Por Armando Fernández Steinko y Eduardo Luque

La crisis ucraniana vuelve a confrontar a la izquierda con sus propios fantasmas. Ya sucedió durante la crisis yugoslava, la libia, la siria y también con la olvidada guerra del Yemen. Una vez más, las fuerzas progresistas pueden abordar los problemas geopolíticos desde dos prismas diferentes. El primero es subordinando la realidad a una serie de postulados morales tales como el legítimo derecho a vivir en paz, a la vida o el respeto a la integridad territorial. El segundo enfoque intenta partir de la realidad y de los hechos históricos para hacer avanzar la realización de dichos postulados sobre bases empíricamente fundadas o “reales”. El primero se conforma con valorar y contemplar la realidad, el segundo la valora, como no puede ser de otra forma, para además intentar construir un mundo mejor.

La mayor parte de las izquierdas hispanas han apostado por el primer prisma en su posicionamiento frente a la intervención militar de Rusia en Ucrania. Hay precedentes. Después de una denuncia firme y fundada de la guerra en Iraq, adoptó posiciones más ambiguas frente a las masacres cometidas en Libia o en Siria repitiendo los argumentos humanitarios defendidos por las potencias occidentales. En la crisis de Ucrania, la alineación acrítica de muchos con los argumentos de la OTAN está siendo casi total. La construcción de una “determinada cantidad de enemigo apropiado” (Nils Christie) que conocemos de la criminología, ha dado sus frutos en la figura de Vladimir Putin y en la actualización de la historia del “oso ruso”, un viejo relato geopolítico fraguado por el Reino Unido en los años de su imperialismo más exacerbado, y que ha seguido fundamentando su política exterior hacia Rusia desde finales del siglo XIX.

Pero por poco que exploremos los antecedentes de la situación, por poco que seamos capaces de situarnos en el lugar del otro, veremos que el principal pecado de Vladimir Putin radica en haber sacado a su país de la condición de estado fallido a la que lo había arrojado Boris Yeltsin, que sus posiciones son esencialmente defensivas y preventivas aún cuando, al tratarse de un país muy grande, su política afecte a muchos territorios aunque todos próximos a sus fronteras. Una somera consulta de las hemerotecas desvela la machacona insistencia de Putin a lo largo de los últimos veinte años en la necesidad de que todos los países influyentes respeten la legalidad internacional. En que sólo si se construye un orden internacional multipolar que no contemple el monopolio de un país -y de sus afines- en la definición de los criterios políticos, militares y económicos vigentes puede crearse una comunidad internacional de paz. En que solo si se respeta el derecho de todos los países a vivir con seguridad, puede evitarse la vandalización del mundo. Putin insistió -por ejemplo en la sonada conferencia de Munich de seguridad de 2007- en la importancia de que estos argumentos no acabaran ahogados en protocolos formales, buenas palabras y golpecitos en la espalda, sino que fueran tomados en serio pues de ellos dependía la posibilidad de crear un orden internacional civilizado. Estaba haciendo una propuesta concreta, realista y constructiva que permitía apoyar la moral y las buenas ideas en una hoja de ruta susceptible de ser construida de forma multilateral antes que en simple retórica y declaraciones bienintencionadas destinadas a tranquilizar a la opinión pública. Las burlas de las élites occidentales, sobre todo de los norteamericanos tipo “parece un niño arrogante que quiere recuperar su viejo juguete”- a estas propuestas, también se pueden rastrear fácilmente en las hemerotecas: fueron actos de imperdonable irresponsabilidad colectiva por parte de no pocos países occidentales.

Lo que proponía Putin -y no sólo él sino también la dirección china y el conjunto de los países del BRICS- es una invitación a toda la comunidad internacional a que ninguna potencia -ni los EEUU, ni cualquier otra incluida la propia Rusia- le pueda imponer su criterio moral, militar, económico y político al resto, en definitiva un orden internacional multilateral. Esto incluye el derecho de todos los países a vivir sin amenaza nuclear. Las demandas de Rusia son incluso más legítimas, si cabe, que las del resto de los países, pues ha sido invadida varias veces desde el oeste y la última vez perdió más de 25 millones de sus habitantes. La amenaza no es cuestión del pasado pues los constructores de los nuevos “enemigos apropiados” siguen trabajando en la reactivación de los viejos enemigos y las escuadras nazis, que tienen en Rusia a su principal enemigo histórico, dirigen hoy una parte importante de los batallones del ejército ucraniano que viene siendo armado desde hace algún tiempo por los países occidentales a espaldas de sus propias opiniones públicas.

Los países de la OTAN se reservan para sí el derecho a vivir sin amenazas nucleares.  Critican muy severamente a Rusia por inmiscuirse en los asuntos internos de terceros países. Provocan cambios de fronteras sin respetar la legalidad internacional reconociendo la separación de Kosovo del territorio de Serbia en 2008. Bombardean países sin el respaldo de Naciones Unidas como sucedió con Serbia, Libia o Iraq, en realidad casi un año sí y otro también desde 1999. Legalizan los grupos nazis en sus territorios y critican las políticas de uniformización etnolingüística cuando se producen en un territorio de la OTAN como España. Sin embargo no le reconocen esos mismos derechos a Rusia: consideran inadmisible la modificación de fronteras de Rusia en Crimea tras el golpe de estado de Maidán, financian las escuadras neonazis para usarlas contra Moscú etc. Muchos progresistas occidentales prefieren no tomar nota de todo esto: de que la OTAN lleva más de 27 años acercando sus fronteras hacia Moscú, de las interminables quejas, ruegos, declaraciones diplomáticas y peticiones de comprensión con las que la diplomacia rusa ha venido respondiendo a esta estrategia aparentemente inocente en las formas pero profundamente agresiva en sus intenciones ¿se puede fijar un posicionamiento moral sin tener en cuenta estos hechos?

