Por Flavio Colazo autorizado por su autor
Especial para La Nueva Mañana
Como continuidad del reinicio de sus actividades llevado a cabo el 18 de septiembre –luego de un paréntesis de 4 años-, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) desarrollará -a partir de hoy viernes y en nuestro país- la Cumbre desde la cual muy posiblemente el presidente argentino, Alberto Fernández, resulte electo para ocupar la presidencia Pro Témpore del organismo regional.
Las dificultades para una integración
Los intentos de integración regionales por lo general no se resuelven de un día para el otro -y no siempre alcanzan a cumplimentar la totalidad de los objetivos propuestos en su idea gestante-. Este que intenta abordar la Región americana mediante la Celac -sin EE.UU. (ni Canadá)- seguramente no será resuelto rápidamente. Europa, por ejemplo, para llegar a la Unión Europea (UE), inició el camino a mediados del siglo XX con un acuerdo energético (por el carbón), pasó luego por un acuerdo comercial, para finalmente, y luego de largas y arduas negociaciones, conformar el espacio (UE) que integra hoy a 27 países que actúan -en su relación con los grandes bloques económicos- como un todo.
Los pasos integracionistas en la Región en los siglos XX y XXI
Si bien ya Juan Domingo Perón –durante su segunda presidencia- había pergeñado un diseño de integración (el famoso ABC- Argentina, Brasil y Chile) este no llegó a concretarse. Recién el Mercado Común del Sur (Mercosur), nacido en 1991, fue el primer gran paso que dieron algunos países de la Región (Argentina, Brasil; Paraguay y Uruguay) en alcanzar una integración efectiva y fructífera. Este acuerdo comercial permitió un fortalecimiento del mercado regional frente a los mercados mundiales llegando a posicionarse como el cuarto a nivel global. El próximo paso (siempre por el impulso de gobiernos progresistas) fue la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), nacida para “construir una identidad y ciudadanía suramericana y desarrollar un espacio regional integrado”. Esta Unión -nacida en 2008, y que entró en vigor a partir de 2011-, que tuvo entre sus logros, por ejemplo, desactivar un golpe de Estado en Ecuador, fue desmantelada –prácticamente en su totalidad- al girar los gobiernos regionales hacia políticas de derecha neoliberales, para que ya en 2018 la mayoría de sus integrantes la abandonaran quedando actualmente solo con 4 países (Bolivia, Guayana, Surinam y Venezuela). Ante el desmembramiento de la Unasur , y con políticas totalmente opuestas a esta, surgió -por iniciativa de los entonces presidentes de Chile y Colombia, Sebastián Piñera e Iván Duque-, el Foro Para el Progreso de América del Sur (Prosur). Este Foro pretendía elevar a Piñera como un líder regional del neoliberalismo en tanto modelo “exitoso” de país; las movilizaciones sociales de 2019 en su país acabaron con su sueño, y prácticamente también con el Foro. Corresponde señalar que desde 2011 está en funcionamiento el tratado comercial conocido como la Alianza del Pacífico (AP), pero Argentina no está involucrada en dicha Alianza.
La Región encuentra en la Celac una posibilidad cierta de conformar un bloque serio, fuerte y potente.
Comunidad de Estados latinoamericanos y caribeños (Celac): integración para liberarse de la OEA y EE.UU.
Si bien para septiembre del 2021 –momento en que se llevó a cabo la VI cumbre de la Celac (nacida en 2010) en México- ya Argentina, Bolivia y Perú habían recuperado, merced al cambio político progresista en sus administraciones, el rumbo integracionista olvidado durante las administraciones neoliberales, es a partir de los triunfos electorales de Gabriel Boric en Chile y Xiomara Castro en Honduras –sumado a un muy posible inminente retorno de Lula a la presidencia de Brasil-, y habida cuenta del mal estado actual de la Unasur, que la Región encuentra en la Celac una posibilidad cierta de conformar un bloque serio, fuerte y potente para enfrentar a la Organización de Estados Americanos (OEA) toda vez que esta Organización en los últimos años ha cometido una larga serie de tropelías encadenadas que siempre han socavado derechos básicos de los estados sobre los que ha intervenido en algún modo: el apoyo al golpe de Estado en Bolivia es uno de los tantos ejemplos que se pueden mostrar en este sentido. La OEA, en recientes palabras del expresidente de Unasur, Ernesto Samper, “se ha convertido en un instrumento de hegemonía hemisférica de los EE.UU.”. El mismo Samper ha expresado que “se necesita una OEA sin la presencia de los EE.UU., y que eso puede ser la Celac, una especie de Unasur ampliada”.
