INFORME DE NOVIEMBRE DEL 2019 – ESTADOS UNIDOS: INTERVENCIÓN EN EL BLOQUE LATINOAMERICANO
Por Natalia Arias
La situación de los regímenes políticos latinoamericanos, cada vez se vuelve más compleja, tanto a nivel interno como externo, y en el contexto internacional, podemos visualizar una Unión Europea un tanto debilitada a nivel de influencia, y una potencia asiática como lo es China, lo que hace propicio que la bandera de Estados Unidos se alce como el sol en el horizonte, poniendo fin a su política de “defensor de los derechos”.
Es así que el retiro del Acuerdo de París por parte del gobierno norteamericano, establecido con relación al cambio climático y a la necesidad de reducir las emisiones de contaminación, pone en evidencia el descaro de quienes ejercen la mayor cantidad de emisiones de dióxido a nivel global, entre otros elementos contaminantes.
Es más, en un aspecto más inclinado a las alianzas, encontramos a un Estados Unidos que suelta la mano de sus aliados en un intento de presión para redirigir su política exterior e interna, que originalmente había partido -tal como a lo largo de su historia- como un defensor de la democracia.
Por otra parte, la reciente aprobación -el pasado 3 de Diciembre- sobre el accionar del TIAR en relación a Venezuela, hizo que quedaran sancionados 29 funcionarios cercanos al gobierno de Nicolás Maduro en materia de movilidad y financiera.
¿Cuál será la próxima jugada de la potencia norteamericana en Latinoamérica?
Desde mediados de Noviembre, posterior a las elecciones presidenciales en Argentina, podíamos observar la preocupación de Estados Unidos en la política exterior que adoptaría Alberto Fernández al asumir la presidencia. Aparentemente las relaciones y diálogos concluyeron de manera positiva entre el candidato elegido y Washington, más no fue sorpresa que por parte de Donald Trump, en un contexto todavía de conflicto comercial con China primado de intereses, se haya tomado la decisión de imponer aranceles -sobretodo al hierro y al acero- a sus países “amigos”: Ni más ni menos, a Brasil y Argentina.
“Washington no va a dudar en imponer sanciones a cualquier país que devalúe su moneda, ya que cuanto más lo hagan, más baratos serán sus productos” anunció el secretario de Comercio de los Estados Unidos, Wilbur Ross, en un claro intento de imposición como potencia económica para con respecto a la latente posibilidad de una mejora en el sistema de exportaciones (y si se quiere profundizar más, una posible alianza con China)1
Si indagamos en estadísticas, Argentina exporta el 0,6% de acero hacia EEUU, y el 2,3% de aluminio. Brasil es el mayor importador de carbón siderúrgico de Estados Unidos, siendo el 80% de las exportaciones de acero brasileñas productos semiacabados, utilizados como materia prima por la industria siderúrgica estadounidense.
Ya la Cámara Argentina del Acero (CAA) ha manifestado su preocupación con la medida estadounidense, y piden que la problemática sea abordada en la siguiente Cumbre del Mercosur, con fecha base de 5 de diciembre.
La justificación de las sanciones de Donald Trump se inclina a la protección nacional de sus agricultores, más paralelamente la cuestión en el escenario internacional, se enmarca en la espera del cumplimiento de su rol hegemónico. Próximamente veremos nuevas reacciones de los pares ante este hecho que restringe aún más nuestra capacidad de producción y productividad.
Ya sabemos de antemano que el poder norteamericano se ha visto ejercido y posicionado en el bloque latinoamericano, en base a la defensa y soporte de presidentes interinos, tal como fue el intento fallido en Venezuela con la figura polémica de Juan Guaidó -y aún así se le atribuye la culpa a Cuba como fomentador de las protestas latinoamericanas, y como obstáculo para el regreso hacia la democracia2–. Es así que el nuevo intento alude a Bolivia, y el reconocimiento hacia la presidencia provisoria de Jeanine Áñez, quien en una sesión legislativa sin quórum, se proclamó presidente interina del Estado Plurinacional de Bolivia. El reconocimiento internacional incluye, por su puesto, a su “mano derecha” Jair Bolsonaro, quien reconoció y felicitó la asunción de Jeanine Áñez.
