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¡¡ LA DESESPERACIÓN DOMINA AL BLOQUE OCCIDENTAL, A MENOS DE DOS MESES DE LA PUESTA EN MARCHA DE LOS BRICS 11 !! Es la alerta del director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, quién agrega que el bloque occidental tiene como única alternativa el implementar el caos y la violencia para impedir el irremediable avance del Sur Global. Y que el gigantesco despliegue militar de EEUU en Oriente Medio, incitando a una reacción del mundo árabe por el genocidio palestino, más la elección de Milei con la ruptura de relaciones de Argentina con Brasil y China, son las dos estrategias inmediatas del imperio para evitar que los BRICS tengan el control sobre sus recursos naturales. Además del temor de los anglosajones, a que el acercamiento del nuevo bloque a la OPEP, les haga perder el poder histórico sobre el gas y el petróleo.

AUDIO:

Y muy sentidamente hace un llamado a no interiorizar ni naturalizar la barbarie en directo de Israel contra Palestina, mucho menos la de esos 4.000 niños asesinados salvajemente. Pidiendo que el estupor y la reacción se impongan a la rutina y que nadie olvide que “todo niño es un legado de la humanidad”

Además, y a lo largo del audio, desenmascara el ridículo argumento de que la flota norteamericana y su impresionante logística militar, está en la zona para ayudar al régimen sionista de Tel Aviv “ante una milicia que apenas usa cohetes artesanales”. También, que la extensión del conflicto buscada por Occidente, traería consecuencias catastróficas y terribles para la región, afectando a la potestad de esos países sobre el aprovechamiento de sus propios recursos naturales. Que el divorcio entre Argentina y Brasil rompería el eje políticamente duro en América del Sur entre los dos principales países industrializados de la región, además de ser los mayores productores de alimentos, como los más desarrollados tecnológicamente, lo que imposibilitaría el funcionamiento de uno sin el otro. En tanto que la ruptura con China sería el último y definitivo suicidio económico de Argentina.

Sobre el candidato Milei nos dice que este personaje siniestro y desequilibrado es otra apuesta desesperada de los grupos del poder global occidental, quienes al incentivar su voto, solo procuran instalar en el país un clima de caos y destrucción económica y social, por lo que es necesario convocar a un último esfuerzo para que las urnas derroten a esta falsa opción. Lo que implica que la elección del 19 de Noviembre es trascendental.

Finalmente asegura que el uno de enero del 2024 será el punto de partida de los BRICS 11, con la incorporación de Arabia Saudí, Irán, Egipto, Argentina, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos, lo que profundizará el cambio tectónico del nuevo mundo unipolar, por lo que hay que evitar entrar en el juego violento que propone Occidente, con su única y peligrosa estrategia de guerra y muerte.

Eduardo Bonugli (Madrid, 12/11/23)

Decidimos en Dossier Geopolitico por su importancia, ir publicando los videos de las clases de Política Internacional del Analista y Periodista Internacional Pepe Escobar, en su nuevo emprendimiento que organiza bajo el formato de Clases cortas con gran abundancia de información y tocando en cada una de ella, un tema puntual y vital de los gigantescos cambios que llegaron para imponerse, y que solo encuentran una resistencia violenta pero esteril del poder anglosajón atlantista retardatario, de un mundo que ya inició un proceso de transformación, estos programas estas identificados en la Plataforma de Youtube con el Nombre de: Pepe Cafe. (Las clases están en idioma portugues pero se pueden traducir usando las herramientas del Video)

En está tercera reunión virtual: Nuestro tercer café conjunto, realizado desde  Francia, se centra en el concepto de guerras eternas. ¿Quién y por qué los mantiene? Analiza los roles de las principales grandes potencias en este complicado proceso geopolítico.

Prof. Lic. Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolitico

SITIO DEL VIDEO TERCERA REUNION: Cómo Rusia y China están rompiendo el obsoleto orden mundial

https://www.youtube.com/watch?v=qpX_rovrf_o

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein especial para Dossier Geopolitico

Mientras en Palestina se produce un genocidio en vivo y en directo que ya dura más de un mes, auspiciado y alimentado militarmente por Estados Unidos, Ucrania,..

…la otra hija putativa de Washington se debate en el olvido. Noviembre ha hecho públicas una serie de declaraciones que dan cuenta del estado putrefacto y en fase terminal en que se encuentra Kiev, solo esperando por una extremaunción que sin dudarlo, tendrá repercusiones más allá de sus fronteras.

El primer día de este mes, el jefe del Pentágono, general Lloyd Austin al intervenir en la audiencia del Senado sobre los fondos adicionales afirmó con extraordinaria contundencia que Ucrania no podría ganar el conflicto con Rusia sin el apoyo de Washington. De esta manera se hizo patente algo sabido por los militares desde hace mucho tiempo que los líderes políticos occidentales han pretendido ocultar. Dicho en pocas palabras, el esfuerzo militar de Ucrania depende casi exclusivamente del aporte que haga Estados Unidos para sostenerlo.

Para hacer más evidente la aseveración y tal vez pensando en que podría haber algunas dudas al respecto, solo tres días después, el 4 de noviembre, la secretaria de prensa de la Casa Blanca Karine Jean-Pierre, advirtió que el gobierno de Estados Unidos  “se está quedando sin fondos para financiar los envíos de armas a Ucrania”. En algo que podría parecer risible si no estuvieran en juego miles de vidas humanas,  la vocera afirmó que van a comenzar a entregar “paquetes más pequeños de ayuda”  para ampliar la capacidad de apoyo al régimen de Kiev “durante el mayor tiempo posible”.

Vale recordar que el 20 de octubre, la Casa Blanca pidió al Congreso un nuevo paquete de ayuda para Kiev por un valor de 60.000 millones de dólares. Sin embargo, el pasado jueves 2, la Cámara de Representantes aprobó un proyecto de ley que prevé más de 14.000 millones de dólares en ayuda de emergencia para Israel, pero en el que no se menciona a Ucrania. La explicación vino del congresista republicano Mike Johnson, nuevo líder de la Cámara de Representantes quien destacó que las necesidades de Israel son más “urgentes” que las de Ucrania.

Todo esto ocurre cuando el ministro de Finanzas de Ucrania Serguéi Marchenko informara a la opinión pública que su país se enfrenta a un déficit de 29 mil millones de dólares para 2024 por lo que sin la ayuda de sus aliados occidentales, difícilmente podrá ser superado tal escollo. Marchenko aseguró que veía mucho “cansancio” y “debilidad” entre los socios de Ucrania agregando que a los funcionarios occidentales “les gustaría olvidarse” de las acciones militares, aunque las hostilidades “siguen en curso, a gran escala”.

Agregando datos para avalar la situación, el propio comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, general Valeri Zaluzhny admitió en una entrevista para la revista británica The Economist, que Rusia estaba en una mejor posición en el conflicto armado, describiendo la situación actual en el frente como “un punto muerto” en términos del nivel de tecnología. 

La entrevista de Zaluzhny causó no solo descontento y desmoralización en Ucrania, también terror generalizado entre algunos de sus aliados. En sentido contrario, el presidente Zelenski aseveró que su país no estaba en un punto muerto respecto de Rusia. Afirmó que lo que ocurría era que Moscú tenía una total superioridad aérea que los obligaba a cuidar a sus militares. A continuación esbozó una propuesta para superar tal situación, a partir de la entrega por parte de Occidente delos aviones caza polivalentes F-16 prometidos.

Echándole “más leña al fuego”, al día siguiente, 5 de noviembre el exasesor del jefe de la Oficina Presidencial de Ucrania, Alexéi Arestóvich señaló su conformidad con Zaluzhny al afirmar que Ucrania no podía –en las condiciones actuales- derrotar a Rusia en el campo de batalla. Argumentando a favor de su idea,

Arestóvich aseguró que: “El enemigo es más poderoso en términos económicos, militares, de movilización y de organización, y nuestros socios, de los que dependemos, no están interesados en derrotar a la Federación Rusa».

Lo interesante de esta declaración es que por una parte, fue la primera vez que se refuta públicamente desde Ucrania la idea de que el fracaso de las operaciones depende exclusivamente del aporte de Occidente en armamento y recursos financieros, al incorporar los grandes déficit en materia de recursos humanos y organización en los que la ayuda externa no tiene mayor influencia. Por otro lado, en esta declaración es explícita la dependencia de Occidente para sostener las acciones,  como ya lo había señalado el general Austin.

Este debate que cubre la noticia informativa interna del país, se inserta en una dinámica electoral de cara a los comicios presidenciales del próximo año. Pero Zelenski cerró cualquier posibilidad al respecto al decir que no se pueden hacer elecciones en una situación en la que impera la Ley Marcial.

