El Dr. Francisco Javier Martinez desde España en comunicación con Radio UTC 102,9 FM de la República del Ecuador la radio de la Universidad Técnica de Cotopaxi, analiza la situación del Conflicto del Este de Europa y sus consecuencias económicas globales

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El miembro de Dossier Geopolitico y Director Académico Dr. Miguel A. Barrios presentó su último libro: “Por qué Patria Grande. Teoría y praxis de una política latinoamericana en tiempos de pandemia”, en la Biblioteca del Congreso de la Nación Argentina organizado por el Comité Nacional de Jóvenes Argentina de la ISP

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Miguel Ángel Barrios ha dedicado sus esfuerzos y su vida a la construcción de la Patria Grande. El título de este libro, Por qué Patria Grande: teoría y praxis de una política latinoamericana en tiempos de pandemia, revela el núcleo de su reflexión como historiador y geopolítico. Barrios ha buscado identificar las causas de los obstáculos, internos y externos, que se han opuesto a la construcción de la unión de América del Sur, precursora necesaria de la unión de América Latina.

La Patria Grande debe tener bases sólidas en la Argentina, un Estado-nación de origen español y mestizo, y en Brasil, de origen portugués y mestizo. Los estadistas y pensadores del pasado llaman a los del presente, en especial a Alberto Fernández y Luiz Inácio Lula da Silva, a tomar en sus brazos y en su corazón la tarea de superar todos los obstáculos y continuar, sin temor, la histórica misión de construir la Patria Grande.

Samuel Pinheiro Guimarães (*)

(*) Escritor, político y diplomático brasileño. fue secretario general del Ministerio de Relaciones Exteriores hasta el 2009, cuando pasó a ser Ministro Jefe de la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la República.​ Fue profesor de la Universidade de Brasília (UnB) y del Instituto Rio Branco (IRBr/MRE). Es autor de los libros Quinhentos anos de periferia (UFRGS/Contraponto, 1999) y Desafios brasileiros na era dos gigantes (Contraponto, 2006). En 2006 recibió el premio Juca Pato como el Intelectual del Año, premio otorgado por la Unión Brasileña de Escritores.

El siguiente capítulo será el aumento de tensión con China que buscará forzar el distanciamiento de Europa y otros países respecto a China. Esta etapa ya se inició con la disputa del mar de China, el apoyo a Taiwán y recientemente con la decisión de instalar misiles de largo alcance en Japón

Por Sixto Jiménez Economista y empresario, ex directivo multinacional, autor de Cuestión de Confianza.

El gran pulso político mundial desde hace unos años, y para muchos más, es la rivalidad entre los Estados Unidos y China por liderar el mundo.

La guerra comercial, tecnológica y política entre ambos está en marcha y se acrecentará en los próximos años con riesgo de degenerar en conflicto armado.

El pulso con Rusia es un mero capítulo inicial de esta guerra multifacética contra China y está destinado a romper las relaciones Europa-Rusia dejando a Europa del lado americano en la creciente confrontación de bloques. Y a Rusia debilitada en la esfera de influencia de China.

La tensión entre Estados Unidos y Rusia por la expansión de la OTAN ha ignorado en todo momento a Europa y sus intereses. Estados Unidos atacó el proyecto de gasoducto en el Báltico desde el primer momento contra el interés estratégico de Alemania y Europa Central

Cuando la invasión de Ucrania haya terminado, sea cual fuere el resultado militar, Europa aumentará notablemente su gasto en armamento, lo que disminuirá su nivel de vida real, y habrá perdido competitividad al adquirir gas y petróleo más caros. Entretanto Estados Unidos hará un magnífico negocio como gran exportador que es de ambos productos y de armamento. 

Los gastos de la OTAN en el conflicto han sido decididos por Estados Unidos y serán pagados en su mayor parte por Europa. Las sanciones a Rusia habrán tenido un gran coste para Occidente y en su mayor parte lo soportará Europa. Rusia quedará muy dañada económicamente y su falta de capacidad de compra la pagará Europa en mucha mayor medida que Estados Unidos al perder mercados. La banca europea tiene concedidas grandes sumas en crédito a Rusia que no serán recuperadas. 

Los Estados Unidos nos venderán más armas, gas licuado y hasta productos agrícolas.

El siguiente capítulo será el aumento de tensión con China que buscará forzar el distanciamiento de Europa y otros países respecto a China. Esta etapa ya se inició con la disputa del mar de China, el apoyo a Taiwán y recientemente con la decisión de instalar misiles de largo alcance en Japón. El tren de la ruta de la seda será el próximo objetivo a eliminar y para ello habrá sido un logro esencial la ruptura entre Rusia y Europa.

Asia es y será cada vez en mayor medida el centro económico del mundo y en buena medida el líder tecnológico, por lo que es indispensable optimizar las relaciones con ellos.

Lástima Europa, con valores pero sin valor; con potencial pero sin unión ni liderazgo; y con gran nivel económico actual pero condenada al envejecimiento, al declive y a ser mera comparsa de Estados Unidos en el liderazgo mundial. 

FUENTE https://www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/europa-vencida_129_8807467.html 

Es hora de preguntar: ¿cómo sería un acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia?

Por Anatol Lieven es socio investigador sobre Rusia y Europa en el Quincy Institute for Responsible Statecraft.

Todavía existe la posibilidad de llegar a un acuerdo diplomático que traiga consigo el fin de esta terrible guerra y la retirada militar rusa, y, al mismo tiempo, salvaguarde los intereses vitales de Ucrania. De hecho, si los rusos se retiran algún día, un acuerdo diplomático sobre los términos de la retirada será necesario.

La primera ronda de conversaciones entre Ucrania y Rusia ha tenido lugar en Bielorrusia. Un miembro de la delegación ucraniana ha declarado que “las partes identificaron una serie de temas prioritarios para los que se esbozaron ciertas soluciones”.

Occidente debería respaldar el acuerdo de paz y la retirada rusa ofreciendo a Rusia el levantamiento de todas las recientes sanciones que se le han impuesto. La oferta a Ucrania debería consistir en un paquete de reconstrucción de amplio alcance que, a su vez, ayude al país a acercarse a Occidente económica y políticamente, más que militarmente, tal y como Finlandia y Austria pudieron hacer durante la Guerra Fría a pesar de su neutralidad.

