Al incorporar a la Unión Africana (UA), el G20 toma en cuenta el retroceso de Occidente, el avance del Sur Global y la necesidad de concertación para resolver los graves problemas actuales

por Eduardo J. Vior analista internacional que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

Quizás el mejor resultado de la cumbre del G20 que se acaba de reunir en Nueva Delhi es que no haya pasado casi nada. La suave diplomacia india logró moderar el comunicado final, para que reafirmara el principio de la solución pacífica de los conflictos territoriales entre los países, pero sin condenar a Rusia. Se reivindicó la necesidad de un acuerdo global para combatir el cambio climático, pero no se acordaron medidas cuantificables. Se reclama un cambio en la gobernanza financiera mundial, pero no se avanzó en la condena a las prácticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM). El mayor éxito de la conferencia, empero, fue de naturaleza organizativa: la incorporación de la Unión Africana (UA) como miembro permanente del Grupo que ahora pasa a tener 21 integrantes. África es el nuevo gran actor regional en la gobernanza del mundo.

La Unión Africana (UA) celebró el sábado su 24º cumpleaños. Como regalo, la UA se convirtió el mismo día en nuevo miembro del Grupo de los 20 (G20). La UA fue admitida en la organización (que incluye a 19 de las principales economías del mundo y a la Unión Europea) en su reunión del sábado en Nueva Delhi.

“Damos la bienvenida a la Unión Africana como miembro permanente del G20 y creemos firmemente que su inclusión en el G20 contribuirá significativamente a abordar los retos globales de nuestro tiempo”, reza la declaración final de la cumbre. La incorporación de la UA es un gran éxito personal del primer ministro indio, Narendra Modi, que desde hace tiempo venía bregando por el ingreso de la UA a la organización.
Los miembros del G20 -que incluye a Estados Unidos, Rusia, India, China y la UE- representan alrededor del 85% del PBI mundial, más del 75% del comercio mundial y aproximadamente dos tercios de la población mundial. Sin embargo, el bloque ha perdido efectividad por la rivalidad entre Occidente, por un lado, Rusia y China, por el otro, y por el auge de nuevas instituciones multilaterales más representativas de naciones anteriormente marginadas.

La reunión del G20 se celebró pocas semanas después de que BRICS se reuniera en Johannesburgo (Sudáfrica) y anunciara su propia ampliación. Seis nuevos miembros (Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos) fueron admitidos en el bloque que se presenta como una alternativa para la gobernanza mundial.

El G20 se congregó, empero, también una semana antes de que en La Habana sesione el Grupo de los 77 más China (G77+China). Este foro de 134 países de todas las longitudes del Sur Global es el mayor grupo de coordinación intergubernamental dentro de las Naciones Unidas. Sus integrantes representan dos tercios de los miembros del sistema de la ONU y el 80 por ciento de la población mundial. Si bien no cuenta con representaciones regionales, como la próxima Cumbre del Sur (que el G77+China organiza a intervalos irregulares) debe realizarse en África, tendrá gran relevancia el nuevo peso de la UA.

Desde hace tiempo la Unión Africana aspira a desempeñar un papel más importante en los asuntos mundiales. En su Agenda 2063 -el proyecto y plan maestro del continente para transformar África en la potencia mundial del futuro- una de las siete aspiraciones “es que África se presente como actor y socio mundial fuerte, unido, resistente e influyente”.

Además de los intensos esfuerzos diplomáticos de la UA, su éxito en la adhesión al G20 se debió al creciente peso del continente en la economía mundial Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo UNCTAD, por su nombre en inglés), con la población más joven y de más rápido crecimiento del mundo, esta región del globo se está convirtiendo en un imán para los mercados y productos de consumo. Mientras tanto, la Área Continental Africana de Libre Comercio (ACFTA, por su nombre en inglés) ha desbloqueado aún más la vitalidad económica y el potencial de mercado de la región.

Desde su creación la UA ha contribuido significativamente a la paz, la estabilidad y el desarrollo del continente y ha acumulado una fuerza considerable. El organismo continental también ha coordinado eficazmente a sus 55 miembros, para hablar como uno solo en la escena internacional.

Además del peso específico que la organización continental ha adquirido, la conformidad de las potencias occidentales con la incorporación de la UA al G20 puede explicarse también por el temor a que, de lo contrario, el continente se vuelque completamente a la esfera de influencia ruso-china. 47 países africanos se han incorporado ya a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por su nombre en inglés), mientras que 40 países del continente establecieron acuerdos de distinta índole en la Cumbre Rusia-África de julio pasado en San Petersburgo.

La adhesión de la UA al G20 es de importancia mundial. El ascenso colectivo de los mercados emergentes y los países en desarrollo está cambiando radicalmente el panorama mundial. El Sur Global, incluidos muchos países africanos, ha perseguido constantemente la autonomía estratégica y se ha convertido en un actor indispensable en los asuntos internacionales. El ingreso de la UA al G20 ha dado un nuevo impulso a este proceso.
Al ceder posiciones en la redacción del documento final de la cumbre y aceptar la incorporación de la representación regional africana, Estados Unidos y sus aliados han hecho importantes concesiones, para asegurar la supervivencia del G20, aunque en el futuro sólo sirva como espacio de intercambios entre el Norte residual y el resto del mundo. La particular combinación de encuentros tan relevantes en poco más de dos semanas no es el resultado de una azarosa planificación de cronogramas diplomáticos, sino la puesta en escena del traspaso del mando mundial. En las tres instancias África tiene un lugar central.

Publicado por la Agencia TELAM

Ante la ausencia de los principales líderes euroasiáticos, la 18ª Cumbre de los países más desarrollados y emergentes amenaza convertirse sólo en una tribuna retórica

por Eduardo J. Vior analista internacional

El presidente Alberto Fernández viajará esta semana a Nueva Delhi, para participar en la 18ª Cumbre del G20, el devaluado foro de las naciones con el mayor PBI del mundo, que tendrá lugar en Nueva Delhi, India, el sábado 9 y el domingo 10 de septiembre con el lema“Una tierra, una familia, un futuro”. Desde su creación en 2008 este encuentro anual ofrecía la oportunidad para que los líderes del G7 y de los países emergentes debatieran y adoptaran acuerdos sobre la economía mundial. Sin embargo, el clima de cooperación entre las potencias se deterioró crecientemente desde 2014 hasta su ruptura el año pasado y las reuniones del G20 se convirtieron en asambleas declamatorias en las que los contrincantes se quejan del otro sin posibilidades de acuerdo alguno. Consecuentemente, los presidentes de Rusia y China han anunciado que este año no concurrirán y se harán representar respectivamente por el canciller y por el primer ministro. ¿Qué utilidad tiene participar en un encuentro de tan poca importancia?

India ocupa este año la presidencia rotativa del grupo. Antes la tuvo Indonesia y a partir del 1º de diciembre la desempeñará Brasil. Los puntos principales de la agenda para la reunión de este años son la financiación de iniciativas para sobrellevar el cambio climático, la aceleración del progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por la ONU en 2015, para cumplir la Agenda 2030, la transformación tecnológica y el desarrollo de la infraestructura pública digital y las medidas necesarias para que el desarrollo sea liderado por las mujeres, entre otros. Según diplomáticos indios, además, la Unión Africana podría ser incluida como miembro permanente en el G20.

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, comprometió su asistencia al encuentro, pero el presidente chino, Xi Jinping, se hará representar por el primer ministro Li Qiang y el ruso, por su ministro de Relaciones Exteriores Sergei Lavrov. Además de los jefes de Estado y de gobierno de los veinte miembros, otros diez países y representantes de once organizaciones internacionales y/o multilaterales están invitados al encuentro en Nueva Delhi. Sin embargo, llama mucho la atención la falta de invitación a representantes de organismos con orientación multipolar, como el Nuevo Banco de Desarrollo de BRICS, la Unión Económica Euroasiática (UEEA) o el G77+China.

Uno de los temas candentes de la cumbre será la reforma del sistema financiero internacional. Joe Biden instará a que en el FMI y el Banco Mundial se adopten reformas para acelerar y mejorar la asistencia a los países en desarrollo. Hablando con la prensa el pasado 29 de agosto el Asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, afirmó en la ocasión que ambos organismos de crédito deben ofrecer una mejor alternativa de apoyo al desarrollo y financiación frente a lo que calificó de “préstamos coercitivos e insostenibles” de China. El sesgo confrontacional de la propuesta indica su intención política.

Por su parte, en un intercambio mediático el jueves pasado en Washington Joe Biden declaró que esperaba que Xi Jinping asista a la Cumbre del G20. “Espero que asista”, dijo Biden, mientras algunos funcionarios estadounidenses sugerían que una reunión bilateral sería más probable en la conferencia de Cooperación Económica Asia-Pacífico (Apec, por su nombre en inglés) en San Francisco en noviembre.

Sin embargo, ni China ni Rusia aceptan que los norteamericanos les fijen la agenda. En primer lugar, la principal reforma de los organismos financieros internacionales que a los miembros de BRICS11 y del G77+China interesa discutir es la del gobierno de los mismos: éste debe ser paritario, reclaman, o por lo menos reflejar el poder económico real de cada uno de los países representados en los directorios de ambas instituciones. De nada servirá aumentar el capital del FMI y el BM, si no se revisan los criterios para el otorgamiento y seguimiento de los préstamos y los organismos no se abstienen de intervenir en la política de los países deudores.

En segundo lugar, la insistencia de la diplomacia norteamericana en mostrar a Xi Jinping como contrario al diálogo se contradice con la información circulante sobre los intensos contactos que ambos gobiernos vienen sosteniendo desde fines del año pasado. Cuando la negociación madure y se pueda mostrar un acuerdo en público, el presidente chino se avendrá a un encuentro bilateral con su colega norteamericano en el momento y el lugar que a ambos convenga. Las especulaciones de la prensa occidental al respecto son pura propaganda.

