerra mundial reside en la capacidad de los BRICS+ para obligar al imperialismo estadounidense a negociar. Por supuesto, además de los BRICS+, existen otras organizaciones, como la Organización de Cooperación de Shanghai (Shanghai Cooperation Organisation), que pueden contribuir al mismo objetivo. Sin embargo, creo que los BRICS+ son la organización con mayor diversidad política y cultural y, por tanto, la mejor situada para movilizar a sus poblaciones contra la guerra. La dificultad estriba en que el continente donde estas condiciones se dan con mayor claridad, América Latina, es el continente más dependiente de EEUU y, por tanto, donde la fuerza desestabilizadora de las organizaciones públicas y privadas al servicio del imperialismo se ejercerá con mayor eficacia sobre los gobiernos medianamente transformadores.

Basta recordar lo que está ocurriendo en Argentina (por culpa propia y ajena) o la negativa del Presidente Gabriel Boric a cumplir con las demandas populares tan ejemplarmente expresadas en el movimiento que llevó a la primera Asamblea Constituyente de Chile (2020-2022). Brasil está bajo constante observación imperial y el presidente Lula da Silva se enfrenta a un Congreso hostil formado, en palabras de Roberto Amaral, por hombres blancos en su mayoría ricos, cuando el 55% de la población se declara morena o negra, cuando el 51% de la población está formada por mujeres que ocupan sólo el 8% de los escaños en la Cámara de Diputados y cuando el 37% de la población pasa hambre. Puede que el petróleo de los países de Oriente Medio que pretenden unirse a los BRICS+ sea más eficaz para presionar las negociaciones, lo que será bueno para la paz, pero malo para todos los demás problemas.

Desigualdad social. Los BRICS+ incluyen a los países con mayor desigualdad social (de nuevo Brasil, con una de las mayores concentraciones de renta del mundo). Sostengo en este texto que la combinación de capitalismo y colonialismo es en parte responsable de las condiciones nacionales e internacionales que impiden una distribución más equilibrada de la riqueza tanto a nivel nacional como internacional. Las organizaciones internacionales son el fiel espejo de este dúo capitalismo- colonialismo, ya sea la ONU –y sus diversas entidades, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, o la Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados–, el Banco Mundial, el FMI o la OMC.

En la medida en que los BRICS+ luchen con éxito por refundar estas organizaciones o sustituirlas por otras, es posible que se creen las condiciones para una distribución más equilibrada de la riqueza. Hasta dónde pueda llegar este equilibrio depende de cuál sea esta nueva formación postcapitalista. Como hasta ahora no ha habido capitalismo sin colonialismo, nadie puede garantizar que esto sea posible. Ni al revés.

Colapso ecológico. Este es sin duda el gran problema y desafío de nuestro tiempo, y también el único problema político verdaderamente nuevo. Podría incluso afirmarse que el terror que suscita la posibilidad de una guerra nuclear no tiene nada que ver con el que podría provocar un calentamiento global de 2°C por encima de los niveles preindustriales. La frustrante experiencia internacional de los últimos veinte años a la hora de evitar que esto ocurra augura lo peor. He abogado por un replanteamiento radical de los conceptos de progreso, desarrollo, naturaleza y derechos humanos para hacer frente a este desafío. Al igual que el gran ecologista Giuseppe di Marzo, sostengo que la liberación del ser humano no es posible sin la liberación de la madre tierra, a la que la cultura occidental llama erróneamente naturaleza (Ver Ecologia Integrale. Roma, Castelvecchi, 2021). Y como sólo se puede pensar en lo nuevo a partir de lo viejo, vengo proponiendo la idea de los derechos de la naturaleza como parte integrante de una futura declaración (verdaderamente) universal de los derechos humanos, puesto que la distinción entre vida humana y vida no humana ya no tiene ningún sentido a efectos de preservar la vida en el planeta Tierra. (Ver Law and the Epistemologies of the South. Cambridge University Press 2023, 622-676.)

Lo hago en la retaguardia de la antigua filosofía de los pueblos indígenas y campesinos y de los movimientos ecologistas orientados en torno a la idea de una ecología integral. No hay justicia social sin justicia natural. Nuestro cuerpo es la miniatura más fiel de la Madre Tierra. Por eso no podemos pretender una vida sana en un planeta enfermo, como nos ha recordado recientemente el Papa Francisco.

En vista de ello, y a juzgar por las posiciones de algunos países BRICS+ en las conferencias medioambientales de la ONU, sospecho que los BRICS+ serán más parte del problema que de la solución. El único líder político de relevancia internacional que es profundamente consciente de los retos a los que nos enfrentamos en este ámbito es el presidente de Colombia, Gustavo Petro, un país que no pertenece a los BRICS+.

El futuro de la ONU. Al igual que su predecesora, la Sociedad de Naciones, fundada en 1920, la ONU nació al final de una guerra mundial con el objetivo de evitar que se produjera otra. Al igual que la Sociedad de Naciones, la ONU se creó para consolidar la victoria aliada. Sin embargo, mientras que en la época de la Sociedad de Naciones el aislacionismo aún dominaba el Congreso estadounidense, lo que hizo que EEUU no se adhiriera a la organización, en el caso de la ONU los EEUU fueron su promotor fundamental, el principal financiador, e incluso ofreció Nueva York como sede. Las huellas de la guerra estaban claramente presentes en la estructura institucional de ambas organizaciones (al igual que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, en el caso de la Sociedad de Naciones los miembros del Consejo Ejecutivo eran Inglaterra, Francia, Italia y Japón). La Sociedad de Naciones tuvo que ocuparse de la protección de las minorías ante los innumerables desplazamientos de población que se produjeron al término de la Primera Guerra Mundial, tanto en Europa Oriental como en los Balcanes. El fracaso de la Liga se acentuó a medida que se ponía de manifiesto su incapacidad para prevenir o resolver conflictos entre Estados, en particular la invasión de Manchuria por Japón en 1933 y la de Etiopía por Italia en 1935. Debilitada desde el principio por la ausencia de Estados Unidos, la Sociedad de Naciones se fue disminuyendo gradualmente con la marcha de Alemania en 1933 y de Japón e Italia en los años siguientes. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones se convirtió en una formalidad intrascendente.

En el caso de la ONU, su debilitamiento se remonta a mucho tiempo atrás y por razones similares a las que llevaron al fracaso de la Sociedad de Naciones, aunque los actores y los problemas sean ahora diferentes.

¿Sobrevivirá la ONU al primer genocidio de un pueblo (el palestino) retransmitido en directo por televisión a todo el mundo? Las huellas de la Segunda Guerra Mundial están muy presentes en la actual estructura institucional de la ONU y su inadecuación a las realidades actuales es cada vez más evidente. En el caso de la Liga, los países más fuertes respondieron a las frustraciones marchándose. En el caso de la ONU, los BRICS+ son un hecho nuevo y potencialmente influyente por las razones que he mencionado anteriormente.

Si se convierten en un actor colectivo coherente, los BRICS+ tienen poder e influencia suficientes para seguir una de estas dos estrategias: o bien crear instituciones multilaterales que vacíen de contenido la intervención de la ONU y fuercen la opción del multipolarismo, o bien promover una reforma muy profunda de la ONU que implique a toda la organización en su conjunto (Tratado Fundacional, Declaración Universal de los Derechos Humanos, etc.), a sus agencias regionales y temáticas, a su sede y a su financiación. Estados Unidos boicoteará por todos los medios cualquiera de estas soluciones. Que tengan éxito o no depende de muchos factores, sobre todo de la resolución de la guerra civil interna que actualmente domina de forma latente la vida política estadounidense.

Alternativas creíbles

Durante los últimos cien años, las luchas contra la desigualdad, la injusticia y la discriminación han sido de dos tipos principales: las luchas entre la izquierda y la derecha y las luchas por la liberación/autodeterminación de las colonias europeas. No siempre se distinguieron claramente, ya que a veces las luchas por la autodeterminación anticolonial también se etiquetaron como luchas entre izquierda y derecha, como en el caso de Argelia, por ejemplo.

En el caso de las democracias liberales, las luchas entre izquierda y derecha comenzaron siendo luchas entre proyectos de sociedad y de economía política (capitalismo frente a socialismo o comunismo); pero después de la Segunda Guerra Mundial se convirtieron en luchas entre diferentes concepciones del capitalismo (capitalismo liberal, capitalismo socialdemócrata según la teoría de la regulación y de la democracia (democracia liberal, democracia social, democracia representativa, democracia participativa, democracia popular). En los últimos diez años, con el resurgimiento político de la extrema derecha y el fascismo, la dicotomía entre izquierda y derecha ha pasado a designar la lucha entre democracia y dictadura o democracia “mutilada”. Las luchas anticoloniales comenzaron con la independencia política de las colonias y luego pasaron a incluir luchas antirracistas y antipatriarcales. Hoy en día, especialmente tras el surgimiento de los BRICS+, parecen tener como objetivo una segunda independencia, la independencia económica o el capitalismo sin colonialismo, como he mencionado anteriormente.

En este momento vivimos un estado de bifurcación en la vida de las luchas sociales por una sociedad más justa y ninguno de los tipos de lucha que identifiqué anteriormente proporciona una orientación política adecuada. La bifurcación es entre mantener la distinción entre humanidad y naturaleza o una nueva epistemología y una nueva política que parta de la simbiosis entre humanidad y naturaleza. En el primer caso, ni las luchas entre izquierda y derecha, ni las luchas anticoloniales o antipatriarcales ofrecen alternativas creíbles. La razón fundamental es que dirigen luchas fragmentadas contra la dominación moderna, luchas a veces economicistas contra el capitalismo, a veces culturalistas e identitarias contra el racismo y el sexismo. El neoliberalismo, en sus múltiples dimensiones político- económicas, sociopsicológicas, culturales y religiosas, es una fábrica incesante de no-alternativas y de falsas alternativas. En el segundo caso, la simbiosis de la vida humana y no humana (el fin de la dicotomía entre humanidad y naturaleza) requiere una refundación tanto de las categorías de izquierda y derecha, como de las categorías de autodeterminación y liberación.

Conclusión

La respuesta a la pregunta de si negociar con el imperialismo estadounidense salvará al mundo es que no. En el mejor de los casos, podría aplazar su destrucción. Sin embargo, esa negociación es esencial para ganar tiempo, para permitir el surgimiento y la consolidación de fuerzas políticas orientadas en torno a la idea de una refundación epistémico-política que nos permita escuchar a la Madre Tierra y curar sus heridas, que son, al fin y al cabo, nuestras heridas.

