DOSSIER GEOPOLITICO DG le está invitando a la octava Conferencia del Ciclo 2022

VIII Conferencia: “América Latina-Rusia: una puerta al futuro”

Sábado 9 julio 2022 05:00 p. m. Buenos Aires, Georgetown

España 10,00 hs pm; Costa Rica 02,00 hs pm; Brasil 05,00 hs pm; Rusia 11,00 hs pm, Perú 15,00 hs pm

Disertará: el Magister Hernando Kleimans, historiador, periodista, especialista en relaciones económicas Argentina-Rusia. Lic. Licenciado en Ciencias Históricas y Master en Relaciones Económicas Internacionales de la Academia de Rusia. Ex director de la Casa de la Provincia de Buenos Aires en Rusia. Corresponsal de medios argentinos en Moscú y de medios rusos en Buenos Aires. Periodista de Internacionales en las Agencias Télam; DyN; UPI; EFE; APN y numerosos medios radiales televisivos y escritos

Con 19 libros sobre las relaciones de Rusia y América Latina. 

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Carlos Pereyra Mele

Director de Dossier Geopolitico DG

Serguei Lavrov suele comparar a Occidente con una fiera herida. Y estima que es mejor ‎no provocarlo para evitar que destroce todo en un ataque de locura. Es mejor ‎guiarlo en paz hacia el cementerio. Pero Occidente no lo ve de la misma manera. ‎Washington y Londres están embarcados en una cruzada contra Moscú y Pekín. ‎Rugen constantemente y parecen dispuestos a todo. Pero, ¿qué pueden hacer ‎en realidad?‎

Biden-Johnson G7

La cumbre del G7 en Baviera y la de la OTAN en Madrid iban a anunciar el castigo de Occidente ‎contra el Kremlin por su «operación militar especial en Ucrania». Pero, aunque la imagen que ‎se ha resaltado ha sido la de una unidad entre las potencias occidentales, la realidad muestra ‎que esas potencias están desconectadas… de las realidades, que han perdido audiencia en el mundo entero y que, ‎en definitiva, están ante el fin de su hegemonía. ‎

Mientras los occidentales se convencen a sí mismos de que lo que está en juego es Ucrania, ‎el mundo los ve atrapados en la «trampa de Tucídides» 1. ‎‎¿Seguirán las relaciones internacionales organizándose alrededor de ellos o acabarán siendo ‎finalmente multipolares? ¿Se liberarán los pueblos hasta ahora sometidos y alcanzarán la ‎soberanía? ¿Será posible pensar de una manera que no sea en términos de dominación global y ‎dedicarnos todos al desarrollo de todos?‎

Los occidentales han imaginado, alrededor de la «operación militar especial» rusa en Ucrania, ‎una narrativa que no menciona lo que ellos mismos han hecho desde la disolución de la Unión ‎Soviética. Prefieren olvidar que sus países firmaron la Carta de Seguridad Europea –también ‎conocida como la Declaración de Estambul de la OSCE. Prefieren olvidar también que ‎ellos mismos violaron lo estipulado en ese documento metiendo uno a uno en la OTAN a todos ‎los ex miembros del Pacto de Varsovia y a varios de los nuevos Estados postsoviéticos. Tampoco quieren recordar que ellos mismos derrocaron el gobierno ucraniano en 2004, ni el golpe ‎de Estado mediante el cual instauraron en Kiev un régimen de nacionalistas banderistas, ‎en 2014. Sin hablar de todo ese pasado, atribuyen todos los males a Rusia y se niegan a ‎cuestionar lo que ellos mismos hicieron anteriormente, consideran que sólo “aprovecharon” ‎ciertas coyunturas y estiman que sus victorias pasadas les confieren derechos. ‎

Para sostener esa narrativa imaginaria, los occidentales recurren a la censura de los ‎medios rusos en sus propios países. En otras palabras, los occidentales se venden como «demócratas»… pero ‎más vale censurar las voces discordantes que tener que mentir. ‎

Todas las potencias occidentales abordan, unánimemente, el conflicto ucraniano convenciéndose ‎a sí mismas de que tienen el deber de juzgar, condenar y sancionar a Rusia. Han chantajeado a los ‎países más pequeños para imponer en la Asamblea General de la ONU un texto que parece darles ‎la razón. Y ahora planean desmantelar Rusia, como antes lo hicieron con Yugoslavia y como ya ‎han tratado de hacerlo con Irak, Libia, Siria y Yemen, mediante la estrategia Rumsfeld-Cebrowski ‎‎ [2].‎

Para lograr ese objetivo han comenzado a aislar a Rusia de la finanza internacional y del comercio ‎mundial, le han cortado el acceso al sistema SWIFT y a Lloyds, impidiéndole no sólo comprar y ‎vender sino también garantizar el transporte de sus mercancías. Están tratando de provocar el ‎derrumbe económico de la Federación Rusa. De hecho, el 27 de junio pasado, la agencia Moody’s ‎declaró a Rusia en default (impago) [3]. ‎

Pero nada de eso ha tenido el efecto esperado… porque todo el mundo sabe que las arcas del Banco ‎Central ruso están llenas de divisas y de oro. En realidad, Rusia pagó los 100 millones que tenía ‎que pagar pero no pudo transferirlos a Occidente… por causa de las sanciones occidentales. ‎Así que Moscú puso ese dinero en una cuenta en espera de que los acreedores busquen ‎la manera de tener acceso a esos fondos. ‎

Mientras tanto, la Federación Rusa, que ya no recibe pagos de los occidentales, ha comenzado a ‎vender sus productos, específicamente sus hidrocarburos, a otros compradores, principalmente ‎a China. Como los pagos ya no pueden efectuarse en dólares, Moscú está cobrando en otras ‎monedas. Por consiguiente, los dólares que los clientes de Rusia utilizaban antes para pagar los ‎productos rusos están regresando a Estados Unidos.

Ese proceso ya estaba en marcha desde ‎hace años pero las sanciones unilaterales occidentales lo han acelerado bruscamente. La enorme ‎cantidad de dólares que están regresando a Estados Unidos –y acumulándose allí– está desatando ‎una imponente alza de precios en suelo estadounidense. La Reserva Federal trata de hacer todo ‎lo posible por desviar una parte del alza de precios hacia los países de la eurozona. Resultado: el ‎alza de precios se propaga a toda velocidad por todo el oeste de Europa. ‎

A todas estas, el Banco Central Europeo (BCE) no es una entidad concebida para favorecer el ‎desarrollo económico. Su misión primordial consiste en manejar la inflación dentro de la Unión ‎Europea. Al comprobar que no tiene como frenar el brusco aumento de los precios en Europa, el ‎BCE trata de utilizar esa tendencia para reducir su propia deuda. Así que el Banco Central ‎Europeo está invitando los Estados miembros de la Unión Europea a compensar, mediante ‎reducciones de impuestos y subvenciones, el repentino derrumbe del poder adquisitivo de sus ‎‎“ciudadanos europeos”. Pero eso es caer en un círculo vicioso: al ayudar a sus ciudadanos, ‎los países miembros de la Unión Europea se entregan –atados de pies y manos– al Banco ‎Central Europeo, se encadenan todavía más a las deudas de Estados Unidos y se empobrecen ‎aún más. ‎

Esta espiral inflacionista no tiene puerta de salida. Es la primera vez que Occidente se ve ‎obligado a “tragarse” los dólares que Washington ha venido imprimiendo alegremente durante ‎décadas. El alza de precios en Occidente corresponde al costo de los gastos del imperio yanqui ‎durante al menos los últimos 30 años. Es ahora cuando Occidente se ve obligado a pagar ‎lo que costaron sus guerras contra Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia, Siria y Yemen. ‎

Hasta ahora, Estados Unidos mataba a todo aquel que amenazaba la supremacía del dólar. ‎Colgaron a Saddam Hussein y saquearon el Banco Central iraquí. Torturaron y lincharon a ‎Muammar el-Kadhafi –quien estaba preparando el lanzamiento de una moneda única panafricana– ‎y saquearon el Banco Central libio. Las enormes reservas que esos Estados petroleros habían ‎acumulado durante años “desaparecieron” sin dejar rastro. Sólo se vio algunos militares ‎estadounidenses partir con decenas de miles de dólares, a menudo envueltos en sacos plásticos ‎usualmente destinados a envolver la basura. Al excluir a Rusia de los intercambios en dólares, ‎Washington no ha hecho otra cosa que provocar lo que tanto temía: el dólar estadounidense ‎ha dejado de ser la divisa de referencia internacional. ‎

La mayoría del resto del mundo no es ciega. Viendo lo que sucede muchos corrieron a participar ‎en el Foro Económico de San Petersburgo y después trataron de inscribirse en la cumbre virtual ‎de los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica). Esa mayoría se da cuenta ahora –‎un poco tarde– de que Rusia inició la «Asociación de Eurasia Ampliada» en 2016 y de que ‎el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, hizo el anuncio en ese sentido, ante la Asamblea ‎General de la ONU, en septiembre de 2018 [4]. ‎

Durante 4 años, se han construido muchos kilómetros de carreteras y de vías férreas para ‎integrar a Rusia en las nuevas «rutas de la seda» concebidas por China. Eso ha permitido ‎redireccionar –en sólo meses– los flujos de mercancías. ‎

El reflujo de los dólares estadounidenses y el redireccionamiento de los flujos de mercancías están ‎acentuando además el alza de los precios de la energía. Rusia, uno de los primeros exportadores ‎de hidrocarburos de todo el mundo, está viendo sus ingresos aumentar considerablemente en ‎ese sector. La moneda rusa –el rublo– goza de mejor salud que nunca. En un esfuerzo por ‎revertir esa tendencia, el G7 acaba de fijar un precio tope para el gas ruso y para el petróleo ‎ruso. En otras palabras, el G7 acaba de ordenar a la «comunidad internacional» que no acepte ‎pagar más caro por los hidrocarburos que necesita desesperadamente. ‎

