Es hora de preguntar: ¿cómo sería un acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia?

Por Anatol Lieven es socio investigador sobre Rusia y Europa en el Quincy Institute for Responsible Statecraft.

Todavía existe la posibilidad de llegar a un acuerdo diplomático que traiga consigo el fin de esta terrible guerra y la retirada militar rusa, y, al mismo tiempo, salvaguarde los intereses vitales de Ucrania. De hecho, si los rusos se retiran algún día, un acuerdo diplomático sobre los términos de la retirada será necesario.

La primera ronda de conversaciones entre Ucrania y Rusia ha tenido lugar en Bielorrusia. Un miembro de la delegación ucraniana ha declarado que “las partes identificaron una serie de temas prioritarios para los que se esbozaron ciertas soluciones”.

Occidente debería respaldar el acuerdo de paz y la retirada rusa ofreciendo a Rusia el levantamiento de todas las recientes sanciones que se le han impuesto. La oferta a Ucrania debería consistir en un paquete de reconstrucción de amplio alcance que, a su vez, ayude al país a acercarse a Occidente económica y políticamente, más que militarmente, tal y como Finlandia y Austria pudieron hacer durante la Guerra Fría a pesar de su neutralidad.

Las exigencias de la parte rusa son que Ucrania firme un tratado de neutralidad, que se comprometa a la “desmilitarización” y la «desnazificación”, y que reconozca la soberanía rusa sobre Crimea, de la que Rusia volvió a apoderarse tras la revolución ucraniana. Estas exigencias son una mezcla de lo aceptable, lo inaceptable y lo indefinido.

La opción de la neutralidad ucraniana a menudo ha sido llamada “finlandización”, y quizá la decidida y unificada respuesta de Ucrania a la agresión rusa durante la semana pasada haya otorgado un nuevo significado a ese término. Porque al igual que los finlandeses en la “Guerra de Invierno» de 1939-40, los ucranianos también han sido abandonados militarmente por Occidente, que ha declarado pública y repetidamente que no tiene intención de luchar para defenderlos.

Por otra parte, parece ser que el extraordinario valor y la resolución con que lucharon los finlandeses convencieron a Stalin de que gobernar Finlandia sería un reto demasiado grande. Finlandia se convirtió en la única parte del antiguo Imperio Ruso en no incorporarse a la URSS, y durante la Guerra Fría, aunque neutral por tratado, fue capaz de desarrollarse como una exitosa democracia social de mercado. De igual modo, debemos esperar que el coraje y la determinación de los ucranianos hayan convencido a Putin de que será imposible dirigir Ucrania como un Estado cliente ruso y de que la neutralidad es el mejor trato que va a conseguir.

El presidente Volodímir Zelenski ha hecho lo correcto al insinuar públicamente que podría ofrecerse un tratado de neutralidad, porque esta guerra ha dejado dos cosas absolutamente en claro: que Rusia luchará para evitar que Ucrania se convierta en un aliado militar de Occidente y que Occidente no luchará para defender a Ucrania. En vista de ello, mantener abierta la posibilidad de una oferta de adhesión a la OTAN que ésta no tiene intención de realizar jamás y pedir a los ucranianos que mueran por esta ficción es algo peor que hipócrita.

En cuanto a la “desmilitarización” y la “desnazificación”, su significado y sus términos deberán ser negociados. La desmilitarización es, obviamente, inaceptable si significa que Ucrania debe disolver unilateralmente sus fuerzas armadas. Sin embargo, la última declaración del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, sugiere que Rusia aceptaría una prohibición de los misiles con base en Ucrania. Esto podría tomar como modelo una garantía similar: la ofrecida por Estados Unidos, que puso fin a la crisis de los misiles de Cuba.

En cuanto a la “desnazificación”, presuntamente esto significa que Ucrania debería prohibir los partidos y milicias nacionalistas de extrema derecha a instancias de Rusia. Se trata de una injerencia totalmente inaceptable en los asuntos internos de Ucrania, pero tal vez Ucrania pueda hacer una contraoferta que satisfaga las preocupaciones de Moscú sobre los derechos y el futuro de la minoría rusa en Ucrania, garantizándolos en el marco de la Constitución ucraniana ―algo que, por cierto, Occidente debería apoyar de todos modos, de acuerdo con sus propios principios―.

Queda la demanda de reconocimiento de la anexión rusa de Crimea. Aquí, el respeto al derecho internacional (ligeramente ambiguo en el caso de Crimea, que solo fue transferida de Rusia a Ucrania por decreto soviético en 1954) deberá ser atemperado por un análisis deliberado de la realidad, la prevención de futuros conflictos y los intereses de la gente común en la región, que es esencialmente lo que hemos estado pidiendo a Rusia en el caso de Kosovo.

Ucrania ya ha perdido Crimea y no puede recuperarla, así como Serbia no puede recuperar Kosovo, sin una guerra sangrienta e interminable que en este caso Ucrania perdería con casi total seguridad. Nuestro principio en todas estas disputas debe ser que el destino de los territorios en cuestión sea decidido por referendos democráticos locales bajo supervisión internacional. Esto debería aplicarse también a las repúblicas separatistas del Donbás.

Estas propuestas serán denunciadas como una “recompensa a la agresión rusa”, pero si el objetivo original de Putin era subyugar a toda Ucrania, con un acuerdo así Moscú quedaría muy lejos de sus objetivos máximos. Además, tal acuerdo no daría a Rusia nada que no haya conseguido ya en la práctica antes del lanzamiento de la invasión.

Occidente está en lo moralmente correcto al oponerse a la monstruosa e ilegal guerra rusa y al haber impuesto sanciones excepcionalmente severas a Rusia como respuesta, pero se equivocaría moralmente al oponerse a un acuerdo razonable que ponga fin a la invasión y evite al pueblo de Ucrania un sufrimiento terrible. El propio historial de Estados Unidos a lo largo de esta era no ofrece base alguna para un hiperlegalismo tan mojigato.

Anatol Lieven es socio investigador sobre Rusia y Europa en el Quincy Institute for Responsible Statecraft.

Traducción de Julián Cnochaert.

FUENTE:

https://www.eldiario.es/internacional/theguardian/

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, nos presenta esta semana en el Club de La Pluma, una columna de repudio absoluto a toda la infraestructura mediática de Occidente puesta en marcha con el conflicto en Europa del este, mientras denuncia una coordinación y una coincidencia absoluta entre los partidos neoconservadores y liberales europeos con los progresistas de izquierda, que van a la saga de las decisiones de EEUU, utilizando a Europa para desestabilizar a Rusia.

Y nos manifiesta su rechazo a los grandes medios de comunicación masivos de Occidente, que se han transformado en un gigantesco aparato publicitario y propagandístico -que NO informativo- y en un arma de disciplinar a las poblaciones y de encolumnar a una mal llamada “opinión pública”, a través de toda una serie de falsedades, mentiras, montajes, imágenes amañadas, etc. Llegando a sancionar  y eliminar a científicos, personajes públicos, artistas, deportistas y hasta la estupidez de quitar de los menús a la ensalada rusa. Mientras se niegan -con su influencia- a  frenar la guerra, buscando con su manipulación a que siga el conflicto. Un boicot absoluto a las negociaciones mientras no realizan un solo acto convocando a la paz, ni aceptan a ningún intermediario en las negociaciones y SI tratan por todas las maneras, de que esto se demonice, se alargue y que todo vaya a peor.

También nos señala la disciplina, la subordinación y la verticalidad de esa prensa, tanto de derechas como de izquierdas, al sostener la versión única de que es una agresión rusa por fuera del derecho internacional. Cuando justamente ha ocultado durante estos últimos 7 días los bombardeos de Arabia Saudita sobre El Yemen. Una guerra silenciada desde hace 10 años, con 300.000 muertos, muchos por hambre y consentidos por Occidente. Y también que, en la misma semana, no ha publicado nada de los bombardeos israelíes sobre Damasco o los sufridos por Somalia de parte de la aviación de EEUU. Todo ello silenciado por los mismos medios que no cejan en señalar a Moscú como único culpable de las pérdidas de vidas en Ucrania.

Y mientras nuestro director asume que por decir lo que dice, será acusado de “pro ruso y pro chino”, nos recuerda, como tantas veces lo ha señalado en esta columna, que este conflicto no comenzó hace unos días sino hace 8 años, con un golpe de estado en Ucrania y con una agresión nazi fascista, criminal, subversiva y terrorista del gobierno de Kiev sobre las regiones autónomas del Donbás. Y que allí se sigue asesinando a mansalva a la población civil ruso parlante y destruyendo la infraestructura de esa región. Mientras la prensa occidental, o sea, la prensa anglosajona, transmite tales crímenes como si fuesen actos realizados por Rusia.

Entre tanto, Carlos analiza a conciencia todo el escenario mundial con argumentos y datos sólidos, y afirma que esta guerra es apenas parte de otra guerra mucho mayor, originada en la desesperación de EEUU y sus aliados por tratar de frenar el inevitable avance de Rusia y China como potencias emergentes. Lo que ya ha  dado paso a un nuevo orden multipolar que resume un cambio histórico y tectónico para la humanidad. Mientras que “El Consenso de Washington de los Noventa” ya ha muerto y que aquel Occidente que era amo y señor de la tierra, es cosa del pasado.

También nuestro director desgrana en profundidad el papel actual de Europa, que ha perdido a una estadista como Merkel y que “se está pegando un tiro en los pies”, ya que sufrirá las consecuencias económicas del conflicto por el incremento de los valores energéticos y por el daño interior que le traerán las sanciones a Rusia. Pero también porque no podrá hacer frente a los grandes y profundos cambios geopolíticos globales.

Eduardo Bonugli (Madrid, 06/03/22)

Ciudadanos de la Republica Popular del Donetsk (RPD) Festejan el reconocimiento de su independencia de Ucrania
Civiles huyen de los ataques de las tropas Ucranianas en las Republicas del Donetsk y Lugansk

¿El malo de la película?

As I Please…

por Martin van Creveld (*) http://www.martin-van-creveld.com/

La guerra en Ucrania sigue y sigue. Aunque los analistas son tantos como moscas sobre un montón de ya sabes qué, la verdad es que uno de ellos sabe cómo va a terminar. Siendo tal el caso, quiero dejar constancia de mis últimos pensamientos.