Las exigencias de la parte rusa son que Ucrania firme un tratado de neutralidad, que se comprometa a la “desmilitarización” y la «desnazificación”, y que reconozca la soberanía rusa sobre Crimea, de la que Rusia volvió a apoderarse tras la revolución ucraniana. Estas exigencias son una mezcla de lo aceptable, lo inaceptable y lo indefinido.

La opción de la neutralidad ucraniana a menudo ha sido llamada “finlandización”, y quizá la decidida y unificada respuesta de Ucrania a la agresión rusa durante la semana pasada haya otorgado un nuevo significado a ese término. Porque al igual que los finlandeses en la “Guerra de Invierno» de 1939-40, los ucranianos también han sido abandonados militarmente por Occidente, que ha declarado pública y repetidamente que no tiene intención de luchar para defenderlos.

Por otra parte, parece ser que el extraordinario valor y la resolución con que lucharon los finlandeses convencieron a Stalin de que gobernar Finlandia sería un reto demasiado grande. Finlandia se convirtió en la única parte del antiguo Imperio Ruso en no incorporarse a la URSS, y durante la Guerra Fría, aunque neutral por tratado, fue capaz de desarrollarse como una exitosa democracia social de mercado. De igual modo, debemos esperar que el coraje y la determinación de los ucranianos hayan convencido a Putin de que será imposible dirigir Ucrania como un Estado cliente ruso y de que la neutralidad es el mejor trato que va a conseguir.

El presidente Volodímir Zelenski ha hecho lo correcto al insinuar públicamente que podría ofrecerse un tratado de neutralidad, porque esta guerra ha dejado dos cosas absolutamente en claro: que Rusia luchará para evitar que Ucrania se convierta en un aliado militar de Occidente y que Occidente no luchará para defender a Ucrania. En vista de ello, mantener abierta la posibilidad de una oferta de adhesión a la OTAN que ésta no tiene intención de realizar jamás y pedir a los ucranianos que mueran por esta ficción es algo peor que hipócrita.

En cuanto a la “desmilitarización” y la “desnazificación”, su significado y sus términos deberán ser negociados. La desmilitarización es, obviamente, inaceptable si significa que Ucrania debe disolver unilateralmente sus fuerzas armadas. Sin embargo, la última declaración del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, sugiere que Rusia aceptaría una prohibición de los misiles con base en Ucrania. Esto podría tomar como modelo una garantía similar: la ofrecida por Estados Unidos, que puso fin a la crisis de los misiles de Cuba.

En cuanto a la “desnazificación”, presuntamente esto significa que Ucrania debería prohibir los partidos y milicias nacionalistas de extrema derecha a instancias de Rusia. Se trata de una injerencia totalmente inaceptable en los asuntos internos de Ucrania, pero tal vez Ucrania pueda hacer una contraoferta que satisfaga las preocupaciones de Moscú sobre los derechos y el futuro de la minoría rusa en Ucrania, garantizándolos en el marco de la Constitución ucraniana ―algo que, por cierto, Occidente debería apoyar de todos modos, de acuerdo con sus propios principios―.

Queda la demanda de reconocimiento de la anexión rusa de Crimea. Aquí, el respeto al derecho internacional (ligeramente ambiguo en el caso de Crimea, que solo fue transferida de Rusia a Ucrania por decreto soviético en 1954) deberá ser atemperado por un análisis deliberado de la realidad, la prevención de futuros conflictos y los intereses de la gente común en la región, que es esencialmente lo que hemos estado pidiendo a Rusia en el caso de Kosovo.

Ucrania ya ha perdido Crimea y no puede recuperarla, así como Serbia no puede recuperar Kosovo, sin una guerra sangrienta e interminable que en este caso Ucrania perdería con casi total seguridad. Nuestro principio en todas estas disputas debe ser que el destino de los territorios en cuestión sea decidido por referendos democráticos locales bajo supervisión internacional. Esto debería aplicarse también a las repúblicas separatistas del Donbás.

Estas propuestas serán denunciadas como una “recompensa a la agresión rusa”, pero si el objetivo original de Putin era subyugar a toda Ucrania, con un acuerdo así Moscú quedaría muy lejos de sus objetivos máximos. Además, tal acuerdo no daría a Rusia nada que no haya conseguido ya en la práctica antes del lanzamiento de la invasión.

Occidente está en lo moralmente correcto al oponerse a la monstruosa e ilegal guerra rusa y al haber impuesto sanciones excepcionalmente severas a Rusia como respuesta, pero se equivocaría moralmente al oponerse a un acuerdo razonable que ponga fin a la invasión y evite al pueblo de Ucrania un sufrimiento terrible. El propio historial de Estados Unidos a lo largo de esta era no ofrece base alguna para un hiperlegalismo tan mojigato.

Anatol Lieven es socio investigador sobre Rusia y Europa en el Quincy Institute for Responsible Statecraft.

Traducción de Julián Cnochaert.

FUENTE:

https://www.eldiario.es/internacional/theguardian/

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, nos presenta esta semana en el Club de La Pluma, una columna de repudio absoluto a toda la infraestructura mediática de Occidente puesta en marcha con el conflicto en Europa del este, mientras denuncia una coordinación y una coincidencia absoluta entre los partidos neoconservadores y liberales europeos con los progresistas de izquierda, que van a la saga de las decisiones de EEUU, utilizando a Europa para desestabilizar a Rusia.

Y nos manifiesta su rechazo a los grandes medios de comunicación masivos de Occidente, que se han transformado en un gigantesco aparato publicitario y propagandístico -que NO informativo- y en un arma de disciplinar a las poblaciones y de encolumnar a una mal llamada “opinión pública”, a través de toda una serie de falsedades, mentiras, montajes, imágenes amañadas, etc. Llegando a sancionar  y eliminar a científicos, personajes públicos, artistas, deportistas y hasta la estupidez de quitar de los menús a la ensalada rusa. Mientras se niegan -con su influencia- a  frenar la guerra, buscando con su manipulación a que siga el conflicto. Un boicot absoluto a las negociaciones mientras no realizan un solo acto convocando a la paz, ni aceptan a ningún intermediario en las negociaciones y SI tratan por todas las maneras, de que esto se demonice, se alargue y que todo vaya a peor.