Aunque se rumoró que el nuevo ministro de defensa Rustem Umérov, vinculado al expresidente Piotr Poroshenko habría presentado una solicitud para destituir a Zaluzhny, tal información fue desmentida por el asesor de la Oficina Presidencial Serguéi Leschenko, quien la caracterizó como una «noticia falsa». No obstante, el mal ya estaba hecho cuando se hizo patente que un sector de la sociedad desea que Zaluzhny se vaya.

Al respecto, la Oficina Presidencial emitió una dura crítica pública a Zaluzhny, pero el presidente no tomó la decisión de destituirlo. Zelenski debe haber tomado nota de las excelentes relaciones de Zaluzhny con los mandos militares de la OTAN y en especial con el secretario de defensa de Estados Unidos. No obstante, hay que entender la dimensión negativa de lo que significa para cualquier país que el jefe de Estado y el jefe de las fuerzas armadas emitan opiniones contradictorias públicamente en particular al referirse a la situación del conflicto en su aspecto bélico. El New York Times señaló que tal situación es expresión de “una brecha emergente entre el liderazgo militar y civil en un momento ya difícil para Ucrania» sobre todo porque “la fisura [entre Zelenski y Zaluzhny] se produce mientras Ucrania está luchando en su esfuerzo de guerra, militar y diplomáticamente».

Esta controversia, fue una vez más motivo para la intervención de Arestóvich a fin de continuar “echando sal en la herida”. Para nadie es un secreto que el exasesor ha manifestado su aspiración a la presidencia. De alguna manera, eso explica su permanente aparición en los medios y en las redes sociales. En este contexto se explica su aparente interés en mediar en la reyerta que evidentemente atenta contra el espíritu de combate de las fuerzas armadas. Arestóvich ha hecho un llamado a Zelenski para que “muestre sensatez” y dirima sus discordias con Zaluzhny. Así mismo le ha hecho saber que está en sus manos “la clave para cambiar la postura de la oposición, de los estadounidenses, de todo el mundo, del Ejército y de la sociedad» aprovechando de decirle que no son los que lo critican y lo instan a hacer las elecciones , los que generan inestabilidad en el país «sino usted mismo, con sus políticas ineficaces que socavan la fe de los ciudadanos en la victoria, los sentimientos en el Ejército, la confianza de los socios y aliados”.

A esta polémica se han ido incorporando algunos de los más influyentes medios de comunicación occidentales. Por ejemplo,…

…la revista “Time”, que ahora se ha tornado -sin tapujos- en fuerte detractora del gobierno de Ucrania, publicó un artículo en el que califica a Zelenski como una persona que vive al margen de la realidad. La aseveración resulta sorprendente sabiendo que este medio informativo está fuertemente ligado a la CIA, principal agencia de inteligencia exterior de Estados Unidos.  

A este respecto, el periodista y expresentador de “Fox News”, Clayton Morris se preguntó: “¿Por qué una revista respaldada por la CIA decide de repente mostrar el verdadero y sombrío panorama de la situación en Ucrania? ¿Para conseguir su apoyo o [para] sentar las bases de algo menos agradable?» Morris afirmó que para escribir el artículo, “Time” consiguió acceder al círculo íntimo de Zelenski y como resultado de ello, se le pudo retratar como un «líder mentalmente inestable y no realizado». 

El artículo, publicado el pasado 30 de octubre hace comentarios sobre Zelenski y su entorno, señalando que el excesivo optimismo fuera de la realidad del presidente ucraniano, incluso a pesar de los fracasos en las operaciones de combate, “obstaculiza los intentos de su equipo de realizar nuevas estrategias e ideas”.

Con extrema dureza, la publicación asegura que Ucrania ya no podrá contar con el recurso humano necesario para utilizar todo el armamento que Occidente le ha prometido. Al mismo tiempo afirma que también conspira contra ello que los funcionarios locales «roban como si no hubiera un mañana».

En el trasfondo de esta disputa  se manifiesta el desacuerdo entre Zaluzhny y Zelenski en la apreciación que cada uno tiene de la situación en el frente ante el fracaso de la contraofensiva. Sobre este asunto, el New York Times llegó a decir que las operaciones de los militares ucranianos no lograron tener «ningún avance» provocando -por el contrario- un gran número de víctimas agregando que «Ucrania está enfrentando ataques intensivos rusos en el este», mientras que el escepticismo en Europa y el partido Republicano de Estados Unidos ha crecido.

Desde el 4 de junio (fecha de inicio de la “contraofensiva”), las fuerzas armadas de Ucrania han tenido 90 mil bajas (entre muertos y heridos graves irrecuperables) así como 557 tanques y 1.900 vehículos blindados destruidos. Para que se tenga una idea del significado de esta cifra baste decir que hasta el momento Occidente ha enviado a Ucrania 595 tanques (de los 830 comprometidos) y 1.550 vehículos blindados.

Rusia por su parte, está realizando operaciones de defensa activa que significa la ejecución de acciones ofensivas a pequeña escala en algunos sectores, centrando sus ataques a través de golpes contra los medios aéreos, los lugares de concentración de tropas y la logística. Debe recordarse que -desde el punto de vista bélico- para Rusia este conflicto tiene básicamente las características de una guerra de desgaste que ya rebasó las posibilidades de Ucrania,  afectando también a Estados Unidos y sobre todo a Europa. 

En este contexto se comienzan a apreciar manifestaciones de desesperación en la élite ucraniana.

Así, se ha comenzado a verificar un llamado a la “comprensión” de Occidente porque según Zelenski las tropas ucranianas están defendiendo «valores comunes» como la democracia, atacados hoy por la autocracia rusa. En el imaginario colectivo se trata de instalar una nueva bipolaridad “democracia vs. autocracia”. El desasosiego de Zelenski invoca a Occidente a luchar contra el peligro ruso que podría “matar a todos” con lo cual le quedaría la puerta abierta para atacar a los países de la OTAN, en cuyo caso “…ustedes enviarán a sus hijos e hijas [a la guerra]. Y el precio será más alto. Es muy importante no perder la voluntad, no perder esta fuerte posición, y no perder su democracia». 

En el colmo de su frustración, el pasado lunes 6 de noviembre el agobiado presidente ucraniano solicitó a “Estados Unidos, la Unión Europea y los países asiáticos” enviar a su país sistemas de defensa aérea o “al menos alquilarlos durante el invierno”.

Lo cierto es que la tal “contraofensiva”  de las Fuerzas Armadas de Ucrania no estuvo a la altura de las esperanzas de Occidente y probablemente haya sido la última oportunidad para Ucrania porque ya no tiene recursos para realizar una operación de envergadura importante en el frente.

Toda esta situación está colocando sobre el tapete la posibilidad de una salida negociada al conflicto si es que la hubiera a estas alturas. El propio Washington Post ha señalado que hubo una posibilidad de resolver diplomáticamente el conflicto ucraniano, pero ya ha desaparecido, toda vez que Rusia tiene una ventaja en el frente y es poco probable que se congele.

Aunque Zelenski se niegue a tal idea, la misma se ha ido extendiendo cada vez más. Por ejemplo, el ministro de Asuntos Exteriores y Europeos de Eslovaquia, Juraj Blanar afirmó sin ambages que el conflicto en Ucrania no tiene solución militar.

Hasta Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y sempiterno belicista, ha tenido que reconocer que la crisis en Asia Occidental ha tenido fuerte impacto en la política hacia Ucrania. En un arranque inusual de honestidad, Borrell afirmó: «Seamos francos, la crisis de Oriente Medio ya está teniendo un impacto duradero en nuestra política en Ucrania». Borrell llamó a buscar una solución al conflicto en Oriente Medio pero no olvidarse de Ucrania porque: » Si Ucrania pierde, nosotros perdemos. Tenemos que mantener nuestra unanimidad y nuestra unidad en el apoyo a Ucrania”.

Como ha dicho el diplomático y analista político internacional indio MK Bhadrahumar: “La guerra de Ucrania está en piloto automático”.  Lo argumenta afirmando que los objetivos estratégicos fijados por el Presidente Vladimir Putin en febrero del año pasado se mantienen incólumes. Pero ahora, “Rusia siente que ha tomado la delantera en la guerra y que eso es irreversible”. 

Aunque Rusia no ha iniciado una gran ofensiva, la preparación para ella es ostensible. Sin embargo, desde hace un mes lo que ocurra en Ucrania estará irremediablemente amarrado al conflicto en Asia Occidental. Esta situación no podrá estar ausente de las apreciaciones políticas y militares. La simultaneidad en el tiempo de ambos acontecimientos y muchos otros que están ocurriendo en variados rincones del planeta, dicen relación con la crisis de Occidente y de Estados Unidos y la incapacidad de mantener su hegemonía unilateral en el globo. 

