Ucrania no estaba en la OTAN, pero la OTAN estaba en Ucrania desde 2014. Tres meses después de su inicio, comprendemos mejor el cúmulo de irresponsabilidades multilaterales que han desembocado en esta guerra. Por Rafael Poch

Emplazamientos de la OTAN en Ucrania (amarillo y azul): Instalaciones no oficiales de la OTAN (solo en azul) Instalaciones oficiales de la OTAN) –Polígono 242 del ejército regular de Goncharovski, región de Chernigov. –Polígono 233 del ejército regular del pueblo Málaya Liubasha, región de Rovno -Centro internacional de mantenimiento de la paz y la seguridad de Yavoriv, región de Lviv. –Base de la flota británica de Yuzni, región de Odesa. –Base de mando operativo de la flota de EE.UU de Ochakov, región de Nikolayev. –Centro de observación y escucha de la isla Zmeiny. –Centro 235 de preparación, pueblo Mijailovka, región de Nikolayev. -Polígono 241 del ejército regular de Aleshki, región de Jerson. -Centro de entrenamiento de tiradores de precisión de Mariupol, región de Donetsk. –Campamento militar de la OTAN de Shostka, región de Sumy. -Campamento de la OTAN, Sumy.

Cuando el 24 de febrero Rusia invadió Ucrania desconocíamos muchos detalles de esa criminal y desgraciada aventura. Hoy, cuando los peligros de una escalada militar entre Occidente y Rusia se incrementan con las semanas hasta producir vértigo en un diario belicista de Nueva York, sabemos con certeza que aunque Ucrania no estaba en la OTAN, la OTAN estaba en Ucrania. Desde hace años. Lo que eso significaba y significa en la práctica lo sabemos, no a través de informaciones y propagandas justificatorias rusas, sino por fuentes de Estados Unidos: por declaraciones de sus personalidades e informes de sus medios de comunicación.

El rearme atlantista de Ucrania comenzó inmediatamente después de la revuelta popular y operación de cambio de régimen del invierno de 2014. Las fuerzas nacionalistas antirusas que no representaban ni a la mitad del país (obviamente ahora el panorama ha cambiado radicalmente), se hicieron entonces definitivamente con el poder en Kiev. Al derogar el precepto de no alineamiento de la Constitución ucraniana y optar abiertamente por una decidida disciplina occidental, esas fuerzas rompieron el delicado equilibrio plural entre las regiones del Oeste y el Este sobre el que reposaba la integridad territorial del país, desencadenaron una guerra civil en Donbas y también la anexión de Crimea, una reacción rusa de consolación a la debacle que los intereses de Moscú habían sufrido en Kíev y que la administración Obama leyó como un intolerable desafío militar merecedor de ejemplarizante castigo.

Según el Instituto Internacional de Investigaciones sobre la Paz de Estocolmo (SIPRI), desde entonces y hasta 2021, Ucrania incrementó su gasto militar un 142% (Rusia un 11%).

A partir de 2015, Estados Unidos se gastó 5000 millones de dólares en armas a Ucrania. En ese mismo periodo se formaron “por lo menos 10.000 hombres de las fuerzas armadas ucranianas al año “durante más de ocho años” en el cuadro de la OTAN, informó el 13 de abril The Wall Street Journal en un artículo titulado; El secreto del éxito militar de Ucrania: años de entrenamiento de la OTAN.

Muchos de esos, por lo menos, 80.000 hombres, fueron formados en los “estándares militares occidentales” y “tácticas modernas de combate” en la base de Yavoriv (Yavorov), cerca de Lviv.

Yavoriv es un enorme campo de entrenamiento de 200 kilómetros cuadrados de extensión (tres veces el área metropolitana de París), que fue objeto de un sonado ataque de misiles ruso el 13 de marzo. Al principio allí se formaban unidades de la Guardia Nacional y luego del ejército regular. Cuando empezó la guerra, “por lo menos ocho países de la OTAN” estaban formando en Yavoriv a militares ucranianos. Lo aprendido con esa dilatada labor de formación y modernización, “ha tenido un impacto significativo” en el curso de la guerra, ha dicho el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

La CIA formó también unidades de élite y de inteligencia ucranianas en territorio de Estados Unidos. El programa tuvo problemas, porque se sospechaba que el contingente estaba infiltrado por informantes rusos, lo que exigió restricciones de información y filtrados de seguridad, informaba en enero el corresponsal para asuntos de seguridad Zach Dorfman. Los rusos estaban al día de esa labor de la CIA. El jefe de operaciones especiales de la inteligencia ucraniana, Coronel Maksim Shapoval, vinculado a ese programa, murió el 27 de junio de 2017 en Kiev, en un atentado con bomba lapa colocada bajo su coche. El atentado fue atribuido a los servicios secretos rusos y considerado respuesta a otros atentados cometidos por Shapoval en Donbas.

Mientras sucedía todo eso, paralelamente tenían lugar dos procesos fundamentales. El primero, el rechazo activo de Estados Unidos, y como consecuencia de los ucranianos, a los “Acuerdos de Minsk”, la fórmula de paz firmada entre Rusia y Ucrania, y arbitrada por Francia y Alemania que estos dos países dejaron languidecer. El segundo, la retirada unilateral de Estados Unidos, en 2019, del acuerdo de prohibición de armas nucleares de alcance intermedio (INF), firmado en 1987 por Reagan y Gorbachov y que fue un hito para el fin de la guerra fría en Europa.

Tras escuchar durante años que la ampliación de la OTAN hacia el Este no era contra Rusia y que las baterías de misiles desplegadas en Rumanía y Polonia eran “contra Irán”, (que carecía, y carece, de misiles de tan largo alcance), los rusos asistieron con doble irritación a las explicaciones que el Consejero de Seguridad Nacional de Trump, el demente John Bolton, ofreció en Moscú en octubre de 2018: la retirada del INF no va contra Rusia, les dijo Bolton, sino contra China, para poder desplegar esas armas nucleares tácticas en Asia. Que Bolton dijera que ya no consideraban a Rusia “una amenaza” y que lo que importaba en Washington era China, no hizo más que herir el acomplejado orgullo de gran potencia venida a menos de los dirigentes rusos.

En marzo de 2021, Ucrania aprobó una nueva estrategia militar en la que se apunta directamente a la reconquista militar de Crimea y Donbas, lo que desde el punto de vista del derecho internacional era completamente legítimo, puesto que ambas regiones eran territorio ucraniano, pero que a efectos prácticos equivalía a un anuncio de preparativos de guerra contra Rusia.

En septiembre del mismo año, Estados Unidos y Ucrania firmaron un acuerdo por el que Washington prometía ayuda militar para restablecer la “integridad territorial” de Ucrania, tal como anunciaba el propósito de la nueva doctrina militar de Kíev.

En febrero comienza la guerra, después de que EE.UU no reaccionara a la propuesta diplomática de Moscú (neutralidad de Ucrania, retirada de infraestructuras militares de la OTAN del entorno de Rusia, entre otros aspectos) y de que el Presidente Ucraniano declarara en la Conferencia de Seguridad de Munich su derecho a disponer de armas nucleares en el futuro.

Tres meses antes del inicio de la invasión rusa, en noviembre de 2021, el director de la CIA, William Burns, había visitado Moscú con un claro mensaje. Putin estaba en su residencia de Sochi, en el Mar Negro, pero Burns advirtió que si los preparativos de invasión detectados en Washington se ejecutaban, habría una reacción occidental fuerte. Desde Moscú, Burns habló por teléfono con Putin. Sin molestarse en desmentir las sospechas de invasión de Washington, el Presidente ruso “le recitó pausadamente una lista de agravios sobre cómo Estados Unidos había ignorado durante años los intereses rusos de seguridad”. Respecto a Ucrania, Putin le dijo que “no era un verdadero país” (WSJ, 1 de abril), es decir la idea que el Presidente ruso ha defendido en diversas ocasiones y que merece una pequeña explicación.

Según una visión bastante común en Rusia, una Ucrania hostil a Rusia que niega su pluralismo etnolingüístico, cultural y religioso interno, no tiene derecho a la existencia en sus actuales fronteras. Tal país, considerado traidor, puede ser desmembrado, con su parte oriental vinculada a Rusia de una u otra forma, un trozo occidental de la Rutenia subcarpática incorporado a Hungría (escenario que, seguramente, Putin ha transmitido a Orban en la última visita de éste a Moscú), otro a Polonia, y el resto, si queda algo, para un estado ucraniano hostil pero inofensivo, sin acceso al mar y desatado, pero geográficamente aislado, en su irremediable rusofobia. Todo esto ya estaba implícito en 1994 cuando Aleksandr Solzhenitsyn mencionaba las “falsas fronteras leninistas de Ucrania”, injustificables porque “rompen millones de vínculos de familia y amistad”, en su opúsculo “La cuestión rusa en el final del siglo XX”.

