Por Patricio H Carvajal Aravena*

La modificación de la Constitución de la Federación Rusa para extender el mandato del Presidente Putin hasta el año 2036 es ya una realidad. Por la vía plebiscitaria –referéndum- , contemplada en la Constitución, el líder ruso consiguió extender su permanencia en el poder. Así, Putin sería el gobernante que más tiempo habrá gobernado Rusia. Superaría a Catalina La Grande (34 años) y a Pedro El Grande (29 años), si no consideramos la corregencia de este último con su hermano. Podemos discutir sobre la legitimidad de tal modificación. La reforma constitucional recién aprobada puede considerarse como parte del proceso de consolidación de un autoritarismo democrático. Para otros será la consolidación de un liderazgo político, el más importante en esta etapa de la Historia global. Solo el tiempo permitirá emitir un juicio sobre el tema. Pero la Historia de Rusia nos ilustra sobre el liderazgo de Putin y sus logros indiscutibles, entre los cuales cabe destacar el resurgir de Rusia como un imperio europeo global.

En la tradición política rusa existe la expresión “grande” para calificar los méritos y logros de un gobernante. Además, tiene una denotación en el pensamiento geopolítico ruso. En efecto, en la Historia de Rusia solo dos gobernantes han sido calificados como “grandes”por sus logros en política exterior, concretamente en la consolidación del imperio ruso como potencia europea: Pedro El Grande (петр великий) y Catalina La Grande (Eкатерина великая). De acuerdo con esta tradición, sin duda Putin puede ser llamado “Vladimir El Grande” (владймир великий), por los logros de su política exterior en la construcción de un nuevo imperio ruso

El legado del comunismo soviético fue catastrófico para la población de la Unión Soviética. La desaparición de la URSS en 1991 fue, a juicio de Putin, la peor catástrofe geopolítica del siglo XX. Tal vez hay un poco de exageración en las palabras del líder ruso, pero ni los ejércitos nazis habrían soñado con el derrumbe total del comunismo. Tampoco esperaban semejante colapso los Estados Unidos y sus socios europeos de la OTAN, quienes resultaron finalmente victoriosos en la Guerra Fría (1945-1991). El imperio soviético, construido en base a la  expansión y anexión geográfica de los territorios de sus vecinos, hasta constituir el mayor imperio comunista del mundo, se derrumbó entre 1989 –caída del Muro de Berlín- y  1991, año de la desintegración de la URSS. Todo esto fruto de la incompetencia de los líderes comunistas soviéticos. Una potencia nuclear que había desafiado el poder de los EEUU y de la OTAN desapareció por un decreto, al más puro estilo burocrático comunista. Lo que Lenin formó por decreto, el Tratado de 1922: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS),  Yeltsin la desintegró por el Tratado de Belavezhna de 1991, dando origen al Estado sucesor de la URSS, la actual Federación Rusa.  El año 1991 fue el comienzo de la década más desgraciada en la Historia de Rusia. El legado del comunismo soviético se manifestó en sus más graves expresiones: desintegración territorial del imperio soviético; terrorismo nacionalista, guerras civiles, surgimiento de una mafia conformada por ex miembros del Partido Comunista. La pobreza, y todas sus lacras sociales, se enseñorean sobre Rusia durante 10 años. Un indicador clave fue la caída de la esperanza de vida de los rusos en esa época: 47 años. 

Pero hubo dos legados aún peores del comunismo soviético para la población rusa: la desmoralización de su población y la obsolescencia acelerada del sistema militar. Rusia era en la década de 1990 una potencia de segundo orden en el escenario global. La desmoralización y la pobreza llegaron a tal punto, que se formó una industria de tráfico de órganos humanos a base del secuestro y asesinato de personas, especialmente niños. Estos eran vendidos por sus padres y abuelos a las mafias. Los niños durmiendo en los portales de los edificios, y el surgimiento de una delincuencia adolescente, algo típico de América Latina, se dio en Rusia en la época de la guerra civil (1918-1921). La solución fue la creación de un sistema de orfanatos a cargo de la CHEKA. La situación en 1990 era peor que la de aquella época inicial del Estado soviético. Y es un problema que persiste aún. 

