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A partir del 16 de octubre comenzará a sesionar el XX Congreso del Partido Comunista de China, en donde casi 2300 delegados elegirán las nuevas autoridades del Partido para los próximos 5 años y, además, debatirán los ejes fundamentales de la estrategia política y económica para el mismo período. Por Sebastian Schulz el autor autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

En los últimos veinte años, China ha sostenido el crecimiento económico iniciado a partir de la década del ’80 complementándolo con un reposicionamiento geopolítico que lo ha ubicado como un actor protagónico en el escenario global. En esta nota, repasamos la actualidad del gigante asiático y tres desafíos que se plantearán en este vigésimo Congreso.

La (re) emergencia de China en el ámbito internacional

El acelerado crecimiento económico que ha experimentado China en los últimos cuarenta años ha sido impresionante. Si para 1960 el Producto Bruto Interno de China representaba el 11% del PBI norteamericano y el 4% del PBI global, sesenta años después el volumen de la economía china ya significaba dos tercios del PBI estadounidense y el 16% del PBI mundial. En este lapso, el PBI de China aumentó su tamaño 240 veces, pasando de 59,716 mil millones de dólares a 14,28 billones de dólares, según datos del Banco Mundial. Para tener un parámetro, en el mismo lapso el PBI norteamericano aumento 39 veces su tamaño, el alemán 18 veces y el francés 42 veces.

El impresionante despegue del PBI chino es mucho mayor si tomamos en cuenta la paridad del poder adquisitivo del salario, donde China (incluyendo a Hong Kong y Macao) ya superó a los Estados Unidos en el primer lugar en el año 2014.

Gráfico n°1. Porcentaje (%) del PBI paridad del poder adquisitivo global (1990-2019).

Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial.

La República Popular China se ubica, además, como el mayor exportador mundial de mercancías desde 2009 (ver Gráfico n°2), y desde 2017 ocupa también el primer lugar como importador de mercancías (ver Gráfico n°3). Es decir, China es el país que más le compra y más le vende al mundo. Las exportaciones chinas representaron en 2019 el 16% de las exportaciones globales, muy por encima de las estadounidenses (8%) y las alemanas (7%). Según datos del Observatorio de Complejidad Económica (OEC), las exportaciones chinas son lideradas por equipos de transmisión ($ 224B), computadoras ($ 147B), piezas de máquinas de oficina ($ 100B), circuitos integrados ($ 90.9B) y teléfonos ($ 55.3B). Los principales destinos de las exportaciones que salen de China son Estados Unidos ($ 499B), Japón ($ 155B), Corea del Sur ($ 107B) y Alemania ($ 96.9B).

Gráfico n°2. Exportaciones de mercancías por país (1995-2019) (en mmd)

Fuente: Elaboración propia con datos de Datosmacro

En relación a las importaciones, China (incluyendo a Hong Kong y Macao) superó en 2012 a Estados Unidos como el primer importador mundial de mercancías, volviendo a ocupar el segundo lugar en 2015 y 2016 y recuperando la primera posición en 2017. China es el principal importador mundial de petróleo, hierro, cobre, manganeso, aluminio, zinc, oro, circuitos integrados, semiconductores, soja, carne bovina y porcina, entre otros cientos de productos.

Gráfico n°3. Importaciones de mercancías por país (1995-2019) (en mmd)

Fuente: Elaboración propia con datos de Datosmacro

A su vez, China es desde 2011 el motor industrial del mundo. Según datos de Naciones Unidas, China encabeza el listado con el 30% de la producción industrial mundial, muy por encima de Estados Unidos (16%), Japón (7%), Alemania (5,7%) o Corea del Sur (3,2%).

Gráfico n°4. Mapa de la producción manufacturera mundial (2018)

Fuente: HowMuch

Los impactos domésticos del acelerado crecimiento económico

El crecimiento de la economía china a nivel internacional tuvo su correlato en el plano doméstico. La pobreza descendió del 96,2% en 1980 al 1,7% en 2018, la esperanza de vida creció de los 35 años en 1950 a los 77 años en 2018, la tasa de mortalidad infantil disminuyó del 200‰ en 1960 al 6,1‰ en 2018, el PBI per cápita pasó de $982 dólares en 1990 a $16.804 dólares en 2019 y el coeficiente de Gini bajó de 43,7 puntos en 2010 a 38,5 puntos en 2016. En este marco, distintas investigaciones señalan que la clase media china se encuentra en constante expansión, rondando entre las 400 y las 600 millones de personas.

