Alexander Duguin analiza la idea unipolar imperialista que intentan imponer, los Neocom con la Cumbre Democratica que promovio Biden en estos dias. Dossier Geopolitico

Por: Alexander Dugin

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

Este 10 de diciembre el presidente estadounidense Joe Biden celebró la famosa “Cumbre Democrática” a la que asistieron más de 110 países de los 197 que existen. Es por esa razón que resulta inútil subestimar la dimensión política de semejante acontecimiento.

No obstante, es obvio que el gobierno de Biden ha decidido seguir la línea de los neoconservadores y preservar a cualquier precio la unipolaridad: esta cumbre es un intento de revestir la hegemonía estadounidense con un halo de legitimidad.

Todo esto nos recuerda que los acontecimientos geopolíticos de los siglos XX-XXI siempre se han visto reflejados en las instituciones internacionales.

Por ejemplo, la ONU fue creada tras la Segunda Guerra Mundial y fue el resultado del equilibrio de poder que surgió tras la derrota del fascismo europeo y el militarismo japonés. De hecho, los aliados (es decir, los países antifascistas) ya había comenzado a bosquejar este nuevo reordenamiento del mundo antes de que hubiera acabado la guerra y simplemente lo legitimaron cuando esta terminó y nació un nuevo orden mundial post-fascista que solo reconocía la existencia de dos ideologías: el liberalismo (el Occidente capitalista) y el socialismo (el bloque soviético). Ambos actores terminaron por ser denominados como:

  • El Oriente socialista
  • Y el Occidente capitalista.

De todos modos, también aparecieron otros actores internacionales, como el Movimiento de los Países No Alineados, los cuales eran neutrales y se solidarizaban esporádicamente con uno u otro actor. Es, dentro de este contexto, que podemos comprender que la ONU no es otra cosa que un reflejo de las relaciones internacionales surgidas de la Segunda Guerra Mundial.

Por lo tanto, la ONU es en realidad una institución que nació del orden mundial bipolar, cuando dos sistemas mundiales diferentes estaban en competencia y se enfrentaban siguiendo unas reglas preestablecidas. Esto es confirmado por el hecho de que el órgano más influyente al interior de la ONU es el Consejo de Seguridad, compuesto por las cinco mayores potencias de su momento (que posteriormente se volvieron poderes nucleares): EE.UU., Rusia, China, Inglaterra y Francia. De hecho, tal composición del Consejo de Seguridad de la ONU es la encarnación por excelencia de la paridad del equilibrio estratégico del mundo bipolar.

La desintegración del bloque soviético y la caída de la URSS llevaron a muchos expertos estadounidenses a exigir la reforma o la disolución de la ONU, ya que este organismo había quedado desactualizado y necesitaba adaptarse a las nuevas condiciones internacionales o bien debía desaparecer y ser reemplazado por uno nuevo. El argumento era el siguiente: la ONU era un reflejo del mundo bipolar donde se enfrentaban de forma equivalente dos ideologías opuestas (el liberalismo y el comunismo)

El desplome de uno de los dos polos y la posterior aceptación del capitalismo por parte de los regímenes poscomunistas (las reformas económicas en la China de Deng Xiaoping y la imposición de las políticas liberales por parte de Yeltsin y los reformadores tanto en Rusia como en Europa del Este y las antiguas repúblicas soviéticas) significaba que en la práctica prevalecía un único sistema económico: el Occidente capitalista.

La unipolaridad que surgió en la década de 1990 contrastaba fuertemente con la estructura rudimentaria de la ONU, la cual no era otra cosa que una reliquia que pertenecía a una realidad histórica – la bipolaridad – completamente diferente.

Los neoconservadores estadounidenses impulsaron mucho este proceso, insistiendo en que la unipolaridad y la hegemonía estadounidense debían adquirir un “estatus legal” al interior de la comunidad internacional, tal y como el Imperio Británico había declarado en su momento que todos los océanos del mundo le pertenecían. Todo ello implicaba la disolución de la ONU y la creación de un organismo internacional que solo tuviera un único líder (EE. UU.) secundado por sus aliados más cercanos (es decir, sus vasallos). El resto de los países no poseerían otra cosa que el derecho asimétrico de estar de acuerdo (aunque sea a regañadientes) con las decisiones de Washington. Tales proyectos han sido formulados, presentados y discutidos en muchas partes por neoconservadores y defensores del Imperio Mundial estadounidense (como sucede con el británico Niall Fergusson).

