Heinz Dieterich 7.2.2022 Coordinador, Centro de Ciencias de la Transición, CTS y World Advanced Research Project, WARP
1. México ante la fase post-AMLO
La cateterización del presidente en el Hospital Militar y su revelación de que tiene un “testamento político” para garantizar la continuidad de la Cuarta Transformación (4T) y la gobernabilidad de México, introdujeron un profundo cisma en la vida del país. Este punto de inflexión significa, que el sexenio de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) será recordado como un mandato bifurcado, con dos fases de transformación y realidades cualitativamente diferentes.
La fase del Nuevo Amanecer, 2018-2021, colocó a AMLO en el “Cenit del Poder” con claro control del escenario nacional e internacional. Los intentos de desestabilización del Bronx oligárquico y del ancien régime habían fracasado y, pese a que se avecinaban progresivos señales de desgaste del modelo de gobernanza, el progreso y la gobernabilidad del país no parecían estar en duda. Apareció entonces la fase del atardecer, 2022-2024, que insertó el elemento de incertidumbre e indeterminación en el proceso de transformación, por la vía de la biología, como ya había sucedido con el Covid-19.
La reacción del presidente ante la nueva situación y la modalidad de gobernanza que escoja para enfrentarla afectará todos los aspectos del futuro de la nación. De la misma manera, definirá su legado histórico en los anales del país.
2. Testamento político y Opciones
No sabemos qué contiene el testamento, pero es obvio que su esencia se refiere al heredero designado de la obra protagonista de AMLO. Y ahí, “la caballada está flaca”. Porque es evidente que hay sólo dos funcionarios en su gabinete que tienen la estatura y eficacia requeridos para conducir a la nación.
De la misma manera es obvio que la situación es binaria y que el presidente tiene sólo dos opciones para actuar: 1. No hacerle caso al reloj biológico y sus tiempos objetivos o, 2. Adaptar su modelo de gobierno a la fase del atardecer para beneficiarse de la estratagema del survival of the fittest de Darwin. Teniendo en su historia clínica dos eventos cardíacos (infarto agudo en 2013 y cateterización la semana pasada) y dos infecciones virales de Covid, la continuación del ritmo presidencial de trabajo de la primera fase equivaldría probablemente a un ejercicio de inmolación. Refundar el modelo para impedir la reversión de los frágiles resultados logrados en la primera mitad del sexenio, significaría, en consecuencia, optimizar la prospectiva del futuro para Morena, el país y el presidente.
3. Inmolación: Recurso disfuncional
Si el presidente ignora las advertencias biológicas y opta por la praxis del “business as usual” puede producir dos consecuencias negativas. El deja vú de la caótica transición del poder en Venezuela, que permitió a los lumpen-políticos Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y al general rastrero López Padrino instalar la dictadura burguesa que destruyó la obra humanística socialcristiana de Hugo Chávez. Algo semejante podría suceder en México, ya sea por los trepadores que abundan en la nomenclatura de Morena y la 4T, ya sea por los protagonistas de la nueva derecha global trumpista, como el magnate Salinas Pliego.
En cuanto a lo subjetivo, el recurso de la inmolación no sirve para alcanzar la dimensión histórica que a AMLO le interesa. La moraleja del transformador Jesús –su referente trascendental– es rigurosamente clara. De la praxis anti-dialéctica del Nazareno mártir no nació la deseada fraternidad global de la ecúmene, sino el “opio del pueblo” (Marx), la “moral de esclavos” (Nietzsche) y el primer Estado global terrorista de la historia: el Vaticano católico apostólico romano. Una refutación empírica de 1,700 años a toda praxis y doctrina transformacional deseada y practicada por Jesús.
4. Sucesión y Futuro de México
Antes de abordar la necesaria adaptación del modelo que el presidente ha de lograr para alcanzar la dimensión histórica de Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas, conviene recalcar la importancia trascendental de la sucesión presidencial en cuestión. Se trata, en resumidas cuentas, de encrucijadas en la vida de las naciones, que frecuentemente terminan en situaciones dramáticas.
En los procesos de transición social inducidos endógenamente, el quiebre de la continuidad del sistema se manifiesta generalmente en esos períodos de transición del poder de la macro política nacional. Tal regularidad política –en términos científicos el “cambio de fase” del sistema– opera tanto en transiciones revolucionarias, por ejemplo, las de la Unión Soviética y China, como en las transformaciones basadas en reformas socialdemócratas, socialcristianos, tecnocráticos, populistas, bonapartistas, etcétera. En otras palabras, la sucesión ordenada del poder dentro de los cauces institucionales del sistema es el eslabón más débil en el continuismo de la cadena política, como ilustra el reciente golpe de Estado de Donald Trump (6 de enero de 2021).
