Opinión La hipocresía de Estados Unidos sobre Ucrania y las ‘esferas de influencia’ Por Katrina vanden Heuvel

La invasión de Rusia a Ucrania “es en muchos sentidos más grande que Rusia, es más grande que Ucrania”, declaró recientemente el portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Ned Price. “Hay principios que están en juego aquí (…) Todos y cada uno de los países tienen el derecho soberano de determinar su propia política exterior, tienen el derecho soberano de determinar por sí mismos con quién elegirán asociarse en términos de sus alianzas, sus colaboraciones y hacia dónde quieren dirigir su mirada”. El año pasado, el secretario de Estado, Antony Blinken, declaró que Estados Unidos no reconoce las “esferas de influencia”, y agregó que el concepto “debería haberse retirado después de la Segunda Guerra Mundial”.

Esas son palabras nobles pero vacías, porque obviamente no aplican para el hemisferio occidental. Tomemos como ejemplo a Cuba, que lleva 60 años bajo un embargo estadounidense. Eso, además de la pandemia y la reversión de la liberalización de la era Obama por parte del expresidente Donald Trump —una represión que se ha mantenido durante la administración Biden— ha golpeado la economía de la isla. Hay escasez de alimentos y medicinas; muchos cubanos jóvenes y emprendedores están abandonando la isla en masa. La presión contribuyó en gran medida a las protestas que explotaron en julio del año pasado.

Sí, el régimen de partido único permanece y sigue reprimiendo a casi cualquiera en desacuerdo. Pero el embargo y las políticas conexas han fracasado durante seis décadas y 11 presidentes. Los cubanos siguen siendo aplaudidos por sus esfuerzos humanitarios de enviar médicos a cualquier parte del mundo para ayudar en zonas de desastre. Estados Unidos y Cuba cooperan en los esfuerzos para controlar el narcotráfico y limitar el terrorismo. No obstante, el embargo permanece, castigando al pueblo cubano hasta que se deshaga del gobierno que Estados Unidos no aprueba. Tanto para “elegir su propio camino”.

Pero no solamente es Cuba. Estados Unidos ha impuesto duras sanciones a Venezuela y Nicaragua por mantener regímenes a los que Washington se opone. Incluso las recientes sanciones contra Rusia están diseñadas de tal manera “que tendrán un impacto sobre aquellos gobiernos que tienen afiliaciones económicas con Rusia. Entonces Venezuela va a comenzar a sentir esa presión; Nicaragua va a sentir esa presión; al igual que Cuba”, dice Juan Sebastián González, director para el hemisferio occidental del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.

Al mismo tiempo, el aparato de seguridad nacional está advirtiendo sobre la creciente participación china en el hemisferio occidental. China es ahora el principal socio comercial de América Latina, así como una fuente líder de inversión directa y financiamiento. Interesada en la seguridad del acceso a las exportaciones de productos básicos, China ayudó a la región después de la crisis financiera de 2008 con inversiones que generaron empleos y ayudaron a reducir la pobreza. Durante la pandemia, los chinos enviaron rápidamente vacunas (de efectividad cuestionable, cabe señalar) a la región y proporcionaron una demanda continua de productos.

Todo esto despierta temores sobre el apoyo de China a lo que se considera como gobiernos “populistas”, desde Argentina hasta Venezuela. Los estrategas ya están evaluando cómo responder a la amenaza que representan el comercio, la inversión y la financiación china. Evan Ellis, profesor del Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de Estados Unidos, escribió un informe para el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales titulado Preparing for Deterioration of the Latin America and Caribbean Strategic Environment” (Preparación para el deterioro del entorno estratégico de América Latina y el Caribe), que sugiere que Estados Unidos no tiene los recursos para competir con China en inversiones y ayuda a la región.

Para compensar el déficit, Ellis aboga por una escalada militar agresiva de Estados Unidos en la región, una ofensiva propagandística para desacreditar a cualquier gobierno amigo de China, “promoviendo movimientos de resistencia” contra la influencia china, rusa e iraní y, por supuesto, sanciones para los que se extravían. El profesor no mencionó el “principio” de permitir que las naciones elijan su propio camino.

Otro ejemplo de este punto de vista proviene del columnista colaborador del PostRobert Kagan, quien argumenta en Foreign Affairs que Estados Unidos debería aceptar su papel como potencia hegemónica mundial. Este es un deber, no una elección, escribe: “Un país militar, económica y culturalmente poderoso ejerce una influencia sobre otros estados por su mera presencia, de la misma manera que un cuerpo más grande en el espacio afecta el comportamiento de los cuerpos más pequeños a través de su atracción gravitacional”. Estados Unidos está involucrado porque “lo que ofrece es realmente atractivo para gran parte del mundo”.

Pero en nuestro propio hemisferio, la “atracción gravitacional” no proviene de Estados Unidos, sino de China, que ofrece mercados, dinero, inversión y un modelo de gobierno: “capitalismo con características chinas”. Si el sistema de seguridad nacional se sale con la suya, Estados Unidos no permitirá que nuestros vecinos elijan su propia dirección. Impulsará la propaganda, reforzará a las élites corruptas y amenazará o impondrá sanciones a quienes no se alineen con un “modelo” que ha fallado repetidamente en todo el hemisferio.

La hipocresía es común en las relaciones internacionales. Los rusos y los chinos, por ejemplo, invocan constantemente el derecho internacional, incluso cuando lo pisotean cuando lo consideran necesario. Estados Unidos defiende un “orden basado en reglas”, en el que hacemos las reglas y nos mantenemos exentos de ellas cuando queremos. El “principio” de respetar a las naciones y su derecho a elegir su propio camino es bueno. Los países de nuestro propio hemisferio desearían que lo practicáramos además de predicarlo.

Fuente the Washington Post https://www.washingtonpost.com/es/post-opinion/2022/04/13/guerra-rusia-ucrania-estados-unidos-embargo-cuba-china/

Por Javier Benitez

El actor Volodímir Zelenski, quien cumple el rol de presidente de Ucrania, parece haber inaugurado un nuevo género en su profesión: el de comediante siniestro, algo muy distinto a lo que es el humor negro. Mientras arrastra a su país al desastre, lanza declaraciones que parecen demostrar que vive en una realidad paralela, por decirlo suavemente.

Lo que bebe, o lo que fuma

Ya lo dijo el canciller de Rusia, Serguéi Lavrov: Zelenski dice muchas cosas, depende de lo que bebe o lo que fuma. Y cada aparición pública, cada declaración que realiza este actor devenido en jefe de Estado, parece dar la razón al jefe de la diplomacia rusa.

Así lo constata una de sus más recientes declaraciones. En la rueda de prensa posterior a la reunión que mantuvo con el secretario general de la ONU, Antontio Guterres, Zelenski, como abstraído de la realidad, abducido mentalmente por no se sabe muy bien qué, dijo que Kiev está dispuesto a llevar a cabo «negociaciones urgentes para la evacuación de Mariupol y espera contar con el apoyo de la ONU».

Ante estas afirmaciones del todo reñidas con la realidad, y ante la insistencia del periodismo ucraniano de exigir plazos –tal como los que Zelenski exigió a la Unión Europea para acabar con la dependencia energética con Rusia–, Guterres tuvo un lapsus de lucidez mental, y le saltó la térmica:

«¿Qué quiere? ¿Quiere que se rescate a la gente o quiere que diga algo que sea un obstáculo para esa tarea? En este momento, sólo puedo decirle que estamos haciendo todo lo posible para que así sea. No voy a entrar en ningún comentario que socave esa posibilidad, porque mi primera y única prioridad es la gente que sufre y la gente que debe ser rescatada», respondió a los periodistas incautos.

Post-it moscovita

También llegó la respuesta de Moscú a estas declaraciones de Zelenski. Bueno, más que respuesta, un ayuda-memoria –como esos ‘post-it’ que suelen colocarse en las puertas de las neveras–, por si Zelenski ya hubiera olvidado lo que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, había pronunciado muy poco rato antes.

Así, al comentar la propuesta de entablar negociaciones sobre la evacuación de Azovstal, el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, enfatizó que Putin ya ha dicho claramente que «los civiles pueden salir de Azovstal y los militares pueden deponer las armas, esto no es un tema de negociación». Difícilmente se pueda ser más claro.

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, se muestra contundente al tratar de explicar las actitudes y declaraciones del mandatario ucraniano. “Hacer una saga de las declaraciones de este señor Zelenski, realmente es increíble. Ver las variaciones, las confusiones, las idas y venidas, las supuestas propuestas que hace, que luego se retrotrae, que luego las cambia sobre la marcha, realmente es de un caso psiquiátrico ya prácticamente».

El analista sentencia que las declaraciones de Zelenski “no ameritan nada, más allá de un análisis que deberían realizar algunos profesionales de la salud mental, debido a que estamos ‘jugando’ en un conflicto internacional, que es la primera guerra híbrida global. No estamos hablando de un conflicto Ucrania-Rusia: estamos inmersos en un gigantesco conflicto híbrido global en el que se lucha en el campo militar, en el económico, en el financiero, en el de la ciberseguridad, y en el de la propaganda política».

“Son numerosos ámbitos donde se está desarrollando este gigantesco conflicto, y Zelenski es una pieza ínfima dentro de este gran juego. Su actuación, como buen actor de donde proviene, actor cómico, es justamente eso, una actuación. Él no habla por voz propia, él es un personaje artístico impuesto por grandes grupos financistas internacionales y por oligarcas, que además son de una corruptela gigantesca», concluye Carlos Pereyra Mele.

Publicado por Sputnik: https://mundo.sputniknews.com/20220430/zelenski-practicamente-es-un-caso-psiquiatrico-1124992744.html 

 

Todo el que sea crítico con nuestra propaganda bélica, o siquiera ecuánime entre la propaganda de unos y otros, es sospechoso de traición

Por HÁSEL-PARIS ÁLVAREZ

A estas alturas todos hemos oído hablar de la manipulación rusa, las narrativas del Kremlin, la censura de Putin, los medios de propaganda como Russia Today y las fake news extendidas por bots rusos. Podríamos hacer el enésimo artículo sobre esta cuestión, pero creemos que hay otro enfoque de mayor interés. En toda guerra hay (por lo menos) dos bandos, cada cual con su propia propaganda bélica. Y da la casualidad de que nosotros (españoles, europeos y occidentales) formamos parte de un bando que libra contra Rusia una guerra global con medios militares, económicos e informativos.