Previsiblemente, durante la cumbre se producirán entre los líderes occidentales y el ministro ruso Lavrov choques sobre la guerra en Ucrania. Probablemente también Washington critique a Beijing por las alegadas violaciones a los derechos humanos de las poblaciones de Xinjiang y Tibet. En este clima de disputa no es esperable que la cumbre alcance algo más que una declaración vacua y rimbombante. En cambio, quizás sirva de marco para discretos diálogos bilaterales a espaldas de las cámaras y los celulares.

En las cumbres de 2008 y 2009, durante la crisis financiera, las reuniones del G20 sirvieron para que los líderes acordaran una serie de medidas para rescatar el sistema económico mundial, pero las cumbres posteriores han tenido menos éxito como consecuencia de las tensiones entre las potencias mundiales. A diferencia de la ONU, donde se supone que el secretario general puede mediar entre las partes (aunque el poder de veto de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad ha paralizado la toma de decisiones), en G20 todo se sostiene sobre la confianza y el respeto entre los participantes.

Al degradar la cumbre a un foro de retórica, los líderes occidentales han vaciado de sentido las reuniones.

Mientras que la reciente cumbre de BRICS+ que terminó incorporando a nuestro país demostró la eficacia de un encuentro internacional entre países con modelos diferentes y hasta antagónicos, si se hace con respeto y sin ideología, no es previsible que la reunión de Nueva Delhi tenga más alcance que una huera declaración. Más vale hacerse la rabona a las reuniones plenarias y concentrarse en las bilaterales. Falta mucho para que vuelva a haber organismos multilaterales de concertación entre las potencias que compiten por el liderazgo mundial.

Articulo publicado por la Agencia TELAM

El periodista Federico Dal Cortivo entrevistó al Director de Dossier Geopolitico Prof. Lic. Carlos Pereyra Mele para la Revista Italiana de Geopolitica EURASIA fundada en el 2004, sobre la importancia del ingreso de Argentina a los BRICS y sus trascendencia en el Continentalismo Suramericano y el rol del Sur Global a partir del ingreso de los nuevos 6 miembros. Dossier Geopolitico

P – ¿Cuál es su visión de los BRICS?

R – Sin duda, el surgimiento de los BRICS +(Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) constituye el mayor y más trascendental proyecto geopolítico y geoeconómico global del siglo XXI, que marca el declive definitivo de la dominación anglosajona en los últimos años. Además, al NO ser un organismo ideológico pero SI geopolítico, posiciona a los países del Sur del mundo en el centro del escenario del poder mundial por su extraordinario poder económico, industrial y tecnológico y sus inmensos recursos naturales, mientras que los hegemónicos poder del último de los sucesivos imperios occidentales, que desde 1492 hasta hoy han colonizado, conquistado y destruido civilizaciones, pueblos y países de la llamada «periferia», imponiendo códigos y valores que con el tiempo han sido desenmascarados como hipócritas y contradictorios, además de servir sólo a sus propios intereses. 

Es así como los BRICS + , como organización multipolar, multilateral y multicultural de países muy diferentes, pero unidos por una vocación común de desarrollo económico pragmático, justo e independiente, marca un CAMBIO NO SÓLO HISTÓRICO, SINO TECTÓNICO DEL NUEVO MUNDO, imponiendo un sistema de multipolaridad en la gobernanza mundial , sepultando definitivamente la unipolaridad hegemónica autoproclamada por Estados Unidos a finales del siglo pasado, cuando los ideólogos del imperio dominante decretaron el «Fin de la Historia». Una predicción tan fallida como arrogante y triunfalista, que no duró 30 años. 

Además, con el gigantesco cambio que están provocando los BRICS+, se entrelazan tres continentes (África, América y Asia, sus países y pueblos), que son los “olvidados por el mundo rico”, permitiendo, entre otras cosas, que los asiáticos Las civilizaciones-ecumenes (en particular las chinas e indias) revierten el ostracismo de los últimos 150 años bajo el poder británico (que sigue siendo sólo una excepción en la historia) y devuelven a Oriente al punto de referencia global, como lo fue en la antigüedad. en la Edad Media y en gran parte de la modernidad.  

Permiten también la correcta visibilización del continente africano, de su propia civilización, de su historia, de su cultura y de sus pueblos, dando valor a su humanidad y a sus potencialidades, como mínima reivindicación de los siglos de dolor, sangre y pobreza. impuestas por los crueles imperios occidentales.  

Y además, reconocen la particularidad étnica sudamericana, derivada de la mezcla de pueblos e imperios precolombinos con los europeos que llegaron con la conquista y con las oleadas de emigrantes, que dieron origen a otra civilización particular y diferente, a pesar de que que los modelos occidentales siempre han tratado de aplastar sus raíces indígenas. Y como dijo el gran Vasconcelos mexicano, “nuestra raza cósmica es algo nuevo”. 

P – La reciente cumbre de los BRICS en Johannesburgo ratificó la entrada de seis nuevos estados –Argentina, Irán, Egipto, Arabia Saudita, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos– a partir del 1 de enero de 2024. ¿Cuáles cree que serán las repercusiones geopolíticas y económicas? ¿Esta ampliación anunciada hace tiempo en todo el mundo? 

R – En primer lugar, la ampliación de los BRICS, así como la larga lista de países en espera de ser miembros, demuestran el rotundo éxito político de la cumbre, que valida a la organización como el único valor creciente del mundo multipolar, al tiempo que demuestra su rápido desarrollo y crecimiento y las grandes expectativas que despierta en todo el mundo, excepto en el pequeño grupo de la llamada “comunidad internacional”. 

De hecho, prefiero dejar que algunos datos hablen por sí solos. 

Con esta ampliación, los BRICS reunirán a casi el 46% de la población mundial (un 4% más con la adhesión de nuevos países). 

Representarán el 36% del PIB mundial (según la paridad de poder adquisitivo, o PPA), el 25% de las exportaciones, el 40% de la producción total de gas y el 43% de la producción de petróleo.  

El ingreso de Argentina provocará que sume un 32,1% de las reservas de litio.  

China ya posee el 80% de las reservas mundiales de tierras raras, a lo que sumaremos el control del 63% del uranio enriquecido nuclearmente del mundo, con un 38% ruso y un 25% chino.  

Mientras que Estados Unidos importa desde Rusia el 25% del uranio quemado por sus 94 plantas. Y producen el 20% de la electricidad de Estados Unidos. 

 Y para no aburrirnos con más datos sobre la suficiencia de los recursos naturales y las reservas energéticas que recolecta, así como la creciente inercia de sus transacciones comerciales, el avance de las vías de comunicación e infraestructuras y el nacimiento de nuevas monedas que sustituyen al dólar. , agrego sólo el concepto político de que el avance de los BRICS + y el surgimiento del Sur Global es una realidad imposible de ignorar, a pesar de los esfuerzos de anglosajones y europeos. Digo lo mismo respecto de la evidente y prolongada retirada de todo Occidente. 

Estoy convencido de que desde el fin de la URSS en 1991 todo es una lucha geopolítica y no ideológica, por lo que la cumbre BRICS+ rompe el mito de que el Sur no hizo ni participó en la historia reciente de la humanidad. Por el contrario, se revierte definitivamente la condena de ser un área dependiente y periférica para el suministro de recursos naturales y humanos para el desarrollo capitalista y económico del mundo occidental. Todo esto se acabó. 

Por eso repito: no sólo estamos ante un cambio histórico, sino también un cambio tectónico. 

P – América Latina ya puede contar con dos grandes estados del BRICS como son Brasil y Argentina. ¿Cuáles son los posibles escenarios para el continente latinoamericano? ¿Ves en el horizonte la entrada de otras naciones?

R – Centraré mi respuesta en los países de América del Sur, ya que tanto América del Norte como América Central responden a sus propias coordenadas geopolíticas diferentes. Es obvio y no casual que la presencia conjunta de Brasil y Argentina en los BRICS+ es algo buscado y promovido por las potencias de la organización, en su estrategia de fortalecer el Sur del mundo e inducir un apoyo real a estos estados que actúe como contrapeso al poder de Estados Unidos.  

En otras palabras, estamos ante un escenario disputado entre el Norte y el Sur, y es fundamental que los dos países más importantes del subcontinente estén del lado de los BRICS+, mientras que el eje Brasilia – Buenos Aires, fortalecido por una relación comercial y relación histórica muy importante entre ambos países, es la mejor puerta de entrada posible para que otros países de la región ingresen a la organización con las espaldas cubiertas. 

Además, considerando que tanto Brasil como Argentina son países que sólo limitan con el Atlántico, una de las necesidades fundamentales de la región sería incorporar a los BRICS  países limítrofes con países que tienen costas con el Océano Pacífico, para asegurar una conexión marítima directa con Asia –la nueva capital del mundo– y hacer prácticamente de América del Sur una enorme isla bioceánica con todos los aspectos positivos que ello implicaría desde el punto de vista geoestratégico. 

Este proyecto es una vieja aspiración de ambos países que se remonta a mediados del siglo XX, cuando los movimientos populares y nacionales de Getulio Vargas en Brasil y Juan Perón en Argentina rompieron con la ecuación de autoaniquilación impuesta por Estados Unidos e instalada las bases de una cooperación transformadora e industrializada y proveedora de alimentos procesados ​​y minerales: que, a pesar de las trampas y golpes de Estado estadounidenses, dieron lugar al actual y fortísimo eje comercial y estratégico entre ambos países. 