La desintegración de los imperios suele manifestarse con guerras civiles y la acción de grupos terroristas. Fue el legado más sangriento del comunismo. Esta era la situación de Rusia a fines de la década de 1990. Un país en ruina material y moral. En ese momento había dos opciones: o lo que quedaba de Rusia se repartía entre los victoriosos de la Guerra Fría o el país se levantaba de ambas ruinas y comenzaba a construir con sus propias fuerzas un futuro digno para su población. Era una ecuación compleja entre tradición y los desafíos de un futuro más que incierto. En ese momento surge la figura de Putin. Parte de las bases del renacer de Rusia fueron puestas por B. Yeltsin, el sepulturero de la URSS, líder indiscutido en la derrota del Partido Comunista en la intentona de golpe de Estado de agosto de 1991, y finalmente, el hombre que termina con la URSS y prohíbe el Partido Comunista. Toda una paradoja de la utopía de M y Lenin: un comunista acabando con el comunismo. Pero también Yeltsin fue responsable de la corrupción, de la aparición de las mafias que se formaron en esa época. Sin embargo, al amparo de Yeltsin estaba formándose la figura de un líder que cambiaría el destino de Rusia en la próxima década: Vladimir Putin. La estrategia geopolítica de Putin fue combatir parte del legado ideológico del comunismo soviético. Desde esta perspectiva la primera medida para el resurgimiento de la unidad nacional rusa fue la restauración de la Iglesia Ortodoxa. Algunos documentales soviéticos de la década de 1930 muestran la demolición y quema de iglesias en Moscú. Estas acciones del ateísmo militante comunista eran parte de la política de exterminio de los enemigos de clase. Este exterminio comenzó con el asesinato de la familia real en 1918, y se extendió por la URSS, especialmente en Ucrania, durante la década de 1930.

(Familia imperial rusa, asesinada en 1918)

(Sepultura de los restos de la familia imperial en la Catedral de San Pedro Y San Pablo, San Petersburgo, 1998)

La inauguración reciente de la catedral militar en Moscú, es la consolidación de la restauración del Cristianismo ortodoxo en Rusia como base de la civilización y de la cultura rusa.

(Demolición de la Iglesia del Salvador, Moscú, 1930)

(Iglesia del Salvador, Moscú, reconstruida, 2018)

(Inauguración de la Catedral militar de Moscú, 2020)

El segundo cometido de Putin fue la restauración moral y material de las Fuerzas Armadas. Para ello potenció el desfile militar de la Gran Parada de la Victoria, celebrado en Moscú y en las principales ciudades de la Federación Rusa, en conmemoración del triunfo del Ejército Rojo sobre la Alemania nazi. Es la principal fiesta cívica – militar del pueblo ruso. Se inaugura con la marcha “guerra sagrada” que se cantaba en las ciudades soviética sitiadas por los ejércitos nazis. Con esta marcha comienza el desfile de la Gran Parada del Día de La Victoria. Un conjunto de jóvenes militares, seleccionados por sus méritos, porta la bandera roja de la vitoria clavada en la cúpula de la Cancillería alemana, en mayo de 1945. Termina el desfile de la Gran Parada del Día de la Victoria con la marcha “Día de la Victoria”. Esta marcha evoca la alegría en el dolor del pueblo ruso por el fin de la guerra. En el discurso previo Putin rinde homenaje a los soldados veteranos que aún viven –hombre y mujeres portando sus condecoraciones-, muchos de ellos héroes de la Unión Soviética. Se confunden en un bosque de banderas los estandartes soviéticos con los símbolos actuales de la Federación Rusa.  El desfile militar muestra las unidades históricas de los blindados T 34, y los actuales tanques Armata T 90. Sobre el cielo de Moscú vuelan dos escuadrillas de aviones MIG 35 y Sukhoi 37. Otro tanto ocurre con la Parada Militar en la ciudad héroe de Sebastopol, donde se muestran las unidades más modernas de la Flota del Mar Negro. La marcha “Sebastopol Legendario” es el principal himno de la celebración. Esta marcha es emblemática en el contexto de la actual situación de Crimea y Ucrania. Una vez más los símbolos de la era soviética se funden con los de la Federación Rusa, ahora como elementos ideológicos para la unidad nacional frente a la desintegración apoyada por las fuerzas de la OTAN. Putin ha apelado al espíritu de resistencia del pueblo ruso, conjugando los ejemplos de Borodino (1812) y Stalingrado (1942-1943) ante las amenazas actuales. De hecho el Día de la Victoria se ha transformado en un concierto de gala: ”Concierto de la Victoria” y de festivales musicales, donde se interpretan marchas y cantos populares. La participación del pueblo en estos eventos es masiva.