Porque los hechos son que la intransigencia y la agresividad occidental en su intento de desvincular a Ucrania primero cultural, luego afectiva, económica y políticamente de Rusia, no se pueden cuestionar. Ucrania es un país dividido lingüísticamente y durante la segunda guerra mundial se produjo un enfrentamiento civil entre ambas comunidades. La parte occidental -originalmente vinculada al imperio austrohúngaro, agrícola, de escasa tradición nacional y ucranoparlante- apoyó mayoritariamente a los invasores alemanes. La segunda -industrial, muy ligada a Rusia desde hace siglos- apoyaba y combatió al lado de su vecino ruso del norte. El conflicto lingüístico quedó razonablemente resuelto durante décadas con la derrota de Alemania en la segunda guerra mundial, pero el golpe de estado de Maidán de 2014 lo reactivó pues servía para alejar a Ucrania de Rusia con el fin último de incorporarla a la OTAN. Dicho golpe no se apoyó sólo en el sector prooccidental de los profesionales urbanos del país, como sugerían los medios occidentales. También y sobre todo se apoyó en las escuadras neonazis que aportaron manifestantes y agitación armada en Kiev. En estos últimos recayó también la persecución de los militantes de izquierda hasta llegar a su exterminio en algunos lugares como sucedió en la casa de los sindicatos de Odessa. En ellos recae también la actual guerra contra las provincias de Donetsk y Luhansk que, igual que Crimea, se quieren separar de Ucrania debido a la elevada concentración de rusoparlantes una vez rotos los consensos en 2014. En ellos se apoya además la actual estructura del ejército ucraniano, pues actúan a modo de comisarios políticos para evitar deserciones. La guerra en Donetsk y Luhansk es una guerra en suelo europeo y viene durando muchos años, una guerra que no ha preocupado demasiado a parte de la izquierda a pesar de que ya costado más de 13.000 vidas fundamentalmente de civiles.

¿Pero por qué tanto lío con Ucrania y en cambio no lo hubo con los países bálticos? El geoestratega norteamericano más influyente y artífice de la ampliación de la OTAN hacia el este, Zbigniew Brzezinski, responde a esta pregunta[i] : “una Rusia que pueda conservar el control sobre Ucrania podría seguir intentando convertirse en un imperio eurasiático, sin Ucrania este objetivo es irrealizable”. Esta interpretación imperialista de la política exterior rusa, que enlaza con la teoría del oso ruso insaciable, es la que siempre han cultivado la diplomacia británica y norteamericana, sin duda las más imperialistas del mundo desde 1800. Sólo recientemente ha sido sustituida por la del nuevo “enemigo apropiado” chino, aunque las similitudes entre ambas son muy grandes. Brzezinski continuaba en 1997: “en algún momento entre 2005 y 2010 Ucrania se habría acercado lo suficientemente al oeste como para iniciar las conversaciones de incorporación a la OTAN” (traducción propia de la versión alemana).

Ambas afirmaciones del geoestratega norteamericano encierran las claves del conflicto: las necesidades más esenciales de seguridad de Rusia dependen de la neutralidad de Ucrania. Por dos razones. 1.) porque el estacionamiento de ojivas nucleares en su territorio amenazarían directamente a Moscú. Es comparable al establecimiento de armas nucleares en Canadá apuntando a Washington; y 2.) Porque la franja territorial ucraniana es lo que le ha dado a Rusia históricamente la «profundidad estratégica” -así se expresa en lenguaje militar-  que le ha permitido defenderse de los invasores y que sigue siendo plenamente vigente hoy para la seguridad de Rusia. Esto significa en plata que la incorporación de Ucrania a la OTAN es incompatible con los derechos de seguridad más elementales de Rusia. Y otra cosa más: el guión y los antecedentes de la intervención en Ucrania hay que buscarlos en Washington antes que en Moscú.

¿Pero no tiene el gobierno ucraniano el derecho de decidir si ingresa o no en un bloque militar? ¿No puede decidir cada país la alianza de la que quiere formar parte y cómo hacerlo?

El propio liberalismo político ha demostrado que la libertad individual termina ahí donde esta provoca una mengua de la libertad de la otra parte. Traducido al derecho internacional en los tratados internacionales este principio significa que los países no tienen el derecho de incrementar su propia seguridad a costa de sus vecinos. Así, por ejemplo, la Carta de París, firmada por todos los países occidentales, por la URSS y Yugoslavia en 1990, reza: “La seguridad es indivisible y la seguridad de cada Estado participante está inseparablemente vinculada a la de todos los demás” (ver https://www.osce.org/files/f/documents/9/d/39521.pdf). Es el principio  más importante para asegurar la paz y evitar las guerras tras las enseñanzas de la segunda guerra mundial: la atribución al otro de los mismos derechos de seguridad que reivindica legítimamente cada país para sí.

¿Cuál es la respuesta de muchos progresistas frente a los acontecimientos en Ucrania? La respuesta ha sido posicionarse tanto frente a unos como frente a otros. Parece que se trata de una posición intachable, pues se apoya en la reivindicación de que los mismos principios sean aplicados efectivamente a todos por igual, una respuesta plenamente compatible con el espíritu de la Carta de París y también con los argumentos que viene defendiendo la diplomacia rusa una y otra vez desde hace casi veinte años: desde Sochi, hasta el Club Waldai pasando por las sucesivas conferencias de seguridad de Munich en las que ha venido participando desde 2007.

¿Pero qué pasa si una de las partes no respeta este principio, si se burla -literalmente- de la otra parte, si considera los argumentos de Rusia como la pataleta de un niño que no se hace a la idea de que no tiene ya nada que decir en la esfera internacional?  ¿Qué se supone que tiene  que hacer la parte amenazada por los persistentes incumplimientos de la otra parte? ¿Hasta cuándo tiene que permanecer sin hacer nada la parte amenazada existencialmente mientras dicho incumplimiento va horadando sus necesidades de seguridad más esenciales? ¿Hasta cuándo tuvieron que esperar las potencias occidentales mientas Hitler intervenía en la guerra de España y se anexionaba Austria y los Sudetes?

Es aquí donde aparece la parte incómoda del asunto, la parte que muchos progresistas prefieren no arrostrar desde la harmonía de los argumentos morales libres de realidades fácticas y de otras suciedades incómodas. Ignorar, hacer como que no han sucedido una serie de cosas, banalizar la secuencia histórica de los acontecimientos para reencontrarse con los argumentos de buenos y malos, soñar que la moral tiene fuerza suficiente para combatir la guerra “de unos y de otros” es, sin duda, la posición más cómoda e impecable. Pero si los argumentos, quejas, peticiones, advertencias, charlas y conferencias no llevan a ninguna parte, si la respuesta de la parte amenazada es un “hasta aquí hemos llegado” entonces los neutrales se llevan las manos a la cabeza: “¡estamos en favor del derecho internacional y la culpa de su ruptura es de Rusia!”. Su posicionamiento pierde su inocencia, no querían intervenir pero ahora lo hacen. Lo hacen asumiendo de facto el relato del verdadero agresor.