Este desempeño de la economía china se produjo en un escenario internacional convulsionado, principalmente hacia fines del siglo XX y principios el siglo XXI, donde el orden global atravesó la crisis asiática en 1997, el estallido de la burbuja de las punto.com a principios de 2000, la caída de las Torres Gemelas en 2001, la guerra de Irak en 2003, la crisis financiera global de 2008, el fin del ciclo de las commodities y, más recientemente, los efectos de la pandemia de Covid-19.

La economía china, si bien no detuvo su tendencia al crecimiento, experimentó una ralentización de su desempeño económico. Las llamadas “tasas chinas” de crecimiento económico que caracterizaron a la década del ’90 y los primeros años del ‘2000 (que llegaron a picos del 15%) disminuyeron paulatinamente a partir de 2011, cuando el crecimiento anual del PBI comenzó a estabilizarse en torno al 7%, luego al 6%, al 5% en 2019 hasta llegar al 2,3% en 2020.

Gráfico n°5. Crecimiento del PIB (% anual)

Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial.

Frente a esta situación, el Partido Comunista de China ha mostrado una creciente preocupación sobre los efectos que la convulsionada situación internacional y el exponencial crecimiento del PBI chino de la década del ’80 y ’90 tuvieron en la sociedad china. En este marco, presentamos 3 desafíos que el XX Congreso del Partido debatirá para consolidar el reposicionamiento de China a nivel internacional y, principalmente, garantizar el nivel de vida del pueblo chino.

1. Corregir las asimetrías interregionales

En primer lugar, el gobierno chino tomó nota de la importante asimetría económica entre las distintas regiones del país, en donde 18 provincias occidentales concentran el 72% del PBI chino, mientras que las provincias de Yunnan, Mongolia Interior, Xinjiang, Gansu, Qinghai y Tíbet (que juntas representan casi la mitad del territorio de China) contienen poco más del 6% del PBI total de China. Esta asimetría económica tiene impactos en la distribución poblacional; según el último censo poblacional de 2020, las regiones costeras concentran el 46,91% de la población china, las provincias centrales concentran el 25,8% de la población, mientras que las provincias occidentales contienen el 27% de la población. Más allá de los esfuerzos del gobierno chino por revertir esta tendencia, en comparación con el Censo poblacional de 2010, la proporción de la población en las provincias costeras aumentó en un 2,15%, en la región central disminuyó en un 0,79% y en la región occidental aumentó sólo en un 0,22%, es decir que la población se concentra aún más en regiones económicamente desarrolladas y en las aglomeraciones urbanas.

Mapa n°1. Provincias chinas por PIB en 2020 (en miles de millones de PIB)

Fuente: Elaboración propia sobre la base de China NBS.

2. Revertir la desigualdad en la distribución del ingreso

En segundo lugar, el acelerado crecimiento económico experimentado entre 1990 y 2011 fue acompañado de un aumento sensible de la desigualdad. Según datos del Banco Mundial, el Índice de Gini aumentó de 32.2 puntos en 1990 a 43.7 puntos en 2010, período en cual comenzó a bajar nuevamente hasta ubicarse en 38.5 puntos en 2016.

Gráfico n°6. Índice de Gini (China) (1990-2016)

Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial.

3. Los impactos del crecimiento en el medioambiente

Otro tema de preocupación del gobierno chino fue el relacionado con el impacto medioambiental del desarrollo acelerado. El carbón fue uno de los grandes impulsores del crecimiento chino, alcanzando el 69% del total de la energía consumida en 2013, muy por encima del promedio global de consumo de carbón en relación a la energía total consumida. Esto generó que, para 2017, China representara el 30% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, superando las emisiones de Estados Unidos y Europa juntas, convirtiendo a China en el mayor emisor de carbono del mundo.