En condiciones normales esa mentalidad se habría disuelto con el tiempo, o habría sido patrimonio de sectores radicales políticamente marginales en Moscú, pero la ruptura de 2014 en Kíev con su afirmación de una Ucrania “traidora” a ojos de Moscú y decididamente hostil a Rusia, así como los propios problemas internos de Rusia, la colocaron en el centro del poder moscovita…

Volviendo al director de la CIA, a mediados de enero Burns viajó en secreto a Kíev para exponerle al Presidente Zelenski lo que sabían del inminente ataque ruso, con un avance rápido hacia Kíev desde Bielorrusia. Los rusos iban a ocupar el aeropuerto Antónov de Hostomel, cerca de Kíev, con tropas especiales aerotransportadas, con el fin de utilizarlo para desembarcar allí fuerzas para tomar la capital. También se dio a los ucranianos información sobre los objetivos de la primera ola de misiles rusos para destruir la aviación y la defensa antiaérea ucraniana en los primeras horas. Esos informes permitieron salvar algunos recursos cambiando su emplazamiento, y desbaratar la operación de Hostomel.

Desde el primer momento, la OTAN puso los ojos (información de satélites) y los oídos (interceptación de transmisiones) al ejército ucraniano, con un intenso fluido de información a tiempo real.

“La inteligencia de Estados Unidos ha compartido información detallada desde antes de que comenzara la invasión (…) y ahora está trabajando estrechamente junto con la de otros socios para rechazar la invasión rusa”, explicaba el domingo el Wall Street Journal. La cadena de televisión NBC informó el 26 de abril de que gracias a ello se derribó un avión de transporte ruso repleto de fuerzas especiales en los primeros días de la invasión. A finales de ese mismo mes, The Washington Post reveló que se habían facilitado las coordenadas para hundir con misiles, el 14 de abril, el crucero “Moskvá”, buque insignia de la flota rusa del Mar Negro, hecho que los rusos no atribuyen a un ataque sino a un “accidente” para no perder la cara. The New York Times informó poco después de que la elevada mortandad de altos mandos rusos en la campaña, doce generales en apenas tres meses según el diario, se debía a la información sobre coordenadas de puestos de mandos y horarios en los que se conocía la presencia de altos mandos en ellos.

Todo esto no lo sabíamos el 24 de febrero, llevaba en marcha muchos años y da mayor plausibilidad a los argumentos rusos sobre los motivos de la invasión como “guerra preventiva”.

En su discurso del 9 de mayo con motivo del día de la victoria, Putin repitió los argumentos ya formulados la madrugada del 24 de febrero cuando dijo que un ataque contra Rusia “era solo una cuestión de tiempo”:

En diciembre propusimos firmar un acuerdo sobre garantías de seguridad (…) que tuviera en cuenta los intereses de unos y otros. Todo en vano. (…) Se estaba preparando otra operación punitiva en Donbas, una invasión de nuestras tierras históricas, incluida Crimea. Kiev declaró que podía hacerse con armas nucleares. El bloque de la OTAN llevaba a cabo un activo fortalecimiento militar junto a nuestras fronteras. Se estaba creando una amenaza inadmisible. Teníamos todas las evidencias de que era inevitable un enfrentamiento con los neonazis y banderistas apoyados por Estados Unidos y sus vasallos. Veíamos cómo se incrementaban las infraestructuras militares con centenares de consejeros extranjeros y envíos regulares de armas modernas por parte de países de la OTAN. La amenaza aumentaba con los días. Rusia lanzó un ataque preventivo contra esta agresión. Fue una decisión impuesta, correcta por parte de un país independiente, fuerte y soberano”.

Sea como sea, la “decisión correcta” ha costado la vida o terribles heridas a miles de soldados y civiles, 13 millones de desplazados y la estimación de que una tercera parte de las infraestructuras del país hayan sido destruidas. Eso sin contar con el efecto de las sanciones en Rusia y en la Unión Europea, la sumisión de ésta a la OTAN, el aislamiento internacional de Rusia (únicamente matizado por la posibilidad de desarrollo de un bloque antioccidental en el mundo a medio y largo plazo, incierto consuelo) y los problemas de hambre e inseguridad alimentaria que se anuncian en África y Oriente Medio. Y como gran cuestión, la guerra entre imperios combatientes tomando definitivamente el relevo a la necesaria concertación contra el cambio climático en las prioridades de los gobernantes de las grandes potencias. En resumen: una catástrofe planetaria en toda regla con años, sino décadas, apartados de prioridades y objetivos fundamentales para el conjunto de la humanidad.

A 1 de mayo, el Congreso de Estados Unidos había destinado un total de 13.670 millones de dólares en ayuda a Ucrania en los primeros dos meses. A eso se suman los dineros para armas de Inglaterra y la Unión Europea, así como el desastre y los riesgos, para unos y otros, que se desprenden del demencial objetivo declarado de las sanciones europeas formulado en mayo por la insensata Presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen: “arrasar, paso a paso, la base industrial de Rusia”.

Sobre este panorama, se suceden desde hace meses las declaraciones y reconocimientos por parte de personalidades occidentales sobre la verdadera naturaleza de esta guerra. Preguntado el pasado marzo sobre si en Ucrania Estados Unidos y Rusia se encontraban en una guerra por país interpuesto (proxy war), el ex director de la CIA, León Panetta, respondía en una entrevista televisada: “podemos decirlo o no, pero se trata de eso”.

En su visita a Kiev del 24 de abril, el secretario de defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, un hombre de la industria armamentística, también lo confirmó al explicar a sus interlocutores ucranianos que, “el cometido de nuestra reunión es hablar sobre lo que nos permitirá ganar esta guerra”. El uso de la primera persona del plural despeja toda duda sobre quién está librando tal guerra. Por aquellas mismas fechas, el editorial de The New York Times, explicaba que el objetivo de la guerra “es poner a Rusia de rodillas” y mientras tanto el Congreso ya ha aprobado 40.000 millones de dólares más de ayuda a Ucrania, de ellos 23.000 para ayuda militar. Sumados a los 13.670 millones de la primera fase, la ayuda asciende a 53.000 millones, casi a la par con el presupuesto militar de Rusia. Nunca un país había recibido tanta ayuda de Estados Unidos en los últimos veinte años.

La conclusión de todo esto es evidente: no es solo una guerra atroz e injustificable de Rusia contra Ucrania, es, además y sobre todo, una guerra de la OTAN contra Rusia de momento en territorio de Ucrania y con Ucrania como víctima e instrumento. ¿Por qué “de momento” en territorio de Ucrania?

“En el entorno del Presidente Zelenski se dice que habrá una contraofensiva militar ucraniana a mediados de junio”, capaz de ampliarse a territorio ruso, explica el consejero presidencial Olexij Arestovich, al diario alemán Die Welt. “Para entonces los ucranianos tendrán más armas recibidas del extranjero. Antes es poco probable”, dice.

“La contraofensiva ucraniana necesita sistemas de misiles de alcance medio y largo, artillería de gran calibre y aviación”, explicaba el domingo al Wall Street Journal el General Kyrylo Budanov, el jovencito de 36 años de edad, que dirige la inteligencia militar ucraniana.

En las redes sociales y medios de comunicación, triunfa una estupidez incapaz de medir los riesgos y consecuencias de lo que se propone. En la tele rusa periodistas y analistas energúmenos frivolizan con la capacidad de “eliminar Gran Bretaña” de un solo misil nuclear ruso “Sarmat”. En el campo opuesto, el delirio de los liberal-estalinistas rusos opuestos a Putin, muchos de ellos en el exilio y trabajando para organizaciones atlantistas, no conoce límites al llamar al desmantelamiento de su propio país, incluso al riesgo de una guerra nuclear. Es un nuevo ejemplo del tipo de oposición que los regímenes autocráticos siempre han generado en Rusia.

Regresan con sus nefastos consejos asesores occidentales de la “terapia de choque” de los noventa en Rusia como el fanático incompetente Anders Aslund: “mi humilde consejo a la OTAN sería: 1-Dar cuanto antes el máximo de armas posible a Ucrania, 2-Abrir los puertos del Mar Negro a la navegación 3- Bombardear preventivamente las ciudades rusas más importantes para garantizar que Putin no usará armas químicas o nucleares”, dice.

“Estados Unidos debería mostrar que puede ganar una guerra nuclear”, escribe Seth Cropsy, Presidente del Yorktown Institute en el Wall Street Journal.

