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Por Andrés Piqueras Observatorio de la Crisis

A principios del siglo XIX el canciller austriaco von Metternich había propuesto la necesidad de instaurar un Concierto Europeo supranacional, por encima de los intereses de cada Estado, como método de defensa común contra las revoluciones. Las diferencias entre el Viejo Orden y el Nuevo que se iba asentando, lo impedirían en la práctica. Fuera de ello, la idea de una Europa Común ya en el siglo XX en realidad no es europea sino estadounidense. La estrategia de Washington tras la Segunda Guerra Mundial para asegurarse su dominio del mundo capitalista estuvo basada en la apertura de los mercados de trabajo europeos a su capital, y de los mercados en general a sus bienes industriales.

Algo en lo que se empeñó muy especialmente y obtuvo de la Alemania vencida, a la que impuso la total apertura de su economía a las mercancías norteamericanas y a su inversión externa directa. Después presionó para una integración de la Europa Occidental a través de tratados que garantizasen la apertura de la economía de cada país a las mercancías de los demás. De esta forma, desde su base alemana, los capitales industriales norteamericanos tendrían a su alcance la totalidad de mercados de la Europa Occidental.

Durante cerca de 30 años EEUU lideró indiscutiblemente el espacio político y económico unificado en que había convertido al hasta entonces conjunto disperso de potencias capitalistas. Sin embargo, a partir de los años 70 del siglo XX los EE.UU., tras desatar la segunda “globalización” (la primera había sido emprendida entre el último cuarto del siglo XIX y el primero del XX), inicia la carrera hacia el liderazgo mundial, rompiendo las reglas del juego con sus antiguos “socios” y financiarizando los entresijos económicos internacionales.

Es por ello que Europa se ve forzada a buscar su reacomodo ante la falta de reglas y el uso de la fuerza militar a conveniencia que presidirán la nueva dinámica hegemónica norteamericana tras la caída del Este.

Las clases dominantes europeas han ido dando los pasos pertinentes para aproximarse al modelo capitalista norteamericano (el más proclive a lo que se ha conocido como “capitalismo salvaje”).

Desde el Tratado de Maastricht de 1992 a la Cumbre de Lisboa de 2001, el rosario de cumbres y acuerdos o tratados que salpican esos 10 años responde a un cuidadoso plan de desregulación de los mercados de trabajo (lo que significa la paulatina destrucción de los derechos y conquistas laborales), de liberalización económica (en detrimento de la intervención de carácter social de los Estados y en beneficio del papel que éstos juegan a favor del gran capital), y de ruptura unilateral, en suma, de los “pactos de clase” que habían mantenido el equilibrio social en la larga postguerra europea, extremando e adelante las desigualdades tanto intra como intersocietales entre los países de la Unión.

La UE se ha venido conformando, pues, como la mayor expresión del capital oligopólico transnacional “financiero”, una vía para puentear los parlamentos y las instituciones locales, sustrayendo las decisiones e intereses del Gran Capital a las luchas de clase a escala estatal que forjaron las distintas expresiones nacionales de la correlación de fuerzas entre el Capital y el Trabajo.

Se trata de una construcción supraestatal destinada a mantener relaciones de desequilibrio entre sus partes, un sistema deficitario-superavitario diseñado para trasvasar riqueza colectiva de unos Estados (la mayoría) a unos pocos (sobre todo Alemania y su “hinterland” centroeuropeo), especialmente mediante el mecanismo de la moneda única.

Constituye el mayor ejemplo mundial de institucionalización del neoliberalismo a escala de un continente entero; el primer experimento de ingeniería social a escala regional o supraestatal en favor de la institucionalidad de las estructuras financieras de dominación.

Si la “Europa socialdemócrata” fue la mayor manifestación del reformismo capitalista cuando éste todavía impulsaba con vigor el desarrollo de las fuerzas productivas, hoy la Unión Europea es el primer experimento de ingeniería social a escala regional o supraestatal en favor de la institucionalidad de las estructuras financieras de dominación.

Supone en sí un cuidadoso plan de desregulación social de los mercados de trabajo y de las condiciones de ciudadanía, que se dota de todo un conjunto de disposiciones y requisitos, de toda una institucionalidad concebida y conformada para ser irreformable (pues requiere de unanimidades casi imposibles para que no sea así).

Se inspiraba la UE en la idea del “constitucionalismo económico” de finales de los pasados años 70, y desarrollada en los años 80 por la flor y nata del neoliberalismo (Buchanan, Milton Friedman, Hayek…) para restringir los poderes económicos, monetarios y fiscales de los gobiernos, “evitando que los gobernantes de turno pudieran tomar decisiones circunstanciales”, según su jerga, y que no quiere decir sino que tales decisiones pudieran estar influidas por las luchas populares. Se trataba, por tanto, de establecer determinados principios obligatorios, inamovibles, fuera quien fuese que llegara al gobierno en cada país.

Pero un derecho petrificado deja ser útil no sólo para las clases populares, sino llegado un punto también para la propia clase capitalista. Así cuando ésta ha querido aumentar aún más el grado de explotación social y ambiental o la “financiarización” de las economías, ha tenido que recurrir a puentear a la propia UE, creando nuevas instancias de eso que ellos llaman “gobernanza”, en definitiva, estructuras de poder dual respecto de la Unión.

Así, por ejemplo, el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la Unión Económica y Monetaria, para consolidar la penetración financiera de los Estados, y el Mecanismo Europeo de Estabilidad, para asegurar los Programas de Ajuste Estructural que garanticen el pago de las deudas en favor del gran capital a interés global acreedor y en detrimento de las condiciones sociales, laborales y, en conjunto, de “seguridad social”, de las poblaciones de los respectivos Estados (ver sobre estas cuestiones, Albert Noguera, El sujeto constituyente. Entre lo viejo y lo nuevo. Trotta. Madrid).

De hecho, si hace falta, se modifican las propias constituciones, de manera que sea “anticonstitucional” intentar cambiar la falta de soberanía nacional, como el tándem PP-PSOE demostró al meter mano al artículo 135, subordinando los derechos sociales reconocidos en la constitución española al pago de la deuda externa.

Ese complicado entramado de blindaje va, por tanto, de la mano de un sistemático debilitamiento de las capacidades de regulación social expresadas a través del Estado, para debilitar todas las opciones democráticas que las poblaciones pudieran conseguir para defenderse.

La des-substanciación de las instituciones de representación popular está garantizada desde el momento en que las decisiones parlamentarias estatales quedan subordinadas a los marcos dictatoriales dados por la UE sobre inflación, déficit presupuestario, deuda pública o tipos de interés, por ejemplo.

Pero el Eje Anglosajón (EEUU + Inglaterra) más la Red Sionista Mundial obligan a Europa a ir más allá en su (auto-)destrucción.

Autodestrucción forzada de Europa

“Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha apostado por la integración militar, política y económica de los países de Europa y Japón en un bloque que controla. A través de la estructura OTAN+, Estados Unidos se aseguró un dominio militar completo dentro del grupo imperialista, desplegando muchas bases militares en…

países derrotados en la Segunda Guerra Mundial, como en Japón (120), Alemania (119) e Italia (45). Esta última alberga a más de 12.000 militares estadounidenses.

Tras la caída de la Unión Soviética y la posterior reunificación de Alemania, la burguesía alemana codiciaba los mercados y la energía de bajo coste de Rusia. Deseaba establecer lazos económicos con Rusia, pero sólo mientras ellos y sus compatriotas franceses pudieran mantener su dominio sin trabas del proyecto europeo, que habían mantenido desde la Segunda Guerra Mundial. Esto significaba establecer dichos lazos, pero excluyendo a los dirigentes políticos rusos de cualquier participación en pie de igualdad en los asuntos, decisiones o estructuras políticas de Europa.

A su vez, la estrategia estadounidense había consistido en evitar cualquier relación estratégica entre Rusia y Alemania, ya que su fuerza combinada crearía un formidable competidor económico en Europa.” (1)

En realidad, este objetivo forma parte del Eje Anglosajón desde el siglo XIX: impedir a toda costa, y digo a “toda costa” con lo que eso significa (asedio, ofensivas económicas y diplomáticas, guerras mundiales, guerra hoy en Ucrania, voladura de los conductos gasíferos, sanciones, golpes de Estado…), que Eurasia pueda constituirse en una entidad política, geoestratégicamente entrelazada. Eso sería el fin de la dominación anglosajona del mundo.

Ahora bien, ¿por qué la clase capitalista industrial alemana acepta hoy que le corten el cuello? Para empezar, hay que insistir en que Alemania es un país ocupado militarmente por EEUU, con miles de tropas y armamento nuclear.

En segundo lugar, hay que tener en cuenta eso que se ha llamado “financiarización de la economía” dentro del capitalismo actual, y que no es sino una alusión a la importancia que cobra la forma autonomizada del capital dinero como capital a interés ficticio en la dinámica de acumulación del capital, lo que supone que las finanzas pasen de jugar un papel importante pero intermediario para la producción, a asumir la responsabilidad del crecimiento mediante una función parasitaria, focalizada principalmente en la extracción rentista.

Se trata de un dinero que busca reproducirse a sí mismo por fuera del capital productivo como capital industrial (es decir, más allá de la generación de nuevo valor como plusvalor), pero que también, y este es el gran juego de la economía capitalista cuando las cosas van mal, puede hacer las veces de dinero-capital, listo para engrasar de nuevo los ejes de aquélla, como si procediera de la valorización del trabajo humano (de ahí su creciente “ficción” y la de la economía que sustenta, aunque pueda hacerla seguir funcionando, a pesar de todo y de los problemas que va acumulando.

Es algo substancialmente diferente de una fase financiera del capital y tiene consecuencias mucho más profundas. Se ha perfilado como un colosal mecanismo de disciplinamiento social, de expropiación universal y de gubernamentalización de las exigencias cada vez más parasitarias del capital.

Así, al menos en las cuatro últimas décadas la capacidad del capital para desmaterializarse y moverse en tiempo instantáneo a escala planetaria en un número creciente de formas, como acciones, pagarés, bonos, bienes inmuebles, bienes raíces y una gran variedad de derivados, especulación sobre alimentos, monedas, energía, incluso el agua, etc., permite a la clase capitalista realizar todo tipo de ganancias usureras y especulativas a corto, medio y largo plazo.

Mucho de todo ese complejo financiero se va centralizando en los grandes fondos de inversión o “fondos buitre” (Vanguard, State Street, Blackrock, entre los más destacados), que a su vez están participados por miríadas de capitales privados de muy distinta procedencia (aunque dominados por personajes y corporaciones privadas sobre todo sionistas). De esta forma tenemos que una empresa alemana que sale a bolsa puede hacerlo tanto en la bolsa estadounidense como en la alemana. Con el tiempo, los accionistas originales de esta empresa pueden vender sus acciones, que ahora cotizan en bolsa. Ya no dependen de la gestión de su patrimonio a través de su inversión en una empresa.

En lugar de ello, contratan a gestores de patrimonio, ya sea a través de empresas como Goldman Sachs o de sus propios asesores, que a su vez invierten los ingresos en efectivo de la venta de acciones. A muchos capitalistas, sus asesores les harán invertir bastante más del 50% de su cartera en la bolsa estadounidense, que se erigió tras los años 80 del siglo pasado en la “atractora” mundial del capital a interés especulativo parasitario.

Las consecuencias económicas, políticas y sociales de este cambio en los mercados de capitales y en la propiedad son enormes. Este nuevo capitalista global —antes «alemán»— se comporta de forma muy parecida a sus homólogos franceses, ingleses, suecos o estadounidenses.

Por lo que este nivel de integración del capital conlleva su desnacionalización, lo que refuerza finalmente la preponderancia de eso que llaman “capital financiero” estadounidense, y por consiguiente, el poder político de Estados Unidos.

“La situación actual de Alemania ilustra claramente la eficacia de este proceso de integración y consolidación económica por parte de Estados Unidos. Según datos de IHS Markit de 2020, sólo el 13,3% del valor del mercado bursátil alemán pertenece a alemanes, mientras que los inversionistas de Norteamérica y el Reino Unido poseen el 58,3% (…) Las principales empresas de la economía alemana no son primordialmente propiedad de alemanes. El valor agregado industrial de Alemania ha descendido del 9% mundial a poco más del 6% en los últimos 18 años. (…)

La pérdida de la energía barata rusa y su adaptación al desacoplamiento con gestión de riesgos serán probablemente desastrosas para su competitividad internacional. En 2022, la inversión extranjera directa (IED) en Alemania disminuyó un 50,4% interanual. (…) En el transcurso de 15 trimestres, a partir del tercer trimestre de 2019, el PIB de Alemania aumentó un mísero 0,6% en total, a precios constantes…” (2)

Esto se traduce para Alemania en una falta de voluntad política soberana y en la aceptación de que su clase capitalista industrial se corte las venas.

“El colapso de la «voluntad nacional», la voluntad de seguir un camino que corresponda a sus intereses capitalistas nacionales, demostrada por Alemania en el contexto de la guerra en Ucrania, muestra que Alemania ha sido derrotada por tercera vez desde principios del siglo XX (…) Estados Unidos seguirá privando a la burguesía alemana de todas las opciones importantes para afirmar posiciones políticas independientes.

Con la ayuda de los vínculos de propiedad del capital que hemos descrito, la burguesía alemana se enfrentará a la subsunción absoluta de las opciones de acción del capital alemán bajo la égida estadounidense. La hostilidad hacia Rusia actúa como motor de la subordinación de Europa a Estados Unidos y como pérdida de cualquier posibilidad de desarrollo independiente.” (3)

La desindustrialización de los centros del Sistema Mundial capitalista y especialmente del Eje Anglosajón ha venido cobrando existencia desde hace décadas, en favor del Mundo Emergente.

Faltaba, sin embargo, Alemania y su hinterland más próximo. El Eje Anglosajón busca eliminar esa competencia, y la del conjunto de la UE, al tiempo que abortaba la posibilidad de la vinculación infraestructural, económica y política de Eurasia. Las sanciones a Rusia se han convertido en un elemento estelar para ese objetivo.

Todo lo cual para Europa en su conjunto tiene unos costos energéticos y económicos de enorme gravedad, que está reportando cuantiosas pérdidas en sus sectores primario e industrial y, en general, la desarticulación de sus economías, con el consiguiente desmontaje de su “capitalismo social” (eso que en otros tiempos llamaron “Estado del Bienestar”). Circunstancia que además de causar el paulatino arruinamiento de sus poblaciones, está tensionando a la propia UE, por ejemplo, hasta el punto de que pronto podría fragmentarse.

Todos sabemos que Alemania no sólo ha sido y es “la locomotora” de Europa, como nos insisten si cesar en los grandes media, sino que también lleva la dirección vicaria de la misma (vicaria de EEUU). Eso quiere decir que si Alemania se entrega con todos los pertrechos y bagajes a EEUU, todos los demás países europeos subalternos, sin soberanía alguna, también. Francia fue la única excepción europea, con su orgulloso “gaullismo”, pero desde la llegada de Sarkozy, cuando De Villepin y los gaullistas fueron derrotados, entrega también su política exterior.

Hoy Macron es uno de los principales guerreristas contra Rusia y acaba de proponer -ante la evidente y por otra parte irremediable derrota de Ucrania- en la muy reciente reunión de París (de 26 de febrero de 2024), con más de 20 dirigentes de la OTAN y su brazo político, la UE, la posibilidad del envío de tropas de la OTAN al campo de batalla ucraniano.

Es decir, parece que los subalternos líderes europeos contemplan dar un paso más en la escalada bélica, convirtiendo de nuevo a Europa en un terrorífico campo de guerra en favor del sostenimiento del liderazgo mundial de EEUU.

En general, como vengo diciendo, la otanización del conjunto de Europa (la del Este en sus formas más agresivas) pasa también por “americanizar” la economía y la sociedad europeas, lo que es sinónimo de completar su conversión al capitalismo salvaje. La UE y su Constitución y Tratados se vienen encargando de ello.

