Por OMAR RUIZ (*)
Este 2 de abril se cumplen 40 años de la recuperación de nuestras Islas Malvinas y el pasado 3 de enero, 189 años de su usurpación y ocupación ilegal por el Reino Unido. Estas fechas significan un homenaje a nuestros héroes, a los que dieron su vida, a los ex combatientes y veteranos de guerra, y una ratificación de nuestros derechos sobre las mismas. Para fortalecer nuestra estrategia de recuperación definitiva, debemos además de insistir en el diálogo para que asuman su obligación de negociar, a los fines del reconocimiento de nuestra soberanía sobre Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y espacios marítimos e insulares correspondientes, sostener y profundizar el enfoque geopolítico que el Presidente Alberto Fernández con la gestión del Secretario de Malvinas, Guillermo Carmona, le han dado, junto a la importancia geoestratégica y geoeconómica que el Atlántico Sur y Antártida representan para nuestro país.
La Argentina bicontinental y oceánica se encuentra en un escenario caracterizado por las tensiones que se producen en la configuración de un mundo multipolar
La Argentina bicontinental y oceánica se encuentra en un escenario caracterizado por las tensiones que se producen en la configuración de un mundo multipolar, con la transición de la hegemonía económica y comercial de EE.UU. hacia China y las acciones disruptivas de Rusia para contener la expansión de la OTAN y establecer los límites de una nueva arquitectura de seguridad mundial. En un poco más de tres décadas el mundo tendrá un tercio más de habitantes, la mayoría se concentrará en Asia, con lo cual se incrementará el consumo de agua dulce y se encarecerá el precio de la misma, habrá más demanda de alimentos, disminución de suelo cultivable y aumentará la demanda de energía.
Nuestro país debe prestar especial atención al Atlántico Sur por su valor geoeconómico representado por los recursos naturales: pesqueros, (calamar, langostino y merluza en uno de los mayores caladeros del mundo), minerales (magnesio, cobre, níquel y cobalto fusionados en nódulos polimetálicos), minerales críticos y tierras raras (litio, titanio, diamantes, oro, coltán) de uso para la industria de baterías, (celulares y automóviles), misiles y aeroespacial, junto a la mayor reserva de agua potable del mundo en la Antártida, hidrocarburos (gas y petróleo) y las rutas comerciales por donde se traslada parte del petróleo que va de Medio Oriente a Europa y parte de las importaciones de EE.UU.
Desde el punto de vista geoestratégico, Malvinas le permite al Reino Unido proyectar su poder hacia tres continentes, América del Sur, África y Antártida y hacia cuatro océanos, Atlántico, Antártico, Índico y Pacífico
Desde el punto de vista geoestratégico, Malvinas le permite al Reino Unido proyectar su poder hacia tres continentes, América del Sur, África y Antártida y hacia cuatro océanos, Atlántico, Antártico, Índico y Pacífico. El eje Londres, Peñón de Gibraltar, Islas Ascensión, Santa Helena, Tristán de Acuña, Malvinas, Georgias del Sur, demás islas y Territorio Antártico Británico es la hoja de ruta de la fuerza naval británica, permitiéndole controlar el mar, costas y espacio aéreo del Atlántico Sur, que junto a la base aérea de Monte Agradable en Malvinas forman parte del dispositivo de la OTAN, ya que si bien el R.U. se alejó de la Unión Europea a través del “BREXIT” no lo hizo de esta organización. La OTAN se está conformando globalmente, y el Reino Unido hoy “Global Britain”, con su comando naval en el Atlántico Sur significa una amenaza para la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZPCAS integrada por 24 países de Suramérica y Africa). En la disputa entre China y AUKUS (Australia, R.U. y EE.UU.) esta última puede desde la base de Monte Agradable, vía el océano Indico (isla de Diego García – Chagos), conectar un puente militar para contener la “nueva franja y ruta de la seda”.
El complejo militar industrial inglés influye en la política exterior y de defensa, en este caso utilizando el Atlántico Sur para su militarización, a modo de ejemplos, las apariciones a partir del año 2003 del submarino nuclear “Vanguard” en el Atlántico Sur con capacidad para transportar armamento radiactivo, el destructor de última generación “Dauntless” de tipo 45, los aviones de quinta generación “Eurofighter Typhoon II” con radio de acción hasta el sur de la provincia de Buenos Aires y toda la Patagonia, y los ejercicios militares con misiles “Rapier”. Además, la presencia del Submarino a propulsión nuclear “Greeneville” de EE.UU. que hace unos meses y de “casualidad” se encontró con una nave de la flota del RU en el Atlántico Sur, tiene también implicancias y riesgos para el medio ambiente.
Cabe recordar que recientemente la Guardia Costera de Estados Unidos, con el respaldo del Comando Sur, llevó a cabo la Operación Cruz del Sur dirigida al combate de la pesca ilegal en el Atlántico Sur.
Cabe recordar que recientemente la Guardia Costera de Estados Unidos, con el respaldo del Comando Sur, llevó a cabo la Operación Cruz del Sur dirigida al combate de la pesca ilegal en el Atlántico Sur. El anuncio en 2020 del primer ministro Boris Johnson en la cámara de los comunes de incrementar un 40 % el arsenal nuclear del RU, la reciente creación de un comando espacial, la modernización de los complejos militares ubicados en Santa Elena y Tristán de Cunha, el proyecto de un puerto de aguas profundas en Malvinas, y la construcción de un muelle logístico en las Islas Georgias del Sur conforman un cuadro más que preocupante para la paz y la seguridad en el Atlántico Sur. La presencia de armas nucleares durante la guerra de Malvinas, como lo demuestran archivos desclasificados del R.U. y los desplazamientos de submarinos y buques con capacidades nucleares durante estas últimas décadas, contravienen distintas normas de Derecho Internacional Público, como el Tratado de Tlatelolco del 14 de febrero de 1967.
Para recuperar, defender y consolidar nuestra soberanía e intereses vitales en Malvinas, Atlántico Sur y Antártida, resulta fundamental que Argentina decida sostener una diplomacia activa, desarrollar su economía, hacer conocer sus derechos, construir poder infraestructural en la Patagonia, contar con capacidades nacionales, científicas, tecnológicas y militares, poder de disuasión, presencia y control en el Atlántico Sur, obstaculización y penalización de las actividades económicas ilegales en nuestros mares y subsuelo por parte del gobierno ilegítimo de las Islas y el ofrecimiento de acciones humanitarias a su población. Malvinas nos debe unir.
(*) Omar Ruiz (Legislador Provincial mc, Magister en Administración Pública, Magister en RRII, Diplomado en Defensa, Profesor Derecho Internacional Público, Córdoba Progresista, Grupo San Juan, Red de Capacidades Nacionales)
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