Entradas


Por JORGE MORA FORERO Nuevatribuna.es

Cuando los ingenuos y los hipócritas se vuelven cínicos y tanto en 
los bares y los supermercados como en las redacciones de los pe-
riódicos y en los gobiernos se aceptan los ‘límites de la realidad’, 
entonces es que el Sol está a punto de ponerse y nosotros de 
apagar la luz”. (Santiago Alba Rico “Contra la Geopolítica”, 
elpais.es, 8 de abril del 2022

¿Y si Putín tuviera razón? ¡Qué escándalo plantearlo!, ¿verdad? Sólo plantearlo.

Resultó el abogado del Diablo, dirán unos cuántos. O muchos. Y yo responderé como lo he hecho en otras ocasiones: al Diablo lo que deben sobrarle, sin duda, son abogados. Y de los buenos. En nuestro medio, esto no tiene una connotación moral; se refiere a los que ganan pleitos. Y, mayormente, a los que ganaron pleitos que parecían imposibles de ganar. ¿Cómo? No pregunten. Ni traten de convencerme de que el Derecho es igual a la Justicia. Y, no le metan moral: no hay dónde ponerla. Aquí, como en el análisis que permea todo el poder, hay que hacer como diría Maquiavelo (tan desacreditado por los moralistas, y tan vigente, según los realistas): “ir a la verdad de la cosa”. Y eso comienza, llamándola por su nombre, sin edulcorantes que nos hagan quedar bien con todo el mundo, pero mal en el campo del conocimiento, al no poder dar una explicación coherente, y convincente, acerca de “la cosa”, analizada. A riesgo de que me excomulguen, desde diferentes creencias, digo que no hay que meterle moral a esto, no porque seamos inmorales, sino porque no hay dónde ponerla.

En cuanto a “Putín y su guerra”, que es como se habla en los principales medios de comunicación occidentales (no se habla de Rusia y su confrontación con Ucrania, que venía de años antes, sin guerra (desde antes de la anexión de Crimea), la pregunta atrevida es si el “autócrata”, que es como lo llaman en la citada prensa (no más autócrata que otros a quienes abrazamos todos los días, pero que están con nuestros intereses), tenía razón en lo que pedía: que Ucrania no entrara a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), alianza militar  que se organizó en Occidente para detener la expansión de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), que respondió creando el Pacto  de Varsovia. La URSS desapareció en 1991 pero… quedó la OTAN. A propósito: a esta Alianza, entró Colombia, como SOCIO GLOBAL DE LA OTAN, único país en Suramérica, a título de Observadora “participativa”, durante el gobierno del presidente Santos, lo cual según él, constituía un enorme privilegio.

No hay que meterle moral a esto, no porque seamos inmorales, sino porque no hay dónde ponerla

Pero, volvamos:

El reclamo básico de Putín, era por la seguridad de Rusia. No quería ésta, sentirse rodeada y asfixiada por la OTAN, sin una “cañita”, tubo, o espacio para respirar. Y para dormir tranquila. O, menos sobresaltada…

Y no vamos a hablar acá de lo que fue el Imperio Ruso y de las tierras que perdió desde la Primera Guerra Mundial.

Es pertinente:

Hablar de las cosas humanas no es nada fácil. Porque los seres humanos somos altamente homogéneos en anatomía pero no en cultura. Esta implica creencias, muchas de ellas cimentadas en las emociones, no en el razonamiento.  Esto no quiere decir que éste pueda no estar influido por ellas, o que ellas no sean importantes en la vida. Pero, la percepción del mundo por medio de las emociones, es mucho más subjetiva por lo sentimental, que la obtenida por el razonamiento que es un tanto más objetiva; obtenida y defendida con base en argumentos y, por lo tanto, con mayores posibilidades de comprensión entre diferentes posiciones. Cuando se parte de creencias inamovibles, en el campo que sea, no hay diálogo posible y menos, acuerdo alguno. El resultado es una polarización total con base en el odio y la división de los seres humanos en dos grupos: nosotros que, además, somos los buenos y, los otros, que son los malos.  Y, por si fuera poco, además de las creencias o, anteriores a ellas, los seres humanos, como individuos y como agrupaciones, también tenemos intereses. Normalmente, estos y las creencias se entrelazan; el resultado es el conflicto y su consecuencia más desgraciada: la guerra. Por medio de ella buscamos la supresión del otro, o de los otros, lo que nos niega como humanos, al mismo tiempo que todos destruimos el planeta, lo que va a negarnos como especie. Y no hay guerras justas. Las guerras son la “excrementación” del hombre; todas inhumanas y por lo tanto irracionales, descarnadas, viles… ¿Quién define la “justeza” de las guerras, los ambiciosos que las organizan y se quedan con las medallas y el botín? Porque no son “los del común”, carne de cañón, de bomba, de fusil o de motosierra, que siempre ponen los muertos con sus viudas y huérfanos, o los mutilados, en la miseria y sin esperanza. Y para quienes la palabra “patria” es más bien un escarnio, que un orgullo.

Si bien es cierto que el científico social debe enfriar sus sentimientos para tratar de ser lo más objetivo posible, jamás podrá ser neutral frente a las desgracias humanas, porque cada muerto y cada mutilado es una puñalada en el corazón de nuestra identidad humana, y una mutilación de la misma, así no creyéramos en ningún ser superior.

Continuando:

Debe el científico social tratar de investigar los orígenes del conflicto que desencadenó la barbarie, sin tratar de justificarla por lo dicho antes. Investigar con madurez es tratar de ver “la cosa conflicto”, desde todas las perspectivas, partiendo del hecho de que eso que llamamos “la realidad”, en un conflicto, tiene por lo menos dos caras y no una sola, como cuando vemos el conflicto como resultado de la lucha entre buenos y malos donde nosotros, por supuesto, somos los buenos. Hay que tratar de meterse en el pellejo del otro, para tratar de entender algo.

Vamos a los protagonistas.

Por un lado Rusia, segunda (o primera) potencia nuclear del mundo; se ha quejado por su seguridad que cree que está en peligro porque Ucrania, único país de su frontera suroccidental que no forma parte de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte o, NATO, en inglés), quiere entrar en ella. En el resto de los países de esta zona que pertenecían a la Unión Soviética, como Hungría, Rumanía, Polonia, Estonia, Letonia y Lituania, está la OTAN. Y, fuera de eso, en Turquía que posee uno de los ejércitos más poderosos del mundo. Podemos confirmarlo en los mapas respectivos. La OTAN se expandió, después de que la URSS, que vivía una crisis estructural, se desbarató en manos del ingenuo soñador, pero bien lisonjeado por Occidente, Mijaíl Gorbachov, y del corrupto y alcohólico Boris Yeltsin que, como Presidente de Rusia, firmó la disolución de la URSS. Rusia, en manos de Yeltsin, absolutamente debilitada, no pudo impedir la expansión de la OTAN.

No hay guerras justas. Las guerras son la “excrementación” del hombre; todas inhumanas y por lo tanto irracionales, descarnadas, viles…

Putin, funcionario de Yeltsin y sucesor de éste, reestructuró las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa y comenzó a exigir la neutralidad y el desarme de Ucrania. Como esta no aceptó, con una especie de plebiscito, incorporó a Rusia la estratégica península rusófona de Crimea donde tiene asiento la importante base naval rusa de Sebastopol por la cual tenía un contrato de arrendamiento por 50 años. A propósito: Crimea era rusa hasta 1954 cuando el sucesor de Stalin y Presidente de la URSS, Nikita Kruschev, a su vez, ucraniano y expresidente de la federada República Socialista de Ucrania, le regaló a ésta, en el 300 aniversario de la adhesión a Rusia, la Península de Crimea, como si fuera parte de su patrimonio personal y pensando que la URSS sería eterna. Cuando ésta se disolvió, Ucrania no la devolvió. Pero si obtuvo, en la débil situación de Rusia, un Tratado de Límites, quedándose con ella.

Enseguida, y siguiendo con nuestro problema, se presentó lo de las “Repúblicas” de Donetz y Lumbask, en la región más amplia de la zona del Donbás, en la frontera con Rusia y de mayorías de habla rusa que quisieron separarse con apoyo de la misma. Finalmente, ésta las reconoció como independientes, y comenzó la invasión a Ucrania, supuestamente, para darles protección del ejército ucranio que las atacaba. Pero, el ejército ruso no sólo entró a la zona anterior sino a varias partes de ese país, tomando una ruta con dirección a Kiev, la capital. Suponían los rusos que, con una acción relámpago, controlarían rápidamente el país, y establecerían un gobierno favorable a ellos. Pero no fue así.

UCRANIA

Es la cuna de Rusia cuyo origen estuvo en la Rus (podemos traducirlo como asentamiento de remeros “vikingos” que bajaban del Norte a vender sus productos en Constantinopla) de Kiev. El mando se trasladó después a Moscú. Siempre formó parte del gran Imperio Ruso de religión cristiana ortodoxa. El Patriarca de Moscú, dependía, administrativamente, del Patriarca de Constantinopla, y desde 1560 quedó como superior del obispo de Kiev, hasta 2019 cuando el Patriarca de Estanbul (la antigua Constantinopla), inventando poderes que no había tenido, reconoció la autonomía de la Iglesia Ucraniana, creando un conflicto con el Patriarca de Moscú. Los rusos dicen que fue un juego político de Estados Unidos que se pronunció por una Iglesia Ucraniana autónoma. Y ahí tenemos otro elemento del conflicto porque el Patriarca de Moscú no aceptó esto, pues respalda a Putín, ya que los dos tienen una idea muy conservadora de la vida, fundamentada en la herencia de “lo ruso”, y consideran que Ucrania, influenciada por USA y Europa Occidental, es un espacio abierto a las malas costumbres, grupos LGBTQ y “perversiones” diversas, etc., Como resultado hay, por lo menos, tres iglesias cristianas en Ucrania: ortodoxa que obedece a Moscú, ortodoxa que obedece al obispo-Patriarca de Kiev, y católica que obedece a Roma y está ubicada en la parte occidental que tuvo cercanía con el Imperio Austro-Húngaro.

Suponían los rusos que, con una acción relámpago, controlarían rápidamente el país, y establecerían un gobierno favorable a ellos. Pero no fue así

Ucrania sólo llegó a ser república en 1921 con los comunistas que le agregaron territorios. En 1922 entró a formar parte de la URSS y, en 1991, con la desintegración de la misma, declaró su independencia. Pero no devolvió los territorios que se le habían dado en el contexto de la URSS y que habían pertenecido a Rusia.Hay que dejar claro que en el momento de la separación, Rusia aceptó por la debilidad en que estaba. Por lo mismo, no pudo ejercer control geopolítico sobre los países separados al oeste (Rumania, Bulgaria, Polonia, Lituania, Letonia y Estonia), que ingresaron a la OTAN. Se dice que dejando de lado una promesa “verbal” que los Estados Unidos le habían hecho a Gorbachov, de no llevar a la OTAN a los países que habían formado parte de la URSS. Salvo Ucrania que, ahora era candidato, lo que provocó el problema con Rusia, reforzada ahora como potencia, por lo menos, militarmente, y con los mayores recursos naturales del mundo.En los conflictos por el dominio mundial, no puede olvidarse este dato.

