Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico, aborda en la columna del Club de La Pluma, la oportunista estrategia mediática de los últimos días, en esconder  las noticias sobre Ucrania, como si esa guerra no existiese y en una parodia de aquel famoso film titulado: “SIN NOVEDAD EN EL FRENTE”. Y todo para no desvelar una realidad desastrosa para Occidente, luego de meses de mentiras, expectativas de victorias ficticias y de una ruso fobia cercana a la paranoia. En contrapartida, esa misma prensa ha creado una conmoción global por la supuesta filtración de un niño de 21 años, de millares de documentos del Pentágono, publicados por el New York Times, NO negados por Washington y puestos en duda por Moscú.

Y lo primero que señala nuestro director de esa filtración, son los detalles de la corrupción del héroe de Occidente,  Zelenski corroborada por el jefe de la CIA, sobre la desaparición de 400 millones de dólares del dinero enviado desde EEUU para gastos administrativos. Por lo que el cómico de Kiev ya estaría marcado y sentenciado por Washington y con un destino similar al del otro personaje de risa y también héroe occidental, Juan Guaidó.

También destaca que las filtraciones se dan en el marco de un enfrentamiento interno en el propio Pentágono, donde un grupo quiere asumir los daños y acabar con la guerra de Ucrania, para dedicarse luego a frenar a China. Mientras que el otro sector, que responde al gran negociado de la guerra, insiste en acentuarla, aunque genere tensiones nucleares cercanas a un holocausto mundial. Y agrega que los generales norteamericanos reconocen que Ucrania está imposibilitada de hacer algún tipo de contraofensiva importante que pueda cambiar el curso de la contienda.

Sobre el viaje de Lula a China, Pereyra Mele deja su análisis en manos de los expertos compañeros brasileños del Club de La Pluma, y se vuelca analizar los informes de la norteamericana Statista, con datos del FMI y del Banco Mundial, sobre Las 10 primeras potencias económicas del mundo en 1992, y los compara con los previstos para 2024, -apenas 30 años después- con un resultado espectacular a favor de China, Asia y el sur global, y hundiendo las posiciones occidentales, especialmente las europeas, lo que demuestra la envergadura del cambio mundial que estamos viviendo.

También hace referencia al presidente Macrón, con millones de franceses furiosos en la calles, quién ha bloqueado la financiación de mil millones de euros de la UE para fabricar municiones para Ucrania, lo que interpreta cómo un lento desprendimiento de los súbditos europeos de Estados Unidos, en esta Guerra Híbrida Proxy, impuesta en suelo europeo, con muertos europeos y con la ruina económica de los europeos.

Todo para demonizar a la Federación Rusa y atacar luego a China.

Eduardo Bonugli (Madrid, 15/04/23)

Invitados por el galardonado periodista mexicano Roberto de la Madrid para su programa “Detrás de la razón” platicamos el Dr. Eduardo Luque desde España y el Licenciado Carlos Pereyra Mele desde Argentina sobre la “guerra invisible” la Guerra del Yemen invadida por el Reino de Arabia Saudita desde hace una década con un trágico resultado en pérdida de vidas (un verdadero geonocidio); que estaría a punto de llegarse a un acuerdo de Paz que lleve tranquilidad y paz a esa castigada y maltratada zona de la península arábiga donde se cometieron indudablemente crímenes de lesa humanidad, por parte del invasor. Pero poder poner un alto al intento de exterminar al pueblo hutíes o huzíes (en árabe: الحوثيون‎, al-hūṯiyyūn), y encaminarse a una solución negociada del conflicto es una muy buena nueva, que además es la conclusión de los acuerdo de intercambio de embajadores y restablecimiento de relaciones internacionales entre el Reino Saudita y la República Islámica de Irán. Por ello estas novedades nos llevan a afirmar que estamos en la “cresta de la ola” surfeando la misma de los cambios tectónicos que vivimos en estos tiempos.

Pepe Escobar 15 de abril Fondo de la Cultura Estrategica

Esta es la historia de dos peregrinos que siguen el camino que realmente importa en el joven siglo XXI ; uno procedente de la OTAN y otro de los BRICS.

Comencemos con Le Petit Roi, Emmanuel Macron. Imagínalo con una sonrisa de plástico en la cara paseando junto a Xi Jinping en Guangzhou. Siguiendo el sonido largo y suave del clásico «High Mountain and Flowing Water», ingresan al Baiyun Hall  para escucharlo interpretado por el Guqin de 1000 años de antigüedad (un hermoso instrumento). Saben la fragancia del té de 1000 años de antigüedad y reflexionan sobre el auge y la caída de las grandes potencias en el nuevo milenio.

¿Y qué le dice Xi a Le Petit Roi? Él explica que cuando escuchas esta música eterna tocada por este instrumento eterno, esperas estar en compañía de un amigo íntimo; estás en sintonía tanto como la alta montaña y el agua que fluye. Ese es el significado más profundo del antiguo cuento de los músicos Yu Boya y Zhong Ziqi, hace 25 siglos en el Reino de Chu: amistad íntima. Solo los amigos íntimos pueden entender la música.

Y con eso, como explicaron los eruditos chinos, Xi trajo a colación el concepto de Zhiyin. Después de la muerte de Zhong Ziqi, Yu Boya rompió su Guqin: pensó que nadie más podía entender su música. Su historia imprimió el término “Zhiyin”: alguien que entiende de música, con el significado adicional de amigos cercanos que pueden entenderse completamente entre sí.

Todas las apuestas están cerradas sobre sí un títere narcisista como Macron alguna vez será lo suficientemente culto como para comprender el mensaje sutil y sofisticado de Xi: aquellos que lo entienden son verdaderas almas gemelas. Además, sus amos no enviaron a Macron a Beijing y Guangzhou para unir almas, sino para tratar de inclinar a Xi hacia la OTAN en Rusia/Ucrania.

Su lenguaje corporal es un claro indicativo, completo con cruzar los brazos demostrando aburrimiento. Es posible que al principio haya sido impermeable a la noción de que la verdadera amistad requiere comprensión y aprecio mutuos.

Pero entonces sucedió algo extraordinario. El mensaje de Xi puede haber tocado un punto clave en las torturadas profundidades internas del narcisista Petit Roi. ¿Qué pasa si, en las relaciones internacionales, la comprensión y el aprecio mutuos son la clave para que las naciones encuentren un terreno común y trabajen juntas hacia objetivos comunes?

¡Qué noción revolucionaria; no exactamente el “orden internacional basado en reglas” impuesto por el Hegemón.

¿Eres un verdadero soberano?

Al invitar a Le Petit Roi a China y pasar personalmente no menos de 6 horas con su invitado, Xi promulgó lo mejor de la diplomacia milenaria. Le recordó a su invitado la turbulenta historia entre Francia y las potencias anglosajonas; y habló de soberanía.

La subtrama sutil clave: «Europa» piensa mucho en estar subordinada al Hegemon y minimiza lo mejor posible la turbulencia económica masiva cuando llega el Día de la Confrontación con los EE. UU. Implícita es la prioridad de Beijing de romper los crecientes intentos de EE. UU. de rodear a China.

Entonces, Xi trató a Francia como un verdadero soberano potencial incluso bajo la UE; o separándose un poco del dogma de la UE.

Por supuesto, otro mensaje clave estaba implícito bajo esta invitación confuciana al crecimiento epistemológico. Para aquellos que no estén dispuestos a ser amistosos con China debido a las complejas capas geopolíticas, nunca será demasiado tarde para que Beijing muestre el lado menos “amigable” del estado chino, si se presenta la situación.

Traducción: si Occidente apuesta por Total Machiavelo, China aplicará Total Sun Tzu. Incluso si Beijing prefiera las relaciones internacionales bajo la égida de la Belleza, la Bondad y la Verdad en lugar de “estás con nosotros o contra nosotros”, la guerra del terror y la demencia de sanciones.

Entonces, ¿Petit Roi tuvo un momento de «camino a Damasco»? El veredicto está abierto. Literalmente asustó al Hegemón con su  arrebato de que Europa debe resistir la presión para convertirse en «seguidores de América». Eso está bastante en sintonía con los 51 puntos acordados por Beijing y París, con énfasis en las «preocupaciones legítimas de seguridad de todas las partes».

Los estadounidenses se asustaron aún más cuando Macron afirmó que Europa debería convertirse en una «tercera superpotencia» independiente. Le Petit Roi incluso avanzó algunos pequeños pasos a favor de la desdolarización (ciertamente bajo la supervisión de sus maestros financieros) y no a favor de Forever Wars.

Así que los estadounidenses, presas del pánico, tuvieron que enviar a la quinta columna alemana Annalena “360 Grados” Bearbock a toda prisa a Beijing para tratar de deshacer los arrebatos de Le Petit Roi y reafirmar el guión oficial de Washington Dictates Bruselas. Nadie, en ningún lugar, prestó la menor atención.

Eso se sumó a la trama secundaria más evidente de toda la historia: cómo la dominatriz de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fue tratada por Beijing como algo peor que irrelevante. Un erudito chino la describió mordazmente como “simplemente el portavoz de una organización canina sin dientes. Incluso su ladrido suena como los gemidos de un perro con una enfermedad terminal que está a punto de ser sacrificado”.

El “perro con enfermedad terminal” tuvo que pasar por el control de pasaportes y aduanas (“¿Algo que declarar”?) Sin estatus diplomático. Sin invitación oficial. Sin soberanía. Y no, no puedes tomar el tren especial de alta velocidad junto a Macron para ir a Guangzhou. Así que aquí hay otro mensaje, este bastante gráfico: no te metas con el espíritu del Reino Medio de 3000 años de antigüedad.

Lula y “Zhiyin”

Los principales académicos chinos quedaron absolutamente fascinados con la aplicación de estratagemas diplomáticas que habían sido tan útiles hace 25 siglos, ahora recreadas en el escenario global del camino a la multipolaridad.

Algunos piden una nueva “Estrategia para los Estados Combatientes” reescrita para el siglo XXI . 

