Hoy un nuevo amo se suma a la oligarquía plebiscitaria de los esclavistas de Italia: BlackRock.
El liderazgo de Giorgia Meloni está dando grandes alegrías a los italianos: inmigración desenfrenada, impuestos y tasas especiales que aparecen como setas después de una tormenta de otoño, precios de los alimentos por las nubes, negación de la libertad de manifestación e incluso un bonito premio en el Atlantic Council. Un éxito rotundo. Y, para colmo, ha tenido a bien invitar al gigante financiero estadounidense Black Rock a hacer sus compras en Italia.
BlackRock desembarca en Italia
A finales de julio de 2024, el gigante BlackRock, el mayor fondo de inversión del mundo, registró pérdidas sin precedentes: en pocos meses se esfumaron 1,7 billones de dólares. En agosto, se descubrió que los principales ejecutivos del fondo estadounidense, como el director ejecutivo Larry Fink y el presidente Shapiro, habían vendido sus acciones por 54 millones de dólares. El fondo en el que se almacena la riqueza de las familias bancarias más poderosas del mundo se está desangrando y los tiburones que lo gestionan parecen estar despegando.
Ciertos movimientos deberían habernos hecho sospechar que algo estaba a punto de suceder. Nunca es fácil predecir el curso de un asunto, porque se trata de transacciones financieras de niveles muy altos y las regiones ocultas pueden ser muchas. Lo que es seguro es que una fuga de capitales, o más bien una venta masiva, siempre sugiere algo negativo.
Y efectivamente algo ha sucedido.
Meloni acudió el pasado 23 de septiembre a Nueva York para recibir el Global Citizen Award, galardón que otorga el Atlantic Council, el principal think tank de la OTAN. Recibe la estatuilla de manos de Elon Musk y en su discurso reivindica la defensa de los llamados «valores occidentales» como respuesta a las autocracias del resto del mundo. El acto, cabe recordar, se celebró en el marco de la 79 Asamblea General de la ONU, precisamente como recordatorio de quién manda sobre quién.
¿Los méritos de la primera ministra italiana? Su apoyo a la Unión Europea, la gran cantidad de dinero y armamento enviados a Ucrania, la presidencia del G7 en 2024 y el trabajo realizado para reforzar la Alianza Atlántica. Una auténtica «chica americana».
Al día siguiente, Meloni, encantado con las celebraciones, se reunió cara a cara con Fink, el jefe de BlackRock. Lo que, nos enteramos, podría ayudar al gobierno de muchas maneras. Por supuesto, como sabemos, la ayuda nunca es «gratuita», sino que siempre implica un quid pro quo. ¿Qué se habrán dicho los dos?
Los primeros movimientos financieros
Nos guste o no, en los últimos días el gobierno de Meloni ha autorizado a BlackRock a superar el umbral del 3% en Leonardo, la principal empresa del sector de defensa con bandera italiana. De hecho, el fondo estadounidense se ha convertido en el único accionista privado con una participación de este tipo. Se trata de un salto cualitativo más en la presencia en Italia de uno de los tres grandes fondos de inversión, Black Rock, Vanguard y State Street, que ahora es el principal inversor extranjero en empresas que cotizan en la Bolsa de Milán. BlackRock está presente literalmente en todas partes: bancos como UniCredit, BPM, Mediobanca, Intesa San Paolo, pero también empresas como Ferrari, en el sector de las telecomunicaciones con Prysmian, en el farmacéutico con Stellantis, en el energético con Eni y Enel, y en otras multiutilities.
Pero eso no es todo: en el horizonte está la cuestión de las privatizaciones anunciadas, un asunto muy serio. Para que las cuentas de la Ley de Presupuesto den un giro, el gobierno necesita privatizar al menos 6.000 millones de euros, de los cuales la mitad ya se ha apropiado de las privatizaciones de Eni. El resto, al parecer, se lo quitará a Poste Italiane, una empresa estatal que ha tenido un excelente crecimiento en 2024. Se prevé otro atentado contra Ferrovie dello Stato, ya en gran parte privatizada desde hace años, que está en el punto de mira de las comisiones gubernamentales. Tampoco se sabe exactamente cuánto se ha prometido a Fink en el sector energético y tecnológico, especialmente en lo que respecta a la ciberinteligencia y la digitalización.