Reflexionemos:

El ser humano es por naturaleza conflictivo. Los conflictos se resuelven a través del PODER. Y gana el más fuerte. La razón de la fuerza bruta (que se transforma cosméticamente en las Constituciones), prima sobre lo que podríamos llamar la razón de la justicia. 

Cuando hablamos de conflictos dentro de un país, hablamos de política como la actividad para resolverlos. La Ciencia política, estudia toda esa problemática. Cuando hablamos de conflictos entre países, lo primero que surge para resolverlos, es la diplomacia, sustentada en la Geopolítica que es la Ciencia que estudia la expansión de unos estados a costa de otros, y el choque de las potencias por sus áreas de influencia. Es la relación entre poder y espacio. Ya no el espacio dentro de los límites del país, sino el espacio para respirar, pasear y pisotear, más allá de esos límites. Los alemanes lo llamaron LEBENSRAUM, el espacio vital sin el cual un país quedaría sin fronteras seguras, asfixiado, negado a sí mismo.

Que el concepto haya surgido con los nazis, no significa que la práctica no se haya dado a través de la historia. De acuerdo con la teoría de la selección natural, implicaba el derecho de los estados a expandirse de acuerdo con su fortaleza (“Superhombre”, “Superestado”, “Potencia”, “superpotencia”, ¿Les suena?).  Esto no es una aberración, ha sido una constante histórica. Claro, podríamos pensar que la historia está hecha de aberraciones. Sobre esta relación entre hombres y estados, ya los griegos lo habían dejado claro, cuando afirmaban, por medio de Tucídides: “… que siempre fue y se vio que el menor obedezca al mayor y el más flaco al más fuerte…”.

Pues bien: tenemos tres grandes potencias: Estados Unidos, China y Rusia. Las tres poseen armas atómicas, cada una con el poder de destruir, no sólo a la otra u otras, sino al mundo todo. Y, volviendo a las constantes históricas, pongamos una más: todas las armas que el hombre ha inventado, las ha usado. Estados Unidos, no admitiría que alguno de sus vecinos tuviera alianza con enemigos e instalara misiles en sus fronteras, o muy cerca de ellas. No olvidemos que esa situación nos llevó casi a una guerra mundial, cuando la URSS, instaló misiles en Cuba. Ahora: Venezuela está lejos de la frontera americana y Estados Unidos ha dicho que es un peligro para su seguridad. China considera que Taiwán (que forma parte de ella como lo aceptó Estados Unidos al establecer relaciones diplomáticas con la primera), tal como está ahora, está convirtiéndose en un peligro para su seguridad.

La razón de la fuerza bruta (que se transforma cosméticamente en las Constituciones), prima sobre lo que podríamos llamar la razón de la justicia

Con relación a Rusia: Estados Unidos tiene misiles en Rumanía y Polonia. Y guarniciones militares en ellas, en Estonia, Lituania y Letonia. Más abajo, cerrando la parte Oeste-Sur, está Turquía que pertenece a la OTAN. Putín, desde el 2008, estaba pidiendo la neutralidad de Ucrania. Incluso un estadista y Exsecretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinguer, siempre pensó que Ucrania debería ser neutral, que debería ser el puente entre Occidente y Rusia y que la expansión de la OTAN a las fronteras de Rusia, era una provocación.

(Véase: Henry Kissinguer, “Cómo termina la crisis de Ucrania”, en PIENSA CHILE, marzo del 2014).

Después de esperar en vano la declaratoria de neutralidad de Ucrania, el presidente Putín, ordenó la invasión. Tomando como argumentos la militarización de Ucrania y el ataque a las zonas rusoparlantes de las llamadas Repúblicas de Lugansk y Donetsz. Resultados: Putín ha sido satanizado por Occidente; se ha puesto el grito en el cielo acerca de que se ha violado la soberanía de Ucrania, y han establecido sanciones económicas muy fuertes contra Rusia, y se viene el rearme de Europa. Lo anterior, muy sintetizado.

Veamos por partes:

1). Con relación al significado de Putín, dice el citado y muy reconocido Henry Kissinguer: “Para Occidente, la demonización de Putín, no es una política, es apenas una mascarada por la ausencia de una política”. Y agrega: “Por su parte, los EEUU deben evitar tratar a Rusia como una aberración a la que hay que enseñar pacientemente reglas y conductas establecidas por Washington. Putín es un estratega serio sobre la base de la historia rusa (Ibidem). Recordemos que un comandante de la marina alemana que pidió respeto para las peticiones de Putín, fue destituido.

Henry Kissinguer, siempre pensó que Ucrania debería ser neutral, que debería ser el puente entre Occidente y Rusia y que la expansión de la OTAN a las fronteras de Rusia, era una provocación

Hay quienes piensan el problema en términos de Guerra Fría, o del enfrentamiento entre capitalistas y comunistas. Eso es no ver más allá de la nariz, por fanatismo o por ignorancia. Ya no hay comunismo. Rusia es tan capitalista como Estados Unidos. Y Putín no es, justamente, alguien de izquierda; ni siquiera de esa izquierda desteñida que pulula por todos lados dándole su voto de apoyo al capitalismo neoliberal. Es un hombre de derecha y alcahuete de los llamados oligarcas que, siendo jefes comunistas, o directores de empresas estatales, se apoderaron de ellas en el proceso de privatización que se preparó en el caos gorbachoviano y, luego, bajo  le presidencia de Yelzin quien, junto con sus amigos procapitalistas de Ucrania y Bielorrusia, habían desbaratado la URSS. Putín fue el heredero de Yelzin quien lo nombró con la condición de que lo protegiese de ser juzgado por alguno de los delitos que llevaba encima.  Sobra decir que Putín ha cumplido. Este y los jerarcas comunistas se apoderaron, por distintos medios, de todo el trabajo acumulado por millones de trabajadores y trabajadoras del pueblo ruso desde 1917. Putín, además, ha mandado a la cárcel a los miembros de los grupos antifascistas y es el padrino de los grupos neonazis de la Unión Europea, como de los neofascistas que acaban de ganar las elecciones en Italia. Con relación a esto del neofascismo italiano y Putín, dice el especialista Antonio Scurati lo siguiente:

El primero que tendió puentes hacia ese mundo juvenil del neofascismo militante fue Matteo Salvini, en las elecciones de 2018. Incluyó en sus listas personas que procedían de ese ambiente. Y quien organizó eso fue su portavoz, Gianluca Savoini, la misma persona que estableció contactos con los emisarios de Vladimir Putin y llegó a acuerdos con ellos. Uno de los puntos de contacto entre la nueva ultraderecha y Putin es la visión de Rusia como defensora de algo que puede definirse como `supremacismo blanco`: el cristianismo, la raza, el rechazo a eso que llaman `la gran sustitución de los blancos europeos por los inmigrantes”. (Antonio Scurati, “Un gobierno de Meloni puede ser tan dañino para Italia como para Europa”, entrevista de Enric González, El País.es. 20 sept/2022).

 En Venezuela, Putín no apoya a Maduro por comunista (¡comunista Maduro!), sino por geopolítica, como venganza contra la OTAN.

2. Así como ocurre entre individuos, pasa con los estados: la igualdad y los derechos son sólo de papel ya que, en la práctica, predomina la ley del más fuerte (por su fuerza, por su riqueza, por sus influencias, etc.). Si un país poderoso, una potencia (y así las subpotencias y minipotencias) siente que un vecino le incomoda la vida, o le perturba el sueño por la seguridad, no hay soberanía que valga. La soberanía llega hasta donde llegan las necesidades y los apetitos de los más poderosos. Miren el mapamundi a través de la historia, no sólo a Rusia.

A propósito de eso, y a grandes rasgos:

Sin que haya sido agresora, Rusia ha sufrido tres invasiones en los tiempos modernos:

a). La invasión de Napoleón en 1812. Llegó hasta un Moscú incendiado por sus habitantes como parte de su defensa. Costo para Rusia en vidas: 5.000.000 de muertos.

b). Invasión por el ejército de Hitler en 1941. Nuevamente un Moscú vacío y el costo en vidas para Rusia y sus países afines, 25.000.000 de muertos.

c). Con el surgimiento de la Revolución Bolchevique de 1917: entre 1918 y 1921, tropas de Estados Unidos, Canadá, Francia, Gran Bretaña, Polonia y Japón, llegaron a pelear al lado del Ejército Blanco compuesto por los restos del ejército zarista. Costo: 1.500.000 muertos y los campos de cultivo destruidos. Consecuencia: la hambruna, provocada también por los errores de la naciente revolución.

Uno de los puntos de contacto entre la nueva ultraderecha y Putin es la visión de Rusia como defensora de algo que puede definirse como `supremacismo blanco`

Además: Japón también trató de apoderarse de Siberia Oriental…

3). Las sanciones económicas. Quienes más sufrirán son los rusos de a pie, no los jefes. Lo mismo que está pasando con los sectores de clase media y populares europeos. Porque el aumento del costo de la vida no se debe, en sí, a la invasión de Ucrania, sino a las nombradas sanciones que bloquearon el suministro de elementos energéticos de Rusia a Europa. Además de la creación de desempleo porque hay empresas que, en estas condiciones no pueden producir, y otras que han tenido que salir de Rusia. Por todo lo anterior, el resto del mundo, también sufre las consecuencias. Pero, a diferencia de los europeos y americanos, los pueblos de África y América Latina no tienen cómo defenderse. Esto agravará la situación económica que ha dejado la pandemia, aumentando la pobreza y el descontento social por la disminución de los alimentos y de otros bienes elementales para la vida. 

Todo esto, por supuesto, llevará a una decadencia mayor de la Unión Europea que avanza cada vez más hacia su insignificancia por su  dependencia de Estados Unidos, lo mismo que Rusia que, siendo una potencia nuclear, por efectos de la guerra se hará cada vez más dependiente de China.

4) Como una de las consecuencias de la guerra será el rearme de Europa, esta dedicará más dinero a las armas, y menos al gasto social. Y hay, en medio, un elemento que no se ha tomado en cuenta: Alemania, por su experiencia negativa de dos guerras perdidas, era reacia a participar en el rearme de Ucrania pero, prácticamente, se vio obligada a participar ante las acusaciones de saboteo a la OTAN. El resultado: Alemania ha dicho que dedicará a la defensa ¡cien mil millones de euros! ($ 100.000.000.000), una cifra espeluznante para rearmar a un país que fue humillado en dos guerras mundiales y que muchos alemanes no han olvidado: los movimientos neonazis que sueñan con su IV Reich (Imperio).