La enorme mesa redonda establecida por el protocolo chino con la «jungla» en el medio y Macron y von der Leyen posicionados como para una entrevista de trabajo fue un éxito monstruoso en Weibo y Wechat. 

Eso condujo a discusiones interminables sobre cómo China ahora finalmente puede «abrir una brecha entre los bárbaros«.

En comparación con todo este alboroto, la historia del presidente brasileño Lula viniendo a Shanghai y Beijing se lee como una ilustración gráfica de Zhiyin.

Lula fue  por la yugular desde el principio, durante la toma de posesión de la ex presidenta Dilma Rousseff  como nueva presidenta del NDB, el banco BRICS.

En un lenguaje simple y directo que cualquiera, desde el Sahara hasta Siberia, puede entender, Lula dijo : “Todas las noches me pregunto por qué todos los países deberían estar atados al dólar para el comercio. ¿Por qué no podemos comerciar en nuestras propias monedas? ¿Y por qué no tenemos el compromiso de innovar?”.

Directamente implícito está el hecho de que los BRICS+ en expansión deberían diseñar y promover su propia moneda (el largo y complejo proceso ya ha comenzado), además de permitir el comercio en monedas nacionales.

El poderoso mensaje de Lula fue dirigido a todo el Sur Global

Un ejemplo brasileño es el ICBC de China que establece una cámara de compensación en Brasil que permite el intercambio directo entre yuanes y reales.

No es de extrañar que el periódico oficial de la CIA, el Washington Post, echando espuma por la boca, emitiera de inmediato el veredicto del Estado Profundo: Lula no está obedeciendo el dictado del «orden internacional basado en reglas».

Eso significa que el Estado Profundo vendrá tras Lula y su gobierno, una y otra vez, y  hará lo posible para desestabilizarlo. Porque lo que dijo Lula es exactamente lo que Saddam Hussein y el coronel Gadaffi dijeron, y trataron de implementar, en el pasado.

Así que Lula necesitará toda la ayuda que pueda conseguir. Introduzca, una vez más, «Zhiyin».

Así recibió oficialmente Xi a Lula en Beijing. Muy pocas personas en todo el mundo, no chinas, entienden que cuando alguien de la talla de Xi te dice, justo enfrente de ti, que eres “un viejo amigo de China”, eso es todo.

Todas las puertas están abiertas. Ellos confían en ti, te abrazan, te protegen, te escuchan, te ayudan en momentos de necesidad y siempre harán todo lo posible para mantener la amistad cerca de sus corazones.

Y eso termina, por ahora, nuestra historia de «amigos íntimos» que toman el camino a Beijing. El amigo BRICS ciertamente entendió todo lo que hay que saber. En cuanto al Pequeño Rey de la OTANista europea Francia está que sueña con convertirse en un verdadero líder soberano, la hora de la verdad está llamando a su puerta.

Por Javier Benitez que entrevista a Carlos Pereyra Mele

En su visita a Xi Jinping, Lula da Silva fue contundente: pidió acabar con el dominio comercial del dólar. Y es que EEUU ha sometido a todo el planeta durante décadas con la dictadura de su divisa en las transacciones comerciales entre países para así poder repartir su propia inflación entre el resto del mundo y, de paso, pagar su propia deuda.

Lo único que le queda al dólar es que le hagan la extremaunción: le están dando por todos lados. Como suele decir una frase coloquial, con un toque de humor negro, que se usa en algún país latinoamericano cuando alguien o algo se enfrenta a una situación irreversible: «Dale un besito al muerto, que se cierra el cajón».

Y eso es lo que debería estar haciendo EEUU en estos momentos, porque su gran arma de poderío global, que ha hecho que el mundo entero cargue con su inflación, o pague su deuda, y además alimente su industria armamentística, está en franco trayecto final. A un end of the road. Y la más reciente estocada se la ha dado el presidente de Brasil, Luis Inacio Lula da Silva, durante su visita a China. AUDIO:

Esta decisión, que vienen tomando en los últimos tiempos varios países, para dejar de utilizar el dólar es una fórmula que pretende frenar lo que ha estado haciendo EEUU con su moneda, dice al respecto el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele.

«El sistema económico norteamericano, además de ser mucho más débil de lo que se lo preveía, tiene serias dificultades hoy en día de expandir más allá de sus límites esa gigantesca deuda externa, y que muy pronto le va a pasar factura», señala el analista.

En su discurso en el Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS —Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica—, durante la ceremonia de toma de posesión de Dilma Rousseff como presidenta de esa institución financiera este jueves, dijo Lula: “Todas las noches me pregunto por qué todos los países tienen que basar su comercio en el dólar. ¿Por qué no podemos comerciar con nuestras propias monedas? ¿Quién fue el que decidió que el dólar fuera la moneda tras la desaparición del patrón oro? Necesitamos una moneda que transforme a los países en una situación más pacífica, porque en la actualidad hay que correr detrás del dólar para exportar”. El auditorio de dignatarios chinos y brasileños estalló y aplaudió a rabiar al mandatario brasileño.

«Esto representa que los acuerdos de Bretton Woods terminaron. Bretton Woods fue la decisión, prácticamente finalizando la Segunda Guerra Mundial, donde se estableció una serie de institutos y fórmulas en las que iba a manejarse la economía post Segunda Guerra Mundial, donde surgen dos organismos controlando, dominando y siendo la herramienta del poder norteamericano: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que técnicamente aparecen como dos organismos ligados a las Naciones Unidas, pero en el fondo todos sabemos que fue la herramienta de control financiero global que estableció EEUU a partir de ese momento, y como moneda para realizar todo tipo de transacción, se impuso, sí o sí, la utilización del dólar a nivel internacional», explica Pereyra Mele.

Lula en caballo ganador

Mientras, este 13 de abril, al reunirse con su anfitrión chino, Lula disparó a discreción.

«Ayer visitamos Huawei en una demostración de que queremos decirle al mundo que no tenemos prejuicios en nuestras relaciones con los chinos. Nadie va a prohibir que Brasil mejore su relación con China», dijo el mandatario brasileño en una reunión abierta entre ambos líderes.

Hay que recordar que EEUU considera a la empresa china como un riesgo para la seguridad nacional, y que la Unión Europea, que anda desesperada detrás de China, busca expulsar a Huawei de todo su territorio, con Alemania como abanderado de esta iniciativa.

«Esto representa que Brasil ha decidido encolumnarse con los países del Sur Global, los países emergentes. Sabe que el sistema económico, comercial, industrial, tecnológico, científico se ha volcado definitivamente hacia el mundo euroasiático. Cuando decimos ‘mundo euroasiático’ es porque incorporamos a la Federación de Rusia, a la Organización de Cooperación de Shanghái [OCS], que incluye a casi todos los países asiáticos, y eso ha creado un bloque que a su vez tiene gigantesca influencia fundamentalmente en África y Medio Oriente, y por supuesto también en Latinoamérica», concluye Carlos Pereyra Mele.

FUENTE RADIOS SPUTNIK INTERNACIONAL https://sputniknews.lat/20230415/al-enemigo-ni-agua-el-brics-decidido-a-reventar-al-dolar-1138166306.html

Por Enrique Lacolla

Más allá del caos informativo que nos rodea, se hace evidente que el enfrentamiento entre dos formas de organizar el mundo –la unipolar y la multipolar- está ingresando a una fase de movilidad extrema.

Por estos días se han producido hechos que están poniendo en evidencia un fenómeno que venía anunciándose desde hacía tiempo, pero que recién ahora empieza ponerse de manifiesto. El imperio se resquebraja. El imperio, es decir, USA en primerísimo término, y luego Gran Bretaña y lo que genéricamente se suele definir como el norte desarrollado, que en el último medio siglo adoptó como credo económico el neoliberalismo y que, tras el derrumbe de la URSS, apuntó a lograr la hegemonía global. El dilema ahora parecería ser: ¿se impondrá este modelo unipolar, fundado en una globalización asimétrica en la cual el norte oprime al sur[i], o emergerá un mundo multipolar dotado de una diversidad de opciones?

Entre los hechos más sonados que dan el alerta respecto de lo que está sucediendo debe inscribirse la visita del presidente de Brasil, Inacio Lula da Silva, a China, y el nombramiento de la ex presidenta de ese país, Dilma Rousseff, como titular del Banco del BRICS. La conjunción de economías tan poderosas como las de China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica en una entidad financiera plantea la posibilidad de que el mundo vaya saliendo, gradualmente, de la hegemonía del dólar, y el hecho de que sea una latinoamericana la que encabece a ese banco, abre buenas perspectivas para la región. Por supuesto que se trata de procesos largos y en el curso de los cuales pueden aparecer muchas sorpresas, pero un dato parece indiscutible: el desarrollo precipitado por el conflicto en Ucrania ha dispersado por el panorama internacional una gran cantidad de cápsulas explosivas de liberación lenta, que irán detonando más pronto que tarde, durante la próxima década al menos.

Un símbolo espectacular de las modificaciones tectónicas que se anuncian lo da la aproximación entre el Irán shiíta y la Arabia saudita sunita…

…Estas dos potencias se han aproximado gracias a la gestión de China y Rusia, a la reconsideración de los saudíes acerca de la conveniencia de seguir adhiriendo sin discusión a la tutela norteamericana, tan abrumadora y eventualmente tan cambiante; y a la evidencia del hecho de que la superpotencia ya no dispone de los recursos económicos y de la cohesión social que le permitía reclutar masas de soldados por el sistema de la conscripción para mandarlos a servir –y eventualmente a morir- en territorios lejanos. Las ventajas tecnológicas son decisivas para ganar una batalla, pero para consolidar el triunfo suele ser necesario ocupar el terreno, y en este plano de exigencias, incluso para una potencia como Estados Unidos, los requisitos pueden resultar desmesurados pues el humor social no se regula tan administrativamente como una empresa.