El caso Boric
Recientemente Sebastián Cortez Oviedo, al ser entrevistado por este medio, advertía sobre la muy baja intensidad de la voluntad integracionista de Chile. A esta idiosincrasia política del país trasandino, relevada por Cortez Oviedo, se le ha añadido un presente griego que Piñera le acercara a Boric a horas del triunfo electoral: una invitación formal a participar del encuentro del Prosur que se llevará a cabo sobre finales de enero. De modo auspicioso para las intenciones de los miembros de la Celac el recientemente electo presidente de Chile ha anunciado su no participación en las reuniones del Prosur ni de la AP.
Utilidad de una Celac fortalecida
En cuanto a lo práctico y útil de una integración robusta, por ejemplo, varios presidentes de la Región han hecho oír sus lamentos por no haber contado con una integración fuerte a la hora de llegar al continente la pandemia de Covid. “Hemos sido víctimas del nacionalismo de las vacunas, porque cada país negoció por su lado” expresó el presidente de Guyana (Irfaan Ali). Desde aspectos tan serios como la pandemia y la negociación por las vacunas se pueden proyectar infinitos beneficios de toda índole para los países americanos hacia el sur de los EE.UU. Sin ir más lejos la Cancillería china ha dado a conocer un Plan de Acción Conjunto China-Celac 2022-2024 pensado para expandir la cooperación en múltiples áreas que van desde defensa, comercio y finanzas, hasta salud pública e intercambios culturales. También es para destacar la firma del acuerdo constitutivo para la Agencia Latinoamericana y del Caribe del Espacio (ALCE) que permitirá avanzar con proyectos tecnológicos del ámbito espacial. Así, pretendidamente con la presencia de la totalidad de sus integrantes –menos Brasil, ya que el presidente Bolsonaro abandonó a la Comunidad-, la Cumbre que comienza hoy en nuestro país pareciera traer nuevos vientos de esperanzas a la Región.
Importancia de la presidencia de la Celac para Argentina
En cuanto a la trascendencia e importancia de la Cumbre en marcha es necesario tratar el tema en dos niveles. Uno: el posicionamiento de Argentina ante la Región, el mundo y, especialmente, los EE.UU. Dos: la relevancia personal de Alberto Fernández, quien tras varios fracasos por alcanzar Argentina algún puesto de importancia en los organismos diplomáticos intergubernamentales y/o supranacionales, vería coronarse en su persona el primer gran triunfo argentino en dichos estamentos diplomáticos. En atención al primer nivel, por ejemplo, es imprescindible destacar que en la VI Cumbre de septiembre del 2021, se destacó en una declaración especial específica “los legítimos derechos de la Argentina en la disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y los espacios marítimos circundantes”. Otro aspecto para nada menor es el que atiende a las negociaciones que lleva adelante el Gobierno argentino con el Fondo Monetario internacional (FMI). En este sentido la Cumbre puede ser una bisagra en el marco de las tensiones con EE.UU. (principal socio-y mandamás- del FMI). La pregunta del millón sería: ¿Toleraría EE.UU. que se le hiciese este “feo” conformando un organismo americano con Nicaragua, Venezuela y Cuba, y sin su presencia y activa participación en el mismo; y que encima lo presida Alberto Fernández, el presidente que le está pidiendo auxilio para solucionar su problema con el FMI? La respuesta, especulan los agoreros, se sabrá más temprano que tarde.
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