Un capítulo importante de la historia que parece una reedición, gracias también a la incansable batalla del presidente Lula da Silva para preparar una etapa con más naciones incorporadas y con gigantescas oportunidades de futuro. 

P- Estados Unidos estableció con su “Doctrina Monroe” que América del Sur sería su “patio trasero” y lo es desde 1823. Como decía Simón Bolívar, “Estados Unidos parece destinado por la Providencia a someter a toda América con hambre y miseria en el nombre de la libertad”. En su opinión, ¿cuál podría ser la respuesta de Washington a corto y mediano plazo al incendio provocado por los BRICS en su patio trasero? 

 R – No tengo ninguna duda de que Estados Unidos hará lo que históricamente siempre ha hecho en su política exterior hacia América del Sur. Es decir, impedir el desarrollo al sur del Río Grande, boicotear cualquier alternativa de unidad de los pueblos americanos y recurrir a todas las herramientas, desde intervenciones directas por la fuerza, golpes suaves, ahogamientos financieros, sanciones, bloqueos, desestabilización social, terrorismo mediático, etc.  

Lo hicieron durante la Guerra Fría y lo hacen hoy con sus guerras híbridas. Se trata ni más ni menos que de la aplicación de la clásica doctrina Monroe: “América para los americanos”.

Y más ahora que sufre el vértigo de la debacle , lo que la hace aún más peligrosa, ya que sabe que no puede competir en la zona con inversiones o transferencias tecnológicas e industriales procedentes de China, India, el Sudeste Asiático o Rusia. . A lo que hay que sumar que los pueblos de la región están reconociendo el duro precio de la alianza con los anglosajones, que no pueden ofrecer nada más allá de sus planteamientos bélicos y que con el Sur Global pueden explotar su potencial y sus recursos. 

P- Argentina se encamina hacia las elecciones presidenciales del 22 de octubre de este año; el presidente saliente es el peronista Alberto Fernández. ¿Cómo fue recibido por la población su ingreso a los BRICS, quiénes son las fuerzas pro-BRICS además del partido peronista en el poder y quiénes son las fuerzas que se enfrentarán para llegar a la Casa Rosada? 

 R – Primero que nada, quiero aclarar que el actual gobierno argentino es una especie de coalición entre el peronismo y el progresismo de tipo europeo, siendo el presidente Alberto Fernández parte de este último sector.  

Y se sabe que el progresismo, o la izquierda occidental, no está influenciada por los BRICS, que odian a Rusia y detestan a China e Irán. En cambio, el peronismo, doctrinalmente una Tercera Posición, se adapta perfectamente a los postulados del Sur Global. 

En cuanto a la población, se puede decir que acogieron con gran satisfacción el ingreso de Argentina a los BRICS+, porque cualquier ciudadano de la calle sabe que nuestros dos principales socios comerciales –desde hace años– son Brasil y China, mientras que los que saben lo saben. de los obstáculos históricos que se imponen permanentemente a los productos alimenticios argentinos, tanto en Estados Unidos como en la UE. 

En mi opinión, creo que el gobierno nacional no ha comunicado muy bien este ingreso a BRICS+, ni el verdadero alcance e importancia del mismo. Además, aún no lo ha colocado como eje de la campaña para las elecciones presidenciales de octubre, dejando claro que las inquietudes y prioridades de los ciudadanos hoy son sobre todo soportar los efectos de una inflación que supera el 10% mensual.  

También es justo reconocer que el ejecutivo estuvo muy agobiado en negociaciones durísimas con el FMI debido a la deuda dejada por el anterior gobierno neoliberal y que sumió al país en una gravísima crisis económica. El propio gobierno cerró un acuerdo parcial con el FMI casi la misma semana en que se dio a conocer la invitación por la cumbre de Johannesburgo. Entonces todo está todavía en desarrollo. 

También quiero subrayar que diez días antes de la cumbre el grupo que dirigí, «Dossier Geopolítico», presentó un documento a gobiernos, líderes políticos y sociales, pidiendo que los dos ejes de nuestra política exterior sean la incorporación a los BRICS+ y el lanzamiento del proyecto “Sur Global” junto con Brasil. 

En cuanto a la oposición, los dos partidos claramente neoliberales, el PRO/UCR y los llamados libertarios, han rechazado el ingreso de Argentina al BRICS+ con una despiadada campaña de desinformación y confusión, ayudada por los grandes medios monopólicos, creando dudas entre la población con hipócritas y falaces argumentos de pseudomoralidad y enarbolando los siempre hipócritas “valores occidentales”. 

Pero en general, la mayoría de los argentinos entienden que BRICS+ es nuestra única salida a la actual crisis económica causada por la ideología neoliberal.

Publicado por la Revista Italiana EURASIA: Esta nueva revista de estudios geopolíticos es promover, estimular y difundir la investigación y la ciencia geopolítica en el ámbito de la comunidad científica nacional e internacional, así como sensibilizar acerca de las temáticas eurasiáticas al mundo político, intelectual, militar, económico y de la información. La perspectiva de EURASIA no pretende limitarse a las relaciones internacionales en sentido estricto, sino explorar también la cuestión fundamental referente a la influencia que ejercen sobre las “representaciones” geopolíticas pasadas y actuales, así como sobre los escenarios futuros, las relaciones culturales y espirituales entre los pueblos que habitan la masa continental eurasiática.

Sitio Web Italiano Ariannae Ditrice: https://www.ariannaeditrice.it/articoli/brics-e-america-latina

En el día en que se cumplen una década del lanzamiento de la Iniciativa de la Franja y la ruta, el sinólogo argentino Sebastián Schultz analiza que con el proyecto, China construye una “globalización incluyente” y asegura que en él América Latina “es una zona estratégica” que debe aprovecharlo impulsando la unidad continental.

Por Sebastián Schulz. autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

Septiembre de 2023 marca el aniversario de un hecho de gran trascendencia histórica y geopolítica. Uno de esos hechos que, vistos en perspectiva, marcarán un antes y un después en la historia de la humanidad. Hace diez años, un 7 de septiembre de 2013, durante una visita oficial a la República de Kazajstán, el presidente chino Xi Jinping anunció la propuesta de crear una serie de corredores económicos que emularan la milenaria “Ruta de la Seda”. Un mes después, en Indonesia, el presidente de la República Popular China extendió la iniciativa más allá de lo terrestre, y propuso crear una “Ruta de la Seda Marítima” que conectara los puertos (y, a través de ellos, a los pueblos) alrededor del mundo.

La denominación de “Nueva Ruta de la Seda” pretendía hacer un paralelismo con la histórica Ruta de la Seda de la época de Zheng He y Marco Polo. Durante más de mil años, China fue el centro del dinamismo económico del mundo, y a través de la “Ruta de la Seda” se transportaban productos exóticos, pero también se conectaban pueblos, civilizaciones, culturas, se compartieron conocimientos, principalmente entre Asia y Europa, pero también entre China y sus naciones vecinas. La nominación de “Ruta de la Seda” se la debemos a Ferdinand von Richthofen, alemán, ya que la seda era un producto sumamente preciado por los europeos. Pero la novedosa iniciativa de Xi Jinping no pretendía reconstruir “una ruta” ni tampoco comerciar específicamente seda.

A través de la idea de “Nueva Ruta de la Seda”, el gobierno chino pretendió presentar una nueva herramienta para el desarrollo a un mundo plagado de crisis y tensiones. La convocatoria estuvo orientada principalmente a los países emergentes y en desarrollo (el llamado “Sur global”), y recuperaba la idea de que el comercio era un componente central del vínculo entre los pueblos, de que el desarrollo de una nación estaba estrechamente vinculada al desarrollo de las otras, y que la paz y la estabilidad eran condiciones necesarias para garantizar la calidad de vida de los pueblos. Cuando hubo paz y floreció el comercio, pueblos y naciones coexistieron armónicamente, retroalimentándose a través de un diálogo sincrético entre civilizaciones. Cuando hubo guerra, crisis y falta de estabilidad, la histórica Ruta de la Seda mermó su importancia y los pueblos sufrieron las consecuencias.

La rebautizada “Iniciativa de la Franja y la Ruta” (IFR) nació al calor de un orden internacional en cuestión, caracterizado entre otras cosas por la pérdida de hegemonía de los Estados Unidos, el fin del unipolarismo y la crisis de legitimidad de las instituciones internacionales creadas por los acuerdos de Bretton Woods después de la segunda guerra mundial. A su vez, la IFR se propuso como una herramienta para ayudar a los países en desarrollo a paliar los impactos de la crisis económica y financiera global, la brecha de infraestructura, las crisis sanitarias, políticas, ecológicas, etc.

En medio de la proliferación de las tensiones globales, la República Popular China propuso al mundo la “Iniciativa de la Franja y la Ruta”, como una propuesta para reconstruir lazos comerciales, pero también sociales, políticos y culturales, entre pueblos y naciones distantes, pero las cuales son todas ellas pertenecientes a una comunidad de destino compartido para la humanidad.

Si bien originalmente la propuesta contemplaba 6 corredores que conectaban Asia, África y Europa, la Iniciativa de la Franja y la Ruta se ha expandido hasta incluir nuevas regiones geográficas, así como también ha diversificado sus dimensiones de cooperación. De este modo, desde hace algunos años se ha comenzado a hablar de una Ruta de la Seda digital, la Ruta de la Seda espacial e incluso la Ruta de la Seda Polar. Por otro lado, también se han mencionado otras variables de la iniciativa, como por ejemplo la “Ruta de la Seda de la Salud” (que ha ganado protagonismo en el marco de la pandemia de Covid-19), la “Ruta de la Seda verde”, entre otras. América Latina y el Caribe (ALC), en tanto, fue considerada por el gobierno chino en 2017 como una extensión natural de la Ruta de la Seda Marítima.