Primero, Putin puede ser un hombre muy malo. Sin embargo, no tiene sentido decirlo continuamente. Basado en un razonamiento histórico, está haciendo lo que cree que debe hacer en nombre de su país. Que el propio razonamiento histórico no es ni mejor ni peor que cualquier otro razonamiento de este tipo; parte realidad, parte mito, parte propaganda. No importa. Para hacerle frente, en primer lugar, es necesario comprender lo que piensa, por qué y qué se puede y qué no se puede hacer al respecto. Más aún porque tiene suficientes armas nucleares como para volar al mundo.

En segundo lugar, esta es una guerra de supervivencia no solo para Ucrania sino, también, para Rusia. En el caso de Ucrania, eso se debe a que la derrota la reduciría a ser una provincia rusa. Como solía ser desde 1793 cuando Catalina la Grande se unió a Austria y Prusia en la partición de Polonia, un movimiento que por primera vez llevó a Rusia a las costas del Mar Negro. En el caso de Rusia, lo es porque, si se pierde esta lucha, el país puede esperar desintegrarse en quién sabe muchos fragmentos guerreros. Tal como sucedió en 1990. La recuperación, aún suponiendo que sea posible, llevará décadas. Véase, como ejemplo de cómo puede ser, «The Time of Trouble» (1598-1613). (1)

Tercero, este va a ser un conflicto largo y sangriento. Aunque puede haber tomado un poco más de lo planeado originalmente, algo nada inusual en la guerra; los rusos llegaron a las ciudades más importantes de Ucrania y las sitiaron. Sin embargo, no los han tomado. Como he escrito antes, la guerra urbana es quizás la forma de guerra más difícil en la que puede participar una fuerza atacante. Solo piense en la batalla de Stalingrado de meses de duración en 1942/43, y sabrá a lo que me refiero.

En cuarto lugar, incluso si los rusos logran ocupar las ciudades, la guerra, en forma de insurrección, guerrilla y terrorismo, continuará. Como, por mencionar sólo dos ejemplos recientes, lo hizo tanto en Afganistán como en Irak. La verdadera Ucrania, al ser plana, no presenta el mejor terreno para librar estas formas de guerra. En comparación con muchos otros, los rusos también disfrutan de la importante ventaja de poder entender el idioma. Pero dos factores están trabajando en la otra dirección. Uno es el tamaño del país y la población, que amenazan con hundir a cualquier fuerza de ocupación (por eso, allá por 1793, los rusos pudieron ocuparla, en primer lugar porque estaba -prácticamente- deshabitada). El otro, la disponibilidad inmediata de todo tipo de asistencia de la OTAN, que solo puede aumentar con el paso del tiempo.

En quinto lugar, se dice que las fuerzas de Putin están utilizando algunas armas poco ortodoxas capaces de causar muchas bajas e infligir daños inmensos en los edificios, en particular. Particularmente importantes son las denominadas armas termobáricas que funcionan mediante la detonación de una mezcla de aire y combustible, lo que da como resultado una explosión extraordinariamente poderosa y temperaturas extremadamente altas. Pero, Putin no es el único que las usa. Los estadounidenses lo hicieron tanto en Hue en 1968 como en Faluya en diciembre de 2004; y tanto los estadounidenses como los británicos los usaron en Afganistán. Entonces, ¿quiénes son ellos para quejarse?

Sexto, es incierto si Rusia se romperá con las sanciones. Mi propia suposición es que no lo hará. En parte porque los rusos pueden aguantar casi cualquier cosa. Y en parte porque Alemania, por ejemplo, depende de Rusia para el 51 por ciento de su petróleo y gas; sin ellos, la industria alemana pronto se paralizará. Viceversa, la única certeza es que la guerra romperá la economía de Ucrania.

Séptimo, la única forma en que Putin puede ganar esta guerra es encontrando algunos ucranianos capaces y dispuestos a establecer un gobierno que colabore con él. Eso, sin embargo, parece poco probable que suceda.

Finalmente, en esta guerra como en cualquier otra la primera víctima es la verdad. Esa es una de las razones por las que cualquiera que crea que puede ver el futuro es bienvenido a intentarlo y así sucesivamente. 

Traducción y nota: Carlos Pissolito

Nota:

(1) Se refiere a un periodo conocido como la Guerra Civil Rusa en varias publicaciones históricas que tratan este tema.
FUENTE https://espacioestrategico.blogspot.com/2022/03/el-malo-de-la-pelicula.html

(*) Van Creveld nació en los Países Bajos en la ciudad de Rotterdam en el seno de una familia judía. Sus padres, Leon y Margaret, eran sionistas acérrimos que lograron evadir la Gestapo durante la Segunda Guerra Mundial. En 1950, su familia emigró a Israel y Creveld creció en Ramat Gan. De 1964 a 1969, estudió historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén y obtuvo una maestría. De 1969 a 1971, estudió historia en la London School of Economics y recibió un doctorado. Su tesis se tituló Grecia y Yugoslavia en la estrategia de Hitler, 1940–1941.La tesis doctoral de Van Creveld sobre la estrategia de Hitler en los Balcanes durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial se publicó como libro en 1973: «La estrategia de Hitler, 1940-1941. La pista de los Balcanes». Después de completar su doctorado en 1971, van Creveld regresó a Israel y comenzó a enseñar en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Se convirtió en profesor en 1988. En 2007, se retiró de la enseñanza en la Universidad Hebrea y comenzó a enseñar en el Programa de Estudios de Seguridad de la Universidad de Tel Aviv.

Ante la ausencia de la ONU, Rusia violó la soberanía de Ucrania para impedir la “guerra preventiva” que los neoconservadores planeaban y así poder refundar el orden mundial.

Autorizado por su autor para ser publicado por Dossier Geopolitico POR EDUARDO J. VIOR 05-03-22 – TELAM

Al invadir Ucrania el 24 de marzo pasado, Rusia no sólo mandó tropas a las repúblicas secesionistas de Lugansk y Donetsk cuyas independencias había reconocido tres días antes, sino que atacó a su vecino en todos los frentes. Indudablemente, con este acto el gobierno de Vladimir Putin trasgredió el Derecho Internacional, pero los acontecimientos desde febrero de 2014, la falta de voluntad de negociación por parte de las potencias occidentales, la amenaza de los laboratorios de guerra bacteriológica en suelo ucraniano y el anuncio de Volodymir Zelensky de que desarrollaría armas nucleares no dejaron al presidente ruso otra alternativa. Ucrania es el más reciente campo de prueba de la estrategia mundial de los neoconservadores norteamericanos. Los sectores más radicales de la derecha estadounidense amenazan la existencia misma de Rusia y el sistema internacional vigente es incapaz de mantener la paz. Por ello es que Vladimir Putin se ha atrevido a una jugada tan arriesgada. La suerte está echada y la frontera entre los mundos está trazada. Ahora es imperioso ponerle orden.

Las delegaciones de Ucrania izq y Rusia der se saludan al iniciar su segunda reunin en Brest el 3 de marzo pasado
Las delegaciones de Ucrania (izq.) y Rusia (der.) se saludan al iniciar su segunda reunión en Brest el 3 de marzo pasado.

En la madrugada del 24 de febrero fuerzas rusas entraron en Ucrania. Al anunciar lo que llamó ‎una “«operación especial”, Vladimir Putin declaró ‎que era la primera respuesta de su país a “quienes aspiran a la dominación mundial” y pretenden extender la OTAN hasta las puertas de Rusia. ‎En esa larga alocución el presidente recordó cómo las sucesivas violaciones del Derecho Internacional por parte de la OTAN desde el bombardeo de Yugoslavia (1999) hasta las invasiones a Irak (2003), Libia y Siria (ambas 2011). Como conclusión de su relato anunció el envío de tropas rusas a Ucrania, para “desmilitarizar, desnazificar, desatomizar y neutralizar” el país. ¿De qué habla el presidente Putin? ¿Contra quién está luchando? ¿Por qué se mantiene sorda ‎y muda la prensa atlantista?‎

Desde 1981 un pequeño grupo de intelectuales neoconservadores se fue encaramando en la conducción de la política exterior y la estrategia norteamericanas, pasando sin complejos de un partido a otro según quiñen tuviera el gobierno. Este equipo, unido por múltiples lazos (políticos, personales y de negocios), atravesó todos los gobiernos desde Ronald Reagan (1981-89) hasta Barack Obama (2009-17) en posiciones cada vez más altas. A partir del famoso memorando que Paul Wolfowitz (entonces subsecretario de Defensa) elevó en 1992, en el que proponía olvidarse de los acuerdos de 1990-91 y que EE.UU. asumiera en soledad el liderazgo mundial, los neoconservadores impulsaron la expansión de la OTAN hacia el este de Europa, saludaron los autoatentados del 11-9-01 como inicio del “Gran Siglo Americano”, sostuvieron el ataque contra Afganistán y desde 2003 pergeñaron todas las guerras que inició EE.UU.

En 2014 fueron los neoconservadores quienes organizaron el “cambio de régimen” en Ucrania. Victoria Nuland, entonces subsecretaria de Estado para Asuntos Europeos, viajó a Kiev para ‎respaldar a los neonazis de Pravy Sektor (Sector Derecho) y supervisar al comando israelí “Delta”. Fue en aquel momento cuando se interceptó y difundió una conversación telefónica en la que la subsecretaria ordenaba al embajador de Estados Unidos “‎cagarse en la Unión Europea” (Fuck the EU!).