Ante este espectáculo hasta el belicista New York Times siente el vértigo de las consecuencias de aquel “poner a Rusia de rodillas” proclamado en su editorial de abril como objetivo de la guerra. Con la vista puesta en la inflación y el desastre demócrata que se anuncia para las elecciones “midterm” de noviembre, el diario constata en su editorial del 19 de mayo, que “el conflicto puede tomar una trayectoria mas imprevisible y de potencial escalada”, se pregunta si eso va “en interés de Estados Unidos”, estima que “una victoria decisiva de Ucrania sobre Rusia en la que se recupera todo el territorio arrebatado por Rusia desde 2014 no es un objetivo realista”, aconseja a Biden que debería “explicarle los límites” a Zelenski, y recuerda finalmente que el adversario, “todavía es una superpotencia nuclear”.

Tres meses después de su inicio, comprendemos mejor el cúmulo de irresponsabilidades multilaterales que han desembocado en esta guerra.

Fuente Blog de Rafael Poch https://rafaelpoch.com/2022/05/24/lo-que-nos-van-explicando-sobre-la-guerra/

¡EL SUR GLOBAL RENACE!

Es el titular del análisis del director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, donde resalta el enfrentamiento entre los BRICS vs. la OTAN-G7 que marca una extraordinaria situación global, muy por encima del conflicto de Ucrania y con cambios sistémicos nunca antes vistos. Algo que quedó demostrado en las últimas cumbres del BRICS, del G7 y de la OTAN, el brazo armado del atlantismo norteamericano.

También puntualiza cómo los BRICS están reformulando el mundo con normas y reglas claras y respetuosas del derecho interno de cada nación. Y destaca el nuevo sistema de pago ruso MIR y la canasta de monedas de reserva internacional propia. Junto a proyectos regionales de nuevos sistemas logísticos, económicos, tecnológicos e industriales. Y lo refrenda con una larga lista de acuerdos internacionales en marcha, entre una multitud de organismos de todo rango, y con corredores internacionales de transporte y comunicación, que unen a Eurasia con Europa, con África y, por vía marítima, con Suramérica.

Y señala que el SUR GLOBAL está saliendo del estado de sumisión y dominio al que fue expuesto y humillado durante siglos por el colonialismo anglosajón. Y que enfrente está el jaqueado G7 o el “7 contra el mundo” y su “comunidad internacional”, con apenas 30 países que ignoran a Asia, a África y a Latinoamérica. Mientras que la Unión Europea está fuera de control, gobernada de forma opaca por un puñado de burócratas del poder económico, que avasalla las legislaciones internas y las soberanías de los estados.

Nos dice además, que se han ido por la borda los privilegios europeos de la energía abundante y barata que fueron la clave de su desarrollo. Que a pesar de la pobreza en aumento, no tendrá ningún plan Marshall. También de la trampa que sufre con el gas neón y de que no tiene suficiente infraestructura para recibir el gas norteamericano licuado. Mientras que la llamada “Guerra Fría 2” impuesta por Occidente, utiliza y sacrifica a sus aliados solo para mantener las potestades de Estados Unidos. Tal cual ocurre con Ucrania. Un horizonte más desolador aún, por la certeza de que en 2030, Rusia será el principal proveedor de petróleo de China e India.

Y que frente a semejante pérdida de poder y por el temor a que se consolide, el Atlantismo quiere frenar los cambios con el recurso último de la guerra. Y que en esa desesperación, existe la tentación de provocar el uso de armas nucleares y el exterminio masivo de la población.

Así, Pereyra Mele concluye su columna afirmando que con el resurgir del Sur Global y el avance imparable de los Brics, se evidencia el derrumbe del imperio anglosajón, mientras que EL OCCIDENTE HA PERDIDO EL CARRO DE LA HISTORIA.

Eduardo Bonugli (Madrid, 03/07/22)

Es importante destacar y observando el Mapa que el 90% de los Paises del mundo NO han sancionado a Rusia

El 1 de Julio del 2022 fui convocado por el Periodista Alfredo Guruceta para hacer un análisis de la situación Internacional para su programa “Con Sentido Común”; para el Canal “C” de Córdoba, que se transmite por la señal de Cablevisión.

También estuvieron enfocando otros temas los panelistas Agustin Pizzichini, Prof Cristian Garcia del Alamo.

Mi opinión, se encuentra a partir del minuto 41 y 33 segundos, en la cual expusimos que la situación actual no debe confundirse con una Crisis Grave Internacional, sino que estamos ante la presencia de algo mucho mayor: “un cambio sistémico” que no es lo mismo, y que el mismo se ve reflejado en los cambios de poder hegemónicos mundiales y la transferencia de ese Poder al llamado “Sur Global” en detrimento del dominio que ejercía hasta ahora unilateralmente occidente  con distintos hegemones durante mas de 2 siglos pero siempre occidentales. Vivimos tiempos de cambios profundos y se avizora un nuevo tiempo -si lo sabemos administrar y conducir correctamente- para América del Sur

Lic, Carlos Pereyra Mele

Director de Dossier Geopolitico

Prof. Lic. Carlos Pereyra Mele Invitado por RELAGE ha participar de la Mesa final de cierre del I Encontro Latino-Americano de Geopolítica e Estudos Estratégicos (I RELAGE) y del III Encontro Nacional de Geopolítica (III ENGEOP) en la Mesa redonda: O BRICS em face às mudanças geopolíticas do atual Sistema-mundo. Congreso realizado del 20 al 24 de Junio 2022 Universidad Federal de Pelotas Rio Grande do Sul Brasil

Mesa coordinada por el Dr. William Daldegan (UFPel)

Junto a destacados expositores de distintos países participantes:

Prof. Dr. Sebastián Schulz (Universidad Nacional de La Plata – Argentina)

Prof. Dra. Verónica Sforzin (Universidad Nacional de La Plata – Argentina)

Mag. Pedro Steenhagen (Observa China)

Prof. Lic. Carlos Pereyra Mele (Dossier Geopolítico – Argentina)

Prof. Daniel Veras (FGV)

Video de las conferencias

Todas las Conferencias del Congreso se pueden visualizar en el Canal de YouTube de RELAGE

https://www.youtube.com/channel/UCKFEJOJn8Fm9ENlXRLsmenA

Tan difícil es imaginar Occidente como un espacio subalterno en el contexto mundial como imaginarlo en una relación igualitaria y pacífica con otros espacios geopolíticos.

Por Boaventura de Sousa Santos

Lo que los occidentales llaman Occidente o civilización occidental es un espacio geopolítico que surgió en el siglo XVI y se expandió de manera continuada hasta el siglo XX. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, alrededor del 90% del globo terrestre era occidental o estaba dominado por Occidente: Europa, Rusia, las Américas, África, Oceanía y gran parte de Asia (con excepciones parciales de Japón y China). A partir de entonces Occidente comenzó a contraerse: primero con la Revolución rusa de 1917 y el surgimiento del bloque soviético; luego, a partir de mediados de siglo, con la Revolución china y los movimientos de descolonización. El espacio terrestre (y poco después, el extraterrestre) se convirtió en un campo de intensa disputa. Entretanto, lo que los occidentales entendían por Occidente se fue modificando.

Comenzó como cristianismo, colonialismo, luego capitalismo e imperialismo, para irse metamorfoseando en democracia, derechos humanos, descolonización, autodeterminación, “relaciones internacionales basadas en reglas” –siempre dejando claro que las reglas las establecía Occidente y solo se cumplían cuando servían a sus intereses– y, finalmente, en globalización.

A mediados del siglo pasado, Occidente se había reducido tanto que un conjunto de países recién independizados tomó la decisión de no alinearse ni con Occidente ni con el bloque que había surgido como su rival, el bloque soviético. Así, de 1955 a 1961, se creó el Movimiento de Países No Alineados. Con el fin del bloque soviético en 1991, Occidente pareció atravesar un periodo de entusiasta expansión. Fue el tiempo de Gorbachov y su deseo de que Rusia pasara a formar parte de la “casa común” de Europa, con el apoyo del presidente Bush padre, un deseo reafirmado por Putin cuando asumió el poder. Fue un periodo histórico corto, y los acontecimientos recientes muestran que, sin embargo, el “tamaño” de Occidente ha sufrido una drástica contracción. A raíz de la guerra de Ucrania, Occidente, por iniciativa propia, decidió que solo serían occidentales quienes aplicaran sanciones a Rusia. Actualmente son alrededor del 21% de los países miembros de la ONU, que es menos del 15% de la población mundial. Si continúa por este camino, Occidente podría incluso desaparecer. Surgen varias preguntas.

¿La contracción es decadencia? Se puede pensar que la contracción de Occidente le favorece porque le permite centrarse en objetivos más realistas con más intensidad. Una lectura atenta de los estrategas del país hegemónico de Occidente, Estados Unidos, muestra, por el contrario, que, sin darse cuenta aparentemente de la flagrante contracción, manifiesta una ambición ilimitada. Con la misma facilidad con la que esperan poder reducir a Rusia (la mayor potencia nuclear) a una ruina o a un Estado vasallo, esperan neutralizar a China (en camino de ser la primera economía mundial) y provocar pronto una guerra en Taiwán (similar a la de Ucrania) con ese propósito. Por otro lado, la historia de los imperios muestra que la contracción va de la mano con la decadencia y que esta es irreversible e implica mucho sufrimiento humano.