La sumisión europea está claramente completada y exhibida con la guerra proxy en Ucrania del Eje Anglosajón y la Red Sionista Mundial contra Rusia, donde una nueva inmolación europea cobra tintes cada vez más probables.

Ante todo ello, la pregunta que queda por plantearse es si están dispuestos a llegar al enfrentamiento nuclear.

Las declaraciones, amenazas y avisos a sus propias poblaciones de los distintos ministros de la guerra europeos, parecen ominosamente mostrar que es así.

Sea como fuere, y ante estas dramáticas circunstancias, cualquier izquierda ya no sólo mínimamente alternativa, sino con una décima de honradez coherente, debería tener muy claro que romper con la UE deviene vital para poder salvar algunas de las bases sociales de nuestras sociedades y que romper con la OTAN es básico para la propia supervivencia.

Cualquier visión o esperanza de mejora social y de “bienestar económico” dentro de la férula de esas instituciones constituye un tremendo autoengaño, cuando no deliberado colaboracionismo para la destrucción de las sociedades.

Notas

(1) Hiperimperialismo: Una nueva etapa decadente y peligrosa (thetricontinental.org)

(2) Ibid.

(3) Ibid.

FUENTE CEPRID

Por Liu Zuokui (*)

La 60ª Conferencia de Seguridad de Múnich (Conferencia de Seguridad de Múnich) concluyó el 18 de febrero. En la conferencia se discutieron cuestiones de seguridad global como la crisis de Ucrania y el conflicto palestino-israelí. Los organizadores publicaron el «Informe de seguridad de Múnich 2024», que cree que en la era posterior a la Guerra Fría, el optimismo sobre la paz, la estabilidad y el desarrollo económico se ha disipado y el mundo corre el riesgo de caer en una situación de «perder-perder».

Desde 2015, los organizadores de la Conferencia de Seguridad de Múnich publican un informe temático para orientar el tema y estimular la atención de los medios y del público sobre importantes eventos internacionales de seguridad, ampliando así su influencia.

En términos de capacidad para dar forma a un tema, los hechos pueden ser importantes, pero no son los más importantes. En virtud de su perspectiva sobre las cosas y su capacidad para crear problemas, la Sociedad de Munich ha guiado la atención de la corriente principal internacional hacia una vía liderada por Occidente, logrando así un liderazgo ideológico.

Aunque la dirección y configuración de temas ha sido un tema de gran preocupación para las sociedades nacionales y extranjeras en los últimos años, las narrativas del discurso y los métodos de configuración del discurso occidentales todavía merecen nuestra vigilancia. A juzgar por la configuración de temas del Consejo de Seguridad de Múnich en los últimos años, las narrativas trágicas se han convertido en el tema principal, como «La falta de Occidente» propuesta en el informe de 2020, y «Competencia y cooperación» en 2021, «Desaprender la impotencia» en 2022, la «Revisión» en 2023 y la narrativa «Perder-perder» en 2024, etc., han dado a varias cumbres una atmósfera de tristeza.

En la ceremonia de apertura, el Secretario General de las Naciones Unidas, Guterres, expresó su preocupación por los problemas del actual sistema de gobernanza internacional. Los organizadores expresaron sus condolencias por la muerte de los disidentes. La triste música de violín que se escuchó en el lugar parecía hacer eco de la «bidimensionalidad» occidental.

La narrativa discursiva del “perder”

De hecho, en muchas discusiones en la conferencia principal y en las conferencias paralelas, esta atmósfera todavía está envuelta en debates sobre diversos temas. Esta narrativa discursiva refleja al menos las siguientes realidades políticas internacionales:

En primer lugar, refleja la ansiedad de Occidente, especialmente Europa, por la situación actual y su inseguridad ante las múltiples dificultades que enfrenta. Esto también muestra el fuerte sentido de crisis de Europa y su hábil capacidad para dar forma al discurso, y refleja el poder blando de Occidente en la comunicación cultural. El pesimismo del tono expresado en el discurso también apunta a la profunda crisis en Europa.

Europa está actualmente asolada por múltiples crisis como la crisis económica, la crisis de inmigración, la crisis Rusia-Ucrania, el conflicto palestino-israelí y la polarización política. No sólo su presencia en el escenario internacional es cada vez más escasa, sino que sus propias crisis son cada vez más escasas. Nos sentimos impotentes ante las lagunas del sistema internacional y estamos llenos de precauciones e inquietud ante el surgimiento de fuerzas económicas emergentes.

Por lo tanto, esta inquietud y ansiedad se reflejan plenamente en el informe. «La falta de Occidente» muestra la inquietud de Occidente por el declive de su sentido de existencia y el desorden del sistema occidental; «Escape de la sensación de impotencia» muestra que Occidente, que se encuentra en una profunda crisis, no tiene idea de cómo salir de la crisis: sólo puede lanzar gritos de impotencia. «Pierde-pierde» refleja la insatisfacción de Occidente con los desafíos y la interferencia en el sistema del orden internacional basado en reglas. Por tanto, las narrativas negativas son un fiel reflejo de las dificultades que enfrenta Occidente, y las narrativas optimistas carecen de un cierto fundamento narrativo.

En segundo lugar, refleja que Occidente utiliza narrativas trágicas para crear contradicciones, encontrando así puntos de alivio para sus propias crisis y dificultades existentes y desviando la insatisfacción de la gente con las crisis internas. Hay muchas formas de resolver la crisis, pero crear un punto trágico para estimular la resonancia del público y de la opinión pública, a fin de salir de la crisis, es un método común en Occidente.

En la actualidad, Occidente se adhiere a la tradición de la oposición binaria en la narrativa discursiva y enfatiza la lógica de un juego de suma cero en blanco y negro. A largo plazo, significa establecer aún más la propia superioridad moral y ortodoxia, rechazar activamente a los demás o atribuir injusticia, inestabilidad y otros factores a otros. Por ejemplo, los actualmente populares «democracia y autoritarismo», «otros y personas de ideas afines», «ganar-ganar y perder-perder», «defensores del sistema y revisionistas», etc. son manifestaciones plenas de la creación de narrativas de análisis de oposición binaria.

El «Informe de Seguridad de Múnich 2024» continúa en este tono: atribuye los problemas actuales en el orden internacional basado en reglas occidentales a la influencia y destrucción de fuerzas externas, especialmente el autoritarismo y el llamado revisionismo del sistema occidental que ha impactado a la comunidad internacional. Se han producido daños y desafíos sistémicos, lo que ha llevado al desorden de funciones y reglas tanto dentro como fuera del sistema, haciendo imposible volver al círculo virtuoso de buscar ganancias absolutas y «hacer cada vez más grande el pastel» que apareció en las primeras etapas del desarrollo del orden neoliberal.

Este tipo de narrativa discursiva evita problemas reales dentro de Occidente, como la polarización política y de extrema derecha de la xenofobia popular causada por el problema de los refugiados, la política de identidad y la crisis de identidad causada por la afluencia a gran escala de inmigrantes islámicos, y la crisis causada por la crisis Rusia-Ucrania: la geopolitización, la orientación de valores y la panseguridad de la ecología política, la militarización de las relaciones económicas y comerciales exteriores y el conservadurismo de la política interna causado por la presión continua sobre la economía y la disminución de la competitividad, la creciente falta de vitalidad y espíritu aventurero en la sociedad, la búsqueda del confort y la evitación de riesgos, etc.

A largo plazo, si Europa quiere resolver la crisis, debe recuperar el espíritu de apertura y cooperación. Lo más importante es hacer frente a las contradicciones internas acumuladas y encontrar los verdaderos problemas y meollo de Europa. Sólo de esta manera puede crear las condiciones para salir de esta situación.

El tercero es fortalecer la confrontación sistémica, ganarse activamente a «personas de ideas afines» y fortalecer su propia influencia. El objetivo final de las narrativas trágicas no es más que atraer más simpatizantes, ganar su apoyo, fortalecer su propio bando y luchar conjuntamente contra aquellos que están insatisfechos y desafían al sistema.

En esta reunión del Consejo de Seguridad, al intensificar las críticas a los revisionistas, inspiraremos a las llamadas «personas de ideas afines» a apoyar el orden internacional basado en reglas y consolidar el campo occidental. A juzgar por la participación en la reunión, los principales representantes siguen siendo principalmente de Estados Unidos y países occidentales, y los temas discutidos también son temas de interés para Estados Unidos y Occidente.

Además, ha cortejado activamente a los países del Sur Global, ha ampliado activamente su base representativa en el orden global y ha pedido abiertamente al Sur Global que elija un bando. El Consejo de Seguridad de Múnich ha estado ampliando cautelosamente el alcance de las conferencias y atrae activamente a participantes de países en desarrollo o del Sur Global para aumentar su volumen. Sin embargo, no están invitados los representantes oficiales de los llamados países autoritarios como Rusia, Corea del Norte e Irán.

China ha aumentado gradualmente su presencia en el Consejo de Seguridad de Múnich y ha promovido activamente el diálogo cooperativo con los países occidentales, pero en la reunión a menudo se preguntó a los funcionarios occidentales si China se sentiría incómoda en el Consejo de Seguridad de Munich. Especialmente considerando las conferencias y foros internacionales dominados por la alianza transatlántica, China es a menudo criticada y etiquetada como «revisionista» y «desafiadora de las reglas y el orden internacionales».

La Conferencia de Múnich se ha celebrado durante 60 años y su apertura, libertad y sostenibilidad son sin duda encomiables. Al mismo tiempo, las reglas de la reunión son la participación e interacción directas, y no pueden escribirse ni ignorarse entre sí. Involucrarse e interactuar entre sí (no sermonear ni ignorar a los demás) es refrescante.

Sin embargo, no podemos olvidar la fuerza que lo respalda: la protección de sus sistemas de valores por parte de los países occidentales a ambos lados del Atlántico, así como su arraigada desconfianza y sus precauciones contra quienes se adhieren a sistemas y caminos diferentes, y no evitan ningún esfuerzo por moldear su propio sentido moral en el sistema de opinión pública y una cruzada contra otros; esforzarse por encontrar acuerdos alternativos o acuerdos de cobertura en las políticas reales, desde la alianza de seguridad trilateral de Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia (AUKUS), la alianza de cuatro vías entre Estados Unidos, Japón, Australia y la India (QUAD), la Alianza de los Cinco Ojos, el Alto Muro de los Tribunales Pequeños y la Alianza Democrática, todos los cuales son círculos concéntricos de valores y muestran el carácter excluyente que persigue este sistema occidental. Esto también hace que carezca cada vez más de legitimidad natural y representatividad para resolver problemas globales.

Esto hará que Occidente encuentre muchas dificultades para movilizar a los países del Sur global, porque los países del Sur han expresado su descontento. Occidente no está resolviendo los problemas que enfrentan los países del Sur Global, pero espera que elijan parte en temas clave y tomen los llamados valores occidentales como dominantes. Esto causa el descontento en estos países.

En esencia, los países del Sur Global necesitan un entorno internacional pacífico y no quieren que fuerzas externas los obliguen a elegir bando: sólo quieren desarrollarse con tranquilidad.

La narrativa trágica es un reflejo concentrado del desarrollo del capitalismo occidental en una etapa específica. Va en contra del espíritu positivo, optimista y cooperativo que persigue la humanidad. La tradición de la oposición binaria y la lógica del juego de suma cero no pueden hacer frente a los problemas globales. Practicar el multilateralismo y promover el establecimiento de un nuevo tipo de relaciones internacionales con la cooperación beneficiosa para todos como núcleo son experiencias que Europa y Estados Unidos necesitan aprender de nuevo.

Liu Zuokui es Director Adjunto del Instituto de Estudios Europeos, Academia China de Ciencias Sociales.

Fuente CEPRID https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2886

¡¡ EL FRACASO DE LAS DOCTRINAS MILITARES DE EEUU, DESDE LOS 90 HASTA LA GUERRA DE UCRANIA !!

Es el tema que aborda Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico en su columna del Club de La Pluma, con un profundo análisis histórico y estratégico que arranca con el fin de la Unión Soviética y el triunfalismo de Washington por la supuesta victoria final del capitalismo. Cuando decían que llegaba “el siglo americano” con EEUU controlando el mundo. Con intelectuales como Fukuyama y su “Fin de la Historia” sin guerras y con el neoliberalismo como dueño de la economía. O el “Choque de las Civilizaciones” de Huntington que hablaba de que Occidente se haría cargo de las naciones periféricas para aplicarles sus valores. Sin embargo, aquel cenit de la “victoria perpetua” les duró muy poco a los anglosajones y a la pusilánime Europa. Y es así como cada día que pasa, todo es más complicado para Occidente y lo contrario para el mundo euroasiático y el Sur Global. Tal cual se puede leer en un artículo de la fundación norteamericana Heritage con el título ”El Ejército Estadounidense es Débil e Incapaz” (https://dossiergeopolitico.com/2024/02/29/8684/)

Y explica cómo, en medio de aquella borrachera de superioridad, los vencedores guardaron las guerras clásicas en el baúl de los recuerdos y crearon nuevas doctrinas militares para conflictos de baja intensidad, reduciendo casi toda su logística a la tecnología punta y a grupos comandos “quirúrgicos” de golpes rápidos sobre enemigos débiles. Decían entonces que las guerras de masas de soldados y de flotas aéreas o navales habían terminado. Y que no había potencias que amenazaran su poder global. Entonces cambiaron su sistema de producción por otro más sofisticado, moderno y rentable para la industria armamentística. Pero, las idas y vueltas de las historia les demostraron que con la supercapacidad tecnológica, o el obsceno poder financiero, no alcanza para vencer a pueblos levantados en armas. Es así como llegaron los oscuros años de las derrotas, con el ejemplo emblemático de la vergonzosa huída de Afganistán, espantados por unas tribus de montañeros de la edad media.

Y nos cuenta Pereyra Mele, que atrapado en esa decadencia crónica, Occidente se enfrenta hoy a la casi segura derrota en Ucrania, desnudando el fracaso absoluto de todas esas teorías militares, al ser obligados -sin estar preparados- a volver a las guerras tradicionales, las de grandes tropas, de artillería, de trincheras, de tanques y de campos embarrados. Y sobre todo, por tener en frente una superpotencia como Rusia.

Con lo que concluye que las guerras, más que ganarse en el campo de batalla, se las gana en el campo de la logística. Que es imprescindible contar con un sistema industrial militar con stock de municiones y de  equipamiento militar a la altura del desafío. Y que aquél que tenga la capacidad de sostener el esfuerzo bélico por mayor tiempo, tiene la posibilidad de vencer a un enemigo mejor armado, mejor equipado o con armas más modernas. Duras lecciones de la realidad, que le llega mal y tarde al bando anglosajón.

Además, a la largo de este audio aborda la comprobada participación de la OTAN en Ucrania, junto a la falaz insinuación de Macrón sobre un supuesto envío de tropas al frente y el ridículo de este presidente, al que parodian rezando: ”Gracias a Dios existe Rusia, a la que podemos culpar de todos los problemas de Francia”

Eduardo Bonugli (Madrid, (03/03/24)

El grafitero francés Lekto, conocido por sus pintadas satíricas sobre Macron, ha creado un mural grande en París.
«Gracias a Dios que existe Rusia a la que podemos culpar de todos los problemas de Francia».