Parece difícil que Estados Unidos logre lidiar con los dos conflictos al mismo tiempo, sobre todo porque no son los únicos. En paralelo, debe contender con China en el plano económico, manejar su propia crisis interna, sostener el poder colonial que hoy se tambalea en África y generar respuestas a la rebelión silenciosa que se comienza a manifestar de diferentes formas en América Latina y el Caribe sobre todo porque Cuba, Nicaragua y Venezuela han sido capaces de resistir y mantener en alto sus banderas.

Por lo pronto, pareciera extenderse en Estados Unidos la convicción de que Ucrania no le va a ganar la guerra a Rusia, el pesimismo cunde y el pánico inunda los intersticios del poder imperial. No lo sabemos aún, pero tal vez, Ucrania sea la primera batalla ganada en el mundo que está naciendo.

X:@sergioro0701

Después de más de un mes de iniciados los enfrentamientos en Gaza EE.UU. e Israel se han quedado sin un plan realista para salir de la crisis y se acercan a una gran derrota política y moral.

Por Eduardo Vior Analista Internacional que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico realizado para Agencia TELAM

A 32 días de comenzada la actual guerra en Gaza, con un ingente apoyo norteamericano Israel está demostrando su conocida superioridad militar, sin poder, empero, derrotar a los milicianos palestinos que controlan la Franja. Si bien Washington reta públicamente al gobierno de Benyamin Netanyahu, lo sigue pertrechando abundantemente y mandó a la región dos amenazantes grupos navales. Sin embargo, el pueblo israelí no parece entusiasmado por ir a una guerra sin metas ni tiempos previsibles y la opinión pública internacional se está apartando aceleradamente de Israel. Entre tanto, la población civil de Gaza es la víctima principal de este sangriento juego geopolítico. Pronto la presión interna e internacional se hará insostenible y los aliados en Washington y Tel Aviv deberán plantearse cómo salir del pantano en el que se han metido.

En el décimo día de reocupación de la Franja de Gaza las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), que ya en días anteriores cerraron el cerco en torno a la ciudad de Gaza (en el norte de la Franja), están procurando avanzar a lo largo de la costa, para cerrar completamente el cerco y evitar que los comandos palestinos ataquen Israel por mar. La operación está resultando sumamente costosa, porque los milicianos surgen a cada momento de la red de túneles, atacan a los blindados israelíes y vuelven rápidamente a sus refugios. El ejército israelí afirma haber dado muerte a algunos mandos del Movimiento de Resistencia Islámica Hamás, pero los combates se suceden sin pausa y ningún mando se ha rendido a las fuerzas atacantes.

Según fuentes palestinas, más de 900.000 civiles están todavía en la sitiada ciudad de Gaza sin atreverse a abandonarla por los riesgos de bombardeo que acechan en el camino. Más de 10.500 civiles, de los cuales 4.328 niños, han perdido la vida por los bombardeos. Por su parte, el Ministerio de Salud israelí informó que en un mes 7.262 heridos han llegado a los hospitales como consecuencia de la guerra. Un millón y medio de los 2,5 millones de habitantes  de la Franja han sido desplazados y debieron buscar refugio en escuelas, hospitales y templos religiosos de distintas confesiones que, no obstante, a menudo son bombardeados sin miramientos. El 46% de las muertes entre civiles se produjo en el sur del territorio, que según el gobierno israelí sería territorio seguro.

Mientras tanto, en El Cairo y en Catar se suceden las negociaciones para alcanzar un canje de rehenes israelíes por prisioneros palestinos, pero hasta ahora sin éxito. .El obstáculo principal es la negativa israelí a cesar las hostilidades durante tres días, para que se pueda realizar el intercambio.

En este escenario cruzado por rumores, versiones y declaraciones contrapuestas tuvieron una gran resonancia declaraciones que el ex primer ministro israelí Ehud Barak (1999-2001) hizo este martes al medio digital norteamericano Politico. Según el también ex ministro de Defensa, a Israel sólo le quedan unas semanas para eliminar a Hamás, ya que la opinión pública -sobre todo en Estados Unidos- se está inclinando rápidamente en contra de sus ataques contra Gaza. El político laborista también sugirió que una fuerza árabe multinacional podría tomar el control de Gaza después de la campaña militar, para preparar el regreso de la Autoridad Palestina de Mahmud Abbas como relevo de Hamás. No obstante, Barak subrayó que la vuelta a la diplomacia encaminada a la creación de un Estado palestino era una perspectiva muy remota.

Foto AFP
Foto: AFP

El dirigente observó también que en los últimos días había cambiado la retórica de los funcionarios estadounidenses, con un creciente coro de llamamientos a una pausa humanitaria. Le preocupa asimismo que esté disminuyendo la simpatía generada hacia Israel inmediatamente después del 7 de octubre, cuando las fuerzas unificadas de la resistencia palestina lanzaron el ataque terrorista más mortífero contra Israel en los 75 años de historia del Estado. “Se ve que la ventana se está cerrando. Tendremos que llegar a un acuerdo con las exigencias estadounidenses en las próximas dos o tres semanas, probablemente antes”.

Las declaraciones de Ehud Barak trasmiten la urgencia estadounidense, para que el ejército israelí liquide a Hamás y se retire de la Franja de Gaza. Oficialmente EE.UU. se opone a la reocupación israelí de la Franja, pero no quiere devolvérsela a Hamás que la gobierna desde 2007 por el voto democrático de los gazatíes. Habida cuenta, empero, del rechazo generalizado de la población a la Autoridad Palestina presidida por el octogenario Abbas por su entrega a Occidente y su corrupción, es ilusorio pensar que ésta pudiera volver a gobernar la Franja. La idea de que una fuerza militar árabe plurinacional lo haga transitoriamente, por otra parte, remite a los llamados “Acuerdos de Abraham” de 2020 entre Israel, Baréin y los Emiratos Árabes Unidos. A este proyecto de Donald Trump debía sumarse ahora Arabia Saudita, pero se retrajo inmediatamente después del 7 de octubre. En la situación actual tales acuerdos están en el freezer y tratar de reactivarlos es una ilusión.

Cualquier acercamiento árabe-israelí se ha hecho aún más impensable, después de que el domingo pasado la revista +972 Magazine difundió un documento del servicio de inteligencia israelí con un plan para Gaza. El documento propone al gobierno israelí tres opciones para terminar exitosamente la invasión a la Franja: “1) Derrocar al gobierno de Hamás y unificar a Gaza y Cisjordania bajo el gobierno de la Autoridad Palestina; 2) crear un nuevo Estado árabe independiente», es decir no palestino ni elegido por los palestinos, para gobernar la Franja bajo las directrices de Israel o 3) desplazar a la población no combatiente de la Franja hacia el norte de Sinaí”. Se trata de una región desértica bajo jurisdicción egipcia donde los palestinos desplazados serían hacinados en campamentos de refugiados. Según el documento de la inteligencia israelí, esta tercera opción es ‘la más viable’ y beneficiosa para los intereses a largo plazo» del Estado de Israel”. La idea de este plan es sencillamente despoblar la Franja de Gaza o, al menos, su mitad norte y anexarla a Israel. Significativamente, frente a la costa dela Franja comienza un gigantesco yacimiento submarino de gas que se extiende frente a Israel, Líbano y Siria hasta Chipre y Grecia.

Para poner en práctica cualquiera de las tres opciones, las FDI deberían derrotar tan decisivamente a las milicias palestinas que toda resistencia sea impensable por mucho tiempo. Sin embargo, sobre el terreno las cosas son diferentes. Según informan fuentes fiables, el sistema de túneles que construyó Hamás debajo de Gaza es a la vez una enorme obra de ingeniería y un desafío político y militar que Israel difícilmente pueda superar y, seguramente, no en el corto plazo y mucho menos con los escasos 320.000 efectivos que hoy tiene movilizados en todo el país.

La red de túneles construida por debajo de la Franja comenzó a extenderse desde 2007, cuando Hamás llegó al poder. Al principio eran rutas para el contrabando con Egipto e Israel, pero se transformaron en una fortaleza subterránea. El sistema de bunkers y pasajes de 2 m de ancho por 2 m de alto reforzados por concreto tiene una extensión total aproximada de 500 km a una profundidad que va de los 30 a los 70 metros. Hay un total de 1.300 pasadizos que conectan arsenales y alojamiento para tropas. El sistema subterráneo de Hamás cuenta con una red de comunicación por cable para evitar intercepciones, un acceso independiente a internet y sistemas de ventilación y energía autónomos alimentados con combustible. Al estar construidos en una de las zonas más densamente pobladas del mundo, este entramado subterráneo está montado por debajo de viviendas, escuelas, hospitales y zonas comerciales.

