Por el Prof. Dr Miguel Ángel Barrios

En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Ecuador el próximo domingo 11 de  abril, el pueblo ecuatoriano tendrá que elegir entre los candidatos Guillermo Lasso y Andrés  Arauz. 

Guillermo Lasso representa a los sectores neoliberales que desean la continuidad de la  política del actual Presidente Lenin Moreno y el candidato Andrés Arauz, joven de 35 años  y que fuera Ministro de Economía de Rafael Correa en la última fase de su gobierno que  virtualmente representa la posibilidad de un regreso de una nueva oleada de la Patria Grande. 

Correa desde una cuenta de Twitter con más de 3,4 millones de seguidores es la punta de  apoyo y lanza. 

Por eso, para entender qué se juega en Ecuador, conviene comprender a Rafael Correa desde  la historia misma de Ecuador, para no quedar enredados en las trampas comunicacionales de  los medios de desinformación.  

El 24 de mayo de 1822, el Mariscal José Antonio Sucre derrota a los realistas en las faldas  de Pichincha, Esta batalla definió el rumbo definitivo de las guerras libertadoras y el destino  del Libertador Simón Bolívar. Y de alguna manera, decidió a San Martin a materializar la  famosa entrevista de Guayaquil con Bolívar. Fue una auténtica batalla suramericana y  geopolíticamente existe un antes y un después de Pichincha en la primera independencia.  

Porque el triunfo del Libertador Simón Bolívar se tradujo en una independencia política pero  no en una independencia integral. Eso sólo se hubiera dado si el Congreso de Panamá creaba  una «Nación de Repúblicas».  

Sin embargo, su fracaso trajo como consecuencia la muerte «del General en su laberinto»,  Bolívar, el 17 de diciembre de 1830, y el exilio de San Martin. El resultado político fue la  fragmentación. Una Nación inconclusa, como republiquetas agro mineras exportadoras, es  decir como periferias de los centros mundiales importadores de materias primas.  

Desde 1830 a 1880, América Latina fue un suburbio del mercado mundial. Nada quedaba de  Bolívar y de San Martin. Signo de los nuevos tiempos fueron las creaciones de Estados  débiles y sujetos a caudillos, que al desaparecer el Libertador se convirtieron en caudillos de  comarca, como el general venezolano Juan José Flores, figura indiscutida del Ecuador. El  floreanismo es la transición suramericana de la dependencia de España a la dependencia del  mercado mundial y al caudillismo con fuerte clientelismo en una geopolítica de patria chica.  

Sin embargo, Ecuador logró una rara singularidad en la figura de Gabriel García Moreno. Un  personaje inentendible sin la ferocidad de la época -como ocurre en Argentina con  Juan Manuel de Rosas o con Carlos Antonio López en Paraguay. 

Pero García Moreno integró y unificó la patria chica, afirmó la personalidad internacional  del Ecuador, en síntesis es el modernizador -endógeno-y el consolidador del poder estatal y  encaró la batalla más importante, la batalla por la educación a partir de la escolarización.  

El siglo XIX sería incompleto sin la irrupción de la más grande figura, el general Eloy Alfaro,  en los marcos del modelo primario exportador, cuando la globalización tomaba un rostro  liberal. El auge de la exportación del cacao y el beneficio económico favorecía a un sector  de la costa de comerciantes y banqueros que tenían la dirección del partido liberal. Pero el  campesinado costeño y los sectores medios empiezan a ser actores, dentro de un Estado que  lentamente empieza a ser inclusivo y a los que García Moreno le otorgó el voto e incluye en  un proyecto nacional.  

Las primeras décadas del siglo XX son etapas donde un liberalismo político-económico  plutocrático margina a los sectores populares. Ya nada quedaba de la Patria Grande.  

