Análisis semanal de Geopolitica de Carlos Pereyra Mele para el equipo del Club de la Pluma, que conduce el Periodista Norberto Ganci por la Radio Web al Mundo. 

TEMAS:

Sigue profundizandose el conflicto entre Atlantistas (EEUU y socios) y Continentalistas (China y sus socios) conflicto que conduce a un mundo Bipolar nuevamente

A Política Internacional de la semana:

EEUU Realineando su zona de influencia- Reunión Trump/ López Obrador lanzamiento del Nuevo acuerdo que reemplaza al NAFTA y el Grupo Puebla ? La Geopolitica real pesa sobre México

CHINA reunión entre los Presidentes Putin y Xi, Rechazan el sabotaje y la intervención extranjera en su Zona: Hong Kong Macao y Ucrania Península de Crimea

América del Sur: La Pandemia sigue incrementandose y ahora afecta a varios dirigentes Políticos: Diosdado Cabello (Venezuela); Jair Bolsonaro (Brasil); Añez (Bolivia). Problemas económicos que surgen por el corte del envio de las remesas de los Migrantes a sus países de origen Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Paraguay desde Italia, España y los EEUU especialmente donde se radicaron. Chile una revuelta de la derecha oficialista contra Piñera por el tema de el retiro de los fondos aportados a las jubilaciones privadas para paliar los efectos económicos de las cuarentena y la crisis económica en ese País. 

B Análisis Geopolitico hoy: Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte

Gran Bretaña funciona como una súbdita de la Política Exterior de EEUU desde la finalización de la II Guerra Mundial, siguiendo el destino que le marcó el geoestratega norteamericano Zbigniew Brzezinski​y, que la definió como:  “Nuestra Jubilada de privilegio”-, y más aún a partir del Brexit, que la obliga a Gran Bretaña a definirse por EEUU. El Reino Unido se está estabilizando fuertemente en la posición de los Estados Unidos con respecto a Hong Kong, lo que demuestra que el atractivo de Washington para la elección de campo ha sido exitoso. Pero también que las estrategias “autonomistas” para el Londres posterior al Brexit se basaron en un cálculo incorrecto.

Más en el audio: 

Dossier Geopolitico: Reforzando nuestro análisis el Diario español «El Pais», con la firma del analista Rafa de Miguel desde Londres publicó el 11/7/2020, el siguiente artículo que confirma las tendencia que expresamos, en el audio dominical:   

El Pais Hong Kong expone los límites de un Reino Unido solo

La crisis de la antigua colonia revela las dificultades en la política exterior de una potencia media en el siglo XXI

Fuente: https://elpais.com/internacional/2020-07-11/hong-kong-expone-los-limites-de-un-reino-unido-solo.html?ssm=whatsap p

El león británico que abandonó entre rugidos la “cárcel” de la Unión Europea corre el riesgo de ser percibido por el resto del mundo como un “tigre de papel”. Es la expresión china para definir una aparente amenaza que resulta ser inofensiva. La campaña del Gobierno de Boris Johnson contra Pekín, por la restricción de libertades impuesta en Hong Kong con la nueva Ley de Seguridad ha mostrado los límites de la ambición del Reino Unido por ser una voz única en la escena internacional -bajo el sello de Global Britain- en la era post-Brexit.

El Gobierno chino ha expresado su irritación por la oferta de puertas abiertas del Reino Unido a tres millones de ciudadanos de la antigua colonia y lo considera una “burda injerencia en sus asuntos internos”, pero ni le ha sorprendido ni parece preocuparle demasiado. Ya no existe el temor de los años noventa ante el posible éxodo de los habitantes de un increíble motor económico y financiero. Más allá de la cifra final de personas que se acojan al ofrecimiento, Pekín, creen los expertos, tiene abundante personal cualificado para reemplazarlos. “Es importante considerar la reacción del Reino Unido dentro del contexto del Brexit, con un Gobierno debilitado por su gestión de la crisis del coronavirus y que aún está intentando definir su papel en el mundo”, explica a EL PAÍS desde Hong Kong Tim Summers, asesor del programa Asia-Pacífico del centro británico de pensamiento Chatham House. “Algunos han llegado a la conclusión de que esta idea de Global Britain es bastante imperialista en su planteamiento. Hong Kong fue colonia, y de algún modo parece que Londres esté protegiendo a sus antiguos súbditos. Por eso la medida ha sido tan emocional y nada estratégica, ni calculada con detenimiento. Quizá sea una señal de la fragilidad de esta nueva política”, concluye Summers.

Johnson se balancea, en busca de un complicado equilibrio en el mejor de los casos o sin un objetivo claro en el peor, entre dos presiones contradictorias. Necesita mantener buenas relaciones con China en una era que le obliga a buscar socios comerciales fuertes que reemplacen a la UE. Y debe al mismo tiempo contener -y complacer- la exigencia de Washington y de un poderoso sector del Partido Conservador, de mostrar una actitud más firme y agresiva con el gigante asiático. Y corre el riego de no satisfacer a nadie. “La idea de Global Britain se basaba en gran parte en un incremento comercial con China. Lo ocurrido en Hong Kong, y la actitud del Gobierno de Xi Jinping, ha hecho mucho más complicado conseguir esa relación positiva”, explica a través de correo electrónico Gideon Rachman, el columnista jefe de Política Exterior del diario Financial Times. “En cuanto a la respuesta de Londres, nadie espera que logre por sí misma un cambio en la política china. El Reino Unido solo logrará algo si construye alianzas con otros países, como Estados Unidos o Australia”, sostiene.

Johnson -más el antiguo periodista que el actual político en muchas ocasiones- ofrece la ventaja de ser transparente en sus contradicciones. “El Reino Unido no persigue evitar el ascenso de China. Al contrario, trabajaremos codo con codo en todos aquellos asuntos en los que nuestros intereses coincidan, desde el comercio a la lucha contra el cambio climático. Queremos una relación moderna y madura, basada en el respeto mutuo y en el reconocimiento del papel de China en el mundo”, escribía el primer ministro en las páginas del diario The Times cuando estalló la crisis de Hong Kong. Negro sobre blanco, definía las premisas sobre las que parece basarse una nueva política internacional cuyos objetivos siguen siendo difusos: el mundo es un lugar benigno plagado de buenas intenciones y el Reino Unido goza de autonomía estratégica para escoger aquello que le interesa.

Si la antigua colonia ha sido la prueba del nueve del peso real de Downing Street, el caso Huawei ha sido la ducha escocesa con la que Johnson ha comenzado a entender, como decían los Rolling Stones, que “no siempre puedes lograr lo que quieres”. Su antecesora en el cargo, Theresa May, parecía haberle quitado el problema de encima al tomar la decisión de que el gigante asiático participara en el desarrollo de las nuevas infraestructuras de comunicación 5G en el Reino Unido. Sin tecnología propia equiparable, la empresa china resultaba fundamental para los grandiosos planes de reconstrucción del país prometidos en campaña por el Partido Conservador. Johnson pensó que bastarían algunos retoques para tranquilizar al aliado estadounidense, en guerra declarada contra Huawei, y al ala dura de su propia formación política. Halcones como Iain Duncan Smith o Tom Tugendhat (presidente este último de la Comisión de Exteriores del Parlamento) habían creado el China Research Group (Grupo de Investigaciones sobre China), un aparato de presión para endurecer la postura del Reino Unido respecto a la potencia asiática, después de años de acercamiento y compadreo desde el mandato de David Cameron. China lleva camino de convertirse en el nuevo Brexit de los tories, siempre dispuestos a tener un asunto con el que poder descuartizarse internamente.

Downing Street limitó la participación de Huawei en el proyecto a un 35% y vetó su acceso a instalaciones estratégicas y de seguridad. No contentó ni a Donald Trump ni a los críticos conservadores. Cuarenta de ellos se rebelaron en una votación parlamentaria que señaló a Johnson la grieta que podía desmoronar su aparente holgada mayoría. La posterior decisión de Washington de imponer nuevas sanciones a la empresa tecnológica ha creado “dudas muy serias”, según un informe del Centro Nacional de Ciberseguridad británico, de que Huawei mantenga la capacidad necesaria para colaborar en el desarrollo de la red 5G. En los próximos días, se da por hecho que el Gobierno acabará vetando su participación. “No puedes aspirar a una era dorada si tratas a China como un enemigo”, ha advertido a Johnson el embajador en el Reino Unido, Liu Xiaoming.

Todos los problemas parten de la misma indefinición y desconfianza. Londres quiere retener las ventajas adquiridas durante casi medio siglo de pertenencia a la UE sin sujetarse a ninguna de sus reglas; busca reforzar sus lazos comerciales y estratégicos con Washington sin aparentar servilismo alguno “con una Administración [estadounidense] que sigue siendo una de las más históricamente impopulares en el Reino Unido”, como recuerda Summers; o pretende usar su soft power (el “poder suave”, o la capacidad histórica de influencia del Reino Unido) con Pekín para hacerle entender en qué consisten la democracia y los derechos humanos y retener a la vez sus necesarias inversiones económicas.

El semanario The Spectator, manual imprescindible de cualquier conservador británico que se precie, celebró la salida de la UE con una famosa portada en la que se veía una mariposa con los colores de la Union Jack (la bandera del Reino Unido) que escapaba de la jaula. “Out, and into the world” (libres, para zambullirnos en el mundo), proclamaba la revista. Johnson comprueba ahora que el agua está fría, mucho más fría si se nada solo y sin rumbo, y con más tiburones que delfines.

EL DETERIORO DE LA AYUDA AL DESARROLLO

La decisión anunciada por Johnson de fusionar el Ministerio de Ayuda al Desarrollo con el de Exteriores ha unido en su protesta a ex primeros ministros como el conservador David Cameron o los laboristas Tony Blair y Gordon Brown, además de a numerosos diputados y organizaciones de ayuda humanitaria. La creación de este departamento, con un presupuesto anual de más de 16.000 millones de euros y capacidad para decidir de modo autónomo sus proyectos y objetivos, ha ayudado a impulsar el soft power (poder suave, o capacidad de influencia internacional) del Reino Unido considerablemente.

Creado en 1997 por un Gobierno laborista, supone el 0,7% del presupuesto nacional y ha sido actor fundamental en la lucha contra la pobreza, la violencia contra las mueres o la protección de los derechos humanos. “Durante mucho tiempo ha sido visto como un cajero automático gigante en el cielo” de libre disposición, ha argumentado Johnson para defender la lógica de la fusión. En su remodelación de la estructura del Gobierno, el primer ministro quiere que la ayuda exterior sea un elemento más, incorporado a su Global Britain, en la nueva política internacional. Y que esté coordinada con los objetivos perseguidos en cada momento. La decisión, ha advertido su predecesor Cameron, provocará “menos especialización, menos voces en defensa del desarrollo en las decisiones gubernamentales, y finalmente, menos respeto hacia el Reino Unido en el exterior”.

Por Natalia Arias

¿Por qué Donald Trump ha decidido sancionar a funcionarios de la Corte Penal Internacional en un momento tan crítico? Casualidad será que quienes han sido sancionados y restringidos de visa adicional, son quienes se encuentran investigando si las fuerzas norteamericanas han cometido crímenes de guerra en Afganistán. También son investigadas las fuerzas afganas, quienes presentaron su oposición a la misma investigación.

Ya son 67 los Estados Parte que rechazaron las sanciones unilaterales a través de un comunicado. En América Latina, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá y Paraguay han decidido abstenerse a su firma. 

Los ya mencionados han sido actores clave este mes, aun así, contextualmente se deben tener en cuenta los recientes sismos en la zona y la necesidad de mantener a salvo a los habitantes. Por ende, a rasgos generales, quiero destacar una serie de cuestiones:

En un primer punto, la entrada en vigencia del T-MEC. Si bien los movimientos no esenciales entre los países están prohibidos hasta el 21 de julio, la circulación de bienes se mantiene, y se intentará reforzar la ya generada interdependencia económica entre las mismas.

En un segundo punto, lo sucedido el pasado 24 de junio: la declaración estadounidense, a través de un comunicado de prensa, de la destinación de una ayuda de 252 millones de dólares para El Salvador, Guatemala y Honduras en calidad de promover la seguridad nacional de EE. UU y disminuir la inmigración ilegal a su territorio. “El reforzar la inversión en el sector privado para abordar el impacto económico de la pandemia es un hecho clave a la hora de alcanzar el éxito a largo plazo, afrontando asuntos de seguridad, gobernanza y prosperidad, que llevan a la inmigración ilegal a los EE.UU” declara Pompeo en el comunicado de prensa, donde además señala que se pretende “ayudar a estas naciones a ser más seguras y prósperas, permitiendo al sector privado liderar las oportunidades económicas y proporcionar asistencia sanitaria”. Considero pertinente reconocer que, de manera paralela, se ha brindado ayuda económica extra para Honduras y para El Salvador, al primero en concepto de ayuda para la pandemia, y al segundo debido a la tormenta tropical Amanda y por la celebración de alianzas/Friendship Day.

Un tercer punto alude a la política migratoria norteamericana. El juez federal Timothy J. Kelly rechazó la política tomada por Trump de prohibir a los migrantes solicitar asilo en la frontera sur, diciendo que el gobierno no justificó el repentino cambio sin previo aviso ni comentario público, habiendo fallas en el procedimiento. Hay que subrayar que la política consiste en exigirle a los solicitantes de asilo que lo hagan primero en los países que se encuentran “en camino” hacia EE. UU, es decir, Guatemala y México.

Concluyendo estos puntos, procedo a destacar los avances en cuanto a alianzas en el territorio.

Por un lado, tenemos a México, donde recientemente el presidente López Obrador, a través de su conferencia de prensa, ofreció detalles de su futura visita a los Estados Unidos el 8 y 9 de julio. Se tratarán temas relacionados al T-MEC y otros temas cuyas “posturas ya conocemos”, según refirió en su conferencia de prensa. Cabe mencionar que, a principios de junio, también se informó por parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores mexicana, un acuerdo con el gobierno estadounidense en plan de ampliar los puntos de revisión a lo largo de la frontera común, estableciendo un claro “compromiso de intercambio de información y fortalecimiento de la colaboración”.

Por otro lado, y en relación al narcotráfico, se debe destacar la reciente acción por parte de Panamá, quien, en conjunto con las fuerzas aéreas y navales de los Estados Unidos y la información suministrada por la armada colombiana, logró incautar 1000 paquetes de droga. Esto me da pie para hablar sobre la situación con Colombia, quien el mes pasado ha aceptado los despliegues militares de las tropas estadounidenses que tanto rechaza la oposición, sumado a la reciente donación de 7 millones de dólares para la seguridad alimentaria en épocas de pandemia, ya siendo 30 millones de dólares de donaciones en total.

A fines del mes de junio, el embajador estadounidense en Colombia, Philip S. Goldberg solicitó al presidente Duque y al ministro de comercio que se tomen medidas excepcionales para proteger la inversión extranjera, específicamente, la modificación de la ley 80 de 1993 de contratación de administración pública, quien según Goldberg, asegura que impone trabas a la inversión en proyectos de infraestructura: “La ley 80 de Colombia genera dudas generalizadas a las empresas estadounidenses a desarrollar algunos de los principales proyectos de infraestructura en Colombia, consideran que la ley impone a las empresas privadas requisitos fiscales y de responsabilidad penal poco realistas” Manifestó en el foro virtual realizado por la Cámara de Comercio. 

Otra injerencia a tener en cuenta alude a Paraguay, con quien el gobierno norteamericano decidió reimpulsar la agenda internacional y comenzar a concretar los compromisos ya establecidos el año pasado en relación al comercio, inversiones, etc. Paralelamente a mediados de junio, el informe del Departamento de Estado norteamericano halagó al gobierno paraguayo y a su Secretaria de Inteligencia, al haber catalogado al grupo libanés Hizbulá de “terrorista”.

Ahora bien, los problemas se complicaron para Nicaragua, Venezuela y Cuba, con quienes el gobierno norteamericano mantiene una relación muy tensa, y no es novedad al considerar el rechazo hacia las presidencias que difieren de ideología estadounidense. Puntualmente en Nicaragua, Pompeo ha incluido al gobierno nicaragüense a la lista negra de países que no hacen lo suficiente para combatir la trata de personas, diciendo que no cumplió con los estándares mínimos ni realizó esfuerzos significativos. En la otra cara, el presidente Ortega denunció a fines de mes que el gobierno norteamericano intenta “asfixiar” a Nicaragua con todas estas imposiciones y sanciones -recordemos las ya realizadas en relación a los acontecimientos de 2018-. 

Aludiendo ahora a Venezuela y Cuba, los bloqueos económico-comerciales siguen manifestándose abiertamente. En parte, Estados Unidos sancionó a siete empresas turísticas y financieras controladas por militares cubanos, bajo la justificación de que el gobierno cubano utiliza las ganancias para financiar su interferencia en Venezuela, y mientras tanto, esta última mencionada se opone a las últimas acciones norteamericanas. El gobierno de Trump sancionó a cuatro empresas navales por transportar petróleo hacia el país venezolano, bajo el argumento de que la explotación de crudo para beneficiar al régimen ilegítimo de Maduro es inaceptable. El Tribunal de EEUU decidió además subastar otro cargamento de gasolina supuestamente destinado a Venezuela.

En conclusión, se puede destacar un cierto fortalecimiento de relaciones con respecto a México, Paraguay, Panamá y Colombia, y muchas complicaciones en Nicaragua, Venezuela y Cuba. En un segundo punto, los problemas migratorios han aumentado considerablemente en República Dominicana, Guatemala y Honduras. A nivel de sector privado, se pueden destacar otros problemas: En Argentina, se estableció que el juicio de YPF continuará en los Estados Unidos, y en Chile, el procedimiento de la causa judicial de LATAM sigue entorpeciéndose. Finalmente, se debe recordar la injerencia en torno al reclamo opositor en Uruguay, de que Estados Unidos interviene en decisiones internas que le competen solamente al país, y en Ecuador, el embajador estadounidense mantiene su posición de lucha contra la corrupción, instando a los medios en que sigan investigando los casos y afirmando que Estados Unidos colaborará en lo que pueda.