(Veteranos rusos de la Gran Guerra Patria, portando sus condecoraciones en el “Día de la Victoria”)

(Desfile del Día de la Victoria. Escoltas de honor portando la bandera de la Federación Rusa y la Bandera del Regimiento que tomó la Cancillería alemana, Berlín, mayo de 1945)

(Desfile del Día de la Victoria. Compañía femenina de la Marina)

La Política exterior de Putin ha estado orientada a frenar la expansión de la OTAN sobre las fronteras de Rusia: Mar Báltico, Mar Negro. Polonia pertenece hoy a la OTAN. La situación de Ucrania, Crimea y el Mar Negro es inestable por la presencia de la OTAN y el apoyo a los separatistas. 

Pero la tradición y la Historia no serían suficientes para llevar a Rusia a la posición geopolítica que tuvo con Pedro el Grande y Catalina la Grande, y durante la Unión Soviética. Todo proceso geopolítico requiere de un pensamiento que lo oriente y de un liderazgo estratégico que lo guíe. Esto significa la restauración de algunos elementos fundamentales de la tradición cultural. El gobierno de Putin ha llevado a la Iglesia Ortodoxa a un sitial que habría resultado impensable hace veinte años atrás. Esta es una diferencia esencial en relación con los bolcheviques. Mientras los comunistas dinamitaron e incendiaron Iglesias, y asesinaron religiosos, Putin los ha traído de vuelta como el alma de la santa madre Rusia. En cada ceremonia oficial Putin participa en los actos rituales de la Iglesia. Las fuerzas armadas han vuelto a consagrar los estandartes de sus unidades de combate en ceremonias religiosas de juramento a la Patria. Esto ha dado una cohesión significativa a su proyecto nacional. Por otro lado, la democracia rusa, o el gobierno como representante de un mandato popular, ha sido claro en rechazar ciertas conductas consideradas como parte de la decadencia moral de Occidente.

En cuanto a la política exterior y las Relaciones Internacionales, Rusia debió reformular su participación en un sistema en el cual perdió la condición de potencia global que poseyó hasta el derrumbe de la Unión Soviética. Este ha sido otro mérito de Putin. En primer lugar, la relación con Alemania. Recordemos que las relaciones entre Alemania y Rusia han sido permanentes desde hace siglos. A modo de ejemplo, y que ilustra todo el conjunto de vínculos, de encuentros y desencuentros, a veces trágicos y sangrientos como la II Guerra Mundial, es el de Catalina la Grande. Su origen germano, y luego su condición de regente europea, una de las más  importantes  del siglo XVIII, llevó a Rusia a la mayor extensión de sus fronteras imperiales. Putin (Rusia) y Merkel (Alemania) han reanudado esta alianza histórica. Merkel, que nació y se formó en la extinta RDA tiene el ruso como lengua materna. Putin, que estuvo destinado cinco años en Alemania como oficial de la KGB también tiene un dominio fluido del alemán. En las ceremonias oficiales usan sus idiomas de origen, pero se sabe que en ámbitos menos oficiales usan el ruso. La Alianza Rusia – Alemania es hoy la más importante de Europa. Alemania y Rusia son socios comerciales estratégicos, a pesar de las sanciones en contra de Rusia establecidas por los Estados Unidos y sus aliados europeos. A cambio, Rusia provee la energía para la industria alemana, entre otros negocios. La Rusia de Gorbachov fue generosa con Alemania. La disolución de la RDA –para estupor de los comunistas, que hasta hoy no perdonan esta “traición” del padre de la perestroika- significó el fin de la Guerra Fría y el inicio de una Alemania unificada y poderosa, actualmente el Estado más importante de la Unión Europea. El negocio reportó beneficios mutuos: Alemania se reunificó; Rusia obtuvo miles de millones de dólares en efectivo, más otras ayudas y créditos blandos del Estado alemán. Se puede decir que la principal garantía de una paz con Rusia la provee Alemania, frente a las maniobras de acoso de otros miembros de la OTAN como los Estados Unidos e Inglaterra. Uno de los méritos de Putin ha sido orientar la política exterior de Rusia a partir de una visión geopolítica estratégica. Esto implica una visión de los territorios planetarios donde Rusia pueda tener algún tipo de interés. 