* Sociólogo. Profesor catedrático jubilado de la Facultad de Economía de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU.

Fuente Cuadernos de Bitacora

Carlos Pereyra Mele entrevistado por javier Benitez para Radio Sputnik

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Los hutíes de Yemen lo habían anunciado: para tratar de frenar el genocidio que Israel ejecuta en la Franja de Gaza, atacarían sólo a los barcos con bandera de Israel, o cuyo destino fuera algún puerto de ese país. Entonces, EEUU y Reino Unido decidieron que su seguridad nacional estaba en peligro y comenzaron a atacar a Yemen.

Sheriff del mundo, enésimo capítulo

Tras los primeros ataques contra Yemen de EEUU, Reino Unido y demás cómplices, la Casa Blanca comunicó las palabras del presidente, Joe Biden: «Hoy, bajo mi orden, las fuerzas militares de EEUU, junto con el Reino Unido y el apoyo de Australia, Baréin, Canadá y los Países Bajos, llevaron a cabo con éxito ataques contra un número de objetivos en Yemen, usados por los rebeldes hutíes para poner en peligro la libertad de navegación en una de las vías marítimas más vitales del mundo».

Biden mencionó a sus cómplices en estos ataques a uno de los países más pobres del mundo y al que le iniciaron una guerra interpuesta hace 11 años: Australia, Baréin, Canadá y los Países Bajos. Biden justificó estos ataques al puntualizar que fueron bombardeados «objetivos en Yemen, usados por los rebeldes hutíes para poner en peligro la libertad de navegación en una de las vías marítimas más vitales del mundo».

La realidad es que nunca estuvo en peligro esa «libertad de navegación en una de las vías marítimas más vitales del mundo», sino que, como anunciaron los propios hutíes, los buques con bandera de Israel, o cuyo destino fuera algún puerto de ese país, en un intento de que Israel frene el genocidio que está cometiendo en Gaza, según sus propias declaraciones.

Al referirse a EEUU y Reino Unido, el Dr. Carlos Pereyra Mele, director de Dossier geopolítico, apunta que «estas potencias, que en su momento fueron hegemónicas, las que no permitían ningún tipo de contradicción a sus planteos y alineamientos a nivel internacional, hoy en día siguen repitiendo los viejos esquemas que supieron conseguir y que desarrollaron ampliamente desde la década de 1990, hasta mediados de la década de 2010».

Respecto al accionar de las potencias occidentales, Pereyra Mele señala que «han seguido utilizando las mismas técnicas y metodologías, pero los resultados ya van siendo totalmente distintos. El mundo, que ya no es solamente lo que piensa Occidente, tiene claramente definido quiénes son los buenos y los malos esta vez», sentencia el analista.

Simulacros de drones y misiles fabricados por los hutíes de Yemen. EFE/EPA/Yahya Arhab

Clase magistral de Francisco Javier Martinez semanal en el Programa el Porqué de las Noticias que conduce el periodista mexicano Roberto de la Madrid esta semana analiza 

1 La situación de la Guerra en Ucrania y los posibles «acuerdo» de Paz y los secretos y la guerra por venir

2 La situación de Caos que se desarrolla en ya casi un estado fallido casi controlado por los narcos terroristas

3 Los bombardeos de EEUU y UK en Yemen y sus consecuencias

Por Carlos Pissolito de su sitio Espacio Estrategico

  1. A modo de introducción: Muchas veces, nuestro pensamiento va de la palabra escrita a la hablada o, a eb otras, en sentido contrario. Tal es el caso de éste en particular. Sucedió que convocados por el canal de YouTube “El Mercurio” de Antonio Valdez para exponer sobre las crisis de Ecuador y de la Argentina, nos vimos ante la tarea de generar un esquema conceptual que nos permitiera encontrar las llaves de interpretación para tratar de entender ambas situaciones y que pese a algunas obvias diferencias entre ambos países, mostraban unas coincidencias que eran más profundas.
  1. El capitalismo ha evolucionada hacia el turbocapitalismo: Para Werner Sombart, el capitalismo es una «civilización» que tiene sus raíces más antiguas en las grandes ciudades-Estados del siglo XVIII como Venecia, Génova y Amberes en el marco de comercio marítimo con Oriente y que enriqueció a las ciudades italianas, por un lado, mientras, que por el otro permitió a Amberes, ubicada en la desembocadura del río Rin, ser la cabeza de la Liga Hanseática. (1)

Por su parte, Max Weber sin desconocer lo anterior afirmó que el surgimiento del capitalismo moderno data de la Reforma Protestante, más específicamente de su versión calvinista. Para este autor, el espíritu del capitalismo moderno tiene como base a la mentalidad protestante, a partir de que ésta se vio liberada de las restricciones católicas vinculadas con las prohibiciones relacionadas con la usura y al movimiento de las minorías judías. (2)

Como nos explica, Edward Luttwak el creador del término “Turbocapitalismo”, del que luego escribiremos. El capitalismo desde sus inicios y hasta no mucho tiempo atrás supo regular su potencial económico extraordinario con tres modelos diferentes. A saber: (3)

  1. El modelo estadounidense: basado, fundamentalmente, en leyes antimonopólicas que garantizaban la libre competencia y la defensa del consumidor..
  2. El modelo europeo: contenido por una compleja legislación social que proveía a un Estado de bienestar y
  3. El modelo japonés: regulado por su larga tradición histórica del empleo vitalicio y de protección de los trabajadores.

Acto seguido, Luttwak no duda en definir al turbocapitalismo como una versión occidental del comunismo soviético; ya que ambos tienen en común el apoyar a los procesos de destrucción creativa como el verdadero motor de la prosperidad económica. Con la única diferencia de que en los primeros, el sistema confía que esa tarea la cumplan un puñado de megamillonarios emprendedores y los segundos en otro puñado, pero de burócratas estatales. 

Sea como lo queramos ver, la empresa capitalista es una compleja tarea exclusiva y que sólo puede ser emprendida por muy pocas personas; pues no todos los mortales gozamos de las capacidades naturales o adquiridas para convertirnos en un Henry Ford o en un Jose Stalín.

Inicialmente, la ética protestante permitió el desarrollo de un capitalismo gobernado por la modestia. Vale decir por un sistema que se basaba en los preceptos de la predestinación divina y que llevaba tanto a ricos como a pobres a aceptar su destino sin mayores problemas. Esto era así porque:

1ro Los beneficiados por las riquezas materiales no eran otra cosa que los elegidos de Dios,

2do Por el contrario, los pobres no eran culpables de su situación, sólo la consecuencia de no integrar el pelotón de los elegidos.

Pero, no pasó mucho tiempo en que las diferencias entre ambos grupos comenzaron a magnificar en forma exponencial, con ricos cada vez más ricos y con pobres cada vez más pobres y numerosos. Pronto la inicial modestia de no ostentar, fue reemplazada por el culto hedonista de las elites por los más extravagantes lujos y el precario equilibrio de la modestia se quebró. 

Mientras la ética protestante se mantuvo viva en las sociedades occidentales como la base de su “Moral High Ground” la cuestión funcionó; pero como nos alerta Luttwak, alrededor de los años 70, surgió una 3ra categoría; la de aquellos que no aceptaban la teoría de la predestinación, simplemente porque no creían en ella y comenzaron, en consecuencia, a sublevarse -de varias formas- contra el sistema.

Dentro de este último grupo se destacan los carteles de la droga, verdaderas empresas capitalistas y que nada le tienen que envidiar a las proezas de conquistas económica llevadas a cabo, por ejemplo, por la Compañía de la Indias Orientales, durante las Guerras del Opio que asolaron China a mediados del siglo XIX.

Aquí surge un tema central. Como lo vimos al principio las ciudades-Estado italianas fueron las responsables de la creación de ese capitalismo agresivo que fue conquistando mercados y espacios para sus productos e intercambios comerciales. Posteriormente, ese modelo fue replicado, tanto por holandeses como por ingleses con sus célebres compañías orientales. 

Una característica común que las une, es el hecho de que a pesar de tratarse de empresas en manos privadas, contaron siempre con el apoyo del Estado del cual se tratara. Es decir, se convirtieron en una suerte de empresas híbridas ni totalmente privadas ni totalmente estatales. (4)

Lo que nos lleva a preguntarnos cuánto tienen los carteles actuales de privado y cuánto de estatal. Veamos.

Para empezar, hoy por hoy, es impensable que los inmensos flujos financieros que produce el narcotráfico puedan ser manejados fuera del circuito financiero/bancario normal. Lo que nos lleva a concluir que ello no podría llevarse a cabo sin la complicidad de varios órganos de control estatal, desde pasos fronterizos hasta agencias de control de la evasión fiscal.

Para seguir, también podemos advertir una clara distinción a las políticas promovidas, especialmente por los EEUU, respecto de la oferta y la demanda de droga. Mientras se impulsa al combate armado de la primera, el que tiene lugar principalmente en países de la América del Sur con su doctrina militar del descabezamiento; no se toman medidas serias para restringir su consumo en los países desarrollados como los EEUU o Europa. Al respecto, resulta muy aleccionador la lectura de “Un Mundo Feliz” de Aldous Huxley respecto a la existencia de dos tipos de drogas, una para los consumidores pobres que los esclaviza y otra para los ricos que aumenta su creatividad.

Para concluir con este punto, vemos que el rol del Estado es fundamental; pero que se trata de uno bobo y de uno mayormente ausente y que se encuentra bajo el doble ataque de las supraorganizaciones globales que limitan su soberanía desde arriba y la de los actores no estatales que corroen su legitimidad desde abajo. 

Todo ello, se traduce en los hechos en que los Estados nacionales se han visto vaciados, tanto de las herramientas materiales (FFSS, FFAA, agencias de control estatal, sistemas judiciales y carcelarios) y que son los adecuados para librar esa lucha como de la legitimidad necesaria para llevarlas a cabo a partir de doctrinas como el liberalismo o aún más extremas como las del libertarismo que reducen o le nieguen a ese Estado las potestades para hacerlo.

3. A modo de colofón: Nos toca concluir este artículo con la promesa de abrir las puertas de lo que sucede en Ecuador y en la Argentina, al igual que en otros países sudamericanos, en sus relaciones con el turbocapitalismo y el narcotráfico. Para ello nos hemos tomado el trabajo y el lector de leer las llaves de interpretación que permiten su apertura. A saber:

1ro El turbo capitalismo es una evolución lógica del capitalismo y que emerge cuando desaparece su ética protestante primigenia y aflora su natural voracidad por todo tipo de negocios, incluidos los ilegales.