Que a Washington le preocupa sobremanera la aproximación persa-saudí quedó revelado hace ya tres años, cuando Donald Trump autorizó el asesinato del general iraní Qasam Soleimani, quien se encontraba inmerso en negociaciones para aproximar a su país con la monarquía saudita. Hoy observamos que esa reacción criminal no fue suficiente para lograr su objetivo.

Pero incluso políticos o gobiernos que se encuentran alineados dentro del esquema de la estrategia atlantista dan muestras de disconformidad respecto de los dictados de Washington. Emmanuel Macron fue uno de los exponentes del establishment occidental que emprendió el camino de Pekín en plena crisis por el estatus de Taiwán, incentivada por las provocaciones norteamericanas que insinúan un reconocimiento de esa isla como un estado independiente, a pesar de que esta siempre formó parte integral de China, como lo demuestra el hecho de que durante un tiempo asumió, bajo el paraguas norteamericano, la representación de ese país en las Naciones Unidas.[ii] A su retorno Macron afirmó, entre otras cosas, que en su opinión no había que involucrarse en conflictos (como el estatus de Taiwán) que a Europa no le competían.

Por otro lado, la creciente inestabilidad social, la inflación y el rebote que tienen los embargos a los productos rusos en la misma Unión Europea, que instrumenta esas medidas por orden de Estados Unidos sin provecho propio alguno -por el contrario, comprándose problemas de envergadura- están creando situaciones insostenibles para los gobiernos a cargo, que han de tragarse sapos como el sabotaje del Nord Stream Dos, que proveía gas ruso a Alemania, por acción de comandos presumiblemente estadounidenses y noruegos. España acaba de rebelarse contra el consejo de Bruselas -que invita a no adquirir productos rusos o a hacerlo a precios muy inferiores a los del mercado-, adquiriendo un 172 % por ciento más de gas envasado a Rusia que el año pasado, descargándolo a veces de tanqueros detenidos en aguas internacionales y estacionándolo en su territorio. Este incremento se vincula también a un considerable aumento en las compras del gas en el mercado spot, es decir en un mercado financiero donde se pueden comprar o vender activos al contado. Empresas internacionales de compraventa de gas usan a España como base de operaciones. “Traen aquí ese cargamento y luego o bien lo colocan en el mercado español o vuelven a sacarlo y lo llevan a otro sitio”, publica El Confidencial, de España.

Al lado de estos datos duros, hay una parafernalia de informaciones que mezclan con alegre irresponsabilidad las fake news sobre bajas, moral de los combatientes rusos y especulaciones tácticas sobre lo que podría ocurrir en el frente.

La misma alegre irresponsabilidad con la que Finlandia y Suecia se precipitan hacia los brazos de la OTAN. Hay filtraciones del Pentágono que provocan escándalo pero que no dicen nada que no pueda ser previsto por los especialistas militares de cualquiera de dos bandos. Estados Unidos monta grandes maniobras con navales con Filipinas y moviliza a Japón para que abandone la política puramente defensista que había adoptado por imposición norteamericana después de la segunda guerra mundial, y apreste a sus fuerzas armadas para tareas que podrían exceder sus fronteras naturales. China replica a estas movidas con unas maniobras imponentes en el estrecho de Taiwán, mientras que Rusia… aparentemente deja al payaso Zelensky y a sus secuaces cocinándose en su propia salsa, a la espera de la famosa contraofensiva urdida por la OTAN y con la que la alianza atlántica piensa desgastar a los rusos hasta sacrificar al último ucraniano.

El mundo se mueve. ¿Terminará este movimiento en una hecatombe? ¿O en un período caótico y violento, pero que eluda el desastre definitivo y abra nuevos caminos? Quién lo sabe. Pero el imperio empieza a vacilar sobre sus fundamentos.

¿Tendremos en Argentina el tino y la decisión necesarios para aprovechar la ocasión y buscar una salida a nuestra decadencia?

[i] Los ricos oprimen a los pobres en todas partes, sin diferenciaciones geográficas. Pero, al concentrarse la riqueza –“El Gran Dinero”-en los países más desarrollados, se consiente que allí se produzca un cierto grado de derrame, atemperando –o disimulando- las penurias de los que tienen menos.

[ii] La historia de Taiwán resume muchos rasgos del cinismo, las paradojas y las contradicciones de la política exterior, en especial la de Washington. Vieja colonia de los portugueses, que la nombraron Formosa, la isla fue ocupada por Japón después de la guerra chino-japonesa de 1894. La derrota nipona en 1945 la devolvió a China, por entonces bajo el gobierno del Kuomintang. Derrotado Chiang Kai Shek por los comunistas de Mao en 1949, buscó refugio en ese lugar, donde quedaría amparado por la VII flota norteamericana. Taiwán usurparía la representación de China en la ONU hasta 1971, fecha en la cual, como consecuencia de la dramática inversión de alianzas determinada por la aproximación entre Washington y Pekín favorecida por el cisma chino-soviético, el escaño de China en el Consejo de Seguridad pasaría a manos de la república popular.

FUENTE SITIO WEB DE ENRIQUE LACOLLA http://www.enriquelacolla.com/sitio/notas.php?id=755

Por Alastair Crooke

La transformación regional se produjo porque Estados Unidos y su tóxica doctrina de «con nosotros, o contra nosotros» quedó totalmente excluida de las negociaciones.


¿Se puede llegar a comprender mejor la dinámica que subyace a la «transformación» ruso-china que barre Oriente Medio visitando los puntos del Orden Global occidental que se encuentran en máxima tensión? ¿Permiten estos últimos arcos de tensión situar la metamorfosis regional de Oriente Medio en un contexto más amplio? Yo creo que sí.

Estados Unidos ofrece un claro ejemplo: Durante la mayor parte de la historia reciente, la democracia liberal estadounidense fue un proyecto de la corriente principal protestante, como escribe Ross Douthat. «Nuestra forma de gobierno no tiene sentido a menos que se fundamente en una fe religiosa profundamente arraigada«, dijo Dwight Eisenhower en 1952. La Constitución y la Carta de Derechos son los huesos protestantes de ese estado de conciencia.

Sin embargo, en las décadas posteriores a Eisenhower, el mainline (línea principal) se derrumbó repentinamente, disminuyendo numéricamente y perdiendo influencia manifiesta en todas las instituciones. De hecho, la oposición conservadora tradicionalista a la transformación cultural de Estados Unidos, más o menos, perdió la fe en sí misma.

Los esfuerzos posteriores por resucitar cierta «derecha» religiosa no cuajaron, sobre todo entre los jóvenes. Lo que ocupó el lugar de la corriente dominante fue la convicción antagónica de que el liberalismo «no debería necesitar en absoluto un ‘fantasma’ religioso en la máquina: Sólo debería existir la cultura liberal«, sola y por sí misma.

Así pues, la cultura liberal, a menudo denominada «woke»(despertar), es un conjunto de preceptos que desafía una definición o nomenclatura claras; una cultura que, a partir de la década de 1970, derivó hacia una enemistad radical con la eclipsada «mainline». Muchos fingen no haber oído hablar del término «woke» (1).

Otros (como el profesor Frank Furedi) han calificado el cambio liberal de meramente adversarial a hegemónico, como en «nuestra democracia», no como un «giro», sino como una ruptura. O, en otras palabras, que nuestro proyecto no se limitaba a rechazar las formas culturales anteriores, sino que pretendía borrarlas por completo. En las convulsiones políticas que siguieron, el vocabulario político de Occidente perdió gran parte de su relevancia. Izquierda, derecha, marxismo cultural… ¿qué realidad les queda hoy a estas etiquetas?

Woke desafía la nomenclatura al tratar la política como una cuestión de higiene moral personal: No es algo que «haces»; es lo que «eres». Tienes «pensamientos correctos» y «palabras correctas». La persuasión y el compromiso reflejan debilidad moral en esta visión. Sí, es una revolución cultural.

Pero con el tiempo, el proyecto siguió chocando con las flagrantes contradicciones del sistema estadounidense, su corrupción endémica subyacente y los derechos de las élites. En todas partes parecían profundizarse las divisiones. El «viejo pensamiento» se resistía, pero dado que la política «woke» tiene que ver sobre todo con la lingüística y lo emocional, sus practicantes no eran, y no son, muy adeptos a la política real.

Esto es esencialmente lo que diferencia el enfoque ruso del chino. Estos últimos hacen la verdadera política del compromiso (que tanto aborrece una perspectiva de «higiene moral» más empeñada en habitar una elevada estación moral).

Al no poder «lograr» esta sociedad higiénica, se consideró esencial un «giro» iconoclasta: un cambio para centrarse por completo en acabar con aquellas estructuras culturales y psicológicas de la sociedad que se consideraban perpetuadoras de la opresión y en mantener el «viejo pensamiento» en funcionamiento.

Una vez que se ven estas fuerzas (opresivas) en funcionamiento, creían los partidarios, no se puede «dejar de verlas»; se está, bueno, «despierto», y se debe rechazar cualquier análisis o explicación que no reconozca y condene cómo han impregnado las sociedades occidentales.

Aceptar este punto de vista también significaba rechazar o modificar las normas del procedimentalismo liberal, ya que en condiciones de profunda opresión esas supuestas libertades son inherentemente opresivas en sí mismas. No se puede tener un principio efectivo de no discriminación a menos que primero se discrimine a favor de los oprimidos. No se puede tener una verdadera libertad de expresión a menos que primero se silencie a algunos opresores, concluye Douthat.

La cuestión aquí, en relación con el contexto global más amplio, es que, a pesar de las probabilidades, la sensibilidad moral de los tradicionalistas sobrevivió a su colapso inicial y está resucitando de una nueva forma, incluso cuando la religiosidad formal dominante ha decaído. En segundo lugar, este episodio subraya cómo el impulso hacia la integridad moral está conectado con estructuras y recuerdos metafísicos del pasado, aunque sólo sea en forma de memoria inconsciente.

Este choque de visiones es la «contradicción» en el corazón de la crisis occidental. No está claro si es susceptible de resolución, o si «algo se romperá» en el sistema.