También nos señala la disciplina, la subordinación y la verticalidad de esa prensa, tanto de derechas como de izquierdas, al sostener la versión única de que es una agresión rusa por fuera del derecho internacional. Cuando justamente ha ocultado durante estos últimos 7 días los bombardeos de Arabia Saudita sobre El Yemen. Una guerra silenciada desde hace 10 años, con 300.000 muertos, muchos por hambre y consentidos por Occidente. Y también que, en la misma semana, no ha publicado nada de los bombardeos israelíes sobre Damasco o los sufridos por Somalia de parte de la aviación de EEUU. Todo ello silenciado por los mismos medios que no cejan en señalar a Moscú como único culpable de las pérdidas de vidas en Ucrania.

Y mientras nuestro director asume que por decir lo que dice, será acusado de “pro ruso y pro chino”, nos recuerda, como tantas veces lo ha señalado en esta columna, que este conflicto no comenzó hace unos días sino hace 8 años, con un golpe de estado en Ucrania y con una agresión nazi fascista, criminal, subversiva y terrorista del gobierno de Kiev sobre las regiones autónomas del Donbás. Y que allí se sigue asesinando a mansalva a la población civil ruso parlante y destruyendo la infraestructura de esa región. Mientras la prensa occidental, o sea, la prensa anglosajona, transmite tales crímenes como si fuesen actos realizados por Rusia.

Entre tanto, Carlos analiza a conciencia todo el escenario mundial con argumentos y datos sólidos, y afirma que esta guerra es apenas parte de otra guerra mucho mayor, originada en la desesperación de EEUU y sus aliados por tratar de frenar el inevitable avance de Rusia y China como potencias emergentes. Lo que ya ha  dado paso a un nuevo orden multipolar que resume un cambio histórico y tectónico para la humanidad. Mientras que “El Consenso de Washington de los Noventa” ya ha muerto y que aquel Occidente que era amo y señor de la tierra, es cosa del pasado.

También nuestro director desgrana en profundidad el papel actual de Europa, que ha perdido a una estadista como Merkel y que “se está pegando un tiro en los pies”, ya que sufrirá las consecuencias económicas del conflicto por el incremento de los valores energéticos y por el daño interior que le traerán las sanciones a Rusia. Pero también porque no podrá hacer frente a los grandes y profundos cambios geopolíticos globales.

Eduardo Bonugli (Madrid, 06/03/22)

Ciudadanos de la Republica Popular del Donetsk (RPD) Festejan el reconocimiento de su independencia de Ucrania
Civiles huyen de los ataques de las tropas Ucranianas en las Republicas del Donetsk y Lugansk

¿El malo de la película?

As I Please…

por Martin van Creveld (*) http://www.martin-van-creveld.com/

La guerra en Ucrania sigue y sigue. Aunque los analistas son tantos como moscas sobre un montón de ya sabes qué, la verdad es que uno de ellos sabe cómo va a terminar. Siendo tal el caso, quiero dejar constancia de mis últimos pensamientos.

Primero, Putin puede ser un hombre muy malo. Sin embargo, no tiene sentido decirlo continuamente. Basado en un razonamiento histórico, está haciendo lo que cree que debe hacer en nombre de su país. Que el propio razonamiento histórico no es ni mejor ni peor que cualquier otro razonamiento de este tipo; parte realidad, parte mito, parte propaganda. No importa. Para hacerle frente, en primer lugar, es necesario comprender lo que piensa, por qué y qué se puede y qué no se puede hacer al respecto. Más aún porque tiene suficientes armas nucleares como para volar al mundo.

En segundo lugar, esta es una guerra de supervivencia no solo para Ucrania sino, también, para Rusia. En el caso de Ucrania, eso se debe a que la derrota la reduciría a ser una provincia rusa. Como solía ser desde 1793 cuando Catalina la Grande se unió a Austria y Prusia en la partición de Polonia, un movimiento que por primera vez llevó a Rusia a las costas del Mar Negro. En el caso de Rusia, lo es porque, si se pierde esta lucha, el país puede esperar desintegrarse en quién sabe muchos fragmentos guerreros. Tal como sucedió en 1990. La recuperación, aún suponiendo que sea posible, llevará décadas. Véase, como ejemplo de cómo puede ser, «The Time of Trouble» (1598-1613). (1)

Tercero, este va a ser un conflicto largo y sangriento. Aunque puede haber tomado un poco más de lo planeado originalmente, algo nada inusual en la guerra; los rusos llegaron a las ciudades más importantes de Ucrania y las sitiaron. Sin embargo, no los han tomado. Como he escrito antes, la guerra urbana es quizás la forma de guerra más difícil en la que puede participar una fuerza atacante. Solo piense en la batalla de Stalingrado de meses de duración en 1942/43, y sabrá a lo que me refiero.

En cuarto lugar, incluso si los rusos logran ocupar las ciudades, la guerra, en forma de insurrección, guerrilla y terrorismo, continuará. Como, por mencionar sólo dos ejemplos recientes, lo hizo tanto en Afganistán como en Irak. La verdadera Ucrania, al ser plana, no presenta el mejor terreno para librar estas formas de guerra. En comparación con muchos otros, los rusos también disfrutan de la importante ventaja de poder entender el idioma. Pero dos factores están trabajando en la otra dirección. Uno es el tamaño del país y la población, que amenazan con hundir a cualquier fuerza de ocupación (por eso, allá por 1793, los rusos pudieron ocuparla, en primer lugar porque estaba -prácticamente- deshabitada). El otro, la disponibilidad inmediata de todo tipo de asistencia de la OTAN, que solo puede aumentar con el paso del tiempo.

En quinto lugar, se dice que las fuerzas de Putin están utilizando algunas armas poco ortodoxas capaces de causar muchas bajas e infligir daños inmensos en los edificios, en particular. Particularmente importantes son las denominadas armas termobáricas que funcionan mediante la detonación de una mezcla de aire y combustible, lo que da como resultado una explosión extraordinariamente poderosa y temperaturas extremadamente altas. Pero, Putin no es el único que las usa. Los estadounidenses lo hicieron tanto en Hue en 1968 como en Faluya en diciembre de 2004; y tanto los estadounidenses como los británicos los usaron en Afganistán. Entonces, ¿quiénes son ellos para quejarse?