2do Esto no puede realizarse fuera o al margen o sin la falta de control, si se prefiere, de las estructuras formales del Estado actual.

Señalado ésto, podemos inferir que en los mencionados países se han dado los mencionados procesos en forma concurrente. Es decir, el esmerilamiento del Estado y de sus instrumentos coercitivos y de control; a la par de que se ha puesto en práctica la idea de que se debía permitir una libertad absoluta para los negocios a los efectos de materializar un pleno clima de libre comercio, tal como lo proclaman las ideas liberales y libertarias.

Para ello se ha empezado por facilitar o hasta liberar tanto el tránsito de personas como de mercancías de todo tipo, ya sea interno como externo. No es casual que por ejemplo, en Uruguay, el actual escándalo por el avance del narcotráfico se haya iniciado por el otorgamiento indebido de pasaportes uruguayos a notorios narcotraficantes. O que en el Ecuador se haya procedido a dolarizar su economía y ésta sea una causa señalada por su actual presidente Daniel Novoa para facilitar el establecimiento del narcotráfico. 

Igualmente, la Argentina de Javier Milei parecería estar recorriendo caminos similares con una prometida dolarización o si esta no se alcanza con una libre disponibilidad de monedas, especialmente del dólar, tal como ocurrió en los gobiernos de Carlos Menen y que los memoriosos señalan como la apertura de la Argentina al consumo de drogas masivo.

Para finalizar, es bueno recordar que esta situación es susceptible de ser rebatida siempre y cuando el Estado en cuestión y que es atacado o copado por el narcotráfico tenga la voluntad política de hacerlo. Así lo resolvió, por ejemplo, la China humillada tras las Guerras del Opio, cuando el Emperador Daoguang le ordenó a Lin Hse Tsu que combatiera al narco, quien así lo hizo atacando a la corrupción imperial y ordenando la destrucción de más de 20.000 cajas de opio. Además, se tomó la libertad de enviarle una carta a la Reina Victoria​ recriminando su apoyo a la Compañía de Indias Orientales: 

Pero existe una categoría de extranjeros malhechores que fabrican opio y lo traen a nuestro país para venderlo, incitando a los necios a destruirse a sí mismos, simplemente con el fin de sacar provecho. Por este motivo, hemos decidido castigar con penas muy graves a los mercaderes y a los fumadores de opio, con el fin de poner término definitivamente a la propagación de este vicio. (…) Todo opio que se descubra en China se echará en aceite hirviendo y se destruirá. En lo sucesivo, todo barco extranjero que llegue con opio a bordo será incendiado (…) 

***

Notas:

  1. WEBER, Max. “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”. Ed. Kindle. 

(2) SOMBART, Werner. “El burgués”. Alianza Editorial, España. Ed. 2006. 

(3) LUTTWAK, Edward. “Turbo capitalism”. Gran Bretaña, Ed. Weidenfeld & Nicolson, 2000. 

(4) La Compañía Británica de las Indias Orientales fue una compañía formada a fines del siglo XVI por un grupo de empresarios ingleses con el propósito de dedicarse al comercio con Oriente para participar del lucrativo comercio de especies. A finales del próximo siglo obtuvo de la reina Isabel I de Inglaterra la Carta Real que le concedió el permiso exclusivo para ejercer el comercio con las Indias Orientales. Los comerciantes ricos y los aristócratas poseían acciones de la compañía. El gobierno inglés no tenía acciones, pero ejercía el control indirecto de ella.

***

Referencias:

  1. “Estamos ante un Experimento | Y Ecuador es solo una muestra de lo que viene”.  – https://www.youtube.com/watch?v=KFm4W-WQPmU&list=PLgXEElb3M_xZkb3v6k-KC_8B6OgP9X6Rg
  2. PISSOLITO, Carlos. “Narcotráfico: no a la estrategia norteamericana”. https://espacioestrategico.blogspot.com/2016/04/drogas-narcotrafico-y-libertad.html
  3. PISSOLITO, Carlos. “drogas, narcotráfico y libertad”.https://espacioestrategico.blogspot.com/2017/01/narcotrafico-no-la-estrategia.html
  4. PIA. “Uruguay: el narcotráfico y el gobierno de Lacalle”.  https://noticiaspia.com/uruguay-el-narcotrafico-y-el-gobierno-de-lacalle/
  5. TN. “Daniel Noboa, el candidato que llegó al balotaje en Ecuador: “La dolarización ayuda a los narcos”.https://www.youtube.com/watch?v=kOCIl4ByeEg&t=24s
  6. Revista Digital de Historia y de Ciencias Sociales. http://www.claseshistoria.com/imperialismo/%2Blinzexuopio.htm

Fuente: Publicado en Espacio Estrategico autorizado por el autor para ser publicado en Dossier Geopolitico

https://espacioestrategico.blogspot.com/2024/01/turbocapitalismo-y-narcotrafico.html

Inteligencia Estratégica: Un artículo medular de Pepe Escobar, con datos duros, no voluntariosos o ideológicos blandengues, que nos propone analizar y reflexionar sobre este año 2024  año del Dragón, que deberían leer los «analistas» de política exterior atlantista para «aconsejar» a sus gobiernos todo lo que está en juego y que la suerte está echada…Como sostenemos desde que empezó el siglo XXI en Dossier Geopolitico los cambios históricos están en pleno y rápido desarrollo: «5 siglos de dominio oxidental llegan a su fin»…Carlos Pereyra Mele

China, Rusia e Irán llevarán la lucha por un sistema más igualitario y justo al siguiente nivel, escribe Pepe Escobar.

Por PEPE ESCOBAR para la Fundacion de la Cultura Estrategica

A medida que nos adentramos en el incandescente 2024, cuatro tendencias principales definirán el progreso de una Eurasia interconectada.

1. La integración financiera/comercial será la norma. Rusia e Irán ya integraron sus sistemas de transferencia de mensajes financieros, evitando SWIFT y comerciando en riales y rublos. Rusia y China ya liquidan sus cuentas en rublos y yuanes, combinando la inmensa capacidad industrial china con inmensos recursos rusos.

2. La integración económica del espacio postsoviético, inclinado hacia Eurasia, fluirá predominantemente no tanto a través de la Unión Económica Euroasiática (UEEA) sino interconectada con la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS).

3. No habrá avances significativos pro-occidentales en el Heartland: los “stans” de Asia Central se integrarán progresivamente en una economía única de Eurasia organizada a través de la OCS.

4. El choque se agudizará aún más, enfrentando a la Hegemonía y sus satélites (Europa y Japón/Corea del Sur/Australia) contra la integración de Eurasia, representada por los tres principales BRICS (Rusia, China, Irán) más la RPDC y el mundo árabe. incorporado a los BRICS 10.

En el frente ruso, el inimitable Serguéi Karaganov  ha dictado la ley : “ No debemos negar nuestras raíces europeas; debemos tratarlos con cuidado. Después de todo, Europa nos ha dado mucho. Pero Rusia debe seguir adelante. Y adelante no significa hacia Occidente, sino hacia el Este y el Sur. Ahí es donde reside el futuro de la humanidad”.

Y eso nos lleva al Dragón – en el Año del Dragón.

Las hojas de ruta de Mao y Deng

En 2023 se produjeron la friolera de 3.680 millones de viajes chinos por ferrocarril, un récord histórico.

China está en camino de convertirse en un líder mundial en inteligencia artificial  para 2030. El gigante tecnológico Baidu, por ejemplo, lanzó recientemente Ernie Bot para rivalizar con ChatGPT. La IA en China se está expandiendo rápidamente en la atención médica, la educación y el entretenimiento.

La eficiencia es la clave. Los científicos chinos han desarrollado el chip ACCEL  , capaz de realizar 4,6 billones de operaciones por segundo, en comparación con el A100 de NVIDIA, que ofrece 0,312 billones de operaciones por segundo de rendimiento de aprendizaje profundo.

China gradúa no menos de un millón más de estudiantes STEM que Estados Unidos, año tras año. Esto va mucho más allá de la IA. Las naciones asiáticas siempre llegan al 20% superior en competencias de ciencias y matemáticas.

El Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI) puede ser pésimo en geopolítica. Pero al menos hicieron un servicio público mostrando a las naciones que lideran el planeta en 44 sectores tecnológicos críticos.

China es el número uno, liderando 37 sectores. Estados Unidos lidera en 7. Todos los demás lideran en cero sectores. Entre ellos se incluyen la defensa, el espacio, la robótica, la energía, el medio ambiente, la biotecnología, los materiales avanzados, la tecnología cuántica clave y, por supuesto, la inteligencia artificial.

¿Cómo llegó China aquí? Resulta bastante esclarecedor hoy revisar un tomo de 1996 de Maurice Mesner: La era Deng Xiaoping: una investigación sobre el destino del socialismo chino, 1978-1994 .

En primer lugar, es necesario saber qué pasó bajo Mao:

«Desde 1952 hasta mediados de la década de 1970, la producción agrícola neta en China aumentó a una tasa promedio anual del 2,5 por ciento, mientras que la cifra durante el período más intensivo de la industrialización de Japón (de 1868 a 1912) fue del 1,7 por ciento».

En el ámbito industrial, todos los indicadores subieron: producción de acero; carbón; cemento; madera; energia electrica; petróleo crudo; fertilizantes quimicos. “A mediados de la década de 1970, China también producía cantidades sustanciales de aviones a reacción, tractores pesados, locomotoras de ferrocarril y modernas embarcaciones oceánicas. La República Popular también se convirtió en una importante potencia nuclear, con misiles balísticos intercontinentales. Su primera prueba exitosa de bomba atómica se llevó a cabo en 1964, la primera bomba de hidrógeno se produjo en 1967 y se puso en órbita un satélite en 1970”.

La culpa es de Mao: transformó a China “de uno de los países agrarios más atrasados ​​del mundo a la sexta potencia industrial a mediados de los años setenta”. En la mayoría de los indicadores sociales y demográficos clave, China se compara favorablemente no sólo con India y Pakistán en el sur de Asia sino también con “países de ‘ingreso medio’ cuyo PNB per cápita era cinco veces mayor que el de China”.

