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Tras la segunda fase de las elecciones indias, se confirma que Narendra Modi será electo para un tercer mandato gracias al crecimiento económico, el antiislamismo y su retórica nacionalista

Por Eduardo J. Vior
analista internacional

El pasado 19 de abril comenzaron las elecciones para el Lok Sabha (el Parlamento indio) que se realizan en siete fases durante 44 días y en las que se prevé que el primer ministro Narendra Modi consiga un tercer mandato consecutivo. Desde hace diez años su partido Popular Indio (BJP, por el nombre en hindi) viene obteniendo altas tasas de crecimiento económico, aunque al mismo tiempo concentrando extremadamente la riqueza y agravando la fractura social, regional, religiosa y étnica del país. Esta política se justifica con un agresivo nacionalismo hindú que difunde el odio antimusulmán y anticristiano así como el temor hacia el vecino chino. Para dar a sus contrarreformas suficiente espacio de maniobra internacional, al mismo tiempo mantiene buenas relaciones con EE.UU. y Rusia y convive con China en BRICS10. Esta vez el BJP trata de conquistar 400 de las 543 bancas del Parlamento, para poder reformar la Constitución y erigir un Estado autoritario inspirado por el hinduismo, pero la  maniobra va a desatar tensiones que pueden amenazar la unidad nacional.


El Primer Ministro Narendra Modi durante el espectáculo itinerante organizado en apoyo de los contendientes del BJP para las elecciones al Lok Sabha en Pondi Bazaar, Chennai, capital del estado de Tamil Nadu

Ya se realizaron la primera y segunda ronda de las elecciones generales para la elección de los 543 miembros de la Lok Sabha, la cámara baja del Parlamento de India. La primera fase tuvo lugar el 19 de abril y abarcó 102 circunscripciones de 17 Estados y cuatro territorios de la Unión. La segunda, en tanto, se realizó el pasado jueves 26 en 89 distritos de 13 estados. Las próximas citas son el 7 de mayo, el 13, el 20, el 27 y el 1º de junio. Teniendo en cuenta la extensión del país (3,287 millones de km2) y la cantidad de votantes habilitados (970 millones sobre una población de 1.400 millones), las elecciones se escalonan, para facilitar su organización, logística y custodia. 

La votación enfrenta al Partido Bharatiya Janata (BJP) del primer ministro Narendra Modi al frente de la coalición de derecha Alianza Democrática Nacional (NDA, por su nombre en inglés) con la Alianza Nacional India Democrática e Inclusiva (INDIA, por su nombre en inglés), compuesta por el tradicional Congreso Nacional Indio (INC, por su nombre en inglés) y casi dos docenas de partidos de la oposición. Todas las encuestas preelectorales coinciden en que el primer ministro Narendra Modi obtendrá el triunfo reivindicando el crecimiento reciente de la economía, el bienestar de grandes sectores de las clases medias y el nacionalismo hindú.

India tiene un sistema multipartidista en el que dos grandes partidos, el BJP y el INC, dominan la política nacional. El BJP ha gobernado el país con Narendra Modi al frente desde 2014 y lo ha reelegido en 2019. Las elecciones a la Lok Sabha se celebran cada cinco años y, fiel a la tradición colonial británica, los 543 diputados son elegidos en circunscripciones uninominales mediante mayoría simple, o sea que el ganador se lleva todo.

El BJP mantiene estrechos vínculos ideológicos y organizativos con la organización paramilitar de voluntarios Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS, Asociación de Voluntarios Nacionales o Asociación Patriótica Nacional), una milicia nacionalista hindú fundada en 1925 que, a lo largo de su historia, se ha caracterizado por su agresivo antiislamismo. El nacionalismo hindú es una ideología política basada en la creencia de que la identidad nacional y la cultura indias son inseparables de la religión hindú. Hindutva -término acuñado en la década de 1920 que significa “hinduidad”- es la forma predominante de este nacionalismo, que trata de definir al país como hindú, rechazando su multietnicidad, multirreligiosidad y diversidad regional. Los hindúes se consideran más un grupo étnico que religioso. 