Sexto, es incierto si Rusia se romperá con las sanciones. Mi propia suposición es que no lo hará. En parte porque los rusos pueden aguantar casi cualquier cosa. Y en parte porque Alemania, por ejemplo, depende de Rusia para el 51 por ciento de su petróleo y gas; sin ellos, la industria alemana pronto se paralizará. Viceversa, la única certeza es que la guerra romperá la economía de Ucrania.

Séptimo, la única forma en que Putin puede ganar esta guerra es encontrando algunos ucranianos capaces y dispuestos a establecer un gobierno que colabore con él. Eso, sin embargo, parece poco probable que suceda.

Finalmente, en esta guerra como en cualquier otra la primera víctima es la verdad. Esa es una de las razones por las que cualquiera que crea que puede ver el futuro es bienvenido a intentarlo y así sucesivamente. 

Traducción y nota: Carlos Pissolito

Nota:

(1) Se refiere a un periodo conocido como la Guerra Civil Rusa en varias publicaciones históricas que tratan este tema.
FUENTE https://espacioestrategico.blogspot.com/2022/03/el-malo-de-la-pelicula.html

(*) Van Creveld nació en los Países Bajos en la ciudad de Rotterdam en el seno de una familia judía. Sus padres, Leon y Margaret, eran sionistas acérrimos que lograron evadir la Gestapo durante la Segunda Guerra Mundial. En 1950, su familia emigró a Israel y Creveld creció en Ramat Gan. De 1964 a 1969, estudió historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén y obtuvo una maestría. De 1969 a 1971, estudió historia en la London School of Economics y recibió un doctorado. Su tesis se tituló Grecia y Yugoslavia en la estrategia de Hitler, 1940–1941.La tesis doctoral de Van Creveld sobre la estrategia de Hitler en los Balcanes durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial se publicó como libro en 1973: «La estrategia de Hitler, 1940-1941. La pista de los Balcanes». Después de completar su doctorado en 1971, van Creveld regresó a Israel y comenzó a enseñar en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Se convirtió en profesor en 1988. En 2007, se retiró de la enseñanza en la Universidad Hebrea y comenzó a enseñar en el Programa de Estudios de Seguridad de la Universidad de Tel Aviv.

Ante la ausencia de la ONU, Rusia violó la soberanía de Ucrania para impedir la “guerra preventiva” que los neoconservadores planeaban y así poder refundar el orden mundial.

Autorizado por su autor para ser publicado por Dossier Geopolitico POR EDUARDO J. VIOR 05-03-22 – TELAM

Al invadir Ucrania el 24 de marzo pasado, Rusia no sólo mandó tropas a las repúblicas secesionistas de Lugansk y Donetsk cuyas independencias había reconocido tres días antes, sino que atacó a su vecino en todos los frentes. Indudablemente, con este acto el gobierno de Vladimir Putin trasgredió el Derecho Internacional, pero los acontecimientos desde febrero de 2014, la falta de voluntad de negociación por parte de las potencias occidentales, la amenaza de los laboratorios de guerra bacteriológica en suelo ucraniano y el anuncio de Volodymir Zelensky de que desarrollaría armas nucleares no dejaron al presidente ruso otra alternativa. Ucrania es el más reciente campo de prueba de la estrategia mundial de los neoconservadores norteamericanos. Los sectores más radicales de la derecha estadounidense amenazan la existencia misma de Rusia y el sistema internacional vigente es incapaz de mantener la paz. Por ello es que Vladimir Putin se ha atrevido a una jugada tan arriesgada. La suerte está echada y la frontera entre los mundos está trazada. Ahora es imperioso ponerle orden.

Las delegaciones de Ucrania izq y Rusia der se saludan al iniciar su segunda reunin en Brest el 3 de marzo pasado
Las delegaciones de Ucrania (izq.) y Rusia (der.) se saludan al iniciar su segunda reunión en Brest el 3 de marzo pasado.

En la madrugada del 24 de febrero fuerzas rusas entraron en Ucrania. Al anunciar lo que llamó ‎una “«operación especial”, Vladimir Putin declaró ‎que era la primera respuesta de su país a “quienes aspiran a la dominación mundial” y pretenden extender la OTAN hasta las puertas de Rusia. ‎En esa larga alocución el presidente recordó cómo las sucesivas violaciones del Derecho Internacional por parte de la OTAN desde el bombardeo de Yugoslavia (1999) hasta las invasiones a Irak (2003), Libia y Siria (ambas 2011). Como conclusión de su relato anunció el envío de tropas rusas a Ucrania, para “desmilitarizar, desnazificar, desatomizar y neutralizar” el país. ¿De qué habla el presidente Putin? ¿Contra quién está luchando? ¿Por qué se mantiene sorda ‎y muda la prensa atlantista?‎

Desde 1981 un pequeño grupo de intelectuales neoconservadores se fue encaramando en la conducción de la política exterior y la estrategia norteamericanas, pasando sin complejos de un partido a otro según quiñen tuviera el gobierno. Este equipo, unido por múltiples lazos (políticos, personales y de negocios), atravesó todos los gobiernos desde Ronald Reagan (1981-89) hasta Barack Obama (2009-17) en posiciones cada vez más altas. A partir del famoso memorando que Paul Wolfowitz (entonces subsecretario de Defensa) elevó en 1992, en el que proponía olvidarse de los acuerdos de 1990-91 y que EE.UU. asumiera en soledad el liderazgo mundial, los neoconservadores impulsaron la expansión de la OTAN hacia el este de Europa, saludaron los autoatentados del 11-9-01 como inicio del “Gran Siglo Americano”, sostuvieron el ataque contra Afganistán y desde 2003 pergeñaron todas las guerras que inició EE.UU.

En 2014 fueron los neoconservadores quienes organizaron el “cambio de régimen” en Ucrania. Victoria Nuland, entonces subsecretaria de Estado para Asuntos Europeos, viajó a Kiev para ‎respaldar a los neonazis de Pravy Sektor (Sector Derecho) y supervisar al comando israelí “Delta”. Fue en aquel momento cuando se interceptó y difundió una conversación telefónica en la que la subsecretaria ordenaba al embajador de Estados Unidos “‎cagarse en la Unión Europea” (Fuck the EU!).

