A pocas horas de los comicios y antes de que se cumpla el formalismo de la votación, se ha blanqueando públicamente, sin pudor ni atajos, que LOS MERCADOS ya tienen Gobierno.

EL «PRESIDENTE ELECTO POR EL PODER FINANCIERO SERÍA  PEDRO SÁNCHEZ», líder de la Izquierda socialdemócrata y progresista, quién, en una espectacular y fulminante maniobra, ha nombrado apresuradamente y sin esperar los resultados, a Nadia Calviño como ministra de Economía, tecnócrata del FMI, parte del riñón ideológico de Cristine Lagarde, y ultra convencida de la política de ajustes y recortes de la «UE germánica».

Quedan pocas dudas de que las elecciones serán ganadas, en minoría, por el partido Socialista, mandamás absoluto del bloque de la Izquierda, quién ha dejado claro que no habrá coalición con la izquierda periférica y  reivindicativa de PODEMOS. 

El nombramiento como ministra de Hacienda de una alta funcionaria del FMI y del BCE, es un claro mensaje de complicidad con los poderes financieros y significa una señal definitiva de que no se escribirán renglones sociales en los presupuestos.*

También es una bofetada en la cara de los sindicatos y de los votantes de base y sepulta definitivamente las infantiles esperanzas de que el socialismo lidere un gobierno con sensibilidad hacia los sectores castigados por *una crisis que nunca acabó, y que hoy anuncia su regreso con más ajustes y más recortes.

Queda demostrado así que el PSOE campa a sus anchas en la izquierda. Ordena y manda a destajo. En estas elecciones, y a contracorriente de los deseos mayoritarios de la población, Sánchez ha manifestado en diferentes ocasiones que BUSCA Y ESPERA DE LA DERECHA EL APOYO A SU INVESTIDURA. Tal cual lo quieren los mercados. Parece no importarle sumar o perder algunos votos o escaños. Lo fundamental sería conseguir el primer puesto en el escrutinio, Del resto, de los acuerdos secretos, se encargarían “los hombres de negro”.

En caso de sorpresa en las urnas, por el repunte de esa derecha, y ante la posibilidad de que logre superar por la mínima a la Izquierda, el plan B de los Mercados sería aún más apetitoso, ya que el Gobierno quedaría en manos de uno de sus más fieles e incondicionales valedores conservadores, Pablo Casado, candidato del tradicional PP, el de Aznar y el de Rajoy. 

En cualquier caso, tanto la Izquierda como la Derecha se encaminan, con algunas diferencias cosméticas en lo social y en lo cultural, a profundizar las ortodoxas y áridas políticas financieras de la UE, que tras lustros de sacrificios, solo empeoraron las cuentas públicas de Europa. 

Como espectacular acto revolucionario de campaña, los socialistas han sacado a pasear de una punta a otra de Madrid, al expulsado ataúd de Franco, como un desagravio emocional y nostálgico a sus viejas generaciones de «ROJOS» que aún les son fieles por tradición, aunque no tanto por ideología. Todo un gesto simbólico cuando las ideologías son un producto que ya no cotiza en esta Europa de presupuestos y hojas de cálculo.

Conociéndose ya el final de la película, los medios tratan de darle a la campaña alguna emoción secundaria, como es el subidón de la extrema derecha de VOX, que gana en presencia y exposición, o la profundidad del abismo que le espera a los liberales de Ciudadanos, que parecen haber perdido «la gracia de los dioses de las finanzas.»

También hay morbo por ver cómo el líder de Podemos, Pablo Iglesias, evitará la guillotina una vez más, tras este nuevo e inapelable fracaso. Posiblemente le baste con denunciar a «SÁNCHEZ POR TRAIDOR» acudiendo a su célebre victimismo, evitando así la autocrítica y siguiendo a la deriva en el barco  de una izquierda que siempre pierde, hasta cuando gana. 

El conflicto catalán también es útil para los intereses del sistema. Tanto odio y violencia distrae y no da lugar a tratar temas de calado. Sánchez y toda la derecha compiten por mostrar músculo contra el sector intolerante y radical del mundo separatista. Ambos bandos esgrimen  violencia, fuego, garrote, insultos y condenas. Cualquier gesto político no está, ni se le espera.

El feminismo también lo inunda todo. Y no permite tratar cualquier asunto sin su presencia. La derecha está logrando sonoros éxitos en este tema. Sigue encumbrando a sus mujeres en lugares claves de la sociedad y del poder. Consigue grandes y rutilantes nombramientos en la UE, en el BCE, en la banca, en las grandes empresas, en el fútbol y sobre todo en la TV y resto de medios.

En el campo de los accesos al poder, el feminismo de derechas le gana por goleada al de la izquierda, que mantiene en la movilización callejera su presencia y su fuerza, mientras cunde en la población una cierta tristeza porque, aparentemente y a pesar de la campaña y los recursos, el número de mujeres víctimas por violencia no parece disminuir. 

Existe alguna posibilidad de que el partido de extrema derecha de VOX, homófobo y anti feminista obtenga más votos femeninos que Podemos, que paradójicamente es el gran abanderado de la causa. En todo caso, está confirmado que la aplastante mayoría de votos de las mujeres se destinan a los partidos del neoliberalismo. 

A pesar de este panorama, por los deprimidos rincones de la izquierda combativa, se niegan a reconocer la terrible realidad de su propio espacio político. No consiguen asumir que los socialistas manejan la Izquierda sin escrúpulos ni compromisos. Que son mayoritarios, poderosos, absolutistas. Y sobre todo, que son LA ÚNICA IZQUIERDA CON PODER, y parte fundamental del sistema económico que manda.

PODEMOS, estaba llamando en el 2015, a ser el revulsivo popular de la política europea. Tuvo su gran éxito por situarse  fuera de esa Izquierda elitista, toxica, afecta a la peor cara del poder.

Incomprensiblemente, en su mejor momento, optó por repudiar sus principios fundacionales y eligió suicidarse a cambio de ser parte de la izquierda, y encadenarse al furgón de cola de los socialistas, unos dirigentes que les ignoran y desprecian.

Pablo Iglesias, su mujer y su guardia de hierro, ofrendaron irresponsablemente sus cabezas y la de sus votantes, para ser decapitados por la cuchilla socialista, implacable en su complicidad con el poder financiero.

Fue una decisión  letal para PODEMOS, en contra de sus orígenes y de la mayoría de su militancia, que aspiraba a profundos cambios en el sistema. Pero nunca a ser parte cómplice de él.

Y TODO QUEDÓ ATADO Y MUY BIEN ATADO

Eduardo Bonugli
Madrid, 6/11/19

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