Estas operaciones representan un fuerte control político de los Estados Unidos sobre Italia, pero sobre Europa en general. Probablemente habrá grandes fusiones de empresas y fondos de capital europeos, o quizás algo aún mayor. Lo que ya está claro es que la soberanía política, no sólo la soberanía económica, está siendo atacada y puesta en jaque. Porque, como ya se sabe, en el siglo XX la economía superó a la política y se convirtió en su principal motor, en palabras de Karl Marx.
En la ruta del algodón
En toda esta operación juega un papel central la adhesión a la Ruta del Algodón, de la que Italia forma parte como país líder en la primera fase. El PGII, Partnership for Global Infrastructure and Investment, del que hablamos recientemente en relación con los acontecimientos de Trieste , nació para intentar contrarrestar la Silky Way deseada por los BRICS+, que pretende conectar Europa, los Emiratos y la India para transportar gas, petróleo y mercancías por tierra.
Más interesante aún es que en el proyecto también participó el Estado de Israel, que debía actuar como puerto en el Mediterráneo… ¡y llegar finalmente a Trieste!
La eliminación de Hamás y Hezbolá era quizá una medida necesaria para llevar a cabo esta estrategia, que une por la fuerza a Estados Unidos y la UE. Lástima que el Eje de la Resistencia no sea tan débil como pensaban los oligarcas occidentales.
En Nueva York, recuerden, Netanyahu incluso mostró dos mapas sobre la Ruta del Algodón, uno titulado «La maldición» que mostraba la Ruta del Algodón y las áreas afectadas, y el otro titulado «La maldición» que mostraba los países «malos» de la Resistencia. Ya saben, cuando hay necesidad de un gran acuerdo financiero, los EE.UU. son muy buenos para iniciar guerras.
Un problema de esclavitud
No es ningún misterio que el gobierno de la derecha atlantista y neoliberal de Giorgia Meloni se oriente hacia una gran afición por las altas finanzas internacionales. En la campaña electoral se dicen muchas cosas bonitas que casi nunca corresponden a lo que el gobierno realmente va a llevar a cabo. Meloni, por ejemplo, prometió atacar a los grandes bancos y gravar sus beneficios… y hoy se encuentra vendiendo el país a un fondo de inversiones. Es curioso, ¿no?
En realidad, se trata de un modus operandi que hoy caracteriza en gran medida la política occidental en todas las latitudes, de derechas y de izquierdas. La política occidental está ahora totalmente a cargo de los bancos y los grandes grupos de inversión estadounidenses. Son las agencias de calificación y el chantaje permanente del spread las que deciden las líneas políticas de los gobiernos, y cuando un gobierno no cumple las órdenes, se lo pone en crisis o se lo derriba. Una especie de «golpe financiero» que ya conocen varios países del mundo.
Los políticos de derechas y de izquierdas aparecen cada vez más como meros mayordomos al servicio del gran capital financiero, el que decide soberanamente las líneas de la política en nombre de sus propios intereses. Así es como funciona la plutocracia financiera neoliberal.
Italia está en el juego y debe aceptar el paquete completo. Si no lo hace, no sólo se derrumbará el gobierno, ya muy frágil, sino también todo el país, que ya está en la ruina total.
Es necesario citar las palabras del gran poeta Ovidio: ‘video meliora proboque, deteriora sequor’, o ‘Veo lo mejor y lo apruebo, pero sigo lo peor’.
Italia es un país bajo ocupación militar estadounidense desde 1945 y bajo colonización cultural, económica y política desde 1946. Hoy a la oligarquía plebiscitaria de sus esclavistas se suma un nuevo amo: BlackRock.
https://dossiergeopolitico.com/wp-content/uploads/2024/10/Meloni2.jpg7091200Dossierhttps://dossiergeopolitico.com/wp-content/uploads/2018/05/Dossier_Logo-2.pngDossier2024-10-14 21:03:332024-10-14 21:05:10Buenos días Italia, soy Black Rock.