El BJP moderó un poco su postura tras la formación de la coalición NDA en 1998, para poder convocar a un espectro ideológico más amplio. Sin embargo, sus tendencias autoritarias se manifestaron nuevamente tras la reelección de Modi en 2019. Los nacionalistas hindúes se han propuesto la misión de descolonizar el país y borrar tanto el legado de la “conquista islámica” de India (en distintas épocas, pero especialmente entre los siglos XVI y XVIII) como la del Imperio Británico (1757-1947). El lema nacionalista hindú “un país, una cultura, una ley” conduce a la homogeneización y a la imposición de la cultura de la elite de la comunidad mayoritaria como si fuera la única aceptable.

El partido fue fundado en 1980 sobre la base de la RSS y la experiencia de un primer gobierno nacionalista entre 1977 y 1979. Aunque en las elecciones generales de 1984 sólo obtuvo dos escaños, su fuerza creció gracias a su agresiva agitación antiislámica. Tras ganar varias elecciones estatales, el BJP se convirtió en 1996 en el mayor partido político del Parlamento. Sin embargo, recién en 1999 pudo formar, como parte de la NDA, un gobierno que duró hasta 2004, cuando fue derrotado por el Partido del Congreso. 

Hasta 2014 fue el principal partido de la oposición y desde entonces gobierna ininterrumpidamente con Narendra Modi (hasta entonces primer ministro en Gujarat) como primer ministro. Actualmente la alianza NDA gobierna 17 estados y territorios de la Unión. El partido aboga por el conservadurismo social y una política exterior nacionalista. En estos diez años el BJP ha convertido en ley varias de las prioridades del RSS. La interrelación entre el gobierno y la milicia es muy estrecha. 

También la política económica del BJP ha cambiado considerablemente desde su fundación. En la década de 1980 todavía apoyaba el swadeshi (la promoción de industrias y productos autóctonos) y una política de exportación proteccionista. Sin embargo, impulsaba la liberalización económica interna y se oponía a la vasta red de empresas del Estado favorecida por el INC. Sin embargo, en 1996 pasó a promover la globalización. Los dos gobiernos del NDA en el periodo 1998-2004 introdujeron, entonces, una importante desregulación y privatización de empresas públicas. También redujeron aranceles. El crecimiento del PIB de India aumentó sustancialmente durante ese mandato. 

Las políticas del gobierno de Modi a partir de 2014 se centraron en la privatización y la desregulación de la economía. El primer ministro liberalizó la inversión extranjera directa, permitiéndole participar en varias industrias, incluidas las de defensa y ferrocarriles. También intentó dificultar a los trabajadores la formación de sindicatos y facilitar a los empresarios su contratación y despido, pero, fuertes protestas sindicales se lo impidieron.

La mayoría de los analistas políticos explica el éxito de Modi, primero, por la pérdida de apoyo al Partido del Congreso debido a los escándalos de corrupción durante su anterior mandato. También, porque el BJP amplió su base de apoyo, tradicionalmente de castas y clases altas, y recibió un apoyo significativo de la clase media y los dalit (los sin casta), así como entre las otras clases desposeídas, aunque su apoyo entre los musulmanes siguió siendo escaso. El Partido Popular tuvo as imismo mucho éxito al movilizar masivamente a sus partidarios y aumentar su participación electoral.

Indian National Congress leader Mallikarjun Kharge.
Mallikarjun Kharge, de 80 años de edad, desde 2022 presidente del Partido del Congreso (INC), es el primero que no pertenece a la familia Gandhi

Por su parte, el INC tiene enormes dificultades para adaptarse al nuevo modelo económico y social. El prestigio que tuvo desde la independencia como representante policlasista, multiétnico y multirreligioso de la nación india está deslucido. Para estas elecciones el Partido del Congreso no ha presentado candidato a primer ministro y sólo tiene postulantes en 330 de los 543 distritos electorales. Además, trata de no mostrar a Rajul Gandhi, heredero de la histórica familia, ni a su madre Sonia, viuda del asesinado Rajiv Gandhi. Por el contrario, el partido se cuelga de la popularidad de algunos líderes regionales, para mantener una base electoral mínima. 

Esta polarización política e ideológica se correlaciona con la creciente concentración de la riqueza y fractura social. Ya desde las reformas neoliberales de hace 30 años el crecimiento económico se ha visto impulsado por la expansión de los servicios, que han crecido más rápido que otros sectores. Este crecimiento desigual se debe al abandono del proteccionismo y a la apertura de cada vez más sectores económicos a la inversión extranjera. Consecuentemente, se ha desestimulado la inversión en industrias que requieren una alta concentración de capital fijo y/o que generan muchos puestos de trabajo. Por el contrario, se han visto beneficiados los servicios tecnológicos. 