Pero es evidente que Rusia no piensa permitir que Occidente fije los precios de los productos ‎rusos. Quien no quiera pagarlos al precio del mercado… sencillamente no podrá obtenerlos y ‎parece muy poco probable los clientes potenciales se priven de lo que necesitan ‎sólo para complacer a Occidente. ‎

El G7 trata de organizar su supremacía, al menos en el plano intelectual [5]. Pero eso ya no funciona. El viento sopla ahora en otra dirección. Se han ‎acabado los cuatro siglos de hegemonía occidental. ‎

Desesperado, el G7 se ha comprometido a resolver la crisis mundial de los alimentos… que es ‎resultado de su propia política. Los países afectados saben perfectamente lo que valen los ‎‎“compromisos” del G7. Todavía están esperando por el famoso gran plan de desarrollo para ‎África, entre otras muchas promesas occidentales. Esos países saben que Occidente simplemente ‎no puede garantizarles fertilizantes nitrogenados o potásicos, pero se empeña en impedir Rusia los venda. Las famosas ayudas del G7 –tan útiles como una venda en una pierna plástica– no tienen otro ‎objetivo que hacerlos esperar y tratar de evitar que se cuestionen los sagrados principios del ‎libre comercio. ‎

La cumbre de la OTAN en Madrid quiso ser una demostración de unidad y poderío. Pero ‎los países miembros de esa alianza bélica sólo fueron convocados para firmar lo que ‎Washington y Londres ya habían decidido… sin consultarlos. La unidad mostrada en Madrid ‎fue en realidad otra demostración de ese vasallaje que muchos quisieran dejar atrás.‎

La única opción posible para mantener la dominación occidental es la guerra. La OTAN tendría ‎que lograr destruir Rusia, como Roma cuando arrasó Cartago. Pero, ya es tarde para eso. ‎Las fuerzas armadas de la Federación Rusa disponen de sistemas de armas mucho más ‎sofisticados que Occidente. Y ya los pusieron a prueba en Siria, desde 2014. Rusia tiene ‎lo necesario para aplastar a sus enemigos en cualquier momento. En 2018, el presidente ‎Vladimir Putin mostró a los parlamentarios rusos los sorprendentes progresos de su industria ‎bélica [6].‎

La cumbre de la OTAN en Madrid fue una linda operación de comunicación [7]. Pero probablemente fue también el canto del cisne. Los 32 miembros de la OTAN ‎proclamaron su unidad con la desesperación de quienes temen a la muerte. Como si nada, ‎adoptaron primero una estrategia para dominar el mundo durante los 10 próximos años, ‎señalando el «crecimiento» de China como una fuente de preocupación [8], lo cual equivale a ‎confesar que el objetivo de la OTAN no es garantizar la seguridad de sus miembros sino ‎más bien dominar el mundo. Seguidamente, abrieron el proceso de adhesión de Suecia y ‎Finlandia y se plantearon además la posibilidad de acercarse a las fronteras de China, con una ‎eventual adhesión de Japón. ‎

El único incidente, rápidamente puesto bajo relativo control, fue la presión turca que obligó a ‎Finlandia y Suecia a condenar el PKK [9]. Incapaz de enfrentar la presión ‎de Turquía, Estados Unidos abandonó a sus aliados –los mercenarios kurdos en Siria y sus líderes ‎en el extranjero. ‎

También se decidió multiplicar por 7,5 la Fuerza de Acción Rápida de la OTAN, haciéndola pasar ‎de 40 000 a 300 000 efectivos, y estacionarla en la frontera con Rusia. Con esa decisión, los ‎miembros de la OTAN vuelven a violar los compromisos ya contraídos y estipulados en la Carta de ‎Seguridad Europea ya que amenazan directamente a Rusia. ‎

Mientras tanto, el Pentágono ya está haciendo mapas sobre el desmantelamiento de Rusia que ‎espera concretar. ‎

El ex embajador de Rusia ante la OTAN y actual director de Roscosmos, Dimitri Rogozin, ‎respondió a esas elucubraciones publicando en su cuenta de Telegram, las coordenadas de tiro ‎de los centros de decisión de la OTAN –incluyendo las del centro de convenciones de Madrid ‎donde estaban reunidos los jefes de Estado y/o de gobierno de esa alianza militar [10]. ‎

No hay que olvidar que Rusia ya dispone de vectores hipersónicos, actualmente imposibles de ‎interceptar, capaces de poner en sólo minutos una o más cargas nucleares encima de la sede de ‎la OTAN, en Bruselas, e incluso en el Pentágono, en Washington. Y, para que nadie se ‎equivoque, Serguei Lavrov, precisó –refiriéndose a los discípulos de Leo Strauss, sólidamente ‎posicionados en la cúpula de Washington– que las decisiones militares de Occidente ni siquiera ‎son cosa de los militares sino que se toman en el Departamento de Estado estadounidense, ‎lo cual implica que ese pudiera ser el primer blanco. ‎

Se imponen entonces varias interrogantes. ¿Están dispuestos los dirigentes occidentales a jugarse ‎el todo por el todo? ¿Asumirán el riesgo de desatar una Tercera Guerra Mundial –sabiéndola ‎perdida de antemano– únicamente para no hundirse solos?‎

Thierry Meyssan Intelectual francés, presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Última obra publicada en español: De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestros ojos la gran farsa de las «primaveras árabes» (2017).

[1Destined For War: Can America ‎and China escape Thucydides’s Trap?, Graham T. Allison y Houghton Mifflin Harcourt, 2017.

[2] ‎«El proyecto militar de Estados Unidos para el ‎mundo» y «La doctrina Rumsfeld-Cebrowski», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 22 ‎de ‎agosto ‎de 2017 y 25 de mayo de 2021.‎

[3] “Government of Russia: Missed coupon payment ‎constitutes a default”, Moody’s, 27 de junio de 2022.

[4] “Remarks by Sergey Lavrov to the 73rd Session of ‎the United Nations General Assembly”, por Serguei Lavrov, Voltaire ‎Network, 28 de septiembre de 2018; «ONU, nacimiento del mundo postoccidental», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 2 de octubre de 2018.

[5] «Communiqué des ‎chefs d’Etat et de gouvernement du G7 d’Elmau», Réseau Voltaire, 28 de ‎junio de 2022.

[6] “Vladimir Putin Address to the Russian Federal Assembly” por ‎Vladimir Putin, Voltaire Network, 1º de marzo de 2018; «El nuevo arsenal nuclear ruso restaura la bipolaridad del mundo», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 6 de ‎marzo de 2018.

[7] «Los elementos claves de la Cumbre de la OTAN de 2022 en Madrid», Red Voltaire, 29 de junio ‎de 2022.

[8] «OTAN 2022 Concept ‎Stratégique», Réseau Voltaire, 29 de junio de 2022.

[9] “Turkiye, Sweden, Finland Memorandum”, Voltaire Network, 28 de junio de 2022.

[10] «Rusia amenaza los centros de decisión ‎de Occidente», Red Voltaire, 28 de junio ‎de 2022.

FUENTE VOLTAIRE NET https://www.voltairenet.org/article217562.html

Europa en un paréntesis veraniego, como en 1914 por Alastair Crooke*

Mientras Occidente piensa que la crisis ucraniana se está convirtiendo en algo parecido a la Guerra Fría, las circunstancias históricas y materiales dicen lo contrario : el mundo está al borde de un acontecimiento de la magnitud de la Primera Guerra Mundial.

La narrativa común es que Occidente ha entrado en una Guerra Fría similar a la que se libró contra la Unión Soviética y que, al igual que en aquella lucha anterior, su resultado debe ser la reafirmación primordial del modelo económico, político y civilizatorio estadounidense.

Sin embargo, una analogía mucho mejor sería considerar una época anterior que no terminó con un triunfo de la Guerra Fría, sino con un tsunami de guerra caliente que desempoderó al mundo entero. Fue un periodo en el que los responsables políticos (y los mercados) no apreciaron el creciente peligro que se acumulaba durante el letargo veraniego entre el asesinato del archiduque Francisco Fernando a finales de junio de 1914 y el estallido de la guerra cinco semanas después.

Es cierto que entonces se tenía la sensación de que dos alianzas fuertemente armadas estaban en curso de colisión. Pero ya se habían producido episodios de guerra de desgaste, y fue el fracaso de estos episodios lo que creó la sensación de que el statu quo podía -y debía- continuar indefinidamente. La opinión estaba influenciada por el bestseller de 1909 de Norman Angell, «La gran ilusión«, que argumentaba que la guerra se había vuelto imposible porque el comercio mundial y los flujos de capital estaban demasiado vinculados.

Lo que no se apreció del todo en aquel momento fue que Gran Bretaña había estado observando sigilosamente, con indignada ira, la inminente amenaza que suponía para su imperio la floreciente ambición de Alemania de adquirir su propio imperio rival. Gran Bretaña llevaba tiempo preparándose para arrebatar esta «chutzpah» [audacia] alemana. La Guerra de los Bóers de 1899-1902 tenía como objetivo principal permitir a Gran Bretaña adquirir la riqueza financiera de Sudáfrica para financiar su rearme.

Las circunstancias de mediados de 1914 (el momento de Sarajevo) parecían muy propicias, tanto para las aspiraciones de imperio de Alemania como para la creencia británica de que era una oportunidad para aplastarla por completo. Al igual que Moscú ve ahora a Ucrania como la bisagra de una arquitectura global diferente, Washington ve un atolladero ucraniano como un feliz accidente para su deseo de aplastar las aspiraciones rusas y chinas que ahora amenazan con desalojar el imperio estadounidense «basado en reglas».