Natalia Arias Investigadora Junior de Dossier Geopolitico

Fuentes:

https://www.state.gov/united-states-provides-additional-u-s-foreign-assistance-for-el-salvador-guatemala-and-honduras/

https://sv.usembassy.gov/u-s-government-donates-120000-in-emergency-relief-assistance-to-el-salvador-due-to-tropical-storm-amanda/

https://sv.usembassy.gov/u-s-government-provides-additional-5-million-for-tropical-storm-amanda-and-covid-19-relief-on-the-third-annual-u-s-el-salvador-friendship-day-celeb/

DOSSIER GEOPOLITICO: Es importante analizar esta idea del Dr Alfredo Jalife-Rahme de la Balcanización de EEUU, del cual muchos intelectuales y grupos de análisis “occidentales” empiezan a plantear y hacen un seguimiento profundo. Para muchos esto parecerá Política-ficción, pero hace mas de 30 años se sostenia a través de los Neocom y sus propagandistas, que gobiernan desde entonces con el llamado “Estado Profundo” a través de los 2 Partidos (demócratas y republicanos) incidiendo en la Política Exterior de EEUU, que esta Nación autodefinida como “imprescindible” y “excepcional” (según sus  publicistas y medios culturales y mediáticos) gobernaria SOLA en este Siglo XXI; pero las crisis del 2001, 2008 y 2020 demostraron que NADA ESTÁ ATADO y mucho menos BIEN ATADO !!!

Del Choque al Diálogo de Civilizaciones

     De la Globalización a la Perestroika en Estados Unidos

Wim Dierckxsens – Walter Formento                                                     

Introducción 

Hoy todo demuestra que estamos ante una crisis sistémica. Crisis sistémicas hemos visto ya en la Antigüedad, con el Imperio Romano, la vimos con la descomposición de la Unión Soviética hace treinta años y la vemos también hoy ante nuestros ojos en Estados Unidos. Observamos, que rara vez se percibe el borde del acantilado, o incluso el fondo del abismo, antes de que éste se haya tragado un imperio entero y, aun así, tampoco se ve hoy. El ascenso y la caída de las civilizaciones es una tesis clásica que con la Gran Depresión del Siglo XXI toma nuevamente vigencia. Durante la depresión, los tres momentos: las relaciones sociales de producción, las fuerzas productivas y la conciencia de estas pueden bien entrar en fuerte contradicción al interior de sí mismas. Este sistema de contradicciones se manifiesta a través del carácter crecientemente improductivo del capital financiero y la enorme dificultad de un retorno al trabajo productivo en el mundo en general, en primer lugar en los centros del poder.

Con la Gran Depresión del Siglo XXI se revelará, en otras palabras, un momento particularmente crítico del capitalismo. El capital financiero especulativo, basado en trabajo improductivo, se impone hoy más que nunca al trabajo productivo y aparentemente puja por llegar a los límites más extremos. En estos días estalló otra burbuja especulativa en la bolsa de valores y todo hace prever que podría ser la última. La pregunta central es si el capital podrá o no invertir, una vez más, esta relación y retornar al ámbito productivo con ganancias justo cuando el mundo entra en una Gran Depresión. 

Este retorno, lo consideramos muy complejo y difícil. Por lo tanto, al no poder regresar y reconectarse al ámbito productivo, nos encontraremos no solo ante una crisis del modelo neoliberal sino ante la crisis sistémica del capitalismo mismo. Entonces, como podemos observar, la continuidad del capitalismo como sistema dependerá de sus posibilidades de retorno de las inversiones al ámbito productivo. Dicho de otra manera, a partir de una imposición dominante de la inversión financiera improductiva y especulativa por sobre la productiva sin una clara posibilidad de retorno, la racionalidad misma del capitalismo se encuentra en crisis. Incluso podríamos estar ante la inversión misma de esta racionalidad, basada en el crecimiento perpetuo, hacia otra civilización donde se reafirme tanto la vida humana como la de la naturaleza.

Crisis y transición en la historia a vuelo de pájaro

El ascenso y la caída de las grandes culturas en la historia se encuentran estrechamente vinculados con el tema del trabajo productivo e improductivo, sucede así también para el capitalismo. Una visión histórica nos permite una mejor mirada hacia nuestro futuro. El enunciado de que las relaciones existentes de producción se tornan en su desarrollo en una traba para el propio desarrollo de las fuerzas productivas, se manifiesta precisamente por el carácter improductivo del trabajo que pasa a predominar sobre el productivo en cada fase final de una civilización. 

Los conceptos de trabajo productivo y trabajo improductivo trascienden entonces al propio capitalismo. Se presenta en todas las culturas de la humanidad, pero en el capitalismo adquiere una modalidad específica. El hecho que en el capitalismo podrá definirse el trabajo productivo específicamente para el capital, puede entrar en contradicción con lo que es productivo a nivel más general, es decir, más allá de las relaciones sociales de producción dominantes actuales. En otras palabras, aunque exista el concepto de trabajo productivo para el capital, lo anterior no quita que en el capitalismo continúe existiendo trabajo productivo en general. Esta concepción de trabajo productivo en general mejor se entiende a través de la historia, o sea, allende el capitalismo. La concepción de trabajo productivo en general es fundamental para entender la brecha creciente entre el capital improductivo y productivo.

A través de toda la historia, el trabajo productivo en general se asocia con el ascenso de las culturas, y el improductivo con su declive. El ascenso y el declive estratégico de las élites en el poder están en función de su propio carácter productivo en la historia, esto también es válido para esta etapa en el 2020. En cada crisis de un modo de producción, la élite se vuelve superflua por el carácter improductivo de su presencia, que adquiere y muestra en esa fase final. Hagamos a vuelo de pájaro un recorrido por la historia para entender mejor el concepto de trabajo productivo e improductivo más allá de las relaciones sociales existentes. Esta visión nos prepara mejor para analizar la Gran Depresión del Siglo XXI y sus posibles consecuencias.

Las grandes civilizaciones de la Mesopotamia, Egipto y la China antigua, así como las culturas precolombinas, todas ellas ven surgir y resurgir una dinastía tras otra a partir de la aparición de grandes obras de culto, que encuentran su base económica en las grandes obras productivas que las anteceden. Cada expansión de las obras hidráulicas significa un gran trabajo productivo con un fuerte ascenso en las fuerzas productivas sociales particularmente por la división de trabajo entre las comunidades de base y la comunidad dirigente en las obras productivas. Esta base productiva da pie a una expansión de obras de tipo ‘cultural’. Estas últimas, al distanciarse-y-perder la dimensión en relación con la base productiva, impactan contrayendo a esta última. Las obras (re)productivas reafirman el Bien Común y legitiman la división del trabajo entre las comunidades de base y la comunidad dirigente. Las hambrunas resultado de una desproporcional inversión en suntuarias obras de culto, deslegitiman esa división de trabajo, evidencian y potencian los choques de intereses y, por ende, suele producir e impulsar las rebeliones de las comunidades de base contra las élites en el poder y en el gobierno.

Cuanto más suntuarias sean las obras de culto, más tienden a desarrollarse a costa de la base productiva y hacen manifiesto el carácter improductivo de la élite dominante. En una coyuntura semejante, la permanencia de la comunidad “superior” pone en peligro la base productiva de las comunidades. Sin embargo, la ausencia de la comunidad superior implica una ausencia también de la clase dirigente de las obras de infraestructura productiva. La desaparición de una dinastía improductiva es sucedida por otra productiva. La misma crisis de un centro de poder demanda uno nuevo, para restaurar y/o reiniciar las obras productivas ya existentes o iniciar otras nuevas. La consecuencia es una crisis cíclica del sistema imperante. La conquista de otros pueblos y su tributo, en trabajo (como comunidad subyugada) y/o especie, a la comunidad superior conquistadora pueda ampliar el espacio y el tiempo de la dominación, pero cuanto más alejados del centro de poder se encuentren éstos, más fácil será su rebelión, fenómeno muy bien estudiado para la era del esclavismo. 

El trabajo improductivo es inherente e imprescindible en el modo de producción esclavista. En el régimen esclavista no existe ningún mecanismo natural para la reproducción de la fuerza de trabajo. Aunque haya existido la esclavitud por deudas, esta misma encuentra sus límites inmediatamente. La esclavitud por deudas, que sufren históricamente los propios civiles, tiene su límite objetivo: la amenaza de la reproducción futura de la mano de obra esclava. Para garantizarle a los amos la reproducción de los esclavos, existe la necesidad de una tercera clase social: los ciudadanos libres. La reducción a la esclavitud de pueblos conquistados es la única modalidad efectiva para mantener su ‘oferta’. Al no reproducirse biológicamente los esclavos, la demanda adquiere carácter permanente y con ello la guerra. La guerra en sí constituye un trabajo improductivo. La guerra resulta productiva a los ojos e intereses de los conquistadores, mientras sus costos son compensados con holgura por el botín de guerra y el reclutamiento de mano de obra esclava. Cuando se invierte la relación, el gasto de defensa manifiesta su carácter improductivo para el imperio. 

Conforme el imperio esclavista se expande, la demanda de esclavos crece a escala ampliada. El costo de la guerra aumenta entonces, sin cesar. Una esclavitud a escala ampliada aumenta la base productiva y la prosperidad pero a la vez exige un proceso de conquistas en escala igualmente ampliada. Al acortarse la vida media de los esclavos por efectos de trato brutal, el retorno al campo de batalla se acelera. En medio de ello surge la necesidad objetiva de ampliar la tercera clase, ya que muchos suelen morir en los campos de batalla. En Roma, la ciudadanía se reproducía de manera artificial al otorgársele la ciudadanía a los pueblos conquistados que brindaron escasa o ninguna resistencia. La reproducción ampliada de la ciudadanía es vital para recaudar los impuestos y reclutar guerreros necesarios para la perpetuación de la guerra.

Conforme el imperio se expande en el espacio, las derrotas en el campo de batalla suelen ser más frecuentes, la afluencia de esclavos disminuye de cara a la demanda existente y su precio va en alza. Cuando el costo de la guerra supera crónicamente su beneficio, se manifiesta una crisis de reproducción de la relación esclavista. La única salida es promover la propia reproducción biológica de los esclavos. Para ello, sin embargo, se requiere que el propio esclavo tenga acceso a condiciones objetivas de reproducción de su vida: por lo general la tierra. Para eso hay que concederles libertad como personas. Aparecen así el liberto y el colono, y el esclavo tiende a desaparecer. De esa forma cambia en su esencia la racionalidad económica, lo mismo que la relación de explotación.

Durante el Feudalismo la mayoría de los siervos disponían de una parcela. En sus orígenes, se paga al señor una renta en trabajo. Con el crecimiento de la fuerza productiva más elemental, es decir, con la reproducción de la propia población, hay necesidad de crear pueblos nuevos. Bajo la conducción de los señores se realizan esas obras productivas en lugares más lejanos y menos accesibles. El paso de la renta en trabajo a la renta en especie está vinculado al desarrollo de estos pueblos nuevos más lejanos del burgo del señor. La renta en especie se da entonces a partir de la ampliación de la base productiva. Los señores cobran la renta en productos de fácil venta en otros lugares más lejanos. Los siervos más especializados en tareas de transporte obtienen mayor libertad del señor para moverse para la venta de productos especializados. Estos nuevos comerciantes se instalan fuera de los grandes burgos medievales, transformados con el tiempo en ciudades.

Los señores ya no suelen tener artesanos (siervos de la gleba) en su burgo para sus ropas y artefactos rústicos, sino los mismos artesanos se especializan libremente en los burgos más grandes. Nace la burguesía con su propia economía de artesanos (guildas) y pronto con su propio gobierno político. Con el desarrollo del comercio, los siervos en el campo se ven obligados de entregar cada vez más el tributo en forma de dinero, dejando el riesgo de una mala venta o cosecha en manos de los mismos. A partir de entonces son campesinos libres como persona para vender su producto al mejor postor. 

Al pasar de la renta en especie a la renta en dinero, el rol de los señores feudales se torna cada vez más improductivo. La pequeña nobleza que vive de rentas más o menos fijas sufre las consecuencias de alzas inflacionarias a partir de la entrada masiva de oro latinoamericano en la economía de mercado. La venta masiva de tierras por parte de la pequeña nobleza se convierte en fenómeno común. Puede surgir así la gran explotación agrícola destinada al mercado y cuya producción se basa en la fuerza de trabajo asalariado. La nobleza que vive de rentas improductivas se encuentra cada vez más reducida y desconectada de la economía viviendo como rentistas improductivos. Como clase, en esencia, ya pasaron a la historia.

El gasto improductivo y militar en el capitalismo y el socialismo 

Si la guerra es una actividad improductiva por su contenido lo es en el pasado, presente y futuro. En los tiempos nuestros, no solo la guerra sino también las armas producidas y empleadas en la misma lo son. Las armas producidas en un ciclo económico aparecen como producto y riqueza material pero no encadenan con el próximo ciclo productivo, y en el mejor de los casos no son utilizadas. El uso de las mismas más bien es un trabajo destructivo. En lugar de alentar el crecimiento de la economía civil, el gasto de defensa tiende más bien a limitar la expansión de la economía. La exportación de armas podrá beneficiar a su productor pero el comprador asumirá el gasto improductivo, en otras palabras y visto para las economías en su conjunto, sigue siendo un gasto improductivo.

Si el gasto militar, visto por su contenido, constituye un gasto improductivo, lo anterior será válido sin importar las relaciones de producción, ya sean  pre-capitalistas (Imperio Romano), socialistas (URSS) o capitalistas (EEUU). En vez de alentar el crecimiento de la economía civil, el gasto de defensa tiende a la reproducción limitada. La capacidad distributiva interna del gasto militar mediante impuestos significa restar dinámica a los sectores de la economía civil. La transferencia de este gasto improductivo a terceras naciones mediante la exportación de armas o la obtención de pagos por la ‘protección militar’ ofrecida (OTAN), significa transferir el costo improductivo y una consecuente reproducción más limitada a terceras naciones en beneficio del país productor de armas y su complejo industrial y militar.

Ahora bien, EEUU y sus “aliados” europeos organizados en la OTAN contaban en los años ochenta, con más o menos 600 millones de habitantes, mientras la URSS bajo el Pacto de Varsovia no llegaba a 400 millones. El PIB de EEUU era el doble del de la URSS. EEUU pudo transferir sus gastos de defensa a terceras naciones, incluso más allá de sus socios del Pacto Atlántico, como fue el caso del tercer mundo latinoamericano. Mientras que Rusia que exportaba menos, a menudo ni siquiera cobraba a los suyos. Si EEUU invertía, por ejemplo, el 5% del PIB en la carrera armamentista, la URSS tendría que invertir el 10% y esto solo era posible al costo de debilitar más la economía civil, con austeridad y un consumo contraído. En el período de Reagan (1981-1989), el gasto de defensa norteamericano sube con respecto a 1980 (5% del PBI), llegando a 6,3% en 1986. En otras palabras si los EEUU gastaban más de 6% de su PBI en gasto de defensa, la URSS debería haber gastado más o menos 12%.  

Para la URSS, la carrera armamentista, hasta cierto punto respondió a la necesidad de defender la reproducción de las relaciones socialistas de producción. La carrera armamentista en la Guerra Fría, sin embargo, también era una competencia sistémica, pero significó cada vez más una carrera de la URSS hacia una reproducción limitada en el campo civil de la economía. La asociación de China (1967-76) al Bloque capitalista y la guerra desplegada desde Iran-Pakistan-Afganistan sobre Rusia y cómo esto impacta incrementando los esfuerzos de la URSS para equilibrar el poder, no hizo más que agravar la situación. Desde 1967-73 ya no es contra EEUU solamente sino con el Tri-continentalismo también contra Europa, Japón, China, etc.

Las necesidades populares quedaron desatendidas y el proceso deslegitimado al interior. La Guerra Fría significaba para la URSS, la imposibilidad de un desarrollo sostenible y fue una importante causa de su decadencia estructural económica, social y política. Debido a la crisis económica y política, la Perestroika hizo su entrada y la nación se volcó hacia adentro para poder sobrevivir, que es cuando emergen las contradicciones internas con las repúblicas que habían quedado subordinadas al poder centralizado. 

El complejo estratégico industrial-militar era el eje medular de la planificación centralizada. Con la Perestroika (o Reestructuración integral), la atención debería poder ser dirigida a incrementar la (re)producción civil y a adecuar a ella las relaciones sociales necesarias. Re-organizar la economía civil en función del crecimiento de la economía en su conjunto implicó descentralizar la toma de decisiones en materia de economía política en las Repúblicas. Al delegar así mayor autonomía a las repúblicas soviéticas, la Perestroika tuvo, como efecto no esperado, el fomento de sentimientos nacionalistas que fortalecieron los poderes locales en las repúblicas y con ello las empujaron hacia la separación del poder central. El rechazo a la planificación centralizada en torno al complejo industrial-militar condujo a la independencia de las repúblicas.  La “caída” del Muro de Berlín simbolizó la desintegración del Bloque Socialista y con ello se sella la caída del socialismo real.

Con la caída del socialismo real, “todo” parecía indicar que el capitalismo era el único sistema posible para la humanidad, que por naturaleza parecía ser eterno. Esta perspectiva, impulsada por el estado profundo y expresado a través de un pensador reaccionario de Washington (Francis Fukuyama), significaba que se cerraba cualquier alternativa de desarrollo para los países del Sur. Teniendo como consecuencia su virtual subordinación al EEUU tri-continentalista, a sus corporaciones y a la OTAN. En este marco, es que el Consenso de Washington dio marco a la era de globalización neoliberal (1991) que hizo entonces su entrada con fuerza. EEUU se presentó como el glorioso triunfador de la Guerra Fría, pero en realidad ya el Consenso de Washington mostraba la poderosa fractura interna en EEUU, fruto de la puja entre grandes capitales por dominar el mundo, tema que abordaremos a continuación.  

