Entradas

Wang Wen Universidad china de Renmin en Guancha

El segundo mandato de Donald Trump puede no ser del todo malo para todos los países, especialmente para China. Según muchos internautas chinos, las políticas de Trump han fortalecido inadvertidamente a su país. Por esta razón, el lema de “ Chuan Jianguo ”, que significa “ Hacer grande a China ”, se ha vuelto popular .

El primer mandato de Trump contribuyó al ascenso de China de al menos tres maneras importantes.

En primer lugar, para muchos chinos, su presidencia ha destrozado la imagen de Estados Unidos como modelo de democracia, revelando el caos político y las profundas divisiones sociales del país. Durante décadas, algunos chinos habían idealizado a Estados Unidos como un “ país hermoso ” (la traducción literal del nombre chino para Estados Unidos). Sin embargo, las acciones de Trump han proporcionado lo que algunos describen como una “ lección política ”, transformando las percepciones y fomentando una mayor apreciación por la estabilidad y la gobernanza de China.

En segundo lugar, Trump ha ayudado a acelerar el impulso de China hacia la independencia tecnológica. Hace más de 20 años, el gobierno chino comenzó a promover la innovación en ciencia y tecnología, aunque muchos creían que no había límites en este campo.

Solo con eventos como el arresto de la directora financiera de Huawei, Meng Wanzhou, en 2018, y la represión a las empresas tecnológicas chinas, el país decidió involucrarse plenamente en la innovación. En 2024, China alcanzó hitos importantes en independencia tecnológica, con avances en la fabricación de semiconductores. Este cambio se puso de relieve por las exportaciones récord de chips en 2024, que superaron los 159 mil millones de dólares, duplicando las cifras de 2018.

En tercer lugar, la guerra comercial de Trump con China ha provocado una rápida reestructuración del comercio global, lo que ha llevado a más chinos a reconocer que el mundo es mucho más grande que Estados Unidos. A través de iniciativas como la Iniciativa del Cinturón y la Ruta, China ha fortalecido sus relaciones con las naciones del Sur Global. Entre 2018 y 2024, el comercio con estos países aumentó más de un 40%, mientras que la dependencia comercial de China respecto de Estados Unidos cayó del 17% al 11%.

En retrospectiva, la experiencia combinada del primer mandato de Trump y las políticas de contención de China de Biden durante los últimos ocho años han fortalecido la posición de China en el mediano plazo .

Desde una perspectiva a largo plazo, China ha obtenido una ventaja psicológica estratégica para lidiar con un posible Trump 2.0.

Los medios de comunicación y los centros de estudios chinos han reaccionado a la posibilidad de un regreso de Trump con relativa calma, en comparación con la creciente ansiedad en Europa y Canadá. Beijing parece confiado, ya que enfrentó guerras comerciales y bloqueos tecnológicos durante el primer mandato de Trump.

China no provocará activamente a Trump 2.0, pero si continúan las políticas agresivas de Estados Unidos, como las guerras comerciales o las restricciones tecnológicas, China responderá con contramedidas calculadas y, en última instancia, emergerá aún más fuerte.

El 7 de enero de 2025, tanto China como Estados Unidos enfrentaron desastres naturales. Un terremoto de magnitud 6,8 ​​sacudió el condado de Dingri, en el Tíbet, mientras un gran incendio arrasó Los Ángeles.

En el Tíbet, las autoridades chinas pasaron rápidamente de la fase de emergencia a la fase de recuperación, reubicando a 50.000 residentes en un solo día. Mientras tanto, el incendio en Los Ángeles ardió más de 10 días, exacerbado por conflictos políticos y mala gestión.

La rápida respuesta de China al terremoto, que pasó del socorro al reasentamiento, contrastó marcadamente con la prolongada crisis en Los Ángeles, donde los líderes políticos intercambiaron acusaciones mientras los incendios causaban más estragos que los ataques del 11 de septiembre. Estas respuestas contradictorias ponen de relieve las debilidades de la gestión de crisis y la gobernanza en Estados Unidos.

Mientras gran parte del mundo no occidental permanece relativamente en calma, el neofascismo al estilo de Trump está causando pánico al otro lado del Atlántico, especialmente en Europa y Canadá. Ahora están surgiendo preguntas en los niveles más altos de la diplomacia internacional: ¿Dinamarca perderá Groenlandia? ¿Perderá la OTAN el apoyo militar de EE.UU.? ¿Se convertirá Canadá en el estado número 51? Estos conceptos, antes considerados absurdos, ahora se discuten abiertamente.

Para muchos en China, es poco probable que el impacto global de Trump 2.0 supere al de Trump 1.0. De hecho, para 2025, muchos en los países no occidentales creen que Trump 2.0 se centrará principalmente en los asuntos internos, con turbulencias ocasionales entre los aliados occidentales. Los observadores no occidentales saben bien que Trump 2.0 no pondrá fin a la guerra entre Rusia y Ucrania en un día. No resolverá el conflicto israelí-palestino a corto plazo. Los aranceles del 60% no impedirán el crecimiento del comercio a largo plazo de China. No detendrá, ni puede detener, el continuo ascenso de China.

Es probable que Trump 2.0 continúe retirándose de los acuerdos internacionales, incluidos el clima y la Organización Mundial del Comercio. ¿El resultado? La desintegración gradual de la hegemonía global de Estados Unidos.

Si esta tendencia continúa, Trump 2.0 podría empujar a Estados Unidos hacia el estatus de potencia regional, adoptando el aislacionismo.

Independientemente de la escala del impacto de Trump (ya sean guerras comerciales, conflictos tecnológicos o retiros de tratados), China está bien preparada para lo peor. Como lo ha hecho en el pasado, China tiene la capacidad de convertir los desafíos en oportunidades.

En 2028, el pueblo chino tendrá más confianza que nunca para decir: “Gracias, Trump”.

Wang Wen, Universidad china de Renmin en Guancha: «Si a China se le permite liderar la cuarta revolución tecnológica, esto sin duda significará el declive oficial de la civilización occidental».

Confluencia entre liderazgo tecnológico y poder mundial en el Mundo Moderno

Por Alberto Cruz

CEPRID

La mal llamada Unión Europea, cada vez más desunida, es en estos momentos cualquier cosa menos “democrática”. Ya no esconde su miedo, ni sus filias neonazis, ni su deriva belicista con perogrulladas estériles como “los valores democráticos” y todas esas historias para niños tan habituales hasta hace nada. El plan de rearme que ha presentado la presidenta del Consejo Europeo de 800.000 millones de euros para “la defensa” indica que la población europea va a ser sacrificada en aras de la guerra y del lucro de los de siempre.

No es un decir, es una realidad porque lo primero que recoge ese plan es derogar el Plan de Estabilidad y Crecimiento, aprobado inicialmente en 1997 y cuya última modificación es de 2023, nunca implementado en su totalidad. Eso significa, lisa y claramente, la derogación oficial de la llamada «Europa social». Porque en el plan de Von der Leyen se prevé que 650.000 millones de esos 800.000 reclamados para armas salgan de ahí (1).

Durante años los plutócratas de Bruselas han impuesto políticas de austeridad draconianas, recortado servicios públicos, atención sanitaria, educación y bienestar, todo en nombre del sagrado equilibrio presupuestario. Destruyeron países como Grecia en ello (y la supuesta izquierda se dejó degollar en aras del altar de sacrificios europeo). Y ahora todas las restricciones, esas políticas de austeridad, no se van a aplicar para las armas pero se mantienen para todo lo demás, es decir, no habrá ninguna mejora en la vida de los pueblos europeos. Lo que sorprende es la nula oposición popular a ello. El nivel de sumisión de la población europea, con muy escasas excepciones que vienen más del espectro más derechista que de los supuestos progresistas. Vivir para ver.

Los datos sobre el declive inexorable europeo se multiplican, pero no hay reacción. Lo penúltimo es que la organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) acaba de publicar un estudio afirmando que «las sanciones contra Rusia provocarán un fuerte aumento del déficit de pescado en la UE por el aumento de precios y la grave escasez de productos pesqueros populares» (2). Porque el grado de estupidez de los “dirigentes” europeos llega hasta el extremo de que, como en Alemania, se imponen sanciones al abadejo (una especie de bacalao) y que se pesca sobre todo el aguas rusas. La rusofobia patológica de Europa se manifiesta en cosas como estas, sin sentido alguno: en Alemania es muy popular una comida de palitos de pescado (Alaskan saithe), de los que se consumen ni más ni menos que 5’2 millones de unidades diarias, cuya materia prima es el abadejo que se captura en aguas rusas desde hace mucho tiempo. Como esas aguas están cerca de Alaska, en Alemania decidieron evitar la referencia a Rusia y por eso lleva el nombre que lleva. Pero eso no cambia el origen.

Pues bien, los plutócratas europeos han vuelto a tomar psicotrópicos y, por iniciativa de Alemania, han decidió en 2023 incluir el abadejo en los paquetes de sanciones contra Rusia (y van 16 ya). El simple anuncio hizo que el precio de esta comida popular haya subido el 42%. Eso ya de por sí es grave, pero lo es más cómo ha repercutido no solo en la industria pesquera, como reconoce ahora el informe de la FAO, sino que está empezando a desaparecer de los mercados y del consumo popular. Añádase a eso la larga lista de empresas alemanas que están paradas o han quebrado: Agfa, Polaroid, Praktiker, Hertie, Karstadt, Kaufhof, KaDeWe, Body Shop, Woolwort, Varta. Eso por no hablar de la industria automovilística, toda en decadencia (incluso la hasta ahora intocable Mercedes Benz ha decidido despedir a 12.000 trabajadores, que se suman a los despidos en Volkswagen, en Audi, etc.), y la situación de toda Europa en el pelotón de cola de la manufactura industrial. Hoy día Alemania se sitúa en el puesto 32 del mundo en manufactura industrial, por debajo de países como Colombia, Indonesia, Tailandia, o Malasia.

No es el único país europeo que está tan abajo: solo hay dos países, España y Polonia, que superan la media mundial que se considera idóneo para el crecimiento de un país y que se sitúa en el índice 50. La media de la eurozona está en estos momentos en el 46 mientras que el país que lidera este índice, India, está en el 58.

Teniendo en cuenta estos datos, es curioso que la presidenta de la UE haya acudido recientemente a India a pedir que este país se sume a la campaña contra Rusia (27 y 28 de febrero). Formalmente la visita a India era para tratar de la posible firma de un acuerdo de libre comercio, el acceso de los productos europeos -que se enfrentan a unos aranceles altos impuestos por India para los automóviles y el vino, por ejemplo- y, lo más importante, que India colabore en las sanciones contra Rusia. Mostrando su nivel intelectual, Von der Leyen dijo que «la guerra de Rusia en Ucrania amenaza a la India no menos que a Europa». El nivel intelectual de la “dirigencia europea” no llega al nivel del asa de un cubo cuando dice esto habiendo sancionado a empresas indias “por intentar eludir las sanciones”. Colonialismo en estado puro.

Cuando India lidera estadísticas como la del sector manufacturero mientras la UE está hundida, decir esto es una perfecta estupidez que indica a todo el mundo el nivel intelectual que hay hoy en Europa. Sobre todo porque India ha demostrado en estos tres años que lleva el conflicto ucraniano, ese que da tanto miedo a los plutócratas, que los recursos energéticos rusos son vitales para ella. Justo lo contrario que han hecho los vasallos europeos, que han aceptado la presión de EEUU y se han desindustrializado.

Pensar el que el zombi en que se ha convertido ahora la Unión Europea puede presionar a India es de locos, pero este es el nivel, además de hacer una demostración práctica de una total ignorancia sobre India, una ignorancia colonial: el primer país que visitó Modi tras su reelección como presidente el año pasado fue a Rusia. Es más, en la respuesta oficial de India a la pretensión europea de que se sumase a las sanciones contra Rusia no deja lugar a la duda: “India no reconoce las sanciones y no tiene intención de cambiar su política. Las sanciones no son un método diplomático a menos que sean introducidas por las Naciones Unidas».

Es sangrante que mientras la ciudadanía europea se enfrenta a una crisis económica sin precedentes -de la que Alemania es el exponente más claro-, con una inflación galopante y un poder adquisitivo en caída libre, el zombi europeo hable tan alegremente de miles de millones para armas. Para armas, no para mantequilla. Y los llamados «socialdemócratas» europeos lo apoyan reforzando tal aberración con un llamamiento «Por una Europa libre y fuerte», mientras en el Estado español la gente de Sumar dice que cuestionar todo esto (el armamentismo, la OTAN y demás) es «un eslogan del siglo pasado».