Mientras…se intenta seguir con el relato occidental, la realidad se impone: Rusia sigue su avance en el este de Ucrania con la toma de varios pueblos pequeños cercanos a Avdivka

Las fuerzas rusas disminuyeron temporalmente el ritmo de sus operaciones tras capturar Avdivka, pero desde entonces han aumentado el ritmo de su asalto para continuar avanzando al oeste de la localidad, según los expertos

Fuente: https://www.eldiario.es/internacional/rusia-sigue-avance-ucrania-toma-pueblos-pequenos-cercanos-avdivka_1_10965063.html 

La OTAN en Ucrania: Militares alemanes planean ataques contra el puente de Crimea, según audio filtrado

Fuente

https://www.laarena.com.ar/el-mundo/militares-alemanes-planean-ataques-contra-el-puente-de-crimea-20243214230

“Newsweek”: La CIA asumió un papel central en el conflicto de Ucrania antes de que comenzara

Según el semanario, que cita a «más de una docena» de funcionarios de inteligencia anónimos,

fuente:

https://www.agenzianova.com/es/news/newsweek-la-cia-ha-assunto-un-ruolo-centrale-nel-conflitto-in-ucraina-prima-che-iniziasse/

Ucrania, Gaza y Taiwán son los frentes de la guerra global del Occidente angloamericano

Por Gabriel Merino para el website Tektonikos, el autor autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

Hace unos pocos meses, más precisamente a principios de diciembre del año pasado, la ex primer ministra británica Liz Truss dijo en una entrevista a The Telegraph en Washington DC que las guerras en Ucrania y en Israel, como la cuestión de Taiwán son parte del mismo conflicto contra los “dictadores autoritarios”. 

Truss afirmó que “No son guerras múltiples, son la misma guerra”, en su visita a Estados Unidos para tratar de convencer a los legisladores republicanos cercanos a Donald Trump que apoyen un aporte financiero y un involucramiento aún mayor para las fuerzas pro-occidentales de Ucrania. Para Truss la guerra en Ucrania es “Nuestra Guerra” y constituye un “imperativo estratégico para todos nosotros”.

Meses antes también había afirmado sobre Taiwán que la isla rebelde de China estaba “en la primera línea de la batalla mundial por la libertad”. Y sobre el conflicto Palestina-Israel había afirmado, cuando era primera ministra, que “soy sionista y una gran partidaria de Israel”.

Con otras palabras y bajo el ropaje ideológico occidental —que se aferra a las antinomias con aroma a Guerra Fría del estilo “democracia vs. autocracias”— Truss planteaba con total claridad el nudo del conflicto actual. Si corremos las mediaciones ideológicas, aparece con total claridad la contradicción política central de la actual transición de poder mundial: el Occidente geopolítico conducido por el polo de poder angloamericano —que en términos geoeconómicos conforma el Norte Global—, frente a los polos de poder emergentes, que buscan democratizar la distribución el poder y la riqueza mundial, construir otro ordenamiento mundial —y cuyo ascenso ha cambiado de hecho el mapa del poder, al cual el viejo orden ya no se corresponde. Y esta contradicción —y la necesidad por parte del Occidente geopolítico de detener el desarrollo de un mundo multipolar— es lo que está en el núcleo explicativo de lo que denomino como guerra mundial híbrida.  

Códigos geopolíticos compartidos

Obviamente Liz Truss no expresa a todos los grupos dominantes del Occidente geopolítico. Más bien es cercano a los planteos de que en los Estados Unidos se conoce como los neoconservadores, quienes son parte clave del establishment del Partido Republicano, fueron dominantes durante la era de George W. Bush (2001-2009) y ocuparon importantes espacios de poder durante el gobierno de Donald Trump, aunque con importantes tensiones y conflicto con el magnate nacionalista (son líneas distintas y eso se observa en algunos discusiones geopolíticas y geoestratégicas como lo es el tema Ucrania). 

Si bien Truss y los neoconservadores norteamericanos tienen diferencias con los halcones liberales globalistas que ahora dominan en el gobierno Joe Biden, son parte del establishment anglosajón y comparten un conjunto de códigos geopolíticos e imperativos estratégicos. Entre ellos: 

  1. poner a Ucrania bajo la órbita del Occidente geopolítico para debilitar estructuralmente a Rusia y quitar al gigante Euroasiático de la primera línea de los jugadores geoestratégicos; 
  2. sostener a Israel como una posición de avanza fundamental del Occidente geopolítico en el llamado “Medio Oriente” (aunque allí hay una gran diferencia entre los neoconservadores que defienden el Gran Israel y los halcones liberales que abrevan por la solución de los dos Estados); 
  3. y preservar a toda costa a Taiwán bajo la influencia estratégica Occidental para sostener la cadena de islas y posiciones militares que rodean y contienen a China, evitando que Beijing recupere la isla rebelde para convertirse en una gran potencia marítima (además de terrestre) y que complete su rejuvenecimiento nacional iniciado a partir de la revolución de 1949, que entre otras cosas significa recuperar los territorios desmembrados durante el “Siglo de Humillación”.

Globalizar la OTAN 

También comparten, con matices, el imperativo estratégico de expandir la OTAN. No solo desde Europa hacia el Este, sino también en el Pacífico, a partir de la incorporación de Japón a la alianza atlántica y desarrollando otras iniciativas como el AUKUS anglosajón (Australia, Reino Unidos, Estados Unidos) o el QUAD (diálogo de seguridad cuadrilateral conformado por Estados Unidos, Japón, Australia e India). En varios sectores se resume esta expansión en la idea de la OTAN Global (“Global NATO”), que es el nombre adecuado para definir la mutación que se produjo en la alianza atlantista a partir de los años noventa del siglo pasado: ser una herramienta del Occidente geopolítico para reforzar su supremacía y asegurar estratégicamente el orden mundial unipolar en un capitalismo global transnacionalizado. 

Los tres conflictos mencionados se desarrollan en escenarios clave del tablero euroasiático —cuyo control es una obsesión para el polo anglosajón con el fin de sostener la “supremacía” y la razón de ser de ideas en torno a una OTAN Global. En Ucrania se juega la profundidad de la cabeza de puente en la periferia occidental europea en relación con el corazón continental que tiene como centro al estado ruso. En Medio Oriente, el control de otra región geopolítica clave: centro de Afro-Eurasia, territorio de rutas terrestres y marítimas estratégicas tanto en el presente como a lo largo de la historia, principal región exportadora de hidrocarburos y centro de la civilización islámica. En Asia Pacífico, se juega la posibilidad de sostener el cerco estratégico sobre China y la periferia oriental de Eurasia desde la Segunda Guerra Mundial, en una región que ya se ha convertido en el centro dinámico de la economía mundial bajo el liderazgo de China. 

Grietas

Luego de tres meses de negociaciones y con la negativa de muchos senadores republicanos alineados con Donald Trump a quienes Truss intentó convencer, el Senado estadounidense aprobó el 13 de febrero un paquete de ayuda de 95.300 millones de dólares para Ucrania, Israel y Taiwán: 60.000 millones para Kiev (que se sumaría a los más de 110.000 de millones que ya invirtió desde febrero de 2022), 14.000 millones de dólares para apoyar la guerra de Israel en Gaza, 8.000 millones de dólares para reforzar a Taiwán y  a las fuerzas políticas independentistas pro-estadounidenses y sus socios en el Indo-Pacífico para contrarrestar a China. A ello se le agrega 9.200 millones de dólares en ayuda humanitaria para Gaza. Sin embargo, la ley aún no fue aprobada en la Cámara de Representantes dominada por republicanos trumpistas, que rechazan sobre todo un involucramiento mayor en Ucrania (la parte central del paquete), aunque puedan coincidir con los otros objetivos. 

Tanto aquí, como en otras cuestiones, se puede ver con claridad las internas que surcan a Estados Unidos y al polo de poder anglo-estadounidense, como al Occidente geopolítico, lo cual es parte central del declive del viejo orden unipolar y de la crisis de hegemonía actual. Por ejemplo, no sólo son notorias las diferencias en el frente ucraniano, sino también entre el impulso de un Gran Israel que termine de apropiarse de todos los territorios palestinos (y avance hacia una escalada bélica de otras dimensiones con Irán) o la apuesta a la solución de los dos estados y a genera un equilibrio de poder favorable a Estados Unidos y Occidente en dicha región. También en torno a la cuestión de Taiwán se vio a Francia reacia a seguir los pasos de Washington y Londres de escalar contra China. “La pregunta que debemos responder, como europeos, es la siguiente: ¿Nos interesa acelerar (una crisis) en Taiwán? No”, comentó Macron en una entrevista a Les Echos y Político Europe. “Lo peor sería pensar que los europeos debemos convertirnos en seguidores en este tema y seguir el ejemplo de la agenda de Estados Unidos y de una reacción exagerada de China”, agregó. Estas palabras generaron un profundo malestar en el mundo anglosajón. 

Además, la situación en cada uno de estos escenarios es complicada para Washington y aliados. El devenir de los acontecimientos revela que, más allá de ciertas coyunturas tácticas u obtención de objetivos con dudoso resultado estratégico (como  desconecta a Alemania de la energía rusa y su consecuente desindustrialización), en general se observa avances de las fuerzas emergentes y de las tendencias que apuntan hacia una redistribución del poder mundial contraria al Occidente geopolítico. 

Por ejemplo, volvamos al caso del frente de Ucrania. El establishment occidental estimaba en general que para esta altura la Federación de Rusia estaría con la economía colapsada y el “régimen” político en crisis. Estos análisis se correspondían con el de RAND Corporation de 2019, el cual aconsejaba profundizar el apoyo a las fuerzas ucranianas pro-occidentales (guerra proxy) y aumentar considerablemente las sanciones económicas (guerra económica) con el objetivo de “sobre-extender” y “desequilibrar” a Rusia, para desplazarla del gran juego geopolítico. Incluso hace un año muchos referentes atlantistas insistían con sinceridad analítica (tan honesta como errada) sobre un próximo escenario de derrota estratégica para Rusia en Ucrania. 

Los desaciertos en los diagnósticos 

Pero como en tantos otros escenarios, el error de cálculo de buena parte de las élites occidentales, incluso las más lúcidas, se debe a la incomprensión (o a la no aceptación) del profundo cambio que se ha producido en el mapa del poder mundial. El mundo, en términos sistémicos, ya no es unipolar.

Contra todos los pronósticos, Rusia creció 3,6% en 2023 y el FMI prevé un crecimiento de 2,6% para 2024. Esto se explica tanto por factores endógenos como por el marco de asociaciones en Eurasia y África, en donde sin dudas sobresale el vínculo con China e India (cuyas economías explican buena parte del crecimiento mundial). En el terreno militar, en los últimos 10 meses el Kremlin obtuvo tres victorias importantes en batallas por el control completo del estratégico Oblast de Donetsk: Bajmut, Mariinka y Avdiivka. Esta es la provincia central de las fuerzas pro-rusas desde 2010 (más allá de Crimea obviamente) y núcleo territorial de la insurgencia pro-rusa de 2014, luego del golpe pro-occidental al presidente Viktor Yanúkovich, quien antes fue gobernador de allí. 

La guerra de desgaste propuesta por Moscú se combina, luego del total fracaso de la promocionada “contraofensiva ucraniana” durante la primavera boreal de 2023, con una lenta pero sólida ofensiva, con avances en puntos claves en el frente, que le ha permitido destruir posiciones fortificadas de Kiev en el Donbas, a medida que corroe cada vez más su músculo militar. Allí sobresale la estratégica ciudad de Avdiivka, desde donde las fuerzas ucranianas bombardeaban a objetivos civiles y militares de la ciudad de Donetsk, capital de la provincia homónimo. El desgaste de las fuerzas ucranianas y el vaciamiento de las reservas occidentales, contrasta ahora con la capacidad demostrada por el complejo militar industrial ruso para abastecer el esfuerzo bélico.

En el caso de Oriente Medio, la ofensiva israelí en Gaza, luego de los ataques de Hamás del 7 de octubre que reavivaron dicho conflicto secular, no ha logrado sus objetivos y comienza a tener grandes costos políticos. La organización político-militar Hamas no ha sido derrotada y siguen en su poder gran parte de los rehenes israelíes secuestrados. La brutal ofensiva que siguió al ataque terrorista —y que hace tiempo había sido diseñada como parte de avanzar hacia un “Gran Israel”— está causando decena de miles de víctimas civiles. Esto volvió a exponer al mundo la cárcel a cielo abierto que es Gaza y a poner de manifiesto la negativa absoluta del gobierno israelí a la solución de los dos estados, así como al cumplimiento de las resoluciones de la ONU desde 1967 (lo que profundiza las diferencias en el Occidente geopolítico). Esto intensificó el reclamo internacional y en particular del mundo islámico y de los pueblos árabes, así como obligó tanto al gobierno de los Estados Unidos y a las autoridades de la Unión Europea a ser críticos de la ofensiva israelí. 

Aceleración de la dinámica multipolar

Como se dijo en un artículo anterior, en dicha región se vienen produciendo cambios geopolíticos trascendentales, que se articulan con un proceso global: el reestablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita auspiciado por Beijing, el ingreso de cuatro países de la región a los BRICS+ (Arabia Saudita, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Egipto), el fortalecimiento de la OPEP+ que reúne a los países exportadores de petróleo, en donde se destaca Arabia Saudita, junto a Rusia. La presión sobre el gobierno de Israel por parte de varios de los viejos y los nuevos miembros de los BRICS+ resulta clara: empezando por China que promueve la idea de dar a Palestina una asiento en la ONU y es apoyada por Arabia Saudita, o la presentación de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia acusando a Israel de conducta genocida y el propio presidente Lula da Silva de Brasil reforzando públicamente la idea del genocidio que está cometiendo Israel contra el pueblo palestino. También Egipto que plantea la posibilidad de romper los acuerdos de Camp David de 1978. 

La dimensión central para entender el devenir de este y los otros conflictos de la guerra mundial híbrida es analizar el escenario político mundial, la escala global que atraviesa y articula de forma específica las dinámicas regionales, nacionales y locales. También las propias contradicciones del Occidente geopolítico, que son parte clave del análisis de dicho escenario. En este sentido, resulta notorio cómo se acelera la dinámica multipolar en línea con los cambios sistémicos que se están produciendo en el mapa del poder mundial. 

Los problemas para el establishment del polo de poder anglo-estadounidense se parecen un poco a los de los Habsburgo en el siglo XVII, con su extendido imperio. Como afirma Paul Kennedy en su muy interesante libro Auge y Caída de las Grandes Potencias (aunque escrito bajo una total perspectiva eurocéntrica) los Habsburgo tenían muchos recursos y poder pero eso no alcanzaba: a) debido a que la revolución militar que se estaba produciendo generaba un masivo aumento de la escala, los costos y la organización de la guerra; b) porque tenían demasiados enemigos a los que combatir y demasiados frentes que defender (Kennedy afirma que España —centro del imperio como hoy lo es EE.UU.— “se parecía a un gran oso caído en un pozo: es más poderoso que cualquiera de los perros que lo atacan, pero no puede enfrentarse a todos sus oponentes y cada vez se siente más agotado”); debido a sus problema productivos (desindustrialización actual) y la dificultad creciente para movilizar recursos, lo que incluye la creciente resistencia de la población a financiar guerras en lugares distantes. 

El trasfondo fundamental de estas tres razonas era que se estaba produciendo un cambio estructural de las correlaciones de fuerzas materiales y políticas. Se fortalecían otros jugadores y aparecían nuevas tendencias. 

Las razones por las que ni Washington ni Beijing buscan en lo inmediato generar una crisis que haga volar por los aires el actual sistema internacional.

Por Sebastián Schulz * Articulo publicado en PERFIL, el autor autoriza su pulicacion en Dossier Geopolitico

El 16 de febrero pasado, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, se reunió con el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, en el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich. La cancillería china calificó a la reunión como “sincera, sustancial y constructiva”. A finales de enero, en tanto, el canciller chino mantuvo un encuentro en Tailandia con el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, que la diplomacia china catalogó como “franca, sustancial y fructífera”.

En ambos encuentros, se realizó una salutación mutua por el cumplimiento del 45° aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas bilaterales que se cumplen este año, pero también se cruzaron acusaciones sobre algunos conflictos internacionales en curso, como los ataques hutíes en el Mar Rojo, los roles de cada uno en el conflicto de Gaza y las posiciones sobre la actuación rusa en Ucrania. La Casa Blanca afirmó que dichas reuniones se dieron en el marco de la decisión del gobierno de “mantener una comunicación estratégica y un manejo responsable de sus relaciones” con China.