También en aquella época, Jake Sullivan (entonces Consejero de Seguridad Nacional del entonces vicepresidente Joe Biden) y Antony Blinken–(en la época asesor adjunto de Seguridad Nacional) metieron a Hunter Biden (el hijo mayor de Joe Biden) en el consejo de ‎administración de Burisma Holdings, una de las principales compañías de explotación del gas ‎natural ucraniano. Este hijo de Joe Biden es literalmente un drogadicto que serviría de pantalla ‎para cubrir una monumental estafa a costa del pueblo ucraniano. Hunter Biden designó después a varios amigos (tan drogadictos como él), para ‎utilizarlos como “representantes” de varias empresas y saquear el gas ucraniano. A ellos ‎se refirió recientemente el presidente ruso Vladimir Putin, cuando mencionó la “banda de drogadictos” que gobierna Ucrania. ‎

Jake Sullivan y Antony Blinken también se apoyaron en el mafioso Íhor Kolomoiski, el tercer ‎personaje más rico de Ucrania. Kolomoiski es un empresario y político ucraniano-israelí-chipriota. Según la revista Forbes, hasta 2020 ocupaba el octavo lugar en el ranking de los más ricos del país. Es el fundador de PrivatBank y propietario del FCDnipró. Algunos de sus campos de actividad son las ferroaleaciones, las finanzas, los productos petrolíferos y los medios de comunicación. Controla el canal de televisión 1+1.
Ya durante 2014 Kolomosiki se destacó por sus altisonantes declaraciones contra el separatismo de las regiones de mayoría rusohablante. Según varias denuncias, entonces gastó fortunas, para contener el separatismo. Se creé que puso más de 10 millones de dólares en la creación del batallón Dnipró. Financió asimismo los batallones de voluntarios Azov, Donbás, Dnepr 1 y Dnepr 2 y apoyó públicamente al batallón Aidar.

Aun siendo judío, Igor Kolomoiski financia a ‎Pravy Sektor (Sector Derecho), una organización neonazi que ‎participó en los hechos de violencia en la Plaza Maidan durante el golpe de 2014. En tanto adherente al “sionismo revisionista” que lideraba Benyamin Netanyahu, Kolomoiski utilizó su influencia para asumir el control de la comunidad judía ‎europea, hasta que la mayoría de las comunidades lo expulsó. De todos modos, el magnate logró que el cabecilla de Pravy Sektor, Dimitro Yarosh, ‎fuera nombrado secretario adjunto del Consejo Nacional de Seguridad y de Defensa d‎el nuevo régimen y él mismo se hizo nombrar gobernador del oblast (provincia) de Dniepropetrovsk. Ambos duraron poco en sus cargos, pero mantuvieron su poder.

Rusia no reconoció a las repúblicas de Donetsk y Lugansk, que ya en 2014 proclamaron su independencia, para mantener abierta la vía diplomática. Insistió repetidamente en que Ucrania cumpliera el acuerdo de Minsk de 2015 retirando a sus tropas de la línea demarcación, cesando el hostigamiento permanente contra la población civil del Donbas (entre marzo de 2014 y el 24 de febrero pasado murieron allí más de 14.000 civiles), disolviendo los batallones neonazis e intercambiando los prisioneros, pero nunca tuvo éxito.

Durante el gobierno de Donald Trump (2017-21) se mantuvo el statu quo, pero no se agravó. Por el contrario, desde febrero de 2021 una misión militar británica comenzó a entrenar al ejército ucraniano y a los milicianos neonazis en el este del país.
Desde que Joe Biden es presidente los ‎neconservadores controlan todas las palancas del sistema. “Jake” Sullivan es consejero de ‎Seguridad Nacional y Antony Blinken, secretario de Estado, con Victoria Nuland como ‎subsecretaria de Asuntos Políticos. Ésta última viajó a Moscú ‎en octubre de 2021, donde amenazó con aplastar la economía de Rusia, si ese país no se somete. Fue tamaño despropósito (anti)diplomático el que desató la actual crisis.‎

En 2019 Volodimir Zelenski, hijo de judíos asquenazis y comediante de televisión, fue electo en segunda vuelta presidente de Ucrania con el 70% de los votos. Este joven cómico tuvo en 2015 en el canal 1+1 (de propiedad de Kolomoiski) una exitosa serie titulada “El siervo del pueblo”, en la que su protagonista, un simple hombre venido desde afuera de la política, asesina a todos los miembros de la Rada Supema (parlamento), para vengar su desprecio y arrogancia. Esa serie le valió una gran popularidad que permitió a su protector postularlo como candidato en la elección de 2019, que ganó con el 70% de los votos. Pero Zelenski, en realidad, sólo pudo convertirse en presidente gracias al financiamiento de George Soros. Desde principios de 1990 la tristemente célebre fundación Open Society, creada originalmente en Ucrania por el multimillonario húngaro de origen judío con el objetivo de ayudar en la “transición a la democracia y a la economía de mercado”, se convirtió en una especie de gobierno paralelo que financia una serie de proyectos en diferentes áreas. Soros y Kolomoisky son amigos estrechos.

El 2 de noviembre de 2021 Victoria Nuland trajo de regreso a Dimitro Yarosh y lo impuso ‎al presidente ucraniano como consejero especial del jefe de las fuerzas armadas. ‎El líder derechista aporta desde entonces todo su respaldo al “Fuhrer ‎blanco”, el ahora coronel Andrei Biletsky, y al batallón Azov, la tropa de Biletsky. El batallón ‎Azov es una copia de la división SS Das Reich y desde el verano de 2021 está bajo las órdenes ‎de mercenarios estadounidenses de la antigua Blackwater.‎

Es bien conocido que Íhor Kolomoiski financia a los neonazis ucranianos y que todos son apoyados por los neocons norteamericanos. Sin embargo, estos lazos entre distintas facciones de la oligarquía ucraniana y la extrema derecha encaramada en Washington todavía no justifican el temor ruso que llevó a la invasión de Ucrania. Como lo explica un informe de la revista india GreatGameIndia, el gobierno ruso, además de protestar por el desarrollo de la OTAN en la región, acusa a EE.UU. de tener instalaciones de armas biológicas cerca de su frontera. Según un usuario de Twitter llamado @WarClandenstine, es posible que Rusia tenga como objetivo los Biolabs:

De acuerdo al tuit de FestusmcGilicu1 ubicacin de los ocho laboratorios norteamericano productores de armas bacteriolgicas que se encuentran en Ucrania
De acuerdo al tuit de @FestusmcGilicu1: ubicación de los ocho laboratorios norteamericano productores de armas bacteriológicas que se encuentran en Ucrania.