La Guerra de los Balcanes de 1912-1913 arrastró a Austria-Hungría, aliada inconstante de Alemania, a la lucha contra Rusia. Al igual que hoy, la guerra de Ucrania de Biden ha logrado involucrar a la (veleidosa) Europa en el puro objetivo estadounidense de neutralizar a Rusia.

El conflicto ucraniano, que ahora pende de un pivote ante una cada vez más probable victoria rusa, es metafóricamente el «momento Sarajevo» de hoy. Estamos atrapados en el interregno de la ilusión, mientras los complacientes líderes europeos apuestan a que Biden seguramente ganará y se restablecerá la «normalidad».

Hay que recordar que Gran Bretaña inició su operación de fragmentación de Alemania a principios del siglo XX intentando desmantelar las líneas de abastecimiento del mundo -para preservar las suyas- e impedir que Alemania accediera a sus enlaces exteriores.

Como parte de esta operación, Gran Bretaña estableció un bloqueo naval que tuvo el efecto involuntario de canalizar las resurgentes ambiciones alemanas hacia el este, a través de la llanura europea, y finalmente hacia Rusia.

Todos sabemos que esta concatenación de acontecimientos terminó en dos guerras mundiales y la subsiguiente devastación económica de Europa, allanando el camino al siglo americano.

¿Cómo explicar el segundo episodio contemporáneo de somnolencia e imprudencia política de Europa en cien años ? La herramienta de Gran Bretaña para preparar el espacio de batalla contra Alemania en el siglo pasado fue la diplomacia a la antigua. Gran Bretaña construyó una alianza diplomática contra Alemania. Pero Estados Unidos aportó una nueva herramienta para preparar el espacio de batalla europeo : su inversión de la tesis de Antonio Gramsci de que la esfera cultural es el ámbito más productivo para la lucha política.

Así, en lugar de que la cultura sea el lugar de la acción revolucionaria contra una élite (según Gramsci), las plataformas sociales y los medios de comunicación estadounidenses y europeos, libres de rivales no occidentales, se han convertido precisamente en el lugar en el que el «sistema» -la élite- puede reafirmarse, neutralizando la posibilidad de resistencia política a través del dominio de la esfera cultural : La demonización de China y Rusia por los algoritmos de las principales plataformas y medios de comunicación.

Así es como una Europa en gran parte resistente a la guerra puede volverse contra China y Rusia, con las élites europeas acompañando, en nombre de la promoción de sus valores liberales «universales«.

Lo que es diferente hoy es también lo más preocupante. La suposición inicial parece haber sido que utilizar el poder financiero y comercial de Estados Unidos -mientras éste siga siendo dominante- para colapsar la economía de Rusia, contener a China y someter a Europa a un vasallaje tecnológico, sería en sí mismo suficiente para contener el riesgo de guerra caliente.

Pero está ocurriendo lo contrario. El vergonzoso fracaso de la guerra financiera ha obligado a Biden a lanzar una maniobra de distracción para encubrir este fracaso, que no sólo no ha conseguido derribar a Rusia, sino que ahora corre el riesgo de colapsar la economía europea, lo que supone un gran riesgo colateral para el propio sistema financiero estadounidense.

Por ejemplo, Biden dijo que EE.UU. intervendría en Taiwán si China lo atacaba, cerrando así el eje China-Rusia. En Ucrania, Estados Unidos y la OTAN se acercan cada vez más a un enfrentamiento directo con las fuerzas militares rusas. Alrededor de Ucrania, la CIA está encendiendo una serie de incendios de maleza en la periferia ucraniana, desde Moldavia hasta Kazajistán (reavivando viejas tensiones). Biden hace la vista gorda ante el intento de Polonia de anexionarse discretamente sus antiguas reivindicaciones territoriales en el oeste de Ucrania o se confabula con ella (amenazando con abrir una serie de viejas heridas de Europa del Este).

En Asia Oriental, Estados Unidos ha encendido fuegos en Pakistán ; lo está intentando en Afganistán y con los kurdos ; y lo más importante, está practicando un ataque militar conjunto con Israel contra Irán.

Y la administración Biden ha facilitado -mientras Europa observa con creciente preocupación- una Alemania que está iniciando un nuevo intento de transición -que se hace eco de las anteriores aspiraciones de la «Gran Alemania», recordando precisamente el marco europeo anterior a la Primera Guerra Mundial- con sus élites apuntando de nuevo a Rusia. La militarización completa de la sociedad alemana está, una vez más, en marcha. Alemania y Estados Unidos ya colaboran estrechamente en Ucrania y en las acciones de la OTAN contra Rusia.

La gravedad de este cambio se puede plasmar en lo que podría parecer una nota esotérica a pie de página de una declaración diplomática ; de hecho, es todo lo contrario. En la declaración conjunta ruso-china de septiembre de 2020, un vector clave fue la «verdad histórica» sobre la Segunda Guerra Mundial. En pocas palabras, ambos estados argumentan que en una campaña occidental aparentemente inocua, se están falsificando sistemáticamente los hechos históricos (en países como Polonia y los Estados Bálticos), a menudo con el sutil estímulo de Estados Unidos. La narrativa se transforma para presentar la Segunda Guerra Mundial como una en la que la «familia europea» se unió para luchar contra Rusia.

El objetivo es claro. Su importación (una Alemania dominante militarizada) es explosiva para Europa. (¿Es éste el objetivo secundario de Washington ?) Lo que parece tan perverso es que todo este juego con fuego se supone que ayudará a Biden a no perder demasiado en las elecciones de noviembre.
¿Incendio provocado para apoyar una causa perdida ?

Alastai Crooke* para Al Mayadeen

Original : Europa en un somnoliento paréntesis veraniego – como en 1914  ». Al Mayadeen, Beirut, 5 de junio de 2022.

[*Alastair Crooke, diplomático británico, fundador y director del Conflicts Forum . Fue una figura destacada de la inteligencia militar británica, la Sección 6 (MI6) y de la diplomacia de la Unión Europea. Se le concedió la d(istinguida Orden de San Miguel y San Jorge (CMG), una orden de caballería británica fundada en 1818.)]

Traducción del inglés por y para : El Correo de la Diáspora.


Ucrania no estaba en la OTAN, pero la OTAN estaba en Ucrania desde 2014. Tres meses después de su inicio, comprendemos mejor el cúmulo de irresponsabilidades multilaterales que han desembocado en esta guerra. Por Rafael Poch

Emplazamientos de la OTAN en Ucrania (amarillo y azul): Instalaciones no oficiales de la OTAN (solo en azul) Instalaciones oficiales de la OTAN) –Polígono 242 del ejército regular de Goncharovski, región de Chernigov. –Polígono 233 del ejército regular del pueblo Málaya Liubasha, región de Rovno -Centro internacional de mantenimiento de la paz y la seguridad de Yavoriv, región de Lviv. –Base de la flota británica de Yuzni, región de Odesa. –Base de mando operativo de la flota de EE.UU de Ochakov, región de Nikolayev. –Centro de observación y escucha de la isla Zmeiny. –Centro 235 de preparación, pueblo Mijailovka, región de Nikolayev. -Polígono 241 del ejército regular de Aleshki, región de Jerson. -Centro de entrenamiento de tiradores de precisión de Mariupol, región de Donetsk. –Campamento militar de la OTAN de Shostka, región de Sumy. -Campamento de la OTAN, Sumy.

Cuando el 24 de febrero Rusia invadió Ucrania desconocíamos muchos detalles de esa criminal y desgraciada aventura. Hoy, cuando los peligros de una escalada militar entre Occidente y Rusia se incrementan con las semanas hasta producir vértigo en un diario belicista de Nueva York, sabemos con certeza que aunque Ucrania no estaba en la OTAN, la OTAN estaba en Ucrania. Desde hace años. Lo que eso significaba y significa en la práctica lo sabemos, no a través de informaciones y propagandas justificatorias rusas, sino por fuentes de Estados Unidos: por declaraciones de sus personalidades e informes de sus medios de comunicación.

El rearme atlantista de Ucrania comenzó inmediatamente después de la revuelta popular y operación de cambio de régimen del invierno de 2014. Las fuerzas nacionalistas antirusas que no representaban ni a la mitad del país (obviamente ahora el panorama ha cambiado radicalmente), se hicieron entonces definitivamente con el poder en Kiev. Al derogar el precepto de no alineamiento de la Constitución ucraniana y optar abiertamente por una decidida disciplina occidental, esas fuerzas rompieron el delicado equilibrio plural entre las regiones del Oeste y el Este sobre el que reposaba la integridad territorial del país, desencadenaron una guerra civil en Donbas y también la anexión de Crimea, una reacción rusa de consolación a la debacle que los intereses de Moscú habían sufrido en Kíev y que la administración Obama leyó como un intolerable desafío militar merecedor de ejemplarizante castigo.

Según el Instituto Internacional de Investigaciones sobre la Paz de Estocolmo (SIPRI), desde entonces y hasta 2021, Ucrania incrementó su gasto militar un 142% (Rusia un 11%).

A partir de 2015, Estados Unidos se gastó 5000 millones de dólares en armas a Ucrania. En ese mismo periodo se formaron “por lo menos 10.000 hombres de las fuerzas armadas ucranianas al año “durante más de ocho años” en el cuadro de la OTAN, informó el 13 de abril The Wall Street Journal en un artículo titulado; El secreto del éxito militar de Ucrania: años de entrenamiento de la OTAN.

Muchos de esos, por lo menos, 80.000 hombres, fueron formados en los “estándares militares occidentales” y “tácticas modernas de combate” en la base de Yavoriv (Yavorov), cerca de Lviv.