El pez no percibe el agua en la que flota, igual que nuestros ciudadanos no suelen percibir la propaganda bélica en la que ellos mismos están inmersos. No estamos diciendo que las informaciones de nuestra prensa y televisión sean necesariamente mentira. Decimos que la forma en que se seleccionan, presentan, entrelazan e interpretan responden a unos marcos concretos, como veremos a continuación. El año pasado se hicieron públicos documentos de la OTAN (organización a la que pertenecemos) sobre la ‘guerra cognitiva’ (cognitive warfare): cómo ganar la batalla del relato y modificar la forma en que pensamos. La peculiaridad de esta guerra es que no la libra un país contra otro, sino nuestras propias élites contra nosotros mismos. El gran campo de batalla no está en Ucrania, sino en la mente de cada uno de nosotros.

            El autor pionero en analizar estas técnicas fue Arthur Ponsonby. En su obra Falsedad en tiempos de guerra (1928) expone las narrativas que los aliados utilizaron contra los alemanes en la Primera Guerra Mundial. Que sea un escritor británico nos ayuda a comprender mejor la mentalidad de la actual OTAN, que no es sino la enésima máscara del anglo-imperio, antiguamente asentado en Londres y hoy en Washington USA. El objetivo a batir ya no son los alemanes, pero se mantienen las viejas acusaciones: son belicosos, son enemigos del comercio, no son europeos civilizados, quieren invadir medio mundo, etcétera. Una germanofobia idéntica a la actual rusofobia o a la hispanofobia de antaño (cuando España era una rival del anglo-imperio y no su colonia).

Propaganda en nuestra época

La obra de Ponsonby ha sido sintetizada por la historiadora Anne Morelli en Diez mandamientos de la propaganda bélica (2001), que exponemos a continuación. Según analiza ella, siguen siendo perfectamente aplicables a guerras del siglo XXI como Siria o Afganistán. ¡Será que el decepcionante siglo XXI está moldeado por los mismos que ganaron las guerras del siglo XX!

1) Nosotros no queremos la guerra. Queremos la paz en Ucrania. Aunque Alemania y Francia abandonaron los protocolos de paz de Minsk. Aunque Estados Unidos y Reino Unido presionen a Ucrania para que no firme con Rusia una paz que no sea ventajosa para aquellos. Aunque la OTAN sólo busque prolongar el conflicto y maximizar las bajas a base de enviar misiles y drones. Aunque el plan de Occidente, confesado por figuras como Hillary Clinton o Douglas Lute, sea convertir Ucrania en Afganistán (es decir, una guerra enquistada) y al resto de Europa en Pakistán (es decir, un polvorín inestable).

2) La guerra es culpa exclusiva del enemigo. El angloimperio ni siquiera guerrea o invade, eso solo lo hace Rusia. Compruébelo en Wikipedia: Iraq 2003 fue solamente una ‘intervención’, Haití 1994 una ‘operación’, Corea 1950 una ‘acción policial’ y Malasia en los cincuenta una ‘emergencia’. La OTAN no es más que una organización ¡defensiva!, por mucho que se haya dedicado a la guerra de agresión desde Yugoslavia hasta Libia. Desplegar sistemas de misiles por toda Europa se trata de un ‘escudo’. Las sanciones económicas o las operaciones para desestabilizar gobiernos no han buscado conflictos, sino favorecer la paz, la libertad y la democracia. Y Rusia es culpable por no saber apreciarlo.

3) El líder enemigo es malvado. La propaganda del angloimperio sigue la teoría individualista y meritocrática de Thomas Carlyle: la Historia es el producto de líderes excepcionales. O sea, Rusia es Putin. Pero, como es costumbre en el liberalismo, todo está entendido al revés. Los grandes líderes no son los que inoculan en las masas su ideario personal, sino los que logran identificarse a sí mismos con un clamor popular. Buena parte del pueblo ruso (y no solamente Putin) exige recuperar su dignidad nacional a cualquier coste.

Pero lo más sencillo para la humanidad es, como buenos mamíferos, reconocer y odiar un único rostro. Dentro de la humanidad, los occidentales en concreto somos muy sensibles a la polarización ideológica, así que nos presentan a Putin como alguien detestable para ambas trincheras políticas: a la vez un neosoviético de extrema izquierda y un neozarista de extrema derecha. Dentro de Occidente, los europeos en particular estamos obsesionados con el psicoanálisis, así que nos convencen de que Putin es directamente un loco, un megalómano, un psicópata.

Por el contrario, los comandantes ultranacionalistas ucranianos combaten por la moderación democrática. El comisionista Borrell (UE) y el banquero Stoltenberg (OTAN) luchan contra los oligarcas. Qué autenticidad desprende el actor profesional Zelenski. Y qué encomiable salud mental posee el octogenerio Biden.

4) Defendemos una causa noble, no nuestro interés particular. Occidente está defendiendo la integridad del Estado-Nación, aunque en Serbia con Kosovo no era de nuestro interés. Defendemos el derecho para cada país de unirse a la alianza militar que prefiera, aunque en Cuba con los misiles soviéticos no era de nuestro interés. Defendemos la posibilidad de que países cercanos accedan a la Unión Europea, aunque en Turquía no era de nuestro interés. Defendemos la legítima resistencia de un pueblo invadido, aunque en Sáhara o Palestina no es de nuestro interés. Defendemos las libertades políticas, mediáticas y sexuales, aunque todo ello esté más comprometido en Ucrania que en Rusia.

Circula por Internet una lista negra de supuestos ‘Altavoces del Kremlin’ en España que incluye a Javier Couso, Juan Manuel de Prada, Pedro Baños, César Vidal, Pedro Insua…

5) El enemigo comete crímenes de guerra, nosotros sólo cometemos errores. Los cadáveres que Rusia deje atrás saldrán una y otra vez en los mismos medios de comunicación que prohibieron emitir soldados muertos en Iraq, niños muertos en atentados yihadistas en Europa o ancianos muertos por la covid. Los crímenes cometidos por Rusia son constitutivos de genocidio, no así los de Ucrania en el Donbás durante años. Los rusos están atacando zonas civiles porque sí. Los ultranacionalistas ucranianos montan ¡solamente por error! sus puestos de mando en teatros, sus posiciones de ataque en residencias, sus almacenes de armamento en guarderías. Si estos neofascistas ucranianos torturan y ejecutan a prisioneros de guerra con las armas que nosotros les hemos enviado, sin duda se trata de un trágico error impredecible. Como nuestras armas que acabaron accidentalmente en manos de talibanes afganos, guerrilleros centroamericanos o yihadistas sirios. Errores. Eso sí, desde que Ponsonby redactó estos mandamientos, Occidente ha dejado de disculparse por sus ‘fallos’. Tanto Harry Truman como Madeleine Albright han bajado al infierno defendiendo lo acertado que fue el bombardeo atómico de Japón y la muerte de medio millón de niños iraquíes.

6) El enemigo utiliza armas prohibidas. Nuestros medios de comunicación especulan con que Rusia use misiles de nuevo tipo, armamento nuclear y ataques químicos. La realidad es que Rusia había renunciado a varias de estas armas en los tratados de Misiles Antibalísticos (ABM), Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) y Armas Químicas (CWC). EEUU, por el contrario, abandonó los dos primeros tratados y ha postergado el tercero como mínimo hasta 2023. Esto no lo cuentan nuestros medios, ni tampoco la pretensión de Ucrania de rearmarse nuclearmente, ni la presencia en Ucrania de minas y municiones ilegales, ni las sospechas de amenaza biológica en los laboratorios de EE.UU. en Ucrania.

7) Las pérdidas de enemigos son enormes, nosotros apenas sufrimos. Primero nos cuentan que Rusia buscaba derrotar a Ucrania en una semana, para poder decir luego que Rusia ha fracasado. Cuando Rusia está consolidando sus posiciones en el frente, se nos dice que se ha estancado. Cuando concentra su actividad en la región oriental (como había anunciado desde un primer momento) nos cuentan que se está retirando. Destacaremos cada pérdida material del bando ruso y callaremos su éxito arrollador en la desmilitarización de Ucrania: todas las infraestructuras, puestos de mando, sistemas de radares, armamento y comandos que la OTAN ha perdido para siempre.

8) Los intelectuales y artistas apoyan nuestra causa. Eurovisión, Disney, la UEFA, los Grammy y la federación de gatos domésticos rechazan las acciones de Rusia. Nuestras élites políticas se ponen en la solapa una chapita con la bandera ucraniana donde antes estaba su bandera nacional, el rosco de la Agenda 2030, un lazo amarillo o cualquier otra cosa. Para el angloimperio es crucial este soft power: las celebrities y su star system. El problema es que, fuera de los escenarios, buena parte de nuestras sociedades no apoya el envío de armamento a Ucrania. Pero el grueso de la opinión pública rusa sí secunda la guerra.

En su día se trató de antioccidentales a autores tan dispares como Pierre Bourdieu, Régis Debray y Noam Chomsky por oponerse a la Guerra del Golfo

9) Nuestra causa es sagrada. Otro mandamiento muy angloamericano, relacionado con el puritanismo moral, con George W. Bush y su “eje del bien contra el eje del mal”. Biden repite estos días que la OTAN es un “vínculo sagrado”: la Nueva Alianza, la Santa Guerra Nuclear. Ideólogos yankis como Michael Walzer han retorcido la doctrina de la Guerra Justa de San Agustín. En la tradición occidental, Guerra Justa era aquella que no buscaba dañar a inocentes. En la doctrina OTAN, Guerra Justa es aquella que permite matar inocentes de forma deliberada, con tal de conseguir sus justísimos objetivos. Este vocabulario religioso funciona menos en nuestra Europa laica, pero aquí justificamos las guerras en nombre de nuestros nuevos dioses: defender la democracia contra la tiranía del Kremlin, defender el feminismo contra el machuno Putin, defender el ecologismo contra la Rusia gasístico-nuclear, etcétera.