El imperio norteamericano

La dominación estadounidense de la economía mundial desde 1920 hasta 1960 se basó en su posición de gran productor, exportador y acreedor reflejado por su superávit en la balanza comercial con el mundo. Con superávit comercial en ese periodo y con sus grandes reservas en oro, Estados Unidos podía comprar y reconstruir las grandes industrias de Europa (Alemania) y Japón derrotados en las guerras, y de la América Latina periférica y dependiente subordinada a fuerza de golpes de estado y asesinatos de sus presidentes nacionales. En el periodo entre el final de la Segunda Guerra Mundial 1944 y 1950, cuando estalló la Guerra de Corea, EEUU acumuló más del 75 por ciento del oro monetario del mundo. Ese oro fue el respaldo para el dólar como moneda internacional de reserva desde Bretton Woods en 1944. 

A partir de la década de 1960, su dominación provino de su posición deudora, es decir EEUU vivió más de medio siglo debiéndole al mundo. Su influencia como principal economía deudora del mundo fue tan fuerte como la que antes reflejaba su posición de acreedor neto. A partir de 1958, cuando el sistema de Bretton Woods se hizo realmente operativo, los países liquidaban sus operaciones de comercio internacional en dólares al mismo tiempo que esos dólares eran convertibles por oro para los bancos centrales participantes del sistema. Los países acordaron mantener tipos de cambio fijos, pero ajustables en circunstancias excepcionales, en el cual el dólar y el oro podían intercambiarse entre sí a un tipo fijo de 35,20 dólares por onza.

En los años sesenta las exportaciones sobre todo desde Alemania y Japón, que incluían las de las corporaciones multinacionales norteamericanas radicadas en Europa y Japón, sobrepasaban sus importaciones desde EEUU, lo cual hizo que disminuyeran su demanda de dólares, que más bien cambiaban por oro. La orden de presidente Nixon en agosto de 1971 fue cerrar la ventana de cambio de oro por dólares de los bancos centrales del mundo. En ese momento el Sistema Monetario Internacional se convirtió en un sistema de dinero fiduciario (o sea dinero sin respaldo en un bien tangible como el oro).

En 1974 el precio del petróleo se disparó por acuerdos entre los países de la OPEP. En ese momento, EEUU obtuvo un acuerdo con Arabia Saudita (principal productor de petróleo) que podía cobrar lo que quisiera por su petróleo, pero tenía que reciclar prácticamente todas sus ganancias netas en dólares, ya sea bajo la modalidad de compra de armas o mediante la compra de bonos del tesoro de EEUU. Luego, EEUU determinó que el precio del petróleo se define y paga exclusivamente en dólares. Los países que dependían de las importaciones de petróleo tenían que disponer de reservas en dólares (a menudo Bonos del Tesoro de EEUU) y los países con superávit comercial con EEUU se vieron obligados a aceptar bonos del tesoro (una especie de pagarés) de EEUU. Impusieron, en otras palabras, que el resto del mundo mantuviera sus superávits y ahorros en forma de préstamos a los Estados Unidos. Esta es una posición de rentista improductiva.

El país consume bienes de trabajo productivo de otras naciones a cambio de promesas de pago a futuro.  Para mantener ese orden de las cosas EEUU, como verdadero imperio pudo incluso, a base de crédito externo, instalar bases militares (hoy en día 800) en 40 países. Los dólares que este gasto militar implicaba se los “prestan”, en buena medida, los países del mundo sin saberlo. Los países que no cumplen con el requisito de comprar dólares para el pago de petróleo corren el riesgo concreto de una invasión, como hemos visto en Irak y Libia por ejemplo. 

Crédito Privado y privatización del Sistema Monetario Internacional

La expansión de la banca privada, a partir del crédito, se desarrolla después de 1965. Hasta esa fecha, el origen principal de los préstamos y créditos internacionales provino de organismos multilaterales (Banco Mundial, BID, etc.) o bilaterales. El dinero no es externo a la reproducción del capital y así como tampoco lo es el crédito. El crédito, sin embargo, permite la reproducción temporal de la ganancia sin que se reproduzca el capital productivo. En este sentido, el acto de préstamo en dinero se distingue del crédito. El préstamo es el empleo de un capital monetario previamente reunido a partir de riqueza creada en el pasado y atesorada, y a menudo depositada en un banco (Banco Comercial), para poder crear mayor riqueza en el futuro. El crédito, en cambio, es un título o derecho sobre la propiedad de mercancías futuras a generar con trabajo futuro. 

La expansión del crédito sin ahorro previo y sobre la base de deuda, significa creación de dinero que no garantiza una inversión productiva a futuro. El surgimiento de la Banca de Inversión privada fue clave para este desarrollo. La banca privada de inversiones se especializa en (crédito para) fusiones y adquisiciones, y en obtener dinero para que las empresas privadas puedan realizar todo tipo de inversiones, productivas o no. El carácter improductivo (ficticio) de la acumulación sustentada por el crédito llega a primer plano, cuando la cuasi-validación de la ‘plusvalía’ se afirma en una acumulación de títulos o derechos sobre el trabajo futuro como, por ejemplo, en seguros contra oscilaciones en tipos de cambio en la compra y venta a futuro o en cambios de tipos de interés sobre deudas a plazo.  

Las acciones de una empresa son títulos que en principio reflejan el capital (valor de equipo y maquinaria en libros contables) realmente invertido en una empresa. El capital accionario es ficticio, ya que no se puede contar dos veces el capital, al contabilizar también el capital real (maquinaria, edificios, etc.) de una empresa con su valor en libros. La recompra de sus propias acciones por las grandes corporaciones aumenta el precio de las mismas en la Bolsa de Valores pero no así el capital realmente invertido con su valor en libros. Las acciones constituyen más que todo un derecho a participar en las ganancias futuras de la empresa. Si es invertido en expansión y desarrollo de la economía real es respaldado por capital real.  La emisión de bonos del Tesoro para financiar desarrollo de infraestructura es una inversión productiva, pero para ir a la guerra dicho trabajo no crea riqueza a futuro. Por lo tanto, es capital ficticio.

Recién a partir de 1965, la Banca Internacional Privada comienza a operar realmente en el mercado internacional con una notable expansión del crédito no controlado por los gobiernos y tuvo su desarrollo precisamente cuando la tasa de ganancia tendía a la baja en la economía real. En un primer momento ésta expansión surge a partir de las inversiones extranjeras directas (IDE) en la esfera productiva. El desarrollo de las IDE productivas genera un creciente flujo financiero privado más allá de las fronteras. En 1964, tales créditos no representaban más del 20% de las reservas internacionales, magnitud todavía perfectamente controlable por la banca central nacional. En 1970, estos créditos representaban ya el 70% de las reservas internacionales y la especulación aumentó con ello.

Al perder los bancos centrales el control sobre los créditos privados internacionales, observamos una creciente inestabilidad monetaria que culmina a partir de 1971, cuando se impone la no-convertibilidad del dólar en oro. En 1975, los créditos internacionales superaban ya las reservas internacionales, y en 1980 más que duplicaba el nivel de esas reservas. En los años noventa, las reservas de los especuladores resultaban ilimitadas frente a las reservas internacionales oficiales. A mediados de los noventa, la economía financiera en su conjunto manejaba 50 veces más dinero que la economía real. A partir de entonces, podemos decir que la banca privada transnacional de hecho gobierna en el mundo.

En el periodo que va de 1970 a 1990, el volumen de las deudas de la banca privada internacional se multiplicó por doce (12) y el de los créditos bancarios transnacionales a destinatarios no bancarios por treinta y dos (32) veces. Las reservas internacionales se han vuelto ridículas a la par de la fuerza alcanzada por el “dinero privado” en manos de banca transnacional. Las autoridades monetarias de los países (Bancos Centrales) ya no tienen ningún poder para defender su tipo de cambio frente al “libre juego” del mercado y la especulación. El sistema monetario internacional se ha tornado transnacional privado, especulativo e inestable. En este sistema monetario privado (de la banca transnacional) domina el imperio del dólar (petro-dolar) ya que la especulación se efectúa en dólares.

Del Crédito Norte-Norte en la Triada al Crédito Norte-Sur

En la disputa por el mercado mundial, las IDE (Inversiones Extranjeras Directas) originan tejidos de propiedad más allá de las fronteras. A partir de ello se reestructura la producción y distribución de bienes y servicios cada vez más entre Corporaciones e Instituciones Financieras Privados transnacionales y cada vez menos entre naciones.

Del flujo de las IDE que tuvo lugar hasta 1990, el 75% tuvo lugar en la triada tricontinental de EEUU, UE y Japón, y solo un 20% fluyó hacia los países periféricos. En cada país, el 1% de los consorcios-corporaciones de origen local detentaba el 50% del stock de las IDE de ese país en el exterior, que se dirigieron sobre todo a fusiones y adquisiciones, o sea, hacia actividades improductivas pero muy rentables. A raíz de las fuertes inversiones extranjeras directas (IDE) en los diferentes polos de la Triada se desarrolló progresivamente un comercio intra-corporativo, revelando cada vez más una cadena de producción (cadenas de valor) con planificación privada a nivel planetario. Las corporaciones se transforman en grandes Multinacionales Tricontinentales con múltiples filiales distribuidas en todo el mundo.

La disputa por el reparto del mercado mundial restante comenzó en los años ochenta dentro de la Triada. A finales de la década, Japón emergió como la potencia victoriosa en Asia Oriental a costas de Estados Unidos sobre todo, hecho que generó fricciones entre ambas naciones no solo a nivel de comercio sino también para la inversión extranjera.  En la primera mitad de los años noventa comienza el neoproteccionismo al interior de la Triada. Se constituyen los bloques económicos regionales (la Unión Europea y el NAFTA) y disminuyen  las IDE entre los bloques de la Triada. Comienza el flujo de las IDE Norte-Sur. La desintegración (Perestroika) de Unión Soviética permitió, sin mayores reparos políticos, llegar a un nuevo reparto del mundo entre las Transnacionales de los Bloques Económicos centrales. La expansión de la IDE se reorienta hacia la periferia, en cuyo proceso EEUU toma el liderazgo. A partir de este momento se observa un doble movimiento, neoproteccionismo en el Norte, los países centrales “van” dejando lugar a las transnacionales globales que los relegan, y la apertura simultánea y forzada del Sur, la periferia emergente. 

La subordinación del mundo entero al Capital Transnacional Global

El traslado deliberado de capacidades productivas hacia China se inició en la década de los ochenta del siglo XX, cuando Japón realizó un firme proceso de reconversión industrial. Esta iniciativa comenzó con la subcontratación en países de bajos salarios, básicamente en el Este de Asia, de actividades manufactureras intensivas en fuerza de trabajo y tecnológicamente estandarizadas. El primer grupo de países que se benefició de este proceso fueron las nuevas economías industrializadas del Este de Asia (NEIS): Hong Kong, Singapur, Corea y Taiwán; más tarde, también Indonesia, Filipinas, Tailandia y Malasia; y luego en China y Vietnam.

La causa de la ’sorpresiva’ crisis especulativa en el sudeste asiático de 1997, no reside en Asia ni en algunos especuladores sin escrúpulos, sino en la guerra económica mundial que estalló entre las grandes corporaciones multinacionales y transnacionales globales. La crisis monetaria comenzó un tiempo antes de Hong Kong, con un ataque aparentemente aislado contra la moneda tailandesa. Los especuladores desestabilizaron su moneda, y la misma situación se dio en Malasia y la podemos observar obviamente también en América Latina. La explicación es que a EEUU le convenía la crisis en esta región asiática para subordinarla al Fondo Monetario Internacional. El objetivo fue poder luego penetrar con las transnacionales globales de origen norteamericano sus mercados, desplazando a las multinacionales japonesas sobre todo. Es el final del milagro económico japonés 1997-1999. Es este el momento en que entró en escena un capital global, que empieza a hacer de todos los países del Sur “neo-colonias emergentes”.

Finalizada la Guerra Fría, era de suponer que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) perdiera su función y que desapareciera. Sucedió todo lo contrario. En 1999, la OTAN inició una intervención militar contra la ex república de Yugoslavia, sin consulta previa del Consejo de Seguridad de la ONU. Este hecho inauguró una nueva etapa en la historia de las relaciones internacionales y fue el principio de un nuevo orden internacional. La OTAN acompañara el proceso de globalización económica de las transnacionales globales. Porque requería ser completada con un proyecto estratégico global en materia “geopolítica” para “limitar” estructuralmente las soberanías nacionales de todos los países. La guerra de Kósovo fue la oportunidad para ello y la OTAN fue esencial en esa tarea. A partir de entonces los gobiernos del mundo, incluyendo a EEUU, se subordinaran a la voluntad impuesta por las Transnacionales Globalistas. 

En la primera mitad de los años noventa, se observa un creciente flujo de las IDE productivas hacia la “periferia”, a la par que se da un freno brusco al flujo Norte-Norte. Las IDE en Asia se concentran, aunque no exclusivamente, en la industria orientada a la exportación y constituye en este aspecto, un complemento de la inversión a partir del ahorro interno en el sector industrial, especialmente en China. Ambas inversiones juntas permitieron hacer crecer al sector entre un 10% (Corea del Sur) y un 20% (China) al año. Esta tasa de crecimiento sin igual revela que el ascenso de la economía china no dependía en alto grado de las Inversiones Directas Extranjeras, como a menudo se interpreta en Occidente, sino que tenía también un fuerte desarrollo interno previo desde la década de 1970, como ya hemos señalado (Dierckxsens y Piqueras, 2008). Este empuje de la inversión a la economía real desarrolló una nueva locomotora de la economía mundial, que acrecentó de manera excepcional sus exportaciones baratas en el periodo 1979-1992, especialmente hacia Estados Unidos. Y luego se tornaran en conglomerados cada vez más avanzados tecnológicamente.

La batalla entre grandes capitales globalistas y continentalistas

El capital financiero global opera ya por sobre las naciones, las centrales e incluso por encima de EEUU. Y en concreto lo hace desde los centros financieros de Wall Street, el de la City de Londres para la región europea y la City de Hong Kong para Asia Oriental, China en particular. El banco central, y la City Financiera en cada país, emergen como la nueva institución y como el poder paralelo a los históricos gobiernos nacionales democráticamente electos, así como los golpes de mercado financiero ocupan el lugar de los golpes de estado militares. Al manejar esta escala global transnacional, dicha fracción del gran capital financiero disputa su espacio a costa del capital financiero multinacional en los diferentes Bloque Económicos (Unión Europea, 1993 y NAFTA, 1992). La proyección defensiva de la gran banca multinacional se da desde EEUU y Alemania delimitándolos como  Continentalismos. 

Cuando Clinton deroga la Ley Glass Steagal en 1998, o sea, cuando se fusionan la Banca Comercial (sobre todo continentalista) con la banca financiera (sobre todo globalista), el continentalismo recibe un golpe duro e inicia su fase de declive estratégico. La derogación dio lugar a un período de mega-fusiones. Los nuevos seis bancos de mayor importancia (sobre todo globalistas) aumentaron sus activos del 20% del PIB en 1997, a más del 60% del PIB en 2008. A partir de ello,  la gran banca global transnacional abre el enfrentamiento desigual contra la gran banca multinacional continentalista de EEUU como país central.

La banca global transnacional (Citygroup, HSBS, Barclays, Lloyd’s, ING Bahrings, Santander, etc.) proyecta instaurar poder global desde la red de cities financieras transnacionales como forma dominante y a costa de los megabancos multinacionales continentalistas (JPMorgan-Chase, Bank of América, Goldman Sachs, entre otros) con sus corporaciones multinacionales relacionadas sobre todo con el gran complejo industrial militar, el Pentágono, y el poder político en Washington. En 2001, esta fracción responde con un ataque defensivo con la demolición de las Torres Gemelas en Nueva York, en tanto asiento del World Trade Center (centro del comercio financiero global). La confrontación es seguida en 2008 por otra ‘caída provocada’, la del Lehman Brothers banco de inversiones que era controlado por Citygroup globalista.

A pesar de ello, el globalismo avanzaba y el continentalismo seguía replegándose a la defensiva, lo cual se observara sobre todo con el presidente Globalista Obama en la presidencia de EEUU y con Hillary Clinton como Secretaria de Estado desde enero de 2009. Es desde entonces que la Reserva Federal (globalista) comienza con sus iniciativas de legitimar la política de “emisión de dólares sin respaldo en la economía real”, desplegadas por la Gran Banca globalista desde el Reserva Federal (Fed) para rescatar a sus propias bancas.

Los globalistas se enfrentan a una Nueva Formación Social multipolar

En el nuevo milenio, se observa el ascenso constante de la participación de EEUU, y en menor medida también de la Unión Europea, en la inversión extranjera directa (IDE) en China a costa de Hong Kong, Taiwán y Japón. Microsoft ya entró en el mercado chino en 1992 y luego entraron otros gigantes, particularmente aunque no exclusivamente, las corporaciones tecnológicas de la información y comunicación como Google, Apple, Facebook, Amazon, Microsoft (GAFAM), juntos con Netflix, Intel, Oracle, IBM, Qualcomm, PayPal, Cisco, entre otros. A la par de las transnacionales globales, se desarrollan también los gigantes conglomerados nacionales de China (Pekín). 

Hace años que China compite en casi todos los sectores de alta tecnología con las empresas globales procedentes de Estados Unidos. A principios de este milenio, Estados Unidos exportaba tres veces más que China en productos tecnológicos a los mercados mundiales. Con el tiempo, sin embargo, Estados Unidos se convirtió en un importador masivo de productos tecnológicos hechos en China que antes producía en su país, generando una balanza comercial cada vez más negativa.

Desde 2010, Pekín asumió el liderazgo de las exportaciones, superando a las transnacionales ‘norteamericanas’ en renglones como información y comunicación. Asimismo, acaba de igualar las ventas de instrumentación científica y está cerca de emparejar las ventas de plantas de generación de energía. Hoy Pekín es uno de los fabricantes más grandes del mundo de productos de alta tecnología como robots industriales, chips y máquinas herramienta. Los titanes estadounidenses ven cada vez más complicada la competencia con los gigantes chinos.