Hamas elaboró un sistema muy complejo de entradas y ventilación que se confunde con el entramado urbano. Hay una deliberada planificación, para mezclar el sistema de túneles con las zonas civiles y para hacer más difícil la tarea de neutralizarlos. Los centros de mando y arsenales están a 70 metros de profundidad. A excepción de algún artefacto atómico, no hay un arma capaz de llegar tan profundo. No hay en el arsenal israelí una bomba o misil convencional que pueda perforar tantos metros de tierra, el concreto de la superficie y el refuerzo de los túneles. Ni tampoco la cantidad suficiente para demoler 500 km de túneles.
La lógica indica, entonces, que se debe tomar el sistema subterráneo por asalto y por tierra, con una gran fuerza militar para controlar las entradas y al mismo tiempo combatir en la superficie. Sería una batalla simultánea en dos planos con un enorme costo en bajas militares y civiles. Es decir que al mismo tiempo Israel debería enfrentar una batalla urbana, tomar precauciones para evitar la mayor cantidad de bajas civiles que puedan ser usadas por la propaganda de Hamás y sus aliados e ir simultáneamente ubicando y tomando los sitios que conducen a los túneles. Una vez dentro de ellos, las tropas israelíes deberían enfrentar el desconocimiento del laberinto de corredores, sitios de derrumbe programados, minas, explosivos direccionales, espacios preparados para emboscadas, ataques suicidas, tramos que podrían ser inundados para frenar el avance, el riesgo para los 222 rehenes usados como escudos humanos y la seguridad de que su avance es monitoreado por cámaras instaladas en puntos clave.

Foto AFP
Foto: AFP

La conclusión es que, a pesar de que el primer ministro Benyamin Netanyahu insiste en que sus fuerzas ocuparán Gaza por un tiempo indefinido, Israel no puede conquistar la Franja y mucho menos ocuparla. En consecuencia, en algún momento va a tener que aceptar un alto el fuego y negociar políticamente.

Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel especularon al principio de las hostilidades con la expansión de la guerra a toda la región. Para Washington el mejor escenario era que el Eje de la Resistencia (Irán, Hezbolá, Siria, las milicias chiítas iraquíes y los huti yemenitas) atacaran frontalmente a Israel y las tropas norteamericanas repartidas por toda la región. Entonces EE.UU. habría involucrado a Rusia en un segundo frente de guerra que ésta difícilmente soporte, habría comprometido a Irán, cuando se han levantado temporariamente las sanciones occidentales, y habría roto el frente árabe-iraní costosamente articulado por China. Para ello el Pentágono mandó al Mediterráneo Oriental y al Mar Rojo a dos potentes grupos navales. Pero los estrategas de la Casa Blanca no contaron con la visión de largo plazo del Ayatolá Jamenei y del secretario general de Hezbolá Sayed Nasralá.

Precisamente, sobre el discurso del líder libanés del pasado viernes 3 el analista israelí Nitzan Sadan comentó lo siguiente: “Ayer me di cuenta de que Abdel Nasser no puede compararse con el líder de Hezbolá. Gamal Abdel Nasser, a pesar de su inteligencia, cedió ante el entusiasmo y el populismo, se volvió imprudente y perdió la guerra con nosotros. En cuanto a Nasrallá, que podría haber ganado la popularidad de cientos de millones con una sola palabra, prefirió perder su popularidad, para lograr una victoria aplastante en el futuro. Este hombre es excepcional, es aterrador.”

Efectivamente, los líderes de Irán y Hezbolá dejaron sin aplicación a las enormes fuerzas estadounidenses en el Mediterráneo Oriental, el Mar Rojo y decenas de bases en toda la región. Si no hay extensión de la guerra y el ejército israelí no puede vencer a Hamás, pronto deberá acceder a un alto el fuego y negociar. Entonces, en algún momento no muy lejano deberá retirarse de la Franja. Será el instante en que estalle la crisis política interna, el gobierno sea depuesto y los israelíes tengan que ir nuevamente a las urnas en medio de una feroz fractura de la sociedad y la cultura del país.

La situación en Asia Occidental se ha transformado radicalmente. Ya no se trata de un conflicto nacional entre israelíes y palestinos. Israel se ha convertido en un país mesiánico que pretende expandirse indefinidamente en nombre del mandato bíblico. Consecuentemente, la causa palestina ha unificado a los pueblos de la región, musulmanes o no, árabes, turcos o persas. Al convertirse en un conflicto entre civilizaciones, la lucha por la independencia palestina se ha hecho ubicua, multidimensional y omnipresente.

La alianza antiisraelí tiene tiempo, porque tiene una población numerosa, convencida de la justeza de su lucha anticolonial y motivada. Además, tiene los recursos económicos, políticos, diplomáticos y militares para un enfrentamiento a largo plazo.
Occidente (e Israel como su puntal regional), por el contrario, sólo tiene la fuerza militar y no tiene tiempo, porque la competencia entre bloques lo acucia.

Los únicos que sólo cuentan con su dignidad y su capacidad de sacrificio son los pobladores de Gaza. A ellos corresponde la mayor dedicación humanitaria.

FUENTE: https://www.telam.com.ar/notas/202311/645921-las-ventanas-se-van-cerrando.html

A los cinco frentes políticos, económicos y militares que ya tiene abiertos la Casa Blanca pretende ahora agregar uno más en el Continente Americano.

POR EDUARDO J. VIOR que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

¿Cuánto tiempo más pueden sostener los Estados Unidos la acumulación de frentes de conflicto abiertos por el gobierno de Joe Biden? Involucró a Rusia en una guerra en Ucrania que hoy sabe perdida, permitió el ataque a Israel, sigue provocando a China en el este y sureste de Asia, mientras agudiza un conflicto económico con la potencia asiática que daña a toda la economía mundial y radicaliza la confrontación interna. Como si esto fuera poco, algunos días antes de la elección argentina del 22 de octubre la jefa del Comando Sur volvió a alertar contra el “peligro chino” en el hemisferio occidental. EE.UU. sigue siendo la primera potencia militar mundial, pero se ha involucrado en demasiados frentes a la vez y está debilitado por la división de su propio frente interno.

Estados Unidos tiene abiertos cinco frentes de conflicto sin posibilidad de triunfar en ninguno. Dos de los frentes abiertos por Washington están activos con Rusia (por la hegemonía y la carrera militar) y China (por Taiwán y por la guerra comercial). Otros dos frentes son el conflicto de Israel y Palestina y el de Ucrania, y el quinto frente es el que tiene lugar en el interior de Estados UnidosSu política y sociedad están profundamente divididas por ideologías y visiones del país y el mundo incongruentes e irreconciliables. Este es, quizás, el conflicto más grave.

Desde que la resistencia palestina unida lanzó su ataque contra Israel el pasado 7 de octubre, el Pentágono ha organizado un puente aéreo para el suministro de material de guerra a Tel Aviv, pero también ha enviado 20 aviones a Chipre y Jordania ha recibido 15 aviones de transporte y dos escuadrillas de aeronaves para fuerzas aerotransportadas y fuerzas especiales. Esos efectivos se agregan a los dos grupos aeronavales en torno a portaaviones que el Pentágono envió inicialmente a la región.

Al retornar de su viaje a Israel, el presidente Joe Biden reafirmó el apoyo norteamericano  a la independencia de ese Estado, pero en repetidas ocasiones advirtió que debía respetar a la población civil de Gaza y, más recientemente, abogó por la erección de un Estado palestino independiente como única solución para el conflicto.

Aparentemente, Washington presiona para que Israel no invada masivamente la Franja, en primer lugar, porque quiere ganar tiempo para extender la guerra a Siria, a la que acusa de permitir el tránsito de armas iraníes para Hezbolá, aunque dar batalla allí implicaría chocar con Rusia. Después de tres semanas de guerra, en las que Israel ha bombardeado permanentemente el territorio, habiendo matado a cerca de 10.000 civiles (muchos más permanecen sepultados bajo los escombros), de los cuales 3.500 eran niños y herido a varias decenas de miles de civiles, recién este martes Israel se ha atrevido a mandar una gran columna de blindados al norte de la Franja de Gaza tras varios intentos anteriores frustrados por la resistencia. Por primera vez, en todo el mundo se multiplica el reclamo, para que los dirigentes israelíes sean sometidos a juicio por cometer crímenes de lesa humanidad.

No obstante la cantidad enorme de pérdidas humanas, el ejército israelí todavía no ha alcanzado ningún objetivo militar relevante, mientras que las milicias gazatíes no dejan de bombardear el sur de Israel y hasta Tel Aviv. En tanto, en Cisjordania ocupada se multiplican las manifestaciones y ataques a militares y colonos. En la frontera con Líbano, por su parte, Hezbolá bombardea sistemáticamente las instalaciones de escucha y los radares israelíes, para “cegar” a su oponente, pero mantiene una contención significativa.