Todos estos avances marcaron el camino para Deng: “Los mayores rendimientos obtenidos en las granjas familiares individuales durante la era Deng temprana no habrían sido posibles si no hubiera sido por los vastos proyectos de irrigación y control de inundaciones: represas, obras de irrigación y sistemas fluviales. diques construidos por campesinos colectivizados en las décadas de 1950 y 1960”.

Por supuesto que hubo distorsiones, ya que el impulso de Deng produjo una economía capitalista de facto presidida por una burguesía burocrática: “Como ha ocurrido en la historia de todas las economías capitalistas, el poder del Estado estuvo muy involucrado en el establecimiento del mercado laboral de China. De hecho, en China un aparato estatal altamente represivo jugó un papel particularmente directo y coercitivo en la mercantilización del trabajo, un proceso que ha avanzado con una rapidez y en una escala sin precedentes históricos”.

Sigue siendo una fuente inextinguible de debate hasta qué punto este fabuloso Gran Salto Adelante económico bajo Deng generó calamitosas consecuencias sociales.

El imperio de la kakistocracia

Mientras la era Xi aborda definitivamente –e intenta resolver– el drama, lo que lo complica aún más es la constante interferencia de las notorias “contradicciones estructurales” entre China y la hegemonía.

Atacar a China es el juego políticamente correcto número uno en toda la Circunvalación, y eso seguramente se saldrá de control en 2024. Suponiendo una debacle demócrata el próximo noviembre, hay pocas dudas de que una presidencia republicana, con Trump o sin él, desatará la Guerra Fría 3.0. o 4.0, con China, no Rusia, como la principal amenaza.

Luego están las próximas elecciones en Taiwán. Si los candidatos independentistas ganan, la incandescencia aumentará exponencialmente. Ahora imaginemos eso combinado con un rabioso ocupante sinofóbico de la Casa Blanca.

Incluso cuando China era militarmente débil, la hegemonía no pudo derrotarla, ni en Corea ni en Vietnam. Ahora hay menos de cero posibilidades de que Washington derrote a Beijing en un campo de batalla en el Mar de China Meridional.

El problema estadounidense se resume en una tormenta perfecta.

El poder duro y blando de la hegemonía ha sido arrojado a un vacío negro con la inminente y cósmica humillación de la OTAN en Ucrania, agravada por la complicidad con el genocidio de Gaza.

Al mismo tiempo, el poder financiero global hegemónico está a punto de recibir un duro golpe a medida que la asociación estratégica Rusia-China que lidera los BRICS 10 comienza a ofrecer alternativas bastante viables al Sur Global.

Los académicos chinos, en intercambios invaluables, siempre recuerdan a sus interlocutores occidentales que la Historia ha sido un patio de recreo constante que enfrenta a oligarquías aristocráticas y/o plutocráticas entre sí. El Occidente colectivo ahora está “dirigido” por la variedad más tóxica de plutocracia: la kakistocracia.

Lo que los chinos califican, correctamente, como “naciones cruzadas” ahora están significativamente agotadas (económica, social y militarmente). Peor aún: casi totalmente desindustrializado. Aquellos con un cerebro funcional entre los cruzados al menos han comprendido que “desacoplarse” de China será un gran desastre.

Nada de eso elimina su arrogante/ignorante impulso de una guerra contra China, incluso cuando Beijing ha ejercido una inmensa moderación al no darles ninguna excusa para iniciar otra Guerra Eterna.

En cambio, Beijing está revirtiendo las tácticas de la Hegemonía, como sancionar a la Hegemonía y a diversos vasallos (Japón, Corea del Sur) sobre las importaciones de tierras raras. Aún más eficaz es la iniciativa concertada entre Rusia y China para eludir el dólar estadounidense y debilitar el euro, con pleno apoyo de los 10 miembros del BRICS, los miembros de la OPEP+, los miembros de la UEEA y la mayoría de los miembros de la OCS.

El enigma de Taiwán

El plan maestro chino, en pocas palabras, es algo hermoso: acabar con el “orden internacional basado en reglas” sin disparar un solo tiro.

Taiwán seguirá siendo el principal campo de batalla aún no comprometido. En términos generales, es justo argumentar que la mayoría de la población de Taiwán no quiere la unificación; al mismo tiempo, no quieren una guerra diseñada por Estados Unidos.

Quieren, esencialmente, el status quo actual. China no tiene prisa: el plan maestro de Deng apuntaba a la reunificación en algún momento antes de 2049.

La hegemonía, por otra parte, tiene una prisa tremenda: se trata de dividir y vencerás, una vez más, promoviendo el caos y desestabilizando el inexorable ascenso de China.

Beijing rastrea literalmente todo lo que se mueve en Taiwán, a través de expedientes monumentales y meticulosos. Beijing sabe que para que Taipei prospere en un ambiente pacífico, necesita negociar mientras todavía tenga algo con qué negociar.

Todo taiwanés con cerebro (y hay muchos cerebros científicos de primera clase en la isla) sabe que no pueden esperar que los estadounidenses mueran luchando por ellos. En primer lugar, porque saben que la Hegemonía no se atreverá a librar una guerra convencional con China, porque perderá… por mucho (el Pentágono jugó todas las opciones). Y tampoco habrá una guerra nuclear.

A los eruditos chinos les gusta recordarnos que cuando el Reino Medio estaba totalmente fragmentado en el siglo XIX bajo la dinastía Qing (1644-1912), “la clase dominante chino-manchú era incapaz de renunciar a su propia imagen y de tomar las medidas draconianas necesarias”. pasos.»

Lo mismo se aplica ahora a los excepcionalistas, incluso cuando dan saltos mortales en serie tratando de preservar su propia imagen mitológica de sí mismos: Narciso se ahogó en un estanque que él mismo creó.

Es posible adelantar que el Año del Dragón será un año donde reine la Soberanía. Los ataques hegemónicos de furia por la guerra híbrida y las elites compradoras colaboracionistas serán obstáculos que obstaculizarán constantemente al Sur Global. Sin embargo, habrá al menos tres polos con la columna vertebral, los recursos, la organización, la visión y el sentido de la Historia Universal para llevar la lucha por un sistema más igualitario y justo al siguiente nivel: China, Rusia e Irán.

FUENTE: STRATEGIC CULTURE FOUNDATION

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein, el autor autoriza su publicación en Dossier Geopolitico

Fe de errata: en la primera parte de este artículo publicado la semana pasada dice: “No obstante, Gran Bretaña, tras reconocer la independencia de Yemen, en 192, convirtió a Adén en un protectorado y en 1937, en colonia”. Debe decir: No obstante, Gran Bretaña, tras reconocer la independencia de Yemen, en 1928, convirtió a Adén en un protectorado y en 1937, en una colonia”. Muchos, muchísimos lectores me lo hicieron saber. Asumo la responsabilidad y agradezco también a los medios que publican los artículos y que lo editaron para hacerlo legible. Le doy las gracias a todos y les pido disculpas.

Los medios transnacionales de la comunicación han sembrado la idea de que los hutíes actúan bajo la influencia del Gobierno de Irán. Aunque ni Irán ni los hutíes han negado su pertenencia a un eje de resistencia al imperialismo, el colonialismo y el sionismo que también incorpora a fuerzas políticas del Líbano, Siria, Bahréin y de la propia Palestina, simplificar la ecuación a una relación de “subordinación” no deja de ser superficial y banal, habida cuenta del propio historial de lucha del pueblo yemení. 

En Asia Occidental, la creciente agresividad de Israel y la presencia intervencionista de Estados Unidos han ido polarizando la situación política. El reciente acuerdo de Irán para dirimir diferencias con Arabia Saudí, así como otros convenimientos que han acercado a Egipto y Turquía, Catar y Arabia Saudí entre otros -después de años de distanciamiento- sumado a la propia paralización de la guerra en Yemen, apuntan al debilitamiento del polo imperialista-sionista y el fortalecimiento de la resistencia. 

En este contexto, por historia y por ubicación geográfica, el papel de Yemen y del movimiento hutí es determinante. Vale decir que Ansarolá nunca ha ocultado su relación con Irán. Los une su común pertenencia a la rama chií del islam. Tanto el fundador del movimiento Ansarolá como su hermano, que lo dirige hoy,  pasaron parte de su vida en Qom (Irán), formándose política e ideológicamente, al mismo tiempo que estudiaban la corriente chií, sustentada en la idea de que la sucesión legítima de Mahoma corresponde  a los descendientes de su yerno Alí por oposición a los suníes que piensan que los sucesores de Mahoma debían ser los compañeros del profeta. Suní viene de “Ahl al-Sunna», que se traduce como «la gente de la tradición» y chií proviene de “Chiat Ali”, que significa «el partido de Ali”. 

Pero esto no significa que los yemeníes sean simples “accesorios” de Irán. Más allá del apoyo financiero, militar, comunicacional y político que ha recibido de Teherán, el movimiento Ansarolá ha demostrado autonomía y decisión propia en el diseño y ejecución de sus acciones tanto en la guerra contra Arabia Saudí y sus aliados desde 2015 como ahora, en el apoyo a la causa de Palestina.

Se debe saber que además de su auxilio a Palestina, Yemen tiene un conflicto directo con Israel por el soporte que la entidad sionista le dio a los Emiratos Árabes Unidos (EAU) durante la guerra iniciada en 2015 que le permitió  la ocupación de las  estratégicas islas yemeníes de Socotra, que se encuentran en el mar Arábigo a unos 350 kilómetros al sur de las costas del país, a fin de establecer una serie de bases de espionaje con el propósito de reunir información de inteligencia en toda la región, en particular del estrecho de Bab el-Mandeb.

Algo importante a señalar respecto a la base de EAU e Israel en Socotra es que también beneficia a Estados Unidos ya que a través de ésta podría controlar al puerto de Gwadar en Pakistán que forma parte del Corredor Económico China-Pakistán (CPEC) en el que Beijing desarrolló un puerto para que las mercancías descargadas allí pudieran ser enviadas por tierra a China, en particular a su región occidental. 

Pero, en relación a los hechos actuales, hay que saber que las acciones de Yemen en apoyo a Palestina comenzaron casi inmediatamente después del 7 de octubre. El 19 de ese mes, un buque de la armada estadounidense derribó misiles y drones disparados por los hutíes contra Israel de acuerdo con información del Pentágono publicada entonces. 

Unos días después, el 27 de octubre, seis personas resultaron heridas cuando dos drones cayeron sobre Taba, un poblado egipcio fronterizo con Israel, después de la intercepción de los mismos por parte de la fuerza aérea israelí. El 31 de octubre, los hutíes reivindicaron un ataque con drones contra la entidad sionista. Su ejército informó que había interceptado un misil lanzado desde el sur.