En líneas generales, la Iniciativa de la Franja y la Ruta es esencialmente un proyecto productivo sustentado en la economía real, que contempla el financiamiento para la construcción de vías ferroviarias, carreteras terrestres, aeropuertos, proyectos energéticos, parques industriales y puertos para agilizar el comercio entre los países involucrados. Lo cual no es menor, teniendo en cuenta el contraste entre la iniciativa de China y la creciente financiarización económica que atraviesa el Norte global, el aumento de la especulación financiera y las burbujas, y la proliferación de corridas cambiarias que afectan principalmente a las economías en desarrollo.

A su vez, podemos señalar dos características distintivas de la Nueva Ruta de la Seda. En primer lugar, la IFR no es un paquete cerrado, sino que es un proceso abierto que se define sobre la marcha y en el cual se pueden integrar todos los interesados para darle forma. La incapacidad de definir con precisión a la IFR y sus proyectos genera incomodidad en occidente, que busca siempre establecer blancos y negros a la hora de caracterizar las iniciativas extranjeras. Sin embargo, la IFR retoma el legado denguista de “cruzar el río tanteando las piedras”, es decir, se va redefiniendo a partir de las experiencias prácticas y se va enriqueciendo con la incorporación de nuevos proyectos.

Por otra parte, China explicita el espíritu de la Nueva Ruta de la Seda en términos sumamente abiertos, siendo los acuerdos comerciales no un fin en sí mismo, sino un medio para facilitar un desarrollo “centrado en las personas”. En este sentido, la IFR es mas bien una serie de principios que guían la cooperación que una enumeración de posibles proyectos. Firmando el Memorándum de Adhesión a la IFR, las partes se comprometen a circunscribir la cooperación a determinados principios básicos, como la búsqueda del beneficio mutuo, la no injerencia en asuntos internos, el respeto por los modelos de desarrollo nacionales, la amplia consulta, el respeto por la legislación local, la paz entre las naciones, entre otras. Mediante la IFR, China busca construir un nuevo tipo de relaciones internacionales, recuperando y actualizando los Principios de Coexistencia Pacífica emanados de Bandung, respetando la Carta de las Naciones Unidas y poniendo las necesidades de los pueblos en el centro de las políticas.

Así, mediante la IFR, China construye una “globalización incluyente”, también llamada “globalización con características chinas”, que consiste en crear corredores económicos, políticos y sociales que impulsen la cooperación entre pueblos y naciones en todo el mundo. Si la globalización neoliberal se caracteriza por priorizar la acumulación de capital en cada vez menos manos, la globalización incluyente busca potenciar las capacidades nacionales a través de la cooperación internacional. Si la globalización neoliberal busca homogeneizar las culturas y cosmovisiones a los parámetros de consumo occidentales, la globalización incluyente se realiza respetando la diversidad y la heterogeneidad de civilizaciones que coexisten en el mundo. Si la globalización neoliberal prioriza lo financiero y especulativo por sobre lo productivo, la globalización incluyente va de la mano de la economía real como vector del desarrollo.

Por ello, decimos que la IFR es una herramienta que aporta a la construcción de un mundo multipolar. Contrario a lo que se sostiene desde un sector de occidente, la IFR no busca crear un mundo “centrado en China”, sino un orden donde haya múltiples polos de poder conviviendo y cooperando en forma armónica y pacífica.

El fuerte respaldo internacional a la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda se expresó en la rápida aceptación que generó, principalmente, entre los países emergentes. Según datos del gobierno chino, en tan solo diez años, más de 150 países han firmado el Memorándum de Entendimiento para adherir a la iniciativa, se han impulsado más de 3.000 proyectos de cooperación y se ha destinado casi 1 billón de dólares en inversiones. A su vez, desde su creación, los proyectos de la IFR han ayudado a crear 420.000 puestos de trabajo y como consecuencia de sus políticas se ha sacado a casi 40 millones de personas de la pobreza fuera de China.

Entre los países que ya son parte de la IFR, 22 de ellos pertenecen a América Latina y el Caribe (ALC). Nuestra región es una zona estratégica para la IFR, en tanto representa el 13,6% de la superficie global, tiene una población de 640 millones de habitantes (más del 8% de la población mundial) y representa en su conjunto un PBI (PPA) de 12.5 mil millones de dólares, superior al de la India (el tercer PBI mundial). A su vez, ALC posee una de las principales reservas hidrocarburíferas del mundo (22% de las reservas de petróleo), es una de las principales regiones de producción de alimentos del mundo (es la tercera superficie mundial con mayor tierra cultivable, además de que es una de las más productivas), es una de las principales reservas de biodiversidad del mundo, una de las principales reservas de agua dulce del mundo y es una de las principales reservas de litio del mundo, mineral fundamental en la carrera tecnológica.

En este marco, la participación de ALC en la Iniciativa de la Franja y la Ruta representa una oportunidad para romper los lazos de dependencia que históricamente han ligado a nuestra región con los Estados Unidos, pensando en el desarrollo de un proyecto productivo industrial soberano y socialmente inclusivo. Por ello, no es casual la reacción norteamericana frente a la creciente presencia china en la región, y en este marco se encuentran los intentos de funcionarios y medios estadounidenses de sabotear los proyectos de infraestructura enmarcados en la Ruta de la Seda.

La reconfiguración del mapa de poder mundial es un hecho innegable en el orden internacional actual. El acercamiento entre China y América Latina y el Caribe es trascendental, y en este marco la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda tiene una importancia estratégica. Para aprovechar esta oportunidad, los países de la región deben impulsar la unidad continental, para construir los umbrales de poder necesarios para ser parte del nuevo orden internacional en formación.

Publicado en la revista web Dangdai

El colaborador de Dossier Geopolitico, Dr. Sergio Rodríguez Gelfenstein, autoriza la publicación de este artículo central sobre los 10 años del Proyecto de la Nueva Ruta de la Seda que se cumplen el 7/9/2023. Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolitico 

A 10 años de creada, la iniciativa china de la Franja y la Ruta de la seda muestra sus éxitos

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

Durante el año 138 (siglo II a.C), el emperador Wudi de la dinastía Han envió a Zhang Qian en misión diplomática a reconocer las zonas occidentales del imperio y el Asia Central. Fue el primer agente en proporcionar información confiable sobre esos territorios a la corte imperial china, ubicada en Chang´an. En el año 119 a.C., Zhang realizó un nuevo viaje, llevando esta vez, además a 300 acompañantes, miles de cabezas de ganado vacuno y ovino, así como ingentes cantidades de seda y otros obsequios que inauguraron una práctica de intercambio de enviados diplomáticos y viajes comerciales entre los gobernantes chinos y los del Asia Central.

Esto condujo a los emperadores de la Dinastía Han a construir caminos, albergues y postas a lo largo de esta vía, a fin de ofrecer alimentos, alojamiento y seguridad a los viajeros y comerciantes. Este fue el origen de la Ruta de la Seda, que comunicó el este y el oeste y a China con Asia Central y Europa, la cual, saliendo de la capital imperial, atravesaba la actual provincia noroccidental china de Gansu y la región autónoma uigur de Xinjiang, así como la parte central y occidental de Asia, culminando en el Mediterráneo.

En este sentido, la Ruta de la Seda es considerada un patrimonio de la humanidad, su creación, existencia y funcionamiento durante tantos siglos en la antigüedad es un testimonio de que los seres humanos pueden vivir en armonía aun perteneciendo a diferentes civilizaciones y que la guerra puede evitarse a favor de la paz. Diversas reliquias encontradas a través de su recorrido dan cuenta de cómo las civilizaciones árabes y europeas vivieron en armonía con la cultura china, a la vez que protegían sus características propias, sin perder su patrimonio por la comunicación establecida. También demuestra que las economías de los pueblos pudieron complementarse de manera beneficiosa para todos, a través del intercambio y el comercio.

2100 años después, el gobierno chino tomó, a partir de una nueva modalidad, la idea de reformular este proyecto. 

El anuncio sobre la intención china de reabrir la Ruta de la Seda fue hecho por primera vez por el presidente Xi Jinping durante una visita a Kazajistán, cuando impartió una conferencia en la Universidad de Nazarbayev en Astaná, el 7 de septiembre de 2013. Esta semana se conmemora el décimo aniversario de aquel acontecimiento.

Se trata de recuperar valores del pasado y transformarlos en código de conducta para las relaciones internacionales modernas. La vía terrestre de la Ruta de la Seda tendría uno de sus puntos neurálgicos más importantes en Urumqi, capital de la región autónoma uigur de Xinjiang, en el noroeste de China, convirtiéndose en el centro de transporte, finanzas y logística de la Ruta de la Seda, continuando hacia Asia Central y Europa. Desde hace 20 años, los países de Asia Central han revitalizado sus relaciones, lo cual ha permitido fomentar altos niveles de cooperación y amistad. Desde una perspectiva distinta a la que primó cuando varios de estos países pertenecían a la Unión Soviética se han impulsado vínculos en un marco de respeto y no injerencia en los asuntos internos, incluyendo a Rusia en esta perspectiva. Su pertenencia a la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) ha permitido reforzar la confianza mutua entre sus miembros. 

Este contexto hizo posible pensar en la creación de un enfoque innovador en materia de integración que condujera a construir conjuntamente la “Franja Económica de la Ruta de la Seda”, una magna obra que pretende generar bienestar a los pueblos que habitan a lo largo de su recorrido. 

Su proceso de edificación se ha vislumbrado como el desarrollo de áreas específicas que se irán interconectando paulatinamente en la medida del tiempo.