Yavoriv es un enorme campo de entrenamiento de 200 kilómetros cuadrados de extensión (tres veces el área metropolitana de París), que fue objeto de un sonado ataque de misiles ruso el 13 de marzo. Al principio allí se formaban unidades de la Guardia Nacional y luego del ejército regular. Cuando empezó la guerra, “por lo menos ocho países de la OTAN” estaban formando en Yavoriv a militares ucranianos. Lo aprendido con esa dilatada labor de formación y modernización, “ha tenido un impacto significativo” en el curso de la guerra, ha dicho el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

La CIA formó también unidades de élite y de inteligencia ucranianas en territorio de Estados Unidos. El programa tuvo problemas, porque se sospechaba que el contingente estaba infiltrado por informantes rusos, lo que exigió restricciones de información y filtrados de seguridad, informaba en enero el corresponsal para asuntos de seguridad Zach Dorfman. Los rusos estaban al día de esa labor de la CIA. El jefe de operaciones especiales de la inteligencia ucraniana, Coronel Maksim Shapoval, vinculado a ese programa, murió el 27 de junio de 2017 en Kiev, en un atentado con bomba lapa colocada bajo su coche. El atentado fue atribuido a los servicios secretos rusos y considerado respuesta a otros atentados cometidos por Shapoval en Donbas.

Mientras sucedía todo eso, paralelamente tenían lugar dos procesos fundamentales. El primero, el rechazo activo de Estados Unidos, y como consecuencia de los ucranianos, a los “Acuerdos de Minsk”, la fórmula de paz firmada entre Rusia y Ucrania, y arbitrada por Francia y Alemania que estos dos países dejaron languidecer. El segundo, la retirada unilateral de Estados Unidos, en 2019, del acuerdo de prohibición de armas nucleares de alcance intermedio (INF), firmado en 1987 por Reagan y Gorbachov y que fue un hito para el fin de la guerra fría en Europa.

Tras escuchar durante años que la ampliación de la OTAN hacia el Este no era contra Rusia y que las baterías de misiles desplegadas en Rumanía y Polonia eran “contra Irán”, (que carecía, y carece, de misiles de tan largo alcance), los rusos asistieron con doble irritación a las explicaciones que el Consejero de Seguridad Nacional de Trump, el demente John Bolton, ofreció en Moscú en octubre de 2018: la retirada del INF no va contra Rusia, les dijo Bolton, sino contra China, para poder desplegar esas armas nucleares tácticas en Asia. Que Bolton dijera que ya no consideraban a Rusia “una amenaza” y que lo que importaba en Washington era China, no hizo más que herir el acomplejado orgullo de gran potencia venida a menos de los dirigentes rusos.

En marzo de 2021, Ucrania aprobó una nueva estrategia militar en la que se apunta directamente a la reconquista militar de Crimea y Donbas, lo que desde el punto de vista del derecho internacional era completamente legítimo, puesto que ambas regiones eran territorio ucraniano, pero que a efectos prácticos equivalía a un anuncio de preparativos de guerra contra Rusia.

En septiembre del mismo año, Estados Unidos y Ucrania firmaron un acuerdo por el que Washington prometía ayuda militar para restablecer la “integridad territorial” de Ucrania, tal como anunciaba el propósito de la nueva doctrina militar de Kíev.

En febrero comienza la guerra, después de que EE.UU no reaccionara a la propuesta diplomática de Moscú (neutralidad de Ucrania, retirada de infraestructuras militares de la OTAN del entorno de Rusia, entre otros aspectos) y de que el Presidente Ucraniano declarara en la Conferencia de Seguridad de Munich su derecho a disponer de armas nucleares en el futuro.

Tres meses antes del inicio de la invasión rusa, en noviembre de 2021, el director de la CIA, William Burns, había visitado Moscú con un claro mensaje. Putin estaba en su residencia de Sochi, en el Mar Negro, pero Burns advirtió que si los preparativos de invasión detectados en Washington se ejecutaban, habría una reacción occidental fuerte. Desde Moscú, Burns habló por teléfono con Putin. Sin molestarse en desmentir las sospechas de invasión de Washington, el Presidente ruso “le recitó pausadamente una lista de agravios sobre cómo Estados Unidos había ignorado durante años los intereses rusos de seguridad”. Respecto a Ucrania, Putin le dijo que “no era un verdadero país” (WSJ, 1 de abril), es decir la idea que el Presidente ruso ha defendido en diversas ocasiones y que merece una pequeña explicación.

Según una visión bastante común en Rusia, una Ucrania hostil a Rusia que niega su pluralismo etnolingüístico, cultural y religioso interno, no tiene derecho a la existencia en sus actuales fronteras. Tal país, considerado traidor, puede ser desmembrado, con su parte oriental vinculada a Rusia de una u otra forma, un trozo occidental de la Rutenia subcarpática incorporado a Hungría (escenario que, seguramente, Putin ha transmitido a Orban en la última visita de éste a Moscú), otro a Polonia, y el resto, si queda algo, para un estado ucraniano hostil pero inofensivo, sin acceso al mar y desatado, pero geográficamente aislado, en su irremediable rusofobia. Todo esto ya estaba implícito en 1994 cuando Aleksandr Solzhenitsyn mencionaba las “falsas fronteras leninistas de Ucrania”, injustificables porque “rompen millones de vínculos de familia y amistad”, en su opúsculo “La cuestión rusa en el final del siglo XX”.

En condiciones normales esa mentalidad se habría disuelto con el tiempo, o habría sido patrimonio de sectores radicales políticamente marginales en Moscú, pero la ruptura de 2014 en Kíev con su afirmación de una Ucrania “traidora” a ojos de Moscú y decididamente hostil a Rusia, así como los propios problemas internos de Rusia, la colocaron en el centro del poder moscovita…

Volviendo al director de la CIA, a mediados de enero Burns viajó en secreto a Kíev para exponerle al Presidente Zelenski lo que sabían del inminente ataque ruso, con un avance rápido hacia Kíev desde Bielorrusia. Los rusos iban a ocupar el aeropuerto Antónov de Hostomel, cerca de Kíev, con tropas especiales aerotransportadas, con el fin de utilizarlo para desembarcar allí fuerzas para tomar la capital. También se dio a los ucranianos información sobre los objetivos de la primera ola de misiles rusos para destruir la aviación y la defensa antiaérea ucraniana en los primeras horas. Esos informes permitieron salvar algunos recursos cambiando su emplazamiento, y desbaratar la operación de Hostomel.

Desde el primer momento, la OTAN puso los ojos (información de satélites) y los oídos (interceptación de transmisiones) al ejército ucraniano, con un intenso fluido de información a tiempo real.

“La inteligencia de Estados Unidos ha compartido información detallada desde antes de que comenzara la invasión (…) y ahora está trabajando estrechamente junto con la de otros socios para rechazar la invasión rusa”, explicaba el domingo el Wall Street Journal. La cadena de televisión NBC informó el 26 de abril de que gracias a ello se derribó un avión de transporte ruso repleto de fuerzas especiales en los primeros días de la invasión. A finales de ese mismo mes, The Washington Post reveló que se habían facilitado las coordenadas para hundir con misiles, el 14 de abril, el crucero “Moskvá”, buque insignia de la flota rusa del Mar Negro, hecho que los rusos no atribuyen a un ataque sino a un “accidente” para no perder la cara. The New York Times informó poco después de que la elevada mortandad de altos mandos rusos en la campaña, doce generales en apenas tres meses según el diario, se debía a la información sobre coordenadas de puestos de mandos y horarios en los que se conocía la presencia de altos mandos en ellos.

Todo esto no lo sabíamos el 24 de febrero, llevaba en marcha muchos años y da mayor plausibilidad a los argumentos rusos sobre los motivos de la invasión como “guerra preventiva”.

En su discurso del 9 de mayo con motivo del día de la victoria, Putin repitió los argumentos ya formulados la madrugada del 24 de febrero cuando dijo que un ataque contra Rusia “era solo una cuestión de tiempo”:

En diciembre propusimos firmar un acuerdo sobre garantías de seguridad (…) que tuviera en cuenta los intereses de unos y otros. Todo en vano. (…) Se estaba preparando otra operación punitiva en Donbas, una invasión de nuestras tierras históricas, incluida Crimea. Kiev declaró que podía hacerse con armas nucleares. El bloque de la OTAN llevaba a cabo un activo fortalecimiento militar junto a nuestras fronteras. Se estaba creando una amenaza inadmisible. Teníamos todas las evidencias de que era inevitable un enfrentamiento con los neonazis y banderistas apoyados por Estados Unidos y sus vasallos. Veíamos cómo se incrementaban las infraestructuras militares con centenares de consejeros extranjeros y envíos regulares de armas modernas por parte de países de la OTAN. La amenaza aumentaba con los días. Rusia lanzó un ataque preventivo contra esta agresión. Fue una decisión impuesta, correcta por parte de un país independiente, fuerte y soberano”.

Sea como sea, la “decisión correcta” ha costado la vida o terribles heridas a miles de soldados y civiles, 13 millones de desplazados y la estimación de que una tercera parte de las infraestructuras del país hayan sido destruidas. Eso sin contar con el efecto de las sanciones en Rusia y en la Unión Europea, la sumisión de ésta a la OTAN, el aislamiento internacional de Rusia (únicamente matizado por la posibilidad de desarrollo de un bloque antioccidental en el mundo a medio y largo plazo, incierto consuelo) y los problemas de hambre e inseguridad alimentaria que se anuncian en África y Oriente Medio. Y como gran cuestión, la guerra entre imperios combatientes tomando definitivamente el relevo a la necesaria concertación contra el cambio climático en las prioridades de los gobernantes de las grandes potencias. En resumen: una catástrofe planetaria en toda regla con años, sino décadas, apartados de prioridades y objetivos fundamentales para el conjunto de la humanidad.