El portavoz militar hutí general Yahya Sari afirmó en una declaración televisada que el grupo había lanzado un «gran número» de misiles balísticos y aviones no tripulados hacia Israel y que habría más ataques en el futuro «para ayudar a los palestinos a lograr la victoria”. En respuesta el asesor israelí de Seguridad Nacional, Tzachi Hanegbi dijo que los ataques de los hutíes eran intolerables, pero no quiso dar más detalles cuando se le preguntó cómo respondería Israel.

A mediados de noviembre, Ansarolá comunicó que sus fuerzas armadas atacarían a todos los barcos que navegaran con bandera israelí o que fueran operados o propiedad de empresas israelíes. Unos días después, el general Sari, indicó que «las fuerzas armadas yemeníes siguen impidiendo que los barcos de todas las nacionalidades que se dirigen a puertos israelíes naveguen por el mar Arábigo y el mar Rojo hasta que transporten los alimentos y medicinas que necesitan los palestinos en la Franja de Gaza”.

Ante esta decisión y tras los primeros ataques a barcos que se dirigían a Israel,  cuatro grandes empresas navieras (la línea de contenedores más grande del mundo, Mediterranean Shipping Co. [MSC], con sede en Suiza, la danesa Maersk, la francesa CMA CGM y la alemana Hapag-Lloyd) suspendieron el paso de sus buques por el mar Rojo. Estas empresas transportan aproximadamente el 53% de los contenedores marítimos del mundo, y alrededor el 12% del comercio mundial en términos de volumen. Hay que decir que el 30% del tráfico mundial de contenedores pasa por Bab al-Mandeb.

En respuesta, el 19 de diciembre, Estados Unidos se propuso crear una alianza naval a fin de iniciar una operación que denominaron “Guardián de la Prosperidad” supuestamente dedicada a “garantizar la libertad de navegación en el Mar Rojo”. En los hechos, ello significó declarar la guerra a Yemen y militarizar ese mar. Pero el país árabe se ha mantenido incólume en su posición. Sus fuerzas armadas han afirmado que “cualquier ataque contra bienes yemeníes o contra las bases de lanzamiento de misiles de Yemen teñiría todo el Mar Rojo de sangre”, asegurando que poseen “armas para hundir vuestros portaaviones y destructores”, 

El escalamiento de las acciones a partir de entonces ha sido evidente. El 20 de diciembre en un discurso, el líder de Ansarolá, Sayyed Abdul Malik Al-Houthi afirmó que la responsabilidad del mundo islámico ante el conflicto en Palestina era grande, especialmente de la región árabe por ser “el corazón de ese mundo”. En este sentido, deploró la posición islámica-árabe en las cumbres que se realizaron para debatir el tema, especialmente la que se celebró en Arabia Saudí. Al Houthi caracterizó como débil ese punto de vista. Apuntó que debería haber un compromiso de los pueblos árabes y musulmanes de apoyar a Palestina, al mismo tiempo que deploró el enfoque de algunos países sobre lo que llamó la “conspiración contra Palestina”. El líder yemení dijo que su nación no esperaba de Estados Unidos y los países europeos una posición o papel positivo hacia Palestina. Por tales razones, consideró que la perspectiva del eje de la resistencia debería ir encaminada a elevar el nivel de apoyo militar a Palestina.

En ese marco, Al Houthi advirtió que Ansarolá iba a “arremeter contra los buques de guerra estadounidenses si sus fuerzas eran atacadas por Washington tras el lanzamiento de la operación “Guardián de la Prosperidad”. Según Al Houthi, Estados Unidos no intenta proteger la navegación mundial sino que busca militarizar el espacio marítimo.

No obstante, Estados Unidos no logró un consenso para llevar adelante las misiones de la alianza naval creada. Se generaron desacuerdos con los países árabes que fueron convocados para formar parte de la coalición lo cual ha dificultado una respuesta coherente a los ataques de los hutíes contra los buques que transitan por el mar Rojo. Dos países clave de la región implicados en la larga guerra contra Yemen —Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí— mantienen posturas opuestas hacia los hutíes, lo que ha significado un importante obstáculo para el plan estadounidense de poner fin a los ataques marítimos. Una posibilidad manejada por Washington es dar una respuesta militar a los hutíes pero algunos aliados árabes se han negado a ello. Estos prefieren insistir en la vía diplomática y reforzar la protección marítima a los barcos.

Analistas especializados consultados al respecto coinciden en señalar que los objetivos de la operación son vagos si se considera que a los jefes navales no se le han impartido misiones precisas. Así mismo, los buques de la coalición, aunque equipados con armamento avanzado, solo pueden limitarse a repeler los ataques con misiles, escoltando los buques mercantes con buques de guerra, lo cual resulta cuestionable toda vez que el arsenal de misiles de Yemen es inagotable a la luz de las acciones emprendidas en los últimos 8 años, además que, “ni la dirección de las compañías de transporte mundiales, ni los capitanes de los buques mercantes, ni las aseguradoras estarán dispuestos a jugar a esta lotería», según dijo Iliá Kramnik, experto ruso en fuerzas navales. 

Así mismo, Michael Horton, cofundador de Red Sea Analytics International, una firma de asesoría independiente dedicada a ofrecer análisis imparciales sobre las dinámicas de seguridad en el mar Rojo, señaló que los hutíes “solo han desplegado una parte de sus armas, sin utilizar misiles de mayor alcance, drones más avanzados y minas marinas difíciles de detectar”. 

En esta situación, el vicealmirante estadounidense Kevin Donegan señaló que “Estados Unidos también ha estado aceptando como normales los persistentes ataques […] de los hutíes”. Según el New York Times, esto ha llevado a que el presidente Biden se vea obligado a afrontar una difícil elección relacionada con los futuros planes de disuasión de los hutíes. Para ello debe considerar que Arabia Saudí no busca una escalada del conflicto que podría hundir una tregua con los rebeldes negociada con mucho esfuerzo. Por su parte, Tim Lenderking, enviado especial de Estados Unidos para Yemen afirmó a mediados de diciembre que  “Todo el mundo está buscando una fórmula para reducir las tensiones”. 

En la otra parte del conflicto, el pasado 24 de diciembre, el comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán, mayor general Hossein Salami anunció que se podría avanzar hacia un bloqueo naval total de Israel si se llegara a cerrar el Mar Mediterráneo, el Estrecho de Gibraltar y otras vías navegables. A la fecha, Yemen ya logró bloquear casi en su integridad el puerto israelí de Eilat, situado en el Mar Rojo, que está funcionando solo al 15% de su capacidad. Vale decir que las fuerzas milísticas de Ansarolá lograron golpear un barco israelí en lo profundo del Mar Arábigo, cerca de la India a mucha distancia del territorio yemení. Por su parte, Irán cuenta con drones y misiles hipersónicos de largo alcance que, en caso de una guerra total contra el sionismo podrían apuntar fácilmente a barcos comerciales que se desplacen por el Mediterráneo hacia los puertos israelíes.  

Así mismo, en la preparación de un combate de otras dimensiones contra Israel, el ejército de Yemen anunció que cuenta con 20 000 soldados reservistas entrenados y dispuestos a luchar junto a las Fuerzas armadas del país en contra de la entidad sionista y la coalición que lidera Estados Unidos.

El 28 de diciembre, Yemen advirtió a Estados Unidos y sus socios sobre la militarización del mar Rojo y afirmó que intensificará sus ataques contra los enemigos si continúa el bloqueo a Gaza. En este contexto, un día antes, los principales comandantes de las Fuerzas Armadas de Yemen se reunieron para discutir los últimos acontecimientos regionales y revisar la disposición combativa de las tropas. Al final del encuentro manifestaron estar listas para cumplir las órdenes del líder de Ansarolá. 

El 4 de enero, después que un contingente naval yemení se enfrentara cara a cara con las fuerzas militares estadounidenses en el mar Rojo, con la pérdida de tres pequeñas embarcaciones y 10 combatientes, el comandante de las Fuerzas de Defensa Costera de Yemen, general de división Muhammad Al-Qadiri advirtió que su país no se reservaba el derecho a responder, sino que respondería determinando el objetivo en cada caso en las islas, en el mar Rojo y en “las bases donde están estacionados los sionistas y los estadounidenses».

Si finalmente Estados Unidos y su alianza decidieran desafiar directamente a los hutíes en el mar Rojo, se enfrentarán a una vasta guerra naval desde el golfo de Adén, el mar Arábigo y el océano Índico. Si eso ocurriera, se desataría una espiral indetenible de confrontaciones de dimensiones incalculables.

En cualquier caso, Yemen ya logró emplear su posición estratégica como fuerza en los equilibrios globales e imponerse como parte importante en la ecuación de confrontación en curso y expresar una de las formas más valientes de apoyo al pueblo palestino que enfrenta la maquinaria de guerra israelí apoyada por Estados Unidos y Gran Bretaña, constituyéndose en una importante carta de presión contra el sionismo y su mentor norteamericano. 

Controlar el canal de Suez, es controlar el 90% del comercio mundial afectando directamente a Israel al golpear su economía. En este sentido los hutíes lograron hacer lo que Israel y Estados Unidos han tratado de evitar a toda costa hasta ahora: “convertir el genocidio en Gaza en una crisis global”.

El periodista libanés Khalil Harb citando al Banco Mundial,  en un artículo en la revista online The Cradle, afirmó que Israel importa y exporta “casi el 99% de los bienes por río y mar” y más de ⅓ de su PIB depende del comercio de bienes”.

Por su parte, el periodista brasileño especializado en política internacional Eduardo Vasco señaló que además de la incidencia directa que está causando el movimiento hutí en Asia Occidental,  sus acciones están “paralizando la economía mundial, es decir, el funcionamiento mismo del régimen capitalista, que está en la raíz del problema de la guerra de agresión en el Medio Oriente”. En este marco, Vasco opina que Estados Unidos e Israel están limitados para realizar un ataque directo a Yemen porque podría haber represalias contra los aliados de Estados Unidos en la región “principalmente contra sus yacimientos petrolíferos, lo que agravaría brutalmente la crisis económica con una de petróleo (que ya ha comenzado). Por esta razón, mientras los Emiratos Árabes Unidos quieren acciones enérgicas contra los hutíes, los saudíes se muestran cautelosos”. 