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Durante la última década, la IDE de Occidente muestra una tendencia al estancamiento en el ámbito productivo que se atribuye a la baja de la tasa de ganancia de la IDE en la economía real. A partir de 2008, las IDE de las Transnacionales globalistas se dedican cada vez más a la recompra de acciones propias. Después de la crisis global de 2007-08, más bien hay una aceleración de los volúmenes de las IDE (Inversiones Extranjeras Directas) de China hacia el mundo que revela la decisión de la internacionalización de empresas chinas, el aumento de la inversión china en la economía de otros países como decisión estratégica. Lo anterior mucho tiene que ver con el desarrollo de un sistema de instituciones financieras diferentes al de Bretton Woods y la denominada Nueva Ruta de la Seda –NRS-.     

                                           Gráfico:

Entradas de inversión extranjera directa y tendencia subyacente, 1990-2018
(Índice 2010 = 100)

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Fuente: UNCTAD, Informe sobre las Inversiones en el Mundo 2019.

Esta iniciativa de la NRS está asociada a las políticas de inversión regional de “Ir al Oeste”, en el propio territorio chino, y ha evolucionado hasta incluir acuerdos y proyectos de conectividad por construcción de infraestructura con Europa, Asia, África y América Latina, principalmente en energía, alimentos, minerales y transporte comercial. La NRS incluye acuerdos con organizaciones ya establecidos entre China y otros países hacia un mundo multipolar. El proyecto de inversión es de enorme magnitud de recursos en más de 60 países, así como acuerdos bilaterales y multilaterales de inversión y cooperación. Lo anterior mucho tiene que ver con el desarrollo de un sistema de instituciones financieras diferentes al de Bretton Woods como el Banco Asiático de Desarrollo (BAD), una moneda de reserva internacional (el Petro-Yuan-Oro) y una Cripto-Moneda.  

Hacia una Perestroika en EEUU

En el cuadro geopolítico reciente, tenemos que las fuerzas del capital financiero globalizado procuran imponer un Nuevo Orden Económico con un Estado global sin fronteras ni ciudadanos, con otro sistema monetario internacional basado en la cripto-moneda, Libra, de Facebook (GAFAM Globalistas). Este proyecto implicaría el desplazamiento del petro-dólar como moneda internacional de referencia, “reduciéndola” a la categoría de moneda nacional, lo que significaría el fin del imperio norteamericano continental y tricontinental. Sería un Estado global con una fuerza militar propia basada en la OTAN-Globalista. Sin embargo, para poder imponerlo mundialmente tendrían que poder subordinar primero a China y Rusia a su esquema, hecho que no sería posible sin un conflicto militar. 

No solo las fuerzas globalistas quieren otro sistema monetario internacional, también lo quiere el proyecto multipolar de China-Rusia-India-Sudáfrica-Sudamérica. China es el principal acreedor de EEUU que se manifiesta en el enorme déficit en la balanza comercial y de pagos de esta última nación. Desde 2013, China ha parado de acumular bonos del Tesoro norteamericano e incluso ya empezó a disminuir su tenencia. Para China (y Japón) está claro ya que EEUU no va a poder pagarles su inmensa deuda. Para reasegurarse contra esa pérdida, China desde hace años está comprando oro con Bonos del Tesoro, al igual que Rusia y otros países de la Nueva Ruta de la Seda. El dólar pierde cada vez más su papel de moneda de reserva y de intercambio internacional. Cuando sucede, el precio del oro se dispara en términos de dólares. Lo que China pierde por los bonos devaluados lo gana con el aumento de precio del oro. 

China y Rusia junto con otros países de la Nueva Ruta de la Seda, apuestan por un sistema monetario internacional multipolar con naciones soberanas, donde opere el dólar pero ya como una moneda más a la par del Yuan con soberanía, es decir sin subordinación. 

La fracción conservadora de los Republicanos, continentalistas, se ha aferrado al dólar como moneda internacional de cambio y reserva a la fuerza para poder sostener su proyecto de ´Otro Siglo Norteamericano´. Halcones como Tillerson y Bolton, han tenido que dejar el gobierno por tratar de imponerse por la fuerza bruta. Procuraban mantener el precio de petróleo alto para así mantener elevada la demanda de petrodólares. Para lograrlo han estado asfixiando a grandes productores de petróleo como Venezuela e Irán. Han asfixiado a estos países mediante el bloqueo de transferencias interbancarias internacionales (vía el sistema SWIFT). Fueron también estos dos países los que más claramente se alinearon con Rusia y China a favor de la desdolarización en el pago del petróleo. 

Rusia, finalmente dio un golpe de gracia al petrodólar al romper el acuerdo de la OPEC+1, con el objetivo empujar la oferta de petróleo hacia arriba y el precio hacia abajo, lo que fue un golpe duro y tal vez terminal a la explotación costoso de petróleo de esquisto en EEUU, que ya está en situación de bancarrota. Más importante fue el golpe de gracia que dio al propio petrodólar como moneda internacional de cambio. Hasta Arabia Saudita dejo de vender su petróleo en dólares mientras Rusia y Alemania aseguran su posición común para que el Gas Natural de petróleo de Rusia alimente a la Unión Europea. China, Rusia y los países de la Nueva Ruta de Seda, avanzan des-dolarizándose. El Yuan-multipolar aparece cada vez más como moneda de intercambio internacional. China y Japón también intercambian sus productos y servicios por fuera del dólar. Está cada vez más claro que la era del dólar está en sus últimos momentos antes de pasar a ser historia.

Cuando el dólar ya no juega como moneda de intercambio general, los países importadores de petróleo ya no se preocupan por tener dólares (bonos del Tesoro) en reserva para tal fin. La demanda de dólares se reduce y cada vez más países se están deshaciéndose de dólares y con ello acaba una fuente de crédito importante para EEUU. Sin este crédito, no hay posibilidad de mantener tantas bases militares (800 en 40 países) en el mundo, ni tampoco motivos de quedarse en Medio Oriente para defender el petrodólar. Las bases militares ya no tienen mucho por hacer en el Medio Oriente y el gobierno de Trump considera el desmantelamiento de las mismas. Se ha tornado un gasto improductivo para EEUU ya que no genera beneficios indirectos. 

Al perder espacio el petrodólar como moneda de intercambio y al disminuir la tenencia de Bonos del Tesoro en manos de extranjeros se acaba el crédito externo, no solo para el complejo industrial y militar. Estados Unidos, sin embargo, no depende totalmente de entradas de capital extranjero para cubrir sus déficits. Cuando los rendimientos de los bonos estadounidenses y globales colapsaron durante el pánico bursátil en marzo de 2020, la Reserva federal realizó una “expansión monetaria sin límites”, lo que significa un paso más que lo acerca al colapso del precio del dólar y de las monedas fiduciarias en general. Aquí comienza la aparición de las cripto-monedas como alternativa como veremos

La Guerra de ´Big Data´ en 2020

Las tecnologías 5G, con híper-velocidad e interconectividad de dispositivos y sus datos en tiempo real, cobran una importancia medular en el Capitalismo de ‘Big Data´ de las corporaciones transnacionales como Facebook, Apple, Microsoft, Amazon y Google (Big Five: GAFAM) con otras empresas globalistas como Netflix, Paypal, IBM, etc. Las ´Big Five´, en conjunto, representaban, a principios de 2017 el 11.5% del valor de las acciones de Standard & Poors (SPX), finales de 2019 ya un 17,4% y en abril de 2020 incluso el 25% y con ello pueden ejercer una influencia muy grande en la manipulación del mercado bursátil. En 2019, el top 34 en la Bolsa de Nueva York (Standard&Poors) obtuvo una ganancia media de 26.8% y las ´Big Five´ obtuvieron en promedio 47.6%. Son las corporaciones que más se han beneficiado de los programas de expansión monetaria de la Reserva Federal en estos años. 

Con todo, las Big-Five no han podido alcanzar el liderazgo en 5G frente a China.  La pugna por el liderazgo en el 5G es una pugna por la dominación en el terreno del Grandes-Datos (Big-Data), estos son los verdaderos motivos que subyacen en la guerra comercial que Washington mantiene con Pekín, porque quién controle la red 5G controlará la producción de los Grandes-Datos (Big-Data) y luego, el proceso de la producción social, económico, político e ideológico-cultural. Y la empresa china Huawei ha tomado la delantera en el desarrollo 5G y el ´Big Data´. De consolidar su posición actual, Pekín (Beijing) bien podría “direccionar” el futuro de la humanidad, al contar con el poder para impulsar y sostener una transición hacia el multipolarismo. Que implicaría un diálogo pluriversal de naciones soberanas unidas. Presupondría un poscapitalismo financiero, objetivo que se contrapone particularmente a los intereses globalistas financieros que plantean una coordinación de Cities-Financieras con centro en una oligarquía financiera global a partir del banco central de los bancos centrales –Banco de Basilea (BIS)-.

Los actores financieros globalistas con sus políticas vinieron construyendo desde 2018-19, desde la Reserva Federal de EEUU, el escenario de una crisis de “recesión con depresión” en la economía norteamericana y más allá. Fue Apple quien primero encendió la alarma, al decir que sus ganancias esperadas estaban en caída, y muy probablemente fue quién tomó la iniciativa de poner en venta sus acciones en coordinación con las ´Big Five´. Con ello inició la caída en la bolsa de valores, justo en el momento que la crisis por “terror al coronavirus” ya “estaba iniciada”. 

Los grandes medios de comunicación globalistas (CNN, BBC, Deutsche Welle, Washington Post, New York Times, AP, UPI, etc.) responsabilizaron de la crisis bursátil al Coronavirus –Covid19- (aunque la crisis bursátil se haya iniciado antes) y han logrado que la OMS declare el estado de pandemia mundial. Todo parece indicar que aquí hay intencionalidad de provocar un ambiente de pánico y crisis total ´cerrando la economía´ no solo en torno al virus, sino atribuyendo la misma al Coronavirus. Se consideró al Covid-19 como la causa de la crisis bursátil y de la consecuente depresión económica. 

Luego de la mayor caída en el valor de las acciones de las GAFAM a sus mínimos históricos, la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos anunció, junto con la Secretaria del Tesoro (Min-Economía), que adquiriría de forma ilimitada bonos del Tesoro para sustentar los mercados financieros, como respuesta a la crisis sistémica. Continuaron los estímulos, pero la toma de decisiones ya no se circunscribiría solo a la Fed sino también debería incluir a la Secretaria del Tesoro (Mnuchin con vínculos históricos con Goldman Sachs), y la influencia directa del presidente mismo. Solo las muy grandes corporaciones (To-Big-To-Fail), las GAFAM principalmente, se beneficiaron y sus acciones subieron un 10%. Mientras muchas empresas que cotizan en Standard&Poors 500 (S&PX) no recibieron nada, por ello sus acciones bajaron un 13%, como puede verse en el gráfico siguiente.

GAFAM al alza y las demás empresas de S&P a la baja en S&P500

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¿Por qué sólo las GAFAM? Porque las GAFAM conforman el complejo de Inteligencia Artificial capaz de organizar y motorizar la guerra económica comercial y monetaria, política, cultural, técnico-militar y estratégica a nivel mundial desde las transnacionales capitalistas y disputar con la IA del complejo BRICS multipolar pluriversal que llevan la delantera. 

Hacia una situación pre-revolucionaria

El año 2020 inaugura una nueva Gran Depresión económica más amplia y más profunda a nivel mundial como nunca antes. Si no existen condiciones para volver a estimular la inversión ´productiva´ para el capital  (al no invertir sin expectativa de ganancia), no habrá salida de la crisis, sin cambio de sistema económico. En otras palabras estamos ante una crisis sistémica. La inversión en el ámbito especulativo, redistributivo e improductivo (como la re-compra de las acciones propias con crédito prácticamente gratuito) fomenta la concentración de capital en cada vez menos Corporaciones. Todas estas inversiones improductivas no generan nueva riqueza, ni amplían el mercado total, ni fomentan el crecimiento, sino que fomentan solo la progresiva concentración de capital e ingreso en cada vez menos manos. 

Durante el período de posguerra, la inversión estaba muy amarrada al proceso productivo mediante todo un arsenal de regulaciones económicas. La tasa de ganancia descendente en la esfera productiva hacia finales de los años sesenta, hizo surgir el neoliberalismo que liberó los flujos de capital de esas trabas. En década del 70”, el capital financiero podía deshacerse de los amarres en la inversión productiva y se hizo cada vez más improductivo. La concentración de capital hacia actividades improductivas (fusiones, adquisiciones, etc.) restaba fuerza al crecimiento económico. La única forma de acumular, cuando la riqueza total no crece es desarrollar una batalla por el reparto de la misma y con ello se desarrolla el conflicto entre grandes capitales, no solo entre países sino también al interior de ellos e incluso al interior de EEUU. Seguir con la acumulación a partir de este mismo esquema en forma cada vez más agresiva, provoca una espiral de decrecimiento económico, hacia la recesión mundial, o sea, provocando una reproducción limitada. 

La paradoja de una crisis de productividad a partir de la innovación tecnológica, no tiene otra solución que regular en forma planificada la vida media de la tecnología, reduciendo la velocidad de la sustitución de la misma en los países centrales y declarar a la vez, la propiedad intelectual como patrimonio mundial. En vez de recurrir a ello se desarrolla una gran guerra entre capitales cada vez más grandes y la batalla central se desarrolla al interior de EEUU. 

En esta batalla por el mercado mundial, la participación de las 200 empresas transnacionales (TN) en el Producto Mundial Bruto pasó del 17% en 1965 a más del 35% en el año 2000, en tanto que el conjunto de las TN habían acaparado al final de ese período más del 50% de dicho producto. En mayo de 2020, las BIG FIVE (Apple, Google, Microsoft, Amazon y Facebook) tenían un capital conjunto de 25 billones de dólares, o sea, el 12% del PIB mundial de 2019. También tenían para mayo de 2020, el 25% del capital accionario de la bolsa de valores de Nueva York (S&P500). El triunfalismo de los capitales más poderosos en un mundo donde la mayoría eran perdedores, hace aumentar la cotización de las acciones en la bolsa de los triunfadores y los mismos se dedican a la re-compra de sus propias acciones, en medio de una caída bursátil, a partir de acceder al crédito sin límite que reciben de la Banca Central –Fed- a intereses hasta negativos, en términos reales. 

La guerra por el mercado mundial se ha tornado total, principalmente en EEUU. Aquí observamos a las diferentes fracciones de gran capital en disputa: el capital financiero unipolar globalista enfrentado a “muerte” contra el capital financiero unipolar continentalista. Ya habíamos visto situaciones similares en las llamadas: “caída” de las Torres financieras Gemelas en setiembre de 2001 y “caída” del Lehman Brothers en septiembre de 2008. Las bancarrotas se provocan entre los grandes capitales en disputa, ni hablar en las empresas nacionales pequeñas, medianas y grandes. El colapso de la madre de todas las burbujas (de hipotecas, de préstamos de autos, de tarjetas de crédito, de deudas empresariales y gubernamentales, etc.) si no estalla antes de las elecciones en noviembre de 2020, será a principios de 2021.

Existía la expectativa que al otorgar crédito, mediante la expansión monetaria sin límite coordinada entre la Fed y el Tesoro (gobierno de Trump), la articulación entre el gran capital no-globalista (JPMorgan, Goldman Sachs, Bank-of-America, Warren Buffet, entre otros), la Secretaria del Tesoro y el Gobierno de EEUU podrían forzar la situación y consolidar un reposicionamiento como dominantes en el Complejo Estratégico de Inteligencia Artificial -IA- angloamericano. Esto lo harían “comprando” las acciones GAFAM, a través de la expansión monetaria ilimitada. 

Se le otorgó, sin comunicación alguna en los grandes medios globalistas,  a BlackRock un contrato sin licitación en virtud de la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica de Coronavirus (Ley CARES) para desplegar un fondo provisional de $ 4 billones en crédito de la Reserva Federal y casi medio billón del Tesoro, para convertirse en la «cuarta rama del gobierno». Administrando, a solicitud del banco central y la Tesorería, los controles del dinero creado a través de la expansión monetaria (Ellen Brown, Global Research, junio de 2020). Es preciso saber que BlackRock es una empresa globalista de gestión de inversiones estadounidense cuya sede central se encuentra en Nueva York (con lazos originarios en la City de Londres). Es considerada como la mayor empresa de gestión de activos (fondos de pensiones, etc.) del mundo, ​ con activos bajo gestión valorados en más de 5,1 billones de dólares. Cuatro ejecutivos de BlackRock, liderados por el ex director del Banco Nacional Suizo, presentaron una propuesta  para un restablecimiento económico puesto en práctica el 23 de marzo de 2020. 

En el último trimestre del 2019, los bancos centrales se estaban quedando sin ´municiones´ para controlar la oferta monetaria y la economía. La hora histórica exigía que el banco central abandonase su independencia y que se reuniera la política monetaria de la Fed con la política fiscal de la Tesorería.  Se le “otorgó” a BlackRock un contrato sin licitación en virtud de la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica de Coronavirus (Ley CARES) para “desplegar y manejar” un fondo de $ 4 billones en créditos de la Reserva Federal y otro de casi medio billón del Tesoro. Que en sentido estricto, lo convirtió en la «cuarta rama del gobierno», como señala Ellen Brown. Por el momento podemos considerar este hecho como un golpe de estado del Globalismo (BlackRock) que lo fortalece y reposiciona frente al Continentalismo (JPMorgan- Goldman Sachs,-Bank-of-America-Warren Buffet) y a los nacionalistas (Trump). 

En este entorno se presenta la convocatoria hecha por Putin a reunirse con motivo de los 75 años de resolución de la Segunda Guerra Mundial, que empieza en la crisis financiera sistémica de 1929-44 y concluye con la derrota del Nazismo. Entonces los líderes mundiales del capitalismo financiero (Estados Unidos e Inglaterra) dejaron abiertos todos los “márgenes” para que el Nazismo “avanzara militarmente”.  Por ello, Putin remarca con la convocatoria a Trump, y a los líderes de las otras grandes potencias nucleares (China, Gran Bretaña y Francia), que significa una reunión de no-globalistas y no es un hecho casual que remarque que si se actúa de buena fe y comprometidos con la Paz. Las salidas vía la guerra militar o financiera no tendrán márgenes para avanzar. Seguramente, en las próximas semanas o meses podremos observar, cómo sigue la trama de este conflicto en Estados Unidos entre las grandes facciones de capital, en las calles y en político-institucional. 

