Giusseppe Conte y Sergio Mattarella son los personajes clave de la trama que dejó afuera al líder de la Liga Norte.
Por GONZALO FIORE VIANI [*]
En Italia existe una expresión muy extendida: “caduta di stile” o “caída de estilo”. Es decir, que se quiten las caretas, que se deshaga un personaje cuidadosamente construido para dar paso a la verdadera esencia de la persona.
Eso es lo peor que le puede pasar a un italiano, y ni hablar si se trata de alguien público, especialmente, un dirigente político. Silvio Berlusconi, a pesar de sus escándalos de toda índole, nunca terminó de perderla, para hoy mantener cierta aura de estadista liberal y empresario infalible: una mezcla de Giulio Andreotti y Gianni Agnelli.
Golpe sobre la mesa
Matteo Salvini había construido gran parte de su popularidad y de su mística política basado en un personaje dotado de una supuesta infalibilidad. No obstante, esto no le alcanzó y quedó fuera del nuevo Gobierno italiano.
Tras intensas negociaciones, Giuseppe Conte volvió a convertirse en primer ministro luego de un breve período fuera del Ejecutivo tras su renuncia. El presidente Sergio Mattarella demostró ser mucho más que un mero tecnócrata, dando un golpe sobre la mesa y propiciando la nueva formación.
Fue Andreotti, apodado «Il Divo» por su impecable estética, quien, refiriéndose a la política española de la época de la transición, acuñó la frase: “manca finezza”.
La falta de muñeca política se ha visto patente en los últimos días. Así como también su contracara: Sergio Mattarella y Giuseppe Conte movieron sus piezas de manera espectacular para enviar al ostracismo temporal a Salvini, contra todo pronóstico.
Si bien tres meses en la política de Italia pueden convertirse en tres eternidades, por ahora Salvini ha perdido su pulseada personal con la clase política “tradicional”. Le será más complejo hacer campaña desde el llano, sin contar con los recursos estatales.
El factor Macron
Algo que, por estas horas, debe tener al ex hombre fuerte particularmente molesto es que Conte y Mattarella se reunieron con Emmanuel Macron, pasando página a 14 meses de hostilidades diplomáticas debido a la cuestión de la inmigración.
Enemigo declarado de Salvini, el francés es uno de los grandes ganadores dentro de la Unión Europea con el nuevo reparto del poder italiano. El líder legista llegó a proferir insultos contra Macron en sus redes sociales, apoyando públicamente a los chalecos amarillos.
No son pocos quienes, en los cafés, en los comercios y en otros lugares de reunión de la vida pública italiana, desprecian al nuevo Ejecutivo como un “gobierno de palacio”.
Otros ven la injerencia de Bruselas e incluso de Donald Trump, quien, contrario a lo que cabía esperar, se reveló en contra de Salvini y apoyó decididamente a Conte.
Movidas
El primer ministro había renunciado acusando a su excompañero en el gobierno de ser un “irresponsable” y un “oportunista”.
El Movimiento Cinco Estrellas y el Partido Democrático se aliaron a pesar de los pronósticos que lo auguraban imposible, constituyendo así un gobierno de centro izquierda, proglobalista y alineado con la Unión Europea. En tanto, Matteo Renzi formó su propio partido, acusando a sus excompañeros del PD de “fuego amigo”.
De todas maneras, continuará apoyando a la coalición del PD y a Cinco Estrellas.
La estrategia de Salvini
No es difícil notar cierto hastío del pueblo de a pie para con la “burocracia estatal”. Hay una extendida idea en Italia de que la clase política se atornilla en el poder para repartirse siempre los cargos entre ellos.
Salvini ha sabido aprovecharse muy bien de esto, mostrándose como un outsider que viene a romper con los privilegios sectoriales. Este nuevo armado de laboratorio puede llegar a favorecerlo a largo plazo si sabe jugar bien sus cartas.
Su popularidad sigue en niveles relativamente altos. Si bien su imagen cayó unos cinco puntos porcentuales según algunos sondeos, sigue sosteniendo una intención de voto superior al 30%. Con esos datos, ningún político del país está en condiciones de hacerle frente.
Sin embargo, su estrategia, que consistía en dinamitar el gobierno del que formaba parte con el objetivo de constituir uno nuevo convocando a elecciones, no funcionó.
Seguramente, tanto él como Conte o Renzi seguirán siendo las figuras principales de la política italiana por las próximas décadas.
Si no sucede ninguna “caída de estilo” inesperada, nada parece indicar otra cosa.
* Experto en política internacional, especial desde Italia Miembro de Dossier Geopolitico
Cuatro personajes clave del poder en Italia