En otro tuit del mismo día quien firma como @FestusmcGilicu1, en respuesta al mensaje del presidente Joe Biden condenando la entrada de las tropas rusas en Ucrania, preguntaba “Creo que he descubierto por qué están tan interesados en Ucrania. ¿Qué es exactamente un error? [Que un] laboratorio de armas biológicas se encuentre en cualquier lugar cerca de allí, por no hablar de 8 de ellos.”

Posteo de WarClandestine en Twitter el pasado 243 en el que menciona la sospecha de que Rusia tenga tambin como objetivo a los laboratorios norteamericanos para la produccin de armas bacteriolgicas en Ucrania
Posteo de @WarClandestine en Twitter el pasado 24-3 en el que menciona la sospecha de que Rusia tenga también como objetivo a los laboratorios norteamericanos para la producción de armas bacteriológicas en Ucrania.

Según los documentos oficiales de Washington, el Programa de Reducción de la Amenaza Biológica del Departamento de Defensa de EE.UU. (BTRP) ha estado colaborando con países asociados para «contrarrestar la amenaza de brotes (deliberados, accidentales o naturales) de las enfermedades infecciosas más peligrosas del mundo”. De acuerdo al comunicado oficial, “el objetivo del programa en Ucrania es concentrar y salvaguardar los agentes patógenos y las toxinas de interés para la seguridad, así como ayudar al país a reconocer y notificar los brotes de agentes patógenos dañinos antes de que supongan un riesgo para la estabilidad o la seguridad». Estados Unidos no sólo ayudó a crear los laboratorios, sino que también financia iniciativas de investigación en Ucrania en las que colaboran científicos ucranianos y estadounidenses.

En múltiples ocasiones Rusia ha acusado a Estados Unidos y a Ucrania de producir armas biológicas. Mientras se discutía la incapacidad de la Organización Mundial de la Salud para determinar el origen del virus Covid-19 en 2021, el secretario del Consejo de Seguridad ruso, Nikolai Patrushev, declaró al periódico Kommersant que Moscú sospechaba que Washington estaba desarrollando armas biológicas cerca de sus fronteras.

Dijo que «se presta atención al hecho de que en el mundo cada vez más nuevos laboratorios biológicos bajo el control de los Estados Unidos están creciendo a pasos agigantados. Además, por una extraña coincidencia, principalmente en las fronteras de Rusia y China». Continuó diciendo que no está claro lo que ocurre en esos laboratorios. Y añadió «por cierto, hay que prestar atención al hecho de que en los alrededores de los mismos se registran brotes de enfermedades que no son típicas de estas regiones». Cuando se le preguntó si quería decir que en esos Biolabs los estadounidenses estaban trabajando en armas biológicas, respondió: «Tenemos buenas razones para creer que es así».

Hasta hace poco, la existencia y los detalles de estos laboratorios de armas biológicas eran de dominio público. La embajada de EE.UU. había revelado previamente la ubicación y los detalles de estos laboratorios en una serie de archivos PDF en línea. Sin embargo, el 26 de febrero de 2022 el sitio web oficial de la embajada cerró los enlaces. Todos los documentos asociados a estos laboratorios han sido retirados de Internet. Afortunadamente, estos archivos han sido guardados y todavía se puede acceder a ellos. ¿Qué trata de ocultar la embajada estadounidense?

A esta altura del conflicto puede concluirse que Rusia tiene la iniciativa en el campo militar y ya alcanzó uno de sus objetivos: desmilitarizar Ucrania. Sin embargo, Rusia insiste en no dar batalla en las ciudades y confía en rendiciones pactadas. Una confianza que se demostró dañina en Járkov.

Las sanciones económicas occidentales, aparte de ser parciales y de estar acompañadas por un discurso hipócrita (no fueron retirados del sistema Swift, por ejemplo, los bancos mediante los cuales los europeos pagan el gas ruso), a mediano plazo van a volver como un búmerang, ya que la combinación del sistema chino de intercambios bancarios con el ruso de mensajería financiera va a multiplicar el número de operaciones que se realicen fuera del área dólar y va a atraer a cada vez más países.
Hasta ahora el vencedor neto de la guerra es EE.UU., quien obligó a Alemania a renunciar al gasoducto Nord Stream 2 y a depender de las importaciones del mucho más caro GNL norteamericano. Esta dependencia va a incidir negativamente en la transición energética en la que la RFA estaba hasta hace poco a la vanguardia. Efectivamente, durante el tiempo que demande el pasaje de las energías fósiles a las renovables se triplicará el consumo de gas. Al tener que pagarlo dos o tres veces más caro, Alemania –y con ella toda Europa- perderá la ventaja que le daba su desarrollo tecnológico. Por otra parte, la economía europea quedará en gran parte desacoplada de la euroasiática.

Washington está ganando también la batalla mediática. Con brutal eficacia impuso en las redes sociales una censura nunca antes vista contra medios rusos o simpatizantes de Rusia, persigue con tono maccartista a periodistas y corresponsales e impone un discurso único denigratorio de los líderes de ese país. Moscú va a necesitar varios años para recuperar la confianza perdida entre el público occidental.

El gobierno ruso no es responsable por la guerra actual: Durante ocho años realizó todos los intentos posibles por entablar negociaciones, no tanto sobre Ucrania como sobre la situación general de inseguridad que la acción conjunta de oligarcas, mafiosos y neonazis implica y, más ampliamente, sobre una vuelta al status quo europeo anterior a 1997, cuando comenzó la expansión de la OTAN hacia el este. Amenazando con incorporar Ucrania a la alianza, impulsando una cadena de laboratorios que, probablemente, produzcan armas biotecnológicas, alentando el delirio de V. Zelensky de querer fabricar armas atómicas, acumulando tropas en la línea de demarcación y hostigando a la población civil del este para que emigre a Rusia, Occidente consiguió lo que quería: que Rusia inicie una guerra contra Ucrania y quede internacionalmente como agresora.