Desde los años setenta, la tasa de ganancia en la economía real occidental ha tenido una tendencia a la baja. En un primer momento (1965-90) las inversiones extranjeras se dan básicamente Norte-Norte al interior de la Triada entre EEUU, Japón y Europa. Las inversiones Norte-Sur son secundarias en este período. A partir de 1990, con la Perestroika o “caída” de la Unión Soviética y el Consenso de Washington (1991), las inversiones extranjeras se tornan principalmente Norte-Sur en busca de mano de obra más barata y el Neoproteccionismo se torna cada vez más fuerte entre los países del Norte. Con ello entramos en un período de competencia aguda, a muerte, entre grandes capitales (intercapitalista), por sobre todo dentro de EEUU, que entre septiembre de 2019 y abril de 2020 alcanzó su clímax.
En primer lugar hay capitales que buscan mundialmente mano de obra barata y sobre todo en el rubro de Tecnologías de la Información y Comunicación, que no tiene mayores límites de trasladarse en el espacio geográfico. Estamos hablando de empresas globales como Microsoft, Google, Facebook, Apple, Amazon, Netflix, etc., plataformas-de-comunicación como CNN, BBC, Deutsche Welle, Washington Post, New York Times, etc. y bancos como Citybank, HSBC, Lloyd, ING Bahrings, Santander CE y fondos financieros de inversión global como Blackrock, Templeton, State Street, FMR-Corp-Employe, etc.
En segundo lugar hay empresas con menor capacidad de movimiento como el complejo industrial y militar, la industria automotriz, la aviación, etc. con bancos como Bank of América, JP Morgan-Chase, Goldman Sachs. Ambos proyectos pretenden dominar el mundo de manera unipolar.
Las fuerzas globalistas tienen como proyecto dominar a través de un Estado global sin fronteras ni ciudadanos, por encima de las naciones incluso por encima de Estado Unidos a través de una red financiera mundial donde sobresalen tresnodos de Cities Financieras Globales -CFG-: la City de Wall Street/Nueva York, la City de Londres y la City de Hong Kong. Estos tres nodos financieros Globales a su vez integran a los demás países a través de los bancos centrales, re-unidos en el Banco de los bancos centrales en Basilea (Bank of International Settlement –BIS-), como operan transnacionalmente por sobre las naciones, negando la soberanía de las naciones. Para ello han logrado imponerse y controlar la OTAN como su policía mundial y brazo armado, negando e irrespetando la soberanía nacional de los países, como lo demostraron a partir de 1998 con la guerra de Kosovo.
Las fuerzas continentalistas norteamericanas son los responsables de crear e imponer el NAFTA (1992) en América del Norte y los continentalistas europeos –Alemania/Francia/Italia/etc.- la Unión Europea del Tratado de Lisboa[1] en 2009. Los continentalistas de EEUU tenían como proyecto Otro Siglo Americano y mantener el imperialismo norteamericano tricontinental junto con sus súbditos en Europa y Japón. Esta fracción buscaba ampliarse con el ALCA pero fue derrotada por la acción conjunta de Globalistas y los Sudamericanistas, lo cual implicó un fuerte golpe para esta fracción de capital que aún busca aplicar la Doctrina de Monroe para someter a América Latina. Que controla el poder militar del Pentágono para Sudamérica a través del South Command (Comando Sur) y disputa el control de las 800 bases militares norteamericanas, en 40 países del mundo, contra los Globalistas.
Esta disputa se da tratando de imponerse como dominante en el Pentágono, que se encuentra fracturado desde 1994-1999. De hecho, desde esa posición actuó en la llamada Caída de la Torres Gemelas Globalistas en septiembre de 2001 y usó tanto sus contactos con la familia Bin Laden, sus socios en el negocio del petróleo Saudita, como con el partido Likud israelí, quienes transportaron los explosivos que les facilitó Boris Yeltsin, años antes de su salida de la presidencia en Rusia en diciembre de 1999.