Pasemos ahora a una crisis diferente, esta vez en Israel: El quid de la cuestión radica de nuevo en la dicotomía inherente a una «idea»: la «idea» de qué es Estados Unidos y qué es «Israel».

Una parte sostiene que Israel se fundó como «equilibrio» entre judaísmo y democracia. La otra dice «tonterías»; Israel siempre fue el establecimiento de Israel en la «Tierra de Israel». Aparentemente, la crisis que saca a cientos de miles de israelíes a la calle es quién tiene la última palabra sobre qué es Israel: ¿la Knesset (parlamento) o el Tribunal Supremo?

El enfrentamiento se debe a que el Tribunal Supremo israelí tiene poderes tan amplios de revisión judicial que el poder judicial puede anular al ejecutivo y, lo que es más controvertido, al legislativo. Los partidarios del gobierno afirman que el Tribunal es antidemocrático por naturaleza, especialmente cuando, como en Israel, el nombramiento de los jueces no cuenta con el respaldo popular. A falta de una constitución, el Tribunal se rige por una serie de «leyes básicas» que han permitido a su judicatura reclamar una jurisdicción y un privilegio de revisión judicial cada vez mayores.

La cuestión no es sólo qué es Israel, sino qué es la democracia.

Ami Pedahzur, politólogo que estudia la derecha israelí, explica que la derecha religiosa «siempre ha considerado que el Tribunal Supremo israelí es una abominación«.

Por supuesto, es más complicado que eso: Como en Estados Unidos, dos fuerzas primigenias se enfrentan entre sí, con pocas perspectivas de reconciliación. Una aproximación sería que la crisis enfrenta a los judíos asquenazíes, procedentes de países europeos, con los judíos mizrahi, procedentes de Oriente Próximo y el Norte de África (a grandes rasgos).

Aunque estos últimos representan algo más de la mitad de la población, sólo 1 de los 15 escaños del Tribunal Supremo está ocupado por un jurista mizrahi.

En este sentido, la amenaza de limitar los poderes de revisión del Tribunal sobre los que el votante israelí no tiene influencia directa es vista por el gobierno como «pro-democracia». Sin embargo, los oponentes de Netanyahu en Israel y en Estados Unidos le acusan de intentar socavar, o incluso destruir, la «democracia israelí».

En este caso, el «zapato está en el otro pie» al de Estados Unidos. La «línea principal» israelí (es decir, la clase dirigente que controla los focos de poder de Israel) es laica (y principalmente asquenazí liberal). Es el gobierno de Netanyahu el que intenta reinstaurar el judaísmo como base moral de la sociedad:

Quieren un Estado judío que, en su opinión, se base en valores tradicionales y no sea un calco de Berlín, Londres o Nueva York; quieren que ese Estado sea democrático, lo que para ellos significa que sean los votantes, y no funcionarios no elegidos y que no rinden cuentas, quienes determinen la políticaescribe Liel Leibovitz.

Los airados manifestantes de Israel y de la Administración Biden rechazan de plano estas normas culturales e insisten en la virtud superior de la democracia liberal. Y además, que no se puede tener una democracia real hasta que no se haya anulado a los «oponentes de la democracia» y se hayan eliminado los prejuicios excepcionalistas, y se les haya alejado de la proximidad al poder.

La Casa Blanca está enfadada, aparentemente por la «amenaza a la democracia liberal», pero lo que es más revelador, porque el Equipo Biden teme que Israel se esté inclinando hacia Rusia, rompiendo así la «unidad» occidental frente a Rusia. El Equipo Biden teme que el Israel de Netanyahu triangule, enfrentando a Estados Unidos con Rusia. Esta ansiedad, a su manera solapada, revela el miedo al «orden de las reglas» y a la fragmentación de la hegemonía del dólar a la esclavitud de la visión rusa y china de sociedades soberanas estructuradas en torno a preceptos morales heredados.

Para ser muy claros, lo que se está rechazando y derrumbando en todo el mundo es el cambio de la revolución cultural liberal occidental, que ha pasado de ser una mera oposición a un proyecto no sólo dirigido a rechazar las formas culturales anteriores, sino a borrarlas por completo. Está surgiendo una nueva sensibilidad moral y cultural, incluso cuando las instituciones formales de la religión han disminuido. Es la que articulan los presidentes Xi y Putin.

En pocas palabras, el silencioso resurgimiento de fondo de la ortodoxia en Rusia y de los valores taoístas y confucianos en China como marco posible para la regulación de la sociedad tecnológica moderna ha abierto el camino a la metamorfosis y la inflexión que afecta a gran parte del mundo.

A finales del siglo XIX, el islam suní intentó fusionar el islam y la modernidad, pero con escaso éxito. Lo que el modelo ruso-chino parece ofrecer es una forma de devolver los significados tradicionales a una modernidad que, de otro modo, estaría vacía, pero sin crear una estructura reguladora religiosa independiente.

Una vez más, este cambio se está produciendo en Estados Unidos y en Israel, así que ¿por qué no en todo Oriente Próximo?

El efecto transformador de la entente chino-rusa en la política mundial afirma esta transformación ideológica crucial de nuestro tiempo. Pone fin a un largo ciclo de occidentalización (a veces forzada) de las sociedades no occidentales que se remonta a la fundación de San Petersburgo por Pedro el Grande en 1703. Un nuevo ciclo de conciencia cultural está en proceso de formación.

Este mes, China alcanzó un acuerdo para una nueva arquitectura de seguridad regional al reunir a Arabia Saudita e Irán. También en marzo, se pudo ver al presidente Assad, durante mucho tiempo un paria para Occidente, realizando una visita de Estado a Moscú, con todos los honores; y días después, visitaba los Emiratos Árabes Unidos. Al mismo tiempo, Irak e Irán firmaron un acuerdo de cooperación en materia de seguridad destinado a poner fin a los ataques de la insurgencia kurda inspirada por Estados Unidos contra Irán. Y el presidente Raisi ha sido invitado a Riad por el rey Salman, después de Eid.

¿Habríamos podido imaginar semejante concatenación de acontecimientos, incluso hace un año? No.

Israel muestra hoy cómo es una sociedad cuando está tan desgarrada que se encuentra al borde de la ruptura. El margen para cualquier resolución es fugazmente pequeño; las contradicciones son demasiado grandes. Y para que quede claro, Israel no es el único en esta difícil situación en la que han desaparecido los medios normales para desactivar los conflictos. Francia, Alemania y el Reino Unido están sumidos en protestas nacionales. Es posible que les sigan más Estados europeos.

La cuestión aparente es siempre la misma: las elecciones en Europa, como en Israel, «van y vienen». Se ganan algunas, una y otra vez, pero los ganadores nunca ostentan el poder en el verdadero sentido de la palabra. A través del poder judicial, la burocracia, la defensa, el mundo académico, las élites culturales, los medios de comunicación y los tejemanejes económicos, la hegemonía cultural liberal persiste en el poder.

Dicho crudamente, en Israel, este fracaso de «estar en el poder» se considera existencial para la derecha religiosa, que dice que está claro: sin judaísmo no tenemos identidad ni razón para estar en esta tierra.

La falta de sentido social, y la mano muerta de la omnipresente política de identidad, se está volviendo mortal. Más aún en Occidente, ya que la Revolución woke no se ha agotado. En el resto del mundo, sin embargo, la transición al «significado», a la razón de ser, a lo que «somos», es más fácil, ya que woke nunca llegó a tener una tracción real.

Israel parece ser el «canario en la mina» de cómo se verán Estados Unidos y Europa, una vez que las contradicciones de una sociedad en decadencia ya no puedan taparse. Pero para la región de Oriente Medio, se acabó. Ha decidido «pasar página». Colectivamente puede ver que el mundo está en la cúspide de una nueva era y mira hacia Oriente. Washington puede intentar presentar estos cambios como si se tratara de alguna forma de «triangulación» de Henry Kissinger (como sugiere David Ignatius).

Sin embargo, la brutal verdad es que esta transformación regional se produjo precisamente porque Estados Unidos y su tóxica doctrina de «con nosotros o contra nosotros» quedaron totalmente excluidos de las negociaciones.

La integridad moral está resurgiendo, y esto es lo que importa.

Traducción publicada en observatorio de trabajadores en lucha https://observatoriodetrabajadores.wordpress.com/2023/04/07/la-crucial-transformacion-ideologica-de-nuestro-tiempo-alastair-crooke/

Originalmente en Fundacion para el Estudio Estrategico https://strategic-culture.org/news/2023/04/03/the-crucial-ideological-transformation-of-our-time/


Alistair Crooke, es un exdiplomático británico y es el fundador y director del Foro de Conflictos con sede en Beirut, una organización que aboga por el compromiso entre el Islam político y Occidente.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico.

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Por el Periodista mexicano Carlos Ramirez Hernandez

Quizá la XXVIII Cumbre Iberoamericana en República Dominicana haya pasado a la historia no por la falta de una verdadera agenda geopolítica Intercontinental, sino por la forma en que el presidente español Pedro Sánchez generó una polémica transoceánica con el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo.

La Cumbre se preveía bastante complicada porque las relaciones entre los países iberoamericanos y de éstos con Estados Unidos por razones de efectos diplomáticos que involucraban regímenes políticos particulares. El presidente del PP destacó la reunión desde su agenda electoral al criticar la presencia de gobernantes caracterizados como dictadores, aunque las reglas de la Cumbre impiden involucrar prácticas de gobierno.

Además, la Cumbre fue deslucida por la ausencia y desdén de México a la reunión, sobre todo por el discurso histórico del presidente López Obrador contra el dominio español de México y otros países de la región durante 300 años. Pero por las razones que fueran, el lado importante de la Cumbre fue su realización sin gestiones diplomáticas de los tres países claves: España, México y Brasil.

Las relaciones diplomáticas entre los países iberoamericanos han entrado en una zona de conflicto por definiciones de proyectos de gobierno y sobre todo por comportamientos dictatoriales de Nicaragua, Bolivia, Perú y Cuba y la ola nacionalista que ha persistido en México, Argentina y Brasil, además de los enigmas geopolíticos que representa Centroamérica y Chile.