Durante estos ocho años todos los mecanismos del sistema internacional han ido fallando: la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) fue cooptada por EE.UU. e incumplió su misión de vigilancia del cese del fuego en la línea de demarcación en el este de Ucrania. La Organización Internacional para la Proscripción de las Armas Químicas y Bioquímicas (AIPAC) omitió controlar los laboratorios financiados por EE.UU. en Ucrania. La AIEA rechazó investigar las denuncias rusas sobre la utilización de material atómico ucraniano para fines no pacíficos. Y, finalmente, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) brilló por su ausencia durante toda la crisis.

Desde el punto de vista político y estratégico la invasión rusa está justificada, pero se trató de una intervención militar en un país soberano, así que Rusia violó el Derecho Internacional vigente. Si todos los argumentos de la realidad dicen una cosa y el orden jurídico dice lo contrario, obviamente, el que falla es el último de los nombrados. El orden mundial multipolar y pluralista en construcción requiere un sistema internacional de regulación de conflictos muy diferente al imperante.

Fuente https://www.telam.com.ar/notas/202203/585422-solo-la-derrota-del-unilateralismo-puede-salvar-la-paz.html 

Moscú es el principal abastecedor de gas a Europa. El bloqueo de las exportaciones del fluido de Rusia abriría un negocio formidable para la industria petrolera de los Estados Unidos ante un continente sediento de combustible. Burisma, la principal empresa privada ucraniana de explotación de gas, y el factor Biden.

Dossier Geopolitico publica este articulo realizado por la Periodista de Investigacion Eleonora Gosman San Pablo —6 de marzo de 2022 

La guerra instalada en el corazón oriental de Europa, entre Rusia y Ucrania, ha merecido los más detallados análisis políticos, históricos y militares. Pero poco, o nada, se profundiza sobre el trasfondo económico que subyace en ella. Lo que está en juego en este conflicto es monumental: empieza por las reservas de gas y las tuberías de transporte del fluido. Pero sigue por la disputa entre dos grandes potencias, Rusia y Estados Unidos -y lateralmente China- para ver quién se queda con la cereza del postre. Luego, transita por las oligarquías que no diferencian entre Oriente y Occidente. Y desemboca en planes geopolíticos de quienes entran en la disputa por la dominación energética de regiones, países y mercados.

Basta una mención numérica para distinguir a los grandes jugadores mundiales. Rusia se consagra en el primer lugar del ranking de las naciones con las mayores reservas gasíferas del mundo. Posee 38 billones de metros cúbicos (comprobados). Le sigue Irán, Qatar y Turkmenistán. Estados Unidos aparece en la quinta posición, con 12,9 millones de metros cúbicos. Pero el orden se invierte en cuanto se habla de producción. La supremacía la ejercen, de lejos, los norteamericanos con 921 millones de metros cúbicos anuales. Y le sigue Rusia, en un segundo lugar. Kiev, la capital ucraniana, mantenía hasta estos días el control grandes yacimientos gasíferos, ubicados en territorios del Este y del Sudeste ucraniano, donde se almacenan más de 2,15 billones de metros cúbicos del combustible fósil gaseoso. Esa es precisamente la región de Yuzivska, a orillas del río Dnieper, entre Kharkov y el Donestsk, que hoy está escindida en dos repúblicas, la del Donestk y la de Lugansk, reconocidas ahora como países independientes por el Congreso ruso y su presidente Vladimir Putin.

Esta es, desde luego, una parte de la historia. La otra parte involucra a la industria gasífera de Estados Unidos que acaba de encontrarse con un gran filón, gracias a las sanciones aplicadas contra Moscú por Washington y países europeos. Por un lado, tal como indica un artículo de The Guardian publicado el 27 de septiembre por elDiarioARChevron, ExxonMobil, Shell y varias más, junto a cientos de contratistas de perforación y suplidores de equipos que trabajan con ellos, quieren aumentar en forma sustancial las exportaciones de gas a una Europa sedienta del combustible. El problema que enfrentaban, hasta el presente, era la poderosa empresa estatal rusa Gazprom, el mayor obstáculo para recuperar el mercado europeo.

El gas natural ruso representa más del 30 por ciento de todas las importaciones de la Unión Europea. Las principales potencias de la UE, Alemania y Francia, obtienen el 40 por ciento de su gas procedente de Rusia, mientras que otros países, como la República Checa y Rumanía, utilizan únicamente el de la nación euroasiática. Es preciso recordar que las reservas almacenadas de gas por los europeos han bajado considerablemente. En parte largo y frío invierno de 2021-22. Pero también porque tanto como Alemania decidieron abandonar el carbón, contaminante en extremo, y precisan sustituirlo por el gas.

Para los políticos ucranianos, el gas de esquisto (que se obtiene por fracking) es una alternativa única para independizarse de Rusia y los demás proveedores de gas, como Qatar e Irán. Para las petrolíferas es un gran negocio: tanto las norteamericanas como las europeas han demostrado su interés en esa exploración. Esto les permitirá conquistar mercados europeos importantes. Esto lleva implícita una conclusión: las vastas reservas de gas de esquisto en las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk, controladas por los separatistas y donde hoy se encuentran precisamente la avanzada militar rusa, son un elemento importante si se quiere analizar la crisis de Ucrania.

Caja de Pandora

El secretario de Estado Anthony Blinken no dejó lugar a dudas sobre la importancia que la Casa Blanca le asigna al hecho. En Bruselas, luego de reunirse con la cúpula de la Unión Europea, se resolvió reforzar las presiones sobre Putin “hasta que termine la contienda”. Para la Comisión Europea, tal como lo reveló este viernes en un comunicado posterior al encuentro: “Desgraciadamente, horriblemente, puede ser que este conflicto no termine rápido. Tenemos que desarrollar acciones sostenidas hasta conseguir que esta guerra finalice”. Según el secretario de Estado, Rusia violó principios básicos que “si los permitimos, estaremos abriendo una caja de Pandora en todos los rincones del mundo”.

