Y sin pasar por la justicia, ni acatar una ejemplar y merecida condena histórica, ni indemnizar por los enormes daños causados, y encima, continuando hoy con aquellas idénticas políticas de explotación y exterminio.
Es claro y notorio que el mismo sistema colonial de siempre sigue con sus expolios, ahora con la complicidad de una oligarquía local, corrupta y complaciente, que son las serpientes nacidas de aquellos huevos envenenados, que las potencias dejaron sembrados cuando huyeron cobardemente al haberse agotado la etapa de dominio colonial.
Mientras tanto, desde la centralidad del sistema, la estrategia es provocar permanentes conflictos y tragedias locales, crear trampas políticas interminables, y terribles trabas económicas de todo tipo para que esos países no consigan superar su atraso.
Por más que se rasgue las vestiduras con su típica caradurez insultante, no hay lugar para el perdón para esta Europa genocida. Demasiadas graves son las atrocidades cometidas durante siglos contra África y sus habitantes como para dar una simple vuelta de página a cambio de una simple e hipócrita disculpa.
Solo corresponde la condena universal, permanente y sin derecho al olvido, más una indemnización superior a las deudas externas de sus Estados y la obligatoriedad de las potencias criminales de dar a esa gente una verdadera independencia total, a la par de cumplir con una orden de alejamiento total a perpetuidad de estos dirigentes necios y de sus multinacionales.
Eduardo Bonugli Madrid 27/5/2021
Macron reconoce la «responsabilidad» de Francia en el genocidio de Ruanda
El presidente galo rinde homenaje a las víctimas de la matanza de 1994 durante una visita oficial al país para recomponer las maltrechas relaciones
EL GENOCIDIO
Un millón.
Entre 800.000 y un millón de tutsis murieron a manos de los hutus entre el 7 abril y el 17 julio de 1994.
Pasividad.
El genocidio se cometió ante la indiferencia internacional. La ONU retiró a sus cascos azules y dejó a la población civil sin protección.
El papel de París.
Un informe dirigido por el profesor Vincent Duclert y publicado hace dos meses determina la «abrumadora responsabilidad» de Francia en la matanza.
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