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Por Sergio Rodríguez Gelfenstein que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

En artículos anteriores hemos dicho que el poder imperial se sustenta en tres pilares : su gran aparato militar, su indudable superioridad en materia de control del aparato cultural-mediático global y la potestad auto concedida de ser el poseedor y único emisor del dólar, moneda que juega el papel de principal instrumento de cambio para el comercio mundial.

En futuras entregas abundaremos sobre los dos primeros cuya situación es distinta y tiene particularidades porque mientras el predominio militar comienza a desvanecerse, la preponderancia en el ámbito de la cultura y las comunicaciones se ha transformado en la primordial herramienta de sostenimiento de su hegemonía.

Hoy daremos algunas pistas para exponer el avance del proceso de desdolarización que pareciera ser el más activo y el que muestra los avances más acelerados en materia de debilitamiento del poder global de Estados Unidos.

Las cifras son claras: en 2001, las reservas mundiales en dólares eran el 73% del total, al 2021 esa cifra se había reducido a 55% y a 47% al año siguiente.

Esto expone que el año pasado la cuota del dólar en las finanzas mundiales tuvo una caída 10 veces más rápida que la media de las últimas dos décadas, lo cual es sin duda alguna, una cifra de extraordinario impacto. Según el analista internacional brasileño Pepe Escobar: “Ahora ya no es descabellado proyectar una cuota mundial del dólar de sólo el 30% para finales de 2024, coincidiendo con las próximas elecciones presidenciales estadounidenses”.

Paradójicamente, el origen de esta abrupta caída vino dada por el congelamiento en Occidente de las reservas rusas (un monto suprior a los 300 mil millones de dólares), haciendo sonar las alarmas en el sentido de que ya no era seguro sostener reservas en dólares en el extranjero. A partir de ese momento, se desató una verdadera avalancha de desdolarización que se ha patentizado a través de decisiones de países y alianzas internacionales a lo largo y ancho del planeta.

Aunque el proceso ha seguido un desarrollo paulatino, podría situarse en el pasado mes de abril el momento en que el mismo tomó un nivel de aceleración profunda. Tal vez, si quisiéramos establecer para la historia un hecho que exprese el instante de influjo de este curso, lo podríamos ubicar en aquel momento cuando el presidente de Brasil Lula da Silva reflexionara en voz alta sobre el asunto durante su viaje a China en abril pasado: “Todas las noches me pregunto por qué todos los países tienen que comerciar respaldados por el dólar […] ¿Por qué no podemos comerciar respaldados con nuestras propias monedas? ¿Quién decidió que el dólar fuera la moneda (global) tras la desaparición del patrón oro? ¿Por qué no el yuan o el real o el peso?”

Unos días antes, el 30 de marzo, Brasil y China habían anunciado un acuerdo comercial que les permitiría utilizar las monedas de los dos países, el yuan y el real, respectivamente. Esta decisión, aunque no fue la primera, se insertó en una dinámica que sobrevendría, estimulando a otros países latinoamericanos y de otras regiones a seguir ese camino.

Así, Argentina, en una situación de profunda crisis económica y financiera motivada en una carencia de divisas que se agravó por las imposiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y una difícil negociación del pago de la deuda, decidió renunciar al dólar como pago de esta, acudiendo al yuan chino no, solo para comerciar con Beijing, también para pagar la propia deuda con el FMI.

En el mismo mes de abril en otros lugares del planeta comenzaron a decidirse procesos similares. Así, Tailandia y China iniciaron conversacionespara promover aún más sus divisas nacionales para el comercio bilateral, que ya utilizan desde hace años para transacciones entre ambos países. Asimismo, el Banco Popular de China ha establecido mecanismos de cooperación con el Ministerio de Finanzas de Japón, el Banco Central de Malasia y el Banco de Indonesia para emplear las monedas nacionales para el comercio, la inversión y los pagos en el sector privado.

De igual manera, otros países se han sumado a la desdolarización como Rusia, Arabia Saudí, Bielorrusia, Irán y Egipto que están impulsando el uso de monedas nacionales para el comercio bilateral, todo lo cual ha prendido las alarmas en Washington que observan impávidos como se desmorona uno de los pilares de sustento de sus dominación global. En este sentido, el senador republicano Marco Rubio, dijo que: “si esta tendencia continúa, en 5 años la Casa Blanca no podrá sancionar a ningún país”. Así mismo,  Janet Yellen secretaria del Tesoro de Estados Unidos afirmó que siendo difícil dejar de usar el dólar,reconocía que si ello sucediera, tendría consecuencias muy graves para su país. En un acto de extraña conformidad, Yellen aceptó que “las sanciones contra Rusia han empujado a las naciones a dejar de usar la divisa estadounidense”.