Algunas semanas antes, el viceprimer ministro y encargado de Asuntos Económicos y Comerciales chino, He Lifeng, se reunió con una delegación encabezada por el subsecretario de Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro norteamericano, Jay Shambaugh, con el objetivo de generar más beneficios a las empresas y pueblos de los dos países.

La “visión” de San Francisco. En las distintas reuniones mencionadas arriba, apareció la necesidad de “hacer realidad la visión de San Francisco”, recordando el encuentro presencial que mantuvieron los presidentes Joe Biden y Xi Jinping en noviembre pasado en esa ciudad norteamericana, en el marco del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).

En California, ambos mandatarios pusieron sobre la mesa sus exigencias a la contraparte. Del lado chino, se exigió a los Estados Unidos el respeto del principio de “Una sola China” y que el país norteamericano cese su apoyo militar y financiero a Taiwán. Por otra parte, se hizo hincapié en la necesidad de garantizar un entorno propicio para el intercambio entre personas y se solicitó a Estados Unidos que cese con el acoso y los interrogatorios injustificados a ciudadanos chinos que van a estudiar o investigar allí. Finalmente, China señaló la necesidad de impulsar legislaciones internacionales sobre inteligencia artificial.

Luego de la reunión, la cancillería china señaló que ambas partes acordaron promover “un desarrollo sano, estable y sostenible de las relaciones China-Estados Unidos”, un vínculo que consideraron como la relación bilateral más importante de la actualidad. Los chinos llamaron “visión de San Francisco” al consenso alcanzado en la reunión de realizar esfuerzos para garantizar los principios de respeto mutuo, coexistencia pacífica y cooperación de ganancia compartida.

Los funcionarios estadounidenses, en tanto, demandaron a la contraparte china mayores esfuerzos para regular la producción de fentanilo, y exigieron al país asiático un mayor compromiso en la resolución de la guerra de Ucrania.

Al comenzar la reunión, Joe Biden señaló que “es primordial que usted y yo nos entendamos claramente, de líder a líder, sin conceptos erróneos ni faltas de comunicación”. El presidente chino, en tanto, dijo que “el planeta Tierra es lo suficientemente grande para que los dos países tengan éxito, siempre y cuando se respeten mutuamente, coexistan en paz, serán completamente capaces de superar sus diferencias”.

En este marco, ambos países acordaron reabrir los canales de comunicación entre sus Fuerzas Armadas, que habían sido cortados tras la visita que la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, realizó a la isla de Taiwán en agosto de 2022.

¿Disminuir tensiones o administrar competencias? La proliferación de reuniones de alto nivel entre las diplomacias sinonorteamericanas de los últimos meses se da en un contexto de profundización de las disputas geopolíticas entre ambos países, en un orden internacional que tiende, de forma turbulenta, hacia una mayor multipolaridad.

Lejos de calmar las aguas, las cumbres sirvieron para recordar las “líneas rojas” de ambos países, pero no apaciguaron las tensiones que existen entre ellos. De hecho, en una conferencia de prensa posterior a la cumbre de APEC, Biden llamó “dictador” a Xi Jinping, lo que disparó el enojo de la diplomacia china. Beijing también reaccionó cuando Jake Sullivan felicitó a William Lai por su victoria en las elecciones de Taiwán en enero pasado, lo que implica el reconocimiento por parte de Estados Unidos del acto electoral en un territorio que China reclama como propio.

La diplomacia china también tuvo comentarios enérgicos sobre Washington. En sus habituales ruedas de prensa, el portavoz de la cancillería Wang Wenbin acusó a Estados Unidos de utilizar “su dominio sobre los sistemas operativos globales y los servicios de internet para llevar a cabo vigilancia y robo de datos masivos e indiscriminados”, apoyar “descaradamente a las organizaciones de ciberataques para que lleven a cabo ciberataques continuos y duraderos contra agencias gubernamentales”, sostener una anacrónica “mentalidad típica de la Guerra Fría” y difamar constante e infundadamente a China. “Parece que la paranoia de algunos políticos estadounidenses está empeorando”, llegó a decir Wang.

En febrero de 2023, el Consejo de Estado de China publicó un informe titulado “La hegemonía estadounidense y sus peligros”, en el que acusa directamente a Estados Unidos de actuar “con audacia para interferir en los asuntos internos de otros países, perseguir, mantener y abusar de la hegemonía, promover la subversión y la infiltración y librar guerras deliberadamente, perjudicando a la comunidad internacional”. Este documento representó un verdadero quiebre de la diplomacia de “bajo perfil” de China.

¿Ganar tiempo? Más allá de los acuerdos puntuales alcanzados en las últimas reuniones bilaterales, la relación entre China y Estados Unidos se perfila como el vector del cambio geopolítico de las próximas décadas. La manera en la que se resuelva esta disputa impactará directamente en el formato que tomará el orden internacional en el futuro. El presidente ruso, Vladimir Putin, lo dejó claro en su entrevista con Tucker Carlson, cuando dijo explícitamente que “Estados Unidos teme más a una China fuerte que a una Rusia fuerte”.

Los llamados de Estados Unidos a China para que desempeñe un papel más proactivo en la defensa del “orden internacional basado en reglas” promovido por Occidente manifiesta una realidad que se ha hecho cada vez más clara en las últimas dos décadas, y es que Estados Unidos ya no está en condiciones de resolver unilateralmente los conflictos internacionales, ni de disciplinar o alinear al mundo emergente y en desarrollo. China, en tanto, busca administrar las tensiones, mientras continúa acumulando capacidades para disputar en áreas estratégicas (como la tecnología o el sistema monetario) y fortalece sus alianzas con el resto del llamado “sur global”.

El otro aspecto a considerar a la hora de analizar las tensiones entre China y los Estados Unidos es tanto las transformaciones en las formas de organización del capital como la interdependencia que ello trajo aparejado. Ningún Estado hoy es completamente autosuficiente, y los grandes capitales tienen sus negocios sumamente diversificados tanto en rubros como en territorios. Por ello, la administración demócrata estadounidense busca limar algunas asperezas con China para garantizar un entorno propicio para los múltiples inversores radicados en ese país.

Por eso, ninguno de los dos países busca en lo inmediato generar una crisis que haga volar por los aires el actual sistema internacional. En el caso de China, porque actualmente se encuentra en ascenso estratégico de su iniciativa geopolítica, ya es la primera potencia económica mundial medida en paridad del poder adquisitivo y se encuentra en camino firme para convertirse en un país socialista moderno plenamente desarrollado. Estados Unidos, en tanto, se encuentra en declive hegemónico desde hace, por lo menos, dos décadas, y su establishment está más enfocado en resolver la profunda grieta interna entre globalistas y neoconservadores que en recuperar la condición de hegemón indiscutible que ostentó durante gran parte del siglo XX.

Ambos buscan, en síntesis, ganar tiempo.

Una incógnita importante es qué pasará en el caso de Donald Trump vuelva a ganar las elecciones de los Estados Unidos en noviembre próximo. Trump dijo hace algunos días que impondrá aranceles a los productos chinos de más del 60%, lo que implica también un impulso todavía mayor del proteccionismo, el unilateralismo y el intervencionismo a nivel internacional. Más allá de la retórica antichina que se achaca al expresidente, el propio Trump se encargó de calmar las alertas: “Me fue genial con China con todo”, dijo el candidato republicano. “Quiero que a China le vaya genial, de verdad. Y me gusta mucho el presidente Xi. Fue muy buen amigo mío durante mi mandato”. Seguramente, el devenir de la relación sinonortamericana estará marcado por el resultado de las elecciones de noviembre en el país del norte.

* Licenciado en Sociología por la Universidad Nacional de La Plata y candidato a Doctor en Ciencias Sociales y Especialista en Estudios Chinos por la misma universidad. Colaborador habitual de Dossier Geopolitico

FUENTE «PERFIL» https://www.perfil.com/noticias/elobservador/distension-o-medicion-geopolitica-entre-potencias.phtml

Sitio Mision Verdad

El Foro de la Multipolaridad, que inició en Moscú el 26 de febrero, ha reunido a representantes de 130 países para discutir sobre la importancia de un mundo de contrapesos políticos y la necesidad de un nuevo orden internacional más equitativo. El mismo está respaldado por el Movimiento Rusófilo Internacional y el Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa.

La presencia de representantes de Asia, Europa, África, América Latina y del Norte en este foro demuestra el interés global en la promoción de un mundo libre de hegemonía. La multipolaridad se presenta como una alternativa al sistema global actual, que favorece a las potencias dominantes en detrimento de otras naciones. 

En la conferencia se han discutido propuestas y soluciones para fomentar un equilibrio de poder más justo y equitativo, que respete la soberanía y la autodeterminación de todos los países.

El debate inició con la intervención de María Zajárova, representante oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, cuyo discurso destacó la necesidad de establecer una agenda unificadora sin condiciones previas, que promueva la cooperación y el entendimiento entre diferentes continentes, países y conceptos filosóficos. 

«Esto es realmente muy importante en estos días porque todo lo que vemos hoy es la desconexión de la humanidad por diversos motivos, o la unificación sobre la base del antagonismo con todos los demás. Estas son las tendencias globales que, por desgracia, se están introduciendo en la conciencia pública a toda velocidad».

El canciller ruso Serguéi Lavrov fue el encargado de transmitir el mensaje del presidente Vladímir Putin en el foro, en el cual resaltó el papel del movimiento rusófilo en contrarrestar los intentos de Occidente de aislar internacionalmente Rusia, así como en difundir información objetiva sobre el país y desenmascarar mitos propagandísticos.

Además, Lavrov enfatizó el compromiso de Rusia en seguir desarrollándose como un país amigable y abierto al mundo, y promover la democratización de la vida internacional, además de basar su desarrollo en los principios de la Carta de las Naciones Unidas. 

«Nuestra actual presidencia de los Brics y de la Comunidad de Estados Independientes, nuestro trabajo activo y constructivo en la UEEA, la OCS, el G20 y muchos otros formatos multilaterales tienen como objetivo lograr nuestra proyección. También tomaré nota de los estrechos vínculos que estamos desarrollando con las asociaciones de integración regional».

Beijing resonó en el foro por su crítica a la unipolaridad, las guerras y las revoluciones de colores como norma.

Zhang Weiwei, experto chino en relaciones internacionales y director del Instituto de China, expresó que en un contexto de dominio unipolar, cualquier recurso, desde el dinero hasta los componentes tecnológicos, puede ser utilizado como arma. Enfatizó la postura de China en favor del modelo de «unión y prosperidad» frente al enfoque occidental de «división y control».

Según Weiwei, a pesar de los esfuerzos de aislamiento por parte de Occidente, la mayoría de los países del mundo tiene simpatía por Rusia. Por otro lado, el llamado Occidente Colectivo se encuentra cada vez más aislado a escala global, lo que refleja un cambio en las dinámicas de poder internacionalmente.

Tras la desintegración de la Unión Soviética se ha observado un incremento acelerado de conflictos en diversas partes del mundo. La falta de un equilibrio de poder ha propiciado una hegemonía que amenaza con desencadenar una guerra nuclear generalizada. La relevancia de esta situación se refleja en la celebración de reuniones internacionales como la de este foro en Rusia, donde cientos de países se oponen al sistema unipolar actual.

FUENTE: https://misionverdad.com/globalistan/lecciones-desde-el-foro-de-la-multipolaridad-en-moscu

Por Enrique Lacolla de su sitio Web PERSPECTIVA

Javier Milei y las fuerzas que lo manipulan amenazan la unidad nacional. Aunque el proceso apenas se inicia, tiene una potencialidad muy peligrosa y debe ser combatido sin cuartel.

El autoritarismo necesita de fuerza para hacerse valer. De lo contrario se reduce a un gesto ridículo: a un ordenancismo estentóreo pero vacío. Los tweets que prodiga el primer mandatario a altas horas de la noche para invectivar a la “casta” o a cualquiera de los que considera sus enemigos; su ejercicio del poder en base a decretos de “necesidad y urgencia” que son verdaderos mandobles contra el bolsillo de los más necesitados, y sus poses –que incluyen salir al balcón de la Rosada, como orondo amo de casa, al lado del secretario de estado norteamericano para mostrarle la plaza y saludar a una multitud imaginaria- generan estupor y asombro. También excitan una propensión a la burla que habita el carácter nacional y que tiende a quitarle importancia a todo, como si la vida y la historia constituyesen una gigantesca broma.

Y bien, este último rasgo es tan inquietante como la torsión vesánica que se percibe en la actuación o sobreactuación de Javier Milei. Porque el país se está yendo al demonio y buscarle el costado cómico a lo que está pasando sin reparar en lo grave de los daños que se le están infligiendo y en lo insuperable que pueden llegar a ser, implicaría empezar a perder una batalla que todavía no se ha librado y que debería comprometer a todos los “argentinos de bien”. Para recurrir a una figura que acuñó Milei, pero que en este caso no apunta a realzar a una clase o raza de gente que se supone excelsa y se eleva por encima de otras (así sea parándose en puntas de pie) sino a quienes sienten al país como un todo, se reconocen como argentinos sin distinción ideológica y no quieren que ese todo se vaya al abismo.

El odio cainita que hace de contrapeso (o es más bien su complemento necesario) al humor cínico que mencionábamos antes, es en buena medida responsable de que estemos como estamos. Las luchas entre unitarios y federales en el siglo XIX; o entre la aspiración a constituir una sociedad autónoma, y la voluntad de aferrarse a un modelo que perpetuase la configuración dependiente que dio a la oligarquía y a su clientela una vida privilegiada bajo el paraguas de la semicolonia británica, constituyeron el trazo grueso de la grieta que nos ha dividido; pero aun allí se conservaba cierto respeto en lo referido a las fronteras nacionales, que el bando federal había sabido conseguir. Porque, aunque parezca mentira, lo que estamos viendo en este momento es el esbozo de la reedición de una lucha que se supuso cerrada con la revolución 1880. Asistimos a las primeras pulsiones centrífugas que apuntan a una virtual partición del país. Y ello debido fundamentalmente a la degeneración, quizá definitiva, de la clase poseyente que se benefició con el crecimiento deforme de la nación.

¿De qué otra manera puede evaluarse la aparición de un documento suscrito por los gobernadores patagónicos y firmado en nombre de las Provincias Unidas del Sur? ¿Y por qué no lo juzgamos disparatado? Pues porque es una reacción del país interior ante el desmanejo que se promueve desde el poder central. Este impulsa un ajuste que implica un reordenamiento económico arrasador de todo lo que se ha construido hasta hoy y que remata la trabajosa recuperación que se venía verificando después que la gestión Macri-Caputo endeudase al país hasta las calendas griegas. Los encargados de operar este proceso son los mismos que habían gestionado la timba financiera para enjugar la cual se hubo de contraer la deuda.

No es solo la chifladura de Milei, con sus amenazas y cortes de subsidios y coparticipaciones, lo que promueve el actual desbarajuste. Es la insania que deviene de la perspectiva angurrienta y deliberadamente miope de los operadores de la City, de los lobbies bancarios y empresarios, de los oligopolios agroexportadores y de algunos medios de comunicación de masas, que juegan la partida que conviene al sistema-mundo.

Es decir, al conglomerado que intenta monopolizar la tecnología, las finanzas, el acceso a los recursos naturales del planeta, la fuerza militar, las armas de destrucción masiva y la desinformación: ya sea la que se vierte a través de las grandes agencias de noticias o la que circula torrencialmente por medio de la manipulación de las redes sociales.

Este conglomerado se sitúa en un plano impreciso, en una selva de siglas que etiquetan a organismos internacionales que no han sido votados por nadie y que jamás se someten al escrutinio público. Su objetivo es la disolución de los estados nacionales, de las defensas tras las cuales mal que bien los pueblos pueden sentirse contenidos y proveerse de recursos para la defensa de sus intereses. El nombre de anarco-capitalismo le cuadra bien siempre y cuando desenganchemos la palabra anarquía del carácter individualista que le diera la tradición de las luchas sociales y lo remplacemos por el del accionar absorbente de la concentración capitalista, signada por su naturaleza a aplastar a los más débiles en aras del beneficio del más fuerte.