Bajo la expansión monetaria sin límite, era de esperar una inyección programada de liquidez (expansión monetaria –EQ-), que hiciese subir las “acciones de las corporaciones de punta” (GAFAM) de tal manera que éstas alcancen de pronto un 40% del total del capital accionario del panel de S&P. Si tenemos en cuenta que éstas tenían apenas el 11% hace solo tres años atrás, queda clara la batalla por el “control accionario” sobre el Complejo Estratégico de IA se hace observable concretamente en el terreno de la economía. El hecho que hacia finales de junio hayamos observado una política de contracción monetaria de la Fed en vez de su expansión, implica que hay bancarrotas y un nuevo colapso bursátil.  Los activos de mayor riesgo en la Bolsa de Valores continúen bajando durante el período que va de junio en adelante. Y su caída implicaría un colapso del sistema bancario.

Ya se anuncia que no habrá una recuperación económica con forma V. En la última semana de junio, Apple anunció cerrar muchas de sus ´tiendas´ debido a la segunda ola del Covid-19 (primordialmente en estados con gobiernos Demócratas, donde las tasas de desempleo y las de mortalidad por Covid-19 son las más altas). Inmediatamente  cayó el precio de sus acciones, al igual que las de Facebook.  Observaremos si se presenta, en medio de la profundización de la Gran Depresión, la coyuntura en la cual el gobierno de Trump, ante el Estado de Emergencia de la Nación y la urgencia de una nueva expansión monetaria monumental para salvar la banca, logre avanzar en comprar directamente acciones de las corporaciones, particularmente las GANFAM (N de Netflix) de la IA, con o sin autorización del Congreso. Cada vez menos corporaciones y bancos tendrán acceso a los dólares de la expansión cuantitativa sin límites. Una situación de concentración de capital en tan pocas corporaciones acentuará la situación pre-revolucionaria. 

Lo que está sucediendo ante nuestros ojos es una de las mayores transferencias de riqueza de la historia a unas  cuantas corporaciones bien identificadas y que se cuentan con los dedos de las dos manos. Mientras las pequeñas, medianas y grandes empresas nacionales entran masivamente en bancarrota al tiempo que más de 47 millones de trabajadores estadounidenses han presentado ya solicitudes por desempleo. Parecen existir las condiciones objetivas para que los movimientos e izquierdas radicalizados “pudieran impulsar” la reivindicación “por la nacionalización de los Big Five del complejo globalista de Inteligencia Artificial” en Estados Unidos, exigiendo un control democrático ciudadano-popular, es decir su base política histórica. El silencio de la “izquierda” (en el Partido Demócrata: Sanders, etc.), así como de los grandes complejos comunicacionales, sobre las actuales «transferencias abismales de riquezas» de Wall Street  no parecería ser un accidente. 

Las fuerzas globalistas en el Partido Demócrata (los Neoliberales Clinton´s & Obama´s) saben de esta tendencia y han producido, a través de sus múltiples-plataformas-de-comunicación, toda una gran publicidad para la lucha “contra el racismo”. Es, sin duda, un hecho de lo más importante combatir la brutalidad policial (provocada y filmada) y la discriminación racial en Estados Unidos y en el mundo entero. En un momento de situación pre-revolucionaria político-democrática en general en que nos encontramos, esta lucha contra el “racismo” sin embargo parece profundizar la división de la clase trabajadora, del Pueblo, como bien señala Thierry Meyssan. Porque particularmente reorienta la atención, el discurso comunicacional-cultural con objetivos de profundizar las diferencias en el pueblo norteamericano: “violencia” entre afroamericanos e hispanoamericanos, entre angloamericanos pobres y afroamericanos, entre jóvenes y adultos mayores (con Covid-19), entre mujeres y hombres, y así. Diferencias que son “operadas” por estructuras estatales y particularmente teniendo muy activos a los distintos gobernadores Demócratas, de vínculos estrechos con el poder global. 

Por otro lado, se suma el hecho que con la expansión monetaria sin límite se desvaloriza el dólar, lo que podría conllevar en un futuro cercano a su colapso y con ello el de todas las monedas fiduciarias. El dólar tal como le conocíamos como moneda de reserva y de intercambio internacional dejará de existir y perderá mucho de su valor. Habrá una nueva cripto-moneda que la reemplazará y ese sería el momento crucial cuando se manifieste el punto-de-precipitación en la ´Perestroika´ norteamericana, que bien podría implicar que Estados Unidos inicie su desintegración en varias regiones a partir de noviembre, gane quien gane en las elecciones. Esta tendencia podría arrastrar tras de sí a la Unión Europea en su conjunto probablemente. Lo cual llevaría la situación-pre-revolucionaria a una escala ampliada, creando condiciones para abrir toda una brecha en las relaciones sociales de producción dominadas por el capital financiero transnacional desde 1973.  

En otro aspecto, el probable colapso del dólar nos plantearía un momento de crisis similar al de la República Weimar de fines de los años veinte del siglo XX, situación pre-revolucionaria que históricamente no lograron conducir y aprovechar los movimientos de la “izquierda” alemana. Esto nos permite observar que es el turno de los movimientos progresistas y revolucionarios de hoy, en primer lugar el estadounidense, de ver si puede aportar a conducir esta situación o de lo contrario podría llegar a ser el nacionalismo oligárquico  industrialista con arrastre popular, partidarios de Trump, quienes podrían encabezarla reivindicándola. 

La caída del centro financiero de Hong Kong 

Occidente, especialmente los Estados Unidos, ya está sumergiéndose cada vez más en la Gran Depresión del siglo XXI, mientras la República Popular China está a un paso de lograr reactivar su economía. El centro de gravedad del poder económico sigue moviéndose, inexorablemente, hacia el oriente y hacia el sur, hacia al Asia-África-Sudamérica y hacia el mundo multipolar emergente. 

El Congreso Nacional del Pueblo (APN), que en junio abrió sus sesiones en China, ha visto al primer ministro Li Keqiang admitir que: “No hemos establecido un objetivo específico para el crecimiento económico este año. China enfrentará algunos factores que son difíciles de predecir en su desarrollo, debido a la gran incertidumbre con respecto a la pandemia de Covid-19 y el “entorno económico y comercial mundial”. El hecho que China se vuelva hacia lo nacional, hacia adentro, significa que desarrollará y potenciara la demanda interna (profundizara el consumo popular nacional) para reemplazar y reducir al mínimo la dependencia del consumo del mercado externo, particularmente de EEUU. 

Es justo en esta coyuntura, en que Pekín (Beijing) avanza e impone directamente una ley draconiana de seguridad nacional en Hong Kong (HK), “evitando” por completo la legislatura municipal de HK. Un golpe contundente a la “independencia” relativa del centro financiero de Hong Kong, dominado por las transnacionales financieras globalistas desde 1999. Al mismo tiempo, la administración Trump anuncia que derogara la ley que permite un trato preferencial a la antigua colonia británica de HK, lo cual permitió que la City Financiera creciera y se consolidara. La combinación de estas dos acciones, harán muy difícil que la HK continúe “operando” como centro financiero (City). 

Al mismo tiempo, esta decisión de hecho es un ataque directo del presidente de EEUU a los intereses de las fuerzas globalistas que ya no tendrán a HK y deberán abandonar, “salir”, este centro financiero. Algo similar, pero no igual, a lo que les sucede en la City de Londres, con el Brexit. Y que podría también sucederle a la City de Nueva York, aunque observamos que BlackRock se ha posicionado con fuerza. Una vez más se revela que el enemigo principal hoy, para el proyecto nacional Neo-Rooseveltiano de Trump, no es China sino las fuerzas Transnacionales Globalistas de las cuales Pekín también procura protegerse y por ello las confronta donde puede. 

En síntesis, estamos presenciando todo el despliegue de múltiples crisis (Sanitaria-energética-comercial-de moneda-de Big Data e IA-Militar-Estratégica), que es propio de la estructural puja estratégica de intereses que juegan en la interna del poder oligárquico norteamericano: globalismo oligárquico vs continentalismo y nacionalismo oligárquico. Esto es lo que hemos conceptualizado como la Perestroika en EEUU.  

¿Hacia otra racionalidad económica en China?

Desde los años noventa, académicos e investigadores como Paul Cockshott y Allin Cottrell, han contestado solventemente todas las críticas procedentes de la economía ´capitalista´ de mercado, particularmente de la marginalista  y la escuela austriaca. Asegurando y demostrando que el nivel tecnológico del 5G, que existe actualmente consolidado en el complejo de Inteligencia Artificial –IA- en China, elimina cualquier tipo de impedimento técnico para planificar una economía desde abajo. China renuncia al crecimiento económico cuantitativo, porque a partir de la Inteligencia Artificial y la robotización existe la capacidad de planificar con los más complejos sistemas de ecuaciones simultáneas. 

La revolución de la Inteligencia Artificial -IA- tiene además la potencialidad de crear las circunstancias para dar el salto en la planificación, que permitiría poder avanzar aún más en democratizar las relaciones sociales de participación. El componente “subjetivo” de la demanda comunitaria y multicultural de servicios y valores de uso (más que mercancías), ahora puede ser identificado e incorporado con la Inteligencia Artificial a la planificación mediante información no enajenada, obtenida en torno a necesidades y preferencias comunitarias con toda su diversidad. 

Con la Inteligencia Artificial desarrollada, el plan  para implementar la supremacía del valor de uso (la utilidad del producto, bien o servicio) por sobre el valor de cambio (el precio monetario) podría ser definido ya no desde arriba y desde fuera, sino desde el Sujeto colectivo mismo, la comunidad organizada. Esta transición no tiene posibilidad de ser viabilizada por el unipolarismo del capitalismo occidental por su interés de minorías oligárquicas y por estar en decadencia (por su subordinación al valor de cambio o ganancia). En tanto que, sí tiene mayor grado de posibilidades de darse en un mundo multipolar y pluriversal como el proyecto de la Nueva Ruta de Seda, con China como una de las grandes locomotoras, no la única ni excluyente, de Estados Unidos, Rusia, Alemania, India, Brasil, Argentina, México, Sudáfrica, Egipto, Irán, etc. 

Ya existe en China una práctica de  economía nacional de lo necesario, que bien podrá complementarse con una economía de lo suficiente a nivel nacional, regional y finalmente con miras a lo mundial-pluriversal. Que ponga límites al consumo por el consumo mismo (consumismo compulsivo-superfluo), analizando satisfacer cuáles necesidades individuales y colectivas son las estructurales y priorizando sobre todo las comunitarias y pluriculturales. Las dos economías juntas apuntan a la vida misma de la Humanidad, en coexistencia e igualdad con la Naturaleza. La nueva “racionalidad” economía sería síntesis de la negación de los dos sistemas de relaciones sociales contradictorias: el capitalismo y el socialismo realmente existentes. 

La posibilidad de dicha transición se torna una necesidad, en medio de la Gran Depresión del Siglo XXI, que está mostrando niveles de desempleo nunca vistos antes en la historia del capitalismo y sin las posibilidades de migración que existían en los años treinta hasta el 2008. Y por la posibilidad, que muestra el multipolarismo poliédrico pluriversal real existente a partir de la Nueva Ruta de la Seda y del Dialogo Poliédrico de Civilizaciones.

En la crisis del Covid-19 se impuso ya la prioridad de aquellos productos y servicios que satisfacen necesidades vitales. Se dejaron, y dejarán de lado, las ´necesidades´ creadas por el capital con el fin casi exclusivo de realizar ganancias (incluso las financieras que excluyen a la economía real) que incluyo artículos superfluos como valores de uso. En la crisis, la práctica económica tendrá que aumentar necesariamente la vida útil y duradera de los bienes de consumo, no las “modas de lo superfluo” y, primero que todo la vida de los medios de producción que siguen aún siendo útiles para producir valores de uso, productos. En esta crisis existe la posibilidad y necesidad de orientar la producción por las necesidades y posibilidades concretas de vida de un Sujeto Colectivo y Diverso. Mundialmente se abre una coyuntura para la reivindicación y lucha por una economía que reafirme la Vida integral misma.  

Bibliografía 

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Dierckxsens Wim, 2000. The limits of capitalism, ZEDBOOKS, Londres y Nueva York

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Dierckxsens, Wim y Formento, Walter, 2019, De la Caída Soviética a la de Washington, Observatorio Internacional de la Crisis. 

Dierckxsens, Wim y Piqueras, Andrés (eds.), 2019, 200 Years of Marx, Capitalism in Decline,  Global University, Hong Kong 

Dierckxsens, Wim y Formento, Walter, 2019, Nuevo Imperio u Otra Civilización; 2019, Inteligencia Artificial y Guerra de ´Big Data´, Editorial DEI, Costa Rica 

Dierckxsens, Wim y Formento, Walter, 2020, Crisis Mundial 2020 y Transición al Postcapitalismo, Observatorio Internacional de la Crisis 

Dierckxsens Wim y Formento Walter, 2019, Prospectiva geopolítica para el año 2020, Editorial Fedun, Buenos Aires                                              

Dierckxsens Wim 2000, The limits of Capitalism, Zed Books, London New York. 

Dierckxsens Wim, Formaciones precapitalistas, 1983, Editorial Nuestro Tiempo, México DF

Herrera, Rémy, Dierckxsens, Wim y Nakatani, Paulo (eds.), 2014, Beyond the Systemic and Capital-Led Crisis, Theoretical and Applied Studies, PIE Peter Lang , Brussels 

Piqueras, Andrés, 2017, La tragedia de nuestro tiempo. La destrucción de la sociedad y la naturaleza por el capital, Anthropos. Barcelona 

Piqueras, Andrés, 2018, Las sociedades de las personas sin valor. El Viejo Topo. Barcelona.

NR: Dossier Geopolitico, instala este importante debate que desarrolla el Dr. Alfredo Jalife-Rahme, en el articulo sobre la posible balcanizacion de USA, hacemos la salvedad que para nosotros DG, que estamos mas alejados que los mexicanos de EEUU, observamos este tema como una escasa posibilidad por el momento, pero si, que seguramente, los cambios «demograficos» en ese Pais Continente, le acarrearan profundo cambios, como le pasa a la «vieja» Europa, con las poblaciones migrantes proveniente de sus excolonias, especialmente del Medio Oriente y Africa, que estan cambiando la esencia cultural tradicional de Europa y EEUU marcha en la misma direccion. CPM

¿Es factible la balcanización de EEUU? Por Alfredo Jalife-Rahme

Más allá de las revueltas, en concreto, de ‘millennials’ y de la Generación Z, que desencadenaron el homicidio de George Floyd, existen muchos factores yuxtapuestos que se han tejido de forma dinámica desde hace, por lo menos, dos generaciones y que obligan a contemplar en el análisis multidimensional la factibilidad de una balcanización de EEUU.

Con Trump o sin Trump, con o sin Biden, la dinámica demográfica de EEUU exhibe los estertores del supremacismo blanco, encarnado por los WASP (White AngloSaxon Protestants) y que ha derivado en el evangelismo sionista representado por el vicepresidente Mike Pence y el pugnaz secretario de Estado y exdirector de la CIA, Mike Pompeo.

El futuro de EEUU se encuentra escrito en el muro cuando hoy los blancos, subproducto de la generación de baby boomers, ostentan un promedio de edad de 58 años, frente al promedio de 29 años de los asiáticos y a los 27 de los afro, mientras que, en forma asombrosa, los latinos exhiben un promedio de 11 (¡once!) años. Ellos constituirán la primera minoría étnica de EEUU en los próximos 7 años y han superado ya a los afroamericanos como segunda minoría.

Por cierto, la racista Oficina del Censo de EEUU discrimina flagrantemente a los mexicanos: 62% del total del 18,3% de latinos.

Si los blancos en su mayoría son baby boomers, los asiáticos y los afro pertenecen a los millennials (la Generación Y), mientras que los latinos —que en forma aberrante los equiparan a «hispanos»— representan a la Generación Z.

Esta ruptura transgeneracional está llegando a su paroxismo y una salida para los blancos —no se diga los supremacistas que no desean arrodillarse (kneeling) ante los dos conglomerados de Black Life Matters, los grandes vencedores en esta fase, y la guerrilla urbana de Antifa— es la balcanización de EEUU con el fin de perpetuar sus privilegios financieristas y bursátiles, y que alcanzaría al norte de México.

Hoy los blancos exhiben dos incompatibles agendas existenciales que han llegado al borde de una subrepticia guerra civil: entre el grupo globalista, dominado por la dupla de los banqueros esclavistas Rothschild y el megaespeculador George Soros —los Clinton, Obama, y Joe Biden—, y el grupo nacionalista económico de Trump, cuyo ideólogo principal es Steve Bannon, quien opera tras bambalinas.

Vista en forma diacrónica, la Presidencia de Obama —mulato de madre blanca y padre africano—, que muchos califican como el Gorbachov de EEUU, representa la fase inevitable de transición demográfica de EEUU, por extensión a Joe Biden.

Mientras tanto, Trump tiene dos características: es el último presidente supremacista blanco de la Unión, o quien propicie la balcanización para preservar la identidad de los WASP, todavía mayoría, pero seriamente arrinconados.

Se pudiera aducir que la dupla baby de Bush y Dick Cheney fue un modelo de transición fallida de la fauna de los Republicanos neoconservadores straussianos.

No hay que subestimar la contraofensiva de los Rednecks y sus milicias poderosamente pertrechadas que operan en el cinturón bíblico y en el cinturón industrial (rust belt), curiosamente, zona de la mayoría de los 12 estados volátiles (swing states) donde se decidirán las elecciones. 

Ya antes de los disturbios que desencadenó el homicido de Georg Floyd, la venta de armas se había incrementado en forma ominosa en EEUU, lo que denota la angustia de su población.