A 1 de mayo, el Congreso de Estados Unidos había destinado un total de 13.670 millones de dólares en ayuda a Ucrania en los primeros dos meses. A eso se suman los dineros para armas de Inglaterra y la Unión Europea, así como el desastre y los riesgos, para unos y otros, que se desprenden del demencial objetivo declarado de las sanciones europeas formulado en mayo por la insensata Presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen: “arrasar, paso a paso, la base industrial de Rusia”.

Sobre este panorama, se suceden desde hace meses las declaraciones y reconocimientos por parte de personalidades occidentales sobre la verdadera naturaleza de esta guerra. Preguntado el pasado marzo sobre si en Ucrania Estados Unidos y Rusia se encontraban en una guerra por país interpuesto (proxy war), el ex director de la CIA, León Panetta, respondía en una entrevista televisada: “podemos decirlo o no, pero se trata de eso”.

En su visita a Kiev del 24 de abril, el secretario de defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, un hombre de la industria armamentística, también lo confirmó al explicar a sus interlocutores ucranianos que, “el cometido de nuestra reunión es hablar sobre lo que nos permitirá ganar esta guerra”. El uso de la primera persona del plural despeja toda duda sobre quién está librando tal guerra. Por aquellas mismas fechas, el editorial de The New York Times, explicaba que el objetivo de la guerra “es poner a Rusia de rodillas” y mientras tanto el Congreso ya ha aprobado 40.000 millones de dólares más de ayuda a Ucrania, de ellos 23.000 para ayuda militar. Sumados a los 13.670 millones de la primera fase, la ayuda asciende a 53.000 millones, casi a la par con el presupuesto militar de Rusia. Nunca un país había recibido tanta ayuda de Estados Unidos en los últimos veinte años.

La conclusión de todo esto es evidente: no es solo una guerra atroz e injustificable de Rusia contra Ucrania, es, además y sobre todo, una guerra de la OTAN contra Rusia de momento en territorio de Ucrania y con Ucrania como víctima e instrumento. ¿Por qué “de momento” en territorio de Ucrania?

“En el entorno del Presidente Zelenski se dice que habrá una contraofensiva militar ucraniana a mediados de junio”, capaz de ampliarse a territorio ruso, explica el consejero presidencial Olexij Arestovich, al diario alemán Die Welt. “Para entonces los ucranianos tendrán más armas recibidas del extranjero. Antes es poco probable”, dice.

“La contraofensiva ucraniana necesita sistemas de misiles de alcance medio y largo, artillería de gran calibre y aviación”, explicaba el domingo al Wall Street Journal el General Kyrylo Budanov, el jovencito de 36 años de edad, que dirige la inteligencia militar ucraniana.

En las redes sociales y medios de comunicación, triunfa una estupidez incapaz de medir los riesgos y consecuencias de lo que se propone. En la tele rusa periodistas y analistas energúmenos frivolizan con la capacidad de “eliminar Gran Bretaña” de un solo misil nuclear ruso “Sarmat”. En el campo opuesto, el delirio de los liberal-estalinistas rusos opuestos a Putin, muchos de ellos en el exilio y trabajando para organizaciones atlantistas, no conoce límites al llamar al desmantelamiento de su propio país, incluso al riesgo de una guerra nuclear. Es un nuevo ejemplo del tipo de oposición que los regímenes autocráticos siempre han generado en Rusia.

Regresan con sus nefastos consejos asesores occidentales de la “terapia de choque” de los noventa en Rusia como el fanático incompetente Anders Aslund: “mi humilde consejo a la OTAN sería: 1-Dar cuanto antes el máximo de armas posible a Ucrania, 2-Abrir los puertos del Mar Negro a la navegación 3- Bombardear preventivamente las ciudades rusas más importantes para garantizar que Putin no usará armas químicas o nucleares”, dice.

“Estados Unidos debería mostrar que puede ganar una guerra nuclear”, escribe Seth Cropsy, Presidente del Yorktown Institute en el Wall Street Journal.

Ante este espectáculo hasta el belicista New York Times siente el vértigo de las consecuencias de aquel “poner a Rusia de rodillas” proclamado en su editorial de abril como objetivo de la guerra. Con la vista puesta en la inflación y el desastre demócrata que se anuncia para las elecciones “midterm” de noviembre, el diario constata en su editorial del 19 de mayo, que “el conflicto puede tomar una trayectoria mas imprevisible y de potencial escalada”, se pregunta si eso va “en interés de Estados Unidos”, estima que “una victoria decisiva de Ucrania sobre Rusia en la que se recupera todo el territorio arrebatado por Rusia desde 2014 no es un objetivo realista”, aconseja a Biden que debería “explicarle los límites” a Zelenski, y recuerda finalmente que el adversario, “todavía es una superpotencia nuclear”.

Tres meses después de su inicio, comprendemos mejor el cúmulo de irresponsabilidades multilaterales que han desembocado en esta guerra.

Fuente Blog de Rafael Poch https://rafaelpoch.com/2022/05/24/lo-que-nos-van-explicando-sobre-la-guerra/

¡EL SUR GLOBAL RENACE!

Es el titular del análisis del director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, donde resalta el enfrentamiento entre los BRICS vs. la OTAN-G7 que marca una extraordinaria situación global, muy por encima del conflicto de Ucrania y con cambios sistémicos nunca antes vistos. Algo que quedó demostrado en las últimas cumbres del BRICS, del G7 y de la OTAN, el brazo armado del atlantismo norteamericano.

También puntualiza cómo los BRICS están reformulando el mundo con normas y reglas claras y respetuosas del derecho interno de cada nación. Y destaca el nuevo sistema de pago ruso MIR y la canasta de monedas de reserva internacional propia. Junto a proyectos regionales de nuevos sistemas logísticos, económicos, tecnológicos e industriales. Y lo refrenda con una larga lista de acuerdos internacionales en marcha, entre una multitud de organismos de todo rango, y con corredores internacionales de transporte y comunicación, que unen a Eurasia con Europa, con África y, por vía marítima, con Suramérica.

Y señala que el SUR GLOBAL está saliendo del estado de sumisión y dominio al que fue expuesto y humillado durante siglos por el colonialismo anglosajón. Y que enfrente está el jaqueado G7 o el “7 contra el mundo” y su “comunidad internacional”, con apenas 30 países que ignoran a Asia, a África y a Latinoamérica. Mientras que la Unión Europea está fuera de control, gobernada de forma opaca por un puñado de burócratas del poder económico, que avasalla las legislaciones internas y las soberanías de los estados.

Nos dice además, que se han ido por la borda los privilegios europeos de la energía abundante y barata que fueron la clave de su desarrollo. Que a pesar de la pobreza en aumento, no tendrá ningún plan Marshall. También de la trampa que sufre con el gas neón y de que no tiene suficiente infraestructura para recibir el gas norteamericano licuado. Mientras que la llamada “Guerra Fría 2” impuesta por Occidente, utiliza y sacrifica a sus aliados solo para mantener las potestades de Estados Unidos. Tal cual ocurre con Ucrania. Un horizonte más desolador aún, por la certeza de que en 2030, Rusia será el principal proveedor de petróleo de China e India.

Y que frente a semejante pérdida de poder y por el temor a que se consolide, el Atlantismo quiere frenar los cambios con el recurso último de la guerra. Y que en esa desesperación, existe la tentación de provocar el uso de armas nucleares y el exterminio masivo de la población.

Así, Pereyra Mele concluye su columna afirmando que con el resurgir del Sur Global y el avance imparable de los Brics, se evidencia el derrumbe del imperio anglosajón, mientras que EL OCCIDENTE HA PERDIDO EL CARRO DE LA HISTORIA.

Eduardo Bonugli (Madrid, 03/07/22)

Es importante destacar y observando el Mapa que el 90% de los Paises del mundo NO han sancionado a Rusia

El 1 de Julio del 2022 fui convocado por el Periodista Alfredo Guruceta para hacer un análisis de la situación Internacional para su programa “Con Sentido Común”; para el Canal “C” de Córdoba, que se transmite por la señal de Cablevisión.

También estuvieron enfocando otros temas los panelistas Agustin Pizzichini, Prof Cristian Garcia del Alamo.

Mi opinión, se encuentra a partir del minuto 41 y 33 segundos, en la cual expusimos que la situación actual no debe confundirse con una Crisis Grave Internacional, sino que estamos ante la presencia de algo mucho mayor: “un cambio sistémico” que no es lo mismo, y que el mismo se ve reflejado en los cambios de poder hegemónicos mundiales y la transferencia de ese Poder al llamado “Sur Global” en detrimento del dominio que ejercía hasta ahora unilateralmente occidente  con distintos hegemones durante mas de 2 siglos pero siempre occidentales. Vivimos tiempos de cambios profundos y se avizora un nuevo tiempo -si lo sabemos administrar y conducir correctamente- para América del Sur

Lic, Carlos Pereyra Mele

Director de Dossier Geopolitico

Prof. Lic. Carlos Pereyra Mele Invitado por RELAGE ha participar de la Mesa final de cierre del I Encontro Latino-Americano de Geopolítica e Estudos Estratégicos (I RELAGE) y del III Encontro Nacional de Geopolítica (III ENGEOP) en la Mesa redonda: O BRICS em face às mudanças geopolíticas do atual Sistema-mundo. Congreso realizado del 20 al 24 de Junio 2022 Universidad Federal de Pelotas Rio Grande do Sul Brasil

Mesa coordinada por el Dr. William Daldegan (UFPel)

Junto a destacados expositores de distintos países participantes:

Prof. Dr. Sebastián Schulz (Universidad Nacional de La Plata – Argentina)

Prof. Dra. Verónica Sforzin (Universidad Nacional de La Plata – Argentina)

Mag. Pedro Steenhagen (Observa China)

Prof. Lic. Carlos Pereyra Mele (Dossier Geopolítico – Argentina)

Prof. Daniel Veras (FGV)

Video de las conferencias

Todas las Conferencias del Congreso se pueden visualizar en el Canal de YouTube de RELAGE

https://www.youtube.com/channel/UCKFEJOJn8Fm9ENlXRLsmenA

Tan difícil es imaginar Occidente como un espacio subalterno en el contexto mundial como imaginarlo en una relación igualitaria y pacífica con otros espacios geopolíticos.