¿Una Europa fuerte sin sanidad, sin educación, sin pensiones… sin europeos? Bueno, está bien. La pobreza, el desempleo, la crisis energética provocada por el abandono de las muy baratas fuentes energéticas rusas han surgido como las setas, o mejor, como pasa la luz por el cristal: sin tocarlo ni mancharlo.

Desde febrero de 2022 nos hemos desayunado, comido y cenado con que se nos decía que Putin se moría, que los soldados rusos robaban las lavadoras en el Donbás para recuperar los chips, que peleaban con palas y caballos, que tenían los calcetines agujereados, que se quedaban sin tanques y sin misiles y muchas cosas por el estilo y, pese a todo eso, son un peligro que nos amenaza por lo que hay que responder con 800.000 millones de euros en armas y evitar ese peligro.

El intento de recuperar protagonismo

Esto no es casual. Viene precedido de varios movimientos que indican cómo Europa tiene miedo a la irrelevancia y los plutócratas creen que así recuperarán protagonismo. Hace tiempo que está en la irrelevancia, como fiel vasallo de su señor estadounidense, pero desde la victoria de Trump en las elecciones de EEUU ese sentimiento ha aflorado sin traba alguna. Fue el esperpéntico Secretario General de la OTAN quien dijo por primera vez en diciembre del año pasado, que se gastaba mucho en pensiones, sanidad y bienestar social vario y que eso tenía que ir para la guerra. Cuando Trump, ya presidente, decidió iniciar conversaciones con Rusia para normalizar relaciones – la paz en Ucrania aún está muy lejos – Europa entró en pánico total y ha decidido dar el salto hacia el abismo.

Fue Gran Bretaña la que inició el movimiento convocando una reunión en Londres el día siguiente a la histórica reprimenda pública que sufrió Zelenski en EEUU. Una reunión grotesca donde se vio a un personaje como este flanqueado por los «líderes» de las potencias neocoloniales en decadencia vendiendo un circo de «lucha por la democracia y contra el totalitarismo». No era solo una reunión para apoyar a este sujeto, sino contra Trump. Estuvieron presentes presentes varios países europeos, pero contando con y actuando para los demócratas estadounidenses, para Soros, para los Rothschild, para los BlackRock. La convicción que existía hasta ese momento de que al zombi europeo le interesa provocar un conflicto a Trump alargando la guerra en Ucrania hasta 2026 para dar tiempo a que los demócratas recuperen el Congreso y el Senado en EEUU se convertía en certeza.

La actitud de Zelenski en la reunión con Trump solo podía tener una explicación: los países europeos (Francia, Gran Bretaña y Alemania, sobre todo) le habían convencido para que volase todos los puentes con Trump garantizándole protección dado que las visitas previas de Macron y Stramer a Trump no condujeron al objetivo principal: que EEUU proporcionase garantías de seguridad a las «fuerzas de paz» británico-francesas en Ucrania. En su loca cabeza, un hipotético ataque ruso a esas fuerzas obligaría a EEUU, como garante, a atacar a Rusia. Es más que probable que a eso fuera a lo que refería Trump cuando acusó a Zelenski de provocar la III Guerra Mundial. Trump será un bocazas, pero no es un imbécil. Y menos quienes le asesoran. De ahí también que Trump hubiese dicho, antes y después, que las «fuerzas de paz» son asunto de Europa.

Como mínimo, Macron y Starmer querían obligar a EEUU a interrumpir las negociaciones bilaterales con Rusia. Esa fue otra de las pretensiones de Zelenski en esa histórica reunión de la que salió vapuleado. No es casualidad que Trump se comunicara con Macron y Starmer de una manera manifiestamente poco ceremoniosa, especialmente a Macron, a quien no recibió sino que fue una empleada del servicio de protocolo. Y a Starmer le espetó, también públicamente, que si la valiente y audaz Gran Bretaña podría enfrentarse sola a Rusia.

Europa está al borde del abismo. Está haciendo lo posible y lo imposible para descarrillar cualquier acuerdo de paz, por lejana que esté, porque se ha convertido en un actor irrelevante, un extra en política internacional. Ya ni siquiera es un actor de reparto.

Porque es imposible no notar las contradicciones más obvias de todo este esperpento: Gran Bretaña, un país que ya no pertenece al zombi conocido como Unión Europea, ejerce como eje y mando de todo el resto de países europeos con ideas absurdas como crear una «tregua temporal» para salvar lo que queda del ejército neonazi, y luego bombear rápidamente armas al país mientras se celebran oficialmente «conversaciones de paz» y posicionar a sus escuálidos ejércitos en Ucrania en un intento de cambiar el equilibrio de poder sobre el terreno. Todo esto, no hace falta decirlo, se basa en la esperanza de que EEUU mantenga su compromiso de “cubrir” todo el escenario europeo con su fuerza nuclear.

Es un plan de niños o mejor, de locos, sin posibilidad alguna. Pero como son burros con anteojeras solo se ven a sí mismos y a su paranoia antirrusa. Están presos de sus propias narrativas sin ver que Rusia los ve y que no está jugando en una reunión de niños: justo cuando terminaba la reunión de Londres bombardeó un carguero que transportaba armas británicas desde Turquía.

Esto tiene que ver con la historieta de Macron, que intenta quitar protagonismo al británico Starmer, diciendo que «como primer paso hacia la paz tiene que haber una tregua en el aire, en el mar y en relación con la infraestructura energética». Da por hecho que los rusos son estúpidos y que van a renunciar a sus ventajas en el aire y en el mar, por donde llega una parte importante del suministro de armas a los neonazis, como ha quedado claro con este ataque. Y que la infraestructura energética no es vital para lo que queda de fuerza militar de los neonazis.

Por alguna razón que se me escapa, salvo que una tregua solo favorece a quien se retira, esto de la tregua no lo propuso Occidente cuando los rusos se retiraron de Jarkov y Jerson o en los primeros días de la «operación Kursk» (donde, por cierto, los rusos ya han recuperado el 75% del territorio que lograron ocupar los neonazis).

Europa sabe que su mundo, ese que manejaban (en lo que la dejaba EEUU) ya no existe. Ha sido cómplice de la expansión de la OTAN, lo que desencadenó el conflicto, ha sido cómplice de la enemistad con China (lo de los aranceles a los coches eléctricos ha sido la puntilla a la industria europea, como comentaba más arriba), ha apoyado el genocidio en Gaza, ha llevado a sus países a la recesión y todo por seguir como fiel vasallo a EEUU. Pero ahora EEUU está a otra cosa y Europa se ha quedado con el culo al aire. Y ha visto su desnudez y ha entrado en pánico.

Notas

(1) https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/sv/statement_25_673

(2) https://openknowledge.fao.org/server/api/core/bitstreams/f12f4e9b-15c8-4466-8cc2-aa50596e9818/content

Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su nuevo libro es “Las brujas de la noche. El 46 Regimiento “Taman” de aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial”, editado por La Caída con la colaboración del CEPRID y que ya va por la tercera edición.

albercruz@eresmas.com

FUENTE CEPRID: https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2967

Las opiniones del autor no representan necesariamente las de Dossier Geopolitico

Javier Benitez de radio Sputnik entrevista al Director de Dossier Geopolitico Carlos Peeyra Mele

A Europa le falta cerebro. Es lo que manifestó el presidente de Rusia, Vladímir Putin, en la sesión plenaria del XXI Foro Internacional de Discusiones Valdái, en la ciudad rusa de Sochi. De acuerdo al mandatario, eso es lo que afirman colegas expertos de su entorno, al referirse a decisiones económicas de los europeos.

AUDIO DE LA ENTREVISTA

Donde no hay, no hay

‘Lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta’, dice el viejo refrán, que cae como anillo al dedo a las actuales autoridades de la Unión Europea, salvo excepciones, como la de Hungría, o Eslovaquia.

En este sentido, en su intervención en la sesión plenaria del XXI Foro Internacional de Debates Valdái en la ciudad rusa de Sochi el presidente ruso, Vladímir Putin, declaró que en Europa las decisiones económicas las toman políticos que no tienen nada que ver con la economía.

«No quiero ofender a nadie, ¡Dios me libre! Esto no va a sonar muy bien: pregunto a mis colegas, los expertos, qué le falta ahora a Europa. La respuesta es: le falta cerebro. No porque sean estúpidos, sino porque las decisiones económicas las toman políticos que no tienen nada que ver con la economía. Las decisiones se politizan, no se calculan, no se basan en la realidad», explicó.

De esta manera comentó Putin la liquidación de los contratos de gas y la agenda verde. «Algo noble: la lucha por el clima. ¿Nos alarma a todos? Sí, y asusta a algunos. Pero asustar a propósito para imponer decisiones que son irrealizables, eso no es justo para los votantes», observó el jefe del Kremlin.

«Este es un discurso clave [de Putin] que lo tendrán que analizar mucho los europeos y los occidentales. Creo que es una pieza fundamental para entender el nuevo mundo que se está desarrollando. Justamente se hace en uno de los foros, el de Valdái, que es donde los intelectuales, los economistas, los expertos en política internacional, etc., se reúnen, y que ha venido prácticamente a suplantar al de Davos, en el sentido de que va marcando caminos, va marcando nuevas sendas. Y allí este discurso de Vladímir Putin ha sido muy ejemplar y con un claro direccionamiento hacia donde se dirige el mundo y tendrá que ser estudiado en profundidad en vista, de acá a un par de años, de todo lo que se dijo en estos días, cómo se ha cumplido», señala el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele.

«En lo que hace referencia Vladímir Putin de una Europa que está descerebrada, es evidente. Europa no tiene pensamiento propio, tiene un accionar de grupos económicos, que a su vez, con el asunto de la globalización se han hecho transnacionales. Es decir, están por encima de las naciones. Entonces, ¿qué rol juegan los políticos en ese aspecto? Ser simplemente la cadena de transmisión de rdenes supranacionales, que por supuesto, no benefician a quienes realmente los han puesto en ese lugar para ‘dirigir el país’, instrumentar las políticas que correspondan para llevar adelante al país a un mejor puerto», observa el analista.

«Esa falta de cerebro a la que hace referencia Putin, se ha visto claramente porque, de una forma totalmente disciplinada, subordinada, Europa […] está como en piloto automático. El problema es, al piloto automático, ¿quién es el que le ha puesto la dirección, las coordenadas hacia donde hay que ir? Evidentemente no han sido los políticos europeos, han sido poderes supranacionales y también una superpotencia a la que ellos han decidido subordinarse alegremente, y concluir que operan, además, bajo un paraguas que viene a ser una falsedad hipócrita, que son las famosas normas y reglas que dicen que defienden cuando hacen estas maniobras a las que han llevado a esta crisis. Ahí es donde se demuestra en la práctica real esa falta de conducción y de cerebro centralizado que deberían tener los europeos para poder haber seguido una vía de desarrollo que los afecta porque es un ‘enfermo en terapia intensiva'», concluye Pereyra Mele.

FUENTE SPUTNIK: https://noticiaslatam.lat/20241112/se-tenia-que-decir-y-se-dijo-a-europa-le-falta-cerebro-afirmo-putin-1158966308.html

AUDACY PODCAST: https://www.audacy.com/podcast/al-contado-a7e2c/episodes/se-tenia-que-decir-y-se-dijo-putin-afirma-que-a-europa-le-falta-cerebro-f6645

Tradicional Master Class de Francisco Javier Martinez Lopez, de los días viernes en el programa ”Detrás de la Razón” que conduce y dirige el afamado periodista mexicano Roberto de la Madrid, en está oportunidad se abordó profundamente el Conflicto Ucraniano bajo el título: UCRANIA INVADE RUSIA | La Maskirovka y el golpe más duro después de la 2ª Guerra Mundial, donde el destacado analista y Geoestratega martinez analiza con profundidad el Conflicto y las consecuencia de la Ofensiva del Régimen de Kiev…

El Dr. Francisco Javier Martinez Lopez es uno de los socios estratégicos de Dossier Geopolitico con que contamos en Europa 

VIDEO:

ENLACE: https://www.youtube.com/watch?v=Mr7DIfwX0YE

Debo informar a nuestros tradicionales seguidores, que por alguna “extraña” razón, estamos imposibilitados de incrustar el video como lo hacemos normalmente, y solo se nos permite difundir el Link del mismo

Como en 1914 y 1939 el gobierno norteamericano deja que sus aliados transatlánticos se involucren en una gran conflagración, para después forzar a su propio pueblo a seguirlos

Por Eduardo J. Vior analista internacional especial para Dossier Geopolitico

Las versiones sobre el ingreso de tropas francesas, alemanas y polacas en Ucrania y el sangriento atentado en Moscú de indudable factura ucraniana, en el que fueron asesinadas 143 personas, indican que EE.UU. está dispuesto a todas costas a prolongar y escalar la guerra en el este de Europa, sin importarle las consecuencias. En efecto, ni uno ni otro pueden suceder sin, al menos, la aprobación de Washington. 