Recuerden, en términos generales, la realidad tiene dos caras. Hay que mirarse el rostro y también la nuca. Una cara es nuestra visión, y la otra cara es la visión del otro

Para concluir: recuerden, en términos generales, la realidad tiene dos caras. Hay que mirarse el rostro y también la nuca. Una cara es nuestra visión, y la otra cara es la visión del otro con el cual vivimos pero también, con el cual tenemos que aprender a convivir.

En la historia no hay seres humanos buenos y seres humanos malos; hay seres humanos, a secas, cada uno peleando por sus intereses, es decir, por sobrevivir en determinadas condiciones. Y hay estados peleando por ampliar sus territorios. O, procurando que en esos territorios vecinos, no haya habitantes que amenacen su seguridad. Es lo que hoy podríamos llamar, GEOSEGURIDAD. Hay potencias queriendo dominar, o controlar el mundo, con unas líneas rojas a las que hemos llegado por deducción lógica y por sentido común: las armas nucleares múltiples, capaces de acabar muchas veces con la humanidad y casi con todo tipo de vida. Hasta ahora, como hemos visto por la historia, todas las armas que el humano ha inventado, las ha usado. Ahora está preparado para acabar, de una vez por todas, con todo el planeta.

Como moraleja, creo que en esta situación que vive el mundo, las potencias capaces de borrarlo y de borrarse ellas mismas, al mismo tiempo, deberían practicar, aunque fuese por puro utilitarismo, la ética kantiana:

NO HAGAS A NADIE LO QUE NO QUERRÍAS QUE TE HICIERAN A TI.

En este momento, nuestro presidente a menaza a Putín que si usa armas nucleares (tácticas, se entiende; o sea, pequeñas) en Ucrania, recibirá un castigo inimaginable. Se supone que sabemos que significa eso, pero, ¿piensa nuestro presidente que los rusos se quedarán con los brazos cruzados muriéndose y que dejarán durmiendo sus infernales misiles nucleares de largo alcance que reposan ansiosos en los silos de la Rusia continental, en los barcos de guerra que surcan los océanos y en los submarinos que recorren sigilosos la costa occidental de los Estados Unidos? Una guerra nuclear mundial no dejará fuera a ningún continente como sí ocurrió con las dos primeras.

Apostarle a esa guerra es jugar en la ruleta de la locura suprema. Y ese sí es EL FINAL DE LA HISTORIA.

por Manlio Dinucci

A pesar de lo que afirma la prensa, si la victoria electoral de Giorgia Meloni finalmente cambia ‎algo en Italia no será en materia de política exterior. Los italianos no se rebelan ‎contra el origen de sus problemas sino sólo contra algunos de sus síntomas. La realidad ‎es que si los miembros de la clase política italiana compiten entre sí esa competencia ‎se expresa sobre todo a la hora de mostrar su sumisión a Estados Unidos. ‎RED VOLTAIRE | ROMA (ITALIA) |por Manlio Dinucci

Los partidos institucionales [italianos] están en campaña electoral, pero no sólo en Italia sino ‎también en Estados Unidos. El secretario del PD (Partido Demócrata), Enrico Letta, declara a un ‎diario estadounidense que: «Con la derecha, Italia está cerca de Rusia. Con nosotros, está cerca ‎de Estados Unidos.»‎

En ese mismo diario, Adolfo Urso, el presidente del COPASIR (Comité Parlamentario para la ‎Seguridad de la República), de visita en Washington, asegura sin embargo que: «Para Estados ‎Unidos, Giorgia Meloni es plenamente confiable.»‎

Los partidos de todo el espectro político [italiano] rivalizan así por el apoyo de Washington, ‎indispensable para cualquier gobierno. ‎

Pero todos actúan de común acuerdo cuando se trata de aplicar las órdenes de Washington… ‎como la de boicotear el Tratado de la ONU para la prohibición de las armas nucleares, ratificado ‎por 66 Estados y firmado por 20 pero boicoteado por Estados Unidos y la OTAN. A pesar de que ‎estaba invitada, Italia ni siquiera estuvo presente en la reunión de los países que se adhieren ‎al Tratado. No asistió ni siquiera como observador. ‎

También en junio, el 6º Escuadrón de la fuerza aérea italiana, estacionado en Ghedi, recibió el ‎primer avión de combate estadounidense F-35A de ataque nuclear, que será rápidamente ‎armado con las nuevas bombas nucleares B61-12 [igualmente estadounidenses], listas para que ‎la fuerza aérea italiana las utilice… por orden del mando estadounidense. ‎

Así viola Italia el Tratado de No Proliferación nuclear, ratificado en 1975, donde se estipula que:‎

«Todo Estado no dotado de armas nucleares que sea Parte del Tratado se compromete a ‎no aceptar de nadie, ya sea directa o indirectamente, la entrega de armas nucleares o de ‎otros dispositivos explosivos nucleares ni el control de ese tipo de armamento o ese tipo de ‎dispositivos explosivos.»‎

Como prueba adicional de la sumisión de Italia a Estados Unidos, la Comisión parlamentaria de ‎investigación sobre las causas del «desastre» del ferry Moby Prince concluyó sus trabajos, el ‎‎15 de septiembre, escondiendo nuevamente las verdaderas causas de la tragedia ocurrida hace ‎más de 31 años en la rada del puerto italiano de Livorno para encubrir un tráfico de armas en la ‎cercana base estadounidense de Camp Darby. El informe conclusivo mistificador, presentado por ‎Andrea Romano, del Partido Demócrata, fue aprobado por unanimidad por los representantes de ‎todos los demás partidos. ‎‎


Explicación para los lectores no italianos

En la noche del 19 de abril de 1991, el ferry Moby Prince chocó con el petrolero Agip Abruzzo ‎en la rada del puerto [italiano] de Livorno y se incendió. No hubo respuesta al SOS que el ferry ‎accidentado transmitió repetidamente. En el ferry en llamas murieron 140 personas después de ‎haber esperado durante horas una ayuda que nunca llegó. ‎

Hace décadas, a pesar 3 investigaciones y de 2 procesos ante tribunales, que las familias de las ‎víctimas esperan inútilmente que se divulgue la verdad, una verdad que emerge claramente de ‎los hechos. ‎

Aquella noche había en la rada de Livorno un intenso tráfico de navíos militares y militarizados de ‎Estados Unidos que llevaban a la base estadounidense de Camp Darby –cercana al puerto– parte ‎del armamento utilizado en la guerra del Golfo. Otros misteriosos barcos también se hallaban en ‎el puerto italiano. El Gallant II (nombre de código Theresa), un barco estadounidense ‎militarizado, abandonó precipitadamente la rada inmediatamente después del accidente. El día ‎‎21, el Oktoobar II de la empresa Shifco, cuya flota, donada a Somalia oficialmente para la pesca ‎por la Cooperación Italiana, era utilizado para transportar armas estadounidenses y desechos ‎tóxicos, incluso radioactivos, hacia Somalia y para aprovisionar con armas a Croacia, entonces ‎en guerra contra Yugoslavia. Después de haber encontrado pruebas sobre ese tráfico, ‎la periodista Ilaria Alpi y su operador Miran Hrovatin serían asesinados en 1994, en Mogadiscio, ‎al caer en una trampa organizada por la CIA con ayuda de la red Gladio y de los servicios ‎secretos italianos. ‎

Todo indica que, en la noche del 10 de abril, se estaba transbordando ‎armamento estadounidense en la rada de Livorno. En vez de regresar a Camp Darby, ese ‎armamento se enviaba en secreto a Somalia, Croacia y a otras regiones, incluso alimentaba los ‎escondites de armas que el Gladio tenía en Italia. ‎

En el momento de la colisión, quienes estaban al mando de la operación –seguramente el mando ‎estadounidense de Camp Darby– trataron de borrar las pruebas que podían incriminarlos, ‎eso explica una serie de hechos extraños: la señal del Moby Prince resultaba muy difícil de ‎captar, a pesar de que el ferry estaba a sólo 2 millas del puerto; el silencio de Livorno Radio, el ‎operador público de las telecomunicaciones, que no se comunicó con el Moby Prince; ‎el comandante del puerto, extrañamente «ocupado con otras comunicaciones radiales», que ‎no guió la ayuda pero que sería inmediatamente ascendido a almirante; la ausencia –o más bien ‎la desaparición– de los registros de radar y las imágenes satelitales, principalmente sobre la ‎posición del Agip Abruzzo; las falsificaciones de la nave bajo control judicial, de donde ‎desaparecieron instrumentos fundamentales para las investigaciones. ‎

Y no se hablará de que toda la tragedia del Moby Prince gira alrededor de Camp Darby, ‎la misma base estadounidense que los jueces Casson y Mastelloni estuvieron investigando ‎durante la indagación sobre la organización golpista Gladio. Camp Darby es una de las bases ‎Estados Unidos/OTAN que, según escribe Ferdinando Imposimato, presidente honorario de la ‎Corte Suprema de Casación, proporcionaron los explosivos utilizados en las masacres de la Piazza ‎Fontana, de Capaci y de Via d’Amelio. En esas bases «se reunían terroristas, oficiales de ‎la OTAN, mafiosos, políticos italianos y francmasones, poco antes de los atentados» [Cf. ‎Ferdinando Imposimato, La Repubblica delle Stragi impunite (en español, “La República de las ‎masacres impunes”), Newton Compton, 2012. Disponible en italiano en Internet).‎

Fragmento de Guerre nucléaire. Le jour d’avant. D’Hiroshima à nos jours, qui nous mène à la ‎catastrophe et comment, Manlio Dinucci, traducido del italiano al francés por Marie-Ange Patrizio, ‎Editions Delga, París, 2021. p. 170-171.‎

Manlio Dinucci

Duró muy poco el sueño de los que veían en la denominada “fascista” Giorgia Meloni (por parte de las socialdemocracia y progresismos de distintos pelajes) como algo nuevo y distinto dentro del mundo occidental y cristiano, sobre todo con relación a la guerra de Ucrania y con el posicionamiento de una europa soberana. Siempre lo dijimos la Meloni es en realidad una neoconservadora globalista occidental, una especie de trumpistas a la italiana que los sueños húmedos de los llamados soberanistas quieren presentar como el “cambio” a está Señora. Es apenas cotillón xenófobo y conservador, pro otan con discurso antiUE. Dos entrevistas concedidas a Reuters y a ANSA en este mes desnuda la realidad de su “posición” política. Dossier Geopolitico

La italiana Meloni advierte sobre los riesgos más amplios que plantea el conflicto de Ucrania – Por Francesco Zecchini

CERNOBBIO, Italia, 4 sep (Reuters) – Giorgia Meloni, que encabezará un nuevo gobierno italiano con dos partidos alguna vez cercanos a Moscú, advirtió el domingo sobre el riesgo que representa para las naciones occidentales la invasión rusa de Ucrania, calificándola de «punta del iceberg» en una lucha por la influencia.