Según lo planteado por el presidente Xi Jinping, entre los objetivos que se propuso este proyecto se pueden destacar la posibilidad de contar con una comunicación estratégica y altos niveles de desarrollo económico entre las partes; crear condiciones para una conexión vial que facilite el transporte desde el Pacífico hasta el Báltico ampliando la infraestructura de transporte interfronterizo que enlace las diferentes regiones de Asia; hacer más evidente el comercio, explotando la magnitud y el potencial de mercados que sirven a cerca de 3 mil millones de habitantes y 50 millones de kilómetros cuadrados a lo largo de su trayecto; reforzar la circulación monetaria para hacer transacciones comerciales en moneda local, a fin de reducir los costos de circulación, aumentar la capacidad para eludir riesgos financieros, elevar la competitividad de la región en el escenario internacional y reforzar la comunicación entre los pueblos, fortaleciendo vínculos de amistad, intensificando los intercambios y solidificando el apoyo social a la cooperación regional.

De otro lado, en los últimos años China ha hecho esfuerzos especiales para vigorizar sus relaciones con los países de la ASEAN, con los que desde 2003 se estableció una asociación estratégica haciendo patente el interés de Beijing en edificar con estos países vínculos de confianza y buena vecindad, sobre todo por los conflictos aún pendientes en materia de delimitación marítima que China pretende resolver en la mesa de negociaciones. En el marco de la búsqueda de extender los espacios de colaboración, China ha considerado necesario ampliar su apertura a los países de la ASEAN. Además, elevó el nivel de la zona de libre comercio China-ASEAN y apoyó el desarrollo de infraestructuras en la región a través de las acciones del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII). Así mismo, se propuso construir un componente marítimo de la Franja Económica de la Ruta de la Seda, imitando el comercio que por esa vía se hizo en el sudeste asiático desde la antigüedad.

La ruta marítima actual seguiría el itinerario utilizado en la antigüedad que conectaba los puertos del sur de China al sudeste de Asia, India, Arabia y África para comerciar con seda, porcelana, té y especias desde Guangzhou a los países del Golfo Pérsico, la cual también fue transitada en el siglo XV por el Almirante Zheng He. Ahora, China se propuso reconstruir esta vía en una nueva Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI. El puerto de Kuantan, en la costa oriental de Malasia peninsular, sería uno de los puntos estratégicos, por ser el centro económico de la costa este de ese país y la ciudad más moderna de su litoral.

Es menester decir que la respuesta de Estados Unidos no se hizo esperar, al proyectar el “Corredor Económico Indo-Pacífico (IPEC) en 2013 con objetivos similares y en clara competencia con China, lo cual plantea un nuevo escenario de confrontación.

La réplica estadounidense da cuenta de la importancia que este país le concede a la iniciativa china, que es expresión de un mecanismo de integración que servirá para promover una civilización sustentada en una filosofía ecológica a fin de alcanzar un desarrollo sostenible. Ambas rutas (la terrestre y la marítima) denominadas también “un cinturón, un camino” incluyen a casi 100 países, costarán alrededor de un trillón de dólares financiados básicamente por el BAII y se ejecutarán en un plazo de tres o cuatro décadas. De la misma manera ha estado actuando como financista el Fondo Económico de Inversión de la Ruta de la Seda, patrocinado por Beijing con un fondo de 50.000 millones de dólares.

Desde la perspectiva europea, Alemania parecía mostrar el mayor interés en el proyecto de la Ruta, sin embargo la guerra en Ucrania paralizó muchos de los proyectos. La línea férrea internacional entre Chongqing-Xinjiang en China y Duisburgo, el principal puerto fluvial y mayor centro siderúrgico de Europa, ubicado en la gran zona industrial donde confluyen los ríos Ruhr y Rin en el país germánico, podría considerarse un adelanto de la nueva ruta. Antes del conflicto, Alemania también miraba hacia el este en una zona que conforma su “hinterland geográfico natural oriental”, entre los que se encuentra de manera especial Rusia.

Respecto a Europa, hay que agregar que el proyecto presentaba dos corredores terrestres fundamentales. Por una parte, la red de ferrocarril norte, la más extensa del mundo, que parte de China y pasaba por Kazajistán, Rusia, Bielorrusia, Polonia y Alemania, de donde se distribuiría hacia otros puntos en toda Europa; y de otra, la sur, que atraviesa Asia Central y entra en Irán para dirigirse hacia Europa, pasando por Turquía. La guerra ha cambiado radicalmente esta perspectiva

Para comenzar a operativizar este proyecto, durante los días 14 y 15 de mayo de 2017, se realizó en Beijing un foro con participación de gobiernos de 29 países además de China y la presencia de delegaciones de más de un centenar de naciones y entidades internacionales interesadas en el asunto. El evento permitió mostrar que desde el lanzamiento del proyecto por el presidente Xi en 2013, China ya había invertido más de 50 mil millones de dólares en los países de la Franja y la Ruta; se crearon 56 zonas de cooperación económica comercial, lo cual había generado 1.100 millones de dólares de ingreso fiscal y creado 180 mil empleos, mientras que el comercio entre China y los países a lo largo de la Franja y la Ruta totalizó 913 mil millones de dólares en 2016.

Este proyecto ha permitido reducir la pobreza, asunto específico en el que China propuso 100 proyectos de inversión. 

En el área marítima, China firmó acuerdos de cooperación con Tailandia, Malasia, Camboya, India, Pakistán, Maldivas y Sudáfrica, llevando a cabo una conexión estratégica con muchos de los países a lo largo de la Ruta, estableciendo así una amplia asociación cooperativa alrededor del océano. En este evento, el canciller chino Wang Yi dijo que este proyecto se ha convertido en el bien público más importante que China ha aportado al mundo, sin que eso le permita considerarlo una obra filantrópica, sino que se está haciendo a partir de la idea de ganar-ganar.

En el ámbito global, el proyecto chino se expone como un intento novedoso de llenar el vacío que deja Estados Unidos  al abandonar el acuerdo de asociación transpacífico y el trasatlántico rechazado por Europa y después de haberse aprobado el Brexit en Gran Bretaña, lo que en su conjunto tendía a un aislamiento de China en un contexto en el que Estados Unidos todavía tiene gran dominio de las vías marítimas por la que transita la mayor parte de las mercancías en el globo tras acuerdos firmados al finalizar la segunda guerra mundial en el Mar de China, el sudeste de Asia, el Estrecho de Ormuz y el mar Rojo.

El proyecto de la Ruta vendría a ser una respuesta a la necesidad de China de superar su déficit de materias primas y energía para cumplir con sus planes de desarrollo: Para ello, Rusia se ha transformado en una gran aliada tras los intentos occidentales de bloquearla y sancionarla, pudiéndose complementar en los ámbitos militar, económico, energético, financiero y de transporte. Otra mirada muestra a China en un proceso constante de desarrollo que le permite comenzar una proyección al exterior desde una dimensión distinta: estimulando el crecimiento de sus áreas menos desarrolladas y buscando mercados para colocar sus productos excedentarios.

Uno de los países priorizados es Pakistán, donde China está ampliando y modernizando el puerto de Gwadar, que vendría a funcionar como “su puerto principal” para el intercambio comercial de Xinjiang y el oeste del país en general, alejado por decenas de miles de kilómetros de las terminales marítimas de la China oriental, evitando además el paso de estas mercancías por el Estrecho de Malaca, punto neurálgico del comercio marítimo en Asia y donde China no tiene ninguna capacidad de control.

Además, el proyecto contempla ampliar la Carretera del Karakoram que une ambos países. En este sentido, los países de la ASEAN han valorado altamente este proyecto por los grandes beneficios que esta trayendo para los 10 miembros de esta asociación, especialmente en el terreno de la infraestructura, sobre todo para cumplir el Plan Maestro de Conectividad de la ASEAN que está necesitado de una cantidad enorme de capitales, que la Conferencia de Naciones Unidas para Comercio y Desarrollo (UNCTAD) ha cifrado entre 60 mil y 146 mil millones de dólares anuales hasta 2025 

Con esta iniciativa, China se vincula al plan maestro de la ASEAN y reitera su voluntad de jugar un papel activo en la construcción y actualización de infraestructura física en la subregión, , lo cual redundará en un motor de desarrollo y prosperidad, como señalaron diferentes funcionarios, académicos y especialistas en un evento sobre el tema realizado en Phnom Penh, capital de Camboya, durante el mes de noviembre de 2017.

Si se aúnan los proyectos realizados en Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Pakistán y Camboya a la llegada de la Ruta de la Seda a Rusia y Mongolia y la declaración conjunta de los presidentes de China y Rusia orientada a impulsar proyectos de infraestructura en países de la Unión Económica Euroasiática,  se puede afirmar que ha dado inicio a una dinámica que va a cambiar una parte importante del mundo, toda vez que la conexión de China con Asia Central, del Sur y Occidental, y con  Europa, creará un flamante mecanismo  de cara al futuro, acercando a dos continentes y a zonas urbanas muy amplias que desempeñan un papel relevante en China y pronto lo harán en otras zonas del planeta.

A diez años de creada, la iniciativa de la Franja y la Ruta muestra cifras que dan cuenta de su éxito. Según Zheng Shanjie, jefe de la Comisión Nacional China de Desarrollo y Reforma, el país ha firmado más de 200 documentos de cooperación con 152 países y 32 organizaciones internacionales, cubriendo el 83% de los países con los que China ha establecido relaciones diplomáticas. El Ferrocarril Expreso China-Europa ha llegado a 211 ciudades en 25 países europeos, y el Nuevo Corredor Comercial Internacional Tierra-Mar ha conectado las regiones central y occidental de China con más de 300 puertos en más de 100 países.

El funcionario señaló que “de 2013 a 2022, la importación y exportación de bienes entre China y los países a lo largo de la Franja y la Ruta aumentó un promedio de 8,6 % anual”, añadiendo que “su inversión acumulada en ambos sentidos ha superado los 270.000 millones de dólares”. 

