[Dossier geopolitico reproduce el Reconocimiento a las FFAA del Perú, por su invalorable aporte al sostenimiento del esfuerzo de Guerra contra el usurpador Inglés, por parte del Senador Nacional por Chubut: Alfredo Luenzo en el Palacio de Arequipa, Perú, está información “silenciada” por los Medios Masivos de Comunicación mejor desinformación la comunica nuestro colaborador en la Patagonia el Dr. Carlos Juarez Moreno que es colaborador del Senador Luenzo. Carlos Pereyra mele]
En mi carácter de integrante de un Poder del Estado Argentino y siendo representante de un Estado Provincial, ante el Senado de la Nación Argentina, concretamente la Provincia del Chubut, una Provincia Patagónica, me congratulo de poder dirigirme a Uds. para un evento tan sensible: como lo es hacer un reconocimiento al Perú y sus fuerzas aéreas por la participación que les correspondió en la guerra del Atlántico Sur en el año 1982.
He manifestado que es un evento sensible porque para los patagónicos aquella guerra, no solo fue la guerra de los argentinos por defender las Malvinas Argentinas, sino que además y en especial fue la guerra de los patagónicos. Y nosotros sabemos muy bien que es lo que hicieron entonces el Estado Peruano y sus aviadores militares. Y en un esfuerzo de síntesis voy a recordarlo.
Por orden del gobierno peruano en mayo de 1982 partieron del aeropuerto La Joya (Arequipa) diez cazabombarderos MIRAGE 5 a suelo argentino ya con insignias argentinas. Y los siguió un avión de transporte con repuestos y los equipos técnicos de mantenimiento. Como primera acotación se destaca que todos los integrantes eran voluntarios y que la reserva con que partieron implicaba que nadie sabía su destino, ni siquiera sus familiares más íntimos.
Arribados a la base aérea de Tandil (Pcia. Bs as), argentinos y peruanos se abocaron al aprestamiento de aeronaves y personal con vistas a su empleo en el Atlántico Sur contra la flota británica agresora. Como segunda acotación se destaca que todo el personal de vuelo se ofreció expresamente para intervenir en las acciones en igualdad de condiciones y riesgos con los argentinos. La evolución desfavorable de la situación en las islas y la mediación que por entonces llevaba adelante el gobierno peruano en el plano diplomático, frustraron la iniciativa. Y la evolución de los hechos de armas impidió finalmente la concreción.
He expresado al comienzo que me congratulaba de expresar como integrante con responsabilidad representativa del Estado Argentino el reconocimiento expreso al compromiso y la actitud demostrada en 1982 por el gobierno, los aviadores y en general toda la representación política peruana ante la injusta agresión que, en desigualdad manifiesta, sufría la Argentina por parte de un agresor superdotado de medios y apoyado por las potencias europeas y la alianza atlántica. Un Estado Latinoamericano se identificaba con esa lucha y hacia su aporte en causa común. Pero esto no sería suficiente si no dijéramos algo más.
Si las acciones militares en tierra y mar se hubieran prolongado un breve tiempo más, el empleo en combate al que tan generosamente se habían ofrecido nuestros hermanos peruanos hubiera ocurrido. Entonces hubieran sido dos países sudamericanos combatiendo una causa continental y arriesgando a sus propios hijos en la contienda a la fuerza de las armas. Con el posible saldo de sangre, lágrimas de familiares y huellas imborrables que deja una guerra.
No fue, no ocurrió pero la cuestión de la recuperación malvinera sigue en pie hasta hoy y sigue teniendo quienes la asumen. Y nadie puede, ni podrá negar jamás, que peruanos y argentinos asumimos el riesgo en 1982 .Y estuvimos juntos corriendo los peligros e incertidumbres de la hora en una causa de toda Latinoamérica.
Vaya entonces junto con el reconocimiento estatal, también el recuerdo afectuoso de los que recordamos los hechos y también el de un emocionado representante patagónico.
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