Israel sabe que no puede triunfar en el campo de batalla. ¿Para qué, entonces, tal masacre de inocentes? La razón hay que buscarla en el mar: en las aguas territoriales de Gaza comienza un gigantesco campo gasífero que se extiende a lo largo del litoral israelí hasta la mitad de la costa libanesa y que EE.UU., Turquía e Israel ambicionan. Algunos miembros de la coalición derechista-ultraderechista que gobierna en Tel Aviv ya han anunciado su intención de desplazar a un millón de palestinos de la mitad norte de la Franja, para anexarla y luego explotar el yacimiento.

Aunque no quiere una ocupación permanente de la Franja, a la elite norteamericana le conviene que en Asia Occidental se produzca una guerra controlada que se prolongue por cierto tiempo, primero, para desplazar a Ucrania de las pantallas televisivas, segundo, para justificar el pedido al Congreso de nuevas partidas presupuestarias para armamentos, tercero, para acceder a la explotación del gas en el Mediterráneo Oriental y, cuarto, para llegar a las elecciones de noviembre de 2024 con algo que mostrar al electorado.

Sin embargo, norteamericanos e israelíes han hecho las cuentas sin el dueño del supermercado. Por una parte, con su ataque a la Franja Israel ha conseguido una unidad nacional de los palestinos como no se veía desde el asesinato de Yasser Arafat. Frente a una sociedad israelí profundamente fracturada, esta unidad implica una ventaja estratégica considerable. Por otra parte, Rusia y China han desarrollado en el último año y medio una estrecha cooperación. Moscú es el gran protector del gobierno sirio y tiene una sólida alianza militar y económica con Irán. China, en tanto, es aliada militar de Irán y está desarrollando una fuerte integración económica con Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Catar. Además, tanto Teherán como Riad y Dubai serán miembros de BRICS11 a partir de enero próximo.

Estados Unidos tiene abiertos cinco frentes de conflicto sin posibilidad de triunfar en ninguno
Estados Unidos tiene abiertos cinco frentes de conflicto sin posibilidad de triunfar en ninguno

Ante este nuevo sistema de alianzas EE.UU. ha perdido el control sobre el petróleo mediooriental. Sólo le quedan su ocupación sobre el este de Siria, donde saquea impunemente los pozos de propiedad de ese país, y los yacimientos iraquíes. En ambos estados sus fuerzas están siendo hostigadas por las milicias coordinadas en el Eje de la Resistencia. Éste es, empero, sólo un aspecto de la emboscada de Moscú y Pekín en la que cayeron los occidentales.

Al mismo tiempo, para anular la presencia de los grupos navales norteamericanos en el Mediterráneo Oriental, Rusia ha mandado una escuadrilla aérea armada con cohetes hipersónicos Kinzhal a sobrevolar las aguas internacionales del Mar Negro. Desde allí, avisó el presidente Putin, estos cohetes pueden alcanzar los portaaviones estadounidenses en el Mediterráneo en un plazo de dos a tres minutos. Convergentemente, los silenciadores rusos instalados en la base naval de Tartus, en el norte de Siria, pueden “cegar” los radares y los sistemas de navegación estadounidenses en una vasta región adyacente. Por último y no casualmente Rusia ensayó el miércoles 25 un ataque nuclear en un ejercicio supervisado por Putin horas después de que el parlamento ruso rescindiera la adhesión al tratado de prohibición global de ensayos nucleares (TPCE, por su nombre en inglés).

De todos modos, el arma principal de los rusos, los chinos y sus aliados es el petróleo. Para obligar a Israel y Occidente a negociar, la OPEP+ puede aumentar el precio del fluido que vende a Occidente arriba de los 100 dólares o reducir el abastecimiento con el mismo efecto.

El bloque euroasiático ha encerrado a su contrincante en un dilema: si expande la guerra en Asia Occidental, chocará con Rusia e Irán y arriesgará un gigantesco bloqueo petrolero que puede destruir las economías occidentales. Si, en cambio, se aviene a una negociación, hará colapsar el gobierno israelí y provocará allí el caos. Además, debería reconocer la independencia palestina y la erección de un Estado en Gaza y los territorios ocupados.

Sin embargo, ni Israel ni EE.UU. son los mayores perdedores de la guerra en Gaza, sino el gobierno ucraniano. Los legisladores norteamericanos ya no quieren votar nuevas partidas de ayuda a Ucrania. El gobierno de Joe Biden pidió al Congreso que apruebe una partida de 106 mil millones de dólares para Ucrania e Israel, pero los republicanos que controlan la Cámara de Representantes quieren desdoblar la votación, para no mandar nada a Kiev.

La situación en el campo de batalla tampoco favorece la generosidad de los legisladores. A pesar de que pequeñas unidades ucranianas pudieron establecer dos o tres cabezas de puente al este del río Dnieper, en el suroeste, su publicitada contraofensiva en el sur ha fracasado y en Avdiivka, cerca de la capital regional Donetsk, las fuerzas rusas amenazan con encerrar a sus oponentes en un bolsón. Más al norte, al oeste de Artiomovsk (Bajmut) y en Kupiansk, el ejército ruso avanza lentamente. Si bien esta guerra es de desgaste para ambas partes, Rusia está siendo aprovisionada con municiones por Irán y Corea del Norte, mientras que los suministros occidentales para Ucrania se van reduciendo. Ahora, si el Congreso norteamericano niega los fondos, los días de Zelenski y su grupo están contados.

No obstante este cuadro de situación, han aparecido algunos indicios de que la dirigencia norteamericana comienza a entender su precaria situación. Por primera vez este domingo una fuerte delegación de Washington concurrirá a la Exposición Internacional de Exportaciones de China (CIIE, por su nombre en inglés), una feria anual que reúne en Shanghai a expositores de todo el mundo. La República Popular viene advirtiendo desde hace varios años contra la política de desacople del gobierno Biden y llamando a separar los negocios de la política. Esta concurrencia parece darle la razón. No resuelve el entredicho por la ambición secesionista del liderazgo taiwanés ni evita las provocaciones navales norteamericanas, pero crea por lo menos un espacio de intercambio pacífico.

No obstante, es demasiado temprano para hablar de un deshielo en la relación entre ambas potencias, ya que los lineamientos de la política exterior estadounidense que diferencian entre la amenaza “aguda” de Rusia y la amenaza “estructural” planteada por China siguen vigentes.

La situación de EE.UU. se agrava por el amotinamiento de diplomáticos y funcionarios del Congreso. A raíz de la sonora dimisión hace dos semanas del subsecretario para Asuntos Político-Militares del Departamento de Estado, Josh Paul, en el organismo se ha desatado un “motín” de funcionarios contra Tom Sullivan, vicejefe de la oficina del secretario de Estado y hermano del consejero de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan. Este funcionario parece ser especialmente despótico y arbitrario y no prestar atención al asesoramiento de funcionarios de carrera con larga experiencia, lo que suscitó la reacción de los diplomáticos. Al mismo tiempo, 411 empleados del Congreso, todos miembros de las comunidades judía y musulmana, firmaron juntos una petición, para que los congresistas promuevan un cese de hostilidades inmediato en Gaza. “Como musulmanes y judíos estamos cansados de revivir los temores generacionales de genocidio y de limpieza étnica”, resalta la petición.

La minoría musulmana estadounidense (4,5 millones de personas) rechaza cualquier apoyo al presidente Joe Biden y, aunque sólo representa un 1% de la población estadounidense, podría impedir la reelección del presidente. Por su parte, la minoría judía estadounidense, no mucho más numerosa (6 millones de personas), se opone a que la Casa Blanca sostenga a Benyamin Netanyahu. Sin embargo, ninguna de las dos minorías puede contrapesar la influencia de los cristianos sionistas (20 millones de personas) que alientan la concentración de todos los judíos en Palestina para dar la batalla final (el Armagedón) del Bien contra el Mal.

En este contexto, no se entiende que la jefa del Comando Sur del US-Army siga tratando de provocar un incendio en América Latina y el Caribe. El pasado 19 de octubre la teniente generala Laura Richardson fue entrevistada en la Universidad de Miami por Susan Segal, presidenta de la American Society (AS)-Consejo de las Américas (COA, por su nombre en inglés) financiada por la Fundación Rockefeller y las 200 compañías norteamericanas con los mayores negocios en América Latina y el Caribe. Allí la generala insistió en sus conocidas denuncias contra la acumulación de poder militar sin precedentes que China estaría adquiriendo en el continente.