Dado continuidad a lo que a finales de abril ya parecía un curso inevitable de los acontecimientos, el presidente de Siria, Bashar al-Asad urgió abandonar el comercio en dólares proponiendo reemplazar la moneda estadounidense con el yuan chino. Según el mandatario sirio “…la guerra entre Occidente, encabezado por Estados Unidos y los países soberanos es principalmente económica, [por lo que] es necesario deshacerse de los grilletes de comerciar con el dólar estadounidense”.

De la misma forma, el 22 de abril, Bangladesh e India acordaron realizar una parte de sus transacciones comerciales bilaterales en sus respectivas monedas nacionales, el taka y la rupia.

Según Afzal Karim, director ejecutivo del Sonali Bank Limited, el principal banco comercial de propiedad estatal de Bangladesh, la decisión se sustentó en la convicción de que “el comercio bilateral con India en taka y rupias reducirá la presión del dólar estadounidense, produciendo un beneficio para ambos países”.

En este marco, los cancilleres del grupo BRICS reunidos en Ciudad del Cabo el pasado 1° de junio abordaron el tema, discutiendo acerca del posible lanzamiento de una moneda común para avanzar en el proceso de desdolarización y su posible expansión, de cara a la cumbre de jefes de Estado y de gobierno del bloque económico que se celebrará el próximo mes de agosto. Al respecto, la ministra de Relaciones Internacionales y Cooperación de Sudáfrica, Naledi Pandor afirmó que este era un asunto que se debía discutir y “discutir adecuadamente”. 

Considerando que algunos de los países involucrados hasta ahora en el proceso, son miembros del grupo BRICS, que más de 20 países han solicitado su incorporación al conglomerado y que a esta altura, los cinco países que configuran esta asociación producen el 32,1% del PIB mundial frente al 29,9% del Grupo de los Siete, el impacto de lo que está ocurriendo cobra una importancia de nivel estratégico global.

Siguiendo la tendencia,  Indonesia, una de las mayores economías del sureste asiático, se sumó a la decisión del grupo BRICS para alejarse del dólar y comerciar con su propia moneda. iniciando la diversificación del uso de la moneda en forma de LCT [comercio en moneda local]. Según el gobernador del Banco de Indonesia, Perry Warjiyo, la dirección es la misma que la de los BRICS, pero de hecho, Indonesia ha tomado decisiones más concretas, toda vez que Yakarta ya había implementado el comercio en monedas locales con varios países como Tailandia, Malasia, China y Japón y Corea del Sur.

Vale decir que en este marco, como expresión del interés chino por internacionalizar su moneda, en marzo, el yuan se convirtió en el instrumento financiero más utilizado para la realización de transacciones transfronterizas en China superando al dólar por primera vez con un aumento de 26% respecto del mes anterior según un cálculo de Reuters basado en datos de la Administración Estatal de Divisas de China.

Ya en el mes de mayo, siguiendo esta directriz de las finanzas internacionales, el gobierno de Zimbabue se propuso lanzar una moneda digital respaldada por oro para reducir su dependencia del dólar y proteger a sus ciudadanos de las fluctuaciones monetarias. Según el Banco de la Reserva de Zimbabue, (RBZ, por sus siglas en inglés)  en una primera fase se emitirán monedas digitales respaldadas por oro con fines de inversión con un período de consolidación de 180 días y canjeables de la misma manera que las monedas físicas de oro existentes.

En América del Sur, tras la decisión bilateral brasileño-argentina de comerciar con sus monedas locales, Bolivia anunció que estaba examinando la posibilidad de no mercadear en dólares estadounidense y emplear el yuan de China para llevar a cabo sus transacciones internacionales. En una rueda de prensa el día 10 de ese mes, el presidente boliviano Luis Arce afirmó que Argentina y Brasil, siendo las dos economías más grandes de la región ya estaban transando en yuanes en acuerdos con China, y explicó que a pesar de que tradicionalmente la zona ha estado bajo influencia de Estados Unidos,  en la actualidad muchos países tienen más comercio exterior con China que con el país norteamericano agregando que la tendencia de la región va a ser esa,  A partir de este diagnóstico, Arce declaró que: “Bolivia no podía quedar al margen de lo que está ocurriendo mientras hace comercio directo con China, [por lo que] no es necesario transar en dólares.

