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Por Enrique Lacolla de su sitio Web PERSPECTIVA

Javier Milei y las fuerzas que lo manipulan amenazan la unidad nacional. Aunque el proceso apenas se inicia, tiene una potencialidad muy peligrosa y debe ser combatido sin cuartel.

El autoritarismo necesita de fuerza para hacerse valer. De lo contrario se reduce a un gesto ridículo: a un ordenancismo estentóreo pero vacío. Los tweets que prodiga el primer mandatario a altas horas de la noche para invectivar a la “casta” o a cualquiera de los que considera sus enemigos; su ejercicio del poder en base a decretos de “necesidad y urgencia” que son verdaderos mandobles contra el bolsillo de los más necesitados, y sus poses –que incluyen salir al balcón de la Rosada, como orondo amo de casa, al lado del secretario de estado norteamericano para mostrarle la plaza y saludar a una multitud imaginaria- generan estupor y asombro. También excitan una propensión a la burla que habita el carácter nacional y que tiende a quitarle importancia a todo, como si la vida y la historia constituyesen una gigantesca broma.

Y bien, este último rasgo es tan inquietante como la torsión vesánica que se percibe en la actuación o sobreactuación de Javier Milei. Porque el país se está yendo al demonio y buscarle el costado cómico a lo que está pasando sin reparar en lo grave de los daños que se le están infligiendo y en lo insuperable que pueden llegar a ser, implicaría empezar a perder una batalla que todavía no se ha librado y que debería comprometer a todos los “argentinos de bien”. Para recurrir a una figura que acuñó Milei, pero que en este caso no apunta a realzar a una clase o raza de gente que se supone excelsa y se eleva por encima de otras (así sea parándose en puntas de pie) sino a quienes sienten al país como un todo, se reconocen como argentinos sin distinción ideológica y no quieren que ese todo se vaya al abismo.

El odio cainita que hace de contrapeso (o es más bien su complemento necesario) al humor cínico que mencionábamos antes, es en buena medida responsable de que estemos como estamos. Las luchas entre unitarios y federales en el siglo XIX; o entre la aspiración a constituir una sociedad autónoma, y la voluntad de aferrarse a un modelo que perpetuase la configuración dependiente que dio a la oligarquía y a su clientela una vida privilegiada bajo el paraguas de la semicolonia británica, constituyeron el trazo grueso de la grieta que nos ha dividido; pero aun allí se conservaba cierto respeto en lo referido a las fronteras nacionales, que el bando federal había sabido conseguir. Porque, aunque parezca mentira, lo que estamos viendo en este momento es el esbozo de la reedición de una lucha que se supuso cerrada con la revolución 1880. Asistimos a las primeras pulsiones centrífugas que apuntan a una virtual partición del país. Y ello debido fundamentalmente a la degeneración, quizá definitiva, de la clase poseyente que se benefició con el crecimiento deforme de la nación.

¿De qué otra manera puede evaluarse la aparición de un documento suscrito por los gobernadores patagónicos y firmado en nombre de las Provincias Unidas del Sur? ¿Y por qué no lo juzgamos disparatado? Pues porque es una reacción del país interior ante el desmanejo que se promueve desde el poder central. Este impulsa un ajuste que implica un reordenamiento económico arrasador de todo lo que se ha construido hasta hoy y que remata la trabajosa recuperación que se venía verificando después que la gestión Macri-Caputo endeudase al país hasta las calendas griegas. Los encargados de operar este proceso son los mismos que habían gestionado la timba financiera para enjugar la cual se hubo de contraer la deuda.

No es solo la chifladura de Milei, con sus amenazas y cortes de subsidios y coparticipaciones, lo que promueve el actual desbarajuste. Es la insania que deviene de la perspectiva angurrienta y deliberadamente miope de los operadores de la City, de los lobbies bancarios y empresarios, de los oligopolios agroexportadores y de algunos medios de comunicación de masas, que juegan la partida que conviene al sistema-mundo.

Es decir, al conglomerado que intenta monopolizar la tecnología, las finanzas, el acceso a los recursos naturales del planeta, la fuerza militar, las armas de destrucción masiva y la desinformación: ya sea la que se vierte a través de las grandes agencias de noticias o la que circula torrencialmente por medio de la manipulación de las redes sociales.

Este conglomerado se sitúa en un plano impreciso, en una selva de siglas que etiquetan a organismos internacionales que no han sido votados por nadie y que jamás se someten al escrutinio público. Su objetivo es la disolución de los estados nacionales, de las defensas tras las cuales mal que bien los pueblos pueden sentirse contenidos y proveerse de recursos para la defensa de sus intereses. El nombre de anarco-capitalismo le cuadra bien siempre y cuando desenganchemos la palabra anarquía del carácter individualista que le diera la tradición de las luchas sociales y lo remplacemos por el del accionar absorbente de la concentración capitalista, signada por su naturaleza a aplastar a los más débiles en aras del beneficio del más fuerte.

 No quiero dramatizar en exceso y dar a entender que la Argentina se encuentra al borde de su disolución. No es así. Pero sí resulta evidente que si no se toma en serio el camino que se ha comenzado a recorrer, ese riesgo va a crecer. La crisis mundial se pronuncia y no nos va a ignorar. El mundo multipolar que está comenzando a tomar cuerpo constituye una amenaza mortal para el sistema y este, si sigue en pie, va a intentar aferrarse a lo que le queda. La Argentina ha venido de motu proprio a situarse en ese lugar. Milei imita a sus perros y menea su melena ante los poderosos para que no olviden que se encuentra a su disposición.

¿Tendrán los pueblos que se encuentran comprendidos en el sistema opresor los recursos necesarios para forzar un cambio de rumbo en la carrera hacia el báratro que las fuerzas que los orientan han asumido? ¿O se proseguirá por esta vía hasta desembocar en otra Edad de Hierro?

En la batalla mundial que se está fraguando, la Argentina tiene un papel que jugar. Dispone de enormes recursos y de una posición geoestratégica importante por su proyección a la Antártida y por encontrarse a caballo entre los océanos Atlántico y Pacífico. La guerra de Malvinas no fue el capricho de un presidente borracho: aprender algo de geopolítica no le vendría mal a nuestro progresismo ilustrado. Argentina cuenta con enormes reservas de agua dulce, con una inmensa riqueza ictícola y agropecuaria, y con reservas minerales entre las cuales el gas, el petróleo y el litio brindan un póquer de ases, que la ponen entre las gemas que al imperialismo le gustaría conservar. Pero para eso el imperialismo y los parásitos que se ponen a su servicio, tienen que deshacerse, no de los excedentes poblacionales, porque estos no existen aquí, sino de las posibilidades de que sus habitantes puedan mejorar sus aptitudes y adueñarse de su destino. Argentina ha poseído tradicionalmente un elevado nivel educativo, ahora en proceso de deterioro por el ataque sin tregua de sus detractores, que lo han bombardeado durante décadas. Terminar con esta capacidad es el objetivo maestro tanto del presidente Milei como de las fuerzas que lo rodean. Estas se encuentran a la expectativa de si bastará con sostener al clown para que cumpla con su cometido o si habrá que sustituirlo por alguien más presentable si se revela incapaz de dominar a sus demonios y naufraga en el caos que él mismo está generando.

Cómo evolucionarán las cosas en las próximas semanas y meses no cosa fácil de pronosticar. De una cosa podemos estar seguros, sin embargo, y es que no es posible quedarse sentados a ver como este anarco-capitalista pone en práctica su plan. Si es que puede llamarse plan a una salva de misiles de “necesidad y urgencia” con los que se propone gobernar. O, más bien, desgobernar.

Que la Argentina cuente como sujeto consciente de sí mismo o que deje sus riquezas y su proyección geoestratégica a merced del primer venido, es importante para los poderes que se aprestan a medir sus fuerzas a nivel mundial. La cuestión está en saber si también lo será para nosotros.

FUENTE: https://www.enriquelacolla.com/sitio/notas.php?id=788

Cuando el río suena, es porque trae agua. El gobierno de Javier Milei quiere firmar los «Protocolos Adicionales» del TNP, y el resultado será la muerte del Mercosur.

Pero vamos por partes. El TNP es el Tratado de No Proliferación de 1968. Establece que hay cinco países con armas atómicas que integran el Consejo de Seguridad Permanente de las Naciones Unidas. A esos cinco no se les puede hacer ninguna inspección de arsenales nucleares. 

Luego está el resto de los países signatarios, que reciben inspecciones nucleares sorpresivas. Son frecuentes y profundas cuando tienen programas atómicos pacíficos, y mucho más aún si tienen cierta independencia tecnológica, vale decir si no compran y en cambio diseñan reactores y/o centrales de potencia, si enriquecen uranio o si fabrican agua pesada. Los inspectores tienen autoridad «Full Scope», es decir pueden acceder a todos los laboratorios e instalaciones. Brasil y Argentina hacen todo eso.

El encargado de las Naciones Unidas que ejercer el poder de vigilancia del TNP es el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), dirigido hoy por un argentino, el embajador Rafael Grossi.

Desde 1968 a 1995, ningún gobierno argentino, fuera militar o civil y sin importar de qué partido, quiso firmar el TNP. Brasil tampoco, y por lo mismo. Es totalmente asimétrico, y una pérdida importante de soberanía científica, tecnológica e industrial. Como resumió alguna vez y con elegancia el embajador Julio César Carasales, radical, el TNP es el desarme de los desarmados.

Brasil tampoco quiso firmarlo. Sus gobiernos militares mantuvieron dos programas nucleares, uno civil y orientado a la energía y aplicaciones nucleares, y otro llamado «Paralelo», supuestamente secreto pero a voces, y que se orientaba a desarrollar bombas nucleares. 

Como cada fuerza armada tenía su propio programa paralelo, Brasil tenía cuatro programas nucleares a falta de uno, el Oficial y el Paralelo, como nuestro dólar. Pero como los paralelos no eran cooperativos entre sí sino más bien cerrados y competitivos, no parecen haber logrado nada fuera de despilfarrar recursos económicos y científicos.

Entre 1968 y 1984, la relación entre Brasil y Argentina estuvo muy envenenada por la desconfianza sobre el uso del Paraná. Los brasileños, dueños absolutos de la alta cuenca de ese río gigante, terminaron construyendo sobre el mismo más de 40 represas, la mayor de las cuales es Itaipú. 

Los militares argentinos suponían que en caso de conflicto el Paraná podía ser usado como arma: dejar el río en seco, aguas abajo de Itapú, o liberar decenas de embalses en forma simultánea, y anegar todas las ciudades costeras argentinas en la onda de crecida. Militarmente hablando, no es una hipótesis descabellada. Lo descabellado sería entrar en guerra otra vez con Brasil. En el siglo XIX tuvimos tres, y no se puede decir que hayamos ganado ninguna.

Pero en el Cono Sur los secretos son difíciles de mantener, incluso si son secretos a gritos, como el de Brasil. Durante ese período, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), dirigida en general por contraalmirantes o almirantes, discutió más de una vez si valía la pena desarrollar un programa nuclear armamentista y secreto. Optó por no hacerlo porque aquí no hay secreto que dure mucho, pero sobre todo para no desatar una carrera armamentista regional desaforada con Brasil y con Chile. 

La CNEA se concedió únicamente el «caveat» de que si se verificaba que los brasileños estaban cerca de la bomba, no habría más remedio que ponerse a la par. En realidad, con un programa nuclear basado en la investigación y el desarrollo propios, la CNEA tenía los recursos humanos como para alcanzar y pasar a Brasil caminando. Era nuestra única fortaleza, pero una decisiva. Educación pública desde la primaria a la universidad, y por ende un país lleno de ingenieros.

Y es que los brasileños habían encarado el átomo, tanto en sus aspectos pacíficos como en los otros, por el lado de la transferencia de tecnología. Así encararon su desarrollo metalmecánico e industrial, y con éxito. Pero en un asunto tan estratégico como el nuclear, los miles de pequeños secretos de la tecnología no te los vende nadie, y si lo hacen, te dan gato por liebre, como le pasó a Brasil cuando la República Federal Alemana les vendió, y bien caro, un sistema de toberas para enriquecer uranio que sencillamente no funcionaba. Esa miríada de secretitos, especiamente en ciencia de materiales, los aprendés vos en tus propios laboratorios. Eso nos daba una ventaja impresionante en los sesenta y setenta, y no tanto en equipamiento o en fondos, sino en recursos humanos.

La CNEA no podía decidir sobre estas cuestiones, pero sí aconsejar a los presidentes de la Nación, que en general eran militares, o gobiernos civiles atados con piolines. Pero el prestigio de la CNEA era enorme, los presidentes escuchaban y el resultado fue que nunca hubo ni un intento de bomba atómica argentina. ¿Y por qué? Porque la podíamos hacer de la noche a la mañana, PERO NO NOS CONVENÍA. Las carreras armamentistas nucleares son caras: le costaron la existencia a la URSS, y devoran desde hace medio siglo las economías de la India y Pakistán.

El mejor mensaje para darle al mundo era el argentino: «Usamos el átomo para mejorar la calidad de vida y la de la industria en nuestro país. No tenemos la bomba porque no queremos, no porque no podamos. NO NOS JODAN».

Esta leve ventaja nuestra los militares brasileños también lo sabían y no les hacía maldita la gracia. Pero en medio de tanta rivalidad, supieron negociar con nuestros propios militares un acuerdo tácito, jamás escrito, de no firmar el TNP, y de excusarse angelicalmente ante los EEUU de no hacerlo dado que sospechaban del país vecino. El mismo libreto. 

Eso dio buenos resultados hasta que volvió la democracia a ambos países y de modo muy contundente, aunque por distintas causas. El último marino en dirigir la CNEA, el contraalmirante y reactorista nuclear Carlos Castro Madero, se encargó de comunicar al mundo que la Argentina había desarrollado una minúscula planta de enriquecimiento de uranio en la quebrada de Pilcaniyeu, perdida en medio de la estepa rionegrina, a 60 kilómetros de Bariloche pero casi inaccesible por los malos caminos.

Esto se reveló a fines de 1983 y tras nuestra derrota en Malvinas. A la OTAN le agarró terror. Al cuete, porque la planta de PIlcaniyeu era deliberadamente chica y atrasada, y no había modo en que pudiera enriquecer suficiente uranio a un valor suficientemente alto como para hacer la bomba. Una fotografía satelital bastaba para confirmarlo.