 No quiero dramatizar en exceso y dar a entender que la Argentina se encuentra al borde de su disolución. No es así. Pero sí resulta evidente que si no se toma en serio el camino que se ha comenzado a recorrer, ese riesgo va a crecer. La crisis mundial se pronuncia y no nos va a ignorar. El mundo multipolar que está comenzando a tomar cuerpo constituye una amenaza mortal para el sistema y este, si sigue en pie, va a intentar aferrarse a lo que le queda. La Argentina ha venido de motu proprio a situarse en ese lugar. Milei imita a sus perros y menea su melena ante los poderosos para que no olviden que se encuentra a su disposición.

¿Tendrán los pueblos que se encuentran comprendidos en el sistema opresor los recursos necesarios para forzar un cambio de rumbo en la carrera hacia el báratro que las fuerzas que los orientan han asumido? ¿O se proseguirá por esta vía hasta desembocar en otra Edad de Hierro?

En la batalla mundial que se está fraguando, la Argentina tiene un papel que jugar. Dispone de enormes recursos y de una posición geoestratégica importante por su proyección a la Antártida y por encontrarse a caballo entre los océanos Atlántico y Pacífico. La guerra de Malvinas no fue el capricho de un presidente borracho: aprender algo de geopolítica no le vendría mal a nuestro progresismo ilustrado. Argentina cuenta con enormes reservas de agua dulce, con una inmensa riqueza ictícola y agropecuaria, y con reservas minerales entre las cuales el gas, el petróleo y el litio brindan un póquer de ases, que la ponen entre las gemas que al imperialismo le gustaría conservar. Pero para eso el imperialismo y los parásitos que se ponen a su servicio, tienen que deshacerse, no de los excedentes poblacionales, porque estos no existen aquí, sino de las posibilidades de que sus habitantes puedan mejorar sus aptitudes y adueñarse de su destino. Argentina ha poseído tradicionalmente un elevado nivel educativo, ahora en proceso de deterioro por el ataque sin tregua de sus detractores, que lo han bombardeado durante décadas. Terminar con esta capacidad es el objetivo maestro tanto del presidente Milei como de las fuerzas que lo rodean. Estas se encuentran a la expectativa de si bastará con sostener al clown para que cumpla con su cometido o si habrá que sustituirlo por alguien más presentable si se revela incapaz de dominar a sus demonios y naufraga en el caos que él mismo está generando.

Cómo evolucionarán las cosas en las próximas semanas y meses no cosa fácil de pronosticar. De una cosa podemos estar seguros, sin embargo, y es que no es posible quedarse sentados a ver como este anarco-capitalista pone en práctica su plan. Si es que puede llamarse plan a una salva de misiles de “necesidad y urgencia” con los que se propone gobernar. O, más bien, desgobernar.

Que la Argentina cuente como sujeto consciente de sí mismo o que deje sus riquezas y su proyección geoestratégica a merced del primer venido, es importante para los poderes que se aprestan a medir sus fuerzas a nivel mundial. La cuestión está en saber si también lo será para nosotros.

FUENTE: https://www.enriquelacolla.com/sitio/notas.php?id=788

Cuando el río suena, es porque trae agua. El gobierno de Javier Milei quiere firmar los «Protocolos Adicionales» del TNP, y el resultado será la muerte del Mercosur.

Pero vamos por partes. El TNP es el Tratado de No Proliferación de 1968. Establece que hay cinco países con armas atómicas que integran el Consejo de Seguridad Permanente de las Naciones Unidas. A esos cinco no se les puede hacer ninguna inspección de arsenales nucleares. 

Luego está el resto de los países signatarios, que reciben inspecciones nucleares sorpresivas. Son frecuentes y profundas cuando tienen programas atómicos pacíficos, y mucho más aún si tienen cierta independencia tecnológica, vale decir si no compran y en cambio diseñan reactores y/o centrales de potencia, si enriquecen uranio o si fabrican agua pesada. Los inspectores tienen autoridad «Full Scope», es decir pueden acceder a todos los laboratorios e instalaciones. Brasil y Argentina hacen todo eso.

El encargado de las Naciones Unidas que ejercer el poder de vigilancia del TNP es el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), dirigido hoy por un argentino, el embajador Rafael Grossi.

Desde 1968 a 1995, ningún gobierno argentino, fuera militar o civil y sin importar de qué partido, quiso firmar el TNP. Brasil tampoco, y por lo mismo. Es totalmente asimétrico, y una pérdida importante de soberanía científica, tecnológica e industrial. Como resumió alguna vez y con elegancia el embajador Julio César Carasales, radical, el TNP es el desarme de los desarmados.

Brasil tampoco quiso firmarlo. Sus gobiernos militares mantuvieron dos programas nucleares, uno civil y orientado a la energía y aplicaciones nucleares, y otro llamado «Paralelo», supuestamente secreto pero a voces, y que se orientaba a desarrollar bombas nucleares. 

Como cada fuerza armada tenía su propio programa paralelo, Brasil tenía cuatro programas nucleares a falta de uno, el Oficial y el Paralelo, como nuestro dólar. Pero como los paralelos no eran cooperativos entre sí sino más bien cerrados y competitivos, no parecen haber logrado nada fuera de despilfarrar recursos económicos y científicos.

Entre 1968 y 1984, la relación entre Brasil y Argentina estuvo muy envenenada por la desconfianza sobre el uso del Paraná. Los brasileños, dueños absolutos de la alta cuenca de ese río gigante, terminaron construyendo sobre el mismo más de 40 represas, la mayor de las cuales es Itaipú. 

Los militares argentinos suponían que en caso de conflicto el Paraná podía ser usado como arma: dejar el río en seco, aguas abajo de Itapú, o liberar decenas de embalses en forma simultánea, y anegar todas las ciudades costeras argentinas en la onda de crecida. Militarmente hablando, no es una hipótesis descabellada. Lo descabellado sería entrar en guerra otra vez con Brasil. En el siglo XIX tuvimos tres, y no se puede decir que hayamos ganado ninguna.

Pero en el Cono Sur los secretos son difíciles de mantener, incluso si son secretos a gritos, como el de Brasil. Durante ese período, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), dirigida en general por contraalmirantes o almirantes, discutió más de una vez si valía la pena desarrollar un programa nuclear armamentista y secreto. Optó por no hacerlo porque aquí no hay secreto que dure mucho, pero sobre todo para no desatar una carrera armamentista regional desaforada con Brasil y con Chile. 

La CNEA se concedió únicamente el «caveat» de que si se verificaba que los brasileños estaban cerca de la bomba, no habría más remedio que ponerse a la par. En realidad, con un programa nuclear basado en la investigación y el desarrollo propios, la CNEA tenía los recursos humanos como para alcanzar y pasar a Brasil caminando. Era nuestra única fortaleza, pero una decisiva. Educación pública desde la primaria a la universidad, y por ende un país lleno de ingenieros.

Y es que los brasileños habían encarado el átomo, tanto en sus aspectos pacíficos como en los otros, por el lado de la transferencia de tecnología. Así encararon su desarrollo metalmecánico e industrial, y con éxito. Pero en un asunto tan estratégico como el nuclear, los miles de pequeños secretos de la tecnología no te los vende nadie, y si lo hacen, te dan gato por liebre, como le pasó a Brasil cuando la República Federal Alemana les vendió, y bien caro, un sistema de toberas para enriquecer uranio que sencillamente no funcionaba. Esa miríada de secretitos, especiamente en ciencia de materiales, los aprendés vos en tus propios laboratorios. Eso nos daba una ventaja impresionante en los sesenta y setenta, y no tanto en equipamiento o en fondos, sino en recursos humanos.

La CNEA no podía decidir sobre estas cuestiones, pero sí aconsejar a los presidentes de la Nación, que en general eran militares, o gobiernos civiles atados con piolines. Pero el prestigio de la CNEA era enorme, los presidentes escuchaban y el resultado fue que nunca hubo ni un intento de bomba atómica argentina. ¿Y por qué? Porque la podíamos hacer de la noche a la mañana, PERO NO NOS CONVENÍA. Las carreras armamentistas nucleares son caras: le costaron la existencia a la URSS, y devoran desde hace medio siglo las economías de la India y Pakistán.

El mejor mensaje para darle al mundo era el argentino: «Usamos el átomo para mejorar la calidad de vida y la de la industria en nuestro país. No tenemos la bomba porque no queremos, no porque no podamos. NO NOS JODAN».

Esta leve ventaja nuestra los militares brasileños también lo sabían y no les hacía maldita la gracia. Pero en medio de tanta rivalidad, supieron negociar con nuestros propios militares un acuerdo tácito, jamás escrito, de no firmar el TNP, y de excusarse angelicalmente ante los EEUU de no hacerlo dado que sospechaban del país vecino. El mismo libreto. 

Eso dio buenos resultados hasta que volvió la democracia a ambos países y de modo muy contundente, aunque por distintas causas. El último marino en dirigir la CNEA, el contraalmirante y reactorista nuclear Carlos Castro Madero, se encargó de comunicar al mundo que la Argentina había desarrollado una minúscula planta de enriquecimiento de uranio en la quebrada de Pilcaniyeu, perdida en medio de la estepa rionegrina, a 60 kilómetros de Bariloche pero casi inaccesible por los malos caminos.

Esto se reveló a fines de 1983 y tras nuestra derrota en Malvinas. A la OTAN le agarró terror. Al cuete, porque la planta de PIlcaniyeu era deliberadamente chica y atrasada, y no había modo en que pudiera enriquecer suficiente uranio a un valor suficientemente alto como para hacer la bomba. Una fotografía satelital bastaba para confirmarlo.

Doblemente al cuete, porque «Pilca» se construyó reactivamente, debido a la prepotencia irracional y territorial de los EEUU. En 1981, cuando la CNEA le vendió a Perú dos reactores nucleares, uno de investigación y otro de producción de radioisótopos, decidió que éramos un país proliferador y nos declararon embargo de uranio enriquecido. Es decir, rompieron contratos de abastecimiento que garantizaban nuestros reactores de investigación y radioisótopos médicos durante décadas.

Pilca todavía hoy tiene el tamaño y las capacidades justas como para decirle a la mafia mundial del enriquecimiento de uranio que nos vendan libremente, no sea cosa de que tengamos que hacer una planta mejor. Los recursos humanos los seguimos teniendo. La plata, no. Pero ya se sabe, la plata viene y va.

Hábil en diplomacia, antes de dar la noticia al mundo Castro Madero fue autorizado por Presidencia para pedir una conversación telefónica con el entonces presidente de Brasil, el general Joao Figueiredo, para anunciarle la existencia de Pilca, y de sus limitaciones. Figueiredo era de Inteligencia. Se rió y felicitó a Castro Madero. Y así quedaron las cosas. 

Y luego, con alguna diferencia cronológica y por causas sumamente distintas, ambos países volvieron a ser democracias representativas y bastante apegadas a sus constituciones nacionales. Ya no alcanzaba con un guiño entre milicos para no firmar el TNP, y la presión de los EEUU era enorme.

Fue entonces que el embajador Adolfo Saracho, creador de la Dirección de Asuntos Nucleares y Desarme, pergeñó una estrategia dramática: invitar al presidente Jose Sarney a visitar Pilca, con todo el acompañamiento científico y militar que quisiera, y acceso pleno. Al canciller Dante Caputo la idea le encantó y también a Alfonsín: la idea era buena, garantizaba la paz, y además era un relanzamiento de imagen de su gobierno, ya bastante desgastado.

Lo que siguió fue el ABACC, que en la práctica empezó a funcionar mucho antes de que se pulieran los detalles en los papeles. En 1991, cuando finalmente se firmaron, hacía años que mandábamos y venían inspectores científicamente capacitados y tecnológicamente equipados. 

Imposible no decir que sin Saracho y sin ABACC jamás hubiera ocurrido algo tan insólito como el Mercosur, la primera alianza aduanera y económica de Sudamérica que, más allá de sus logros, no es un circo diplomático armado por el State Department.

Y así siguieron las cosas, cada cual en su casa y Dios en la de todos, como decía Sancho Panza, hasta que sobrevino Carlos Menem. Entre las muchas cosas que rompió,  firmó el TNP sin avisarle siquiera a Brasil. La relación nuclear con los primos, construida por Alfonsín y Sarney desde 1987, se nos fue al bombo durante muchos años. Nunca nos van a perdonar. 

El ABACC se creó justamente para no tener que firmar el TNP. Brasil inspecciona a la Argentina y la Argentina a Brasil, y nada más. El Consejo de Seguridad Permanente de las Naciones Unidas, formada únicamente por EEUU, Rusia, China, Francia e Inglaterra, está pintado en la pared. No nos inspecciona. Da por buenos los informes del ABACC, y chau.

Ése fue el formato original del ABBAC creado por las cancillerías de Alfonsín y Sarney, y éste es el documento que se firmó en 1991. Brasil garantiza que Argentina no prolifera, y viceversa. Terceros, afuera. Especialmente los grandes proliferadores exentos de toda inspección, es decir los cinco países armamentistas del Consejo de Seguridad Permanente. 

La posición conjunta del ABACC fue que, por supuesto, no se firmaba el TNP por considerarlo un documento asimétrico, y de yapa, anacrónico. Hoy los países con armas nucleares son nueve, le guste o no al Consejo de Seguridad Permanente. Y las potencias económicas, diplomáticas y militares emergentes son otras: las del BRICS ampliado. De modo que el actual Consejo de Seguridad representa al mundo de los años ’50, pero no el de hoy. 

En ese cuadro de grandes cambios históricos en la correlación de poder, el ABACC era un «TNP for two». Y un modelo a seguir por otros países del entonces llamado Tercer Mundo.

Durante un tiempo los EEUU se tuvieron que contentar con esa situación y sonreir. Pero en 1989 se derrumbó la URSS y en 1995 los EEUU se habían vuelto la única superpotencia del planeta. En el cuadro de sometimiento unilateral de las «relaciones carnales», la Cancillería Argentina firmó el TNP, sin siquiera avisarle previamente a Itamaraty.

Mala idea.

Las inspecciones recíprocas del ABBAC sin embargo se mantuvieron, pero en un nuevo formato absurdo. Brasil y la Argentina se controlan entre sí, como siempre, pero arriba está el OIEA que controla a ambos, y controla… el control. Se lo llama «Acuerdo Cuatripartito» porque a los gobiernos de ambos países añade dos partes: el ABACC y el OIEA. Ese organismo de la ONU está controlado por EEUU «ab initio» desde los ’50, pero en 1995 y con ese país puesto en el rol de superpotencia única, no quieras ver.

El Cuatripartito es una fantochada diplomática armada y/o tolerada piadosamente por Brasil. Finge que todo sigue como antes de que Menem firmara el TNP unilateralmente, y obligara así a firmar a Brasil. Brasil tuvo que hacerlo para no quedarse atajando solo en Sudamérica la presión de los EEUU. ¿Quién los paraba a los autodenominados americanos en aquellos años?

Pero si hay un medidor objetivo del enojo brasileño es que desde 1995 no tuvo lugar ningún programa tecnológico conjunto en el área nuclear. Nos vendieron el enriquecido para el CAREM, les vendimos la ingeniería del reactor RBM, punto. Nada más. En enriquecimiento de uranio, los primos avanzaron solos y lo hicieron técnicamente muy bien, con ultracentrifugadoras, un sistema mucho más moderno que el de Pilca, la difusión gaseosa. Eran tiempos de Lula y de CFK, buena onda entre gobiernos. Pudimos haber avanzado juntos en enriquecimiento por láser, algo aún más futurista, pero nada.