El gobierno chino ha concebido históricamente al cambio climático como una cuestión que involucra tanto al medio ambiente como al desarrollo, pero que en última instancia está vinculada con la etapa de desarrollo de cada país. El ex ministro de la Oficina de Información del Consejo de Estado de China, Zhao Qizheng, así lo señalaba cuando afirmó que, debido al estatus de país en desarrollo de China, la “primera y principal responsabilidad del estado es desarrollar su economía para dar al pueblo chino una vida mejor”.

Fue a partir de la primera década del siglo XXI que se produjo un cambio en la percepción y la política sobre el cambio climático por parte de China, debido a la advertencia sobre los efectos negativos que estaba teniendo la contaminación ambiental, los cuales podían llegar a afectar el desarrollo de China. El país comenzó a verse afectado por desastres naturales y eventos climáticos adversos, que podrían intensificarse generando derretimiento de glaciares, pérdida en la producción agrícola, creciente número de sequías, tormentas, inundaciones y desastres naturales causados por el clima extremo y aumento del nivel del mar. Es en este marco que se produjo un cambio en la percepción sobre el cambio climático por parte de la dirigencia china, en tanto los efectos negativos del mismos podrían comenzar a afectar no solo el crecimiento económico del país sino incluso atentar con la estabilidad y la armonía social.

Publicado en LA RUTA CHINA https://larutachina.com/tres-desafios-de-la-republica-popular-china-de-cara-al-xx-congreso-del-pcch/

El informe de Xi Jinping ante el 20º Congreso del PCCh propone convertir a China hasta 2035 en locomotora de la economía mundial y garante de la paz y la cooperación internacional. Por Eduardo Vior TELAM

Este domingo 16 se abrió en Beijing el 20º Congreso del Partido Comunista de China (PCCh) que sesionará hasta el sábado 22. Si bien las principales resoluciones ya fueron acordadas previamente, los sucesivos discursos y la composición que finalmente tengan sus órganos directivos indicarán el rumbo que adoptará la República Popular para construir hasta 2035 una sociedad “moderadamente próspera” –como propone el partido- en medio de la guerra mundial, mientras responde a su crisis demográfica y supera el desempleo juvenil.

Existe un consenso amplio en que Xi, de 69 años, será nuevamente designado secretario general del PCCh con miras a que el año que viene sea reelegido presidente de China por tercera vez aprovechando una reforma constitucional de 2018 que habilita la reelección indefinida. En su discurso de apertura ante el 20° Congreso del PCCh, Xi presentó un informe que repasa los logros conseguidos por el partido en los últimos cinco años en particular y en los últimos diez (desde que asumió) en general.

En el Gran Palacio del Pueblo, frente a la plaza Tiananmen, en transmisión directa para los 1.400 millones de chinos, el líder mencionó como mayores acontecimientos de la última década el centenario de la fundación del partido, celebrado en julio de 2021, el ingreso en «el socialismo con peculiaridades chinas» y la «liberación de la pobreza y consiguiente culminación de la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada».

Calificó el último logro como «una victoria histórica obtenida por el PCCh y el pueblo chino» que «tiene una influencia de largo alcance en el mundo». El PIB de China ha crecido hasta los 114 billones de yuanes (unos 16 billones de dólares) desde los 54 billones de yuanes de la última década y ha llegado a representar el 18,5% de la economía mundial, un aumento de 7,2 puntos porcentuales, dijo.

“A partir de este día, la tarea central del PCCh será dirigir al pueblo chino de todos los grupos étnicos en un esfuerzo concertado para hacer realidad el objetivo del segundo centenario de convertir a China en un gran país socialista moderno en todos los aspectos y avanzar en el rejuvenecimiento de la nación china en todos los frentes a través de un camino chino hacia la modernización”, dijo Xi al exponer las misiones y tareas del PCCh en marcha hacia la nueva era.

El presidente dijo que desde el congreso anterior de 2017, China atravesó «un lustro sumamente fuera de lo común» en el que debió «afrontar con eficacia la severa y compleja situación internacional», la pandemia de Covid19, las «turbulencias» en Hong Kong por las protestas antichinas y «las severas provocaciones manifestadas como intervenciones en los asuntos de Taiwán por parte de fuerzas extranjeras».