No obstante, casi el 70% del PIB de India se debe al consumo interno y el país sigue siendo el cuarto mayor mercado de consumo del mundo. Ya sólo por el tamaño del mismo, las políticas neoliberales no pudieron acabar con la industria. Aparte del consumo privado, el PIB de India también se alimenta del gasto público, las inversiones y las exportaciones. En 2022 India era el octavo mayor importador del mundo y el décimo mayor exportador. Sin embargo, al mismo tiempo es uno de los países más desiguales del mundo. Aunque la tasa de pobreza disminuyó tras las reformas económicas de 1991, la desigualdad ha aumentado: según Oxfam, sólo el 5% de los indios posee más del 60% de la riqueza del país, mientras que el 50% de la población más pobre sólo posee el 3% de la riqueza. Entre 2012 y 2021 el 40% de la riqueza generada en India ha ido a parar a sólo el 1% de la población total y el 3% de la riqueza ha ido a parar al 50% más pobre. El número de indios hambrientos aumentó de 190 millones en 2018 a 350 millones en 2022, mientras que el número de multimillonarios ha pasado de 102 en 2020 a 166 en 2022. La riqueza combinada de los 100 más ricos de India supera ya los 600.000 millones de dólares, lo que equivale al presupuesto de la Unión para 18 meses. 

Esta extrema desigualdad está permitiendo alcanzar enormes tasas de crecimiento global gracias a la expansión demográfica que permite tener muchos trabajadores jóvenes dispuestos a trabajar por salarios mínimos. Para 2024 la calificadora de riesgo Moody estima que el PIB crecerá al 8% anual, convirtiendo a India en el país de más rápido crecimiento. 

En 2014 India era la décima economía mundial, pero actualmente, con un PIB de 3,8 billones de dólares, ya es la quinta más grande después de Estados Unidos (26,8 billones), China (19,3), Japón (4,4) y Alemania (4,3). En los próximos cuatro años, el PIB de la India alcanzará los 5 billones de dólares, convirtiéndola para 2027 en la tercera economía más grande, superando a Japón y Alemania. No obstante, sus principales problemas económico-sociales no hacen más que agravarse: pobreza y desigualdad de ingresos, desempleo y subempleo, déficit de infraestructuras, déficit fiscal y deuda pública, inflación, corrupción y burocracia y el deterioro medioambiental.

India tiene una sociedad jerarquizada. Todas las cosas, personas y grupos sociales están clasificados según diversas cualidades esenciales. Aunque tiene un sistema democrático, no prima el principio de igualdad. A pesar de que la ley no las reconoce, sobre todo la población hindú (80% del total) se clasifica en cuatro castas principales: los brahmanes (sacerdotes, maestros), los kshatriyas (gobernantes, guerreros), los vaishyas (terratenientes, comerciantes) y los sudras (sirvientes) y el quinto grupo es el de los intocables o desposeídos, los llamados dalits. A su vez las castas se subdividen múltiplemente, de modo que la sociedad está fracturada en una enorme cantidad de casilleros intraspasables.

Si bien el sistema de castas fue hecho más rígido por la dominación británica (1757-1947) como modo de dividir a la población y dominarla más fácilmente, ya las reformas de hace unos cien años introdujeron la discriminación positiva, hoy incluida en la Constitución de la Unión India. De este modo, las castas y subcastas gozan de ciertos privilegios por los que compiten entre sí en el acceso a medios públicos escasos. La desigualdad producida por el sistema de castas y agravada por las políticas neoliberales se combina con las diferencias regionales. 

El aumento de la desigualdad entre las castas, etnias, regiones y religiones tiene su correlato en la representación política. Como el Partido del Congreso (INC) a principios de la década de 1990 abandonó el nacionalismo igualitario que había aplicado desde la independencia, dejó de representar transversalmente a las castas, regiones y etnias. Además carece de propuestas para la nueva masa de prestadores de servicios imbuida de individualismo, resentimientos y odios raciales y religiosos por la continua propaganda del BJP y su aparato mediático. 

