Especial para Dossier Geopolitico por el Mgter. Omar Ruiz (*)
La política exterior de Argentina (AR) y del presidente Alberto Fernández (AF), es uno de los aspectos destacables del gobierno del Frente de Todos, en un contexto de crisis socio-económica mundial por la pandemia, de una novedosa geopolítica de las vacunas y una auspiciosa recuperación de proyectos nacionales en los países de la región.
La política exterior argentina del actual gobierno está determinada por el interés nacional entendido como los valores e intereses permanentes del país y por los principios de soberanía, multipolaridad, multilateralismo, respeto al derecho internacional, integración regional e inserción comercial inteligente.
Las acciones desarrolladas por el presidente Alberto Fernández se enmarcan en lo que Juan Carlos Puig denominó “autonomía heterodoxa”, enfoque apropiado para un país de tamaño medio como el nuestro, que reconoce la existencia de distintas potencias globales, no comparte algunos de sus lineamientos y preserva para sí intereses propios, teniendo presente que: 1) que no hay políticas de poder sin poder, 2) que las necesidades del país en términos de intereses comerciales y/o renegociación de deudas implican en algunos casos ciertos condicionamientos, 3) que la política exterior y la política interna se influyen mutuamente según la relación de fuerza entre gobierno y factores de poder y 4) en el caso de la actual coalición gobernante, los matices sobre la política exterior generan tensiones creativas al interior de la misma.
El presidente Alberto Fernández ha expresado en distintas reuniones, encuentros y foros virtuales en el marco de la pandemia, la necesidad de construir un orden mundial más justo y se ha pronunciado por un capitalismo humano y democrático, mostrando simpatías por el modelo social de los países nórdicos e impulsando en nuestro país políticas de desarrollo con contención e inclusión social y reparto equitativo de la riqueza a través del aporte de las grandes fortunas. Además, con destreza el ministro Martín Guzmán ha logrado una muy buena renegociación de la deuda privada y se encamina del mismo modo con la deuda ante el FMI.
El presidente argentino desde el comienzo y con una clara vocación de liderazgo suramericano y latinoamericano, repudió el golpe de estado en Bolivia, coordinó con México el salvoconducto del ex Presidente Evo Morales, su posterior asilo, dio su apoyo al actual presidente Luis Arce e impulsa la incorporación plena de Bolivia al MERCOSUR.
Con el presidente Andrés Manuel López Obrador se acordó la iniciativa para la creación de la agencia espacial latinoamericana. Mejoró su relación con los presidentes de Uruguay Luis Lacalle Pou y de Chile Sebastián Piñera, con este último acordó el proyecto de la red de fibra óptica para conectar el sur de nuestro continente con el sudeste asiático. La victoria en primera vuelta de Andrés Arauz en Ecuador, expresa, al igual que como ocurrió en Argentina y Bolivia, que las mayorías acompañan proyectos nacionales, populares y progresistas siempre que haya renovación dentro de los mismos.
Con la actual presidencia Pro tempore de Argentina en el MERCOSUR, se impulsará un fortalecimiento del bloque regional, un aumento en el comercio intra región, y la construcción de un bloque geopolítico que permita contrapesar las asimetrías en las negociaciones comerciales con la Unión Europea, China y otros Estados.
El presidente está decidido a impulsar una integración estratégica de Suramérica más allá de los signos políticos de los gobiernos, al mismo tiempo que dialoga en el grupo de Puebla apoyando cambios políticos en los países de la región.
Con el ex presidente Lula Da Silva la estrategia sobre el continente era común, con el presidente Jair Bolsonaro las diferencias son palpables, sin embargo y a pesar de los anuncios de Brasil como la no compra de trigo argentino, o la no renovación del acuerdo de transporte marítimo, Argentina debe insistir en el diálogo propiciando una reunión cumbre.