Desde que gobierna Joe Biden la Casa Blanca no ha hecho más que multiplicar los conflictos dentro y fuera del país sin solucionar ninguno. Ahora experimenta el síndrome de la manta corta: si tira de un lado, se destapa del otro. Quizás sea, entonces, una señal de realismo el que EE.UU. haya propuesto a Rusia retomar el diálogo estratégico. Por lo pronto Moscú ha reaccionado con indiferencia ante la propuesta, pero no desvaloriza el gesto. Quiere ver, si el gobierno de Biden realmente entendió su situación comprometida o si sólo quiere ganar tiempo. Obviamente, la Casa Blanca comprende que debe retirarse de Ucrania y ceder posiciones en Asia Occidental, pero quiere cobrar su retirada lo más caro posible.

Por ahora Washington sólo presiona al gobierno de Netanyahu, para que limite sus operaciones en Gaza, pero el primer ministro tiene su suerte atada a la alianza con la ultraderecha y persiste en el propósito de anexar el norte de la Franja y Cisjordania, expulsando a los palestinos. Si sigue avanzando en esta dirección, empero, desatará una guerra regional de proporciones. Si pretende controlar la crisis, la Casa Blanca va a tener que derrocar al primer ministro y negociar con Rusia e Irán en medio del consecuente caos que se produciría en Israel.

Por el contrario, Moscú puede presentarse como el mejor pacificador gracias a las buenas relaciones que mantiene con todos los actores clave (Israel, Hamas, Irán y otros estados de la región), pero sus buenos oficios van a costar a su oponente el tener que aceptar una negociación que abarque todos los temas y las áreas en conflicto.

Es dudoso que esta eventual distensión calme inmediatamente el conflicto en Asia Oriental ni disminuya el intervencionismo norteamericano en América Latina, pero seguramente alentará la presencia de China en Asia Occidental y agudizará el conflicto interno en Estados Unidos. Hasta tanto el grupo dirigente en Washington no se haga cargo de los reales problemas de su país y de su debilidad relativa, el despliegue excesivo de su poder en el mundo lo encerrará en el dilema de arriesgar una guerra mundial que destruiría el planeta o aceptar su derrota y retirarse a lamer las heridas.

Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva del autor/autora y no representan necesariamente la posición de la agencia TELAM .

POR MK BHADRAKUMAR

Casi cuatro semanas después del ataque de Hamás contra Israel, Rusia no tiene prisa por explotar el dilema de la administración Biden sobre el colapso de la seguridad en Oriente Medio. Los medios occidentales fueron unánimes en que Rusia estaba esperando entre bastidores para aprovechar la oportunidad una vez que Estados Unidos dejara de prestar atención a Ucrania. Sin embargo, tal cosa no sucedió. 

La guerra de Ucrania está en piloto automático. Se ha fijado la brújula, se han echado los dados y los cálculos se mantienen firmes con respecto a los objetivos estratégicos fijados por el Presidente Vladimir Putin en febrero del año pasado. Rusia siente que ha tomado la delantera en la guerra y que eso es irreversible. 

La contraofensiva de Ucrania ha fracasado y los combates actualmente están restringidos a dos sectores de la línea del frente, mientras las fuerzas rusas fortalecen la seguridad de la región de Donetsk y buscan recuperar el control de los territorios al norte en las zonas fronterizas de Donbass y la región de Kharkov, de donde se retiraron para fines tácticos. razones en septiembre y octubre pasados.

Sin embargo, Moscú no ha comenzado su gran ofensiva, como muchos habían predicho. Una explicación plausible es que Moscú está observando la vorágine que se extiende por Oriente Medio. Moscú es particularmente sensible a cualquier efecto de contagio en Siria. 

Con la mirada puesta en el formidable fortalecimiento naval estadounidense en el Mediterráneo oriental con el despliegue de dos grupos de portaaviones, el presidente Vladimir Putin ha hecho público que aviones rusos equipados con misiles hipersónicos Kinzhal deambulan por los cielos sobre el Mar Negro, que pueden atacar objetivos a 1.000 kilómetros de distancia a una velocidad de Mach 9, que ningún sistema de defensa antimisiles existente puede interceptar. Basta decir que la guerra en Ucrania sigue siendo de desgaste. 

Curiosamente, Rusia llevó a cabo un ataque nuclear simulado en un simulacro el miércoles supervisado por Putin, horas después de que el parlamento ruso votara a favor de rescindir la ratificación por parte del país del tratado de prohibición global de ensayos nucleares (TPCE). El ejercicio debe verse en el contexto más amplio de la estabilidad estratégica global. Una declaración del Kremlin decía: «El propósito del ejercicio de entrenamiento era verificar el nivel de preparación de los órganos de mando militar, así como la habilidad de los líderes y el personal operativo en el manejo de las tropas (fuerzas) bajo su mando». Todo, sin embargo, suma en estos tiempos extraordinarios. 

En su nivel más obvio, el conflicto palestino-israelí es una manifestación del creciente desequilibrio en el sistema existente de relaciones internacionales. Están surgiendo nuevas guerras; Los conflictos de larga data están mutando (por ejemplo, Nagorno-Karabaj). La semana pasada, Pakistán colocó a Palestina y Cachemira entre los asuntos pendientes de la ONU en la era poscolonial. Corea del Norte e Irán son focos de tensión que no tienen solución militar. 

En los próximos meses, sin duda, Washington seguirá brindando a Israel apoyo militar y diplomático, pero una operación israelí prolongada que dure meses en Gaza significará la dispersión de recursos estadounidenses que podrían ser necesarios en otros teatros. El conflicto en Gaza subraya el imperativo de repensar las nociones de hegemonía global de Estados Unidos. El hecho es que Estados Unidos, a pesar de su autoproclamada condición de “Nación Indispensable” (Madeline Albright) y garante de un “orden basado en reglas”, no logró impedir el último estallido de conflicto en Medio Oriente. 

Por lo tanto, podría decirse que la última propuesta estadounidense de reanudar sistemáticamente el diálogo estratégico con Rusia puede verse como una señal de pensamiento positivo. No sorprende que Moscú haya mostrado una estudiada indiferencia ante la propuesta estadounidense. Pero no es necesario tomar esa como la última palabra. Históricamente, el diálogo estratégico soviético-estadounidense incluyó en la agenda todos los temas importantes y la mayoría de los temas menores que afectan la seguridad internacional. 

La gran pregunta, por tanto, es el momento de la propuesta estadounidense. En el contexto de las tormentas que se avecinan en Medio Oriente, la Administración Biden probablemente busque calmar los nervios proponiendo conversaciones con Rusia sobre el equilibrio estratégico global, dado que las barreras en el control de armas ya no existen. Esto es una cosa. 

En cualquier caso, la “neutralidad” de Rusia en un conflicto de Medio Oriente también podría ser una consideración. Del mismo modo, los dirigentes occidentales entienden que la guerra contra Rusia está prácticamente perdida (aunque no lo admitirán públicamente) y que se necesita un compromiso con Rusia.   

Una vez más, aunque Estados Unidos ha proporcionado a Israel un importante apoyo militar y diplomático y sigue influyendo en este último para que no intensifique el conflicto, hay variables en la situación y cualquier gran conflagración en Oriente Medio requerirá una concentración masiva de recursos materiales y financieros que son limitados incluso para una superpotencia, ya que también hay otros problemas sin resolver en el mundo.

La ruptura de la confianza en los vínculos ruso-estadounidenses perjudica los intereses estadounidenses. Fundamentalmente, también debe entenderse que lo que Moscú busca incluso hoy, después de casi 20 meses de luchar contra la OTAN y Estados Unidos en los campos de exterminio de Ucrania, es un compromiso sostenido con Washington y la voluntad de dar cabida a los intereses mutuos. 

Por su parte, Rusia se comporta como una potencia responsable ante la crisis en Gaza. No hay ni la más mínima prueba que demuestre que Rusia haya actuado como “saboteador”. Por el contrario, Moscú ha estado proyectando sus credenciales como potencial pacificador que disfruta de buenas relaciones con todos los actores clave: Israel, Hamás, Irán y otros estados de la región por igual. 

De hecho, los recientes comentarios del presidente Biden sobre la situación en Gaza acercan bastante la posición de Estados Unidos a la de Rusia. Biden leyó lo siguiente de un texto preparado en una conferencia de prensa conjunta con el Primer Ministro Anthony Albanese de Australia: 

“Israel tiene el derecho y, yo añadiría, la responsabilidad de responder a la matanza de su pueblo. Y nos aseguraremos de que Israel tenga lo que necesita para defenderse de estos terroristas. Eso es una garantía… 

“Pero eso no disminuye la necesidad de – para operar y alinearse con las leyes de la guerra para Israel – tiene que hacer todo lo que esté en su poder – Israel tiene que hacer todo lo que esté en su poder, por difícil que sea, para proteger a civiles inocentes. . Y es difícil. También quiero tomarme un momento para mirar hacia el futuro que buscamos. 