En la etapa actual, las manifestaciones de debilidad son paralelas a las de la fuerza, lo que vuelve el análisis muy difícil. Dos ejemplos en contraste. Estados Unidos es la mayor potencia militar mundial (aunque no ha ganado ninguna guerra desde 1945), con bases militares en, al menos, 80 países.  Un caso extremo de dominación es su presencia en Ghana donde, por acuerdos establecidos en 2018, Estados Unidos utiliza el aeropuerto de Acra sin ningún tipo de control o inspección, los soldados estadounidenses ni siquiera necesitan pasaporte para entrar en el país y gozan de inmunidad extraterritorial, es decir, si cometieran algún crimen, por grave que sea, no pueden ser juzgados por los tribunales de Ghana. Por el contrario, las miles de sanciones a Rusia están, por ahora, haciendo más daño en el mundo occidental que en el espacio geopolítico que Occidente está construyendo como no occidental. Las monedas de los que parecen estar ganando la guerra son las que están más devaluadas. La inflación y la recesión que se avecina llevan al CEO de JP Morgan Chase, Jamie Dimon, a decir que se aproxima un huracán.

¿Es la contracción una pérdida de cohesión interna? La contracción en realidad puede significar más cohesión, y esto es claramente visible. El liderazgo de la Unión Europea, es decir, la Comisión, ha estado en los últimos veinte años mucho más alineado con los Estados Unidos que los países que forman la Unión. Se vio con el giro neoliberal y el apoyo entusiasta a la invasión de Irak por parte de Durão Barroso y lo vemos ahora con Ursula von der Leyen transformada en subsecretaria de defensa de Estados Unidos. Lo cierto es que esta cohesión, si es eficaz en la producción de políticas, puede ser desastrosa en la gestión de sus consecuencias. Europa es un espacio geopolítico que desde el siglo XVI vive de los recursos de otros países que directa o indirectamente domina y a los que impone un intercambio desigual. Nada de esto es posible cuando el socio es Estados Unidos o sus aliados. Además, la cohesión está hecha de incoherencias: al fin y al cabo, ¿Rusia es el país con un PIB inferior al de muchos países europeos, o es una potencia que quiere invadir Europa, una amenaza global que solo se puede frenar con una inversión que ya ronda los 10 mil millones de dólares en armas y seguridad por parte de Estados Unidos en un país lejano del cual quedará poco si la guerra continúa por mucho tiempo?

¿La contracción ocurre por razones internas o externas? La literatura sobre la decadencia y el fin de los imperios muestra que, salvo casos excepcionales en los que los imperios son destruidos por fuerzas externas –como los imperios azteca e inca con la llegada de los conquistadores españoles–, generalmente dominan los factores internos, aunque el declive pueda ser precipitado por factores externos. Es difícil desentrañar lo interno de lo externo, y la identificación específica es siempre más ideológica que otra cosa. Por ejemplo, en 1964 el conocido filósofo conservador estadounidense James Burnham publicó un libro titulado El suicidio de Occidente. Según él, el liberalismo, entonces dominante en Estados Unidos, fue la ideología de este declive. Para los liberales de la época, el liberalismo era, por el contrario, la ideología que permitiría una nueva hegemonía mundial a Occidente, más pacífica y más justa. Hoy, el liberalismo murió en Estados Unidos (domina el neoliberalismo, que es su opuesto) e incluso los conservadores de la vieja guardia han sido totalmente superados por los neoconservadores. Es por eso que Henry Kissinger (para muchos, un criminal de guerra) incomodó a los prosélitos antirrusos al pedir conversaciones de paz en Davos.

Sea como fuere, la guerra de Ucrania es el gran acelerador de la contracción de Occidente.

Está surgiendo una nueva generación de países no alineados, de hecho alineados con la potencia que Occidente quiere aislar: China. Los BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái, el Foro Económico Euroasiático son, entre otras, las nuevas caras de no-Occidente.

¿Qué viene después? No lo sabemos. Tan difícil es imaginar Occidente como un espacio subalterno en el contexto mundial como imaginarlo en una relación igualitaria y pacífica con otros espacios geopolíticos. Sólo sabemos que para quienes gobiernan Occidente cualquiera de estas hipótesis es imposible o, si cabe, apocalíptica. Por ello se han multiplicado las reuniones en los últimos meses, desde el Foro Económico de Davos (mayo) hasta la más reciente reunión del grupo Bilderberg (junio). En esta última, de los 14 temas, siete tuvieron que ver directamente con los rivales de Occidente. Descubriremos lo que discutieron y decidieron siguiendo de cerca las portadas de The Economist durante los próximos meses. 

Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez. Texto publicado en Other News enviado por la oficina del autor

Fuente OPINA SUR https://opinionsur.org.ar/wp/la-contraccion-de-occidente/

El 29 de junio la OTAN invitó formalmente a Finlandia y Suecia a formar parte de la Alianza, después de que Helsinki y Estocolmo consiguieran negociar un acuerdo con Turquía, que había bloqueado anteriormente sus candidaturas. ¿Qué les depara el futuro a los dos países nórdicos tras perder su neutralidad?

«La adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN constituye una prueba de lealtad al bloque occidental, en particular a EEUU y el Reino Unido, que son los verdaderos beneficiarios geopolíticos y geoestratégicos del conflicto en curso», declaró el Dr. Tiberio Graziani, presidente del Instituto Internacional de Análisis Global Vision & Global Trends.

La neutralidad de los dos países nórdicos difiere. Suecia no se ha unido a una alianza militar ni ha participado en ninguna guerra desde 1814, siendo su neutralidad flexible, autodeclarada y no consagrada por ley, señaló el Centro Internacional Woodrow Wilson para Académicos en su estudio del 2 de febrero de 2022.

Por el contrario, la neutralidad de Finlandia fue estipulada por el Tratado de Paz de París de 1947, que se firmó tras el final de la Segunda Guerra Mundial entre las potencias aliadas — incluyendo la URSS, el Reino Unido, Estados Unidos y Francia — y los antiguos aliados de la Alemania nazi, como Italia, Rumanía, Hungría, Bulgaria y Finlandia.

«Esto parece definitivamente una violación de los acuerdos internacionales de Finlandia firmados después de la Segunda Guerra Mundial con la Unión Soviética y luego con Rusia», dijo Earl Rasmussen, vicepresidente ejecutivo de Eurasia Group, citando el tratado de 1947 así como el tratado ruso-finlandés de 1992.

La cuestión es si los beneficios de la neutralidad abandonada compensarán los posibles riesgos para la seguridad de los dos Estados nórdicos.

«Me desconcierta cómo esta inclusión proporcionará una mayor seguridad, parece que probablemente deteriorará aún más las relaciones entre Rusia y la UE y, más concretamente, con Finlandia y Suecia«, dijo Rasmussen.

«Estratégicamente, no estoy seguro de cuál será el impacto real. Esencialmente, tanto Finlandia como Suecia son miembros de facto de la OTAN para incluir la coordinación y los ejercicios conjuntos. Sin embargo, es probable que aumenten las tensiones y que se incrementen las medidas defensivas en las regiones del norte de Rusia, así como en Kaliningrado». enfatizó.

¿Qué piensan los finlandeses y los suecos sobre el ingreso en la OTAN?

Mientras tanto, el apoyo popular a la pertenencia a la OTAN en ambos estados nórdicos nunca ha sido alto.

Según una encuesta de 2021 encargada por el Foro Empresarial y Político Finlandés EVA, alrededor del 26% de los finlandeses estaba a favor de la adhesión a la OTAN, el 40% en contra y el 33% permanecía indeciso. Una encuesta de Demoskop de enero de 2022 mostraba que el 42% de los suecos apoyaba la adhesión a la OTAN y el 37% de los encuestados se oponía.

Sin embargo, según Rasmussen, las recientes encuestas en Finlandia han mostrado un repunte del apoyo hasta el 76%. En Suecia, el apoyo a la adhesión a la OTAN se ha mantenido relativamente bajo, subiendo a solo el 47%, según él.

Mientras tanto, a diferencia de Suecia, Finlandia comparte una frontera de 1.340 km con Rusia y mantiene desde hace décadas relaciones económicas con Moscú. A partir de 2019, Finlandia importó alrededor del 60% de su energía de Rusia, siendo esta última el cuarto mayor importador de productos finlandeses en 2017, según el Wilson Center. Además, los rusoparlantes constituyen el tercer grupo étnico más grande del país nórdico.