Esto permitió crear 421.000 empleos locales durante la última década, estimándose que para 2030, la construcción conjunta de la Franja y la Ruta habrá ayudado a sacar a 7,6 millones de personas de la pobreza extrema y a 32 millones de personas de la pobreza moderada en los países pertinentes.

En opinión de Victoria Kwakwa, vicepresidente del Banco Mundial para la región de Asia Oriental y el Pacífico: “Con la Iniciativa del Cinturón y la Ruta, China ha introducido una nueva forma de cooperación multilateral para el mundo. Esta prometedora iniciativa tiene como objetivo profundizar la integración económica mejorando el comercio, la infraestructura, la inversión y la conectividad entre personas, no solo a través de las fronteras, sino también a escala transcontinental”.

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Los golpes de estado en África  están derribando la estructura neocolonial instalada por Occidente -especialmente por Francia- para el libre usufructo de sus recursos naturales, mientras la población ha entendido que soplan nuevos vientos globales que les pueden permitir alcanzar unos justos niveles de desarrollo y de bienestar.

Así aborda Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico el tema central de su columna del Club de La Pluma, quién sintetiza la actual situación, con un poema africano que dice ”… allá por la década de 1960 nos dieron una fotocopia de la independencia de nuestros países. Hoy, en el siglo XXI, venimos a por el documento original.

AUDIO:

Y explica que se trata de una profundísima transformación, que se extiende como un reguero de pólvora por el continente africano, como parte del cambio tectónico global liderado por los BRICS+, que pone fin a 200 años de encerronas del mundo occidental para el saqueo de recursos de los países de la periferia, y en consonancia con las doctrinas antiimperialista y anticolonialista fijadas por la cumbre África Rusia de hace un mes en Moscú. Mientras que este proceso también es una respuesta positiva a la estrategia china en el continente, quién en paralelo al negocio mixto de transformación de sus riquezas básicas, concreta inversiones y proyectos para el desarrollo de la región y de su población. Todo lo contrario de lo hecho por Occidente durante siglos.

 Y al respecto, denuncia la hipocresía de Europa que hoy se rasga las vestiduras por una democracia que nunca existió ni permitió en África, instalando por décadas, diferentes modelos de oligarquías corruptas, debidamente actualizadas, para servir a los intereses de las multinacionales occidentales, a la par que generaba dolor y miseria en el pueblo autóctono. Y señala a Francia como el más “escandaloso de los colonialismos” mientras se arroga los famosos valores de la Revolución Francesa.

También analiza otros puntos claves como:

  • La secuencia de los golpes de estado con esta motivación desde el año 2020.
  • Un detallado informe de los países y sus recursos, cuyo acceso está perdiendo Europa, y que es el único motivo real de la agresividad y las amenazas que profieren desde el viejo continente.
  • Un profundo análisis de las motivaciones y de las condiciones objetivas que han desatado esta cadena de golpes de estado.
  • La evidencia de la situación caótica que esto crea en Europa, en detrimento de sus capacidades tecnológicas, industriales y científicas, que la llevan a la decadencia y a la pérdida de su poder histórico.

Finalmente, Pereyra Mele, reflexiona que estos cambios tectónicos marcan velozmente el fin del dominio occidental de hace cinco siglos sobre sus antiguas colonias que dicen: ¡¡ BASTA !! Y reclaman una independencia real y la igualdad entre las naciones del mundo.

Eduardo Bonugli (Madrid, 03/09/23)

Mapa de los países miembro de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), incluidos aquellos sancionados tras un golpe de Estado – AFP / AFP / NALINI LEPETIT-CHELLA

En una magnífica master class de Francisco Javier Martinez en el Canal de “Detrás de la Razón” que conduce el afamado periodista mexicano Roberto de la Madrid, analiza las circunstancia los beneficiarios y los claroscuros de la desaparición física del jefe del Grupo Wagner: Yevgueny Prigozhin, que incita a la reflexión

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

Los acontecimientos a la vista hacen evidente que Rusia, a pesar que no ha logrado aún obtener plenamente los objetivos originalmente planeados, va imponiendo su lógica en el conflicto en Ucrania. Y tal vez ese sea el resultado final que habrá de producirse, es decir Rusia terminará ganando la guerra sin obtener todas las metas que se había propuesto.

Para Rusia, la amenaza que en algún momento significaba que Ucrania se incorporara a la OTAN, ahora ha sido sustituida por la amenaza que encarna la decisión de la organización guerrerista occidental de derrotar a Moscú, producir un cambio de régimen e incluso, desintegrarla.

En este sentido, para Rusia, este diferendo, que la obligó a realizar una operación militar especial en salvaguarda de su soberanía e integridad territorial, se ha transformado en un conflicto existencial. Por ello, a partir de los objetivos iniciales que condujeron a la incorporación de cinco provincias de mayoría ruso parlantes que pertenecieron a Ucrania: Crimea, Donetsk, Lugansk, Jerson y Zaporozhie,  que aun sin haber recuperado su territorio a plenitud, conforman el 23% del territorio anterior de Ucrania, se ha pasado a la posibilidad de que Rusia se proponga  ocupar otras 4 provincias, también de mayoría ruso parlante: Odessa, Nikolaiev, Dniepropetrovsk y Járkov que junto a las anteriores configurarían un total de 43% de lo que fue Ucrania.

Esto transformaría a ese país en un Estado disfuncional, no solo porque perdería su salida al mar, sino que también porque Polonia, Hungría y Rumania reclamarían territorios ancestralmente propios, habitados por minorías de esos países.

Para Occidente ha quedado claro que la continuidad de la expansión de la OTAN que comenzó en 1999, siguió en 2004 y pretendió continuar en 2008 con la entrada de Georgia y Ucrania a la organización, no está ni estará exenta de dificultades, como lo atestigua el actual conflicto.

Occidente, que en 2010, en la Cumbre de la OTAN en Lisboa habló de una nueva fase de cooperación con Rusia e incluso de crear una “verdadera asociación estratégica”, ahora supone a Moscú como un enemigo peligroso al que hay que contener y debilitar. Hoy Europa y Estados Unidos consideran a Rusia una “amenaza existencial”. Por eso su apuesta de “todo o nada”. Para Washington la situación es aún peor. Está en juego su credibilidad y su capacidad de proteger. Una derrota en Ucrania tendrá repercusiones estratégicas.

La OTAN no solo perdería el aval de ser una organización que aporta seguridad, sino que el maniqueo discurso de sus líderes en torno a que están librando una confrontación entre “jardín y selva” como la definió Josep Borrell,  Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad o entre “democracia y autocracia” como lo manifestó el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quedaría en entredicho.

En este marco, su objetivo es derrotar a Rusia, debilitándola hasta el punto de que deje de ser una potencia, desmembrándola y desarticulando su capacidad de ser un actor internacional importante y un protagonista del mundo del mañana.

En el contexto, Ucrania ha dejado de jugar un papel principal. Su función es secundaria. En este momento, para Kiev, lo único que cobra valor es una victoria militar, la derrota de Rusia y su expulsión de los territorios que Moscú ha reivindicado como propios después de los referéndums realizados en septiembre de 2022. Kiev ve la salvación y por supuesto el futuro de su existencia en la incorporación a la OTAN y a la Unión Europea, para que así, en los hechos pueda ser un “país occidental”.

Analizado de esta manera , este conflicto está en punto muerto hasta que se produzca la victoria de uno de los contendientes. Hoy, la confrontación ha llegado a un punto de suma cero que encara un “todo o nada” existencial en el que la ocupación de territorios a la viaja usanza dejó de ser relevante para dar paso a la búsqueda del desgasta del enemigo. Es verdad que la guerra se libra en el campo de batalla, pero como nunca antes en la historia,  ahora hay que valorar también que se están enfrentando la capacidad económica del Estado ruso vs. la capacidad económica de Occidente, el potencial productivo de armamentos y municiones de Rusia vs. el de Occidente y la competencia de cada parte para la movilización, capacitación y puesta en plena disposición combativa de las tropas. No hay que olvidar que “ la guerra es la continuación de la política” y que “la política es la expresión concentrada de la economía”.

Y en esta lógica, Rusia ha sacado la mejor parte y está ganando la guerra. Ha fortalecido sus líneas defensivas hasta hacerlas impenetrables. Ucrania ha pagado un alto costo. Se calcula en 45 mil las bajas definitivas desde el comienzo de la “contraofensiva” hace tres meses, cifra a la que hay que agregar decenas de miles de heridos y un número muy alto de armamento y equipos destruidos en el intento frustrado de vulnerar el sistema de defensa creado por Rusia. La llamada “contraofensiva” ucraniana ha sido un total fracaso, hoy ya aceptado por líderes políticos y sobre todo militares, medios de comunicación y tanques de pensamiento occidentales.

La abrumadora superioridad rusa sobre Ucrania en cuanto a la potencia de fuego (misiles, artillería y aviación) y su preminencia en relación a la capacidad de movilización de tropas, han establecido una distancia muy difícil de superar. Ni siquiera el mil millonario apoyo económico, financiero, y logístico de Occidente ha podido cambiar la ecuación.

El resultado de la guerra vendrá dado por los efectos del desgaste, las capacidades logísticas, de armamento, equipos, por las potencialidades que se tengan para la reposición del recurso humano, pero también por las posibilidades de la economía y la industria de armamento donde la supremacía de Rusia es muy evidente.