En 1997, en la llamada crisis asiática, el Japón de las corporaciones japonesas-norteamericanas Tricontinentalistas pierde su dominio en la región del Asia pacífico, Lejano Oriente, frente al despegue y avance de las fuerzas transnacionales globalistas. Un golpe duro para el continentalismo norteamericano y japonés, que entró en una crisis económica e integral a partir de entonces, sin haber podido recuperarse aún. En 1999, los Globalistas, con Clinton, en el gobierno de Estados Unidos, derogan la ley Glass Steegal, que hasta ese entonces prohibía la fusión y subordinación de los bancos comerciales (de ahorros básicamente) a los bancos financieros transnacionales (que operan en la bolsa de valores).
En 1999 con la guerra de Kosovo, los globalistas logran mostrar que tienen la decisión y el objetivo de gobernar por sobre todas las naciones. Todo esto sucede durante el pro-globalista gobierno demócrata de Clinton (1993-enero-2001) en Estados Unidos y de Tony Blair (1997-2007) en Gran Bretaña. En 1990, EEUU entra con Microsoft en China y después de 1997 entra el capital globalista en grande hacia el ámbito de las tecnologías de la información y comunicación -TIC-. Las inversiones chinas nacionales, muy importantes desde décadas atrás, junto con las japonesas en China a partir de 1990 y las norteamericanas en el periodo 1997-a-2008 hicieron que el país muestre un crecimiento sin igual en el mundo. Hasta el 2000, EEUU exportaba tres veces más que China en el campo de las Tecnologías de la Información y Comunicación, diez años después -2010- China superara a EEUU en este campo. Hoy los conglomerados del Complejo Estratégico de Inteligencia Artificial -CEIA- son líderes en el mundo en todos los aspectos que conforman en Complejo Estratégico de IA, excepto en la fabricación de microprocesadores donde Microsoft lleva aun la delantera.
La guerra por la dominación del mercado mundial de las telecomunicaciones, TICs, estuvo dominado por las fuerzas financieras unipolares continentalistas 1991-2010, luego por las globalistas 2010-2018. A partir de febrero de 2018, las fuerzas multipolares con Pekín a su vanguardia lanzan no sólo una nueva moneda de referencia internacional (Petro-Yuan-Oro) sino que también lanzan las TICs propias pero con tecnología 5G[2](cuya velocidad del internet innovará toda vida social, comercial, industrial y la administración estatal). Donde si bien Qualqomm llegó antes, con los microprocesadores Snapdragon, aún no pudo integrar el sistema 5G. HUAWEI está presionando para un mundo completamente interconectado e inteligente -IdT-, a una velocidad inimaginable. Un salto cualitativo que las pone a la vanguardia.
Retomando, en 2006-08 observamos a las fracciones de capital financiero en una disputa a fondo. En setiembre de 2008 observamos la “caída” del Lehman Brothers. Nuevamente la fracción de intereses contientalistas norteamericanos producen un Hecho de gran envergadura económico-político estratégico. Nuevamente el gobierno de Bush, con Henry Paulson como secretario del Tesoro, produce un golpe de estado vía instrumentos financieros. En este golpe ahora directamente sobre los actores financieros globales, vemos caer a la gran banca global City Group-Travellers, la nave insignia.
Luego de este segundo gran golpe en esta guerra financiera global, pierde Bush las elecciones y asume el globalista Obama el gobierno, durante ocho años, enero de 2009 hasta enero de 2017. Pero, a partir del 2008, el gran capital financiero se desacopla de la economía real-productiva y no regresará más, sino que se refugiará en la especulación pura, de la emisión sin respaldo. La banca central de Japón, la Unión Europea y de EEUU inyectan sumas cada vez más grandes de dinero en forma de crédito, deudas sin respaldo y a tasas de interés casi cero, para los bancos demasiado grandes y poderosos para poder dejarlos caer (TBTF). Mientras éstos, a su vez, prestan dinero casi gratuito a las grandes corporaciones que con este dinero compran sus propias acciones, fomentando así una concentración sin precedente de capital y riqueza en cada vez menos manos.