En la misma dirección, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro opinó que su país tiene que acoplarse a un sistema en el que «no se utilice la moneda para esclavizar a los pueblos» por lo cual, consideró que Venezuela debe «insertarse en la iniciativa de desdolarización del mundo». Al mismo tiempo que ordenaba a su gabinete estudiar otras alternativas para el intercambio comercial a fin de evitar el uso político que hace Estados Unidos de su moneda, el presidente bolivariano expuso que  “mientras el mundo sea más multipolar, pluricéntrico y con equilibrio, aparecerá una [mayor] canasta de monedas para el comercio y para el funcionamiento financiero”

CONTINUARÁ

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico

Por Eduardo Vior

Rusia replica las sanciones occidentales, hundiendo la economía europea. EEUU y China son los grandes ganadores de la crisis, pero toda la economía mundial se está transformando.

Al decidir este miércoles 23 que el pago de las exportaciones de gas a los “países no amigos” sólo puede hacerse en rublos, Vladimir Putin devolvió a los países occidentales sus sanciones contra Rusia, peor, corregidas y aumentadas. No es casualidad que el dólar inmediatamente después haya caído un 8,3% frente al rublo, ya que los analistas temen que esta contramedida rusa deje a Occidente al borde de un gran colapso económico. El presidente ruso anunció este miércoles que su país cumpliría con los contratos de largo plazo para el envío de gas a Europa, pero que los pagos deberán efectuarse en rublos y acreditarse en bancos de su país. Como resultado de la medida, la UE se ve obligada a apuntalar la moneda rusa o a cortar por completo sus importaciones de allí.

Sin embargo, lo peor podría estar todavía por llegar, si se concreta la crisis de los precios de los alimentos que el presidente francés Macron teme para dentro de varios meses. Esto podría suceder perfectamente debido a que las exportaciones agrícolas de Rusia y Ucrania se ven afectadas por la guerra y las sanciones contra Moscú. Las medidas de castigo contra Rusia y su aliado bielorruso significan, además, que ninguna de las dos grandes productoras de fosfatos podrá suministrar fertilizantes a muchos de sus clientes, lo que aumentará aún más el precio de los alimentos básicos y posiblemente también reduzca la producción.

El aspecto más controvertido del nuevo régimen de sanciones dispuesto por los aliados occidentales es, sin duda, la congelación de las reservas de oro y divisas de Rusia en el extranjero, aproximadamente la mitad de sus tenencias totales. Los expertos y comentaristas occidentales esperan que las sanciones perjudiquen la economía rusa, siembren el descontento entre el pueblo y las élites rusas y causen la caída de Putin. Sin embargo, mucho más probable es que suceda lo contrario. Rusia lleva tiempo preparándose para este momento. Tras la primera oleada de sanciones occidentales, en 2014, Putin se embarcó en lo que los analistas han denominado una estrategia de «Fortaleza Rusia», aumentando las reservas internacionales del país y diversificándolas, reduciendo su exposición externa, impulsando su cooperación económica con China y aplicando estrategias de sustitución de importaciones en varios sectores, como el alimentario, el médico y el tecnológico.

Es cierto que el gobierno ruso y su Banco Central cometieron el error de dejar alrededor de la mitad de esas reservas estacionadas en bancos centrales extranjeros, facilitando su confiscación. De todos modos, Rusia sigue teniendo acceso a más de 300.000 millones de dólares en reservas en oro y divisas, más que suficientes para amortiguar cualquier caída a corto plazo de las exportaciones y para apuntalar el rublo durante un tiempo.

Además, el banco central ruso reaccionó a las sanciones deteniendo los flujos de capital fuera de Rusia y nacionalizando los ingresos en divisas de los principales exportadores, exigiendo a las empresas rusas que conviertan el 80% de sus ingresos en dólares y euros en rublos. También subió los tipos de interés al 20% en un esfuerzo por atraer el capital extranjero. Estas medidas pretenden reforzar el valor del rublo y proporcionar al país un adecuado flujo de divisas. Como resultado, aunque el rublo ha perdido un 40% de su valor desde el inicio del conflicto, por ahora la caída libre de su valor parece haberse detenido, registrando incluso un repunte en las dos últimas semanas. Por el momento, la cuenta financiera de Rusia está lejos de ser desastrosa.

No olvidemos que la principal fuente de reservas de divisas de Rusia -las exportaciones de petróleo y gas- ha sido excluida de las sanciones, porque la mayoría de los países europeos no puede prescindir de las importaciones de petróleo y gas (y otros productos básicos) de Rusia.