El político republicano y neoconservador John McCain, quien fue el rival de Barack Obama en las elecciones presidenciales de 2008, fue uno de los que más promocionó la idea de crear una “Liga Democrática”, llegando al punto de proponer en su programa electoral la formación de “una nueva ONU, sin Rusia y China», especialmente porque semejante proyecto uniría a un total de “más de cien Estados democráticos” distintos.

La idea detrás de fundar esta “Liga Democrática” era la de legitimar la unipolaridad.

McCain comenzó a impulsar este proyecto en un momento en que Rusia y China habían dejado de ser satélites obedientes de Occidente (o, al menos, como parecía en la década de 1990) y empezaron a convertirse en polos soberanos e independientes: Rusia se convirtió en una potencia militar y energética, mientras que China era una potencia económica. Es por eso que el neoconservador McCain quería excluir de la “Liga Democrática” tanto a Rusia como China, siendo esta una especie de amenaza abierta frente al fortalecimiento de la soberanía de estos países.

Sin embargo, la influencia de Rusia y China ha aumentado significativamente y hoy es muy común hablar de un mundo tripolar en el que, además de Moscú y Pekín, han comenzado a aparecer otros países soberanos, como Irán, Turquía, Pakistán, etc., que desarrollan políticas soberanas cada vez más independientes de los Estados Unidos y la OTAN. Por lo tanto, la ONU vuelve a cambiar de papel y se ha convertido en una institución internacional que esta siendo testigo del nacimiento de un mundo tripolar, el cual probablemente se convertirá en multipolar en un futuro próximo. Resulta interesante que tanto Rusia como China hayan sido los antiguos pilares sobre los cuales se había creado el mundo socialista (China sigue siendo fiel al socialismo, a pesar de las reformas que ha experimentado en los últimos años).

Ahora bien, Joe Biden, el candidato del Partido Demócrata, es decir, el representante del mismo partido de Barack Obama, esta poniendo en práctica la agenda que John McCain propuso durante el 2008 y que los neoconservadores habían formulado hacía mucho tiempo: celebrar una “Cumbre Democrática” de la cual se excluyó a Rusia, China y otras naciones soberanas que no reconocen la hegemonía estadounidense. Es como si los acontecimientos hubieran dado un giro de 180 grados en los Estados Unidos. El candidato republicano Donald Trump terminó por convertirse en el “principal enemigo” de los neoconservadores y abrazó, a su manera, la multipolaridad, mientras que el demócrata y globalista Biden (que sustituyó a Trump) es el impulsor de una política hegemónica y abiertamente imperialista, adoptando todas las ideas de los neoconservadores. Es por eso que Biden quiere seguir ampliando la OTAN hacia el Este, promover el conflicto entre los rusos y ucranianos, o apoyar a la oposición liberal radical en Rusia; mientras tanto, ataca a China creando bloques económicos y militares como AUKUS y QUAD, y promueve el separatismo en Taiwán y Xinjiang.

Este es precisamente el sentido del eslogan presidencial de Build Back Better de Biden. Al principio su significado no era muy claro y muchos pensaron que se trataba de un retorno a la política de Obama. Pero no, era un retorno a la hegemonía unipolar estadounidense (y, en un sentido más amplio, anglosajona), siendo esto una especie de declaración de guerra contra el surgimiento de un mundo tripolar (multipolar) y un fortalecimiento del imperialismo estadounidense. Build Back Better significa regresar a la década de 1990, cuando la unipolaridad era indiscutible.

Por supuesto, la cumbre que ha celebrado Biden bajo el amparo de los neoconservadores nada tiene que ver con la democracia. Se trata de una iniciativa puramente imperialista y quienes la apoyan o no comprenden de lo que se trata o simplemente aceptan su condición de “vasallos” dentro de un sistema de relaciones internacionales rígidamente jerárquico en el cual solo existe una cabeza (los Estados Unidos) que tiene a su servicio una serie de estructuras subordinadas (como la OTAN).

¿Cómo responderán a esto los partidarios de la democracia? ¿O que harán Rusia y China?

Es necesario defender la ONU, sabotear todas las iniciativas que desean imponernos la unipolaridad e ignorar esta cumbre tildándola de un vergonzoso encuentro imperialista.

FUENTE: https://www.geopolitica.ru/es/article/la-sumision-de-los-esclavos

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