«Si Ucrania cae y Occidente perece, el gran ganador no será la Rusia de (Vladimir) Putin, sino la China de Xi Jinping», dijo Meloni, líder del partido nacionalista Hermanos de Italia, en una rueda de negocios.

“Y aquellos que son más débiles en Occidente, a saber, Europa, corren el riesgo de encontrarse bajo la influencia china. Así que tenemos que pelear esta batalla”, agregó en el Foro Ambrosetti en el norte de Italia.

Rusia ha buscado fortalecer los lazos con la China del presidente Xi luego de su invasión de Ucrania en febrero.

Meloni lidera el partido más grande en una alianza de centroderecha con el Partido de la Liga y Forza Italia de Silvio Berlusconi, que está en camino de una clara victoria en las elecciones de Italia del 25 de septiembre, lo que la convierte en la primera mujer en ser primera ministra.

Tanto la Liga como Forza Italia tenían vínculos estrechos con Rusia antes de la invasión de Ucrania.

Meloni, cuyos Hermanos de Italia tiene sus raíces en un partido posfascista, se ha pronunciado enérgicamente en apoyo de la línea occidental sobre Ucrania en varias ocasiones. 

“La guerra en Ucrania es la punta del iceberg de un conflicto destinado a remodelar el orden mundial”, dijo el domingo.

El líder de la liga, Matteo Salvini, dijo en la misma conferencia que la Unión Europea debería proteger a las personas en países como Italia que sufrían los efectos secundarios económicos de las sanciones contra Rusia.

“Sigamos castigando al agresor pero protejamos a nuestras empresas ya nuestros trabajadores”, dijo.

“Porque ganar las elecciones y heredar un país de rodillas no sería muy satisfactorio”, agregó.

Fuente: REUTERS https://www.reuters.com/world/europe/italys-meloni-warns-broader-risks-posed-by-ukraine-conflict-2022-09-04/ 

Meloni dice que se retiraría del plan Belt & Road de China

(ANSA) – ROMA, 23 DE SEPTIEMBRE – La favorita para convertirse en la próxima primera ministra de Italia, la líder conservadora de los Hermanos de Italia (FdI), Giorgia Meloni, dijo el viernes a la agencia de noticias taiwanesa CNA que se retiraría de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China si lidera la próxima probable gobierno de centro-derecha después de las elecciones generales del domingo aquí.

    Meloni, de 45 años, quien sería la primera mujer primera ministra de Italia y la jefa de gobierno más derechista desde la Segunda Guerra Mundial, dijo que unirse a la ‘Nueva Ruta de la Seda’ había sido un «gran error».

    Dijo que si tuviera que firmar la prórroga del memorando correspondiente hasta 2024 «mañana por la mañana, me costaría ver las condiciones políticas para hacerlo».

    Meloni dijo que con un gobierno de centro derecha en Italia, «es seguro que Taiwán será una cuestión fundamental para Italia».

    Describió como «inaceptables» las amenazas de China contra la isla, que dice es parte de su territorio.

    La probable futura primera ministra dijo que había «seguido de cerca, con inquietud» los desarrollos más recientes en las tensiones entre China y Taiwán. (ANSA).

https://www.ansa.it/english/news/business/2022/09/23/meloni-says-would-pull-out-of-chinas-belt-road-scheme_65390a02-3562-42df-8c07-0d96ae91164c.html

Por Wolfgang Streeck*

Cuando los mejores son presa del extravío, quizá podemos concluir que las cosas no van realmente bien.

A finales de julio, Wolfgang Schäuble concedió una entrevista al Welt am Sonntag, un periódico dominical de centro-derecha. En ella renunciaba públicamente a su concepción, mantenida durante toda su vida, de una Kerneuropa franco-alemana, comprendida como el núcleo de Europa, confiando evidentemente en salvar, tras la guerra de Ucrania, lo que queda por salvar, si es que queda algo, de la posibilidad siempre remota de construir una Europa independiente dotada de una política de seguridad igualmente independiente.

Lo que Schäuble, ahora una alta autoridad del Estado sin una función pública concreta y uno de los últimos políticos conservadores intelectualmente respetables en activo, trata de presentar en la entrevista es su concepción de una versión actualizada de su viejo concepto germano-gaullista de una Europa unida capaz de perseguir sus propios intereses. La versión propuesta en la entrevista, sin embargo, resulta tan alejada de la realidad que, viniendo de alguien conocido por su despiadado realismo político, puede leerse como el argumento subversivo de que con la guerra ucraniana la integridad de los sueños, no sólo de la derecha sino también de la izquierda, de una Europa dotada de “soberanía estratégica”, para expresarlo en palabras de Macron, se han convertido para siempre en quimeras.

¿Qué sugiere Schäuble para convertir a Europa, ahora o nunca, en una potencia soberana después de la Zeitenwende [fase de transición]? Tras constatar que el tándem franco-alemán ha fracasado a la hora de evitar la guerra, o siquiera de tener una voz en ella, Schäuble sugiere ampliarlo para convertirlo en un triunvirato, en un directorio de tres miembros, invitando para ello a Polonia a unirse a Alemania y Francia “como miembro dotado de la misma importancia en la dirección de la unificación europea”. Dado que “a tenor del Tratado de Lisboa la política de defensa recogida en el mismo no es adecuada para medirse con los desafíos actuales”, el nuevo directorio operaría al margen de la Unión Europea. Francia, Alemania y Polonia invitarían a otros países europeos a unirse a ellos, para lo cual Schäuble acepta el concepto de “coalición de voluntarios”. Este mismo principio, sugiere, debería aplicarse también a cuestiones como la política de inmigración y asilo. En efecto, este planteamiento daría lugar a una “Europa a la carta”, una vez abandonado el supranacionalismo para sustituirlo por lo que en Bruselas, con una obligada expresión de disgusto, se denomina intergubernamentalismo. A largo plazo, tal planteamiento podría prescindir del establishment de Bruselas en su conjunto en favor de una alianza estratégica multinacional liderada por tres Estados-nación soberanos.

Pero esto es sólo el principio. La principal tarea de este directorio de tres sería construir una defensa nuclear para Europa. En opinión de Schäuble, “dado que los ayudantes de Putin (¡!) nos amenazan cada día con un ataque nuclear, ahora está absolutamente claro […] que necesitamos disponer de una fuerza de disuasión nuclear también a escala europea”. Mientras Francia tiene las armas, Alemania tiene el dinero. “En nuestro propio interés, los alemanes debemos, a cambio de una disuasión nuclear conjunta, efectuar la correspondiente contribución financiera al poder militar francés […]. Al mismo tiempo, debemos participar en una planificación estratégica de mayor envergadura acordada con París […]. En cualquier caso, una capacidad de defensa europea es inconcebible sin la dimensión nuclear […]”. En repetidas ocasiones, Schäuble insiste en que nada de esto debe contradecir los compromisos europeos asumidos en el marco de la OTAN. “Lo que Francia debe conceder” a cambio de la cofinanciación alemana de su fuerza nuclear “es que todo debe encajar en la OTAN”. De hecho, una de las razones que esgrime Schäuble en pro de la cooptación de Polonia en su directorio es que su presencia garantizaría que “la defensa europea no sería alternativa sino complementaria a la OTAN”. La regla general, de acuerdo con Schäuble, “debe ser siempre: todo con la OTAN, nada contra ella”.

La propuesta de reorganización de Europa presentada por Schäuble debe entenderse como un intento desesperado de mantener viva una perspectiva mínimamente creíble de independencia estratégica europea. Sin embargo, los actos de fe que tiene que hacer para conseguirlo son enormes. Para acomodar el ascenso de Europa del Este como nuevo centro de poder europeo tras el ataque ruso a Ucrania, Schäuble invita a Polonia a unirse a Alemania y Francia como copotencia hegemónica europea, confiando en que ello, contra toda esperanza, la arranque de su relación simbiótica con Estados Unidos. (El gobierno polaco acaba de presentar a Alemania una factura de un billón de euros en concepto de reparaciones por la Segunda Guerra Mundial, esperando que ello le ayude a ganar las próximas elecciones). Schäuble también confía en que Francia acepte a un tercer país como cogobernante de Europa, después de que el actual liderazgo ejercido por ambos países haya fracasado, y que conceda a Alemania y Polonia lo que ha negado sistemáticamente desde la década de 1960 a Alemania sola, esto es, la capacidad de expresar su opinión sobre el uso del arsenal nuclear francés.

Cuanto más se analiza la propuesta, más sorprendentes resultan las ilusiones que un veterano de la política europea como Schäuble se siente obligado a asumir para bosquejar algo parecido a un modelo de soberanía estratégica europea. Uno de los pilares del poder de Estados Unidos en Europa es la firma por parte de Alemania del Tratado de No Proliferación Nuclear de la década de 1960, que propició que Alemania dependiera para su defensa durante la Guerra Fría del paraguas nuclear estadounidense. En la actualidad, dicha dependencia se traduce en la presencia de un número desconocido de bombas atómicas estadounidenses en suelo alemán, junto con una licencia para que la Luftwaffe alemana transporte cabezas nucleares estadounidenses, bajo el mando de Estados Unidos, dirigidas contra objetivos elegidos por este país, utilizando aviones de combate comprados al mismo, lo que oficialmente se denomina “participación nuclear”. No hay ninguna razón para creer que pueda convencerse a Estados Unidos, con o sin la OTAN, de que Alemania necesita participar también en la gestión de las cabezas nucleares francesas, aunque sea indirectamente pagando por ellas. Tampoco hay ninguna perspectiva de que Francia permita a Alemania y a Polonia expresar su opinión sobre cuándo debería ponerse en riesgo París por el bien de Berlín o Varsovia; en el pasado, los intentos franceses de hacer que Alemania compartiera los costes de la force de frappe [fuerza de choque] fueron abandonados en repetidas ocasiones cuando, a cambio de su participación, Alemania quiso simplemente echar un vistazo al catálogo de objetivos nucleares franceses. Y cabe también preguntarse cómo alguien con una experiencia y una carrera tan dilatada como las de Schäuble puede confiar en que una política de seguridad europea codirigida por Polonia podría ser otra cosa que la extensión de la política de seguridad estadounidense, dados los dos objetivos principales de la política exterior polaca, esto es, la independencia de Alemania y la presencia contundente de Estados Unidos en Europa para mantener a Rusia a raya en lugar de confiar en los poco fiables vecinos europeos, que, a diferencia de la potencia estadounidense, podrían, a la hora de la verdad, temer por su propia seguridad.

