Un actor cada día más clave, pero cuya relevancia se ignora o se intenta ocultar, en vano.
Por Enrique Dussel Peters (*)
Desde 2017, en la Red ALC-China venimos realizando un esfuerzo con el Monitor de la OFDI para recolectar datos de toda América Latina, país por país, y analizamos 633 transacciones sobre las inversiones chinas en nuestra región. Para el caso de México, hay diferentes metodologías, que deben hacerse explícitas. Según la fuente oficial mexicana, China ha invertido un acumulado de 2.495 millones de dólares hasta 2023, mientras el Monitor de la OFDI registra invertidos 22.470 millones de dólares, es decir, casi diez veces más. En los debates con Estados Unidos, China aparece como el décimo octavo inversionista en México, pero con nuestras fuentes, es el sexto y creciendo rápidamente.
Sin instituciones, el conocimiento en América Latina y el Caribe sobre China no va a funcionar. Sorprendentemente, hay una gran brecha entre la relación socioeconómica entre nuestra región y las instituciones públicas académicas y sobre todo las privadas. Con la gran excepción del Consejo Empresarial Brasil-China, que hace todas las semanas informes sobre China, las instituciones privadas tienen una limitada capacidad de análisis, capacidad propositiva muy pobre y, menos, de implementar proyectos específicos.
También hay problemas en China, donde en los últimos 25 años el cambio generacional prácticamente es inexistente en lo que hace al trabajo sobre América Latina.
Proyectos de infraestructura
Acabamos de ver en el marco del foro APEC realizado en Lima, Perú, la inauguración del puerto de Chancay —y la reacción de, por ejemplo, el titular del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el estadounidense Mauricio Claver Carone, quien señaló que todo producto que pase por ese puerto va a tener un arancel del 60%. Margaret Myers, la directora del Programa de Asia y América Latina del Diálogo Interamericano, publicó este año el documento “Nueva infraestructura – Tendencias emergentes en la inversión extranjera directa china en América Latina y el Caribe”, en el cual ya desde el título se observa que no entendió la diferencia entre inversiones y proyectos de infraestructura. No lee en chino, no lee en español, no lee lo que se está haciendo en instituciones públicas privadas y menos académicas, cantidad de publicaciones sobre el tema de infraestructura, docenas de estudios de casos en Costa Rica, en México, en Argentina, etc.
Empleo
Con base en un esfuerzo reciente, los cuadernos de trabajo del CECHIMEX (Centro de Estudios China-México) de la UNAM generados para el largo periodo 1995 a 2021, observamos que 8,1 millones de empleos en toda la región (cuadro 1) son resultado, en 85% de los casos, de la vía del comercio neto (no es que las exportaciones generen empleo); 8%, por vía de proyectos infraestructura, y 7%, vía OFDI (Outward foreign direct investment).
Cuadro 1
Estos 8,1 millones de empleos representan casi el 15% del empleo generado en América Latina y el Caribe. Brasil es el gran ganador, México es el gran perdedor. Casi 1 de cada 6 empleos en América Latina durante este largo periodo está asociado con China. El país asiático genera en la región más empleo que Estados Unidos; no hay buenos ni malos, pero estos temas no pueden desconocerse.
El impacto en la cotidianidad
Hace 20 años se filmó la película Un día sin mexicanos. Propongo hacer una película hoy de un día sin China en América Latina. Estaríamos descalzos, sin calzoncillos, sin computadoras, el metro que acaban de renovar en varios países no funcionaría, no habría 5G, en fin, somos cientos de millones de usuarios en América Latina que usamos servicios de infraestructura e inversiones chinas.
Proyecto de globalización con características chinas
No es ni bueno ni malo, pero es chino y China, a diferencia de otros países, está planteando un proyecto alternativo a las instituciones vigentes desde Bretton Woods lideradas por Estados Unidos (cuadro 2). Hay un grupo de instituciones regionales globales para América Latina y el Caribe, como el foro CELAC-China, que tienen, primero, un grado de cooperación y certidumbre dramático en comparación con Estados Unidos, con la iniciativa de la Franja y la Ruta como institución paraguas que organiza cientos de iniciativas, con un marco temporal de largo plazo, y segundo, que tienen a los proyectos de infraestructura bajo el tema de la interconectividad como centro.
Cuadro 2
Este último tema es foco de análisis y debates en China desde hace más de 40 años, involucrando los proyectos de infraestructura de hospitales, de redes inalámbricas, escuelas, carreteras, subterráneos, puertos, aeropuertos, etc. Ha sido un factor crítico para la erradicación de la pobreza que se dio en China y, por cierto, también para el desarrollo tecnológico de propias empresas públicas.
Los proyectos de interconexión juegan un papel relevante no sólo en el plano económico, sino también en otros órdenes. Los institutos Confucio, por ejemplo, bien juegan un papel importante para explicar qué es China, qué se habla en China, etc.