Por Boaventura de Sousa Santos

Lo que los occidentales llaman Occidente o civilización occidental es un espacio geopolítico que surgió en el siglo XVI y se expandió de manera continuada hasta el siglo XX. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, alrededor del 90% del globo terrestre era occidental o estaba dominado por Occidente: Europa, Rusia, las Américas, África, Oceanía y gran parte de Asia (con excepciones parciales de Japón y China). A partir de entonces Occidente comenzó a contraerse: primero con la Revolución rusa de 1917 y el surgimiento del bloque soviético; luego, a partir de mediados de siglo, con la Revolución china y los movimientos de descolonización. El espacio terrestre (y poco después, el extraterrestre) se convirtió en un campo de intensa disputa. Entretanto, lo que los occidentales entendían por Occidente se fue modificando.

Comenzó como cristianismo, colonialismo, luego capitalismo e imperialismo, para irse metamorfoseando en democracia, derechos humanos, descolonización, autodeterminación, “relaciones internacionales basadas en reglas” –siempre dejando claro que las reglas las establecía Occidente y solo se cumplían cuando servían a sus intereses– y, finalmente, en globalización.

A mediados del siglo pasado, Occidente se había reducido tanto que un conjunto de países recién independizados tomó la decisión de no alinearse ni con Occidente ni con el bloque que había surgido como su rival, el bloque soviético. Así, de 1955 a 1961, se creó el Movimiento de Países No Alineados. Con el fin del bloque soviético en 1991, Occidente pareció atravesar un periodo de entusiasta expansión. Fue el tiempo de Gorbachov y su deseo de que Rusia pasara a formar parte de la “casa común” de Europa, con el apoyo del presidente Bush padre, un deseo reafirmado por Putin cuando asumió el poder. Fue un periodo histórico corto, y los acontecimientos recientes muestran que, sin embargo, el “tamaño” de Occidente ha sufrido una drástica contracción. A raíz de la guerra de Ucrania, Occidente, por iniciativa propia, decidió que solo serían occidentales quienes aplicaran sanciones a Rusia. Actualmente son alrededor del 21% de los países miembros de la ONU, que es menos del 15% de la población mundial. Si continúa por este camino, Occidente podría incluso desaparecer. Surgen varias preguntas.

¿La contracción es decadencia? Se puede pensar que la contracción de Occidente le favorece porque le permite centrarse en objetivos más realistas con más intensidad. Una lectura atenta de los estrategas del país hegemónico de Occidente, Estados Unidos, muestra, por el contrario, que, sin darse cuenta aparentemente de la flagrante contracción, manifiesta una ambición ilimitada. Con la misma facilidad con la que esperan poder reducir a Rusia (la mayor potencia nuclear) a una ruina o a un Estado vasallo, esperan neutralizar a China (en camino de ser la primera economía mundial) y provocar pronto una guerra en Taiwán (similar a la de Ucrania) con ese propósito. Por otro lado, la historia de los imperios muestra que la contracción va de la mano con la decadencia y que esta es irreversible e implica mucho sufrimiento humano.

En la etapa actual, las manifestaciones de debilidad son paralelas a las de la fuerza, lo que vuelve el análisis muy difícil. Dos ejemplos en contraste. Estados Unidos es la mayor potencia militar mundial (aunque no ha ganado ninguna guerra desde 1945), con bases militares en, al menos, 80 países.  Un caso extremo de dominación es su presencia en Ghana donde, por acuerdos establecidos en 2018, Estados Unidos utiliza el aeropuerto de Acra sin ningún tipo de control o inspección, los soldados estadounidenses ni siquiera necesitan pasaporte para entrar en el país y gozan de inmunidad extraterritorial, es decir, si cometieran algún crimen, por grave que sea, no pueden ser juzgados por los tribunales de Ghana. Por el contrario, las miles de sanciones a Rusia están, por ahora, haciendo más daño en el mundo occidental que en el espacio geopolítico que Occidente está construyendo como no occidental. Las monedas de los que parecen estar ganando la guerra son las que están más devaluadas. La inflación y la recesión que se avecina llevan al CEO de JP Morgan Chase, Jamie Dimon, a decir que se aproxima un huracán.

¿Es la contracción una pérdida de cohesión interna? La contracción en realidad puede significar más cohesión, y esto es claramente visible. El liderazgo de la Unión Europea, es decir, la Comisión, ha estado en los últimos veinte años mucho más alineado con los Estados Unidos que los países que forman la Unión. Se vio con el giro neoliberal y el apoyo entusiasta a la invasión de Irak por parte de Durão Barroso y lo vemos ahora con Ursula von der Leyen transformada en subsecretaria de defensa de Estados Unidos. Lo cierto es que esta cohesión, si es eficaz en la producción de políticas, puede ser desastrosa en la gestión de sus consecuencias. Europa es un espacio geopolítico que desde el siglo XVI vive de los recursos de otros países que directa o indirectamente domina y a los que impone un intercambio desigual. Nada de esto es posible cuando el socio es Estados Unidos o sus aliados. Además, la cohesión está hecha de incoherencias: al fin y al cabo, ¿Rusia es el país con un PIB inferior al de muchos países europeos, o es una potencia que quiere invadir Europa, una amenaza global que solo se puede frenar con una inversión que ya ronda los 10 mil millones de dólares en armas y seguridad por parte de Estados Unidos en un país lejano del cual quedará poco si la guerra continúa por mucho tiempo?

¿La contracción ocurre por razones internas o externas? La literatura sobre la decadencia y el fin de los imperios muestra que, salvo casos excepcionales en los que los imperios son destruidos por fuerzas externas –como los imperios azteca e inca con la llegada de los conquistadores españoles–, generalmente dominan los factores internos, aunque el declive pueda ser precipitado por factores externos. Es difícil desentrañar lo interno de lo externo, y la identificación específica es siempre más ideológica que otra cosa. Por ejemplo, en 1964 el conocido filósofo conservador estadounidense James Burnham publicó un libro titulado El suicidio de Occidente. Según él, el liberalismo, entonces dominante en Estados Unidos, fue la ideología de este declive. Para los liberales de la época, el liberalismo era, por el contrario, la ideología que permitiría una nueva hegemonía mundial a Occidente, más pacífica y más justa. Hoy, el liberalismo murió en Estados Unidos (domina el neoliberalismo, que es su opuesto) e incluso los conservadores de la vieja guardia han sido totalmente superados por los neoconservadores. Es por eso que Henry Kissinger (para muchos, un criminal de guerra) incomodó a los prosélitos antirrusos al pedir conversaciones de paz en Davos.

Sea como fuere, la guerra de Ucrania es el gran acelerador de la contracción de Occidente.

Está surgiendo una nueva generación de países no alineados, de hecho alineados con la potencia que Occidente quiere aislar: China. Los BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái, el Foro Económico Euroasiático son, entre otras, las nuevas caras de no-Occidente.

¿Qué viene después? No lo sabemos. Tan difícil es imaginar Occidente como un espacio subalterno en el contexto mundial como imaginarlo en una relación igualitaria y pacífica con otros espacios geopolíticos. Sólo sabemos que para quienes gobiernan Occidente cualquiera de estas hipótesis es imposible o, si cabe, apocalíptica. Por ello se han multiplicado las reuniones en los últimos meses, desde el Foro Económico de Davos (mayo) hasta la más reciente reunión del grupo Bilderberg (junio). En esta última, de los 14 temas, siete tuvieron que ver directamente con los rivales de Occidente. Descubriremos lo que discutieron y decidieron siguiendo de cerca las portadas de The Economist durante los próximos meses. 

Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez. Texto publicado en Other News enviado por la oficina del autor

Fuente OPINA SUR https://opinionsur.org.ar/wp/la-contraccion-de-occidente/

El 29 de junio la OTAN invitó formalmente a Finlandia y Suecia a formar parte de la Alianza, después de que Helsinki y Estocolmo consiguieran negociar un acuerdo con Turquía, que había bloqueado anteriormente sus candidaturas. ¿Qué les depara el futuro a los dos países nórdicos tras perder su neutralidad?

«La adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN constituye una prueba de lealtad al bloque occidental, en particular a EEUU y el Reino Unido, que son los verdaderos beneficiarios geopolíticos y geoestratégicos del conflicto en curso», declaró el Dr. Tiberio Graziani, presidente del Instituto Internacional de Análisis Global Vision & Global Trends.

La neutralidad de los dos países nórdicos difiere. Suecia no se ha unido a una alianza militar ni ha participado en ninguna guerra desde 1814, siendo su neutralidad flexible, autodeclarada y no consagrada por ley, señaló el Centro Internacional Woodrow Wilson para Académicos en su estudio del 2 de febrero de 2022.

Por el contrario, la neutralidad de Finlandia fue estipulada por el Tratado de Paz de París de 1947, que se firmó tras el final de la Segunda Guerra Mundial entre las potencias aliadas — incluyendo la URSS, el Reino Unido, Estados Unidos y Francia — y los antiguos aliados de la Alemania nazi, como Italia, Rumanía, Hungría, Bulgaria y Finlandia.

«Esto parece definitivamente una violación de los acuerdos internacionales de Finlandia firmados después de la Segunda Guerra Mundial con la Unión Soviética y luego con Rusia», dijo Earl Rasmussen, vicepresidente ejecutivo de Eurasia Group, citando el tratado de 1947 así como el tratado ruso-finlandés de 1992.

La cuestión es si los beneficios de la neutralidad abandonada compensarán los posibles riesgos para la seguridad de los dos Estados nórdicos.