La balcanización de EEUU y, por extensión, de Norteamérica —concepto geoeconomicista que abarca a EEUU, Canadá y México, las tres economías del T-MEC—, se extiende al norte de México, motivo de un libro de Joel Garreau de hace 39 años donde plantea la subdivisión de EEUU en 9 naciones:

  1. Nueva Inglaterra: con Boston como capital, que incluye provincias de la costa atlántica de Canadá;
  2. The Foundry: capital Detroit; lo equiparan al rust belt, en declive;
  3. Dixie: con Atlanta como capital y con los estados que formaron la Confederación en el Sur;
  4. The Breadbasket: con Kansas City como capital; poderosa región agrícola de las Grandes Planicies;
  5. Las Islas: con Miami como capital; abarca Florida y el Caribe;
  6. Mex-América: su capital es Los Ángeles. En ella se incluyen porciones del sur y del centro de California, del sur de Arizona, de la frontera de Texas con el Rio Bravo, la mayor parte de Nuevo México, la península de Baja California y el norte de México; 
  7. Ecotopia: con San Francisco como capital; engloba el noroeste de la costa del Pacífico, Alaska, estados de Washington y Oregon, y British Columbia (Canadá);
  8. The Empy Quarter: capital, Denver.
  9. Quebec: capital, Quebec City; provincia francófona de Canadá.

Hace 12 años el decano diplomático ruso Igor Panarin vaticinó la balcanización de EEUU en seis pedazos en un articulo estrujante publicado en Wall Street Journal, hoy perteneciente al grupo de Fox News, muy cercano a Trump y portavoz de los blancos politicamente correctos: 

  1. Costa del Atlántico de EEUU: puede unirse a la Unión Europea;
  2. La República de Texas: será parte de México o estará bajo su influencia;
  3. La Republica de Centro y Norteamérica: será parte de Canadá o bajo la influencia de Canadá;
  4. La República de California: será parte de China o estará bajo la influencia de China;
  5. Alaska: regresará a Rusia;
  6. Hawái: será parte de Japón o de China.

Posteriormente en 2011, el galardonado autor Colin Woodard se abocó a expurgar la historia de las Once Regiones Culturales Rivales de EEUU:

  1. Yankeedom: parte entera del noroeste al norte de la ciudad de Nueva York y alcanza Michigan, Wisconsin y Minnesota; valora la educación, el logro intelectual, el empoderamiento comunitario y la participación ciudadana; admite la regulación gubernamental; 
  2. La Nueva Holanda: aliado natural del Yankeedom. Abarca la ciudad de Nueva York y el norte de New Jersey; cultura muy comercial, materialista con tolerancia a la diversidad étnica y religiosa; comprometida a la libertad de investigación y conciencia;
  3. Los Midlands: se localizan ampliamente en el Medio Oeste, con una cultura de clase media; de opinión política moderada donde no gusta mucho la regulación gubernamental; considerada como la gran región volátil (swing);
  4. Tidewater: región de Chesapeake Bay y Carolina del Norte. De orígenes feudales que favorecieron la esclavitud y encarnan el respeto a la autoridad y a la tradición;
  5. Los Grandes Apalaches: abarcan partes de Kentucky, Tennessee, West Virginia y Texas, donde abundan los rednecks; valoran la soberanía personal y la libertad individual;
  6. El Sur Profundo: Alabama, Florida, Mississippi, Georgia y Carolina del Sur; estructura social muy rígida contra la regulación gubernamental que amenaza la libertad individual;
  7. El Norte: partes de Texas, Arizona, Nuevo México y California, donde domina la cultura latina que valora la independencia, la autosuficiencia y el trabajo duro;
  8. La Costa Izquierda: engloba la costa de California; incluye Juneau (Alaska);
  9. El Lejano Oeste: Estados del centro; incluyen Montana, Wyoming y Utah; muy conservador y abocado a la industria,que resienten sea controlada por Wall Street;
  10. La Nueva Francia: alrededor de Nueva Orleans en Luisiana, a la que se agrega la provincia de Quebec (Canadá); de tendencia liberal. Aceptan la participación del gobierno en la economía;
  11. First Nation: viven en la parte norte del país; representados por los nativos estadunidenses que gozan de soberanía tribal.

Por su parte, Pat Buchanan —jefe de prensa de tres expresidentes republicanos, Nixon, Ford y Reagan—, perteneciente al núcleo paleoconservador, analiza la revuelta y la furia iconoclasta en casi 40 ciudades de EEUU, curiosamente gobernadas por los demócratas, y se pregunta si el «próximo monumento a ser derrumbado será el de Churchill«. 

Cabe señalar que Buchanan es autor del quizá libro premonitorio Las guerras de Nixon en la Casa Blanca: las batallas que hicieron y quebraron a un presidente y dividieron EEUU para siempre.

En forma perturbadora, el católico Pat Buchanan, a sus 81 años, se cuestiona lúgubremente: «Se me escapa cómo concluirá esto sin una división permanente del país».

FUENTE SPUTNIK: https://mundo.sputniknews.com/firmas/202006191091807969-es-factible-la-balcanizacion-de-eeuu/?utm_source=push&utm_medium=browser_notification&utm_campaign=sputnik_inter_es

En el 2008 terminamos el libro: Diccionario de Seguridad y Geopolitica Latinoamericana, bajo la dirección del Dr. Miguel Barrios -Primer diccionario de estos temas en español-, donde dejamos expresada nuestra visión del sistema Mundo en el S XXI; donde sosteniamos que la idea de la Hegemonía absoluta mundial de EEUU sobre el Mundo post soviético, era nada más que un sueño imposible de alcanzar, por más que sus planificadores Neocom hubieran hecho todo lo posible para que así sucediera.

Pero la dinámica de la historia fue contundente, como previmos, con el resurgimiento de viejos imperios muy especialmente en el mundo Euroasiático. Por ello publicamos este artículo de Graham Fuller ex Vicepresidente del Consejo Nacional de Inteligencia de USA publicado en HuffPost en Septiembre de 2016, que varios años después confirmó nuestras aseveraciones de la declinación del Poder Norteamericano y surgimiento de las Potencias Emergentes de Eurasia. Este artículo confirma que la declinación de USA no empezó con Donald Trump -quizás, este es el último intento del poder nacional yanqui de torcer esa declinación-, bajo un doble rasero: una idea “soberanista” hacia el interior del País del Norte y dos una nueva forma de globalización del Orbe, bajo su comando-. Decir hoy en dia que la Pandemia del Covid-19, vino a transformar el mundo y el orden existente, es un simplista y falso. Es un intento de muchos expertos “occidentales” que sostuvieron la perpetuidad del poderío Norteamericano en el siglo XXI, de explicar sus “interesados y fallidos” análisis. CPM Dossier Geopolitico

Por Graham E. Fuller* – 13 September 2016

Puede que te suene el término ‘Eurasia’ de las clases de geografía del instituto. El concepto ya no se utiliza en las discusiones políticas de Occidente, pero debería. Ahí es donde va a tener lugar la acción geopolítica más seria del mundo a medida que avanza el siglo XXI. Estados Unidos, tan centrado en la «contención» de Rusia, del llamado Estado Islámico y de China, carece de una mayor perspectiva sobre la estrategia eurasiática.

Eurasia es la mayor masa terrestre del mundo, que incluye a Europa y a toda Asia, es decir, unos de los mayores y más antiguos núcleos de la civilización humana.

Entonces, ¿qué es el eurasianismo? En diferentes épocas ha significado diferentes cosas. Hace un siglo, los Kissinger del momento tejieron teorías sobre un choque estratégico inevitable entre el poder por mar (Reino Unido/Estados Unidos) y los poderes continentales (Alemania, Rusia). Eurasia significaba entonces Europa y Rusia occidental. De hecho, ¿qué necesidad había de hablar sobre la propia Asia? La mayor parte de Asia estaba subdesarrollada y bajo el control del Imperio Británico (India, China) o del francés (Indochina) y no tenía intención de independizarse. Japón era la única potencia asiática de verdad, que, por irónico que parezca, desarrolló sus propios deseos imperiales -imitando a Occidente- y llegó a chocar con el poder imperial americano en el Pacífico.

Cuanto más intenta Washington contener o ahogar el eurasianismo como una auténtica fuerza creciente, mayor será el empeño de los estados por pasar a formar parte de ese mundo eurasiático en alza.

Por supuesto, en la actualidad todo eso es diferente. ‘Eurasia’ cada vez significa más ‘Asia’, y la partícula ‘Euro’ sólo figura de forma modesta. China se ha convertido ahora en el centro de Eurasia, como la segunda mayor economía del mundo. No sorprende que China -como el mundo musulmán- proyecte una tendencia decididamente antiimperial basada en lo que ve como humillación a manos de Occidente (y Japón) en los 200 años que ha durado su eclipse, durante uno de sus ciclos decadentes dinásticos. No obstante, actualmente China está en uno de los clásicos ciclos en alza en cuanto a poder e influencia, y está decidida a proyectar su peso e influencia. India también está desarrollando rápidamente un poder de alcance regional. Y Japón, aunque quieto, sigue representando un formidable poder económico, que quizá aumente por un mayor alcance militar regional.

El significado del término Eurasia ha cambiado mucho, pero sigue sugiriendo una rivalidad estratégica. En un momento en el que Estados Unidos declara formalmente su intención de dominar militarmente el mundo (la doctrina oficial del Pentágono en 2000 consistía en la «dominación de todo el espectro»), el concepto de eurasianismo reacciona con vigor. Y no sólo en China, sino en otros países -con nuevo significado- como Rusia, Irán e incluso Turquía. Da la sensación de que ha habido un eclipse del poder dominante occidental a favor del nuevo poder asiático.

No sólo se trata del poder militar y financiero. También es cultural. La cultura rusa ha mantenido durante dos siglos un debate activo sobre si Rusia pertenece a Occidente o si forma parte de una cultura eurasiática distinta (yevraziiskaya) separada de Occidente. Los eurasiáticos representan una fuerza significativa dentro del pensamiento estratégico y militar ruso (aunque es interesante señalar que Putin no acepta esta visión del mundo).

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El presidente Vladimir Putin con un sombrero típico tártaro asiste a unos eventos al aire libre en Kazán. (Sovfoto/UIG via Getty Images)

La idea es vaga, pero culturalmente importante; pelea con la identidad rusa. Habla de una cultura eslava pero con raíces eurasiáticas en un antiguo pasado turco o tártaro. Recordad que, históricamente, es el Occidente moderno el que atacó a Rusia dos veces: testigos son las invasiones de Napoleón y Hitler a las puertas de Moscú. En la actualidad, la OTAN explora con más profundidad toda la periferia rusa. Los eurasianistas se muestran recelosos, si no hostiles, hacia Occidente como una amenaza permanente a la Madre Patria Rusia. El eurasianismo siempre permanecerá subyacente en la visión del mundo estratégica de Rusia.

De eso va la nueva Unión Económica Eurasiática de Rusia, un objetivo para unir al menos económicamente Belarus y los estados de Asia Central, entre otros, en un gran conjunto económico eurasiático. Kazajistán -rico en petróleo- fue en realidad el autor del concepto; tratará de mantener los lazos con Occidente, pero si miráis un mapa, veréis en qué consisten las opciones reales de Kazajistán a largo plazo. Puede que Rusia no sea la mejor estrella económica para unir lazos, pero es sólo uno de los muchos vehículos de Eurasia y no son mutuamente excluyentes. Las opciones traen más seguridad.

China se está moviendo en direcciones increíblemente ambiciosas a la hora de crear el nuevo Banco de Inversión en Infraestructura asiático (en el que se han inscrito 57 países, como Canadá, Australia y varios países europeos, pero no Japón ni los Estados Unidos, de momento). Esto crea un nuevo instrumento de banco central en Eurasia con una fuerte influencia china. China también está proyectando nuevas redes masivas de transporte (el Cinturón Económico de la Ruta de la Seda y la Ruta Marítima de la Seda –Un Cinturón, Una Ruta-) desde Eurasia a China, que unen China a Europa, Oriente Medio, Sudáfrica y África Central y el Lejano Oriente por ferrocarril, carretera y mar. La «estrategia eurasiática» de China ya es una realidad en expansión. Sí, las sospechas y las rivalidades existen entre Rusia y China e India y Japón. Pero el fuerte impulso económico y del desarrollo de esas propuestas difieren mucho de la organización estadounidense, más centrada en la seguridad con sus preocupantes implicaciones militares.

Washington no sólo ha fracasado en la lucha contra estas iniciativas chinas y eurasiáticas, sino que las políticas estadounidenses en particular -que identifican tanto a Rusia como a China como el supuesto enemigo- han contribuido a poner de acuerdo a Rusia y a China en muchas cuestiones, unidas ahora por su desconfianza común hacia las ambiciones militares globales de Estados Unidos.

Japón tuvo, por casualidad, su propia doctrina de Eurasianismo antes de la Segunda Guerra Mundial, un esfuerzo por identificarse y encender a los pueblos y territorios asiáticos contra la dominación colonial occidental. Esta estrategia podría haber sido bastante efectiva si no hubiera ido acompañada de las propias invasiones brutales de Japón de otros países del Este Asiático, destruyendo la credibilidad de la Esfera de co-prosperidad del Este Asiático japonesa. En la actualidad, Japón no ha movido su postura; todavía tendrá que lidiar con la realidad del poder chino en el Este. ¿Y qué líder japonés perseguiría seriamente una amplia política de hostilidad hacia China en apoyo de una estrategia de Estados Unidos en el Pacífico que está diseñada por naturaleza para reprimir a China? Sobre todo, teniendo en cuenta que China y Japón son grandes socios en comercio e inversión.

Irán está muy interesado en compensar las presiones geopolíticas de Estados Unidos y busca apoyo en estas instituciones rusas y chinas por el desarrollo económico. Irán es una potencia natural eurasiática y de la Ruta de la Seda.

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El presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente kazajo, Nursultan Nazarbayev, durante la Cumbre de la Unión Económica Eurasiática de 2016. (Mikhail Svetlov/Getty Images)

Turquía ha vuelto a entrar en el juego de Eurasia. De vuelta a los primeros pasos en política exterior del Partido de la Justicia y el Desarrollo del presidente Recep Tayyip Erdoğan -en la visión del entonces ministro de Exterior Davutoğlu-, Turquía ya no se limita a una potencia occidental, sino que también ha proclamado sus intereses geopolíticos (casi cien años después de la caída del Imperio Otomano) en Oriente Medio y, de hecho, en Eurasia. Al fin y al cabo, los turcos proceden originalmente de Eurasia, que migraron hacia Occidente desde el lago Baikal hace mil años. Eso implica importantes lazos con Rusia, además de lazos étnicos, culturales e históricos con Asia Central y con China. Turquía (como Irán y Pakistán) trata de ser parte de estas redes rusas y chinas. Entre algunos políticos y oficiales militares nacionalistas turcos (también kemalistas seglares) hay una fuerte tendencia eurasiática de expandir las opciones geopolíticas de Turquía para explorar nexos estratégicos y culturales con Eurasia. También refleja una expresión de desconfianza hacia los esfuerzos occidentales y estadounidenses por dominar la región.

El nuevo Eurasianismo ya no trata de los poderes por tierra y por mar del siglo XIX. Es un reconocimiento de que la era de la dominación global occidental -y especialmente estadounidense- se ha terminado.

Para Turquía esto no es una cuestión de dos alternativas. Puede intentar unirse a Europa -y a la OTAN-, pero no renunciará a las opciones geoestratégicas alternativas del Este, con su influencia económica, sus carreteras y ferrocarriles de unión.

En resumen, el nuevo Eurasianismo ya no trata de los poderes por tierra y por mar del siglo XIX. Es un reconocimiento de que la era de la dominación global occidental -y especialmente estadounidense- se ha terminado. Washington ya no puede mandar -ni permitirse- una oferta a más largo plazo por dominar Eurasia. En términos económicos, ningún estado de la región, ni siquiera Turquía, sería lo suficientemente tonto como para dar la espalda a este creciente potencial de Eurasia que también ofrece un equilibrio estratégico y opciones económicas.

Por supuesto, también hay grandes líneas divisorias en Eurasia: étnicas, económicas, estratégicas y de cierto grado de rivalidad. Pero cuanto más intenta Washington contener o ahogar el eurasianismo como una auténtica fuerza creciente, mayor será el empeño de los estados por pasar a formar parte de ese mundo eurasiático en alza, aunque no rechacen a Occidente.

A todos los países les gusta tener alternativas. No les gusta estar comprometidos con una sola potencia global que intente llevar la voz cantante. La historia de Estados Unidos sobre el orden mundial ya no se acepta a nivel internacional. Además, ya no es realista. Sería poco inteligente por parte de Washington seguir centrándose en aumentar las alianzas militares mientras la mayor parte del resto del mundo busca más prosperidad e influencias en la región. Y un dato: el gasto militar de China supone sólo una cuarta parte del gasto de Estados Unidos.

*Vicepresidente anterior del Consejo Nacional de Inteligencia de la CIA

Este artículo apareció por primera vez en GrahameFuller.com

Este post fue publicado originalmente en ‘The WorldPost’ y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano

Las manifestaciones contra el racismo y la pandemia no solo agudizan la crisis interna en EE.UU, sino que también, según algunos analistas, debilitan la postura de Washington en cuanto a su liderazgo global. Carlos Alberto Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico, señaló que mientras el país norteamericano intenta preservar su hegemonía en un mundo multipolar, sus aliados, como Alemania, «están tratando de reinstalarse en este nuevo orden» y ampliar la cooperación con otras potencias.

NR: El 7 de Noviembre de 2016, el Director Academico de Dossier Geopolitico, Dr Miguel A. Barrios, publicaba este articulo en varios medios masivos de comunicacion, dado su tremenda vigencia lo reiteramos, para que nuestros lectores observen que desde hace larga data venimos viendo la declinacion Norteamericana. Dossier Geopolitico.

Como ocurre cuando se producen elecciones en los EEUU, prácticamente se trata de una elección global por sus repercusiones e impactos a nivel geopolítico mundial. Casi por añadidura se generan un sinfín de debates sobre si el candidato del Partido Republicano o del Demócrata llevaran políticas mas beneficiosas o perjudiciales con respecto a Nuestra América.