A última hora y casi al cerrar este artículo llega la información de que Yemen había atacado un barco estadounidense que trasladaba suministros a Israel, dando respuesta de esa manera a los recientes ataques estadounidenses contra las fuerzas navales yemeníes. 

Así mismo, respondiendo a las declaraciones del secretario de Estado de Estados Unidos Anthony Blinken, el viceministro de relaciones exteriores de Yemen, Hussein Al-Ezzi ratificó “la seguridad de la navegación a todos los destinos, excepto los puertos de la Palestina ocupada”,  negando categóricamente las informaciones falsas diseminadas por Washington, Londres y Berlín con respecto a la seguridad de la navegación.

Las líneas precedentes dan cuenta de la capacidad y decisión del pueblo yemení de asumir un protagonismo cierto en la guerra de Israel contra Palestina. En los hechos, hacen patente que, aún siendo un país pequeño y marginado global y regionalmente del desarrollo económico, mantiene una voluntad de lucha que expresa el sentimiento milenario de existir como nación independiente, colocando en entredicho a las principales potencias mundiales al poner trabas e impedimentos a la ejecución imperial de su política en la región a través del pleno apoyo a Israel.

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Abrumada por la campaña internacional para independizar la isla, los ciudadanos de esta provincia china deciden este sábado entre el acercamiento y la confrontación con su patria

Por Eduardo J. Vior
analista internacional 

Tras la provocativa reunión de la Canciller Diana Mondino con la encargada de negocios de Taiwán en Argentina, el Diario del Pueblo (órgano oficial del PC Chino) advirtió al gobierno argentino que Taiwán es parte indisoluble de China. Se trató, en realidad, de un mensaje por elevación a EE.UU. y sus aliados, para que dejen de azuzar la campaña separatista del actual gobierno insular. El próximo sábado se realizan en esta provincia elecciones presidenciales y de su resultado puede depender que haya paz o guerra en el este de Asia y el Pacífico Occidental.

Taiwán acude a las urnas el sábado en una elección que decidirá el futuro de la isla separada de China, primero, por la invasión japonesa de 1894 y, luego, por la “protección” norteamericana, cuando las fuerzas del Kuomintang (KMT, Partido Nacionalista Chino) se refugiaron allí en 1949 tras su derrota en la guerra civil con los comunistas. Luego de la muerte en 1975 del líder del KMT, Chiang Kai-shek, el partido siguió hasta 1987 gobernando la isla como único autorizado, pero entonces comenzó un período de reformas políticas que llevó en 2016 al Partido Democrático Progresista (DPP, por su nombre en inglés) al gobierno, posición que revalidó en 2020. Sin embargo, el KMT, en alianza con otras fuerzas, sigue teniendo mucho peso.

Bajo la presidencia de Tsai Ing-wen (DPP) en los últimos ocho años los lazos entre el continente y la isla se han agriado especialmente. Su defensa del status soberano de la isla llevó a China a suspender las comunicaciones formales con Taiwán. 

Para la elección presidencial de este sábado ambas alianzas han esbozado estrategias opuestas. Mientras que el independentista DPP es partidario de reforzar las relaciones con Estados Unidos y sus aliados, al tiempo que refuerza la disuasión militar y pretende avanzar hacia la declaración unilateral de la independencia, el KMT es partidario de la unificación y promete aliviar las tensiones reabriendo el diálogo con la República Popular sobre la base de que los dos lados del estrecho pertenecen a un solo país. William Lai, vicepresidente del DPP y favorito en las elecciones presidenciales hasta las últimas encuestas autorizadas, el pasado 2 de enero, es visto por Beijing con gran desconfianza por su defensa de la secesión en épocas juveniles.

Si el PDP gana un tercer mandato consecutivo, el gobierno chino aumentará la presión militar en el estrecho, podría cortar los cables de Internet y las rutas de suministro a las pequeñas islas que rodean Taiwán. Por su lado, Washington aún no ha aclarado exactamente qué forma adoptaría su apoyo en caso de ataque chino, y tampoco se sabe, si Japón se sumará, ya que alberga la mayor concentración de tropas estadounidenses en la región.

Tan contrapuestas son las posiciones de ambos candidatos que, en tanto el KMT ha dicho que esta votación es una decisión entre “paz o guerra”, el DPP la ubica entre “democracia o autocracia”. Ambos partidos sugieren que la elección del otro conducirá a la desaparición de Taiwán, ya sea provocando un ataque chino o acelerando la unificación.

Para China, Taiwán es parte inseparable de su territorio y la reunificación debe darse de modo pacífico siguiendo el principio de “un Estado, dos sistemas” ya aplicado a Hong Kong. Sin embargo, en reiteradas ocasiones ha advertido que no admitirá que la isla declare la independencia y que la resistirá usando la fuerza, si es necesario. Por el otro lado, desde el histórico viaje de Richard Nixon en 1972 y el comunicado conjunto sino-estadounidense de 1979, EE.UU. se ha comprometido con la política de “una sola China” y ha rebajado la relación con Taiwán al nivel de representación comercial. Sin embargo, luego de que Barack Obama en 2009 puso a la región de Asia-Pacífico como “pivote” de la estrategia internacional de Washington, los sucesivos gobiernos norteamericanos han adoptado una actitud muy ambigua: por un lado, en sus encuentros con funcionarios chinos reconocen que la isla es parte de China, por el otro, incentivan el independentismo del DPP, proveen a la isla con ingentes armamentos, amenazan militarmente a China y provocan permanentemente en el Estrecho de Taiwán, al que presentan como aguas internacionales, aunque vincula dos partes del mismo país.

Por esta razón la cancillería pequinesa reaccionó sumamente irritada este miércoles 10 tras el comunicado conjunto del diálogo entre EE.UU., Japón y la República de Corea en el que sus participantes reclamaron la “libre navegación” del Estrecho de Taiwán y el cese de las presiones continentales sobre la isla. “Quiero enfatizar que Taiwán es una parte inalienable del territorio de China, que la cuestión de Taiwán es completamente un asunto interno de China y no admite ninguna interferencia extranjera”, afirmó Mao Ning, la Subdirectora del Departamento de Información del Ministerio de Relaciones Exteriores de China.

Asimismo indicó que la clave para mantener la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán es defender el principio de “una sola China” y oponerse firmemente a las actividades secesionistas proclives a la “independencia de Taiwán”.

Washington, por su parte, espera que su posible involucramiento disuada a China de atacar, pero será el próximo presidente de Taiwán quien deberá optar entre estas alternativas. El Departamento de Estado se ha manifestado preocupado por una eventual victoria del Kuomintang, pero un triunfo del DPP podría precipitar los acontecimientos fuera del control de Washington y eso también preocupa en EE.UU.

De producirse, una guerra en Taiwán sería devastadora, tanto por su costo humano como por el golpe que supondría para la paz y la economía mundial. Cerca de la mitad de los portacontenedores del mundo pasan cada año por el Estrecho de Taiwán, lo que lo convierte en un centro crítico para el comercio internacional. Taiwán también fabrica la mayoría de los semiconductores que impulsan la vida moderna, desde automóviles a heladeras y celulares. Cualquier perturbación paralizaría la cadena de suministro mundial. Las sanciones contra China no harían sino agravar estos daños. Enmendar los lazos con China, la mayor amenaza para Taiwán pero también su mayor socio comercial, es, por lo tanto, una de las prioridades de quien gobierne la isla. 

Los analistas prevén que de la elección surja un gobierno dividido, en el que el ejecutivo y el legislativo estén controlados por partidos diferentes. A pesar de la posibilidad de un bloqueo político, algunos confían en que un DPP más experimentado y un KMT menos poderoso puedan encontrar el equilibrio adecuado entre impulsar la economía y mantener la paz con China.

La escalada de las tensiones y los esfuerzos por reducirlas se dan la mano en el continente y en la isla. Lunes y martes pasados se celebraron en Washington las XVIIas. Conversaciones de Coordinación de Políticas de Defensa entre China y EE.UU. en las que la parte china subrayó sus posiciones sobre Taiwán y el Mar de China Meridional, así como sobre la seguridad marítima y aérea. Aunque las diferencias persisten y no pueden resolverse a corto plazo, estas conversaciones tienden a reducir los riesgos de errores de apreciación y evitar que los accidentes se conviertan en conflictos. Se trata de la primera reunión de este nivel desde que las conversaciones anuales se suspendieron cuando la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi, visitó Taiwán en agosto de 2022.

EE UU y China reanudan el diálogo militar tras 16 meses de parón en las  comunicaciones | Internacional | EL PAÍSNew Leader Takes Over as Chief of Staff of China's Military Command -  Caixin Global
General de la Fuerza Aérea (USAF) Charles Brown Jr. y General Liu Zhenli (EPL), jefes de Estado Mayor Conjunto de EE.UU. y China

Estas conversaciones se produjeron después de que los jefes de Estado Mayor de ambos ejércitos mantuvieron una reunión virtual en diciembre de 2023. Es una indicación de que otros canales de comunicación militar, incluidas las reuniones del Acuerdo Consultivo Marítimo Militar, las conversaciones telefónicas entre los comandantes de teatro de operaciones y las reuniones entre los ministros de Defensa también podrían recomenzar pronto, marcando así la reanudación completa de los intercambios a todos los niveles entre los dos ejércitos. Dado que el Ejército Popular de Liberación (EPL) depende de la Comisión Militar Central del Partido Comunista de China, es indudable que sus oficiales sólo pueden dialogar con sus pares norteamericanos siguiendo órdenes partidarias. Por el contrario, que los más altos oficiales estadounidenses se avengan a estos contactos indica que la Junta de Jefes de Estado Mayor (JCS, por su nombre en inglés) de las fuerzas armadas de EE.UU. tiene una visión mucho más realista que los neoconservadores enquistados en la Casa Blanca y el Departamento de Estado.

Para evitar que en Asia Oriental estalle una guerra que tendría consecuencias catastróficas para todo el mundo es necesario que el próximo gobierno de la isla reconozca la pertenencia de la misma a la nación china, que Washington retorne a la política de “una sola China”, retire sus fuerzas del Mar Meridional de China y del Estrecho y retome el diálogo político y militar con Beijing. Hasta tanto estas condiciones no se cumplan, la presencia militar china en torno a la isla y los encontronazos con EE.UU. irán en aumento, con los riesgos del caso.