De nada sirve esquivar el asunto principal que es el que estamos intentando esbozar aquíPretender, por ejemplo, que el conflicto se fundamenta en el intento de hacerse con las materias primas que duermen en suelo ucraniano, o que todo lo hace girar el diabólico Vladimir Putin es una escapatoria moral para no mancharse las manos. Cuando EEUU intervino en Irak, el argumento “petróleo” fue efectivamente muy importante. Sin embargo tampoco fue el único en ese momento como argumentaron algunos progresistas repitiendo argumentos propios de un materialismo vulgar que más bien los desprestigia. La política interna y externa en general tiene una autonomía propia, una autonomía que obliga a inyectarle complejidad al análisis, que limita el poder explicativo de las razones “económicas” basadas en el valor futuro de las materias primas o también las razones “psicológicas” basados en el carácter corrosivo del “Señor Putin”. Si se quiere comprender la situación creada en Ucrania hay que leer a Brzezinksi, repasar las hemerotecas y los propios argumentos de la diplomacia rusa hechos públicos hasta la saciedad a lo largo de los últimos 20 años: no hay misterio alguno, está todo a la vista para el que quiera entender.

Es necesario protestar contra la guerra, pero es al menos tan importante protestar contra las políticas que la causan pues, si no desaparecen, volverán a producirse guerras. Esto pasa hoy por identificar el carácter ofensivo de la OTAN y oponerse a ella tal y como lo hicimos en los años 1980, cuando dio el primer paso para romper la paridad militar y hundir económicamente a la URSS: es ella la que provocó entonces y la que ha provocado ahora esta situación y no hay nada que nos permita afirmar que no va a provocar otras similares en el futuro si no la paramos. Las agresivas incursiones norteamericanas en los mares del Pacífico con el fin de “contener” a China explican la sorpresiva incondicionalidad con la que su gobierno ha apoyado la respuesta de Rusia en Crimea, y el rosario de bases militares norteamericanas que rodean el territorio de Rusia, no pueden ser más elocuentes para quien quiera comprender. ¿Cuántas bases rusas rodean los EEUU? Ninguna. La diferencia entre querer la paz y hacer lo posible para que se haga realidad pasa por determinar las causas de la guerra, por definir con realismo a los actores que destruyen la paz y las motivaciones que tienen para hacerlo. Son esos actores y esas motivaciones el principal enemigo del pacifismo.

Lo que está sucediendo en Ucrania demuestra en todo caso que no estamos al final de la historia, como pensaban Brzezinksi, Fukuyama & Co, sino más bien al comienzo de un nuevo tramo de la misma. El que este tramo sea unilateral o multilateral es una cuestión existencial para la humanidad, y perdonen si nos ponemos patéticos. Primero porque no habrá justicia y paz sostenibles si una potencia mundial piensa que se puede imponer su universo a todas las demás. Segundo porque sólo podremos salvar el planeta a partir de un consenso mundial que impida que los que más ensucien externalicen el coste de su forma de vida hacia los que no tienen poder para hacer valer su criterio. Y tercero porque la justicia norte-sur es incompatible con la capacidad de un país de imponerle al resto su criterio, su moneda, su economía, sus formas de vida etc. El multilateralismo y su defensa es el mortero que le permitirá a la humanidad hacer frente a las crisis que la atenazan al mismo tiempo: la ambiental, la social, la financiera etc.

El siglo XXI con sus guerras híbridas y sus invasiones humanitarias nos muestra la complejidad que están adquiriendo algunos términos como “violencia”, “humanitarismo”, “guerra” o “paz”, término este último que algunos gobiernos usan como eslogan mientras se preparan activamente para imponerle al contrario su criterio utilizando la violencia si este no lo acepta.  El pacifismo no se impondrá si no aprende a identificar los significados que pueden llegar a adquirir todas estas palabras, a explorar las causas de los conflictos sin recurrir a relatos de buenos y malos, a esos “enemigos apropiados” que tanto facilitan las cosas en el plano moral. No es necesario compartir las políticas de unos gobiernos o de unos dirigentes hacia dentro de sus propios países para poder apoyarlos cuando abrazan causas que dan un respiro a los que siempre han sido sometidos, ignorados y pisoteados, cuando abrazan las causa del multilateralismo. Tampoco era necesario identificarse con el socialismo soviético para reconocer el beneficio que le aportaba a los menos favorecidos dentro y fuera de los países occidentales para saludar la existencia de un equilibrio de poderes en el mundo. El mundo será distinto después de Ucrania 2022, pero sólo será mejor que el de hoy si se acaba imponiendo el multilateralismo.

Barcelona-Madrid marzo 2022
Nota
[i] El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos. Barcelona: Paidós

Autorizada su publicacion por el Autor Eduardo Luque: https://www.elviejotopo.com/topoexpress/crisis-en-ucrania-y-fantasmas-en-la-izquierda/

Tras la denuncia rusa y la presión de China, EE.UU. confesó que organizó una cadena de laboratorios biotecnológicos prohibidos, aunque sigue negando su responsabilidad criminal.


POR EDUARDO J. VIOR 9 – 3 – 2022 TELAM

La subsecretaria de Estado de EE.UU., Victoria Nuland, reconoció este martes que en Ucrania hay laboratorios biológicos cuyo contenido Washington quisiera ocultar de Moscú. La existencia de este tipo de instalaciones estaba siendo tachada de teoría conspirativa y de campaña rusa de desinformación por parte de Occidente, pero ahora Estados Unidos ha admitido finalmente que dichas instalaciones existen realmente e, implícitamente, que en los mismos se estaban fabricando armas bacteriológicas. El cambio de actitud se dio después de que la cancillería china requiriera formalmente a Washington que respondiera a la denuncia rusa sobre la documentación publicada el domingo que revela que en los laboratorios financiados por EE.UU. en Ucrania se fabricaron armas bacteriológicas prohibidas desde 1971. La importancia concedida por Washington a la declaración de China -actualmente embarcada en una iniciativa diplomática conjunta con Francia y Alemania para hallar una solución política a la crisis de Ucrania- sugiere que EE.UU. estaría dispuesto a aceptar los límites que sus principales aliados europeos quieren poner a su duelo con Rusia por la hegemonía euroasiática.

La subsecretaria Nuland debió testificar ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano sobre el conflicto en Ucrania. Durante la audiencia el senador Marco Rubio (R., Florida) le preguntó, si Kiev tiene armas biológicas, a lo que la funcionaria respondió que «Ucrania cuenta con instalaciones de investigación biológica, de las que, de hecho, nos preocupa que las tropas rusas puedan intentar hacerse con el control, por lo que estamos trabajando con los ucranianos en cómo pueden evitar que cualquiera de esos materiales de investigación caiga en manos de las fuerzas rusas, en caso de que se acerquen», dijo.

Acto seguido Nuland refutó las afirmaciones de Moscú de que en dichos laboratorios se hayan desarrollado armas biológicas y calificó esa denuncia de «clásica técnica rusa para culpar a otros por lo que planean hacer ellos mismos». En la misma línea dijo que estaba 100% segura de que, si hay un ataque biológico, será por parte de Rusia. Si los laboratorios no tuvieran importancia militar, a Nuland no le preocuparía que caigan en manos de las tropas rusas, pero, al decir que Rusia será responsable de que se produzca un «ataque con armas biológicas o químicas», ha admitido indirectamente lo que el gobierno ruso ha estado diciendo todo el tiempo: que los biolaboratorios financiados por Estados Unidos están trabajando en el desarrollo de armas biológicas en suelo ucraniano.