Las guerras terminan con un armisticio, una negociación o una derrota y rendición de una de las partes. En la situación actual no hay posibilidad alguna de llegar a un tratado de paz. Las acuerdos que se hubieron podido hacer a partir de los Protocolos de Minsk en 2014 o las negociaciones ruso-ucranianas de marzo del año pasado, ya no son posibles. En uno y otro caso fueron torpedeadas por Occidente y utilizadas para fines que nada tenían que ver con la paz. Los objetivos de los dos bandos en pugna son absolutos al tiempo que cada parte entiende que está en juego su existencia.

Hoy, el tema territorial es irreconciliable, lo cual amenaza con una guerra larga que terminará con la derrota y rendición de una de las partes (muy presumiblemente de Ucrania, dado el estado de su economía). Todo ello traerá consecuencias para los contendientes, para la región y para el mundo.

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Por Aleksandr Dugin

Lo ocurrido en la XV Cumbre de los BRICS en Johannesburgo es verdaderamente histórico. Aunque el Presidente de Rusia, fundador de los BRICS, no haya participado en ella, no deja de ser un punto de inflexión en la historia moderna. El orden mundial está cambiando ante nuestros ojos. Repitamos el significado de los cambios tectónicos en curso.

Inicialmente, «BRIC» era un acrónimo de cuatro países -Brasil, Rusia, India, China- que el economista Jim O’Neill propuso en 2001 para resumir las características de países con economías en activo desarrollo que pretenden alcanzar al Occidente desarrollado en una serie de parámetros fundamentales. En este sentido, los países BRIC han pasado a entenderse como lo que Immanuel Wallerstein denominó «países semiperiféricos». En la concepción del sistema-mundo de Wallerstein, el mundo se dividía en tres zonas:

  1. El núcleo (el Occidente rico),
     
  2. La semiperiferia (es decir, los BRIC), y
     
  3. La periferia (el Sur pobre).

El propio Wallerstein, en el espíritu de la ideología trotskista, predijo el colapso de los países de la semiperiferia. Las élites, en su opinión, se integrarían en el sistema occidental (un ejemplo típico es la oligarquía rusa, así como los magnates financieros de la India y en parte de China). Y las masas oprimidas y arruinadas por estas élites se verían obligadas a deslizarse hacia el proletariado mundial, es decir, a igualarse con la periferia. En este concepto, la migración mundial es el principal motor de esta estratificación de la semiperiferia en una élite colonial que aspira a convertirse en el núcleo (es decir, a unirse a Occidente) y una subclase internacional, donde los emigrantes laborales se igualarán y mezclarán con la empobrecida población local.

Otra definición de los países BRIC es la de «segundo mundo». De nuevo, el «primer mundo» es el Occidente rico y el «tercer mundo» son los países irremediablemente atrasados. El «segundo mundo» es estrictamente intermedio: viven mucho mejor que el tercer mundo, pero están muy por detrás del «primer mundo».

Así que los países BRIC dieron muestras de autoconciencia y en 2006, por iniciativa del presidente ruso Vladimir Putin, decidieron formar un club de países del «segundo mundo» o «semiperiféricos».

Resultó que los BRIC se basaban en cuatro civilizaciones:

  1. Brasil, que es una civilización distintiva de Iberoamérica;
     
  2. Rusia-Eurasia (al fin y al cabo, los eslavófilos y euroasiáticos entendían Rusia como una civilización independiente, un estado-mundo);
     
  3. India y;
     
  4. China, cuya identidad civilizaciones y antigüedad no plantean ningún interrogante.

Así que resultó que los países de la semiperiferia o del segundo mundo no son sólo un cierto nivel de desarrollo económico o una etapa en el camino de la modernización según las líneas occidentales, sino civilizaciones antiguas y bastante distintivas. Así, muchos vieron la creación del BRIC como un club multipolar y, por tanto, como una confirmación de la razón de Samuel Huntington, que predijo un retorno a las civilizaciones y un sistema multipolar en el futuro, que sustituiría a la división bipolar del mundo (sobre el principio de campo socialista/campo capitalista) en lugar del mundo unipolar proclamado por liberales y globalistas («el fin de la historia» de Fukuyama, principal oponente de Huntington).

Cuatro civilizaciones o Estados-Civilización (Zhang Weiwei) se unieron al BRIC en la primera etapa. Y el principio de la asociación era situarse fuera de la zona de influencia dominante de la hegemonía occidental. Cada una de las civilizaciones tenía sus propias justificaciones fundamentales para su propia soberanía:

  • La economía, el sistema financiero y la demografía de China;
     
  • India también economía, demografía y alta tecnología;
     
  • Rusia – recursos, armas nucleares y una historia política de obstinada afirmación de la soberanía frente a Occidente;
     
  • Brasil – economía, industria y demografía.

En un principio, el BRIC se mostró muy cauto y amante de la paz, pero de algún modo se ha presentado discretamente como pilar de una alternativa a la unipolaridad, rechazando la rígida hegemonía del «Occidente colectivo» (la OTAN y otras organizaciones rígidamente unipolares dominadas por Estados Unidos). Mientras que la civilización occidental se autoproclamaba como la única -la civilización en singular-, que es la esencia del globalismo y la unipolaridad, los países BRIC representaban civilizaciones soberanas e independientes, diferentes de Occidente, con una larga historia y un sistema de valores tradicionales completamente original. Y el club multipolar ha expresado así su determinación de defender este estado de cosas en el futuro.

Al mismo tiempo, cada uno de los países BRIC es algo más que un país.

Brasil, la mayor potencia de Sudamérica, representaba a todo el continente iberoamericano.

Rusia, China e India tienen por sí solas la escala suficiente para ser consideradas civilizaciones. Pero también son más que Estados-nación.

Rusia es la vanguardia de Eurasia, el «Gran Espacio» euroasiático.

China es responsable de una zona importante de las potencias vecinas de Indochina. El proyecto «Un cinturón, una ruta» traza con precisión la zona de influencia en expansión del polo chino.

India también está extendiendo su influencia más allá de sus fronteras, al menos hasta Bangladesh y Nepal.

Cuando Sudáfrica se unió a los países BRIC en 2011 (de ahí el acrónimo BRICS: la «C» al final de Sudáfrica), el continente quedó simbólicamente representado por este país africano de mayor tamaño.

Pero el acontecimiento más importante en la historia de los BRICS tuvo lugar en la XV Cumbre, celebrada del 22 al 24 de agosto de 2023 en Johannesburgo. Aquí se tomó la decisión histórica de admitir a 6 países más en la organización: Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Cada uno de estos países, al ingresar en el club multipolar, trajo consigo algo mucho más que otra solicitud de participación en asociaciones internacionales, que ya abundan sin el BRICS.

La adhesión de cuatro potencias islámicas -el Irán chií y la Arabia Saudí suní, los EAU y Egipto- fue fundamental. De esta forma, se consolidó la participación directa en el mundo multipolar de toda la civilización islámica, representada tanto por la rama suní como por la chií.

Además, junto con Brasil de habla portuguesa, Argentina de habla hispana, otra potencia fuerte e independiente, se unió al BRICS. Ya a mediados del siglo XX, los teóricos de la unificación de Sudamérica en un gran espacio consolidado –sobre todo el general argentino Juan Perón y el presidente brasileño Getúlio Vargas– consideraban el acercamiento de Brasil y Argentina como el acorde decisivo de este proceso. De lograrse, el proceso de integración de la ecúmene iberoamericana (A. Buela) sería irreversible. Y esto es exactamente lo que está ocurriendo ahora en el contexto de la adhesión de las dos principales potencias de América del Sur -Brasil y Argentina- al club multipolar. No es casualidad que los globalistas se enfurecieran tanto ante el mero hecho de la adhesión de Argentina a los BRICS, movilizando a todos sus agentes de influencia en la política argentina para impedirlo.

La aceptación de Etiopía es también altamente simbólica. Es el único país africano que se ha mantenido independiente durante toda la época colonial, preservando su soberanía, su independencia y su cultura única (los etíopes son el pueblo cristiano más antiguo). Junto con Sudáfrica, Etiopía refuerza su presencia en el club multipolar del continente africano.

De hecho, en la nueva composición del BRICS obtenemos un modelo completo de unión de los 6 polos – civilizaciones, «Espacios Mayores» que sólo existen en el planeta. Con la excepción de Occidente, que sigue desesperado por preservar su hegemonía y su estructura unipolar. Pero ahora no se enfrenta a países dispares y fragmentados, llenos de contradicciones internas y externas, sino a una fuerza unida de la mayoría de la humanidad, decidida a construir un mundo multipolar.

Este mundo multipolar está formado por las siguientes civilizaciones:

  1. Occidente (EEUU+UE y sus vasallos, lo que incluye, por desgracia, al otrora orgulloso y original Japón);
     
  2. China (+Taiwán) con sus satélites;
     
  3. Rusia (como integradora de todo el espacio euroasiático);
     
  4. India y su zona de influencia;
     
  5. América Latina (con el núcleo de Brasil+Argentina);
     
  6. África (Sudáfrica+Etiopía, con Malí, Burkina Faso, Níger, etc., saliendo de la influencia colonial francesa).
     
  7. Mundo islámico (en sus dos versiones: Irán chiíta, Arabia Saudí suní, EAU, Egipto).

Así pues, tenemos la estructura del mundo heptapolar, compuesto por 7 civilizaciones de pleno derecho, algunas de las cuales ya están plenamente formadas (Occidente, China, Rusia, India) y otras (el mundo islámico, África, América Latina) están en camino.

Al mismo tiempo, en el contexto del mundo heptapolar, una especie de heptarquía emergente, una civilización -la occidental- reclama la hegemonía, mientras que las otras seis le niegan este derecho, aceptando sólo un orden multipolar y reconociendo a Occidente como sólo una de las civilizaciones, junto con otras.