10) Quien dude de nuestra propaganda es un traidor. En su día se trató de antioccidentales a autores tan dispares como Pierre BourdieuRégis Debray y Noam Chomsky, por oponerse a la Guerra del Golfo. A los que criticaron el bombardeo de Yugoslavia desde la izquierda y la derecha, se les englobó bajo el término ‘rojipardos’ (¿le suena?). Ahora está circulando por Internet una lista negra de supuestos “altavoces del Kremlin en España”. Incluye (además de al arriba firmante): a rojos como Javier Cousofachas como Javier Villamor, un tuitero anónimo y un famosísimo youtuber, un civil pacifista y un veterano militar como Pedro Baños, también al católico Juan Manuel de Prada, el protestante César Vidal y el ateo Pedro Insua. Se diría que no tienen nada en común, salvo una cosa (y no es cobrar en rublos): el indudable patriotismo de todos ellos. Pese a todo, son señalados como traidores.

Todo el que sea crítico con nuestra propaganda bélica, o siquiera ecuánime entre la propaganda de unos y otros, es sospechoso de traición. Y eso le incluye a usted, por leer y difundir textos como este. Tenga cuidado.

Fuente VozPopuli.com: https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/propaganda-belica-otan.html

Por Mario R. Duarte Dossier Geopolitico (*)

“Un Hacktivista es un hacker que usa sus conocimientos informáticos para llevar a cabo acciones en el ciberespacio, con una finalidad y motivación política o ideológica”.

En pleno desarrollo de este convulsionado siglo XXI, de características multidimensionales en todo sentido, no cabe la menor duda que si a alguien  le quedaban interrogantes pendientes o le faltara demostraciones concretas para entender y comprender que estamos, ante un nuevo cambio epocal, ante una nueva normalidad, ante un nuevo escenario de la historia, jamás antes visto, y en aras de un camino muy sinuoso todavía, en lo que respecta al ámbito digital, con una gran problemática aún pendiente de una solución real y definitiva, como es la regulación global del ciberespacio.

Y más allá de todo lo que hemos venido analizando, por nuestra parte como académicos especializados en la materia, a través del devenir de esta última década, las temáticas abordadas con debida seriedad y profundo análisis; con el transcurrir de los días, vamos observando que el fenómeno que nos rodea en el nuevo entorno por el que transcurre gran parte de nuestras vidas, no deja de sorprendernos, al decir y confirmar nuestros pronósticos emitidos tiempos atrás como una suerte de presagio, ante este universo desconocido, pero que día a día, lejos de ser ciencia ficción, se manifiesta como ciencia acción, ante los acontecimientos diarios.

Entre esos estudios que realizamos y contemplamos dentro de lo que se denomina la era de la digitalización o la cuarta revolución industrial, ha tomado mucho auge una temática o problemática por demás importante en la actualidad, que es el denominado Hacktivismo.

Para ello es preciso realizar un concepto lo más representativo posible de este accionar; por eso decimos que el Hactivismo es una palabra que surge de la fusión de otras dos: el término Hacker y el término Activismo. En lo que refiere al primer término, es decir Hacker, en general hace referencia a personas aficionados y/o expertos en materia informática; mientras que el Activismo es la acción directa y militante para conseguir una meta social, política o económica. Si bien, ambos términos mencionados están cargados de múltiples interpretaciones, definir el Hacktivismo se hace un poco complejo, pero es necesario entender el movimiento Hacktivista como en continuo cambio, evolucionando como un proceso abierto. En fin, el Hacktivismo, conocida como una cultura Hacker dentro del ciberespacio es: una forma de protesta realizada por aficionados o profesionales de la seguridad informática con fines reivindicativos de derechos, promulgación de ideas políticas o quejas de la sociedad en general, haciendo uso de los fallos de seguridad de la entidades o sistemas gubernamentales; es decir surge como un nuevo fenómeno, cuya base ideológica es el intercambio y apertura del conocimiento y la vulnerabilidad de derechos de propiedad intelectual que aprisionan el desarrollo del conocimiento.

Por último y con el fin de dar una forma conceptual basta y completa, decimos que así motivados por un fin político, social o económico aparecen los Hacktivistas, que de forma personal o colectiva llevan a cabo acciones contra la seguridad de los sistemas, para escribir códigos que promuevan ideologías políticas, libertad de expresión, derechos humanos y ética de la información, es decir pretenden producir resultados similares a los de cualquier otra forma de activismo social, como las protestas o desobediencia civil. 

Pero ante el avance exponencial de la tecnología y los procesos disruptivos que acontecen día a día, minuto a minuto, y todo esto sumado a la nueva configuración de este nuevo orden mundial que asoma con nuevos actores emergentes en la multipolaridad que está naciendo ante un mundo nuevo, del cual emanan un sinfín de interrogantes, surge una multiplicidad de estudios y análisis que realizamos, los cuales no hacen afirmar con plena convicción que el Hacktivismo va mucho más allá de acceder clandestinamente a un sistema informático ajeno para difundir un mensaje reivindicativo. 

Si bien algunos expertos expresan que el Hacktivismo surgió con los inicios de internet y ha participado en acciones antiterroristas o contra la corrupción. No obstante, la visión inocente que se tiene de esta forma de activismo digital ha hecho que muchos gobiernos se sientan tentados a utilizar a los Hacktivistas como herramientas para sus fines políticos. 

Las reivindicaciones a menudo han estado ligadas a la tecnología. El uso de los carteles, las redes sociales o los métodos seguros y la criptografía reforzada para comunicar mensajes son solo algunos ejemplos de cómo el Activismo y la tecnología coinciden. Las redes sociales, por ejemplo, fueron fundamentales en las masivas movilizaciones de la década pasada. Las protestas del 2011, como Occupy Wall Street en Nueva York, el 15 M en España o las Revueltas Árabes, no se pueden entender sin Facebook o Twitter, al igual que las protestas de Hong Kong en 2019 sin Telegram o Pokemon Go.

Desde la creación de internet, muchos de sus usuarios han aprendido a manipular los sistemas informáticos ajenos sin autorización. A medida que internet conecta cada vez más cosas y a más personas; ahora en un escalón superior con la llegada de a poco con el Metaverso (el nuevo universo digital); es más atractivo utilizar estas habilidades para hacer llegar más lejos un mensaje político. Los Hacktivistas, repetimos, buscan forzar los cambios que quieren ver en el sistema accediendo y atacando a los ordenadores y las redes de comunicación de otros, y estas operaciones si bien le han otorgado cierta fama en la cultura popular, no hay que olvidar que estos actúan todas las veces que lo hacen en el marco de la Ilegalidad, es decir fuera de lo legal.

Una de las acciones clásicas del Hacktivismo es aumentar el tráfico de la página web de una empresa o institución, cualquiera sea su actividad, para colapsar sus servidores y dejarla inoperativa, ésta modalidad es conocida como ataque DDoS, otra conocida también es el Defacement (desfiguración), cuando se reemplaza el contenido de la página elegida, por los mensajes diseñados por los Hacktivistas, normalmente con fines reivindicatorios; de esta manera quien quisiera entrar en la página web, o no podría o vería la denuncia del Hacktivista, en vez del contenido habitual, a esto si lo pensamos a nivel gubernamental, seria para un gobierno una verdadera catástrofe, debido a que la mayoría de sus organismos o instituciones están en línea y funcionan a través de ella. 

Algunos grupos Hacktivistas que podemos mencionar entre los más conocidos se encuentran: Electronic Disturbance Theater, The Yes Men, Guardians of Peace, Wikileaks, entre otros, pero el más conocido a nivel mundial es Anonymus, grupo que se hizo famoso en 2008 cuando le declara la guerra a la iglesia de la cienciología (secta popular entre las estrellas de Hollywood). Por definición, los grupos Hacktivistas no están afiliados a ningún Estado y actúan por cuenta propia, pero en muchas ocasiones gobiernos y Hacktivistas han encontrado objetivos comunes y han actuado codo a codo.

Ahora bien, en la actualidad y en lo que respecta al decir del grupo Anonymous y el Hacktivismo, están directa o indirectamente amen de la óptica en que se lo analiza, metidos de lleno en lo que se denomina la Primer Guerra Digital de la historia en el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia. Anonymus le ha declarado la guerra al gobierno Ruso en la persona de su presidente Vladimir Putin, el ataque contra las webs del gobierno local de Chechenia y el central de Rusia, la filtración de 200 GB de correos electrónicos de la empresa de armamento Bielorrusa Tetraedr y las llamadas constantes en sus redes a combatir la desinformación son algunas de las acciones que ha llevado a cabo en los últimos días el colectivo hacker, esto se dio a conocer tanto en su cuenta de Twitter y Youtube. Sin dudas que esta es solo una de las caras más visibles del Poliedro cibernético y global que rodea el conflicto Ucrania-Rusia, donde ambas naciones se están lanzando Ataques de Denegación de Servicios DDoS; por eso ahora afirmamos que esta guerra que se lleva adelante en Europa es de carácter híbrida. Sin dudas que la nueva guerra bacteriológica es digital y tiene como objetivo neutralizar la viralidad del enemigo, un enemigo que va más allá de Ucrania, Rusia, EEUU o la OTAN, de lo que si hay certeza es que estamos viviendo la primer guerra digital de la historia y esperemos que esta no sea una de esas parte que ha anunciado hace un par de años atrás el Papa Francisco, la Tercer Guerra Mundial de a pedazos; y el agravante de todo esto sigue siendo en materia tecnológica la Falta de Regulación del Ciberespacio que es el entorno donde se desarrollan todas estas actividades digitales.

No cabe duda, de que los tiempos han cambiado y que, en ésta época inédita en la historia de la humanidad, pareciera ser lamentablemente que las guerras además de las movilizaciones de tropas ya sea tierra, aire o marítima, también comienzan simultáneamente con este nuevo elemento de la geopolítica que es el ciberespacio a través de ciberataques, tal cual lo anunciamos hace ya unos años atrás con diversos artículos sobre ciberataques, ciberguerras, y los diversos mecanismos que se utilizan en la actualidad para desvirtuar las ciertas cuestiones, como las fake news, deep fake, lawfare y un sin fin de nuevos mecanismos más, a los que hago alusión en mi obra bibliográfica: “Cuarta Revolución Industrial: análisis estratégicos”.

