Por Javier Benítez
La Presidencia de Industrias de Defensa de Turquía y su director, Ismail Demir, son los nuevos blancos sobre los que han impactado las nuevas sanciones de EEUU, sin mencionar que en esta nueva ráfaga, Rusia ha vuelto a ser alcanzada. A Turquía, por la compra de los S-400 rusos, y a Rusia, por el Nord Stream II, que en parte es ruso.
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Rusia, la tabla de ‘salvación’ de EEUU
Sanciones, sanciones y más sanciones. Sanciones hasta en la sopa. Y hasta como regalito de Papá Noel para Navidad. Son las que ha aplicado EEUU recientemente contra Turquía y Rusia, en este juego que ya se ha convertido desde hace mucho en un disparar a discreción a todo lo que se mueve. Porque EEUU ya no da más. No puede más. Y la pataleta se le sube a las sanciones, es decir, a la cabeza.
La frecuencia de estas medidas estadounidenses es cada vez más acelerada, en lo que se ha convertido en toda una espiral de desesperación, porque sabe que está perdiendo pie en cada cuestión en la que quiere competir técnica y comercialmente con otros países. Y como Rusia es la mayor destinataria, está claro a quién le teme más EEUU.
El portavoz del Departamento de Estado que dirige Mike Pompeo, dictó que Turquía había sido advertida «en los niveles más altos y en numerosas ocasiones que su compra de los sistemas S-400 pondría en peligro la seguridad de la tecnología militar y del personal de EEUU y proporcionaría fondos sustanciales al sector de defensa de Rusia, así como el acceso ruso a las fuerzas armadas y la industria de defensa turcas». Pero ‘el malo de Turquía’ «decidió seguir adelante con la adquisición y la prueba de los S-400, a pesar de la disponibilidad de una alternativa, sistemas interoperables de la OTAN para cumplir con sus requisitos de defensa».
Hay que remarcar la última frase: «A pesar de la disponibilidad de una alternativa, sistemas interoperables de la OTAN». En este sentido, la decisión de Turquía de seguir adelante con la compra de sistemas rusos, pese a la oferta de esas alternativas, sólo pueden significar dos cosas, y muy malas para EEUU: que sus tecnologías no son competitivas, y sus precios tampoco.
El país norteamericano anuncia estas sanciones apenas días después de que su Senado aprobara una ley de defensa nacional que incluye sanciones a Rusia y Turquía, y que trae bajo el brazo un financiamiento de 740.000 millones de dólares para el Departamento de Defensa.
El repudio
El presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, fue el primero en repudiar las sanciones. «Da pena que últimamente se escuchen cada vez más declaraciones de EEUU y la UE referentes a las sanciones contra nuestro país. Ankara no espera sanciones sino el cumplimiento de las promesas de la UE y el apoyo de EEUU en nuestra lucha contra las organizaciones terroristas».
También se expresó el canciller ruso, Serguéi Lavrov. Al referirse a las sanciones declaró que son «otra manifestación de una relación arrogante al derecho internacional, una manifestación de las medidas unilaterales forzosas ilegítimas» y que «no añade […] la autoridad a EEUU en la escena internacional en calidad de un participante responsable de la división del trabajo, en particular en el ámbito de la cooperación militar-técnica».
Asimismo, tuvo algo que decir Mohamad Yavad Zarif, el Exteriores de Irán, «La adicción de EE.UU. a las sanciones y el desprecio por el derecho internacional se han manifestado nuevamente en todo su esplendor. Condenamos enérgicamente las recientes sanciones de EE.UU. contra Turquía y apoyamos a su pueblo y Gobierno».
Para el director del think tank Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, estas nuevas sanciones de EEUU se enmarcan en un cambio de época.
«Esto es una clara demostración de que hay países que están en ascenso, y hay países que están en descenso».
«Las naciones históricamente poderosas, que han tenido una historia y una cultura de conformación de imperio histórico, intentan tener su lugar en el nuevo orden mundial del siglo XXI. Y uno de los países que quiere volver a una relación distinta a la que se le había encapsulado al ser derrotado en la Primera Guerra Mundial, es el caso específico de Turquía», explica el analista, al indicar que es algo que no le cae nada bien, ni a EEUU, ni a la OTAN.
De acuerdo a Pereyra Mele, esta nueva postura de Turquía no podía tener lugar, «ni en la Guerra Fría, ni durante el período en que EEUU fue el hegemón que decidía qué tenía que hacer cada país, y qué no podía hacer. EEUU cree que todavía está en esas condiciones, por lo cual se lleva por delante el derecho internacional y la soberanía de cualquier país que intenta tener una autonomía y una independencia mayor».
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