También en aquella época, Jake Sullivan (entonces Consejero de Seguridad Nacional del entonces vicepresidente Joe Biden) y Antony Blinken–(en la época asesor adjunto de Seguridad Nacional) metieron a Hunter Biden (el hijo mayor de Joe Biden) en el consejo de ‎administración de Burisma Holdings, una de las principales compañías de explotación del gas ‎natural ucraniano. Este hijo de Joe Biden es literalmente un drogadicto que serviría de pantalla ‎para cubrir una monumental estafa a costa del pueblo ucraniano. Hunter Biden designó después a varios amigos (tan drogadictos como él), para ‎utilizarlos como “representantes” de varias empresas y saquear el gas ucraniano. A ellos ‎se refirió recientemente el presidente ruso Vladimir Putin, cuando mencionó la “banda de drogadictos” que gobierna Ucrania. ‎

Jake Sullivan y Antony Blinken también se apoyaron en el mafioso Íhor Kolomoiski, el tercer ‎personaje más rico de Ucrania. Kolomoiski es un empresario y político ucraniano-israelí-chipriota. Según la revista Forbes, hasta 2020 ocupaba el octavo lugar en el ranking de los más ricos del país. Es el fundador de PrivatBank y propietario del FCDnipró. Algunos de sus campos de actividad son las ferroaleaciones, las finanzas, los productos petrolíferos y los medios de comunicación. Controla el canal de televisión 1+1.
Ya durante 2014 Kolomosiki se destacó por sus altisonantes declaraciones contra el separatismo de las regiones de mayoría rusohablante. Según varias denuncias, entonces gastó fortunas, para contener el separatismo. Se creé que puso más de 10 millones de dólares en la creación del batallón Dnipró. Financió asimismo los batallones de voluntarios Azov, Donbás, Dnepr 1 y Dnepr 2 y apoyó públicamente al batallón Aidar.

Aun siendo judío, Igor Kolomoiski financia a ‎Pravy Sektor (Sector Derecho), una organización neonazi que ‎participó en los hechos de violencia en la Plaza Maidan durante el golpe de 2014. En tanto adherente al “sionismo revisionista” que lideraba Benyamin Netanyahu, Kolomoiski utilizó su influencia para asumir el control de la comunidad judía ‎europea, hasta que la mayoría de las comunidades lo expulsó. De todos modos, el magnate logró que el cabecilla de Pravy Sektor, Dimitro Yarosh, ‎fuera nombrado secretario adjunto del Consejo Nacional de Seguridad y de Defensa d‎el nuevo régimen y él mismo se hizo nombrar gobernador del oblast (provincia) de Dniepropetrovsk. Ambos duraron poco en sus cargos, pero mantuvieron su poder.

Rusia no reconoció a las repúblicas de Donetsk y Lugansk, que ya en 2014 proclamaron su independencia, para mantener abierta la vía diplomática. Insistió repetidamente en que Ucrania cumpliera el acuerdo de Minsk de 2015 retirando a sus tropas de la línea demarcación, cesando el hostigamiento permanente contra la población civil del Donbas (entre marzo de 2014 y el 24 de febrero pasado murieron allí más de 14.000 civiles), disolviendo los batallones neonazis e intercambiando los prisioneros, pero nunca tuvo éxito.

Durante el gobierno de Donald Trump (2017-21) se mantuvo el statu quo, pero no se agravó. Por el contrario, desde febrero de 2021 una misión militar británica comenzó a entrenar al ejército ucraniano y a los milicianos neonazis en el este del país.
Desde que Joe Biden es presidente los ‎neconservadores controlan todas las palancas del sistema. “Jake” Sullivan es consejero de ‎Seguridad Nacional y Antony Blinken, secretario de Estado, con Victoria Nuland como ‎subsecretaria de Asuntos Políticos. Ésta última viajó a Moscú ‎en octubre de 2021, donde amenazó con aplastar la economía de Rusia, si ese país no se somete. Fue tamaño despropósito (anti)diplomático el que desató la actual crisis.‎

En 2019 Volodimir Zelenski, hijo de judíos asquenazis y comediante de televisión, fue electo en segunda vuelta presidente de Ucrania con el 70% de los votos. Este joven cómico tuvo en 2015 en el canal 1+1 (de propiedad de Kolomoiski) una exitosa serie titulada “El siervo del pueblo”, en la que su protagonista, un simple hombre venido desde afuera de la política, asesina a todos los miembros de la Rada Supema (parlamento), para vengar su desprecio y arrogancia. Esa serie le valió una gran popularidad que permitió a su protector postularlo como candidato en la elección de 2019, que ganó con el 70% de los votos. Pero Zelenski, en realidad, sólo pudo convertirse en presidente gracias al financiamiento de George Soros. Desde principios de 1990 la tristemente célebre fundación Open Society, creada originalmente en Ucrania por el multimillonario húngaro de origen judío con el objetivo de ayudar en la “transición a la democracia y a la economía de mercado”, se convirtió en una especie de gobierno paralelo que financia una serie de proyectos en diferentes áreas. Soros y Kolomoisky son amigos estrechos.

El 2 de noviembre de 2021 Victoria Nuland trajo de regreso a Dimitro Yarosh y lo impuso ‎al presidente ucraniano como consejero especial del jefe de las fuerzas armadas. ‎El líder derechista aporta desde entonces todo su respaldo al “Fuhrer ‎blanco”, el ahora coronel Andrei Biletsky, y al batallón Azov, la tropa de Biletsky. El batallón ‎Azov es una copia de la división SS Das Reich y desde el verano de 2021 está bajo las órdenes ‎de mercenarios estadounidenses de la antigua Blackwater.‎

Es bien conocido que Íhor Kolomoiski financia a los neonazis ucranianos y que todos son apoyados por los neocons norteamericanos. Sin embargo, estos lazos entre distintas facciones de la oligarquía ucraniana y la extrema derecha encaramada en Washington todavía no justifican el temor ruso que llevó a la invasión de Ucrania. Como lo explica un informe de la revista india GreatGameIndia, el gobierno ruso, además de protestar por el desarrollo de la OTAN en la región, acusa a EE.UU. de tener instalaciones de armas biológicas cerca de su frontera. Según un usuario de Twitter llamado @WarClandenstine, es posible que Rusia tenga como objetivo los Biolabs:

De acuerdo al tuit de FestusmcGilicu1 ubicacin de los ocho laboratorios norteamericano productores de armas bacteriolgicas que se encuentran en Ucrania
De acuerdo al tuit de @FestusmcGilicu1: ubicación de los ocho laboratorios norteamericano productores de armas bacteriológicas que se encuentran en Ucrania.

En otro tuit del mismo día quien firma como @FestusmcGilicu1, en respuesta al mensaje del presidente Joe Biden condenando la entrada de las tropas rusas en Ucrania, preguntaba “Creo que he descubierto por qué están tan interesados en Ucrania. ¿Qué es exactamente un error? [Que un] laboratorio de armas biológicas se encuentre en cualquier lugar cerca de allí, por no hablar de 8 de ellos.”

Posteo de WarClandestine en Twitter el pasado 243 en el que menciona la sospecha de que Rusia tenga tambin como objetivo a los laboratorios norteamericanos para la produccin de armas bacteriolgicas en Ucrania
Posteo de @WarClandestine en Twitter el pasado 24-3 en el que menciona la sospecha de que Rusia tenga también como objetivo a los laboratorios norteamericanos para la producción de armas bacteriológicas en Ucrania.

Según los documentos oficiales de Washington, el Programa de Reducción de la Amenaza Biológica del Departamento de Defensa de EE.UU. (BTRP) ha estado colaborando con países asociados para «contrarrestar la amenaza de brotes (deliberados, accidentales o naturales) de las enfermedades infecciosas más peligrosas del mundo”. De acuerdo al comunicado oficial, “el objetivo del programa en Ucrania es concentrar y salvaguardar los agentes patógenos y las toxinas de interés para la seguridad, así como ayudar al país a reconocer y notificar los brotes de agentes patógenos dañinos antes de que supongan un riesgo para la estabilidad o la seguridad». Estados Unidos no sólo ayudó a crear los laboratorios, sino que también financia iniciativas de investigación en Ucrania en las que colaboran científicos ucranianos y estadounidenses.

En múltiples ocasiones Rusia ha acusado a Estados Unidos y a Ucrania de producir armas biológicas. Mientras se discutía la incapacidad de la Organización Mundial de la Salud para determinar el origen del virus Covid-19 en 2021, el secretario del Consejo de Seguridad ruso, Nikolai Patrushev, declaró al periódico Kommersant que Moscú sospechaba que Washington estaba desarrollando armas biológicas cerca de sus fronteras.

Dijo que «se presta atención al hecho de que en el mundo cada vez más nuevos laboratorios biológicos bajo el control de los Estados Unidos están creciendo a pasos agigantados. Además, por una extraña coincidencia, principalmente en las fronteras de Rusia y China». Continuó diciendo que no está claro lo que ocurre en esos laboratorios. Y añadió «por cierto, hay que prestar atención al hecho de que en los alrededores de los mismos se registran brotes de enfermedades que no son típicas de estas regiones». Cuando se le preguntó si quería decir que en esos Biolabs los estadounidenses estaban trabajando en armas biológicas, respondió: «Tenemos buenas razones para creer que es así».

Hasta hace poco, la existencia y los detalles de estos laboratorios de armas biológicas eran de dominio público. La embajada de EE.UU. había revelado previamente la ubicación y los detalles de estos laboratorios en una serie de archivos PDF en línea. Sin embargo, el 26 de febrero de 2022 el sitio web oficial de la embajada cerró los enlaces. Todos los documentos asociados a estos laboratorios han sido retirados de Internet. Afortunadamente, estos archivos han sido guardados y todavía se puede acceder a ellos. ¿Qué trata de ocultar la embajada estadounidense?

A esta altura del conflicto puede concluirse que Rusia tiene la iniciativa en el campo militar y ya alcanzó uno de sus objetivos: desmilitarizar Ucrania. Sin embargo, Rusia insiste en no dar batalla en las ciudades y confía en rendiciones pactadas. Una confianza que se demostró dañina en Járkov.

Las sanciones económicas occidentales, aparte de ser parciales y de estar acompañadas por un discurso hipócrita (no fueron retirados del sistema Swift, por ejemplo, los bancos mediante los cuales los europeos pagan el gas ruso), a mediano plazo van a volver como un búmerang, ya que la combinación del sistema chino de intercambios bancarios con el ruso de mensajería financiera va a multiplicar el número de operaciones que se realicen fuera del área dólar y va a atraer a cada vez más países.
Hasta ahora el vencedor neto de la guerra es EE.UU., quien obligó a Alemania a renunciar al gasoducto Nord Stream 2 y a depender de las importaciones del mucho más caro GNL norteamericano. Esta dependencia va a incidir negativamente en la transición energética en la que la RFA estaba hasta hace poco a la vanguardia. Efectivamente, durante el tiempo que demande el pasaje de las energías fósiles a las renovables se triplicará el consumo de gas. Al tener que pagarlo dos o tres veces más caro, Alemania –y con ella toda Europa- perderá la ventaja que le daba su desarrollo tecnológico. Por otra parte, la economía europea quedará en gran parte desacoplada de la euroasiática.