“Los israelíes y los palestinos merecen por igual vivir uno al lado del otro en seguridad, dignidad y paz. Y no hay vuelta atrás al status quo tal como estaba el 6 de octubre. Eso significa garantizar que Hamás ya no pueda aterrorizar a Israel y utilizar a civiles palestinos como escudos humanos.

“También significa que cuando esta crisis termine, tiene que haber una visión de lo que vendrá después. Y en nuestra opinión, tiene que ser una solución de dos Estados”. 

Putin no podría haber expresado esto de otra manera . En Moscú existe la expectativa de que, en las condiciones emergentes en materia de seguridad regional, Estados Unidos y sus aliados “reconsiderarán sus nociones de derrotar a Rusia en el conflicto de Ucrania a cualquier costo”, como escribió un grupo de expertos del establishment en el informe financiado por el Kremlin . RT la semana pasada. 

Falta confianza, concluyó, “es difícil alcanzar compromisos sin la plena consideración de los intereses rusos”, pero “una etapa crucial en el orden (mundial)… está tomando forma ante nuestros ojos”. 

FUENTE: www-indianpunchline-com

El conflicto inicialmente trajo ganancias tácticas para los EE. UU., pero ahora ha llevado a pérdidas estratégicas crecientes.

Por  Ivan Timofeev, director de programas del Club Valdai.

Los últimos acontecimientos en el conflicto palestino-israelí son una indicación del creciente desequilibrio en el sistema existente de relaciones internacionales. Esto se caracteriza por el surgimiento de nuevas guerras, la reanudación de enfrentamientos de larga data con considerables pérdidas humanas y el riesgo de una mayor escalada. Al reclamar el liderazgo internacional y el papel de garante del orden internacional existente, Estados Unidos una vez más no ha logrado evitar la explosión de otro punto de inflamación. Todavía existe la posibilidad de que la nueva crisis quede aislada y se evite que desemboque en un combate armado entre los principales actores regionales. Pero el hecho mismo de que esté surgiendo tal situación sugiere que el tejido del orden posterior a la Guerra Fría se está desgarrando cada vez más frecuentemente sobre los restos del sistema bipolar, alguna vez dirigido por Moscú y Washington. Estos acontecimientos son cada vez más difíciles de corregir. 

Los acontecimientos en Oriente Medio han empujado las hostilidades en Ucrania a un segundo plano de la agenda de los medios. Mientras tanto, incluso allí la situación difícilmente respalda la permanencia del antiguo status quo. Las cosas serían diferentes si Rusia hubiera regresado a la condición de potencia derrotada y Kiev y sus patrocinadores occidentales hubieran finalmente consolidado los resultados del colapso de la Unión Soviética.

Pero los hechos cuentan una historia diferente. La costosa y costosa contraofensiva del ejército ucraniano no ha logrado sus objetivos. El ejército ruso está aumentando lenta pero inevitablemente la presión en el frente. Las sanciones económicas no han provocado el colapso de la economía del país. A pesar de los graves daños, se está adaptando rápidamente a las nuevas condiciones. Los intentos de aislar políticamente a Moscú tampoco han funcionado. Para los socios occidentales de las autoridades de Kiev, el conflicto resulta cada vez más caro. El precio podría aumentar a medida que las Fuerzas Armadas de Ucrania se vean despojadas de equipos de fabricación soviética y crezca la necesidad de nuevos suministros. La economía de Ucrania también necesita inyecciones de efectivo externas ante las pérdidas militares, el fracaso demográfico y los persistentes problemas de gobernabilidad, incluida la corrupción.

Si el conflicto ucraniano fuera el único desafío de Estados Unidos para controlar el orden posbipolar, podría haber menos riesgos. Los aliados occidentales podrían centrar todos sus esfuerzos en contrarrestar a Moscú. Pero su difusión en otras direcciones complica seriamente el problema. Habrá que dispersar recursos no sólo para contener a China sino también para apagar incendios donde no deberían haber comenzado. Con toda probabilidad, Washington podrá brindar a Israel un importante apoyo militar y diplomático, limitando así el estallido de otro conflicto. Pero cualquier conflagración de este tipo requiere una concentración de recursos materiales y financieros que son limitadas incluso para una potencia como Estados Unidos. Esto es tanto más cierto cuanto que hay otros problemas sin resolver.

Años de esfuerzos para impedir que Corea del Norte (la RPDC) creciera militarmente han fracasado. Pyongyang ahora tiene armas nucleares y los medios para lanzarlas. La crisis en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia ofrece a la RPDC una ventana de oportunidad: un posible aumento de la cooperación con Rusia iría en contra de los objetivos de Estados Unidos. En cambio, en este ámbito, Moscú solía ser un problema mucho menor para Washington. La situación con Irán es similar. La retirada de Estados Unidos del JCPOA en 2018 no llevó a Irán a abandonar sus posiciones sobre su programa de misiles y su política en Oriente Medio. En cambio, creó las condiciones para que Teherán regresara a su desarrollo nuclear. Tanto en el caso de la RPDC como en el de Irán, una solución militar al problema no es óptima.

Otros incendios latentes persisten. Afganistán ha sido en gran medida olvidado, pero las fuerzas hostiles a Estados Unidos y Occidente se están fortaleciendo allí. En Siria, el gobierno del presidente Bashar Assad sigue en el poder a pesar de las sanciones y los intentos de aislamiento. En África, los aliados de Estados Unidos están perdiendo influencia. Los terroristas, los narcotraficantes y las redes criminales transnacionales no han desaparecido. Ha sido posible combatirlos en estrecha coordinación con otros actores importantes y coordinar políticas con ellos sobre la base del Consejo de Seguridad de la ONU. Pero el antiguo nivel de confianza se ha visto socavado. Y en las condiciones actuales de “guerra híbrida” con Rusia y crecientes contradicciones con China, será más difícil abordar eficazmente estos problemas.

Al mismo tiempo, el conflicto ucraniano parece ser la clave del orden posbipolar. El inicio de la ofensiva rusa en 2022 dio a Estados Unidos varias ventajas tácticas inmediatas. Washington tiene una poderosa palanca de influencia sobre sus aliados en Europa. La OTAN ha recibido una nueva oportunidad y el proceso de ampliación del bloque está en marcha. La prolongada resistencia de los principales países de Europa occidental a las persistentes demandas estadounidenses de aumentar su gasto en defensa y sus compras de armas finalmente se ha roto. Por tanto, la militarización de Europa avanzará a un ritmo rápido. Pero los países europeos tendrán que pagarlo ellos mismos, desviando recursos de las prioridades civiles. Las condiciones están dadas para que los estadounidenses se apoderen de al menos parte del mercado energético europeo; Lo que el expresidente estadounidense Donald Trump sólo podía soñar se ha logrado casi de la noche a la mañana.

Otro éxito táctico crítico ha sido el control total sobre Kiev. Estados Unidos determina en gran medida la capacidad de llevar a cabo operaciones militares y sostener la economía. El control de Ucrania, o de una parte importante de ella, destruye las perspectivas de un resurgimiento del «imperio soviético», al menos en el teatro europeo.

Sin embargo, desde el punto de vista estratégico, el conflicto ha creado graves problemas para Estados Unidos. El principal es la pérdida de Rusia como posible aliado, o al menos como potencia que no interfiere con Washington. A principios del siglo XX y XXI, se daban todas las condiciones para tal vínculo con Moscú. Además, la propia Rusia estaba dispuesta a mantener relaciones de asociación equitativas con Estados Unidos, siempre que se tuvieran en cuenta sus intereses, especialmente en el espacio postsoviético. Moscú no se ha fijado el objetivo de “revivir la URSS” ni ha intentado reformatear la ex URSS. En todos los temas clave de la agenda global, Rusia ha cooperado con Estados Unidos o se ha abstenido de oponerse activamente durante mucho tiempo. Se puede discutir quién es el culpable de la creciente confrontación mutua, pero las posiciones de las partes son diametralmente opuestas. Lo que importa son los resultados: Estados Unidos ha terminado con una potencia importante entre sus implacables oponentes: Rusia.

Moscú está construyendo estrechos vínculos con China, que Washington considera una amenaza a largo plazo. El costo del conflicto con Rusia para Estados Unidos se medirá no sólo por su apoyo a Ucrania sino también por el enorme precio que implica contener el tándem ruso-chino y abordar problemas en los que Rusia puede dañar con entusiasmo a Estados Unidos. El hecho de que la propia Rusia también salga perdiendo, en parte, no mejora la situación para Washington. 

En resumen, los logros tácticos del conflicto en Ucrania resultaron combinarse con una importante derrota diplomática para Washington en forma de una multiplicación de adversarios influyentes cuando estaban dadas todas las condiciones para evitarla. Para la UE, los costos estratégicos son aún más significativos. La proximidad geográfica de los combates y los mayores riesgos para la seguridad de un choque militar intencionado o no con Rusia juegan un papel aquí. China, por otra parte, está fortaleciendo su posición. Beijing ha ganado tranquilidad en sus vastas fronteras norteñas, un gran mercado ruso y la dispersión de los recursos estadounidenses. 