Así pues, la razón de Samuel Huntington, que veía el futuro en el retorno de las civilizaciones, se ha confirmado en la práctica, mientras que la falacia de la tesis de Fukuyama, que creía que la hegemonía mundial del Occidente liberal (el fin de la historia) ya se ha alcanzado, se ha hecho evidente. Por lo tanto, a Fukuyama sólo le queda dar lecciones a los neonazis ucranianos, la última esperanza de los globalistas para detener el inicio de la multipolaridad, por la que hoy lucha Rusia en Ucrania.

Agosto de 2023 puede considerarse el cumpleaños del mundo multipolar -y aún más precisamente heptapolar-.

La heptarquía ya está aquí. Ya es hora de examinar más de cerca cómo interpretan los propios polos civilizacionales la situación en la que se encuentran.

FUENTE Geopolitika.ru

https://www.geopolitika.ru/es/article/un-mundo-heptapolar

La incorporación al bloque no alineado conlleva para nuestro país enormes oportunidades, pero implica diseñar una estrategia realista y asumir responsabilidades en el liderazgo mundial

por Eduardo J. Vior
analista internacional Dossier Geopolitico

Tras la adhesión de Argentina a BRICS, el pasado jueves 24, la mayoría de los medios argentinos se centró en las posibilidades comerciales, financieras y las inversiones en infraestructura que pueden generarse a partir de nuestra entrada al bloque. Sin embargo, nadie mencionó la posibilidad que se nos ofrece, para intercambiar recursos energéticos, minerales y alimenticios por un financiamiento que nos libre del endeudamiento actual, ni las responsabilidades que nos caben como parte del gobierno mundial en ciernes. Nuestro nuevo bloque de pertenencia puede organizar sinergias positivas para reubicarnos en el mundo, pero demanda inteligencia y flexibilidad.

La negociación en Johannesburgo fue extremadamente difícil y complicada. India quería tres nuevos miembros y China, hasta diez. Finalmente se llegó a un compromiso con seis: Egipto, Irán, Arabia Saudita (AS), Emiratos Árabes Unidos (EAU), Argentina y Etiopía. Rusia apoyó la incorporación de Egipto, China apostó por Irán, EAU y AS. La India, por el contrario, no se sentía cómoda con tres nuevos miembros musulmanes (AS, EAU, Egipto), pero Rusia apaciguó sus temores. En tanto, Brasil y China apoyaron a Argentina, porque nosotros tenemos enormes problemas, pero somos para Pekín un proveedor clave de materias primas y para Brasil, un socio indispensable. Por su parte, Sudáfrica apoyó a Etiopía, para sumar otro miembro africano no árabe.

India se tranquilizó, cuando el ministro de Exteriores ruso Serguéi Lavrov le aseguró que falta mucho para implantar una nueva moneda única de los BRICS. Lavrov comprendió que Nueva Delhi está absolutamente aterrorizada por las sanciones que podría decretar EEUU, si se involucra excesivamente en BRICS. Tanto es así que, según versiones, a pedido de Francia Nueva Delhi habría vetado el ingreso de Argelia. El primer ministro Modi tiene una conducta ambivalente entre BRICS y su adhesión a la estrategia norteamericana para el área Indo-Pacífico. Por eso frena la mayor integración y expansión de BRICS.

A partir de la presidencia rotatoria rusa en BRICS desde el 1º de enero de 2024 se incluirán progresivamente más socios y, seguramente, en la cumbre de BRICS11 que se celebrará en Kazán, Rusia, en octubre de 2024 se anunciará una nueva ronda de incorporaciones. Así pues, es posible que pronto avancemos hacia el BRICS20 en camino hacia el BRICS40.

Todo lo anterior respeta los principios geográficos y trasmite la noción de que BRICS representa al Sur Global, pero la jugada va mucho más allá. Lo que realmente importa ahora es ampliar el comercio intrabloque en las monedas nacionales de sus socios. Así lo subrayó la presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), Dilma Rousseff, en su informe a la cumbre sudafricana, a pesar de que el presidente brasileño Lula da Silva volvió a insistir en la importancia de tener un grupo de trabajo para debatir sobre una moneda común de los BRICS. De hecho, este grupo viene trabajando ya desde el año pasado, pero se ha orientado más bien hacia el intercambio en las monedas de los cinco miembros precedentes, la llamada R5 por la coincidencia de que todas las monedas de los países hasta hora miembros comienzan con “R” (real, rublo, rupia, renminbi [yuan] y rand). Con la ampliación del grupo esta discusión se hace aún más compleja.

El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, elogió públicamente el informe de la presidenta del NDB sobre los primeros nueve años de la institución, pero la propia Dilma volvió a subrayar que el banco pretende que sólo el 30 por ciento del total de préstamos se otorgue en monedas diferentes al dólar estadounidense. Este inmenso volumen de operaciones en dólares hace al Banco muy sensible a las sanciones estadounidenses, por lo que la modificación de su estatuto está a la orden del día.

A diferencia de India, a Mohammed bin Salman de Arabia Saudita no le importa jugar fuerte en BRICS. Es uno de los principales productores de energía del mundo y una de sus prioridades es cortejar a su principal cliente energético (Pekín), preparando el camino para el petroyuan. No lo ve como contradictorio con su inmensa tenencia en dólares y euros. Precisamente, el principal avance geopolítico y geoeconómico de la reunión de Sudáfrica se da en los mercados de la energía y las materias primas. Al incorporar a Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, el BRICS11 se convierte instantáneamente en una potencia en petróleo y gas. Controla ya el 39% de las exportaciones mundiales de petróleo, el 45,9% de las reservas certificadas y al menos el 47,6% de todo el petróleo producido en el mundo, a los que se suma el potencial exportador de gas natural que Argentina puede desarrollar en los próximos años. Con la posible incorporación en 2024 de Venezuela, Argelia y Kazajistán como nuevos miembros, el BRICS11 podría controlar hasta el 90% de todo el petróleo y el gas comercializado en el mundo.

La alianza de los BRICS incluye ahora a dos de los tres principales productores de petróleo del mundo, Arabia Saudita (nº 2) y Rusia (nº 3), lo que probablemente socavará en el futuro aún más la influencia de Estados Unidos (nº 1) sobre los mercados energéticos mundiales. Si, además, las operaciones se liquidan en divisas locales, el petrodólar se hundirá. EE.UU. perderá su capacidad de amenazar y presionar al mundo con su control del mercado energético. Éste era el objetivo principal de Rusia y China al impulsar enérgicamente la expansión del grupo.

Podría pensarse que BRICS11 es puramente una coalición antiestadounidense. Sin embargo, como señala el geopolítico ruso Fyodor Lukyanov: “Difícilmente podemos hablar de una orientación antioccidental: con la excepción de Rusia y ahora quizá Irán, ninguno de los participantes actuales y probablemente futuros [BRICS] quiere oponerse abiertamente a Occidente. Sin embargo, esto refleja la era venidera, en la que la política de la mayoría de los Estados es una constante elección de socios para resolver sus problemas, y puede haber diferentes contrapartes para diferentes problemas.”

Este juego de alianzas cruzadas puede tener su estreno en la 18ª Cumbre del G20 que se reunirá el 9 y 10 de septiembre próximos en Nueva Delhi, India. Pensado otrora como un organismo de concertación entre el G7 y representantes del G77 + China, en los últimos años se convirtió en un campo de batalla entre el G7, Rusia y China. Si las potencias occidentales hacen gala de pragmatismo, el encuentro en India puede servir para hallar soluciones de interés común. Lamentablemente, todo indica lo contrario: la cumbre amenaza con convertirse en una batalla campal entre el G7 (plenamente representado en la conferencia) y el BRICS11 (siete de sus miembros estarán en la capital india) y, por lo tanto, no conducir a ningún acuerdo.

¿Qué tiene que ver este desarrollo con la candente realidad argentina? El hecho de que la negociación del ministro Sergio Massa con el FMI en Washington recién se resolvió favorablemente, cuando se supo que los cinco socios originales del BRICS habían admitido a Argentina como nuevo miembro del bloque es la clave para las futuras negociaciones a varias bandas que nuestro país puede encarar, para salir de nuestra angustiosa situación actual y ocupar nuestro lugar en el nuevo liderazgo mundial. Estamos encadenados al FMI, al que aún debemos 46.000 millones de dólares, pero contamos con recursos (gas, litio, alimentos y trabajadores altamente capacitados) que otros socios de BRICS11 necesitan. Al ingresar al bloque de países emergentes, también nos sumaremos al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), su entidad para el financiamiento de obras de infraestructura. Somos también miembros del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. Por ejemplo, algunos socios recién incorporados, como Arabia Saudita, cuentan con ingentes recursos financieros y pueden tener interés en nuestra oferta o en financiar proyectos comunes entre Argentina y otros participantes. Las posibilidades de triangulación son enormes.

Si, como se discute, se modificara la carta del NDB, para convertirlo también en Banco de crédito, nuestras chances de obtener financiamiento barato para saldar la deuda con el FMI se potenciarían.

El ingreso al comité directivo del Sur Global ofrece innumerables posibilidades para armar nuevos esquemas de relacionamiento internacional, pero exige pensar en redes. Ya no hay un centro único al que haya que halagar y ante el que haya que postrarse, para obtener migajas escasas y caras. Ahora hay que armar combinaciones triangulares y hasta cuadrangulares, pero para ello hay que tener inteligencia estratégica y conducción centralizada. Este objetivo se torna tanto más perentorio, cuanto que a Argentina no la beneficiaría que la reunión del G20 se convierta en una batalla entre trincheras enfrentadas. Necesitamos alianzas móviles y flexibles. Enorme desafío para redefinir la ubicación de nuestro país en el mundo.

Publicado en TELAM

https://www.telam.com.ar/notas/202308/638717-argentina-brics-oportunidad-opinion.html