«Incluso durante la Guerra Fría, ambos estados eran neutrales y no eran miembros de la OTAN, y Finlandia desarrolló fuertes relaciones económicas y comerciales con Rusia«, explicó el vicepresidente del Eurasia Group. «A medida que el comercio se degrada y el intercambio de energía disminuye, es probable que se produzca una tensión en las economías, sobre todo en la de Finlandia», agregó.

Moscú ha subrayado repetidamente que Rusia no alberga intenciones hostiles contra ninguno de los dos países nórdicos, pero también ha señalado que la última expansión de la OTAN no hará que el continente sea más estable o seguro. A principios de esta semana, el presidente ruso Vladímir Putin subrayó que el Kremlin no tiene «nada que pueda preocuparnos en cuanto a la pertenencia de Finlandia o Suecia a la OTAN», añadiendo, sin embargo, que si se despliegan equipos militares o tropas a lo largo de la frontera, Moscú tendrá que «responder de forma refleja y crear las mismas amenazas en los territorios desde los que nos amenazan».

Otra controversia en torno a la adhesión de Suecia y Finlandia al bloque militar occidental: ninguno de los dos estados nórdicos ha celebrado un referéndum popular para saber si la población ha sopesado realmente todos los pros y los contras de la adhesión a la OTAN.

«Los dirigentes políticos de ambos países están asumiendo un cierto grado de riesgo al impulsar la adhesión sin un referéndum público. Estoy seguro de que Washington y Bruselas son conscientes de ese riesgo», indicó.

Además, la adhesión a la OTAN puede aumentar la polarización política en ambos estados nórdicos, según el vicepresidente del Grupo Eurasia. En particular, «el gobierno finlandés está formado por varios partidos políticos sin que ninguno tenga una mayoría clara, por lo que es necesario establecer alianzas», señaló, y añadió que el empeoramiento de las condiciones económicas podría «crear divisiones políticas y, por tanto, los alineamientos podrían cambiar fácilmente».

Mientras tanto, la izquierda sueca ha arremetido contra el Gobierno y los socialdemócratas por el acuerdo de admisión de Estocolmo en la OTAN con Ankara. Según Expressen, los Verdes y el Partido de la Izquierda están planteando una moción de censura contra la ministra de Asuntos Exteriores, Ann Linde.

Por qué el requisito del 2% de la OTAN parece hoy poco realista

Las normas de la OTAN pueden desencadenar una nueva controversia, ya que exigirán a Suecia y Finlandia que destinen el 2% del producto interior bruto (PIB) a sus presupuestos de defensa. Aunque los países nórdicos se han comprometido a alcanzar el punto de referencia en 2024, la viabilidad a largo plazo de sus promesas está en entredicho, habida cuenta de la inflación disparada en Europa.

La inflación en Finlandia ha alcanzado recientemente su nivel más alto en más de 30 años, llegando al 7,1% en mayo. En abril, el índice de precios al consumo (IPC) del país, un indicador popular de la inflación, se situó en el 5,7%, según las estadísticas de Finlandia.

Asimismo, la inflación anual en Suecia pasó del 6,4% en abril al 7,3% en mayo, según el índice de precios al consumo con un tipo de interés fijo (CPIF) del país.

«Para ello, igual que se sacrifica al pueblo ucraniano, se sacrificarán las economías de los países europeos, incluidas las de Finlandia y Suecia», pronosticó Graziani.

«Nos esperan meses económicos y sociales muy difíciles en Europa. Será un otoño muy caluroso. Es probable que se produzcan crisis políticas en varios países de la Unión Europea«, advirtió el experto.

Los Estados miembros de la UE, el Reino Unido y Estados Unidos se esfuerzan por frenar una inflación galopante que pone en entredicho su capacidad de cumplir los requisitos de la OTAN. Para complicar aún más las cosas, el Reino Unido está llamando a intensificar la financiación y el armamento de Ucrania «hasta la victoria» en medio de la operación especial rusa.

«Estados Unidos y el Reino Unido están utilizando el conflicto en Ucrania para presionar una mayor implicación y apoyo de la UE que incluya contribuciones de la OTAN», dijo Rasmussen. «Aunque se está proyectando que los Estados miembros cumplirán sus objetivos del 2% para 2024, basándose en el desarrollo de las condiciones económicas y una recesión pendiente, cuestiono el realismo de esa proyección. El aumento de las contribuciones reales para la defensa, junto con el aumento de las tensiones entre la UE y Rusia, puede ser un reto, ya que las condiciones económicas empeoran y provocan interrupciones políticas en toda Europa», predijo.

Mientras tanto, Estados Unidos tampoco está en su mejor momento, según Rasmussen. El país avanza con paso firme hacia una recesión potencialmente profunda, mayores tensiones con China, desafíos emergentes en América Latina, tensiones con Irán y desafíos económicos dentro del país. El analista cree que es probable que se vea un cambio político importante en EEUU en las elecciones de mitad de período de 2022, en 2024 y más allá.

Fuente: https://es.sott.net/article/83376-El-futuro-de-Finlandia-y-Suecia-en-la-OTAN-es-incierto-y-con-riesgos-economicos-y-de-seguridad

DETRÁS DE LA CORTINA DE ESTAÑO: BRICS VS OTAN/G7

Occidente está atrapado nostálgicamente con políticas de ‘contención’ obsoletas, esta vez contra la integración del Sur Global. Desafortunadamente para ellos, el resto del mundo sigue adelante, juntos. Pepe Escobar 28 de junio

Érase una vez un Telón de Acero que dividía el continente europeo. Acuñado por el ex primer ministro británico Winston Churchill, el término se refería a los esfuerzos de la entonces Unión Soviética por crear una frontera física e ideológica con Occidente. Este último, por su parte, siguió una política de contención frente a la expansión e influencia del comunismo.

Avance rápido a la era contemporánea del techno feudalismo , y ahora existe lo que debería llamarse una cortina de hojalata, fabricada por el occidente colectivo temeroso, despistado, a través del G7 y la OTAN: esta vez, esencialmente para contener la integración del Sur Global. .

BRICS contra el G7

El ejemplo más reciente y significativo de esta integración ha sido la presentación de BRICS+ en la cumbre en línea de la semana pasada organizada por Beijing. Esto fue mucho más allá de establecer los lineamientos de un ‘nuevo G8’, y mucho menos una alternativa al G7.

Solo mire a los interlocutores de los cinco BRICS históricos (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica): encontramos un microcosmos del Sur Global, que abarca el Sudeste Asiático, Asia Central, Asia Occidental, África y América del Sur; “Global” en el Sur Global.

De manera reveladora, los claros mensajes del presidente ruso, Vladimir Putin, durante la cumbre de Beijing, en marcado contraste con la propaganda del G7, en realidad estaban dirigidos a todo el Sur Global:

– Rusia cumplirá con sus obligaciones de suministro de energía y fertilizantes.

– Rusia espera una buena cosecha de cereales – y suministrar hasta 50 millones de toneladas a los mercados mundiales.

– Rusia garantizará el paso de los barcos de granos a aguas internacionales incluso cuando Kiev minó los puertos ucranianos.

– La situación negativa del grano ucraniano se infla artificialmente.

– El fuerte aumento de la inflación en todo el mundo es el resultado de la irresponsabilidad de los países del G7, no de la Operación Z en Ucrania.

– El desequilibrio de las relaciones mundiales se ha estado gestando durante mucho tiempo y se ha convertido en un resultado inevitable de la erosión del derecho internacional.

Un sistema alternativo

Putin también abordó directamente uno de los temas clave que los BRICS han estado discutiendo en profundidad desde la década de 2000: el diseño y la implementación de una moneda de reserva internacional.

«El sistema de mensajería financiera de Rusia está abierto para la conexión con los bancos de los países BRICS».

“El sistema de pago MIR ruso está ampliando su presencia. Estamos explorando la posibilidad de crear una moneda de reserva internacional basada en la canasta de monedas BRICS”, dijo el líder ruso.

Esto es inevitable después de las histéricas sanciones occidentales posteriores a la Operación Z; la desdolarización total impuesta a Moscú; y aumentar el comercio entre las naciones del BRICS. Por ejemplo, para 2030, una cuarta parte de la demanda de petróleo del planeta provendrá de China e India, con Rusia como principal proveedor.

El “RIC” (Rusia,India,China) en BRICS simplemente no puede correr el riesgo de quedar excluido de un sistema financiero dominado por el G7. Incluso la India, que camina sobre la cuerda floja,  está empezando a tomar la corriente.

¿Quién habla por la ‘comunidad internacional’?

En su etapa actual, los BRICS representan el 40 % de la población mundial, el 25 % de la economía mundial, el 18 % del comercio mundial y contribuyen con más del 50 % del crecimiento económico mundial. Todos los indicadores están en alza.