El informe “Bachelet” sobre Venezuela tuvo a Argentina en su posición histórica en materia de derechos humanos, así como sostuvo el no reconocimiento a Juan Guaidó por su origen no democrático y el rechazo al intervencionismo de EE.UU. El gobierno viene desarrollando una política de anticipación con su intención de abrir una nueva instancia de diálogo que unifique a la región frente a la situación de Venezuela, supere la división entre el grupo de Lima y el grupo de Contacto, y contribuya a recuperar un sistema de elecciones periódicas y transparentes con participación de la oposición. Esto último permitiría poner un freno a la injerencia norteamericana y condicionar al presidente Joe Biden a acompañar las gestiones de diálogo.
En la causa Malvinas el gobierno ha tomado decisiones importantes como la creación del Consejo de Estado para sostener en el tiempo una política soberana. La negativa a autorizar el despliegue de un buque de guerra de la guardia nacional de Georgia, EEUU, en el Atlántico Sur; el tácito reconocimiento de la soberanía argentina que la empresa alemana Lufthansa realizó al solicitar permiso al Estado argentino en sus vuelos a las Islas Malvinas; las gestiones de la cancillería argentina promoviendo que en el acuerdo comercial entre el Reino Unido y la Unión Europea se excluya a Malvinas como territorio británico de ultramar, ocasionando un incremento de aranceles al gobierno ilegal e ilegítimo de las Islas; y la prohibición de tránsito por nuestro espacio aéreo de un vuelo desde Montevideo a Malvinas para transportar personal de buques pesqueros con permisos ilegales, ratifican la voluntad del gobierno nacional de recuperar la soberanía sobre las Islas. Argentina, país bicontinental, debe tener una mirada profunda no sólo de Malvinas, sino también del Atlántico Sur y de la Antártida, por lo que representan por su importancia geopolítica y para el desarrollo del país.
Con Rusia las relaciones están pasando por uno de sus mejores momentos, cuando la solidaridad se expresa para Argentina y el mundo con la vacuna Sputnik V, gestión en la que participó la actual vice presidenta Cristina Fernández. Rusia además manifiesta un permanente reconocimiento de la soberanía argentina sobre Malvinas y ambos gobiernos comparten una visión sobre la necesidad de un mundo multipolar. Es deseable que haya más entendimientos en el marco del acuerdo de cooperación estratégica como sería la posibilidad de proveer a nuestro país de los aviones SU 30SM, MIG 29M y YAK 130 tan necesarios para reequipar nuestra aviación militar.
La llegada del presidente Joe Biden augura ciertas coincidencias en algunos temas como la lucha contra el cambio climático que supone la adhesión de EE.UU. a la Convención de París y el apoyo a la negociación argentina con el FMI; sin embargo, Argentina viene de enfrentar la política norteamericana en la OEA, de disputar la presidencia del BID y de las recientes advertencias del canciller Felipe Solá para no apuesten a dividir a la región.
En el caso de Europa el presidente Alberto Fernández que mantiene buenas relaciones con los mandatarios Emmanuel Macron, Angela Merkel y Pedro Sánchez, ha puesto el foco y su mirada crítica en el acuerdo comercial Mercosur – Unión Europea analizando su impacto sobre nuestro sector industrial y laboral, lejos del optimismo infundado del gobierno anterior.
China, potencia en ascenso y destino principal de nuestras exportaciones, es un país con el cual Argentina debe profundizar sus relaciones comerciales evitando una reprimarización de nuestra economía y buscando una solución al problema de la pesca en la milla 201, situación compartida con países como España y Corea del Sur entre otros.
Argentina debe liderar un proceso definitivo de integración política, institucional, social, energética, militar, financiera, comercial y ambiental que permita a nuestra región convertirse en potencia y en un actor con capacidad de influencia global. En este camino resulta clave el fortalecimiento del MERCOSUR, recuperar UNASUR y la asociación de Argentina a los BRICS.
(*) Magister RRII Omar Ruiz – Analista en temas Internacionales del Frente de Todos
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