Conscientes de las nuevas reglas de juego en la nueva normalidad en que nos encontramos inmersos, los gobiernos del siglo XXI expanden su control biopolítico a la esfera virtual y de ésta apreciación no queda exento ninguna potencia o país, ejemplos abundan; por eso es tiempo que empecemos a entender ya, que estamos transitando ante un horizonte desconocido y la mejor forma de predecir el futuro mejor es ir construyéndose día a día, con reglas claras de juego en donde la Regulación del Ciberespacio, una materia pendiente de los organismos multilaterales, sea efectiva realidad, para utilizar la tecnología en pos de una humanidad en donde empecemos a entender que si el Hacktivismo se usa para una actividad noble donde los verdaderos reclamos sean justos con el fin de ayudar a comprender esta nueva realidad, con más ciberseguridad, más ciber etica y más ciber transparencia, estaremos empezando a conocer el verdadero uso y objetivo de la social media.

(*) DR. MARIO RAMON DUARTE ABOGADO (UCASAL) – JUEZ ADM. MUN. FALTAS (M/C) – ESP. DERECHO PÚBLICO (UCSF) – MIEMBRO DOSSIER GEOPOLÍTICO (CÓRDOBA-ARG) – ACADÉMICO AICTEH (VALENCIA-ESPAÑA) – SEMINARISTA BIOLAW AND BIOETC (UNIV. GEOR.-EEUU)

Fuentes Consultadas

Cuarta Revolución Industrial: análisis estratégicos. Autor: Mario Ramón Duarte Edit: Phillos Academy (2021)

https://www.lisainstitute.com/blogs/blog/hacktivismo-definicion-tipos-modus-operandi-motivaciones

http://blog.txipinet.com/2006/07/30/8-ntroduccion-al-hacktivismo/

DOSSIER GEOPOLITICO DG le está invitando a la Tercera Conferencia del Ciclo 2022

Conferencia: El Atlántico Sur y los Conflictos Globales

Disertará el Lic. Adolfo Koutoudjian, Licenciado en Geografía por la Universidad de Buenos Aires (UBA). En el área docente se desempeña como profesor de Geopolítica en la Facultad de la Defensa Nacional, la Escuela Superior de Guerra Conjunta de las Fuerzas Armadas y la Escuela de Guerra Naval; y como profesor invitado, en el Departamento de Geografía de la UBA. Es autor de numerosas publicaciones en los temas de su especialidad, y consultor en diversos organismos y publicaciones internacionales.

Sábado:
30 abril 2022 05:00 p. m. Buenos Aires, Georgetown
España 22 hs pm; Costa Rica 14 hs pm; Brasil 17 hs pm; Rusia 11 hs pm, Perú 15hs pm.

Unirse a la reunión Zoom
https://us02web.zoom.us/j/82239436341?pwd=YkZlSlpMSW1nWWhtYXpQWUZhZUk2UT09

Desde hace una década y media que el Tanque de Ideas Dossier Geopolitico viene informando que la Globalización y el Sistema Mundo resultante de la Unipolaridad anglosajón han tocado a su fin…los tiempos llegaron. Dossier Geopolitico

El organismo internacional constata en sus informes de primavera (el económico, el financiero y el fiscal) el cambio en la fisonomía de la globalización que venían apuntando los analistas de mercado y de política exterior desde hace años, que ha arraigado con la pandemia y que ahora entra en una fase de máxima efervescencia.

Por DIEGO HERRANZ Madrid

El planeta parece haberse adentrado en un periodo de convulsión constante. En una especie de punto de ebullición geopolítica, económica, financiera y socio-cultural. Hasta el punto de que se aprecian vestigios de que los modelos democráticos de corte liberal, como reza la terminología multilateral al uso, se tambalean con divisiones civiles preocupantes por el resurgimiento de los movimientos nacional-populistas; generalmente, de raíces ultraderechistas. En el ámbito de los mercados y de la economía, nunca como ahora, después de la invasión rusa de Ucrania, desde el final de la Guerra Fría, se vislumbra con tanta claridad la posibilidad de un decoupling, de una desintegración de la arquitectura financiera, económica y comercial internacional en torno a dos bloques: el occidental, con EEUU y Europa al frente, y el oriental, comandado por el poder chino en el terreno tecnológico, empresarial y productivo, y secundado por Rusia y su estatus nuclear.

El diagnóstico de situación del FMI y su tradicional recetario de tratamiento -siempre criticados, pero también, a los ojos de los analistas, necesarios para diseccionar las cada vez más complejas relaciones económicas- deja esta primavera nuevas lecturas de los movimientos telúricos que se están detectando soterradamente. En cierta medida -explican en la organización multilateral- con similitudes de calado con otras épocas de fulgurantes transformaciones y con una marcada y, al mismo tiempo, inquietante sinergia de acontecimientos.

Quizás la más clarividente de ellas sea la amenaza de estanflación que deja traslucir el fondo en sus tres grandes informes -que corroboran sus tres directores de departamentos -y que retrotrae a la década de los setenta, en la que la crisis del petróleo -de nuevo una escalada de precios de la energía como la invocada en otoño pasado por el Kremlin y su manejo de la espita del gas siberiano hacia Europa– dio lugar a una espiral inflacionista con trayectos recesivos. Pero que hizo detonar el salto económico y de tecnología en Occidente por el que apenas un decenio después caía el Muro de Berlín y entraba en barrena la Unión Soviética.

Se aprecian vestigios de que los modelos democráticos de corte liberal se tambalean con divisiones civiles preocupantes por el resurgimiento de los movimientos nacional-populistas

La larga siesta geoestratégica -del 9/11 de 1989, con el derribo del paso fronterizo que dividía la capital alemana desde el final de la Segunda Guerra Mundial, al 11/9, de 2001, con los ataques islamistas a EEUU- en la que emergió la globalización, dio paso a guerras de civilizaciones -Irak o Afganistán, pero también Siria, entre otras revueltas sociales como las primaveras árabes- y dos tsunamis -uno financiero, en 2008 y otro, sanitario, en 2020- con graves contracciones globales. En medio de las cuales, China se ha convertido en una potencia económica más incuestionable y Rusia ha reverdecido viejos laureles imperialistas con su renovado músculo militar y atómico, al que se ha añadido un eficaz -según sus intereses- uso de la energía como arma diplomática de primer orden. No en vano, Vladimir Putin lleva abriendo y cerrando el grifo del petróleo -en el seno de la OPEP +, donde se ha integrado de lleno y gestiona el crudo en el mercado tuteando a Arabia Saudí– y del gas, hacia Europa -principalmente a Alemania- y Ucrania, desde antes de la caída de Lehman Brothers.

El fondo desvela en cinco aspectos de alto voltaje la trascendencia de los virajes que manifiesta el ciclo de negocios post-covid que también ocupan un lugar preferencial en la sala de máquinas de think-tanks y expertos internacionales, políticos y económicos.

1.- El deterioro geopolítico asedia a la globalización. A largo plazo, «la guerra en Ucrania elevará los riesgos de desestabilización de las reglas creadas por consenso en el marco de las relaciones internacionales desde la Segunda Guerra Mundial», precisa el WEO, el informe semestral que se elabora desde el equipo de la economista jefe del FMI, Gita Gopinath, estadounidense de origen indio. La polarización global se ha intensificado y, de prolongarse, agravaría la crisis humanitaria, aunque también impediría la integración económica mundial, esencial para generar prosperidad de forma consolidada. No es un asunto baladí. Larry Fink, CEO de BlackRock, la gestora de fondos que más patrimonio administra, con más de 9,5 billones de dólares en carteras -tanto como los PIB de Japón y Alemania-, acaba de asegurar que el conflicto ucranio «está acelerando el epitafio de la globalización» y enterrando «el orden global de los últimos 30 años». También hay criterios opuestos, como el de Exequiel Hernández, catedrático de la escuela de negocios Wharton, de la Universidad de Pennsylvania, para quien las férreas interdependencias entre países tras décadas de libres flujos de intercambios comerciales, inversores o tecnológicos, entre otros, mantendrá la globalización: «Llegó para quedarse», explica.

Las evidencias que hay sobre la «importancia geoestratégica que la competitividad entre EEUU y China» pueden intensificar esta reversión

Sin embargo, Alicia García Herrero, investigadora en Bruegel, think-tank paneuropeísta, asegura que, tras décadas de incremento del comercio y del capital e, incluso, de personas, la tendencia ha cambiado hacia la desglobalización. «Hay suficientes evidencias de ellos». De igual modo que las hay sobre la «importancia geoestratégica que la competitividad entre EEUU y China» puede intensificar esta reversión. La también economista jefe para Asia-Pacífico del banco de inversión francés Natixis expande esta tensión «al espacio financiero y tecnológico». Un termómetro que marcará el curso de este hipotético proceso -avisa- será la posible defunción de la OMC.

2.- El decoupling entre bloques podría ser inevitable. El WEO admite que los intercambios de tecnología podrían verse limitados y que las redes de producción y los estándares de innovación podrían colisionar y propagarse «en distintos bloques» y, en consecuencia, las ganancias y ratios de prosperidad alcanzados por la globalización en los últimos tres decenios, se someterán a unos cambios indescifrables. Con áreas de países adoptando políticas proteccionistas. La doctrina que se está gestando en torno a esta lectura habla a las claras de un mercado abanderado por EEUU al que se sumarían las potencias occidentales, como en el pasado, y otro asiático, con Rusia que ya ha hecho pivotar sus intereses políticos, económicos y energéticos hacia este continente, en un papel de coexistencia pacífica con China, la abanderada de la alternativa oriental. El FMI hace mención a una más que probable, de consumarse este decoupling o desensamblaje del proceso de desglobalización, «reorganización de la arquitectura financiera internacional», que conduciría a una «segmentación de las reservas de activos globales» y la irrupción de dos sistemas de pagos transnacionales, lo que llevaría irremediablemente a la «segregación de dos bloques productivos antagónicos».