Nunca en la Historia tantos países, 64 en total, habían coincidido un mismo año en la convocatoria de elecciones nacionales que decidirán la suerte de unos 4 mil millones de personas, la mitad de la población mundial, en lo que será -con grandes matices- un año celebratorio de la democracia en el mundo. Aquí, la primera parte de un informe especial para no perderse detalle.

Informe elaborado por Embajada Abierta

De Estados Unidos a Taiwán, de Venezuela a Rusia, de México a India, de la Unión Europea a Irán, de Panamá a Senegal: este 2024 marcará un récord global anual sin precedentes de celebración de elecciones presidenciales y/ parlamentarias, que abarcará a la mitad de los 8 mil millones de habitantes del planeta. 

Sólo 7 de los 10 países más poblados donde se votará -Bangladesh, India, Indonesia, México, Pakistán, Rusia y EEUU- suman un tercio de la población.

Los resultados tendrán sensible impacto geopolítico: los de Taiwán, Indonesia, India, Australia y Corea del Sur, en el Indopacífico; los de Rusia, Ucrania, la UE, Francia y Reino Unido, en Europa; los de México, Venezuela, Panamá, Uruguay y Dominicana, en América Latina y el Caribe; los de Senegal, Ruanda, Mozambique y Argelia, en África; y los de Estados Unidos, previsiblemente, en el planeta entero.

El récord es básicamente nominal, porque un análisis cualitativo dependerá de la fortaleza y transparencia que asigne a cada sistema electoral, objetado en varios países por irregularidades, cuando no por el recorte de libertades políticas.

Según el Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), una organización intergubernamental fundada en 1995, con sede en Estocolmo, la democracia está en declive en todo el mundo por amenazas a la integridad de los procesos electorales, a la independencia del poder judicial, a la seguridad o la libertad de expresión y de reunión, aún en países con sistemas consolidados.

De hecho, este súper ciclo electoral de 2024 comenzó el 7 de enero en Bangladesh, donde la oposición conservadora a la izquierdista Sheikh Hasina, en el poder desde 2009, boicoteó los comicios parlamentarios con los que busca un cuarto mandato consecutivo y denunció persecución política del gobierno durante los últimos años.

Continuará con Taiwán (13/1), que expondrá la tensión con China y sus incesantes esfuerzos reunificadores, y enfrentará a fuerzas locales que reivindican la autonomía con otras que postulan un rápido acercamiento a Beijing.

Votar entre fakes

Para Naciones Unidas, este año electoral global puede determinar el panorama geopolítico y el futuro colectivo de la humanidad, pero se desarrollará con un telón de fondo de devastación, división e inestabilidad sin precedentes: 27 regiones del mundo sufren violencia masiva e inseguridad política.

“Sabremos si la democracia vive o muere para finales de 2024”, dijo la Premio Nobel de la Paz María Ressa 2021, fundadora del sitio de noticias de investigación Rappler en Filipinas y autora de “Cómo enfrentarse a un dictador”.

Otro aspecto de importancia creciente en los procesos electorales es el uso de la tecnologías para votar y contar los sufragios, y sus desafíos de ciberseguridad, pero también la epidemia de desinformación que afecta desde hace muchos años a las campañas electorales y exige esfuerzos cada vez mayores de fact checking. Todo ello, cuando faltan reglas claras frente a la irrupción de la inteligencia artificial (IA).

La red TikTok dice tener unos 40.000 profesionales de seguridad y trabaja con 16 organizaciones de verificación de datos en 50 idiomas globales. Meta (Facebook e Instagram) reporta otras 40.000 personas trabajando en seguridad, con más de 20.000 millones de dólares invertidos en equipos y tecnología desde 2016. 

El lanzamiento de “chatbots” capaces de generar párrafos enteros de texto e segundos con inteligencia artificial (IA) potenció las amenazas a los procesos electorales y las democracias, con “fakes” de apariencia muy realista.

A continuación, detallamos las alternativas de las principales elecciones nacionales del primer semestre de 2024 y sus implicancias geopolíticas, tanto para varias potencias industrializadas del Norte como para las emergentes y los países en desarrollo del Sur Global, incluyendo nuestra América Latina.

El segundo semestre, más distante, será animado por elecciones en Ruanda y Sri Lanka, en julio; Austria, Lituania, Mozambique y Uruguay, en septiembre-octubre; Estados Unidos, Rumania, Moldavia y Namibia, en noviembre; y Ghana, Croacia, Argelia y Venezuela, en diciembre (además de otros comicios regionales y locales):

TAIWÁN, 13 DE ENERO

Los taiwaneses elegirán nuevo mandatario de la isla en un clima de creciente tensión con Beijing. El presidente Xi Jinping abrió 2024 asegurando desde Beijing que la nación china “seguramente será reunificada”, al cabo de un año de fricciones militares en el estrecho de Taiwán. Estados Unidos sostiene el principio de “un país dos sistemas” pero ha repetido que defenderá a Taipei ante una invasión.  

 

El candidato favorito es el oficialista Lai Ching-te, del gobernante Partido Democrático Progresista, en fórmula con Hsiao Bi-khim, enviado taiwanés en EEUU y aliado de la actual presidenta Tsai Ing-wen. Enfrentarán a Hou Yu-ih, del partido  Kuomintang, que gobernó la isla desde el final de la guerra civil en 1949 hasta 2000, pero aboga por la “reunificación” y advierte sobre el riesgo de un conflicto armado.

 

EL SALVADOR, 4 DE FEBRERO

Elegido presidente en 2019, Nayib Bukele (42) someterá a las urnas su polémica gestión de cinco años, tras sepultar décadas de bipartidismo post guerra civil (1979-1992) y cumplir su promesa de controlar a las temibles bandas de criminales “maras” con métodos denunciados por violación a los derechos humanos pero con alta popularidad en el país. Los homicidios se redujeron 92% desde 2015 y migrantes salvadoreños regresan desde Estados Unidos.

Un largo estado de excepción permitió a Bukele detener y encarcelar personas de manera arbitraria, y recurrir a la tortura según Amnistía Internacional. Más del 1% de la población está presa, unos 40 mil en un “Centro de Reclusión de Terrorismo”. Su modelo de “seguridad” ha sido elogiado por fuerzas de derecha en toda la región y su índice de aprobación superaba el 90% a mediados de 2023, aunque la economía dolarizada salvadoreña fracasó su experimento de darle curso legal al Bitcoin.

Sus reformas políticas conformaron una Corte de Constitucionalidad leal que, saltando sobre el impedimiento legal de reelección, le permitieron presentarse a estos comicios para buscar un segundo mandato por otros cinco años y la mayoría absoluta de la nueva Asamblea (pasará de 84 a 60 bancas). El 3  de marzo todos los municipios (pasaron de 262 a 44) elegirán nuevos alcaldes y concejales.

PAKISTÁN, 8 DE FEBRERO

Esta potencia nuclear clave de Asia (243 millones de habitantes), en especial por su conflictiva relación con la vecina India, celebrará comicios surgidos de la disolución del Parlamento en agosto. La clave es la ausencia forzada en las boletas del exprimer ministro Imran Khan, elegido en 2018, cuyo gobierno se acercó a India y a China, y terminó destituido en 2022, detenido en 2023 bajo cargos de corrupción y sus colaboradores impedidos de competir electoralmente.

El candidato oficialista es el exprimer ministro Nawaz Sharif, ya condenado por corrupción, derrocado pero ahora aceptado por los militares que tutelan el sistema político pakistaní. Enfrente, estará el sucesor de Khan en el partido PTI (Pakistan Tehreek-e-Insaf), que competirá contra la Liga Musulmana (PML) que apoya a Sharif y el Partido Popular (PPP), dos aliados que echaron del poder a Khan.

Pakistán votará con el recuerdo inmediato de una catástrofe natural por inundaciones en 2022 y la reciente y cruel expulsión de al menos 1,7 millones de afganos del país, considerada una ofensiva xenófoba en el exterior.

INDONESIA, 14 DE FEBRERO

Indonesia, donde más de 200 millones de votantes están habilitados (la participación suele rondar el 80%), vivirá las mayores elecciones del mundo en 2024, y claves en el escenario del Indopacífico, donde Estados Unidos y China concentran su atención y rivalizan en influencia hace más de una década, y encuentran a un país que apuesta por una neutralidad estratégica. 

Tras la caída del régimen del general Suharto (1966-1998), aliado de Washington, el centrista Partido Democrático de Lucha Indonesio (PDIP) llevó a la primera y única mujer a la presidencia indonesia, Megawati Sukarnoputri (2001-2004) y tiene al actual mandatario Joko Widodo, que termina sus dos mandatos con 80% de aprobación por la era de crecimiento economico (+43% del PIB), de transformación y de emprendimientos que incluyen mudar a la capital, Yakarta.

El candidato presidencial oficialista es el ministro de Defensa, Prabowo Subianto, un ex militar del régimen de Suharto, pero con Gibran Rakam -un hijo de Widodo de 36 años- como vice en la fórmula favorita (45,8% en los sondeos), para enfrentar a Ganjar Pranowo, del PDIP (25,6%), y al independiente Anies Baswedan. Si no hay mayoría, habrá segunda vuelta recién en junio. También se elegirá a 575 nuevos miembros de la Cámara de Representantes, autoridades provinciales y locales.

SENEGAL, 25 DE FEBRERO

Senegal forma parte del Sahel, la región desértica que atraviesa el norte de África de Este a Oeste y que recibió el mote de «cinturón golpista» por las rebeliones y tomas de poder militares de 2022. Desde que el país se independizó de Francia en 1960, fue gobernado sólo por cuatro presidentes con sólo dos traspasos pacíficos, como el que se espera ahora de parte de Macky Sall (62), tras 12 años en el poder.

Los comicios son del todo inciertos, porque aún se ignora si el líder opositor Ousmane Sonko (49), de la coalición Liberar al Pueblo, tercero en las presidenciales de 2019, podrá participar tras ser acusado de violación, unos cargos que desmintió y que provocaron protestas callejeras en todo el país, con 14 muertos en 2021. 

Sonko terminó condenado por «corrupción de menores» en 2023 y acusado de conspirar para una insurrección, y su participación en las elecciones depende de que el gobierno acate un fallo judicial que ordenó mantener su candidatura. Por el oficialismo, el postulante a presidente es el actual primer ministro Amadou Ba, por la coalición Benno Bokk Yakaar (BBY).