Victoria Nuland es una dura funcionaria de carrera, militante del neoconservadurismo y su esposo, Robert Kagan, es uno de los principales ideólogos de esta corriente que ha orientado la política exterior de EE.UU. desde el gobierno de Ronald Reagan (1981-89), con la sola excepción del período de Donald Trump (2017-21). No es habitual que la hoy subsecretaria reconozca errores y, mucho menos, ser cómplice en la comisión de delitos de lesa humanidad. ¿Por qué lo hizo el martes?

La declaración de la funcionaria sucedió casi sin pausa a la velada advertencia china de este mismo martes por la mañana (hora del este de EE.UU.). El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, declaró que China había solicitado que EE.UU. revele detalles sobre sus laboratorios biológicos en territorio ucraniano. “Estados Unidos tiene 336 laboratorios en 30 países bajo su control, incluidos 26 sólo en Ucrania. Debería dar cuenta de sus actividades militares biológicas en su país y en el extranjero y someterse a una verificación multilateral”, advirtió el portavoz. El inmediato efecto que tuvo la presión china indica la importancia que la Casa Blanca reconoce a las gestiones que Pekín, Berlín y París están llevando para resolver el conflicto en Ucrania.

En la misma dirección, este miércoles 9 Rusia instó a EE.UU. a aclarar qué actividad se estaba llevando a cabo en los biolaboratorios financiados por el Departamento de Defensa en Ucrania. Según declaró este miércoles la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova, «se confirmaron las preocupaciones que hemos expresado repetidamente desde hace tiempo respecto al desarrollo por EE.UU. en territorio de Ucrania de materiales biológicos de uso militar». Además, la vocera quiso saber si los materiales producidos en esas instalaciones fueron efectivamente destruidos. «¿No cayeron en manos de extremistas, de nacionalistas? ¿Quién dará estas garantías?», preguntó.

La historia comenzó el pasado domingo 6, cuando el Ministerio de Defensa ruso publicó documentación ucraniana secuestrada por las tropas rusas en la que se informa que Estados Unidos estuvo ayudando a Ucrania a fabricar ilegalmente armas biológicas. Según el portavoz del ministerio, el general Igor Konashenkov, al filo del 24 de febrero pasado Kiev ordenó la destrucción de estos agentes patógenos y de los documentos relacionados con los experimentos realizados. Por su parte, el portal ruso Sputnik publicó un informe detallado sobre este acontecimiento.

No es la primera vez que Rusia acusa a Estados Unidos de respaldar laboratorios de armas biológicas cerca de sus fronteras. En 2018, el Kremlin alegó que Estados Unidos estaba financiando un laboratorio secreto de armas biológicas en Georgia, el que, según ellos, era uno de los varios laboratorios que EE.UU. tiene cerca de las fronteras de Rusia y China. En 2020/21, en el marco de las investigaciones sobre el origen de la pandemia de Covid-19, los gobiernos de Beijing y Moscú exigieron repetidamente –y sin resultado- que Washington abriera a observadores neutrales los numerosos laboratorios biotecnológicos próximos a las fronteras de ambas potencias desde Europa Oriental hasta Asia Meridional. Estados Unidos desmerece oficialmente estas demandas y ha mantenido sistemáticamente que sus laboratorios biológicos extranjeros no producen armas ilegales.

En su comunicado el ministerio de Defensa ruso informó que «hemos recibido documentación de los empleados de los biolaboratorios ucranianos sobre la destrucción de emergencia, el 24 de febrero, de patógenos especialmente peligrosos de la peste, el ántrax, la tularemia, el cólera y otras enfermedades mortales». El documento acusó al «régimen de Kiev» de llevar a cabo una «limpieza de emergencia», para ocultar las pruebas del supuesto programa de armas biológicas en al menos dos laboratorios de las ciudades de Poltava y Járkov, ambas escenario de intensos combates entre las fuerzas rusas y ucranianas en los últimos días.

Facsmil de una de las rdenes para la destruccin de agentes txicos hallada en uno de los laboratorios tomados por Rusia
Facsímil de una de las órdenes para la destrucción de agentes tóxicos hallada en uno de los laboratorios tomados por Rusia

Los documentos publicados por el ministerio incluyen supuestamente una orden del Ministerio de Sanidad ucraniano para destruir los patógenos, así como listas de los gérmenes en cuestión. De acuerdo a la traducción se puede leer que «el Ministro de Seguridad Sanitaria de Ucrania en relación con la introducción de la ley marcial en Ucrania el 24 de febrero de 2022, de acuerdo con la Orden Presidencial de Ucrania el 24.02.2022, Nº 64/2022 solicita asegurar la destrucción de emergencia de patógenos biológicos utilizados para asegurar el sistema de gestión de calidad de los laboratorios en la orden adjunta: apéndice en 2 hojas. en 1 aprox.»

El texto hace evidentemente referencia a Viktor Liashko, Ministro de Sanidad de Ucrania, quien durante su carrera en sucesivos cargos en el ministerio siempre siguió trabajando para la USAID (Agencia norteamericana de Ayuda para el Desarrollo), participando en diversos programas para el combate de epidemias y enfermedades contagiosas.

En los anexos se dan detalladas instrucciones sobre cómo eliminar el material patogénico y cómo procesar el resultado de la eliminación:

A continuación, el documento enumera los cultivos que deben ser destruidos:

C. diphtheriae gravis tox – 0-1101
C. diphtheriae mitis tox- 203 AG
C. pseudeodipthericum 02-92 z (9-61)
C. diphtheriae tox +NCTC 10648
C. diptheriae tox – NCTC 10356
C. xerosis NCTC 12078
B. liheniformis «C»
B. stearothermophilis BKM-B-718
S.aureus.subsp.aureus ATCC 25923 
E Coli (Beta)
P.aeruginosa ATCC 27853
K. penumoniae K-56 3534.51

Lista con el detalle de las toxinas que deban ser eliminadas
Lista con el detalle de las toxinas que debían ser eliminadas

El documento parece estar firmado por el Jefe de los Laboratorios Microbiológicos, Karlivsky V.P., así como por Nadiya Kushka, Lyubov Bobritska, Tetiyana Shebchenko y Peter Vasiliev.

Ahora los archivos están siendo analizados por especialistas rusos de las tropas de protección radiológica, química y biológica, dijo el Ministerio de Defensa ruso. «En un futuro próximo presentaremos los resultados del análisis», indicó el vocero, añadiendo que cree que los documentos demostrarán que Ucrania y Estados Unidos estaban violando el artículo 1 de la Convención sobre Armas Biológicas de la ONU de 1971.