Las Cumbres iniciaron su ciclo en 1991, pero en una circunstancia geopolítica producto del desmoronamiento de la Unión Soviética en 1989-1991, la fase final del ciclo militarista de Reagan-Bush Sr., la revolución sandinista en Nicaragua y el inicio de negociaciones de México con Estados Unidos para la firma del Tratado de Comercio Libre en 1994. 

Este Tratado, por cierto, excluyó desde su origen el escenario latinoamericano, aunque la Casa Blanca ha estado parchando las relaciones regionales con tratados comerciales parciales que no han derivado en ninguna nueva lógica continental de desarrollo.

A lo largo de poco más de 30 años, las cumbres iberoamericanas más o menos sortearon las coyunturas, pero las relaciones entre gobiernos cambiaron con el radicalismo conservador del presidente Donald Trump y la incapacidad de gestión de una nueva geopolítica por parte del presidente Joseph Biden. 

En 2021, Biden realizó la Cumbre de las Américas con la exclusión de países caracterizados por EU como dictaduras, pero se encontró con la respuesta de México boicoteando la reunión con su ausencia y criticando la decisión de la Casa Blanca de condicionar el derecho de admisión a una categorización muy estricta de lo que debería ser la democracia.

De manera paradójica, la XXVIII Cumbre Iberoamericana eludió cualquier obstáculo acreditado a prácticas autoritarias de gobiernos de la región, pero no hubo ningún cuidado español por buscar una vía de negociación con México para su participación en reuniones regionales, bastante por el enojo que existe en La Moncloa por las críticas del presidente mexicano López Obrador al tiempo de dominación española de la zona mesoamericana y a la exigencia de una disculpa a posteriori por la ocupación territorial.

Sin ninguna negociación diplomática previa, la XXVIII Cumbre siempre prefiguró un fracaso porque México ha jugado un papel muy importante en el liderazgo regional y su ausencia desánimo también a otros países, además de que no se sintieron indicios del Gobierno español por darle una interpretación circunstancial favorable a la Cumbre.

Lo malo para España y para Iberoamérica ha radicado en el hecho de que con todo y sus deficiencias esas cumbres habían cumplido la función de cuando menos poner en contacto a jefes de Estado y de gobierno de España e Iberoamérica, aunque con demasiado énfasis en los temas de inversiones españoles en América y los obstáculos que se están encontrando por las prácticas nacionalistas de gobiernos en turno. En el pasado, España siempre tuvo en su agenda iberoamericana la prioridad de las inversiones, pero dándole también mucho espacio al discurso diplomático.

Las relaciones entre España e Iberoamérica entraron en zona de conflicto en la XVII Cumbre Iberoamericana de 2007 cuando ocurrió el choque de caracteres entre el presidente venezolano Hugo Chávez y el rey español Juan Carlos I. España no supo decodificar el discurso nacionalista de Chávez y sus aliados bolivarianos y desde entonces no ha existido entre los dos continentes algún esfuerzo diplomático para buscar un nuevo entendimiento que le pudiera regresar el valor diplomático y político a las Cumbres.

El único espacio que queda como resquicio para la reconstrucción de relaciones está en el hecho de que los jefes de gobierno de todos los países involucrados en la comunidad iberoamericana cambian electoralmente de filiación ideológica y de discurso diplomático y por tanto el tono de los discursos también se modifica por el relevo gubernamental.

En todo caso, la única figura de la comunidad iberoamericana que va a permanecer inmutable en su posicionamiento es la del Rey Felipe VI por su condición de monarca permanente y su característica como jefe del Estado español. En este contexto, la posibilidad de reconstruir el sentido de la comunidad entre países de dos continentes radicaría en el papel del Rey de España como una oportunidad para redefinir el espíritu del diálogo entre dos continentes que vienen del venero histórico del España del siglo XV.

Si no hay este replanteamiento desde la Zarzuela, las Cumbres habrán cumplido mal que bien sus funciones y ya no tendrán utilidad práctica.

PUBLICADO EN ANGULO 7 MEXICO: https://www.angulo7.com.mx/2023/04/02/sin-agenda-geopolitica-fracaso-la-xxviii-cumbre-iberoamericana/

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico (R)

La visión europea sobre una Europa Geopolitico Por Luis Francisco Rey Arroyo, coronel del Ejército de Tierra España (Artillería), DEM (ret.)

Este documento es copia del original que ha sido publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos en el siguiente enlace.

La guerra en Ucrania ha puesto en evidencia las luces y las sombras de la actual situación política de la Unión Europea (UE). Por un lado, la UE ha conseguido actuar de forma coordinada y coherente en esta crisis; por otro lado, las disensiones internas entre los Estados miembros, crean desconcierto y dan una imagen de debilidad y desunión a propios y extraños.

Gracias a un contexto geopolítico favorable y bajo el paraguas de seguridad de los Estados Unidos (EE. UU.), el concepto de seguridad de la UE basado en la interdependencia y la soberanía compartida en instituciones comunes ha sido viable y exitoso.

Sin embargo, en el contexto actual de competencia por la hegemonía mundial, esa fórmula de seguridad no parece ser tan viable, puesto que el idioma que utilizan las grandes potencias enfrentadas es el del poder, por lo que parece necesario que la UE (no cada uno de los 27 por su cuenta) pueda utilizar, para su propia seguridad y defensa, ese idioma sin ambages.

Asimismo, con independencia del resultado de la guerra, Rusia seguirá siendo una fuente de inestabilidad geopolítica por muchos años y la lucha de EE. UU. por mantener su hegemonía mundial puede desplazar ese paraguas de seguridad con el que Europa hasta el momento actual se ha protegido.

Introducción

Desde hace más de un lustro, con cada crisis, el debate —casi permanente sobre «geopolítica», «poder» o «autonomía estratégica»— se acentúa en el seno de la Unión Europea (UE).

En esta nueva crisis provocada por la guerra en Ucrania, las más altas autoridades políticas de la Comisión Europea, de forma reiterada y enérgica, anunciaron el
«nacimiento de la Europa geopolítica»1 y subrayaron la necesidad de que «la UE tiene que aprender a usar el idioma del poder»2. Pese a esa insistencia parece que, como en crisis anteriores, los hechos no coinciden con lo que se anuncia. La retórica de la Comisión y las posturas políticas de los Estados miembros no coinciden, pues estos últimos están condicionados, entre otras razones, por sus intereses políticos y económicos, sus distintos grados de percepción de la amenaza, su identidad nacional o su falta de identidad europea y sus puntos de vista sobre la pérdida de soberanía en política exterior y defensa3 que, previsiblemente y entre otras consideraciones, puede conllevar dar el paso hacia una Europa geopolítica.

Tras el primer aniversario del inicio de la invasión rusa en Ucrania es plenamente reconocida la determinación, constancia y firmeza con la que la UE está actuando de forma coordinada y coherente en esta crisis y nos empieza a transmitir la sensación de que ya no es necesario seguir alimentando a la supuesta «recién nacida Europa geopolítica».

En un momento histórico en el que los equilibrios geopolíticos están mutando, desde el ataque de Rusia a Ucrania en 2014, se ha puesto de manifiesto que la actual capacidad de disuasión de la UE no es suficiente para evitar la guerra en suelo europeo; parece necesario que la UE, como poco, deba estar totalmente cohesionada en política exterior, convenientemente dotada en el ámbito de seguridad y defensa, más unida políticamente, y debidamente organizada estructuralmente para afrontar los nuevos retos geopolíticos que le permita garantizar una disuasión creíble.

Por esa razón, parece oportuno preguntarnos si ¿es posible que se forje una «Europa geopolítica» que pueda dar una respuesta apropiada a esos retos o, por el contrario, se trata de algo inalcanzable y poco realista?

Además, sea cual sea el resultado de la guerra, Rusia seguirá siendo una fuente de inestabilidad geopolítica por muchos años.
Por ello, gane o pierda Rusia, una Europa geopolítica inconclusa y con EE. UU. fuertemente comprometido en el Indopacífico son escenarios posibles a los que Occidente en general y Europa en particular se pueden enfrentar.

Con esos escenarios en mente, en este trabajo se pretende analizar la problemática existente en la UE con respecto a su nacimiento como una entidad geopolítica con capacidad de ser un actor estratégico creíble, contestar a la pregunta antes formulada y estudiar las posibles transformaciones en ese ámbito que puedan afectar a Europa en un futuro.

Para ello, este artículo, en primer lugar, trata de analizar la situación existente en la UE sobre la «Europa geopolítica» y el «idioma del poder», posteriormente, se esbozan las transformaciones geopolíticas que confluyen en esta crisis y, por último, se enumeran unas conclusiones.

La «Europa geopolítica» y el «idioma del poder»

La reflexión «Europa se forjará en las crisis y será la suma de las soluciones adoptadas para esas crisis» que Jean Monnet —considerado uno de los padres de la UE— dejó en sus memorias parece estar de plena actualidad. Y así lo fue cuando, el 1 de marzo de 2022, en una histórica alocución ante el pleno extraordinario de la Eurocámara para debatir la invasión rusa de Ucrania, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad / vicepresidente de la Comisión (AR/VP) afirmó: «Creo que este es el momento en el que está naciendo la Europa geopolítica. Esa es la partida de nacimiento de la Europa geopolítica. El momento en que tomamos conciencia del reto al que nos enfrentamos. El momento en el que Europa debe hacer frente a sus responsabilidades…»4.

Si suponemos que la Brújula Estratégica (BE)5 fuera ese tímido primer paso hacia la Europa geopolítica, no será hasta 20256 cuando sabremos con certeza si hemos empezado de verdad esa andadura. Siendo optimistas y siguiendo una posible evolución, a ese ritmo, no sería hasta dentro de doce años cuando esa recién nacida empiece a hablar. En consecuencia, nos podríamos preguntar ¿cuál será el idioma que empleará?

Si de lo que se trata es de que la Unión Europea «haga frente a sus responsabilidades», es decir, que pueda ser un actor estratégico de primer orden, ese idioma no debe ser otro que el «idioma del poder»7.