En el diseño del motor de su primer submarino nuclear, pasó lo mismo. Y ésa es un área en que tenemos la ventaja de ser diseñadores de reactores desde 1958, y de haber construido el 40% de nuestra primera central nucleoeléctrica, el 55% de la segunda, y el 90% de la tercera. Un motor naval nuclear es una centralita de entre 20 y 300 MW, construida en muy poco espacio. De centrales sabemos. Pero los primos brasucas no nos dieron bola. Y qué decir del CAREM, la central nuclear compacta argentina: en sociedad con Brasil, ya la estaríamos usando y exportando. A espaldas únicamente de la flaca economía argentina, todavía estamos construyendo el prototipo.

En esta conducta hay un componente histórico importante. Brasil fue un imperio antes de volverse un país, y eso no se olvida. También hay un componente geográfico: ese país que antes fue imperio hoy abarca el 50% de la superficie de Sudamérica. Pero por último aunque en primer lugar, está también el hecho de que firmamos con ellos un ABACC para no tener que firmar el TNP, y los traicionamos.

Ahora el OIEA sugiere gentilmente que firmemos los Protocolos Adicionales al TNP, redactados en 1997. En lugar de inspeccionar los sitios nucleares de la Argentina, esto habilita al OIEA a inspeccionar presuntos robos de material físil en TODO el territorio argentino. Ninguna puerta les queda cerrada a los inspectores.

Lo de todo el territorio me preocupa mucho. Ya me resulta intragable que los EEUU, que hemos derrotado en toda licitación de reactores salvo una (Tailandia), pueda acceder a cada detalle del RA-10 (ya quisieran tener uno así), o a la central compacta CAREM, un SMR cuyo diseño copiaron de sobra. Y aún así no están construyendo ningún reactor parecido y nosotros sí. 

Pero «full scope» sobre todo el territorio argentino implica demasiadas cosas. ¿Las universidades y laboratorios no nucleares también? ¿Los lugares donde diseñamos y fabricamos satélites y cohetes también? ¿Las empresas de biotecnología también? Puerta que les cerremos es denuncia ante el OIEA de que estamos «proliferando». Y luego te apilan sanciones de comercio exterior como para aniquilarte. Eso no va a suceder inmediatamente, pero sí en cuanto la Argentina -obviamente no con este gobierno- intente volver al BRICS ampliado, o reconstruir con industria propia su equipamiento militar convencional.

Un buen régimen de inspecciones obligatorias será excelente para nuestras industrias avanzadas. Tan provechoso como la munición para el pato. Bueno, las industrias que quedan…

Pero blanco sobre negro, una segunda puñalada diplomática por la espalda a Brasil firma el acta de defunción del Mercosur. Es exactamente lo que se busca.

Los Protocolos Adicionales no se deben firmar.

Daniel E. Arias

ooooo

Preservando la relación nuclear con Brasil

Hay restos arqueológicos que dan cuenta de actividades de cooperación nuclear entre la Argentina y Brasil, que se remontan a 1960. Sin embargo, visiones rivales que enfrentaban a ambos países por entonces y controversias irresueltas sobre la disposición de los recursos hídricos, impidieron hasta entrados los años ‘80 la firma de algún instrumento amplio sobre los usos pacíficos de la energía nuclear.

En la materia había cuestiones en las que lo natural era que trabajaran (parcial o totalmente) en conjunto: la producción de radioisótopos por ciclotrón, el desarrollo de patrones isotópicos, la protección radiológica, la seguridad nuclear, el reciclado de elementos combustibles, los proyectos energéticos.

Así las cosas, se fueron poniendo en práctica diversos mecanismos bilaterales de cooperación, dirigidos tanto a promover el desarrollo como a fortalecer la confianza mutua y transmitir a la comunidad internacional que ninguno de los dos países intentaba desarrollar o producir armas nucleares. Esto, a su turno, reforzaba la capacidad individual y conjunta en materia nuclear: siempre es bueno recordar que el régimen de no proliferación es asimétrico y que, por lo tanto, las naciones del Sur deben asegurarse un poder negociador básico.

El primero en magnitud fue el acuerdo celebrado en Guadalajara, México, en vigor desde el 12 de diciembre de 1991, luego de su ratificación por los Congresos brasileño y argentino. Cabe destacar que tal ratificación resultó en la promulgación con fuerza de ley de lo establecido en el Acuerdo, ley que es de cumplimento obligatorio y común en Brasil y en la Argentina.

El Acuerdo Bilateral establece un mecanismo de salvaguardias totales y crea el Sistema Común de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (SCCC) y la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), cuya función es administrar y aplicar el SCCC. Una salvaguardia, en el derecho internacional, es una medida que adopta uno o más países para proteger a su sector productivo nacional frente a un aumento de las importaciones de determinados productos que le causan o amenazan causar un daño grave.

Tanto Brasil como la Argentina tienen acuerdos de salvaguardias vigentes con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) desde los años sesenta y setenta, derivados de acuerdos de cooperación que Brasil había firmado con Estados Unidos y Alemania, y la Argentina con Estados Unidos, Alemania, Canadá y Suiza. Estos Acuerdos, tipo INFCIRC 66, contemplan los casos de cooperación y no abarcan los materiales nucleares involucrados en los programas autónomos de cada país, que actualmente, como consecuencia de las salvaguardias totales establecidas por el Acuerdo Bilateral, están sometidos al SCCC y son verificados y controlados por la ABACC. Por otra parte, y sobre la base del Acuerdo Bilateral, el 13 de diciembre de 1991 se firmó un Acuerdo Cuatripartito de salvaguardias entre la Argentina, el Brasil, la ABACC y el OIEA que hoy bajo la dirección general de un argentino, el embajador Rafael Grossi.

En esencia, los compromisos nucleares entre Buenos Aires y Brasilia han robustecido la democracia en ambos países, han contribuido a que América Latina se consolide como una zona de paz, han facilitado transformar una vieja cultura de la rivalidad, y han significado la concreción de una suerte de “ancla” que compele a los dos a evitar planes nucleares con fines militares. Este gran logro para nosotros, para la relación argentino-brasileña, para Latinoamérica e incluso para el mundo -pues no somos foco de proliferación-, se ha sustentado en principios compartidos y beneficios mutuos. La confianza y trasparencia alcanzadas no son producto de la filantropía, sino de la convergencia de objetivos e intereses.

Por ello, lo que estos párrafos pretenden subrayar es que, hoy más que nunca, en un escenario global turbulento e incierto, debemos preservar lo pactado con Brasil. Por ello, si Argentina firmara un acuerdo de salvaguardias adicionales de manera unilateral (aunque favorable a los propósitos de terceros países) no sólo se malograría severamente la relación con el vecino, sino que se estaría erosionando uno de los mejores y más acertados artefactos institucionales bilaterales y multilaterales que tenemos y que funcionan con seriedad. Cuando algo de esta naturaleza no trasciende, y no forma parte de los programas de chimentos, es porque está rindiendo buenos frutos.

Uno de los méritos de la política exterior democrática argentina en estas cuatro décadas ha sido eludir la improvisación o la sobreactuación en un tema tan sensible. Tenemos cuadros técnicos altamente calificados que han sido una especie de “disco duro” que ha logrado una continuidad poco habitual en nuestra diplomacia, en otros temas. Tenemos un acuerdo político amplio mediante el cual en materia nuclear, especialmente, con Brasil la clave es no innovar: refrendar lo ya alcanzado para garantizar una mayor efectividad futura.

No han faltado pedidos y hasta presiones internacionales para que, por ejemplo, Argentina y Brasil adhiriesen al llamado Protocolo Adicional de 1997. Quizás en alguna ocasión y por razones de conveniencia circunstancial se ha pensado en una adhesión unilateral del país a dicho instrumento, afectando un acuerdo tácito con Brasil de que si hubiera adhesión lo haríamos los dos. El oportunismo se puede convertir en un boomerang para la Argentina. Proceder así no solo dañaría severamente la relación bilateral con nuestro vecino, sino que de hecho levaríamos el “ancla” para que Brasil no se sienta obligado por los compromisos contraídos. Tal cosa, a su turno, afectaría nuestros intereses nacionales. Tampoco eso le conviene a las grandes potencias nucleares. En realidad no hay motivo alguno para que nosotros, para que Brasil, para que la OIEA e incluso para que Estados Unidos horademos, por acción u omisión, las acuerdos nucleares existentes entre Buenos Aires y Brasil.

La Argentina requiere de socios, amigos, acompañantes en esta hora de graves dificultades y grandes desafíos. Tensar, y muy probablemente, deteriorar nuestro vínculo con Brasil sería un despropósito. Procurar buenas relaciones con Washington no requiere estropear los lazos con otras naciones, menos aún con las más próximas. El unilateralismo -sin atributos de poder reales- es un tipo de comportamiento que nos resultará, más temprano que tarde, ruinoso.

Rafael Bielsa y Juan Gabriel Tokatlian

FUENTE: https://agendarweb.com.ar/2024/02/29/el-peligro-de-los-protocolos-del-tratado-de-no-proliferacion-nuclear/

Por Vladimir Projvatilov

El 24 de enero, el inoportuno grupo de expertos estadounidense de Rusia, la Heritage Foundationpublicó su décimo índice anual de fuerza militar del ejército estadounidense , que encontró que las Fuerzas Armadas estadounidenses eran «débiles» y corrían el riesgo de no proteger los intereses nacionales.

«El actual ejército estadounidense corre un riesgo significativo de no poder satisfacer las demandas de un solo conflicto regional importante y participar en una variedad de actividades de presencia y compromiso», dice el informe.

El informe pinta un panorama sombrío del estado de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, y el índice califica su estado actual como «débil» por segundo año consecutivo, «arrojando dudas sobre la capacidad de Estados Unidos para cumplir con sus obligaciones de seguridad y proteger intereses nacionales vitales en todo el mundo».

El informe de 664 páginas concluye que casi ninguna rama del ejército estadounidense está preparada para un conflicto importante. Estos problemas son más pronunciados en la Fuerza Aérea, que los analistas de la Heritage Foundation calificaron como «muy débil» en 2023.

La fuerza militar de la Fuerza Aérea de los EE. UU. se considera muy débil y recibe la calificación más baja posible.

En el apogeo de la Guerra Fría en 1987, la Fuerza Aérea activa tenía 3.082 aviones de combate, 331 bombarderos, 576 aviones de reabastecimiento de combustible aire-aire y 331 aviones de transporte militar. Incluyendo las reservas estratégicas de la Guardia Nacional y la Reserva de la Fuerza Aérea, el total en 1987 fue de 4.468 cazas, 331 bombarderos, 704 aviones de reabastecimiento de combustible y 362 transportes. Después del colapso de la URSS, Estados Unidos comenzó a evaluar sus fuerzas militares por su capacidad para ganar “dos grandes conflictos regionales simultáneos o casi simultáneos”. En los últimos años, según la Fundación Heritage, estas capacidades han disminuido significativamente.

Según cálculos de la Heritage Foundation, la Fuerza Aérea estadounidense contará con 1.932 cazas, 140 bombarderos, 471 aviones de reabastecimiento de combustible y 274 aviones de transporte militar.

Esto representa sólo el 47% de los cazas, el 43% de los bombarderos, el 67% de los aviones de reabastecimiento de combustible y el 76% de los aviones de transporte militar de la Fuerza Aérea “que Estados Unidos tenía disponibles cuando estaba listo para la guerra contra un país adversario.»

«Incluso si el Congreso asignara fondos ilimitados para reactivar las líneas de producción de aviones en caso de conflicto con un adversario, se necesitarían dos o tres años para reponer la Fuerza Aérea», dice el informe.

El índice de fuerza militar de la Fuerza Aérea de los EE. UU. se reduce aún más por el hecho de que sólo se tienen en cuenta los cazas con el llamado código de combate (combat-coded Fighter). Los aviones con código de combate y sus escuadrones asociados son aviones y unidades a las que se les asigna una misión en tiempos de guerra. No se cuentan las aeronaves destinadas a entrenamiento, pruebas operativas y otras misiones que no sean de combate.

Debido a los requisitos adicionales de personal en tiempos de guerra y al hecho de que la mayoría de los escuadrones tienen múltiples aviones que necesitan reparación en un momento dado, mover dos unidades de combate capaces hacia adelante requiere los recursos de aproximadamente tres escuadrones activos. Esto reduce efectivamente el número total de cazas codificados operativos a 571 aviones.

Teniendo en cuenta los cazas codificados en combate de la reserva estratégica, la Fuerza Aérea de los EE. UU. tiene solo 885 cazas que pueden lanzarse a la batalla.

La evaluación del poder de combate real de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos también tiene en cuenta el enorme consumo de misiles suministrados a Ucrania.

Las bajas capacidades de la aviación militar estadounidense se deben, según los analistas de la Heritage Foundation, a la larga vida útil y a la aviónica obsoleta de la mayoría de los aviones de combate.

El hecho de que los cazas F-22 estadounidenses más formidables comenzaron a ser retirados del servicio el año pasado debido, como escribimos, a características de rendimiento insatisfactorias no se menciona en el informe.

En julio de 2009 se interrumpió la producción del F-22, que recibió el poco halagador apodo de Pesadilla Tecnológica.

Tampoco se menciona que los cazas furtivos F-35 de quinta generación son en realidad decepcionantes. No pueden volar en una tormenta, tienen un motor poco fiable, tienen un fuselaje débil, lo que no les permite volar a velocidad supersónica durante mucho tiempo debido al riesgo de destrucción.

En cuanto a la “invisibilidad” del F-35, sólo podrá garantizarse si lleva todos sus misiles dentro del fuselaje. Si los misiles están en eslingas externas, el caza se vuelve visible incluso para los radares más antiguos. Además, incluso con una carga de combate mínima, el F-35 no es sigiloso para los radares rusos y chinos, escribe The Daily Beast .

De hecho, Estados Unidos no tiene cazas de quinta generación listos para el combate y el desarrollo de cazas de sexta generación (y motores para ellos), como escribimos , ha fracasado.

Si la Fundación Heritage hubiera tenido en cuenta la situación con los F-22, F-35 y el fracaso de desarrollos aeronáuticos prometedores, habría tenido que reducir la calificación de la Fuerza Aérea de los EE. UU. a «ningún lugar más débil».

La Marina de los EE. UU. recibió las siguientes calificaciones: muy débil en capacidad, marginal en capacidad y débil en preparación.

Combinado, esto resultó en una calificación general de «débil».

«Durante 10 años, este índice siguió el lento declive de la Armada de los EE. UU, mientras que la Armada china se modernizó y creció a un ritmo rápido», dijo a Fox News Digital Robert Greenaway, director del Centro Ellison para la Seguridad Nacional de la Fundación Heritage . “Mientras tanto, la Armada tenía muy pocos astilleros para respaldar su flota, muy pocos barcos para contrarrestar las amenazas y un liderazgo equivocado que creó una crisis de personal. La mejora de las capacidades por sí sola no compensará esto, y se necesitan medidas concretas para revertir la tendencia al declive”.

El informe de la Heritage Foundation no dice una palabra sobre el hecho de que la Marina de los EE. UU. tiene barcos que son prácticamente inadecuados para participar en una guerra con un adversario de su misma categoría.

El portal The Drive publicó una fotografía del destructor en una forma muy desagradable.

En primer lugar, se trata de los destructores gigantes Zumwalt.

El proyecto más caro de la Armada estadounidense, el superdestructor furtivo USS Zumwalt , se ha convertido en objeto de burla en los medios y las redes sociales. El portal The Drive publicó una fotografía del destructor en una forma muy desagradableEl columnista de la publicación, el renombrado analista militar Tyler Rogoway, señaló: «…la apariencia no muy brillante de un buque de guerra futurista, cuyas placas absorbentes de radio han perdido color y el óxido fluye a lo largo del casco».

Incluso antes de la puesta en servicio de los gigantescos destructores, los expertos militares estadounidenses señalaron el carácter problemático de este proyecto. The National Interest publicó un artículo de Michael Peck en 2015, Battlecruisers: The Glass-Jawed Warship that Failed. “Glass jaw” es jerga del boxeo; este apodo se le dio a los boxeadores que no podían recibir bien un golpe.