Doblemente al cuete, porque «Pilca» se construyó reactivamente, debido a la prepotencia irracional y territorial de los EEUU. En 1981, cuando la CNEA le vendió a Perú dos reactores nucleares, uno de investigación y otro de producción de radioisótopos, decidió que éramos un país proliferador y nos declararon embargo de uranio enriquecido. Es decir, rompieron contratos de abastecimiento que garantizaban nuestros reactores de investigación y radioisótopos médicos durante décadas.

Pilca todavía hoy tiene el tamaño y las capacidades justas como para decirle a la mafia mundial del enriquecimiento de uranio que nos vendan libremente, no sea cosa de que tengamos que hacer una planta mejor. Los recursos humanos los seguimos teniendo. La plata, no. Pero ya se sabe, la plata viene y va.

Hábil en diplomacia, antes de dar la noticia al mundo Castro Madero fue autorizado por Presidencia para pedir una conversación telefónica con el entonces presidente de Brasil, el general Joao Figueiredo, para anunciarle la existencia de Pilca, y de sus limitaciones. Figueiredo era de Inteligencia. Se rió y felicitó a Castro Madero. Y así quedaron las cosas. 

Y luego, con alguna diferencia cronológica y por causas sumamente distintas, ambos países volvieron a ser democracias representativas y bastante apegadas a sus constituciones nacionales. Ya no alcanzaba con un guiño entre milicos para no firmar el TNP, y la presión de los EEUU era enorme.

Fue entonces que el embajador Adolfo Saracho, creador de la Dirección de Asuntos Nucleares y Desarme, pergeñó una estrategia dramática: invitar al presidente Jose Sarney a visitar Pilca, con todo el acompañamiento científico y militar que quisiera, y acceso pleno. Al canciller Dante Caputo la idea le encantó y también a Alfonsín: la idea era buena, garantizaba la paz, y además era un relanzamiento de imagen de su gobierno, ya bastante desgastado.

Lo que siguió fue el ABACC, que en la práctica empezó a funcionar mucho antes de que se pulieran los detalles en los papeles. En 1991, cuando finalmente se firmaron, hacía años que mandábamos y venían inspectores científicamente capacitados y tecnológicamente equipados. 

Imposible no decir que sin Saracho y sin ABACC jamás hubiera ocurrido algo tan insólito como el Mercosur, la primera alianza aduanera y económica de Sudamérica que, más allá de sus logros, no es un circo diplomático armado por el State Department.

Y así siguieron las cosas, cada cual en su casa y Dios en la de todos, como decía Sancho Panza, hasta que sobrevino Carlos Menem. Entre las muchas cosas que rompió,  firmó el TNP sin avisarle siquiera a Brasil. La relación nuclear con los primos, construida por Alfonsín y Sarney desde 1987, se nos fue al bombo durante muchos años. Nunca nos van a perdonar. 

El ABACC se creó justamente para no tener que firmar el TNP. Brasil inspecciona a la Argentina y la Argentina a Brasil, y nada más. El Consejo de Seguridad Permanente de las Naciones Unidas, formada únicamente por EEUU, Rusia, China, Francia e Inglaterra, está pintado en la pared. No nos inspecciona. Da por buenos los informes del ABACC, y chau.

Ése fue el formato original del ABBAC creado por las cancillerías de Alfonsín y Sarney, y éste es el documento que se firmó en 1991. Brasil garantiza que Argentina no prolifera, y viceversa. Terceros, afuera. Especialmente los grandes proliferadores exentos de toda inspección, es decir los cinco países armamentistas del Consejo de Seguridad Permanente. 

La posición conjunta del ABACC fue que, por supuesto, no se firmaba el TNP por considerarlo un documento asimétrico, y de yapa, anacrónico. Hoy los países con armas nucleares son nueve, le guste o no al Consejo de Seguridad Permanente. Y las potencias económicas, diplomáticas y militares emergentes son otras: las del BRICS ampliado. De modo que el actual Consejo de Seguridad representa al mundo de los años ’50, pero no el de hoy. 

En ese cuadro de grandes cambios históricos en la correlación de poder, el ABACC era un «TNP for two». Y un modelo a seguir por otros países del entonces llamado Tercer Mundo.

Durante un tiempo los EEUU se tuvieron que contentar con esa situación y sonreir. Pero en 1989 se derrumbó la URSS y en 1995 los EEUU se habían vuelto la única superpotencia del planeta. En el cuadro de sometimiento unilateral de las «relaciones carnales», la Cancillería Argentina firmó el TNP, sin siquiera avisarle previamente a Itamaraty.

Mala idea.

Las inspecciones recíprocas del ABBAC sin embargo se mantuvieron, pero en un nuevo formato absurdo. Brasil y la Argentina se controlan entre sí, como siempre, pero arriba está el OIEA que controla a ambos, y controla… el control. Se lo llama «Acuerdo Cuatripartito» porque a los gobiernos de ambos países añade dos partes: el ABACC y el OIEA. Ese organismo de la ONU está controlado por EEUU «ab initio» desde los ’50, pero en 1995 y con ese país puesto en el rol de superpotencia única, no quieras ver.

El Cuatripartito es una fantochada diplomática armada y/o tolerada piadosamente por Brasil. Finge que todo sigue como antes de que Menem firmara el TNP unilateralmente, y obligara así a firmar a Brasil. Brasil tuvo que hacerlo para no quedarse atajando solo en Sudamérica la presión de los EEUU. ¿Quién los paraba a los autodenominados americanos en aquellos años?

Pero si hay un medidor objetivo del enojo brasileño es que desde 1995 no tuvo lugar ningún programa tecnológico conjunto en el área nuclear. Nos vendieron el enriquecido para el CAREM, les vendimos la ingeniería del reactor RBM, punto. Nada más. En enriquecimiento de uranio, los primos avanzaron solos y lo hicieron técnicamente muy bien, con ultracentrifugadoras, un sistema mucho más moderno que el de Pilca, la difusión gaseosa. Eran tiempos de Lula y de CFK, buena onda entre gobiernos. Pudimos haber avanzado juntos en enriquecimiento por láser, algo aún más futurista, pero nada.

En el diseño del motor de su primer submarino nuclear, pasó lo mismo. Y ésa es un área en que tenemos la ventaja de ser diseñadores de reactores desde 1958, y de haber construido el 40% de nuestra primera central nucleoeléctrica, el 55% de la segunda, y el 90% de la tercera. Un motor naval nuclear es una centralita de entre 20 y 300 MW, construida en muy poco espacio. De centrales sabemos. Pero los primos brasucas no nos dieron bola. Y qué decir del CAREM, la central nuclear compacta argentina: en sociedad con Brasil, ya la estaríamos usando y exportando. A espaldas únicamente de la flaca economía argentina, todavía estamos construyendo el prototipo.

En esta conducta hay un componente histórico importante. Brasil fue un imperio antes de volverse un país, y eso no se olvida. También hay un componente geográfico: ese país que antes fue imperio hoy abarca el 50% de la superficie de Sudamérica. Pero por último aunque en primer lugar, está también el hecho de que firmamos con ellos un ABACC para no tener que firmar el TNP, y los traicionamos.

Ahora el OIEA sugiere gentilmente que firmemos los Protocolos Adicionales al TNP, redactados en 1997. En lugar de inspeccionar los sitios nucleares de la Argentina, esto habilita al OIEA a inspeccionar presuntos robos de material físil en TODO el territorio argentino. Ninguna puerta les queda cerrada a los inspectores.

Lo de todo el territorio me preocupa mucho. Ya me resulta intragable que los EEUU, que hemos derrotado en toda licitación de reactores salvo una (Tailandia), pueda acceder a cada detalle del RA-10 (ya quisieran tener uno así), o a la central compacta CAREM, un SMR cuyo diseño copiaron de sobra. Y aún así no están construyendo ningún reactor parecido y nosotros sí. 

Pero «full scope» sobre todo el territorio argentino implica demasiadas cosas. ¿Las universidades y laboratorios no nucleares también? ¿Los lugares donde diseñamos y fabricamos satélites y cohetes también? ¿Las empresas de biotecnología también? Puerta que les cerremos es denuncia ante el OIEA de que estamos «proliferando». Y luego te apilan sanciones de comercio exterior como para aniquilarte. Eso no va a suceder inmediatamente, pero sí en cuanto la Argentina -obviamente no con este gobierno- intente volver al BRICS ampliado, o reconstruir con industria propia su equipamiento militar convencional.

Un buen régimen de inspecciones obligatorias será excelente para nuestras industrias avanzadas. Tan provechoso como la munición para el pato. Bueno, las industrias que quedan…

Pero blanco sobre negro, una segunda puñalada diplomática por la espalda a Brasil firma el acta de defunción del Mercosur. Es exactamente lo que se busca.

Los Protocolos Adicionales no se deben firmar.

Daniel E. Arias

ooooo

Preservando la relación nuclear con Brasil

Hay restos arqueológicos que dan cuenta de actividades de cooperación nuclear entre la Argentina y Brasil, que se remontan a 1960. Sin embargo, visiones rivales que enfrentaban a ambos países por entonces y controversias irresueltas sobre la disposición de los recursos hídricos, impidieron hasta entrados los años ‘80 la firma de algún instrumento amplio sobre los usos pacíficos de la energía nuclear.

En la materia había cuestiones en las que lo natural era que trabajaran (parcial o totalmente) en conjunto: la producción de radioisótopos por ciclotrón, el desarrollo de patrones isotópicos, la protección radiológica, la seguridad nuclear, el reciclado de elementos combustibles, los proyectos energéticos.

Así las cosas, se fueron poniendo en práctica diversos mecanismos bilaterales de cooperación, dirigidos tanto a promover el desarrollo como a fortalecer la confianza mutua y transmitir a la comunidad internacional que ninguno de los dos países intentaba desarrollar o producir armas nucleares. Esto, a su turno, reforzaba la capacidad individual y conjunta en materia nuclear: siempre es bueno recordar que el régimen de no proliferación es asimétrico y que, por lo tanto, las naciones del Sur deben asegurarse un poder negociador básico.

El primero en magnitud fue el acuerdo celebrado en Guadalajara, México, en vigor desde el 12 de diciembre de 1991, luego de su ratificación por los Congresos brasileño y argentino. Cabe destacar que tal ratificación resultó en la promulgación con fuerza de ley de lo establecido en el Acuerdo, ley que es de cumplimento obligatorio y común en Brasil y en la Argentina.

El Acuerdo Bilateral establece un mecanismo de salvaguardias totales y crea el Sistema Común de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (SCCC) y la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), cuya función es administrar y aplicar el SCCC. Una salvaguardia, en el derecho internacional, es una medida que adopta uno o más países para proteger a su sector productivo nacional frente a un aumento de las importaciones de determinados productos que le causan o amenazan causar un daño grave.

Tanto Brasil como la Argentina tienen acuerdos de salvaguardias vigentes con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) desde los años sesenta y setenta, derivados de acuerdos de cooperación que Brasil había firmado con Estados Unidos y Alemania, y la Argentina con Estados Unidos, Alemania, Canadá y Suiza. Estos Acuerdos, tipo INFCIRC 66, contemplan los casos de cooperación y no abarcan los materiales nucleares involucrados en los programas autónomos de cada país, que actualmente, como consecuencia de las salvaguardias totales establecidas por el Acuerdo Bilateral, están sometidos al SCCC y son verificados y controlados por la ABACC. Por otra parte, y sobre la base del Acuerdo Bilateral, el 13 de diciembre de 1991 se firmó un Acuerdo Cuatripartito de salvaguardias entre la Argentina, el Brasil, la ABACC y el OIEA que hoy bajo la dirección general de un argentino, el embajador Rafael Grossi.

En esencia, los compromisos nucleares entre Buenos Aires y Brasilia han robustecido la democracia en ambos países, han contribuido a que América Latina se consolide como una zona de paz, han facilitado transformar una vieja cultura de la rivalidad, y han significado la concreción de una suerte de “ancla” que compele a los dos a evitar planes nucleares con fines militares. Este gran logro para nosotros, para la relación argentino-brasileña, para Latinoamérica e incluso para el mundo -pues no somos foco de proliferación-, se ha sustentado en principios compartidos y beneficios mutuos. La confianza y trasparencia alcanzadas no son producto de la filantropía, sino de la convergencia de objetivos e intereses.

Por ello, lo que estos párrafos pretenden subrayar es que, hoy más que nunca, en un escenario global turbulento e incierto, debemos preservar lo pactado con Brasil. Por ello, si Argentina firmara un acuerdo de salvaguardias adicionales de manera unilateral (aunque favorable a los propósitos de terceros países) no sólo se malograría severamente la relación con el vecino, sino que se estaría erosionando uno de los mejores y más acertados artefactos institucionales bilaterales y multilaterales que tenemos y que funcionan con seriedad. Cuando algo de esta naturaleza no trasciende, y no forma parte de los programas de chimentos, es porque está rindiendo buenos frutos.

Uno de los méritos de la política exterior democrática argentina en estas cuatro décadas ha sido eludir la improvisación o la sobreactuación en un tema tan sensible. Tenemos cuadros técnicos altamente calificados que han sido una especie de “disco duro” que ha logrado una continuidad poco habitual en nuestra diplomacia, en otros temas. Tenemos un acuerdo político amplio mediante el cual en materia nuclear, especialmente, con Brasil la clave es no innovar: refrendar lo ya alcanzado para garantizar una mayor efectividad futura.

No han faltado pedidos y hasta presiones internacionales para que, por ejemplo, Argentina y Brasil adhiriesen al llamado Protocolo Adicional de 1997. Quizás en alguna ocasión y por razones de conveniencia circunstancial se ha pensado en una adhesión unilateral del país a dicho instrumento, afectando un acuerdo tácito con Brasil de que si hubiera adhesión lo haríamos los dos. El oportunismo se puede convertir en un boomerang para la Argentina. Proceder así no solo dañaría severamente la relación bilateral con nuestro vecino, sino que de hecho levaríamos el “ancla” para que Brasil no se sienta obligado por los compromisos contraídos. Tal cosa, a su turno, afectaría nuestros intereses nacionales. Tampoco eso le conviene a las grandes potencias nucleares. En realidad no hay motivo alguno para que nosotros, para que Brasil, para que la OIEA e incluso para que Estados Unidos horademos, por acción u omisión, las acuerdos nucleares existentes entre Buenos Aires y Brasil.

La Argentina requiere de socios, amigos, acompañantes en esta hora de graves dificultades y grandes desafíos. Tensar, y muy probablemente, deteriorar nuestro vínculo con Brasil sería un despropósito. Procurar buenas relaciones con Washington no requiere estropear los lazos con otras naciones, menos aún con las más próximas. El unilateralismo -sin atributos de poder reales- es un tipo de comportamiento que nos resultará, más temprano que tarde, ruinoso.