Luke Templeman ya detectó en la pérdida de fuelle de los flujos de capital globales o en la subida más que considerable del poder adquisitivo y de los salarios en China

Este desencaje lo aprecian en Deutsche Bank incluso desde antes de la guerra de Ucrania, pese a que las hostilidades bélicas han dejado sanciones que prohíben a Rusia acceder a la plataforma belga Swift, que alberga la mayor parte de las transacciones internacionales. Luke Templeman, su analista de mercados, ya detectó en la pérdida de fuelle de los flujos de capital globales o en la subida más que considerable del poder adquisitivo y de los salarios en China, que le han hecho perder competitividad directa con otras áreas emergentes en otras latitudes continentales. Pero también en el retroceso del atractivo adquirido durante la gran pandemia por las inversiones bajo criterios ESG -medioambientales, sociales y de buen gobierno corporativo- en favor de los activos fósiles, que han disparado sus cotizaciones, así como en las tentaciones proteccionistas y la falta de acuerdos de índole impositiva global -pese al pacto sobre el gravamen del 15% a los beneficios empresariales- más ambiciosos y capaces de reformular mapas tributarios. Además de en los nuevos hábitos de consumo. Fruto de la digitalización y que han transformado cadenas de valor y modificado las habilidades para colocar productos en el mercado.

3.- Interrupción al combate del cambio climático y las inversiones en innovación. «La fractura de las relaciones geopolíticas y económicas también minará las reformas estructurales en áreas como la lucha contra el cambio climático, la solución al excesivo endeudamiento o las barreras arancelarias y comerciales». Si todos estos riesgos se materializasen, la economía global sufriría una «transición impredecible» hacia una nueva realidad política con «muy elevadas volatilidades financieras, altas fluctuaciones de las materias primas y episodios de dislocación del comercio y de las cadenas productivas por el camino».

Jeff Curry, estratega jefe de Goldman Sachs, ha protagonizado la concepción en el mercado de que el detonante de las escaladas de los precios energéticos iniciadas con el otoño pasado debe achacarse al combate entre la vieja economía, personificada en los combustibles fósiles, que ha dominado inexorablemente los ciclos de negocios de todo el siglo pasado y del actual, y que es reacia a ceder sin disputa el cetro hegemónico a las fuentes renovables. El WEO vuelve a la carga en este terreno. «La guerra de Ucrania tendrá un importante papel en la transición energética». A corto plazo, para determinar abastecimientos, precios e inventarios; a medio para observar la resistencia de los carburantes sucios, fósiles y, a largo, con los riesgos geopolíticos actuales y las tensiones económicas, para encontrar espacios de cooperación global necesarios para alcanzar la neutralidad energética de forma ordenada.

Tecnológicamente, advierte el informe de Estabilidad Financiera que dirige el departamento de Tobias Adrian, el mundo puede verse alterado por múltiples vías. Entre otras, por la demanda de reservas de divisas alternativas para eludir las sanciones, que «podría elevarse en algunas regiones» y alterar los modelos de pagos, estimular el uso de las criptomonedas -sobre las que vuelve a incidir en que se sometan a una regulación y supervisión oficiales– y transformar los servicios a proveedores. Con costes y modificaciones operativas a gran escala.

Jeff Curry ha protagonizado la concepción en el mercado de que el detonante de las escaladas de los precios energéticos iniciadas con el otoño pasado debe achacarse al combate con la Vieja Economía

En especial, países como Rusia o Irán, sobre los que penden represalias económicas. Además, reclama a los bancos centrales y las autoridades que promuevan recursos para la digitalización de infraestructuras y negocios vinculados a las energías renovables y que barajen las indemnizaciones por los efectos climatológicos –inclemencias y desastres; sobre todo, sequías e inundaciones- en sus mercados y agentes económicos. Y alerta de que la excesiva deuda privada -corporativa y bancaria- podría retardar proyectos de innovación.

4.- Europa como epicentro de los efectos geopolíticos y económicos. Los socios europeos serán los receptores de los mayores daños colaterales de la deflagración bélica. Será el espacio en el que repercutirá en mayor medida el precio de la energía, donde escalará más la inflación y el más expuesto a la dependencia del gas y petróleo de Rusia y a sus lazos comerciales. También con China, el socio subrepticio de Moscú. Sus planes de «restaurar su autonomía en el terreno energético» llevarán tiempo, al igual que las repercusiones asociadas a «la absorción de refugiados». La zona del euro es importadora neta de energía, lo que requerirá apoyos oficiales para contener una inflación desbocada y los daños disruptivos en sus cadenas empresariales; en especial, las industriales. El crecimiento de su PIB será de apenas el 2,8% este año y el aumento de su IPC, de 5,3 puntos. Escenario cercano a la estanflación a poco que la coyuntura se enfangue de nuevo. Sin embargo, a Europa el FMI le concede un papel relevante en una hipotética etapa de reconstrucción multilateral, que también otorga a China.

Una óptica para ver el vaso del cóctel geopolítico medio lleno a la que se apuntan los expertos del Economist Intelligence Unit (EIU), que piensan que la UE se verá forzada a resituarse en ese nuevo orden global. El despertar de Europa supondría que EEUU ejercería su pleno liderazgo en la OTAN, pero las decisiones e intereses de Alemania y Francia serían tenidos más en cuenta. Rusia ha vuelto a protagonizar el cartel de enemigo público número uno de la Alianza Atlántica. Pero Ucrania ha generado un impredecible sentimiento de unidad entre los aliados, pese a que puede acabar fragmentado en el futuro por intereses nacionales venideros. La divergencia transatlántica sobre el veto energético a Rusia muestra que el consenso sigue siendo difícil.

5.- Sin coordinación fiscal, no habrá recursos para la prosperidad. Este dictamen se esboza en el Fiscal Monitor, donde se critica la competencia fiscal y se aconseja una revisión más gradual y progresiva de las rentas personales. Además de dejar abierta la opción, dentro de una revisión a fondo de los modelos fiscales, de gravar temporalmente dentro del Impuesto de Sociedades los beneficios extraordinarios (caídos del cielo) a firmas que se han beneficiado de los estímulos fiscales por la pandemia -entre otras, farmacéuticas o las manufactureras, biotecnólogicas o de servicios sanitarios sin mencionar a eléctricas o a los bancos- como un mecanismo adicional para activar los «estabilizadores automáticos» con el que se deberían sufragar los esfuerzos fiscales futuros. Y valora, aunque le parezca insuficiente desde la óptica de la «necesaria coordinación tributaria internacional», el gravamen del 15% instaurado en el seno de la OCDE -a instancias de la Administración Biden desde el G-20- sobre las ganancias corporativas y que han elevado los ingresos en un 5,7%, porque podrían sumar otro 8,1% a las arcas estatales si se redujeran las deducciones que fomentan la competencia (o dumping) tributaria. Esta tasa global resulta, a los ojos del equipo de Fiscalidad del FMI, dirigido por Victor Gaspar, altamente recomendable, igual que la Google, sobre las cuentas de resultados de la big techs. Porque la homologación tributaria sería un magnífico pegamento para sostener la globalización, aducen.

La UE se verá forzada a resituarse en ese nuevo orden global

Un aspecto, los avances en armonización fiscal internacional, que quedaría en un limbo, en caso de decoupling. Con China sin haber logrado su estatus de economía de mercado, pese a ingresar en la OMC a comienzos de siglo, y liderando las acusaciones por supuesto dumping de precios y fiscal de sus productos en el exterior. Y con la Casa Blanca impulsando junto a sus aliados de la UE su retirada a Rusia, a la que se le concedió en los primeros años de Putin, cuando perteneció al G-8 y fomentando otra batalla geoestratégica con Pekín a cuenta de sus subsidios industriales y tecnológicos. En esta ocasión, como medida disuasoria ante cualquier maniobra de China de atentar contra la soberanía de Taiwán. Biden sopesa invocar la Sección 301 de su Trade Act, la misma a la que acudió Donald Trump para instaurar la guerra arancelaria con China en 2018, para investigar y denunciar las ayudas estatales chinas a sus empresas industriales y tecnológicas -de especial vocación exportadora- que, a juicio de EEUU, dañan su economía en beneficio de su gran rival geoestratégico, según avanzaban diarios como The Wall Street Journal.

FUENTE Publico.es https://www.publico.es/economia/fmi-senala-guerra-ucrania-impulsa-nuevo-orden-economico-geopolitico-mundial.html/amp

Especial para Dossier Geopolitico por: Mtro. Abner Munguía Gaspar Mexico

La llamada Operación Militar iniciada por Rusia el 24 de Febrero pasado ha logrado transformar el orden mundial en 60 días, toda vez que las declaraciones realizadas por el mandamás de BlackRock Larry Fink apuntan a que el proceso de globalización económica que logró expandirse a través de una clásica solución espacial capitalista cuando colapsó la Unión Soviética ha terminado, así lo declaró en una carta dirigida hacia sus principales clientes e inversionistas, mismos que son las principales empresas de la lista Forbes.

El periódico británico Financial Times retomó los principales argumentos de Fink para recalcar que el actual conflicto en Ucrania tiene grandes repercusiones económico-financieras, las cuales llevan a la totalidad del sistema económico mundial hacia una transformación donde la globalización económica llega a su final. El fin de la globalización implica que el sistema capitalista muestra perturbaciones para implementar una nueva solución espacial que le permita expandirse y generar un nuevo ciclo de acumulación. Lo anterior implica que Occidente no tiene las capacidades materiales o financieras para lograr mantener el esquema económico y de inversión que más ha favorecido a sus empresas en los últimos 30 años.

Siguiendo el esquema matemático de José Luis Rodríguez-Cabo investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM en su imprescindible libro “la guerra global de los capitales”, la guerra en Ucrania aceleró la tendencia de acumulación de capital en las empresas asiáticas que han sustituido con mucha celeridad a las empresas occidentales como los puntales de la acumulación global de capital.