Es importante señalar que en la transición del siglo XIX al XX, aparecía en el Uruguay el  «Ariel» de José Enrique Rodó, un libro de literatura social de afirmación hispanoamericana  de la «Magna Patria» en el sentido bolivariano. El arielismo es la primera generación  antiimperialista latinoamericana con la inclusión de Brasil, ya que Bolívar y San Martin eran  hispanoamericanos. Su figura rutilante fue el argentino Manuel Ugarte quien plantea los  Estados Unidos del sur, con un antecedente en José Martí, el último Libertador.  

Con el «Ariel» de Rodó se empezó a ver desde las juventudes latinoamericanas a Estados  Unidos como un país antagónico, plutocrático y materialista en la figura de Calibán. Una de  las alarmas que apareció en Ecuador-1916-dentro del arielismo ecuatoriano, fue la obra:  ¿Imperialismo o Panamericanismo?, de Agustín Cueva.  

La revolución juliana de 1925 expresa las limitaciones del modelo agroexportador, sus  primeras fisuras como consecuencia de la crisis de la primera guerra mundial y las reformas  que impulsan los militares cuestionando el modelo de viabilidad económica de Ecuador, a  través de Isidro Ayora, limitando con reformas fiscales el poder de la banca y fundando el  Banco Central.  

La Constituyente de 1928 realizó importantes reformas legales, entre las que se cuenta el  voto de la mujer. José María Velasco Ibarra se convierte más adelante en una figura política  latinoamericana.  

Con una estatura similar a la del caudillo uruguayo Luis Alberto de Herrera, Velasco Ibarra  supo darle al Estado una acción creadora, reflejada en puentes, edificios escolares, entidades  de promoción, carreteras, la restauración de las libertades del sufragio, la promoción de la  enseñanza secundaria para la mujer, el fortalecimiento del sentido nacional, la fundación de  escuelas. Su figura controvertida no le quita espacio al enorme lugar que ocupa en la historia  de Ecuador.  

El 15 de enero de 2007 Rafael Correa Delgado se posesionó como presidente constitucional  del Ecuador. El país venía de traspié en traspié, había quedado sin rumbo e incluso los  partidos políticos empezaron a implosionar. Ecuador se había dolarizado y su territorio era 

asiento en Manta de bases militares de Estados Unidos. Los presidentes cambiaban a la orden  del día, mientras la oligarquía financiera tenía el poder.  

Una oleada latinoamericana recorría la Patria Grande, con Hugo Chávez como geopolítico  impulsor de la Unasur y de la CELAC, con base en el Mercosur, con el firme apoyo de Lula  de Brasil y Néstor Kirchner de Argentina.  

Ecuador se reencontraba nuevamente a partir de Correa con su origen latinoamericano.  Porque en verdad Ecuador es hijo del fracaso de la Gran Colombia. Y Correa encuentra en  la integración latinoamericana a la nación inconclusa, une nuevamente a Flores con Bolívar,  ensambla a García Moreno con Eloy Alfaro, enlaza a la revolución juliana con Velasco  Ibarra, para transformarse en la síntesis superadora del Ecuador suramericano de la  revolución ciudadana.  

Estos logros son los que están en juego en la segunda vuelta en Ecuador, para nosotros la  Pichincha del siglo XXI, porque de ella depende el significado político e ideológico del  destino geopolítico de nuestra integración. 

Rafael Correa se transforma, por los rumbos de la historia, en el «Ariel» político que nos  convoca para decidir si seremos y somos o sino seremos.  

Sin embargo, su candidato Lenin Moreno que había ganado a Lasso produce un salto brusco  hacia un rumbo antagónico y borra en cuatro años las políticas de Correa con el agravante de  perseguir políticamente al mismo. 

En verdad, es el enfrentamiento Patria Grande o Patria Chica y en esto reside el significado de las elecciones del 11 de abril. 

Prof. Dr Miguel Ángel Barrios-Argentina 

Dr. en Ciencias de la Educación 

Dr. en Ciencia Política

Director Académico de Dossier Geopolitico 

Autor de más de quince obras de Historia y Política Latinoamericana

Arauz Vs Lasso
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