Sergey Storchak, CEO del banco ruso VEG, lo enmarcó de manera bastante diplomática: “Si las voces de los mercados emergentes no se escuchan en los próximos años, debemos pensar muy seriamente en establecer un sistema regional paralelo, o tal vez un sistema global. ”

Ya se está discutiendo activamente un «sistema regional paralelo» entre la Unión Económica de Eurasia (EAEU) y China, coordinado por el Ministro de Integración y Macroeconomía, Sergey Glazyev, quien recientemente escribió un sorprendente manifiesto que amplía sus ideas sobre la soberanía económica mundial.

Desarrollando el ‘mundo en desarrollo’

Lo que suceda en el frente financiero trans euroasiático procederá en paralelo con una estrategia de desarrollo china hasta ahora poco conocida: la Iniciativa de Desarrollo Global (GDI), anunciada por el presidente Xi Jinping en la Asamblea General de la ONU el año pasado.

GDI puede verse como un mecanismo de apoyo de la estrategia general, que sigue siendo la Iniciativa Belt and Road (BRI), que consiste en corredores económicos que interconectan Eurasia hasta su península occidental, Europa.

En el  Diálogo de Alto Nivel sobre Desarrollo Global , parte de la cumbre BRICS, el Sur Global aprendió un poco más sobre GDI, una organización creada en 2015.

En pocas palabras, el GDI tiene como objetivo potenciar la cooperación internacional para el desarrollo complementando el financiamiento de una gran cantidad de organismos, por ejemplo, el Fondo de Cooperación Sur-Sur, la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el Fondo Asiático de Desarrollo (ADF) y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM).

Las prioridades incluyen “reducción de la pobreza, seguridad alimentaria, respuesta y vacunas contra el COVID-19”, industrialización e infraestructura digital. Posteriormente, se estableció un grupo de Amigos de GDI a principios de 2022 y ya ha atraído a más de 50 países.

BRI y GDI deberían avanzar en conjunto, incluso cuando el propio Xi dejó en claro durante la cumbre del BRICS que “algunos países están politizando y marginando la agenda de desarrollo al construir muros y aplicar sanciones paralizantes a otros”.

Por otra parte, el desarrollo sostenible no es exactamente la taza de té del G7, y mucho menos de la OTAN.

Siete contra el mundo

El principal objetivo declarado de la cumbre del G7 en Schloss Elmau en los Alpes bávaros es «proyectar la unidad», como en los incondicionales del oeste colectivo (incluido Japón) unidos en un «apoyo» sostenible e indefinido al estado ucraniano irremediablemente fallido.

Eso es parte de la “lucha contra el imperialismo de Putin”, pero también está “la lucha contra el hambre y la pobreza, la crisis sanitaria y el cambio climático”, como dijo el canciller alemán Scholz al Bundestag.

En Baviera, Scholz presionó por un Plan Marshall para Ucrania: un concepto ridículo considerando que Kiev y sus alrededores bien podrían reducirse a un estado insignificante para fines de 2022. La noción de que el G7 puede funcionar para “prevenir una hambruna catastrófica, ” según Scholz, alcanza un paroxismo de ridiculez, ya que la hambruna que se avecina es una consecuencia directa de la histeria de las sanciones impuestas por el G7.

El hecho de que Berlín invitara a India, Indonesia, Sudáfrica y Senegal como complementos al G7 sirvió como un alivio cómico adicional.

La cortina de estaño está levantada

Sería inútil esperar de la asombrosa colección de mediocridades «unidas» en Baviera, bajo la líder de facto de la Comisión Europea (CE), la Führer Ursula von der Leyen, algún análisis sustancial sobre la ruptura de las cadenas de suministro globales y las razones por las que obligó a Moscú a reducir los flujos de gas a Europa. En cambio, culparon a Putin y Xi.

Bienvenido a la Cortina de Hojalata: una reinvención del siglo XXI del Intermarium desde el Báltico hasta el Mar Negro, ideada por el Imperio de las Mentiras, completa con el oeste de Ucrania absorbido por Polonia, los Tres Enanos Bálticos: Bulgaria, Rumania, Eslovenia, Chequia y incluso Suecia y Finlandia, aspirantes a la OTAN, todos los cuales estarán protegidos de “la amenaza rusa”.

Una UE fuera de control

El papel de la UE, que se enseñorea de Alemania, Francia e Italia dentro del G7, es particularmente instructivo, especialmente ahora que Gran Bretaña ha vuelto al estatus de un estado insular intrascendente.

Cada año se emiten hasta 60 ‘directrices’ europeas. Deben transponerse imperativamente al derecho interno de cada Estado miembro de la UE. En la mayoría de los casos, no hay debate alguno.

Luego hay más de 10.000 ‘fallos’ europeos, donde los ‘expertos’ de la Comisión Europea (CE) en Bruselas emiten ‘recomendaciones’ a cada gobierno, directamente fuera del canon neoliberal, con respecto a sus gastos, sus ingresos y ‘reformas’ ( sobre salud, educación, pensiones) que deben ser obedecidas.

Por lo tanto, las elecciones en todos los países miembros de la UE no tienen ningún sentido. Los jefes de los gobiernos nacionales (Macron, Scholz, Draghi) son meros ejecutores. No se permite ningún debate democrático: la ‘democracia’, al igual que los ‘valores de la UE’, no son más que cortinas de humo.

El gobierno real lo ejercen un puñado de apparatchiks elegidos por compromiso entre los poderes ejecutivos, actuando de una manera supremamente opaca.

La CE está totalmente fuera de cualquier tipo de control. Así fue como una impresionante mediocridad como Ursula von der Leyen, anteriormente la peor ministra de Defensa de la Alemania moderna, fue catapultada hacia arriba para convertirse en el actual Führer de la CE, dictando su política exterior, energética e incluso económica.

¿Qué representan?

Desde la perspectiva de Occidente, la Cortina de Hojalata, a pesar de todos sus siniestros matices de la Guerra Fría 2.0, es simplemente un comienzo antes del plato principal: una confrontación dura en Asia-Pacífico, rebautizada como «Indo-Pacífico», una copia al carbón de la raqueta de Ucrania. diseñado para contener BRI y GDI de China.

Como contragolpe, es esclarecedor observar cómo el Ministerio de Relaciones Exteriores de China ahora destaca en detalle el contraste entre BRICS, y BRICS+, y el combo imperial AUKUS/Quad/IPEF.

BRICS significa multilateralismo de facto; centrarse en el desarrollo global; cooperación para la recuperación económica; y mejorar la gobernanza mundial.

La raqueta inventada por los Estados Unidos, por otro lado, representa la mentalidad de la Guerra Fría; explotando a los países en desarrollo; agruparse para contener a China; y una política de “Estados Unidos primero” que consagra el “orden internacional basado en reglas” monopolista.

Sería un error esperar que las luminarias del G7 reunidas en Baviera entiendan lo absurdo de imponer un límite de precio a las exportaciones de petróleo y gas de Rusia, por ejemplo. Si eso realmente sucediera, Moscú no tendría problemas para cortar completamente el suministro de energía al G7. Y si se excluyen otras naciones, el precio del petróleo y el gas que importan aumentaría drásticamente.

BRICS allanando el camino a seguir

Así que no es de extrañar que el futuro sea ominoso. En una sorprendente entrevista a la televisión estatal de Bielorrusia , el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, resumió cómo “Occidente teme a la competencia honesta”.

De ahí, el vértice de la cultura de la cancelación, y “supresión de todo lo que contradiga de alguna manera la visión y ordenamiento neoliberal del mundo”. Lavrov también resumió la hoja de ruta por delante, en beneficio de todo el Sur Global:

    “No necesitamos un nuevo G8. Ya tenemos estructuras…principalmente en Eurasia. La EAEU está promoviendo activamente los procesos de integración con la República Popular China, alineando la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China con los planes de integración de Eurasia. Los miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático están examinando de cerca estos planes. Varios de ellos están firmando acuerdos de zona de libre comercio con la EAEU. La Organización de Cooperación de Shanghai también es parte de estos procesos… Hay una estructura más más allá de las fronteras geográficas de Eurasia”.

    “Son los BRICS. Esta asociación depende cada vez menos del estilo occidental de hacer negocios y de las reglas occidentales para las instituciones monetarias, financieras y comerciales internacionales. Prefieren métodos más equitativos que no hagan depender ningún proceso del papel dominante del dólar o de alguna otra moneda. El G20 representa plenamente a los BRICS y a cinco países más que comparten las posiciones de los BRICS, mientras que el G7 y sus partidarios están del otro lado de las barricadas”.

    “Este es un equilibrio serio. El G20 puede deteriorarse si Occidente lo utiliza para avivar la confrontación. Las estructuras que mencioné (SCO, BRICS, ASEAN, EAEU y CIS) se basan en el consenso, el respeto mutuo y el equilibrio de intereses, más que en la exigencia de aceptar realidades mundiales unipolares”.

¿Cortina de hojalata? Más como Cortina rasgada.