La guerra de los capitales plantea que la lucha intercapitalista que se agudizó tras la caída de la Unión Soviética llegó a su climax y por tanto el sistema tiene que buscar una nueva forma de reorganizar la producción del espacio económico y principalmente el financiero, ya que la acelerada circulación de capital que gira alrededor de la dominación del dólar enfrenta tratativas financieras tanto de Rusia como de China por establecer mercados alternativos en la cotización de materias primas, las cuales para el caso particular de Europa el gobierno en Moscú ha demandado el pago de exportaciones de gas en rublos lo cual le aporta a Rusia la posibilidad no solo de romper las sanciones económicas impuestas por Occidente sino también de posicionar su moneda como un referente en la cotización internacional de materias primas, donde lo más importante es conectar el fortalecimiento de una moneda con una base de sustento material con lo cual se acelera el debilitamiento de las divisas de dinero Fiat, mismas que como en el caso del dólar tiene su principal fuerza en su demanda permanente en los mercados mundiales siendo así la base del comercio internacional.

La decisión del gobierno ruso para exigir un pago en rublos trastoca el orden monetario internacional establecido desde Bretton Woods, por lo cual es claro que la búsqueda de un cambio financiero y monetario internacional solo es posible mediante la combinación de elementos militares, estrategia nuclear y gran destreza en el cálculo financiero, conjunto de hechos que hasta ahora el gobierno de Vladimir Putin ha mostrado con gran fortaleza.

Lo anterior se relaciona con la dinámica militar del conflicto, toda vez que en dicha esfera es importante no perder de vista que la desinformación mostrada por los principales medios de comunicación occidentales han buscado mostrar que el ejército ruso se encuentra perdiendo la guerra, estrategia que se enmarca en el contexto  de la guerra de propaganda y de desinformación, misma que es importante de contrastar con los pronunciamientos del primer ministro de Inglaterra Boris Johnson quien en una reciente visita a la India aceptó que el ejército ruso puede “de forma realista emerger como el ganador de la guerra en Ucrania”, las declaraciones del primer ministro británico rompen con la narrativa de que Rusia se encuentra perdiendo la guerra.

Los objetivos militares planteados por el Presidente Putin en llevar a cabo una desnazificación y desmilitarización de Ucrania son fundamentales para comprender la dinámica de la guerra así como la forma en que Rusia ha llevado a cabo la organización y dominio territorial sobre Ucrania, ya que de acuerdo con Scott Ritter ex inspector de armas de destrucción masiva para las Naciones Unidas y quien en su momento también se desempeñó como oficial de infantería en el servicios de los Marines estadounidenses, considera que esos dos objetivos explican la dinámica del conflicto así como la forma en que Rusia prioriza sus objetivos militares, donde es de destacar el uso de armas hipersónicas lanzadas desde aviones MIG-31.

La aceptación de una derrota de Ucrania por parte del primer ministro Boris Johnson abre muchos cuestionamientos, principalmente porque ha sido la inteligencia británica la que ha estado detrás de varios de los episodios que han confrontado a Estados Unidos y Rusia, particularmente desde el ascenso de Donald Trump al poder y ahora que los demócratas regresaron a la Casa Blanca, ha sido la misma inteligencia británica la que ha desempeñado un papel muy importante, tanto con el asesoramiento de expertos en inteligencia militar así como en la preparación de los batallones de asalto que de acuerdo con la prensa rusa son asesorados por expertos británicos para la preparación de un ataque de falsa bandera para inculpar a Rusia por el uso de armas químicas.

Todo lo anterior nos lleva a plantearnos que Rusia mediante su operación militar en Ucrania ha logrado trastocar el orden internacional creado por los grupos globalistas occidentales, siendo de gran relevancia la eficacia de las tropas rusas en lo referente al control de los equipos de guerra biológica que han sido controlados en territorio ucraniano y que se encontraban bajo el control de inversiones llevadas a cabo por Hunter Biden quien de acuerdo con el periódico británico The Daily Mail las empresas Metabiota y Black & Vetch eran las columnas vertebrales de los proyectos de experimentación y armas biológicas que se desarrollaban al interior de los laboratorios de Departamento de Defensa de EEUU operados en suelo ucraniano. Es natural entonces que la respuesta de occidente haya sido tan emocional y reaccionaria contra Rusia ya que el presidente Putin mediante la operación militar en Ucrania ha logrado desactivar al menos por el momento el lanzamiento de una fase de probables ataques de armas biológicas en diversas escalas.

No obstante el envío de cuantiosas cantidades de armas occidentales hacia Ucrania presagian que el conflicto se puede prolongar de acuerdo con el propio primer ministro de Inglaterra hasta 2023, sin embargo la visita relámpago de los secretarios de Defensa y Estado de los Estados Unidos hacia Kiev en el último fin de semana hacen pensar que las operaciones sobre el terreno no marchan nada bien para las fuerzas neonazis ucranianas, siendo posible que Rusia pueda forzar una capitulación muy pronta de las tropas ucranianas, quizás por eso Suecia y Finlandia ya han iniciado un proceso de conversaciones para adherirse rápidamente en la OTAN (¿bajo presión de EEUU?), con el objetivo de ampliar el teatro de operaciones de la guerra hacia las fronteras de Rusia.

Sin embargo y a pesar de que se pueda concretar este proceso Rusia ya ha planteado su capacidad de respuesta por medio del lanzamiento de los misiles Sarmat, con lo cual busca proyectar sus capacidades de disuasión sobre toda Europa, esperemos que las decisiones de los globalistas en Washington no busquen incrementar el teatro de operaciones, sin embargo tal como lo plantea el ex oficial de inteligencia sueco Jacques Baud, entorno al conflicto en Ucrania se ha presentado un mal manejo por parte de los políticos occidentales que no han seguido los análisis de sus respectivos aparatos de inteligencia y se ha buscado agrandar la amenaza rusa como la justificación de guerras y circulación de armamentos en una guerra provocada desde occidente, el problema es que la dinámica belicista ya se ha iniciado y la terminación de la misma no se presentará hasta que una de las partes sea derrotada, en ese proceso es posible que se requiera la desnazificación de todo occidente porque a fin de cuentas los grupos ultranacionalistas de Ucrania recibieron el entrenamiento militar así como el equipamiento desde Occidente, por ello de acuerdo con John Mershaimer académico estadounidense y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Chicago el gobierno de Rusia percibió a Ucrania como un Estado de facto miembro de la OTAN ya que como unidad militar el ejército de Ucrania recibió todo el apoyo logístico, de entrenamiento así como equipamiento desde Occidente, lo cual lo convirtió en un objetivo militar legítimo. 

De no lograrse la paz en el corto plazo la búsqueda de la desnazificación de occidente puede ser un siguiente paso ya que como es sabido EEUU dio acogida a criminales nazis tras la segunda guerra mundial, quienes dieron forma a los servicios de inteligencia así como a ciertas agencias gubernamentales estadounidenses como la NASA, sin embargo la interconexión entre intereses empresariales con la implementación de un proyecto político-militar que glorifica al nazismo parece ser que regresa a Europa, justo cuando el capitalismo occidental atraviesa el inicio de lo que apunta a ser una gran recesión y quizás un escenario de hiperinflación, justo en dicha coyuntura el capitalismo occidental se vuelve más agresivo pero ahora en Ucrania se enfrentan las dos fuerzas que abogan por dos visiones de mundo completamente diferente, del resultado de la lucha emergerá el nuevo sistema internacional multipolar que eclipsa el fin de la globalización dominada por Estados Unidos. 

Por BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS

Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez

En el eje comunicacional del Atlántico Norte vivimos en una guerra de información sin precedentes. La conocí en Estados Unidos durante dos períodos. El primero, durante la guerra de Vietnam, que viví en su momento de crisis final (1969-1971), culminaría con la publicación de los papeles del Pentágono en 1971. El segundo momento fue la guerra de Irak, que comenzó en 2003, y la saga de las armas de destrucción masiva, un engaño político del que resultarían muchos crímenes de guerra. Sin embargo, en Europa nunca había asistido a este tipo de guerra de información, al menos no con la magnitud actual. Se caracteriza por la erosión casi total entre hechos y manipulación de las emociones y las percepciones, entre hipótesis o conjeturas y verdades incuestionables.

En el caso específico de la guerra de Ucrania, la manipulación pretende evitar que la opinión pública y los responsables políticos piensen y decidan sin demasiada presión en la única medida que ahora se requiere: la búsqueda de una paz duradera en Ucrania y en la región para poner fin al sufrimiento del pueblo ucraniano, un pueblo que en estos días comparte el trágico destino de los pueblos palestino, yemení, sirio, saharaui y afgano, a pesar de que sobre estos últimos pese el más profundo silencio. La guerra de la información pretende continuar la guerra de las armas mientras convenga a quienes la promueven. En estas condiciones, no es fácil luchar con los hechos y la experiencia histórica porque, desde el punto de vista de la guerra de información, explicar es justificar, entender es perdonar, contextualizar es relativizar. Aún así, vamos a intentarlo.

1 Para demonizar al enemigo es crucial deshumanizar, es decir, imaginarlo como si hubiera actuado criminalmente y sin provocación. Ahora bien, la condena firme e incondicional de la invasión ilegal de Ucrania (en la que vengo insistiendo desde mi primer artículo sobre el tema) no implica tener que ignorar cómo se ha llegado a esta situación. En este caso, aconsejo leer el libro publicado en 2019, War with Russia?, del profesor emérito de la Universidad de Princeton, Stephen Cohen, recientemente fallecido. Tras examinar con detalle las relaciones entre Estados Unidos y Rusia desde el final de la Unión Soviética y, en el caso de Ucrania, sobre todo desde 2013, Stephen Cohen concluye de este modo: «Las proxy wars [guerras en las que los adversarios utilizan terceros países para perseguir sus objetivos de confrontación bélica] son una característica de la vieja Guerra Fría, son pequeñas guerras en el llamado «Tercer Mundo». […] Rara vez involucraron personal militar soviético o estadounidense, casi siempre solo dinero y armas. Hoy, las proxy wars entre Estados Unidos y Rusia son diferentes, están ubicadas en el centro de la geopolítica y acompañadas por demasiados instructores y posiblemente combatientes estadounidenses y rusos. Ya han estallado dos: en Georgia en 2008, donde las fuerzas rusas se enfrentaron a un ejército georgiano financiado y entrenado con fondos y personal estadounidenses; y en Siria, donde muchos rusos fueron asesinados por las fuerzas anti-Assad respaldadas por Estados Unidos. Moscú no tomó represalias, pero prometió hacerlo cuando hubiera «una próxima vez». Si eso sucede, implicará una guerra entre Rusia y Estados Unidos. El riesgo de un conflicto tan directo sigue creciendo en Ucrania». Así se pronosticó en 2019 la guerra que actualmente martiriza al pueblo ucraniano.

