por William S. Lind
Los Estados Unidos han perdido otra guerra de cuarta generación. Para su beneficio, el presidente Biden se ha apegado a la decisión del presidente Trump de retirar todas las fuerzas estadounidenses de Afganistán. ¿Significará eso la caída del actual gobierno afgano, el regreso de los talibanes a Kabul y la reanudación de la guerra civil? Por supuesto. Eso es Afganistán. Podríamos quedarnos cien años en ese infierno y nada cambiaría.
Lo asombroso es porque fuimos allí en primer lugar. Yo era asesor de un senador en Capitol Hill cuando los soviéticos invadieron Afganistán. Todos estaban tristes, esperando que el Ejército Rojo lograra una victoria rápida y fácil. Estaba exultante, porque sabía que los soviéticos acababan de unirse al club del dedo del bebe en el hormiguero. Me costaba creer que Moscú hiciera algo tan estúpido y confiaba en que terminaría mal para ellos. Y luego, con el ejemplo soviético mirándonos a la cara, ¡cometimos el mismo error tan obvio! ¿Por qué?
La primera respuesta es que el Establishment de la política exterior de Washington es, deliberadamente, ignorante. Conocen la historia de lugares como Afganistán y los Balcanes; pero no creen que se aplique a ellos. Así que se comportan como niños malos, hacen lo que quieren y dejan a los adultos, en forma de los militares estadounidenses, para limpiar el desorden. Desafortunadamente, los militares de alto rango, también, ignoran deliberadamente, en su caso, el hecho de que lideran un ejército de segunda generación que está condenado a la derrota en las guerras de cuarta generación. Así que miles de vidas y de billones de dólares después, aceptamos nuestra inevitable derrota y nos vamos a casa con otra derrota a cuestas.
¿Por qué nos lleva tanto tiempo, veinte años en el caso de Afganistán, admitir la derrota y volver a casa? Porque tanto el Establishment civil como el militar de alto rango de Washington están conformado, casi exclusivamente, por cobardes morales. Su enfoque son sus carreras personales, llegaron a los puestos superiores que ocupan evitando decisiones y pasando cada dólar y no quieren ser los que se llevan el sambenito de perder otra guerra. Así que patean la pelota para el adelante, dejando que una guerra perdida continúe con un enorme costo humano y financiero. Veinte años es mucho tiempo para estar pateando la pelota.
Deberíamos haber salido de Afganistán no más de 90 días después de haber entrado. En ese momento, habíamos hecho todo lo que un invasor extranjero puede hacer. Tomamos Kabul, echamos al gobierno que no nos gustaba, pusimos un gobierno títere en su lugar y le dimos algo de dinero y de armas. Después de eso, si un invasor se queda, se convierte en el blanco de todos. En esos primeros tres meses también habíamos estropeado la oportunidad que teníamos de atrapar a Bin Laden, por lo que la misión no ofrecía ninguna justificación para quedarnos. Una vez más, la única razón por la que lo hicimos fue la cobardía moral de las altas esferas.
Ese fracaso militar apunta a la tercera razón por la que nos hemos anotado otra derrota: la incompetencia militar. Osama estaba en las cuevas de Tora Bora cuando intentamos atraparlo allí. Escapó porque el ejército de los Estados Unidos no sabe cómo librar batallas de cerco. Dibuja una línea en un mapa con nosotros en un lado y el enemigo en el otro, luego descarga grandes cantidades de potencia de fuego en su lado de la línea. Un enfoque tan reduccionista de la guerra que tiene pocas posibilidades de éxito, a menos de que el enemigo deba moverse mientras está bajo fuego, lo que en la mayoría de los casos no lo hace.
Generalmente, el éxito decisivo en la batalla requiere una emboscada o un cerco, no solo una base de apoyo de fuego. El ejército de los EEUU hace pocos intentos para hacerlo y, como en Tora Bora, las pocas veces que lo intenta, el resultado suele ser un fracaso.
Tratar con estas tres causas de nuestras repetidas derrotas en la guerra de la Cuarta Generación requiere el reemplazo del Establishment, civil y militar existente. No se lo puede reformar; ya es demasiado tarde para eso. El reemplazo vendrá solo de una catástrofe nacional lo suficientemente grave como para captar la atención del público. Sospecho que se encuentra en el horizonte.
Traducción: Carlos Pissolito
Publicado en http://espacioestrategico.blogspot.com/2021/08/afganistan.html
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