Narendra Modi y su elite de ultramillonarios confían su futuro a la hasta ahora interminable cantera demográfica del país que los provee permanentemente de mano de obra baratísima. Una eficaz combinación de neoliberalismo e intervencionismo estatal les permite, además, mantener una cierta estabilidad del mercado e impulsar el desarrollo de una amplísima clase media en el sector servicios. Combinando pragmáticamente su alineamiento con EE.UU. en el área del Océano Índico con la cooperación con Rusia en el área asiática, que data de la independencia en 1947, y balanceando las diferencias con China con la convivencia con ella en BRICS10, la política exterior del BJP asegura a India mantener abiertos todos los mercados asiáticos.

Si bien todavía faltan cinco fases hasta terminar las elecciones para el próximo Parlamento de la Unión India el 1º de junio, todo parece apuntar a un triunfo del BJP aún mayor que el de 2019. El Partido del Congreso tiende, por su parte, a estancarse en el 30% de los votos. La continuidad de la política hindú depende, por un lado, de su capacidad para maniobrar entre la multitud de conflictos que suscita y, por el otro, de un escenario asiático que en cualquier momento puede explotar. La permanente agudización de las fricciones internos alienta un clima de creciente violencia desestabilizadora. Consciente del peligro, para su tercer gobierno Narendra Modi apuesta a la reforma constitucional y a la instauración de un régimen autoritario. Si lo logra, se agudizará  enfrentamiento civil. Por el contrario, si no consigue los 400 diputados necesarios para reformar la Ley Fundamental desde el Parlamento, se verá fuertemente limitado por la Justicia y las tensiones pueden paralizar al Estado. En cualquiera de los dos casos, se avecinan tiempos tormentosos para la mayor democracia del mundo, que seguramente van a repercutir en la vasta región de Surasia.

Entre este martes y el jueves la 15ª cumbre del bloque emergente congrega a numerosos países del Sur Global, para dar al mundo un gobierno de paz, justicia e igualdad

Por Eduardo J. Vior analista internacional

Los líderes de los cinco principales países emergentes (Brasil, China, India, Rusia y Sudáfrica) están reunidos esta semana en la capital sudafricana, para fijar las reglas de juego de la nueva gobernanza mundial, dar directivas para el funcionamiento de su brazo financiero, determinar los criterios para la incorporación de nuevos miembros, organizar la cooperación con actores externos, definir los modos de la cooperación con distintas asociaciones regionales y/o temáticas y dotarse de la organicidad mínima necesaria, para hacer valer sus posiciones en los foros internacionales. Quienes se sumen ahora, estarán en la cabina de mando del mundo del futuro. Quienes no lo hagan, verán desde un banco de la estación cómo se aleja el tren.

Más de 60 países fueron invitados a la cumbre, entre ellos Argentina, Venezuela, Bolivia, Arabia Saudita, Turquía, Irán, Egipto e Indonesia. Nuestro país, sin embargo, sólo participará el jueves en un foro virtual. Más de cuarenta líderes de Estado confirmaron su participación. El presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, el líder chino Xi Jinping, el primer ministro indio Narendra Modi y el mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva están presentes en la cumbre. El ministro de Asuntos Exteriores ruso Serguéi Lavrov representa al presidente Vladímir Putin, quien sólo participará en la reunión por videoconferencia, para evitar a Sudáfrica un conflicto con la Corte Penal Internacional, que ha dictado una orden de captura contra el líder ruso.

El primer día de la cumbre, el 22 de agosto, tuvo lugar un foro empresarial. Más tarde esta misma jornada, los líderes de los países participantes pronunciaron discursos y posteriormente se reunieron a puerta cerrada. El segundo día incluye dos sesiones: una cerrada que durará una hora y media y una abierta que durará aproximadamente dos horas. Se espera que el último día de la cumbre se centre en conversaciones con líderes de los países no miembros.

El lema de la XVa Cumbre es “BRICS y África: Asociarse para un crecimiento mutuamente acelerado, un desarrollo sostenible y un multilateralismo inclusivo”. En la cumbre se abordan cuestiones geopolíticas y de cooperación económica. Entre los temas centrales se encuentran la incorporación de nuevos miembros, el incremento en el uso de las monedas nacionales de los países miembros en los intercambios dentro del bloque y, posiblemente, el desarrollo futuro de un sistema común de pagos, estrechamente relacionado con el tema de la desdolarización. También se desarrollarán estrategias para el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, por su nombre en inglés), órgano financiero del boque.