Ante la demora del Congreso norteamericano en enviar nuevas ayudas a Kiev…

Joe Biden parece estar repitiendo la receta de sus antecesores Woodrow Wilson en 1914 y Franklin D. Roosevelt en 1939: con suculentas ganancias para la industria armamentista estadounidense, empuja a sus aliados europeos a escalar la guerra en el Dniéper, para después convencer a su pueblo de la necesidad de intervenir directamente….

…De esta dinámica no se podría escapar ni siquiera un eventual presidente Donald Trump. Mientras tanto, la militarización de la economía europea sirve a EE.UU., para aumentar las ventas de armamento norteamericano y para azuzar la competencia entre Francia y Alemania y así someterlas más fácilmente. 

El supuesto básico de esta estrategia es que en Ucrania se pueda prolongar la guerra indefinidamente. ¿Y si no?

Este jueves y viernes se reunió en Bruselas el Consejo Europeo compuesto por su presidente, Charles Michel, la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, y los jefes de Estado y de gobierno de los 27 estados miembros de la Unión Europea (UE). Además de comenzar las negociaciones con Bosnia-Hercegovina para su ingreso en la Unión Europea (UE), la cumbre de los Veintisiete decidió intensificar la compra conjunta de municiones a fabricantes europeos para su entrega a Kiev. También aprobaron un plan checo para la compra colectiva de municiones fuera de la UE (es decir, en EE.UU.), destinado a satisfacer la demanda de los Estados miembros ante la incapacidad de la propia industria para hacerlo. Sólo Hungría y Eslovaquia se oponen a esta carrera hacia la guerra.

La cumbre reclamó asimismo un alto el fuego en Gaza y prometió un paquete de ayuda para los agricultores europeos, pero terminó este viernes sin ponerse de acuerdo sobre la política migratoria. 

Aunque los 27 Estados miembros están aún lejos de un acuerdo, ya no descartan endeudarse juntos para financiar su industria de defensa y entregar armas a Ucrania, como hicieron para contener los estragos económicos de la pandemia del Covid-19. 

El cónclave de la UE decidió también destinar los intereses devengados por los 300 mil millones de dólares rusos congelados desde 2022 para ayudar a Ucrania. La incautación de los intereses de dichos activos va a afectar seriamente la confianza de los mercados en la seriedad de Europa como plaza bancaria. ¿Quién invierte tranquilo en un país o conjunto de ellos que en algún momento pueden incautarse los depósitos?


El Consejo Europeo se reunió en Bruselas

Desde el fin de la Guerra Fría todos los gobiernos norteamericanos y muchos líderes europeos vienen machacando sobre la necesidad de que Europa aumente sus gastos en defensa. Sin embargo, el reclamo de que el continente se reconvierta hacia una economía de guerra es de reciente data. Desde la Conferencia de Seguridad de Múnich en febrero pasado los más altos dirigentes europeos coinciden en que hay que prepararse para la eventualidad de una guerra directa contra Rusia. Entre los líderes de la UE cunde la inquietud ante la posibilidad de que Estados Unidos deje de sostener a Kiev y más aún, de que Donald Trump llegue a la Casa Blanca y reduzca la protección de Washington a sus aliados transatlánticos. En ese escenario, los Veintisiete llaman a proponer “acciones para reforzar la preparación y la respuesta a las crisis” con un enfoque abarcador que les sirve de plataforma para afrontar la próxima elección del Parlamento Europeo. 

Del 6 al 9 de junio próximo 370 millones de votantes están convocados a las urnas para elegir a los 705 diputados que representan a 448,4 millones de habitantes de la Unión Europea

El contexto es sumamente preocupante: la Comisión Europea (CE) prevé un crecimiento del PBI continental de sólo el 0,9% y el Banco de Inglaterra, tras dos años de estancamiento, pronostica un crecimiento británico del 0,25%. Casi todos los países europeos están afectados por el alto costo de la energía, las elevadas tasas de interés, la inflación, el desempleo y la inmigración creciente.

Como consecuencia, las huelgas y las protestas sociales se multiplican y los movimientos nacionalistas y antieuropeistas ganan cada vez más fuerza electoral. Para salir de esta crisis, entonces, la mayoría de los partidos europeos buscan la panacea en la militarización de sus economías y pretenden hacerla aceptable agitando la vieja “amenaza rusa”. 

Particularmente Alemania se ha visto golpeada por la pandemia de Covid19 y la posterior fractura de Europa. La economía germana se contrajo un 0,4% en el último trimestre de 2023 y se espera que se reduzca otro 0,1% en 2024. Ya durante la pandemia la industria alemana sufrió la ruptura de sus cadenas mundiales de suministro y distribución, pero este proceso se aceleró desde 2022 por el bloqueo de la OTAN contra Rusia y la posterior voladura de los gasoductos Nord Stream I y II. El sideral aumento en los precios de la energía que se dio entonces (41%) afectó sus costos de producción y distribución y demolió el mercado interno alemán. La gran industria, entonces, comenzó a deslocarse hacia otros continentes. 

Al principio de la intervención rusa en Ucrania Berlín adoptó una postura moderada, pero el ala más pronorteamericano de su gobierno acabó imponiéndose bajo el liderazgo de los ministros de Relaciones Exteriores Annalena Baerbock (Alianza 90/Los Verdes) y de Defensa Boris Pistorius (Partido Socialdemócrata, SPD) quienes actuaron en estrecha coordinación con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que había sido ministra de Defensa de Alemania entre 2013 y 2019. Tras ello, el primer ministro socialdemócrata Olaf Scholz se declaró partidario de la “plena cooperación alemana con Estados Unidos” y Alemania se convirtió en el segundo mayor proveedor de armas a Ucrania. El gobierno alemán creó entonces un Fondo de Emergencia de 100.000 millones de euros para la adquisición de armamentos y en noviembre de 2023 el ministro de Defensa dio a conocer las “Nuevas directrices de la política de defensa alemana” que proponen que la Bundeswehr se convierta en la “columna vertebral de la disuasión y la defensa colectiva de toda Europa”. Pistorius, además, anunció el aumento del gasto militar alemán al 2% del PBI en 2024 y al 3% y 3,5% en 2025 y 2026, respectivamente. 

Este anuncio se realizó en total sintonía con la presidenta de la Comisión, quien proclamó su candidatura a la reelección prometiendo “gastar más, gastar mejor y gastar sobre todo en armamento producido en la propia Europa”. Por último, el 12 de febrero pasado el Canciller Olaf Scholz declaró a AFP que el plan de su gobierno era superar la crisis económica y asumir el liderazgo militar de Europa. Para ello, dijo, Alemania debe “abandonar su industria manufacturera, para concentrarse en la producción de armas a gran escala”.

Bruselas reaccionó a los planes armamentistas alemanes otorgando generosos subsidios. Las empresas germanas de armamento y productos químicos recibirán una gran parte de los nuevos fondos de la UE para el desarrollo de la producción europea de municiones y carrocerías de aeronaves. Según anunció el viernes 15 de marzo la Comisión Europea, más de 130 millones de euros del total de 500 millones se pondrán a disposición de proyectos alemanes. 

El discurso belicista del Canciller Scholz y los desembolsos de la Comisión Europea coinciden con las plataformas de los principales partidos alemanes para las elecciones europeas del próximo 6 al 9 de junio. Tanto los coalicionarios (Partido Socialdemócrata –SPD-, la Alianza90/Los verdes –B90/Die Grünen- y el Partido Demócrata Liberal –FDP-) como la opositora Unión Demócrata Cristiana/Unión Socialcristiana de Baviera han puesto la militarización de la economía alemana en el tope de sus programas para la elección parlamentaria europea.

Sin embargo, los sondeos de opinión indican que el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AFD, por su nombre en alemán) cuenta ya con el apoyo del 19% de los votantes y podría convertirse en el segundo partido de Alemania. Paradójicamente, aunque cuenta con una fuerte presencia de sectores neonazis, es la única fuerza relevante que reclama el fin de la guerra en Ucrania, el restablecimiento de las relaciones pacíficas con Rusia y la reanudación de los vínculos económicos con China.

A pesar de la hegemonía estadounidense, la sólida alianza franco-alemana permitió desde la década de 1950 desarrollar la integración de Europa Occidental con cambiantes grados de autonomía. Sin embargo, después de que Nicholas Sarkozy (2007-12) sucedió a Jacques Chirac (1995-2007) las diferencias de posiciones fueron en aumento. Angela Merkel (2005-21) hizo malabares, para mantener el equilibrio entre EE.UU., Francia, Gran Bretaña y Polonia, pero tras  su partida ambas diplomacias maximizaron sus apuestas.

No obstante, el endurecimiento de la retórica de Macron no es realista. Personalidades políticas francesas publicaron la semana pasada un manifiesto contra el plan del presidente de enviar tropas a Ucrania. De ellas, ocho son generales del ejército. Es evidente que la plana mayor del arma se opone al presidente. Sabe que su armamento es anticuado e insuficiente y que la doctrina militar francesa combina la disuasión nuclear con intervenciones puntuales en África y Asia, pero no prevé el enfrentamiento entre ejércitos regulares de masas, como sucede en Ucrania. 

Este viernes 22 circuló en las redes la información de que a Kiev habría arribado un numeroso contingente trinacional franco-germano-polaco y parece confirmada la participación de efectivos galos en diversos combates en los que, por otra parte, ya habrían sufrido cuantiosas bajas. El involucramiento europeo en la guerra en el este continúa en aumento.

Los datos públicos disponibles permiten colegir que está en marcha una gigantesca maniobra estratégica, para convertir la economía europea a la producción de armamentos, aumentar la exportación de material bélico desde EE.UU., persuadir a la opinión pública europea de la necesidad de la guerra e ir mandando tropas, hasta que Rusia las arrase y los líderes occidentales puedan justificar una intervención norteamericana. Es el modelo de la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Entonces EE.UU. no provocó las guerras, pero las dejó estallar y escalar. Ahora está más urgido.

Esta estrategia ha sido ideada por el gobierno de Joe Biden, pero debe mantenerse incluso en caso de una victoria de Donald Trump. Si ganan los demócratas, EE.UU. insistirá para arrastrar a Rusia a una guerra contra toda Europa que justifique la intervención que su pueblo y su Congreso hoy le niegan. Así se aseguraría el control de Europa, su desindustrialización y dependencia financiera. Si, en cambio, vence el republicano, cual Nixon en 1969, se encontrará con una guerra en marcha que le costará parar. 

El cálculo de la OTAN se basa en el supuesto de que Ucrania aguantará el embate ruso lo suficiente, como para desplegar las tropas europeas allí. 

¿Qué pasa si el régimen de Kiev se derrumba antes de tiempo? Que todos tendrán que repartir las cartas nuevamente. La estrategia occidental supone la permanencia de las condiciones actuales, pero nadie puede garantizarlas. En tiempos de guerra los acontecimientos prevalecen sobre los planes. 

Nos aproximamos a una definición histórica, pero no sabemos cuál será.


POR JOSÉ CANDELA OCHOTORENA

Desde los tiempos del neolítico, superado el nivel tribal, las comunidades humanas más extensas que se van creando no surgen de la autoorganización. En los tiempos modernos la forma de gobierno ha sido el Imperio militar y comercial, sustentado en una cultura superadora, aunque heredera, de las formas teocráticas. El final del Imperio español no alumbró el de Holanda, ni el de Francia, principales rivales de la monarquía española, si no el de Gran Bretaña, el pirata de los mares, y el final de la hegemonía británica, no abrió el camino a Alemania o la URSS, la heredó Estados Unidos. Ningún fin de ciclo global ha sido pacífico, hasta hoy. Si comparamos el inicio de la novela “Los hijos de la medianoche”, que narra el final de la dominación británica en la India, con el capítulo de la serie “The Crown” dedicado al mismo día observamos una considerable diferencia, en la serie televisiva casi desaparece la violencia de más de veinte millones de personas desplazadas, y obligadas a cambiar de país, con que comienza el relato de Salman Rushdie. Más allá del cotilleo implícito en el éxito de la serie sobre la familia imperial británica, se encuentra la cultura global del Imperio Americano, que ha extendido nuestro foco de atención al conjunto del planeta, a través de una ilustración televisiva edulcorada. La televisión, tal y cómo nos la ofrecen desde la visión dominante, banaliza las tragedias; como las matanzas de civiles palestinos a manos del equipadísimo ejército israelita, donde las imágenes destacan al soldado con su equipo frente a los edificios en ruinas, y difuminan a las víctimas. Solo así comprendemos que los gobiernos de varios países europeos se sumen a la retirada de las subvenciones a la UNRWA, lo que les convierte en cómplices del genocidio, mientras que la protesta en las calles de Europa no desborda los límites.