En total, según el periódico ruso Komsomol’skaja Pravda, hay 15 laboratorios biológicos en Ucrania financiados por el Departamento de Defensa estadounidense. Cuatro de ellos están cerca de la capital, Kiev, tres en la región de Lviv, y luego en Járkov, Jerson, Odessa, Vinnitsa, Ternopil, Nikolaev, Poltava y Uzhgorod. Curiosamente, con el inicio de la operación especial rusa en Ucrania, la Embajada de Estados Unidos retiró casi inmediatamente de su página web todos los documentos sobre el programa BIOWEAPON LAB de Ucrania, que se llevó a cabo en estos laboratorios biológicos secretos.

Un observador militar consultado por Sputnik, el coronel retirado Viktor Litovkin, dijo que la cuestión de los laboratorios biológicos estadounidenses en los países de la antigua Unión Soviética es muy grave. Estados Unidos se ve obligado a crear laboratorios biológicos en otros países, porque las leyes norteamericanas no le permiten hacerlo en su propio territorio. El ex militar propuso que los materiales encontrados por dichos laboratorios sean estudiados por expertos de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), además de plantear el tema en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Tras la demanda de la República Popular China y la declaración de la subsecretaria Victoria Nuland ante el Senado puede considerarse como confirmado que en los 26 laboratorios que viene financiando en Ucrania desde 2010 el gobierno norteamericano ha desarrollado armas bacteriológicas, violando así la legislación internacional y cometiendo un crimen de Estado que debería ser juzgado por la Corte Penal Internacional.

Los documentos son congruentes con las numerosas denuncias que Rusia y China han hecho en los últimos años sobre la cadena de laboratorios biotecnológicos puestos con fondos estatales o privados (Bill Gates) desde Europa Oriental hasta Asia del Sur. Por la gravedad de sus efectos posibles la comunidad internacional debería comprometerse con una investigación científica y neutral de las sospechas manifestadas por Moscú y Beijing.

Hasta ahora las denuncias en este sentido hechas durante muchos años no solamente por los gobiernos de Rusia y China cayeron en saco roto. Sin embargo esta vez tuvieron tanta fuerza que llevaron al gobierno de Joe Biden a confesar indirectamente la comisión de crímenes de lesa humanidad. Esto indica, aunque sea momentáneamente, que EE.UU. tiene en cuenta la mediación iniciada por Alemania, China y Francia y que ha tocado un límite que no puede sobrepasar. Ojalá así sea, porque sería el comienzo de un camino hacia la paz.

*Analista internacional

FUENTE:

https://www.telam.com.ar/notas/202203/585872-rusia-ucrania-armas-bacteriologicas.html

Entrevista en HispanTv que me realizaron sobre la guerra «ocultada» con los nuevos bloqueos de combustibles, alimentos y medicinas por Arabia Saudita contra el Yemen que causó mas de 377 mil muertos (hasta Nov/2021 según la ONU) Y su terrible crisis Humanitaria que asesina un niño menor de 5 años cada 9 minutos. Y es apoyada por Europa y EEUU, esos mismos que hoy se desgarran las vestiduras por el ataque Ruso en Ucrania…hipocresía infinita

El pueblo yemení está en las calles de Saná, la capital, y otras ciudades, para protestar contra el brutal bloqueo saudí, respaldado por EE.UU., impuesto al país y, por ende, al pueblo. Bajo el título: “La detención de los barcos de combustible es una decisión de EE.UU., nuestra elección son el Huracán de protestas de Yemen”.

Estas protestas tienen lugar en medio de la peor crisis de combustible que sufre ese país desde el comienzo de la invasión saudí, en 2015, ya que la coalición invasora, por órdenes de EE.UU., sigue incautando buques petroleros yemeníes que, de paso, cuentan con el permiso de entrada de la ONU, es decir, los buques yemeníes para atracar en puertos yemeníes, necesitan que la ONU les dé permiso, y que a la coalición saudí le de la gana de permitir el paso.

Lo que se ve en Saná y en otras ciudades es terrible: Además de la destrucción del país, de su infraestructura, la crisis humanitaria causada a su pueblo, ahora la presión se acentúa por la escasez de gasolina.

Las largas colas de vehículos en las estaciones de servicio de la capital y otras ciudades, llegan a los 4 kms de largo, algo realmente impresionante. Las consecuencias de esto hacen mucho más crítica la situación del país más pobre del mundo árabe, que llegó a estos niveles gracias a esta invasión saudí promovida por EE.UU., que ya cumple 7 años; el sistema de salud está al borde del colapso, se ha tenido que interrumpir el trabajo en muchos sectores productivos y de servicios, además de que ya se están produciendo cortes de energía eléctrica todos los días, en el día y en la noche.

Los yemeníes responsabilizan a EE.UU. por apoyar la iniciativa saudí de impedir el arribo y descarga de combustible desde los barcos petroleros yemeníes que arriban al puerto yemení de Al-Hudaida e insisten en que en la resistencia está la supervivencia; las operaciones del ejército yemení con el valioso respaldo de Ansarolá, contra territorios emiratíes y saudíes, especialmente contra las instalaciones de la petrolera Aramco, serán la única forma de acabar con este bloqueo criminal.

Entrevistado por el Periodista Martin Reinaldi, expusimos y analizamos junto al Periodista Marcelo Taborda. Para el programa: «Redacción Abierta» sobre la situación de la Crisis en Europa del Este y sus consecuencias por Canal 10 de Aire, Canal de los Servicios de Radio y Difusión de la Universidad Nacional de Córdoba 

El Dr. Francisco Javier Martinez desde España en comunicación con Radio UTC 102,9 FM de la República del Ecuador la radio de la Universidad Técnica de Cotopaxi, analiza la situación del Conflicto del Este de Europa y sus consecuencias económicas globales

VIDEO:

El miembro de Dossier Geopolitico y Director Académico Dr. Miguel A. Barrios presentó su último libro: “Por qué Patria Grande. Teoría y praxis de una política latinoamericana en tiempos de pandemia”, en la Biblioteca del Congreso de la Nación Argentina organizado por el Comité Nacional de Jóvenes Argentina de la ISP

https://www.facebook.com/808560139215198/videos/443218204193463/?extid=WA-UNK-UNK-UNK-AN_GK0T-GK1C&ref=sharing

Miguel Ángel Barrios ha dedicado sus esfuerzos y su vida a la construcción de la Patria Grande. El título de este libro, Por qué Patria Grande: teoría y praxis de una política latinoamericana en tiempos de pandemia, revela el núcleo de su reflexión como historiador y geopolítico. Barrios ha buscado identificar las causas de los obstáculos, internos y externos, que se han opuesto a la construcción de la unión de América del Sur, precursora necesaria de la unión de América Latina.