Donde la entrevista de Schäuble se convierte definitivamente en un documento de desesperación y su triunvirato franco-alemán-polaco se revela como nada más que el espejismo de un viajero en el desierto a punto de deshidratarse, es al final de la misma, cuando intenta hacer creer al entrevistador y a sí mismo que su triple alianza nuclear intentaría establecer “una asociación con Rusia, siempre que este país respete las normas básicas de la cooperación entre socios”. “Seguramente —afirma Schäuble— también los polacos estarán de acuerdo cuando decimos que la asociación con una Rusia comprometida con la renuncia al uso de la fuerza, con la inviolabilidad de las fronteras y con las normas fundamentales del derecho internacional es políticamente deseable. Con una Rusia así podemos y queremos cooperar de buena fe. Por supuesto, con Putin esto será difícil”, pero no imposible, en su opinión.

Schäuble no puede albergar duda alguna de que para Polonia y su protector, Estados Unidos, una arquitectura de seguridad negociada en Europa que incluya a Rusia es, en el mejor de los casos, una segunda opción; su resultado preferido de la guerra ucraniana es una Rusia derrotada y mantenida a raya por una fuerza militar superior. Europa, en este escenario, está dirigida, no por Alemania o Francia o por ambas, sino por Estados Unidos y ello no sólo en el continente euroasiático, sino también a escala mundial, en particular en relación con China, a la que Schäuble menciona sólo una vez de pasada. El hecho de que Schäuble pueda llegar a confiar en que sus repetidas garantías de que su triple alianza formará parte de la OTAN, llegando incluso a sugerir además que el Reino Unido (el autodenominado subcomandante de Estados Unidos a escala mundial) también debería desempeñar un papel en la misma, engañen a la potencia estadounidense, desafía toda comprensión. En realidad, que alguien como Schäuble se vea constreñido a propalar piadosas esperanzas de que Estados Unidos mirará hacia otro lado puede interpretarse como un indicio de la eficacia con la que la guerra de Ucrania ha desplazado el centro de la política europea de seguridad nacional hacia el este y, con ello, hacia el oeste, en dirección a Estados Unidos.

Donde Schäuble, para variar, está en línea con el Zeitgeist [espíritu de los tiempos] europeo es cuando afirma que la Unión Europea, como organización internacional realmente existente, no juega ningún papel en su proyecto; en realidad, está explícitamente excluida de él. Lo que tiene en mente, sin decirlo, es lo que Macron, en sus momentos más exuberantes, denomina una refondation de Europa (por supuesto, hay pocas cosas que Macron no quiera refundar). Durante los últimos años, el equipo de von der Leyen y el “método comunitario” supranacional que administra han perdido rotundamente la reputación de la que gozaban entre los jefes de Estado y de gobierno europeos. La gestión de la pandemia por parte de Bruselas fue ampliamente considerada un desastre, a pesar de que fue Merkel quien le encargó la adquisición de las vacunas, tarea para la que no estaba preparada, a fin de evitar que Alemania fuera la primera en ser servida cuando se disponía a asumir la presidencia de la Unión Europea en el verano de 2020: el resultado fue el retraso de dos meses en la campaña de vacunación en el continente europeo.

También se culpó a la UE de no haber almacenado máscaras y equipos protectores y, en general, de no estar preparada para gestionar una emergencia médica como la pandemia de la covid-19, así como de intentar en vano que los Estados miembros cofirmantes del Acuerdo de Schengen mantuvieran sus fronteras abiertas durante el periodo de aumento de las tasas de contagio. A esto le siguió la toma de conciencia gradual de que el aclamado Next Generation European Union Corona Recovery Fund era demasiado pequeño y estaba gestionado de forma demasiado burocrática como para hacer algo por el país para el que principalmente estaba destinado, Italia, como demuestra la patética caída, tras sólo un año en el cargo, del caballero blanco de la UE, Mario Draghi, como primer ministro de su país.

Añádase a esto el regateo con Polonia y Hungría sobre el “Estado de derecho” en un momento en que Europa del Este se estaba convirtiendo en el nuevo centro de gravedad de la UE, por no hablar de la ausencia total de esta cuando los Acuerdos de Minsk fracasaron y Estados Unidos asumió la gestión del conflicto con Rusia en torno a Ucrania. Una vez que la Realpolitik levantó su fea cabeza, la UE se convirtió rápidamente en una organización auxiliar de la OTAN, encargada, entre otras cosas, de idear sanciones contra Rusia, que en su mayor parte se volvieron contra ella, y de elaborar una política energética europea común, una misión imposible desde el principio.

Para evaluar cómo el liderazgo europeo se ha deslizado hacia Estados Unidos y cómo la UE ha perdido el control sobre sí misma nada mejor que analizar su política de admisión de nuevos Estados miembros, la cual constituye un campo de batalla cada vez más enmarañado ligado al conflicto sobre quién dirige Europa y con qué propósito. En la década de 1990, Estados Unidos hizo saber que, como parte de su Nuevo Orden, la UE tenía que acoger a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia (Polonia, Hungría, Chequia, Bulgaria y Rumanía) para fortalecerlos económicamente y reorganizarlos institucionalmente con el fin de anclarlos firmemente en “Occidente”; posteriormente, los Estados bálticos, que durante un tiempo formaron parte de la Unión Soviética, siguieron su ejemplo. En aquel momento también se esperaba que la UE admitiera a Turquía, cuyo principal mérito consistía en ser miembro de la OTAN desde hacía mucho tiempo, lo cual habría dado a “Europa” fronteras conjuntas con Siria, Iraq e Irán, además de una posible guerra con un Estado miembro de la UE, Grecia. La adhesión de Turquía fue impedida por Francia y la Alemania de Merkel, campeona mundial en el arte de la resistencia pasiva, aunque oficialmente Turquía sigue siendo candidata a la incorporación a la UE.

La integración de los nuevos miembros de la UE constituye una ardua tarea para la burocracia de Bruselas, que debe enseñarles los entresijos del denominado acquis communitaire [acervo comunitario], el interminable conjunto de normas que los Estados deben aplicar como condición previa a la adhesión. Además, para afianzar su lealtad al capitalismo, los nuevos miembros deben recibir apoyo económico y cuanto más pobres y numerosos sean, mayores deben ser los fondos estructurales de la Unión destinados a los mismos, que son financiados con los respectivos presupuestos nacionales. Además, como tantas otras veces, el dinero puede o no comprar el amor, y los nuevos Estados miembros del Este tener sus propias ideas sobre cuándo deben seguir las órdenes de Bruselas y cuándo no. Así, los periodos de espera se han dilatado durante los últimos años, ya que las negociaciones se están alargando innecesariamente por la presión de los actuales Estados miembros. El último nuevo miembro de la UE fue Croacia, admitida en 2013, tras diez años de negociaciones y con sus reformas institucionales concluidas a satisfacción de Bruselas. En la lista de espera siguen Albania, Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Montenegro, Macedonia del Norte y Serbia, los denominados Estados de los Balcanes Occidentales, cuyas perspectivas de ser admitidos en un futuro previsible es nula, después de que Francia se opusiera públicamente a su ingreso.

Introduzcamos en la ecuación a Ucrania, que a través de su omnipresente presidente exige la plena incorporación a la UE de inmediato, tutto e subito, algo difícilmente realizable sin el estímulo de su aliado estadounidense, que necesita que alguien pague la reconstrucción del país una vez que la guerra concluya, si es que lo hace en algún momento. El 18 de junio, von der Leyen, vestida como tantas veces estos días de azul y amarillo, anunció en Twitter, sin miedo a parecer decadente o de mal gusto, que “los ucranianos están dispuestos a morir por la perspectiva europea. Queremos que vivan con nosotros el sueño europeo”. Pero lo que parecía convertirse en un viaje por la vía rápida a Bruselas pronto se detuvo en seco. Aunque es evidente que los Estados de los Balcanes Occidentales debieron protestar, el factor crucial es que los actuales Estados miembros parecieron haberse dado cuenta de que la adhesión de Ucrania acabaría por hacer saltar por los aires el presupuesto de la UE, por no hablar del sistema político oligárquico ucraniano, que habría hecho que Polonia y Hungría, los archienemigos “antiliberales” de la mayoría liberal del Parlamento de la UE, parecieran democracias escandinavas.

En esta situación, fue Olaf Scholz quien, de nuevo con verdadero espíritu merkeliano, tiró del carro, exigiendo que la UE, antes de dejar entrar a ningún nuevo miembro, se sometiera a «reformas estructurales» de las que previsiblemente es incapaz. Una de sus propuestas se refería a la composición de la Comisión. Actualmente hay un comisario por cada Estado miembro, lo que suma un colegio de veintisiete, demasiado grande, como dice un adagio de Bruselas, para reunirse en pleno sin que los miembros utilicen prismáticos si quieren mirarse a los ojos. Sin embargo, ello no es razón para que los Estados miembros más pequeños insistan en que cada país debe tener un puesto en la Comisión, dado que la UE paga a sus comisarios bastante más de lo que los países más pequeños y pobres pagan a sus respectivos primeros ministros.

La reducción del número de comisarios requerirá la modificación de los Tratados que cada Estado miembro debe aceptar. Además, en un discurso pronunciado a finales de agosto en la Universidad Carolina de Praga, que pretendía ser un complemento del pronunciado por Macron en la Sorbona en 2016, Scholz exigió disposiciones más estrictas sobre el Estado de derecho en los Tratados y poderes más eficaces para que la UE sancione a los Estados miembros por sus infracciones, a sabiendas de que esto sería inaceptable para Polonia y Hungría, y presumiblemente también para otros países. (Eludiendo tanto la UE como la OTAN, Scholz también sugirió un sistema conjunto de defensa aérea para Europa, creado por Alemania junto con los Estados miembros vecinos). Además, Scholz insistió en la votación por mayoría en el Consejo en lo concerniente a la política exterior de la UE, presumiblemente mediante votos ponderados por el tamaño de los respectivos países para evitar que el nuevo Ostblock [bloque de los países de Europa del Este] superara en votos a Alemania y Francia en nombre de Estados Unidos. Por supuesto, en la UE acabar con la unanimidad requiere unanimidad, un obstáculo que ni siquiera Angela Merkel había podido superar.

Mientras tanto, en Alemania, la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, una de las Young Global Leaders del World Economic Forum de Davos, hace saber a la opinión pública alemana que la guerra en Ucrania puede durar muchos años todavía y que Ucrania seguirá necesitando apoyo económico y militar, incluido “armamento pesado”, con toda seguridad durante 2023. Dejando a un lado a la honorable Marie-Agnes Strack-Zimmermann, diputada del FDP, el partido liberal alemán, por Düsseldorf, sede de Rheinstahl, una de las empresas armamentísticas más importantes del mundo, y presidenta de la Comisión de Defensa del Bundestag, los Verdes son sin duda los más militantes entre los políticos alemanes en su espíritu belicoso, ya que representan a una generación que estuvo exenta, y lo estará para siempre, del servicio militar, a diferencia de los despreciados pacifistas de antaño.