Rafael Bielsa y Juan Gabriel Tokatlian

FUENTE: https://agendarweb.com.ar/2024/02/29/el-peligro-de-los-protocolos-del-tratado-de-no-proliferacion-nuclear/

¡¡ LA CASTA OCCIDENTAL TIENE MIEDO !! alerta Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico en su columna del Club de La Pluma, tras el Congreso de Seguridad de Munich, cuyo brindis final se ahogó con la caída de la fortaleza ucraniana de Avdíivka, generando pánico y desazón en la el mundo atlantista.

Un sombrío panorama cuando todo apunta a que les llega la hora a los anglosajones de pagar los platos rotos por aquella fatídica apuesta en los años 90 por el neoliberalismo y la guerra eterna, mientras se le desmorona el poder logrado tras la 2ª Guerra Mundial, con la alianza occidental agrietada y con una élites aterrorizadas y desubicadas ante el poderoso mundo euroasiático en alza, habiendo perdido el tren de la economía productiva y manufacturera y con su costosa estructura militar muy cuestionada por los errores estratégicos y por las derrotas históricas que se le acumulan. Los puntos claves que atormentan a los atlantistas serían:

  • El pánico generalizado por la evidente derrota de la OTAN en Ucrania, que hasta confirman los medios norteamericanos, en medio de caóticas retiradas y tremendas bajas que no tienen reemplazo, mientras el canciller Borrell sigue con sus delirios de “jardinero bélico”.
  • Por el fin del relato victimista de Israel y por su aislamiento y condena internacional junto a EEUU, además del retroceso del 20% de su economía a causa de sus crímenes en Gaza.
  • Por el colapso ante la falta de armas en la OTAN, que nunca tuvo una producción a la altura de una guerra tradicional y de desgaste como la planteada por Putin.
  • Por el fracaso estratégico de los estados mayores occidentales cuando provocaron la guerra con Rusia, al masacrar desde el 2014 la población eslava del Donbás.
  • Por el terrible precio de los 14 paquetes de sanciones que Europa aplicó a Rusia y que fueron “un tiro en el pié” a su economía y a su estado del bienestar, tras el sueño húmedo de trocear Rusia e ir a por China.
  • Por el pánico en la UE, luego de abandonar por décadas su propia producción de armas y ante las amenazas de Trump sobre el incierto futuro de la OTAN.
  • Por el terrible daño que sufre la economía occidental ante los ataques directos de Yemen en el Mar Rojo, al que solo pueden responder con acciones a distancia.
  • Por la crisis interna y múltiple en el propio EEUU, con la candidatura de Biden en el aire y con la justicia tratando de proscribir a Trump.
  • Por el avance de los Brics. Por el liderazgo de Lula. Por el poder del renovado G20. Por la pérdida del dominio global del dólar. Por el auge de la Organización de Cooperación de Shanghai.
  • Por la creación en Moscú del Foro Internacional de las Naciones, que convoca a las naciones del sur global a luchar contra el moderno neocolonialismo occidental.

Además, en su audio, menciona a los “Neocons” de Trump, Bannon, Bolsonaro, Milei o Macri. A los cuales, la “Argentina Oficial” de hoy ha adherido con su actual desvarío ideológico y posicionamiento internacional

Eduardo Bonugli (Madrid, (25/02/24)

ANEXO ANALISIS DE CARLOS PEREYRA MELE Y LA REUNION DEL G20 EN RIO PARA RT

Lavrov se reúne con el presidente de Brasil
La reunión se celebra en Brasilia, adonde Lavrov viajó tras concluir la reunión de ministros de Asuntos Exteriores del G20 en Río de Janeiro.

VER EN SITIO DE RT: https://actualidad.rt.com/actualidad/500057-lavrov-reunirse-presidente-brasil

Mientras que la Conferencia de Seguridad de Múnich perdió su rumbo trazando fronteras hacia el este, el arbitraje de Brasil en la reunión de cancilleres del G20 llevó a fructíferos compromisos

Por Eduardo J. Vior
analista internacional
, miembro de Dossier Geopolitico

Este jueves por la tarde finalizó en la Marina da Glória, en Rio de Janeiro, la Conferencia de Ministros de Relaciones Exteriores del Grupo de los 20 Países más Desarrollados del Mundo (G20) con notables coincidencias de principio sobre la necesidad de la reforma de la gobernanza mundial y de que junto al Estado de Israel conviva un Estado Palestino independiente como condición indispensable para alcanzar la paz en Oriente Medio. Obviamente, no hubo acuerdo sobre el modo de alcanzar la paz en Ucrania. Especialmente llama la atención de los observadores cuán eficaz fue el arbitraje  de una gran potencia emergente como Brasil en el momento de buscar compromisos y acuerdos en cuestiones fundamentales entre los bloques que confrontan por el orden mundial. Sobre todo, salta a la vista la enorme diferencia entre la reunión ministerial en la metrópolis carioca y la Conferencia de Seguridad de Múnich realizada el fin de semana pasado, que se diluyó en el fútil trazado y retrazado de fronteras más y más inflexibles hacia Rusia y China. 

Na última reunião de chanceleres do G20, ministros pedem reformulação de  instituições internacionais
El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Mauro Vieira, habló enla apertura de la Conferencia de Cancilleres del G20 el miércoles 21 por la mañana

Los máximos diplomáticos de las naciones del G20 culminaron este 22 de febrero el segundo y último día de la reunión realizada en Brasil de cara a la cumbre de los gobernantes del grupo que se realizará el próximo noviembre. Este jueves han estado en el centro del encuentro las intervenciones sobre la guerra en Gaza. El alto representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, remarcó en la ocasión que la seguridad de Israel depende de la existencia de un Estado Palestino, algo que, aseguró, tiene consenso en el G20. En el cierre del encuentro los cancilleres también concordaron en la necesidad de reformar la gobernanza mundial incluyendo posibles cambios en las Naciones Unidas. 

El encuentro de cancilleres de dos días tuvo el miércoles su primera reunión de trabajo con el tema “tensiones geopolíticas actuales”. En sesión las 45 delegaciones participantes se manifestaron sobre los principales conflictos actuales, en particular sobre Palestina y Ucrania. Durante los dos días de trabajo varios de los países miembro manifestaron su preocupación por una posible escalada regional del conflicto en Gaza, pidieron la liberación inmediata» de los rehenes israelíes, así como demandaron la ampliación de la ayuda humanitaria a la población gazatí y el cese de las hostilidades. Además, varios países reiteraron su condena a la guerra en Ucrania, tal como viene ocurriendo desde 2022 tras el inicio del conflicto. 

En la apertura del G20, Brasil colocó en la agenda el asunto, al arremeter contra la “inaceptable» inacción de los organismos multilaterales ante los conflictos de Gaza y Ucrania. El canciller brasileño, Mauro Vieira, expuso la posición de su país. En su discurso advirtió sobre las numerosas tensiones existentes en el mundo. “Brasil ocupa un lugar en el mundo, avisó, que le permite discutir estas mismas tensiones internacionales en cualquier foro internacional. Nuestras posiciones sobre los casos en discusión en el G20, en particular la situación en Ucrania y Palestina, son bien conocidas y han sido presentadas en los foros apropiados, como el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU. Sin embargo, continuó, las instituciones multilaterales están mal equipadas para hacer frente a los conflictos actuales, como demuestra la inaceptable parálisis del Consejo de Seguridad en relación con los conflictos en curso. Este estado de inacción implica directamente la pérdida de vidas inocentes. Brasil no acepta un mundo en el que las diferencias se resuelvan mediante el uso de la fuerza militar”, definió.

La reunión ministerial finalizó sin comunicado conjunto por las diferencias entre ambos bloques. Además de los ministros de Asuntos Exteriores y representantes de los 19 países que componen el G20, más la Unión Africana y la Unión Europea, también estuvieron presentes autoridades de los países invitados por la Presidencia brasileña y representantes de las doce organizaciones internacionales invitadas. Las reuniones se realizaron a puertas cerradas, pero los ministros de Asuntos Exteriores de cada país tuvieron la libertad de conceder entrevistas de prensa durante el programa. A lo largo del evento se celebraron reuniones bilaterales o multilaterales entre países, tanto para consensuar asuntos relevantes para el G20 como para firmar acuerdos en diferentes sectores. 

El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, se reunió el miércoles por la mañana en Brasilia con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, antes de partir hacia la capital carioca. “Fue una reunión excelente: Estados Unidos y Brasil están haciendo cosas importantes juntos. Estamos trabajando bilateral, regional y globalmente. Es una sociedad importante y estamos agradecidos por la amistad”, declaró el secretario de Estado, al salir de la reunión. La cita duró casi dos horas y se realizó con la presencia de la embajadora norteamericana en Brasilia, Elizabeth Bagley, y del asesor internacional de la Presidencia brasileña, Celso Amorim. Ambos coincidieron también en la necesidad de crear un Estado Palestino, aunque el norteamericano consideró que en Gaza no se está registrando un genocidio. 

La crisis diplomática entre Brasil e Israel, tras la afirmación del presidente brasileño ante la asamblea de la Unión Africana (UA) en Addis Abeba el fin de semana pasado de que en la Franja de Gaza se está produciendo un genocidio comparable con el Holocausto contra los judíos en la Segunda Guerra Mundial, no influyó en la reunión con el estadounidense. Por el contrario, Lula le señaló a Blinken “todo el aprecio” que tiene por el presidente Joe Biden, “por su postura en defensa de la democracia y por las medidas que adoptó a favor de los trabajadores”. El encuentro resultó un éxito diplomático para ambas partes. En Washington valoran la solidaridad del jefe de Estado brasileño con el demócrata en vista de las elecciones presidenciales y Lula impuso a Blinken la aceptación de su juego dual: Brasil puede pertenecer a BRICS10, no condenar a Rusia por la invasión a Ucrania y condenar a Israel sin dañar sus excelentes relaciones con Washington.

Por su parte y confirmando el reconocimiento de las grandes potencias al juego pendular de Lula, después de la finalización de la reunión ministerial el jueves por la tarde el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, viajó a Brasilia donde se reunió con el presidente Lula y le transmitió el caluroso saludo de Vladímir Putín. 

La diferencia de enfoques entre la entente sino-rusa y el bloque occidental dificulta el intento brasileño de avanzar hacia la reforma del Consejo de Seguridad con el objetivo permanente de su cancillería de obtener allí un asiento permanente, pero no lo borra de la agenda. Por el contrario, Beijing y Moscú apoyan la idea, pero no quieren que la discusión sobre la gobernanza mundial se vea perturbada por polémicas oportunistas sobre asuntos de coyuntura, como la que pretendió iniciar el secretario del Foreign Office David Cameron, al acusar a Rusia por la invasión a Ucrania. Tampoco Washington objetaría un eventual ingreso de Brasil al Consejo de Seguridad, pero, a cambio, quiere un asiento para Alemania y otro para India. Al primero lo resiste Rusia; al segundo, en tanto, China.

Aparentemente, Blinken y Lavrov no se reunieron durante la conferencia del G20. Preguntado por los periodistas, Antony Blinken, afirmó este jueves que no habló “directamente” con el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, aunque quizás miembros de las dos delegaciones tuvieron algún intercambio. Blinken añadió, sin embargo, que escuchó a su homólogo ruso durante la sesión inaugural del miércoles. “Yo lo escuché hablar en la reunión e imagino que él me escuchó cuando yo hablé, igual que muchos otros”, dijo el secretario de Estado.

Ya la coincidencia de ambos en torno a la misma mesa y en un país latinoamericano marca un hito: desde que comenzó el gobierno de Joe Biden en 2021 Estados Unidos ha hecho enormes esfuerzos por acordonar el continente y radiar del mismo a sus competidores rusos y chinos. Sin embargo, ahora ha debido soportar que el canciller ruso visitara sucesivamente Cuba, Venezuela y participara a la par en Brasil en la reunión ministerial del G20.

A pesar de las diferencias, el cónclave de cancilleres alcanzó bajo la firme dirección brasileña acuerdos de principio en algunos temas centrales susceptibles de ser desarrollados en otros foros y obligó a las partes a exponer argumentativamente sus diferencias, el primer paso para su tratamiento civilizado. Por el contrario, en la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC, por su nombre en inglés) celebrada el fin de semana pasado, la política de cancelación de las potencias occidentales acalló todo pensamiento disonante.

Münchner Sicherheitskonferenz – Wikipedia
La Conferencia de Seguridad de Múnich se celebró del 16 al 18 de febrero en el Hotel Bayerischer Hof de la capital bávara

Cerca de 900 participantes de la política, la diplomacia, los servicios de inteligencia, militares, industrias armamentistas, tecnológicas y grandes consorcios de la información se reunieron del viernes 16 al domingo 18 de febrero en el hotel Bayerischer Hof de la capital bávara, para tratar las amenazas militares, informáticas y climáticas a la seguridad del bloque occidental. Tanto el informe previo como los debates durante el encuentro estuvieron impregnados, por un lado, de la sensación de una amenaza difusa y omnipresente contra el orden establecido desde el final de la Guerra Fría. Por el otro lado, ya el propio informe introductorio señaló que la competencia entre los aliados está superando a su cooperación. “Todos intentan reducir sus pérdidas a costas del vecino”, dice el informe, “y caen en un juego de perder-perder” (lose-lose, en el original en inglés), o sea que todos terminan perdiendo.

La “tendencia expansiva” atribuida a Rusia, el terrorismo internacional (en referencia a la Resistencia Palestina), las migraciones internacionales, los ciberataques y el uso delictivo de la Inteligencia Artificial: los organizadores y participantes en la Conferencia fueron casi unánimes en su percepción del entorno internacional como amenazante. 

En medio de tanto llamado de atención por peligros reales o presuntos no se escucharon propuestas positivas. Todo fue la denuncia de peligros y la búsqueda de instrumentos y medios para defender a Occidente de los riesgos inminentes. Especialmente los delegados norteamericanos pusieron un fuerte acento en la defensa de los valores democráticos, liberales, ecologistas, feministas y de defensa de todo tipo de minorías frente a las “autocracias”, como caracterizaron a Rusia, China e Irán. La política de la cancelación del adversario fue elevada a la máxima categoría de las relaciones internacionales.