La nueva sanción sería pesada, mucho más aún que las adoptadas en el campo financiero contra los bancos rusos y amigos del presidente Putin. Se trata, ni más ni menos, de impedir las exportaciones de petróleo desde Rusia. Otro tanto podrían hacer con el gas. Fue lo que le hizo recordar a Blinken por qué el gobierno estadounidense se opuso, siempre, al funcionamiento del Nord Stream II, un gasoducto que une, a través del Báltico, a Rusia con Alemania en forma directa. Está finalizado, pero Alemania no autorizó su funcionamiento.

La conflictividad entre Rusia y Ucrania, en esta segunda década del siglo XXI, tuvo un origen etiquetado en la Revolución de la Dignidad ucraniana. A fines de 2013 y comienzos de 2014, la Plaza Maidán fue el sitio elegido por los ucranianos para manifestar masivamente su revuelta contra la corrupción que campeaba en el país. Buena parte de esos manifestantes pedían el ingreso de Ucrania a la Unión Europea y, por añadidura, a la OTAN. Las grandes protestas concluyeron en febrero con la renuncia del presidente, Viktor Yanukovych, considerado como “pro Moscú”.  Las elecciones presidenciales, que debían ocurrir en febrero de 2015, fueron adelantadas para mayo de 2014. La victoria le otorgó la presidencia directamente a uno de los grandes oligarcas ucranianos: el billonario Petro Poroshenko. Los comicios quedaron circunscriptos a las provincias del oeste y del centro de Ucrania. Y eso dio origen a la rebelión oriental, en la región sur y este del país. Allí están, precisamente, las repúblicas autodeclaradas de Donetsk y de Lugansk, pobladas esencialmente por habitantes de habla rusa, y que el presidente Putin y el Congreso ruso acaban de reconocer oficialmente una semana atrás.

Biden e hijo

Según un informe del Senado de Estados Unidos, el entonces vicepresidente Joe Biden fue encomendado por la administración Obama para comandar las relaciones con el gobierno emergente después de las concentraciones en la Plaza Maidan de Kiev. El dossier de los senadores, que iniciaron la investigación del caso, indicó que “bastaron 28 días para que se desarrollaran eventos significativos que involucraron a Biden”. El 21 de abril, el entonces vicepresidente de Barack Obama, visitó Ucrania y poco después fue descripto por la prensa estadounidense como “la cara pública del manejo de las relaciones” con la nación eslava, la segunda en tamaño territorial dentro de Europa. Las Comisiones del Senado montadas fueron las de Finanzas y la de Seguridad Nacional y Asuntos del Gobierno. Y el informe final indica que “el vicepresidente Biden inició una corta visita a Kiev apenas dos días después de ocurrida la renuncia del jefe de Estado ucraniano”. Y añade que “el objetivo principal fue demostrar el respaldo incondicional de Washington al gobierno ucraniano”. El vicepresidente norteamericano llevaba, consigo, un paquete esencial de ayuda económica a Poroshenko: un crédito del Fondo Monetario Internacional por 17.000 millones de dólares, a cambio del cuál debía proceder a grandes reformas macroeconómicas y financieras. Una de las condiciones fue colocar en el comando de la economía del país una ex funcionaria del Tesoro de Estados Unidos, Natalie Ann Jaresko, que tenía doble nacionalidad.

Después de ese viaje, Biden se reunió ya en su despacho de la Casa Blanca con Devon Archer, un abogado socio de su hijo Hunter Biden en la firma de inversiones Rosemont Seneca Thornton. El 22 de abril, Archer fue incorporado al directorio de Burisma, la principal empresa privada ucraniana de explotación de gas. Controlaba, precisamente, el ducto transportador del gas ruso al resto de Europa. El 12 de mayo de 2014, el abogado Hunter Biden entró también en el directorio de esa compañía. Su dueño era, por entonces, Mykola Zlochevsky, un oligarca ucraniano considerado corrupto por Washington. De acuerdo con la investigación del Senado, Biden hijo y su socio Archer recibieron “en el transcurso de los siguientes años millones de dólares salidos de las cuentas de Zlochevsky”.

 EG

Fuente de publicacion que la autora autoriza su difusion: https://www.eldiarioar.com/mundo/dominacion-energetica-regiones-paises-mercados-corazon-guerra-ucrania_1_8805605.html

Las principales potencias de la UE, Alemania y Francia, obtienen el 40 por ciento de su gas procedente de Rusia

Entrevista que me realizara el Periodista Alfredo Guruceta para su programa “Con Sentido Común” en el Canal “C” de Córdoba en cablevision sobre la realidad del Conflicto en Europa del Este, ¿por qué se pelea?; ¿Cuáles son los intereses en juego?; ¿El rol de la OTAN?; ¿El rol de la Unión Europea?. Los misiles de EEUU en Polonia y Rumania que amenazan la seguridad de Rusia y mientras las Guerras no difundidas en Somalia, Damasco y en Yemen continúan:

La guerra olvidada: 8 años de bombardeos de Kiev contra Donbass, que de pronto se transformo en la unica… https://redradiove.com/rt-la-guerra-olvidada-8-anos-de-bombardeos-de-kiev-contra-donbass/ 

La guerra sin prensa Yemen: la guerra de la vergüenza
https://www.elviejotopo.com/topoexpress/yemen-la-guerra-la-verguenza/ 

Video Completo del Conversatorio realizado en 3 de Marzo: O Conflito OTAN/Rússia na Ucrânia pela ótica Geopolítica Análise do conflito entre a Rússia e OTAN com a participação de especialistas em geopolítica. Uma visão sem filtros das verdadeiras causas e consequências do conflito. Participação de Vinicius Modolo Teixeira(UNEMAT), Carlos Pereyra Mele (Dossier Geopolítico/Argentina) e Charles Pennaforte (UFPEL). Organizado por LabGRIMA   (laboratorio de Geopolítica, Relaciones Internacionales y Movimientos Antisistema) de la Universidad Federal de Pelotas Rio Grande do Sul – Centro de Estudos em Geopolítica e Relações Internacionais (CENEGRI) y Geopolitica e Mercosul grupo de Pesquisa  

 En la dirección que se publica a continuación se puede acceder a la visualización de la Conferencia

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