2 Democracia y autocracia. En el lenguaje de Estados Unidos el mundo se divide en dos: democracias (nosotros) y autocracias (ellos). Hace tan solo unos años la división era entre democracias y dictaduras. Autocracia es un término mucho más vago que puede utilizarse para considerar autócrata a un gobierno democrático percibido como hostil, aunque la hostilidad no se derive de las características del régimen. Por ejemplo, en la cumbre por la democracia celebrada en diciembre de 2021, a iniciativa del presidente Biden, no se invitó a países como Argentina y Bolivia, que habían experimentado recientemente vibrantes procesos democráticos, pero que son menos receptivos a los intereses económicos y geoestratégicos de Estados Unidos. En contraste, se invitó a tres países que la Casa Blanca reconoció como democracias problemáticas (el término utilizado fue flawed democracies), con corrupción endémica y abusos de los derechos humanos, pero con interés estratégico para Estados Unidos: Filipinas, para contrarrestar la influencia de China, Pakistán, por su relevancia en la lucha contra el terrorismo, y Ucrania, por su resistencia a la incursión de Rusia. Las reservas en el caso de Ucrania eran comprensibles, ya que unos meses antes los papeles de Pandora habían dado detalles sobre las sociedades offshore del presidente Zelenski, de su esposa y sus asociados. Ahora, Ucrania representa la lucha de la democracia contra la autocracia rusa (que, a escala nacional, debe estar a la par con Ucrania en términos de corrupción y abusos de los derechos humanos). El concepto de democracia pierde, así, buena parte de su contenido político y se convierte en un arma arrojadiza para promover cambios de gobierno que favorezcan los intereses globales de Estados Unidos.

3 Amenazas. Según expertos de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), en 2020, el 40% de las fuerzas militares de Ucrania (un total de 102.000 miembros) eran milicias paramilitares de extrema derecha, armadas, financiadas y entrenadas por Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Francia y Suiza, con miembros de diecinueve nacionalidades. Desde que comenzó la guerra se les han sumado más elementos, algunos provenientes de Medio Oriente, y recibieron más armamento de todos los países de la OTAN. Por lo tanto, Europa corre el riesgo de tener en su seno un nutrido nazi-yihadismo, y no hay garantía de que su alcance se limite a Ucrania. En 1998, el exasesor de seguridad del presidente Carter, Zbigniew Brzezinski, declaró en una entrevista con el Nouvel Observateur: «En 1979, aumentamos la probabilidad de que la URSS invadiera Afganistán… y creamos la oportunidad de darles su Vietnam». No me sorprendería que este playbook de la CIA se esté aplicando ahora en Ucrania. Las recientes declaraciones del secretario general de la OTAN de que «la guerra en Ucrania podría durar meses o incluso años», combinadas con la noticia de Reuters (12 de abril) de que el Pentágono se iba a reunir con los ocho mayores productores de armas para discutir la capacidad de la industria para satisfacer las necesidades de Ucrania «si la guerra con Rusia dura años», deberían haber causado alarma entre los líderes políticos europeos, pero aparentemente solo los motivó a una carrera armamentista. Las consecuencias de un segundo Vietnam ruso serían fatales para Ucrania y para Europa. Rusia (que es parte de Europa) solo será una amenaza para Europa si esta se convierte en una enorme base militar estadounidense. La expansión de la OTAN es, por tanto, la verdadera amenaza para Europa, como dijo hace veinte años el insospechado Henry Kissinger.

4 Doble criterio. La Unión Europea, transformada en caja de resonancia de las decisiones estratégicas de Estados Unidos, defiende como expresión legítima de valores universales (europeos, pero no menos universalizables) el derecho de Ucrania a unirse a la OTAN, mientras Estados Unidos intensifica la integración (véase la US-Ukraine Strategic Defense Partnership, firmada el 31 de agosto de 2021), negando al mismo tiempo que sea inminente. Ciertamente, los líderes europeos no saben que Estados Unidos niega a otros países el derecho reconocido a Ucrania a unirse a un pacto militar; y si lo supieran, no habría ninguna diferencia, tal es el estado de letargo militarista en el que se encuentran. Por ejemplo, las pequeñas Islas Salomón del Océano Pacífico aprobaron un borrador de pacto de seguridad con China en 2021. Estados Unidos reaccionó de inmediato y con alarma ante ese proyecto y envió a altos funcionarios de seguridad a la región para detener la «intensificación de la competencia de seguridad en el Pacífico».

5 La verdad llega demasiado tarde. La guerra de información se basa siempre en una mezcla de verdades selectivas, medias verdades y mentiras puras y duras (las llamadas false flags) organizadas para justificar la acción militar de quienes la promueven. Estoy seguro de que en este momento está en curso una guerra de información tanto en el lado ruso como en el estadounidense/ucraniano, aunque, debido a la censura que nos fue impuesta, sabemos menos sobre lo que sucede en el lado ruso. Tarde o temprano la verdad saldrá a la luz. La tragedia es que siempre llegará demasiado tarde. En este convulso comienzo de siglo tenemos una ventaja: el mundo perdió su inocencia. Julian Assange, por ejemplo, está pagando un altísimo precio por habernos ayudado en este proceso. A los que todavía no han renunciado a pensar con cierta autonomía, les recomiendo la lectura del capítulo de Hannah Arendt, titulado «La mentira en política», del libro Crisis de la República publicado en 1971. Es una brillante reflexión sobre los papeles del Pentágono, una recopilación exhaustiva de datos (entre ellos, muchos crímenes de guerra y muchas mentiras) sobre la guerra de Vietnam, recopilación realizada por iniciativa de uno de los máximos responsables de esa guerra, Robert McNamara.

6 La pregunta que nadie hace. Cuando los conflictos armados son en África o en Oriente Medio, los líderes europeos son los primeros en pedir el cese de las hostilidades y la urgencia de las negociaciones de paz. ¿Por qué cuando la guerra está en Europa los tambores de guerra suenan sin cesar y ningún líder pide que se callen y se escuche la voz de la paz?

Fuente La Razon: https://www.la-razon.com/politico/2022/04/24/la-inconveniente-complejidad/

La milenaria República de La India es el tema central de la columna de geopolítica del Club de La Pluma, del director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, cuando ya se ha transformado en la segunda potencia más importante de Asia, a consecuencia de los profundos cambios en los poderes globales, mientras se confirma que el conflicto de Ucrania es definitivamente un enfrentamiento directo entre Occidente contra el mundo euroasiático en ascenso, siendo Rusia un eslabón clave a destruir por el poder anglosajón, en su desesperada carrera por evitar la debacle de su poder hegemónico.

Nuestro director también nos brinda una clase de historia, geografía, política y economía sobre esta joya cultural única que es la India, con sus 1.400 millones de habitantes. Nacida con los albores de la humanidad, es el séptimo territorio del planeta y una de las primeras potencias económicas del mundo. También fue “la perla” del imperio colonial británico y el sustento más importante de Inglaterra durante un siglo aproximadamente, hasta su abandono en 1949, cuando la dejó sembrada de conflictos latentes que germinaron con los años y que provocaron su partición y las actuales tensiones violentas a las que se enfrenta a lo largo de sus extensas fronteras.

También nos explica el comportamiento geopolítico actual de su dirigencia, que aspira a que la India sea un gigante con contrapeso propio, evitando ser herramienta del resto de potencias y si uno de sus principales socios comerciales. Entienden que su área de influencia directa es el Océano Índico y a través de él, el control de los pasos marítimos al golfo Pérsico y al Mar Rojo y de allí al Mediterráneo. Sin dejar de mirar hacia el África oriental, mientras que sus fundamentales ejes de la política exterior son las buenas relaciones con Estados Unidos, con Rusia y con China.

Además nos explica cómo La India se abstuvo de condenar a Rusia ni acató sanciones en su contra por el conflicto de Ucrania, lo que ha significado un importante gesto hacia Moscú, mientras mantiene una firme posición ante los embates y las presiones de EEUU e Inglaterra. En este caso, nos cuenta como los norteamericanos se han tenido que tragar recientemente su soberbia de mirar al resto del mundo, desde arriba del caballo.

Entre tanto, la India aplica políticas abiertas y pragmáticas para asegurarse la provisión de armamento militar desde todo el mundo, ya que es fundamental para asegurar su enorme territorio. Y en este aspecto, Pereyra Mele se explaya en la histórica relación que tiene con Moscú desde la época de  la URSS. También nos cuenta del desarrollo de su fortísima flota naval. Y destaca el espectacular aumento de las relaciones comerciales con China, que ya alcanzan niveles apabullantes y donde el comercio bilateral entre ambos supera los 125.000 millones de dólares.

Y concluye con que gracias a este conflicto entre la OTAN y Estados Unidos contra Rusia y sus aliados asiáticos, están saliendo a la luz todos estos profundos cambios globales y el ascenso de las nuevas potencias, que han llegado de manera increíblemente veloz y definitiva 

Eduardo Bonugli (Madrid, 24/04/22)

GEOPOLITICA DE LA INDIA
DIASPORA INDIA IMPORTANCIA GEOESTRATEGICA Y MILITAR DE LA INDIA

Por Eduardo VIOR TELAM

Lejos de alinearse contra Rusia, como exige Estados Unidos, el gobierno de Narendra Modi se beneficia de la confrontación entre Washington y Moscú incentivando su rol como actor global

Acosado por la crisis política en su país, Boris Johnson llegó este jueves 21 a Nueva Delhi, para forzar la adhesión de su excolonia a la coalición antirrusa. Arribó tres semanas después de la exitosa visita del canciller ruso, Serguei Lavrov, quien a principios de abril cerró en la capital india acuerdos provechosos para ambas partes y un mes tras la visita de su colega chino, Wang Yi, que distendió las relaciones entre ambos gigantes, muy tensionadas desde los choques en la frontera del Himalaya el año pasado. India quiere aprovechar la confrontación entre EE.UU. y Rusia, para proyectarse hacia la primera liga de la política mundial, pero el camino está plagado de escollos y su elite deberá hacer gala de suma prudencia para no pelearse con tirios ni troyanos.