Que el mundo es ancho y diverso no es una novedad. Que en una época de cambios rápidos como la actual las contradicciones se exacerban tampoco debiera ser una curiosidad. Si frente a los riesgos que entrañan las transformaciones actuales se pone el acento en las diferencias y no en las coincidencias, los problemas no hacen más que aumentar y las diferencias de intereses se convierten en antagonismos. Insistir por este camino, como viene haciendo Occidente, y erigir fronteras cada vez más intraspasables entre bloques y sistemas, sólo asegura la destrucción mutua y, con ella, la de la especie humana. La transición hacia un mundo multipolar requiere mucha paciencia y una gran capacidad de escucha, para hallar intereses comunes en medio de posiciones y visiones contrapuestas.

El diálogo necesario para acercar las trincheras entre los bloques difícilmente se dé directamente. Hay muchos prejuicios, mayormente ideológicos, que impiden comprender las posiciones del otro y buscar el entendimiento. Por ello son buenos los cambios de escenario: si en lugar de sentar a dos toros frente a frente, se los mete en un corral lleno de diestros provistos de buenos lazos, es más posible que los retengan hasta que empiecen a conversar en vez de bufar. Cambiando el escenario, como hizo la diplomacia brasileña, se puede cambiar el partido.

Por ENRIQUE LACOLLA de su sitio web PERSPECTIVAS

Argentina en picada hacia el caos. Milei y la política exterior. El ajuste y la dolarización.

Los rasgos delirantes del actual gobierno se pronuncian. ¿Es la nave del Estado un avión en barrena?

Nunca nos habríamos imaginado un momento como el actual para la política argentina. Vamos, que el nivel de grotesco que tienen las actuaciones de la “casta” política -en primer lugar la de quien se distinguió por acuñar el término y ahora está plenamente integrado a ella, Javier Milei-  jamás había llegado a tal altura. O rayado en tanta bajeza, si se quiere. Las trapisondas en el Congreso para tratar de sacar cueste lo que cueste el megaproyecto de reforma del Estado, que apunta nada menos que a abolirlo; el fracaso –provisorio- de este intento, la alianza a todas luces en marcha entre la Libertad Avanza y el PRO; la vigencia silente del Decreto de Necesidad y Urgencia que está trastocando la sociedad con la desregulación de los rubros claves de la economía (devaluación, ley de alquileres, liberación de precios para las prepagas, etc.); la pelea por la preeminencia dentro del esquema de poder entre LLA y el PRO, las oscilaciones de la “oposición blanda” y el carácter devastador de las políticas que apenas están implementándose y cuyo pleno impacto se sentirá partir de marzo, son un torbellino que promete tempestades a corto plazo. Solo la ignorancia o la inocencia (para no usar palabras más fuertes) del electorado que se disparó un tiro en el pie al votar a LLA, y la necedad de los sectores medios que son incapaces de desprenderse de un antiperonismo visceral que les hace preferir abrazarse a Drácula antes que comprender un poco la naturaleza de los procesos políticos de un país semi-dependiente, están frenando el desbarajuste.

Esta especie de interregno entre la obertura del drama y su pleno desarrollo, ha quedado bien llenado por la puesta en escena de los primeros pasos en materia de política exterior: el viaje del Presidente a Israel y a Roma, y la larga cadena de despropósitos en ese rubro producida no bien Milei y la canciller Diana Mondino ocuparon sus cargos.

La renuncia a formar parte del BRICS, de la cual dimos cuenta en la nota titulada “El desatino”, del 11 de enero, ha sido, hasta ahora, la arbitrariedad más desaforada en la que ha incurrido el gobierno, pues representa, a la vez que un programa, un insulto a nuestros mejores socios comerciales y una elección que rompe con la tradición diplomática del país, que ha sido siempre la de la neutralidad entre las superpotencias, al menos en la medida en que ha podido permitírsela. Se dirá que de adherir al BRICS también romperíamos con esa tradición, pero se trata de un argumento especioso, toda vez que el BRICS no es una alianza ofensiva en pro de obtener una hegemonía, sino una combinación orientada a obtener la coexistencia de una multipolaridad de intereses en un marco de relativa armonía. Es decir, se trata de una coalición defensiva, que busca una coexistencia pacífica en lugar de una globalización asimétrica regida por el dólar. Nosotros, en cambio, justo ahora elegimos adherirnos al bando que pretende el control totalitario del planeta.

Pero si lo de la salida del BRICS es una enormidad, la jugada del viaje a Israel y al Vaticano no por estrambótica resulta menos peligrosa. Decididamente, a Milei no le vendría mal una evaluación psiquiátrica. No lo digo por faltarle el respeto a la investidura presidencial, sino porque muchas de las actitudes del presidente, su tenor gestual y la precipitación con que se apresura a poner en práctica sus resoluciones no bien le acuden a la mente, hablan de una inestabilidad psíquica poco compatible con el ejercicio de un alto cargo.

La gira israelí, definida por él mismo como “un viaje espiritual”, ha tenido como componente esencial una decisión, la de trasladar la embajada argentina a Jerusalén, que de espiritual no tiene nada. Por el contrario, tuvo en su centro una serie de afirmaciones de respaldo al estado judío formuladas por Milei al ultraderechista primer ministro Binyamin Netanyahu justo en el momento en que este se encuentra comprometido en una operación militar en Gaza que tiene un corte francamente genocida. Son todas expresiones y decisiones que se encuentran en contradicción con las resoluciones de las Naciones Unidas y que se contraponen a la tradición de equilibrio y neutralidad de nuestra política exterior cuando de conflictos bélicos se trata. Sobre todo si se toma en cuenta que, en este caso, se trata de guerra de opresión colonial (de parte de Israel contra los habitantes de los territorios palestinos ocupados) y que en nuestro país existen copiosas comunidades de descendientes de las dos etnias confrontadas, que hasta el momento han convivido en paz y armonía bajo su común nacionalidad argentina. Arriesgar una posible discordia interna entre argentinos en aras de un ordenamiento pro OTAN, antirruso, antichino y “anticomunista” es una imbecilidad sin parangón y que abre el camino a otro atentado como los promovidos por la irresponsabilidad de la alineación del gobierno de Carlos Menem en ocasión de la primera guerra del Golfo.

¿Y qué decir del colofón romano de la gira del presidente? Antes vimos a Milei bañado en llanto abrazando el Muro de los Lamentos, y luego danzando en el mismo lugar con un montón de creyentes en la fe hebrea. Después lo encontramos orando en el Vaticano en la misa de canonización de la primera santa argentina, abrazando al Papa y diciendo a la prensa italiana que él es católico pero que profesa “un poco de la religión judía” –cuando hace poco tiempo había dicho que estaba en camino a su conversión al judaísmo. No tenemos nada en contra de un presidente opte por otra confesión religiosa, si esta opción es sincera; nos parece bien que se haya terminado con la vieja disposición constitucional que ordenaba que el presidente de la nación debía profesar la fe católica, apostólica y romana. Pero la verdad es que el despliegue de tantos gestos, devociones, llantos, mohines y bailes indigesta a cualquiera. Menos a Francisco, que manejó con habilidad el doble juego de Milei con una casi imperceptible ironía, asumiendo con humor las cabriolas del presidente y reduciéndolas a las ocurrencias de un nene caprichoso. Bergoglio debe mantener abiertas las puertas para su necesario viaje a la Argentina.

La tormenta perfecta

Mientras tanto, el grueso de las novedades políticas en el país corre por cuenta de las internas en LLA y el PRO. Sigue la pelea entre dos aliados desiguales, el partido de Milei y el de Macri, por ver quien lleva adelante el ajuste. Diríase que el desenlace no ofrece grandes dudas. El PRO debería tener ganada la batalla, pues dispone de experiencia política, dinero, cuadros técnicos y bastante inserción territorial, mientras que La Libertad Avanza es un confuso rejunte de dirigentes sin arraigo y en gran medida oportunistas, cuyo respaldo popular es el mismo del que dispone Milei. Y este apoyo ya ha empezado a licuarse: bastará que la tormenta inflacionaria que nos sacude ascienda a la categoría de ciclón después de marzo, para que el león pierda su melena y la vicepresidenta Victoria Villarruel asuma el ejecutivo. Los muchachos del PRO tendrían así el camino expedito para hacer lo mismo que quiere hacer Milei, pero de una manera más profesional y corriendo menores (?) riesgos. Puede ser así o de otro modo, pero tal como van las cosas este parecería ser el pronóstico más probable.

No soy en absoluto un experto en economía. Pero décadas de historia vivida me han dado cierto instinto para sentir en la piel la temperatura de las cosas. Se cierne una crisis de grandes proporciones y en este tipo de escenarios las sorpresas están a la orden del día. La represión que la ministra Bullrich prepara va en ese sentido. Dolarizar es el objetivo (Cavallo dixit), pero va a acarrear una conmoción inédita. El camino elegido no parece ser hacerse de dólares sino destruir al peso con una inflación desbocada, como expediente para el desguace del estado y la renuncia a una política económica propia. La contracción de nuevos préstamos en divisa fuerte sería el expediente para rehacer el camino, aumentando el peso de la deuda externa y cerrando así toda posibilidad de retorno: “Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate”, para decirlo con el Dante. Para rematar, a modo de secuela la dolarización produciría el aflojamiento de las mallas que contienen al narcotráfico, al desaparecer las trabas que suponen las operaciones de cambio para la libre circulación del dinero. Se abriría así el campo para las “maras” y la criminalidad vinculada al tráfico de drogas, lo que llevaría a potenciar aún más el aparato represivo, que sería a su vez atacado por los enormes flujos de dinero sucio dirigido a corromperlo.

¿Cómo se llama esto? ¿La tormenta perfecta?

Una extraña sensación de irrealidad…

Este panorama, cuya gravedad no se puede ignorar, no termina de alterar a los cuadros de la política. La oposición, blanda, dura o como se quiera que se la llame, se agita, remueve, actúa frenando las disposiciones más desfachatadas de gobierno, pero no termina de definir a estas como lo que realmente son: violatorias de la Constitución y orientadas a formalizar una auténtica traición a la patria. Tampoco se discierne algún intento de formar un frente común para oponerse al estrago. Algunos de los representantes del país interior, los gobernadores, dan la sensación de estar dispuestos a negociar su apoyo al poder central si se les ceden los fondos coparticipables que les corresponden por ley y que el presidente promete cortar si no se allanan a su diktat empobrecedor. Pero la quita a los subsidios al transporte en el interior del país y la eliminación del incentivo salarial a los docentes ha venido a ocluir incluso las veleidades de componenda con el gobierno central que tenían varios mandatarios provinciales.

 La CGT y las organizaciones sociales dieron un primer paso para visibilizar y organizar la protesta contra el ajuste. A este primer movimiento deben seguir otros en rápida sucesión para derribar el DNU antes de que siga haciendo estragos. ¿Qué se está esperando? ¿A que la opinión pública reaccione por fin y pase por encima de sus representantes, como ocurrió en 2001? Tal vez esto sea necesario, para sembrar la alarma y promover una salida a la crisis. La pregunta será entonces: ¿cuál salida?  Y ¿hacia dónde?

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* Confusión, lio (Diccionario de Americanismos). Droga, mierda (RAE). Para Marta Minujin, artista plástica argentina, reconstrucción de una estructura laberíntica compuesta de once o más estaciones, desparramadas sobre el piso.

FUENTE: https://www.enriquelacolla.com/sitio/notas.php?id=787

Por Luciano R Moreno Calderon

Pal´Sur entrevistó al reconocido científico ganador del premio Konex, Daniel E Arias, para hablar sobre un tema al que vuelve seguido: defensa. En esta ocasión pudimos hablar sobre la inminente adquisición de los aviones F-16 a Dinamarca que serán usados para engrosar o reactivar nuestra Fuerza Aérea.

El periodista nos informa sobre las características de este avión, el verdadero motivo de su adquisición, las opciones rusas y chinas, nuestros aviones Pampa III y las verdaderas necesidades de nuestro país en la tarea de proteger una de las fronteras mas extensas del mundo, con hipótesis de conflictos claras que no parecen ser tenidas en cuenta con esta adquisición.

“El F-16: un feroz avión que terminará transformándose en una “reina del hangar”.

Una adquisición geopolítica

 

Ante todo, esta es una adquisición geopolítica, que no debería tener ninguna consecuencia militar, pero la va a tener.

Digo que es una adquisición geopolítica, porque es un caza de los considerados top de la tercera generación y media, y porque los F-16 son s icónicos para Estados Unidos, un símbolo nacional. Si te compras un F-16 estás encuadrándote militarmente con la Casa Blanca y diciendo “SÍ SEÑOR”.

Como los aparatos no sirven para un comino, no tendría que tener consecuencias militares, pero sí las tiene al quitarle 690 millones de dólares a la Nación y al FONDEF (el fondo construido y promulgado por unanimidad para el reequipamiento de las Fuerzas Armadas).

Es decir, comprando chatarra se pierde la oportunidad de hacer las cosas mas serias en el terreno de la Fuerza Aérea, y ni hablar que con esta operación algunos personajes se quedan con una tajada.

Esto no es nuevo, y viene desde que se termino el proyecto del Pulqui II. Todas las adquisiciones de chatarra y excedentes de los Estados Unidos y la OTAN han sido bajo el pago de coimas, siempre. Y por eso casi siempre se compraron aviones malos, o buenos pero en mal estado, o malos y en mal estado.

Obsolescencia programada hacia la indefensión

 

Vamos diferenciar el avión por dos segmentos distintos.

Sería la tercera vez que tenemos un avión radarizado, porque los aviones Mirage III franceses y los Dagger israelíes que se usaron en Malvinas fueron radarizados.

El F-16 caza te va a venir con un radar de la actualización MLU, de hace 30 años. Es muy obsoleto, porque la radarización de caza cambió mucho desde entonces con la entrada en línea de los radares AESA, que son de antena fija, barrido multihaz rapidísimo, capaces de detectar contactos a centenares de kilómetros y de seguir y apuntar a muchos blancos a la vez, y por último, capaces de tres medidas “stealth” sorprendentes.

Una es la detección pasiva, sin emisión, pescando los rebotes generados por otros radares, con lo que el piloto oculta la posición exacta de su aeronave. La segunda son los saltos aleatorios de la frecuencia emitida, que también es una medida de ocultamiento. Y la última es un “game changer” impresionante: un radar AESA puede generar interferencias sobre otros radares, e invisibilizarse.

La radarización cambió muchísimo en estos últimos 30 años, lo que equivale a decir que de todos los rasgos AESA enumerados, la actualización MLU trae unos pocos. Obviamente, ni los daneses ni la FAA te van a decir cuáles.