La Patria Grande debe tener bases sólidas en la Argentina, un Estado-nación de origen español y mestizo, y en Brasil, de origen portugués y mestizo. Los estadistas y pensadores del pasado llaman a los del presente, en especial a Alberto Fernández y Luiz Inácio Lula da Silva, a tomar en sus brazos y en su corazón la tarea de superar todos los obstáculos y continuar, sin temor, la histórica misión de construir la Patria Grande.

Samuel Pinheiro Guimarães (*)

(*) Escritor, político y diplomático brasileño. fue secretario general del Ministerio de Relaciones Exteriores hasta el 2009, cuando pasó a ser Ministro Jefe de la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la República.​ Fue profesor de la Universidade de Brasília (UnB) y del Instituto Rio Branco (IRBr/MRE). Es autor de los libros Quinhentos anos de periferia (UFRGS/Contraponto, 1999) y Desafios brasileiros na era dos gigantes (Contraponto, 2006). En 2006 recibió el premio Juca Pato como el Intelectual del Año, premio otorgado por la Unión Brasileña de Escritores.

El siguiente capítulo será el aumento de tensión con China que buscará forzar el distanciamiento de Europa y otros países respecto a China. Esta etapa ya se inició con la disputa del mar de China, el apoyo a Taiwán y recientemente con la decisión de instalar misiles de largo alcance en Japón

Por Sixto Jiménez Economista y empresario, ex directivo multinacional, autor de Cuestión de Confianza.

El gran pulso político mundial desde hace unos años, y para muchos más, es la rivalidad entre los Estados Unidos y China por liderar el mundo.

La guerra comercial, tecnológica y política entre ambos está en marcha y se acrecentará en los próximos años con riesgo de degenerar en conflicto armado.

El pulso con Rusia es un mero capítulo inicial de esta guerra multifacética contra China y está destinado a romper las relaciones Europa-Rusia dejando a Europa del lado americano en la creciente confrontación de bloques. Y a Rusia debilitada en la esfera de influencia de China.

La tensión entre Estados Unidos y Rusia por la expansión de la OTAN ha ignorado en todo momento a Europa y sus intereses. Estados Unidos atacó el proyecto de gasoducto en el Báltico desde el primer momento contra el interés estratégico de Alemania y Europa Central

Cuando la invasión de Ucrania haya terminado, sea cual fuere el resultado militar, Europa aumentará notablemente su gasto en armamento, lo que disminuirá su nivel de vida real, y habrá perdido competitividad al adquirir gas y petróleo más caros. Entretanto Estados Unidos hará un magnífico negocio como gran exportador que es de ambos productos y de armamento. 

Los gastos de la OTAN en el conflicto han sido decididos por Estados Unidos y serán pagados en su mayor parte por Europa. Las sanciones a Rusia habrán tenido un gran coste para Occidente y en su mayor parte lo soportará Europa. Rusia quedará muy dañada económicamente y su falta de capacidad de compra la pagará Europa en mucha mayor medida que Estados Unidos al perder mercados. La banca europea tiene concedidas grandes sumas en crédito a Rusia que no serán recuperadas. 

Los Estados Unidos nos venderán más armas, gas licuado y hasta productos agrícolas.

El siguiente capítulo será el aumento de tensión con China que buscará forzar el distanciamiento de Europa y otros países respecto a China. Esta etapa ya se inició con la disputa del mar de China, el apoyo a Taiwán y recientemente con la decisión de instalar misiles de largo alcance en Japón. El tren de la ruta de la seda será el próximo objetivo a eliminar y para ello habrá sido un logro esencial la ruptura entre Rusia y Europa.

Asia es y será cada vez en mayor medida el centro económico del mundo y en buena medida el líder tecnológico, por lo que es indispensable optimizar las relaciones con ellos.

Lástima Europa, con valores pero sin valor; con potencial pero sin unión ni liderazgo; y con gran nivel económico actual pero condenada al envejecimiento, al declive y a ser mera comparsa de Estados Unidos en el liderazgo mundial. 

FUENTE https://www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/europa-vencida_129_8807467.html 

Es hora de preguntar: ¿cómo sería un acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia?

Por Anatol Lieven es socio investigador sobre Rusia y Europa en el Quincy Institute for Responsible Statecraft.

Todavía existe la posibilidad de llegar a un acuerdo diplomático que traiga consigo el fin de esta terrible guerra y la retirada militar rusa, y, al mismo tiempo, salvaguarde los intereses vitales de Ucrania. De hecho, si los rusos se retiran algún día, un acuerdo diplomático sobre los términos de la retirada será necesario.

La primera ronda de conversaciones entre Ucrania y Rusia ha tenido lugar en Bielorrusia. Un miembro de la delegación ucraniana ha declarado que “las partes identificaron una serie de temas prioritarios para los que se esbozaron ciertas soluciones”.

Occidente debería respaldar el acuerdo de paz y la retirada rusa ofreciendo a Rusia el levantamiento de todas las recientes sanciones que se le han impuesto. La oferta a Ucrania debería consistir en un paquete de reconstrucción de amplio alcance que, a su vez, ayude al país a acercarse a Occidente económica y políticamente, más que militarmente, tal y como Finlandia y Austria pudieron hacer durante la Guerra Fría a pesar de su neutralidad.

Las exigencias de la parte rusa son que Ucrania firme un tratado de neutralidad, que se comprometa a la “desmilitarización” y la «desnazificación”, y que reconozca la soberanía rusa sobre Crimea, de la que Rusia volvió a apoderarse tras la revolución ucraniana. Estas exigencias son una mezcla de lo aceptable, lo inaceptable y lo indefinido.

La opción de la neutralidad ucraniana a menudo ha sido llamada “finlandización”, y quizá la decidida y unificada respuesta de Ucrania a la agresión rusa durante la semana pasada haya otorgado un nuevo significado a ese término. Porque al igual que los finlandeses en la “Guerra de Invierno» de 1939-40, los ucranianos también han sido abandonados militarmente por Occidente, que ha declarado pública y repetidamente que no tiene intención de luchar para defenderlos.

Por otra parte, parece ser que el extraordinario valor y la resolución con que lucharon los finlandeses convencieron a Stalin de que gobernar Finlandia sería un reto demasiado grande. Finlandia se convirtió en la única parte del antiguo Imperio Ruso en no incorporarse a la URSS, y durante la Guerra Fría, aunque neutral por tratado, fue capaz de desarrollarse como una exitosa democracia social de mercado. De igual modo, debemos esperar que el coraje y la determinación de los ucranianos hayan convencido a Putin de que será imposible dirigir Ucrania como un Estado cliente ruso y de que la neutralidad es el mejor trato que va a conseguir.