Evitaremos entrar en estas discusiones que nos parecen interesantes, pero que nos pueden conducir a errores geopolíticos.

En verdad EE.UU. es un sistema de partido único que tiene matices en lo interno, pero a no confundir en lo que hace a América Latina y el Caribe: nadie pone ni pondrá en discusión que constituimos el patio trasero de la República Imperial, institucionalizado en la mal llamada Doctrina Monroe, aquella declaración unilateral del entonces presidente Monroe, el 2 de diciembre de 1823, en el Congreso norteamericano, para abortar el unionismo hispanoamericano de Simón Bolívar.

Por supuesto que no podemos desconocer que Donald Trump representa en forma tragicómica la necesidad de no perder el «sueño americano» de la América profunda ante el descenso social de los sectores medios y populares norteamericanos ante las corporaciones financieras del globalismo de Wall Street que representa Hillary Clinton. Pero esto no nos puede llevar a confundirnos con un cambio de política de EEUU en el sistema global.

Además, el presidente de los EEUU es un gerente de una red institucional compuesta por el Congreso, la Corte Suprema de Justicia, el Pentágono, la Reserva Federal y un sinfín de lobbys públicos y secretos, desde la Asociación Nacional del Rifle a las universidades, de la CIA a la DEA y el FBI. Es decir, quedar prisioneros de los discursos y no de los andamiajes de poder del imperio, nos lleva a agudos análisis, pero modificaciones de la Doctrina Monroe no habrá.

Y entonces, ¿qué está ocurriendo en los Estados Unidos de cara a las próximas elecciones mas allá de Hillary Clinton y Donald Trump?

Estados Unidos se encuentra en su más profunda decadencia Geocultural desde su nacimiento como Estado, en un momento de cambio de «orden» mundial, y partiendo de la premisa de que la cultura -entendida como el conjunto de elementos materiales y espirituales de un pueblo que hacen a su identidad- constituye la dimensión mas profunda de la soberanía de los pueblos.

Y para no analizar desde la actualidad misma, lo haremos desde la actualidad histórica como un diálogo retroalimentativo pasado-presente-futuro y futuro-pasado-presente.

El eminente geopolítico norteamericano Zbigniew Brzezinski afirma que los cuatro ámbitos decisivos del poder global lo constituyen: a) militar, b) económico, c) científico-tecnológico y d) cultural. La combinación de los cuatro ámbitos es lo que hace a un actor estatal convertir en superpotencia global (Brzezinski,Zbigniew. El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestrategicos, Editorial Paidós, BsAs., 1998).

Aunque el rostro visible de un imperio mundial se traduce a través del poder duro al decir de John Nye – estratega estadounidense -, identificando de esa manera al segmento económico y militar, sin embargo es el poder blando – el cultural – el que alimenta y sostiene al primero.

A lo largo de la historia, el Imperio de Roma, China, los Mongoles, España e Inglaterra, por citar algunos ejemplos, al ingresar en una fase irreversible de decadencia cultural fueron perdiendo la creatividad y el dinamismo económico militar.

Nada más alejado de la realidad mundial que desconocer que EE.UU. es una superpotencia militar global, por lo que embarcarse en afirmar la inminente decadencia de los EE.UU. es un simplismo peligroso.

Sin embargo, podemos hallar serias grietas dentro del ámbito cultural norteamericano conducente a una crisis que nos lleva, como lo venimos sosteniendo, a un «orden» multipolar en el siglo XXI. El primer síntoma de una crisis de los imperios se inicia en el segmento de la cultura precisamente. Y es lo que estamos observando en la actual campaña presindencial.

Daniel Bell ya advirtió en su momento que EE.UU. ha entrado en la «era del hedonismo» (Daniel Bell, Las contradicciones culturales del capitalismo, Alianza Editorial, Madrid, 1977, pág. 48). Tanto Samuel Huntington, en su ultima obra antes de fallecer denominada llamativamente ¿Quienes somos? (Huntington, Samuel, ¿Quienes somos? Los desafíos de la identidad nacional estadounidense, Editorial Paidós, Bs.As., 2004) como el citado Brzezinski, entre otros muchos, critican a fondo ese hedonismo que socava la tradición fundante calvinista cristiana y la base de moralidad social, e identifican su amenaza de declive social y hasta imperial.

Ambos encuentran sorprendentes analogías con la decadencia de otros sistemas imperiales, como el historiador de la Universidad de Yale -EEUU-, Paul Kennedy.

Los deslumbrantes logros tecnológicos, económicos y políticos se dan paradójicamente con problemas de decadencia moral, suicidio cultural y de desunión política entre cuyas manifestaciones Huntington señala el aumento de conductas antisociales (crímenes, drogadicción y violencia general), la decadencia familiar (récord de embarazos adolescentes), el descenso vertiginoso de la natalidad y el envejecimiento de la población, el resquebrajamiento de la ética del trabajo, la desocupación a consecuencia de la deslocalizacion de las fábricas, la concentración financiera de la riqueza, los niveles mas bajos de rendimiento escolar con depreciación del estudio y la actividad intelectual, y la erosión del puritanismo fundador de la «Gran Nación».

Francis Fukuyama es aun mas radical en su libro La gran destrucción, donde destaca «los procesos de desintegración, comenzando por la crisis del matrimonio y la familia, bajo el influjo de un individualismo y utilitarismo muy exasperado» (citado en Guzmán Carriquiry, Enrique, Una apuesta por América Latina, Editorial Sudamericana. BsAs. 203).

El credo americano como adelgaza ideológica de democracia, individualismo, igualdad ante la ley, constitucionalismo y propiedad privada, inspirado por una especie de religión civil, ha entrado en una crisis de legitimación desde Vietnam. Se rompió el consenso nacional fundador del Destino Manifiesto, y aquí nos parece que reside el fondo irreversible de la crisis Geocultural de la República Imperial, y nunca mejor reflejada en estas elecciones, por un magnate inmobiliario como «representante» del sueño americano, y por la creadora del terrorismo del Daesh, es decir, del falso «Estado islámico» y representante de Wall Street, Hillary Clinton. Tanto el uno como el otro traducen esta crisis Geocultural , pero no  están por modificar la Doctrina Monroe.

Junto con los sentimientos patrióticos, tienden a manifestarse con más vigor la importancia de los derechos de los grupos definidos desde la etnia, sexo y «preferencia sexual», la propia región, la corporación, etc.

Ahora resulta muy difícil definir un consenso nacional ante esa presión multicultural si no es por la re-emergencia coyuntural de una conmoción patriótica. En el fondo, la búsqueda de un enemigo, ya sea el comunismo, los «negros», el terrorismo, Putin, Irán, Chávez o los chinos, es lo que termina dividiendo en dos bloques a la sociedad norteamericana: la Nación Americana o la Confederación Multicultural.

Esto se agudiza por el fuerte crecimiento de las masivas inmigraciones a los EE.UU.. La cuestión de fondo se complica porque ha dejado de ser un Estado continental industrial Atlántico y predominantemente europeo a ser pacifico, asiático y del sur continental, latinoamericano. Ello pone en el tapete un eje central, la naturaleza de la Nación Americana esta en discusión a todos los niveles como no lo estuvo desde la época de la Guerra civil en el siglo XIX.

Huntington plantea en forma muy angustiada la necesidad de fortalecer la identidad nacional. La presencia hispana en los EEUU suscita debates y temores. Huntington afirma «que el más grave e inmediato peligro para la identidad tradicional americana proviene de la inmediata e incesante inmigración de América Latina, sobre todo de México» (Huntington, Samuel, Obra citada, Pág, 129).

Plantea el estratega norteamericano la urgente necesidad de vigorizar en tiempos de globalización no solo por medio de la ideología política tradicional (los principios del «Credo Americano»), sino la revitalización de los elementos básicos de la cultura angloparlante (cristianismo, lengua inglesa, ética del trabajo, moralismo e imperio de la ley).

Este contexto de debilidad del principal segmento -el cultural- de los cuatro que forman parte de un poder global, está causando seria preocupación en los EE.UU. y no solo en los niveles geoestratégicos. Y en ese sentido estas elecciones son un punto de inflexión.

Se publicó hace unos años un Informe preparado por la Academia de Ciencias de ese país titulado «Superando la tormenta que se avecina» (diario La Nacion, Bs.As., Argentina, jueves 27 de octubre de 2005, pág. 59). Este documento expresa:»Este comité está sumamente preocupado por el debilitamiento observado en los componentes científicos y técnicos de nuestro liderazgo económico al punto que otras muchas naciones están aumentando su poderío. Estamos preocupados por el futuro de los EE.UU.».

De las conclusiones se desprende la fuerte alarma por el desequilibrio en aumento entre las demandas tecnológicas y las ofertas educativas, y el documento hace recomendaciones concretas para una transformación del sistema educativo en todos sus niveles sin pérdida de tiempo, en una época histórica en la cual no hay desarrollo sin mejora en la calidad educativa. Agregamos que ya en 1981, el Comité de Ciencias de los EE.UU. en un mismo tipo de informe avisa al Presidente Reagan de esta crisis que va en aumento. El documento se tituló «América en peligro».

Luego de este análisis y yendo de lleno a las elecciones de ested martes, los expertos creen que detrás de fenómenos como el Brexit o el ascenso de Trump hay un profundo malestar de sectores blancos que perdieron en los últimos años preeminencia social.

La mayoría blanca solía mezclar identidad racial con identidad nacional. Para muchos blancos, esa identidad era uno de los pilares fundamentales que sostenía sus vidas y ahora aparecen como «amenazados».

«La cuestión fundamental es quiénes somos», dice Erik Kaufmann, profesor de Ciencias Políticas del Birkbeck College de la Universidad de Londres: «¿Qué significa ser parte de esta Nación? ¿Sigue siendo nuestra Nación entendiendo «nuestra» como mayoría étnica?», diario La Nación, Bs.As, Argentina, jueves 3 de noviembre de 2016, pág. 3).

Son preguntas que nos conllevan al centro de nuestro análisis, el multiculturalismo, los movimientos de los derechos civiles en EE.UU. y de una política de fronteras abiertas, ponen el acento en la identidad. Y este el el dilema de los EEUU en el siglo de las grandes civilizaciones como bloques.

Miguel Ángel Barrios es doctor en Educación y Doctor en Ciencia Política. Autor de más de quince obras de política latinoamericana. y Miembro de Dossier Geopolitico

NR: Segunda interpretación en línea con la de Susan Neiman en este caso del Francés Thierry Meyssan, en el que introduce el aspecto histórico de la guerra de Secesión de USA y las consecuencia políticas de esa lucha nunca terminada en EE.UU. y el reflejo en los conflictos actuales. Ah, la Historia, siempre la Historia, -las tres guerras civiles inglesas-, como decíamos en el artículo de Neiman, que bien pueden derivar en una Guerra Civil Fría, en la declinante potencia anglosajona norteamericana. Pereyra Mele Dossier Geopolitico

Lo que muestran las manifestaciones en ‎Estados Unidos

por Thierry Meyssan

Las manifestaciones contra el racismo en Estados Unidos han evolucionado ‎rápidamente hacia una promoción de las ideas que el Partido Demócrata quiere ‎implantar. Ya no se trata de luchar por la igualdad de derechos para todos, ni de ‎cuestionar los prejuicios de ciertos policías sino de reabrir un verdadero conflicto ‎cultural, lo cual implica el riesgo de hacer estallar una nueva Guerra de Secesión.‎

Las manifestaciones que se han iniciado en diversos países de Occidente contra el racismo en ‎Estados Unidos están disimulando la verdadera evolución del conflicto en suelo estadounidense. ‎En los propios Estados Unidos, los hechos se han deslizado de un cuestionamiento inicial de las ‎secuelas que aún persisten desde los tiempos de la esclavitud de los negros hacia un conflicto ‎diferente, capaz de poner en peligro la integridad misma del país. ‎

La semana pasada yo recordaba en este mismo sitio web que Estados Unidos pudo haberse ‎disuelto después de la desaparición de la Unión Soviética ya que parte de la identidad ‎estadounidense se basaba entonces en la oposición a la URSS. Sin embargo, el proyecto imperialista –la ‎‎«guerra sin fin»– puesto en manos de George W. Bush permitió reactivar el país después de los ‎atentados del 11 de septiembre de 2001.

También subrayaba que durante las últimas décadas la población estadounidense se había desplazado considerablemente para reagruparse ‎geográficamente por afinidades culturales [1]. Los matrimonios entre personas de ‎razas diferentes comenzaron a disminuir nuevamente. Y llegaba a la conclusión de que la ‎integridad de Estados Unidos estaría en peligro cuando otras minorías, aparte de los negros, ‎se unieran al movimiento de protesta [2].‎

Eso es precisamente lo que hoy estamos viendo. El conflicto ya no es de blancos contra negros ‎ya que los blancos se han hecho mayoritarios en ciertas manifestaciones antirracistas y visto ‎el hecho que hispanos y asiáticos se han unido a las marchas y que el Partido Demócrata ahora ‎se implica en ellas. ‎

Desde el mandato de Bill Clinton, el Partido Demócrata se ha identificado con el proceso de ‎globalización financiera, tendencia que el Partido Republicano apoyó tardíamente y sin llegar ‎nunca a adoptarla plenamente. ‎

Donald Trump representa una tercera vía: la del «sueño americano», o sea la vía del ‎empresariado contrario al mundo de la finanza. Trump logró ganar la elección presidencial bajo ‎el lema «America First!», que no era –aunque así se dijo– una referencia al movimiento ‎aislacionista pronazi de los años 1930 sino al regreso de los puestos de trabajo que las ‎transnacionales estadounidenses habían trasladado a otros países sin importarles el aumento del ‎desempleo en Estados Unidos. Trump contó ciertamente con el apoyo del Partido Republicano, ‎pero sigue siendo un «jacksoniano» [seguidor de los principios políticos de Andrew Jackson, el ‎séptimo presidente de Estados Unidos (1829 a 1837)] y no es lo que normalmente se entiende ‎por «conservador». ‎

Como lo demostró el historiador Kevin Phillips –el consejero electoral de Richard Nixon–, la cultura ‎anglosajona ha dado lugar a 3 guerras civiles sucesivas [3]:

la primera guerra civil inglesa, también llamada «Gran Rebelión», entre los seguidores de Oliver ‎Cromwell y los defensores del rey Carlos I, de 1642 a 1651;

la segunda guerra civil inglesa o «Guerra de Independencia de Estados Unidos», de 1775 ‎a 1783;

la tercera guerra civil anglosajona o «Guerra de Secesión», en Estados Unidos, de 1861 ‎a 1865. ‎

Los acontecimientos actuales en Estados Unidos podrían llevar a una cuarta guerra. Al menos ‎eso es lo que parece pensar el general James Mattis, ex secretario de Defensa, quien acaba de ‎expresar a la publicación estadounidense The Atlantic su inquietud ante la política del presidente ‎Trump, estimando que acentúa la división en vez de unir. ‎

Volvamos a la historia de Estados Unidos en relación con los bandos en pugna. El presidente ‎Andrew Jackson (1829-1837), catalogado como populista, impuso su veto al Banco Federal (Fed), ‎instituido por el primer secretario del Tesoro, Alexander Hamilton, uno de los padres de la ‎Constitución, quien era favorable al federalismo debido a su violenta oposición personal a la ‎democracia. Como buen discípulo de Jackson, el presidente Trump también está hoy en conflicto ‎con la Fed. ‎

Veinte años después de la presidencia de Jackson estalló la «Guerra de Secesión» (1861-1865), ‎que los manifestantes de hoy usan como referencia. Según los manifestantes, en la «Guerra de ‎Secesión» se enfrentaron el sur esclavista y el norte humanista. El movimiento de protesta que ‎comenzó a partir de un acto racista –el linchamiento de George Floyd por un policía blanco en ‎Minneapolis– ahora continúa con la destrucción de estatuas de generales sudistas, como Robert ‎Lee. Acciones similares ya habían tenido lugar en 2017 [4] pero ahora cobran importancia con la participación de varios gobernadores del Partido ‎Demócrata. ‎

El gobernador de Virginia, Ralph Northam, del Partido Demócrata, anunció el ‎desmantelamiento de una célebre estatua del general sudista Robert Lee, a pedido de ‎manifestantes blancos. Ya no se trata de luchar contra el racismo sino de destruir los símbolos ‎de la unidad del país. ‎

Pero esa narración no se ajusta a la realidad. Al inicio de la Guerra de Secesión, ambos bandos ‎eran esclavistas. Y al final, ambos bandos era antiesclavistas. El fin del esclavismo no fue un ‎logro de los abolicionistas. Simplemente, ambos bandos necesitaban más soldados para enviarlos ‎al frente. ‎

En la Guerra de Secesión se enfrentaron el sur agrícola, católico y rico y el norte industrial, ‎protestante y ansioso de enriquecerse. El conflicto se cristalizó alrededor de la cuestión de los ‎derechos de aduana –los sudistas estimaban que cada Estado debía establecer sus derechos de ‎aduana pero los nordistas querían abolirlos entre los Estados y dejar su control en manos del ‎gobierno federal. ‎

Por consiguiente, con la eliminación de símbolos sudistas, vistos como restos del esclavismo, ‎en realidad se rechaza la visión sudista de la Unión. Por cierto, es particularmente injusto ‎arremeter contra la memoria del general Robert Lee, quien puso fin a la Guerra de Secesión ‎al rechazar la adopción de una táctica de acciones de guerrillas para proseguir el conflicto desde ‎las montañas y optó por la unidad nacional. En todo caso, estos actos abren el camino a una ‎cuarta guerra civil anglosajona. ‎

Hoy en día, las antiguas nociones estadounidenses de norte y sur ya no corresponden a ‎realidades geográficas. Sería más apropiado hablar de Dallas contra Nueva York y Los Angeles. ‎

No es posible escoger sólo los aspectos considerados positivos en la historias de un país y destruir ‎todo lo que se considera “malo” sin cuestionar todo lo construido. ‎

Al hacer referencia al eslogan de Richard Nixon en las elecciones de 1968 –«Law and Order», ‎o sea “Ley y Orden”–, Donald Trump no predica el odio racista, como afirman numerosos ‎comentaristas, sino que vuelve al pensamiento del autor de ese eslogan, el ya mencionado Kevin ‎Philipps. Trump no está interesado en provocar la disgregación de Estados Unidos sino en hacer ‎volver el país al pensamiento de Andrew Jackson, contrario al predominio del mundo de la ‎finanza. ‎

El estadounidense Donald Trump se ve en la situación que vivió el soviético Mijaíl Gorbatchev a ‎finales de los años 1980. La economía de su país –no la finanza– está en evidente declive desde hace ‎décadas, pero sus conciudadanos se niegan a reconocer las consecuencias de ese declive ‎ ‎ [5]. Estados Unidos sólo puede sobrevivir si se fija nuevos objetivos. Pero ‎ese tipo de cambio se hace especialmente difícil en periodo de recesión. ‎

Paradójicamente, Donald Trump se aferra al «American Dream», o sea al célebre « Sueño ‎Americano», la posibilidad de “hacer fortuna”, en una sociedad estadounidense estancada, donde ‎la clase media está en vías de desaparición y en momentos en que los nuevos inmigrantes ya ‎no son europeos. Frente a él, sus opositores –la Fed, Wall Street y Silicon Valley– proponen un ‎nuevo modelo, pero en detrimento de las masas. ‎

El problema de la URSS era diferente, pero la situación es la misma. Gorbatchov fracasó y la URSS ‎se derrumbó. Sería sorprendente que el próximo presidente de Estados Unidos, sea quien sea, ‎lograra preservar la unidad nacional. ‎

Thierry Meyssan: Intelectual francés, presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Última obra publicada en español: De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump.