EEUU supo aprovechar las circunstancias de los judíos en 1948, y ahora los necesita aún más cuando inicia la decadencia

Sin embargo, la geopolítica indica que Gaza señala las secuencias de la caída del Imperio Americano, primero fue militar, en Afganistán, ahora se hunden los mensajes willsonianos, de anticolonialismo y derechos humanos, porque, evidentemente, tras lo que estamos viendo, la bandera USA no podrá enarbolarse en la zona sin peligro de incendio. Desgraciadamente, varias decenas de miles de palestinos no podrán estudiar ese capítulo de la historia del presente. Los que sobrevivan, se asombrarán de que el único firme apoyo que tuvieron vino de una nación, Sudáfrica, a 7.000 kilómetros de distancia, aunque unida a ellos por el sufrimiento del “apartheid”, más la de un país musulmán de obediencia chiita que, en su propio territorio, persigue a sus mujeres, las cuales luchan por la igualdad y la autonomía personal. Circunstancias que nos deben hacer reflexionar sobre la tremenda complejidad de la geopolítica global en los tiempos de la cuarta revolución industrial y el desafío climático. 

Sobre el país agresor, del cual se prohíbe hablar en occidente, el sionismo agrupa a personas que, junto con los gitanos, han sufrido la peor persecución y genocidio del siglo XX en Europa, y que son ahora los guardianes del Imperio en los territorios árabe y de los persas, que albergan las mayores reservas en petróleo y gas que alimentan la civilización del capitalismo industrial. Los soldados israelitas han sumido de tal forma su función en los engranajes del Imperio, que proyectan sus rencores matando a los campesinos que habitaban las tierras de Palestina, donde fueron desterrados cómo judíos en 1945. Destierro sentenciado por los países de Europa donde habían vivido durante siglos, que no quisieron aceptarlos. 

En su trabajo de custodios Israel juega con ventaja, porque solo ellos tienen acceso a las armas desarrolladas por el capitalismo en el siglo XXI. El escenario de conflicto es un espacio geográfico y cultural, donde las identidades aún transitan desde la religión y el tribalismo hacia la construcción nacional. Un territorio inflamable, donde el poder militar es la única razón. EE. UU. supo aprovechar las circunstancias de los judíos en 1948, y ahora los necesita aún más cuando inicia la decadencia. La evidencia del colonialismo que no cesa niega el humanismo de los relatos de su modo de vida, y su liberalismo ya no engaña a nadie. Sudáfrica y la ONU en pleno lo han puesto en evidencia, exigiendo el fin de las matanzas en Gaza; una muestra evidente del dominio sin derecho que allí se ejerce. Pues solo apoyan a Washington los países que, bajo su protectorado, aspiran a seguir monopolizando las riquezas del planeta [i].

Estados Unidos es una potencia capaz de destruir el mundo, pero la destrucción global también los incluiría a ellos, por lo que están en declive

Para el momento presente, ni la ONU tiene competencias para obligar a EE UU e Israel, ni los países que compiten con EE UU por el gobierno global, China y Rusia, o la democracia iliberal y racista de la India, que hoy se alza cómo rival asiático de ambos, tienen el capital cultural y económico para sustituirlo. Sin gran convencimiento, apoyan la propuesta del alto representante europeo, Josep Borrell, y el presidente de España, Pedro Sánchez, quienes, junto al presidente de Bélgica reclaman una conferencia para que palestinos e israelitas acuerden una solución de dos estados. Pero, Israel no quiere, y los EE UU no están dispuestos a quitar a Israel la razón de la fuerza. Desaparecida casi totalmente la superioridad cultural que sustentaba la hegemonía americana hasta 2004, la única razón que la sostiene es la fuerza: Estados Unidos es una potencia capaz de destruir el mundo, pero la destrucción global también los incluiría a ellos, por lo que están en declive. Como los países de la Unión Europea son protectorados estadounidenses, la gran potencia se presenta ante los europeos como un mal menor, frente a otros aspirantes. Pero los males menores nunca han entusiasmado a nadie. 

El futuro de la Izquierda europea es inseparable del de Europa 

Durante años, Europa se ha imaginado ser el escaparate deseado de los países del Mundo. La dependencia respecto a EE UU evidenciada por la crisis de Ucrania ha dañado gravemente esa visión, y la guerra en Gaza, una vez más Oriente Medio, ha demostrado que Europa desaparece cuando se la necesita. Frente a un panorama tan desolador, nuestro continente deriva hacia su ombligo identitario, representado por el populismo neofascista y el nacionalismo económico [ii]. Con unas elites tecnológicas muy liberales en las costumbres y lo económico, y una visión de lo social que remite a la jungla, el proyecto confederal está próximo a implosionar, llevándose por delante las luces del humanismo y la razón. 

Europa desaparece cuando se la necesita. Frente a un panorama tan desolador, nuestro continente deriva hacia su ombligo identitario, representado por el populismo neofascista y el nacionalismo económico

En solo dos generaciones, el capitalismo ha destruido en Europa las bases organizativas de su alternativa, el movimiento obrero y las redes democráticas que su praxis impulsó, y lo ha conseguido utilizando su arma principal que es el nacionalismo. Falto de organización, el movimiento socialista ha sucumbido a sus errores, sin sacar enseñanzas de las experiencias. Durante el siglo XX confundió la visión del futuro a construir, los escenarios de sociedad necesarios a la acción, con una premonición bíblica, olvidando que nada existe hasta que lo construimos con los materiales que tenemos. En la política real, las teorías sirven para guiar la reflexión, pero nada sustituye al empirismo del “ensayo y error”. Cómo decía la máxima fundacional del movimiento socialista: Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo [iii]. Gramsci llamaba a esta forma de pensar la “filosofía de la praxis”, entender lo escrito hasta hoy como una guía de análisis, que cada generación utiliza para escribir su historia y proyectarla hacia el futuro. Esa proyección es lo que define el carácter trasformador del socialismo.

El miedo a la trasformación social es lo que llevó a los liberales a aceptar las ideas socialdemócratas del bienestar en 1945. En 1978, ante la evidencia de la experiencia del socialismo realmente existente, la URSS era un trampantojo en ruinas para una dictadura senil, Margaret Thatcher y su homólogo americano, Ronald Reagan decidieron quitarse la careta social y apoyar un liberalismo radical, el neoliberalismo. Lentamente, los liberales han desmantelado las bases institucionales del movimiento obrero occidental, el Estado del Bienestar que permite a las personas que viven de un salario participar en lo público, sin agobios por la subsistencia. 

La izquierda europea se replegó en la defensa del pasado, y el futuro se diluyó en culturas diversas, feminismo, ecologismo, globalismo altermundista, sindicalismo corporativo y sindicalismo sociopolítico, antirracismo y otros más minoritarios, pero no irrelevantes; cada una de ellas con sus referentes políticos en cada país y, en algunos casos, articulados a nivel europeo. Paradójicamente, el arco iris cultural ha mantenido vivos los valores solidarios y del bienestar, aunque no ha podido construir alternativas viables a la inteligencia artificial y la robótica, que amenazan por desmantelarlo del todo, dejando vacía la democracia que los convirtió en instituciones estatales.

En solo dos generaciones, el capitalismo ha destruido en Europa las bases organizativas de su alternativa, el movimiento obrero y las redes democráticas que su praxis impulsó

Imaginar el futuro en el presente

Para recuperar el movimiento socialista, necesitamos reivindicar su historia, los valores del trabajo que la alimentaron, y la capacidad de éstos para adaptarse a la vida. Nacidos de la práctica laboral en cada época y de la herencia revolucionaria, Libertad, Igualdad y Fraternidad, los valores del trabajo se crean en la colaboración cotidiana entre personas, son la identidad de las profesiones y grupos de actividad, habilidades para definir problemas y construir soluciones, con las cuales se construyeron visiones del futuro que sustentaban redes de cooperación e hicieron posible la actividad sindical, las organizaciones sin ánimo de lucro, las cooperativas y el intercambio de conocimientos y experiencias. Son competencias colaborativas que permiten que personas poco instruidas utilicen la deliberación democrática para definir el bien común, y organizarse para alcanzarlo. La cultura cooperativa nace hoy de las experiencias del trabajo participativo, el cual nos señala una metodología de organización democrática, donde son las personas las que definen los problemas a resolver, y su jerarquía, en colaboración con trabajadores expertos en soluciones técnicas a los problemas. 

Todas las revoluciones igualitarias del siglo XX han reivindicado formas de democracia que trasciendan la meramente representativa, y penetra en las empresas [iv]. Con la cogestión y la autogestión, los trabajadores ponen al día una filosofía sobre la conclusión del bien común, que define la democracia laboral. Los grupos de ejecución del trabajo debaten, en círculos, para especificar los problemas, e informan las guías para los tecnólogos que proponen soluciones, y no al revés. Trasladada a la política, significa que la participación ciudadana cataloga los problemas y su jerarquía, construyendo programas para la acción política de sus representantes y su staff técnico, que así son sometidos al control democrático. Esta filosofía es más necesaria ahora, cuando los avances en la Inteligencia Artificial amenazan la libre formación del criterio democrático en las personas y naciones. Esas tecnologías, la Informática e Inteligencia Artificial, puestas del revés, suponen un arma muy poderosa para construir y facilitar el uso ciudadano de las redes para la participación y el control democrático [v].

Competencias colaborativas que permiten que personas poco instruidas utilicen la deliberación democrática para definir el bien común, y organizarse para alcanzarlo

Nos encontramos, por lo tanto, ante la necesidad de dar una nueva dimensión a la democracia: la democracia participativa que debe guiar el esfuerzo social hacia la satisfacción del bien común, y ante una nueva visión de ese bien común, basada en la deliberación ciudadana, cómo ejercicio permanente del Contrato Social. Porque, en general, las constituciones modernas son marcos para atender las prioridades de los ciudadanos, pero, las instituciones que trasladan los problemas de los ciudadanos a la acción política se encuentran gripadas por los prejuicios al interpretarlas. En todas las constituciones europeas, la propiedad está sometida al bien común, pero las instituciones priman la definición del bien común que realizan los tecnólogos y juristas. Por lo tanto, la tarea es democratizar las instituciones. Especialmente las económicas, públicas y empresas, donde se obtienen y distribuyen los recursos necesarios para el funcionamiento del conjunto del sistema. Sin perder de vista que el tamaño de los sistemas nacionales viables debe ser bastante mayor que cualquier estado europeo.

Hoy, ya sabemos que los liberales no son un freno al crecimiento de la ultraderecha en Europa, y que se están coaligando con ella para mantenerse en los gobiernos [vi]. Por lo tanto, el futuro de la Unión está en la izquierda, siempre y cuando sea capaz de construir una visión autónoma, participativa y democrática del futuro, y una estrategia gradualista para llegar a ella. Desde la izquierda, Europa adquirirá condiciones para ganárse el liderazgo frente a los aspirantes a construir nuevos imperios, abanderando la cooperación para resolver los problemas de nuestra época, sin imponer las formas [vii], pues el futuro global tendrá que ser cogobernado entre todos, o no llegará. 


[i] La lista de países que acompañan a EE UU en el apoyo a la violencia de Israel muestra a todas las potencias salidas del Imperio Británico, más las que perdieron sus imperios en el siglo XX, y a ellas se unen Alemania y otros, culpables de la expulsión de judíos a Israel en 1945. 
[ii] Conforme se deteriore la Unión, veremos más episodios de campesinos boicoteando productos de países vecinos, tanto de Ucrania en
Hungría, cómo de España en Francia.
[iii] Carlos Marx, Tesis sobre Feuerbach, nº 11, 1845.
[iv] Soviets en Hungría, Consejos en Turín y Baviera, 1919; autogestión en Yugoeslavia, 1946; los trabajadores de Checoeslovaquia en 1968 crearon Consejos de Empresa cuando el Partido Comunista anunció las reformas democratizadoras, Solidarsnoç, en Polonia, 1978, etc.
[v] Ver D. Acemoglu y S. Johnson (2021) Poder y progreso
[vi] Como hicieron los liberales alemanes que abrieron el camino a Hitler en 1933
[vii] Si comprendemos que la democracia es la forma civilizada de la lucha de clase, entenderemos que no se puede imponer, solo ayudar a cada pueblo alcanzar la forma de su Contrato social.

