En el marco de la recesión geopolítica[1] actual del orden mundial (Bremmer) tanto las administraciones de Obama como la de Trump buscaron abordar los mismos imperativos y dilemas estratégicos de la relación hacia China, sin embargo destacándose distintos enfoques tácticos, en base a la diversidad ideológica entre las dos gestiones presidenciales.
(Gran) Estrategia y Cultura Estratégica
La Gran estrategia estadounidense busca combinar el interés estadounidense por un orden global geoeconómico “abierto” de la hegemonía liberal junto con una estrategia de mantenimiento de la supremacía geopolítica.
La cultura estratégica y el declive de la hegemonía estadounidense se han tratado en los trabajos de los académicos neorrealistas como Posen[2], Stephen Walt[3]y John Mearsheimer[3], Robert Kaplan[4]. Estos autores coinciden en que la Gran Estrategia de Estados Unidos desde el final de la Guerra Fría, con su “ala” de estrategia de Hegemonía Liberal, ha fracasado, porque ha sido esencialmente demasiado ambiciosa ya que buscaba difundir y, a veces, hacer cumplir los valores liberales en todo el mundo a expensas de su poder nacional. Pero la visión compartida de estos académicos omite un aspecto muy relevante como sostiene Christopher Layne [5]:
Se debe menos por su política excesivamente ambiciosa y más por la apertura del orden mundial y a la competencia del libre mercado propia de hiper-globalización lo que a largo plazo harán que “la gran estrategia hegemónica (liberal) haga que Estados Unidos este menos seguro” provocando complejos dilemas geopolíticos.
El dilema chino: Capitalismo de Estado y Empresas de Participación Estatal
Esto es lo que ha sucedido, por ejemplo, con el ascenso de China, cuya apertura fue defendida en su momento por los decisores estadounidenses como parte de la construcción de un orden global liberal.
El ascenso de China ha hecho que la síntesis entre intereses en pugna (nacionales vs globalistas) sea un trabajo cada vez más desafiante, porque China representa tanto un socio como un rival para Washington.
En particular, los decisores políticos en Washington, DC sienten que el poder estadounidense se ve socavado por el capitalismo de Estado chino y, más concretamente, las empresas de propiedad estatal (SOE-EPE) de Beijing, ya que se convierten en instrumentos de supremacía económica y geopolítica en sectores estratégicos como la alta tecnología.
De hecho, el ascenso de China como actor internacional de primer nivel ha puesto de relieve la tensión entre las dos almas de la gran estrategia estadounidense: el globalismo y la supremacía geopolitíca nacional.
En el pasado, el éxito económico de estados competidores como Alemania y Japón no podía traducirse en aspiraciones geopolíticas dado que estos aceptaron un desarme posterior a la Segunda Guerra Mundial que finalizo sus aspiraciones geopolíticas.
Sin embargo, la estrategia geopolítica revisionista de su mejor amigo y ahora peor enemigo, China es un desafío supremo en comparación con otros rivales. China ahora cuenta con una renovada capacidad militar en el pacifico, absorbe grandes cantidades de deuda externa estadounidense, y con una clase media en crecimiento y un enorme mercado interno, hacen que sea difícil:
“mantener al mundo lo suficientemente abierto para los negocios globales y norteamericanos, sin prevenir que surgimiento de ningún otro desafiante” Harvey [6]
Si bien la política exterior estadounidense muestra que existe una continuidad con respecto a sus objetivos estratégicos, cada administración perseguirá esos objetivos de modo táctico. Limitaciones estructurales sintetizadas en la conceptualización de Ian Bremmer de recesión geopolitíca, que plantea la difusión del poder global y declive del orden trans-atlántico liberal norteamericano a largo plazo.
El respaldo empírico de estos argumentos puede observarse al comparar los enfoques de política económica exterior de Obama y Trump hacia China.
Por un lado, Obama buscó encontrar un equilibrio favorable entre los intereses geopolíticos y geoeconómicos apoyándose en un enfoque multilateral y globalista. Esto se puede ver en sus esfuerzos por promover la Asociación Transpacífica (TPP) con el fin de contrastar las empresas estatales chinas en las áreas de alta tecnología e Internet y, más en general, socavar el capitalismo de estado de China intentando imponer mayor apertura económica.
Por otro lado, Trump, coherentemente con sus puntos de vista más nacionalistas, se ha dirigido hacia China llevando una política bilateral y confrontativa en búsqueda de la supremacía geopolitíca. Esto ha llevado a su administración a aumentar los aranceles sobre decenas de miles de millones de exportaciones chinas para y tomar represalias contra la competencia de las empresas estatales chinas en áreas sensibles.
Conclusiones
La estrategia estadounidense de Hegemonía Liberal ha contribuido al surgimiento de rivales económicos y geopolíticos sistémicos, como China recientemente. Se argumentó que el ascenso de China como actor internacional relevante ha hecho de este ejercicio de síntesis entre nacionalismo (primacía del interés nacional) y globalismo (un orden geoeconómico abierto) una tarea extremadamente desafiante para Estados Unidos porque China se ha convertido tanto en socio como en enemigo. En particular, la hegemonía de los Estados Unidos se ve desafiada por el entrelazamiento estratégico de China entre el poder político y las industrias clave (empresas de propiedad estatal).
Por lo tanto, los tomadores de decisiones políticas estadounidenses, desde Obama hasta Trump, entendieron que el capitalismo de estado chino es su principal fuente de poder, y por tanto una amenaza. Bajo este esquema analítico, se demostraron las diferencias entre las administraciones de Obama y Trump en su enfoque de la política económica exterior hacia China. Aunque adoptaron tácticas radicalmente diferentes, tanto Obama como Trump persiguieron objetivos estratégicos similares. Obama, sin embargo, puso más énfasis en el multilateralismo, mientras que Trump prefirió un enfoque bilateral y más confrontativo.
Referencias y bibliografía
[1] Bremmer, Ian. (2018) “geopolitical recession has arrived and the US-led world order is ending”.
[2] Posen, B. R. and Ross, L. A. (1996) Competing Visions for U.S. Grand Strategy, International Security, Vol. 21, No. 3, pp. 5-53.
[3] Walt, S. M. (2018) The Hell of Good Intentions: America’s Foreign Policy Elite and the Decline of U.S. Primacy, New York: Farrar, Straus and Giroux. Pág 54.
[4] Kaplan, R.D. (2019) America Must Prepare for the Coming Chinese Empire: https://nationalinterest.org/feature/america-must-prepare-coming-chinese-empire-63102
[5]Layne, C. (2007)The Peace of Illusions: American Grand Strategy from 1940 to the Present, Ithaca and London: Cornell University Press. Pág 7.
[6]Harvey, D. (2003) The New Imperialism, US: Oxford University Press. Pág 84.
Juan Martin Gonzalez Cabañas es cientista político, Analista de Dossier Geopolítico, de analista de Vision & Global Trends integra el staff de la Universidad Nacional del Nordeste, Argentina. investigador asociado de Lab GRIMA
LabGRIMA-UFPEL 154 Alberto Rosa Street, Room 325 – ZIP Code 96010-770 Post Box 91 – Pelotas – RS ZIP Code 96010-761 – Brazil
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