[1] American Nations. A history of the 11 rival regional ‎cultures of North America, Colin Woodard, Viking, 2011.

[2] «[USA: les émeutes raciales et la tentation séparatiste-‎‎>article210033.html]», por Thierry Meyssan, Red!Voltaire, 31 de mayo de 2020.

[3] The Cousins’ Wars, Kevin Philipps, Basic ‎Books, 1999.

[4] «Ce que révèlent les élections US sur le ‎conflit intérieur», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 13 de noviembre ‎de 2018.

[5] «Trump, le Gorbatchev états-unien», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, ‎‎30 de enero de 2018.
FUENTE: https://www.voltairenet.org/article210179.html

NR: En Argentina como en el resto de iberoamérica, las curriculas educativas no nos capacitan en historia Continental Americana, por ello desconocemos la historia Imperial del Brasil, o la pérdidas territoriales de la República Mexicana y su Revolución, por tener una tradición educativa eurocentrista y que ahora también se le suma una exacerbación de los pueblos originarios solamente y despreciamos los aportes de Gauchos, Llaneros, Huasos, etc. Por ejemplo. Por ello tampoco estudiamos historia de Norteaméricana a pesar de estar leyendo a diario del imperialismo yanqui. Y dos puntos que desconocen la mayoría: Uno el Ethos Fundacional de EEUU con su base WASP y Dos: la Guerra Civil de USA; Guerra que ocurrió hace 155 años y que fue la más sangrienta de todas las guerras en que participó EE.UU.: 600.000 muertos y 407.000 heridos con una población de 32.300.000 de habitantes, más perdidas que la que tuvo su participación en la II Guerra Mundial con 407.316 muertos y 133.300.000 de habitantes y la de Vietnam con 55.000 muertos con una población de 208.600.000 de habitantes. Las consecuencias de la Guerra civil siguen estando presente y lo vemos estos días de disturbios raciales, pero fundamentalmente las consecuencias políticas que tendrán en los próximos años en la declinante potencia norteamericana, que podría llegar a fragmentarse como unidad geopolitica, el artículo de Susana Neiman es muy esclarecedor.– Pereyra Mele Dossier Geopolitico.

Lo único sorprendente es que haya tardado tanto

Los estadounidenses llevamos desde 2016 hablando de una guerra civil fría

Por SUSAN NEIMAN

Por supuesto que las imágenes de violencia que atraviesan las ciudades de Estados Unidos no van a resolver nada. Al contrario. La última vez que vimos revueltas parecidas fue en 1968, y entonces ayudaron a Richard Nixon a ganar las elecciones. No solo eso. Hay perspectivas aún peores que otorgar un nuevo mandato al actual presidente. Los estadounidenses llevamos desde 2016 hablando de una guerra civil fría. Si la situación se calienta, la derecha tiene más armas.

De todas maneras, todavía no sabemos muy bien quién está detrás de los actos violentos. Los historiadores demostraron hace tiempo que la violencia contra la que Nixon manifestó su rechazo partió también del Gobierno. Los archivos del FBI ponen de manifiesto que, en aquellos años, individuos ajenos a grupos como Estudiantes por una Sociedad Democrática (SDS) o los Panteras Negras se infiltraron en ellos no solo para obtener información, sino también para provocar acciones violentas. Lo único que podemos saber en estos momentos es que grupos independientes de blancos armados vestidos de negro van a las manifestaciones con esa misma intención, y que están bien organizados en las redes sociales. El jefe de la Policía de Nueva York ha llegado a publicar vídeos en los que enseña cómo distinguir a los manifestantes de los saqueadores. Donald Trump responsabiliza de la violencia a una imprecisa Antifa. Pero, como todo el mundo sabe, su fuente de información es Fox News, y las peores imágenes que he visto muestran cómo la policía disuelve a la fuerza una manifestación pacífica para que Trump pueda posar con una Biblia.

Por supuesto, también hay manifestantes que queman coches de policía y destrozan escaparates en respuesta a la violencia demasiado habitual contra las personas. Si han estallado las protestas ha sido porque George Floyd y Breonna Taylor no son sino los últimos de una larga lista de negros víctimas de la violencia de los blancos. El precario estado de salud responsable de que los negros enfermen de covid-19 tres veces más que los blancos contribuye a ello. Pero el problema de fondo no es este, ni tampoco la esclavitud de los negros, que acabó hace 155 años. El problema de fondo es el falseamiento de la historia.

Al contrario que otros países, Estados Unidos no se construyó sobre la base de la etnia ni del pueblo, sino de unos ideales. “Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son iguales”, afirma la Declaración de Independencia, como cualquier niño estadounidense sabe. Durante mucho tiempo se ocultó que los hombres que la redactaron tenían esclavos. La fiesta más querida de los estadounidenses es Acción de Gracias. En ella se expresa el agradecimiento no solo al Creador, sino también a los indios, sin cuya ayuda los primeros europeos no hubiesen sobrevivido. Las películas de Hollywood, encargadas de demonizarlos, encubrieron el verdadero “agradecimiento” que estos recibieron.

La guerra civil no se podía borrar de la historia. En ella murieron más soldados estadounidenses que en todas las demás guerras del país juntas, y sus consecuencias están cada vez más a la vista. Pero ¿por qué hubo una guerra civil entre 1861 y 1865?

Es una pregunta a la que tienen que responder los emigrantes en su examen para obtener la nacionalidad. Es la única pregunta que admite dos respuestas completamente distintas. Quien da la respuesta del Norte, acierta: la causa fue la abolición de la esclavitud. Pero también acierta quien marca la respuesta del Sur: se luchó para defender el federalismo, es decir, los derechos de los Estados individuales. La explicación omite de qué derechos se habla, a pesar de que la declaración de guerra lo enunciaba claramente. La Confederación mandó a sus hijos al frente para que defendiesen el derecho a esclavizar a otros seres humanos.

Acabada la guerra, al comenzar el breve periodo de la reconstrucción, se prohibió la esclavitud. El recuerdo de las verdaderas causas del conflicto permanecía vivo, y los reconstruccionistas radicales lucharon para conseguir más derechos civiles para los libertos afroamericanos. Estos no tardaron en obtener el derecho al voto. Los diputados negros ocuparon sus escaños en Washington, y hubo un reparto de pequeñas granjas como reparación por el tiempo de esclavitud. Aparecieron instituciones sociales, como colegios públicos y orfanatos, abiertas a toda la ciudadanía. Abraham Lincoln fue asesinado no solo por abolir la esclavitud, sino por ser partidario de reconocer más derechos civiles a los negros. Así lo proclamó el autor del atentado. Pero los reconstruccionistas radicales habían perdido el poder en el Congreso y los sucesores de Lincoln no dieron importancia a los derechos de los negros. A fin de ganar las elecciones de 1877, Rutherford Hayes prometió retirar las tropas federales que ocupaban el Sur desde la guerra. Con la retirada llegaron las llamadas Leyes Negras, que privaron de derechos a los afroamericanos, y también el Ku Klux Klan para salvaguardar la privación.

Yo nací en el Sur, en un mundo en el que estaba prohibido que los niños negros y blancos se bañaran juntos. A pesar de ello, no tenía la menor idea de cómo habían sido los años transcurridos entre el final de la guerra y el comienzo del movimiento a favor de los derechos civiles, que se suele datar en 1955. Aunque había visto con mis propios ojos la segregación racial, al igual que la mayoría de los estadounidenses blancos poco sabía del terror que reinó en los años que siguieron a la guerra. Mi ignorancia no era gratuita: la época en la que el terror contra los negros no era la norma, sino la ley, se conoce con el eufemístico nombre de Jim Crow. Y duró mucho. En 1951, una delegación de eclesiásticos portadora de una carta de Albert Einstein, cuya salud por entonces estaba deteriorada, visitó la Casa Blanca con el propósito de convencer a Harry Truman de que prestase su apoyo a una ley federal contra los linchamientos. Truman rechazó la petición argumentando que sería peligroso políticamente. En opinión de las jóvenes afroamericanas fundadoras de Black Lives Matter, los ataques policiales contra los negros forman parte de una tradición del linchamiento sólidamente arraigada.

Por cierto: el linchamiento no se practicó solo en el Sur, y la ideología de la Confederación está extendida por todo Estados Unidos. Cuando, en febrero, la surcoreana Parásitos ganó el Oscar, Trump preguntó en Twitter por qué no había buenas películas estadounidenses como Lo que el viento se llevó. Aunque Trump es neoyorquino, me cuesta creer que no sepa que el largometraje no solo idealiza la situación en los estados del Sur, sino que glorifica al Ku Klux Klan. Los manifestantes que hace poco protestaban en el Estado norteño de Michigan contra las medidas frente a la pandemia llevaban banderas de la Confederación. Aún hoy se sigue recelando de todo lo que proceda de Washington como producto de la Reconstrucción. Si se quiere entender la oposición a la reforma de la sanidad de Obama, hay que entender la guerra civil.

Aunque el Sur perdió la guerra, salió victorioso en el relato de esta gracias a los esfuerzos de dos asociaciones hermanas: Hijos de la Confederación e Hijas de la Confederación. Los hijos y los hijos de los hijos de los soldados que arriesgaron o incluso dieron su vida para defender la esclavitud se ocuparon de escribir la historia oficial. Sembraron el país de monumentos a sus héroes caídos y demonizaron la reconstrucción. La recién creada industria cinematográfica les prestó su apoyo produciendo no solo Lo que el viento se llevó, sino centenares de películas que glorificaban a los rebeldes de los Estados del Sur. También la Casa Blanca los escuchó. Después de la Primera Guerra Mundial, Woodrow Wilson abogó a favor de los derechos de las minorías europeas, pero en su propio país calificó al Ku Klux Klan de “defensores de la nación aria”. Numerosas fuentes alimentaron el mito de la Causa Perdida, una historia bélica en la que los nobles y valerosos sudistas, que lo único que pretendían era defender su patria, fueron aplastados por los yanquis, más numerosos que ellos. Sus hombres fueron heridos o hechos prisioneros, sus mujeres sufrieron vejaciones, sus hijos pasaron hambre, sus ciudades quedaron reducidas a cenizas. Para colmo, los vulgares yanquis tuvieron el atrevimiento de echarles a ellos la culpa de la guerra.

En 2015, Estados Unidos puso en marcha su propia revisión del pasado cuando el asesino de nueve negros que asistían a una ceremonia religiosa reconoció, posando detrás de una bandera confederada, que quería desencadenar una guerra racial. Barack Obama habló en el funeral celebrado en Charleston e hizo un llamamiento al país en el que pedía que esa bandera fuese arriada por fin. Los gobernadores de Carolina del Sur y Alabama, donde aún ondeaba, le hicieron caso, y los principales grandes almacenes del país se comprometieron a no seguir vendiendo símbolos de la Confederación. Algo nuevo había empezado, y yo quería contribuir a ello, sobre todo dada mi condición de judía estadounidense que desde 1982 pasa la mayor parte del tiempo en Berlín y ha vivido de cerca las dificultades que ha comportado la recuperación de la memoria histórica alemana, el antisemitismo y el filosemitismo. A pesar de todo, me siguen impresionando los logros de este país, muy superiores a los de Estados Unidos.

¿Se pueden comparar las historias? Las diferencias son fáciles de enumerar, pero quienes piensan que los crímenes nazis no se deben comparar, parece que han olvidado con qué frecuencia en nuestro país no solo se compara, sino que se equipara. ¿Cuántas veces se habla de las “dos dictaduras alemanas”? En mi opinión, esta equiparación es fundamentalmente errónea. No obstante, las comparaciones son posibles, desde luego, y a veces necesarias. La novela de Toni Morrison sobre la esclavitud está dedicada “a los 60 millones”. Nadie sabe exactamente cuántos africanos fueron asesinados a lo largo de ese tiempo, pero existe abundante documentación sobre las distintas formas de muerte y tortura. En los últimos años, los historiadores también han intentado llenar los 90 años de vacío de la memoria estadounidense con estudios que muestran que la esclavitud continuó hasta 1964 por otros medios.

Entiendo muy bien por qué los alemanes ilustrados se niegan a comparar los crímenes nazis. Al fin y al cabo, una de las estrategias de exculpación nazi, tanto antes como después de la guerra, consistió en utilizar el genocidio de la población nativa estadounidense para legitimar el empeño alemán de ganar espacio vital en el Este. Coincido con la sabia máxima del pensador búlgaro Tzvetan Todorov, según la cual los alemanes tienen que llamar la atención sobre la singularidad del Holocausto, y los judíos, sobre su universalidad. La paradoja sólo es aparente. Los alemanes que insisten en la universalidad del crimen suelen perseguir la exculpación; los judíos, asumir también la responsabilidad de otros crímenes.

Así que pasé medio año en el Sur profundo para investigar in situ tanto el falseamiento de la historia como el pensamiento ilustrado. El título del proyecto era Learning from Germans. Cuando empecé mi trabajo en 2016, muchos estadounidenses lo rechazaron con horror. Tres años después, cuando presenté el libro en Estados Unidos, nadie se escandalizó. Donald Trump, cuyos seguidores no solo agitan los símbolos de los Estados del Sur, sino también la cruz gamada, ha mostrado al país que los nazis no son un problema exclusivamente alemán. A los estadounidenses que se esfuerzan por recuperar la memoria histórica les sorprendió y les alivió a partes iguales que los alemanes también hubiesen necesitado tanto tiempo para cambiar su perspectiva histórica. Cuando el libro se publicó en alemán, fueron los alemanes los contrariados con el título. Incluso quienes estaban dispuestos a permitir las comparaciones, dudaban de la eficacia de la política de memoria de su país. A la vista del ascenso de Alternativa para Alemania o del terrorismo de ultraderecha en Halle o en Hanau, ¿no habría que pensar que el reexamen crítico del pasado había fracasado?

La época del terror estadounidense que siguió a la reconstrucción fue el retroceso de los blancos, que no querían renunciar a su posición dominante, y de quienes no hicieron nada por enfrentarse a los terroristas. Poco después de la victoria de Trump conocí en Alabama a un viejo activista pro derechos civiles, compañero de Martin Luther King. En su opinión, estamos viviendo el final de una segunda reconstrucción. La carrera política de Donald Trump empezó intentando desacreditar a Obama por ser africano, y su lema “la Casa Blanca debe seguir siendo blanca” fue un revés al presidente negro que desempeñó su cargo con tanta dignidad e inteligencia. Pero no debemos desesperar, insistía el activista. Tenemos que ponernos a trabajar. De hecho, el proceso estadounidense de reexamen del pasado ha seguido durante el mandato de Trump. En Alabama se ha inaugurado el magnífico monumento nacional en recuerdo de los linchamientos, el Congreso ha iniciado los debates sobre las reparaciones por el tiempo de esclavitud, y The New York Times desarrolló el Proyecto 1619, un amplio intento de reinterpretar la historia estadounidense desde el punto de vista de la esclavitud. Sin embargo, ante la amenaza de una guerra civil, ¿basta con estos intentos?

Cuando Los Ángeles empezó a arder, mi hija, que trabaja allí, me mandó un mensaje: “Si lees las noticias, me encuentro bien. Hay toque de queda y estoy en casa”. “Gracias”, le respondí yo. “No salgas”. Más tarde me avergoncé de ello. Si yo estuviese ahora en Estados Unidos, saldría a la calle. Sin cócteles molotov, pero también sin lamentar que ardiese la sede central de Hijas de la Confederación. Cuando la llamé por teléfono, mi hija ya estaba participando en la organización de protestas blancas pacíficas para que los negros, que corren más peligro, pudiesen quedarse en casa. ¿Es demasiado tarde, sobre todo con este presidente? La situación nunca había sido tan precaria.

Mi esperanza se funda ahora en los numerosos policías blancos y negros que se arrodillan en la calle en solidaridad con los manifestantes, aunque no con todos los excesos que los acompañan. La historia estadounidense siempre ha estado llena de hombres y mujeres que han luchado para que los ideales del país se hiciesen realidad. Ojalá prevalezcan.

Susan Neiman es filósofa estadounidense, actualmente directora del Einstein Forum en Potsdam (Alemania). Su último libro es Learning from the Germans: Race and the Memory of Evil, sobre la forma en que alemanes y estadounidenses se han enfrentado a su pasado racista. 

FUENTE EL PAIS https://elpais.com/internacional/2020-06-06/lo-unico-sorprendente-es-que-haya-tardado-tanto.html