FUENTE NUEVA TRIBUNA.ES https://www.nuevatribuna.es/articulo/global/analisis-geopolitico-declive-potencias-peligroso-guerra/20240203131326222917.html

Por Eduardo Vior

Si la UE confisca los depósitos rusos congelados utilizándolos para financiar a Ucrania, afectará la confiabilidad de los bancos y fondos de inversión de Europa y EE.UU.

Este miércoles 7 el Senado de EE.UU. rechazó un paquete de ayudas combinadas para Ucrania, Israel, Taiwán y el aumento de la seguridad en la frontera sur por valor de 119.000 millones de dólares. El liderazgo demócrata en la cámara alta anunció entonces que igual presentará un nuevo paquete de ayuda a los tres países desconsiderando la frontera. En medio de la polarizada campaña electoral es de esperar que este proyecto tenga aún menos suerte que el anterior.

Seguramente, este corte de flujos financieros para Ucrania va a aumentar la presión de Washington sobre la Unión Europea (UE), para que utilice los fondos estatales rusos congelados en Europa como garantía de préstamos para la reconstrucción de Ucrania, sentando un precedente devastador que provocaría una similar reacción de Moscú, afectaría gravemente la confianza del mundo financiero internacional en el sistema bancario occidental y provocaría una gigantesca fuga de capitales hacia la economía real. En suma, la medida no traería ninguna solución a la guerra en Ucrania y crearía una grave inestabilidad en los mercados financieros globales.

“La Unión Europea (UE) piensa actuar con prudencia ante las propuestas de incautar los activos congelados rusos”, explicó este martes a Financial Times el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Paolo Gentiloni. “Tenemos un enfoque muy gradual. Vamos paso a paso”, destacó el funcionario. “Por el momento hemos tomado una sola decisión”, agregó Gentiloni, haciendo referencia a la idea de separar los intereses derivados de los activos congelados. Con esta declaración el funcionario quiso echar un paño frío sobre la agitación que generó el apresuramiento de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en dar por hecha la incautación.

Según la Comisión Europea, hay más de 269.000 millones de euros (288.850 millones de dólares) de activos rusos inmovilizados en países del G7, la UE y Australia, de los cuales 200.000 millones están en la UE, la mayoría (191.000 millones) en Bélgica. Como el Congreso norteamericano previsiblemente no va a llegar a un acuerdo interpartidario sobre una nueva ayuda financiera a Kiev, ya en diciembre pasado Washington propuso a sus aliados europeos que entreguen al gobierno ucraniano las ganancias devengadas por el dinero ruso inmovilizado.

A propuesta de Bélgica la Unión Europea (UE) decidió el pasado 29 de enero aprovechar los intereses producidos por los activos del Banco Central ruso como garantía de futuros créditos para la reconstrucción de Ucrania que se contraerían con cargo a Rusia. Sin embargo, algunos países e instituciones de la UE se oponen a la decisión alegando que no hay base legal para embargar activos soberanos de otro país y que hacerlo podría hacer que los inversores se retiraran del euro.

A pesar de la presión de Washington, para que Bruselas le saque las papas del fuego, muchos especialistas europeos están muy escépticos. “Lo que sabemos es que utilizar los activos como garantía adolece de los mismos problemas jurídicos, económicos y financieros que una confiscación y la mayoría de los departamentos jurídicos del G7 así lo consideran”, declaró un funcionario europeo cercano al asunto. “Utilizar un activo como garantía significa poseer el activo, lo que en este caso implica confiscarlo”, dijo el funcionario, que pidió no ser nombrado. Según Reuters, otros cuatro funcionarios europeos cercanos al asunto coincidieron con esta opinión.

Tampoco está claro qué entidad emitiría los bonos y qué pensarían los inversores de un plan que parte del supuesto de que el deudor (Ucrania) no saldará la acreencia al vencimiento de los bonos. Los acreedores deberían buscar cobrar entonces al garante (Rusia), quien lógicamente se mostraría remiso, porque nunca consintió en otorgar la fianza.

Como informó recientemente Bloomberg, en noviembre pasado el gobierno de Joseph Biden apoyó ante el Senado una iniciativa legislativa que facilitaría la confiscación de los activos rusos congelados, que en EE.UU. no pasan de los cuatro o cinco mil millones de dólares. Al mismo tiempo, señala la agencia, la Casa Blanca tiene en cuenta que esta medida podría arruinar la reputación del sistema financiero estadounidense y provocar una fuga del dólar. La idea de confiscar activos rusos tiene partidarios tanto entre los republicanos como entre los demócratas, pero varios políticos y expertos temen que la medida aleje a algunos aliados con vocación de autonomía, como India, Brasil y Sudáfrica, y tense aún más las relaciones con China.

La idea de Estados Unidos de confiscar y entregar los activos a Kiev había cobrado fuerza ante el bloqueo por parte de Hungría de 50.000 millones de euros de ayuda de la UE a Ucrania. Sin embargo, el retiro del veto húngaro la semana pasada quitó algo de presión, según Gentiloni. El Comisario Europeo de Economía esperaba también que el Congreso en Washington acordara esta semana entregar otros U$S60.000 millones, pero el Senado norteamericano decepcionó el optimismo del italiano.

También el gobernador del Banco Central de Italia, Fabio Panetta, lanzó una advertencia sobre los planes de la Unión Europea para confiscar los beneficios de los activos rusos congelados en Europa afirmando que la “militarización” del euro reduce inevitablemente su atractivo y favorece la aparición de alternativas como el yuan chino. Para Panetta, el creciente uso del yuan en las transacciones comerciales entre China y Rusia es “instructivo en este sentido”, ya que, dijo, Beijing promueve el empleo de su moneda en países afectados por sanciones internacionales.

Por su parte, Rusia responderá de forma “pertinente y eficaz” al menor intento de confiscar sus activos en Occidente, informaron a Sputnik desde el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso. “Hemos dicho en más de una ocasión que las medidas de coerción, tomadas unilateralmente por países occidentales en relación con los bienes de Rusia en el extranjero, son ilegítimas. También hemos señalado reiteradas veces que la confiscación de estos bienes es ilegítima y viola los principios y normas fundamentales del Derecho Internacional, incluida la igualdad soberana de los Estados”, apuntaron desde la Cancillería rusa.

Semejantes acciones, añadieron, no pueden calificarse sino como “un flagrante atentado contra la propiedad soberana y un robo descarado y banal por parte de un grupo de Estados de los bienes de otro”, añadieron. “Los países del Occidente colectivo pueden tener la certeza de que, al menor intento suyo de confiscar inmuebles y otros activos de Rusia, habrá inevitablemente una respuesta adecuada y efectiva”, concluyeron en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia.

Esto se produce después de que Dmitri Birichevski, director del Departamento de Cooperación Económica del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, declarara a Sputnik que Moscú respondería recíprocamente en caso de que Occidente confisque los activos rusos congelados. Según los cálculos de Sputnik, basados en las estadísticas nacionales rusas y los datos abiertos obtenidos por el Financial Times, Rusia posee actualmente activos extranjeros por valor de unos 288.000 millones de dólares, 1.000 millones más que los que Occidente amenaza con confiscar.

Haciéndose eco de las críticas al plan de confiscación, el Financial Times señaló este lunes que la Unión Europea no está considerando la incautación, sino sólo la introducción de un impuesto sobre las ganancias extraordinarias devengadas por los activos congelados del Banco Central de Rusia en Europa. Sin embargo, la propuesta avanza lentamente, porque varios estados clave, incluidos Alemania y Francia así como el Banco Central Europeo, están preocupados por el impacto que la medida pueda tener en la estabilidad de la eurozona y por la amenaza de Moscú de tomar represalias.

Por las dudas, Rusia refuerza la presión. Así lo afirmó a RIA Novosti Dmitri Birichevsky, director del Departamento de Cooperación Económica del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia. “No hablaré de cantidades específicas, pero la cantidad de fondos que nuestras medidas especiales de respuesta económica pueden cubrir es significativa”, dijo en una entrevista con la agencia. Al mismo tiempo, el diplomático no descartó un intercambio mutuo de activos. “Parece que el esquema de intercambio mutuo propuesto por la parte rusa podría ser de interés para las contrapartes occidentales cuyos fondos están en nuestra jurisdicción en cuentas tipo C”, aclaró Birichevsky.

En el Derecho financiero existe un principio muy básico, es casi un pilar de la economía de mercado, capitalista o no: el principio de propiedad financiera. Este principio subraya la importancia del respeto por la propiedad privada y la protección de los derechos de propiedad para el funcionamiento eficiente de los mercados. Poner los activos rusos a responder por una deuda contraída por otros es lo mismo que robarlos. Se entiende en este contexto que, al apropiarse de los bienes de los países que impulsen esta acción delictual, Rusia sólo estaría ejerciendo una represalia.

Como señaló el chino Global Times, “en lugar de abordar cualquiera de los problemas del conflicto entre Rusia y Ucrania, la confiscación sólo sentará un precedente desastroso en el sistema financiero internacional. Sin mencionar que muchos países sacarían sus reservas de estos países ante el precedente tan nefasto que sentarían.”

Por ejemplo, algunos de los activos congelados de Rusia en Occidente son bonos del Estado norteamericano. Si Occidente confiscara estos activos en nombre del apoyo a Ucrania, dañaría la credibilidad de sus propias obligaciones.

Si el caso ruso llevara a los inversionistas internacionales a inferir que los riesgos geopolíticos también pueden dar lugar a impagos de deuda soberana de los países occidentales y que las interpretaciones y los cambios en las leyes y normativas respectivas escapan por completo a su control, las inversiones en bonos soberanos como la deuda del Tesoro estadounidense, que antes se consideraban refugios seguros, podrían perder la confianza de los prestamistas.

Además, las contramedidas de Rusia también podrían enviar ondas de choque a los mercados financieros mundiales. Un juego de acción-reacción de este tipo derrumbaría la cotización de los bonos de la deuda cotizados en dólares y euros y provocaría una fuga masiva de inversiones que, al no hallar en el Sur Global mercados de suficiente tamaño (China no puede absorber todo), se dirigirían al oro o a commodities, que entonces aumentarían desmedidamente su precio y provocarían una fuerte inflación mundial.

Según advierten la agencia estatal Xinhua y otros medios chinos «Una economía de mercado funcionante supone que todos los que participan en ella tengan los mismos derechos y deberes, que respeten la propiedad ajena, que ninguna parte se erija en juez del conjunto y que todos acuerden las reglas para sus intercambios. Si los países occidentales confiscan los depósitos rusos inmovilizados en su sistema bancario provocarán el estallido de una gigantesca crisis financiera y cambiaria mundial que inmediatamente repercutirá sobre la economía real, también en los Estados sancionantes. La ideología no es buena consejera de la racionalidad económica.»

Por Eduardo J. Vior
analista internacional
integrante de Dossier Geopolitico

FUENTE: AGENDAR

Por Boaventura de Sousa Santos *

Traducción de Bryan Vargas Reyes

Me hago la misma pregunta que el gran intelectual comunista portugués, Bento Jesús Caraça, se hizo en 1932 y suscribo el mismo pronóstico. Tras afirmar que, a medida que se acercaba la Primera Guerra Mundial, “los intelectuales (con excepción de Romain Rolland en Francia y, añadiría yo, Karl Kraus en Austria), en lugar de arrojar todo el peso de su prestigio en la balanza para tratar de impedir que estallara la catástrofe y poner orden en un caos de locura, utilizaron ese mismo prestigio para avivar las llamas y aumentar el desorden. Donde debían elevarse, se degradaron; para cumplir una misión noble y humana, prefirieron la traición”.

Las preguntas son: ¿ha cambiado la situación en el presente? ¿Vemos signos claros y precisos de una intención de redimir un pasado oscuro?