El Colaborador de Dossier Geopolitico desde el “viejo mundo” Eduardo Bonugli nos envía las impresiones de la “última” Cumbre de la OTAN realizada en Madrid del 29 al 30 de junio de 2022. Cuando se cumple el 40º aniversario de la adhesión de España a la Alianza Atlántica. Dossier Geopolitico DG

Dicen que no hay nada tan espectacular que el canto de un cisne en el preludio de su muerte. Y en eso, la cumbre de la OTAN en Madrid, cumplió con su primera parte. 

Fueron 24 horas de fanfarria imperial, 72 millones de euros, a 50 mil por minuto, 10 mil agentes de seguridad, 3 mil periodistas acreditados, 7 mil gestores bélicos de primera. Y todos los chiches de top moda de guerra, seguridad, control, espionaje y represión. 

Lujo, derroche y ostentación. Cena de 14 platos. El museo del Prado como restaurante. Vestidos de primera marca, trajes de 3 mil euros, zapatos exclusivos y todos compitiendo por la mejor foto para los incondicionales de sus países. Hasta en la competencia de las corbatas se demostró el profundo quiebre de la OTAN. 

Mandatarios con los recelos a flor de piel. Esperando con desconfianza el veneno de la traición. Con gestos que desnudan los rencores. Enfrentados todos contra todos por intereses y prioridades antagónicas. Sólo les une el pánico a la cercanía del precipicio y les separa casi todo de lo importante de cada uno. 

El mismo día que España se levantó con la inflación récord desde 40 años, con los datos de pobreza trepando, con el PIB por los suelos, con los combustibles más caros que nunca, con las hipotecas asfixiando, sin petróleo ni gas, y… con el precio de una sandía a 13€. Pero daba igual. Nada como ser la capital del mundo.

¡¡Y creérselo!! 

Ardor guerrero, cuchillo en los dientes, miles de millones en armas y promesas de que rusos y chinos se quemarán en el infierno. Porque todos los problemas de «los buenos» vienen de Vladimir Putin y de Xi Jinping. Desde la inflación hasta la deuda impagable de Occidente, es culpa de Rusia y de China. 

Y los emigrantes como nuevo demonio del mundo libre. El llamado «FRENTE SUR» ha subido al podio de la larga lista de enemigos del mundo anglosajón. Pobres, desarmados, andrajosos y cabecitas negras.  Eternas víctimas del abuso imperial, son ahora objetivos a liquidar como sea, por las tropas justicieras de la civilización. 

La bandera de la lucha contra la contaminación también fue pasto del festival de la demagogia. Mientras Occidente en pleno, regresa al tiempo de las cavernas energéticas, con el carbón y lo nuclear como última alternativa. El precio a pagar por el tiro en el pié de las sanciones a Rusia. 

Tampoco faltó el éxtasis mediático a todo volumen. Con editoriales esperpénticos como que la OTAN es un organización pacifista o que la reina Leticia fue la gran estadista del encuentro. Una carrera agobiante por la adulación y la demagogia.

Y la prensa comprometida con los recursos geopolíticos de la reina. Como el regalo a Bill Biden de las mejores alpargatas del reino. O de los tomates ecológicos. O de su bello porte al dar la mano. Todos profundos análisis de una prensa de altura. 

Y así España volvió a ser imperio mundial por el tiempo que separa a dos telediarios. Aunque sea por prestar la cancha a cambio de nada. Un chute de moral efímero y hueco, para un país ninguneado por sus socios, en graves apuros económicos y al que usan de peón de descarte en la pugna por el norte de África. 

Una OTAN con sus pesos pesados cómo cadáveres políticos. Aquellos que no resisten una elección más. Biden, Johnson, Scholz, Draghi, Macron y Sánchez, se han ganado a pulso su jubilación en el próximo turno de las urnas. Y son ellos, los desahuciados e incompetentes dirigentes, los que imponen un mundo más militarizado que nunca. 

Una cumbre sin nada que debatir. Sólo tragar con las órdenes ya dadas por el sheriff y repetir hasta el exceso el mismo relato de terror, peligro y amenazas. Y de paso, el aviso de Biden a Sánchez que la base española se agranda con más acorazados. ¡¡A mandar, jefe!! 

Y Turquía con su regalo envenenado. Aceptando la entrada de Suecia y Finlandia, a cambio de todas sus pretensiones, pero arrinconando a la OTAN en sus contradicciones sobre sus falsos valores democráticos. 

LA MAYOR SUBASTA OCCIDENTAL DE ARMAS encontró su mejor sitio en el Palacio de Exposiciones de Madrid, sede de la cumbre de la OTAN. Un complejo destinado a ferias comerciales de envergadura y que ha batido su récord de negocios con ésta colosal compraventa de armas de guerra, destrucción y mortalidad. 

Con Boris Johnson haciendo de las suyas como supuesto experto en cuadros, mientras fustiga a Bruselas con el rescoldo del BREXIT. Esa misma Europa que obedece a ciegas al inglés, las órdenes guerreras que manda el macho alfa norteamericano, por ser su único aliado europeo de verdad. Su inconfundible pelambrera, que apenas se mantiene en el gobierno inglés, cubre de sombras y humillación a la pusilánime y débil Unión Europea. 

Lo que realmente aturdió en la cumbre, fue el terrible silencio sobre los 37 migrantes asesinados en la frontera sur del mundo occidental. En Melilla. ¡¡Ni una palabra!! En honor y gloria al otro macho alfa del Mediterráneo: Marruecos. Un aliado férreo de EEUU. Y de cuyo apetito secular sobre los territorios españoles de Canarias, Ceuta y Melilla ha hecho suplicar a Madrid para que Washington le eche un cable y le frene.

¡¡Ni pensar!! Biden se hizo el sordo, y por las dudas, se negó a compartir una conferencia de prensa con Pedro Sánchez. 

Y Zelensky, como la llama incombustible de los valores occidentales, también ocupó su trono reservado a los dioses. Bajo los acordes de la filarmónica de Kiev y con el fondo de su perorata pidiendo más armas y billetes. Más sangre. Más muertes. 

También las cúpulas oligárquicas de las izquierdas tuvieron su momento. Aquellas de los 80 cuando tomaban las calles al grito del ¡¡OTAN NO!! La mayor parte de esa izquierda, la arrepentida y «responsable», se adhirió a la causa imperial norteamericana, y la otra, la quejosa, se plegó a la doctrina de que la OTAN está más fuerte que nunca por culpa de Putin. CARTÓN LLENO PARA EL IMPERIO. 

Al paseo imperial no le faltó el Desfile de Triunfo del emperador, a lomos de «La Bestia». Su Cadillac One, tipo James Bond. El que gasta 64 litros por cada 100 km. Con metralleta y lanza granada. Acompañado de su flota de 30 cochazos y la escolta de 1.300 agentes. ¡¡Su particular manera de no contaminar el ambiente!! 

Y así pasó la cumbre. Dejando el rastro obsceno de la ostentación del poder global de las armas. Que puso a Madrid en estado de sitio. Con extensos cortes de energía y caída de la señal de Internet. Y con un enorme perjuicio económico para empresarios y comerciantes de la ciudad. Todo bien gastado y bien pagado para los amantes de la nostalgia. Por revivir por un instante, aquel añejo y perdido tufo imperial. 

Este cisne llamado OTAN cantó con todo esplendor, su triste balada fatalista. Prometiendo más guerras, muertes, pobrezas, emigraciones forzadas, ruina de países y dolor. Para destruir a quienes les haga sombra. A quiénes trabajan y construyen bienes, riquezas y progreso. A quiénes tienen recursos y los quieren utilizar. 

Finalizado tan fastuoso circo, propio de la época de los romanos, queda la esperanza que los cambios globales traigan otros aires de humanidad y que éste CISNE NEGRO haya dado su último cante. 

Eduardo Bonugli – 

30/06/22

Erdogan logro destruir la credibilidad de defensores progresistas de los DDHH a los Nordicos Suecia y Finlandia

El castillo de Elmau en Baviera ha sido el escenario de la cumbre del G7. Allí, el canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente de EEUU, Joe Biden, se felicitaron por cómo gestionan el conflicto en Ucrania, mientras los primeros ministros de Reino Unido y Canadá, Boris Johnson y Justin Trudeau, propusieron tomarse fotos con el torso desnudo.

Fortaleza

Johnson decidió que era un buen momento para hacer bromas en las preliminares de una cumbre que presuntamente iba a tratar temas de suma gravedad que tiene cotas globales, como es el caso del conflicto en Ucrania.

Así, en una suerte de ‘rompamos el hielo’, Johnson preguntó si permanecían con las chaquetas puestas, o si se las quitaban, y que debían demostrar que son más duros que Putin, a lo que Trudeau respondió que debían montar a caballo con el torso desnudo. Una idea celebrada por Ursula von der Leyen, a lo que Johnson respondió que «Tenemos que mostrar los pectorales». Todo dicho entre risas y algarabía, también de Joe Biden, quien una semana antes había caído de una bicicleta.