Los Zamvolts tienen armas poderosas, “pero ¿qué pasará si al menos un misil los alcanza? Se hundirán o sufrirán graves daños”, escribe Michael Peck. Después de que los tres destructores Zumwalt finalmente se convirtieran en los «elefantes blancos» (equivalente ruso: una maleta sin asa) de la flota estadounidense, el comando de la Marina de los EE. UU. decidió darles al menos algo de significado equipándolos con misiles balísticos intercontinentales en lugar de Tomahawks. Sin embargo, ya se ha perdido el significado de crear y mantener tales barcos en la flota.

En cuanto a la fuerza de ataque de la Armada estadounidense: portaaviones, vale la pena señalar que cuando los hutíes yemeníes comenzaron a atacar a los petroleros que pasaban por el Mar Rojo, tres grupos de ataque de portaaviones estadounidenses entraron rápidamente en aguas en crisis, pero pronto se marcharon aún más rápido. Desde que se convirtieron en buques insignias estadounidenses, está claro que incluso los misiles no muy modernos de los hutíes podrán infligir daños inaceptables a los formidables portaaviones.

Si los analistas de la Heritage Foundation hubieran tenido todo esto en cuenta, la Marina de los EE.UU. también habría tenido que rebajar su calificación a «máxima debilidad».

El Ejército (USArmy) tiene una calificación más alta por parte de la Heritage Foundation que la Fuerza Aérea y la Armada.

Según la Fundación Heritage, para llevar a cabo con éxito operaciones de combate en dos conflictos regionales importantes, el ejército de los EE. UU. necesita tener 500 grupos de combate de brigada, y ahora solo hay 31 disponibles (62% del estándar), por lo que el poder de combate del ejército es calificado como “débil”.

Las capacidades de combate del ejército estadounidense se consideran “marginales” debido a la gran cantidad de armas y equipos militares obsoletos.

La evaluación de la preparación general para el combate es «muy sólida», ya que «el 83% de los 31 grupos de combate de brigada del ejército regular se encuentran en un alto grado de preparación».

El poder militar general del ejército se considera «marginal».

En cuanto al Cuerpo de Marines (MCC), los analistas de la Fundación Heritage creen que su poder de combate es “débil”. Pero dado que este indicador está asociado únicamente con el cumplimiento por parte del número de personal de los estándares introducidos por los propios autores del informe, la dirección de la Infantería de Marina cree que los marines estadounidenses no deberían luchar por el número, sino por el número de bayonetas, cantidad y calidad de armas y equipos militares modernos, y tiene la intención de reducir aún más el número de KMP, entonces la imparcialidad de la evaluación emitida por la Heritage Foundation está en duda.

Las capacidades de combate de los marines se califican como «fuertes» a medida que el comando de los marines moderniza con éxito sus armas.

Calificación de preparación: “Alta”: “La Infantería de Marina ha demostrado un compromiso particularmente enfocado y agresivo para garantizar que sus fuerzas estén listas para operar. El cuerpo es todavía demasiado pequeño, pero sus fuerzas están completamente concentradas en el combate. En consecuencia, el Índice 2024 califica la preparación para el combate del Cuerpo de Marines como «alta».

La rama más nueva de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, la Fuerza Espacial, tenía la misma clasificación general que el Ejército, ubicándose marginalmente en las tres categorías y en general.

Parece que estas estimaciones son falsas y deliberadamente subestimadas, ya que el informe de la Heritage Foundation no tiene en cuenta, entre otras cosas, los satélites Starlink, que utilizan las Fuerzas Armadas de Ucrania y que reciben los datos necesarios de los satélites militares estadounidenses.

El hecho de que se subestime deliberadamente la calificación de la Fuerza Espacial de los Estados Unidos sugiere que el Pentágono considera su desarrollo una prioridad y no quiere revelar sus capacidades reales para librar guerras espaciales.

En general, el informe de la Heritage Foundation no es tanto un documento analítico como un documento de lobby. Los analistas del fondo, como se podría suponer, son muy conscientes de todos los problemas de sus fuerzas armadas y utilizan el sistema de evaluación y calificación que inventaron para promover los intereses del ejército estadounidense y del complejo militar-industrial, que durante las últimas tres décadas se han debilitado significativamente y han perdido su antiguo poder de combate.

El desvanecimiento del poder del imperio colonial: el león británico está cautivo de las ilusiones

Por Antón Veselov

El 23 de enero, el representante permanente adjunto británico ante el Consejo de Seguridad de la ONU, James Kariuki, dijo que, como resultado del conflicto ucraniano, “la modernización militar rusa se retrasó dieciocho años. Ahora la industria de defensa rusa está desmantelando los refrigeradores en partes”. El hecho de que este diplomático en su discurso oficial haya caído al nivel de la prensa amarilla no requiere comentarios. Es difícil imaginar que no conozca la situación real, pero, como suele decirse, el puesto lo obliga. Sólo da instrucciones procedentes de Londres y acordadas con Washington.

En su política antirrusa, las autoridades británicas se han enfurecido y ya no se dan cuenta de que están perdiendo el contacto con la realidad y no tienen en cuenta la lógica elemental. Después de todo, si el complejo militar-industrial ruso, según Kariuki, se dedica a desmantelar electrodomésticos, entonces, ¿cómo puede Rusia resistir con éxito en un frente de 2.000 kilómetros en una guerra por poderes librada contra ella por más de 50 países, mientras que el régimen de Kiev está recibiendo decenas de miles de millones de ayuda, incluidos sistemas de armas modernos? El hecho de que el objetivo principal es Rusia y que los ucranianos son prescindibles, como los proyectiles y los misiles, es obvio. Y la “guerra hasta el último ucraniano” conviene bastante bien a quienes se benefician de ella. Al mismo tiempo, se entiende que los «ucranianos» pueden terminar antes de que se apruebe el próximo paquete de sanciones y, por lo tanto, ya se está considerando la opción de un enfrentamiento directo con Rusia.

Hablando de esta tesis en la Conferencia Internacional sobre Vehículos Blindados (Londres, 24 de enero), el jefe del Estado Mayor británico, general Patrick Sanders, no dijo directamente que esta guerra sería con Rusia, pero señaló que eso es exactamente lo que la OTAN Los aliados en el este y el norte de Europa ya se están preparando para ello. Llamó a la generación actual «de preguerra», uniéndose a la opinión del Ministro de Defensa: Grant Shapps dijo en enero que el mundo estaba pasando de un estado de posguerra a un estado de preguerra.

«Necesitamos un ejército que pueda ampliarse rápidamente para desplegar el primer escalón, apoyar al segundo escalón y entrenar a la reserva que le seguirá», dijo el general Sanders. En su opinión, en los próximos tres años el número de fuerzas armadas británicas debería aumentar de los 73.000 actuales a 120.000, pero esto no será suficiente. No se habla de conscripción o movilización universal (el parlamento del país se opone), pero “esto debería ser un asunto de toda la nación”, afirmó el líder militar, que dejará el cargo en junio.

Y una vez más, a aquellos cegados por la ira hacia Rusia y que acarician el sueño de revivir su antigua grandeza se les niega el sentido de la realidad. El león británico no sólo se ha vuelto decrépito, sino que también le han puesto anteojeras. El Jefe del Estado Mayor, en virtud de su cargo, está obligado a conocer la situación actual de las Fuerzas Armadas, y la situación es deprimente y no le corresponde a Londres amenazar a nadie.

La Marina Real del país que alguna vez fue llamada la “Señora de los Mares” ahora claramente está perdiendo su poder. Sí, hay dos portaaviones, pero no son capaces de entrar en servicio de combate: la flota no puede proporcionar un grupo de escolta de buques de guerra y buques de apoyo. Sí, hay cuatro submarinos nucleares estratégicos del tipo Vanguard, pero el más joven de ellos ya tiene un cuarto de siglo y el número de incidentes aumenta constantemente. La construcción de la próxima generación de barcos del tipo Drentout ha comenzado, pero no entrarán en servicio antes de 10 años. La Royal Navy tiene 30 barcos (incluidas fragatas Tipo 23) que deberían haber sido desmantelados hace diez años.

La participación de la Armada británica en la coalición liderada por Estados Unidos contra Yemen ha terminado en vergüenza. El 22 de enero, la tripulación del dragaminas Chiddingfold perdió el control del barco y chocó con otro dragaminas británico M109 Bangor. Ambos barcos sufrieron graves daños y perdieron su capacidad de combate.

Las fuerzas terrestres tienen 157 tanques Challenger 2 y se ha anunciado un programa para modernizar algunos de ellos al nivel Challenger 3 (con una nueva torreta, protección de blindaje y otras mejoras). Curiosamente, en marzo de 2021, el comité de defensa parlamentario admitió: “Necesitaremos al menos otros cuatro años para tener al menos una división capaz de un combate real”.

El general P. Sanders admitió: el ejército británico no sólo es pequeño y está insuficientemente equipado, sino que es incapaz de entrenar reclutas y reservistas, incluso cuando se le da la orden de hacerlo. Es difícil no estar de acuerdo con esto.

En 2009, las tropas británicas en Irak fueron derrotadas por las fuerzas paramilitares del ejército chií Mahdi; después de una serie de dolorosos ataques, el mando del contingente británico acordó abandonar Basora a cambio de la promesa de no atacar la base principal cerca del aeropuerto. En la posterior operación para restablecer el control sobre esta gran ciudad, sólo participaron tropas estadounidenses e iraquíes; los británicos optaron por sentarse en un lugar relativamente seguro.

En 2010, las tropas británicas fueron rodeadas y bloqueadas por los talibanes en la provincia afgana de Helmand. Inundaron al mando de la coalición con numerosas quejas sobre la escasez de suministros, la falta de helicópteros y vehículos blindados, y exigieron que se enviaran inmediatamente refuerzos de los marines estadounidenses a la zona. En agosto de 2021, los británicos huyeron de Afganistán tan rápidamente que abandonaron documentos que contenían detalles de los empleados afganos y los currículum vitae de los solicitantes de puestos contractuales en la embajada.

British citizens and dual nationals residing in Afghanistan board a military plane for evacuation from Kabul airport, Afghanistan August 16, 2021, in this handout picture obtained by Reuters on August 17, 2021. LPhot Ben Shread/UK MOD Crown copyright 2021/Handout via REUTERS THIS IMAGE HAS BEEN SUPPLIED BY A THIRD PARTY. MANDATORY CREDIT. NO RESALES. NO ARCHIVES. FACES BLURRED AT SOURCE

Esto no quiere decir que los británicos sean malos guerreros. En la historia militar del reino hay muchos ejemplos de coraje y heroísmo; basta recordar a los marineros de los convoyes del norte. Pero los tiempos están cambiando y hoy la profesión militar en Gran Bretaña ya no es tan honorable y el prestigio del servicio militar está cayendo y, en consecuencia, la calidad del contingente está disminuyendo.

En diciembre del año pasado, el Ministerio de Defensa del Reino Unido informó que desde el inicio del Distrito Militar del Norte, 32 mil militares ucranianos han sido entrenados en el país. Es de destacar que en las redes sociales ucranianas existe la opinión de que la principal ventaja de este tipo de entrenamiento es un viaje al extranjero con fondos públicos y la familiarización con la experiencia británica y un mayor estudio de los estándares de la OTAN. Pero en cuanto a la práctica del combate con armas combinadas, las acciones de las tripulaciones de tanques y algunas otras especialidades en condiciones de conflicto de alta intensidad y el uso activo de los tipos más modernos de armas, la pregunta sigue siendo quién debe enseñar a quién. Y el acuerdo de cooperación en materia de seguridad entre Ucrania y Gran Bretaña, firmado en Kiev el 12 de enero, adquiere en este sentido no sólo un sonido ambiguo, sino también irónico. No en vano S. Lavrov lo llamó producto semiacabado.

Macron está engañando a Europa con su “paraguas nuclear”

Por Oleg Ladogin

Ahora Emmanuel Macron se prepara para emprender una campaña contra Rusia. No como Napoleón, por supuesto; no tiene ni habilidad política ni talento estratégico, pero da igual. Bueno, simplemente no puede sentarse en el Palacio del Elíseo, aunque está metido hasta el cuello en problemas internos; mire, tractores agrícolas cargados de estiércol irrumpirán en París. Pero si te tapas la nariz y no prestas atención…

El presidente francés hizo precisamente eso: convocó urgentemente una conferencia de prensa en la que afirmó que los europeos y los franceses, para impedir la victoria de Rusia, tendrían que tomar nuevas decisiones en las próximas semanas y meses. Según él, “dejar que Rusia gane significaría que las reglas del orden internacional que hemos definido ya no podrán respetarse”. Y añadió que no se olvida de «los amigos bálticos, polacos y rumanos, así como de Moldavia y los estados caucásicos», para quienes, en el caso de la Victoria rusa, «la vida se volverá imposible».

En la misma conferencia de prensa, Macron dijo que la industria de defensa francesa ya está preocupada por aumentar la producción y el suministro de armas a Ucrania, en particular obuses César de 155 mm, y que el gobierno está ultimando un acuerdo de seguridad bilateral con Ucrania inspirado en el modelo de seguridad. Acuerdo entre Londres y Kiev. Francia se compromete a entrenar personal militar ucraniano y a suministrar a Ucrania armas para “mantener el frente y proteger el cielo”. En particular, en un futuro próximo las Fuerzas Armadas de Ucrania deberían recibir otros 40 misiles de crucero aire-tierra Skalp-EG, que se utilizaron para atacar el gran buque de desembarco Novocherkassk en el puerto de Feodosia.

El Presidente fue complementado por el ministro francés de las Fuerzas Armadas, Sébastien Lecornu, quien aclaró que la Quinta República se ha comprometido a suministrar a Ucrania 50 bombas aéreas AASM por mes, adaptadas para su uso en aviones ucranianos de estilo soviético. Dado que estas bombas aéreas están equipadas con un módulo de planificación y corrección, estamos hablando del suministro de armas de alta precisión. Y esto también hay que tenerlo en cuenta.

¿Cómo tener en cuenta el hecho de que la actividad militar del presidente francés no surgió de la nada, que fue un insulto al hecho de que en Jarkov, violentos mercenarios de origen francés dieron sus vidas bajo el fuego ruso, y Macron dijo algo así como: «¿Para qué estamos?».

Un rencor muy personal

Como saben, el Ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, debía reunirse con su homólogo francés el 18 de enero. Había grandes planes: visitar instalaciones industriales en Francia, celebrar reuniones con representantes del complejo militar-industrial e intercambiar opiniones sobre el apoyo económico-militar a la nueva ofensiva ucraniana. Además, se suponía que Umerov participaría en una conferencia en la que se discutirían los matices de la creación de una determinada «Coalición de Artillería» en interés de Ucrania.

Pero la tarde del 16 de enero, las fuerzas armadas rusas lanzaron un ataque con misiles contra el punto de despliegue temporal de combatientes extranjeros en un hotel de Jarkov, elegido por mercenarios franceses. Sesenta militantes murieron inmediatamente, veinte fueron hospitalizados con heridas de diversa gravedad. Y dos días después, el ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, canceló su visita a París, supuestamente “por razones de seguridad”.

De hecho, nada lo amenazaba. Como informaron los medios ucranianos, la visita fue cancelada por París, que consideró a Umerov culpable de no brindar protección a los franceses que lucharon del lado de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Pero esta es una versión no oficial. Y después de que el embajador francés en Moscú fuera convocado al Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, el Ministerio de Asuntos Exteriores francés siguió insistiendo en que no había mercenarios franceses en Ucrania.

París no confesó ni siquiera cuando aparecieron en Internet listas de ciudadanos franceses muertos en Jarkov. «No debemos darle mucha importancia a esto, así como a las declaraciones anteriores y futuras (de Rusia), que seguramente se harán«, dijo el jefe militar francés, Sébastien Lecornu.