En este marco económico-político general, gana en noviembre de 2016 las elecciones Trump con su proyecto industrialista, oligárquico-nacionalista y anti-globalista. Buscando que el capital globalizado regrese de China a EEUU y, secundariamente condiciona al capital continentalista norteamericano en México y Canadá para que también regresen inversiones a Estados Unidos. Por ello apoya la ruptura del NAFTA, debilita a los actores políticos pro-globalistas en México favoreciendo indirectamente el triunfo electoral de López Obrador, luego el rediseño del Nafta en el T-Mec. Dentro de EEUU esto desarrolla una verdadera guerra de poderes, con la mayoría de la población civil norteamericana movilizada y fragmentada, que puede hasta devenir en la fragmentación del país (‘Perestroika’).
Hacia fines de 2019, la banca central ya no tenía más ‘municiones’ para evitar las bancarrotas en el país y en el mes de enero cae abruptamente la bolsa de valores en Nueva York y con ello en el mundo entero. La Reserva Federal (banco central privado de EEUU) y el Tesoro (Ministerio de Finanzas) emiten, cada uno por su lado, dinero sin respaldo y sin límite. A partir del 23 de marzo de 2020, es distribuido por Black Rock (el fondo de inversión más grande del mundo, maneja el PBI de Francia y Alemania juntos unos U$S 6.3 mil millones, entre otros de fondos de pensiones). Hay apropiación por parte de los fondos de pensiones en general, Black Rock en particular, de las mayores empresas multinacionales, sobre todo de las llamadas Big Five o GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft).
En mayo de 2020, las GAFAM tenían un capital conjunto de 25 billones de dólares, o sea, el 12% del PIB mundial de 2019. También tenían ya para mayo de 2020, el 25% del capital accionario de la bolsa de valores de Nueva York (S&P500) frente a solo 11% tres años antes. Esto nos muestra que una de las mayores transferencias de poder económico-estratégico de riqueza de la historia está sucediendo ante nuestros ojos, a través de la bolsa de valores (S&P500 – Wall Street) a unas cuantas corporaciones bien identificadas y que se cuentan con los dedos de las dos manos (Big Five ampliada).
Mientras tanto las pequeñas, medianas y hasta grandes empresas nacionales entran masivamente en bancarrota y el 8 de julio de 2020 más de 50 millones de trabajadores estadounidenses han presentado solicitudes por desempleo (Main Street). Conforme las solicitudes por desempleo aumentan, aumenta la cotización de las grandes corporaciones en la bolsa de valores de Nueva York (S&P500), llevando la desigualdad en la distribución de la riqueza social e ingresos a proporciones desconocidas. Reduciendo la democracia a algo puramente formal e instrumental, por la profunda exclusión social.
Parecieran existir las condiciones objetivas, materiales, de eclosión económico-social para que los movimientos nacionales e izquierdas radicalizadas “pudieran impulsar” la reivindicación “por la nacionalización de los Big Five del complejo globalista de Inteligencia Artificial” en Estados Unidos[3]. Pudiendo incluso lograr exigir el control democrático ciudadano-popular, por su base política histórica. El silencio de la “izquierda” (en el Partido Demócrata: Sanders, etc.), así como de los grandes complejos comunicacionales, sobre las actuales «transferencias abismales de riquezas» hacia Wall Street no parecerían ser un accidente.
Las fuerzas globalistas en el Partido Demócrata (los Neoliberales Clintons & Obamas) saben de esta concentración abismal de la riqueza y han producido, a través de sus múltiples-plataformas-de-comunicación, toda una gran publicidad para organizar y alinear la lucha en “contra el racismo”. Es, sin duda, un hecho importante combatir la brutalidad policial (provocada y filmada) y la discriminación racial en Estados Unidos y en el mundo entero. En un momento de situación pre-revolucionaria político-democráticaen general en la que se encuentra Estados Unidos, esta lucha contra el“racismo”, sin embargo, parece profundizar la división del movimiento de trabajadores, del Pueblo norteamericano, como también lo señala también Thierry Meyssan. Porque particularmente redirecciona la mirada, reorienta los esfuerzos y reorganiza los actores participantes.