IRÁN, 1 DE MARZO

Tras casi dos años de inéditas protestas -finalmente reprimidas- por la muerte violenta de Mahsa Amini (22), emblema contra los abusos de la “policía de la moral” sobre las mujeres, el régimen teocrático liderado por el ayatolá Ali Jamenei (84), y presidido desde 2021 por Ebrahim Raisi llamó a elegir a los 290 escaños del Majlis (Parlamento) de mayoría conservadora y 88 miembros de la Asamblea de Expertos, todavía más influyente porque nombra a su vez al líder supremo.

La situación del país es también problemática en lo económico, con 30% de los hogares debajo de la línea de pobreza en 2022, una inflación anual de casi 50% y la presión de las sanciones económicas de Estados Unidos, preocupado como Occidente por la ruptura de los acuerdos internacionales de 2015 que dejaron las manos libres a Teherán para seguir enriqueciendo uranio hasta niveles militares.

 

El conflicto en la Franja de Gaza, donde el grupo Hamás recibe el abierto apoyo de Irán en su lucha contra Israel, ha acentuado la importancia estratégica del proceso electoral en Irán. Cómo el régimen filtra el sistema político reservándose la aprobación de los candidatos al Parlamento y a la Asamblea de Expertos (todos hombres y casi todos religiosos), la clave de estos comicios será la participación, en la que la disconformidad se puede expresar por ahora sin represalias (las últimas, en 2019, tuvieron un 40% de concurrencia).

PORTUGAL, 10 DE MARZO

La singular renuncia del primer ministro socialista António Costa en 2022, tras ocho años en el poder y ser erróneamente imputado por corrupción en contratos del Estado con pruebas que aludían a un funcionario homónimo, forzó al presidente Marcelo Rebelo de Sousa a convocar elecciones anticipadas en Portugal.

Las últimas encuestas indican que el Partido Socialista de Costa -aunque sin la mayoría actual- podría volver a ser la fuerza más votada con el candidato Pedro Nuno Santos, seguido de cerca por el opositor centroderechista Luis Montenegro, del Partido Social Demócrata (PSD), y con alta probabilidad de formar alianzas para gobernar un país de economía pequeña pero estable y pujante en la zona euro.

Este año se cumplirá medio siglo de la Revolución de los Claveles, que hizo caer el régimen cívico militar del Estado Novo (1933-1974). Los portugueses identifican la inflación y el costo de vida como principal  preocupación, pero también la vivienda, la educación y un sistema de salud que recibe crecientes quejas desde la pandemia.

RUSIA, 15-17 DE MARZO

Rusia celebrará del 15 al 17 de marzo las primeras elecciones nacionales desde la invasión a Ucrania en 2022 y en las que el presidente Vladímir Putin (71) será candidato a la reelección por quinta vez desde 2000 (sólo dejó el cargo entre 2008 y 2012). Los antecedentes políticos bajo su liderazgo hacen obvio su triunfo, además sin desafiantes opositores (el empresario Alexei Navalny fue condenado a 19 años por cargos de “extremismo”y está preso en el Círculo Polar Ártico).

Los comicios pueden ser presentados por el Kremlin como un referendo sobre la campaña militar en Ucrania, que presumiblemente seguirá intensificándose a medida que se aleje el invierno y sin expectativas de cese del fuego en lo inmediato. Rusia ha perdido más de 300 mil vidas en la guerra y los votantes podrían expresarse al respecto. Según la ONU, desde febrero de 2022 unas 20.000 personas han sido detenidas por repudiar la guerra en protestas o redes sociales.

La economía rusa, aún bajo severas sanciones occidentales, ha sobrevivido sin embargo gracias a acuerdos energéticos y comerciales con China e India, entre otros socios, que transformaron la matriz de intercambios económicos de Moscú.

COREA DEL SUR, 10 DE ABRIL

La situación de Corea del Sur es inseparable de la tensión militar con Corea del Norte, que involucra a Estados Unidos y a la vecina China, y es parte de un tablero geopolítico y geoeconómico complejo y agitado en toda la región del Indopacífico. 

En ese contexto, el país celebrará unas parlamentarias que harán de evaluación de mitad de mandato del presidente conservador Yook Suk Yeol, cuyo Partido del Poder Popular aspira a controlar el Congreso por primera vez desde 2016 para avanzar con su programa económico de baja de impuestos, desregulación y  reformas sociales que lo llevó al poder hace dos años.

El proceso electoral fue alterado en este enero por el atentado de un presunto atacante solitario al líder del opositor Partido Democrático, Lee Jae-myung, quien había perdido las presidenciales de 2022 con Yoon por menos de 1% pero cuyo Partido Democrático ostenta mayoría parlamentaria (167 de 298 bancas).

INDIA, ABRIL-MAYO

India celebrará elecciones generales entre abril y mayo (por geografía toman varias  semanas), en las que el Partido Bharatiya Janata (BJP) del primer ministro Narendra Modi (73) buscará mantener su mayoría en la Lok Sabha (Parlamento), sobre una oposición que denuncia autoritarismo y persecución (el líder opositor Rahul Gandhi fue condenado a dos años de prisión por insultar al mandatario en un acto).

Modi lleva nueve años en el poder apoyado en la mayoría -refrendada en 2019- del nacionalista e hinduísta BJP y aliados. Con ella, rompió la hegemonía histórica del Partido del Congreso (INC), la fuerza laica que lideró la independencia en 1947 y gobernó décadas bajo el liderazgo de la dinastía Gandhi. Las elecciones asignan las 543 bancas -por circunscripción uninominal y por cinco años- a la que aspiran partidos menores que serán claves para formar gobierno. 

Como país más poblado del mundo, con más de 1.400 millones de habitantes, India es escenario hoy de una ofensiva gubernamental, legal, política y social -a veces violenta- de la mayoría religiosa hindú sobre la minoría musulmana (mayoría en el vecino Pakistán). Modi gestiona una potencia económica emergente (5° del mundo) que crece a un ritmo de 6% según el FMI pero encuentra resistencias internas a sus reformas, como las masivas protestas de los agricultores en 2023.

En lugar de romper relaciones por la guerra en Ucrania, India estrechó relaciones económicas y energéticas con Rusia y mantiene un notable equilibrio no alineado en el juego de las grandes potencias: forma parte de los BRICS Brasil, Rusia, China y Sudáfrica pero también del QUAD liderado por Estados Unidos -que recibió a Modi con honores en 2023-, junto con Japón y Australia.

SUDÁFRICA, MAYO

El Congreso Nacional Africano (CNA), del presidente Cyril Ramaphosa, arriesga en las legislativas nacionales de mayo (pueden extenderse) la mayoría absoluta que mantiene desde los primeros comicios libres de 1994. Es desafiado por una Alianza Democrática (DA), una fuerza moderada liderada por el legislador John Steenhuisen que le disputará parte de las 400 bancas de la Asamblea Nacional. 

Rampahosa gobierna una sociedad muy insatisfecha (70%) con la democracia del país (Afrobarometer), que sufre desempleo (33%, casi el doble entre los jóvenes), crisis energética, inseguridad, corrupción y una persistente discriminación étnica.

Sudáfrica es país fundador de los BRICS, apoyó la reciente ampliación del grupo y ha buscado una posición geopolítica distante, similar a la de India, pero recientes ejercicios militares con China y Rusia preocuparon a Estados Unidos.

MÉXICO, 2 DE JUNIO

Después de las de Estados Unidos en noviembre, las elecciones de México serán las más relevantes del continente en el año, no sólo por las implicancias comerciales, migratorias y de seguridad de esa vecindad, sino por la posible continuidad del proceso político que inició el izquierdista Manuel López Obrador con su nuevo movimiento (Morena) y que podría alumbrar la primera presidenta del país, su candidata Claudia Sheinbaum.

La relocalización de compañías impulsada por un Estados Unidos que da prioridad a la seguridad nacional sobre las ventajas de la economía globalizada (near-shoring), favorece a México y al oficialismo, desafiado por la coalición opositora de los tradicionales PAN, PRI y PRD, que postula a la senadora indígena Xóchitl Gálvez. 

México creció más de 3% en 2023 y si bien el FMI critica la política de gastos concluye que el país ha mostrado “notable fortaleza en los sectores de servicios, construcción y producción de automóviles. Esto ha llevado a tasas de desempleo en mínimos históricos y a tasas de utilización de la capacidad manufacturera récord”.

En cambio, ha resultado más difícil de resolver la situación de violencia criminal vinculada con el narcotráfico, que se cobra unas 30 mil muertes al año en ataques  casi nunca esclarecidos. AMLO atribuye la situación a la demanda estadounidense de drogas ilegales (en especial del opiáceo fentanilo). La gestión de esa crisis y la provocada por la masiva migración irregular de sudamericanos y centroamericanos hacia EEUU a través de México serán temas centrales de campaña.

UNIÓN EUROPEA, 6-9 DE JUNIO

Las elecciones de la Unión Europea de 2024 son consideradas de las más importantes que haya celebrado el bloque durante sus décadas de vida, en una coyuntura que definirá tanto reformas internas históricas como el rumbo ideológico que tome en un contexto geopolítico tan incierto que hasta mantiene una guerra (Rusia-Ucrania) a las puertas de sus propias fronteras comunitarias.  

Los sondeos consideran tanto la continuidad del predominio político -a derecha e izquierda- de fuerzas moderadas como un fuerte avance de movimientos extremistas y hasta eurófobos. De ello y de eventuales alianzas con fuerzas menores dependerán la continuidad de la alemana Ursula von der Leyen al frente de la Comisión Europea y de la maltesa Roberta Metsola  en el Europarlamento.

Tras la pandemia y los cimbronazos en la economía global provocados tanto por la rivalidad China-EEUU como por la guerra en Ucrania, la UE trata de encontrar un lugar propio en el tablero que mantenga sus lazos con el mundo multipolar sin abandonar su ambiciosa reconversión tecnológica y verde, aunque en lo inmediato los electorados padecen inflación alta y sus empresarios altas tasas de interés. 

 

Otro asunto que influirá en el voto será la guerra Rusia-Ucrania, en la que la disidencia del ultraderechista húngaro Viktor Orban mantiene bloqueada una ayuda de 50 mil millones de euros a Kiev. En cambio, Bruselas aseguró a Ucrania el inicio de negociaciones para unirse a la UE junto con Moldavia (la última y quinta ampliación del bloque fue en 2004: República Checa, Chipre, Estonia, Eslovaquia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta y Polonia). 

FUENTE: https://www.embajadaabierta.org/post/2024-el-ano-en-que-votara-la-mitad-del-planeta