Johnson llegó el jueves a India en visita de dos días y el viernes por la mañana fue recibido en la residencia presidencial de Rashtrapati Bhavan. Más tarde debía reunirse con el ministro de Relaciones Exteriores, Subrahmanyam Jaishankar, y con el primer ministro Narendra Modi. La relación entre Nueva Delhi y Londres fue elevada a Asociación Estratégica Integral durante una cumbre virtual el año pasado y el intercambio comercial entre ambos países se situó en 15.450 millones de dólares en 2019-20, con ventaja para la nación asiática. El Reino Unido es el sexto mayor inversor en India. Según funcionarios británicos, Boris Johnson aprovechará su estancia para impulsar el Tratado de Libre Comercio que vienen negociando desde principios de este año.

Durante su primera visita a India el primer ministro británico ofrecerá ayudar a su anfitrión a reducir su dependencia del petróleo y los equipos de defensa rusos y fortalecer la cooperación en materia de seguridad, tecnología y salud. Sin embargo, Gran Bretaña no tiene suficiente petróleo ni el tipo de equipamiento militar adecuado para vender a India. El Reino Unido era el tercer socio comercial del país asiático a principios de este siglo, pero el año pasado descendió al puesto 17 y no parece en condiciones de recuperar posiciones. Los mayores socios comerciales de India son Estados Unidos, China y los Emiratos Árabes Unidos.
Por las dudas, el portavoz del primer ministro británico ya avisó que Johnson se abstendrá de aleccionar a su colega indio. Las elites y las masas de ese país reciben mal los intentos moralizantes de los occidentales que ven como resabios de una mentalidad colonialista. No obstante, tratan a sus interlocutores con suma paciencia, porque necesitan las buenas relaciones con Estados Unidos, China y Rusia.

De los tres, Estados Unidos es el país más joven y poderoso. Las relaciones entre ambos países han oscilado a lo largo de la historia entre choques y acercamientos. Al atacar EE.UU. a Afganistán en 2001, la complicidad paquistaní con los talibanes llevó a Washington a estrechar sus vínculos con Nueva Delhi. Desde entonces las relaciones indio-estadounidenses se han desarrollado de forma bastante constante. Sin embargo, el pasado 11 de abril, cuando el secretario de Estado Antony J. Blinken y el de Defensa Lloyd J. Austin recibieron en Washington al ministro de Asuntos Exteriores de India, Subrahmanyam Jaishankar, y a su colega de Defensa, Rajnath Singh, Antony Blinken cuestionó la situación de los derechos humanos en India. Jaishankar respondió inmediatamente que su país también vigila la situación de los derechos humanos en Estados Unidos. Aunque Nueva Delhi ya había dejado en claro que su política exterior se basa en el interés nacional y Washington dice entenderlo, evidentemente la ideología puede más que el interés.

De Estados Unidos los indios necesitan dinero, tecnología y armas. Los estadounidenses, en tanto, quieren que India se convierta en un baluarte contra China, sin tener que invertir ellos fondos ni recursos. Para conseguirlo, intentan regularmente obligar a Nueva Delhi a pagar por el apoyo que le dan, a abrir totalmente su mercado a los productos y servicios norteamericanos, a participar en las iniciativas antichinas y a transformar su modelo de democracia, para adaptarlo a los estándares estadounidenses. Pero, cuanto más presionan, más se resiste India.

Por el contrario, tal como lo ve la elite del gigante surasiático, su país es ya por su propia existencia un contrapeso de China, por lo cual no tiene interés en complicarse la vida entrando en alianzas comprometedoras. El nacionalismo indio no quiere convertirse en un bastión antichino ni en un vasallo estadounidense, sino erigir un fuerte centro de poder asiático y mundial.

Si India se relaciona con Estados Unidos buscando el mutuo beneficio, su trato con China es mucho más complicado. Después de la independencia de India (1947) y de la liberación de China (1949) ambas potencias podrían haberse puesto de acuerdo, pero chocaron por un conflicto sobre el límite trazado por los británicos en 1911, librando en 1962 una guerra que India perdió. En los últimos 60 años indios y chinos no han resuelto la cuestión fronteriza ni superado el sentimiento de desconfianza mutua, pero han aprendido a comerciar con éxito. El año pasado el comercio bilateral entre ambos alcanzó un récord de más de 125.000 millones de dólares. Las exportaciones procedentes de Pekín aumentaron un 46,2%, hasta los 97.520 millones de dólares, mientras que los envíos en sentido inverso crecieron un 34,2%, hasta los 28.140 millones de dólares. O sea que el déficit comercial de India con China aumentó en 69.380 millones de dólares en 2021.

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India no busca derrotar a China ni recuperar los territorios perdidos en 1962, sino que Pekín la reconozca como centro de poder paritario. Esto, a su vez, implicaría que China acepte que India tiene una esfera de intereses regionales propia donde China no debe inmiscuirse. Sin embargo, hasta ahora, parece que Pekín no presta suficiente atención a su vecino del sur.

El comercio de Rusia con India es bastante modesto: apenas supera los 10.000 millones de dólares. Sin embargo, Moscú sigue siendo uno de los principales socios de Nueva Delhi. Esto se debe a tres factores: la antigua amistad, la cooperación en industrias críticas y las perspectivas futuras.

La Unión Soviética ayudó en la década de 1960 a India a llevar a cabo un programa de industrialización y a construir una potente industria pesada. Las centrales eléctricas diseñadas por ingenieros soviéticos e indios dieron energía a esta industria, las personas que estudiaron de los libros soviéticos se convirtieron en su reserva de personal y las armas suministradas por la URSS garantizaron su seguridad. La URSS fue neutral en la guerra chino-india de 1962 y apoyó a India en su guerra contra Paquistán en 1971. Estos viejos vínculos están todavía muy presentes en la consciencia nacional india. Durante décadas fue la principal abastecedora de armas del país asiático.

En el ámbito económico, Rusia mantiene sus posiciones en la esfera de la energía nuclear, pero va perdiendo terreno en el campo de la investigación espacial y la cooperación técnico-militar. En parte, las élites indias están tratando de diversificar los vínculos en áreas sensibles, para no repetir la situación de principios de los noventa, cuando tras el colapso de la URSS, India se quedó sin fuente de suministro de componentes para equipos ya adquiridos. Sin embargo, también hay que considerar la incapacidad de Rusia para ofrecer la tecnología y el equipo que India necesita y el creciente retraso del complejo militar-industrial ruso. No obstante, si se ponen en marcha determinados proyectos conjuntos (vehículos aéreos no tripulados, vehículos submarinos, aviación naval), la situación sólo podría revertirse.

No obstante las dificultades, en el proyecto indio de futuro, Rusia aparece como uno de los centros de poder amigos tanto como India en las construcciones geopolíticas de los dirigentes rusos. Ahora que el país eslavo ha perdido acceso a las inversiones y los mercados occidentales, India puede convertirse en punto de transbordo para las inversiones y los bienes occidentales que van a Rusia así como en un mercado para los bienes y la tecnología rusa. En este camino, hace tres semanas ambos países acordaron la venta de 3 millones de barriles de petróleo ruso diarios pagaderos en rublos y rupias. Después de Estados Unidos y China, India es el tercer consumidor mundial de petróleo, del que importa más del 80%. En 2021 compró a Rusia unos 12 millones de barriles de los Urales, lo que hace sólo alrededor del 2% de sus importaciones totales. En realidad, los mayores suministros del año pasado procedieron de Oriente Medio, de EE.UU. y de Nigeria.

Ahora, tras la invasión de Ucrania, hay menos compradores para el crudo ruso de los Urales y su precio ha caído. Aprovechando la coyuntura, entonces, la nación surasiática ha comprado tanto el emblemático Ural, que se embarca desde puertos del oeste, como un raro cargamento de ESPO del Lejano Oriente, habitualmente favorecido por China.

Ambas naciones han acordado asimismo la venta de carbón ruso. En marzo Nueva Delhi compró 1,04 millones de toneladas de las cuales dos tercios procedían de Siberia Oriental. Rusia es el sexto proveedor de carbón coquizable y térmico de India. En tanto, a finales de marzo el ministro del Acero de India, Ramchandra Prasad Singh, anunció que su país tiene previsto duplicar sus importaciones de carbón de coque ruso, un ingrediente clave en la producción de acero. Dijo que India estaba comprando hasta 4,5 millones de toneladas, pero no especificó a qué período se refería. En comparación, en 2021 la UE compró a Rusia 48,7 millones de toneladas de carbón térmico y coquizable, aumentando su volumen de suministro a 5 millones de toneladas al mes en el último tiempo antes de la guerra en Ucrania. Por lo tanto, el intercambio de carbón es muy provechoso para India, pero para Rusia sólo remplaza mínimamente las perdidas exportaciones a Europa.

En las últimas décadas las élites políticas indias han dominado el sutil arte de balancearse entre varios polos, aprendiendo a convertir las diferencias de otras grandes potencias en su beneficio. Si la actual confrontación por Ucrania continúa, empero, India va a tener serios problemas para compatibilizar su entendimiento con Rusia en el manejo de la turbulenta política de Asia Central con su alianza con Estados Unidos y Australia para vigilar el Océano Índico. Además, si Washington se recuesta en el gobierno surgido del reciente golpe de estado parlamentario en Paquistán e India continúa desarrollando su marina al paso actual, India se acercará aún más a Rusia e intentará remplazar a EE.UU. en el Índico. La guerra en Ucrania puede convertir a India en una potencia asiática de primer rango y en una firme aspirante a sentarse a la mesa del poder mundial, pero debe ser paciente y prudente.