«Me desconcierta cómo esta inclusión proporcionará una mayor seguridad, parece que probablemente deteriorará aún más las relaciones entre Rusia y la UE y, más concretamente, con Finlandia y Suecia«, dijo Rasmussen.

«Estratégicamente, no estoy seguro de cuál será el impacto real. Esencialmente, tanto Finlandia como Suecia son miembros de facto de la OTAN para incluir la coordinación y los ejercicios conjuntos. Sin embargo, es probable que aumenten las tensiones y que se incrementen las medidas defensivas en las regiones del norte de Rusia, así como en Kaliningrado». enfatizó.

¿Qué piensan los finlandeses y los suecos sobre el ingreso en la OTAN?

Mientras tanto, el apoyo popular a la pertenencia a la OTAN en ambos estados nórdicos nunca ha sido alto.

Según una encuesta de 2021 encargada por el Foro Empresarial y Político Finlandés EVA, alrededor del 26% de los finlandeses estaba a favor de la adhesión a la OTAN, el 40% en contra y el 33% permanecía indeciso. Una encuesta de Demoskop de enero de 2022 mostraba que el 42% de los suecos apoyaba la adhesión a la OTAN y el 37% de los encuestados se oponía.

Sin embargo, según Rasmussen, las recientes encuestas en Finlandia han mostrado un repunte del apoyo hasta el 76%. En Suecia, el apoyo a la adhesión a la OTAN se ha mantenido relativamente bajo, subiendo a solo el 47%, según él.

Mientras tanto, a diferencia de Suecia, Finlandia comparte una frontera de 1.340 km con Rusia y mantiene desde hace décadas relaciones económicas con Moscú. A partir de 2019, Finlandia importó alrededor del 60% de su energía de Rusia, siendo esta última el cuarto mayor importador de productos finlandeses en 2017, según el Wilson Center. Además, los rusoparlantes constituyen el tercer grupo étnico más grande del país nórdico.

«Incluso durante la Guerra Fría, ambos estados eran neutrales y no eran miembros de la OTAN, y Finlandia desarrolló fuertes relaciones económicas y comerciales con Rusia«, explicó el vicepresidente del Eurasia Group. «A medida que el comercio se degrada y el intercambio de energía disminuye, es probable que se produzca una tensión en las economías, sobre todo en la de Finlandia», agregó.

Moscú ha subrayado repetidamente que Rusia no alberga intenciones hostiles contra ninguno de los dos países nórdicos, pero también ha señalado que la última expansión de la OTAN no hará que el continente sea más estable o seguro. A principios de esta semana, el presidente ruso Vladímir Putin subrayó que el Kremlin no tiene «nada que pueda preocuparnos en cuanto a la pertenencia de Finlandia o Suecia a la OTAN», añadiendo, sin embargo, que si se despliegan equipos militares o tropas a lo largo de la frontera, Moscú tendrá que «responder de forma refleja y crear las mismas amenazas en los territorios desde los que nos amenazan».

Otra controversia en torno a la adhesión de Suecia y Finlandia al bloque militar occidental: ninguno de los dos estados nórdicos ha celebrado un referéndum popular para saber si la población ha sopesado realmente todos los pros y los contras de la adhesión a la OTAN.

«Los dirigentes políticos de ambos países están asumiendo un cierto grado de riesgo al impulsar la adhesión sin un referéndum público. Estoy seguro de que Washington y Bruselas son conscientes de ese riesgo», indicó.

Además, la adhesión a la OTAN puede aumentar la polarización política en ambos estados nórdicos, según el vicepresidente del Grupo Eurasia. En particular, «el gobierno finlandés está formado por varios partidos políticos sin que ninguno tenga una mayoría clara, por lo que es necesario establecer alianzas», señaló, y añadió que el empeoramiento de las condiciones económicas podría «crear divisiones políticas y, por tanto, los alineamientos podrían cambiar fácilmente».

Mientras tanto, la izquierda sueca ha arremetido contra el Gobierno y los socialdemócratas por el acuerdo de admisión de Estocolmo en la OTAN con Ankara. Según Expressen, los Verdes y el Partido de la Izquierda están planteando una moción de censura contra la ministra de Asuntos Exteriores, Ann Linde.

Por qué el requisito del 2% de la OTAN parece hoy poco realista

Las normas de la OTAN pueden desencadenar una nueva controversia, ya que exigirán a Suecia y Finlandia que destinen el 2% del producto interior bruto (PIB) a sus presupuestos de defensa. Aunque los países nórdicos se han comprometido a alcanzar el punto de referencia en 2024, la viabilidad a largo plazo de sus promesas está en entredicho, habida cuenta de la inflación disparada en Europa.

La inflación en Finlandia ha alcanzado recientemente su nivel más alto en más de 30 años, llegando al 7,1% en mayo. En abril, el índice de precios al consumo (IPC) del país, un indicador popular de la inflación, se situó en el 5,7%, según las estadísticas de Finlandia.

Asimismo, la inflación anual en Suecia pasó del 6,4% en abril al 7,3% en mayo, según el índice de precios al consumo con un tipo de interés fijo (CPIF) del país.

«Para ello, igual que se sacrifica al pueblo ucraniano, se sacrificarán las economías de los países europeos, incluidas las de Finlandia y Suecia», pronosticó Graziani.

«Nos esperan meses económicos y sociales muy difíciles en Europa. Será un otoño muy caluroso. Es probable que se produzcan crisis políticas en varios países de la Unión Europea«, advirtió el experto.

Los Estados miembros de la UE, el Reino Unido y Estados Unidos se esfuerzan por frenar una inflación galopante que pone en entredicho su capacidad de cumplir los requisitos de la OTAN. Para complicar aún más las cosas, el Reino Unido está llamando a intensificar la financiación y el armamento de Ucrania «hasta la victoria» en medio de la operación especial rusa.

«Estados Unidos y el Reino Unido están utilizando el conflicto en Ucrania para presionar una mayor implicación y apoyo de la UE que incluya contribuciones de la OTAN», dijo Rasmussen. «Aunque se está proyectando que los Estados miembros cumplirán sus objetivos del 2% para 2024, basándose en el desarrollo de las condiciones económicas y una recesión pendiente, cuestiono el realismo de esa proyección. El aumento de las contribuciones reales para la defensa, junto con el aumento de las tensiones entre la UE y Rusia, puede ser un reto, ya que las condiciones económicas empeoran y provocan interrupciones políticas en toda Europa», predijo.

Mientras tanto, Estados Unidos tampoco está en su mejor momento, según Rasmussen. El país avanza con paso firme hacia una recesión potencialmente profunda, mayores tensiones con China, desafíos emergentes en América Latina, tensiones con Irán y desafíos económicos dentro del país. El analista cree que es probable que se vea un cambio político importante en EEUU en las elecciones de mitad de período de 2022, en 2024 y más allá.

Fuente: https://es.sott.net/article/83376-El-futuro-de-Finlandia-y-Suecia-en-la-OTAN-es-incierto-y-con-riesgos-economicos-y-de-seguridad

DETRÁS DE LA CORTINA DE ESTAÑO: BRICS VS OTAN/G7

Occidente está atrapado nostálgicamente con políticas de ‘contención’ obsoletas, esta vez contra la integración del Sur Global. Desafortunadamente para ellos, el resto del mundo sigue adelante, juntos. Pepe Escobar 28 de junio

Érase una vez un Telón de Acero que dividía el continente europeo. Acuñado por el ex primer ministro británico Winston Churchill, el término se refería a los esfuerzos de la entonces Unión Soviética por crear una frontera física e ideológica con Occidente. Este último, por su parte, siguió una política de contención frente a la expansión e influencia del comunismo.

Avance rápido a la era contemporánea del techno feudalismo , y ahora existe lo que debería llamarse una cortina de hojalata, fabricada por el occidente colectivo temeroso, despistado, a través del G7 y la OTAN: esta vez, esencialmente para contener la integración del Sur Global. .

BRICS contra el G7

El ejemplo más reciente y significativo de esta integración ha sido la presentación de BRICS+ en la cumbre en línea de la semana pasada organizada por Beijing. Esto fue mucho más allá de establecer los lineamientos de un ‘nuevo G8’, y mucho menos una alternativa al G7.

Solo mire a los interlocutores de los cinco BRICS históricos (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica): encontramos un microcosmos del Sur Global, que abarca el Sudeste Asiático, Asia Central, Asia Occidental, África y América del Sur; “Global” en el Sur Global.

De manera reveladora, los claros mensajes del presidente ruso, Vladimir Putin, durante la cumbre de Beijing, en marcado contraste con la propaganda del G7, en realidad estaban dirigidos a todo el Sur Global:

– Rusia cumplirá con sus obligaciones de suministro de energía y fertilizantes.

– Rusia espera una buena cosecha de cereales – y suministrar hasta 50 millones de toneladas a los mercados mundiales.

– Rusia garantizará el paso de los barcos de granos a aguas internacionales incluso cuando Kiev minó los puertos ucranianos.

– La situación negativa del grano ucraniano se infla artificialmente.

– El fuerte aumento de la inflación en todo el mundo es el resultado de la irresponsabilidad de los países del G7, no de la Operación Z en Ucrania.

– El desequilibrio de las relaciones mundiales se ha estado gestando durante mucho tiempo y se ha convertido en un resultado inevitable de la erosión del derecho internacional.

Un sistema alternativo

Putin también abordó directamente uno de los temas clave que los BRICS han estado discutiendo en profundidad desde la década de 2000: el diseño y la implementación de una moneda de reserva internacional.

«El sistema de mensajería financiera de Rusia está abierto para la conexión con los bancos de los países BRICS».

“El sistema de pago MIR ruso está ampliando su presencia. Estamos explorando la posibilidad de crear una moneda de reserva internacional basada en la canasta de monedas BRICS”, dijo el líder ruso.