Washington está ganando también la batalla mediática. Con brutal eficacia impuso en las redes sociales una censura nunca antes vista contra medios rusos o simpatizantes de Rusia, persigue con tono maccartista a periodistas y corresponsales e impone un discurso único denigratorio de los líderes de ese país. Moscú va a necesitar varios años para recuperar la confianza perdida entre el público occidental.

El gobierno ruso no es responsable por la guerra actual: Durante ocho años realizó todos los intentos posibles por entablar negociaciones, no tanto sobre Ucrania como sobre la situación general de inseguridad que la acción conjunta de oligarcas, mafiosos y neonazis implica y, más ampliamente, sobre una vuelta al status quo europeo anterior a 1997, cuando comenzó la expansión de la OTAN hacia el este. Amenazando con incorporar Ucrania a la alianza, impulsando una cadena de laboratorios que, probablemente, produzcan armas biotecnológicas, alentando el delirio de V. Zelensky de querer fabricar armas atómicas, acumulando tropas en la línea de demarcación y hostigando a la población civil del este para que emigre a Rusia, Occidente consiguió lo que quería: que Rusia inicie una guerra contra Ucrania y quede internacionalmente como agresora.

Durante estos ocho años todos los mecanismos del sistema internacional han ido fallando: la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) fue cooptada por EE.UU. e incumplió su misión de vigilancia del cese del fuego en la línea de demarcación en el este de Ucrania. La Organización Internacional para la Proscripción de las Armas Químicas y Bioquímicas (AIPAC) omitió controlar los laboratorios financiados por EE.UU. en Ucrania. La AIEA rechazó investigar las denuncias rusas sobre la utilización de material atómico ucraniano para fines no pacíficos. Y, finalmente, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) brilló por su ausencia durante toda la crisis.

Desde el punto de vista político y estratégico la invasión rusa está justificada, pero se trató de una intervención militar en un país soberano, así que Rusia violó el Derecho Internacional vigente. Si todos los argumentos de la realidad dicen una cosa y el orden jurídico dice lo contrario, obviamente, el que falla es el último de los nombrados. El orden mundial multipolar y pluralista en construcción requiere un sistema internacional de regulación de conflictos muy diferente al imperante.

Fuente https://www.telam.com.ar/notas/202203/585422-solo-la-derrota-del-unilateralismo-puede-salvar-la-paz.html 

Moscú es el principal abastecedor de gas a Europa. El bloqueo de las exportaciones del fluido de Rusia abriría un negocio formidable para la industria petrolera de los Estados Unidos ante un continente sediento de combustible. Burisma, la principal empresa privada ucraniana de explotación de gas, y el factor Biden.

Dossier Geopolitico publica este articulo realizado por la Periodista de Investigacion Eleonora Gosman San Pablo —6 de marzo de 2022 

La guerra instalada en el corazón oriental de Europa, entre Rusia y Ucrania, ha merecido los más detallados análisis políticos, históricos y militares. Pero poco, o nada, se profundiza sobre el trasfondo económico que subyace en ella. Lo que está en juego en este conflicto es monumental: empieza por las reservas de gas y las tuberías de transporte del fluido. Pero sigue por la disputa entre dos grandes potencias, Rusia y Estados Unidos -y lateralmente China- para ver quién se queda con la cereza del postre. Luego, transita por las oligarquías que no diferencian entre Oriente y Occidente. Y desemboca en planes geopolíticos de quienes entran en la disputa por la dominación energética de regiones, países y mercados.

Basta una mención numérica para distinguir a los grandes jugadores mundiales. Rusia se consagra en el primer lugar del ranking de las naciones con las mayores reservas gasíferas del mundo. Posee 38 billones de metros cúbicos (comprobados). Le sigue Irán, Qatar y Turkmenistán. Estados Unidos aparece en la quinta posición, con 12,9 millones de metros cúbicos. Pero el orden se invierte en cuanto se habla de producción. La supremacía la ejercen, de lejos, los norteamericanos con 921 millones de metros cúbicos anuales. Y le sigue Rusia, en un segundo lugar. Kiev, la capital ucraniana, mantenía hasta estos días el control grandes yacimientos gasíferos, ubicados en territorios del Este y del Sudeste ucraniano, donde se almacenan más de 2,15 billones de metros cúbicos del combustible fósil gaseoso. Esa es precisamente la región de Yuzivska, a orillas del río Dnieper, entre Kharkov y el Donestsk, que hoy está escindida en dos repúblicas, la del Donestk y la de Lugansk, reconocidas ahora como países independientes por el Congreso ruso y su presidente Vladimir Putin.

Esta es, desde luego, una parte de la historia. La otra parte involucra a la industria gasífera de Estados Unidos que acaba de encontrarse con un gran filón, gracias a las sanciones aplicadas contra Moscú por Washington y países europeos. Por un lado, tal como indica un artículo de The Guardian publicado el 27 de septiembre por elDiarioARChevron, ExxonMobil, Shell y varias más, junto a cientos de contratistas de perforación y suplidores de equipos que trabajan con ellos, quieren aumentar en forma sustancial las exportaciones de gas a una Europa sedienta del combustible. El problema que enfrentaban, hasta el presente, era la poderosa empresa estatal rusa Gazprom, el mayor obstáculo para recuperar el mercado europeo.

El gas natural ruso representa más del 30 por ciento de todas las importaciones de la Unión Europea. Las principales potencias de la UE, Alemania y Francia, obtienen el 40 por ciento de su gas procedente de Rusia, mientras que otros países, como la República Checa y Rumanía, utilizan únicamente el de la nación euroasiática. Es preciso recordar que las reservas almacenadas de gas por los europeos han bajado considerablemente. En parte largo y frío invierno de 2021-22. Pero también porque tanto como Alemania decidieron abandonar el carbón, contaminante en extremo, y precisan sustituirlo por el gas.

Para los políticos ucranianos, el gas de esquisto (que se obtiene por fracking) es una alternativa única para independizarse de Rusia y los demás proveedores de gas, como Qatar e Irán. Para las petrolíferas es un gran negocio: tanto las norteamericanas como las europeas han demostrado su interés en esa exploración. Esto les permitirá conquistar mercados europeos importantes. Esto lleva implícita una conclusión: las vastas reservas de gas de esquisto en las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk, controladas por los separatistas y donde hoy se encuentran precisamente la avanzada militar rusa, son un elemento importante si se quiere analizar la crisis de Ucrania.

Caja de Pandora

El secretario de Estado Anthony Blinken no dejó lugar a dudas sobre la importancia que la Casa Blanca le asigna al hecho. En Bruselas, luego de reunirse con la cúpula de la Unión Europea, se resolvió reforzar las presiones sobre Putin “hasta que termine la contienda”. Para la Comisión Europea, tal como lo reveló este viernes en un comunicado posterior al encuentro: “Desgraciadamente, horriblemente, puede ser que este conflicto no termine rápido. Tenemos que desarrollar acciones sostenidas hasta conseguir que esta guerra finalice”. Según el secretario de Estado, Rusia violó principios básicos que “si los permitimos, estaremos abriendo una caja de Pandora en todos los rincones del mundo”.

La nueva sanción sería pesada, mucho más aún que las adoptadas en el campo financiero contra los bancos rusos y amigos del presidente Putin. Se trata, ni más ni menos, de impedir las exportaciones de petróleo desde Rusia. Otro tanto podrían hacer con el gas. Fue lo que le hizo recordar a Blinken por qué el gobierno estadounidense se opuso, siempre, al funcionamiento del Nord Stream II, un gasoducto que une, a través del Báltico, a Rusia con Alemania en forma directa. Está finalizado, pero Alemania no autorizó su funcionamiento.

La conflictividad entre Rusia y Ucrania, en esta segunda década del siglo XXI, tuvo un origen etiquetado en la Revolución de la Dignidad ucraniana. A fines de 2013 y comienzos de 2014, la Plaza Maidán fue el sitio elegido por los ucranianos para manifestar masivamente su revuelta contra la corrupción que campeaba en el país. Buena parte de esos manifestantes pedían el ingreso de Ucrania a la Unión Europea y, por añadidura, a la OTAN. Las grandes protestas concluyeron en febrero con la renuncia del presidente, Viktor Yanukovych, considerado como “pro Moscú”.  Las elecciones presidenciales, que debían ocurrir en febrero de 2015, fueron adelantadas para mayo de 2014. La victoria le otorgó la presidencia directamente a uno de los grandes oligarcas ucranianos: el billonario Petro Poroshenko. Los comicios quedaron circunscriptos a las provincias del oeste y del centro de Ucrania. Y eso dio origen a la rebelión oriental, en la región sur y este del país. Allí están, precisamente, las repúblicas autodeclaradas de Donetsk y de Lugansk, pobladas esencialmente por habitantes de habla rusa, y que el presidente Putin y el Congreso ruso acaban de reconocer oficialmente una semana atrás.

Biden e hijo

Según un informe del Senado de Estados Unidos, el entonces vicepresidente Joe Biden fue encomendado por la administración Obama para comandar las relaciones con el gobierno emergente después de las concentraciones en la Plaza Maidan de Kiev. El dossier de los senadores, que iniciaron la investigación del caso, indicó que “bastaron 28 días para que se desarrollaran eventos significativos que involucraron a Biden”. El 21 de abril, el entonces vicepresidente de Barack Obama, visitó Ucrania y poco después fue descripto por la prensa estadounidense como “la cara pública del manejo de las relaciones” con la nación eslava, la segunda en tamaño territorial dentro de Europa. Las Comisiones del Senado montadas fueron las de Finanzas y la de Seguridad Nacional y Asuntos del Gobierno. Y el informe final indica que “el vicepresidente Biden inició una corta visita a Kiev apenas dos días después de ocurrida la renuncia del jefe de Estado ucraniano”. Y añade que “el objetivo principal fue demostrar el respaldo incondicional de Washington al gobierno ucraniano”. El vicepresidente norteamericano llevaba, consigo, un paquete esencial de ayuda económica a Poroshenko: un crédito del Fondo Monetario Internacional por 17.000 millones de dólares, a cambio del cuál debía proceder a grandes reformas macroeconómicas y financieras. Una de las condiciones fue colocar en el comando de la economía del país una ex funcionaria del Tesoro de Estados Unidos, Natalie Ann Jaresko, que tenía doble nacionalidad.