No se puede descartar que, en tales condiciones, Estados Unidos y sus aliados reconsideren sus nociones de derrotar a Rusia en el conflicto de Ucrania a cualquier precio. La gran pregunta es si Moscú cambiará su enfoque. Rusia está decidida a luchar por sus intereses a largo plazo. La confianza en cualquier propuesta occidental es cercana a cero. La quema del liderazgo estadounidense en la estufa de la cocina política mundial reduce aún más la motivación para apoyar cualquier compromiso sin la plena consideración de los intereses rusos. El resultado del conflicto ucraniano, cuando llegue, será una etapa fundamental en el orden que está tomando forma ante nuestros ojos.

Seiscientos kilos de TNT disparados a ocho mil kilómetros por hora: las superpotencias ya están trabajando, Italia debe empezar a pensar en ello si no quiere quedarse con la culpa.

Por Alejandro Manzato para dissipatio.it/

El escenario tecnológico-militar actual es cada vez más complejo: es bien conocida la importancia inherente a la posesión de tecnologías de vanguardia, decisivas para el destino de una nación en términos de defensa y seguridad. El progreso de las tecnologías militares, acelerado exponencialmente por los conflictos contemporáneos, plantea a los ojos de las potencias un tema caracterizado por una relación dualista de ataque y defensa: la de los misiles hipersónicos. Por misil hipersónico entendemos un armamento de misiles definido por dos propiedades: el logro de una velocidad de Mach 5 ( más de seis mil kilómetros por hora ) y su alta maniobrabilidad durante el vuelo.

Los primeros estudios sobre la velocidad hipersónica se remontan a los años 1930, con una fuerte intensificación durante la Guerra Fría, en un contexto en el que era necesario desarrollar tecnologías destinadas tanto a un posible uso en los conflictos como en la carrera espacial.

Sin embargo, aunque la velocidad de Mach 5 ya se alcanzó en la década de 1960, no fue hasta finales de 2017 que los misiles hipersónicos encontraron un funcionamiento eficaz . Hoy en día existen dos tipos de misiles hipersónicos que se diferencian sustancialmente en su autonomía de propulsión:

– Los vehículos de planeo hipersónicos (HGV), sin propulsión autónoma y, por lo tanto, lanzados mediante misiles balísticos, pueden alcanzar una velocidad de Mach 25 para una distancia de 10.000 km, adquiriendo grandes alturas y luego descendiendo hacia el objetivo – Misiles de crucero hipersónicos (HCM
, equipados Con la propulsión de un motor scramjet , pueden alcanzar la velocidad de Mach 10 para un alcance total más corto que los vehículos pesados, pero decididamente más maniobrables.

Los principales propietarios de estas armas son la Federación de Rusia, los Estados Unidos de América y la República Popular China . Sin embargo, es de suponer que otros estados al menos estén desarrollando sus propios proyectos, información que, por razones obvias de seguridad, no sería de dominio público. La Federación Rusa ya demostró el funcionamiento de estas armas a principios de 2023 en el conflicto ucraniano mediante el uso del misil Kinžal (Кинжал del ruso: «daga»), el primer tipo de misil hipersónico en posesión del Kremlin:
– Kinžal
– Avangard: HGV con una velocidad de hasta Mach 20 y un alcance de hasta 6.000 km
– Tsirkon: HCM con una velocidad de hasta Mach 8 y un alcance de hasta 8.000 km, diseñado para su uso por buques de guerra

La Casa Blanca parece estar menos preparada que el Kremlin pero tiene varios misiles en fase de prueba, como el HCM «HAWC» . En cambio, la República Popular China está experimentando con el Dongfeng-17 , un vehículo pesado que suscita un miedo considerable, sobre todo en la República de Taiwán.

La extrema importancia de estos misiles no reside tanto en el daño que el arma puede causar (de hecho, se podrían utilizar armas de menor potencia suficientes para llevar a cabo fines militares) sino, además de en la disuasión, en la virtual imposibilidad de interceptación. , haciéndolos así extremadamente efectivos . . Sin embargo, hay que considerar que el misil sin ojiva explosiva es capaz de causar, sólo con energía cinética, el mismo daño que seiscientos kilos de TNT , presentando de por sí un riesgo también para las infraestructuras, los vehículos y los buques militares.

Por tanto, surge el dilema de cómo defendernos de una posible ofensiva con misiles de este tipo. Actualmente el líder europeo del sector lo encontramos en MBDA , fabricante de misiles y sistemas de defensa. Lleva más de cinco años trabajando para presentar soluciones innovadoras para la defensa contra amenazas hipersónicas. En particular, el proyecto AQUILA , que propone los conceptos de interceptores más avanzados para combatir la amenaza hipersónica.

En marzo de 2023, MBDA, tras la invitación a participar en una licitación relativa al estudio de la arquitectura y las tecnologías relativas al interceptor endoatmosférico capaz de neutralizar estas nuevas amenazas, presenta el proyecto HYDIS 2 que sitúa a la empresa al frente de un consorcio que cuenta con la participación de diecinueve socios industriales europeos y más de treinta subcontratistas de catorce países europeos.

Por tanto, sigue siendo un desafío abierto en el escenario global, donde será necesaria una fuerte colaboración entre aliados para poder afrontarlo y, citando las palabras del Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea GEN.SA Luca Goretti expresadas durante un seminario web organizado por el Istituto Affari Internazionali sobre el tema de los misiles hipersónicos, para «no tener que preguntarse qué podríamos haber hecho».

FUENTE: https://www.dissipatio.it/la-fondamentale-importanza-dei-missili-ipersonici/?mc_cid=5c6267c9cb&mc_eid=32edf24106

¡EL IMPERIO OCCIDENTAL CRUJE Y MUERE SANGRIENTAMENTE! dice el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, y agrega que los conflictos de hoy día son parte del ajuste de cuentas de su propio sistema, a causa de los asuntos mal y falsamente cerrados entre los bandos vencedores de la Segunda Guerra Mundial, y luego ocultados mientras mantuvieron la supremacía mundial. Asuntos que vuelven al tapete ante el cambio total de un escenario que no tiene ninguna igualdad con aquella circunstancia. Y que por ello, la evidente crisis terminal de su imperio, que fue importante durante 5 siglos y dominante en los últimos 200 años, lo sentencia a sufrir las consecuencias del viejo proverbio: DE AQUELLOS BARROS, ESTOS LODOS. Semejante derrota estratégica arrastra hoy a los anglosajones y a los europeos, a una cruel, desesperada y fragmentada guerra híbrida global contra el  mundo ascendente del Sur Global, que le va ganando la batalla por la primacía del poder mundial.

AUDIO: 

Y enfatiza que esa es la verdadera razón -la de esconder tan histórico fracaso- por la que quieren hacernos creer que la guerra de Ucrania empezó en febrero del 2022, o que el holocausto palestino nació este 7 de octubre, o que la tensión en Taiwán es de apenas unos años, o que los conflictos de Oriente Medio son recientes, o que los levantamientos africanos contra Francia son una novedad, etc. Por el contrario, Pereyra Mele profundiza con datos y verdades demostradas, de que todas estas terribles tragedias son causas y consecuencias del histórico colonialismo depredador y totalitario del Imperialismo Occidental. Quién ahora, en su desesperada decadencia, pone a la humanidad frente a un futuro complicado y peligroso, precisamente porque si bien Occidente posee armas de destrucción masiva, la gran novedad -y la gran diferencia con el pasado- es que el Sur global también dispone de las mismas armas. Lo que nos obliga a no olvidar que las guerras son las principales parturientas de la historia.

Finalmente reitera que son aquellos barros los que hoy están transformando la historia, los que determinan el fin del ciclo de la dominación occidental y los que producen el gran cambio tectónico global, donde también entramos los latinoamericanos y fundamentalmente los americanos del Sur. Y que por lo tanto, es tiempo de asumirlo, de entenderlo y de participar en el mismo.

Eduardo Bonugli (Madrid, 29/10/23)

El tablero Geopolítico se estremece con los conflictos de Europa del este y Asia sudoccidental, otra master class de nuestro colega Francisco Javier Martinez para el galardonado programa Detrás de la razón? que conduce el prestigioso periodista mexicano Roberto de la Madrid

Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolitico

Erdogan da golpe de timón
¿Cómo reacciona Putin y cómo la OTAN tendría más poder?
¿Esto beneficia a EEUU?
¿Cómo el espionaje por su parte hace lo suyo?
¿Y cómo el Ártico deshiela la guerra?
No te pierdas las respuestas en esta Master Class con Javier Martínez en Detrás de la Razón.