Colin Hay8 en su artículo «Political theory and the concept of power» define el poder como «la capacidad de los actores —ya sean individuales o colectivos— de ‘tener un efecto’ sobre el contexto que define el rango de posibilidades de otros»9. En definitiva, un actor (individual o colectivo) tiene poder, cuando al ejercitarlo, posee la capacidad de lograr sus fines en comparación con otros actores con los que interactúa.

El idioma del poder es extraño al ideario primigenio de la Unión cuyo objetivo era reemplazar la política del poder —que trajo tantas guerras y conflictos en Europa— por el entonces nuevo concepto de seguridad basado en la interdependencia y la soberanía compartida en instituciones comunes.

Gracias a un contexto geopolítico favorable que se ha ido manteniendo desde la creación de la UE, ese concepto de seguridad —a la sombra de los EE. UU.— ha sido, hasta el momento, viable y exitoso.

Así las cosas, bajo el paraguas de seguridad de los EE. UU. y de su liderazgo global, Europa ha podido llevar a cabo su política en beneficio de su economía y de la expansión de sus ideales democráticos a la vez que se reducían sus capacidades militares de una forma abrumadora.

En la Estrategia Global de la Unión Europea (EUSG)10, publicada el 28 de junio de 2016, se aprecia un cambio de rumbo significativo con respecto a la narrativa que hasta ese momento se usaba. En cierta medida, la UE modera la postura reflejada en la Estrategia Europea de Seguridad (EES) de 200311 de influir y cambiar el entorno internacional. Esa política no llegó a funcionar de la forma deseada, debido a que pocos países vecinos mostraron interés en la idea de que a cambio de ayuda financiera y una potencial integración en la UE, debían comprometerse a realizar las debidas reformas democráticas y de mercado. Por ello, haciendo frente a la realidad del momento12 la UE pasó a reconocer la necesidad de «asumir una mayor responsabilidad en nuestra seguridad», desarrollar la política de defensa de la UE y tener «un nivel adecuado de ambición y autonomía estratégica».

En este sentido, es necesario aclarar que la UE tiene la gran desventaja de ser una organización internacional con veintisiete miembros que deciden sobre cuestiones de política exterior y de seguridad por unanimidad, lo que obviamente dificulta la toma de decisiones. En general, cada Estado miembro por sí solo puede decidir el envío de sus tropas al extranjero en unas pocas horas sin muchas restricciones internas o externas. En cambio, la UE, en su conjunto, para llevar a cabo ese mismo trámite requiere un largo proceso que implica múltiples fases de preparación y consulta, a lo que hay que añadir la alta probabilidad de que por el camino pueda ser bloqueado. Lo que significa que, en crisis urgentes, cuando se trata del empleo de la fuerza militar y cada minuto cuenta, la UE no parece ser un actor creíble.

En el contexto actual, en que el idioma utilizado por las grandes potencias es el del poder, parece imprescindible que la UE necesite que, en principio y como mínimo, su estructura y organización interna, su Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y su Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD)13 se empezaran a alinear con lo que supondría dar ese paso para hacerse más fuerte geopolíticamente. Lo que en ningún caso podría significar que pretendiera desprenderse del vínculo transatlántico, ni que abandonara su ideario primigenio.

En la Brújula Estratégica que se publicó el 21 de marzo de 2022 y cuya redacción se vio afectada por la invasión de Ucrania, el 24 de febrero de 2022 (24F), hay bastantes medidas que pretenden fortalecer esa defensa, el detalle está en que estas se hacen a través de los Estados miembros o de la OTAN, pero no de la UE, cosa que deja claro que, independientemente de lo que digan las más altas autoridades de la Comisión, la realidad es que no hay voluntad de avanzar hacia esa supuesta Europa geopolítica.

Es más, en el texto de la BE de forma repetida se hace referencia al artículo 42, apartado 7, del Tratado de la Unión Europea14 relativo a la asistencia mutua entre Estados miembros, que ni es conocido por la mayoría de los europeos, ni su capacidad de disuadir a un agresor externo sea comparable al art. 5 del Tratado del Atlántico Norte, con el que, hasta cierto punto, se podría equiparar.

Las transformaciones geopolíticas

La toma de Crimea en febrero de 2014, la invasión del Dombás en agosto de ese año y la nueva invasión rusa a Ucrania el 24F son hechos que nos pueden hacer pensar que, en las áreas de influencia más próximas de la UE, el mundo no se ha movido de manera ostensible en la dirección que, hace veinte años, se pretendía en la Estrategia Europea de Seguridad (EES) de 200315 de «construir seguridad en nuestro vecindario» y expandir los «valores democráticos de la UE».

En concreto Rusia no ha ido en esa dirección, ha mirado hacia Asia y, de nuevo, ha traído la guerra a suelo europeo, es decir que, en este caso, no ha funcionado lo de
«construir seguridad en nuestro vecindario» ni lo de expandir los «valores democráticos de la UE», ni la disuasión para evitar la guerra.

Como parte integrante de la política exterior y de seguridad común de la Unión (PESC), la PCSD ha dado origen a estructuras políticas y militares internas de la Unión, lo que ha permitido misiones y operaciones militares y civiles en el extranjero.

Las dos grandes potencias, Rusia y China, vienen desafiando el orden internacional establecido desde hace años y perciben a Occidente en decadencia y débil.

Los desafíos que Rusia ha ido llevando a cabo durante el último decenio han ido aumentando progresivamente y con ellos sus ambiciones y motivaciones políticas. Estas, de una forma u otra, se han ido obviando por la UE, pensando primero que Rusia podría evolucionar hacia un sistema democrático Occidental y después que con sanciones económicas el problema se podría resolver. Sanciones que cuando se aplicaron como consecuencia de la intervención militar en Crimea en 2014, ni disuadieron a Rusia, ni impidieron que muchos miembros de la UE negociaran acuerdos comerciales y energéticos con ella.

Incluso desde antes de la intervención militar de 2014, esas relaciones comerciales y energéticas con los países de la UE han sido y están siendo utilizadas por Rusia como un instrumento para conseguir una ventaja geopolítica y militar, dado que, en vez de invertir la riqueza obtenida para evolucionar hacia un sistema democrático, la utilizaba para fortalecerse militarmente y llevar a cabo una estrategia geopolítica expansionista. Otros resultados históricos de ello fueron, por ejemplo: la ocupación de facto de Osetia del Sur y Abjasia, la guerra ruso-ucraniana 2014-2023…, y la intervención en Siria para apoyar a las fuerzas del presidente Bashar al-Asad.

Este último desafío ruso —la invasión rusa a Ucrania el 24F— por un lado ha creado un grave problema internacional, está poniendo en peligro la seguridad en Europa y ha erosionado uno de los cimientos en los que se apoyaron los fundadores de la Unión, que era el evitar nuevas guerras en suelo europeo; y por otro lado, ha fortalecido a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

A su vez, China también ha ido endureciendo sus actitudes con respecto a Occidente y ejercitando su poder como una gran potencia, ha usado todas las formas de coerción: políticas, económicas, cívico-militares y militares (reivindicaciones territoriales, aumento de su presencia militar y la creación de islas artificiales entre otras). Es decir, la República Popular actúa, al igual que Rusia, para transformar su entorno geopolítico.

El presidente Xi en el 20º Congreso del Partido Comunista Chino afirmó: «Nuestro país ha entrado en un período de desarrollo en el que las oportunidades, riesgos y desafíos estratégicos son concurrentes, y las incertidumbres y los factores imprevistos están aumentando […] Debemos ser más conscientes por tanto de los peligros potenciales, estar preparados para hacer frente a los peores escenarios…». Asimismo, resaltó la modernización del Ejército de Liberación Popular para convertirse en fuerzas de primer nivel antes del 2049.

China y Rusia han percibido amenazas de Occidente y comparten una relación política cada vez más estrecha. La amistad entre los líderes autoritarios de esos dos países, que concurren, como se ha citado anteriormente, en su visión negativa hacia un Occidente en declive y en sus deseos de resarcimiento por los agravios históricos, convierte esta situación en otro elemento de transformación geoestratégica a vigilar.

Esa unión de visiones y ambiciones de Pekín y Moscú complican los frágiles equilibrios geopolíticos en la actual competencia global por el poder con Occidente y nos acerca al mundo multipolar que Rusia y sobre todo China han estado desarrollando durante varios años y que viene a representar su lucha por la desvinculación geoestratégica del poder occidental.

Sin olvidar sus diferencias geográficas, históricas, raciales y culturales, es decir sus diferencias geopolíticas. No parece, en principio, que China y Rusia lleguen a tener una especie de alianza asiática emulando a la OTAN en la que un ataque armado contra una de ellas sea considerado como un ataque dirigido contra la otra.

En el momento actual, parece que Rusia y China mantienen esa unión de amistad de sus líderes que comparten las mismas visiones y ambiciones con respecto a Occidente. Al igual que antes del 24F, esos estrechos lazos se han puesto de manifiesto en el VII Foro Económico Oriental en Vladivostok16 y en la reunión XXII Reunión del Consejo de jefes de Estados miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS)17 en Samarcanda. Conviene aclarar que la OCS no es ni una alianza político-militar intergubernamental como lo es la OTAN, ni representa una unión económica al estilo de la UE.

En este punto es necesario añadir que Putin y numerosas autoridades rusas, con cierta insistencia en los últimos años, están respaldando un ideario geopolítico que denominan «eurasianismo»18. De forma muy resumida, el «eurasianismo» que en la actualidad lo denominan «neoeurasianismo» es un movimiento político y cultural de Rusia que apoya una ideología que promueve la grandeza ruso-asiática.

Además, las sanciones económicas de Occidente con motivo de la guerra en Ucrania están impulsando un cambio de la orientación económica y política de Rusia, antes predominantemente europea, hacia una euroasiática. A la vez, entre otros factores, parece que les está haciendo evolucionar hacia una «gran asociación eurasiática». Lo que, de ser así, produciría un desequilibrio geoestratégico importante.