«Frente a los bruscos cambios de la situación internacional, hemos mantenido la firmeza estratégica» que «nos ha permitido salvaguardar en la lucha la dignidad e intereses clave del país y tomar firmemente la iniciativa para su desarrollo y seguridad», señaló. La interrelación entre las medidas de política interna y la política exterior fue permanente en su discurso.

El PCCh se propone realizar básicamente la modernización socialista desde 2020 hasta 2035 y convertir a China en “un gran país socialista moderno, próspero, fuerte, democrático, culturalmente avanzado, armonioso y bello desde 2035 hasta mediados de este siglo”, anunció.

El mximo evento de los comunistas chinos debatir acerca de la tensa relacin con Washington Foto AFP
El máximo evento de los comunistas chinos debatirá acerca de la tensa relación con Washington / Foto: AFP.

La hoja de ruta para el próximo quinquenio confirma y profundiza vectores en los que el PCCh ya trabajó, con un fuerte énfasis en lo que el gobierno chino llama «seguridad nacional» y que implica el reaseguro del funcionamiento de todos los factores de la economía con independencia de los avatares del frente externo, básicamente la alimentación, las cadenas de suministro y la «soberanía tecnológica». Es que, ante un horizonte de guerra mundial de amplio espectro, prolongada y que se extiende a todo el planeta, China no quiere depender de cadenas de suministros inseguros que puedan cortarse por una crisis o ser saboteadas por Estados Unidos.

El informe presentado por el primer mandatario también pone proa a un «desarrollo de alta calidad», que implica mejorar la «economía de mercado socialista», un sistema industrial más sofisticado, la «vigorización de las zonas rurales», una mayor coordinación entre las regiones y una «apertura al exterior de alto nivel». Es necesario a la vez esforzarse por un lado por aumentar la fuerza motriz endógena y la confiabilidad de la gran circulación nacional y mejorar la calidad y nivel de la circulación internacional por el otro, puntualizó.

También se impulsará la apertura al exterior de alto nivel. China ampliará a paso seguro la apertura en sistemas referentes a las normas, regulaciones, gestión y estándares, y promoverá el desarrollo de alta calidad de la construcción conjunta de la iniciativa de la Franja y la Ruta, concluyó. Cuando comenzaron las reformas modernizadoras, hace cuatro décadas, China recibió muchas inversiones extranjeras, pero con la condición de que compartieran sus patentes. Desde la pandemia las líneas de producción que unen a China con las principales potencias occidentales se vienen rompiendo. Construir otras, con regiones más confiables, requiere sistematizar nuevamente las normas de producción.

En su mensaje Xi se refirió al tema de Taiwán señalando que impulsará «invariablemente la gran causa de la reunificación de la patria» y que «la rueda histórica de la reunificación del país y la revitalización de la nación gira veloz hacia adelante». Aseguró que «siempre con respeto, afectuosa atención y beneficio a los compatriotas taiwaneses, continuaremos dedicándonos a la promoción de los intercambios y la cooperación económica y cultural entre ambos lados del estrecho (de Taiwan)», pero advirtió que «nunca renunciaremos al uso de la fuerza armada». Sostuvo que tal restricción «no va dirigida de ninguna manera contra los numerosos compatriotas taiwaneses, sino contra la intromisión de fuerzas externas».

El informe presentado por Xi reafirmó que entre los objetivos de China persiste la propuesta de una «comunidad de destino compartido» para la humanidad, en momentos en que «el mundo se encuentra otra vez en una encrucijada histórica y el rumbo que tome dependerá de la elección de los pueblos de los diversos países», dijo. China ha persistido siempre en el propósito de su política exterior de salvaguardar la paz mundial y fomentar el desarrollo en común, señaló Xi.

Tras destacar que la sociedad humana afronta desafíos nunca vistos antes, el secretario general exhortó a los diversos países del mundo a desplegar los valores comunes a toda la humanidad (paz, desarrollo, equidad, justicia, democracia y libertad) y promover el conocimiento mutuo y acercamiento entre los pueblos.

Su país participará también activamente en la reforma y vertebración del sistema de la gobernanza global, se atendrá a un multilateralismo genuino y promoverá la democratización de las relaciones internacionales.