A tener en cuenta: estos aviones salieron de la fábrica hace más de 40 años, muchos de ellos son del constructor original, General Dynamics, antes de que esa empresa fuera comprada por Lockheed.

El F-16 se diseñó a fines de los 60´ y salió muy bueno y se desplegó muy rápido. Debe ser de los cazas mas construido en el mundo desde los años 80 en adelante. Creo que hay que entre 4500 y 5000 F-16 volando.

La célula, es decir el conjunto de fuselaje y alas, es excelente. Si la célula de un caza multipropósito bien construido tiene que resistir unas 5 mil horas de vuelo haciendo maniobras acrobáticas, de bombardeo o de pelea, éste resiste 10 y tal vez 15 mil horas: por lo que en ese aspecto solo tengo elogios.

Era un avionazo en los 80, pero ahora ya no. Pasaron casi 50 años. Estos aviones fueron actualizados entre los ’90 y 2000 a Standard MLU, es decir Mid Life Update, actualización de media vida.

Eso significa que la aviónica de estos F-16 es de los ’90. En materia de sensores internos, externos y despliegue de información ante el piloto, cualquier Pampa III (Bloque 2C) tiene mejor aviónica que este avión, y eso que el Pampa nunca llevó radar en la nariz. Cosa curiosa si tenés en cuenta que el nuestro es un caza de entrenamiento y sin capacidad de combate. Es decir; el F-16 es un avión totalmente de combate, pero con radar viejo y aviónica del año del jopo.

Estos cazas van a venir con una vida útil de aproximadamente 10 años si los haces volar en desfile. Si lo vas a usar como avión de entrenamiento de combate y bombardeo (porque para patrullaje no sirven, después te digo por qué), en maniobras de ataque o de defensa la célula del avión sufre bastante.

Entonces, en caso de usar el avión en simulación de combate real, la vida útil va a ser mucho menos de 10 años y van a comenzar a tener problemas de fisuras de raíz de ala.

Les va a pasar lo que les pasó a nuestros viejos A4: en el caso de los de la Marina, cuando empezó la guerra de Malvinas casi la mitad tenía la raíz de ala fisurada: eso quiere decir que en medio de una maniobra de ataque a tierra o a buque el avión podía perder las alas (aplaudir).

Es una compra sumamente estúpida y política. Hace años que los EEUU nos venía presionando para que compremos esto, como forma pública y ostentosa de alineamiento con ellos.

Además con esta compra EEUU tienen la garantía de que estamos comprando un caza que en caso de guerra regional, ya sea por el lado de las Malvinas o de Chile (únicas hipótesis de conflicto) no nos sirven.

En uno u otro caso los enemigos posibles los recontra conocen, pueden detectarlos y localizarlos a distancia no bien prendan el radar, e incluso si no lo hacen, las computadoras de los radares chilenos o británicos reconocen desde muy lejos la “huella digital” de ecos que genera un F-16 iluminado desde todos los ángulos posibles, especialmente el frontal.

Pero es más: en caso de guerra, estos cazas pueden incluso no despegar. Desde EEUU les pueden anular la aviónica, el radar, los sensores y los sistemas de navegación cuando quieran, y a toque de botón. Un avión de esta generación que entrega EEUU a un país periférico y además impredecible como el nuestro, prácticamente se lo puede teledirigir. Y no para volar, sino para NO volar.

No te vaya a extrañar que estos cazas tengan “virus” incrustados dentro de su software, muy difíciles de reconocer hasta para un experto en seguridad informática. Y que esos virus permitan discapacitar la aviónica del caza en pista, si está preparándose una salida para defender la frontera Este u Oeste de Argentina en una guerra no autorizada por los EEUU.

Te digo esto porque ya le pasó a otros usuarios de cazas norteamericanos, como ser el caso de Malasia.

Sea por “soft power” o directamente por software, EEUU nunca deja de ser el propietario real de las armas complejas que te vendió y te cobró. El Ministro de Defensa de Malasia, Mahatir Mohammad, se lo dijo el 20 de mayo de 2020 a la cadena qatarí Al-Jazeera: “si la Malasian Royal Air Force trata de usar sus cazas F-18 contra un estado con el cual Washington no autoriza guerras, los aparatos sencillamente no obedecen”.

Las computadoras de misión tienen código cerrado, y están microcableadas de modo que sólo se las pueda reprogramar en EEUU. De modo que, como admite Mahatir, los F-18 de su flota son impresionantes, pero sólo sirven para desfiles aéreos.

Obviamente, también, todos los F-35 que está comprando Europa a EEUU a punta de fusil son aviones absolutamente teledirigidos desde el Pentágono y el Departamento de Estado de Estados Unidos.

Es decir, el F-16 no puede modificarse, no podés subirle ni bajarle nada en software, ni ponerle armas o actualizaciones de aviónica o de radar, incluso de tu propio desarrollo, que no sean autorizadas por los Estados Unidos y con material de los Estados Unidos, y, de alguna manera, también, con el permiso del Reino Unido.

Los Brits también son los que autorizan o desautorizan, porque no tengas dudas de que hoy los dueños reales de la ocupación en Malvinas son los EEUU. Si no aterrizan con los Galaxy en Malvinas es para poder seguir haciendo un poco de relaciones públicas con Argentina.

Opciones al F-16 (ninguna buena, pero sí mejores que el F-16)

 

El mejor de todos era el MiG 35 ruso, pero tiene dos problemas: 1) en este momento no le podes comprar nada a Rusia, porque sería prácticamente una declaración de guerra a los EEUU 2) si tuviéramos la guita para comprar los aviones, yo le diría a los rusos que no nos manden ese avión sino un Sukhoi 35 que tiene mucho mas alcance porque éste, no tanto como Rusia, pero es un país gigante.

Porque si bien el MIG35 tiene virtudes por donde le busques, no es un avión de gran alcance y Argentina lo que necesita es un caza con capacidad de reabastecimiento en vuelo, pero que además, sin hacer uso de esa capacidad, tenga una autonomía de ataque de unos 2000 Kilómetros.

Pero además necesitamos que sean monomotores, y los caza rusos son bimotores, porque de otra manera el precio de la hora de vuelo se eleva mucho. Tenés los aviones pero no podes usarlos, porque dos turbinas consumen el doble de repuestos que una, y de yapa las turbinas rusas tienen menos vida útil total que las de la OTAN, lo que supone fallas más precoces. El feroz avión que termina transformándose en una “reina del hangar” es algo que le pasa a Venezuela y también a México.

Además tampoco los rusos lo están construyendo, porque se les cayeron algunos clientes posibles en el mundo árabe, y a Rusia, se empieza a ver ahora con la guerra de Ucrania, el MiG 35 le resulta un aparato que no puede operar demasiado lejos de la línea del frente. Y hoy, incluso a 200 km. detrás del frente, los ucranianos te destruyen aviones en tierra con misiles HIMARS o con drones. La noción de “retaguardia” como sitio distinto del frente empieza a ser borrosa.

Si el avión no está en condiciones de operar porque no hay repuestos y el servicio técnico te queda en el otro lado del planeta, estás en el horno. Cuando vos comprás un aparato de esta complejidad, y hablo del MiG 35, lo tenés que adquirir con condiciones OFFSET, es decir, licencias de construcción nacional de varias de la partes e integración de la turbina, o transferencia de tecnología para fabricación local. Tenés que capacitar mucho personal argentino en Rusia, y tienen que venir técnicos rusos a instalarse aquí para ayudarte a montar las plantas de integración y de fabricación. Toma años.

Y no es sólo con los rusos que te pasa esto: nos pasó con los cazas estadounidenses, franceses e israelíes. Pero Rusia nos queda casi en las antípodas, y todos ellos hablan inglés, malo pero entendible, porque es el idioma de la aviación en esta parte del mundo. Pero si te compras el MiG 35, tanto por parte de ellos como la nuestra vas a necesitar de gente que hable ambos idiomas, ruso y castellano, domine ambas grafías y además sea técnicamente muy del palo aeronáutico. No es imposible generar esos recursos humanos, pero lleva tiempo.

En el caso de los F16, te los van a vender con algunos repuestos de turbinas para que vos puedas tirar unos años pero te vas a quedar corto en poco tiempo. Y obviamente no vienen con ninguna transferencia de tecnología.

Lo único que vas a poder hacer sin permiso de los EEUU es sacarte fotos con el avión, pero vas a necesitar autorización para cualquier otra cosa, y como te dije, eso lo descubrió Malasia con los F 18 Super Hornet, hace muy poco. El tipo se clavó con 24 aparatos que Malasia no puede usar para nada real y que esté alineado 100% con los intereses de su país.

Por lo cual los malasios le terminaron comprando unos Sukhoi a los rusos. Estos juran que el caza que te venden es propiedad del propietario, y que no tienen ningún software con el cual puede teledirigirlo. Podés creerles o no, pero si es cierto, es un argumento de márketing excelente.

La otra propuesta era el JF17 es un avión pakistaní, pero acá tenés un cuello de botella: poseen una capacidad de fabricación de 12 a 18 cazas por año (que es un montón). Si bien la oferta estaba en precio, lo que no ibas a tener con los pakistaníes son 12 cazas entregados llave en mano ahora. Pakistán está renovando su propia Fuerza Aérea, cambiando sus JF-17 de modelos anteriores por el bloque C, que es el único que califica de cuarta generación plus, el único que nos interesa.

Te van a decir, con muy buen criterio, que te sumes a la cola, porque ya hubo pedidos de otros. Y que te vengas con un banquito para esperar turno. Y además, tampoco vas a tener capacidad integración nacional de partes.

Primero, porque a ellos no les sobran recursos humanos como para mandar mucha gente aquí. Una compra a Pakistán implicaría una cantidad de años de intercambio de personal técnico y fabril con Pakistán, y así como en ese país no sobran hablantes de castellano, aquí nadie entiende el urdu.

Igual, como país que fue colonia inglesa y que vive en pie de guerra contra la India, que también lo fue, los militares de rango en ambos países son más o menos anglófonos. Y también nuestros aviadores. Pero la movida de recursos humanos que acompaña a una compra exitosa no sería fácil ni rápida. Pero…  dificultad a sumar: más o menos la mitad del avión viene de China.

No es muy clara la expectativa de vida real de la turbina, ni tampoco la duración real de la célula, y una célula que no supere las 5000 horas de vuelo no te sirve. ¿Por qué? Porque la Argentina adquiere aviones cada 40 años, esto quiere decir es que los últimos 10 años del avión, cuando se empiezan a multiplicar las fallas, los vas a usar matando gente en entrenamientos, o adoptar la opción de volar mucho menos y que la gente entrene poco y mal, para que no se mate.

Es lo que venimos haciendo nosotros desde que perdimos la guerra de Malvinas. Los yanquis nos acogotaron con los repuestos de los A4B, C y R, y se empezó a volar cada vez menos. Para que te des una idea, antes de la guerra de Malvinas el promedio de horas de vuelo de los pilotos argentinos de ataque y de intercepción era el mejor de la región, nuestros pilotos caza tenían entre 180 y 200 horas a anuales de entrenamiento.

Pero ojo, como volaban aparatos viejos, también se mataban bastante. Los A4 B, C y R que se compraron a los EEUU entre los ’60 y ’70 venían muy hechos fruta de la guerra de Vietnam. Con esos cazas volando en entrenamiento, antes de 1982 murieron más pilotos sumados que en Malvinas. Si sumás un avión demasiado viejo y un piloto demasiado nuevo, va a haber problemas.

Ignoro si los JF-16 C son nuestra gran salida. No parece. Y a U$ 50 palos la unidad pelada, sin armas lanzables, no es que los estén regalando.

Si hay un aparato chino interesante para la Argentina, ése es el J-10 C. Es un muy buen desarrollo del Laví israelí, un caza ochentoso parecido al F-16 inicial de General Dynamics pero bastante superior en casi todo lo que importa: alcance, aviónica y agilidad. Los yanquis apretaron diplomáticamente a Israel para que no se construyera, porque le iba a empiojar el mercado internacional al F-16.

Los israelíes cedieron, pero al costo de un escándalo parlamentario, peleas a trompadas en el gabinete de gobierno, y luego despedir a miles de ingenieros, técnicos y laburantes de Israel Aircraft Industries. Pero como se quedaron re-calientes, le vendieron no muy en secreto la ingeniería del Laví a China. Y de ahí salieron los J-10 A y B, y hoy el C chinos.

Es incomparablemente mejor que el JF-17, que los chinos desarrollaron pero no tienen para su uso. Un dato al uso: la célula del JF-17 es metálica, la del J-10 C es de materiales compuestos. Es más fuerte, más liviana, requiere de mucho menos mantenimiento, dura más, y refleja menos las ondas de radar.

Los J-10 C son el aparato más abundante en la aviación china de combate, y lo que necesitaría tener Argentina, de tener los morlacos necesarios. Pero, ¿sabés qué? Los chinos no te los venden ni a palos. No porque los aviones sean tecnológicamente revolucionarios.

Pero aunque vinieran con equipamiento atrasado una década, no nos venden ni uno porque nos conocen. Saben que aquí los J-10 serían volados, testeados, desarmados y rearmados por la USAF al toque de llegar a la Argentina. Tenemos una cúpula aeronáutica formada por viudos de la OTAN, y eso sigue sin cambios más o menos desde 1955.

Los pampa

 

Como típico fruto del Proceso, el avión se hizo con 100% de componentes importados, y la mitad de la ingeniería se hizo con una excelente fábrica alemana, la Dornier, que cerró hace mucho.

En su esfuerzo por nacionalizar este caza para poder construirlo en cantidades significativas y bajar su precio, el gobierno de Cristina trató de crear una cadena nacional de proveedores de partes y en 2015 se llegó a un 13% de componentes nacionales. Con Macri se paró todo. Durante gobierno de Fernández, con Mirta Iriondo en FAdeA y Fernández negándole plata, se habrá avanzado a un 15% de componentes nacionales. Pero la verdad cruda es que el 85% del Pampa lo tenés que comprar afuera, y en dólares.

Aunque lo adoro, es un caza argentino muy poco argentino. Me produce ideas muy encontradas, porque es la máquina aeronáutica más ágil que conozco. Cuando aún a los pilotos de Mirage los mandaban a hacer entrenamiento en Tandil con los Pampa, salvo que la lucha se hiciera en vertical y que los Mirage aprovecharan que tenían mucho motorización para escaparse hacia arriba, los Pampas se les colgaban a la cola, en posición de ametrallamiento, y no había modo de despegarlos de ahí.

