En un mundo multipolar, que acentúa su recomposición geopolítica en medio de la pandemia, ocurrieron en estos días dos hechos trascendentes: las elecciones en Estados Unidos, aún de resultado incierto, y la reunión del Comité Central del Partido Comunista Chino que tomó decisiones importantes para el futuro de esa nación. El interrogante principal para los argentinos es cómo pueden influir estos hechos en nuestro país y en la región. Para hablar de este tema nos comunicamos con Eduardo Vior, doctor en Ciencias Sociales y periodista especializado en América Latina y política internacional.
En cuanto al resultado electoral en los Estados Unidos, Vior vislumbra la posibilidad de una disputa larga, en los tribunales. “Los republicanos están impugnando los conteos en varios estados y esto puede llegar a la Corte Suprema o a un proceso parlamentario. Es un tema complejo de la legislación electoral norteamericana. En Estados Unidos no es el pueblo quién elige al presidente y al vicepresidente, sino un colegio electoral. En la mayoría de los estados, si vos tenés el 50,1 % de los votos te llevás todos los electores, aunque el otro tenga el 49.9%. Hay muy pocos estados con representación proporcional. En Wisconsin, hay una diferencia de 30.000 votos a favor de Biden. Hay margen de error, aunque no haya fraude. No me parece ilógico que los republicanos pidan el recuento de votos allí.”
En cuanto a cómo puede influir en nuestra región el resultado de la elección, Vior estima que no hay grandes diferencias entre uno y otro candidato. “El aparato del Estado Profundo, —el Pentágono, el complejo militar industrial, los servicios de inteligencia, las corporaciones militares privadas — tienen intereses repartidos en ambos bandos. Más del lado de los demócratas que el de los republicanos. Quiero recordar que Donald Trump es el primer presidente desde 1898 que no empieza ninguna guerra. Siguió con algunas que ya estaban instaladas: Afganistán, la presencia en Irak, en Siria para robarse el petróleo, la intervención de tropas norteamericanas en distintos frentes de África. Esas cosas se mantuvieron, pero no inició ninguna intervención de gran calibre. Hay dos razones. Una ideológica: es consciente de la debilidad de los EEUU y sabe que no pueden seguir metiéndose en todas partes. Hay también un problema que probablemente sea de negocios. Les dijo a los generales ‘ustedes quieren hacer guerras para favorecer a sus amigos del complejo militar industrial y, después de destrozar a los países, a sus amigos de las empresas constructoras’. Tal vez porque no pudo meter a sus propias empresas de construcción”.
En cuanto a la influencia de la elección sobre el Comando Sur, la unidad militar estadounidense que actúa sobre nuestra región, el periodista observa: “Desde la reforma de las Fuerzas Armadas norteamericanas, en 2002, los comandos regionales han adquirido absoluta autonomía. Son como virreyes a la usanza colonial. Los comandantes de esos cuerpos, que incluyen a las cuatro fuerzas armadas, tienen una autonomía muy grande para hacer política en sus respectivas regiones. Viendo a la gente que Biden puso en su equipo de relaciones exteriores, funcionarios muy importantes de los gobiernos de Obama y de Bush, puede estimarse que los demócratas les quitarían autonomía a las unidades regionales. Se supone que los demócratas van a fortalecer las alianzas como la OTAN, el pacto en el Pacífico con Australia y Nueva Zelanda, y van a intentar volver a mecanismos más multilaterales, en América Latina, como la OEA.”
“En cuanto a la política hacia América Latina no creo que cambie mucho, creo que van a mantenerse la llamada guerra contra la droga y la agresión a Venezuela”, continúa. “También la oposición objetiva con la Argentina por razones que son independientes de la voluntad de los actores: nuestro país es competidor de los Estados Unidos en el mercado mundial. Exportamos productos que ellos también pueden exportar y venimos consolidando una relación muy estrecha con China y con Rusia que, a Estados Unidos y al alto mando brasileño, pueden no gustarles. Este fin de semana asume la presidencia de Bolivia Luis Arce. Alberto Fernández viaja allá, se va a encontrar con Nicolás Maduro, y probablemente estén Vladimir Putin y Xi Jinping. Pero no da para entusiasmarse con ideologías. Ni ‘vamos a aumentar el club de los amigos’ ni enfurecerse ‘los comunistas, los comunistas’. Si Argentina quiere tener un desarrollo mínimamente independiente, tiene que encontrar la forma de arreglar y regular sus conflictos con los EEUU, porque son absolutamente inevitables. Están planteados en la geopolítica norteamericana desde hace más de 80 años. Ellos tienen muy claro que tienen que evitar la integración del sur de América, fundamentalmente Argentina, Brasil y Chile. Tenemos que tratar de resolver esos conflictos de un modo no perjudicial para nosotros.”
El especialista se refirió también a la reciente reunión del Comité Central del Partido Comunista Chino donde se tomaron decisiones de gran importancia para su país, pero también para el nuestro. “Esas reuniones del Partido Comunista, órgano directivo y orientador del Estado y de las Fuerzas Armadas, hacen una evaluación de la marcha del gobierno y proponen medidas que se presentarán en la reunión de primavera boreal del Congreso Nacional del Pueblo Chino, el órgano legislativo máximo de ese país. Esta vez, se reunieron para proponer el nuevo plan quinquenal 2021 – 2025 y, lo más interesante, para formular una línea de desarrollo a 2035. ¿Por qué? Porque desde que asumió Xi Jinping, en 2012, se propuso convertir a China en una democracia socialista con bienestar al estilo chino para 2049, cuando se cumplan los 100 años de la República Popular. Convertirla en primera potencia mundial, eliminar completamente la pobreza y darle un estado de bienestar a toda su población. Lo que celebraron es que, en este año. se adelantaron en una década a los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas que preveían la erradicación de la pobreza absoluta en el 2030. Incorporaron a 55 millones de pobladores rurales a un estado de pobreza digna.”
Vior señala que, en lo que a nosotros nos atañe, el Comité Central dio cuenta del conflicto inevitable con los EEUU. Prevén que para desarrollarse tienen que cerrar determinadas áreas de suministro estratégicas, como los semiconductores, afectados por las sanciones norteamericanas, y la biotecnología. Basarse en los propios esfuerzos, lo que no quiere decir cerrar fronteras, sino potenciar al máximo el propio espacio económico, que hoy abarca toda Asia, se extiende a Europa y a los países que se han asociado al proyecto de la nueva ruta de la seda. Argentina se incorporó la semana pasada al Banco Asiático de Inversión e Infraestructura, o sea que estamos entrando en el espacio económico de la República Popular China. Eso nos da la posibilidad de desarrollar nuestro comercio, exportar variedad de productos a China, y que vengan inversiones. Por ejemplo con el litio, ahora se nos presenta la oportunidad de negociar los yacimientos de la Puna junto con Bolivia. Todo eso hay que negociarlo muy bien, porque son grandes corporaciones chinas con gran poder económico y político. No se puede ser inocente. Es un espacio muy importante, pero hay que sacar las conclusiones políticas adecuadas. Si nosotros hacemos eso vamos a conflictos con el actual régimen brasileño, con los Estados Unidos y con Gran Bretaña en el Atlántico Sur. Hay que tenerlo en cuenta y sacar las conclusiones adecuadas”, subraya.
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