La respuesta de BJC es inequívoca: “La verdad es que ¡no! Hay sin duda grupos importantes de ‘hombres firmes’, de ‘hombres de buena voluntad’ que ponen lo mejor de su inteligencia y de su actividad en la lucha contra la guerra, pero desgraciadamente, la mayoría, la inmensa mayoría de los intelectuales se preparan para una nueva renuncia al espíritu. Si estalla una guerra, y nunca hemos estado tan cerca de ella, volveremos a ver surgir por todo el mundo miles de fáciles héroes de escritorio, escupiendo los mismos torrentes de mentiras que llevarán a otros al frente de la batalla… y les asegurarán estar cómodos en la retaguardia.” (Bento de Jesus Caraça, Conferências e Escritos. Lisboa, 2ª edição 1978, 216)

Diez años antes, Karl Kraus escribió en Los últimos días de la humanidad: “El humor no es más que la acusación que se lanza a sí mismo alguien que no se ha vuelto loco ante la idea de haber soportado presenciar las cosas de este tiempo en su sano juicio”. (Os Últimos Dias da Humanidade. Tradução de António Sousa Ribeiro. Lisboa, Antígona, 2023, 17-19.) Y se desahogaba: “una confesión tan completa de culpa por pertenecer a esta humanidad será bienvenida en alguna parte, y siempre será útil”.

Como Caraça, Rolland y Kraus, no me satisface que se produzca una nueva guerra mundial, ya por tercera vez. Y sin duda la última, si se trata, como es probable, de una guerra nuclear. “¡No en mi nombre!” El papel del intelectual es unirse a los ciudadanos activos por la paz, a los partidos políticos y movimientos sociales que desean realmente la paz y denuncian a las fuerzas mundiales que promueven la guerra como medio de perpetuar su poder. Pero la experiencia nos demuestra que esta lucha, para ser eficaz, debe tener una dimensión organizativa. De eso voy a hablar en este texto.

Desde hace cien años, Europa está al borde de la guerra mientras se cura las heridas de la guerra anterior. Cada vez, los motivos son diferentes, pero han tenido en común el hecho de que, aunque nacieron aquí, llevan consigo el mundo y son, por tanto, globales. Así hemos vivido entre guerras. Quizá sea poco conocido que, en cuanto terminó la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas conservadoras, especialmente los católicos y los campesinos, se preguntaban voluntariamente cuándo empezaría la nueva guerra, ahora contra Rusia. La retórica de la incipiente Guerra Fría exaltó los ánimos, y sólo se enfriaron cuando Occidente contempló pasivamente cómo los soviéticos aplastaban el levantamiento húngaro de 1956 La paz iba a durar. La paz que duró fue la que hicieron posible la Guerra Fría y las numerosas guerras calientes regionales en África, Oriente Próximo y Asia. ¿Qué hay de nuevo ahora?

Si analizamos los debates internos en EEUU antes de su intervención en las dos primeras guerras mundiales, vemos que EEUU empezó declarándose neutral; la intervención posterior a favor de los aliados fue algo reticente y contraria a la ideología del aislacionismo que había sido tan popular hasta mediados del siglo XX. Por el contrario, la tercera guerra mundial en ciernes es un proyecto estadounidense. Europa sólo es un aliado menor. ¿Por qué? En las dos primeras guerras, el imperialismo estadounidense se encontraba en una fase ascendente y las guerras se utilizaron únicamente para consolidar esta posición dominante a escala mundial. EEUU salió fortalecido de cada guerra. Basta recordar que en 1948, el PIB estadounidense era casi la mitad del PIB mundial (en 2019 era el 24%). En estos momentos, EEUU está en declive y la guerra ha sido la opción tomada desde la época del presidente Clinton para frenar el declive, porque es en el complejo militar-industrial donde EEUU tiene la superioridad más inequívoca sobre las potencias rivales. Basta pensar en la más de 800 bases militares repartidas por todo el mundo.

De hecho, EEUU ha estado en guerra permanente desde su fundación, pero las guerras nunca son las mismas, y sólo tienen en común que tienen lugar lejos de sus fronteras. Hoy es una guerra de hegemonía; si hasta hace un tiempo la opción nuclear estaba radicalmente excluida, hoy se ha convertido en uno de los escenarios posibles. La gravedad de la situación se deriva del hecho de que el declive de Estados Unidos no sólo es evidente en la política y la economía mundiales. Ahora es descaradamente visible en casa. En el país más rico del mundo, uno de cada seis niños estadounidenses no saben de dónde vendrá su próxima comida. De los jóvenes delincuentes (de entre 10 y 17 años) internados en centros de detención, el 42% son negros, a pesar de que el porcentaje de jóvenes negros en la población juvenil estadounidense es del 15%. En 2023 se produjeron 630 masacres (tiroteos masivos, en los que murieron más de 4 personas). En 2021 murieron casi 50.000 personas por armas de fuego, de las cuales más de la mitad fueron suicidios. En 2023, había 653.100 personas sin hogar, un 12% más que en 2022. Las elecciones de 2024 serán sin duda libres, pero no serán justas, dada la presencia de dinero negro (dark money) en la financiación de las campañas, y puede que ni siquiera sean pacíficas. Ante este declive multidimensional, Estados Unidos centra cada vez más energía en la guerra de hegemonía. La guerra de hegemonía es aquella cuyo objetivo es concentrar y mantener el poder en el Estado hegemónico en cuyos intereses se establece el orden internacional, un orden que es unipolar por naturaleza. La dualidad de criterios en el “orden basado en normas” (compárese Ucrania con Palestina) es la principal característica del orden hegemónico. Con el colapso de la Unión Soviética y el fin del Pacto de Varsovia (1991), la guerra de hegemonía parecía ganada para siempre. Pero como el desarrollo del capitalismo mundial es desigual y combinado, han surgido desafíos a la hegemonía estadounidense, en gran parte derivados del desarrollo de China. En 1949, la China comunista comenzó a prepararse para un siglo de fortalecimiento que devolvería a China la posición en la cúspide del sistema mundial que ocupó hasta 1830, aunque desde el siglo XVI en una cierta multipolaridad con la Europa imperial.

Como afirma Xulio Ríos en La metamorfosis del comunismo en China, Mao Zedong puso a China en pie, Deng Xiaoping la desarrolló y Xi Jinping personifica el impulso final para hacer de China un país poderoso con una posición central en el sistema mundial, que culminará en 2049(A Metamorfose do Comunismo na China, Unha historia do PCCH (1921-2012). Pontevedra, Kalandraka, 2021, 282.)

Mientras Mao dejó de lado la cultura confuciana tradicional y Deng priorizó el desarrollismo por encima del marxismo, el Xiismo busca una síntesis de las tres ideologías fundadoras con la idea de un “socialismo con peculiaridades chinas en la nueva era”. Dado que, durante la época de la globalización, China fue el socio que ayudó a disimular el declive económico de EEUU, las alarmas de la guerra hegemónica sólo empezaron a sonar en tiempos de Bill Clinton.

Pronto los neoconservadores (un grupo ideológico que va desde Hilary Clinton hasta Victoria Nuland y su marido, para quienes no hay que negociar con los rivales de la hegemonía estadounidense; hay que destruirlos) tomaron el control de la política exterior estadounidense. Los rivales tienen eslabones débiles y ahí es donde hay que atacarlos. China tiene dos: su principal aliado, Rusia, y Taiwán. La guerra de Ucrania fue desde el principio una estrategia de cambio de régimen (no en Ucrania, sino en Rusia). El objetivo era desgastar a los líderes políticos rusos (especialmente a Putin), como se hizo en los años 80, hasta que llegó un doble de Gorbachov y convirtió a Rusia en amiga de EEUU, y por tanto enemiga de China, lo que llevaría inmediatamente a China a quedar confinada en Asia. Como está claro hoy, el objetivo fracasó, Rusia se hizo más fuerte y su presencia multisecular en Eurasia se expandió aún más. El martirizado pueblo de Ucrania y los pueblos de Europa, manipulados por una guerra de propaganda sin precedentes, están pagando un alto precio por esta estrategia. Como Volodymyr Zelensky sabe poco de relaciones internacionales, no conocía la frase de Lord Palmerston con los ojos puestos en EEUU: “Las naciones no tienen amigos ni aliados permanentes; sólo tienen intereses permanentes”. Si no puede ser sustituido, Zelensky podría tener un accidente fatal en un futuro próximo.

El otro eslabón débil de China es Taiwán, y es aquí donde la guerra de hegemonía podría librarse con mayor violencia. Será una nueva Ucrania, pero en la que Estados Unidos aprenderá de los errores cometidos en Europa.

Como los amos de la historia desprecian la impertinencia de esta, no previeron la resistencia anticolonial del pueblo palestino, en este caso protagonizado por Hamás. La guerra de Israel contra Palestina es cualitativamente diferente de la guerra de Rusia contra Ucrania por tres razones principales. Por un lado, la primera es una guerra colonial de exterminio, la segunda es una guerra de contención. Por otro lado, EEUU no es un aliado de Israel. EEUU es Israel, porque el lobby pro-israelí controla tanto la política interior como la exterior de EEUU. Por último, la guerra de Israel, lejos de ser una perversión del mundo occidental, es su espejo más cruel y fiable: una civilización que desde el siglo XVI ha creado y celebrado la humanidad mientras deshumanizaba a la mayor parte de ella.

Al otro lado están los perdedores históricos del expansionismo europeo, el mundo islámico. La posibilidad de una escalada global de la guerra es cualitativamente mucho mayor en este caso. De ahí la inmediata desinversión en Ucrania. También en Oriente Medio, los neoconservadores tratarán de encontrar el eslabón débil de las alianzas chinas. Este eslabón es sin duda Irán. Probablemente será el próximo objetivo.

La resistencia contra la Tercera Guerra Mundial

La Historia es siempre contingente, por mucho que algunos factores parezcan determinarla. La tercera guerra no es inevitable. Las fuerzas de la resistencia y de la paz no están en Europa, el continente más violento del mundo. Es cierto que en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial surgió en Europa un poderoso movimiento pacifista, cuya mayor (y última) manifestación fueron las protestas contra la guerra de Irak en 2003. Este movimiento fue especialmente fuerte en Alemania, que, sin embargo, desde la guerra de Ucrania ha vuelto a sus peligrosos impulsos belicistas. La resistencia está en el Sur global.

En este texto, por Norte Global se entiende la Europa de los antiguos proyectos imperiales (sin Rusia), así como Japón y las antiguas colonias donde dominaban el racismo y el nacionalismo blanco (EE.UU., Canadá, Nueva Zelanda y Australia); el Sur Global, por su parte, son todas las demás antiguas colonias europeas y los países que, aunque no eran colonias europeas, estaban dominados por Europa (como China tras las Guerras del Opio).

Es posible que esta denominación sea transitoria y no dure mucho, ya que es subsidiaria de la fase más reciente de la globalización colonial- capitalista que, como sabemos, ha ido perdiendo terreno. El otro problema de esta denominación y de la dicotomía que conlleva es que homogeneiza las diferentes realidades sociohistóricas incluidas en cada uno de los polos de la dicotomía. Un análisis histórico no eurocéntrico mostrará la gran heterogeneidad tanto del Norte global como del Sur global. Basta con tener en cuenta que el Norte global incluye las potencias coloniales europeas y algunas de sus antiguas colonias. Por otra parte, dentro de Europa siempre ha habido asimetrías propias del colonialismo interno, de la Europa del Norte en relación con la Europa del Sur, de la Europa Central en relación con la Europa del Este, de las ciudades italianas y sus plantaciones en Chipre con mano de obra esclava eslava (eslavos que Hitler, siglos más tarde, llamaría Untermenschen, subhumanos), por no hablar de los Balcanes, cuya pertenencia a Europa se ha cuestionado repetidamente.

La misma (o mayor) diversidad puede observarse en lo que hoy es el Sur global. Las temporalidades, las lógicas de intervención e interacción y las economías políticas del extractivismo colonial en el Atlántico Norte, el Atlántico Sur, el Océano Índico y el Mar de China eran muy diferentes, por no mencionar el hecho de que incluían países que no estaban sometidos al colonialismo europeo. Hoy no tenemos la “inocencia” inaugural de principios del siglo XX en Europa, cuando todos los avances de la sociedad industrial y las comunicaciones se consideraban factores de homogeneidad.

Por supuesto, la homogeneización y la convergencia se han producido y siguen produciéndose, pero, contradictoriamente, también han surgido diferencias, desencuentros, reinvenciones de pasados distintos y vocaciones éticas y políticas divergentes. Por tanto, las dicotomías deben utilizarse con la máxima cautela y su utilidad es siempre provisional y limitada.