«Este grupo que supuestamente reúne a las principales economías del mundo, ha ido desdibujándose, perdiendo influencia, desmantelándose, con tremendas diferencias internas». Así lo entiende el analista internacional y director del think tank Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele.

AUDIO

El cónclave

Respecto a esta cumbre, Pereyra Mele hace sus observaciones.

«Esto parece una reunión esquizofrénica, y sobre todo, infantil. Infelizmente estamos viendo una Europa que demuestra ser un geriátrico de eximperios melancólicos y de una huida hacia adelante».

El analista abunda que la realidad que se vive hoy en día en el mundo, las terribles transformaciones sistémicas, y los profundos conflictos que ello implica, son de una trascendencia y de una importancia de un futuro cercano ya irreversible.

«Todo esto lo vemos en decisiones que se toman y que son más ‘para la galería’, que para las necesidades reales de los pueblos del mundo, que hoy ven realmente estas payasescas actitudes, de los que supuestamente eran los líderes del mundo globalizado, los que nos daban supuestos lineamientos de valores y reglas a cumplir, las cuales a la postre demostraron no ser reglas, ya que las supuestas reglas eran: si las que yo impongo, no me favorecen, las cambio por otras», advierte al analista, al citar la famosa frase de Groucho Marx: «Tengo estos principios, si no le gustan, tengo otros».

FUENTE DE PUBLICACION RADIO SPUTNIK INTERNACIONAL: https://mundo.sputniknews.com/20220629/cumbre-del-g7-europa-demuestra-ser-un-geriatrico-de-eximperios-melancolicos-1127497235.html 

Exclusivo para Dossier Geopolitico Por: Anthony Medina Rivas Plata Director de la Escuela Profesional de Ciencia Política y Gobierno UCSM

El puerto ruso de Kaliningrado ha cobrado importancia en las últimas semanas como consecuencia de la guerra ruso-ucraniana, la cual, sin visos de resolverse en las próximas semanas, empieza a involucrar cada vez más en ella a los países miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El pasado viernes 17 de junio, la empresa estatal de trenes de Lituania anunció que impedirá el paso de bienes rusos sancionados por la Unión Europea (UE) hacia Kaliningrado. Esto ha enfurecido a los líderes del Kremlin, quienes indicaron que habrá ‘graves consecuencias’ para Lituania por generar el bloqueo de aproximadamente el 50% de productos que ingresan a dicho enclave ruso ubicado entre el sur lituano y el norte polaco.

Para el presidente Vladimir Putin, Kaliningrado es importante como un símbolo del regreso de Rusia al estatus de gran potencia a través de la expansión de su poder naval en el Mar Báltico. Como un territorio que había sido entregado a la República Soviética de Rusia durante la Guerra Fría, Kaliningrado permaneció bajo el control de Moscú incluso después de que sus fronteras quedaran aisladas del resto de Rusia cuando Lituania declaró su independencia luego de la desintegración de la URSS. En la Rusia post soviética de hoy, las preocupaciones de la UE y de la OTAN consisten en el uso estratégico que Putin puede darle a Kaliningrado en caso de un conflicto directo. 

Frente al interés de Suecia de incorporarse a la OTAN, los europeos sostienen que Rusia podría intentar apoderarse de manera preventiva de la isla de Gotland, siempre bajo el supuesto de que un ataque en territorio sueco no provocaría una respuesta inmediata de dicho bloque militar. De igual manera, se especula sobre la posibilidad de que, con el apoyo de Bielorrusia, unidades terrestres rusas logren controlar la brecha de Suwalki que conecta a Kaliningrado a través del territorio de Polonia. Esta acción aislará a los tres países bálticos (Lituania, Letonia y Estonia) del territorio OTAN a la vez que generaría un corredor directo desde Moscú hacia su puerto en el Báltico. A raíz de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, su posición estratégica alrededor del Báltico (y en particular de Kaliningrado) ha venido atrayendo cada vez más atención por parte de los políticos occidentales. Sin embargo, también existen tensiones internas relacionadas con su posición de enclave. 

Esta es una región cuya historia anterior a 1945 estuvo siempre vinculada a los pueblos germánicos, no a los eslavos. Luego de la Segunda Guerra Mundial, y ya bajo control soviético, se promovió la expulsión masiva de la población alemana de Kaliningrado para ser reemplazada por colonos soviéticos. Ya bajo la URSS, se prohibió cualquier discusión sobre el pasado alemán de la región entre sus nuevos habitantes. Sin embargo, en la década de 1970, un puñado de intelectuales comenzó a expresar cierto interés en la historia post soviética de Kaliningrado. Tal interés en el pasado alemán de la región cobró impulso precisamente cuando la URSS se derrumbó. La apertura de los consulados de Alemania, Polonia y Lituania y de varios institutos culturales europeos luego de 1991 marcó un período durante el cual la UE desarrolló planes económicos ambiciosos para la región con la esperanza de que su prosperidad pudiera alentar una mayor integración de Rusia en las instituciones occidentales. Este resurgimiento del interés por el pasado alemán de la región culminó con la adopción del filósofo Immanuel Kant como héroe local, y la identificación de Kant con el Königsberg del siglo XIX. Königsberg era el nombre alemán original de Kaliningrado antes de la llegada de los soviéticos.

Las esperanzas de que Alemania apoyará la reconstrucción del puerto luego del fin de la Guerra Fría, llevaron a las élites intelectuales y empresariales de Kaliningrado a buscar una asociación más estrecha con las instituciones europeas. Estos vínculos también fueron fomentados por el mayor acceso de viajes hacia territorio europeo que se concedió a los habitantes de Kaliningrado, incluso a través de esquemas de acceso sin visa. Para preocupación de los funcionarios estatales en Moscú, a principios de la década de 2010, muchos habitantes de Kaliningrado afirmaban sentirse mucho más cercanos a la UE que a lo que llamaron el ‘continente’ ruso.

Estas particularidades de la relación de Kaliningrado con sus vecinos de la UE pronto fueron vistas por Putin como una amenaza para la posición estratégica de Rusia en el Báltico. En el año 2010, Kaliningrado fue escenario de protestas masivas que obligaron a Moscú a retirar a su candidato a gobernador regional, generándose una cada vez mayor presión sobre Rusia para mantener dicho territorio bajo su influencia. Como resultado del ‘Euromaidán’ ucraniano de 2014, Moscú cerró cualquier iniciativa diseñada para construir vínculos más estrechos entre Kaliningrado y el resto de Europa. Ya en 2020, las restricciones introducidas en respuesta a la pandemia del COVID-19, redujeron notoriamente el nivel de acceso de viajes a territorio europeo al que ya estaban acostumbrados los habitantes de Kaliningrado. De igual manera, desde la invasión de Ucrania, los esfuerzos del Kremlin para generar una atmósfera de entusiasmo nacionalista por la guerra se han dirigido particularmente a Kaliningrado en un esfuerzo por fomentar la hostilidad hacia los estados de la UE. Dado que dicha zona contiene una concentración tan grande de personal militar, este esfuerzo de propaganda ha encontrado resonancia entre los civiles locales que tienen fuertes vínculos con los soldados y marineros rusos directamente involucrados en operaciones militares en suelo ucraniano. 

Actualmente Kaliningrado está dividido debido a su fuerte influencia europea, siendo a su vez territorio ruso. Como enclave rodeado por territorio de la UE, Kaliningrado sigue estando mucho más expuesta al impacto cultural europeo que cualquier otra parte de Rusia. 

La mayor preocupación del Kremlin con respecto a Kaliningrado es el surgimiento de un potencial movimiento separatista apoyado por Polonia y Alemania para anexarse la zona en forma de ‘república independiente’ pro-occidental, teniendo como antecedente la separación de Kosovo de Serbia de 2008. Esta idea se ha convertido en un tema de discusión frecuente dentro del establishment ruso, quien considera que existen condiciones para algún tipo de enfrentamiento civil entre facciones de la población de la región como consecuencia de tensiones derivadas de presiones europeas.

Para la UE, los riesgos que rodean a Kaliningrado son difíciles de medir. La región ha permanecido en calma, ya que a pesar de la cada vez mayor influencia cultural europea, también existe un sentido de patriotismo ruso mezclado con un control político cada vez más firme del Kremlin sobre la zona. Sin embargo, la profundización de la crisis derivada de la guerra ruso-ucraniana, así como de las recientes acciones de Lituania, demuestran que Kaliningrado puede convertirse próximamente en un nuevo punto de conflicto geopolítico entre la UE/OTAN y Rusia.

Kaliningrado y el Corredor de Suwalki en Polonia