De todas formas, Donald Trump, ha dejado bien en claro su interés y su rol como fomentador de la democracia, advirtiendo que este acontecimiento ha sido una clara señal para “los regímenes ilegítimos en Venezuela y Nicaragua”, confirmando que con la caída de Evo Morales, el continente americano “está a un paso más cerca” de ser “plenamente democrático, próspero y libre» 3
Otro dato preocupante del “mayor ejemplo de la democracia en la historia” -citamos a Mike Pompeo4 -, fue su elogio al papel de las fuerzas militares, quienes «sugirieron» una retirada de la presidencia de Morales: «Estados Unidos aplaude al pueblo boliviano por exigir libertad, y a los militares bolivianos por acatar su juramento de proteger no solo a una sola persona»3
Las primeras tareas a concretar para el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos por parte del régimen interino de Bolivia, implicó el reciente nombramiento del embajador boliviano Walter Oscar Serrate en Estados Unidos, por primera vez en once años, luego de la expulsión de su predecesor Gustavo Guzmán en 2008.
El interés del control latinoamericano por parte de Estados Unidos implica su participación en la situación en Nicaragua, quien se suma a la lista de revueltas internas junto con Cuba, Colombia, Chile, Bolivia, etc. Mike Pompeo, una vez más, ejerció presión al advertir posibles sanciones en contra del gobierno de Ortega, a quien ya previamente se ha sancionado. Sin embargo la justificación de Pompeo, tal como es característico del poder norteamericano, se basó en que “Estados Unidos está tomando acciones para restaurar la democracia en Nicaragua, y se continuará presionando al régimen de Ortega hasta que todas las libertades sean restauradas” Escribió el pasado 2 de Diciembre en su Twitter.
En otro orden de ideas los acuerdos arribados por el gobierno de Donald Trump, explicitan el interés en mantener el control -al menos- en algunos países de Centro América y Sudamérica.
En este sentido, recientemente se ha firmado un acuerdo de seguridad fronteriza con Ecuador, a través del sistema PISCES. El objetivo se inclina a proporcionar al Ecuador un sistema de “control de fronteras con tecnología biográfica y biométrica”; en otras palabras, permitirá verificar huellas digitales, rostros y documentos de los viajeros, identificando así a quienes puedan representar una amenaza para la seguridad pública. Dicho sistema funcionará en cuanto a la documentación de llegada y salida de viajeros internacionales en puertos y aeropuertos de Ecuador. 5
El problema de las migraciones ha sido un tópico polémico en cuanto a la dirección de la política exterior norteamericana, y recientemente se ha alistado un reglamento de acuerdos para con Honduras, el Salvador y Guatemala, preparándose para la aplicación del infame acuerdo de “Tercer País Seguro”. Inclusive en Guatemala, el pasado 21 de noviembre comenzó a llevarse a la práctica dicho acuerdo. Sin embargo, sigue en debate la conceptualización de qué considera el hegemón como país seguro.
Otro acuerdo de carácter comercial que debemos destacar, es el que involucra a Estados Unidos, México y Canadá, quienes ya desde el año pasado acordaron reemplazar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con un nuevo pacto; el T-MEC, que comparado con su predecesor, otorga a Estados Unidos un mayor acceso al mercado lácteo canadiense, incentiva la producción automotora, establece cláusulas medioambientales y laborales, y actualiza las protecciones de propiedad intelectual.
Finalmente para agregar, se va a establecer una serie de ejercicios, capacitaciones y simulacros en conjunto entre la seguridad de Panamá y Estados Unidos para lidiar con los desastres naturales, en el marco de la “Operación Mercurio”. El objetivo implica poner a prueba la habilidad de los participantes, y mejorar el tiempo de respuesta. Más la opinión pública comenzó a rechazar esta operación, debido a la cercanía geoestratégica de las bases improvisadas con respecto a la frontera con Colombia, y por los riesgos que la nación asume en el posible uso militar inadecuado por parte de la potencia extranjera6
A modo de conclusión, ha quedado en claro que la situación interna de los regímenes latinoamericanos se ve muy compleja. Estas revueltas en Chile, Bolivia, entre otros, sumadas a las elecciones en diferentes países como Argentina y Uruguay, han captado la atención prioritaria estadounidense.
Sin embargo, queda una pregunta pendiente a futuro. Ante la victoria de Alberto Fernández, quien ha dejado en claro el tipo de relaciones que desea tener con el país norteamericano a la hora de asumir la presidencia ¿Se sumará Uruguay, con un gobierno de derecha -tal como aspiraba Estados Unidos- a la lista de países estratégicos que brinden su apoyo en esta situación de desestabilización de alianzas para con Latinoamérica?
Por Natalia Arias Investigadora Junior de Dossier Geopolitico.-
Fuentes:
4https://www.cnnchile.com/programas-completos/mike-pompeo-protestas-america-latina_20191202/
5https://www.elcomercio.com/actualidad/eeuu-ecuador-acuerdo-seguridad-frontera.html6https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=325731&SEO=rechazan-ejercicios-militares-de-ee.
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