Con todas estas salvedades, el Sur global cuenta hoy con un actor privilegiado, China, y con una densa red de cooperaciones regionales y temáticas, entre ellas los BRICS+. (El acrónimo designa a los países que originalmente fundaron la organización (Brasil, Rusia, Indica, China y África del Sur) más los países candidatos a entrar en la organización.) ¿Es China comunista? ¿Es China imperialista? ¿En qué dirección llevará China al Sur global como actor privilegiado? Todas estas cuestiones son objeto de debate. China está gobernada por un Partido Comunista muy centralizado con unos noventa millones de militantes; en términos económicos, es hoy una economía mixta: una base capitalista –la gran mayoría de las empresas (61,2%) y del empleo (82,1%) (Números de 2018. Ver Li, Z., & Kotz, D. M. (2021). Is China Imperialist? Economy, State, and Insertion in the Global System. Review of Radical Political Economics, 53(4), 600-610. https://doi.org/10.1177/04866134211018868) pertenecen al sector privado y se rigen por las reglas del mercado– con una parte excepcionalmente grande de empresas estatales y un papel excepcionalmente grande y activo del Estado en la dirección de la economía y en el control financiero. Esta estructura, combinada con las relaciones exteriores de China (contratos de beneficio mutuo), parece indicar un patrón de comportamiento que no coincide con el patrón imperialista (dominación y extracción mediante contratos desiguales, tutela militar o violencia). Independientemente de esta valoración, lo que hay que subrayar es que China opera en conjunción con muchos otros países con un desarrollo intermedio y una fuerte conciencia de su soberanía. La organización BRICS+ es hoy la forma organizativa más densa y operativa del Sur global.

Como no se trata de una nueva edición del Movimiento de Países No Alineados, que buscaba modelos de desarrollo que no fueran ni capitalistas occidentales ni socialistas soviéticos, debemos preguntarnos cuál es el principio rector del Sur Global y hasta qué punto puede ser un hecho de paz y de prevención de la tercera guerra mundial.

En mi opinión, el Sur Global aspira a una alternativa quizá más radical que la alternativa entre capitalismo y socialismo. Se trata de la posibilidad de un capitalismo sin colonialismo. La idea de León Trotsky de que el desarrollo global del capitalismo es desigual y combinado se basa precisamente en las variaciones de la combinación de capitalismo y colonialismo en las distintas regiones del mundo. He argumentado que desde el siglo XVI, la dominación moderna ha consistido en una tríada: capitalismo, colonialismo y patriarcado. También he argumentado que las tres formas de dominación actúan en permanente articulación y que ninguna de ellas es sostenible sin las otras. En otras palabras, no puedo imaginar una sociedad capitalista que no sea colonialista y patriarcal. El colonialismo histórico (ocupación territorial por un país extranjero) aún no ha terminado, como nos muestra el horror cotidiano del genocidio del pueblo de Gaza, y no debemos olvidar el colonialismo al que está sometido el pueblo saharaui. Pero hoy en día el colonialismo continúa bajo muchas otras formas, como el racismo, el saqueo de los recursos naturales, la tala de bosques y el envenenamiento de los ríos, el acaparamiento de tierras, el desplazamiento forzoso de poblaciones, el creciente número de refugiados
medioambientales, el encarcelamiento masivo de personas negras en algunos países, los contratos desiguales, las fronteras con alambradas y fortalezas de hormigón, etc.

La razón de la permanencia del colonialismo y del patriarcado es que el capitalismo no puede sostenerse sin una fracción mayor o menor de mano de obra sobreexplotada o no remunerada, o simplemente desechable.

El colonialismo y el patriarcado, al generar poblaciones racializadas o sexualizadas, son las dominaciones que hacen posible esta sobreexplotación y robo de mano de obra. Y es en el Sur global donde prevalecen con mayor intensidad.

El Sur global es hoy una vasta y compleja red de prácticas e ideologías que exigen el fin de la dualidad entre el capitalismo aparentemente civilizado de las metrópolis del Norte y el capitalismo bárbaro de las colonias y neocolonias. En otras palabras, un capitalismo sin colonialismo a escala mundial. Sospecho que si triunfan, lo que surgirá de su victoria no será el capitalismo tal y como lo conocemos, sino algo diferente que, por ahora, podemos llamar postcapitalismo. La versión bélica del imperialismo neoconservador estadounidense representa un esfuerzo desesperado por impedir ese éxito. Sin embargo, el poder económico que ahora ostenta el Sur global (la gran diferencia con el Movimiento de Países No Alineados) podría obligar a EEUU y a sus aliados del Norte global a negociar. Los BRICS+ representan ahora más del 30% del PIB mundial. La negociación es la única forma de evitar la Tercera Guerra Mundial. Ahí reside nuestra esperanza.

¿Salvará la negociación al mundo?

A principios de 2024, el mundo se enfrenta a cuatro problemas fundamentales: la guerra global, la desigualdad social, el colapso ecológico, el futuro de la ONU y la falta de alternativas creíbles. Veamos cómo los BRICS+ pueden contribuir a resolver estos problemas.

La paz. A lo largo de este texto he intentado demostrar que la única posibilidad de detener la inminente tercera guerra mundial reside en la capacidad de los BRICS+ para obligar al imperialismo estadounidense a negociar. Por supuesto, además de los BRICS+, existen otras organizaciones, como la Organización de Cooperación de Shanghai (Shanghai Cooperation Organisation), que pueden contribuir al mismo objetivo. Sin embargo, creo que los BRICS+ son la organización con mayor diversidad política y cultural y, por tanto, la mejor situada para movilizar a sus poblaciones contra la guerra. La dificultad estriba en que el continente donde estas condiciones se dan con mayor claridad, América Latina, es el continente más dependiente de EEUU y, por tanto, donde la fuerza desestabilizadora de las organizaciones públicas y privadas al servicio del imperialismo se ejercerá con mayor eficacia sobre los gobiernos medianamente transformadores.

Basta recordar lo que está ocurriendo en Argentina (por culpa propia y ajena) o la negativa del Presidente Gabriel Boric a cumplir con las demandas populares tan ejemplarmente expresadas en el movimiento que llevó a la primera Asamblea Constituyente de Chile (2020-2022). Brasil está bajo constante observación imperial y el presidente Lula da Silva se enfrenta a un Congreso hostil formado, en palabras de Roberto Amaral, por hombres blancos en su mayoría ricos, cuando el 55% de la población se declara morena o negra, cuando el 51% de la población está formada por mujeres que ocupan sólo el 8% de los escaños en la Cámara de Diputados y cuando el 37% de la población pasa hambre. Puede que el petróleo de los países de Oriente Medio que pretenden unirse a los BRICS+ sea más eficaz para presionar las negociaciones, lo que será bueno para la paz, pero malo para todos los demás problemas.

Desigualdad social. Los BRICS+ incluyen a los países con mayor desigualdad social (de nuevo Brasil, con una de las mayores concentraciones de renta del mundo). Sostengo en este texto que la combinación de capitalismo y colonialismo es en parte responsable de las condiciones nacionales e internacionales que impiden una distribución más equilibrada de la riqueza tanto a nivel nacional como internacional. Las organizaciones internacionales son el fiel espejo de este dúo capitalismo- colonialismo, ya sea la ONU –y sus diversas entidades, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, o la Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados–, el Banco Mundial, el FMI o la OMC.

En la medida en que los BRICS+ luchen con éxito por refundar estas organizaciones o sustituirlas por otras, es posible que se creen las condiciones para una distribución más equilibrada de la riqueza. Hasta dónde pueda llegar este equilibrio depende de cuál sea esta nueva formación postcapitalista. Como hasta ahora no ha habido capitalismo sin colonialismo, nadie puede garantizar que esto sea posible. Ni al revés.

Colapso ecológico. Este es sin duda el gran problema y desafío de nuestro tiempo, y también el único problema político verdaderamente nuevo. Podría incluso afirmarse que el terror que suscita la posibilidad de una guerra nuclear no tiene nada que ver con el que podría provocar un calentamiento global de 2°C por encima de los niveles preindustriales. La frustrante experiencia internacional de los últimos veinte años a la hora de evitar que esto ocurra augura lo peor. He abogado por un replanteamiento radical de los conceptos de progreso, desarrollo, naturaleza y derechos humanos para hacer frente a este desafío. Al igual que el gran ecologista Giuseppe di Marzo, sostengo que la liberación del ser humano no es posible sin la liberación de la madre tierra, a la que la cultura occidental llama erróneamente naturaleza (Ver Ecologia Integrale. Roma, Castelvecchi, 2021). Y como sólo se puede pensar en lo nuevo a partir de lo viejo, vengo proponiendo la idea de los derechos de la naturaleza como parte integrante de una futura declaración (verdaderamente) universal de los derechos humanos, puesto que la distinción entre vida humana y vida no humana ya no tiene ningún sentido a efectos de preservar la vida en el planeta Tierra. (Ver Law and the Epistemologies of the South. Cambridge University Press 2023, 622-676.)

Lo hago en la retaguardia de la antigua filosofía de los pueblos indígenas y campesinos y de los movimientos ecologistas orientados en torno a la idea de una ecología integral. No hay justicia social sin justicia natural. Nuestro cuerpo es la miniatura más fiel de la Madre Tierra. Por eso no podemos pretender una vida sana en un planeta enfermo, como nos ha recordado recientemente el Papa Francisco.

En vista de ello, y a juzgar por las posiciones de algunos países BRICS+ en las conferencias medioambientales de la ONU, sospecho que los BRICS+ serán más parte del problema que de la solución. El único líder político de relevancia internacional que es profundamente consciente de los retos a los que nos enfrentamos en este ámbito es el presidente de Colombia, Gustavo Petro, un país que no pertenece a los BRICS+.

El futuro de la ONU. Al igual que su predecesora, la Sociedad de Naciones, fundada en 1920, la ONU nació al final de una guerra mundial con el objetivo de evitar que se produjera otra. Al igual que la Sociedad de Naciones, la ONU se creó para consolidar la victoria aliada. Sin embargo, mientras que en la época de la Sociedad de Naciones el aislacionismo aún dominaba el Congreso estadounidense, lo que hizo que EEUU no se adhiriera a la organización, en el caso de la ONU los EEUU fueron su promotor fundamental, el principal financiador, e incluso ofreció Nueva York como sede. Las huellas de la guerra estaban claramente presentes en la estructura institucional de ambas organizaciones (al igual que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, en el caso de la Sociedad de Naciones los miembros del Consejo Ejecutivo eran Inglaterra, Francia, Italia y Japón). La Sociedad de Naciones tuvo que ocuparse de la protección de las minorías ante los innumerables desplazamientos de población que se produjeron al término de la Primera Guerra Mundial, tanto en Europa Oriental como en los Balcanes. El fracaso de la Liga se acentuó a medida que se ponía de manifiesto su incapacidad para prevenir o resolver conflictos entre Estados, en particular la invasión de Manchuria por Japón en 1933 y la de Etiopía por Italia en 1935. Debilitada desde el principio por la ausencia de Estados Unidos, la Sociedad de Naciones se fue disminuyendo gradualmente con la marcha de Alemania en 1933 y de Japón e Italia en los años siguientes. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones se convirtió en una formalidad intrascendente.

En el caso de la ONU, su debilitamiento se remonta a mucho tiempo atrás y por razones similares a las que llevaron al fracaso de la Sociedad de Naciones, aunque los actores y los problemas sean ahora diferentes.

¿Sobrevivirá la ONU al primer genocidio de un pueblo (el palestino) retransmitido en directo por televisión a todo el mundo? Las huellas de la Segunda Guerra Mundial están muy presentes en la actual estructura institucional de la ONU y su inadecuación a las realidades actuales es cada vez más evidente. En el caso de la Liga, los países más fuertes respondieron a las frustraciones marchándose. En el caso de la ONU, los BRICS+ son un hecho nuevo y potencialmente influyente por las razones que he mencionado anteriormente.

Si se convierten en un actor colectivo coherente, los BRICS+ tienen poder e influencia suficientes para seguir una de estas dos estrategias: o bien crear instituciones multilaterales que vacíen de contenido la intervención de la ONU y fuercen la opción del multipolarismo, o bien promover una reforma muy profunda de la ONU que implique a toda la organización en su conjunto (Tratado Fundacional, Declaración Universal de los Derechos Humanos, etc.), a sus agencias regionales y temáticas, a su sede y a su financiación. Estados Unidos boicoteará por todos los medios cualquiera de estas soluciones. Que tengan éxito o no depende de muchos factores, sobre todo de la resolución de la guerra civil interna que actualmente domina de forma latente la vida política estadounidense.