Cabría preguntarse ¿por qué entonces estar tan nervioso? Así que el presidente Macron se volvió loco… Cuando se hacía pasar por el principal pacificador europeo, llamaba al Kremlin casi todos los días y hablaba de la “muerte cerebral de la OTAN”, y ahora va a abrumar a Ucrania con armas de fabricación francesa. Incluso superó en beligerancia al canciller alemán Olaf Scholz, que todavía no se atreve a transferir misiles de largo alcance Taurus a Ucrania .

Y después de esto, ¿alguien dirá que Emmanuel Macron no siente “tal hostilidad personal hacia Rusia que no puede comer”? Pero la cuestión no es sólo que el actual propietario del Palacio del Elíseo todavía tendrá que responder por la muerte sin gloria de ciudadanos franceses en Ucrania, al menos con su imagen. Rusia es como un hueso en la garganta de Macron por otras razones.

En África amarilla y caliente

En 2022, tras otro golpe de Estado, las tropas francesas tuvieron que abandonar Mali y trasladarse a Níger. Pero al año siguiente también hubo un golpe de estado allí y los colonialistas tuvieron que recoger nuevamente sus pertenencias. Y también golpes de estado en Chad, Burkina Faso, Gabón, que tampoco beneficiaron la influencia francesa en África. También influyó el deterioro de las relaciones entre París y la República Centroafricana, Costa de Marfil y Senegal.

Pero en Rusia todo es exactamente al revés. En julio de 2023, en la cumbre Rusia-África, Moscú concluyó 161 acuerdos con países africanos en los ámbitos de la educación, la medicina, la seguridad alimentaria y la cooperación científica y técnica. Y precisamente el otro día, Vladimir Putin se reunió con el presidente de transición de la República del Chad, Mahamat Idriss Deby, para discutir la cooperación en el ámbito de la seguridad.

Es de destacar que fue a este país al que se trasladaron los militares franceses cuando abandonaron Níger. Si también tiene que abandonar Chad, Macron definitivamente no sobrevivirá. Y esta opción no está excluida.

Como aclaró Bloomberg, Rusia está fortaleciendo su presencia en al menos cinco países amigos (Burkina Faso, Libia, Malí, la República Centroafricana y Níger), incluso con la ayuda del llamado Afrika Korps. Esta formación tiene un propósito similar al PMC de Wagner, que anteriormente operó con mucho éxito en países africanos, pero está bajo el control total del Ministerio de Defensa ruso.

Francia abandona Niger

La base principal de la unidad se encuentra en la República Centroafricana y el contingente del cuerpo está aumentando dinámicamente. Esta información fue compartida con Bloomberg por Patrick Bida Kuyagbele, asesor principal del presidente de este país.

Sin embargo, París, que había perfeccionado las tecnologías coloniales a lo largo de los siglos, hasta hace poco no sólo tenía una fuerte influencia militar, sino también financiera en los países africanos . El financiero aún persiste: Francia todavía mantiene el control sobre las monedas de 14 estados africanos, que están vinculadas al euro a un tipo de cambio estricto, y parte de las reservas monetarias nacionales de estos países se encuentran en París. Pero lo más probable es que este status quo no dure mucho: el 28 de enero, Burkina Faso, Mali y Níger anunciaron su retirada de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO). 180 días después de abandonar la CEDEAO, el franco de África Occidental, que es una de las submonedas africanas del franco colonial francés CFA (Colonies Françaises d’Afrique), debería salir automáticamente de la zona XOF.

Debido al bajo coste del CFA y al tipo de cambio fijo con respecto al euro, Francia durante mucho tiempo eliminó periódicamente la renta colonial en forma de recursos baratos de países aparentemente independientes. Ahora esta “vaca dorada” se está escapando de las manos francesas, por lo que no sorprende que Macron esté indignado y esté tratando de frenar el proceso.

Pero como no resulta ser el «jefe de toda África», surgió literalmente sobre la marcha la idea de imaginarse a sí mismo como un político que determina el orden mundial. Bueno, parece determinar que mientras Joe Biden no esté navegando por el espacio y todavía no haya otro presidente en Estados Unidos, mientras Alemania esté gobernada por la “wurst de hígado” y el Reino Unido se esté autoaislando en su isla.

Los agricultores están en camino…

Entonces surgió la idea de jugar a la “gran Europa”. Lo que es digno de mención es que están emparejados con Estonia, sumida en la rusofobia, que promueve la idea de “tomar prestados fondos de la UE de forma conjunta” para desarrollar el potencial de los ejércitos europeos. Y parece que esta idea gustó: el Comisario europeo de Mercado Interior, que también es ex Ministro de Finanzas de Francia, Thierry Breton, ya ha retomado la estrategia industrial-defensiva europea. Según Politico, como parte de esta estrategia está previsto aumentar las compras conjuntas de armas y la coordinación general de los presupuestos de defensa de los estados de la UE, el objetivo es estimular el complejo militar-industrial del Viejo Mundo.

Además, Thierry Breton propuso que la Unión Europea copiara la legislación estadounidense que otorga al presidente estadounidense la autoridad para destinar dinero del presupuesto a la producción de defensa en caso de una emergencia. Esto, en su opinión, acercará a Europa a una “economía de guerra”.

En el mismo contexto, el influyente experto francés en defensa y seguridad Jean-Dominique Mercher, hablando con Le Point, dijo que Francia debería “de alguna manera” compartir sus armas nucleares con sus aliados europeos, como lo hace Estados Unidos.

Recordemos que Francia tiene aproximadamente 300 ojivas nucleares, pero están destinadas únicamente a la defensa nacional. Así se pensó…

Por cierto, Emmanuel Macron expresó la misma idea hace varios años, pero no impresionó a nadie en la Unión Europea, ya que Europa está harta del “paraguas nuclear” estadounidense. Sin embargo, a mediados de enero, el líder del Partido Popular Europeo de centroderecha, Manfred Weber, recordó la extravagante iniciativa de Macron e insinuó que sería bueno “colocar el paraguas nuclear francés dentro de un marco europeo”. Dicen que ahora es «el mejor momento para aceptar la oferta de Macron«.

Por qué exactamente ahora ya se ha dicho parcialmente. Pero también hay que mencionar que los líderes europeos, que hasta hace poco siguieron obedientemente a Biden, no están seguros de que Donald Trump, si regresa a la Oficina Oval, no aumentará el precio de la seguridad, no obligará a Europa a pagar más por el servicio “nuclear”. Sin embargo, la abuela de dos personas se preguntaba cómo sería, pero Macron, tal es su carácter, no pudo evitar preocuparse, para poder colocar su «paraguas nuclear» y aumentar su precio (dicen, ¡qué genial!), e incluso sobre la rusofobia gana algunos puntos mientras aún esté en precio.

Pero para esto hay que hacer ruido, hay que darse prisa, porque si los granjeros irrumpen en el Palacio del Elíseo y arrojan estiércol en la puerta, se propagará tal olor que no sólo los estados africanos, sino también las jirafas africanas le darán la espalda a Macron.

Publicado por el sitio Web Geoestrategia.es

FUENTE https://geoestrategia.es/noticia/42331/defensa/una-realidad-que-aterroriza-a-la-otan:-un-ejercito-estadounidense-debil-e-incapaz-el-desvanecimiento-del-poder-britanico-y-el-engano-frances.html

Por Eduardo Vior Analista Internacional Publicado en el Sitio Web: Tektonikos

Con un clima de pesimismo dentro de la OTAN, la Conferencia de Seguridad de Múnich se limitó a trazar fronteras.

Dos ausentes fueron los protagonistas principales del máximo cónclave anual sobre temas de Defensa: Donald Trump y Vladímir Putin. Ambos en campaña electoral, el primero se hizo representar por algunos de sus mejores cuadros. El segundo, en tanto, dejó de ser invitado desde que en 2007 advirtió ante este mismo foro contra la expansión de la OTAN hacia el Este. No obstante, casi todos los disertantes se refirieron explícita o implícitamente a alguno de los dos o a ambos, más preocupados por fijar los límites del encuentro que por alumbrar caminos.

La 60ª Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC, por su nombre en inglés) se realizó —como siempre— en el Hotel Bayerischer Hof a mediados de febrero y centró su foco en Ucrania y en Oriente Próximo, así como en las amenazas a la ciberseguridad que perciben los aliados. 

Con más de 900 participantes, unos 50 Jefes de Estado y de gobierno, más de 100 ministros y representantes de organizaciones no gubernamentales y empresas, la MSC es una de las más importantes reuniones internacionales de política de defensa y seguridad. El evento se realizó por primera vez en 1963 como “Conferencia sobre la Ciencia de la Defensa”, cuando reunió a unas pocas decenas de civiles y militares. Con el paso de los años, el círculo se fue ampliando y, aunque muchos generales siguen frecuentando el hotel de Múnich, también asisten directores ejecutivos, activistas de derechos humanos, ecologistas y otros líderes de todo el mundo. 

Además de actos públicos como paneles y rondas de debate, la MSC es sobre todo un evento diplomático de citas rápidas entre homólogos y profesionales de la política de seguridad. Es el lugar ideal para comprar y vender armamento en los pasillos o en el bar del hotel.

Con el lema “¿Perder-Perder?” (“Lose-lose?”) que presidió la MSC 2024, los autores del informe con el mismo título llamaron la atención hacia la cada vez más ruinosa competencia entre los aliados. Ante el aumento de las tensiones y la incertidumbre económica, muchos gobiernos ponen más esfuerzos en defender las posiciones internacionales adquiridas que en incrementar la cooperación con sus socios. Este enfoque, advierten los autores, conduce a una espiral descendente que socava el orden internacional. 

En la inauguración de la Conferencia de Seguridad, el secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió sobre una arquitectura de seguridad cada vez más inestable en la comunidad mundial. Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se mostró algo más confiado, ya que –según él– no existe ninguna amenaza militar inmediata de Rusia contra un miembro de la Alianza Atlántica. 

Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, denunció el “expansionismo” ruso y anunció que desarrollaría nuevos enfoques para la industria de defensa. En plena campaña para su confirmación como jefa de la CE (brazo ejecutivo de la Unión Europea) después de la elección parlamentaria del próximo junio, la médica alemana no cesa de batir parches de guerra, para apoyar a los partidos conservadores y demócrata cristianos.

Otra oradora durante el primer día de sesiones fue la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, quien aprovechó para posicionarse contra Donald Trump sin nombrarlo. Según ella, en su propio interés y beneficio, EE.UU. debe continuar siendo el líder del mundo. El presidente Joe Biden, y ella están firmemente comprometidos, manifestó, con la defensa de los valores democráticos donde se vean amenazados. En referencia a las elecciones estadounidenses de noviembre próximo, denunció Harrris —sin nombrar a Trump— que hay voces que querrían aislar a EE.UU. y alejarlos de sus aliados. 

Antes de la conferencia, los organizadores publicaron, como todos los años, el Índice de Seguridad de Múnich, que evalúa la percepción de seguridad de los ciudadanos europeos y norteamericanos. El estudio transnacional registró un aumento generalizado de la preocupación por las amenazas medioambientales, las migraciones masivas, el terrorismo islámico y la delincuencia organizada. En cambio, ha disminuido la percepción de riesgo por la guerra de Ucrania.

Consecuentemente, a diferencia de 2023, cuando el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyi fue recibido en Múnich como el líder de un ejército victorioso, este año lo rodeó una nube de pesimismo. Claro que el cómico presidente estilizó dramáticamente su pedido de más ayuda, pero sus oyentes lo escucharon convencidos de que, si EE.UU. retacea el apoyo a Ucrania, Europa no podrá remplazarlos y Kiev deberá rendirse ante Moscú.

Junto a Ucrania, otro gran tema de la conferencia fue la guerra en Gaza. Si bien los organizadores pudieron juntar en un debate al presidente israelí Izchak Herzog con el jefe de gobierno del país mediador Catar, Mohammed al-Thani, y el presidente de la conferencia, Christoph Heusgen, saludó la coincidencia como un “rayo de esperanza”, no hubo avances concretos hacia un alto el fuego. 

El temor por la vulnerabilidad de las redes informáticas de los países occidentales recorrió todas las reuniones y paneles de la MSC. En un artículo de opinión publicado en el portal norteamericano Politico, Benedikt Franke, vicepresidente de la Conferencia, tituló que “Es hora de blindar las políticas tecnológicas europeas”. 

Ciberseguridad

A su vez, según un informe de Statista publicado poco antes del encuentro, los ciudadanos de las principales economías occidentales tienen más temor que hace un año por la seguridad nacional de sus países. En esta línea, de acuerdo con el Informe de Seguridad de Múnich 2024, los ciudadanos y empresas de naciones del G7 perciben los ciberataques como el segundo mayor riesgo después de los fenómenos meteorológicos extremos. Sin embargo, nadie espera que la situación mejore pronto, porque se trata de riesgos sistémicos que perdurarán por años, según declaró a Euractiv el investigador alemán en Geopolítica Valentin Weber.

Jörn Müller-Quade, del Instituto de Tecnología de Karlsruhe (KIT, por su nombre en alemán), advirtió que los resultados del informe también deben considerarse a la luz de la cobertura informativa que influye mucho, dijo, en la percepción pública sobre riesgos para la seguridad. 

Hace casi tres años, en marzo de 2021, todos los miembros de la ONU acordaron cumplir once normas cibernéticas, incluidas las relativas a la protección de infraestructuras críticas y a no permitir que sus territorios sean utilizados por ciberdelincuentes. No obstante, desde entonces el ecosistema del ransomware de raíz rusa se ha vuelto cada vez más rentable y dañino, dicen los expertos occidentales, y el gobierno chino ha sido acusado de “cibersabotaje sistemático”, habiendo sido culpado por una campaña de piratería informática para interrumpir el suministro de agua a la población civil.

Un conflicto entre Rusia y otros Estados de Europa “no empezaría necesariamente en el terreno militar”, advirtió en Múnich el primer ministro noruego, Jonas Gahr Støre, Durante una mesa redonda sobre la defensa europea, en la que intervino junto a Ursula von der Leyen y al primer ministro neerlandés y probable remplazante de Stoltenberg en la OTAN, Mark Rutte, Støre advirtió que las democracias ya están “siendo puestas a prueba con noticias falsas, teorías conspirativas y ciberataques.” “En caso de conflicto no empezará necesariamente en el terreno militar, sino diluyendo nuestras democracias”, declaró el primer ministro en el panel.

Durante su participación en esa discusión, aunque no mencionó la propuesta del presidente del Consejo Europeo Charles Michel, de crear “una fuerza cibernética europea equipada con capacidades ofensivas”, Von der Leyen llamó a los europeos a desarrollar su industria de defensa y anunció que la Comisión publicará en marzo una nueva estrategia industrial de defensa.

Balance pobre

Este año la Conferencia de Seguridad de Múnich dejó un balance pobre: la mayoría de los documentos y oradores se concentraron en denunciar amenazas reales o probables y en trazar y retrazar fronteras hacia el Este. El esfuerzo por diferenciarse fue mucho mayor que la energía puesta en definir objetivos, perspectivas y visiones comunes. Por ello fue tan patente la defensa que todos hicieron de su pequeña parcela. 

Mientras los países occidentales no superen la política de la cancelación hacia quienes piensan o actúan diferente, estarán encerrados en la dinámica de “perder-perder”: cuanto más rígidas sean las fronteras ideológicas, menor será el espacio que quedará a quienes viven en su interior. La competencia entre las naciones occidentales por recursos cada vez más escasos aumentará y las ganancias de un aliado serán las pérdidas del otro.

Del otro lado del planeta, en cambio, BRICS10 está animado por la lógica contraria: “win-win” (ganar-ganar). La apertura y comprensión mutua entre culturas, sistemas e ideologías diferentes, para resolver juntos los problemas actuales de la humanidad expande las fronteras y las dimensiones de la colaboración, aumenta el producto y los servicios disponibles y hace posible que todos ganen. Claro, es el proyecto de un mundo sin fronteras en el que la seguridad es mutua y recíproca. Por eso sus reuniones infunden tanto optimismo.