El discurso comunicacional-cultural con objetivos que apuntan a profundizar las diferencias en el seno del pueblo norteamericano: “violencia” entre afroamericanos e hispanoamericanos, entre angloamericanos pobres y afroamericanos, entre jóvenes y adultos mayores (con Covid-19), entre mujeres y hombres, y continua sin dejar de profundizar las divisiones en el pueblo norteamericano. Diferencias que llevan a la división y a los enfrentamientos en el seno del pueblo norteamericano. Además, cada vez es más claro que son “operadas” por estructuras estatales, particularmente teniendo muy activos a los distintos gobernadores Demócratas, de vínculos estrechos con el poder global.
En el afán de generar una identidad que funcione, el globalismo, con el objetivo de convocar a las fuerzas progresistas de clases medias, pequeños empresarios, profesionales y técnicos, buscó y busca, a través de las formas socialdemócratas y de un modo y discurso socioliberal globalista, convocarlas y encolumnarlas detrás de los Tony Blair, Bill Clinton, Obama, Felipe González, etc. Y mediante el sistema de ideas de la Tercera Vía, escrita por Anthony Giddens: desarrollar la defensa de derechos económicos y sociales de las llamadas ‘minorías’: afroamericanos, indoamericanos, sinoamericanos, hispanoamericanos; mujeres, personas con las orientaciones sexuales e identidades de género LGBTQ y hoy, a partir de la Gran Depresión y el Covid-19, sobre todo los jóvenes (Young Life pero no All Life Matters) y las personas de color (Black Life but not All Life Matters).
Apuntan estas luchas, en sí muy legítimas y sin intencionalidad desde sus actores directos, a fomentar la lucha contra la exclusión, sin cuestionar el sistema que excluye, con el objetivo de evitar que la lucha social se organice y enfoque hacia la contradicción principal: la enorme concentración de capital, riqueza e ingresos en pocas y cada vez menos manos oligárquico-financieras y la simultánea exclusión masiva de la población trabajadora.
Activistas del movimiento Black Lives Matter, apoyados por Antifa y fuertemente patrocinados por los poderes fácticos y rechazados por los actores de poder en el partido demócrata, realizaron actos de protesta habituales: quemar automóviles y saquear tiendas. Esta vez se han agregado dos elementos cualitativamente nuevos: uno fue el “derrocamiento” o profanación de monumentos y, el otro, obligar a los oficiales de policía a arrodillarse ante los alborotadores. Todo esto sucede porque, al menos, a una parte importante del estado-del-poder profundo le sirve y lo necesita, la derecha financiera global en el partido demócrata en primer lugar.
Se ajusta a la definición de una revolución de colores conocida desde las calles de Belgrado, Túnez, El Cairo, Tbilisi, Kiev y muchos otros lugares. Es la vieja política de “cambio de régimen” mediante la cual los grandes poderes (globalistas en este caso) han buscado, en un país (EEUU en este caso) que reviste algún objetivo estratégico, cambiar presidentes o jefes de estado adversos (Trump en el caso) por movimientos (BLM en este caso) alineados con sus intereses. El movimiento BLM está dirigido contra norteamericanos blancos y blancos solamente. Es fuerte porque cuenta con el apoyo del partido demócrata y una serie de fundaciones como la del magnate globalista Soros. La pregunta es si el proceso fue iniciado, como de costumbre, por la CIA y si podría en su despliegue y desarrollo de repente volverse un boomerang que golpea a quién lo lanzó.
[2] Acorta el tiempo de respuesta de enviar y recibir paquetes de datos, se aumenta la capacidad de comunicación simultánea entre dispositivos así como la velocidad de transmisión, etc.
[3] Estados Unidos es la referencia histórica para los Big Five (GAFAM) de la IA unipolar financiera, porque nacieron, se desarrollaron y financiaron por el complejo militar industrial-científico-tecnológico norteamericano en el Valle del Silicón Valley. Claro que a partir de 2017, cuando jugaron claramente a favor de Trump y del Brexit, y en contra el Globalismo expresado en H. Clinton, son parte de una batalla donde el globalismo batallo para hacerse de su control y lo ha logrado con BlackRock.
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