Esto es inevitable después de las histéricas sanciones occidentales posteriores a la Operación Z; la desdolarización total impuesta a Moscú; y aumentar el comercio entre las naciones del BRICS. Por ejemplo, para 2030, una cuarta parte de la demanda de petróleo del planeta provendrá de China e India, con Rusia como principal proveedor.

El “RIC” (Rusia,India,China) en BRICS simplemente no puede correr el riesgo de quedar excluido de un sistema financiero dominado por el G7. Incluso la India, que camina sobre la cuerda floja,  está empezando a tomar la corriente.

¿Quién habla por la ‘comunidad internacional’?

En su etapa actual, los BRICS representan el 40 % de la población mundial, el 25 % de la economía mundial, el 18 % del comercio mundial y contribuyen con más del 50 % del crecimiento económico mundial. Todos los indicadores están en alza.

Sergey Storchak, CEO del banco ruso VEG, lo enmarcó de manera bastante diplomática: “Si las voces de los mercados emergentes no se escuchan en los próximos años, debemos pensar muy seriamente en establecer un sistema regional paralelo, o tal vez un sistema global. ”

Ya se está discutiendo activamente un «sistema regional paralelo» entre la Unión Económica de Eurasia (EAEU) y China, coordinado por el Ministro de Integración y Macroeconomía, Sergey Glazyev, quien recientemente escribió un sorprendente manifiesto que amplía sus ideas sobre la soberanía económica mundial.

Desarrollando el ‘mundo en desarrollo’

Lo que suceda en el frente financiero trans euroasiático procederá en paralelo con una estrategia de desarrollo china hasta ahora poco conocida: la Iniciativa de Desarrollo Global (GDI), anunciada por el presidente Xi Jinping en la Asamblea General de la ONU el año pasado.

GDI puede verse como un mecanismo de apoyo de la estrategia general, que sigue siendo la Iniciativa Belt and Road (BRI), que consiste en corredores económicos que interconectan Eurasia hasta su península occidental, Europa.

En el  Diálogo de Alto Nivel sobre Desarrollo Global , parte de la cumbre BRICS, el Sur Global aprendió un poco más sobre GDI, una organización creada en 2015.

En pocas palabras, el GDI tiene como objetivo potenciar la cooperación internacional para el desarrollo complementando el financiamiento de una gran cantidad de organismos, por ejemplo, el Fondo de Cooperación Sur-Sur, la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el Fondo Asiático de Desarrollo (ADF) y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM).

Las prioridades incluyen “reducción de la pobreza, seguridad alimentaria, respuesta y vacunas contra el COVID-19”, industrialización e infraestructura digital. Posteriormente, se estableció un grupo de Amigos de GDI a principios de 2022 y ya ha atraído a más de 50 países.

BRI y GDI deberían avanzar en conjunto, incluso cuando el propio Xi dejó en claro durante la cumbre del BRICS que “algunos países están politizando y marginando la agenda de desarrollo al construir muros y aplicar sanciones paralizantes a otros”.

Por otra parte, el desarrollo sostenible no es exactamente la taza de té del G7, y mucho menos de la OTAN.

Siete contra el mundo

El principal objetivo declarado de la cumbre del G7 en Schloss Elmau en los Alpes bávaros es «proyectar la unidad», como en los incondicionales del oeste colectivo (incluido Japón) unidos en un «apoyo» sostenible e indefinido al estado ucraniano irremediablemente fallido.

Eso es parte de la “lucha contra el imperialismo de Putin”, pero también está “la lucha contra el hambre y la pobreza, la crisis sanitaria y el cambio climático”, como dijo el canciller alemán Scholz al Bundestag.

En Baviera, Scholz presionó por un Plan Marshall para Ucrania: un concepto ridículo considerando que Kiev y sus alrededores bien podrían reducirse a un estado insignificante para fines de 2022. La noción de que el G7 puede funcionar para “prevenir una hambruna catastrófica, ” según Scholz, alcanza un paroxismo de ridiculez, ya que la hambruna que se avecina es una consecuencia directa de la histeria de las sanciones impuestas por el G7.

El hecho de que Berlín invitara a India, Indonesia, Sudáfrica y Senegal como complementos al G7 sirvió como un alivio cómico adicional.

La cortina de estaño está levantada

Sería inútil esperar de la asombrosa colección de mediocridades «unidas» en Baviera, bajo la líder de facto de la Comisión Europea (CE), la Führer Ursula von der Leyen, algún análisis sustancial sobre la ruptura de las cadenas de suministro globales y las razones por las que obligó a Moscú a reducir los flujos de gas a Europa. En cambio, culparon a Putin y Xi.

Bienvenido a la Cortina de Hojalata: una reinvención del siglo XXI del Intermarium desde el Báltico hasta el Mar Negro, ideada por el Imperio de las Mentiras, completa con el oeste de Ucrania absorbido por Polonia, los Tres Enanos Bálticos: Bulgaria, Rumania, Eslovenia, Chequia y incluso Suecia y Finlandia, aspirantes a la OTAN, todos los cuales estarán protegidos de “la amenaza rusa”.

Una UE fuera de control

El papel de la UE, que se enseñorea de Alemania, Francia e Italia dentro del G7, es particularmente instructivo, especialmente ahora que Gran Bretaña ha vuelto al estatus de un estado insular intrascendente.

Cada año se emiten hasta 60 ‘directrices’ europeas. Deben transponerse imperativamente al derecho interno de cada Estado miembro de la UE. En la mayoría de los casos, no hay debate alguno.

Luego hay más de 10.000 ‘fallos’ europeos, donde los ‘expertos’ de la Comisión Europea (CE) en Bruselas emiten ‘recomendaciones’ a cada gobierno, directamente fuera del canon neoliberal, con respecto a sus gastos, sus ingresos y ‘reformas’ ( sobre salud, educación, pensiones) que deben ser obedecidas.

Por lo tanto, las elecciones en todos los países miembros de la UE no tienen ningún sentido. Los jefes de los gobiernos nacionales (Macron, Scholz, Draghi) son meros ejecutores. No se permite ningún debate democrático: la ‘democracia’, al igual que los ‘valores de la UE’, no son más que cortinas de humo.

El gobierno real lo ejercen un puñado de apparatchiks elegidos por compromiso entre los poderes ejecutivos, actuando de una manera supremamente opaca.

La CE está totalmente fuera de cualquier tipo de control. Así fue como una impresionante mediocridad como Ursula von der Leyen, anteriormente la peor ministra de Defensa de la Alemania moderna, fue catapultada hacia arriba para convertirse en el actual Führer de la CE, dictando su política exterior, energética e incluso económica.

¿Qué representan?

Desde la perspectiva de Occidente, la Cortina de Hojalata, a pesar de todos sus siniestros matices de la Guerra Fría 2.0, es simplemente un comienzo antes del plato principal: una confrontación dura en Asia-Pacífico, rebautizada como «Indo-Pacífico», una copia al carbón de la raqueta de Ucrania. diseñado para contener BRI y GDI de China.

Como contragolpe, es esclarecedor observar cómo el Ministerio de Relaciones Exteriores de China ahora destaca en detalle el contraste entre BRICS, y BRICS+, y el combo imperial AUKUS/Quad/IPEF.

BRICS significa multilateralismo de facto; centrarse en el desarrollo global; cooperación para la recuperación económica; y mejorar la gobernanza mundial.

La raqueta inventada por los Estados Unidos, por otro lado, representa la mentalidad de la Guerra Fría; explotando a los países en desarrollo; agruparse para contener a China; y una política de “Estados Unidos primero” que consagra el “orden internacional basado en reglas” monopolista.

Sería un error esperar que las luminarias del G7 reunidas en Baviera entiendan lo absurdo de imponer un límite de precio a las exportaciones de petróleo y gas de Rusia, por ejemplo. Si eso realmente sucediera, Moscú no tendría problemas para cortar completamente el suministro de energía al G7. Y si se excluyen otras naciones, el precio del petróleo y el gas que importan aumentaría drásticamente.

BRICS allanando el camino a seguir

Así que no es de extrañar que el futuro sea ominoso. En una sorprendente entrevista a la televisión estatal de Bielorrusia , el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, resumió cómo “Occidente teme a la competencia honesta”.

De ahí, el vértice de la cultura de la cancelación, y “supresión de todo lo que contradiga de alguna manera la visión y ordenamiento neoliberal del mundo”. Lavrov también resumió la hoja de ruta por delante, en beneficio de todo el Sur Global:

    “No necesitamos un nuevo G8. Ya tenemos estructuras…principalmente en Eurasia. La EAEU está promoviendo activamente los procesos de integración con la República Popular China, alineando la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China con los planes de integración de Eurasia. Los miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático están examinando de cerca estos planes. Varios de ellos están firmando acuerdos de zona de libre comercio con la EAEU. La Organización de Cooperación de Shanghai también es parte de estos procesos… Hay una estructura más más allá de las fronteras geográficas de Eurasia”.

    “Son los BRICS. Esta asociación depende cada vez menos del estilo occidental de hacer negocios y de las reglas occidentales para las instituciones monetarias, financieras y comerciales internacionales. Prefieren métodos más equitativos que no hagan depender ningún proceso del papel dominante del dólar o de alguna otra moneda. El G20 representa plenamente a los BRICS y a cinco países más que comparten las posiciones de los BRICS, mientras que el G7 y sus partidarios están del otro lado de las barricadas”.

    “Este es un equilibrio serio. El G20 puede deteriorarse si Occidente lo utiliza para avivar la confrontación. Las estructuras que mencioné (SCO, BRICS, ASEAN, EAEU y CIS) se basan en el consenso, el respeto mutuo y el equilibrio de intereses, más que en la exigencia de aceptar realidades mundiales unipolares”.

¿Cortina de hojalata? Más como Cortina rasgada.