Después de ese viaje, Biden se reunió ya en su despacho de la Casa Blanca con Devon Archer, un abogado socio de su hijo Hunter Biden en la firma de inversiones Rosemont Seneca Thornton. El 22 de abril, Archer fue incorporado al directorio de Burisma, la principal empresa privada ucraniana de explotación de gas. Controlaba, precisamente, el ducto transportador del gas ruso al resto de Europa. El 12 de mayo de 2014, el abogado Hunter Biden entró también en el directorio de esa compañía. Su dueño era, por entonces, Mykola Zlochevsky, un oligarca ucraniano considerado corrupto por Washington. De acuerdo con la investigación del Senado, Biden hijo y su socio Archer recibieron “en el transcurso de los siguientes años millones de dólares salidos de las cuentas de Zlochevsky”.

 EG

Fuente de publicacion que la autora autoriza su difusion: https://www.eldiarioar.com/mundo/dominacion-energetica-regiones-paises-mercados-corazon-guerra-ucrania_1_8805605.html

Las principales potencias de la UE, Alemania y Francia, obtienen el 40 por ciento de su gas procedente de Rusia

Biden no sabe ni dónde organiza las guerras: confunde a ucranianos con iraníes

Poca vergüenza. Es la que ha demostrado el presidente de EEUU, Joe Biden, al confundir a los ciudadanos ucranianos con iraníes. Y también demuestra una falta de conocimientos mínimos sobre a dónde va EEUU a organizar sus guerras bajo el pretexto de defender democracias, pero cuyo verdadero interés es el expolio de recursos naturales ajenos.

A EEUU le da igual dónde invade

También desnuda una falta de interés real que roza la obscenidad, en los verdaderos intereses de esos países y sus poblaciones. Les da exactamente igual, si son ucranianos, iraníes, sirios, iraquíes o yemeníes.No hay que ir muy lejos para encontrar ejemplos, no sólo de líderes de EEUU, sino de Occidente en general. Y es que hace pocas semanas, ante la pregunta del canciller de Rusia, Serguéi Lavrov, a su par británica, Liz Truss, de si reconocía la soberanía de Rusia sobre las regiones de Rostov y Vorónezh, la canciller del Reino Unido respondió: «nunca lo reconoceremos».La embajadora de Inglaterra en Rusia tuvo que sacarla de ese terreno vergonzoso de la soberbia que origina esa ignorancia, y explicarle que se trataba de dos regiones de Rusia.

El pasado los condena

También en su momento, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, hizo unas declaraciones que hacían referencia a este tipo de situaciones: «Es difícil mantener un diálogo con gente que confunde Austria con Australia. Pero no hay nada que hacer. Por lo visto, ese es el nivel de cultura política de determinada parte de la elite dominante estadounidense», dijo Putin en una rueda de prensa al finalizar la cumbre de los BRICS en la ciudad china de Xiamen en septiembre de 2017.Esas palabras del mandatario ruso aludían a un episodio protagonizado hace una década antes por el entonces presidente de EEUU, George W. Bush, quien confundió a estos dos países.Y ahora, ‘Sleepy’ Biden que suelta: «Putin puede rodear Kiev con tanques, pero nunca ganará los corazones y las almas del pueblo iraní».»Las élites dirigenciales norteamericanas han ido hacia un área de mediocridad de un nivel inconmensurable, fundamentalmente desde que pusieron a un cómico como Ronald Reagan. En adelante, las dirigencias que han encabezado el poder norteamericano han sido cada vez más débiles y más influenciables y más manejables por los gigantescos grupos de poder que realmente son los que administran el poder en EEUU», advierte el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele.Según el experto, «todo esto debe llamar la atención, ante los acontecimientos que estamos viviendo que realmente, cómo hace un bando con otro para poder negociar con este nivel de capacidades que están demostrando, o los niveles de capacidades de las mismas dirigencias europeas que cada vez también son más mediocres y más decadentes», sentencia.El analista incide en que Alemania ha perdido muchísimo con la retirada de Angela Merkel.»Es evidente. La actual Administración parece más ser puesta por Washington que la votada por los mismos alemanes. Además, se pega un tiro en el pie porque aplica sanciones que la van a desfavorecer en esta competencia internacional que está ocurriendo con el tema de la energía», avisa Carlos Pereyra Mele.

Con motivo del incremento del Conflicto que se desarrolla en la Europa del Este y con la involucración directa de Rusia en la Guerra Civil de Ucrania el Director de Dossier Geopolitico carlos Pereyra Mele e Integrantes del Equipo de Dossier geopolitico han sido requeridos por numerosos medios orales televisivos y escritos sobre el mismo aqui una breve síntesis de algunas de esas intervenciones:

1 Como cada viernes en este tramo de » Ayer y Hoy» por 650 Belgrano nuestro compañero el licenciado Carlos Alberto Pereyra Mele nos trae las ùltimas novedades en materia de polìtica internacional desde su habitual columna semanal para nuestro programa. En el dìa de hoy se refiere al los verdaderos motivos del conflicto bèlico entre Rusia y Ucrania que tiene en vilo al mundo.

2 AM 1059 LV 27 RADIO SAN FRANCISCO

3 agencia de Noticias FARGO -Foro Argentino de Radios Comunitarias

El analista internacional y especialista en geopolítica, Carlos Pereyra Mele, afirmó que Rusia lleva adelante una operación militar “quirúrgica” contra objetivos militares en Ucrania con el fin de “desmantelar la capacidad bélica” en ese país, al referirse a los acontecimientos de este jueves a la madrugada.

Se ha destruido parte de la fuerza aérea, los equipos electrónicos, las bases militares, etcétera, para dejar inerme a ese Estado”, manifestó el especialista en geopolítica, en comunicación con el Informativo FARCO, y explicó que Vladimir Putin decidió avanzar de esta manera porque fueron desoídos los reclamos de la Federación Rusa ante los países que integran la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte).

Lo que ha acontecido en Ucrania era crónica de una muerte anunciada porque recuerden que desde hace ya bastante tiempo Rusia puso bien en claro cuál eran las líneas rojas que no se podía cruzar”, agregó.

Cuando la Unión Soviética se disolvió en 1991, la OTAN instaló bases en Polonia, Lituania, Letonia, Estonia, Rumania, Bulgaria, entre otros países. Desde hace un tiempo, sostuvo Mele, Ucrania pretende incorporarse a la organización internacional y eso, para Rusia, “es el acabose”, es decir la gota que rebalsó el vaso. “No estamos hablando de países iguales, estamos hablando de super potencias que ven afectada su seguridad nacional in extremis y actúan in extremis

Mientra todo el aparato mediatico cultural manejado por el Mundo Anglosajon se puso en marcha para demonizar a Rusia en la misma Semana se realizaban varios ataques en zonas en Guerra por parte de esos mismos paises o sus «aliados»

Columna de Geopolitica en el Club de la Pluma. Harto de tanta desinformación occidental, realizamos está columna: Como diría Montesquieu: El culpable NO es el que inició la Guerra, sino, el que hizo la Guerra INEVITABLE.

Una crónica de una muerte anunciada por el incremento del conflicto en Europa del Este, como lo adelantamos desde el 2014.

La Hipocresía de dobles estándares de los “medios” y los dirigentes políticos de la Unión Europea/OTAN para “informar” según sus “intereses” que no son otros que los de las angloesferas.

Hoy no es la Rusia que  soñaron los occidentales que fuera un País paria y rogante de fondo para inversión compañeros Hoy es un País reconstruido, fuerte y orgulloso. lo que los enfurece y enloquece escuchando a los jefes de la OTAN

Explicamos cómo fueron abandonados por sus mentores occidentales, los gobernantes de Kiev, y de que siempre fueron países usados por todas las potencias para dirimir sus intereses

Todos lloran por este conflicto en Europa pero nadie SANGRA por Ucrania en Europa, como lo habíamos informado en tantas columnas de este Club de la Pluma.

El Choque mayor de las super potencias atlantistas y los continentalistas se reflejan en está lucha en Ucrania, donde mas temprano que tarde demostrara una nueva derrota en este Afganistán 2.2. de la OTAN/USA. Y esto será un parteaguas de la historia como lo fue el 2020 con la Pandemia y el 2021 con la derrota en Asia Central de OTAN/USA

¡¡MUEREN 4.068 PERSONAS DURANTE FEBRERO, EN LA GUERRA DEL YEMEN!!
En Enero habrían muerto cerca 3.900 personas y unas 48.700 a lo largo del 2022, mientras que el total de la guerra desde el 2014 sumarían las 337.000 muertes.
El conflicto se originó por la invasión a ese país por Arabia Saudita apoyada por EEUU, Inglaterra y con armamento de Europa, además de la presencia de los terroristas del Isis, siempre relacionados con la gestión Obama / Biden /Clinton, en las primaveras árabes del Mediterráneo, que destruyó -entre otros- a Libia y que dejó toda la región sembrada de terroristas, mafias, muerte, hambre y la mayor ola de refugiados de la historia, según la ONU.
Es un país ubicado en África, donde comienza el canal de Suez y que es muy importante para la estrategia global de EEUU y también por sus recursos naturales.
Es de esperar que ese «mundo libre y rico» tan indignado por lo de Ucrania, sea coherente con esta tragedia y que actúe de forma similar y proporcional. 🥲

por William S. Lind

Una Vision Norteamericana sobre el Conflicto en Europa Oriental – Publicada en http://www.traditionalright.com/author/wslind/

Al escribir estas líneas (viernes 25 de febrero), la campaña rusa en Ucrania parece un modelo de guerra de maniobra, una continuación directa de la campaña soviética contra los japoneses en Manchuria en 1945. Pero el año no es 1945, y los resultados pueden ser una victoria operativa pero una derrota estratégica para Rusia.

