Significado político de la irrupción del General Guido Manini Ríos en la política uruguaya
Ha dicho siempre el maestro y amigo de la América Latina Alberto Methol Ferré que la verdadera existencia de la República Oriental del Uruguay era y es, la negación de Artigas. El mismo caudillo dice a unos emisarios que van a invitarlo estando en el exilio al Paraguay para que regrese a su «patria chica», que no lo haría «porque yo ya no tengo Patria».
Nunca se consideró uruguayo Artigas, sino de la Patria Americana. Y en ello residió su fuerza homérica.
Mientras tanto el Uruguay, quedó como la llave de la cuenca del Plata, afianzado en su puerto y en su vínculo con Inglaterra. Como todos sabemos fue la Suiza de América inventada en 1828 por Lord Ponsonby.
Por supuesto que las guerras civiles atravesaron las tierras artiguistas, dividiéndose en dos grandes sectores políticos: el partido blanco del Gral. Manuel Oribe y el partido Colorado de Fructuoso Rivera, mal llamado unitario, siendo una mezcla entre el Interior posible y el puerto. Rivera en el fondo fue rehén de estas dos tendencias.
La guerra de la triple infamia destrozó la Banda Oriental y se produjo el primer bombardeo a cielo abierto en América del Sur, en la heroica Paysandú de Leandro Gómez. En la historia de América Latina todo tiene que ver con todo, tanto en sus tragedias como en sus glorias.
A fines del siglo XIX, luego de los épicos lanzazos de Aparicio Saravia y de un joven Luis Alberto de Herrera, nace el primer Estado benefactor de la cuenca del sur, el Uruguay estable y afianzado de José Battle y Ordóñez con el partido Colorado. Y un fugaz planteo latinoamericanista que no hizo mella, de José Enrique Rodó y el «Ariel». Nadie podía cuestionar la bonanza de la república uruguayistica, a tal punto que el propio Rodó era diputado del partido Colorado de Batlle y Ordóñez.
El siglo XX fue la puja del partido Colorado y del partido Nacional Blanco del Dr. Luis Alberto de Herrera-fundamental en el surgimiento del octubre peronista al oponerse a la instalación de bases norteamericanas-.
El surgimiento del ruralismo tiene íntima conexión con el retiro del imperio británico del Uruguay y por la primera vez de lograr una síntesis entre Montevideo y el interior, y aunque fracasó, fue un intento de una nueva opción ante un Uruguay que quedaba sin soporte o sin las bases que le daban una prosperidad aparente. Esta es la tesis de Alberto Methol Ferré en el «El Uruguay como problema», no los problemas del Uruguay.
Toda la historia posterior del Uruguay hasta hoy, es inentendible sino comprendemos este escenario global.
O un Uruguay acoplado como base militar del imperio norteamericano, o un Uruguay huérfano ante la ausencia o prepotencia de los industriales paulistas o un Uruguay sorprendido y abandonado a su suerte ante la falta total de política de cooperación argentina, como ocurrió con el gobierno anterior argentino. Nada que ver con la Geopolítica de Juan Domingo Perón, que en el año 1973 solucionó la controversia con la isla Martín García.
Rescatamos en este bosquejo histórico, la incansable predica del «Pepe» Mujica, inclusive arriesgando su capital político interno para salvar el Mercosur.
Y llegamos a este momento de acechanza de la República Imperial con la nueva doctrina Monroe.
En el Uruguay actual existe un descreimiento del pueblo hacia los partidos y sus dirigentes -problemática común en toda América Latina- y como muchas veces ocurrió en la historia de América Latina -para bien o para mal, pero es un dato de la realidad- , la figura prestigiosa del General Guido Manini Ríos, oxigena la democracia uruguaya- es un simplismo compararlo con Bolsonaro- y obliga al sistema político a generar una agenda estratégica.
El Gral. Manini Ríos es un hombre de una trayectoria impecable, licenciado en Historia con una gran solidez académica, se declara deudor del pensamiento de Alberto Methol Ferré- lo puedo atestiguar luego de largas conversaciones personales que tuvimos-, un geopolítico de la Patria Grande y un confeso admirador del Papa Francisco, en sus preocupaciones sociales y económicas.
Las difamaciones chiquititas no conducen a nada, ni desde la «derecha» a la «izquierda», si es que nos sinceramos y llegamos a la conclusión que estamos ante la guerra Latinoamericana por la independencia definitiva.
Miguel Ángel Barrios -Argentina- es doctor en educación y en ciencia política. Director Académico de Dossier Geopolitico Autor de reconocidas obras sobre América Latina.