¿Te gustó el transhumanismo? ¡Te encantará el posthumanismo!
Si el primero, ambicionando un aumento de lo humano, seguía afirmando su centralidad, el segundo pretende ir definitivamente más allá de lo humano y del humanismo para situar en el centro las herramientas que ha creado. Los prefijos son importantes: «trans» indica aquí la noción de «más allá» y representa los elementos que van más allá de lo humano; «post» significa «lo que viene después» y establece lo que viene después del humanismo.
Desde el punto de vista de nuestro equipo, la primera es hipotética, del tipo utópico que (demasiado) fácilmente se inclina hacia la distopía. La segunda sucederá pase lo que pase, el humanismo, como cualquier ideología, no es eterno, y será sucedido por otro paradigma. Detengámonos un momento en esta noción, que bien puede motivar muchas estrategias en todo el mundo. ¿Qué podría haber después de lo humano en el continuo del progreso en el que sin duda están inmersos los defensores de este tipo de teoría?
Bien podría haber una ruptura. En definitiva, el mundo siempre ha oscilado entre el humanismo (que sitúa al ser humano en el centro) y el pensamiento (que sitúa las ideas del ser humano en el centro). Se pueden identificar fácilmente dos formas principales de la segunda categoría: las religiones y las ideologías. En ambos casos, se trata de «ideas humanas» que en algún momento adquieren un papel predominante: Las religiones nacen siempre de una oscilación del péndulo hacia lo humano antes de venir a aplastar a éste bajo sus dogmas y carcasas; las ideologías nacen del idealismo humanista para aplastar lo humano bajo sus absolutismos desde la libertad al terror, desde el marxismo al estalinismo, desde el futurismo al fascismo, desde el capitalismo al neototalitarismo o desde la ecología al ecofascismo o al ecototalitarismo, etc…).
Si el posthumanismo está en consonancia con el transhumanismo, serán las creaciones humanas las que para superar su propia condición se erijan en creencias, en dioses. Aquí es donde radica la ruptura, porque las religiones y las ideologías son sistemas de organización de las sociedades humanas. Esta nueva etapa propondrá la fe en las creaciones materiales, la mejora de nuestras capacidades físicas (mediante la toma de «drogas» o la operación directa sobre el cuerpo) y las capacidades intelectuales (inteligencia artificial). Ya no se trata de creer o dudar en la existencia de un Dios o en la pertinencia de una idea política, todo es material.
No es de extrañar que el gran movimiento humanista que presidió el advenimiento de Internet esté llegando a esta etapa totalitaria, colocando la herramienta por encima de los seres humanos que la inventaron. Si esta perspectiva no anuncia nada bueno para los próximos 20 años, sí permite comprender que no se trata más que de un nuevo bache en la historia que la humanidad comienza a atravesar, pero también que se admiten esperanzas para el desenlace del período oscuro que se abre.
Si consideramos que la superación del humanismo, y por tanto el advenimiento de una forma de posthumanismo, es inevitable, es porque ya existe un terreno fértil por al menos tres razones:
Los periodos de contención en 2020 han visto surgir en las redes sociales una tendencia reveladora bajo el lema «nosotros somos el virus». Al ver el regreso de la fauna a las zonas pobladas donde había escaseado, algunos humanos se consideraron la causa intrínseca de la destrucción de la naturaleza, viendo estas manifestaciones de floreciente biodiversidad como una forma de legítima venganza. La deducción lógica y aterradora de este razonamiento es una erradicación de la humanidad, ya que somos un virus, para dejar lugar a que la vida salvaje ocupe su legítimo rincón en la Tierra. Un paso que, afortunadamente, no dio la mayoría de estos internautas.
Sin embargo, se observa una pérdida de fe en la humanidad entre las generaciones más jóvenes de muchos países del mundo. En un ambicioso estudio se interrogó a 10.000 personas de entre 16 y 25 años de diez países diferentes para medir su posible ansiedad ante los problemas climáticos. A la pregunta «¿Está la humanidad condenada?», el 55% respondió afirmativamente].
La humanidad ha llevado el progreso tecnológico tan lejos que la gran mayoría de la población utiliza a diario herramientas cuyo funcionamiento es incapaz de explicar con claridad. Un smartphone o un ordenador no son un martillo o una sierra. La mayoría de nosotros no somos capaces de entender, reparar y, por tanto, dominar realmente todas las herramientas digitales y electrónicas que se han convertido en esenciales para nuestra vida diaria. Esta falta de dominio y comprensión implica una forma de confianza, por no decir de creencia en la eficacia de estas herramientas. Una creencia que podría ser explotada cínicamente por quienes dominamos estas mismas herramientas, aunque el dominio total sería una ilusión las religiones han prosperado con la promesa de un paraíso, de una vida eterna porque no sabemos, ni podemos saber, lo que hay después de la muerte y esto ha propiciado la creación de los dogmas.
Si la humanidad está condenada, si actúa como un virus para su hábitat, y si dispone de herramientas que considera más eficientes que ella misma mientras es incapaz de comprenderlas plenamente… ¿qué va a impedir «lo que viene después», o incluso lo que «va más allá» de ella misma, de lo que había creado como lo más cercano a su propia condición, el humanismo?
Por ello, hemos explorado estas ideas en los dos artículos siguientes. La primera está dedicada al deporte porque reconocemos colectivamente a los deportistas como los mejores entre nosotros según unos criterios de evaluación claros. Si queremos incrementar nuestras propias capacidades físicas, sería lógico, y sobre todo socialmente más aceptable, empezar por este ámbito. Esto nos ha permitido poner a prueba el realismo de estas ideologías, en las que la inteligencia artificial ya se utiliza de forma generalizada, mientras que el atleta aumentado sigue siendo sólo un mito. Por supuesto, también ha sido una oportunidad para anticipar las implicaciones geopolíticas de la organización de eventos internacionales, de los que el Mundial de Fútbol de Qatar es un emblema. La segunda está dedicada a la ficción posthumanista porque reconocemos el poder de la imaginación y el valor curativo necesario para aprehender trastornos de tanto potencial.
Esperando que estas páginas no destruyan su fe en la humanidad, le deseamos una buena lectura.
FUENTE GEAB Francia [1]
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Fuente: The Converstioan, 10/02/2021
Aunque no hay que subestimar su potencial de éxito, ya que atrae a pesos pesados de la economía y la política mundial. Fuente: Darren Winters
Fuente: Revue l’Esprit libre, 04/11/2015
Fuente: Wikipedia
Véase en twitter por ejemplo
Sage Journals, 10/06/2020
Los países de origen de los encuestados fueron: Australia, Brasil, Estados Unidos, Filipinas, Finlandia, Francia, India, Nigeria, Portugal y Reino Unido. Fuente: The Lancet, 12/2021
Fuente: Wired, 08/01/2014
Una idea utilizada en la novela Fundación de Isaac Asimov (Ed. Gnome Press, 1951) sobre la tecnología nuclear en particular. En la sociedad imaginada por el autor, las centrales nucleares son tan eficaces y duraderas que, generación tras generación, quienes las mantienen acaban por no saber cómo funcionan, ya que nunca han tenido que intervenir en ellas. Esta incompetencia es luego aprovechada por los miembros de la Fundación que han transmitido este conocimiento, para establecer la religión de la ciencia…
Fuente: Interesting Engineering, 06/04/2019