¿Por qué es ese un resultado probable? No por las sanciones económicas occidentales, para las que Rusia se ha preparado. La pregunta estratégica para la que sospecho que el Kremlin no tiene respuesta es, una vez que hayas tomado Ucrania, ¿qué haces con ella? Cualquier gobierno instalado en Kiev por Rusia no tendrá legitimidad. Los Estados Unidos acaba de enterarse en Afganistán de lo que sucede cuando las tropas extranjeras que respaldan a un gobierno así se van a casa. Si Rusia mantiene fuerzas sustanciales en Ucrania para reforzar su gobierno títere, esos soldados rusos serán objetivos para las fuerzas de resistencia ucranianas. ¿Cómo jugará un flujo constante, aunque de bajo nivel, de bajas rusas en el frente interno?

¿Cómo obtiene Rusia una victoria estratégica de todo esto? ¿Anexando Ucrania? Eso también se topa con el problema de la interminable guerra partidista ucraniana. Es difícil ver un final positivo para Rusia aquí.

No esperaba que el presidente Putin se arriesgara a invadir Ucrania. Es más que un riesgo, es una apuesta, tirar los dados de hierro de la guerra y esperar ganar. Como dice el viejo refrán, la esperanza es un buen desayuno pero una mala cena.

¿Por qué lo hizo Putin? Mi conjetura, sólo un reconocimiento a bordo de un Zeppelin nos lo revela un poco, es que esperaba una solución diplomática. Pero la OTAN, encabezada por Washington, no le ofreció nada, desestimó las preocupaciones de seguridad de Rusia y enfatizó que Ucrania tenía todo el derecho de unirse a la OTAN.

¿Por qué el establishment de la política exterior estadounidense, también conocido como «Blob» (1), tomó una posición que casi obligó a Rusia a ir a la guerra? Tal vez, la respuesta sea solo la combinación habitual de arrogancia e incompetencia de «Blob». Pero, también, es posible que quisiera que Rusia entrara en lo que podría resultar una guerra estratégicamente imposible de ganar. Al igual que el resto del establishment estadounidense, odia a Rusia porque Rusia rechaza al marxismo cultural, al igual que la mayoría de los países del antiguo bloque soviético. Parece que saben un par de cosas sobre el marxismo y no están tan ansiosos por obtener otra dosis de él. Al observar los motivos de «Blob», recuerde que los EEUU no tienen intereses reales en juego en Ucrania. Nuestra participación es estratégicamente gratuita. La motivación ideológica, está en Washington, no en Moscú, puede ser al menos una explicación parcial del papel inútil que ha jugado por los Estados Unidos.

Del lado ruso, el presidente Putin comenzó con un movimiento brillante (solo el expresidente Trump, entre los líderes estadounidenses, reconoció su brillantez). Al reconocer la independencia de las dos provincias orientales de Ucrania, puso al gobierno ucraniano ante un dilema. Si aceptaba la pérdida de esas provincias, estaba acabado políticamente. Si Ucrania los invadiera, Rusia podría presentar su ataque a Ucrania como una respuesta defensiva. Rusia habría estado en una posición relativamente fuerte en el nivel moral de la guerra. Pero Putin se apresuró, con el resultado de que ahora Rusia es vista universalmente como el agresor. Hay momentos en que la inacción es una forma de acción, y Putin no entendió que ese era ese momento.

Quizás la pregunta más importante en este punto del conflicto es, ¿se expandirá para incluir a la OTAN? No espero que la OTAN cambie de posición e intervenga en Ucrania. Pero hay al menos dos escenarios que conducen a la participación de la OTAN en los combates. La primera es si, en respuesta a los movimientos rusos hacia el oeste de Ucrania, Polonia envía tropas para asegurar el territorio que fue, entre las guerras, polaco, incluida la importante ciudad de Lemberg (ahora Lviv). El otro es similar: si Rusia decide tomar Moldavia de paso, Rumanía, que también reclama Moldavia, podría intervenir. En ambos casos, las fuerzas armadas de los países de la OTAN habrían tomado la ofensiva, por lo que la OTAN no estaría obligada a acudir en su ayuda. Pero el estado de ánimo agresivo en Washington podría llevarlo a hacerlo, con resultados incalculables.

¿Qué significa esta guerra de Estado contra Estado para la teoría de la guerra de 4ta Generación, y viceversa? Aquellos que rechazan el concepto, dirán que prueba su caso de que la rivalidad entre las grandes potencias seguirá determinando los asuntos internacionales. Pero las rupturas entre generaciones de guerra no son limpias. Si lo fueran, las fuerzas armadas de los EE UU actuales seguirían tomando como modelo al ejército francés de segunda generación de la década de 1930, un modelo que fue derrotado en seis semanas en 1940 cuando fue atacado por la Wehrmacht de tercera generación. El cambio institucional lleva tiempo, a menudo demasiado tiempo para que las grandes potencias contemporáneas mantengan sus posiciones.

La teoría la Guerras de 4ta Generación plantea otro punto: si Rusia falla estratégicamente, puede haber un grave peligro de que el Estado ruso, no solo su gobierno actual, se desmorone. Esa era una posibilidad real durante los años de Yeltsin, y la razón por la que el presidente Putin es popular en Rusia es porque ha fortalecido el Estado. «The Blob» vería la desintegración de Rusia con deleite, al menos hasta que las implicaciones de una vasta región sin Estado con armas nucleares golpeen su hogar, posiblemente con una nube de forma de hongo o de dos.

Como alguien que reconoce la importancia de Rusia en la defensa de la Cristiandad, manteniendo como lo hace todo su flanco derecho desde el Mar Negro hasta Vladivostok, no estoy feliz o con el potencial que tiene la guerra en Ucrania para deslegitimar una derrota estratégica rusa. Pero Rusia parece haber caído en la misma trampa en la que saltó Japón en la década de 1930, la trampa de actuar fuera de tiempo. Japón se vio a sí mismo simplemente haciendo lo que las potencias europeas hicieron antes de la Primera Guerra Mundial, invadiendo otros países y sometiéndolos a su imperio. Pero el mundo de la posguerra era un lugar diferente, y lo que era legítimo en 1880 no lo era en 1937. El objetivo aparente del presidente Putin, restaurar el Imperio Ruso, habría sido aceptable en el siglo XIX, tal vez en la mayor parte del siglo XX. Pero hoy no lo es, a menos que se logre pacíficamente. Oremos para que las consecuencias de que Rusia actúe fuera de tiempo no nos engullan a todos.

Traducción y nota: Carlos Pissolito

Nota:

(1) Blob es palabra inglesa que designa a una mancha pegajosa y sucia, se lo usa como un término despectivo.

Autorizada su publicacion por el Cnel (r) Carlos Pissolito Fuente: https://espacioestrategico.blogspot.com/2022/02/putin-tira-los-dados-de-hierro.html

Especial para Dossier Geopolitico Por Abner Munguía Gaspar Profesor Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales UNAM

Al momento de entregar este trabajo de investigación, los eventos mundiales se han transformado de forma dramática, toda vez que el lunes 21 de febrero de 2022 el presidente de Rusia Vladimir Putin llevó a cabo el reconocimiento de las Repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk ubicadas en el sureste de Ucrania. Como resultado de esa decisión se presentaron solicitudes de los liderazgos políticos de ambas provincias demandando que Rusia les otorgue apoyo militar para combatir los ataques provenientes de las fuerzas militares de Kiev.

A partir de ese evento el presidente Putin tomó la decisión de llevar a cabo una “operación militar especial” hacia el interior del territorio de Ucrania, misma que ordenó el 23 de febrero con el objetivo de llevar a cabo una desnazificación así como desmilitarizar a Ucrania, con el objetivo de evitar que esta ingrese a la OTAN, con lo cual Moscú pretende que la alianza atlántica no tenga capacidad de instalar misiles con cabezas nucleares en dirección de Moscú.

Es altamente posible que el evento detonador que influyó en la decisión del presidente Putin para tomar este paso se derivó de las declaraciones del presidente de Ucrania Volodomir Selenski en el marco de la Conferencia Internacional en Seguridad que se celebra cada año en la ciudad alemana de Munich, en la cual en la cumbre de 2022 el mandatario ucraniano mencionó que su país podría buscar reestablecer su posición como una nación poseedora de armas nucleares.

Lo anterior parece haber generado la gota que derramó el vaso en el contexto del acoso estratégico de occidente hacia Moscú, toda vez que las relaciones entre Rusia y Estados Unidos a partir del ascenso del presidente demócrata Joe Biden se deterioraron rápidamente tras 4 años de relativa paz en el contexto bilateral que se debió al manejo de la política exterior de Estados Unidos en la era de Donald Trump. 

Es importante resaltar que en la coyuntura en la que se han presentado los ataques rusos al gobierno neo nazi de Kiev, la popularidad de la dupla presidencial de Joe Biden y la vice presidenta Kamala Harris atraviesan por su peor momento, por lo cual para el binomio presidencial mostrarse ante el mundo como los líderes de la democracia y la libertad no les viene mal pensado que están por enfrentar una agenda electoral interna muy complicada donde no se vislumbra que puedan mantenerse en  el poder.

No obstante atizar el conflicto en Ucrania ha sido posible gracias al apoyo económico, así como militar que ha recibido la junta de Kiev de sus contrapartes occidentales quienes durante meses han suministrado armamento y han buscado generar un acorralamiento sobre Moscú. 

A partir de este momento la retórica se ha apoderado de los medios, los cuales como es costumbre toman partido de acuerdo a los intereses de quienes los patrocinan, es por ello que la guerra mediática que ha iniciado la OTAN a partir de nuevos conceptos como la guerra cognitiva buscan ya no solo controlar el flujo de información y la propaganda clásica, sino ir más allá al buscar dominar la forma en cómo la población objetivo piensa y procesa la información con lo cual dichas poblaciones se vuelven amplificadores del mensaje que se quiere difundir, así los objetivos son las mentes de los receptores que al pensar de la forma que busca el emisor del mensaje se asegura que el control de la información política se mantenga dentro de los parámetros que busca quien emite el mensaje.