Pero esas prácticas no se hacen más. Los Mirage ya no pueden volar desde 2015. Y lo de “ametrallamiento” es una simulación: el Pampa nunca tuvo cañones en fuselaje ni en las alas. Puede usar góndolas con armas de tubo en las alas, pero deterioran un poco sus características de vuelo. ¿Cuánto y de qué modo? La FAA jamás te lo va a decir, y tienen razón en no hacerlo.

Son aparatos espectaculares, pero es muy difícil construirlos porque tenés que tener una cadena fabricación de componentes nacionales importante. Y si bien es un caza sencillo, tiene mas de 20.000 componentes. Haciendo las cuentas, 17.000 son importados y atados a dólar, y el más caro y complejo de todos es la turbina, que es una Pratt & Withney PT6 canadiense macanuda, aguantadora, potente y liviana, y la encontrás en todo el mundo, así como sus repuestos, si te importa violar los bloqueos de compras que te puede infligir su Graciosa Majestad, Carlos III. Pero no se regala. Y si querés precio, tenés que hacer compras grandes, 12 unidades de un saque, mínimo.

Además no es un caza de combate, sino de entrenamiento avanzado. Te sirve como escalera para subir a un caza de 4ta generación. Justamente, a un aparato que no tenemos. Es una escalera que termina en la nada.

¿Por qué Argentina no puede defenderse con los Pampa?. Porque al ser subsónicos, si le ponés un misil térmico y lo conectás a la aviónica, va a tener poco alcance debido a que la mayor parte del combustible del cohete se va a consumir tratando de cruzar la velocidad del sonido. No sería lo mismo si el misil partiera desde un caza que viaja más rápido que el sonido. Ahí el motor del misil obtiene más velocidad y alcance.

¿QUÉ NECESITA LA ARGENTINA PARA DEFENDERSE?

Lo que necesita argentina es un caza de muy largo alcance, con reabastecimiento en vuelo y con un radar AESA. Y por eso es que el F-16 no sirve para combate ni defensa nacional, y tampoco sirve para patrulla.

¿Y sabés por qué no te sirve para patrulla? Porque aunque sea viejo y aunque los EEUU les ordenen a Dinamarca que nos hagan precio de regalo, algo que casi está sucediendo, la hora de vuelo de estos chiches, promediando su desgaste y amortización está entre los 10 mil o 15 mil dólares. Saliste a patrullar dos horas y te patinaste 30 mil dólares de avión, y eso sin contar el combustible ni gastos de recursos humanos.

Un piloto de combate para estar en las condiciones en las que estaban los nuestros en 1982 necesita mínimo 180 horas anuales, es decir que son casi 2 millones de dólares anuales por piloto, para que los aviones no se transformen en maceteros. Y ahí no estás incluyendo gastos de sueldos, combustibles, nada. Sólo la amortización de aviones que ya vienen amortizados.

Es irreal que con aparatos así uno pueda defender a la Argentina. Porque si uno los adquiere para entrenar a la gente a un nivel aceptable para la guerra, los quizás 10 años de resto de vida con que te lleguen de Dinamarca se vuelven la mitad. En 4 o 5 años estan todos los cazas juntando polvo en el hangar, y sin repuestos. Y cuando te ponen el ejemplo de la Fuerza Aérea chilena, que tiene 46 F-16, hay que decir también que la mitad no vuelan, y solo tienen 22 en orden de combate.

Ojo, estas cosas les juegan en contra incluso a los propios yanquis, aunque nadan en billetes. Por lo poco que se sabe, los F-35, esas computadoras volantes de 100 millones de dólares, son tan complicados y se rompen tanto que su tasa de disponibilidad real anda por el 50%.

Nosotros en orden de combate supersónico hoy no tenemos ningún aparato. Cuando se cajonearon los últimos Mirage, Dagger y Finger, perdimos nuestros únicos aviones supersónicos de combate. Y ojo, rara vez llegamos a tener 16 o 17 interceptores en línea, listos para salir. Es decir que ni siquiera durante el Proceso, cuando la Fuerza Aérea y la Marina se dieron a sí mismas unos presupuestos escalofriantes, nunca tuvimos los suficientes cazas para defender nuestro país. ¿Por qué?

Porque es el octavo del mundo en extensión geográfica. Por el Este, son  5500 Km de costa y, por el Oeste, la frontera con Chile, que es de las fronteras secas más largas del mundo. Si querés defender fronteras semejantes se necesita una fuerza de 60 o 70 aviones supersónicos multirrol muy modernos y actualizados, con un personal de vuelo capaz de superar las al menos 120 horas de entrenamiento por año.

Igualmente si miramos lo que pasa en Ucrania vamos a observar que existen grande combates aéreos. Todos son radares, drones, misiles y baterías automatizadas. Los cazas que operan del lado ucraniano, operan casi pegados a la frontera de Polonia para que no los bajen, porque un misil S-400 ruso tiene más de 300 km de alcance.

Por el lado Este, los cazas rusos ni se acercan a la línea de contacto y lanzan prudentemente sus misiles desde 100 o 150 km. a retaguardia. La lucha es robotizada. Los misiles son robotizados y los drones de bajo costo, que son los que deciden la suerte de los combates de infantería, son aparatos que cuestan entre 2000 y 20.000 dólares.

Y que podemos diseñar y fabricar nosotros. Ya ves para adónde apunto los tiros. ¿Aviones avanzadísimos? ¿O al menos que no sean biplanos? Ya perdimos esa carrera. No tiene sentido correr detrás de un tren que se te escapa. Si tenés los recursos humanos, y la Argentina los tiene, lo que hacés es esperarlo en la estación siguiente.

Tenemos que resucitar el Proyecto SARA, Sistema Aéreo Robotizado Argentino, que estaba desarrollando INVAP con FAdeA y el Ejército hasta 2015, y que Macri canceló y desde entonces no ha resucitado.

Y dado que INVAP diseña y construye buenos radares, tenemos que empezar a desarrollar baterías misilísticas móviles terrestres.

Puedo equivocarme, pero creo que los aviones de combate del futuro se van a parecer un poco al Pampa, pero supersónicos, sin armamento propio a muy poco, más grandotes, llenos de contramedidas para eludir radares y con dos tipos en la cabina, sentados en tándem. Y el tipo realmente importante va a ser no el piloto, que va adelante, sino el que va sentado atrás, dirigiendo una banda de drones volando decenas de kilómetros al frente, y esos sí dotados de radar y armas. Y todo va a estar coordinado en red por los data-links.

Lo que yo veo en un futuro son enjambres de drones semiautónomos. Por la sencilla razón que son más descartables que la gente.

Por Gabriel Merino que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

Con su ampliación, el grupo se consolida como la voz insubordinada del Sur Global. 

En el 2001 el gerente del banco de inversiones Goldman Sachs, Jim O’Neil, encargado de la expansión global de la corporación financiera desde la City de Londres, fue quien acuñó el acrónimo BRIC (aludiendo a la palabra ladrillo en inglés, brick) para referirse a Brasil, Rusia, India y China como grandes mercados emergentes donde presentar atención. Estos países presentaban altas tasas de crecimiento, que comenzaban a superar en su aporte a la expansión de la economía mundial al G7, el grupo de las siete economías más importantes del Norte Global, conformado por Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón. O’Neil también remarcaba en esos años que una de las razones para prestarles atención era el hecho de que el PIB nominal de China ya superaba al de Italia en el año 2001. 

Para entender la profundidad y la velocidad del cambio en la economía mundial y en la cartografía del poder en las últimas décadas, podemos observar que veinte años después el PIB nominal de China es nueve veces más grande que el de Italia y se eleva a diez veces más grande si ajustamos su producto (PBI) al poder adquisitivo real (PPA). Además, podemos agregar que, en estos términos, la India cuadruplica a la economía italiana, Rusia casi que la duplica y Brasil la supera en un 30%. Todas ellas estaban, por supuesto, muy por detrás en 2001.  

La órbita económica es sólo una de las dimensiones en la que se expresa el profundo proceso socio-histórico de transformación del sistema mundial que tiene a los BRICS en el centro. El ascenso de estos países expresa a fuerzas emergentes que provienen del Sur Global (salvo Rusia), representan a una gran mayoría mundial y poseen territorios de dimensiones continentales, salvo Sudáfrica que se agregó en 2011 al espacio como representante africano. Además, articulan a buena parte de las grandes culturas con base en grandes civilizaciones históricas, que fueron subordinadas por las potencias atlánticas del Occidente geopolítico en su ascenso imperial. Ahora, con la ampliación a cinco países más, esta realidad se extiende al incorporar a países del mundo islámico árabe y persa.

En este sentido, para entender a los BRICS resulta necesario observar que expresan un ascenso e insubordinación de las grandes semiperiferias del sistema mundial, protagonizada por potencias emergentes de escala continental en articulación global. Esto está transformando estructuralmente el propio sistema mundial y haciendo volar por los aires el orden mundial al establecerse otra correlación de fuerzas, lo cual es resistido por el Occidente geopolítico conducido por el polo de poder anglo-estadounidense. De hecho, no resulta casual la aparición de los BRICS en la escena internacional en 2009, luego de la gran crisis de 2008, cuando se produce una bisagra en el capitalismo global y, con ello, un nuevo momento geopolítico, a partir del cual se consolida la situación de la crisis de la hegemonía estadounidense (o anglo-estadounidense como prefiero denominar). 

Desde su primera Cumbre de líderes en Ekaterimburgo, Rusia, se resalta la necesidad de democratizar el orden mundial unipolar, atendiendo a una nueva realidad, y aparece la necesidad de avanzar hacia un sistema de divisas menos dependiente del dólar, que sea “estable, predecible y más diversificado.”

Con la pandemia que se desató en 2020 se aceleraron las tendencias fundamentales de la actual transición del sistema mundial, entre otras el declive relativo del Occidente geopolítico y el ascenso de China y de Asia en general. Ese año se produjo un quiebre significativo en la economía global, con fuerte carga simbólica: los países agrupados en los BRICS superaron a los países del G7 en el porcentaje que representan sus respectivas economías medidas en PIB a paridad de poder adquisitivo (PPA). Esta tendencia secular, que avanza desde los años 80 bajo el liderazgo central de la locomotora China, continuó su curso luego de 2020 y probablemente vaya a continuar. Hasta el momento los intentos de Estados Unidos y el Occidente geopolítico para revertir estas tendencias —que se manifiestan en guerra global contra el terrorismo, la guerra comercial, la guerra tecnológica y la guerra económica a través de sanciones, o impulso de conflictos internos a los estados considerados rivales, etc.— no solo no han logrado sus objetivos, sino que parecieran haber impulsado aún más la crisis de hegemonía y transformación del sistema mundial. El economista y sociólogo italiano Giovanni Arrighi analizó esto en relación con la guerra global contra el terrorismo y cómo ello terminó “beneficiando” de forma indirecta a China, quien resultó ser el gran “ganador”. Es parte del cambio de época actual.

Los BRICS+

La ampliación del espacio en los BRICS+ da cuenta de la extensión de este proceso a otros territorios del Sur Global, con importantes implicancias geopolíticas. No resulta casual que desde 2021-2022 más de 20 países solicitaron el ingreso a una de las nuevas instituciones multilaterales fundamentales del mundo multipolar en desarrollo.    

Tres meses después de la Cumbre del G7 en Hiroshima, Japón, donde el viejo mundo unipolar volvió a dictar a las mayorías mundiales lo que debían hacer (aunque ya sin mucho éxito), se realizó en septiembre de 2023 la cumbre de los BRICS de Johannesburgo, Sudáfrica. Allí se concluyó con la propuesta de invitar a seis países a formar parte del bloque partir del 1º de enero de 2024: Arabia Saudita, Argentina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Etiopía e Irán. 

Ahora los BRICS+ reúnen más de 45% de la población mundial y casi 36% del producto global (PBI PPA). Además, sus miembros representan 40% de la producción total de gas y 45% de la de petróleo, lo que tiene un gran impacto en el mercado mundial de hidrocarburos y en su comercialización mediante dólar —cuestión clave en el sistema monetario mundial post abandono del patrón oro en 1971, centrado en el petro-dólar. En este sentido, el BRICS+ agrupa en un mismo espacio de cooperación económico y político al gran taller industrial del mundo y nuevo centro económico emergente que es China, y a otra gran plataforma industrial en ascenso como es la India, con los grandes productores de materias primas y especialmente de energía. A la vez que cuenta con la segunda y la tercera poderes de defensa del mundo (Rusia y China) y la primera potencia nuclear (Rusia).    

La incorporación de cuatro países del llamado Oriente Medio y tres de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) es clave por el papel central de dicha región como principal fuente de exportación mundial de hidrocarburos. También porque se incorpora al BRICS+ la gran cultura islámica (tanto árabe como persa), lo que profundiza el camino de diálogo de “civilizaciones”. Y además, por el lugar geopolítico. Colocada como “cinturón de quiebra” (shatterbelt) por parte de actores importantes de pensamiento estratégico anglo-estadounidense, esta región geopolítica se presenta para el Occidente geopolítico como un territorio en disputa, donde domina la fragmentación y la falta de unidad política, y en el cual los grandes jugadores geoestratégicos tienen sus puntos de apoyo y compiten por la influencia, a la vez que entran en el juego de las propias potencias regionales. 

En este sentido, el “Oriente Medio” se estableció como una zona de gran convergencia y choque de fuerzas y, por lo tanto, como una gran zona de inestabilidad. Para los neoconservadores del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (conocido como PNAC por sus siglas en inglés), que dominaron en la administración de George W. Bush y luego se fueron imponiendo en buena medida con Donald Trump, esta región se estableció como un territorio prioritario a controlar para mantener la supremacía estadounidense en el siglo XXI. 

En estos marcos geopolíticos y geoestratégicos deben analizarse las invasiones y guerras de Afganistán e Irak, lugares clave de la llamada Guerra Global Contra el Terror, así como también el conflicto en Siria y Libia o la guerra híbrida con Irán por parte de Estados Unidos y aliados. Sin embargo, la situación en esta región está cambiando a pasos acelerados. A los malos resultados obtenidos en Afganistán e Irak por parte de Estados Unidos y aliados, se le sumó el fracaso de la política de cambio de régimen en Siria, cuyo gobierno contó con el apoyo de Irán y de Rusia para sostenerse en este conflicto clave de la Guerra Mundial Híbrida y Fragmentada en curso. Por su parte, Moscú volvió a ser un protagonista central en la región, como parte de su regreso como gran jugador geoestratégico mundial. 