Alternativas creíbles

Durante los últimos cien años, las luchas contra la desigualdad, la injusticia y la discriminación han sido de dos tipos principales: las luchas entre la izquierda y la derecha y las luchas por la liberación/autodeterminación de las colonias europeas. No siempre se distinguieron claramente, ya que a veces las luchas por la autodeterminación anticolonial también se etiquetaron como luchas entre izquierda y derecha, como en el caso de Argelia, por ejemplo.

En el caso de las democracias liberales, las luchas entre izquierda y derecha comenzaron siendo luchas entre proyectos de sociedad y de economía política (capitalismo frente a socialismo o comunismo); pero después de la Segunda Guerra Mundial se convirtieron en luchas entre diferentes concepciones del capitalismo (capitalismo liberal, capitalismo socialdemócrata según la teoría de la regulación y de la democracia (democracia liberal, democracia social, democracia representativa, democracia participativa, democracia popular). En los últimos diez años, con el resurgimiento político de la extrema derecha y el fascismo, la dicotomía entre izquierda y derecha ha pasado a designar la lucha entre democracia y dictadura o democracia “mutilada”. Las luchas anticoloniales comenzaron con la independencia política de las colonias y luego pasaron a incluir luchas antirracistas y antipatriarcales. Hoy en día, especialmente tras el surgimiento de los BRICS+, parecen tener como objetivo una segunda independencia, la independencia económica o el capitalismo sin colonialismo, como he mencionado anteriormente.

En este momento vivimos un estado de bifurcación en la vida de las luchas sociales por una sociedad más justa y ninguno de los tipos de lucha que identifiqué anteriormente proporciona una orientación política adecuada. La bifurcación es entre mantener la distinción entre humanidad y naturaleza o una nueva epistemología y una nueva política que parta de la simbiosis entre humanidad y naturaleza. En el primer caso, ni las luchas entre izquierda y derecha, ni las luchas anticoloniales o antipatriarcales ofrecen alternativas creíbles. La razón fundamental es que dirigen luchas fragmentadas contra la dominación moderna, luchas a veces economicistas contra el capitalismo, a veces culturalistas e identitarias contra el racismo y el sexismo. El neoliberalismo, en sus múltiples dimensiones político- económicas, sociopsicológicas, culturales y religiosas, es una fábrica incesante de no-alternativas y de falsas alternativas. En el segundo caso, la simbiosis de la vida humana y no humana (el fin de la dicotomía entre humanidad y naturaleza) requiere una refundación tanto de las categorías de izquierda y derecha, como de las categorías de autodeterminación y liberación.

Conclusión

La respuesta a la pregunta de si negociar con el imperialismo estadounidense salvará al mundo es que no. En el mejor de los casos, podría aplazar su destrucción. Sin embargo, esa negociación es esencial para ganar tiempo, para permitir el surgimiento y la consolidación de fuerzas políticas orientadas en torno a la idea de una refundación epistémico-política que nos permita escuchar a la Madre Tierra y curar sus heridas, que son, al fin y al cabo, nuestras heridas.

* Sociólogo. Profesor catedrático jubilado de la Facultad de Economía de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU.

Fuente Cuadernos de Bitacora

Por Jesús A. Núñez Villaverde

Se le reclama a la Unión Europea (UE) desde hace tiempo un mayor perfil geopolítico en el escenario internacional. Incluso Ursula von der Leyen insistió en hacer de ello la seña de identidad de la Comisión que comenzó a presidir a finales de 2019 y Josep Borrell viene demandando machaconamente que debemos dejar de ser el campo de juego para convervtirnos en jugadores, aprendiendo de paso el lenguaje del poder.

En el intento por convertir en hechos esas palabras es obvio que nadie va a esperar a que los Veintisiete terminen por superar sus divergencias en materia de política exterior, de seguridad y de defensa para dotarse de una voz audible en tantos asuntos que tocan a nuestros intereses compartidos. También lo es que las desavenencias internas, tan lastradas por trasnochadas visiones nacionalistas como por alineamientos más o menos firmes con Washington, restan capacidad funcional a lo que diga Bruselas, acrecentando el riesgo de acabar en una irrelevancia tan dañina para salvaguardar nuestros intereses como para defender un orden internacional basado en normas.

Pero aun sin caer en el error de pensar que el vaso está totalmente vacío, es imposible evitar la sensación de que se va llenando muy lentamente y de que, incluso, en ocasiones se retrocede. Dos son los ejemplos más recientes de ello; uno mirando hacia el interior de la propia casa comunitaria (con Ucrania como piedra de toque) y el otro hacia nuestra vecindad más inmediata (con Palestina en el punto de mira).

Lo que se extrae del reciente Consejo Europeo deja un innegable sabor agridulce porque si, por un lado, transmite la ambición de ampliar la familia para compartir un espacio de bienestar y seguridad envidiado en el resto del planeta; por otro, deja un poso de amargura ante las artes de ventajista exhibidas por uno de sus más incómodos miembros: la Hungría de Viktor Orbán. La sustancia de lo ocurrido en torno a la manera en la que la UE ha encarado el sueño político de Ucrania de formar parte del club comunitario –mientras aumenta su inquietud por el temor al olvido internacional ante un invasor que sigue en condiciones de imponerse– se resume de inmediato. Por un lado, Orbán ha dejado que salga adelante la invitación a Ucrania para iniciar las negociaciones de adhesión. Con ese gesto (que incluyó su salida de la sala de reuniones donde se debatía el asunto) mostraba una aparente flexibilidad, que en ningún caso podía ocultar que en realidad respondía al hecho de que un día antes había obtenido el desbloqueo de 10.200 millones de euros de los fondos de cohesión, retenidos desde hace tiempo ante la deriva antidemocrática de Budapest. De ese modo, sin ceder nada sustancial a cambio y abusando del derecho de veto que le ofrece la regla de la unanimidad, buscaba desmentir su imagen como demasiado sensible a lo que diga Moscú, permitiendo que se inicie un proceso que, como bien sabe Turquía, puede alargarse indefinidamente. Un proceso que le permite seguir chantajeando a Bruselas para lograr nuevos desembolsos o para evitar nuevas sanciones con ocasión de futuros momentos en los que su voto será nuevamente necesario.

De hecho, una señal bien clara de esa voluntad obstruccionista se concretó un día más tarde, cuando el mismo Orbán bloqueó la aprobación del paquete de hasta 50.000 millones de euros que la Unión quiere destinar para la reconstrucción de Ucrania y la preparación para que llegue a ser algún día miembro de pleno derecho. En resumen, sí al mero arranque de un proceso que se desconoce de momento hasta dónde puede llevar, y no a las ayudas contantes y sonantes a quien Orbán no quiere ver a su lado. Un comportamiento que puede sentar un precedente muy peligroso a considerar por otros miembros que se sientan tentados de emular al canciller húngaro y que, de paso, muestra crudamente la disfuncionalidad de una Unión que muy difícilmente va a poder absorber a nuevos miembros con las actuales reglas de juego.

Algo similar ocurre en relación con la imagen de la Unión cuando se trata de adoptar posturas comunes en asuntos tan peliagudos como lo que está ocurriendo en Palestina. Es difícil de explicar, más allá de los caducos esquemas nacionalistas, que ni siquiera en el nuevo intento de sacar adelante una resolución en la Asamblea General de las Naciones Unidas para establecer el alto el fuego en Gaza, aun sabiendo que su aprobación no tiene (desgraciadamente) ninguna fuerza vinculante, haya sido imposible lograr que los Veintisiete se colocaran en el lado correcto de la historia. De poco sirve argumentar que en esta ocasión sólo haya habido un país que ha votado en contra (Austria), cuando en octubre también lo hicieron la República Checa, Croacia y Hungría, y que también haya disminuido el número de los que se abstuvieron (sólo Alemania, Italia y los Países Bajos), mientras que en la primera oportunidad también lo hicieron Bulgaria, Chipre, Dinamarca, Eslovaquia, Estonia, Finlandia, Grecia, Letonia, Lituania, Polonia, Rumanía y Suecia.

Por estas sendas no sólo se debilita internamente una UE que tanto necesitamos, cuando se acercan unas elecciones que pueden traducirse en un mayor peso para los euroescépticos y los antieuropeístas, sino que aumenta su vulnerabilidad ante unos desafíos y unas amenazas para las que hoy no contamos con instrumentos y políticas mínimamente sólidas.

Fuente Real Instituto Elcano

Linf de la fuente:

https://www.realinstitutoelcano.org/blog/el-debil-musculo-geopolitico-de-la-union-europea/?utm_source=newsletter273&utm_medium=email&utm_campaign=dic2023&_cldee=9MZHeyprsLnQnaMbRF6sjN9EDUQ0UP_oRGbaDxoTsuVL4QRSw_ZkWvpGxdbyhOs4&recipientid=contact-e33d168fc89de911aa05000d3a2065c5-bc8249603e824c978cb6e14bc0184709&esid=90e4235e-e4a0-ee11-be37-6045bd8c5364

Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente las de Dossier Geopolitico.

Se rifa una recesión y la UE compró todos los boletos. Tanto en el caso de la zona euro, como en los de Alemania y Francia, los Índices de Gestores de Compras (PMI, por sus siglas en inglés) del mes de diciembre se han contraído respecto a las lecturas anteriores, denotando así un debilitamiento en servicios y la industria.

Javier Benitez de Sputnik entrevista al Director de Dossier Geopolitico Carlos Pereyra Mele

AUDIO DE LA ENTREVISTA DESDE MOSCU:

Al pan, pan, y al vino, vino: las cosas por su nombre

En los PMI, elaborados por S&P Global, los 50 puntos representan la barrera que separa la contracción de la actividad, de la expansión. Cualquier número por debajo de esos 50 puntos, indicaría que la actividad se está debilitando, mientras que, en caso contrario, cuando supera los 50, estaría creciendo.

Ni los servicios ni la industria están en expansión en ninguno de los casos, pero lo preocupante ha sido ese empeoramiento generalizado en todos los baremos, salvo en el caso de una industria alemana que ha mejorado levemente, pero que todavía permanece a una gran distancia del crecimiento.

Así, los datos han supuesto un escaso alivio a finales de 2023, apuntando a riesgos a la baja para el crecimiento del PIB en los próximos meses ante una debilidad evidente en los sectores manufacturero y de servicios a lo largo del continente, evidenciada con un PMI compuesto en la eurozona arrojando un sombrío 47,0 en diciembre, por debajo de los 47,6 registrados en noviembre. La caída de la producción se aceleró tanto en el sector manufacturero como en el de servicios, con una débil lectura de 44,1 en el primero y 48,1 en el segundo.

Al comentar esta situación, el Dr. Carlos Pereyra Mele comienza por hacer una serie de puntualizaciones. «Esto se describe con numerosos datos y números, que por ahí pueden llamar un poco a la confusión, porque tantos números generalmente es la fórmula que usa el sistema de análisis económico para ocultar una catástrofe. En los últimos años, especialmente del neoliberalismo, se han empezado a usar subterfugios, especialmente de términos: en vez de hablar de pobreza, te hablan de ‘índices bajos de subsistencia’. Claro, entonces ‘ya no es pobre’, tú ya no sabes de quién estás hablando, ni cómo vas a medir a ese tipo que en ese momento es tan pobre, pero no se sabe cómo está el tema de su subsistencia».

El también director de Dossier Geopolítico señala que «todo esto [los PMI, por ejemplo] va disfrazando realmente todo un panorama de crisis profunda. Y esta crisis profunda [en la UE], no es que sale de un repollo, ni que sale de hace un mes, o dos meses. En primer lugar, en la gran crisis europea, que fue de las finanzas entre los años 2008-2009, todos sabemos que [esa crisis] nunca se logró superar, y que lo que han hecho durante todos estos años eran paliativos».

«En la UE los tres principales aportantes, que aportan el 70% del PIB de toda la unión, son Francia, Alemania e Italia. Es decir, que el otro 30% hay que distribuirlo entre 24 países que integran el bloque. Y, por lo tanto, si entran en crisis Alemania y Francia, entonces la crisis es mayúscula. Porque no es lo mismo que la crisis sea Grecia, en España o en Portugal», indica Pereyra Mele al explicar los datos de los PMI en Francia y Alemania.

FUENTE SPUTNIK

https://sputniknews.lat/20231220/economia-europea-a-punto-de-ser-noqueada-por-la-recesion-1146743637.html