Esto es una de las manzanas de discordia ente EE.UU. y China. El primero se da cuenta de que el segundo tiene un proyecto diferente al suyo, razón por la cual, en fin, reacciona como reacciona.
El sector público
Hay en China una omnipresencia del sector público —no el Estado, no las empresas paraestatales—, que no existe en otro lugar del mundo, menos en América Latina. Si no se entiende el sector público es muy difícil entender la socioeconomía china, su economía política y su relación con América Latina. Estudios que hemos hecho hace 10 años y hemos actualizado recientemente muestran que el sector público chino tiene la propiedad de más de 45% del Producto Interno Bruto. No hay economía de las Top 20 que tengan el 5% de la propiedad del sector público.
El sector público en China tiene un factor de altísima competencia entre el gobierno central, ciudades, municipios y provincias. Entre estas jurisdicciones se sacan los ojos. Una automotriz puede entrar a China y festejar por adelantado que va a venderle autos a 1.400 millones de habitantes, pero luego se encuentra con que la competencia es más dura que en Alemania, en la Unión Europea y en EE.UU. Un segundo factor es la coordinación bajo el Partido Comunista Chino y una cantidad de instituciones. Hace 15 años, China decidió hacer autos eléctricos y entonces asigna entre capitales privados y públicos —no todos del gobierno central, sino que pueden ser provincias y ciudades— para montar cinco empresas, no 500, para evitar un proceso de destrucción del capital, que hagan baterías eléctricas. Han creado una cadena global de valor automotriz, con una producción de 30 millones de autos, el doble de los estadounidenses. El partido ahí juega un papel de relevancia en la cadena global de valor. Puede estudiarse el caso de la BAIC, anteriormente Beijing Automotive Industry Corporation, propiedad única no del gobierno central, sino de la ciudad de Beijing, y produce más autos que todo México junto.
Si no se entiende este sector público no vamos a entender la cooperación con universidades, ni el turismo, el comercio, la OFDI, ni los proyectos de infraestructura.
Nuevas relaciones triangulares
¿Qué quieren decir con nueva “guerra fría”? Pues si se piensa en la Unión Soviética contra Estados Unidos, la Unión Soviética ya ni existe, y entonces es contra una China que se asimila a Rusia… no se entiende nada, porque se manejan pobres conceptos. Lo que estamos viviendo es una durísima confrontación entre EE.UU. y China a todos los niveles, que va a proseguir y nos va a sobrevivir. El gran reto es qué van a hacer terceros países o las regiones, Latinoamérica, África, Asia, o Argentina, Vietnam, México.
Shorings
Hay un show de “shorings” de todo tipo para referirse a la relocalización de procesos. Desde los años 1970 existen estos procesos de relocalización. Invito al concepto de security shoring. Desde 2022 la propia Casa Blanca destaca que, en la relación con China, la seguridad nacional va a estar por encima de temas de comercio, de cultura, de semiconductores, autos eléctricos, etc. Se le propone a México sumarse al security shoring en contra de China. México se va a beneficiar con sus autos eléctricos de 7.500 dólares siempre y cuando no tengan componentes chinos, porque si tiene valor agregado chino no recibe subsidios. Esto va a tener un impacto relevante. Los estudios que hicimos sobre el valor agregado de ocho economías latinoamericanas (Cuadro 3) han arrojado resultados espectaculares. En el caso de México el valor agregado en las exportaciones mexicanas totales y prácticamente lo mismo para Estados Unidos aumenta del 0% en 1995 al 21.2% en 2020. Es decir 21.2% de lo que México exporta son componentes chinos.
Cuadro 3
La investigación sobre China
Un primer tema es invitar a los especialistas e investigadores en política internacional a que se integren a los debates relacionados con China.
La experiencia de casi 25 años de haber examinado a China desde América Latina nos enseña que es un tema de corte horizontal y no debe ser un tema sólo para sinólogos. No está en los cursos de licenciatura, maestría, doctorados, lo cual tiene un costo alto, porque en América Latina no estamos preparados. Hay que meterse con el tema de China, que no es otro país más, no es “de la A a la Z, de Argentina hasta Zambia y en medio está China”, sino que es un país que está generando una enorme riqueza en América Latina. Debemos, necesitamos meternos con él.
(*) Dussel Peters es uno de los mayores especialistas latinoamericanos en las relaciones económicas entre China y América Latina. Coordina el Centro de Estudios China-México (CECHIMEX) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Red ALC-China. A fines de noviembre de 2024 participó del “Seminario de intercambio y cooperación América Latina – China” organizado por el Programa China-CONICET. Su disertación es la base de este artículo que publica Tektónikos.
FUENTE TEKTONICOS: https://tektonikos.website/china-en-america-latina-inversiones-y-desconocimiento/
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