En resumen, Rusia no corre el riesgo, a corto plazo, de quedarse sin reservas y no poder pagar sus importaciones. Igualmente infundados son los rumores de un inminente impago. En los últimos años Moscú ha reducido sus obligaciones con el exterior: su deuda en moneda extranjera asciende hoy a sólo unos 40.000 millones de dólares, una cantidad ínfima comparada con el tamaño de sus exportaciones anuales, que superan los 200.000 millones de dólares en petróleo y gas. Como en el caso de las exportaciones de petróleo de Rusia, perjudicar a Rusia significa inevitablemente perjudicar a sus clientes occidentales. Todo esto ayuda a explicar por qué incluso los analistas financieros occidentales, como Goldman Sachs y JP Morgan, pronostican una contracción interanual de la economía rusa de alrededor del 7%, mala, pero no catastrófica.

En la cumbre europea del 24 y 25 de marzo se enfrentan los intereses de quienes medran con la importacin de gas estadounidense y quienes necesitan energa barata para no caer en la estanflacin
En la cumbre europea del 24 y 25 de marzo se enfrentan los intereses de quienes medran con la importación de gas estadounidense y quienes necesitan energía barata para no caer en la estanflación.

Entre tanto, este 24 y 25 de marzo se reúnen los jefes de Estado y de gobierno de los 27 países miembros de la Unión Europea para acordar los precios de la energía en el bloque. Sin embargo, los intereses de las grandes distribuidoras de gas y electricidad seguramente impedirán que se llegue a una decisión. En la Unión Europea rige un axioma absurdo: el precio final de la electricidad se determina por el precio internacional de la más cara de las fuentes existentes (hidráulica, nuclear, eólica, solar, carbón o gas). Y cómo el precio del gas está disparado por las sanciones contra Rusia (a pesar de que el gas de ese país sigue fluyendo hacia Europa), todas las otras energías más baratas se cotizan a ese precio. Por lo tanto, el precio de la electricidad también se ha disparado, multiplicando los beneficios del lobby energético.

Nuevamente, en este debate los países de Europa Central y Occidental, sede de las mayores empresas energéticas, defienden las ganancias extraordinarios de sus firmas. Por el contrario, los estados del sur y del este claman por un precio promedio de los costos de las distintas formas de producción. Lamentablemente, todo indica que la cumbre terminará con grandes declaraciones, pero sin alivio alguno para los estados y consumidores.

Ya la amenaza de implementar las sanciones contra las importaciones de gas y petróleo rusos ha multiplicado su precio y está provocando un cataclismo social con epicentro en España, pero que puede extenderse por toda la Unión. Sin embargo, a pesar de la inminencia de la catástrofe, lo más probable es que la Comisión Europea vuelva a lavarse las manos y no decida nada. Europa seguirá, entonces, galopando hacia el colapso económico y el alzamiento social.

El Yuan contina fortalecindose
El Yuan continúa fortaleciéndose.

Como contrapartida de la guerra, la crisis y las sanciones llama la atención que en el último año el yuan se haya fortalecido frente al dólar, especialmente desde septiembre y que, aunque la cotización del dólar en la cesta de divisas internacionales que sirve como índice del valor de las principales monedas haya pasado en los dos últimos meses de 91 a 98, sin embargo, el yuan se haya apreciado de 6,50 a 6,37 respecto al dólar y, en definitiva, frente a todas las divisas. Esto se debe, entre otras razones, a la reciente flexibilidad de la política monetaria de China, al tiempo que sigue teniendo tipos reales positivos de alrededor de 2,1 puntos porcentuales.

La política fiscal proactiva del gigante asiático, el cuidado del Banco Popular de China (PBoC, por su nombre en inglés) de no importar inflación del exterior y, sobre todo, la enorme afluencia de capitales a la RPCh, considerada ahora como un refugio estable y seguro, contribuyen a un continuado crecimiento de dicha economía. Ya desde hace años el enorme ritmo de inversión, tanto pública como privada, que en 2021 ascendió al 47% del PBI, incrementó enormemente la productividad total de los factores, provocando una reflación salarial y un gran aumento de la productividad que resultó en precios de producción más bajos que en Occidente.

En la mayoría de los países el auge de los precios de las materias primas provocado principalmente por la inyección de liquidez durante la pandemia por parte de la Fed y el BCE (8 billones de dólares de la Fed) elevó los costos de producción y, por consiguiente, la inflación de los precios al consumidor. El conflicto ucraniano hizo el resto.

En cambio, China aprovechó que durante la pandemia los precios de las materias primas se desplomaron, almacenó una enorme cantidad y variedad de las mismas y, como tiene centrales de compra, pudo resistir sin problemas el golpe posterior. Esto ha provocado un enorme diferencial inflacionario con Occidente a nivel de producción y del índice de precios (éste en febrero aumentó el 0,9%): el índice de precios al productor chino en febrero subió un 8%, en enero en la eurozona un 25%. Esto hace que, a pesar de la fortaleza del yuan, la economía china aumente su competitividad. Además, China acaparó un enorme stock de materias primas y productos semiacabados que, a su vez, supone una ventaja no sólo para los chinos, sino para los propios rusos (este país posee una enorme cantidad de materias primas).