China se prepara para participar en la Cumbre del G-20 a realizarse en Indonesia los próximos 15 y 16 de noviembre, primer evento tras el inicio de la operación militar especial rusa en Ucrania en el que posiblemente participen de forma presencial los líderes de Estados Unidos y Rusia y en el cual se espera que Beijing juegue un papel determinante.

Desde el punto de vista económico, el cónclave hará una evaluación de la lucha contra la pandemia de Covid19 y las implicaciones que ha tenido para la vida nacional en particular para la economía. Otros problemas que se analizarán en el Congreso serán los de la crisis demográfica y el desempleo juvenil que ha estado aumentando en los últimos años.

Para 2049, cuando la República Popular celebre su centenario, China deberá convertirse en una potencia líder en todos los aspectos, dijo Xi. Aprovechando el impulso, China se esforzará por convertirse en una potencia mundial de primer orden a mediados de siglo. Esta potencia no sólo se medirá por el tamaño de la economía china, sino también por sus logros en los campos de la ciencia y la tecnología y la cultura, señaló el presidente.

Quizás por condescendencia con los ancianos líderes anteriores que acompañaron el discurso desde la tribuna, Xi Jinping no leyó la totalidad del informe del Buró Político que, empero, fue dado a conocer inmediatamente después de su alocución.

Aunque el mandatario no mencionó a Estados Unidos en su discurso, advirtió contra la mentalidad de guerra fría (un eslogan para describir los intentos de Washington de aislar a China), así como contra el doble rasero occidental, mientras afirmaba que el país no se dejaría intimidar. Los críticos norteamericanos apostrofan el discurso de Xi como “autoritario y agresivo”. Como reacción ante el menor crecimiento económico alcanzado debido a las paralizaciones ordenadas para contener los brotes de Covid19, dicen, el líder chino habría concentrado el poder, prolongado su mandato al frente del partido y del país y proyectado su poder militar hacia el exterior. Sin embargo, a pesar de los problemas –que Estado y partido no niegan- el país mantiene una envidiable tasa de crecimiento de 5,5% (previsto) para 2022, tiene el segundo PBI del mundo y no participa en guerra alguna (contra 27 intervenciones norteamericanas en curso).

Que la República Popular tiene intereses y los defiende duramente, es indudable. Pero también es indiscutible que sabe ceder, cuando sus interlocutores hacen valer sus necesidades. Los líderes chinos han entendido hace tiempo que nadie en el mundo puede salvarse solo ni vivir duraderamente sometiendo a los demás. Por ello la República Popular encara sus relaciones internacionales bajo el principio de “win/win” (todos ganan). En 2017 introdujo la “economía de doble circulación”: la inserción en el mercado mundial y el desarrollo del mercado interno se retroalimentan. Por ello es tan importante para Beijing tener cadenas de suministro internacionales y mercados consumidores seguros. Ante la ofensiva occidental, que ha roto las cadenas de suministro mediante la pandemia de Covid19 y la guerra en Ucrania, la República Popular busca circuitos seguros. Una parte la está organizando mediante las distintas asociaciones de cooperación euroasiática, otras mediante el BRICS+ (al que ahora se incorpora Argentina), y otras gracias a la asociación comercial con el Sureste de Asia.

Esas asociaciones reúnen a países de sistemas e ideologías diferentes y, a veces, contrastantes (como es el caso de India). La permanencia de las mismas depende de que todos sus miembros ganen y del establecimiento de normas y reglas consensuadas que den seguridad al conjunto. Construir estas redes es el gran desafío que China afronta en el futuro inmediato frente a la agresión occidental.

La guerra mundial en curso tiende a prolongarse, expandirse y agudizarse. Más y más regiones del globo se verán envueltas en sus torbellinos. Sería deseable que muchos poderes regionales estuvieran en condiciones de poner un freno al expansionismo occidental. China es uno de los más importantes y busca precaverse para cumplir con su responsabilidad, pero es sólo uno. Por ello es deseable que redes regionales surjan y se desarrollen, para frenar el hegemonismo occidental y asegurar la paz, el desarrollo y la cooperación internacional.