Poco a poco, parece que China irá apoyando la economía rusa a medida que su dependencia energética de Rusia sea mayor —puesto que podría convertirse en el mayor importador de petróleo y gas de Rusia— y llegue a consolidar su propio sistema de pago internacional. Lo que podría convertir a China en un actor geoestratégico comparable con EE. UU.

En esas circunstancias, el rol futuro de Rusia, bajo una fuerte dependencia de la economía y el sistema financiero chino, podría no coincidir exactamente con el que parece que publicita el presidente de Rusia, Vladimir Putin —el mundo ruso o «русский мир; Russkiy Mir»— para convertirse en realidad en un actor bajo la esfera de poder chino.

No obstante, en el contexto actual de transformaciones y competitividad geopolítica, todas esas tramoyas de alianzas pueden y deben interpretarse como parte de la guerra de la desinformación desarrolladas con el fin de engañar a los líderes políticos y a la opinión pública tanto Occidental, como global incluida la propia de la Federación rusa. Dado que no resulta verosímil que Rusia y China de una forma inminente vayan a unir sus fuerzas, ni que las relaciones entre Rusia y China hayan sido establecidas, en exclusiva, con el fin de contener a Occidente, habida cuenta la complementariedad económica entre una Rusia rica en recursos y una China ávida de materias primas y energía.

A este respecto, vigilar la deriva que pueda tomar esa asociación militar entre China y Rusia es una necesidad prioritaria pues en el caso de que siga reforzándose e incrementándose, podría llegar a comprometer seriamente los equilibrios geopolíticos y la seguridad internacional e incluso podría poner en jaque el entramado de alianzas de EE. UU. en Asia-Pacífico y en Europa. En fin, lo que no se puede pasar por alto son los riesgos reales que emanen de la cooperación militar y de seguridad entre Rusia y China.

Otro escenario posible y no menos preocupante sería un colapso de la Federación Rusa, que pudiera dar como resultado un Estado fallido. Expertos rusos como Andei Kolesnikov hablan de un posible «colapso total de todo» y el editor de Rusia y Europa del Este de The Economist, Arkady Ostrovsky en su artículo titulado «Russia risks becoming ungovernable and descending into chaos» afirma que «la guerra de Putin está convirtiendo a Rusia en un Estado fallido»19.

En consecuencia, esos escenarios por poco probables que pudieran parecer —puesto que números expertos vaticinan una salida negociada del conflicto— son, si cabe, los más peligrosos y por ello debemos estar preparados para poderlos afrontar.

Todo ello se complica si además tenemos en cuenta que en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los EE. UU. (ESN)20, adoptada por la Administración Biden el 12 de octubre de 2022, se deja claro que la guerra en Ucrania no ha supuesto ninguna alteración en la decisión de EE. UU. de priorizar su competición con China, pese a la amenaza que supone Rusia.

Es más, la ESN 2022 declara que en los «primeros años de esta década decisiva, se establecerán las condiciones de la competencia geopolítica y, al mismo tiempo, se acotará la ventana de oportunidades para afrontar los desafíos compartidos»; pone de manifiesto la intención de «configurar el orden internacional»; ve a China como «el único competidor con la intención de reformar el orden internacional y tener, cada vez más, el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para hacerlo»; establece a la región del Indopacífico como su terreno de juego prioritario en esa competición con China y, a su vez, subraya la necesidad de «contener a una Rusia peligrosa».

Conclusiones

La guerra en Ucrania ha puesto en evidencia las luces y las sombras de la actual situación política de la UE. Por un lado, tenemos la firmeza, la determinación, la rapidez y la unidad de acción con la que la UE está actuando de forma coordinada y coherente en esta crisis y, por otro lado, la falta de cohesión en política exterior, los graves déficits de capacidad militar, las disensiones internas y las diferencias entre el discurso político de las más altas autoridades de la Comisión defendiendo la «Europa geopolítica» y los hechos.

En efecto, la posible falta de voluntad política de los Estados miembros en dar ese salto que, unido a un insuficiente sentimiento de identidad europea de sus gentes y la aparente falta de liderazgo y convicción europeísta de los líderes de las principales potencias de la UE, hacen que sea muy poco probable que a corto o medio plazo la UE pueda forjar una «Europa geopolítica».

Asimismo, con independencia del resultado de la guerra, Rusia seguirá siendo una fuente de inestabilidad geopolítica por muchos años y entre los muchos resultados finales posibles —aunque pudieran ser considerados como poco probables— Rusia como vencedora de la guerra en Ucrania podría continuar con sus ambiciones geopolíticas invadiendo otros países de Europa y como perdedora, como afirman algunos expertos, podría acabar como un Estado satélite de China, o que pudiera llegar a ser un Estado fallido. Si a ello le añadimos que, en esas circunstancias, EE. UU. estuviera totalmente inmerso en su lucha de poder hegemónico con China, el futuro de Europa, sin una capacidad real de ser un único actor estratégico, no parece ser halagüeño.

Es más, la ESN 2022 deja claro que ahora para EE. UU. el Indopacífico es su terreno de juego prioritario y deja a Europa en un segundo orden de prioridad. Lo que implica que a medida que se vaya endurecido la competencia hegemónica entre las dos superpotencias y EE. UU. tenga que inclinar su balanza cada vez más hacia el Indopacífico, ese proceso de cambio geopolítico (ya patente) debería, en su caso, tenerse en cuenta para modular la velocidad con la que la UE deba evolucionar hacia una Europa geopolítica.

Luis Francisco Rey Arroyo, coronel del Ejército de Tierra (Artillería), DEM (ret.)

Referencias:

1 Para poner en su contexto y pese a la controversia relacionada con los distintos puntos de vista sobre
«geopolítica», a efectos de este trabajo, sin pretender definirla y de una forma muy escueta; comúnmente se acepta que la geopolítica viene a relacionar territorio, situación y medio ambiente (la parte «geo») con política y poder.

2 Josep Borrell ya en su audiencia de confirmación el 7 de octubre de 2019, mencionó la frase: «The EU has to learn to use the language of power» («La UE tiene que aprender a usar el idioma del poder»). Se prefiere traducir
«language» por «idioma» y no por «lenguaje».

3 Aunque ya hayan renunciado a su soberanía monetaria. Los países que aún no han adoptado la moneda única pero que se incorporarán a la zona del euro cuando reúnan las condiciones necesarias son Bulgaria, Chequia, Hungría, Polonia, Rumanía y Suecia. Dinamarca, en lo que respecta a la moneda única, optó por mantener su moneda nacional tras su adhesión a la UE.

4 Disponible en: https://www.eeas.europa.eu/eeas/russian-aggression-against-ukraine-speech-high- representativevice-president-josep-borrell-ep_en [consulta: 9/1/2023].

5 https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-7371-2022-INIT/es/pdf [consulta: 9/1/2023].

6 BE: «A partir del análisis de amenazas revisado que realizaremos en 2025 y en función de la consecución de los objetivos clave previstos, el alto representante presentará propuestas para una posible revisión de la presente Brújula Estratégica».

7 https://www.europarl.europa.eu/news/es/press-room/20190926IPR62260/audiencia-con-el-candidato-a-alto- representante-josep-borrell [consulta: 9/1/2023].

8 Colin Hay es profesor de Ciencias Políticas en el Instituto de Estudios Políticos de París y profesor afiliado de Análisis Político en la Universidad de Sheffield, editor en jefe adjunto de la revista Comparative European Politics y director editorial de la revista New Political Economy.

9 HAY, Colin. «Divided by a Common Language: Political Theory and the Concept of Power», Politics. 17(1), 1997, pp. 45-52, p. 50.

10 https://eeas.europa.eu/archives/docs/top_stories/pdf/eugs_es_.pdf [consulta: 9/1/2023].

11 https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-15895-2003-INIT/en/pdf [consulta: 9/1/2023].

12 En aquel momento: en el este de Europa, se vulneró el orden de seguridad europeo; al mismo tiempo, el terrorismo y la violencia causaron estragos en el norte de África, Oriente Próximo, y en la propia Europa.

13 La política común de seguridad y defensa (PCSD) ofrece un marco de la Unión en el ámbito de la defensa y la gestión de crisis, incluidas la cooperación y la coordinación en materia de defensa entre los Estados miembros.

14 Art. 42, apdo. 7: «Si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance, de conformidad con el
artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas. Ello se entiende sin perjuicio del carácter específico de la política de seguridad y defensa de determinados Estados miembros».

15 https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-15895-2003-INIT/en/pdf [consulta: 15/1/2023].

16 El objetivo del foro es fomentar la inversión en el Extremo Oriente ruso y el establecimiento de vínculos comerciales entre Rusia y los países de la región de Asia-Pacífico.

17 La OCS fue fundada en 2001 por China, Kazajistán, Kirguistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán, para discutir asuntos económicos y de seguridad en Asia Central, con un enfoque hacia la lucha contra el terrorismo y el fortalecimiento de los vínculos comerciales. Tras recorrer un largo camino, ha llegado a convertirse en la organización regional más grande del mundo, concentrando más de la mitad de la población de nuestro planeta.

18 MOSTAFA, G. «The Concept of ‘Eurasia’: Kazakhstan’s Eurasian Policy and its Implications», Journal of Eurasian Studies, 4(2). 2013, pp. 160–170. Ver apartado 3 Russian Eurasianism. https://doi.org/10.1016/j.euras.2013.03.006 [consulta: 15/1/2023].

19 https://www.economist.com/the-world-ahead/2022/11/18/russia-risks-becoming-ungovernable-and-descending- into-chaos [consulta: 31/1/2023].

20 https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2022/11/8-November-Combined-PDF-for-Upload.pdf [consulta: 15/1/2023].