Por lo tanto, la estabilidad monetaria, la estabilidad de los precios y la política fiscal china llevan a los agentes económicos de todo el mundo a canalizar parte de sus ahorros hacia los mercados de ese país, lo que refuerza aún más el yuan. A nivel financiero China se ha convertido en un país refugio, como Singapur o Suiza. Tiene reservas de divisas, mucho oro, créditos internacionales y ahora está fortaleciendo el yuan y la atracción de capitales. La bolsa, que estaba en mínimos el año pasado, ahora es atractiva.

No sólo como resultado de la guerra en Ucrania y de las sanciones occidentales contra Rusia la economía mundial está cambiando aceleradamente y, sobre todo, transformando radicalmente su geografía. Lo confirma la carta que este 24 de marzo el presidente del directorio de BlackRock, Larry Fink, dirigió a sus accionistas. La invasión rusa de Ucrania, dice, reconfigurará la economía mundial e impulsará aún más la inflación al provocar la retirada de las empresas de sus cadenas de suministro globales. «La invasión rusa de Ucrania ha puesto fin a la globalización que hemos experimentado durante las últimas tres décadas», escribió el CEO del fondo de inversión que administra 10 mil millones de dólares.

«La invasión rusa de Ucrania ha puesto fin a la globalización que hemos experimentado durante las últimas tres décadas»Larry Fink de BlackRock

«Una reorientación a gran escala de las cadenas de suministro será inherentemente inflacionaria», escribió Fink. En la carta no se menciona ningún país concreto que se vea perjudicado por los cambios, pero el presidente escribió que «México, Brasil, Estados Unidos o los centros de fabricación del sudeste asiático podrían beneficiarse». Aunque el resultado inmediato ha sido el aislamiento total de Rusia de los mercados de capitales, Fink predijo que «las empresas y los gobiernos también analizarán de forma más amplia sus dependencias de otras naciones». Esto puede llevar a las empresas a deslocalizar más sus operaciones, lo que provocará una retirada más rápida de algunos países».

En un principio, la búsqueda de alternativas al petróleo y al gas natural rusos «inevitablemente ralentizará el progreso del mundo hacia las [emisiones] netas cero a corto plazo», escribió. Sin embargo, «a largo plazo, creo que los últimos acontecimientos acelerarán el cambio hacia fuentes de energía más ecológicas», porque el aumento de los precios de los combustibles fósiles hará que una gama más amplia de energías renovables sea financieramente competitiva, sostuvo.

No obstante, Fink rechaza la alternativa de abandonar inmediatamente las energías fósiles: «BlackRock mantiene su compromiso de ayudar a los clientes a navegar por la transición energética. Esto incluye seguir trabajando con las empresas de hidrocarburos», prometió. «Para garantizar la continuidad de los precios asequibles de la energía durante la transición, los combustibles fósiles como el gas natural serán importantes».

En uno de sus primeros comentarios sobre las criptodivisas, Fink llamó la atención sobre el «impacto potencial de la guerra de Ucrania en la aceleración de las monedas digitales». Un sistema global de pagos digitales, cuidadosamente diseñado, afirmó, puede mejorar la liquidación de las transacciones internacionales al tiempo que reduce el riesgo de blanqueo de dinero y corrupción.»

Cambia el mundo y cambia su economía.

Delante de nuestros ojos estamos viendo el hundimiento de Europa, la reorientación de Rusia hacia Eurasia, el autoencerramiento de Estados Unidos en su área de dominio y a China ocupando todos los espacios que sus competidores dejan vacantes. Cambian los centros, pero también las periferias: a la búsqueda de petróleo y gas los europeos van a intensificar su preocupación por Oriente Medio y el norte de África. En procura de minerales y metales que Rusia y Ucrania dejan de proveer, EE.UU. va a incrementar su presencia en América del Sur y África Occidental. Muchos importadores de alimentos en el norte van a echar mano de las producciones de Argentina y Brasil. Nuevos circuitos comerciales y nuevas dependencias financieras van a surgir en pocos meses. Cambian las economías y cambian las sociedades. Si no cambian las mentalidades, las políticas y los dirigentes, el vendaval del cambio se llevará todo.

FUENTE: https://www.telam.com.ar/notas/202203/587414-rusia-sanciones-europa-eeuu-china.html