Irán, Argentina y Argelia han solicitado formalmente su ingreso en el bloque y unos veinte países más han anunciado sus planes de adhesión. Sin embargo, aún no está claro, si al final de la reunión serán incorporados nuevos miembros. Esta incertidumbre, aparentemente, ha motivado a nuestro gobierno a participar en la cumbre sólo virtualmente el último día en la reunión de los cinco miembros actuales con el BRICS+.

Por su parte, según informó Télam, el presidente brasileño adelantó este martes que pedirá el ingreso de Argentina al mecanismo Brics, abrió la posibilidad de pagar en yuanes el comercio bilateral y sostuvo que nuestro gobierno argentino está “preso” por el préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI). Hablando en el programa “Conversación con el presidente”, que se emite todos los martes por la red brasileña de medios públicos, Lula dijo que “defiendo que nuestros hermanos de Argentina puedan participar de los BRICS. Vamos a ver en la reunión si será ahora o en dos meses o en el futuro, pero es importante que Argentina entre a los BRICS”, aseguró.

El Ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, acuñó una definición concisa sobre el grupo: “Los países BRICS son como cinco dedos: cortos o largos si están extendidos, pero un puño poderoso si está cerrado”. Cómo cerrar estos dedos en un puño poderoso ha sido el trabajo de algunos sherpas en la preparación de la cumbre.

La verdadera novedad del encuentro en Sudáfrica es la acelerada transformación de BRICS en una coalición de Estados que representan al Sur Global. La principal tarea de la cumbre es, entonces, establecer los criterios para la admisión de nuevos países. Probablemente, los primeros en unirse a BRICS serán países con un volumen de negocios económico y una posición geopolítica importante.

Además de los ya mencionados candidatos a la incorporación está  reación privilegiada de BRICS con África. El presidente sudafricano Cyril Ramaphosa ha invitado a no menos de 67 líderes de África y del Sur Global a participar en las reuniones del BRICS-Africa Outreach y en los Diálogos BRICS+. De concretarse, esta participación masiva implicaría la inclusión total de África y del Sur Global en los procesos relevantes de decisión sobre la política mundial.

Puede afirmarse que Irán se encuentra en una posición privilegiada para incorporarse a BRICS, porque ya tiene asociaciones estratégicas con Rusia y con China y participa con India en el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC, por su nombre en inglés).

A pesar de los avances del proceso de expansión del grupo, los “cinco dedos” se mostrarán relativamente prudentes en el frente de la desdolarización. Los sherpas ya han confirmado extraoficialmente que no habrá anuncio oficial de una nueva moneda, sino más bien más comercio bilateral y multilateral utilizando las propias divisas de los miembros, por ahora, el famoso R5 (renminbi [yuan], rublo, real, rupia y rand).

El líder bielorruso Aleksandr Lukashenko fue el primero en evocar un golpe político crucial que podría producirse más adelante, cuando la incorporación de nuevos miembros al BRICS esté en marcha: la fusión del bloque con la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS). Muchos analistas se hacen eco de la propuesta de Lukashenko.

Los principales impulsores de los BRICS son Rusia y China, con India algo menos influyente por una serie de complejas razones. En la OCS, Rusia, China, India, Irán y Pakistán se sientan a la misma mesa. El enfoque euroasiático de la OCS puede trasladarse fácilmente al BRICS+. Ambas organizaciones avanzan hacia la multipolaridad y, sobre todo, están comprometidas con la desdolarización en todos los frentes. Sin embargo, si el BRICS impulsa la convergencia con la OCS, debería tomar medidas adecuadas, para reequilibrar el desbalance que se produciría a favor de Eurasia.

Con esta 15ª cumbre el BRICS deja de ser un club de naciones emergentes, para convertirse en el nodo articulador de la nueva arquitectura para un gobierno del mundo en base al Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas. Paz, justicia e igualdad para todos los miembros de la comunidad humana son sus pilares.

El desarrollo será largo y estará plagado de dificultades, pero ya es irreversible. ¡Qué lindo sería que Argentina aborde el tren antes de que tome demasiada velocidad!

PUBLICADO EN TELAM