El presidente Volodímir Zelenski ha hecho lo correcto al insinuar públicamente que podría ofrecerse un tratado de neutralidad, porque esta guerra ha dejado dos cosas absolutamente en claro: que Rusia luchará para evitar que Ucrania se convierta en un aliado militar de Occidente y que Occidente no luchará para defender a Ucrania. En vista de ello, mantener abierta la posibilidad de una oferta de adhesión a la OTAN que ésta no tiene intención de realizar jamás y pedir a los ucranianos que mueran por esta ficción es algo peor que hipócrita.

En cuanto a la “desmilitarización” y la “desnazificación”, su significado y sus términos deberán ser negociados. La desmilitarización es, obviamente, inaceptable si significa que Ucrania debe disolver unilateralmente sus fuerzas armadas. Sin embargo, la última declaración del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, sugiere que Rusia aceptaría una prohibición de los misiles con base en Ucrania. Esto podría tomar como modelo una garantía similar: la ofrecida por Estados Unidos, que puso fin a la crisis de los misiles de Cuba.

En cuanto a la “desnazificación”, presuntamente esto significa que Ucrania debería prohibir los partidos y milicias nacionalistas de extrema derecha a instancias de Rusia. Se trata de una injerencia totalmente inaceptable en los asuntos internos de Ucrania, pero tal vez Ucrania pueda hacer una contraoferta que satisfaga las preocupaciones de Moscú sobre los derechos y el futuro de la minoría rusa en Ucrania, garantizándolos en el marco de la Constitución ucraniana ―algo que, por cierto, Occidente debería apoyar de todos modos, de acuerdo con sus propios principios―.

Queda la demanda de reconocimiento de la anexión rusa de Crimea. Aquí, el respeto al derecho internacional (ligeramente ambiguo en el caso de Crimea, que solo fue transferida de Rusia a Ucrania por decreto soviético en 1954) deberá ser atemperado por un análisis deliberado de la realidad, la prevención de futuros conflictos y los intereses de la gente común en la región, que es esencialmente lo que hemos estado pidiendo a Rusia en el caso de Kosovo.

Ucrania ya ha perdido Crimea y no puede recuperarla, así como Serbia no puede recuperar Kosovo, sin una guerra sangrienta e interminable que en este caso Ucrania perdería con casi total seguridad. Nuestro principio en todas estas disputas debe ser que el destino de los territorios en cuestión sea decidido por referendos democráticos locales bajo supervisión internacional. Esto debería aplicarse también a las repúblicas separatistas del Donbás.

Estas propuestas serán denunciadas como una “recompensa a la agresión rusa”, pero si el objetivo original de Putin era subyugar a toda Ucrania, con un acuerdo así Moscú quedaría muy lejos de sus objetivos máximos. Además, tal acuerdo no daría a Rusia nada que no haya conseguido ya en la práctica antes del lanzamiento de la invasión.

Occidente está en lo moralmente correcto al oponerse a la monstruosa e ilegal guerra rusa y al haber impuesto sanciones excepcionalmente severas a Rusia como respuesta, pero se equivocaría moralmente al oponerse a un acuerdo razonable que ponga fin a la invasión y evite al pueblo de Ucrania un sufrimiento terrible. El propio historial de Estados Unidos a lo largo de esta era no ofrece base alguna para un hiperlegalismo tan mojigato.

Anatol Lieven es socio investigador sobre Rusia y Europa en el Quincy Institute for Responsible Statecraft.

Traducción de Julián Cnochaert.

FUENTE:

https://www.eldiario.es/internacional/theguardian/

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, nos presenta esta semana en el Club de La Pluma, una columna de repudio absoluto a toda la infraestructura mediática de Occidente puesta en marcha con el conflicto en Europa del este, mientras denuncia una coordinación y una coincidencia absoluta entre los partidos neoconservadores y liberales europeos con los progresistas de izquierda, que van a la saga de las decisiones de EEUU, utilizando a Europa para desestabilizar a Rusia.

Y nos manifiesta su rechazo a los grandes medios de comunicación masivos de Occidente, que se han transformado en un gigantesco aparato publicitario y propagandístico -que NO informativo- y en un arma de disciplinar a las poblaciones y de encolumnar a una mal llamada “opinión pública”, a través de toda una serie de falsedades, mentiras, montajes, imágenes amañadas, etc. Llegando a sancionar  y eliminar a científicos, personajes públicos, artistas, deportistas y hasta la estupidez de quitar de los menús a la ensalada rusa. Mientras se niegan -con su influencia- a  frenar la guerra, buscando con su manipulación a que siga el conflicto. Un boicot absoluto a las negociaciones mientras no realizan un solo acto convocando a la paz, ni aceptan a ningún intermediario en las negociaciones y SI tratan por todas las maneras, de que esto se demonice, se alargue y que todo vaya a peor.

También nos señala la disciplina, la subordinación y la verticalidad de esa prensa, tanto de derechas como de izquierdas, al sostener la versión única de que es una agresión rusa por fuera del derecho internacional. Cuando justamente ha ocultado durante estos últimos 7 días los bombardeos de Arabia Saudita sobre El Yemen. Una guerra silenciada desde hace 10 años, con 300.000 muertos, muchos por hambre y consentidos por Occidente. Y también que, en la misma semana, no ha publicado nada de los bombardeos israelíes sobre Damasco o los sufridos por Somalia de parte de la aviación de EEUU. Todo ello silenciado por los mismos medios que no cejan en señalar a Moscú como único culpable de las pérdidas de vidas en Ucrania.

Y mientras nuestro director asume que por decir lo que dice, será acusado de “pro ruso y pro chino”, nos recuerda, como tantas veces lo ha señalado en esta columna, que este conflicto no comenzó hace unos días sino hace 8 años, con un golpe de estado en Ucrania y con una agresión nazi fascista, criminal, subversiva y terrorista del gobierno de Kiev sobre las regiones autónomas del Donbás. Y que allí se sigue asesinando a mansalva a la población civil ruso parlante y destruyendo la infraestructura de esa región. Mientras la prensa occidental, o sea, la prensa anglosajona, transmite tales crímenes como si fuesen actos realizados por Rusia.

Entre tanto, Carlos analiza a conciencia todo el escenario mundial con argumentos y datos sólidos, y afirma que esta guerra es apenas parte de otra guerra mucho mayor, originada en la desesperación de EEUU y sus aliados por tratar de frenar el inevitable avance de Rusia y China como potencias emergentes. Lo que ya ha  dado paso a un nuevo orden multipolar que resume un cambio histórico y tectónico para la humanidad. Mientras que “El Consenso de Washington de los Noventa” ya ha muerto y que aquel Occidente que era amo y señor de la tierra, es cosa del pasado.