PUBLICADO EN ATALAYAR

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico (R)

por Thierry Meyssan

Muchos observadores están pronosticando una nueva guerra mundial. Y es cierto que algunos grupos se plantean la posibilidad de un conflicto y se preparan para ello. Sin embargo, los Estados son razonables y en realidad se plantean más bien una “separación amigable”, una división del planeta en dos mundos diferentes, en dos mundos separados: un mundo unipolar y un mundo multipolar. Pero no es imposible que estemos viviendo un tercer escenario, un escenario donde el «Imperio estadounidense» simplemente se derrumba, como su rival soviético en el pasado.

Los «straussianos estadounidenses», los «nacionalistas integristas ucranianos», los «sionistas revisionistas» israelíes y los «militaristas» japoneses desean una guerra generalizada. Pero están solos y no son movimientos de masas. Por ahora, ningún Estado va por ese camino.

Alemania, con 100 000 millones de euros, y Polonia, con muchos menos dinero, han emprendido un gran proceso de rearme. Pero ninguno de esos dos países parece impaciente de medirse con Rusia.

Australia y Japón también están invirtiendo en armamento. Pero ninguno de esos dos países dispone de un ejército autónomo.

Estados Unidos no logra reclutar la sangre fresca que necesita para renovar las filas de sus fuerzas armadas y tampoco logra crear armas nuevas. Sólo se limita a mantener la producción en serie del armamento concebido en los años 1980. Pero todavía cuenta con el arma nuclear.

Rusia ya modernizó sus fuerzas armadas y ahora se organiza para renovar los volúmenes de munición que está utilizando en Ucrania y para producir en serie sus nuevas armas, con las que nadie puede competir por ahora. China está por su parte en medio de un proceso de rearme, con vista a garantizar la seguridad en Extremo Oriente y, a largo plazo, para garantizar también la protección de sus rutas comerciales. Mientras tanto, la India comienza a verse a sí misma como una potencia marítima.

En medio de este panorama no se vislumbra quién pudiera desear una Guerra Mundial ni quién pudiera ser capaz de desatarla.

Contrariamente a lo que afirman en sus discursos, los dirigentes franceses no están preparándose en lo absoluto para una guerra de alta intensidad [1]. La ley francesa de programación militar, adoptada para 10 años, prevé la construcción de un portaviones nuclear, pero al mismo tiempo reduce las fuerzas terrestres. Eso indica que los gobernantes franceses quieren incrementar las posibilidades de «proyección» de las fuerzas armadas de Francia, mientras dejan de lado la defensa del territorio nacional. París sigue razonando como una potencia colonial mientras que el mundo se torna multipolar. Estamos viendo una situación clásica, los generales se preparan para la guerra pasada mientras ignoran la realidad que ya está a las puertas.

La Unión Europea está poniendo en aplicación su «Brújula Estratégica». La Comisión Europea coordina las inversiones militares de los países miembros de la UE. En la práctica, todos siguen el mismo juego pero todos persiguen objetivos diferentes. La Comisión Europea, por su parte, trata de asumir el control de las decisiones sobre el financiamiento de los ejércitos nacionales, decisiones que hasta ahora dependían de los parlamentos nacionales. Eso pudiera permitir la construcción de un imperio, pero no permite declarar una guerra generalizada.

Es evidente que cada país sigue su propio juego. Pero, exceptuando a Rusia y China, ninguno está preparándose para una guerra de alta intensidad.

Lo que estamos viendo es más bien una redistribución de las cartas. Este mes, Washington envía a Europa a Liz Rosenberg y Brian Nelson, dos especialistas de las medidas coercitivas unilaterales –las mal llamadas «sanciones»–, cuya misión consiste en obligar los aliados de Estados Unidos a obedecer [2]. Según la fórmula acuñada por George Bush Jr. al inicio de la «guerra contra el terrorismo», Liz Rosenberg y Brian Nelson recordarán a los “aliados” europeos que para Washington «¡quien no está con nosotros, está contra nosotros!»… o sea contra los intereses estadounidenses.

Sobre Liz Rosenberg hay que decir que es eficaz y que carece de escrúpulos. Fue ella quien se encargó de dinamitar la economía siria, condenando millones de sirios a la miseria porque la República Árabe Siria se atrevió a resistir y a derrotar a los matones del Imperio yanqui.

Los discursos de pistolero del Far West hollywoodense al estilo de George Bush Jr., los razonamientos en términos de “buenos y malos”, están fracasando con Turquía, país que ya vivió la intentona golpista de 2016 y el terremoto del 6 de febrero de 2023. En Ankara ya saben que no hay nada bueno que esperar de Washington y Turquía ya está pleno acercamiento a la Organización de Cooperación de Shanghái.

Pero esa retórica parece tener posibilidades de funcionar con los europeos, todavía fascinados por la ilusión de poderío que aún logra proyectar Estados Unidos. Claro, ese poderío está en plena decadencia… pero los europeos también lo están. En Europa nadie parece haber sacado todavía la enseñanza más que evidente de la voladura de los gasoductos Nord Stream y Nord Stream 2 –construidos con la participación conjunta de Rusia, Alemania, Francia y Países Bajos. Las víctimas occidentales no sólo aceptaron el golpe sin chistar sino que incluso bajan la cabeza y aceptan pasivamente otros castigos por crímenes que no cometieron.

El resultado es que vamos hacia un mundo divido en dos bloques: de un lado estarán la superpotencia estadounidense y sus vasallos y del otro lado tendremos el mundo multipolar. En términos de población, el bloque occidental viene siendo un 13% de la población mundial mientras que el mundo multipolar representa el 87%.

Las instituciones internacionales ya casi no pueden funcionar y podrían cayendo en un letargo o siendo disueltas. Los primeros ejemplos que nos vienen a la mente son la salida de Rusia del Consejo de Europa [3] y los asientos vacíos de los países de Europa occidental en el Consejo del Ártico durante el año de la presidencia rusa. Otras organizaciones simplemente pierden su razón de ser, como la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) que supuestamente debía hacer posible el diálogo este–oeste. Y sólo el interés que Rusia y China todavía conceden a la ONU puede preservarla a corto plazo, aunque Estados Unidos ya sueña con convertirla en un club reservado sólo para sus aliados.

También habrá cambios en el bloque occidental. Alemania fue hasta ahora el líder económico del continente europeo. Pero, para cerrar el camino a cualquier posibilidad de un acercamiento alemán a Rusia, Washington quiere que Alemania se circunscriba al oeste de Europa y deje el centro en manos de Polonia. Así que Alemania y Polonia están en pleno rearme para imponerse en sus zonas respectivas de influencia. Pero, cuando el astro estadounidense comience a declinar, es muy posible que Alemania y Polonia acaben luchando entre sí.

En sus momentos finales, la Unión Soviética abandonó a sus aliados y vasallos. Al comprobar que ya no era capaz de resolver los problemas, la URSS puso fin a su apoyo económico a Cuba y luego abandonó a sus vasallos de Pacto de Varsovia, antes de llegar a su derrumbe final. Hoy estamos viendo el inicio de ese mismo proceso.

La primera guerra de Estados Unidos en el Golfo Pérsico, los atentados del 11 de septiembre de 2001 y todas las guerras estadounidenses en el Medio Oriente ampliado, la expansión territorial de la OTAN y el conflicto ucraniano sólo habrán aportado tres décadas más de vida al imperio estadounidense. Pero la existencia de este último se apoyaba fundamentalmente en la de su rival soviético, cuya desaparición priva al imperio estadounidense de su razón de ser. Así que ya es tiempo de que también desaparezca.

Thierry Meyssan

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, aborda en la columna del Club de La Pluma los tres principales errores geopolíticos de Occidente en este momento de traspaso mundial de poder, desde la hegemonía de EEUU hacia la multipolaridad liderada por China y afianzada por el Sur Global, que está provocando cambios tectónicos históricos, a pesar de la cortina de humo del aparato de propaganda occidental.

EL PRIMER GRAN ERROR fue creer -como antesala de debilitar a China- que podía destruir primero a toda una potencia nuclear como Rusia, en una guerra Proxy, de guerrillas y a distancia, utilizando y sacrificando un “país amigo” como Ucrania. EL SEGUNDO fue declarar la guerra económica a China cuando es su primer e insustituible socio comercial, del que depende absolutamente y del cual ya no se puede desacoplar. Y EL TERCER ERROR garrafal fue su tradicional torpeza, violenta e imperial, en Oriente Medio, que cada día más es un poderoso bloque económico, social, cultural, demográfico y religioso, además de poseer junto a Rusia, la mayoría de las fuentes energéticas del planeta, siendo que el déficit energético del “mundo rico” es el gran agujero negro que acecha a su supervivencia.

También -y en primer lugar- analiza con datos y realismo, la exagerada parafernalia por el ingreso de Finlandia a la OTAN, transmitida con bombos y platillos por la prensa occidental y las serias consecuencias que sufrirá ese país por las complicaciones en el transporte comercial de su más famosa marca comercial.

Luego, Pereyra Mele se extiende en la lastimosa y tergiversada visita de Macrón a China, mientras las calles de París ardían por la ira de millones de franceses. Entiende que el presidente galo hizo el ridículo -como un penoso cadáver político- al pedirle a China que no aporte armamento ni tecnología a Rusia, cuando unos días atrás, el propio Xi Jinping había dado un rotundo respaldo a Pútin. De lo que se deduce que este viaje fue apenas un desfile de empresarios europeos rogando desesperadamente hacer negocios con el gigante asiático.

Finalmente resalta el reciente anuncio de la OPEP+ de reducir la producción de petróleo, lo cual repercutirá en los precios de los productos elaborados por los países industriales y que pondrán presión a la ola inflacionaria que sufren sus sociedades. También nos habla de las tensiones en Taiwán y de las últimas ocurrencias de Zelesky y su futurología de fantasiosas victorias inexistentes.

En suma, un cúmulo de factores que actúan como una pinza contra Occidente, y que sumados a los errores estratégicos analizados en esta columna, van hundiendo al Imperio en un desesperado clima de fracaso terminal, como también a sus esfuerzos por mantener su hegemonía mundial, mientras solo le queda la temeraria carta de la violencia bélica.

Eduardo Bonugli (Madrid, 09/04/23)