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«La importancia geopolítica de África ha aumentado de una manera extraordinaria. Va a tener 2.400 millones de personas en 2050»

El diplomático chileno acaba de estar tres semanas en la República Centroafricana, donde la ONU tiene una misión. 
Es rica en oro, uranio, diamantes, petróleo y otros minerales y en terrenos agrícolas fértiles, pero en la República Centroafricana (RCA) la mayoría de su población vive una situación de pobreza. Marcado por décadas de violencia, el país que se independizó de Francia en 1960 es el último en desarrollo humano en el índice de Naciones Unidas (188 de 188 países) y su PIB per cápita apenas ronda los US$ 700 (solo en Sudán del Sur es más bajo) y ahora, fuertemente apoyado por la ONU, intenta instaurar el estado de derecho que nunca ha podido tener.

«Es un país que tiene una situación de carencia de Estado en la práctica y donde el gobierno hace un esfuerzo bastante laudable para tratar de construir instituciones y generar un marco que le permita gobernar y mantener servicios mínimos», dice a «El Mercurio» Juan Gabriel Valdés, el diplomático chileno que encabezó la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití en sus primeros años (2004-2006) y que ahora fue designado por el secretario general del organismo internacional, António Guterres, para hacer una evaluación estratégica e independiente del contexto en el que trabaja la misión en la República Centroafricana (Minusca).

El ex canciller y ex embajador chileno estuvo tres semanas de julio en la capital Bangui y otras ciudades centroafricanas para conversar con el gobierno, la sociedad civil, los jefes de los grupos armados y los integrantes de la misión de paz. A la cabeza de un grupo de 15 expertos de la ONU, también visitó otras capitales de la región. Sus recomendaciones sobre cómo debe continuar el apoyo del organismo internacional a la RCA las entregará a Guterres formalmente en septiembre.

El último estallido de violencia en la RCA ocurrió en 2013, cuando rebeldes, principalmente musulmanes (grupos selekas), se tomaron el poder, que estaba en manos de la mayoría cristiana del país. Milicias cristianas, los antibalakas, confrontaron a los selekas. La situación se estabilizó tras una intervención militar francesa y el posterior despliegue de una misión de paz de la ONU, que dio paso a un gobierno transicional en 2014. Dos años más tarde, en un proceso electoral bajo supervisión internacional, Faustin-Archange Touadéra fue elegido Jefe de Estado. Desde el inicio de los enfrentamientos entre 3 mil y 6 mil personas han muerto, ejecutadas o mutiladas, y más de 450.000 refugiados han escapado, la mayoría a países vecinos. Y el país aún no está en calma.

Pese a algunos progresos en los últimos años -como un foro en el que la sociedad civil pudo establecer las reglas del desarme de las guerrillas y la realización de elecciones- la violencia «no se ha disipado», comenta el ex canciller. «Hay una violencia estructural, porque la mitad de la población prácticamente vive de ayuda humanitaria y 75% de la población depende de la agricultura de subsistencia. A ellos, la violencia les impide alimentarse y producir alimentos. El 70% del territorio está ocupado por grupos armados».

Valdés explica que el conflicto es principalmente una disputa entre grupos de poder, bandas armadas y financiadas con tráficos ilícitos, pero que «podría adquirir en el curso del tiempo connotaciones de conflicto religioso». En la RCA hay grupos armados que tienen uniformes y recursos; hay estimaciones que hablan que el año pasado obtuvieron unos US$ 23 millones solo en venta de diamantes y minerales.

El temor a un contagio

Una preocupación fuerte es que la inestabilidad en la RCA se transfiera a países vecinos -comenta el enviado del secretario general-, por lo que ellos están muy involucrados en el proceso para evitar ese contagio.

«Hay que pensar que la importancia geopolítica de África ha aumentado de una manera extraordinaria. Estamos hablando de un continente que va a tener 2.400 millones de personas al año 2050, que tiene una tasa de crecimiento de la población muy superior a la del resto del mundo y el 30% de las riquezas naturales del planeta. A eso se debe la enorme presencia china que uno observa, los intereses de muchas potencias europeas y también de EE.UU. de que esa zona se mantenga estable», dice.

Para contribuir a la seguridad, plantea el diplomático, es necesaria una presencia más activa no solo de la ONU, sino que de otros actores del entorno centroafricano. Uno de los puntos más delicados, explica, son las fronteras, que la misión de paz «no está en condiciones de cubrir». En esa zona el tráfico de armas, de diamantes y de distintos productos «es extremadamente fuerte y dañino para el desarrollo» de la RCA.

Ante la pregunta sobre una eventual participación de tropas chilenas, Valdés dice que no le corresponde hacer un juicio ni «discutir las razones por las cuales el actual gobierno modificó el compromiso» adquirido por la administración de Michelle Bachelet de enviar una compañía de ingenieros militares a la RCA. «Lo que sí puedo decir es que observé cómo Perú tiene una activa participación no solo en Centroáfrica, sino que también en varios otros países africanos, donde sus militares están sirviendo en fuerzas de paz con el mismo entusiasmo como lo han hecho en otras partes. Me tocó trabajar con ellos en Haití, donde tuvieron un rol muy destacado, lo mismo que los militares chilenos. Y mi opinión y mi impresión es que ellos consideran que tiene una enorme importancia para su política exterior estar en estos lugares de África», un continente donde existe «enorme respeto» por Naciones Unidas.

Valdés comenta que en sus dos reuniones con el Presidente Touadéra, él reconoció el rol crucial de la ONU en la estabilización del país, para evitar una escalada de la violencia. «Naciones Unidas no es capaz de resolver el problema por sí sola, pero es absolutamente indispensable si lo que se quiere es impedir masacres y matanzas que han ocurrido en otros lugares», sostuvo.

El mandato de la Minusca se centra en la protección de civiles e incluye el apoyo al proceso de paz, así como la instalación de las instituciones del Estado y el despliegue en el país de las fuerzas armadas centroafricanas.

FUENTE:

http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=493784