También nuestro director desgrana en profundidad el papel actual de Europa, que ha perdido a una estadista como Merkel y que “se está pegando un tiro en los pies”, ya que sufrirá las consecuencias económicas del conflicto por el incremento de los valores energéticos y por el daño interior que le traerán las sanciones a Rusia. Pero también porque no podrá hacer frente a los grandes y profundos cambios geopolíticos globales.

Eduardo Bonugli (Madrid, 06/03/22)

Ciudadanos de la Republica Popular del Donetsk (RPD) Festejan el reconocimiento de su independencia de Ucrania
Civiles huyen de los ataques de las tropas Ucranianas en las Republicas del Donetsk y Lugansk

¿El malo de la película?

As I Please…

por Martin van Creveld (*) http://www.martin-van-creveld.com/

La guerra en Ucrania sigue y sigue. Aunque los analistas son tantos como moscas sobre un montón de ya sabes qué, la verdad es que uno de ellos sabe cómo va a terminar. Siendo tal el caso, quiero dejar constancia de mis últimos pensamientos.

Primero, Putin puede ser un hombre muy malo. Sin embargo, no tiene sentido decirlo continuamente. Basado en un razonamiento histórico, está haciendo lo que cree que debe hacer en nombre de su país. Que el propio razonamiento histórico no es ni mejor ni peor que cualquier otro razonamiento de este tipo; parte realidad, parte mito, parte propaganda. No importa. Para hacerle frente, en primer lugar, es necesario comprender lo que piensa, por qué y qué se puede y qué no se puede hacer al respecto. Más aún porque tiene suficientes armas nucleares como para volar al mundo.

En segundo lugar, esta es una guerra de supervivencia no solo para Ucrania sino, también, para Rusia. En el caso de Ucrania, eso se debe a que la derrota la reduciría a ser una provincia rusa. Como solía ser desde 1793 cuando Catalina la Grande se unió a Austria y Prusia en la partición de Polonia, un movimiento que por primera vez llevó a Rusia a las costas del Mar Negro. En el caso de Rusia, lo es porque, si se pierde esta lucha, el país puede esperar desintegrarse en quién sabe muchos fragmentos guerreros. Tal como sucedió en 1990. La recuperación, aún suponiendo que sea posible, llevará décadas. Véase, como ejemplo de cómo puede ser, «The Time of Trouble» (1598-1613). (1)

Tercero, este va a ser un conflicto largo y sangriento. Aunque puede haber tomado un poco más de lo planeado originalmente, algo nada inusual en la guerra; los rusos llegaron a las ciudades más importantes de Ucrania y las sitiaron. Sin embargo, no los han tomado. Como he escrito antes, la guerra urbana es quizás la forma de guerra más difícil en la que puede participar una fuerza atacante. Solo piense en la batalla de Stalingrado de meses de duración en 1942/43, y sabrá a lo que me refiero.

En cuarto lugar, incluso si los rusos logran ocupar las ciudades, la guerra, en forma de insurrección, guerrilla y terrorismo, continuará. Como, por mencionar sólo dos ejemplos recientes, lo hizo tanto en Afganistán como en Irak. La verdadera Ucrania, al ser plana, no presenta el mejor terreno para librar estas formas de guerra. En comparación con muchos otros, los rusos también disfrutan de la importante ventaja de poder entender el idioma. Pero dos factores están trabajando en la otra dirección. Uno es el tamaño del país y la población, que amenazan con hundir a cualquier fuerza de ocupación (por eso, allá por 1793, los rusos pudieron ocuparla, en primer lugar porque estaba -prácticamente- deshabitada). El otro, la disponibilidad inmediata de todo tipo de asistencia de la OTAN, que solo puede aumentar con el paso del tiempo.

En quinto lugar, se dice que las fuerzas de Putin están utilizando algunas armas poco ortodoxas capaces de causar muchas bajas e infligir daños inmensos en los edificios, en particular. Particularmente importantes son las denominadas armas termobáricas que funcionan mediante la detonación de una mezcla de aire y combustible, lo que da como resultado una explosión extraordinariamente poderosa y temperaturas extremadamente altas. Pero, Putin no es el único que las usa. Los estadounidenses lo hicieron tanto en Hue en 1968 como en Faluya en diciembre de 2004; y tanto los estadounidenses como los británicos los usaron en Afganistán. Entonces, ¿quiénes son ellos para quejarse?

Sexto, es incierto si Rusia se romperá con las sanciones. Mi propia suposición es que no lo hará. En parte porque los rusos pueden aguantar casi cualquier cosa. Y en parte porque Alemania, por ejemplo, depende de Rusia para el 51 por ciento de su petróleo y gas; sin ellos, la industria alemana pronto se paralizará. Viceversa, la única certeza es que la guerra romperá la economía de Ucrania.

Séptimo, la única forma en que Putin puede ganar esta guerra es encontrando algunos ucranianos capaces y dispuestos a establecer un gobierno que colabore con él. Eso, sin embargo, parece poco probable que suceda.

Finalmente, en esta guerra como en cualquier otra la primera víctima es la verdad. Esa es una de las razones por las que cualquiera que crea que puede ver el futuro es bienvenido a intentarlo y así sucesivamente. 

Traducción y nota: Carlos Pissolito

Nota:

(1) Se refiere a un periodo conocido como la Guerra Civil Rusa en varias publicaciones históricas que tratan este tema.
FUENTE https://espacioestrategico.blogspot.com/2022/03/el-malo-de-la-pelicula.html

(*) Van Creveld nació en los Países Bajos en la ciudad de Rotterdam en el seno de una familia judía. Sus padres, Leon y Margaret, eran sionistas acérrimos que lograron evadir la Gestapo durante la Segunda Guerra Mundial. En 1950, su familia emigró a Israel y Creveld creció en Ramat Gan. De 1964 a 1969, estudió historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén y obtuvo una maestría. De 1969 a 1971, estudió historia en la London School of Economics y recibió un doctorado. Su tesis se tituló Grecia y Yugoslavia en la estrategia de Hitler, 1940–1941.La tesis doctoral de Van Creveld sobre la estrategia de Hitler en los Balcanes durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial se publicó como libro en 1973: «La estrategia de Hitler, 1940-1941. La pista de los Balcanes». Después de completar su doctorado en 1971, van Creveld regresó a Israel y comenzó a enseñar en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Se convirtió en profesor en 1988. En 2007, se retiró de la enseñanza en la Universidad Hebrea y comenzó a enseñar en el Programa de Estudios de Seguridad de la Universidad de Tel Aviv.