Ello añade un sabor peculiar a las interminables expresiones de gratitud y admiración de los Verdes por los valientes ucranianos que “defienden nuestros valores”, arriesgando sus vidas bajo un estricto régimen de servicio militar obligatorio. También ayuda a explicar su identificación incondicional con los objetivos bélicos del ala ahora gobernante del nacionalismo ucraniano (Baerbock: “Crimea pertenece a Ucrania […]. Ucrania defiende también nuestra libertad, nuestro orden de paz. Y la apoyamos financiera y militarmente, mientras sea necesario. Y punto”). El envío de armas, mientras estos nuevos belicistas observan cómo se utilizan estas desde la seguridad de sus salas de estar (Twitter ofrece un increíble número de tuits de exultantes tuiteros alemanes repantigados en sus sillones celebrando los golpes de la artillería ucraniana contra los objetivos rusos, similares a los publicados por los videojugadores que informan de sus proezas conseguidas en las pantallas de sus ordenadores) es jaleado casi diariamente acompañado de la garantía, que se hace eco de las declaraciones de Biden y su equipo, de que la OTAN, incluida Alemania, nunca enviará tropas a los campos de batalla de Ucrania donde los ucranianos “luchan y mueren por todos nosotros”. Obviamente, ello contribuye a que estos nuevos partidarios de la guerra, que se saben al reparo de riesgo alguno para sí o para sus hijos, la alienten hasta la mismísima Endsieg [victoria final], insistiendo en que no puede haber negociaciones sobre el fin de la misma antes de que ésta haya terminado con la incondicional retirada rusa.

Hasta ahora, la llegada de los Verdes al gobierno alemán, el reverdecimiento de lo que los alemanes solían llamar Friedenspolitik [política de paz], ha tenido un éxito notable. El espacio para el debate público legítimo sobre la paz y la guerra se ha reducido drásticamente. El jefe del servicio de seguridad nacional alemán, la orwellianamente denominada Bundesamt für Verfassungsschutz [Oficina para la Protección de la Constitución], aseguró públicamente al gobierno que vigilará a todos los que afirmen que el ataque ruso a Ucrania podría haber estado relacionado con la acumulación previa de recursos militares estadounidenses en torno a Rusia; en otras palabras, a todos los Putinversteher [comprensivos con Putin]. Como el evangelio, la prensa, de calidad o no, recita como sabiduría última de las relaciones internacionales, olvidada por los pacifistas sentimentales como Willy Brandt, el viejo adagio romano, si vis pacem para bellum. Se trata de proscribir la idea más reciente, que se remonta en parte nada menos que al mismísimo Friedrich Engels, de que con el armamento moderno, prepararse para la guerra puede desencadenar una carrera armamentística que precisamente consigue lo contrario de la paz.

La acumulación sin precedentes de recursos militares por parte de Estados Unidos durante las dos primeras décadas del siglo XXI, incluida la dotación de armamento a Ucrania desde 2014, que supuso sin riesgo de exagerar la preparación para la guerra más impresionante de la historia, fortalecida además por la denuncia de todos los tratados de control de armamentos de la época de la Guerra Fría, no debe mencionarse nunca en este contexto. De hecho, cualquier cosa que se refiera a la prehistoria de la guerra es anatema, especialmente las negociaciones de Minsk y los meses del invierno de 2021, excepto ese momento mítico en el que “Putin”, quien quiera que sea y por la razón que fuere, descubrió su odio genocida hacia todo lo ucraniano. Otro artículo de fe, que constituye una prueba ideal de credo quia absurdum [creo porque es absurdo] para mostrar la consabida lealtad, es que Rusia, que no pudo conquistar Kiev, situada a menos de 160 kilómetros de la frontera rusa, invadirá y conquistará, si se le permite sobrevivir a la guerra en Ucrania, Finlandia, los países bálticos y Polonia, a los que seguirán Alemania y, por qué no, el resto de Europa occidental sin más razón para ello que su total desprecio del modo de vida europeo.

Visto así, el hecho de que el presupuesto especial de defensa de 100 millardos de euros, anunciado por el gobierno alemán a los tres días de iniciarse la guerra, no tendrá sus primeros efectos sobre el terreno hasta dentro de aproximadamente cinco años no significa que sea un despilfarro, sino únicamente que no tiene nada que ver con la guerra de Ucrania como tal. Para lo que Alemania se está preparando, siguiendo la demanda irrechazable de sus amigos estadounidenses, es para un mundo que se constituye en un gran campo de batalla a la espera impaciente de las intervenciones de la OTAN fuera de su área de operaciones tradicional en pro de la propagación de la democracia y de la oferta de oportunidades para que ciudadanos posheroicos y sobrealimentados defiendan los valores occidentales.

A mediados de agosto, como otra muestra de su lealtad a Occidente, Alemania envió seis aviones de combate Eurofighter, en un viaje que los llevó por medio mundo y les obligó a pasar por la China continental y Taiwán, a Australia con el fin de efectuar maniobras conjuntas con Corea del Sur y Nueva Zelanda y de demostrar así la disposición alemana para una ulterior implicación militar. La prensa alemana informó bochornosamente para contextualizar la noticia de que “el nuevo concepto estratégico de la OTAN menciona a China como un desafío”. Uno de los seis aviones de guerra resultó defectuoso y tuvo que ser devuelto a casa, pero los cinco restantes llegaron sanos y salvos a su lejano destino repostados en vuelo por un avión cisterna A330, lo que hizo que el Frankfurter Allgemeine Zeitung se sintiera orgulloso del estado de las fuerzas armadas alemanas. El viaje se produjo después de que el gobierno saliente de Merkel enviara una fragata, la Bayern, de gira por el Indo-Pacífico, antes conocido como el Mar del Sur de China, para mostrar tanto la lealtad transatlántica, como la resolución a la hora de intervenir en el Pacífico oriental. Y esto es todo por hoy en cuanto a la autonomía estratégica europea.

*Director emérito del Max Planck Institute for the Study of Societies de Colonia.

Publicado en Geoestrategia.es

NR.: Wolfgang Schäuble: (Friburgo de Brisgovia, Alemania, 18 de septiembre de 1942) es un político alemán, miembro de la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Fue ministro federal de Finanzas de 2009 a 2017. En 2012 recibió el Premio Carlomagno por su contribución al fortalecimiento y estabilización de la Unión Europea. En el gobierno del canciller Helmut Kohl, fue Ministro Federal de Asuntos Especiales y jefe de la Cancillería Federal (1989-1991), y luego ministro federal del Interior (1989-1991). El 12 de octubre de 1990 fue víctima de un atentado cometido por Dieter Kaufmann, un trastornado mental; desde entonces usa silla de ruedas. Schäuble fue nombrado nuevamente ministro federal de Interior en el gabinete de Angela Merkel. El 24 de septiembre de 2017 fue elegido Presidente del Bundestag,​ cargo que desempeñó hasta 2021.

Un enfrentamiento nuclear, uno de los mayores temores sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania, es en realidad infundado. Estados Unidos no intervendrá directamente, porque no es una crisis existencial para Washington, tiene poco que perder con la inevitable derrota de Ucrania, y “lo que sigue es una larga y sangrienta medida de limpieza”, dice un ex funcionario de espionaje de los marines, quien desmontó la mendacidad de las inexistentes “armas de destrucción masiva” en Irak cuando era inspector de armas de la ONU.

Por Scott Ritter
Los temores de que el conflicto de Ucrania esté ahora empantanado, en algún tipo de punto muerto, y que corre el riesgo de una escalada peligrosa de las partes involucradas para lograr la victoria, están fuera de lugar. Solo hay un vencedor en el conflicto de Ucrania, y ese es Rusia. Nada puede cambiar esta realidad.
El renombrado intelectual estadounidense John Mearsheimer ha escrito un importante artículo sobre el conflicto, titulado: “Jugando con fuego en Ucrania: los riesgos subestimados de la escalada catastrófica”. El artículo pinta un panorama sombrío sobre la naturaleza de la guerra en Ucrania (un estancamiento prolongado) y el resultado probable (una escalada decisiva de las partes involucradas para evitar la derrota).

Dos premisas erróneas
Sin embargo, las premisas fundamentales de Mearsheimer son fundamentalmente erróneas. Rusia posee la iniciativa estratégica, militar, política y económicamente, cuando se trata de la guerra en Ucrania y el mayor compromiso de poder con la OTAN. Además, ni EE.UU. ni la OTAN están en condiciones de escalar, de manera decisiva o no, para frustrar una victoria rusa, y Rusia no necesita una escalada similar por su parte.
En resumen, el conflicto de Ucrania ha terminado y Rusia ha ganado. Todo lo que queda es una limpieza larga y sangrienta —Nota del traductor: Y no solo en Ucrania. Rusia está esperando la llega del invierno, cuando los efectos del corte del gas ruso en los países de la OTAN en Europa Occidental, que están apoyando a Ucrania en la guerra, serán más que catastróficos, sin disparar ni una sola bal.

Ambiciones que no existen
La clave para comprender por qué Mearsheimer se equivocó tanto es analizar su comprensión de las ambiciones tanto de EE.UU. como de Rusia, en lo que respecta al tema. Según Mearsheimer, “Desde que comenzó la guerra, tanto Moscú como Washington han aumentado significativamente sus ambiciones, y ahora ambos están profundamente comprometidos con ganar la guerra y lograr formidables objetivos políticos”.
Este pasaje es especialmente difícil de analizar. En primer lugar, es extremadamente difícil articular una línea de base sólida cuando se trata de evaluar las “ambiciones” de EE.UU. frente a Ucrania y Rusia. El gobierno del presidente Joe Biden heredó una política que había sido concebida en la era de George W. Bush, e implementada parcialmente bajo el equipo de Barack Obama (donde Biden desempeñó un papel fundamental). Esta fue una política muy agresiva dirigida a socavar a Rusia con el objetivo de debilitar al presidente ruso, Vladimir Putin, hasta tal punto de que eventualmente sea reemplazado por —un Atlantista, es decir—una figura más dispuesta a adherirse a una línea política dictada por Estados Unidos.

Los cuatro años de Trump
Pero uno no puede obviar que no hubo cuatro años del gobierno de Trump que arrojaron de cabeza la narrativa política anti-Putin y, por extensión, anti-Rusia promulgada por la administración Obama. Si bien Trump nunca pudo ganar terreno con su enfoque de “por qué no podemos ser amigos” de la diplomacia estadounidense-rusa, pudo socavar seriamente dos pilares políticos importantes que apuntalaron la política de la era de Obama, a saber, la unidad de la OTAN y la solidaridad con Ucrania.
El gobierno de Biden nunca pudo resucitar la dirección política de la era Obama con respecto a Rusia, incluidas sus metas y objetivos anti-Putin. El socavamiento de la unidad y el propósito de la OTAN, por parte de Trump, combinado con la humillante retirada de Afganistán, puso al bloque en desventaja cuando se trataba de enfrentar el desafío de un estado ruso decidido a ser más asertivo, sobre lo que ellos consideraba su intereses legítimos de seguridad nacional, incluido un nuevo marco de seguridad europeo que respete la noción de una “esfera de influencia” rusa.