Este tipo de técnica de guerra cognitiva es la que se esta ejecutando en el contexto de las operaciones militares de Rusia en Ucrania, toda vez que se ha distorsionado por completo tanto los objetivos que persigue Moscú en su incursión hacia su vecino ucraniano, donde en la prensa internacional se omiten los ataques sistemáticos durante ocho años a las poblaciones del Donbass, así como el hecho de que una junta de corte neo nazi ascendió al poder con el apoyo político, económico y militar de occidente, toda vez que si eso se reconociera en los medios sería el equivalente a decir que occidente y particularmente el conjunto político demócrata apoya un proyecto neo nazi, lo cual no encaja muy bien con el discurso de políticas de inclusión social que buscan proyectar.

En este sentido las operaciones militares de Rusia han sido criticadas por los medios occidentales bajo el contexto de una operación imperialista que busca incrementar el poder de dominio de Vladimir Putin, de forma que la retórica anti rusa que durante años ha sido promovida por el lobby anti ruso en los Estados Unidos, cobra sus mayores frutos, toda vez que Washington busca una operación de limpieza de su imagen tras su salida poco honrosa de Afganistán en donde las violaciones a Derechos Humanos no serán investigadas, por ello desde Washington se busca proyectar un discurso centrado en un mensaje de protección a la libertad y lucha contra la tiranía, focalizando como enemigo de la humanidad a Vladimir Putin, con lo cual es posible afirmar que una nueva revolución de color se ha puesto en marcha, pero ahora se proyecta con un alcance de escala global, donde el objetivo es la conquista del territorio ruso. 

Asimismo, como en el pasado en que los grandes lideres castrenses occidentales como Napoleón en 1812, así como Hitler en 1941 iniciaron sendas campañas militares con el objetivo de invadir Rusia, siempre tuvieron en mente que el gran botín de guerra sería el enorme territorio ruso, el cual como es ampliamente sabido cuenta con grandes reservas de minerales y recursos estratégicos. Este objetivo lo planteó de forma explícita Zbigniew Brzezinski ex asesor de Jimy Carter y quien es considerado uno de los principales estrategas de política exterior de Estados Unidos. Brzezinski en un artículo publicado en 1997 en la revista Foreing Affairs titulado “Una geoestrategia para Eurasia”, propuso que era imperativo para Estados Unidos implementar una serie de estrategias políticas que buscaran la balcanización de Rusia en tres territorios independientes.

En el actual contexto asistimos a una nueva operación “Barbaroja”, como la que lanzaron los Nazis en Julio de 1941, ya que simultáneamente al manejo mediático de guerra cognitiva descrito arriba, la OTAN y el Departamento de Defesa de Estados Unidos preparan una gran cantidad de tropas y equipo militar en las inmediaciones de Rusia. Resulta evidente que esta es la primera fase de la guerra contra Rusia, ya que el primer objetivo es tener el apoyo mediático global que haga ver como justificado un futuro ataque militar masivo contra Rusia el cual buscará evidenciar a través del argumento de que Moscú fue quien agredió a Kiev.

No obstante, para quien escribe estas líneas es fundamental no perder de vista que la iniciativa militar de Rusia se puede plantear en al menos tres factores. 1. Es una respuesta al acoso de 30 años por parte de la OTAN como parte de una expansión injustificada y que responde a los mecanismos del keynesianismo militar, 2. Busca desnazificar a las bases políticas de Ucrania, las cuales son utilizadas como una cuña entre Occidente y Rusia cuyo objetivo final es que la cultura eslava sea destruida al tiempo que Rusia deje de ser un obstáculo para la expansión a la inversión de Occidente al tiempo que este pueda tener el control de los recursos estratégicos y críticos localizados en su territorio. 

Adicionalmente no se debe olvidar que de acuerdo con análisis estratégicos y de tendencias globales suministrados por el Gobierno Británico las tendencias ambientales en el marco del calentamiento global generarán grandes perturbaciones mundiales, ya que asumen que el aumento de 2 o 3 grados Celsius ya no se podrán detener sin importar las acciones de mitigación. 

Lo anterior tiene un gran impacto sobre la importancia estratégica territorial de Rusia, ya que de acuerdo con los estudios de la Brookings Institution en conjunto con la London School of Economics se espera que el centro territorial de Eurasia se mantenga relativamente estable ante las futuras perturbaciones climáticas, por lo cual el control del territorio de Rusia se vuelve fundamental debido a que dichas instituciones proyectan que el enorme territorio ruso no se verá afectado de forma central por las futuras transformaciones climáticas globales, toda vez que el calentamiento global actual tiene el potencial de abrir el territorio siberiano para convertirse en uno de los principales centros de producción agrícola del mundo. Lo anterior aumenta el valor estratégico del territorio de Rusia, el cual es necesario ser controlado por Occidente para generar una nueva solución espacial que permita no solo nuevos ciclos de acumulación, sino también tener acceso irrestricto a un espacio territorial estratégico que sirva a los intereses de inversión de Occidente, así como a los proyectos globalistas de monopolización del mercado alimentario que actualmente encabeza Bill Gates.

Debido a lo anterior y solo por enumerar algunos de los principales elementos inmersos en la ecuación de dominio territorial sobre Rusia y sin considerar las reservas de tierras raras así como de otros minerales estratégicos, así como de foresta y biota, es necesario para Occidente que Rusia colapse como una nación soberana toda vez que su ejercicio de soberanía afecta el libre ejercicio de los proyectos occidentales, particularmente del alto sector empresarial tanto para el acceso a recursos como para la relocalización de poblaciones a nivel mundial, procesos que han sido estudiados desde el siglo XX por geógrafos estadounidenses como Isahia Bowman y que actualmente desarrollan los estudios de la Brookings Institution.

Asimismo, el tercer elemento a resaltar y que resulta muy controvertido pero que permite analizar la iniciativa militar de Rusia como una estrategia de partida doble, es contextualizar la operación militar especial rusa como una acción de respuesta concreta y que manifiesta que Moscú no ejerce un bluff mediático con relación a la superioridad militar en materia de armas estratégicas como muchos medios occidentales lo asumieron. No obstante en redes sociales es de esperar que se presenten imágenes de incompetencia militar rusa, ya que el mundo entero está siendo objetivo de una guerra global de propaganda fundamentada alrededor del concepto de guerra cognitiva que describimos con anterioridad. 

Simultáneamente la acción militar rusa pretende desestabilizar las capacidades de respuesta de Occidente toda vez que la coordinación de contestaciones militares y de sanciones económicas es muy posible que no sean totalmente coordinadas, a pesar que al momento de redactar estas líneas se muestra una aparente unidad en todo Occidente, sin embargo no hay que perder de vista que la estrategia de Rusia es de larga duración y buscará esperar a que Europa se debilite como resultado de los impactos de las sanciones en Rusia, ya que Moscú tendrá la ventaja de los precios altos de los energéticos así como un flujo reducido de materias primas necesarias para la industria europea, la cual no está lista para trabajar en condiciones de bloqueo como lo ha realizados Rusia por ocho años con mucho éxito. 

Asimismo conforme el impacto económico de las sanciones haga mella en la población europea, las repercusiones políticas serán profundas en el viejo continente, dinámica que favorece el entorno para el desarrollo de procesos político-revolucionarios que tiendan a profundizar la lucha política contra los regímenes liberales y favorecedores del posmodernismo económico y del marxismo cultural, lo cual promoverá el ascenso político de facciones conservadoras y que buscan restituir el Dasein europeo.

La iniciativa militar de Rusia tendrá repercusiones financieras importantes, ya que  es previsible que Occidente acentué su régimen de sanciones económicas , dinámica que ya ha iniciado por medio de una desconexión parcial de ciertos bancos rusos del sistema Swift, lo anterior le abre la oportunidad a Rusia de abandonar el sistema dólar e incentivar una contraofensiva geofinanciera que se coordine con China, lo cual convierte a esta crisis en un preludio de guerra global, toda vez que la guerra comercial iniciada en la administración de Donald Trump estableció las bases para que las relaciones entre China y Estados Unidos iniciaran un proceso de deterioro muy importante, el cual se ha acentuado durante el contexto de los dos primeros años de pandemia global por Covid-19.  

La estrategia de acorralamiento para lanzar un ataque militar de la OTAN en múltiples frentes es el guion diseñado por la RAND Corporation en un documento titulado: “Extending Russia. Competing for Advantageous Ground”, en el cual se describen las medidas de guerra económica que deben ser emprendidas contra Rusia, como las siguientes: reducir las exportaciones de petróleo y gas, cortar la expansión de gasoductos, imponer sanciones económicas y acelerar la fuga de cerebros.

A lo anterior se debe sumar el apoyo de Estados Unidos, Reino Unido y Canadá al envío de toneladas de armamento a Ucrania en los meses previos a la decisión de Putin de intervenir en Ucrania, adicionalmente dichas armas no son regalos del complejo armamentístico occidental, ya que el gobierno de Kiev tendrá que pagar por las líneas de crédito por medio de las cuales las armas han sido enviadas hacia su territorio.

El escenario descrito permite plantear a Estados Unidos el bloqueo económico hacia la infraestructura energética de mayor importancia estratégica que Moscú construyó con sus socios económicos europeos, particularmente alemanes y que se materializa en el gasoducto Nord Stream 2, el cual como fue analizado en el capítulo 8 sufrió de grandes obstáculos para lograr ser terminado, ante la situación actual la Unión Europea en conjunto con los Estados Unidos preparan el paquete de sanciones económicas más grande de la historia lanzado contra una nación, mismas que son coordinadas por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, y en las cuales es imperativo para las fuerzas atlantistas eliminar el gasoducto Nord Stream 2 de la escena geopolítica europea.

En ese contexto el gasoducto Nord Stream 2 ha sido bloqueado y su aprobación para iniciar operaciones por parte de la Unión Europea ha sido suspendida de forma indefinida, lo anterior abre las puertas a las exportaciones de shale gas que Estados Unidos ha desarrollado en los últimos 14 años y que le han posicionado entre los principales productores de hidrocarburos del mundo, no obstante desde 2015 ha sido muy cuestionada la capacidad real de Estados Unidos para abastecer la demanda europea de gas natural, toda vez que su mercado interno consume la mayor parte de su producción. 

