El colaborador de Dossier Geopolítico en Madrid, Eduardo Bonugli, nos habla en el Club de La Pluma de esta semana, del EMIGRANTE IMPERIAL, en un audio que relaciona a este personaje de la emigración en Europa, con la repetida campaña de desgaste del poder financiero y occidental contra los gobiernos democráticos en Latinoamérica, cuando no son obedientes y si son incómodos a sus estrategias. La misma campaña de siempre centrada en dramatizar con la leyenda de que la juventud huye en masa del país por culpa de ese gobierno, que las mentes brillantes se van al extranjero para alejarse de la chusma que manda, o que los más inteligentes y preparados escogen el exilio ante la nueva dictadura populista.
Y nos cuenta que este Emigrante Imperial es un personaje especialmente desagradable, al que tiene la repetida desgracia de encontrarlo y de sufrirlo sobre todo en España y desde hace 40 años. El mismo que se traga el espejismo de que todo lo extranjero es mejor. Casi siempre argentino, aunque no falten de otros países latinoamericanos, con discursos clasistas y racistas. El típico oligarca de falsa bandera, aquel del quiero y no puedo. El del medio pelo. A quién lo define como cheto, pretensioso, engrupido y soberbio. Que viaja con un fondo de dinero de “los papis”, mientras fantasea con una fortuna rápida que termina casi siempre en un regreso silencioso y vergonzante, cantando como Julio Sosa, “… vuelvo vencido a la casita de mis viejos”
Que va por allí como pidiendo perdón por ser sudamericano, proclamando un europeísmo tan impostado como imposible, y que teme ser confundido con los cabecitas negras. Dominado por la obsesión del SUEÑO EUROPEO.
Un mensaje que penetra en el inconsciente colectivo del viejo continente y que germina al calor de una prensa que lo magnifica y lo impone como una verdad conveniente, para ensuciar la imagen de los países que eligen gobiernos democráticos, rebeldes y diferentes a los que el sistema apadrina.
Luego, nuestro colaborador se sumerge en el mundo real de la emigración, lleno de mujeres y hombres que no le hacen asco al sacrificio, por salarios muy justos y muchas veces en negro, con una pesada mochila de injusticias, mientras crean una familia en soledad, ayudan a su seres queridos y lejanos, arrastran el cruel desarraigo y ven cómo sus sueños e ilusiones quedan encerrados en las viejas maletas del primer viaje.
Tal realidad confirma que semejante desafío no está hecho para “los hijos de papá”, para los niñatos caprichosos y clasistas, ni para los acomplejados que desprecian a su país y a sus gentes.
Finalmente, Eduardo cierra la columna con datos concretos y cuentas claras que corrigen esos cantos de sirena. Con una realidad que es muy diferente a la leyenda. Y que si ocurre el milagro de conseguir un trabajo legal, se comprueba con fatalismo de que casi siempre, un salario no alcanza para salir de la pobreza.
Carlos Pereyra Mele (13/02/22)
Director de Dossier Geopolítico
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