Amenazas militares vacías
En cambio, el mundo fue obsequiado con el espectáculo de Biden insultando a su homólogo ruso con comentarios caricaturescos de “es un asesino”, mientras hacía promesas sobre iniciativas diplomáticas (presionando a Ucrania para que aceptara Minsk II, iniciando conversaciones “significativas” de control de armas) que su gobierno demostró ser incapaz y/o no estar dispuesta a seguir adelante.
Cuando se enfrentó a la realidad de una acumulación militar rusa alrededor de Ucrania, lo mejor que pudo hacer el gobierno de Biden —Nota del Traductor: o el “Estado Profundo” del complejo de la industria militar, que hace las guerras para conseguir trillonarios negocios en dólares— fue hacer amenazas militares vacías e incluso promesas más vacías sobre sanciones económicas “significativas y sin precedentes”, en caso de que Rusia interviniera militarmente —Nota del traductor: sanciones que, a fin de cuentas, han sido un tiro por la culata.

Ladran mucho y no muerden
El hecho es que, si bien los funcionarios del gobierno de los EE.UU., a través de representantes, pueden hacer declaraciones audaces sobre la necesidad de infligir daño al ejército ruso, mediante el suministro de miles de millones de dólares en armas a Ucrania, es a los EE.UU. a los que se les ha infligido la derrota, en términos de las pérdidas continuas de sus fuerzas armadas ucranianas y la destrucción del equipo proporcionado en apoyo —Nota del traductor: aunque también cabe remarcar que una buena parte de esas armas han ingresado al mercado negro—. Estados Unidos, al igual que sus aliados de la OTAN, ha demostrado ser muy buenos para hacer pronunciamientos audaces sobre objetivos e intenciones, pero muy malos para ponerlos en práctica.
Este es el estado actual de las “ambiciones” estadounidenses con respecto a Ucrania: todo es pura retórica, ninguna acción es significativa. Cualquier temor a una intervención militar de EE. UU. y/o la OTAN en Ucrania debe sopesarse con la realidad de que el aire caliente no genera acero frío; Los políticos de EE.UU. pueden ser expertos en llenar las páginas de los principales medios de comunicación occidentales —Nota del traductor: a.k.a. el Ministerio de la Propaganda— con palabras que suenan impresionantes, pero ni el ejército de EE.UU. ni sus aliados de la OTAN son capaces de generar el tipo de capacidad militar significativa necesaria para desafiar efectivamente a Rusia sobre el terreno en Ucrania.

No existe una “opción militar”
Esta realidad limita severamente el alcance y la escala de cualquier posible ambición estadounidense con respecto a Ucrania. Al final del día, Washington solo tiene un camino a seguir: continuar desperdiciando miles de millones de dólares del dinero de los contribuyentes enviando equipo militar a Ucrania, que no tiene ninguna posibilidad de cambiar el resultado en el campo de batalla, para convencer a una audiencia estadounidense de que su gobierno está “haciendo lo correcto” en un esfuerzo fallido.
No existe una “opción militar” en Ucrania ni para EE.UU. ni para la OTAN porque, en pocas palabras, no hay fuerzas armadas capaces de ejecutar tal opción de manera significativa.

El objetivo final de Rusia
Esta conclusión es crítica para entender las “ambiciones” de Rusia. A diferencia de EE.UU., Rusia ha articulado objetivos claros y concisos con respecto a su decisión de enviar fuerzas militares a Ucrania. Estos se pueden describir de la siguiente manera: neutralidad permanente de Ucrania (es decir, no ser miembro de la OTAN), la desnazificación de Ucrania (la erradicación permanente de la odiosa ideología nacionalista de Stepan Bandera) y la desmilitarización del estado: la destrucción y eliminación de todo rastro de participación de la OTAN en los asuntos de seguridad de Ucrania.
Estos tres objetivos solo reflejan las metas inmediatas de la Operación Militar Especial en Ucrania. El objetivo final, un marco de seguridad europeo reestructurado que tenga toda la infraestructura de la OTAN retirada a los límites de esa alianza en 1997, sigue siendo un requisito no negociable que deberá abordarse después de que Rusia obtenga su victoria militar y política final en Ucrania.

El peligro que corre Ucrania es que ya no tenga salida al mar si Russia conquista las zonas pro-rusas.

Cuando ocurra la victoria rusa
En resumen, Rusia está ganando sobre el terreno en Ucrania, y ni Estados Unidos ni la OTAN pueden hacer nada para alterar este resultado. Y una vez que Rusia obtenga esta victoria, estará en una posición mucho más sólida para insistir en que se respeten e implementen sus preocupaciones, sobre un marco de seguridad europeo viable.
Mearsheimer cree que la situación sobre el terreno en Ucrania proporciona tanto a Estados Unidos como a Rusia “poderosos incentivos para encontrar formas de prevalecer y, lo que es más importante, para evitar perder”.

Un temor infundado de EE.UU.
Al fin y al cabo, el conflicto de Ucrania no es existencial ni para EE.UU. ni para la OTAN; una derrota en Ucrania será simplemente otro revés: Afganistán con esteroides. Pero una derrota ucraniana, en sí misma, no amenaza con el colapso de la OTAN ni significa el fin de la República estadounidense.
En pocas palabras, el temor de Mearsheimer de que una derrota en Ucrania “significa que Estados Unidos podría unirse a la lucha si está desesperado por ganar o por evitar que Ucrania pierda” es infundado.

¿Una situación peligrosa?
También lo es su afirmación de que “Rusia podría usar armas nucleares si está desesperada por ganar o enfrenta una derrota inminente, lo que sería probable si las fuerzas estadounidenses se involucraran en la lucha”. Rusia ni “se enfrenta a la derrota” ni tiene nada de qué preocuparse, existencialmente, de una intervención militar de EE.UU. que, desde todos los puntos de vista prácticos, no podría materializarse aunque EE.UU. quisiera ser tan audaz.
Mearsheimer concluye su artículo señalando que “Esta peligrosa situación crea un poderoso incentivo para encontrar una solución diplomática a la guerra”.

Una victoria estratégica rusa
Nada más lejos de la verdad. Así como EE.UU. se resistió a buscar una “solución diplomática” a los conflictos librados contra la Alemania nazi y el Japón imperial, Rusia tampoco estaría dispuesta a participar en ninguna diplomacia que le negara la plena implementación de sus objetivos centrales.
En marzo, en respuesta a un tuit de Joe Biden que decía: “Que no quepa duda de que esta guerra ya ha sido un fracaso estratégico para Rusia”, respondí tuiteando: “Esta guerra pasará a la historia como una victoria estratégica rusa”. Rusia habrá detenido la expansión de la OTAN, destruido una peligrosa guarida de la ideología nazi en Ucrania, redefinido la seguridad europea al socavar a la OTAN y demostrado (una vez más) la destreza militar rusa, un importante elemento disuasorio”.
Esas palabras eran exactas entonces, y siguen siendo exactas hoy.

Scott Ritter es un ex oficial de inteligencia del Cuerpo de Marines de EE.UU. y autor de “Disarmament in the Time of Perestroika: Arms Control and the End of the Soviet Union”. Sirvió en la Unión Soviética como inspector implementando el Tratado INF, en el estado mayor del General Schwarzkopf durante la Guerra del Golfo, y de 1991 a 1998 como inspector de armas de la ONU.

Fuente: https://www.rt.com/russia/561376-ukraine-russia-conflict-us/

Traducción: A. Mondragón

El colaborador en España de Dossier Geopolítico, Eduardo Bonugli, nos dice en la columna del Club de La Pluma, que EUROPA SIENTE EL ALIENTO EN LA NUCA ante una posible respuesta rusa al brutal atentado en Moscú contra Daría Dugin, hija del filósofo y politólogo antiglobalización, Alexander Dugín y que lleva -según Rusia- el sello de los servicios secretos occidentales y el terrorismo nazi de la Ucrania de Zelenski.

Y afirma que EUROPA ESTÁ CON MIEDO de ser el blanco principal de un cada vez más cercano holocausto nuclear, por ser un peón de los intereses globales de Washington que les plantó esta guerra en su territorio y le obligó a que pusiera los muertos, los costes económicos y hasta su propia supervivencia.

Mientras su prepotente prensa calla y minimiza el crimen, ya que es conciente de que cualquier ciudad europea está a minutos de todo misil ruso. Y también, que ese pánico se extiende a los corruptos políticos que gobiernan sus democracias de papel mojado.

Y que los europeos de a pié, en su burbuja de ignorancia, no se enteran de nada, creyendo que esto no va con ellos porque están protegidos por su leyenda de grandeza colonial e imperial.

Carlos Pereyra Mele – Director de Dossier Geopolítico.

El lunes 22 del corriente fui entrevistado por el Periodista cordobes Alfredo Guruceta para su programa televisivo “Con Sentido Común” que se transmite por Canal “C” de Córdoba por el sistema de Cablevisión Argentina

En dicho encuentro junto a otros panelista que me precedieron realice una descripción de la actualidad mundial a la fecha en el marco del Conflicto Global que se vienen desarrollando desde hace 2 décadas entre las Potencias Emergentes y las Potencias de la Angloesfera que no se resignan a estos cambios globales irrefrenables y de cómo con el paso del tiempo de simples alianzas Comerciales se ha profundizando las mismas en otras áreas desde la Cientifica/Tecnologica hasta llegar a la actualidad a alianzas y experiencias de zonas sensibles como son la Seguridad y la Defensa de los emergentes.

Prof. Lic Carlos Pereyra Mele 

Director de Dossier Geopolitico DG

Entrevistado por el Periodista. Santafesino Luis Moro para su programa “Punto de Partida”, de Cablevideo Digital. El Director de Dossier Geopolitico Carlos Pereyra Mele en el cual dialogamos y analizamos: La guerra en #ucrania y los cambios en el escenario mundial – Los bloques hegemónicos mundiales y el escenario de guerra – Conflicto en Ucrania: oportunidades para #latinoamerica – El escenario bélico en Ucrania marca la ruptura de la hegemonía de la OTAN y sus aliados – La llamada «tercera guerra» es un quiebre que podría favorecer a Argentina y Latinoamérica – No se puede entender la política interna, sin comprender el paraguas de la geopolítica que la cubre. Es un ejercicio irreal. – Dossier Geopolítico está conformado por profesionales de las relaciones internacionales, la Defensa, la Seguridad. – El objetivo de Dossier Geopolítico es enriquecer un nuevo espacio de conocimiento Geopolítico. Argentina tiene un desafío importante para aprovechar sus capacidades en este contexto geopolítico mundial

Frente a las recetas distópicas del «occidente liberal» donde la financiarización ha mercantilizado la vida misma, convirtiendo hasta lo inmaterial en mercancía destruyendo la comunidad, el Heartland nos propone restaurar los conceptos de Armonía y Comunidad

LA SEGUNDA LLEGADA DEL HEARTLAND Por Pepe Escobar 14 de agosto

Es tentador visualizar la abrumadora debacle colectiva de Occidente como un cohete, más rápido que la caída libre, que se sumerge en la vorágine del vacío negro del colapso sociopolítico completo.