Por otro lado, la presencia de China es cada vez mayor, convirtiéndose en el principal actor económico de “Oriente Medio” o el centro de Afro-Eurasia. El acuerdo entre Irán y China en 2021 fue un hecho fundamental en este sentido, en tanto debilitó estructuralmente la guerra económica contra el país persa por parte del Occidente geopolítico y brindó las bases materiales para su ingreso en las grandes asociaciones Eurasiáticas, consolidando el triángulo mortal para la primacía estadounidense en el mega continente hipotetizado por Zbigniew Brzezinski: Beijing-Moscú-Teherán. 

También resulta importante en el análisis el avance del corredor China-Asia Central-Asia Occidental de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) que va desde Xinjiang hasta el mar Mediterráneo pasando por Irán, Irak, Siria y Turquía entre otros países. Así como también son para destacar los acuerdos de Beijing con Arabia Saudita y E.A.U., entre los que se incluyen el pago en yuanes de los hidrocarburos que importa China. 

El reestablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita bajo la mediación de China y la consecuente disminución de las tensiones entre estos dos actores protagonistas de un conflicto regional permanente, sacudió el tablero geopolítico mundial al modificar sustancialmente el escenario regional. 

Debe mencionarse dentro de las reconfiguraciones geopolíticas recientes el accionar conjunto de la OPEP (en donde se destaca el peso de Arabia Saudita), junto a Rusia (convergencia denominada como OPEP+) para sostener el precio mundial del petróleo, a pesar de las presiones de Estados Unidos y el Occidente geopolítico para bajar el precio en plena escalada de la guerra en Ucrania. El reino saudí claramente ha cambiado su juego. 

Con la incorporación de Egipto a los BRICS Plus o BRICS+ se agrega una de las cinco potencias de “Oriente Medio” o de la región central de Afro-Eurasia, que administra una ruta comercial estratégica, el canal de Suez, y es la bisagra terrestre entre África y Asia Occidental. Habitado por 112 millones de personas, heredero de una civilización histórica y en pleno impulso modernizador a partir de la construcción de una nueva capital, Egipto es la tercera economía del continente en tamaño, luego de Nigeria y Sudáfrica, y es uno de los países más relevantes de África —un continente va a tener un lugar cada vez más influyente en los asuntos mundiales en las próximas décadas y donde está en crisis la hegemonía occidental establecida a partir de la colonización europea. Se trata de un país exportador de hidrocarburos y, como Arabia Saudita, un aliado importante de los Estados Unidos y el Occidente geopolítico en la región, pero que ahora está reequilibrando su posición. Además, también posee un significativo intercambio comercial con China y Rusia, y tiene importantes relaciones con Moscú a nivel militar, en proyectos de energía nuclear y en la industria del gas.  

En el caso de Etiopía se trata del segundo país por población en África (120 millones) y la sexta economía del continente. Es un actor importante por su cultura e historia, marcadas por ser el segundo país del mundo en adoptar oficialmente el cristianismo luego de Armenia y por ser el territorio de importantes reinos y de un imperio que duró más de 700 años, desde 1270 a 1975. A su vez, junto a Liberia fueron los únicos Estados africanos que mantuvieron su independencia durante el reparto de África por parte de los imperios coloniales europeos y sólo estuvo ocupada por Italia entre 1936 y 1941. Etiopía es un país influyente en el estratégico cuerno de África y se encuentra lindante a la región llamada “Medio Oriente” o el centro de Afro-Eurasia. Aunque se trate de un país sin acceso directo al mar, por su influencia en Somalía e inserción histórica en la zona, en donde se encuentra Djibouti y Eritrea, se trata de un país importante en relación a las rutas del Mar Rojo y del Océano Índico, y particularmente en relación al estratégico estrecho de Mandeb. La inclusión del país africano coincide, además, con el establecimiento de acuerdo amplio entre los Emiratos Árabes Unidos y Etiopía.

Argentina queda afuera 

El posible ingreso de Argentina, que finalmente fue descartado por su nuevo gobierno, tenía varios aspectos para destacar. Argentina es miembro del G-20 (hubiera sido el séptimo BRICS que también es de del G-20), representa la tercera economía en América Latina y la segunda de América del Sur después de Brasil, y se destaca como un importante productor mundial de alimentos. Además, posee un gran potencial en la producción de minerales (que ya está en pleno despliegue y algunos de los cuales son centrales para la transición energética en curso como el litio) y también en la elaboración de hidrocarburos (posee la tercera reserva de gas más grande del planeta). A su vez, es el principal productor sudamericano de software, tiene un buen nivel de formación de su fuerza de trabajo (“capital humano”) y posee importantes capacidades científico-tecnológicas para ser un país semi-periférico de tamaño medio. En materia geopolítica es de destacar su proyección sobre la Antártida y su carácter bicontinental, su gran litoral marítimo de 4.500 km. sobre el Atlántico Sur y, por supuesto, su lugar clave en la Cuenca del Plata, espacio nuclear de América del Sur desde el cual construir una confederación continental y un centro económico emergente. 

En este sentido, su ingreso a los BRICS junto a Brasil podría haber fortalecido la sinuosa y disputada construcción de un bloque regional —que colisiona con los intereses hemisféricos de los Estados Unidos— para consolidar el desarrollo de un polo en América del Sur que converja con otros poderes emergentes en un escenario de creciente multipolaridad relativa. 

El desarrollo continental y universal se articula y forma parte de un mismo proceso contradictorio y plural de insubordinación de la semiperiferia, que adopta particulares características en el “patio trasero” de la vieja potencia hegemónica y del Occidente geopolítico durante cinco siglos.

La contradicción entre el regionalismo autonomista y el regionalismo “abierto” o neoliberal, entre la integración de Nuestra América o la integración “hemisférica” bajo la doctrina Monroe, se articula con la contradicción principal del sistema mundial en transición entre las fuerzas unipolares y las fuerzas multipolares, es decir, entre el Occidente geopolítico y el Norte Global (conducido por las fuerzas dominantes anglo-estadounidenses) frente a los poderes emergentes y el Sur Global.

Argentina y la región, necesariamente, forman parte de ese proceso sociohistórico de cambio estructural, liderado por las fuerzas emergentes de Asia.

De hecho, el comercio exterior argentino refleja año a año esta transformación. El intercambio comercial de Argentina con Estados Unidos y la Unión Europea en conjunto representa 23% del total del país y llega a poco más de 25% si se toma también Canadá y México (USMCA), perdiendo peso año a año. En comparación, el intercambio comercial con Brasil, China e India, tres socios clave del BRICS, representa el 36% del total, y si consideramos el conjunto del MERCOSUR y la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), en donde se encuentran otros importantes postulantes al BRICS, llega al 46,5%. 

En otras palabras, el mundo emergente ya es parte central de la realidad económica de Argentina y de la región, lo cual se refleja en muchas otras dimensiones. Frenar esa tendencia hacia la confluencia con las fuerzas en desarrollo con el objetivo de alinear al país a los intereses de los Estados Unidos y del Occidente geopolítico sólo pude traer como resultado estancamiento y periferialización. En términos estructurales, es la política que, con matices y contradicciones, se impone en parte desde hace 10 años, en lugar de haber continuado y profundizado el reequilibrio hacia el mundo emergente, de la mano del fortalecimiento de la autonomía nacional y regional. A partir de esos años, Argentina y la región entraron en un pantano del que no logran salir. 

Original publicado en TEKTONIKOS: https://tektonikos.website/los-brics-y-el-cambio-en-el-mapa-del-poder-mundial/

Por Omar Ruiz(*)

“… Hoy todo es política internacional, que juega

dentro o fuera de los países, influenciando la vida de las naciones y de los pueblos en forma decisiva”.

Juan D. Perón, La Hora de los Pueblos, 1968

La política exterior de Argentina durante el gobierno del presidente Alberto Fernández, estuvo contextualizada por la pandemia, la guerra entre Rusia y Ucrania, el endeudamiento heredado y la sequía; y enmarcada en un mundo de interdependencia hegemónica, transición de la dominación económica- financiera anglosajona hacia el poder ascendente de China, resurgimiento de la geopolítica y el nacionalismo, expresada tanto en la disputa en Asia-Pacífico por el control del Mar de China y Taiwán, como en el anticolonialismo en Africa noroccidental, la guerra en Palestina y la proyección global de la OTAN como alianza ofensiva. En esta etapa analizar y, en el plano regional, por la vigencia de proyectos soberanistas en algunos países de América Latina, los intentos de recrear UNASUR y el debate del acuerdo MERCOSUR-UE; y se caracterizó por promover no sin algunas contradicciones, el interés nacional, los principios de soberanía, multipolaridad, multilateralismo, respeto al derecho internacional, integración regional, e inserción comercial.

Si bien el proyecto de Unión por la Patria fue derrotado electoralmente, en el balance de la política exterior de estos cuatro años se pueden destacar muchos logros, señalar errores y reafirmar desafíos para un futuro gobierno de este espacio político renovado.

En estos cuatro años Argentina estuvo integrada al mundo, tanto a Occidente como a Oriente, lejos de la crítica opositora que hoy gobierna y nos aleja de más de la mitad de la humanidad.

Las acciones del gobierno podrían enmarcarse en lo que Juan Carlos Puig denominó “autonomía heterodoxa”, enfoque apropiado para un país de tamaño medio como el nuestro, que reconoce la existencia de distintas potencias globales, no comparte algunos de sus lineamientos y preserva para sí intereses propios, teniendo presente que: 1) no hay políticas de poder sin poder, 2) que las necesidades del país en términos de intereses comerciales y/o renegociación de deudas implican en algunos casos ciertos condicionamientos geopolíticos y 3) que la política exterior y la política interna se influyen mutuamente según la relación de fuerza entre gobierno y factores de poder. 

Comenzando con la prioridad de la Política Exterior Argentina, respecto de “Malvinas” se desarrolló una política soberana que reafirmó en todo momento nuestros derechos sobre las dichas Islas, como también sobre Georgias del Sur, Sándwich del Sur y espacios marítimos correspondientes. Se denunció formalmente el acuerdo Foradori–Duncan de 2016 que era perjudicial para nuestros intereses, y se lo desactivó en la práctica en forma previa; además se logró una victoria diplomática sobre el Reino Unido al conseguir la inclusión del tema Malvinas en la declaración de la Cumbre CELAC – UE de 2023. Se crearon y aprobaron por ley, el Consejo de Estado de Malvinas con representación estatal y civil, la nueva Plataforma Continental y la capacitación obligatoria sobre Malvinas, acciones que mostraron la voluntad del gobierno de concientizar y transitar el camino de la recuperación pacífica del ejercicio efectivo de la soberanía sobre las Islas. Argentina, país marítimo, bicontinental y bioceánico debe profundizar sus acciones geoestratégicas y geoeconómicas en Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, por su importancia geopolítica y sus recursos naturales para el desarrollo del país.

El regreso de Luis Ignacio “Lula” Da Silva a la presidencia de Brasil permitió una sintonía fina entre los dos países más importantes de América del Sur sobre cuestiones tales como los desafíos de la multipolaridad, BRICS, UNASUR, CELAC y el proyecto de una moneda común para intercambios comerciales, entre otros temas.

Desde la presidencia Pro tempore de Argentina en el MERCOSUR, se impulsó un fortalecimiento del bloque regional, un aumento en el comercio intra regional, y la construcción de un bloque para contrapesar las asimetrías en las negociaciones comerciales con la Unión Europea y otros Estados. 

Alberto Fernández promovió el diálogo desde el “Grupo de Puebla” apoyando los procesos de integración regional.

Con el presidente Andrés Manuel López Obrador se acordó la iniciativa para la creación de la agencia espacial latinoamericana y hubo numerosas coincidencias en la Agenda de América Latina y el mundo. 

Asimismo, se profundizó la integración con los gobiernos de Uruguay, Paraguay y Chile, con este último se acordó continuar el proyecto de la red de fibra óptica para conectar el sur de nuestro continente con el sudeste asiático.

En estos cuatro años, Argentina, repudió el golpe de Estado en Bolivia, coordinó con México el salvoconducto del ex Presidente Evo Morales y su posterior asilo; apoyó al actual presidente Luis Arce e impulsó la incorporación plena de Bolivia al MERCOSUR. 

La victoria de Gustavo Petro, celebrada por nuestro gobierno, ha sido muy significativa para poner a Colombia en la línea de presidentes comprometidos con la Patria Grande.

El informe “Bachelet” sobre Venezuela tuvo a Argentina en su posición histórica en defensa de los derechos humanos, al mismo tiempo que rechazó a Juan Guaidó como presidente por su origen no democrático e ilegítimo. 

El presidente Alberto Fernández expresó en distintas reuniones, encuentros y foros virtuales, la necesidad de construir un orden mundial más justo y se pronunció por un capitalismo con rostro humano. 

Un logro importante de la gestión ha sido la decisión, demorada, de incorporarse al grupo de países BRICS, como una forma de adherir a los principios de un mundo multipolar y policéntrico. De mantenerse esta decisión, nos permitiría comerciar con un conjunto de países que representan el 22% de la superficie continental, el 42% de la población mundial, el 24% del PBI mundial y contribuyen con el 16% de las exportaciones y el 15% de las importaciones mundiales de bienes y servicios.

Con China, potencia en ascenso y destino principal de nuestras exportaciones, Argentina sostuvo sus relaciones políticas y comerciales no sin titubeos en temas como la energía nuclear y las centrales hidroeléctricas. Durante estos años China ha sido solidaria con Argentina en la Cuestión Malvinas. 

Con EE.UU., la agenda estuvo ocupada principalmente por el tema de la renegociación de la deuda externa, hubo coincidencias en temas como la lucha contra el cambio climático, y disputas por la Secretaría General de la OEA y la presidencia del BID. 

En el caso de Europa se puso un foco crítico sobre el acuerdo comercial MERCOSUR – Unión Europea, analizando su impacto sobre nuestro sector industrial y laboral, no obstante, la negativa de países como Francia para avanzar.

El presidente Alberto Fernández tuvo una diplomacia activa ante los principales países europeos, promoviendo el reclamo por un trato justo con las deudas de los países en desarrollo.

Con Rusia, que también ha manifestado un apoyo permanente a nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, se estrechó la relación a partir de la entrega solidaria de la vacuna “Sputnik” y se coordinó la solicitud de nuestro ingreso a los BRICS. Tenemos por delante el desafío de aumentar el intercambio comercial y avanzar en proyectos de integración espacial, militar y energética. 