Las dinámicas subyacentes del quiebre de sucesión obedecen a dos modalidades: o acumulan fuerza por la mala gestión del gobierno en funciones o se inician con la mala selección del futuro equipo gobernante. Por lo general, los colapsos gubernamentales son resultados de fallas en la política interna de los que detentan el poder. Por eso, el expresidente Correa no habla con la verdad cuando le dice a Gabriel Boric que la dictadura de Maduro en Venezuela es el resultado del embargo estadounidense. El desastre de Maduro fue hecho en casa. Es el resultado de usurpadores del poder demasiado ineficaces y anti-éticos para conducir a una nación.
Los ejemplos de esos desastres endógenos por errores de sucesión en América Latina son abundantes, como muestran las transformaciones socialcristianas de Lula con Dilma Rousseff en Brasil, Chávez con Maduro en Venezuela, Correa con Moreno, entre otros. Tales errores han resultado en toda una fauna presidencial de escasa calidad moral y eficiencia como el neofascista Bolsonaro, dictadores pequeño burgueses como Maduro, narcisistas-populistas frívolos como Bitcoin-Bukele en El Salvador o simples fichas de recambio ineptos como Lasso en Ecuador.
5. Incertidumbre de la Transición mexicana
El actual sistema de gobernanza construido por el presidente mexicano después del triunfo electoral del 2018, distinto en muchos aspectos de los planteamientos originales de la Cuarta Transformación, descansa sobre cuatro ejes decisorios de poder: 1. El presidente, que es el atractor del sistema dinámico complejo “México”, en la acepción científica del concepto, como el estado futuro hacia el cual evoluciona el sistema. 2. Las Fuerzas Armadas. 3. La alianza de conveniencia con el gran capital que hegemoniza el de facto vicepresidente azteca, Carlos Slim. 4. La coexistencia “pacífica” con el Amo del hemisferio se debe a la debilidad de aquél en la competencia geopolítica mundial con China.
Dos preguntas claves se presentan: 1. ¿Qué tan sólido es el edificio transitorio levantado por el presidente, ante las nuevas condiciones de la situación nacional mexicana? 2. ¿Hacia dónde evolucionará la 4T después del 2024?
6. ¿Cómo impedir la Reversión de la Cuarta Transformación?
Bajo el supuesto, de que el presidente opta por la refundación del modelo e impida, que tendencias caóticas o antagónicas se apoderen del proyecto y del país, le conviene integrar tres vectores del “survival of the fittest” de Darwin al modelo que ha construido. En otras palabras, se trata de atender tres debilidades estructurales –o frentes de guerra política– que implican peligros de implosión para el futuro.
1. La relación con las masas es frágil, porque se reduce a una identificación seudo-religiosa (o totemista) con el “buen pastor” que guía al rebaño y provee el sustento material asistencialista. El algoritmo básico usado (mañaneras) utiliza el lenguaje binario del mito, destinado primordialmente a reforzar la lealtad de los creyentes, más no a crear una conciencia basada en los hechos (fact-based vision) para garantizar la continuidad deseada. La clase media no está incluida en esta narrativa y el pueblo –sin conciencia, ni organización– se puede convertir, como decía John W. Cook, en un “gigante miope e invertebrado”.
2. La admiración por la gran transformación social lograda por China es generalizada entre la gente honesta, racional e informada. Pero, el punto cardinal de esta hazaña es el Partido Comunista de China (PCC). Sin este factor de evolución, que condujo el desarrollo del gigantesco país durante los últimos cien años, el milagro chino no existiría. En México no hay ningún partido que esté jugando o pueda jugar tal papel de vanguardia, porque Morena, como quedó demostrado fehacientemente en los comicios estatales del año pasado, está controlado por una nomenclatura totalmente carente de lo que El Libertador Simón Bolívar consideraba las “primeras necesidades de la República”: “Moral y Luces”, como sentenciaba en el Congreso de Angostura, 1819.
Por lo tanto, si el presidente saliera de manera imprevista del proceso transformacional, no quedaría ninguna fuerza orientadora ni catalizadora para el futuro de la 4T. El proceso se quedaría fragmentado y sin Atractor estratégico que le diera cohesión a la nación.
3. Una política de Luz y Moral significa una política de Ciencia y Ética, sin la cual ninguna transformación social puede ser duradera.
¡Esta es la gran tarea que Andrés Manuel López Obrador debe realizar en la “fase del atardecer” de la Cuarta Transformación si quiere que su obra trascienda!
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!