En ese escenario es claro que el objetivo de Washington es destruir la economía física de Europa ya que pagaría más por sus importaciones de gas y petróleo al tiempo que tendría un acceso limitado a las fuentes de energía, dejando solo disponibles una batería de fuentes alternas que al ser de menor densidad de energía condenarían a Europa a un proceso irreversible de autodestrucción económico y social, muy semejante al que se aprecia en ciudades estadounidenses que han sufrido procesos de desindustrialización como Detroit.

Adicionalmente los precios de cotización del petróleo se han reactivado, superando así las limitaciones de la pandemia de Covid-19, alcanzando máximos de cotización no vistos desde 2014, donde la mezcla Brent alcanzó los 105 dólares el barril al cerrar la jornada del 24 de febrero, mientras que el gas natural ha mostrado aumentos del 53% para el mercado regional europeo, según lo reporta el rotativo británico The Guardian.

En este mismo sentido se orienta la prensa financiera estadounidense, donde desde el Wall Street Journal se propone que Europa corte definitivamente el suministro de gas de Rusia lo que permitiría que las empresas estadounidenses pudiesen ingresar al mercado europeo y abastecer con gas “democrático” proveniente de las cuencas estadounidenses a Europa, lo cual también puede plantear la necesidad de hacer arreglos de exportación con Qatar, con el objetivo de abastecer la demanda europea. 

Debido a lo anterior resultó interesante el Twitt publicado el día 22 de febrero por Dmitry Medvedev jefe del Consejo de Seguridad Nacional de Rusia, en el cual señalaba que debido al bloqueo del Nord Stream 2, “muy pronto los europeos deberán pagar 2,000 euros por un volumen de 1000 metros cúbicos de gas natural”.

Lo anterior plantea que Europa es de nueva cuenta no solo escenario de una conflagración en escalada, sino que al igual que en la crisis energética de 1973 en la cual el arribo del mercado de petrodólares le aseguró a Estados Unidos detener el crecimiento económico de Europa y Japón ya que ambos debieron pagar más dinero y demandar una mayor cantidad de dólares por la misma cantidad de hidrocarburos, lo cual desaceleró su crecimiento así como su dominio de mercado que en ese entonces ya mostraba una gran presión hacia el sector empresarial de los Estados Unidos.     

En el actual contexto desconectar a Europa de los gasoductos rusos le aseguraría a Europa ingresar en una era de hiperinflación y estancamiento económico, particularmente porque el sector energético verde no ha dado muestras de tener la capacidad de densidad de flujo energético para sustituir con eficiencia a los combustibles fósiles. 

Se torna evidente que la escalada de conflicto en Ucrania buscó poner al liderazgo político ruso en una encrucijada, por una parte las acusaciones de violaciones al Derecho Internacional como producto del reconocimiento de las provincias del Donbass así como la subsecuente incursión militar resultan cruciales para la proyección de guerra cognitiva en la cual Rusia debe ser vista como una nación agresora, lo cual abre el camino para que una futura incursión militar de la OTAN hacia Rusia se muestre como guerra justa y en respuesta a la defensa de los valores de libertad posmoderna.

Es evidente que esta dinámica busca por medio de una clásica confrontación intercapitalista producir una solución espacial para incentivar el proceso de acumulación de capital favoreciendo al sector empresarial estadounidense, sin embargo es fundamental visualizar la respuesta que provenga de las naciones continentales de Eurasia, ya que el sistema de alianzas eurasiático se encuentra desarrollándose a gran velocidad, donde es indiscutible que el liderazgo estadounidense pretende lanzar una guerra contra Rusia que busque su desaparición como una nación políticamente fuerte y con capacidad de ejercicio de soberanía, ya que Moscú desde la Segunda Guerra Mundial ha sido un gran obstáculo para los proyectos de expansión globalista lanzados desde el núcleo empresarial occidental anglosajón. 

En este sentido y considerando un contexto de escalada en el marco de la actual confrontación en Europa, el teatro de operaciones no se limita al viejo continente, en el corto plazo es de esperar que se inicie la coordinación de acciones militares por parte de los grandes actores de Eurasia, donde después de la cumbre entre Xi Jinping y Vladimir Putin en el marco del inicio de los juegos olímpicos de invierno de 2022, se llevó a cabo una declaración conjunta en la cual se plantea que la cooperación entre ambas potencias no tiene límites, lo cual plantea la formalización de una alianza entre Rusia y China, donde la complementariedad entre la Nueva Ruta de la Seda de China así como la Unión Económica Eurasiática de Rusia centradas en el desarrollo tecnológico y comercial del gran espacio eurasiático buscan la creación de un modelo económico alternativo al contexto dominado por Estados Unidos.  

Por una parte es importante mencionar que las sanciones económicas propuestas por Occidente que se anuncian hacia Rusia como el mayor paquete de la historia jamás lanzado contra nación alguna, tiene el potencial de orientar a Rusia a la creación de un modelo económico alternativo, toda vez que la tradición económica rusa con antecedentes en la teoría marxista le otorgan la posibilidad de tener las herramientas para comprender los fundamentos de la crisis del sistema financiero Occidental, esas categorías hace mucho que fueron desechadas en Occidente, por lo cual no tiene las herramientas conceptuales para comprender  la orientación de la crisis interna en los frentes económicos y financieros que enfrenta.

Por otra parte la influencia económica física que también se encuentra en la tradición económica rusa y que proviene de las últimas décadas del periodo zarista y que tuvieron inspiración en el modelo estadounidense hamiltoniano, son de gran relevancia para comprender que Rusia al encontrarse bajo ataque y bloqueo económico por parte de Estados Unidos y Europa y tras ocho largos años de experiencia en el manejo de sanciones económicas puede encontrarse en el borde de la creación de un modelo económico y comercial que rechace al dólar como la principal moneda de intercambios comerciales.

Lo anterior abre una gran gama de posibilidades para reconfigurar la estructura económica del siglo XXI, ya que el posible tránsito hacia un esquema económico, comercial y financiero no basado en el dólar es fundamental para consolidar un sistema económico eurasiático en el cual la influencia de Washington se vea sumamente disminuida, lo anterior es fundamental tenerlo presente porque tanto China como Rusia son las naciones que se han lanzado a construir la infraestructura estratégica de conexión marítima y terrestre al interior de Eurasia. 

Por ello es importante no perder de vista que la presión ejercida hacia Rusia con amenazas como excluirla del sistema de pagos internacionales comúnmente conocida como SWIFT, y que ha sido denominado en la prensa financiera como la bomba atómica de las finanzas, de concretarse solo acelerará la propia defunción del dólar, ya que otros productores de materias primas así como socios comerciales de China buscarán medios alternativos al mercado internacional centrado en los intercambios comerciales centrados en dólares, donde una combinación de criptomonedas sustentadas por oro es una alternativa financiera muy viable para que Moscú pueda sortear las sanciones económicas. 

Adicionalmente la expulsión de Rusia del sistema SWIFT plantea que este mecanismo con sede en Bélgica deja de tener neutralidad política y que responde a intereses geopolíticos de las potencias occidentales, particularmente de Estados Unidos, además se debe tener en cuenta que una gran cantidad de líneas de crédito que tiene Rusia con diferentes bancos occidentales no serán pagadas, lo cual tiene una importante implicación hacia China, nación que tiene un gran interés en no depender de los sistemas de pago controlados por Occidente, las sanciones económicas hacia Rusia fundamentadas en su expulsión aún parcial del sistema SWIFT acelerarán las acciones de coordinación entre Rusia y China por abandonarlo por completo, lo cual puede jalar al resto de naciones aliadas de ambos países lo cual en el lado de Beijing es altamente atractivo ya que hoy cuenta con un número mayor de socios comerciales en comparación de los que posee Estados Unidos.

Finalmente la aceleración hacia la consolidación de un modelo tripolar se ha profundizado en donde la guerra intercapitalista en el control de espacios geográficos estratégicos en materia de producción, transporte y comercialización de hidrocarburos, particularmente el caso del gas natural se posiciona en el centro de la territorialidad geopolítica y geoeconómica que define el futuro del sector energético mundial, lamentablemente el contexto de guerra económica y militar ya se instaló en el teatro de operaciones europeo y Estados Unidos parece buscar acelerar la proyección de fuerza militar y económico-financiera sobre Rusia, por ello el control físico de materias primas estratégicas le permite a Rusia iniciar una reconfiguración del sistema de alianzas mundiales, donde la interconectividad con China resulta primordial, consecuentemente no es extraño que Rusia inicie procesos de contraataque económico centrado en el bloque de exportaciones de recursos estratégicos como el Paladio que es fundamental en la producción de Chips, tan necesarios para la fabricación de un sin número de productos de alto perfil tecnológico,

Finalmente, todo indica que el sistema internacional ha iniciado ya el proceso de transición hacia un nuevo esquema de la territorialidad del mercado energético y de materias primas estratégicas, sin embargo la profundidad geopolítica y geohistórica de este proceso es muy grande ya que la iniciativa militar de Rusia abre grandes posibilidades para generar una transformación del orden internacional unipolar controlado por Occidente y particularmente por los Estados Unidos, de ahí que la respuesta de las élites de Occidente contra Rusia sean tan efusivas y emocionales, Occidente perdió la iniciativa estratégica y no está dispuesta a ir a una guerra total, ya que al ser amantes de los valores de cambio así como de una tasa de acumulación sin límites, saben que los días de un sistema económico basado en el dólar están contados y por ello buscarán destruir a Rusia y China para que la interconectividad terrestre y marítima de Eurasia no se concrete ya que ello significaría el fin del dominio de las talasocracias en el tablero mundial donde la iniciativa militar de Moscú es la pieza clave para la transformación del sistema económico y político global en dirección no solo de un esquema de poder tripolar sino aún más allá de un contexto multipolar centrado en regionalismos económicos y balances de poder, sin embargo la estrategia militar rusa será clave para orientar este proceso que ya no tiene reversa, Rusia será líder en este proceso o será destruida por Occidente a partir de este momento de la historia ya no habrá marcha atrás, ya que el sistema de dominación geopolítico anglosajón se encuentra bajo ataque y todo dependerá de los procesos de ofensiva y contraofensiva en la partida estratégica más importante de la historia.