Argentina expresó su apoyo al principio de integridad territorial de los Estados ante la intervención militar de Rusia en Ucrania, llamó a un cese de hostilidades, y pidió una mesa de negociaciones para alcanzar la paz en este conflicto, provocado por la pretensión de la OTAN de expandirse hacia las fronteras de Rusia.

En la guerra entre Israel y Palestina, Argentina condenó tanto los ataques del grupo Hamas contra la población israelí como la represalia de Israel en Gaza exigiendo el cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario. Este conflicto tiene un principio de solución, en el cumplimiento de las distintas resoluciones de Naciones Unidas que reconocen la existencia de dos Estados. Asimismo, Argentina, en el marco de la operación denominada “Regreso Seguro”, envió aviones Hércules C-130 con destino a Tel Aviv, para evacuar a más de mil argentinos.

Con India nuestro país avanzó en el fortalecimiento de la cooperación bilateral para incrementar el intercambio comercial y las inversiones, muestra de ello es la cifra récord de más de 5600 millones de dólares en el último año. India es el cuarto socio comercial de Argentina a nivel global (considerando el comercio bilateral total), luego de Brasil, China y Estados Unidos, y también cuarto destino de nuestras exportaciones. 

Durante estos años, ha sido evidente la falta de decisión para concretar e implementar algunas “declaraciones”, sirva como ejemplo la demora en la incorporación a los BRICS, la falta de decisión para impulsar el funcionamiento nuevamente de UNASUR, la indefinición en la compra de los aviones caza polivalentes y otras decisiones que debieron tomarse en materia de defensa. Estos titubeos no son sólo atribuibles a problemas presupuestarios, como siempre se intenta explicar, sino, producto de no saber qué hacer, ante las presiones geopolíticas. Es preciso definir, en que áreas y temas se avanzará con cada potencia internacional.

En Argentina el signo político de gobierno ha cambiado, y todo confirma un alineamiento absoluto con el mundo anglosajón, en un regreso a las “relaciones carnales” de los años 90 con la consiguiente pérdida de autonomía en materia de política exterior y las consecuencias económicas por el debilitamiento de las relaciones con China y Brasil. La violencia verbal (agresión al Presidente de Colombia, Gustavo Petro), las concesiones en materia de soberanía en Malvinas (diálogo con David Cameron) y la torpeza diplomática (poner en cuestión el principio de una sola China con el acercamiento a Taiwán), son muestras claras del delirio y la deriva; y de una posición alejada del interés nacional y que conduce claramente al aislamiento internacional.

A pesar del péndulo de nuestra política exterior, seguimos pensando que Argentina debe asumir como Política de Estado, liderar junto a Brasil un proceso definitivo de integración política, institucional, social, energética, militar, financiera, comercial y ambiental que permita a nuestra región convertirse en un actor con capacidad de influencia mundial. Argentina, para poder incidir en los grandes temas de la agenda internacional como la seguridad internacional y la paz, la crisis climática y el cambio energético, la deuda externa, necesariamente deberá hacerlo desde la integración regional. En este camino resulta clave el fortalecimiento del MERCOSUR, recuperar UNASUR y la incorporación definitiva de Argentina a los BRICS, para contribuir a la construcción de un mundo más humano, sostenible e igualitario.

Omar Ruiz

Magister en Relaciones Internacionales

Ex Legislador Provincial Provincia Cordoba

Red de Capacidades Nacionales

Colaborador de Dossier Geopolitico

Con la incorporación de cinco países la asociación de potencias emergentes duplicó el número de sus miembros y adquirió un peso económico y político insoslayable en el futuro inmediato.

Por Eduardo Vior Analista Internacional colaborador de Dossier Geopolitico

Desde el 1º de enero pasado BRICS tiene diez miembros, habiendo duplicado el número de socios en un abrir y cerrar de ojos. Otros 23 países han solicitado su adhesión1 al pacto de naciones emergentes. La excepción es Argentina, cuyo gobierno libertario rechazó la invitación2 a incorporarse a la asociación. Se especula mucho sobre quién pierde y quién gana con esta ausencia, así como sobre las razones por las que Javier Milei se ha rehusado a ingresar al bloque de potencias intermedias. A juicio de este observador, todos pierden, aunque el foro de países emergentes haya ganado mucho con su agrandamiento y nuestra querida Patria haya quedado varada en seco, cual ballena arrastrada por la marea.

Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía se han incorporado a BRICS de pleno derecho. “Este es un claro indicio de la creciente autoridad de la asociación y de su papel en los asuntos mundiales”, señala la información publicada este 1° de enero por la Presidencia de Rusia, Estado que acaba de asumir la presidencia rotativa del bloque3. Después de anunciar la incorporación de los nuevos asociados, Vladímir Putín declaró que “cada vez hay más partidarios y Estados afines que comparten los principios subyacentes”.

El mandatario ruso subrayó como mayores prioridades para su liderazgo pro tempore la interacción en el campo de la ciencia, la alta tecnología, la salud y la ecología, así como la cultura, el deporte y los intercambios juveniles. Además, Putín resaltó que la dirección de su país tendrá como lema “fortalecer el multilateralismo para un desarrollo y una seguridad equitativa”. El mandatario dijo que durante su presidencia se adoptarían “todas las medidas posibles” para que, “preservando las tradiciones y guiándonos por la experiencia acumulada por la asociación en los años anteriores, contribuyamos a la integración armoniosa de nuevos participantes en todos los formatos de sus actividades”. El presidente ruso indicó también que a los otros países que han pedido incorporarse se les ofrecerá la “categoría de Estados socios”.

En la actualidad, el bloque representa 42% de la población del planeta, 30% del territorio y 23% del PBI global. También concentra 42% de la producción mundial de petróleo y 55% de las reservas de gas natural. Estos datos muestran el potencial de BRICS, para impulsar la desdolarización de las transacciones internacionales que ya se ha puesto en práctica en numerosos acuerdos bilaterales, como los firmados entre Rusia y China utilizando el yuan y el rublo, y entre Brasil y China4, con sus respectivas monedas. La creación de sistemas de pago alternativos es precisamente uno de los focos de la presidencia rotatoria rusa en el grupo.

Además del 42% de las reservas de petróleo, los 10 países que integran BRICS producen 68% del uranio enriquecido del mundo y predominan masivamente en el desarrollo de recursos renovables: sólo China concentra 55% de las inversiones mundiales en energías limpias y 70% en paneles solares. Brasil, por su parte, tiene la matriz energética más diversificada del mundo.

Seguramente, en la medida en que el bloque crece e incorpora países de tradiciones, sistemas, creencias y liderazgos muy variados, será muy difícil hacerlo funcionar establemente de acuerdo a normas geopolíticas y comerciales más justas, sostiene el analista internacional venezolano Sergio Rodríguez Gelfenstein5. Según él, BRICS debe concentrarse en alcanzar una verdadera reforma del sistema monetario y comercial internacional, especialmente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).

A su vez, según el profesor Fulufhelo Netswera6, de la Universidad de Durban (Suráfrica), dijo a Sputnik, es probable que Rusia “lidere iniciativas para fortalecer la arquitectura de seguridad de los BRICS, tanto económica como política”“Es prudente que la presidencia rusa de los BRICS dé prioridad a mecanismos prácticos para abandonar completamente el dólar estadounidense como medio de comercio internacional”, agregó Netswera.

Además del enorme peso que BRICS adquiere ahora en la economía de la energía, el bloque acaba de sumar a importadores netos de cereales como Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos (EAU), lo que prácticamente equipara dentro del grupo la producción y el consumo de los principales cereales. La asociación, entonces, podría crear su propia plataforma comercial intercambiar cereales dentro del grupo sin utilizar el dólar estadounidense7, tal como propuso recientemente una carta de la Unión Rusa de Exportadores de Cereales al Ministerio de Agricultura. Según la organización, los cinco países que antes componían BRICS produjeron durante 2023 un total de 1.170 millones de toneladas de cereales (42% de la producción mundial) y consumieron 1.100 millones de toneladas (40% del total mundial). Tras la ampliación, en tanto, el grupo producirá 1.230 millones de toneladas anuales (44% del monto global) y el consumo se acercará a la producción, es decir, 1.220 millones de toneladas (también 44%).

“El 25% del comercio mundial de trigo se hace con trigo ruso”, ejemplificó ante Sputnik Vladímir Petrichenko, director general de la empresa analítica ProZerno. “Del mismo modo, más de 25% del comercio de maíz se hace con grano brasileño. Además, cerca de 58% del comercio mundial de soja se realiza con la producción brasileña”, agregó. “China es el mayor comprador mundial de maíz y trigo, Egipto, por su parte, es un gran comprador de trigo, aunque en menor medida que compra 12 millones de toneladas al año. Ahora se ha añadido Arabia Saudita, el principal comprador de cebada. Pero aun así, las materias primas clave son el trigo, el maíz y la soja. Y para todas ellas los países que se incorporaron en enero ofrecen un mercado enorme”, destaca el experto.

Los países BRICS representan una gran parte y en algunos casos más de la mitad del mercado de estos productos agrícolas, señaló el experto. “En resumen, esta fruta está madura para ser recogida”, subrayó Petrichenko.

En base a estos datos el presidente de la Unión Rusa de Granos, Eduard Zernin, propuso la fundación de una Bolsa de Cereales de BRICS que haría la competencia al monopolio que ejerce la Bolsa de Chicago. En su opinión, Moscú podría ser el proveedor de última instancia”, al que “podrían unirse más adelante otros exportadores netos”“Estamos en condiciones de crear nuestra propia plataforma de negociación con liquidaciones en cualquiera de las divisas de los países BRICS y, en el futuro, en una divisa de compensación especial en Rusia o en uno de los países con un sistema financiero sólido y una divisa libremente convertible distinta del dólar”, argumentó Zernin.

Sin embargo, crear un ente de esta naturaleza requiere una estrecha colaboración entre operadores públicos y privados. Una vez abandonado el dólar estadounidense, el grupo tendría que elegiruna moneda de compensación adecuada.

Según la opinión de Petrichenko, los países hostiles a Rusia se resistirán enérgicamente a este proceso. “[Rusia] ya ha desplazado considerablemente a EE.UU. y la UE en el mercado del trigo”, señaló el experto. “Brasil también ha superado a EE.UU. en el mercado del maíz. Al menos ahora Brasil exporta más maíz que Estados Unidos. Y en el mercado de la soja es desde hace tiempo el número uno. Por lo tanto, habrá una resistencia y un sabotaje muy fuertes por parte de los comercializadores que están perdiendo posiciones», añadió.

En este contexto se entiende fácilmente por qué para algunas empresas exportadoras de commodities es imprescindible que en Buenos Aires haya un gobierno reaccionario que frene a toda costa la incorporación de Argentina a BRICS: las pocas grandes corporaciones que controlan la exportación de cereales argentinos (Cargill, Oleaginosa Moreno, Cofco, Bunge, AGD, ADM, Dreyfus y ACA) son más empresas rentísticas, que medran con el intercambio y se enriquecen especulando en dólares, que emprendimientos productivos. Si Argentina saliera de la zona del dólar y entrara en mercados regulados con espacios limitados para la especulación, se hundiría su negocio principal. Por eso financiaron a un candidato que propone atarnos al dólar. Para los países miembros de BRICS, la no incorporación de Argentina al grupo supone la pérdida de un jugador importante en el mercado alimentario mundial y un futuro gran exportador de gas. Por ello, China se apresuró a reorientar sus compras de soja hacia Brasil8. Muy probablemente, en el futuro próximo los países de BRICS castiguen al régimen oligárquico de Buenos Aires aumentando sus compras dentro de la asociación. Para el bloque de países emergentes el no ingreso de Argentina implica una pérdida importante, pero para nuestro país probablemente sea una catástrofe añadida al caos que está provocando el régimen golpista.

Eduardo Vior Analista Internacional

Este deterioro en la Unión Europea ha estado marcado por una crisis económica profunda, causada por haber seguido absolutamente todas las directrices que Washington dio a Bruselas para enfrentar a la Federación de Rusia. Así lo entiende el director de Dossier Geopolítico Carlos Pereyra Mele.

Javier Benitez de Radio Sputnik entrevista a Carlos Pereyra Mele

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Europa ‘no existe’

Según Pereyra Mele, «el problema de la Unión Europea [UE] es que siempre careció de política exterior, porque se la marcan desde EEUU y Reino Unido». «No tiene política de defensa, porque la manejan EEUU e Inglaterra a través de la OTAN».

Pero los problemas estructurales y de soberanía del bloque comunitario no se detienen allí. En este sentido, el analista añade que «en política monetaria, [la UE] tiene una moneda propia que va a la zaga de lo que pasa con el dólar, y que a su vez se ha visto con fuertes cimbronazos desde el año 2012, cuando hubo una fuerte crisis del euro, a partir de la cual empezó a darle a la maquinita [imprimir billetes] para seguir sobreviviendo con una moneda que cada vez vale menos«.

«Todo ese combo ha hecho que la UE deje de ser la alternativa que supuestamente soñaron sus fundadores, que era crear un poder continental y enfrentarse a las otras potencias continentales, como EEUU, China, Rusia y la misma India», concluye Pereyra Mele.

El experto explica que «los cambios tectónicos que durante 15 años se vinieron analizando, exponiendo, a nivel internacional, se han acelerado, se han profundizado y hoy en día están en una clara demostración de que el mundo realmente ha cambiado. Lo que era en su momento una tesis, con una antítesis – que eran los grupos occidentales que intentaban imponerse, como siempre había sido, sobre el sur global–, ha dado como resultado una nueva situación».

«Esta nueva situación es que el sur global ha logrado empezar a salir de la tradicional dependencia histórica a la que lo sometió Occidente. El sur global no es una posición geográfica, es una demostración de que vuelven a surgir muchos pueblos que fueron dominados, colonizados, controlados, explotados, en muchos casos, tremendamente atacados, como fueron los viejos imperios asiáticos, especialmente el de China, el de India, etc., así como numerosos pueblos africanos. Y todo eso pareció que era a perpetuidad, y la realidad es que la historia no se detiene, y fue marcando una nueva realidad que arranca en este siglo XXI», detalla el analista.

Pereyra Mele concluye que «los BRICS son una versión contrapuesta al proyecto anglosajón norteamericano y sus socios europeos de beneficiarse con la globalización. Ahí podemos encontrar a los BRICS».