  1. Merkel, V. Putin. La Alianza estratégica europea germana-rusa)

Desde esa perspectiva geopolítica se ha propuesto construir un nuevo imperio ruso, ahora bajo un gobierno democrático con algunos rasgos autoritarios. Los fundamentos de la Geopolítica de Putin tienen su origen en la Escuela Geopolítica rusa: Themin y Duguin. La obra de este último ha servido de base a la política exterior de Rusia en la era Putin. Por otro lado, ha recogido las enseñanzas esenciales de la Geopolítica Marítima formulada por el almirante S. Gorshkov. La membresía de Rusia como socio de los BRICS le ha proporcionado un papel relevante en los temas de la política global. Incluso ha desafiado la política exterior de los Estados Unidos en América Latina. En este último aspecto el mensaje es claro. Mientras los Estados Unidos y la OTAN presionen las fronteras de Rusia en el Mar Báltico y el Mar Negro, Rusia apoya a la narco dictadura  de Venezuela y reanuda sus vínculos militares con la dictadura  cubana. En definitiva, en 20 años Putin levantó a Rusia de la situación de colapso que la dejó el derrumbe de la URSS, ordenando la casa con mano de hierro, combatiendo sin contemplación el terrorismo y las mafias. Sin duda una lección para algunos Estados, especialmente los latinoamericanos, que creen que el terrorismo y las mafias del narcotráfico se combaten con pactos de paz y negociaciones dilatorias. Otro tanto cabe decir del combate al ISI. Las Fuerzas Especiales rusas –los spetsnaz- y la aviación han demostrado cómo se combate y se acaba con el terrorismo islámico. En una palabra, Putin ha dado al mundo una lección de lo que es la Realpolitik. 

  1. Proharenko, Oficial Spetnaz, caído en Siria. Héroe de la Federación Rusa, 2018)

Finalmente, la dimensión geopolítica marítima de Rusia. Aquí hablamos específicamente de la Antártica, la frontera sur del planeta. A pesar de la prórroga del Tratado Antártico (1959), las reclamaciones territoriales se han incrementado. La renovación de la flota rusa apunta a una mayor presencia en dichos espacios. Una nueva generación de submarinos coloca la flota rusa en un nivel de paridad con los Estados Unidos. Esto nos lleva a considerar la seguridad de la Antártica y sus Islas adyacentes como elementos esenciales de la política exterior regional latinoamericana. La presencia británica en las Malvinas debe ser resuelta definitivamente a favor de la soberanía argentina del archipiélago que históricamente le pertenece. Por otro lado, Brasil, Chile y Perú han estructurado parcialmente sus flotas navales de acuerdo con los desafíos geopolíticos que plantea en el ámbito de la política global el continente antártico. Perú y Brasil han formulado un discurso geopolítico marítimo sobre estas nuevas realidades (Vidigal, 2006; Doig, 2013). Lamentablemente, la debilidad militar argentina, que pareciera ser una política de Estado, conspira para una visión geopolítica y estratégica regional de seguridad y defensa. Las declaraciones de los Estados deben tener un respaldo geoestratégico y militar congruente con sus aspiraciones en la política exterior y las Relaciones Internacionales. De lo contrario es mera retórica, a la cual están habituados algunos gobiernos latinoamericanos.

*Historiador y Geopolitico -Chile- haushofer@outlook.es

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