El fin de su historia resulta ser un proceso histórico de avance rápido que tiene ramificaciones asombrosas: mucho más profundas que las meras «élites» autoproclamadas, a través de sus mensajeros, que dictan una distopía diseñada por la austeridad y la financiarización: lo que eligieron marcar como un Gran Reinicio y luego, interviniendo en un gran error, La Gran Narrativa .

La financiarización de todo significa la mercantilización total de la vida misma. En su último libro, No-Cosas: Quiebras del Mundo de Hoy (en español, sin traducción al inglés aún), el principal filósofo contemporáneo alemán (Byung-Chul Han, que resulta ser coreano), analiza cómo el capitalismo de la información, a diferencia del capitalismo industrial, convierte también lo inmaterial en mercancía: “La vida misma adquiere la forma de mercancía (…) desaparece la diferencia entre cultura y comercio. Las instituciones de cultura se presentan como marcas rentables”.

La consecuencia más tóxica es que “la comercialización y mercantilización total de la cultura tuvo el efecto de destruir la comunidad (…) La comunidad como mercancía es el fin de la comunidad”.

La política exterior de China bajo Xi Jinping propone la idea de una comunidad de destino de la humanidad , esencialmente un proyecto geopolítico y geoeconómico. Sin embargo, China aún no ha acumulado suficiente poder blando para traducir eso culturalmente y seducir a grandes sectores del mundo: eso preocupa especialmente a Occidente, para quien la cultura, la historia y las filosofías chinas son prácticamente incompresibles.

En Asia Interior, donde me encuentro ahora, un pasado glorioso revivido puede ofrecer otros ejemplos de “comunidad compartida”. Un ejemplo brillante es la necrópolis de Shaki Zinda en Samarcanda.

Afrasiab, el antiguo asentamiento anterior a Samarcanda, había sido destruido por las hordas de Genghis Khan en 1221. El único edificio que se conservaba era el santuario principal de la ciudad: Shaki Zinda.

Mucho más tarde, a mediados del siglo XV , el astrónomo estrella Ulugh Beg, él mismo nieto del “Conquistador del Mundo” turco-mongol Timur, desató nada menos que un Renacimiento Cultural: convocó a arquitectos y artesanos de todos los rincones de Timurid. imperio y el mundo islámico para trabajar en lo que se convirtió en un laboratorio artístico creativo de facto.

La Avenida de las 44 Tumbas en Shaki Zinda representa a los maestros de diferentes escuelas creando armoniosamente una síntesis única de estilos en la arquitectura islámica.

La decoración más notable en Shaki Zinda son las estalactitas, colgadas en grupos en las partes superiores de los nichos del portal. Un viajero de principios del siglo XVIII las describió como “magníficas estalactitas, que cuelgan como estrellas sobre el mausoleo, dejan en claro la eternidad del cielo y nuestra fragilidad”. Las estalactitas en el siglo XV se llamaban “muqarnas”: eso significa, en sentido figurado, “cielo estrellado”.

El cielo protector (comunitario)

El complejo Shaki Zinda se encuentra ahora en el centro de un esfuerzo deliberado por parte del gobierno de Uzbekistán para restaurar Samarcanda a su antigua gloria. La pieza central, los conceptos transhistóricos son la «armonía» y la «comunidad», y eso va mucho más allá del Islam.

Cómo agudo contraste, el inestimable Alastair Crooke ha ilustrado la muerte del eurocentrismo aludiendo a Lewis Carroll y Yeats: sólo a través del espejo podemos ver los contornos completos del escabroso espectáculo de auto obsesión narcisista y autojustificación que ofrece “el peor”, todavía tan “lleno de intensidad apasionada”, como lo describe Yeats.

Y sin embargo, a diferencia de Yeats, los mejores ahora no “carecen de toda convicción”. Puede que sean pocos, condenados al ostracismo por la cultura de la cancelación, pero sí ven a la “bestia áspera, su hora ha llegado por fin, encorvada hacia…” Bruselas (no Jerusalén) “para nacer”.

Este grupo no elegido de mediocridades insufribles, desde von der Leyden y Borrell hasta ese trozo de madera noruego Stoltenberg, puede soñar que viven en la era anterior a 1914, cuando Europa estaba en el centro político…

…Sin embargo, ahora no sólo “el centro no aguanta” (Yeats), sino que la Europa infestada de eurócratas ha sido definitivamente engullida por la vorágine, un remanso político irrelevante que coquetea seriamente con la reversión al estatus del siglo XII .

Los aspectos físicos de la Caída (austeridad, inflación, ausencia de duchas calientes, congelación hasta la muerte para apoyar a los neonazis en Kiev) han sido precedidos, y no es necesario aplicar imágenes cristianizadas, por los fuegos de azufre y azufre de una Caída Espiritual.

A los amos trasatlánticos de esos loros haciéndose pasar por “élites” nunca se les ocurrió ninguna idea para vender al Sur Global centrada en la armonía y mucho menos en la “comunidad”.

Lo que venden, a través de su narrativa unánime, en realidad su versión de «We Are the World», son variaciones de «no tendrás nada y serás feliz». Peor aún: tendrás que pagarlo muy caro. Y no tienes derecho a soñar con ninguna trascendencia, independientemente de si eres un seguidor de Rumi, el Tao, el chamanismo o el Profeta Mahoma.

Las tropas de choque más visibles de este neo-nihilismo occidental reduccionista, oscurecido por la niebla de la «igualdad», los «derechos humanos» y la «democracia», son los matones que se están desnazizando rápidamente en Ucrania, luciendo sus tatuajes y pentagramas.

El amanecer de una nueva Ilustración

El Show de Autojustificación Colectiva de Occidente organizado para borrar su suicidio ritualizado no ofrece ningún indicio de trascender el sacrificio implícito en un seppuku ceremonial. Todo lo que hacen es revolcarse en la firme negativa a admitir que podrían estar gravemente equivocados.

¿Cómo se atrevería alguien a ridiculizar el conjunto de “valores” derivados de la Ilustración? Si no te postras frente a este brillante altar cultural, no eres más que un bárbaro listo para ser calumniado, castigado por la ley, cancelado, perseguido, sancionado y, HIMARS al rescate, bombardeado.

Todavía no tenemos un Tintoretto post-Tik Tok para representar el colectivo West revolcándose en las cámaras dantescas del infierno pop. Lo que sí tenemos, y debemos soportar, día tras día, es la batalla cinética entre su “Gran Narrativa”, o narraciones, y la pura y simple realidad. Su obsesión con la necesidad de que la realidad virtual siempre “gane” es patológica: después de todo, la única actividad en la que sobresalen es la fabricación de realidades falsas. Lástima que Baudrillard y Umberto Eco ya no estén entre nosotros para desenmascarar sus cursilerías.

¿Hace eso alguna diferencia en vastas franjas de Eurasia? Por supuesto que no. Solo necesitamos mantenernos al día con la vertiginosa sucesión de reuniones bilaterales, acuerdos e interacción progresiva de BRI, SCO, EAEU, BRICS+ y otras organizaciones multilaterales para tener una idea de cómo se está configurando el nuevo sistema mundial.

En Samarcanda, rodeado de ejemplos fascinantes del arte timúrida junto con un auge del desarrollo que recuerda el milagro del este asiático de principios de la década de 1990, es fácil:

Ver cómo el corazón del Heartland está de regreso con una venganza, y está destinado a despachar el Occidente afligido por pleonexia al pantano de la Irrelevancia.

Los dejo con una puesta de sol psicodélica frente al Registan, en el filo de la navaja de…

un nuevo tipo de Ilustración que está conduciendo al Heartland hacia una versión basada en la realidad de Shangri-La, privilegiando la armonía, la tolerancia y, sobre todo, el sentido de comunidad. .

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, inicia la columna del Club de La Pluma con la noticia -dulcificada por la prensa- de que EEUU HA ENTRADO EN RECESIÓN, a la que califica de quiebre importante mientras aborda las causas de la misma, que también arrastran a Europa a un laberinto sin salida y con sus economías en un estado desastroso. También analiza en profundidad las MANIOBRAS MILITARES VOSTOK 22 del ejército ruso en estos días, con la posible participación de China y en una clara demostración de fuerza, con la que Moscú está controlando todos los escenarios posibles de conflictividad.

RECESION en USA

Un despliegue impresionante de efectivos y armamento en la zona fronteriza norte de Siberia y en las islas Kuriles, a pesar de las protestas de Japón, donde va a implementar un nuevo control de buques militares sobre su mar territorial de la ruta del Ártico, que quedará vedada a los barcos de la OTAN. Lo que viene a refrendar a Putin sobre el poderío militar ruso, cuando dijo que “la guerra de Ucrania aún no ha comenzado” y en la que solo ha utilizado el 10% de su capacidad bélica, aunque ya haya destruido su fuerza aérea y su flota naval y reduciéndolo a un estado fallido.

También nos habla de la visita del canciller Lavrov a África, alcanzando fuertes acuerdos y evidenciando un cambio de posicionamiento de la mayoría de los estados africanos hacia el mundo euroasiático. Lo que ha encendido las alarmas en el viejo continente, que va perdiendo allí su influencia económica y que junto a la menguante provisión de gas ruso, constituyen para su desesperación, el fin de sus dos principales fuentes de recursos y energía, históricamente baratas y supuestamente inagotables.

Además, Pereyra Mele nos explica las reuniones de Lavrov con las potencias energéticas del Golfo Pérsico, como Arabia Saudita y Emiratos, que se han comprometido con cotas y cupos de producción petrolera, algo que no favorece a los intereses europeos ni norteamericanos, por más que la prensa occidental exagere algunos supuestos éxitos en ese terreno del presidente francés. Y analiza además los entretelones del pacto para la exportación de granos, entre Ucrania y Rusia y articulado por Turquía.

Y finaliza su columna resumiendo que ha sido una semana de verdadera movilización y de realineamientos geopolíticos internacionales por parte del sur global, en detrimento del poderío norteamericano, cada vez más visible, más elocuente y más demostrable. Dando lugar a una realidad de cambio sistémico y dando forma a un nuevo bloque que exige a sus miembros que sean soberanos absolutos y libres del dominio anglosajón.

Eduardo Bonugli (Madrid, 31/07/22)

En este Distrito Militar del Este de la Federación Rusa se realizarán las grandes maniobras militares Vostok 2022 entre Agosto y Septiembre próximo