Las posibles consecuencias militares del Cambio Climático

por Carlos Pissolito

Los mecanismos para la seguridad colectiva del Mundo son una hecho que tuvo su inicio en la conformación de la ONU, tras la finalización de la 2da GM.

Inicialmente, se los pensó para colaborar en la solución de conflictos terminados, pero no cerrados, en los que era necesaria una intermediación para separar a las partes en conflicto, lo que, por lo general, eran Estados nacionales. Así nacieron las misiones militares de paz o “peacekeeping”. Un término que no estaba en la Carta de esa organización, pero que se creyó conveniente inventar.

En un principio, el particular sistema de veto de su Consejo de Seguridad hizo que éstas, fueran más bien escasas, ya que cada uno de los “Grandes” se encargaba de vetar las propuestas no aceptables para sus intereses. Aunque todo cambió a partir del colapso de la URSS, que permitió que éstas se multiplicaran en la década de los a los 90, pues Rusia dejó de oponerse por cerca de un a década.

Pero, no solo se incrementaron las operaciones militares de paz en su cantidad, también, cambiaron cualitativamente. Ya que pasaron de sencillas misiones de interposición para mantener una paz ya establecida con el consenso de las parte en conflicto; a  ser misiones de imposición de la paz, con o sin el consentimiento de las partes.

Pronto, un grupo de intelectuales de los denominados países desarrollados, pero no de las potencias (principalmente de Canadá y de los Países Nórdicos) comenzaron a hablar de la necesidad de intervenir en aquellos Estados en que se producían gruesas violaciones a los DDHH.

Si bien, la ONU no adhirió -formalmente- a esas doctrinas, convalidó con mandatos específicos, por ejemplo, las operaciones militares lideradas por los EEUU para los cambios de régimen en Serbia (1989) y en Libia (2011).

Actualmente, tal como lo señala la academia danesa para fuerzas de paz,  estas misiones deberían orientarse contra aquellos Estados que desafían las restricciones al cambio climático por considerarlo una amenaza a la paz y a la seguridad mundial.

Poco antes, casi anecdóticamente, una adolescente sueca había acusado a la Argentina, a Alemania, a Brasil, a Francia, y a Turquía por violar los protocolos ambientales y afectar a la infancia.

Muchos, erróneamente, sostienen que la ONU ha fracasado en su pretensión de ayudar a preservar la paz y la seguridad mundial. Probablemente, esto sea así. Lo que no se puede negar es el esfuerzo y los logros de esta organización para diseñar, solventar y apoyar operaciones militares a lo largo y ancho del Mundo en función de lo que ha considerado conveniente en cada oportunidad.

Tampoco, puede negarse la influencia intelectual que ejercen, mediante bien aceitados lobbies, los ya mencionados países desarrollados.  La que, en no pocas ocasiones, proveen a la ONU del justificativo moral para cruentas intervenciones militares de muy dudosa utilidad.

Es por ello, que Estados periféricos como el nuestro, que no solo carecen del poder de veto, también, del poder de influencia de otros;  debe estar atenta frente a estas movidas. Las que si bien se inician en cerrados cenáculos de pensamiento; pueden llegar a convertirse en el libreto para futuras intervenciones militares que nos tengan como blanco.

Una advertencia que tiene particularmente valor para un país como el nuestro, con una diplomacia siempre bien dispuesta a adherir y a comprar -llave en mano- tratados, resoluciones altisonantes de reconocimiento de derechos. Algunos de las cuales pueden presentar serias amenazas para nuestros intereses y para nuestra seguridad nacional.

Carlos Pissolito Coronel (R) Ejercito Argentino


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